Desafio Etica Cristiana Pabloconcha

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El desafo de la tica cristiana en el tiempo presente

Pablo Concha s.j.

A m entender, hay que distinguir entre los desafos que la sociedad contempornea le plantea a la Iglesia, a los a la fe, y a la tica cristiana; de los que sta encuentra en el tiempo presente, Los primeros hablan de la sociedad y la cultura, como generadores de nuevas preguntas para la concepcin cristiana del bien y lo correcto; los segundos, de la capacidad de la Iglesia para hacerse cargo de tales concepciones. Pues bien en la lnea de esta segunda perspectiva, habra que decir que una reflexin tica desde la fe en Jesucristo tiene, hoy, como su tarea principal : el deber de clarificar la magnitud y modo de accin de de la conciencia moral.por qu? Porque es imperativo dilucidar el estatuto epistemolgico de la verdad moral, es decir, el modo en que la persona conoce el bien que debe ser hecho, en su circunstancia presente. tanto, para aportar en el dilogo de la fe con las categoras del tiempo presente, como para enfrentar las gravsimas cuestiones que la aquejan en su interior.

Porque aunque pudiera pensarse en tpicos que, al menos en apariencia, dejaran ms de manifiesto la complejidad del dilogo de la moral cristiana con las categoras de la actualidad; ms all de esta cuestin tan referida a su dinmica interna. Por ejemplo, el nuevo valor del catolicismo como generador de identidad y valores; las terapias gnicas, y las cuestiones que se plantean entre tecnologa y medio ambiente. En mi opinin, la tica cristiana avanza, por momentos, temerosa y dubitante en los temas del tiempo presente, particularmente en los que tocan la libertad y capacidad de decisin de los individuos, porque tiene pendiente enfrentar de modo acabado y como resultado de los desafos levantados por el tiempo presente la pregunta por la capacidad de la razn humana, bien intencionada o conciencia para enfrentar la bsqueda del bien de la humanidad. Ms an, no creo que ser posible que la Iglesia y su propuesta tica participen, incisivamente, de las preguntas que se plantea el sujeto moderno, mientras no se clarifique esta cuestin. Y es que, aunque no

est siempre en la superficie del discurso teolgico pblico. la concepcin cristiana de la verdad moral se define, de hecho, por el conflicto entre dos corrientes contrapuestas. Por una parte, los llamados promotores de la autonoma tenoma insisten en que la conciencia, en cuanto lugar de encuentro del hombre con Dios, es la afirmacin definitiva del bien que debe ser hecho (el bien moral) y el juicio definitivo sobre todo comportamiento. Y, por otra parte, los as llamados defensores de la tica de la fe que, a la hora de juzgar cmo la sociedad occidental juzga la legitimidad de ciertos comportamientos, reiteran que la potestad de la conciencia individual debe estar sujeta al poder vinculante de algunos preceptos. En concreto, desde la promulgacin de la Humanae Vitae: a los preceptos del Declogo.

Con todo, es saludable, desde el comienzo, dejar establecido que no se trata de un conflicto entre la conciencia entendida como un absoluto respecto de s, o sea, de una conciencia que encontrara la verdad tica (el bien que debe ser hecho) en un mero acto de volcamiento sobre s. Y una conciencia siempre relativa a alguna ley o norma externa, o sea, una conciencia perpetuamente infantil; por ej :en materias de planificacin

familiar y sexualidad que son los puntos ms discutidos No. Se trata de algo mucho ms complejo y definitivo, porque para una tica cristiana que quiera seguir siendo ambas cosas, la tarea es compaginar la accin involutiva, autorreferente imprescindible de la conciencia, como nico modo razonable para

descubrir el bien que debe ser hecho, con su obligacin de someterse libremente a la Verdad que le ha dado origen y de la cual depende: la Voluntad del Seor Dios Creador manifestada en la Escritura. La cuadratura del crculo, a juicio de algunos; o el secreto de la constitucin trascendental de la naturaleza humana, para los que adhieren a las claves de la tradicin teolgico-moral Rahneriana. Intentemos profundizar en esto ltimo, un poco ms. 1) Rahner entiende a la persona humana como constitutivamente1 capaz de conocer cul es la Voluntad definitiva de Dios respecto del Bien del hombre: la Revelacin. Y de hacer que esta voluntad devenga histrico temporalmente operativa a travs del ejercicio de su razn. De aqu, sus seguidores han afirmado que en el acto de la conciencia, porque en l se responde a la pregunta por el bien que debe ser hecho, aqu y ahora. El hombre conoce, al mismo tiempo, cul bien debe ser hecho y que se trata de un bien querido por Dios ( precisamente, en cuanto que accin razonable, recta ratio). Este es el punto nuclear, no estamos hablando de la indebida espiritualizacin de la razn moral, sino del pleno ejercicio de su racionalidad: de la persona humana buscando el bien y lo correcto ante las circunstancias de su vida. 2) Ahora bien, si el dilema de la tica cristiana ha sido siempre reconocer que a veces, muchas veces, un dao debe ser tolerado por la exigencia surgida de un bien mayor. Por ejemplo, amputar un brazo con gangrena para salvar una vida; la necesidad de extirpar una trompa de Falopio en que ha anidado un feto, para salvar la vida de la madre, con la consecuente muerte de este ltimo: el caso del embarazo tubario: y otros muchos casos agrupables bajo el Paraguas del principio del doble efecto Puede decirse que ,hoy, el dilema no es qu debemos hacer ante casos de doble efecto, sino precisar cundo y hasta cundo podemos actuar cuando nuestras acciones tienen ,inevitablemente, asociadas un efecto negativo no deseado. parecidos.. Por ejemplo, en situaciones como las planteadas por el caso de Terry Schiavo y otros En mi opinin, es aqu donde adquiere plena validez lo dicho respecto al paradigma

teolgico-moral Rahneriano, porque , slo cuando se entiende a la conciencia como capacidad del individuo para reconocer el bien humano en su ms plena y definitiva expresin, o sea, como bien para la humanidad, puede concedrsele el derecho a sobreponer su juicio al imperativo de toda ley y, al mismo tiempo, exigrsele que, efectivamente, se trate de un bien para la humanidad, porque se trate de un bien que, al menos, aspire a ser bien para todos, al intentar realizar el mayor nmero posible de nuestras actuales expectativas de humanizacin. En otras palabras, slo cuando la conciencia moral se entiende como capacidad humana para conocer, incluso, el bien que Dios mismo quiere para la humanidad, podr confiarse en que la razn humana, aunque sea a trastabillones, resolver, poco a poco, todos los dilemas que el tiempo y la historia le planteen. Pero no es esta una visin un poco sectaria?por que qu pasa con
1

Cfr.Rahner,K.,Foundations of Christian Faith,p.25.

los millones que no tienen fe y, por tanto no esperan que Dios les ofrezca respuesta alguna para determinar el bien para sus vidas? S , es una respuesta desde la fe. Pero una que slo ser sectaria y excluyente si aquel que se sabe poseedor del don de la fe, cree que este lo faculta para percibir o entender algo de modo particular, que le es privativo. Pero No, y un no con mayscula, si el poseedor de la fe no la traiciona con su prepotencia infantil y se entrega a ella como un don que, ms que hacerlo distinto, lo hace hermano necesitado de todos los hombres. Como Cristo, la voz que escucha en su conciencia, ha querido ser.

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