Semiotica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

SEMITICA

Bibliografa
CROUZEL, H., VOZ Imagen en Ritter, J. (ed.), Diccionario patrstico y de la Antigedad cristiana,
Sguemo, Salamanca, 1991, vol. I 1082-1085.
DOLBY, M. C., El hombre es imagen de Dios. Visin antropolgica de San Agustn, 2.a ed., EUNSA, Pamplona, 2002. GILSON, ., La philosophie de
Saint Bonaventure, Vrin, Pars, 1953. MIANO, V. y
BAGGIO, T., voz Somiglianza, en Ritter, J. (ed.),
Enciclopedia filosofica, Bompiano, Miln, 2006,

998

vol. 11, 10860-10861. REINHARDT, E., La dignidad


del hombre en cuanto imagen de Dios. Toms de
Aquino ante sus fuentes, EUNSA, Pamplona, 2005,
61-88; 165-177. SCHLTER, D., voz hnlichkeit,
en RITTER, J. (ed.), Historisches Wrterbuch der
Philosophie, vol. I, Schwabe, Basilea, 1971, 114115. SOLIGNAC, A., Image et ressemblance II.
Pres de lglise, en Dictionaire de spiritualit,
ascetique et mystique, 7, 2, Beauchesne, Pars,
1406-1425.
Elisabeth Reinhardt

Semitica
Introduccin 1. El signo en la Antigedad;
2. El signo en la Edad Media. 3. El signo en
la Edad Moderna. 4. La semitica de Charles
S. Peirce. 5. La semiologa de Ferdinand de
Saussure. 6. La semitica en el siglo XX
INTRODUCCIN. Vivimos inmersos en signos.

Los seres humanos tenemos la capacidad


de convertir en signos todo lo que tocamos.
Cualquier objeto, sea natural o cultural, un
color, un trozo de tela, un dibujo, cualquier
cosa relacionada con nosotros puede adquirir un valor aadido, un significado. A la dimensin ontolgica que las cosas tienen, los
seres humanos aadimos una nueva dimensin, la semitica, esto es, su empleo como
signos para manifestarnos unos a otros lo
que pensamos, lo que queremos, lo que sentimos y lo que advertimos en nuestra relacin con el mundo.
La semitica o ciencia de los signos
trmino derivado del griego semeion (signo, indicio) constituye hoy un mbito disciplinar amplio y heterogneo, porque su
objeto, los procesos de significacin o de
semiosis, son abordados desde perspectivas tericas y metodolgicas muy diversas.
En particular, el florecimiento de la lingstica y de las ciencias de la comunicacin a lo
largo del siglo XX ha venido reclamando la
elaboracin de una semitica filosfica que
estableciera las categoras generales que hi-

cieran posible una comparacin entre los diferentes sistemas simblicos: Para una semitica general, el discurso filosfico no es
ni aconsejable ni urgente, sino sencillamente constitutivo, escribi Umberto Eco. Por
este motivo, y con la finalidad de ofrecer una
visin ms ajustada de la semitica, la exposicin se har con un enfoque histrico, centrando la atencin en algunos de los autores
que mayor importancia han tenido para el
estudio del signo desde la Antigedad hasta
nuestros das.
1. EL SIGNO EN LA ANTIGEDAD. Las primeras re-

flexiones documentadas acerca del signo,


procedentes de la antigua Grecia, se centran
sobre todo en el lenguaje, y su finalidad, lejos de ser inmanente, consiste en justificar
un determinado sistema filosfico. Comenzando por Platn, toda su doctrina puede
considerarse como una doctrina del signo y
de su referente metafsico. En lo que atae al signo lingstico, Platn plantea en su
dilogo Cratilo si las palabras convienen a
las cosas por naturaleza o por convencin.
El hecho de que parezca inclinarse por la
primera postura se explica quiz desde su
filosofa inmovilista: admitir que los signos
lingsticos son producto de la mente humana est peligrosamente cerca de admitir
que tambin lo son las leyes que rigen la
sociedad.

999

Aristteles, en cambio, opta por el convencionalismo, lgicamente ligado a su concepcin de la proporcionalidad como principio orientador de la conducta y de la razn,
pues cuanta ms regularidad se encuentre
en un sistema de comunicacin arbitrario y
convencional, tanto ms eficiente ser. Adems, Aristteles reflexiona sobre las distintas unidades sgnicas del lenguaje y distingue entre onoma, signo que por convencin
significa una cosa; rema, signo que significa
tambin una referencia temporal; lgos, un
signo complejo, un discurso significativo entero; y syndesmoi, signos cuyo significado
no es autnomo sino que se establece por el
contexto. A causa de su identificacin entre
lgica, semntica y gramtica, Aristteles
elabora sus categoras lgicas sobre el modelo de las categoras gramaticales. La lgica aristotlica est considerada como una
lgica sustancial, que reproduce en la forma
del pensamiento, y, por tanto, del discurso,
las formas de la realidad; pero las formas de
la realidad han de ser universales y, en cambio, las formas del lenguaje, para Aristteles, son las de la lengua griega. Basta con
cambiar el modelo lingstico para descubrir
que la conexin sujeto-cpula-predicado no
siempre se mantiene.
Con los estoicos se dio un paso importante en el conocimiento de la lengua, e incluso
desarrollaron una teora del signo lingstico. Frente a la posicin analogista de Aristteles, consideraron el lenguaje como una
capacidad humana natural que haba que
aceptar tal como era, con todas sus irregularidades caractersticas. Segn ellos, el significado, el significante y el objeto se unen entre
s de tres maneras: En efecto, el significante es la imagen fnica, el significado es la
cosa misma expresada por la imagen fnica,
cosa que nosotros aprehendemos pensando
simultneamente en lo que se representa y
en la imagen fnica, pero los extranjeros no
lo aprehenden aunque oigan el sonido; finalmente, el objeto es lo que existe fuera de nosotros. De estos tres conceptos, dos son materiales, o sea la imagen fnica y el objeto, y

SEMITICA

el tercero inmaterial, es decir, la cosa designada y enunciada que puede ser verdadera o
falsa (H. Arens, La lingstica).
A diferencia de los estoicos, los alejandrinos estaban interesados principalmente en
el lenguaje como parte de los estudios literarios y fueron partidarios de la posicin
analogista. La obra de sus principales representantes, Dionisio de Tracia y Apolonio,
centrada sobre todo en la gramtica de la
lengua griega, penetr en la gramtica latina. A su vez, la obra del gramtico latino
Prisciano constituy el puente entre la Antigedad y la Edad Media.
Pero antes de pasar al Medievo, hay que
mencionar la teora de los signos de san
Agustn, de especial inters por el hecho de
que no se cie exclusivamente al lenguaje. Segn este autor, un signo es algo que,
adems de la impresin que hace en los sentidos, suscita en la mente alguna otra cosa.
San Agustn distingue entre signos naturales, aquellos que, sin propsito o intencin
de significar nada exterior a ellos, permiten
conjeturar alguna cosa, y los signos conscientemente dados, aquellos que todos los
hombres se hacen para, en la medida de lo
posible, mostrar todo lo que les sucede: lo
que sienten y lo que piensan. Entre los distintos signos concede primaca a los verbales, pues la gran cantidad de signos con
que los hombres comunican sus pensamientos consisten en palabras. Todos los otros
signos, de que brevemente he hablado, he
podido exponerlos con palabras, pero yo no
hubiera podido expresar las palabras con
aquellos signos.
2. EL SIGNO EN LA EDAD MEDIA. Con los modistae

en el siglo XIII reaparecer el inters especulativo por el signo lingstico. El inters


cientfico de la escolstica por la lengua deriva de aristteles y se centra en la aplicacin
de su lgica a la gramtica, armonizando los
dos mbitos. Si en la filosofa Aristteles se
haba convertido en la autoridad mxima, en
gramtica lo segua siendo Prisciano. Desde esta base se quera ver cmo se refle-

SEMITICA

jaban los conceptos mentales establecidos


por Aristteles en las partes de la oracin
fijadas por Prisciano. Por consiguiente, se
procedi a indagar qu y cmo significan las
ocho partes de la oracin, cmo se originan,
y se llega as a una filosofa de la palabra
y de su significacin ms precisa: de sus
modos de significacin. Muy resumidamente puede decirse que esa teora consista en
establecer una relacin unidireccional entre
objeto, concepto y signo. Los objetos tienen
unas propiedades universales que la mente
mediante sus modos de operacin tambin
universales aprehende y, en funcin de estas propiedades aprehendidas, construye el
lenguaje. Esta teora se basa en un realismo
moderado que consiste en diferenciar un sistema pasivo de uno activo. El primero, abstracto, sera la materia y tendra un carcter
universal, mientras que el segundo, concreto, sera la forma con carcter accidental. Es
decir, de una gramtica universal seran productos accidentales las lenguas particulares.
En el realismo de la escolstica, mientras la
relacin entre verbum y especie inteligible
es arbitraria, la que existe entre concepto y
cosa es motivada. Este proceso llega a convertirse en totalmente sgnico con su deriva
nominalista.
La postura nominalista encuentra uno de
sus principales representantes en Guillermo de Ockham, que defiende que los universales son slo nombres o palabras, sin
existencia fuera del lenguaje. Afirma que las
proposiciones cientficas no se refieren a las
cosas, sino a los conceptos. Los conceptos,
a su vez, son simples signos de cada cosa,
como una especie de artificio estenogrfico
por medio del cual reunimos bajo una nica
rbrica genrica a una multiplicidad de individuos. Por lo tanto, el proceso para llegar
a formular un concepto es igual a aquel por
el que se llega a formular un signo. El signo lingstico es un significante que se refiere al concepto como significado suyo, pero
el concepto a su vez es un signo, el significante abreviado y abstracto cuyo significado
o referente son las cosas singulares. En el

1000

fondo, esta contienda entre realismo y nominalismo no hace ms que repetir en un


plano ms elevado aquella otra que consista
en dilucidar si las palabras eran significantes
por naturaleza o por convencin.
3. EL SIGNO EN LA EDAD MODERNA. En el siglo

XVII se manifiestan en Europa tres tipos de


observacin lingstica claramente diferenciados. En las islas Britnicas, la emprica
pura, desde Bacon hasta Locke. Francis Bacon sostiene que es evidente que hay tipos
de comunicacin distintos que las palabras
y las letras [] todo lo que permite diferenciaciones, que son bastante numerosas para
expresar la multiplicidad de los conceptos
(si bien estas diferencias solo son aprehensibles por los sentidos), puede convertirse
en vehculo de las representaciones de hombre a hombre. [] Los signos para las cosas que designan sin utilizar la forma de la
palabra, son, por lo tanto, de dos clases: 1,
congruentes; 2, arbitrarios. Considera las
lenguas como formas de expresin del espritu humano, distintas segn las naciones,
y contempla la posibilidad de crear un lenguaje ideal para la comunicacin de saberes
y conocimientos usando los mejores rasgos
y caractersticas de algunas de las lenguas
existentes. En la misma lnea, John Wilkins
ide un sistema de signos reales, destinados
a servir de medio de comunicacin entre todas las naciones, esquematizando en teora
todo el conocimiento humano.
John Locke traza, por una parte, una clara lnea de separacin entre palabra y cosa
y, por otra, establece la inconsistencia de la
relacin palabra-representacin que incluso
puede desaparecer de la conciencia, de tal
manera que quede el solo dominio de la palabra. Es decir, aboga por una negacin del
conocimiento por medio del lenguaje a la vez
que sostiene la independencia de su dominio. Segn Locke, se puede dudar de las cosas, pero de los signos no, ya que las ideas
no son otra cosa que los signos estenogrficos bajo los cuales recogemos, por razones
operativas, las hiptesis sobre las cosas que

1001

se ponen en duda. Las palabras no expresan


las cosas, porque las cosas se conocen por
medio de la construccin de ideas complejas y con la combinacin de ideas sencillas.
Las palabras se refieren a las ideas, como a
su significado ms inmediato. Por ello, existe
una relacin arbitraria entre palabras y cosas. No existe motivacin profunda y, adems, el elemento mediador entre palabras y
cosas en s ya es arbitrario, pues el concepto
es una construccin selectiva. Las ideas abstractas no reflejan la esencia individual de la
cosa, que nos es desconocida, sino su esencia nominal. La misma idea, como esencia
nominal, ya es signo de la cosa. Para Locke,
la esencia nominal como idea abstracta todava tiene consistencia mental, pero ya es
un producto semitico.
George Berkeley ve el universo como un
sistema simblico y afirma que incluso nuestras percepciones tienen una pura funcin
sgnica, pues constituyen palabras de un lenguaje por medio del cual Dios nos explica el
mundo. Afirma que lo que nosotros conocemos son percepciones individuales, ideas
particulares; si queremos dar un significado
a nuestras palabras y hablar solamente de lo
que podemos entender, creo que podemos
reconocer que una idea, que en s misma se
considera como particular, se convierte en
general cuando se la hace representar y se
la hace estar por todas las dems ideas de la
misma especie. La nominalizacin absoluta
de las mismas ideas lleva a la consideracin
de que no se pueden fundar conocimientos
seguros sobre el lenguaje.
Por otro lado, en Francia, se desarrolla la
va racionalista, representada por los maestros de Port-Royal, quienes se esforzaron por
mostrar la influencia del pensamiento y de
la razn humana en unos rasgos universales
necesarios de todas las lenguas, aunque con
distinta manifestacin externa. Segn estos
autores, el lenguaje refleja el pensamiento,
y las leyes del pensamiento son iguales para
todos los hombres. La funcin de una gramtica general es hallar, por debajo de las
superficies de las frases, la articulacin l-

SEMITICA

gica que expresan. Es una lgica de la sustancia para la que la estructura profunda
de los enunciados es la estructura profunda de lo real.
Finalmente, destaca la lnea de Gottfried
W. Leibniz, intermedia entre las dos anteriores. Segn este filsofo, cada lengua no solamente refleja la historia de un pueblo, sino
que condiciona su mentalidad y sus costumbres. El objeto de la ciencia es elaborar un
instrumento lgico que sea capaz de superar
estas diferencias y establezca una correspondencia rigurosa entre un sistema de signos y el sistema de las ideas lgicas, puesto
que en las lenguas naturales no existe esta
correspondencia.
En el siglo XVIII tienne Bonnot de Condillac contina de un modo tajante con la lnea racionalista: toda lengua es un mtodo analtico y todo mtodo analtico es
una lengua []. Las primeras expresiones
del lenguaje de los gestos vienen dadas por
naturaleza, puesto que resultan de la constitucin orgnica del hombre: son las primeras que aparecen, pero la analoga forma las
restantes y difunde esa especie de lengua;
poco a poco aqulla es capaz de expresar representaciones de todo tipo []. El lgebra
es un lenguaje bien formado, y por cierto el
nico. Nada en l es caprichoso. La analoga siempre evidente conduce claramente de
expresin en expresin. El uso aqu no tiene vigencia []. En la analoga, pues, estriba toda la ciencia del pensamiento y del lenguaje.
4. LA SEMITICA DE CHARLES S. PEIRCE. El filsofo

y cientfico norteamericano Charles S. Peirce


es considerado comnmente como el padre
de la semitica contempornea. Para Peirce
todo conocimiento es inferencial y el signo
es la nica va de acceso a la realidad. Con
esto, toda la atencin se centra en la semiosis, que da lugar a una definicin tridica del
signo: el signo propiamente dicho (representamen), aquello que representa (objeto)
y la instancia intermediaria que conecta a
ambos (interpretante). A su vez, cada uno

SEMITICA

de estos elementos puede ser tambin un


signo, con lo que la cadena de la semiosis
virtualmente podra prolongarse hasta el infinito. Como el signo se ve enriquecido a lo
largo del tiempo con matices nuevos, Peirce
sostiene que mediante la semiosis aumenta
paulatinamente el conocimiento sobre el objeto al que representa.
En todos los casos en los que un representamen se dirige a un interpretante mental lo que sucede casi siempre, el trmino
representamen es equivalente al de signo. A su vez, el fundamento del signo es
una caracterstica especial, esencial a su
funcionamiento como signo. En otras palabras, es la base sobre la que es interpretado el objeto en cuyo lugar est el signo.
Esta base puede ser una cualidad, una cosa
o suceso actualmente existente (contextual), o una ley o regularidad. Estas bases
diferentes slo estn separadas por abstraccin, pues en el uso de los signos se encuentran mezcladas: una cualidad ocurre en
el espacio y en el tiempo, un suceso opera
como signo mediante las leyes y regularidades que le gobierna y una regularidad slo
existe en cuanto a sus ocurrencias contextuales. El objeto de un signo puede definirse como aquel tem especfico dentro de su
contexto con el que se relacionan colateralmente todos los interpretantes. El interpretante, por ltimo, es un efecto producido por
el signo en la mente del intrprete. Puede
ser de diversa ndole: una representacin,
un sentimiento, una accin, etc. Peirce diferencia tres tipos de interpretantes: el dinmico, que es el efecto semitico actual de
un signo; el final, que es el efecto semitico que producira el signo si pudiera satisfacer plenamente la norma por la que pretende ser juzgada; y el inmediato, que es todo
lo que es explcito en el signo mismo apartado de su contexto y circunstancias de preferencia.
Por otra parte, Peirce distingue entre tres
categoras en el plano de las ideas primeridad, segundidad y terceridad, lo cual, aplicado a los componentes del signo, da lugar

1002

a una compleja clasificacin de signos. La


ms conocida es la que se refiere a la relacin entre el representamen y el objeto: ndices, iconos y smbolos. Una relacin de semejanza entre signo y objeto es una relacin
icnica. Un signo es un icono si se asemeja
a su objeto y si la cualidad o el carcter de
esta semejanza pertenece al signo independientemente de si su objeto realmente existe o no. Un signo es un ndice si tanto el signo como el objeto existen en la actualidad o
han existido en el pasado, y el signo se relaciona con su objeto a travs de la accin
dinmica que el objeto ejerce sobre el signo. Un signo es un smbolo si tanto el signo
como su objeto son leyes y la relacin entre
signo y objeto tambin es una ley o una regla general. Rara vez estos tipos de signos
se encuentran aislados y, segn Peirce, el
signo ms perfecto es aquel que mezcla de
la manera ms igual posible los tres tipos.
En definitiva, la definicin peirceana del
signo resalta la importancia central de la interpretacin: un signo slo es un signo si es
tomado o interpretado como tal. Tambin
permite ver que nicamente por extensin
hablamos de todo el objeto fsico como un
signo: en realidad, slo algunos aspectos
especiales del objeto son relevantes para su
funcionamiento como signo en un contexto
particular aquellos que constituyen su fundamento. Por ltimo, permite colocar en
un mismo marco terico a los signos naturales y los signos artificiales (iconos, ndices
y smbolos).
5. LA SEMIOLOGA DE FERDINAND DE SAUSSURE. Corresponde al lingista ginebrino Ferdinand
de Saussure un papel central en el estudio
del signo en la lingstica europea. Saussure aspira a definir la lengua como un objeto autnomo de estudio de la disciplina de
la lingstica, y para ello se ve obligado a
reflexionar sobre la naturaleza del signo
lingstico. La lingstica, segn Saussure,
sera una parte de la semiologa, el estudio general de los signos, y al ser la lengua
el sistema de signos ms desarrollado, su

1003

estudio podra servir de modelo para el de


otros sistemas semiticos. Su afn por mostrar la autosuficiencia de la lengua le lleva a
excluir de su teora todo lo exterior a ella:
de ah su definicin didica del signo, entidad psquica que constara de un concepto
y una imagen acstica. Estas unidades del
pensamiento y de la materia fnica respectivamente son segmentadas y enlazadas por
la lengua de manera totalmente arbitraria,
de modo que los signos nicamente poseen
identidad dentro de un sistema de valores
enteramente relativos. Es decir, cada signo
se caracteriza por oposicin a los dems.
De esto se puede deducir dos consecuencias
fundamentales, aplicables al signo en general: por una parte, su carcter convencional
y, por otra, su pertenencia a una estructura
en la que cualquier modificacin de uno de
los elementos repercute en la totalidad del
sistema.
Si bien Peirce y Saussure coinciden en algunos presupuestos fundamentales como la
conviccin de que no existe pensamiento sin
signos y la concepcin de una interdependencia de los signos (la semiosis infinita y el
sistema), sus distintos objetivos condicionan
todo el desarrollo posterior: mientras que
Peirce tiene en cuenta a la persona (el intrprete) y la realidad (el referente), Saussure
no los considera relevantes. Asimismo, sus
estudios han dado lugar a continuaciones de
diversa ndole, en ocasiones incluso contrapuestas. En general, puede decirse que la
teora de Peirce abri el camino para el estudio de las relaciones entre la produccin del
sentido, la construccin de la realidad y el
funcionamiento de la sociedad. La de Saussure, por su parte, ha suscitado teoras que
han visto a la lengua como interpretante de
todo sistema semiolgico.
6. LA SEMITICA EN EL SIGLO XX. En el pasado

siglo la influencia de la semitica en la filosofa ha sido limitada. Ms an, las relaciones entre filosofa y semitica no han sido
fciles, en particular por el incierto estatuto
disciplinar de la semitica, que ha oscila-

SEMITICA

do entre las semiticas aplicadas a campos


muy especializados (moda, diseo, cine,
etc.) y las pretensiones de una semitica
general como ciencia universal de toda comunicacin humana. Desde un punto de vista terico, la semitica reclama para s una
funcin integradora de todos los diversos
sistemas simblicos. Sin embargo, aunque
en los aos cincuenta algunos consideraron
que la semitica era la disciplina clave para
el desarrollo de una teora unificada de las
ciencias, puede afirmarse que hasta hoy no
ha llegado a incidir realmente en la investigacin acadmica.
En los Estados Unidos ha sido importante el interaccionismo simblico de George H.
Mead y sus seguidores, que aspira a comprender para qu se realizan smbolos y no
slo en qu consisten. Segn estos autores, todos los smbolos humanos, y no slo
el lenguaje, poseen un origen comunicativo
y estn al servicio de funciones sociales. Inicialmente los smbolos son representaciones
externas que cumplen fines comunicativos.
En el desarrollo humano sufren un proceso
de interiorizacin por el cual los significantes
se condensan y mentalizan, hacindose instrumentos de autocomunicacin, que cumplen funciones cognitivas importantes y definen el plano de conciencia de segundo orden
(conciencia de s mismo). Esta perspectiva,
que insiste al mismo tiempo en el origen y
naturaleza comunicativa de los smbolos y
en el carcter semitico de la conciencia humana, es la que caracteriza a las posturas
interaccionistas.
En Francia, muchos estudiosos del signo comenzaron su trayectoria en la lnea del
estructuralismo iniciada por Saussure, pero
acabaron adoptando posturas crticas hacia la
misma, que suelen agruparse bajo el nombre de postestructuralismo. Entre estos autores se encuentran, entre otros, Jacques
Lacan, Roland Barthes y Jacques Derrida.
Al final del siglo XX pertenece la propuesta del italiano Umberto Eco de una teora semitica unificada. Conjunta elementos tanto
de la lnea de Peirce como de la de Saus-

1004

SENSIBLE PER ACCIDENS

sure, con el objetivo de que su definicin


pueda ser aplicada a cualquier tipo de signo. Para ello se basa en la hiptesis de que
si el uso comn llama signos a una cantidad muy diversa de fenmenos, ha de existir una estructura de fondo que los haga comunes. Sostiene que hay un signo cuando,
por convencin previa, cualquier seal est
instituida por un cdigo como significante de
un significado. Define el signo como la correlacin de una forma significante a una (o
una jerarqua de) unidad que identifica como
significado. En este sentido, sostiene que el
signo es siempre semiticamente autnomo
respecto de los objetos a los que puede ser
referido.
Como se ha podido advertir, el ncleo
problemtico de toda semitica se articula
en torno a las relaciones entre signo, pensamiento y realidad. Aunque todos coinciden
en que un signo es aliquid stat pro aliquo,
esta antigua definicin de carcter muy general adquiere implicaciones muy distintas

segn los presupuestos de cada autor. En los


comienzos del siglo XXI, carecemos de un
consenso disciplinar en semitica e incluso
acerca de la propia definicin de signo.
Bibliografa
ARENS, H., La lingstica. Sus textos y su evolucin
desde la Antigedad hasta nuestros das, Gredos,
Madrid, 1976. BEUCHOT, M., Elementos de semitica, Surge, Mxico, 2001. BOUISSAC, P. (ed.), Encyclopedia of Semiotics, Oxford University Press,
Nueva York, 1998. CASTAARES, W., La semitica
de Peirce, Anthropos, 212 (2006), 132-139. DEELY,
J., Los fundamentos de la semitica, Universidad
Iberoamericana, Mxico, 1996. ECO, U., Signo,
Labor, Barcelona, 1988; D., Semitica y filosofa
del lenguaje, Lumen, Barcelona, 1990. NTH, W.,
Handbook of Semiotics, Indiana University Press,
Bloomington, 1990. SEBEOK, Th. A., Semiotics in the
United States, Indiana University Press, Bloomington, 1991. VITALE, A., El estudio de los signos. Peirce y Saussure, Eudeba, Buenos Aires, 2004.
Elin Runnquist
Jaime Nubiola

Sensible per accidens


1 Segn el objeto. 2. Segn el sujeto 3. Inteleccin del singular
1. SEGN EL OBJETO. Se llama sensible per accidens a aquel que no lo es propiamente,
pues propiamente es un inteligible. Pero un
inteligible que parece captado por los sentidos mismos, como si fuera un sensible. El
sensible per accidens es aquel que el entendimiento capta inmediatamente en el mero
encuentro con la cosa sentida. Por ejemplo,
inmediatamente, cuando veo a alguien que
habla, o que se mueve a s mismo, aprehendo por el entendimiento su vida, por lo que
puedo decir que veo que vive. Esto es lo que
ocurre con la existencia, con la sustancia y
en algunos casos con la esencia de las cosas
reales, cuando sus accidentes sensibles son
conocidos slo por nuestros sentidos.

Para entender bien el sensible per accidens


debemos contrastarlo con el sensible propio de un determinado sentido. As, el sensible propio del ojo es el propiamente sentido por el ojo, esto es, el color. Sin embargo,
las sensaciones no se dan solas, sino asociadas con otras sensaciones simultneas o anteriores, constituyendo con ellas una percepcin. As, mediante el ojo veo el color blanco
y la tersura granulada del azcar, y asocio de
inmediato statim la visin del azcar con
su dulzura; se dira que siento sensible per
accidens la dulzura con los ojos, sensacin
que se trasmina al gusto, sentido que parece que saborea el color blanco del azcar
sensible per accidens, no habiendo gustado ahora el azcar sino slo vindolo. Este
fenmeno del sensible que es propio para un
sentido el blanco para los ojos y per acci-

También podría gustarte