Fullat, O. - Los Sistemas Morales Ed, Vicen-Vives
Fullat, O. - Los Sistemas Morales Ed, Vicen-Vives
Fullat, O. - Los Sistemas Morales Ed, Vicen-Vives
MORALES
Textos y Ejercicios
LOS SISTEMAS
MORALES
Textos y Ejercicios
Volumen
Octavi Fullat
Profesor Numerario de la Universidad Autnoma de Barcelona.
Joan-Carles Mlich
Licenciado en Filosofa.
SsdtotroiiD vicensvives
P rim ara a d ic i n , 19 84
D ep sito Legal: B. 3 4 .9 6 8 -1 9 8 4
IS B N : 8 4 -3 1 6 -2 2 2 5 -3
N ,o de O rden V .V .: C -780
L ib ro a p ro b a d o p o r al M .E .C . segn O .M . 2 3 -3 -1 9 8 4 (B .O .E . 2 6 -6 -1 9 8 4 )
O. F U L L A T
S o bre la p a rte lite ra ria
J.C . M L IC H
S obra la p a rta I ite ra rla
Presentacin de la Coleccin
ndice
In tro d u c c i n ................................................................................................ 7
1. Moral como S o c io lo g a .................................................... 9
Texto 1. El Prncipe. N. M aquiavelo................................. 9
Texto 2. La educacin moral. E. D u rk h e im .................................. 11
Texto 3. La educacin moral. E. D u rk h e im ...................................12
2. Moral como n o r m a .......................................................... 15
M orales interesadas: sensualismos , u t il it a r is m o ........................................ 15
Texto 4. tica. E p ic u r o .................................................... 15
Texto 5. El utilitarismo. J . S t u a r t - M ill......................... 17
M orales desinteresadas: formales o del d e b e r ........................................ 21
Texto 6. Fundamentacin de la metafsica de las costum
bres. I. K a n t .....................................................21
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1 -8
Introduccin
Los A utores
2)
3)
Texto 1
EL PRINCIPE
Un prncipe no debe tener otro objeto ni otro pensamiento, ni cultivar otro arte ms
que la guerra, el orden y la disciplina de los ejrcitos, porque ste es el nico arte
que se espera ver ejercido por el que manda. Y es de tanto valor, que no solamente
mantiene a los que han nacido prncipes, sino que muchas veces, a los hombres de
condicin privada, les hace ascender a aquel grado; y por el contrario se ve que,
cuando los prncipes han pensado ms en las delicias de la vida que en las armas,
perdieron su Estado. Y la primera causa que te lo hace perder es descuidar este
arte; y la razn que te hace conquistarlo es profesar este arte. ( ...)
10
EJERCICIOS _____________________________________________________
1.
2.
3.
4.
E. DURKHEIM
Emilio Durkheim (1858-1917) naci en pinai Vosgos franceses ,
falleciendo en Pars. Fue el primero que ocup una ctedra de sociolo
ga en Francia. Ense en la Sorbonne. Las obras que nos permiten
conocer su concepcin moral son; La Dtermination du fait moral y
L'Education morale. La primera fue una comunicacin a la Sociedad
francesa de Filosofa. La segunda recoge las lecciones de su primer
curso en la Sorbonne (1902-1903).
Como muchos coetneos suyos andaba preocupado por la instau
racin de una moral laica que ya no se fundara sobre concepciones
religiosas. Para Durkheim, la moral no va ms all de ser un dato social.
En cada sociedad se dan actos conocidos como moralmente buenos y
actos considerados como moralmente malos. De la descripcin de un
acto por ejemplo de un homicidio no puede deducirse jams su
moralidad. Cada sociedad, en cada momento histrico, dicta cundo
matar es malo y cundo es bueno (por ejemplo, en caso de guerra,
etctera). Slo un criterio exterior al acto mismo la sociedad segn
Durkheim permite valorar moralmente un acto. Este ser bueno si
se conforma a la regla social. Todas aquellas conductas que vulneran
una regla social quedan reprobadas bien sea por el cdigo penal, bien
sea por la condena pblica.
11
Texto 2
LA EDUCACION MQRAL
El hombre slo acta moralmente cuando se dirige a fines superiores marginando
los fines individuales, cuando se convierte en el servidor de un ser superior a s
mismo y a los dems individuos. Ahora bien, cuando se abandona el recurso a
nociones teolgicas, superiores al individuo, no existe ms ser moral, empricamente
observable, que el formado por los individuos cuando se asocian, es decir, que el
establecido por la sociedad. Es preciso escoger. A menos que el sistema de ideas mo
rales no sea otra cosa que el producto de una alucinacin colectiva, el ser al que
la moral une nuestras voluntades y que se convierte en el objetivo eminente de la
conducta no puede ser otro que el ser divino o el ser social. Descartamos la pri
mera de las hiptesis porque no pertenece al mbito de la ciencia. Nos queda, pues,
la segunda que como veremos es suficiente para responder a todas nuestras necesi
dades y a todas nuestras aspiraciones.
E. Durkheim : La educacin moral
2.
3.
4.
Texto 3
LA EDUCACIN MORAL
Cuantas veces deliberamos para saber cmo debemos actuar, una voz habla en nues
tro interior y nos dice: ste es tu deber. Cuando no cumplimos el deber que se nos
ha presentado, escuchamos nuevamente la misma voz que protesta contra nuestro
12
acto. Dado que nos habla en tono de mandato, percibimos que se trata de una
voz que proviene de un ser superior a nosotros; pero se nos escapa quin sea
este ser y qu sea. Por tal motivo la imaginacin de los pueblos, a fin de explicar
se esta voz misteriosa cuyo acento no coincide con el de una voz humana, ha pensado
en personalidades trascendentes, superiores al mismo ser humano, convertidas en
objeto de culto, no siendo dicho culto otra cosa que el testimonio exterior de la
autoridad que se les reconoce. Nos toca a nosotros despojar esta concepcin de sus
formas mticas y a travs del smbolo alcanzar la realidad. Esta realidad no es otra
cosa que la sociedad misma. La sociedad, al formamos moralmente, ha colocado
en nosotros los sentimientos que nos dictan la conducta de forma imperiosa o
que nos fuerzan a reaccionar con energa sorprendente cuando no queremos some
ternos a sus proposiciones.
Nuestra conciencia moral es la obra y la expresin de la sociedad; cuando
nuestra conciencia habla, la mismsima sociedad habla en nosotros. E l tono con el
que se nos dirige es la mejor prueba de la autoridad excepcional con que se reviste.
Ms todava: no slo la sociedad es una autoridad moral, podemos tambin
sospechar que la sociedad es el tipio y fuente de toda autoridad moral. Sin duda nos
gusta creer que hay individuos que deben su prestigio nicamente a s mismos y a
la superioridad de su naturaleza. Pero, a qu lo deben? A su extraordinaria fuerza
material?; dado que la sociedad rechaza actualmente la superioridad fsica en lo
moral, dicha superioridad no confiere autoridad moral alguna. No slo no se guarda
respeto a un hombre por el hecho de ser muy fuerte, sino que casi ni tan siquiera
se le teme: al fin y al cabo nuestra organizacin social tiende precisamente a im
pedirle que abuse de su fuerza hacindole de esta forma menos pieligroso. Acaso una
gran inteligencia, unas aptitudes cientficas excepcionales, bastarn para propor
cionar a quien disfrute de ellas el privilegio de una autoridad tica proporcional a
su superioridad mental? Incluso en este supuesto habr que aceptar que la opinin
pblica debe reconocer un valor moral a la ciencia. Galileo estaba desprovisto de
autoridad delante del tribunal que le conden. Para un pueblo que no cree en la
ciencia, el genio ms grande en ciencias carecera de ascendente sobre los dems.
Un grado superior de moralidad sera acaso ms eficaz? En tal supuesto, todava
resultara indispensable que dicha moralidad fuera la reclamada por la sociedad,
puesto que un acto no aprobado por la sociedad como moral, sea el que sea, no
aprovechara jams a aquel que lo realiza. Tanto Cristo como Scrates fueron perso
najes inmorales para la mayor parte de sus conciudadanos, no gozando de autoridad
ante sus ojos. En una palabra, la autoridad no reside en ningn hecho exterior, ob
jetivo, que la implicara lgicamente y la producira de manera necesaria. La autori
dad se encuentra entera en la idea que los hombres se hacen de ella; es un tema
de opinin y la opinin es cosa colectiva, es el sentimiento de un grupo.
Resulta, px>r otro lado, fcil de comprender que toda autoridad moral tiene
su origen en la sociedad. La autoridad es el carcter de un hombre que se sita
por encima de los dems; es el carcter de un superhombre. Ahora bien, incluso el
hombre ms inteligente o el ms fuerte o el ms recto, contina siendo un hombre;
entre l y sus prjimos slo se dan diferencias de grado. Unicamente la sociedad
13
se encuentra por encima de los individuos. Por consiguiente, toda autoridad deriva
de la sociedad. Ella, precisamente, comunica a tales o cuales cualidades humanas este
carcter especial, este privilegio que eleva por encima de los dems a los individuos
que las poseen. Llegan a ser superhombres porque, as, participan de la superior
trascendencia de la sociedad con respecto a sus miembros.
Apliquemos cuanto acabamos de decir a las reglas de la moral y, de esta for
ma, la autoridad de que gozan, stas, quedar explicada. Porque la moral es realidad
social, nos aparece, y siempre ha aparecido a los hombres, como dotada de una
cierta trascendencia ideal; nos damos cuenta que pertenece a un mundo que nos
supera; esto ha inducido a los pueblos a ver en ella la palabra y la ley de un
poder sobrehumano. Si hay ideas y sentimientos en los que se concentra de forma
eminente la autoridad del grupo, son indiscutiblemente las ideas y los sentimientos
morales.
E. Durkheim : La educacin moral
E JE R C IC IO S ______________________________________________________
1.
D iscu tir en clase en tre dos grupos de alumnos sobre el tema del te x to , unos
defendiendo la postura de D urkheim y otros rebatindola.
2.
14
Texto 4
T IC A
Y hay que considerar que de los deseos unos son naturales, otros vanos; y de los
naturales unos son necesarios, otros slo naturales; y de los necesarios unos lo son
para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.
Un recto conocimiento de estos deseos sabe, en efecto, supeditar toda eleccin
o rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la culmi
nacin de la vida feliz. En razn de esto todo lo hacemos, para no tener dolor en
el cuerpo ni turbacin en el alma. Una vez lo hayamos conseguido, cualquier tem
pestad del alma amainar, no teniendo el ser viviente que encaminar sus pasos hacia
alguna cosa de la que carece ni buscar ninguna otra cosa con la que colmar el bien
del alma y del cuerpo. Pues entonces tenemos necesidad del placer, cuando sufrimos
por su ausencia, pero cuando no sufrimos ya no necesitamos del placer. Y por esto
decimos que el placer es principio y culminacin de la vida feliz. Al placer, en
efecto, reconocemos como el bien primero, a nosotros connatural, de l partimos
para toda eleccin y rechazo y a l llegamos juzgando todo bien con la sensacin
15
como norma. Y como ste es el bien primero y connatural, precisamente por ello
no elegimos todos los placeres, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos,
cuando de ellos se sigue para nosotros una molestia mayor. Tambin muchos do
lores estimamos preferibles a los placeres cuando, tras largo tiempo de sufrirlos,
nos acompaa mayor placer. Ciertamente todo placer es un bien por su conformidad
con la naturaleza y, sin embargo, no todo placer es elegible; as como tambin todo
dolor es un mal, pero no todo dolor siempre ha de evitarse. Conviene juzgar to
das estas cosas con el clculo y la consideracin de lo til y de lo inconveniente,
porque en algunas circunstancias nos servimos del bien como de un mal y, vice
versa, del mal como de un bien.
Tambin a la autosuficiencia la consideramos un gran bien, no para que siem
pre nos sirvamos de poco sino para que, si no tenemos mucho, nos contentemos
con poco, autnticamente convencidos de que ms agradablemente gozan de la
abundancia quienes menos tienen necesidad de ella y de que todo lo natural es
fcilmente procurable y lo vano difcil de obtener. Adems los alimentos sencillos
proporcionan igual placer que una comida excelente, una vez que se elimina del
todo el dolor de la necesidad, y pan y agua procuran el mximo placer cuando los
consume alguien que los necesita. Acostumbrarse a comidas sencillas y sobrias pro
porciona salud, hace al hombre solcito en las ocupaciones necesarias de la vida, nos
dispone mejor cuando alguna que otra vez accedemos a alimentos exquisitos y
nos hace impvidos ante el azar.
Cuando, por tanto, decimos que el placer es fin no nos referimos a los placeres
de los disolutos o a los que se dan en el goce, como creen algunos que desconocen
o no estn de acuerdo o mal interpretan nuestra doctrina, sino ai no sufrir dolor
en el cuerpo ni turbacin en el alma. Pues ni banquetes ni orgas constantes ni
disfrutar de muchachos ni de mujeres ni de peces ni de las dems cosas que ofrece
una mesa lujosa engendran una vida feliz, sino un clculo prudente que investigue
las causas de toda eleccin y rechazo y disipe las falsas opiniones de las que nace
la ms grande turbacin que se aduea del alma. De todas estas cosas principio
y el mayor bien es la prudencia. Por ello la prudencia es incluso ms apreciable que
la filosofa; de ella nacen todas las dems virtudes, porque ensea que no es posible
vivir feliz sin vivir sensata, honesta y justamente, ni vivir sensata, honesta y justa
mente sin vivir feliz. Las virtudes, en efecto, estn unidas a la vida feliz y el vivir
feliz es inseparable de ellas.
E picuro: tica
EJERCICIOS _____________________________
1.
2.
3.
4.
16
5.
6.
J. STUART-MILL
J. Stuart-Mill es, junto a Bentham, el gran terico del utilitarismo.
El utilitarism o es una teora tica opuesta a la kantiana. Si sta
era deontolgica (se fijaba nicamente en el deber), el utilitarism o es
una tica teleolgica ms cercana a la aristotlica que se preocupa
de la finalidad de la accin del hombre.
Segn Stuart-Mill hay que conseguir la mayor felicidad para la
mayor parte de la gente; de ah que todo acto deba estar en funcin
de la felicidad que pueda alcanzarse.
Al igual que Locke, Suart-Mill fue un terico del liberalismo. Define
la justicia como libertad; cree en los derechos privados del individuo
y en que cada cual reciba aquello que merece.
Una de las crticas ms importantes realizadas al utilitarism o se
debe a Moore, quien la realiza a partir del concepto de falacia natura
lista denunciado ya por Hume.
Para Moore, el argumento de Stuart-Mill: aquello que los hom
bres creen que es lo mejor es lo que debe hacerse, cae en la trampa
lgica de derivar un juicio de valor de un juicio de hecho.
Texto 5
EL UTILITARISMO
Q u
es el utilitarismo
17
18
de otros placeres que los del cerdo. Si este supuesto fuera verdadero, la acusacin no
podra ser rechazada; pero entonces tampoco sera una acusacin; porque si las
fuentes del placer fueran exactamente iguales para el cerdo que para el hombre,
la norma de vida que fuese buena para el uno sera igualmente buena para el otro.
La comparacin de la vida epicrea con la de las bestias se considera degradante
precisamente porque los placeres de una bestia no satisfacen la concepcin de la
felicidad de un ser humano. Los seres humanos tienen facultades ms elevadas que
los apetitos animales y, una vez se han hecho conscientes de ellas, no consideran
como felicidad nada que no incluya su satisfaccin. Realmente, yo no creo que los
epicreos hayan deducido cabalmente las consecuencias del principio utilitario.
Para hacer esto de un modo suficiente hay que incluir muchos elementos estoicos,
as como cristianos. Pero no se conoce ninguna teora epicrea de la vida que no
asigne a los placeres del intelecto, de los sentimientos y de la imaginacin, un valor
mucho ms alto en cuanto placeres, que a los de la mera sensacin. Sin embargo,
debe admitirse que la generalidad de los escritores utilitaristas ponen la superiori
dad de lo mental sobre lo corporal, principalmente en la mayor permanencia, segu
ridad y facilidad de adquisicin de lo primero; es decir, ms bien en sus ventajas
circunstanciales que en su naturaleza intrnseca. Con respecto a estos puntos, los
utilitaristas han probado completamente su tesis; pero, con la misma consistencia,
podran haberlo hecho con respecto a los otros, que estn, por decirlo as, en un
plano ms elevado. Es perfectamente compatible con el principio de utilidad recono
cer el hecho de que algunas clases de placer son ms deseables y ms valiosas que
otras. Sera absurdo suponer que los placeres dependen slo de la cantidad, siendo
as que, al valorar todas las dems cosas, se toman en consideracin la cualidad
tanto como la cantidad.
Si se me pregunta qu quiere decir diferencia de cualidad entre los placeres,
o qu hace que un placer, en cuanto placer, sea ms valioso que otro, prescindiendo
de su superioridad cuantitativa, slo encuentro una respuesta posible; si, de dos
placeres, hay uno al cual, independientemente de cualquier sentimiento de obliga
cin moral, dan una decidida preferencia todos o casi todos los que tienen expe
riencia de ambos, se es el placer ms deseable. Si quienes tienen un conocimiento
adecuado de ambos, colocan a uno tan por encima del otro, que, aun sabiendo que
han de alcanzarlo con un grado de satisfaccin menor, no lo cambian por ninguna
cantidad del otro placer, que su natura'eza les permite gozar, est justificado atri
buirle al goce preferido una superioridad cualitativa tal, que la cuantitativa ressulta, en comparacin, de pequea importancia.
Ahora bien, es un hecho incuestionable que quienes tienen un conocimiento
igual y una capacidad igual de apreciar y gozar, dan una marcada preferencia al
modo de existencia que emplea sus facultades superiores. Pocas criaturas humanas
consentiran que se las convirtiera en alguno de los animales inferiores, a cambio de
un goce total de todos los placeres bestiales; ningn ser humano inteligente consen
tira en ser un loco, ninguna persona instruida, en ser ignorante, ninguna persona
con sentimiento y conciencia en ser egosta e infame; ni siquiera se les podra per
suadir de que el loco, el estpido o el bellaco estn ms satisfechos con su suerte
que ellos con la suya.
19
J. Suart-Mill : El utilitarismo
E JE R C IC IO S_______________________________________________ ._____
1.
2.
3.
4.
5.
20
I. KANT
Inmanuel Kant naci en 1724 en Knigsberg (Prusia) y muri en esta
misma ciudad en 1804.
Su vida fue montona, regida por una fidelidad asombrosa a los
horarios. Bigrafos suyos cuentan que slo retras la hora de entrada
en la Universidad de Knigsberg, de la que era profesor, cuando se
enter del inicio de la Revolucin Francesa. Prcticamente no sali de
su ciudad natal.
Kant es uno de los filsofos ms importantes de todos los tiempos.
Sus obras fundamentales constituyen las llamadas tres crticas:
la Critica de la razn pura, la Critica de la razn prctica y la Crtica
del juicio.
En la primera intenta mostrar la imposibilidad de la metafsica
como ciencia estricta, estableciendo una diferencia entre el fenmeno
(lo que nos aparece) y la co$a-en-si (el objeto tal como es en s mis
mo sin caer bajo los efectos de nuestros sentidos, estructurados por
el tiempo y el espacio, condiciones a priori de la sensibilidad).
En la Critica de la razn prctica aborda el tema de la moral.
Junto a sta encontramos la fundamentacin de la metafsica de las
costumbres (texto ms accesible) en la que se plantea que la mxima
que debe regir nuestros actos debe tener la forma del imperativo cate
grico, esto es, un imperativo, un deber, que sea absoluto, indepen
diente de la finalidad que queramos conseguir. Tal imperativo debe ser
formal, sin contenidos especficos y absolutamente racional y uni
versal.
En la Critica del juicio intenta dar una respuesta a la pregunta:
qu es lo bello?
Texto 6
FUNDAMENTACION DE LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES
El nico problema que necesita solucin es, sin duda alguna, el de cmo sea posible
el imperativo de la moralidad, porque ste no es hipottico y, por tanto, la nece
21
1.
a priori y, por tanto, necesariamente (aunque slo objetivamente, esto es, bajo la idea de
una razn que tenga pleno poder sobre todas las causas subjetivas de movimiento). Es
sta, pues, una proposicin prctica, que no deriva analticamente el querer una accin
de otra anteriormente presupuesta (pues no tenemos voluntad tan perfecta), sino que lo
enlaza con el concepto de la voluntad de un ser racional inmediatamente, como algo que
no est en ella contenido.
22
EJERCICIOS _____________________________________________________
1.
2.
3.
4.
J.-P. SARTRE
Jean-Paul Sartre naci en 1905 y muri en 1980. Su produccin abarc
los ms diversos mbitos de la cultura: la novela (La nusea), el cuen
23
Texto 7
A PUERTA CERRADA
G arcin. He muerto demasiado pronto. No me dieron tiempo para ejecutar mis
actos.
G arcin . Qu?
E stelle . Vngate.
G arcin. Cmo?
E stelle . Bsame, la oirs cantar.
G arcin. Y es cierto, Ins. Me tienes, pero yo tambin te tengo. (Se inclina sobre
E st elle . I ns lanza un grito.)
I ns. Ah! Cobarde! Cobarde! Anda! Anda a que te consuelen las mujeres!
24
EJER C IC IO S_____________________________________________________
1.
2.
3.
4.
P o r qu?
25
Texto 8
EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO
Dostoievsky escribe: Si Dios no existiera, todo estara permitido. Este es el
punto de partida del existencialismo. En efecto, todo est permitido si Dios no
existe y en consecuencia el hombre est abandonado, porque no encuentra ni en
s ni fuera de s una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si
en efecto la existencia precede a la esencia, no se podr jams explicar por referencia
a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el
hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte. Dios no existe, no encon
tramos frente a nosotros valores u rdenes que legitimen nuestra conducta. As,
no tenemos ni detrs ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valo
res, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresar diciendo
que el hombre est condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a s
mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo
es responsable de todo lo que hace.
J.-P. S artre : El existencialismo es un humanismo
EJERCICIOS _____________________________________________________
1.
2.
3.
4.
5.
6.
26
Texto 9
EL AZAR Y LA NECESIDAD
Dnde est la solucin? Es preciso admitir definitivamente que la verdad objetiva
y la teora de los valores constituyen para siempre terrenos opuestos, impenetrables
uno por el otro? Es la actitud que parecen tomar una gran parte de los pensadores
modernos, sean escritores, filsofos, o incluso hombres de ciencia. Y o la creo no
slo inaceptable para la inmensa mayora de los hombres, sino absolutamente errnea,
y ello por dos razones esenciales:
en primer lugar, desde luego, porque los valores y el conocimiento estn
siempre y necesariamente asociados tanto en la accin como en el discurso;
a continuacin y principalmente, porque la definicin misma del conoci
miento verdadero se basa en ltimo trmino en un postulado de orden
tico.
Cada uno de estos dos puntos necesita un pequeo desarrollo. La tica y el
conocimiento estn inevitablemente ligados en la accin y por ella. La accin pone
en juego, o en cuestin, a la vez el conocimiento y los valores. Toda accin significa
una tica, escoge o rechaza ciertos valores; o constituye unos valores escogidos, o lo
pretende. Pero por otra parte, un conocimiento es necesariamente supuesto en toda
accin, mientras que en compensacin la accin es una de las dos fuentes necesarias
del conocimiento.
En un sistema animista la interpretacin de la tica y del conocimiento no
plantea ningn conflicto, ya que el animismo evita toda distincin radical entre estas
dos categoras: las considera como dos aspectos de una misma realidad. La idea de
una tica social fundada sobre los derechos supuestos naturales del hombre
expresa una actitud tal que se revela tambin, pero de modo mucho ms siste
mtico y afirmado, en las tentativas de explicitacin de la moral implcita del
marxismo.
Desde el momento en que se propone el postulado de objetividad como con
dicin necesaria de toda verdad en el conocimiento, una distincin radical, indis
pensable en la bsqueda de la verdad, es establecida entre el dominio de la tica
y el del conocimiento. E l conocimiento en s mismo es exclusivo de todo juicio de
valor (en tanto que de valor epistemolgico) mientras que la tica, por esencia
no objetiva, est por siempre excluida del campo del conocimiento.
27
28
29
30
EJE R C IC IO S _____________________________________________________ _
1.
2.
3.
4.
5.
6.
cien tfico y, por consiguiente, una tica cientfica. D eb a tir las conclusio
nes en clase.
B del Bien
A. CAMUS
Albert Camus naci en Mondovi (Argel) en 1913 y muri en un acci
dente de automvil en 1960. en el sur de Francia.
31
Texto 10
ACTUELLES-l
Si admitimos que el estado de terror, reconocido o no, en el que vivimos desde
hace diez aos, no ha terminado an y que actualmente rene la mayor parte del
malestar en que se encuentran los nimos y las naciones, se hace necesario pensar
qu podemos oponer al terror. E sto problematiza al socialismo occidental. E l terror
slo se legitima si admitimos el principio: el fin justifica los medios. Dicho principio
nisamente puede admitirse si colocamos la eficacia de una accin en un trmino
lmite, como ocurre con las ideologas nihilistas (todo est permitido; lo que cuenta
es triunfar) o con las filosofas que hacen de la historia un absoluto (Hegel, des
pus Marx. Siendo el objetivo la sociedad sin clases, todo lo que a ella conduce
es bueno). Este, y no otro, es el problema que se plantea a los socialistas franceses.
Han tenido escrpulos. La violencia y la opresin que hasta ahora haban conocido
tan slo a travs de ideas abstractas, las conocen ahora en la realidad. Y se pre
guntan si aceptaran, como su filosofa quera, ejercer ellos mismos la violencia
incluso provisionalmente, aunque para un objetivo diferente. Un prologuista de
Saint-Just, al hablar de hombres que tenan escrpulos parecidos, escriba con acento
de menosprecio: Han retrocedido ante el horror. Nada hay ms cierto. Por esto
han merecido exponerse al desprecio de almas fuertes y superiores a fin de insta
larse sin titubeos en el horror. Pero, al mismo tiempo, han dado una respuesta a
esta llamada angustiada, venida de gentes mediocres como nosotros que se cuentan
por millones y que constituyen incluso la materia de la historia y que algn da
habr que tenerlas en cuenta, a pesar de todos los desdenes. Lo que nos parece
ms serio es intentar comprender la contradiccin y la confusin en que se encuen
tran nuestros socialistas. Desde este punto de vista es evidente que no se ha refle-
32
33
EJERCICIOS______________________________________________________
1.
C ules crees que son las consecuencias de adm itir la frase el fin ju sti
fica los m ed ios? A qu escrito r de la historia del pensam iento occiden
tal rem ite esta afirm acin?
2.
3.
4.
5.
K. MARX
Karl Marx naci en Trveris, en 1818, en el seno de una familia juda
y muri en 1883. Sus obras ms importantes son La ideologa alemana,
Manifiesto comunista y. sobre todo, El capital.
Marx se propone poner a Hegel al revs, y en lugar de ofrecer
un idealismo dialctico, Marx propondr el materialismo dialctico.
Como dir Marx en la ltima tesis sobre Feuerbach los filsofos no
han hecho hasta ahora otra cosa que interpretar el mundo, lo que debe
hacerse es transformarlo. En esta lnea aparece el Manifiesto comu
nista, redactado en colaboracin con su inseparable compaero Friedrich Engels. Marx, en rigor, no ofrece un sistema moral, una teora
tica, sino una estrategia poltica. La razn por la que los incluimos en
esta antologa es por la enorme influencia que ha tenido en posterio
res sistemas morales derivados de l.
34
Texto 11
EL MANIFIESTO COMUNISTA
El objetivo inmediato de los comunistas es idntico al que persiguen los dems
partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, de
rrocar el rgimen de la burguesa, llevar al proletariado a la conquista del Poder.
Las proposiciones tericas de los comunistas no descansan ni mucho menos en
las ideas, en los principios forjados o descubiertos por ningn redentor de la
humanidad. Son todas expresin generalizada de las condiciones materiales de una
lucha de clases real y vivida, de un movimiento histrico que se est desarrollando
a la vista de todos.
(...)
(...)
Tan pronto como, en el transcurso de) tiempo, hayan desaparecido las dife
rencias de clase y toda la produccin est concentrada en manos de la sociedad, el
Estado perder todo carcter poltico. El Poder poltico no es, en rigor, ms que el
poder organizado de una clase para la opresin de otras.
K. Marx: El manifiesto comunista
R esum ir y discutir en clase los objetivos fundam entales del com unism o ex
puestos por M arx y E ngels en el texto .
2.
3.
4.
35
5.
F. NIETZSCHE
Friedrich Nietzsche naci en Rcken el 15 de octubre de 1844. Estudi
filologa clsica y fue profesor de esta disciplina en Basllea. Conoci
a importantes helenistas como Erwin Rohde y Jacob Burckhard.
Sus obras ms importantes son El origen de la tragedia, Humano,
demasiado humano, Aurora, La gaya ciencia. Asi habl Zarathustra,
Ms all del bien y del mal, La genealoga de la moral, y su obra pos
tuma La voluntad de poder, obra polmica debido a la posible manipu
lacin de sus textos por la hermana de Friedrich Nietzsche, Elisabeth.
Tambin cabe destacar su autobiografa Ecce Homo.
En 1889 Nietzsche es ingresado en una clnica psiquitrica en la
Universidad de Jena. Morir en 1900 sin haber recuperado la lucidez.
Para Nietzsche no hay valores objetivos dado que no hay Dios
para fundarlos. El hombre es el creador de los valores morales. Nietz
sche opone la moral de los griegos la moral de los seores a la
moral cristiana la moral de los esclavos .
Texto 12
LA GENEALOGIA DE LA MORAL
Como hemos visto, un cierto ascetismo, una dura y serena renuncia hecha del mejor
grado, se cuentan entre las condiciones ms favorables de la espiritualidad altsima
y tambin entre las consecuencias ms naturales de sta; por ello, de antemano no
extraar que el ideal asctico haya sido tratado siempre con una cierta parcialidad
a su favor precisamente por los filsofos. En un examen histrico serio se pone
incluso d meanifiesto que el vnculo entre ideal asctico y filosofa es an mucho
ms estrecho y riguroso. Podra decirse que slo apoyndose en los andadores de
ese ideal es como la filosofa aprendi en absoluto a dar sus primeros pasos y
pasitos en la tierra ay, tan torpe an, ay, con cara tan descontenta, ay, tan pronta
a caerse y a quedar tendida sobre el vientre, esta pequea y tmida personilla mi
mosa, de torcidas piernas! A la filosofa le ocurri al principio lo mismo que a
todas las cosas buenas durante mucho tiempo stas no tuvieron el valor de afir
marse a s mismas, miraban en torno suyo por si alguien quera venir en su ayuda,
36
ms an, tenan miedo de todos los que las miraban. Enumrense una a una todas las
pulsiones y virtudes del filsofo, su pulsin dubitativa, su pulsin negadora, su
pulsin expectativa (efctica), su pulsin analtica, su pulsin investigadora, inda
gadora, atrevida, su pulsin comparativa, compensadora, su voluntad de neutralidad
y objetividad, su voluntad de actuar siempre sine ira et studio [sin ira ni parciali
dad] : se ha comprendido ya bien que todas esas pulsiones salieron, durante
largusimo tiempo, al encuentro de las primeras exigencias de la moral y de la con
ciencia? (para no decir nada de la razn en cuanto tal, a la que todava Lutero gustaba
de llamar Seora Sabia, la sabia prostituta). Se ha comprendido ya bien que un
filsofo, si hubiera cobrado consciencia de s, habra tenido que sentirse precisa
mente como la encarnacin del nitimur in vetilum [nos lanzamos hacia lo vedado]
y, en consecuencia, se guardaba de sentirse a s mismo, de cobrar consciencia
de s ? ...
Como hemos dicho, esto es lo que ocurre con todas las cosas buenas de que
hoy estamos orgullosos; incluso medido con el metro de los antiguos griegos, todo
nuestro ser moderno, en cuanto no es debilidad, sino poder y consciencia de poder,
se presenta como pura hybris [orgullo sacrilego] e impiedad: pues justo las cosas
opuestas a las que hoy nosotros veneramos son las que, durante un tiempo lar
gusimo, han tenido la conciencia a su favor y a Dios como su custodio. Hybris es
hoy toda nuestra actitud con respecto a la naturaleza, nuestra violentacin de la
misma con ayuda de las mquinas y de la tan irreflexiva inventiva de los tcnicos
e ingenieros; hybris es hoy nuestra actitud con respecto a D ios, quiero decir, con
respecto a cualquier presunta tela de araa de la finalidad y la eticidad situadas por
detrs del gran tejido-red de la causalidad nosotros podramos decir, como deca
Carlos el Temerario en su lucha con Luis X I , je combis l'un'werselle araigne
[yo lucho contra la araa universal] ; hybris es nuestra actitud con respecto a no
sotros, pues con nosotros hacemos experimentos que no nos permitiramos con
ningn animal, y, satisfechos y curiosos, nos sajamos el alma en carne viva: qu
nos importa ya a nosotros la salud del alma! A continuacin nos curamos a no
sotros mismos: estar enfermo es instructivo, no dudamos de ello, ms instructivo an
que estar sano quienes nos ponen enfermos nos parecen hoy ms necesarios incluso
que cualesquiera curanderos y salvadores. Nosotros nos violentamos ahora a
nosotros mismos, no hay duda, nosotros cascanueces del alma, nosotros problematizadores y problemticos, como si la vida no fuese otra cosa que cascar nueces; justo
por ello, cada da tenemos que volvernos, por necesidad, ms problemticos an, ms
dignos de problematizar, y justamente por ello, tal vez, ms dignos tambin de
vivir?... Todas las cosas buenas fueron en otro tiempo cosas malas; todo pecado
original se ha convertido en una virtud original. E l matrimonio, por ejemplo, pa
reci durante mucho tiempo una prevaricacin contra el derecho de comunidad; en
otro tiempo se pagaba una sancin por ser tan inmodesto y adjudicarse una mujer
para s (con esto est relacionado, por ejemplo, el jus primae noctis [derecho de la
primera noche], que todava hoy es en Camboya un privilegio de los sacerdotes, esos
guardianes de las buenas costumbres de otros tiempos). Los sentimientos dulces,
benvolos, indulgentes, compasivos los cuales alcanzaron ms tarde un valor tan
alto que casi son los valores en s , tuvieron en contra suya, durante largusimo
37
EJERCICIOS______________________________________________________
1.
2.
3.
4.
5.
6.
C ules crees que son las consecuencias a las que conduce la moral de
fendida por N ietzsche?
T. H O B B E S
Thomas Hobbes naci en 1588 y muri en 1679. Es, junto con Rous
seau, uno de los llamados filsofos del C o n tra to S o c i a l . Su obra ms
OO
Texto 13
LEVIATHAN
Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder
comn que les obligue a todos al respeto, estn en aquella condicin que se llama
guerra; y una guerra como de todo hombre contra todo hombre. Pues la guerra
no consiste slo en batallas, o en el acto de luchar; sino en un espacio de tiempo
donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemente conocida. Y , por tanto,
la nocin de tiempo debe considerarse en la naturaleza de la guerra; como est en
la naturaleza del tiempo atmosfrico. Pues as como la naturaleza del mal tiempo
no est en un chaparrn o dos, sino en una inclinacin hacia la lluvia de muchos
das en conjunto, as la naturaleza de la guerra no consiste en el hecho de la lucha,
sino en la disposicin conocida hacia ella, durante todo el tiempo en que no hay
seguridad de lo contrario. Todo otro tiempo es paz.
Lo que puede en consecuencia atribuirse al tiempo de guerra, en el que todo
hombre es enemigo de todo hombre, puede igualmente atribuirse al tiempo en el
que los hombres tambin viven sin otra seguridad que la que les suministra su
propia fuerza y su propia inventiva. En tal condicin no hay lugar para la industria;
porque el fruto de la misma es inseguro. Y , por consiguiente, tampoco cultivo de
la tierra; ni navegacin, ni uso de los bienes que pueden ser importados por mar,
ni construccin confortable; ni instrumentos para mover y remover los objetos que
necesitan mucha fuerza; ni conocimiento de la faz de la tierra; ni cmputo del tiem
po; ni artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que todo, miedo continuo,
y peligro de muerte violenta; y para el hombre una vida solitaria, pobre, desagra
dable, brutal y corta.
39
Puede resultar extrao para un hombre que no haya sopesado bien estas cosas
que la naturaleza disocie de tal manera a los hombres y les haga capaces de inva
dirse y destruirse mutuamente. Y es posible que, en consecuencia, desee, no con
fiando en esta induccin derivada de las pasiones, confirmar la misma por experien
cia. Medite entonces l, que se arma y trata de ir bien acompaado cuando viaja,
que atranca sus puertas cuando se va a dormir, que echa el cerrojo a sus arcones
incluso en su casa, y esto sabiendo que hay leyes y empleados pblicos armados
para vengar todo dao que se le haya hecho, qu opinin tiene de su prjimo cuan
do cabalga armado, de sus conciudadanos cuando atranca sus puertas, y de sus hijos
y. servidores cuando echa el cerrojo a sus arcones. No acusa as a la humanidad
con sus acciones como lo hago yo con mis palabras? Pero ninguno de nosotros
acusa por ello a la naturaleza del hombre. Los deseos, y otras pasiones del hombre,
no son en s mismos pecado. No lo son tampoco las acciones que proceden de esas
pasiones, hasta que conocen una ley que las prohbe. Lo que no pueden saber hasta
qu leyes. Ni puede hacerse ley alguna hasta que hayan acordado la persona que
lo har.
Puede quizs pensarse que jams hubo tal tiempo ni tal situacin de guerra;
y yo creo que nunca fue generalmente as, en todo el mundo. Pero hay muchos lu
gares donde viven as hoy. Pues las gentes salvajes de muchos lugares de Amrica,
con la excepcin del gobierno de pequeas familias, cuya concordia depende de la
natural lujuria, no tienen gobierno alguno; y viven hoy en da de la brutal manera
que antes he dicho. De todas formas, qu forma de vida habra all donde no hubie
ra un poder comn al que temer puede ser percibido por la forma de vida en la
que suelen degenerar, en una guerra civil, hombres que anteriormente han vivido
bajo un gobierno pacfico.
Pero aunque nunca hubiera habido un tiempo en el que hombres particulares
estuvieran en estado de guerra de unos contra otros, sin embargo, en todo tiempo,
los reyes y personas de autoridad soberana estn, a causa de su independencia, en
continuo celo, y en el estado y postura de gladiadores; con las armas apuntando,
y los ojos fijos en los dems; esto es, sus fuertes, guarniciones y caones sobre las
fronteras de sus reinos e ininterrumpidos espas sobre sus vecinos; lo que es una
postura de guerra. Pero, pues, sostienen as la industria de sus sbditos, no se sigue
de ello aquella miseria que acompaa a la libertad de los hombres particulares.
De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, es tambin consecuencia
que nada puede ser injusto. Las nociones de bien y mal, justicia e injusticia, no
tienen all lugar. Donde no hay poder comn, no hay ley. Donde no hay ley, no hay
injusticia. La fuerza y el fraude son en la guerra las dos virtudes cardinales. La
justicia y la injusticia no son facultad alguna ni del cuerpo ni de la mente. Si lo
fueran, podran estar en un hombre que estuviera solo en el mundo, como sus sen
tidos y pasiones. Son cualidades relativas a hombres en sociedad, no en soledad.
Es consecuente tambin con la misma condicin que no haya propiedad, ni dominio,
ni distincin entre mo y tuyo; sino slo aquello que todo hombre pueda tomar;
y por tanto tiempo como pueda conservarlo. Y hasta aqu lo que se refiere a la
penosa condicin en la que el hombre se encuentra de hecho por pura naturaleza;
40
aunque con una posibilidad de salir de ella, consistente en parte en las pasiones, en
parte en su razn.
Las pasiones que inclinan a los hombres hacia la paz son el temor a la muerte;
el deseo de aquellas cosas que son necesarias para una vida confortable; y la espe
ranza de obtenerlas por su industria. Y la razn sugiere adecuados artculos de paz
sobre los cuales puede llevarse a los hombres al acuerdo. Estos artculos son aque
llos que en otro sentido se llaman leyes de la naturaleza, de las que hablar ms en
concreto en los dos siguientes captulos.
T.
H obbes:
Leviathan
EJERCICIOS __________________________________________________________
1.
Subraya en el texto aquello que describe al hom bre cuando vive sin poder
p oltico.
2.
3.
4.
5.
J. J. ROUSSEAU
Jean Jacques Rousseau naci en Ginebra en 1712 y muri en 1778.
Sus obras ms conocidas son el Emilio, las Confesiones, y el
Contrato Social.
La filosofa de Rousseau puede resumirse en la frase: el hom
bre es bueno por naturaleza; la sociedad lo pervierte. De ah que
Rousseau pretenda volver al estado natural.
Como puede observarse, la antropologa de Rousseau puede con
traponerse a la de Hobbes, quien, a diferencia de ste, afirma que el
estado natural del hombre es la guerra. Ambos, Hobbes y Rousseau,
se hallan incluidos dentro del concepto de tericos del contrato
social.
Segn Rousseau, los hombres, anteriores a la sociedad, son quie
nes elaboran un contrato y fundan, a partir de su propia voluntad, el
41
Texto 14
CONTRATO SOCIAL
Del pacto social
Supongo a los hombres llegados a ese punto en que los obstculos que se oponen a
su conservacin en el estado de naturaleza superan con su resistencia a las fuerzas
que cada individuo puede emplear para mantenerse en ese estado. Entonces dicho
estado primitivo no puede ya subsistir, y el gnero humano perecera si no cambiara
su manera de ser.
Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar fuerzas nuevas, sino slo
unir y dirigir aquellas que existen, no han tenido para conservarse otro medio que
formar por agregacin una suma de fuerzas que pueda superar la resistencia, po
nerlas en juego mediante un solo mvil y hacerlas obrar a coro.
Esta suma de fuerzas no puede nacer ms que del concurso de muchos; pero
siendo la fuerza y la libertad de cada hombre los primeros instrumentos de su con
servacin, cmo las comprometer sin perjudicarse y sin descuidar los cuidados
que a s mismo se debe? Esta dificultad aplicada a mi tema, puede enunciarse en los
siguientes trminos:
Encontrar una forma de asociacin que defienda y proteja de toda la fuerza
comn la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, unindose cada uno
a todos, no obedezca, sin embargo, ms que a s mismo y quede tan libre como
antes. Tal es el problema fundamental al que da solucin el contrato social.
Las clusulas de este contrato estn tan determinadas por la naturaleza del
acto que la menor modificacin las volvera vanas y de efecto nulo; de suerte que
aunque quizs nunca hayan sido enunciadas formalmente, son por doquiera las mis
mas, por doquiera estn admitidas tcitamente y reconocidas; hasta que, violado el
pacto social, cada cual vuelve entonces a sus primeros derechos y recupera su liber
tad natural, perdiendo la libertad convencional por la que renunci a aquella.
Estas clusulas, bien entendidas, se reducen todas a una sola: a saber, la ena
jenacin total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad: Porque,
en primer lugar, al darse cada uno todo entero, la condicin es igual para todos, y
siendo la condicin igual para todos, nadie tiene inters en hacerla onerosa para
los dems.
Adems, por efectuarse la enajenacin sin reserva, la unin es tan perfecta como
puede serlo y ningn asociado tiene ya nada que reclamar: porque si quedasen al
gunos derechos a los particulares, como no habra ningn superior comn que pu
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diera fallar entre ellos y lo pblico, siendo cada cual su propio juez en algn punto,
pronto pretendera serlo en todos, el estado de naturaleza subsistira y la asociacin
se volvera necesariamente tirnica o vana.
En suma, como dndose cada cual a todos no se da a nadie y como no h ay
ningn asociado sobre el que no se adquiera el mismo derecho que uno le otorga
sobre uno mismo, se gana el equivalente de todo lo que se pierde y ms fuerza para
conservar lo que se tiene.
Por lo tanto, si se aparta del pacto social lo que no pertenece a su esencia,
encontraremos que se reduce a los trminos siguientes: Cada uno de nosotros pone
43
piedad de todo cuanto posee. Para no engaarnos en estas compensaciones, hay que
distinguir bien la libertad natural que no tiene por lmites ms que las fuerzas del
individuo, de la libertad civil, que est limitada por la voluntad general, y la po
sesin, que no es ms que el efecto de la fuerza o el derecho del primer ocupante,
de la propiedad que no puede fundarse sino sobre un ttulo positivo.
Segn lo precedente, podra aadirse a la adquisicin del estado civil la libertad
moral, la nica que hace al hombre autnticamente dueo de s; porque el impulso
del simple apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno se ha prescrito
es libertad. Pero ya he hablado demasiado sobre este artculo, y el sentido filosfico
de la palabra libertad no es ahora mi tema.
2.
Q u es la voluntad general?
3.
4.
ARISTTELES
Dentro de la llamada filosofa clsica griega emergen claramente dos
figuras de importancia frente a los dems: Platn y Aristteles.
Aristteles naci en el ao 384 antes de Cristo y muri en el 322.
Sus obras abarcan los mbitos ms dispares: desde la metafsica
o la lgica hasta la fsica o la biologa pasando por la potica y la po
ltica. Entre sus obras de tica destacamos indiscutiblemente la tica
a Nicmaco.
La filosofa moral de Aristteles es, contrariamente a la de Kant,
teleolgica. Quiere esto decir que lo que de verdad la interesa a Aris
tteles es la finalidad de la accin moral. Segn l, el fin del hombre
no es otro que la felicidad; la moral debe encontrar los medios para
conseguir dicho fin.
44
Texto 15
TICA A NICMACO
De
la naturaleza de la virtud
Es preciso no contentarse con decir, como hemos hecho hasta ahora, que la virtud
es un hbito o manera de ser, sino que es preciso decir tambin en forma especfica
cul es esta manera de ser.
Comencemos por sentar que toda virtud es respecto a la cosa sobre que recae,
lo que completa la buena disposicin de la misma y le asegura la ejecucin perfecta
de la obra que le es propia. As, por ejemplo, la virtud del ojo hace que el ojo sea
bueno y que realice como debe su funcin; porque gracias a la virtud del ojo se
ve bien. La misma observacin, si se quiere, tiene lugar con la virtud del caballo:
ella es la que le hace buen caballo, a propsito para la carrera, para conducir al
jinete y para sostener el choque de los enemigos. Si sucede as en todas las cosas,
la virtud en el hombre ser esta manera de ser moral que hace de l un hombre
bueno, un hombre de bien, y gracias a la cual sabr realizar la obra que le es propia.
Ya hemos dicho cmo el hombre puede conseguir esto: pero nuestro pensa
miento se har ms evidente an cuando hayamos visto cul es la verdadera natu
raleza de la virtud. En toda cantidad continua y divisible pueden distinguirse tres
casos: primero el ms, despus el menos y, en fin, lo igual; y estas distinciones
pueden hacerse, o con relacin al objeto mismo o con relacin a nosotros. Lo igual
es una especie de trmino intermedio entre el exceso y el defecto, entre lo ms
y lo menos. E l medio, cuando se trata de una cosa, es el punto que se encuentra a
igual distancia de las dos extremidades, el cual es uno y el mismo en todos los
casos. Pero cuando se trata del hombre, cuando se trata de nosotros, el medio es
lo que no peca, ni por exceso, ni por defecto; y esta medida igual est muy dis
tante de ser una ni la misma para todos los hombres.
Veamos un ejemplo: suponiendo que el nmero diez represente una cantidad
grande, y el nmero dos una muy pequea, el seis ser el trmino medio con relacin
a la cosa que se mide; porque seis excede al dos en una suma igual a la que le excede
a l el nmero diez. ste es el verdadero medio segn la proporcin que demuestra
la aritmtica, es decir, el nmero. Pero no es ste, ciertamente, el camino que debe
tomarse para buscar el medio, tratndose de nosotros. En efecto, porque para tal
hombre diez libras de alimento sean demasiado y dos libras muy poco, no es razn
para que un mdico prescriba a todo el mundo seis libras de alimento, porque seis
libras para el que haya de tomarlas puede ser una alimentacin enorme o una ali
mentacin insuficiente. Para Miln es demasiado poco; por el contrario, es mucho
para el que empieza a trabajar en la gimnstica. Lo que aqu se dice de alimentos,
45
puede decirse igualmente de las fatigas de la carrera y de la lucha. Y as, todo hombre
instruido y racional se esforzar en evitar los excesos de todo gnero, sean en ms,
sean en menos; slo debe buscar el justo medio y preferirle a los extremos. Pero
aqul no es simplemente el medio de la cosa misma, es el medio con relacin a
nosotros.
Gracias a esta prudente moderacin, toda ciencia llena perfectamente su objeto
propio, no perdiendo jams de vista este medio y reduciendo todas sus obras a
este punto nico. He aqu por qu se dice muchas veces cuando se habla de las obras
bien hechas y se las quiere alabar que nada se les puede aadir ni quitar; como
dando a entender que, as como el exceso y el defecto destruiran la perfeccin, slo
el justo medio puede asegurarla. ste es el fin, lo repetimos, a que se dirigen siem
pre los esfuerzos de los buenos artistas en sus obras; y la virtud, que es mil veces
ms precisa y mil veces mejor que ningn arte, se fija constantemente como la natu
raleza misma en este medio perfecto.
Hablo aqu de la virtud moral, porque ella es la que concierne a las pasiones
y a los actos del hombre, y en nuestros actos y en nuestras pasiones es donde se
dan, ya e l exceso, ya el defecto, ya el justo medio. As,
por ejemplo, en los senti
mientos de miedo y de audacia, de deseo y de aversin
de clera y decompasin,
en una palabra, en los sentimientos de placer y dolor se dan el ms y el menos;
y ninguno de estos sentimientos opuestos son buenos. Pero saber ponerlos a prueba
como conviene, segn las circunstancias, segn las cosas, segn las personas, segn la
causa, y saber conservar en ellas la verdadera medida, ste es el medio, sta es la
perfeccin que slo se encuentra en la virtud.
Con los actos sucede absolutamente lo mismo que con las pasiones: pueden pecar
por exceso o por defecto, o encontrar un justo medio. Ahora bien, la virtud se mani
fiesta en las pasiones y en los actos; y para las pasiones y los actos el exceso en ms
de una falta; el exceso en menos es igualmente reprensible; el medio nicamente es
digno de alabanza porque l slo es la exacta y debida medida; y estas dos condi
ciones constituyen el privilegio
de la virtud. Y as, la
virtud es unaespecie de
medio, puesto que el medio es el fin que ella busca sin cesar.
Adems, puede uno conducirse mal de mil maneras diferentes; porque el mal
pertenece a lo infinito, como oportunamente lo han representado los pitagricos; pero
el bien pertenece a lo finito, puesto que no puede uno conducirse bien sino de
una sola manera. He aqu cmo el mal es tan fcil y el bien, por el contrario, tan
difcil; porque, en efecto, es fcil no lograr una cosa y difcil conseguirla. He aqu
tambin por qu el exceso y el defecto pertenecen juntos al vicio, mientras que slo
el medio pertenece a la virtud:
46
y como los vicios consisten en que los unos traspasan la medida que es preciso guar
dar, y los otros permanecen por bajo de esta medida, ya respecto de nuestras accio
nes, ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud consiste, por el contrario, en
encontrar el medio para los unos y para los otros, y mantenerse en l dndole la
preferencia.
He aqu por qu la virtud, tomada en su esencia y desde el punto de vista de
la definicin que expresa lo que ella es, debe mirrsela como un medio. Pero con
relacin a la perfeccin y al bien, la virtud es un extremo y una cspide.
Por lo dems, es preciso decir que ni todas las acciones ni todas las pasiones
son indistintamente susceptibles de este medio. Hay tal accin, tal pasin, que con
slo pronunciar su nombre aparece la idea de mal y de vicio, como por ejemplo,
la malevolencia o tendencia a regocijarse del mal de otro, la imprudencia, la envi
dia; y, en punto a acciones, el adulterio, el robo, el asesinato; porque todas estas
cosas y las parecidas a ellas son declaradas malas y criminales nicamente a causa
del carcter horrible que ofrecen, y no por su exceso, ni por su defecto. Respecto
de estas cosas, por tanto, nunca hay medio de obrar bien; slo es posible la falta.
En los casos de este gnero indagar lo que es bien y lo que no es bien, es cosa
inconcebible; como, por ejemplo, en el adulterio, averiguar si ha sido cometido con
tal mujer, en tales circunstancias, de tal manera; porque hacer cualquiera de estas
cosas es, absolutamente hablando, cometer un crimen. Es como si uno imaginara que
en la iniquidad, en la cobarda, en la embriaguez, poda haber un medio, un exceso
y un defecto; porque entonces sera preciso que hubiese un medio de exceso y de
defecto, y un exceso de exceso y un defecto de defecto. Pero as como no hay exceso
ni defecto para el valor y para la templanza, porque en ellos el medio es, en cierta
manera, un extremo, en igual forma no hay para estos actos culpables, ni medio, ni
exceso, ni defecto, sino que, de cualquier manera que se tome, siempre es criminal
el que los cometa; porque no es posible que haya un medio, ni para el exceso, ni
para el defecto, como no puede haber ni exceso ni defecto para el medio.
EJER C IC IO S_____________________________________________________
1.
2.
3.
h o m b re ?
4.
5.
6.
Traza un segm ento y escribe en los extrem os el nom bre de dos pasiones
opuestas, escribiendo en el cen tro la virtud correspondiente.
47
Texto 16
SUMA TEOLOGICA
Todo hombre busca necesariamente la felicidad. Slo el bien perfecto causa satis
faccin perfecta. Siendo el bien el objeto de la voluntad, constituir un bien perfecto
para alguien aquel que satisfaga totalmente a la volutad. Buscar la felicidad no ser
otra cosa, en consecuencia, que procurar la satisfaccin absoluta de la voluntad...
Lo dificultoso est en determinar en qu consiste la dicha. En esto no todos se
ponen de acuerdo.
2.
3.
C rees que la voluntad del hom bre puede quedar totalm ente satisfecha
dentro de la historia?
48
4.
C de los Valores
M. SCHELER
Max Scheler naci en 1874 y muri en 1928. Su filosofa est enmarca
da dentro de la corriente fenomenolgica iniciada por Edmund Husserl.
Scheler modifica la fenomenologa utilizndola como mtodo para edi
ficar una teora de los valores y una antropologa filosfica.
Sus obras ms importantes son: El formalismo en la tica y la
tica material de los valores {obra en la que Scheler se opone al for
malismo de Kant en materia de tica), Esencia y formas de la sim
pata, El resentimiento en la moral (en la que hace frente a la crtica
de Nietzsche al cristianismo) y De lo eterno en el hombre.
A partir de 1923 abandona su catolicismo para acceder a tenden
cias de lnea panteistizante. Como fruto de esta ltima poca de su
vida, tenemos su breve obra: El puesto del hombre en el cosmos, que
era el punto de partida de una antropologa filosfica que Scheler no
lleg a escribir jams.
En cuanto a su tica, Scheler ya lo hemos dicho se aparta
del formalismo de Kant. Mediante la fenomenologa llega a la esencia
del contenido tico, esto es, al valor. Cada accin dir Scheler ,
porque es ya de por s buena, puede convertirse en ley universal, y
no al revs, como pretenda Kant.
Texto 17
tica de la simpata
Antes de proceder al anlisis, expongamos concisamente las razones por las cuales
una tica que ve en la simpata el sumo valor moral y quisiera derivar de l toda
conducta moralmente valiosa no puede hacer jams justicia a los hechos de la vida
moral.
49
50
E J E R C I C I O S ___________________________________________________________________
1.
Resum e en dos frases las dos razones que da Scheler para fundam entar su
tesis, segn la cu al, una tica de la sim pata, com o suprem o valor m oral,
no puede hacer ju sticia de los hechos de la vida m oral.
2.
3.
4.
Haz una lista de los valores vigentes en nuestra sociedad. O rgancese luego
una discusin, entre dos grupos de la clase, defendiendo unos, dichos va
lores, y criticndolos, los otros.
51
Texto 18
52
EJERCICIOS __________________________________________________________
1.
2.
3.
D a el nom bre de personajes del siglo x x que han podido jugar el papel
que atribuye Bergson a los m odelos, d en tro de la m oral abierta.
2)
3)
53
4)
Texto 19
54
EJER C IC IO S__________________________________________________________
1.
2.
3.
4.
o realidad?
E. MOUNIER
Emmanuel Mounier naci en 1905 y muri en 1950, a la edad de 45 aos.
Est considerado uno de los mximos representantes de lo que se
ha dado en llamar el personalismo. El personalismo, tal como lo en
tendi Mounier, consiste en una forma de vivir afirmando la persona
como fuente de imprevisibilidad como centro de la existencia. Es
por ello que el personalismo ha resultado una sntesis entre el cristia
nismo y el socialismo, prefiriendo, a las especulaciones, un pensamiento
existencial volcado a la accin.
EJERCICIOS____________________
1.
55
2.
A nlisis del tex to : enum erar y ordenar las ideas claves y ver cm o se
desarrollan en tre s.
3.
5.
Texto 20
56
Texto 21
57
trara que la distincin entre vicio y virtud no se funda meramente en las relaciones
entre los objetos, ni es percibida por la razn.
D. Hume: Tratado de la naturaleza humana
E JE R C IC IO S ________________________
1.
la incorreccin
H um e.
2.
3.
A. AYER
Jules Alfred Ayer naci en 1910 en Inglaterra.
'En 1936 public Lenguaje, verdad y lgica que constituy un mani
fiesto del positivismo lgico. En esta obra aborda los discursos metafsicos, teolgicos y morales. En lo referente a estos ltimos sostiene
que una proposicin como las acciones del tipo X son malas debe
interpretarse no como la expresin de una intuicin, sino como la
expresin de una actitud emotiva ante las acciones de tipo X, con
tando con que stas provocarn parecida respuesta en los dems.
Texto 22
Queda todava una objecin por resolver, antes de que podamos pretender haber
justificado nuestro punto de vista de que todas las proposiciones sintticas son hi
ptesis empricas. Esta objecin se basa en la comn suposicin de que nuestro co
nocimiento especulativo es de dos clases distintas: la que se relaciona con cuestiones
de la realidad emprica, y la que se relaciona con cuestiones de valor. Se dir que
las declaraciones de valor son verdaderas proposiciones sintticas, pero que no
pueden, con justicia, ser representadas como hiptesis utilizables para predecir el
58
L as
emotivas
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que carece de sentido preguntar quin de nosotros tiene razn. Porque ninguno de
nosotros est manteniendo una proposicin autntica.
falsas.
Son ,
en parte , expresiones
Lo que acabamos de decir acerca del smbolo malo es aplicable a todos los
smbolos ticos normativos. A veces se presentan en oraciones que recogen reali
dades empricas ordinarias, adems de expresar un sentimiento tico acerca de esas
realidades; a veces se presentan en oraciones que, simplemente, expresan un senti
miento tico acerca de un determinado tipo de accin o de situacin, sin formular
ninguna declaracin de hecho. Pero en todos los casos en que podra decirse que
alguien est haciendo un juicio tico, la funcin de la palabra tica correspondiente
es puramente emotiva. Es habitual expresar sentimientos acerca de determinados
objetos, pero no hacer ninguna afirmacin acerca de ellos.
Vale la pena aclarar que los trminos ticos no sirven slo para expresar senti
mientos. Estn calculados tambin para provocar sentimientos, y para estimular as
a la accin. En realidad, algunos de ellos se utilizan de tal modo que dan a las ora
ciones en que aparecen el efecto de mandamientos. As, la oracin Tu deber es
decir la verdad puede ser considerada como la expresin de una cierta clase de
sentimiento tico acerca de la veracidad y como la expresin del mandamiento Di
la verdad. La oracin T deberas decir la verdad tambin implica el manda
miento Di la verdad, pero aqu el tono del mandamiento es menos enftico. En
la oracin Es bueno decir la verdad, el mandamiento se ha convertido en poco
ms que una sugestin. Y as, la significacin de la palabra bueno, en su uso
tico, se diferencia de la significacin de la palabra deber o de la palabra debe
ra. En realidad, podemos definir la significacin de las diversas palabras ticas, en
trminos de los diferentes sentimientos que generalmente se considera que expresan,
y tambin de las diferentes respuestas para cuya provocacin estn calculadas.
Ahora podemos ver por qu es imposible encontrar un criterio para determinar
la validez de los juicios ticos. No es porque tengan una validez absoluta, miste
riosamente independiente de la experiencia sensorial ordinaria, sino porque no tienen
validez objetiva de ninguna clase. Si una oracin no hace ninguna declaracin carece
de sentido, evidentemente, preguntar si lo que dice es verdadero o falso. Y hemos
visto que las oraciones que slo expresan juicios morales no dicen nada. Son puras
expresiones de sentimientos, y, como tales, no corresponden a la categora de verdad
y de falsedad. Son inverificables, por la misma razn que es inverificable un grito
de dolor o una palabra de mando, porque no expresan autnticas proposiciones.
As, aunque podra decirse correctamente que nuestra teora de la tica es
radicalmente subjetivista, difiere de la teora subjetivista ortodoxa en un aspecto
muy importante. Porque el subjetivista ortodoxo no niega, como hacemos nosotros,
que las oraciones de un moralizador expresen autnticas proposiciones. Todo lo que
l niega es que expresen proposiciones de un nico carcter no emprico. Su opinin
es la de que expresan proposiciones acerca de los sentimientos del que habla. Si
esto fuera as, los juicios ticos seran, evidentemente, susceptibles de ser verdaderos
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D istincin
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lidad, y el otro, que l no; y no hay razn para que estas dos declaraciones no sean
verdaderas. Ahora bien, Moore sostena que era evidente que nosotros disputamos
acerca de cuestiones de valor, y, por lo tanto, conclua que la forma especial de
subjetivismo que l estaba discutiendo era falsa.
Est claro que la conclusin de que es imposible disputar acerca de cuestiones
de valor se sigue tambin de nuestra teora. Porque si nosotros sostenemos que
oraciones tales como La frugalidad es una virtud y La frugalidad es un vicio no
expresan proposiciones, en absoluto, es evidente que no podemos sostener que ex
presen proposiciones incompatibles. Por lo tanto, debemos admitir que si el argu
mento de Moore refuta, realmente, la teora subjetivista ordinaria, tambin refuta la
nuestra. Pero la verdad es que nosotros negamos que refute ni siquiera la teora
subjetivista ordinaria. Porque sostenemos que, realmente, nunca se disputa acerca
de cuestiones de valor.
E n realidad nunca disputamos acerca de cuestiones de valor,
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EJERCICIO S___________________________________________________________
1.
2.
3.
R edacta una frase tica que, segn A yer, queda reducida a mandato.
4.
Subraya dos frases del texto en que A yer reduce las proposiciones m o
rales a em otividad.
5.
6.
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