s el bardo que dijo en romance galano la legendaria historia del paladín audaz que a las moriscas gentes abatió con su mano que fue timbre y orgullo del valor castellano, que de vencer a un mundo, se dijera capaz.
Esa era la meta que Gaspar, el audaz astronauta, tenía fijada en sus propósitos desde que había salido de la Tierra aquel día de lluvia escarlata.
Cruzar los lindes de tu azul esfera, medir audaz la inmensidad que espanta, no osara, no, mi pensamiento vano sin el auxilio de tu santa mano.
Lo hemos logrado gracias a un acto de fe audaz que nos ha sostenido hasta el final, porque sin duda nos hemos dicho que para bien de la posteridad teníamos que echar una base firme para un futuro de tolerancia y de coexistencia armoniosa, libre del cáncer del racismo.
(162) Partióse pues el buen conde Contra Almanzor á campaña Y fué con tan justa saña Y con valor tan audaz, Que aún humeando del moro Con la sangre harta de afrenta Su campo feráz ostenta Sansisteban de Gormáz.
Con negra intención traidora y de su toga al amparo, piensa el golilla en Genaro: mas Valentina le adora. En vano el audaz tutor osó una tarde de hinojos con lágrimas en los ojos decirla su torpe amor.
y el recato y la pureza y la inocencia y la calma que albergó dentro del alma la que jamás delinquió, poco a poco fué mostrando en su rostro y su postura, la bellísima escultura que el genio audaz concibió.
No es un ser, muerte violenta, sino, apenas, lacónico suceso; más bien su modo tira, cuando ataca, tira a tumulto simple, sin órbitas ni cánticos de dicha; más bien tira su tiempo audaz, a céntimo impreciso y sus sordos quilates, a déspotas aplausos.
Brotó la tempestad: rompió el nublado Su henchido vientre, y con fragor crujieron El rayo de las nubes desatado Y el granizo con furia desgajado Que el paso audaz del huracan siguieron.
Que era el mozo muy astuto, y era muy cándida ella, y era la monja muy bella, y el rondador muy audaz; las noches eran oscuras, las citas muchas y en calma, y el amor prende en el alma con la chispa más fugaz.
Le conocía yo, sin embargo, como matemático y como poeta, y mis medidas fueron adaptadas a su capacidad, con referencia a las circunstancias de que estaba rodeado. Le conocía como a un cortesano, y además como un audaz intrigante.
Ahora, audaz guárdate de ser, y las preces nuestras, te rogamos, guárdate de despreciar, ojillo mío, no sus castigos Némesis te demande a ti.