Escuche usted esta melodía, que tiene un sabor pánico, casi griego: «Oye, corazón mío, la flauta de mi Amigo, que en ella está la música del olor de las flores del campo, de las hojas relucientes, del agua relampagueadora, de los parajes en sombra donde zumban las abejas.
Algún ingenuo propone que esperemos las hamburguesas improbables del CEU. Ayer nos comimos la "consola" y dos micrófonos de la XEOCH, tenían un sabor rancio, como de algo podrido.
Y allí vivieron tranquilamente, como vive todo matrimonio bien avenido, hasta 1860 en que la flaca se llevó al amante. ¡Cosa curiosa y que explotó á su sabor el fanatismo su- persticioso: Tuvieron hijos, y todos varones.
Allí, después de que los explotadores extranjeros abandonaron el Distrito Aurífero, dejando como tara la psicosis de la mina, ha comenzado a renacer el aliento musical de la espiga y a multiplicarse el grano más codiciado por su calidad, sabor y aroma, el café de Zaruma; tanto como la impresión que se siente del incesante cruzar del polen a través de la ala viajera, para hacerse semilla nueva de variadas producciones en las estribaciones y riberas de sus ríos.
Su lectura es divertida, y el dialecto, hábilmente manejado, presta a los relatos una gran naturalidad, que contiene un cierto sabor a veces terrorífico.
¿Si es amasado de manos limpias?” “No sé yo eso -le dije-; mas a mí no me pone asco el sabor dello.” “Así plega a Dios” -dijo el pobre de mi amo.
Diríase que nevamos dentro, inadvertida, toda futura poesía y que el poeta, al llegar, no hace más que subrayarnos, destacar a nuestros ojos lo que ya poseíamos. Ello es que el descubrimiento lírico tiene para nosotros un sabor de reminiscencia, de cosa que supimos y habíamos olvidado.
Ferdinand Pontac) Acto Primero A quien por vez primera oí hablar del hecho extraño, fue al general Visillac, casado con una hermana de mi padre y fanático por todo cuanto tuviere sabor añejo.
Mis cartas para Susiche tienen un sabor menos paternal; las suyas para mí tienen un aspecto menos filial; la amistad amorosa se fue convirtiendo en un hermoso amor de hombres jóvenes, pleno de esperanza.
Que tu sonrisa sea como el albor del día, tu voz como el murmullo de arroyo bullidor, tu aliento como esencia de las que el Asia envía, y tus palabras ricas de espiritual sabor.
Con la copa en alto toda corazón, me acerco al banquete loco de la Vida. Gota a gota cae en mi alma la hiel, pero por virtud rara y atrevida conservo en los labios un
sabor de miel...
Beatriz Eguía Muñoz
Yo soy todo flores, luz, fe, poesía: mis versos exhalan a sándalo olor: mis cántigas tienen viviente armonía, y tienen mis versos a besos sabor.