Sus rugidos son entonces más imponentes y continuos: ellos abruman el alma, sobrecogen el corazón, y hablan a la inteligencia con más energía que todos los oradores y poetas que ha producido el globo en que habitamos.
Los escopetas y cazadores ejercitados matan, pero los aficionados principiantes, o se
sobrecogen a la salida del «bicho» y pierden el momento favorable, o se mueven y hacen torcer de su camino los animales maliciosos, o tiran por fin demasiado pronto, sin calcular el tiempo y la distancia, el vuelo recto de la perdiz o torcido de la paloma; en una palabra, no logran hacer dar a una liebre la vuelta «de campana».
Mariano José de Larra
No podemos contemplar a esta muchacha sin que su mirada haga brotar de nuestra alma cantos y armonías celestes que nos sobrecogen y nos animan.
La majestuosidad de los pasos procesionales, la belleza en la indumentaria de las imágenes, y la delicadeza de los adornos florales hacen que esta manifestación religiosa sea puesta en escena en unas calles estrechas y recoletas que realzan el impresionante paso de las imágenes, a la vez que sobrecogen los corazones de visitantes e hinojoseños.
En estos cuadros, que sobrecogen con su espeso silencio, está, íntegro, el drama de nuestro tiempo: la despersonalización de la criatura, con exactas señales del precio que hay que pagar.