Cuento Ocurrio en La Arena

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OCURRIO EN LA ARENA

Por Celso Ramn (Colombia)


Esta es solamente la historia de una botella que un da lleg a una playa. Pero no era
cualquier botella, como tantas que hoy flotan como basura por los anchos mares del planeta.
Esta haba salido haca muchsimo tiempo de una isla desde donde un nufrago enviara un
mensaje de amor. Flotando por los ocanos se llen de plipos y caracolejos, de algas
diminutas y glaciales flores marinas. El papel escrito que llevara por dentro se deshizo, y el
mensaje de amor pas a ser parte de ella, qued impregnado en el cristal como una tierna
piel que respiraba. Las olas la dejaron en la playa en una noche de luna llena, cuando los
cangrejos estaban de fiesta, bailando agarrados de las pinzas, acompaados por la msica
de una orquesta de grillos y chicharras. Uno que no fue al baile se la encontr embancada en
la arena, atollada y fosforescente como el rezago de un naufragio de fantasa.
Con gran esfuerzo, usando sus propias pinzas rosadas, brillando su concha de colores a la
luz de la luna, la fue empujando cuidadosamente hasta un lugar ms seguro, lejos del
alcance de la pleamar. All empezaron a conversar con ms calma. En la claridad tenue de la
noche, recibiendo de frente la brisa con el murmullo de las olas, el susurro de las palmeras y
la sal de la espuma, la botella le cont su historia. Le narr su salida haca tanto tiempo,
desde las manos de un hombre enamorado que se haba perdido despus de una tormenta,
pero que mantena viva su esperanza; le dijo del largo viaje por mares remotos, llevada por
las corrientes y acompaada por los peces, hasta su llegada esta noche con la marea del
atardecer. El cangrejo la escuch atentamente y a su turno tambin le habl de su casita de
arena, profunda y sin ventanas bajo la tierra; le cont del paisaje debajo del agua, de su vida
trabajando de sol a sol y de luna a luna; le habl de sus sueos, que se le perdan con las
olas de la bajamar y los volva a encontrar al da siguiente cuando suba la marea y los
hallaba ligeramente rodos por los peces. Se contaron sus pequeas vidas y a cada uno le
pareci que la del otro era hermosa y variada.
-Qu bello es saber que uno va por el mundo llevando un mensaje de amor -deca el
cangrejo abriendo sus tenazas de par en par, como mostrando sus herramientas de ganarse
la vida.
-S -responda la botella cubierta por su manto de mejillones diminutos y mnimos corales-,
pero un mensaje de amor slo es til cuando llega a su destino. T, en cambio, ests
siempre rodeado de muchos seres; yo he vivido sola tanto tiempo.
El cangrejo desvi la mirada hacia otra parte y baj las pinzas con desconsuelo; suspirando y
haciendo rayitas en la arena, le dijo a la botella que a pesar de la multitud de seres en la
playa y en el agua debajo del mar, l viva muy solo. Toda la vida haba madrugado hacia los
arrecifes a trabajar buscando su comida, pero no tena con quien compartir su alegra cuando
los das eran buenos, ni su tristeza cuando apenas se consegua lo suficiente para no
morirse de hambre. Tampoco l iba a los bailes con msica de grillos y orquesta de
chicharras en las noches de luna llena.
-A m nadie me quiere -coment apesadumbrado. La botella le propuso que podran ser
amigos y as el mensaje de amor que ella traa estara llegando a un destino haciendo feliz a
alguien, y en la casita sin ventanas debajo de la arena compartiran alegras y tristezas
cuando l llegara por las noches, cansado de trabajar tan duro.

As lo hicieron. Se casaron en una alegre y colorido ceremonia que culmin con un baile en
el arenal una noche de luna llena. Fue una descomplicada rumba de pobres, alegre y
bulliciosa, amenizada por la famosa orquesta de grillos y chicharras, que se prolong hasta el
amanecer en el bailadero alumbrado por las lucirnagas y los cocuyos.
Poco tiempo despus, como le pasa a los que se quieren tanto, empezaron a tener hijos.
Eran bastante extraos; no eran feos, porque a todos los padres sus hijos siempre les
parecen bellos, pero a los vecinos s les parecieron como raros porque eran as: no tenan
tantas patas como el pap cangrejo, ni eran todos de vidrio como la mam botella.
-Qu va a ser de nuestros hijos en la vida? -se preguntaban ellos por la noche, mirndolos
a todos acostaditos, dormidos en sus mullidas camas de algas.
-Yo no s -deca el cangrejo-, pero ellos son hijos de tanto amor, que no les puede ir mal en
la vida, para algo tienen que ser buenos.
Entonces, sucedi que a aquella lejana playa lleg tropezando alguien que no poda ver bien
las flores, ni los atardeceres en el mar, ni las formaciones de aves marinas en el cielo del
atardecer, camino de sus nidos. Encontr por casualidad a uno de los hijos del cangrejo y la
botella y, como deba hacer siempre por lo corto de su visin, lo acerc a sus ojos y mir a
travs de las transparentes conchas de cristal del animalito y fue como un milagro: Pudo ver
perfecto el rojo de las rosas y el plido violeta de las delicadas orqudeas; el amarillo de
fuego en las verdes alas de los loros del monte y el azul definitivo del cielo navegado por los
pelcanos camino de su casa en la escollera.
Los animalitos de la playa, descubri esa persona maravillada, servan para mirar clarito la
belleza de este mundo. Las personas con visin defectuosa los llamaron "ante-ojos" y los
juzgaron hermosos, y los llevaron gustosos en el rostro, a pesar de ese aspecto de cangrejo
de dos patas, agarrndose de las orejas, abrazando la cabeza de los agradecidos hombres
de corta vista.
Escritor colombiano cuyos cuentos son contados por muchos cuenteros del mundo.
Este maravilloso relato aparece en su libro Fu, el protector de los artistas y otros relatas. Ed.
Panamericana.

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