Historia de La Opera
Historia de La Opera
Historia de La Opera
La palabra opera significa "obra" en italiano sugiriendo que combina las artes del canto
coral y solista, declamación, actuación y danza en un espectáculo escénico. Dafne de
Jacopo Peri fue la primera composición considerada ópera, tal como la entendemos hoy.
Fue escrita alrededor de 1597, bajo la gran inspiración de un círculo elitista de literatos
humanistas florentinos, conocidos como la "Camerata de' Bardi". Significantemente,
Dafne fue un intento de revivir la tragedia griega clásica, parte del más amplio revivir
de las características de la antigüedad, propio del Renacimiento. Los miembros de la
Camerata consideraban que las partes corales de las tragedias griegas fueron
originalmente cantadas, y posiblemente el texto entero de todos los roles; la ópera
entonces fue concebida como una manera de "restaurar" esta situación. Dafne se halla
perdida. Una obra posterior de Peri, Euridice, de 1600, es la primera ópera que ha
sobrevivido. El honor de ser la primera ópera que aún se presenta regularmente le
corresponde a L'Orfeo de Claudio Monteverdi, compuesta para la corte de Mantua en
1607.
Ópera Italiana
Era barroca
La ópera no iba a permanecer confinada a las audiencias cortesanas por mucho tiempo;
en 1637 la idea de una "temporada" de óperas de «interés público», sostenida por la
venta de boletos, surgió en Venecia. Monteverdi se había radicado allí, y compuso sus
últimas óperas, Il ritorno d'Ulisse in patria y L'incoronazione di Poppea, para el teatro
veneciano en la década de 1640. Su principal seguidor Francesco Cavalli colaboró en la
propagación de la ópera en Italia. En estas primeras óperas barrocas, la amplia comedia
fue combinada con elementos trágicos en una mezcla que sacudió algunas
sensibilidades educadas, apareciendo el primero de varios movimientos reformistas de
la ópera. Tal movimiento contó con el patrocinio de la Academia Arcadiana de Venecia,
que estaba asociada con el poeta Metastasio. Los libretos de este autor ayudaron a
cristalizar el género de la ópera seria, la cual se convirtió en la forma dominante de
ópera italiana hasta fines del siglo XVIII. Una vez que el ideal Metastasiano fue
establecido firmemente, la comedia en la ópera de la era barroca fue reservada para la
que sería conocida como opera buffa.
El movimiento operístico de «bel canto» floreció a principios del siglo XIX, siendo
ejemplificado por las óperas de Rossini, Bellini, Donizetti, Pacini, Mercadante y
muchos otros. Bel canto, en italiano significa "canto bello", y la ópera deriva de la
escuela estilística italiana de canto del mismo nombre. Las líneas belcantistas son
típicamente floridas e intrincadas, requiriendo suprema agilidad y control del tono.
Continuando con la era del Bel Canto, un estilo más directo y vigoroso fue rápidamente
popularizado por Giuseppe Verdi, comenzando con su ópera bíblica Nabucco. Las
óperas de Verdi resonaban con el crecimiento del espíritu del nacionalismo italiano en la
era post-napoleónica, y rápidamente se convirtió en un ícono del movimiento patriótico
(aún cuando sus propias políticas no fueron quizás tan radicales). A principios de la
década de 1850, Verdi produjo sus tres óperas más populares: Rigoletto, Il trovatore y
La traviata. Pero continuó desarrollando su estilo, componiendo tal vez la mayor Grand
Opéra francesa, Don Carlo, y culminando su carrera con dos trabajos inspirados en
obras de Shakespeare, Otello y Falstaff, las cuales revelan el gran crecimiento en
sofisticación de la ópera italiana desde principios del siglo XIX.
Fiódor Chaliapin como Ivan Susanin en Una vida por el Zar de GlinkaLa ópera fue
traida a Rusia en la década de 1730 por las compañías operísticas italianas y pronto se
convirtieron en parte importante en el entretenimiento de la Corte Imperial Rusa y la
aristocracia. Algunos compositores extranjeros como Baldassare Galuppi, Giovanni
Paisiello, Giuseppe Sarti, y Domenico Cimarosa, entre otros, fueron invitados a Rusia a
componer nuevas óperas, la mayoría, en idioma italiano. Simultáneamente algunos
músicos nacionales como Maksym Berezovsky y Dmitri Bortniansky fueron enviados al
extranjero a aprender a escribir óperas. La primer ópera escrita en idioma ruso fue
Tsefal i Prokris del compositor italiano Francesco Araja (1755). El desarrollo de la
ópera en lengua rusa fue apoyado por los compositores nativos Vasily Pashkevich,
Yevstigney Fomin y Alexey Verstovsky.
De todas maneras, el nacimiento real de la ópera rusa llegó con Mikhail Glinka y sus
dos grandes óperas Una vida por el Zar, (1836) y Ruslán y Liudmila (1842).
Posteriormente, en el siglo XIX en Rusia se escribieron obras maestras del género
operístico, como Rusalka y El convidado de piedra de Alexander Dargomischski, Boris
Godunov y Khovanshchina de Modest Mussorgsky, El Príncipe Igor de Alexander
Borodin, Evgeni Onegin y La dama de picas de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, y
Blancanieves y Sadkó de Nikolai Rimsky-Korsakov. Estos desarrollos reflejaron el
crecimiento del nacionalismo ruso a lo largo del espectro artístico, como parte del más
general movimiento eslavofílico.