La lavandera los admiró a su sabor, y admirándolos se fue poco a poco hacia un sitio de donde salía un rico olorcillo de viandas muy suculento y delicioso.
Conversando sobre la personalidad del agustiniano historiador, nos decía ha pocos años su amigo el padre Angulo, que el padre Urías halló que, en los tiempos del rey, era bocado más suculento ser fraile en convento rico que ser aristócrata pobre.
Es cierto que a los principios el respeto a su señor, conteniendo a los vasallos, las lenguas les refrenó; mas al fin, de los manjares el suculento vapor, la libertad y la audacia a los villanos volvió: alzaron desordenados una voz sobre otra voz, un brindis sobre otro brindis.
Los dos reinos son sus tributarios; la perdiz provocativa, el pichón delicado, el capón suculento, allí están a su albedrío, haciendo requiebros a su paladar esquilimoso.
Pena inútil, la sarna se ríe de estos esfuerzos, y sigue, impasible, su trabajo: barrenea, serrucha, cava, penetra en el pellejo, abre trincheras, tira y amontona afuera los residuos de la excavación, come, pone, se multiplica, se extiende, y ni la pata, ni la boca de la oveja desesperada por la comezón, pueden hacerle nada, en esa situación inaccesible, entre las puntas de las dos paletas, donde la lana tupida, la grasitud abundante, el cuero espeso, le proporcionan alimento suculento y albergue tranquilo.
Las primeras palabras que decía el canónigo a su amigo al empezar el paseo a diario casi siempre se referían al suculento almuerzo que acababan de servirle; y era muy raro que, durante los siete paseos de la semana, no se le ocurriese decir por lo menos catorce veces: -Es indudable que esta excelente señorita tiene la vocación del servicio eclesiástico.
El General Tenéis razón, señor: yo os aseguro que, en cuanto volvamos a la corte, lo primero que propondré en Consejo será el decreto siguiente: la cama del soldado se componga de tres colchones de lana y dos almohadas de pluma. Artículo segundo: el rancho será nutritivo, suculento y variado.
En la noche, después del suculento yantar, salimos al corredor y entonces, en las tinieblas, en la oscuridad del campo, donde sólo se oía el ladrar lejano de algún perro, el silbido de los arrieros que pasaban camino abajo, y el perenne violín de los grillos, todos le suplicaron a Manuel que cantase.
Al visitarla la primera vez comprendí claramente que ninguna noción estética había determinado la escogencia de todo eso; que lo tenía porque le había gustado como a otras les gustan la felpa rosada, las terracotas de a seis francos, las oleografías y las flores de trapo, y cuando por exigencia suya comí en su departamento, lo suculento de las viandas, lo inédito de las salsas y lo añejo de los vinos me hizo ver que poseía aquellos primores de la industria artística, solamente porque necesitaba como cosa corriente y a cualquier precio sensaciones profundas y finas.
Pero, volviendo a los banquetes, antes de que se me vaya el santo al cielo por echar una mano de político palique, si bien no lucía en ellos la pulcra porcelana, se ostentaba en cambio la deslumbradora vajilla de plata; y si se desconocía la cocina francesa con todos sus encantos, el gusto gastronómico encontraba mucho de sólido y
suculento, y váyase lo uno por lo otro.
Ricardo Palma
Por último, como apéndice y complemento de festín tan opíparo, chocolate con hojaldres, mostachones y bizcotelas. El festín fue todavía más regocijado y alegre que suculento, prolongándose hasta las dos de la madrugada.
Como el de Cristo, tuvo también su Judas este apostolado; que no hay mejor remiendo que el del mismo patio y nadie conoce a la olla como el cucharón, salvo que aquí la traición no se pagara con treinta dineros roñosos, sino con un bocado muy
suculento.
Ricardo Palma