El Saqueo de Couffignal
El Saqueo de Couffignal
El Saqueo de Couffignal
Ignati haba sido enviado por el general para que llevara a la muchacha a casa, y l iba a
obedecer sus rdenes aunque tuviera que llevrsela a la fuerza. Trataba de evitar las
dificultades conmigo intentando explicarme la situacin..
Llvela le dije, ponindome de su parte.
La muchacha se volvi hacia m y sonri.
Muy bien, Ignati, me volver a casa dijo ella en ingls al mismo tiempo que
daba la vuelta y regresaba por el callejn, con el hombre corpulento a su lado.
Satisfecho por estar solo, no tard mucho tiempo en avanzar en direccin opuesta
hasta que las piedras de la playa estuvieron bajo mis pies. Las piedras sonaban
agudamente. Retroced hacia un terreno ms silencioso y comenc a andar tan
rpidamente como pude por la playa hacia el centro de la accin. La ametralladora
segua gruendo. Pistolas de pequeo calibre ladraban de vez en cuando. Tres
conmociones llegaron juntas, bombas o granadas de mano, segn me indicaron mis
odos y mi memoria.
El cielo tormentoso resplandeci por encima de mi cabeza sobre un tejado hacia la
izquierda. El estallido de la explosin golpe mis odos. Fragmentos que no pude ver
cayeron a mi alrededor. Eso, pens, deba ser la caja fuerte del joyero volando por los
aires.
Continu por la lnea de la playa. La ametralladora se haba callado. Pistolas ms
pequeas sonaban sin cesar. Estall otra granada. La voz de un hombre aull de puro
terror.
Arriesgndome al crujido de las piedras, regres de nuevo al borde del agua. No
pude ver en el agua ninguna forma oscura que pudiera haber sido una embarcacin.
Haba embarcaciones amarradas a lo largo de la playa esa misma tarde. La tormenta
podra haberlas dispersado, pero yo no lo crea as. La altura occidental de la isla
protega a esta playa. El viento era fuerte en esa zona, pero no violento.
Paso a paso, me aproxim.
Una sombra se movi entre la parte posterior de un edificio y yo. Me qued helado.
La sombra, del tamao de un hombre, se movi de nuevo en la direccin que yo vena.
Esperando, ignoraba cuan invisible o plano podra estar yo contra el suelo. Podra
arriesgarme movindome para tratar de mejorar mi posicin.
A unos tres metros la sombra se detuvo repentinamente. Haba sido visto. Mi pistola
apuntaba a la sombra.
Venga llam suavemente. Contina avanzando. Djeme ver quien es.
La sombra vacil, dej la proteccin del edificio y se acerc ms. No poda
arriesgarme a encender la linterna. Pude ver una hermosa cara, puerilmente descuidada,
con una mejilla manchada de oscuro.
Oh! Cmo est? dijo el propietario de la cara con una voz musical de
bartono. Usted estaba en la recepcin esta tarde.
S.
Ha visto a la princesa Zhukovski? La conoce?
Se volvi a casa con Ignati har unos diez minutos.
Excelente! Se limpi su mejilla manchada con un pauelo ms manchado
todava, y volvi para mirar la embarcacin. Es la lancha del seor Hendrixson
murmur. Se apoderaron de sa y soltaron las otras.
Eso quiere decir que se marcharn por el mar.
Si acord, a menos... Por qu no lo intentamos?
Quiere decir que la abordemos?
Por qu no? pregunt. No puede haber mucha gente a bordo. Dios sabe que
la mayor parte de ellos estn en tierra. Usted est armado. Yo tengo una pistola.
abordar de nuevo el bote, probablemente desde el otro lado. Pero no podemos contar
con eso. La retirada ser por mar. Podemos estar seguros de eso, y trataremos de
bloquearla. Si usted se arroja al suelo puede vigilar la lancha desde la esquina del
edificio sin ofrecer un buen blanco a la ametralladora. Yo tratara de no llamar la
atencin hasta que inicien la retirada hacia la lancha. Entonces puede disparar todo lo
que quiera.
Excelente! dijo. Probablemente encontrar a la mayora de los isleos
detrs de la iglesia. Puede llegar all yendo derecho hacia la colina, hasta que encuentre
una valla de hierro, y seguir entonces a la derecha.
Bien.
Avanc en la direccin que me haba indicado.
En la calle principal me detuve antes de aventurarme a cruzarla. Todo estaba
tranquilo. El nico hombre que pude ver estaba tendido boca abajo en la vereda prxima
a m.
Me acerqu andando a gatas hasta su lado. Estaba muerto. No me detuve a
examinarlo, sino que me arrastr hasta el otro lado de la calle.
Nada se opuso a mi paso. En un portal, pegado contra la pared, escudri alrededor.
El viento haba cesado. La lluvia ya no era torrencial, sino que era un flujo continuo de
pequeas gotas. La calle principal de Couffignal, por lo que yo poda apreciar, era una
calle desierta.
Me pregunt si ya habra comenzado la retirada hacia la lancha. Sobre la vereda,
caminando rpidamente hacia el Banco, tuve la respuesta.
Arriba, en la pendiente, casi en el borde del cerro, y a juzgar por el ruido, una
ametralladora comenzaba a esparcir su chorro de balas..
Confundidas con el estrpito de la ametralladora se oan detonaciones de armas ms
pequeas, y una o dos granadas.
Dej la calle principal y empec a subir hacia la colina. En direccin contraria a la
ma venan corriendo varios hombres. Dos de ellos me pasaron sin prestar atencin a
mis gritos:
Qu est pasando all ahora?
El tercer hombre se detuvo porque lo agarr por el brazo; era un hombre gordo con
el aliento jadeante, y cuya cara estaba mortalmente plida.
Han subido detrs nuestro con el coche de la ametralladora musit cuando por
segunda vez le grit mi pregunta al odo.
Qu hace usted sin una pistola? le pregunt.
Yo, yo la arroj.
Dnde est el general Pleshskev?
Por all atrs, en alguna parte. Est tratando de apoderarse del coche, pero nunca
lo conseguir. Es un suicidio! Por qu no nos llega ayuda?
Otros hombres pasaron corriendo hacia abajo, mientras hablbamos. Dej
marcharse al hombre de cara plida, y detuve a cuatro hombres que no corran tan
rpido como los otros.
Qu sucede ahora? les pregunt.
Fueron a travs de las casas hasta la colina dijo un hombre de rasgos agudos,
de pequeo bigote y con un rifle.
Alguno consigui establecer contacto con el exterior de la isla? pregunt.
No se puede me inform el otro. Lo primero que han hecho es volar el puente.
Alguno sabe nadar?
No con este viento. Young Catlan lo intent, y tuvo suerte de salir vivo y con slo
dos costillas rotas.
disturbios.
Caminar me dola horriblemente. Mi temperatura aument. El sudor me caa a
chorros.
Seor, ninguno de ellos baj por este lado.
El muchacho lisiado estaba a mi lado. Le di la bienvenida como si fuera mi
talonario de cheques.
Acompame de dije, agarrndolo del brazo. Trabajaste muy bien aqu y
ahora quiero que habas todava algo ms por m.
Media cuadra ms all de la calle principal lo llev hasta el porche de un pequeo
chalet amarillo. La puerta principal estaba abierta, dejada as por los ocupantes, sin
duda, al salir precipitadamente para dar la bienvenida a los policas y a los marines.
Justo al lado de la puerta, en un pequeo vestbulo, haba un cmodo silln de mimbre.
Entr ilegalmente, hasta el extremo de sacar la silla fuera del porche.
Sintate, hijo urg al muchacho.
Se sent, mirndome con una cara asombrada. Agarr su muleta fuertemente y se la
arranqu de la mano.
Espera aqu le dije. Si la pierdo te comprar una de oro y marfil!
Puse la muleta bajo mi brazo y comenc a caminar hacia la colina.
Era mi primera experiencia con una muleta. No bat ningn record. Pero era mucho
mejor que ir renqueando sobre un tobillo torcido.
La colina estaba ms lejos y ms alta que algunas montaas que haba visto, pero el
sendero de grava de la casa de los rusos apareci finalmente bajo mis pies.
Todava estaba a unos doce pasos del porche cuando la princesa Zhukovski abri la
puerta.
Oh! exclam, y luego recobrndose de su sorpresa, dijo : Su tobillo est
peor.
Baj las escaleras corriendo para ayudarme a subirlas. Cuando lleg percib que
algo pesado oscilaba en el bolsillo derecho de su saco gris de franela.
Con una mano bajo mi codo, el otro brazo rodendome por la espalda, me ayud a
subir las escaleras y a cruzar el porche. Esto me asegur que no crea que yo hubiera
descubierto su juego. Si fuera as, no se hubiera confiado ponindose al alcance de mis
manos. Por qu, me preguntaba, haba regresado yo a la casa despus de haber ido con
los otros abajo?
Mientras me haca estas preguntas, entramos en la casa, donde me instal en un
silln de cuero grande y mullido.
Ciertamente, debe estar deshecho despus de su agotadora noche dijo. Ver
si...
No, sintese. Seal una silla que estaba enfrente mo. Quiero hablar con
usted.
Ella se sent, cruzando sus manos blancas y delgadas sobre el regazo. Ni en su cara
ni en su pose haba ningn signo de nerviosismo, ni de curiosidad. Y esto lo haca ms
extrao.
Dnde escondi el botn? pregunt.
La blancura de su cara no vari en absoluto. Estaba blanca como el mrmol, igual
que desde el primer momento que la haba visto. La oscuridad de sus ojos era tan
natural como siempre. Sus otros rasgos no se alteraron. Su voz era suavemente serena.
Lo siento dijo. Esa pregunta no tiene nada que ver conmigo.
Esa es la cuestin le expliqu. La estoy acusando de complicidad en el
saqueo de Couffignal, y en los asesinatos que se han cometido. Y le estoy preguntando
dnde est escondido el botn.
el general se pas, incluso, toda una hora hablando conmigo en la recepcin de esta
tarde. Esto es un distintivo de un criminal aficionado. Noveno. Cuando el coche con la
ametralladora se estrell, yo persegu a su ocupante. Lo perd alrededor de esta casa. El
muchacho italiano que atrap no era l. No poda haberse subido al terrapln sin que yo
lo hubiera visto. Pero pudo haber dado la vuelta por el lado del general y desvanecerse
en el interior de la casa. Era un amigo del general y podra haberme servido de mucho.
Yo lo s, porque el general realiz el milagro de fallarle el tiro cuando dispar sobre l a
unos seis pasos con una escopeta. Dcimo. Usted llam a la casa de Hendrixson sin otro
objeto que sacarme de all.
Esto acab con mi mano izquierda. Prosegu con la derecha.
Undcimo. Los dos criados de Hendrixson fueron muertos por alguien que
conocan y en quien confiaban. Le dir que usted estaba con Oliver para que la dejara
entrar en la casa, y estaba hablndole cuando uno de sus hombres le cort el cuello
desde atrs. Luego usted subi las escaleras y probablemente mat al desprevenido
Brophy. El no estara alerta contra usted. Duodcimo. Pero creo que ya es suficiente, y
se me est quedando la garganta seca de enumerar todo esto.
Ella retir la barbilla de su mano, tom un cigarrillo rubio de una delgada cigarrera
negra, y lo puso en su boca mientras yo encenda un fsforo para darle fuego. Le dio
una larga chupada una chupada que consumi el tercio de su longitud y exhal el
humo hacia su rodilla.
Eso sera suficiente dijo, si todo el mundo y usted mismo no supieran que
nos fue imposible estar tan ocupados. No nos vio usted, lo mismo que los dems, una y
otra vez durante el suceso?
Eso fue fcil! arg. Con un par de ametralladoras, un arsenal de granadas,
conociendo la isla de arriba abajo, en la oscuridad y en la tormenta, contra aturdidos
ciudadanos, eso fue una tarea fcil. Yo conozco a nueve de ustedes, incluyendo a dos
mujeres. Cinco cualesquiera de ustedes podran haber realizado el trabajo, una vez que
empez, mientras los otros se turnaban apareciendo aqu y all, estableciendo coartadas.
Y eso fue lo que hicieron. Se turnaron para tener sus coartadas. A todas partes a las que
fui siempre me tropec con alguno de ustedes. Y el general! El viejo bromista de
patillas dirigiendo a los ciudadanos ingenuos a la batalla. Los dirigi muy bien!
Pueden considerarse afortunados los que estn vivos esta maana!
Ella termin su cigarrillo con otra chupada, arroj la colilla sobre la alfombra, la
apag con un pie, suspir profundamente, puso sus manos sobre las caderas, y pregunt:
Y ahora, qu?
Ahora quiero saber dnde guardaron el botn.
Lo inmediato de su respuesta me sorprendi.
Bajo el garaje, en un stano que cavamos secretamente hace varios meses.
No lo cre, por supuesto, pero result ser la verdad.
Ya no tena nada que decir. Cuando tom mi muleta prestada para levantarme,
levant una mano y me habl amablemente:
Espere un momento, por favor. Tengo algo que sugerirle.
Medio incorporado, me inclin hacia ella, alargando una mano hasta que la tuve
prxima a su lado.
Quiero la pistola le dije.
Asinti, y se qued sentada mientras se la saqu del bolsillo, la puse en el mo y me
sent de nuevo.
Usted dijo hace un momento que no le importaba quin era yo empez
inmediatamente. Pero quiero que lo sepa. Hay muchos rusos como nosotros que
alguna vez fueron alguien y que ahora no son nadie, y con esto no quiero aburrirlo
repitindole un cuento del que ya se ha cansado todo el mundo. Pero recuerde que ese
cuento de hadas es real para los que somos sus protagonistas. Sin embargo, nos
escapamos de Rusia con lo que pudimos llevar de nuestras propiedades, lo cual
afortunadamente fue suficiente para permitirnos vivir con un confort soportable durante
unos pocos aos.
"En Londres abrimos un restaurante ruso, pero Londres se llen sbitamente de
restaurantes rusos, y el nuestro lleg a ser, en vez de un medio de vida, una fuente de
prdidas. Tratamos de ensear msica e idiomas, y as sucesivamente. En resumen,
tratamos de ganarnos la vida del mismo modo que los dems exiliados rusos, y siempre
nos encontramos con campos demasiado explotados y, por tanto, improductivos. Pero
qu sabamos todava que pudisemos hacer?
"Promet no cansarlo. Bien, nuestro capital disminua siempre, y cada vez estaba
ms prximo el da en que nos veramos andrajosos y hambrientos, el da en que llegara
a ser familiar para los lectores de los diarios dominicales, el ver a una princesa de
sirvienta o un duque como mayordomo. No haba lugar en el mundo para nosotros. Los
exilados llegan a estar fcilmente fuera de la ley. Por qu no? Acaso poda decirse que
le debiramos al mundo alguna lealtad? No se haba quedado el mundo de brazos
cruzados al ver cmo nos despojaban de nuestras tierras, de nuestras propiedades, de
nuestro pas?
"Lo planeamos antes de que hubiramos odo hablar de Couffignal. Queramos
encontrar un pequeo emporio de riqueza, suficientemente aislado, y, despus de
habernos establecido all, saquearlo. Cuando lo encontramos, Couffignal nos pareci el
lugar ideal. Alquilamos esta casa por seis meses, con el capital justo para hacerlo y vivir
decorosamente mientras maduraban nuestros planes. Empleamos seis meses para
establecernos, reunir armas y explosivos, planear nuestra ofensiva y esperar la noche
favorable. Anoche nos pareci que era nuestra noche, y nos preparamos para realizarlo,
contra todas las eventualidades. Pero, naturalmente, no habamos previsto ni su
presencia ni su genio. Fueron simplemente otras de las imprevistas desgracias a las que
parecemos eternamente condenados".
Se detuvo y comenz a estudiarme pensativamente con sus grandes ojos, lo cual me
hizo sentirme molesto.
No est bien que me llame genio objet. La verdad es que su gente trabaj
torpemente desde el principio hasta el fin. La forma de conducir a la gente del general
hubiera arrancado una sonrisa a un hombre que no tuviera incluso experiencia militar.
Pero adems est el resto de la banda, realizando un asunto que requiere la ms alta
clase de habilidad criminal. Mire como actuaron todos a mi alrededor! Como
aficionados! Un criminal profesional con alguna inteligencia no me hubiera dejado solo
o me hubiera eliminado. No es extrao que hayan fracasado! Por lo que respecta a sus
dificultades, yo no puedo hacer nada por ellas.
Por qu? dijo muy suavemente. Por qu no puede?
Por qu debera? lo dije de una manera descorts.
Nadie sabe todava lo que usted sabe se inclin hacia m para ponerme una de
sus blancas manos sobre mi rodilla. Hay mucha riqueza en ese stano debajo del
garaje. Puede tener todo lo que pida.
Mov la cabeza.
Usted no es tonto! protest. Usted sabe...
Permtame que le saque eso de la cabeza la interrump. Podemos dejar a un
lado lo que la honestidad, el sentido de la lealtad a los que nos emplean, y as
sucesivamente, significan. Usted puede dudar de ellas, as que las dejaremos a un lado.
Soy un detective porque resulta que este trabajo me gusta. Me pagan un sueldo regular,
y podra encontrar otros trabajos en los que me pagaran ms. Incluso cien dlares ms
por mes seran mil doscientos al ao. Suponga unos veinticinco o treinta mil dlares en
los aos que me quedan hasta que cumpla los sesenta.
"Ahora renuncio a unos veinticinco o treinta mil dlares de dinero ganado
honradamente porque me gusta ser detective, me gusta este trabajo. Y cuando a uno le
gusta el trabajo procura hacerlo tan bien como puede. De otro modo no tendra sentido.
Esto es lo que soy yo. No s nada ms, no me divierte nada, ni quiero saber ni
divertirme con nada distinto. Usted no puede comparar esto con ninguna cantidad de
dinero. El dinero es una cosa buena. No tengo nada contra l. Pero en los ltimos
dieciocho aos me he estado divirtiendo cazando a criminales y resolviendo enigmas,
con lo que mi diversin es cazar a criminales y resolver enigmas. Es el nico deporte
que conozco. Y no puedo imaginarme un futuro ms agradable que unos veinte y pico
de aos haciendo lo mismo. No voy a eliminarlo de repente!
Ella movi la cabeza lentamente, inclinndola hacia abajo, de modo que sus ojos
me miraran ahora hacia arriba bajo los delgados arcos de sus cejas.
Usted slo habla de dinero dijo. Yo quiero decir que puede tener todo lo que
quiera.
Eso estaba fuera de lugar. No s de dnde sacan sus ideas estas mujeres.
Todava est equivocada le dije bruscamente, ponindome ahora de pie y
ajustndome mi muleta prestada. Usted cree que yo soy un hombre y usted una mujer.
Eso no es verdad. Yo soy un cazador de hombres y usted algo que ha estado corriendo
delante de m. No hay nada humano en ello. De la misma manera podra esperarse que
un perro de caza jurara tiernamente con la liebre que atrapa. De todos modos estamos
perdiendo el tiempo. Pensaba que la polica o los marines subiran hasta aqu
ahorrndome la caminata. Usted esperaba que regresara su gente y me atrapara. Podra
haberle dicho que los estaban arrestando cuando los dej.
Eso la impresion. Se levant y retrocedi un paso, echando una mano hacia atrs
para buscar apoyo en una silla. De su boca sali una exclamacin que no comprend.
Rusa, pens, pero un segundo despus me di cuenta que era italiana.
Arriba las manos!
Era la spera voz de Filippo. Estaba en la puerta, sosteniendo una pistola
automtica.
Levant mis manos tanto como pude sin que se cayera la muleta que me sostena,
mientras me culpaba por haber sido demasiado despreocupado, o vano, al no tener una
pistola en mi mano mientras hablaba con la muchacha.
As que sta era la razn por la que ella haba regresado a la casa. Si liberaba al
italiano, deba haber pensado, no habra ninguna razn para sospechar que l no
estuviera complicado en el robo, y de ese modo se buscara a los asaltantes entre sus
amigos. Un prisionero que por supuesto no podra habernos persuadido de su inocencia.
Le haba dado la pistola para que pudiera matar a alguien, o lo que sera mejor, para que
lo mataran a l mismo.
Mientras estaba pensando estas cosas, Filippo se haba puesto detrs de m. Su
mano libre palp mi cuerpo, tomando mi propia pistola, la suya y la que le haba sacado
a la chica.
Te propongo un trato, Filippo le dije, mientras se apartaba hacia un lado,
quedando en una posicin que formaba un tringulo con la de la muchacha y la ma.
Ests en libertad bajo palabra, pero todava tienes pendientes varios aos. Te atrap con
una pistola encima. Esto es suficiente para mandarte de nuevo a la crcel. Yo s que no
estabas mezclado en este asunto. Creo que estabas aqu para un golpe particular ms
pequeo, pero no puedo probarlo ni quiero hacerlo. Escpate de aqu, solo y neutral, y
pero no puedo hacerlo. Saldr simplemente, y usted sabe que no puede dispararme por
eso. Querra poder, pero no puede. Lo ver.
Su cara se volvi sobre sus hombros, con los ojos oscuros parpadeando, y dio un
paso hacia la puerta.
Ser mejor que no cuente con eso! la amenac.
Por toda respuesta, me sonri dulcemente. Y avanz otro paso.
Alto, idiota! le grit.
Su cara me sonri por encima del hombro. Se dirigi sin prisa hacia la puerta, con
su corta camisa de franela gris moldeando sus piernas hasta las caderas a medida que
avanzaba.
El sudor humedeci la pistola en mi mano.
Cuando tena su pie derecho en el umbral, un ligero suspiro surgi desde su
garganta.
Adieu! dijo suavemente.
Y yo le met una bala en la pantorrilla de su pierna izquierda.
Ella se sent. Plum! Una amarga sorpresa se dibuj en su cara blanca. Todava era
demasiado pronto para que sintiera dolor.
Nunca haba disparado a una mujer. Eso me causaba desazn.
Tendra que haber credo que lo hara! Mi voz son spera y salvaje en mis
odos, como si fuera la de un extrao. Acaso no le rob una muleta a un invlido?