No nos extrañará el sistema
Por Antonio Malpica
()
Información de este libro electrónico
Antonio Malpica
Antonio Malpica es músico, dramaturgo y novelista, además es ingeniero en sistemas. Cuando ya había terminado la carrera de ingeniero, descubrió que le divertía más contar historias. Así que empezó a hacer teatro con su hermano Javier y, luego, a escribir novelas. Hoy tiene publicados más de veinte libros. En Océano El lado oscuro ha publicado: Siete esqueletos decapitados, Nocturno Belfegor, El llamado de la estirpe y El destino y la espada. Ha ganado, entre otros, los premios Barco de vapor y Gran Angular convocados por SM, México; Novela Breve Rosario Castellanos, y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Castillo de la Lectura. Antonio Malpica se convirtió, en 2015, en el primer autor mexicano en obtener el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil.
Lee más de Antonio Malpica
M. F. Había una vez un hada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl bondadoso rey Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Por el color del trigo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mal tiempo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Setenta y medio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con No nos extrañará el sistema
Títulos en esta serie (100)
Manual de instrucciones para el fin del mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El festín de la muerte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mar detrás Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Camps de maduixes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos crudos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesL'aventura de Saïd Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCampos de fresas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Siempre será diciembre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Donde habitan los ángeles Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Blanco de tigre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sense retorn Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa estrategia del parásito Calificación: 5 de 5 estrellas5/5No nos extrañará el sistema Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOjos llenos de sombra Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La versión de Eric Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTinta y ceniza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl cofre de Nadie Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl asombroso legado de Daniel Kurka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLobo. El Camino de la Venganza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBiografía de un cuerpo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La hora zulú Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAdolescer 2055 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa deriva Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAdonde no conozco nada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cartas a Leonor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl libro salvaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl año terrible Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Venus brillaba en el cielo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl complejo de Faetón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl lápiz de labios del señor presidente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
Frecuencia Júpiter Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Recuérdame por qué he muerto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObjetivo miedo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El nombre de Cuautla Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La torre y el jardín Calificación: 4 de 5 estrellas4/5República mutante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSi ya está muerto, sonría: Relatos mexicanos de crueldad y humor negro Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El cocodrilo de la tina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFamosas últimas palabras Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Al final, las palabras Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ojos llenos de sombra Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Diario de guerra del coronel Mejía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Doro, la niña enamorada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa máscara del dios murciélago: Una aventura del detective Damián Diosdado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEscenarios para el fin del mundo: Relatos reunidos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Criaturas. Cuentos de extraña imaginación: Criaturas. Cuentos de extraña imaginación Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los viajeros: 25 años de ciencia ficción mexicana Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de amor de locura y de muerte Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche en la zona M Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tiempo de alacranes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El libro salvaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl apocalipsis: (todo incluído) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLo que no se comprende: Cuentos ilustrados Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Ojo de Vidrio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl agujero negro Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sombras detrás de la ventana: Cuentos reunidos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La tienda de los sueños: Un siglo de cuento fantástico mexicano Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La habitación secreta Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Motivos de sobra para inquietarse: Antología del 2.° Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Piedra de las Galaxias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Suspenso para usted
Cuentos mexicanos de horror y misterio. Las bestias diminutas y otras sorprendentes historias de terror Calificación: 2 de 5 estrellas2/5El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (ilustrado) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Todo lo que nunca hiciste por mí: Saga Hyperlink 1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de Suspenso y Terror: Obras Maestras de Los Mejores Cuentistas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Esposa Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Uno) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Diez negritos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa chica sola (Un thriller de suspense FBI de Ella Dark – Libro 1) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Coartada perfecta: El asesinato de Roger Ackroyd Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn Dulce olor a muerte (Sweet Scent of Death) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Mentira Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Cinco) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Si Ella Supiera (Un Misterio Kate Wise —Libro 1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5En el cuarto frío Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El secreto del bosque Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna bala con mi nombre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSi Ella Viera (Un Misterio Kate Wise —Libro 2) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Antes De Que Se Lleve (Un Misterio con Mackenzie White—Libro 4) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La cirujana: Un thriller trepidante y adictivo de suspense Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un rastro de lápidas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJules Verne - Obras completas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El secreto de los Assassini Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El hombre que fue jueves Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Sonrisa Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Cuatro) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La semana escarlata Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Post Mortem (versión española): Una joven agente de policía atrapada en un dilema moral Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNoche caliente: Dos historias de Jack Reacher Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Miedo en los ojos: Una novela policíaca de misterio, asesinos en serie y crímenes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El verbo Kaifman Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La salamandra desnuda Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl secuestro del Primer Ministro Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La casa de nuestra madre Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para No nos extrañará el sistema
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
No nos extrañará el sistema - Antonio Malpica
A BERNARDO RUIZ
The increase in the world's population
represents our victory against death.
Julian Simon, Doom-Slayer
no sé
darle razón a este boli y esta plaqueta
Contar, por ejemplo, que mirar a los roñas por la ventana es gratificante. Usar palabras como gratificante.
o nomás escribir por escribir por escribir por escribir
todo lo que me pasa por la mente como:
necesito una mina.
Me revienta tener que subir siempre al dobleú de la azotea.
La noche es bacán.
por ejemplo
o también...
Recién terminé el libro que me prestó el profesor.
Eso. Y así. Sin preguntarme más. Así. Dejar que todo fluya por la plaqueta igual que fluye por mi cerebro.
Así.
así
Recién terminé el libro que me prestó el profesor. No puedo decir que me haya gustado. Ese tipo de historias me desorientan, tal vez porque no son posibles, porque no me gusta que nadie pretenda hacerme creer cosas que no pueden ocurrir. Pero igual le dije a él que me gustó. Solo porque es buena persona y porque seguro que es lo que estaba esperando oír. Además, se esmeró mucho hablándome de los dos primeros volúmenes, tratando de construir la historia que yo debía continuar en el tercero, que es el que me prestó, hablándome de todos esos hobbits, magos y elfos que le fascinan tanto. De cualquier modo me dio gusto leer el libro completo, porque aquí nadie lee. Excepto el profesor, claro. Y como él es el mejor tipo de este lugar, yo, tal vez por parecerme un poco más a él que a todos los demás, acepté su propuesta de echarme el libro por las noches. Casi tres meses me llevó la hazaña. Así que recién terminé el libro, fui a su colchoneta en la cocina y lo toqué en el hombro para despertarlo. Le dio tal gustazo saber que ya lo había terminado que quiso platicarlo de inmediato. Y volvió a entristecerse por no contar con los otros dos volúmenes. Un buen tipo el profesor. Un buen
tipo
y así
ayer descubrí a dos besándose. Uno al que le decimos el Greñas y otro que casi ni habla. Todos creemos que es extranjero porque cuando llega de trabajar nomás saluda sin decir nada y se va a acostar. Ya todos estaban dormidos y yo me paré al baño. Oí un ruido y apreté los ojos para luego ver mejor en la oscuridad. El Greñas y el extranjero se besaban y se metían mano. No es que esté en contra de esas cosas. Al contrario, creo que cada quien tiene derecho de hacer lo que quiera con quien quiera. Pero sí me puse a pensar que a ver si al final no acabamos todos de imbugas a falta de mujeres. Uno nunca sabe.
Venía como a las nueve de la noche del trabajo y me detuvo un roña en la calle, en la esquina de Miguel Laurent con Insurgentes. Nomás te ven uniformado y creen que los puedes ayudar. Sobre todo cuando no eres policía, porque piensan que tienes algo que ver con el gobierno o con el sistema. Me dijo: Vale, consígueme laburo, ya no aguanto dormir en la calle
. Y hasta eso que se veía bien. No se veía somado, ni borracho, ni nada. Pero yo ni me detuve. Pensé en echar mano de una parte de los ochenta pesos que llevaba de circulante, porque sí me dio buena espina el compañero. Pero ya no insistió y mejor los guardé. Nunca se sabe para qué puede servir el dinero después.
a la hora de la cena Sherman, Luis y el Greñas se pusieron a contar chistes de negros enfrente del Cambujo. Pero hasta eso que agarró la onda el moreno. Y luego él se puso a contar chistes de borrachos. Me gusta cuando estamos así, cuando nadie se pelea con nadie y todos agarran la onda de que aquí nos tocó y es mejor apretados que en la calle. Además, con tener trabajo ya está uno del otro lado. Por lo menos vas al baño y comes y duermes sin broncas. Hasta el profesor se rio de uno que otro chiste. Bacán.
que se me antojó
salir temprano para el laburo, para antes hacer fila en el mart de la esquina y comprarme un donut. Total, si no, para qué trabaja uno. Y hasta eso, nadie me dijo nada. Me gusta cuando nadie pregunta que por qué haces esto o por qué haces lo otro. No como el licenciado que vivía aquí hace dos meses. Me acuerdo que no podía ni pararme al dobleú a una hora distinta de la de siempre porque luego luego empezaba con sus preguntas. Cochino paranoico. La verdad, qué bueno que lo desemplearon. Sabrá dios dónde andará mendigando ahora. Creo que Luis lo vio una vez por allá por donde trabaja él, cerca del centro. Pero quién sabe. Así que me salí temprano y me fui a formar. Habría apenas cien gentes, porque todavía estaba oscuro y algunos le sacan a irse a formar cuando no hay luz. Yo hace mucho que les dejé de tener miedo a los roñas. Claro que a mí me molestan menos que a otros. A lo mejor por el uniforme o porque estoy joven. Una hora y media y ya tenía el donut en los dientes. Total, si no, para qué trabaja uno tanto. Lástima de los dos mocosos que se me pegaron todo el rato que me tardé en acabármelo.
Hay una mina nueva en el trabajo asignada al corredor C. No está nada mal. Además, el uniforme le viene muy bien, no como a la Flaca que trabaja conmigo acomodando. A ella nada le viene bien, creo. Pobre. Ella qué culpa tiene, de todas maneras. A veces me da lástima, porque es de esas que parece que no valoran tener laburo (aunque sea así de pinche como el nuestro, acomodando gente en el metro) porque siempre está como triste. A veces me mira a lo lejos (ella se encarga del último vagón. Yo, del antepenúltimo) y siempre me viene la idea de que no ha comido en varios días. En cambio la mina nueva, una Morena con todo muy bien puesto en su lugar, hasta me sonríe. Las dos veces que pasé por su corredor para ir al dobleú me sonrió. En una de esas hasta me animo a hablarle.
No podía dormir y me fui a parar a la sala, ahí donde duermen cuatro de los quince que vivimos aquí en el 202. A veces me entretengo viendo por la ventana de la sala a la gente que duerme en la calle. Sobre todo porque no siempre duermen. Algunos comparten el chupe, otros conversan, otros discuten, otros juegan. Me tocó ver una cáscara de futbol. Hasta tomé partido desde lo lejos. Eran las tres de la mañana y ahí estaban esos vales jugando. Chavalos, chavalas y abuelos participaron también. Me dieron ganas de apagar el cigarro y pedirles que me dieran chance de entrarle. Pero ya se sabe cómo es esto. Les da uno la mano y se toman el pie. Nadie puede entablar conversación con un roña o su familia sin que en un ratito ya estén pidiendo dinero o que los dejes meter a tu casa o
Se descompuso el frízer y estuvimos sudando como malditos puercos hasta que lo arreglaron. Con dos horas tuvimos para que el departamento empezara a apestar morongo.
Iba para el trabajo por Insurgentes y
una mina me empezó a seguir por ahí del Eje cinco. Honestamente, a veces le pienso para eso del comercio sexual en la calle. Pues total, qué bronca hay en vaciarse con una desconocida. Nomás te tapas con la chambra que siempre traen encima y ni pierdes tiempo: cinco minutos y ya está. Además, todo el tiempo traigo circulante. Pero me da no sé qué cosa. A lo mejor porque todas casi siempre andan en algo: en el soma, el alcohol o algo peor. O a lo mejor no me late hacerlo con tanta gente alrededor, muy a pesar de la chambra. Quién sabe. El caso es que me venía siguiendo esta mina y yo le empecé a pensar. Pero como ella no traía nada encima, me di cuenta de que no podía ser una exprés. Era otra onda. Total que me dejé alcanzar. "¿Por qué me