Esta piedra, no sólo atrae los anillos de hierro, sino que les comunica la virtud de producir el mismo efecto y de atraer otros anillos, de suerte que se ve algunas veces una larga cadena de trozos de hierro y de anillos suspendidos los unos de los otros, y todos estos anillos sacan su virtud de esta piedra. En igual forma, la musa inspira a los poetas, éstos comunican a otros su entusiasmo, y se forma una cadena de inspirados.
En siete partes: 600 sonetos 12 poemas em outava rythma, silvas e sextinas canciones, odas, madrigales, sextinas y tercetos 20 églogas redondillas, glosas, cantos, décimas, novelas y epigramas "Musa nueva" con sonetos, octavas, tercetos, cantos, etc.
Como los poetas no componen merced al arte, sino por una inspiración divina, y dicen sobre diversos objetos muchas cosas y muy bellas, tales como las que tú dices sobre Homero, cada uno de ellos sólo puede sobresalir en la clase de composición a que le arrastra la musa.
Los árboles gigantescos, cantados por la
musa popular, ondean su cabellera de apretadas hojas junto al azul del cielo, inmenso cristal por el que resbalan, como mosquitos casi imperceptibles, las bandas de pájaros viajeros.
Vicente Blasco Ibáñez
Mas calla ya, mi Musa; que la insana caterva de ridículos copleros si quieres extirpar, empresa es vana, y esgrimen contra ti ya sus aceros.
Así, cuando leí las primeras composiciones, hijas de la fe- cunda musa de usted, me dije:— En este alumno de Apolo hay tela de poeta.
Mas ¿por qué anheláis, señora, tener aquí un vil montón de versos míos, ahora que mi vieja musa llora, y a la puerta del panteón, la vejez me desvigora, del mundo me desamora, me amilana el corazón y tiene a mi guzla mora descordada en un rincón?
Muy ventajosa idea del risueño pweta tendrá que formarse todo el que lea la parte que llegó á publicar de su poema La Angulada y sus preciosas fábulas La Araña y El Mono y los Gaiod. Musa verdaderamente traviesa inspiraba al iK)eta que escribía, como el mismo nos lo dice, en el silencio de la noche, cuando, tosiendo y rebuznando, los hombres y borricos tienen en movimiento los hocicos.
MUZA: En este pomo supremo licor se encierra, que sirve sin más peligro a quien le usa con destreza… CONDESA: A ver. MUSA: De un modo adormece, y usado de otra manera… A estas palabras oyóse tras de la cerrada puerta inesperado ruido, y tras él de golpe abriéndola: «Señora, el alba despunta», dijo apresurada Estrella; e interrumpida la plática, el moro salió siguiéndola.
Veinte años que, en la mujer, son la edad en que la san- gre de las venas arde y bulle como lava de volcán en ignición; morenita sonrosada como la Magdalena: cutis de raso liso; ojos negros y misteriosos como la tentación y el caos; una boquita más roja y agridulce que la guinda; y un lodo más subvei-sivo que la libertad de imprenta, tal era mi amor, mi embeleso, mi delicia, la musa de mis tiempos de poeta.
En la regocijada musa de nuestro compatriota no hay ese alambicamiento culteriano, esa manía de lucir erudición in- digesta, que afea tanto las producciones de los mejores inge- nias del siglo XVII.
Ha hecho usted de la pasión política su musa inspiradora, y armada de todas armas se lanza, íunazo- na sin miedo y sin mancilla, en el ardoroso palenque, hiriendo sin compasión á los enemigos de su causa.