La Muerte Me Da... La Estética de La Muerte

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La esttica de la muerte

Claudia Guilln

Son varias las posturas que enfrentan los especialistas respecto a la importancia de la delimitacin de los gneros en la literatura. Hay quienes se acercan ms a la idea de que la poesa es el gnero que alude a la belleza y a la sntesis a travs de un lenguaje cargado de imgenes contundentes. La narrativa, por su parte, se subdivide en novela y relato, y habr quien piense que el cuento es un trabajo que re q u i e rede una habilidad especial para condensar la historia a travs del menor n m e ro de palabras; al contrario de la nove l a , que desarrolla una trama valindose de un gran nmero de pginas a travs de las s u btramas. Algn amigo muy querido me deca: por ejemplo, el cuento plantea la historia de un asesinato; y, la novela, la historia de un asesino. Creo que esta frase, en sntesis rene la idea general de estas formas de ficcin. En el caso del ensayo, se dice que debe precisar un tema, desarrollarlo y sustentarlo con reflexiones ajenas y propias. Aunque presentadas aqu de manera poco convencional, la intencin de estas ideas es llevar a cabo una pequea reflexin sobre lo importante que es comprender que, ms all de sus gneros, la literatura transita por caminos invisibles donde se pueden acoplar las diferentes formas de enunciar las palabras. Quiz si intentramos establecer un criterio fijo nos encontraramos con que la mayora de los especialistas tendran que inclinar su balanza hacia un lado u otro, pero sin ubicar nunca el punto medio. Ms all de la peculiar estructura de cada gnero, me parece que podramos pensar en la prosa como la forma natural de la palabra escrita, pues ella concentra casi todas las manifestaciones literarias, como una suerte de casa grande y noble que alberga con generosidad a quien quiera habitarla. Equivocada o no, esta idea me vena dando vueltas desde hace tiempo y se consolid

despus de llevar a cabo la lectura de la novela La muerte me da, de Cristina Rivera Garza, libro donde la autora despliega su conocimiento literario y sociolgico para d e s a r rollarel relato, valindose de una serie de experimentos metalingsticos vinculados directamente con su necesidad de establecer nuevas estructuras y estrategias con objeto de plantear una historia diferente, donde la forma sea pieza fundamental, mas no la nica. La muerte me da parece que, en principio y los editores as lo afirman en la cuarta de forros, sigue los cnones del thriller: en ella hay suspenso, asesinatos en serie y las investigaciones sobre esos asesinatos. Sin embargo, el relato no se reduce a ello. Da la impresin de que la autora slo recurre a este molde para poder dar rienda suelta a lo que en verdad le interesa: crear una estructura fragmentada, que se desdobla sobre s misma, susceptible de albergar diferentes gneros. Los mltiples senderos de esta novela se entre m ezclan a travs de cortes experimentales, cuyo sustento es una trama relista con personajes bien delineados. Las acciones arrancan con la aparicin de un personaje llamado Cristina Rivera Garza muy parecido, por lo menos en apariencia, a su creadora, quien encuentra a un hombre joven, muerto y castrado, mientras corre por las calles de la ciudad. Por esta razn, Cristina pronto se ve envuelta en las investigaciones que realiza la Detective, y en la inercia que ms tarde rodear a los dems asesinatos, de hombres tambin jvenes y castrados. El asunto es que a cada uno de los cadveres no slo los une su mutilacin y su propia muerte, sino tambin la presencia de un poema de la escritora argentina Alejandra Pizarnik que permanece a su lado como un testigo mudo y perturbador. As, la

dualidad de emociones se manifiesta a travs de la voz de esta poeta de vida atormentada y suicida. Es en esta primera parte que Cristina Rivera Ga rza (autora) establece un vnculo que permanecer a lo largo de la novela entre poesa y muerte, a travs de Cristina Rivera Garza (personaje). El juego de que la mujer y el hombre podran habitar un mismo cuerpo y universo es uno de los ejes temticos del libro. Es decir, una suerte de androginia ldica: el hombre-la mujer; la mujer-el hombre. Incluso la autora de Nadie me ver llorar l l e va a cabo un juego de palabras para cuestionarse por qu, a pesar de tratarse de un hombre, se nombra siempre a la vctima utilizando el gnero femenino. Asimismo, durante el transcurso de las pginas, se van interc a l a ndo versos como otra forma de contar la historia. Por momentos la realidad y los pensamientos de los personajes caminan de la mano, con lo que el discurso adquiere un tono casi onrico, o surrealista, donde las acciones avanzan como a travs de brumas y los personajes se parecen cada vez ms unos a otros sin importar a qu genero pertenecen. La primera persona y la voz omnisciente se mezclan, creando en el lector una sensacin ambigua de lejana y de cercana con los hechos: los personajes podran estar hablando entre ellos, pero tambin introducen al lector en su discurso. La autora nos muestra creaturas que forman p a rte del universo de los fracasados: la Periodista de la Nota Roja, una mujer con una pequea joroba por su mala postura corporal, pero tambin porque parece cargar el mundo en la espalda; la D e t e c t i ve quien, pese a sus constantes fracasos laborales y emocionales, tambin puede ser pequea y libre en la imaginacin de su subalterno, Valerio el nico personaje masculino no

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LA ESTTICA DE LA MUERTE

incidental en la novela, ms bien apocado y contagiado por el pesimismo de su jefa. El personaje de la De t e c t i veresulta muy interesante conforme avanza la lectura, ya que deja atrs su aparente frialdad para vivir situaciones que la presentan como un ser ajeno a las muertes pero a la vez muy cercano a ellas y a sus significados. La dualidad caracterstica de los caracteres de La muerte me da re c u e rda en ocasiones a los seres oscuros y entraables de Carson McCullers. Y as como la propia Cristina Rivera Garza se desdobla de autora en personaje con el fin de jugar con su papel de acadmica y hacer de este relato un espacio ldico dentro de la atmsfera de violencia ejercida en el cuerpo de las seis vctimas, sus personajes tambin sufren desdoblamientos que les permiten visualizar realidades diferentes a las que viven, imaginando o recordando pasajes de su vida o la de las propias vctimas. La irona presente en la historia confirma que la autora est realizando un ejercicio que la divierte. Juega continuamente para que el lector se divierta con ella, como si se tratara de disear un laberinto cargado de sorpresas donde el humor es pieza fundamental. Las diversas voces consiguen que podamos adentrarnos en el punto de vista de cada uno de los actores acerca de los asesinatos. La primera voz, que suponemos es de la asesina, despierta sensaciones escalofriantes. Hay una idea que se repite a lo largo del libro: la castracin, simblica o fsica, le permite al hombre darse cuenta de la presencia del otro. Por ello se llevan a cabo estos asesinatos baados al mismo tiempo por la s a n g rey por la poesa. La vista es la destinataria principal de todos los estmulos y el origen de las emociones con ello, Rive r a Garza reafirma su inters por las artes visuales. Un ejemplo: cuando narra la forma en que se encontr a cada una de las vctimas, es como si el lector estuviera ante una fotografa. Y como la fotografa forma part e de la investigacin, en ella se reproducen las formas de los hombres castrados: Valerio las abre para observarlas como si se tratara de una baraja. Mencin especial merece el ensayo acadmico que escribe Cristina Rivera Garza (personaje), donde desmenuza la vida de Pizarnik. Con notas a pie de pgina, la profesora universitaria nos cuenta la gran ob-

sesin de esta poeta por entrar en el terre n o de la prosa, pero de una prosa cuidada y perfecta donde la forma fuera la llave para alcanzar un estilo preciso y bello quiz como lo ha procurado la propia Cristina Rivera Garza (autora) en cada una de sus obras. La muerte me da no trata de mostrar la mente de un asesino o asesina serial, sino ms bien despertar la conciencia de quienes estn i n volucrados en la investigacin: Estamos frente a un esteta murmur la Detective. Frente a un esteta obsesivo que quiere darnos un mensaje sobre el cuerpo, el cuerpo masculino, y las letras del alfabeto. La belleza planteada a travs de la muerte. La poesa y la violencia de la castracin entraan entonces una suerte de smbolo sobre el que no cabra un solo pensamiento, sino varios. Asimismo, las historias de amor y erotismo que se desarrollan en el relato tambin dan a la muerte un valor especial, donde Tanatos y Eros se fusionan para crear una frmula sensual que alcanza una gran intensidad. Ot ro valor esttico dentro de La muerte me da es el ritmo. Rivera Garza utiliza adjetivos, puntos, sustantivos, puntos y aparte, comas y verbos para lograr una cadencia que avanza sin tropiezos. Va de uno a otro con la seguridad de que los ha situado en el lugar que les corresponde, los repite una, otra y otra vez, hasta lograr que la prosa se vuelva algo semejante al canto de las sirenas que atrapa a los hombres dentro de la soledad del mar. Como parte de este continuo juego que ha llevado la autora, en las ltimas pginas nos topamos con un libro de poesa en lneas rotas, quizs escrito por la Reportera de la Nota Roja que, curiosamente, se llama La muerte me da. La prosa potica alude a toda la historia que se nos ha venido contando y su aparicin permite que los pers o n ajes se unan un tiempo despus de que se dio por cerrado el caso que los uni. Por medio de estas estructuras, de la intervencin en primera persona de su homnimo (homnima?) y de la presencia omnisciente de Alejandra Pizarnik que se derrama no slo en los muertos castrados, sino en los dems personajes de la historia, la tambin poeta Cristina Rivera Ga rza (autora) se vali de la prosa, como era el anhelo de la poeta argentina, para demos-

trarnos que todos los gneros pueden atomizarse y sintetizarse para formar parte de una novela. As, La muerte me da ofrece una historia ambiciosa, interesante, fragmentada en tiempos y formas, que avanza y provoca, se desdobla y vuelve a plegarse, que se goza como seguramente lo hizo la propia escritora cuando la conceba. Imagino a Cristina Rivera Garza (autora-personaje) con una leve sonrisa en la boca, disfrutando del ejercicio de la escritura. Se trata de un relato complejo que requiere la mirada cmplice del lector. Una obra que abandona las formas tradicionales, para enunciarse a partir de un pensamiento inteligente que sabe a dnde se dirige y qu quiere contar. La seguridad de lo que no se narra ese impulso ntimo que anima cada una de las palabras se trasmina a las pginas y torna transparente su complejidad. Si bien es por todos conocido que la novela es un producto noble que puede albergar diferentes gneros, a travs de La muerte me da, Cristina Rivera Ga rza, en un hondo homenaje a Alejandra Pizarnik, nos demuestra que a partir de una prosa verstil se pueden obtener los ms variados registros hasta desembocar por completo en el universo inconfundible de la poesa, aunque sta provenga de la muerte.
Cristina Rivera Ga rza, La muerte me da , Tu s q u e t s , Mxico, pp. 360.

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