Jinetes y cabalgaduras entre charcos de sangre, terceloras,
sables y morriones caídos acá y acullá, tacos todavía humeantes, lanzones mal encajados en el suelo blando de la hondonada con sus banderolas hechas flecos, algunos heridos revolviéndose en las hierbas, lívidos, exangües, sin alientos para alzar la voz: tal era el cuadro en el campo que ocupó el enemigo.
Eduardo Acevedo Díaz
Persia es tierra de joyas: los vestidos de los hombres, las mantas de los caballos, los puños de los
sables, todo está allí lleno de joyas.
José Martí
Leyendo las peripecias del viaje, uno se admira de que Havestadt haya vuelto sano y vivo habiendo pasado por caídas de caballos, rodadas, golpes de sables en la cabeza propinado por un indio borracho, puntas de lanza amenazadoras frente a su pecho, y tránsito nocturno al borde de precipicios increíbles.
Ya me apesta lo del cambio de tarjetitas y la farándula de los padrinos con sus idas y venidas, y la farsa de los
sables romos, y el sueltecillo de cajón: «Anteayer, jugando con unos
sables, recibió un arañazo en una bota el distinguido joven Periquito de los Palotes...» Pleca, y luego: «Ha quedado honrosamente zanjada la cuestión surgida entre Periquito de los Palotes y Juanito Peranzules...» ¡A freír monas!
Emilia Pardo Bazán
Pues bien, señora, aquel que me emplea, míster Heep, un día me hizo el honor de decirme que si no cobrara el sueldo del empleo que tengo a su lado no sería probablemente más que un desgraciado saltimbanqui, y que recorrería los pueblos tragándome sables y devorando llamas.
Y todos se fueron, y el ruido de sus pisadas y de sus
sables se apagó lentamente a todo lo largo del patio, con dirección al portal.
Pedro Antonio de Alarcón
tro día narraré los trágicos sucesos que precedieron a la entrada de los franceses en la morisca ciudad de Guadix, para que se vea de qué modo sus irritados habitantes arrastraron y dieron muerte al corregidor don Francisco Trujillo, acusado de no haberse atrevido a salir a hacer frente al ejército napoleónico con los trescientos paisanos armados de escopetas,
sables, navajas y hondas de que habría podido disponer para ello...
Pedro Antonio de Alarcón
XXI Seguiré tus huellas de la triste figura caballero y en mi locura, propulsión de tus locuras, destruiré los ejércitos del miedo con mi lanza de sueños recobrados a fuerza de corazas escuderas, de estribos voladores sobre lásser de
sables aeromóviles ligeros y cotas de malla aluminada.
Antonio Domínguez Hidalgo
Desde Nueva York hasta Roma y desde Buenos Aires hasta París, flamearán hoy las banderas rojas y tronarán los gritos de rebeldía. Probablemente, relucirán los sables y detonarán los rifles.
Al ver salir de la sombra, anunciados por los destellos de los sables, aquellos rostros resueltos y fatigados, que una bala destrozaría quizá un momento después, comprendí el prestigio del peligro; que es la sal de la vida.
Y momentos después volaba el pequeño escuadrón en la dirección indicada por el teniente, alumbrados por la luna que resplandecía en el charolado correaje y en el reluciente alero de los pesadísimos sables y de las no menos brillantes tercerolas.
El Picador usará un bocado con camas, y anillas bordados en el cuello, y en la misma parte el Mariscal, una herradura de caballo señalados los agujeros para los clavos. El Armero una pistola, sables cruzados, y el Sillero una cuchilla de mano.