Historia de La Ciencia

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TEMA 3

Ciencia, concepcin del mundo y tica en los orgenes de la ciencia europea moderna.
Galileo Galilei y el Dialogo sobre los dos mximos sistemas

1. La revolucin cientfica
El conjunto de fenmenos socioculturales que se conoce con el nombre de revolucin cientfica
tiene una dimensin cronolgica muy amplia (desde mediados del XVI hasta finales del XVII) y se
basa en: el desarrollo de las poblaciones urbanas, la extensin del comercio y de la industria, la
existencia de medios ms eficaces de transporte, la ampliacin de los mercados, el aumento
constante de la produccin de mercancas en funcin de la ampliacin de los mercados, la sustitucin
de los servicios forzosos por el pago al contado, la rpida difusin de la imprenta por toda Europa y
el establecimiento de relaciones intensas y permanentes entre intelectuales y cientficos del sur, norte
y centroeuropa [Problema interesante: simultaneidad de la lengua franca (el latn) y de la
implantacin de las lenguas nacionales].
Desde el punto de vista econmico puede hablarse de la configuracin de una economa-mundo
(Wallerstein); desde el punto de vista de la historia de las ideas esa poca empieza presentndose, en
Italia, como un renacimiento y se concibe luego como una gran restauracin (Bacon, Instauratio
magna, 1620).
La mutacin socioeconmica, que est en la base de la revolucin cientfica, afect primero a unas
pocas ciudades de Italia, Holanda, Alemania del norte y Espaa, luego tambin a Francia, y Gran
Bretaa; y finalmente a Dinamarca y Polonia. Se puede decir que en esta poca hubo una
interrelacin entre la resolucin de problemas prcticos que da lugar a las invenciones tcnicas, las
transformaciones tcnicas que alientan el espritu cientfico y los descubrimientos cientficos que
producen nuevos cambios tcnicos.
Francis Bacon ha considerado como arquetipos del mundo moderno tres inventos: la imprenta, la
plvora y la brjula. [Aunque, en realidad, reinvenciones: la imprenta surge en China en el siglo XI,
la plvora en el IX y la brjula en el X. Cf. Needham, Historia de la ciencia y de civilizacin en
China; y la discusin sobre la explicacin comparada de la evolucin de China y Europa desde el
siglo XVI].
El espritu cientfico-tcnico que caracteriza esta poca (sobre todo, como se ver, en sus fases
segunda y tercera) se puede sintetizar en tres palabras: mtodo, experimento y clculo. Resume bien
esto la frase de Galileo Galilei en Il Saggiatore:La naturaleza est escrita en lenguaje matemtico.

2.Fases de la revolucin cientfica.
Es habitual dividir la poca de las revoluciones cientficas en tres fases o momentos. [Panormica
general: R.Lenoble/Y.Belaval, La revolucin cientfica del siglo XVII, en Historia general de las
ciencias, al cuidado de R. Taton, vol. II (La ciencia moderna) segunda parte (El siglo XVII), pgs.
HISTORIA DE LA CIENCIA
Prof.: Fco. Fernndez Buey

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213-236. Siguen siendo interesantes las consideraciones histrico-filosficas de L.W.H. Hull en
Historia y filosofa de la ciencia captulo 5, La geometra celeste, pg. 157 y ss.].
- La primera fase, preliminar o preparatoria, de la revolucin cientfica corresponde
cronolgicamente a la poca del Renacimiento. Es la poca de Leonardo da Vinci (Manuscritos de
1491 y 1493), de Nicols Coprnico (De revolutionibus Orbium celestium, 1543), de Vesalio
(primera descripcin anatmica completa del cuerpo humano: De Humani Corporis Fabrica, 1543),
de Vannuccio Biringuccio (Pirotechnia: industria metalrgica, vidriera y qumica, 1550), de Georg
Bauer, llamado Agrcola (De re metallica, descripcin de minerales y metales), de Jean Fernel (sobre
fisiologa y patologa, 1497-1558), del mdico-filsofo Paracelso (1493-1541) y los iatroqumicos,
en Basilea.
- La segunda fase (1550-1650) se desarrolla durante la Contrarreforma y las guerras de religin, en
Francia (1560-1598), Pases Bajos (1572-1609) y Alemania (1618-1648), el establecimiento de los
Estados Generales en Holanda (1576) y la creacin de la Commonwealth (1649). Es la poca de
Giordano Bruno (1548-1600), de Tycho Brahe (1546-1601), de J. Kepler (1571-1630), de Galileo
Galilei, de Gilbert (1600, magnetismo, imantacin de la tierra), de Harvey (1628, circulacin de la
sangre). Es tambin la poca en que se plantea la cuestin del mtodo cientfico moderno: Novum
Organum, 1620; Discurso del mtodo, 1637.
Fue aqulla una poca sin igual en el plano de la astronoma y de la cosmologa. A finales del siglo
XVI Giordano Bruno propone una justificacin muy especulativa del sistema copernicano que tuvo
la virtud de llamar la atencin de sus contemporneos. La teora copernicana se convirti en tema de
conversacin y debate. Pero Bruno muri en la hoguera en 1600. A Tycho Brahe se debe el proyecto
de creacin del primer instituto cientfico que ha existido en el mundo: Uranienburgo, en la isla de
Hveen, Dinamarca. Propuso tambin un sistema copernicano con respecto a la Tierra inmvil.
Johannes Kepler, que fue inicialmente ayudante de Brahe se estableci en Praga en la corte de
Rodrigo II. A l se debe la idea de las rbitas elpticas. Una fecha de este perodo conviene recordar:
la dcada de 1620. En esos aos se sustituy la fsica de las cualidades por la Fsica cuantitativa; el
Cosmos jerarquizado por un universo indefinido y el mundo sentido de la percepcin inmediata
por el mundo pensado del matemtico (HGC cit. pg.214).
- La tercera fase corresponde ya a la poca de la Restauracin (1650-1690). Es la poca de Boyle, de
Hooke, de Huygens. Algunos historiadores de la ciencia amplan la extensin de esta fase hasta
mediados del siglo XVIII [A. Rupert Hall, La revolucin cientfica. Cf. bibiografa].

3. De Leonardo a Galileo
Se ha discutido mucho entre historiadores sobre la continuidad o discontinuidad entre Renacimiento
y revolucin cientfica. Herbert Butterfield, al comparar la revolucin cientfica del XVII con
fenmenos socioculturales de tanta importancia como el Renacimiento o la Reforma ha podido decir,
polmicamente, que, por comparacin con la revolucin cientfica estos otros han sido slo meros
episodios, simples desplazamientos internos dentro del sistema medieval cristiano. Es cierto que,
como fenmeno histrico, la revolucin cientfica de esta poca tiene un carcter que puede
considerarse nico: se trata de una revolucin que se produjo con laceraciones en el marco de la
cultura europea pero sin rompimiento, en la continuidad, y sin influencias culturales externas de
nota. En general lo que llamamos revolucin no se vivi como tal (salvo, tal vez, en unas cuantas
cabezas) sino como un fenmeno ambivalente de discontinuidad y continuidad: de ruptura con el
pasado y de retorno a las ideas de una cultura ms antigua, de mayor envergadura y ms filosfica: el
humanista que no rechaza toda autoridad anterior sino que elige ventajosamente entre autoridades
(los trabajos matemticos de Apolonio y de Arqumedes citados por Kepler) para romper el
monopolio de Aristteles y de la doctrina aristotlica.
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Si se compara la poca de florecimiento de Leonardo da Vinci (la transicin del XV al XVI) con la
poca de florecimiento de Galileo Galilei (el primer tercio del siglo XVII) es posible resaltar algunos
cambios significativos:
1. Se ha pasado de la omnisciencia del hombre del Renacimiento a la progresiva separacin de los
saberes (separacin, por ejemplo, de la astronoma y la mecnica respecto de la teologa y de la
filosofa].
2. De la mezcla de gneros (diario personal/tratado asistemtico/dibujos/diagramas/proyectos) a la
delimitacin cada vez ms precisa de los gneros (tratado para unos/dilogo para otros).
[Referencia a la lnea: Brunelleschi, Leon Battista Alberti [Tratado de la pintura y De re
aedificatoria], Piero della Francesca [De prospectiva pingendi], Luca Pacioli [Divina proporcin],
Leonardo da Vinci [Cuadernos de notas/Codice Atlantico]: Matemtica /estudio de las proporciones/
aplicaciones arquitectnicas/ estudio de la perspectiva/ aplicaciones a la pintura y a la escultura/
estudio del hombre como microcosmos/ importancia de los estudios anatmicos/ hombre medida de
todas las cosas/ ciudad pintada/ ciudad imaginada en funcin de la teora de las proporciones/ ciudad
ideal/ paso del estudio de los problemas tcnicos al estudio de problemas artsticos y a la filosofa
moral y poltica].
3. Se ha pasado de un punto de vista holstico, globalizador, totalizador, organicista, a un punto de
vista analtico. Por ejemplo, en la discusin sobre el movimiento anual de la Tierra alrededor del
Sol:Concedamos por ahora que el mundo es finito, esfrico y tiene su centro y no infinito e
ilimitado, cosa an no probada, y concentrmonos en los argumentos acerca de cul es ese centro.
Procedamos a la investigacin particular de la situacin propia de tal centro].
4. De la matemtica como correspondencia con la armona de las esferas (movimientos
concordantes, msica inaudible) a la matemtica como instrumento formal para la explicacin de un
universo (tal vez) infinito (Bruno, como afirmacin deducida del heliocentrismo copernicano;
Galileo como hiptesis todava por probar) en el que el lugar de los humanos ha perdido su papel
central.
5. De la concepcin cualitativa del movimiento (movimiento como gnesis, generacin) a la
concepcin cuantitativa del movimiento (movimiento local): critica del organicismo finalista
(teleolgico) aristotlico y afirmacin de la mecnica.
6. De la idea de movimiento absoluto a la idea de la relatividad del movimiento local.
7. De la tendencia a la humanizacin de todo lo existente a la
desmoralizacin (desantropomorfizacin) de la ciencia.
8. En la organizacin institucional de los conocimientos, de la bottega (taller) al Instituto, al
Laboratorio, a la Academia.

4. De Coprnico a Galileo Galilei
Para contextualizar el pensamiento de Galileo es de justicia hacer una referencia a Nicols Coprnico
un nombre que aparecer constemente en sus principales obras y que simboliza (al menos desde
Kant) el ms importante giro en la historia del pensamiento humano. Coprnico fue el primero que
propuso la sustitucin del cosmos cerrado y jerrquico de la Antigedad y de la Edad Media por el
universo homogeneo e infinito de los modernos. De origen polaco, haba nacido en la Pomerania
(Prusia polaca) hijo de un burgus de Cracovia. Copernico estudi en Bolonia, Padua y Ferrara.
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El punto de partida de su nueva teora de los movimientos planetarios fue el desacuerdo reinante
entre los matemticos y astrnomos para representar con exactitud los movimientos aparentes
(salvar las apariencias,dar cuenta de las apariencias, diran luego Andreas Osiander, supervisor
de la obra de Coprnico, y el propio Galileo) y permanecer fieles al principio del movimiento
circular uniforme de los cuerpos celestes (HGC cit.75). A partir de la constatacin de esta
insatisfacin Coprnico se volvi hacia aquellos autores que, como el griego Aristarco (en el siglo III
a. de C.), haban defendido la idea heliocntrica (una idea que siempre haba sido minoritaria). Hall
entonces que esta idea premita una buena explicacin de los fenmenos celestes (buena=ms
racional= ms simple). A partir de ah postul en 1543, en De revolutionibus orbium coelestium, un
sistema de esferas que giraban alrededor del sol, en vez de alrededor de la Tierra, introduciendo la
hipotesis de la rotacin de nuestro planeta y demostrando detalladamente cmo ste sistema poda
explicar todas las observaciones astronmicas.
Al parecer, Coprnico mantuvo en secreto su obra durante aos (l dice que lo que recomendaba el
poeta Horacio, 9 aos, multiplicado por 4). Parece, por otra parte, que sus observaciones
astronmicas fueron escasas y poco precisas; en la prctica su sistema entero no result mejor que el
de Ptolomeo. Las razones que tuvo para establecer su sistema fueron ms bien filosfico-msticas y
estticas, ms que cientficas:
Pienso que es mucho ms fcil creer esto que coinfundir el asunto suponiendo un enorme nmero de
esferas, como tienen que hacer quienes consideran a la Tierra en el centro. Nosostros seguimos ms bien a
la naturaleza que no produce nada que sea vano o superfluo y frecuentemente dota a una causa con
mltiples efectos [...].
En medio de todo se encuentra entronizado el Sol. Dentro de este bellsimo templo, acaso podramos
colocar a esta luminaria en alguna posicin mejor para que iluminara a la vez todo el conjunto? Con toda
justicia se le han dado /al Sol/ los nombres de la Litrerna, la Mente y el Gobernante del universo. Hermes
Trismegisto lo llam el Dios visible y Electra, la de Sfocles, lo nombraba como el Omnividente. Ads el
Sol se encuentra asentado en un trono real, gobernando a sus hijos los planetas que circulan a su
alrededor. La Tierra tiene a su servicio a la luna. Como dice Aristteles, en su De animalibus, la Luna
tiene la relacin ms estrecha con la Tierra. Por otra parte, la Tierra concibe gracias al Sol y queda
preada con una periodicidad anual.
En principio, cuando apareci la primera comunicacin de la idea de Coprnico, hacia 1533, en la
poca del papa Clemente VII, Roma no objet nada ni contra la teora ni contra el autor. Pero cuando
se public el De revolutionibus, en 1543, la cosa se complic por un prlogo (no firmado) de
Andreas Osiander (Al lector, sobre las hiptesis de esta obra) en el que, precisamente para evitar
conflictos con la Iglesia, se mantena una concepcin fenomenista de la ciencia: el nico fin de la
Astronoma es salvare apparentias, no encontrar las causas ocultas ni los movimientos reales de los
cuerpos celestes, sino slo relacionar y ordenar las observaciones por medio de hiptesis que
permitan calcular, prever y predecir las posiciobnes visibles y aparentes de los planetas. Las
hiptesis, segn esto, no tienen por qu ser verdaderas ni verosmiles sino simplemente sencillas y
adecuadas al clculo. El cardenal Roberto Bellarmino atribuy el prlogo al propio Coprnico
(quien, sin embargo, tena una conc epcin realista de la ciencia).
La difusin de la obra de Coprnico en las dcadas siguientes del siglo XVI en Alemania, Pases
Bajos, Italia e Inglaterra, fue lenta, pero no encontr grandes obstculos ni produjo grandes
conmociones hasta finales de siglo, a pesar de que contradeca implcitamente la visin de la Biblia y
de Aristteles. La Iglesia catlica parece haber advertido ese peligro, ya en la ltima dcada del siglo
XVI, a partir de las intuiciones de Giordano Bruno sobre la idea de infinitud del universo (Un
Universo infinito, inmenso y no enumerables poblado por infinitud de mundos semejantes al
nuestro, 1584, 1591); los protestantes vieron antes el peligro: Lutero y Melanchton condenaron la
nueva doctrina mucho antes que la Iglesia catlica y tambin fueron cientficos protestantes los
primeros en oponer objeciones a la teora de C. En esos aos el argumento que ms cont fue este la
teora contradeca el sentido comn y haca todo ms difcil. [Para todo esto: HGC, cit. pgs.71-90].
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La propuesta de Coprnico se concret en 1551 con unas tablas astronmicas que mejoraban los
clculos anteriores. Pero slo unos pocos astrnomos apreciaron el nuevo sistema como mtodo para
mejorar sus clculos. Las objeciones principales que se hicieron a la propuesta de Coprnico se
pueden seguir bien leyendo el Dilogo sobre los dos mximos sistemas del mundo de Galileo Galilei
(1632).
Las objeciones contra el sistema copernicano se dividan bsicamente en dos: ideolgicas y
cientficas. Las objeciones ideolgicas se basaban en la autoridad de Aristteles y en ciertos pasos de
las Sagradas Escrituras inequvocamente contrarias. Las objeciones cientficas aducan: 1 que el
sistema copernicano repugnaba al sentido comn, iba contra la evidencia que proporcionan los
sentidos del hombres; 2 que este sistema no explicaba cmo la Tierra, al girar alrededor del Sol, no
produca fuertes corrientes de viento; 3 que el sistema copernicano tampoco explicaba por qu la
Tierra, al moverse, no desviaba a los cuerpos en su cada.

5. El Dilogo sobre los dos mximos sistemas del mundo
Nacido en 1564, Galileo Galilei puede ser considerado como un cientfico-filsofo entre dos siglos.
Estuvo cientficamente activo desde la ltima dcada del siglo XVI hasta su muerte, en 1642. A
finales del siglo XVI, cuando tena alrededor de treinta aos trabajaba ya en cuestiones de mecnica
y de dinmica relacionadas con la cada de los graves, o en la resolucin de problemas tcnicos (en
1593 invent una mquina para elevar el agua), pero se interesaba igualmente por la teora
astronmica de Coprnico, se ocupaba de la cuestin de las mareas y se carteaba con Kepler. Sus
principales descubrimientos los hizo, sin embargo, en el primer tercio del siglo XVII y en l public
tambin las obras por las que ha pasado a la historia de la ciencia moderna: 1610, El Sidereus
Nuncius (Mensajero sidreo); 1613: Cartas sobre las manchas solares; 1616: Discorso del flusso e
reflusso del mare; 1622: Il Saggiatore; 1630-1632: Dilogo sobre los dos mximos sistemas del
mundo; 1633-1638: Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno a due nuove scienze. [Buena
cronologa con suficiente detalle en Antologa al cuidado de Vctor Navarro: Pennsula,
Barcelona,1991]
G.G trabaj en la redaccin del Dilogo desde 1625. Volvi a l, tras un perodo de enfermedad, en
1629 y lo acab en 1630. Ese mismo ao la obra se ley en Pisa y G. viaj a Roma para solicitar el
permiso de impresin. Esta se concluy en Florencia en 1632. Pero inmediatamente despus se
prohibi su venta y G.recibi la orden de comparecer ante la Inquisicin en Roma, donde fue
interrogado en 1633 y se le amenaz con la tortura. El 22 de junio de 1633, en el gran saln de Santa
Mara sopra Minerva, G. adjur. A partir de entonces se le concedi abandonar Roma e instalarse en
Siena.

l 5.1. Una hiptesis, una fantasa
En el Prlogo al discreto lector [Galileo, Antologa, ed. de Vctor Navarro, Pennsula, Barcelona,
1991, pg. 121 y ss.] G.G. declara que ha tomado en el discurso la parte copernicana, procediendo
en pura hiptesis matemtica e intentando por todos los medios representarla superior, no a la
[hiptesis] del reposo de la Tierra absolutamente considerado, sino [a esta hiptesis] tal y como la
defienden algunos que, de profesin peripatticos, slo conservan el nombre, contentos como estn,
sin pasear, de adorar las sombras, y no filosofando segn su propio criterio, sino trayendo a colacin
cuatro principios mal entendidos.
El prlogo trata de evitar en todo momento el enfrentamiento con la autoridad eclesistica por el
procedimiento de declarar: 1 que todas las experiencias realizadas en la Tierra son medios
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insuficientes para concluir su movilidad y pueden adaptarse indiferentemente tanto a la tierra mvil
como en reposo, 2 que si se refuerza la hiptesis copernicana es slo como si hubiera de quedar
sta absolutamente victoriosa por razones de simplificacin de la astronoma, no como necesidad de
la naturaleza, 3) que su discurso es como una fantasa ingeniosa en la que, por ejemplo, se
resuelve el problema de las mareas como si la Tierra se moviese.
En ese punto G. se permite la siguiente broma:
Espero que con estas consideraciones el mundo sabr que si otras naciones han navegado ms, nosotros
no hemos reflexionado menos, y que afirmar el reposo de la Tierra y adoptar lo contrario slo como
capricho matemtico no nace de no tener en cuenta cuanto otros han pensado sobre ello, sino de esas
razones que la piedad, la religin, el conocimiento de la divina omnipotencia y la conciencia de la
debilidad del ingenio humano nos imponen (ibid. 122).
El Dilogo mantiene siempre el mismo talante. As, por ejemplo, cuando Salviati argumenta en favor
del movimiento diurno de la tierra su conlusin contraria a la tesis tradicional la expone diendo que
estas cosas no os las presento como leyes intocables, sino como motivos que tienen alguna
verosimilitud, a lo que aade una consideracin repetidas muchas veces, ya en este siglo, por K
Popper: que entiende perfectamente que una sola experiencia o concluyente demostracin que se
tuviera en contra bastara para derribar estos y otros cien mil argumentos probables (ibib. 149). De
lo que se trata, en opinin de Galileo, es de dar cuenta de las apariencias. Ya en conclusiones,
despus de haber puesto en evidencia las opiniones tradicionales en la persona de Simplicio y de
haber defendido con mltiples argumentos la tesis heliocnttica y el movimiento de la Tierra, G.
repite todava que no pretende ni ha pretendido de otros el asentimiento que yo mismo no concedo a
esta fantasa, que muy fcilmente podis aceptar como una vansima quimera y una solemnsima
paradoja (Dilogo, en Antologa cit. pg. 217). Seguramente todo eso tiene que entenderse como
una forma de captacin de la benevolencia (del lector y de la autoridad).

l 5.2. La forma
G.G. justifica la adopcin de la forma dilogo por no estar restringido a la rigurosa observancia de
las leyes matemticas. [En este sentido, y para preguntarse qu es realmente pensamiento cientfico,
puede ser interesante la comparacin formal entre el Dialogo y los Discorsi e demostrazione
matematiche intorno a due nuove scienze]. A continuacin Galileo presenta a sus personajes:
Giovanni Francesco Sagredo, de muy ilustre familia veneciana y de agudsimo ingenio; Filippo
Salviati, el verdadero protagonista del dilogo, portavoz de las ideas del autor, presentado como
sublime ingenio que se complaca con las ms exquisitas especulaciones; y un filsofo peripattico,
a quien nada impeda tanto el conocimiento de la verdad como la fama que haba alcanzado por sus
comentarios a Aristteles, al que da el sintomtico nombre de Simplicio.
El dilogo se desarrolla en la ms pura tradicin platnica (en el texto se advierte eso, de pasada, en
un par de ocasiones), haciendo valer el instrumento socrtico de la mayutica, utilizando en los pasos
decisivos el truco formal segn el cual el cientfico renovador hace recordar al simple ignorante, de
tal manera que el paso del sentido comn (equivocado, erroneo) al pensamiento verdadero (aunque
presentado en este caso en forma de conjetura, hiptesis o fantasa) aparece como un desvelamiento
que al mismo tiempo es una reminiscencia, un recuerdo provocado de lo en realidad sabido-pero-
olvidado por la fuerza histrica de la opinin vulgar o cotidiana o por la fuerza del dogma
aristotlico.
Es importante tener en cuenta, sin embargo, que aunque el Dilogo es una refutacin en toda regla de
la cosmologa y de la dinmica aristotlica Galileo expresa varias veces en l su admiracin por el
saber de Aristteles y su habilidad como lgico y filsofo. Es ms: afirma taxativamente que el
propio Aristteles habra llegado a conclusiones semejantes a las expuestas en su hiptesis o
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conjetura si hubiera dispuesto de los datos de que se dispone en 1630. De manera que lo que impide
a los aristotlicos contemporneos aceptar la tesis heliocntrica y la nueva teora del movimiento
local es ms bin la conversin en dogma de la doctrina aristtelica, la cristalizacin en sistema de
un punto de vista que su origen pudo estar equivocado (por falta de datos y de conocimiento) pero
que no era dogmtico.

l 5.3.Del movimiento cualitativo al movimiento cuantitativo
La Jornada primera empieza con una crtica del concepto aristotlico de movimiento. De ah se pasa
a la crtica de la distincin de naturaleza entre cielo y tierra, donde niega G.G. que el movimiento
circular corresponda slo a los cuerpos celestes y afirma que conviene a todos los cuerpos naturales
mviles. En su opinin, Aristteles ha deducido mal y con error del movimiento circular lo que ha
asignado a los cuerpos celestes (ibid. 133-134). Pero, por otra parte, tambin en este paso G. afirma
la superioridad de Aristteles sobre los aristotlicos al distinguir entre mtodo de exposicin (en el
que parece que las cosas se presenten como a priori) y mtodo de investigacin (que tampoco pudo
ser, en el caso de A. muy distinto del de Galileo, pues, como dice ste, el mismo A. antepone las
experiencias sensibles a todos los razonamientos [ibid. 137-138].
Esto conduce finalmente, en el Dilogo, a la generalizacin de la crtica del organicismo finalista
aristotlico.

l 5.4. El problema del mtodo
Todava en la Jornada primera hay dos pasos interesantes para precisar el distanciamiento galileano
del punto de vista aristotlico:
1] Al criticar la distincin aristotlica (y tradicional), de naturaleza, entre cielo y tierra, que ha
conducido a postular un movimiento circular para los cuerpos (impenetrables, incorruptibles, etc.) en
los cielos y un movimiento rectilneo para los cuerpos que se mueven en el planeta Tierra, G.G
afirma que una cosa es hablar o escribir de lgica y otra actuar o comportarse lgicamente. Ese paso
(que suena de forma muy parecida a otros escritos contemporneamente por Descartes) termina con
un alejamiento radical de la lgica silogstica caracterstica de la escolstica, frente a la cual G.
defiende el papel de las matemticas a la hora de aprender a probar, a demostrar:
La lgica es el rgano con el cual se filosofa; pero de la misma manera que puede darse que un artfice
sea excelente en la fabricacin de rganos, pero indocto en hacerlos sonar, as se puede ser un gran lgico,
pero poco experto en servirse de la lgica [...] Tenemos a muchos que se saben de memoria toda la potica
y despus no aciertan ni siquiera a componer cuatro versos; y otros domninan todos los preceptos de Da
Vinci y no sabran pintar ni un taburete. No se aprende a tocar el rgano con los que saben hacer rganos,
sino con los que lo saben tocar. La poesa se aprende con la lectura continua de los poetas; a pintar se
aprende dibujando y pintando continuamente; a demostrar, con la lectura de libros llenos de
demostraciones, que son los matemticos y no los lgicos (ibid. 133).
El nuevo mtodo nace, pues, postulando la matematizacin del discurso. Esto es cosa sabida. No lo
es tanto, en cambio, o no se suele tener suficientemente en cuenta, contra qu se postula la
matematizacin del pensamiento sobre la naturaleza.El objeto de la crtica de Galileo en el Dilogo
no es principalmente la verbalizacin, la retrica, el discurso slo humanstico, y menos an el uso
de metforas, la metaforizacin, la aproximacin metafrica a los temas cientficos, cuanto la lgica
como mero juego formal, la silogstica de los peripatticos tardos porque esteriliza el pensamiento,
por el dogmatismo que conlleva.Tratndose de un filsofo realista como era Galileo, este punto de
vista expresado en el Dilogo se compace bien con la afirmacin hecha en Il Saggiatore, a saber: que
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la naturaleza est escrita en lenguaje matemtico. Si la naturaleza est escrita en lenguaje
matemtico es natural que el lenguaje usado por el filsofo realista sea tambin el matemtico. O
ms precisamente todava: el del gemetra (al hablar de aquellos libros en los que se puede aprender
a demostrar, de los libros llenos de demostraciones, G. aluda inequvocamente a los libros de los
gemetras contra los libros de los lgicos, contra la silogstica escolstica).
2/ Confirma esta interpretacin de la cosa el segundo paso aludido. En l G. argumenta su
alejamiento del proceder aristotlico en base a una combinacin de motivos que, con lenguaje de
ahora, podramos llamar retricos y cosmovisionarios:
No os preocupis --le dice Salviati a Simplicio despus de haber puesto de manifesto un paralogismo del
discurso aristotlico-- ni del cielo ni de la Tierra, ni temis por su sebversin, ni tampoco por la de la
filosofa. En cuanto al cielo, vano es que vos temis acerca de lo que vos mismo reputis inalterable e
impasible; en cuanto a la Tierra, nosotros tratamos de ennoblecerla y perfeccionarla, por cuanto que
procuramos hacerla semejante a los cuerpos celestes, y en cierto modo ponerla casi en el cielo, de donde
vuestros filsofos la han arrojado. La misma filosofa no puede sino salir beneficiada de nuestras disputas,
porque si nuestros pensamientos son verdaderos, se habrn conseguido nuevas realizaciones; si falsos, al
rebatirlos, las doctrinas anteriores recibirn ms confirmacin. Preocuparos ms bien de algunos filsofos
y ved de ayudarlos y de sostenerlos, que en cuanto a la misma ciencia, sta no puede sino avanzar (ibid.
135).
Galileo quiere dar cuenta de las apariencias, salvar las apariencias. En ese plano hay que probar o
demostrar. Para ello argumenta matemticamente (geomtricamente). Pero Galileo quiere tambin
persuadir, convencer a los otros, hacer plausible su punto de vista incluso a aquellos que tienen otra
visin del mundo. Para lo cual no duda en elaborar argumentos retricos, metacientficos o
cosmovisionarios que tienen que ver con la discusin cientfica propiamente dicha pero que la
rebasan, como ste de ennoblecer la Tierra, cuyo objeto es, precisamente, contrarrestar el prejuicio
antropomrfico todava dominante en la poca. La tesis heliocntrica era filosficamente
interpretada de ordinario por los filsofos tradicionales, a finales del XVII y durante el primer tercio
del siglo XVII, como el final de la centralidad existencial del hombre, creado a imagen y semejanza
de Dios. Tambin los historiadores de la ciencia han visto en la revolucin copernicana y en el
proceder galileano la afirmacin del naturalismo y si no el final, s, al menos, una importante
coreccin del antropocentrismo. Las acusaciones inquisitoriales presentadas contra Giordano Bruno
(que fue el primero en declarar abiertamente la infinitud de un universo heliocntrico, esto es, la idea
de un universo infinito, inmenso y no enumerable, poblado por infinitud de mundos semejantes al
nuestro) se explican en parte como una reaccin de los representantes de la cosmovisin tradicional
contra este desplazamiento del hombre terrcola del centro del universo.
Pues bien, Galileo presenta aqu las cosas como si la consecuencia filosfica del heliocentrismo
tuviera que ser precisamente la contraria: un ennoblecimiento de la Tierra y una elevacin de los
terrcolas, por as decirlo, a los cielos, contra el punto de vista de la filosofa tradicional,
aristotlica, que es interpretada ahora, con irona y, en cierto modo, con verdad, como una propuesta
de arrojamiento de la tierra fuera del sistema de los cuerpos celestes.
Es evidente que todo eso son juegos, ms o menos analgicos y metafricos, del lenguaje. Pero
juegos que tienen una gran importancia en el surgimiento de la moderna ciencia de la naturaleza
como pieza de cultura; juegos verbales que, en la obra de Galileo, acompaan a las demostraciones
matemticas y se superponen a ellas.
Vale la pena tener esto en cuenta porque cuando se afirma --con verdad-- que uno de los rasgos
caractersticos de la ciencia moderna en su origen fue el progresivo abandono de la forma de
explicacin verbal y su sustitucin por la matemtica, esta verdad slo lo es plenamente si se predica
del tutano mismo del discurso cientfico de los siglos XVI y XVII, el cual tutano vivi siempre (en
Coprnico, en Kepler, en el propio Galileo, como se ve) recubierto de huesos, tejidos y msculos sin
los que es duduso que hubiera logrado componerse una figura astronmica o cosmolgica aceptable
por quienes tenan que aceptarla, al fn y al cabo hombres (matemticos y astrnomos tambin) con
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prejuicios y recursos retricos no muy distintos de los de G. y los copernicanos en general.
El tratamiento retrico y metafrico reaparece de nuevo en la crtica metodolgica del principio de
autoridad y la afirmacin de la razn, de la libertad de pensamiento. As, en la Jornada segunda G.
argumenta a favor del movimiento diurno de la tierra.Arranca con una conocida crtica del principio
de autoridad: Pero si se abandona a Aristteles --dice Simplicio--quin servir de escolta en la
filosofa? Nombrad a algn autor.- A lo que Salviati contesta:
Hay necesidad de escolta en los pases desconocidos y salvajes, pero en los lugares abiertos y llanos slo
los ciegos necesitan guas; y quien es tal, mejor que se quede en casa. Pero quien tenga ojos en la frente y
en la mente, de sos se ha de servir como escolta /.../ Nuestros razonamientos han de versar sobre un
mundo sensible y no sobre un mundo de papel (ibid. 143-144).
Lo cual no por estar bien visto y bien dicho dejar de contradecirse: 1 con la manifiesta preferencia
de Galileo por los gemetras y matemticos (y si se profundiza, habra que decir: no por cualesquiera
de ellos) frente a los lgicos escolsticos, lo que implica siempre eligir otra tradicin por la que
guiarse (incluso en lugares abiertos y llanos); y 2 con la evidencia de que la temtica tratada no era
precisamente lugar abierto y llano, sino ms bien lugar desconocido, terreno por desbrozar,
como lo prueba el generalizado acuerdo en que, con el Dilogo y los Discorsi, estaba naciendo una
ciencia nueva,vena a la luz un nuevo mundo terico, al que no le cuadran nada, por cierto, estos
adjetivos aplicados por Galileo a los lugares que est investigando: abiertos y llanos.
Es curioso, por otra parte, que en este texto inaugural de la moderna ciencia de la naturaleza y en el
mismo contexto en el que se rompe inequvocamente con Aristteles y con el principio de autoridad
para lanzar el ilustrado atreverse a pensar con la propia cabeza, atreverse a usar las razones (no las
opiniones heredadas), aparecezca una distincin que har acto de presencia tambin en el
surgimiento de la moderna ciencia social:

l 5.5.Mtodo de investigacin,mtodo de exposicin
Salviati mantiene que si Aristteles hubiera vivido en el siglo XVII, al conocer los datos y
observaciones astronmicas, habra cambiado de opinin. Y lo argumenta considerando que el modo
de filosofar del estagirita consista en tener en cuenta tanto los sentidos como la razn natural. Es
ms: la erronea conclusin de Aristteles acerca de los cielos inalterables se habra debido a una
deduccin basada primordialmente en (falsas, equivocadas) experiencias sensibles, de manera
que ,con otros datos, esta deduccin aristotlica no habra sido hecha. Pero el aristotlico dogmtico
del siglo XVII (Simplicio) disiente de esta interpretacin y quiere que quede claro que el mtodo de
Aristteles no fue (el tendencialmente empirista y observacional) que le atribuye su contradictor:
Aristteles estableci el fundamento principal de su razonamiento a priori, mostrando la necesidad de la
inalterabilidad del cielo a partir de sus principios naturales, manifiestos y claros; lo mismo estableci
despus a posteriori, por el sentido y por las tradicional de los antiguos.
Es aqu donde Salviati=Galileo introduce una distincin tan bsica como esencial en estas cosas
(recogida tambin en el Tratado de Lgica de Port Royal, 1662): la distincin entre mtodo de
investigacin o descubrimiento y mtodo de exposicin. Dice, en efecto, Salviati:
Este que vos decs es el mtodo con el que escribi su doctrina, pero no creo que coincida con el mtodo
con que la investig, porque tengo por seguro que procurara primero, a travs de los sentidos, las
experiencias y las observaciones, de asegurarse cuanto fuera posible de la conclusin, y que despus
busc los medios de poderla demostrar, porque as se procede la mayor parte de las veces en las ciencias
demostrativas; esto es as porque, si la conclusin es cierta, sirvindose del mtodo resolutivo, fcilmente
se encuentra alguna proposicin ya demostrada, o se llega a algn principio conocido por s mismo; pero
si la conclusin es falsa, se puede proceder hasta el infinitio sin encontrar nunca ninguna verdad conocida,
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si es que no se encuentra algn imposible o absurdo manifiesto [...]Pero cualquier que fuese el proceso
seguido por A.[...] baste decir que el mismo A. antepone las experiencias sensibles a todos los
razonamientos a priori (ibid. pg.s 137-138).

l 5.6. Observacin y teora (razonamiento)
Al preguntarse por el verdadero mtodo para investigar si se puede atribuir a la tierra algn
movimiento Galileo Galilei responde: observar si en los cuerpos separados de ella se advierte
alguna apariencia de movimiento que afecte por igual a todos (Dilogo, en edicin citada pg. 145).
Pero en seguida se ve que no basta cualquier observacin.Salviati argumenta que si consideramos
slo la inmensa mole de la esfera estrellada en comparacin con la pequeez del goblo terrestre, y
pensamos despus en la velocidad del movimiento con que en un da y una noche debe efectuarse un
giro completo, parece razonable y creible que la esfera celeste sea la que da vueltas y el globo
terrestre el que permanece firme.
No basta, pues, cualquier observacin porque los sentidos nos engaan. Y nos engaan no slo
porque individual o personalmente no prestemos la suficiente atencin en la observacin
correspondiente, sino tambin porque hay impresiones o sensaciones muy compartidas entre las
gentes por muy repetidas.Cuando viajamos en un avin y miramos por la ventanilla hacia la tierra o
hacia el mar que se ve abajo, al fondo, todos los humanos tenemos la impresin de que el avin se
desplaza muy lentamente; si no hay ningn otro mvil visible en las proximidades podramos
concluir incluso, a partir de esta sensacin compartida, que la velocidad del avin es menor que la de
un autmovil que se desplaza a 150 Km/h por una autopista. Pero esta conclusin cambia en el
momento en que nuestro avin se cruza en el espacio con otro que se desplaza en direcccin
contraria a una velocidad semejante a la del nuestro.Slo entonces tomamos realmente conciencia de
algo que sabemos porque hemos sido informados de ello, a saber: que la velocidad media de un
avin comercial suele ser de 850-900 Km/hora.
Es esta otra observacin (desde otro ngulo, con otro trmino de comparacin o con algn
instrumento que altera la percepcin corriente, habitual) lo que permite tambin pensar las cosas de
otra manera, obtener otra concepcin del asunto de que se trata. En este caso la idea de realatividad
del movimiento. El movimiento es movimiento --argumenta G.-- y opera como movimiento en
tanto en cuanto tiene relacin a cosas que carecen de l; pero entre las cosas que participan
igualmente de l, nada opera y es como si no existiese (ibid. 146).
Que esta consideracin metodolgica de orden general no es una novedad explcita, sino
simplemente la alteracin del ngulo de la mirada queda de manifiesto en el texto galileano cuando
Simplicio considera tal doctrina (la de la relatividad del movimiento) buena, slida y
completamente peripattica. Es el protagonista del dilogo quien tiene que precisar un importante
matiz terico-metodolgico. Efectivamente, Galileo matiza que cuando Aristteles escribi que todo
lo que se mueve lo hace sobre alguna cosa inmvil debi haber escrito que todo lo que se mueve se
mueve respecto de alguna cosa inmvil, proposicin que no ofrece ninguna dificultad, mientras que
la otra presenta muchas.
Todava hay en el Dilogo otro paso que conviene tomar en consideracin para estudiar la cuestin
del mtodo en el surgimiento de la moderna ciencia de la naturaleza. Se puede considerar este paso
como otra forma de ver la distincin entre la investigacin por va observacional (con anlisis
reductivo) y exposicin de la teora en su conjunto o, si se prefiere, exposicion global, totalizadora
de los resultados obtenidos en la investigacin.Esa distincin acaba concretndose en otra, la que se
da entre calculismo formal para cuadrar las apariencias y reflexin filosfica sobre las partes y el
todo de un sistema cientfico.
En efecto, al tratar de los motivos por los cuales hubo tantas resistencias al sistema astronmico
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copernicano, Galileo=Salviati distingue entre el astrnomo como calculador puro y el astrnomo
filsofo; establece a continuacin que los astrnomos puros se proponen dar razn de las
apariencias de los cuerpos celestes y adaptar a stas y a los movimientos de las esferas unas
estructuras y combinaciones de crculos tales que los movimientos calculados, segn ellas
correspondan a esas mismas apariencias, importndoles poco admitir cualquier hiptesis
extravagante que de hecho sea difcil de aceptar por otros aspectos.
Tambin Coprnico intent algo as al pretender cuadrar apariencias y clculos en el marco del
sistema ptolemaico. Pero el mismo Coprnico se dio cuenta de que al querer componer
conjuntamente todas las partes individuales de la estructura result un monstruo y una quimera
compuesta de miembros desproporcionadsimos entre s y totalmente incompatibles, de modo que
si bien ello poda satisfacer al astrnomo calculador puro no daba satisfaccin ni tranquilidad al
astrnomo filsofo (ibid.209-210).
Finalmente Galileo=Salviati manifiesta en ese contexto su preferencia metodolgica a favor del
astrnomo filsofo personaliado en un Coprnico que habra llegado a la conclusin de que si con
supuestos esencialmente falsos se podan salvar las apariencias celestes, mejor podra hacerse
todava con supuestos verdaderos.
Sintomticamente tambin en el caso de la astronoma la bsqueda de supuestos verdaderos no es
una operacin formalmente calculstica sino una investigacin histrica,una bsqueda histrica: la
recuperacin de un cabo suelto en la historia de la astronoma, el de los pitagricos griegos que
atribuyeron a la Tierra la rotacin diurna. Galileo=Salviati concluye as: Viendo que el todo se
corresponda con las partes con admirable simplicidad, adopt esta nueva disposicin,
quedndose /el astrnomo filsofo/ ahora enteramente satisfecho y tranquilo (ibid. 210).

l 5.7.Las objeciones contra el movimiento de la Tierray los experimentos galileanos (mentales y
reales)
La idea de la relatividad del movimiento juega un papel central en la refutacin galileana de las
objeciones aristotlicas contra el movimiento diurno de la Tierra, como se ver a continuacin.
En la Segunda jornada G. repasa de la mano de Simplicio las principales objeciones al movimiento
de la Tierra elaborados por Aristleles, los aristotlicos y ms general las personas contrarias al
punto de vista copernicano:
1 Los cuerpos graves que cayendo de arriba abajo van por una lnea recta y perpendicular al centro
de la Tierra, lo que se considera como prueba irrefutable de que la Tierra est inmvil. Si la Tierra se
moviera, la piedra al ser arrastrada por la rotacin de la misma, recorrera muchos centenares de
codos hacia oriente y chocara con el suelo otros tantos codos lejos de la base de la torre.<Cf La
experiencia de la torre>.
2 Esto lo confirma otra experiencia hecha con una bola de plomo dejada caer desde el mastil de una
nave parada y comparando dnde cae cuando se la deja caer desde el mismo mastil de la nave en
marcha: su choque estar alejado del mstil tanto espacio cuanto la nave haya recorrido en el tiempo
de la cada del plomo (ibid. 152).
He aqu la argumentacin resumida: Como cuando la nave est quieta la piedra cae al pie del mstil
y cuando est en movimiento cae lejos del pie, por consiguiente, a la inversa, de que la piedra caiga
al pie se infiere que la nave est quieta y de que caiga lejos se argumenta que la nave se mueve; y
como lo que ocurra en la nave debe anlogamente suceder en la Tierra, del caer la piedra al pie de la
torre se infiere por necesidad la inmovilidad del globlo terreste (ibid. pag. 164)
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3 Si la tierra se moviera velozmente con movimiento circular saldran despedidas piedras, fbricas y
ciudades enteras hacia el cielo como ocurre con las partes de una rueda cuando se hace girar
velozmente una de ellas y no se hayan slidamente cogidas. En cambio, no vemos esto sino que la
arenas, las hojas y piedrecillas reposan muy quietas en la tierra (ibid. 154).
Lo que Simplicio considera un silogismo perfecto es para G. un paralogismo, una peticin de
principio. No podemos tener noticia de que la cada de la piedra desde la torre sea recta y
perpendicular si primeramente no sabemos que la tierra est firme. Pero, lo que es ms importante, la
experiencia, segn Galileo, muestra todo lo contrario de lo que se acaba de escribir: la piedra cae
siempre en el mismo lugar que la nave, tanto si est en reposo como si se mueve a gran velocidad.Y
al ser la misma causa para la Tierra que para la nave, del caer la piedra siempre perpendicularmente
al pie de la torre no se puede inferir nada del movimiento o reposo de la tierra.
Es ah donde interviene el argumento acerca de la relatividad del movimiento:
Respecto a la Tierra, a la torre y a nosotros, que nos movemos todos a la vez con el movimiento
diurno, junto con la piedra /que cae de la torre/, este movimiento es como si no existiese; resulta
insensible, imperceptible y sin accin alguna. Slo es observable aquel movimiento del que nosotros
carecemos, cual es el de bajar rozando la torre.Vois no sois el primero en resistirse con fuerza a
reconocer que el movimiento comn a varias cosas es inoperante entre ellas (ibid. 176).[Comentar
texto Un experimento crucial en pg. 177-178].
En lo que respecta al argumento de que el movimiento de la Tierra dara lugar a la demolicin de los
edificios y al lanzamiento de los animales y de los hombres hacia el cielo, G.lo refuta advirtiendo
que los ptolemaicos slo pueden dirigir este argumento contra los que habindole concedido reposo a
la Tierra por algn tiempo, de modo que los animales, las piedras y los moradores pudieran habitarla
y construirse los palacios y las ciudades, la hacen despes sbidamente mvil con la consiguiente
ruina y destruccin etc. Pero si la disputa hubiera sido contra los que hubiesen atribuido a la tierra un
tal vertiginoso giro desde su creacin, lo habra refutado diciendo que si la Tierra se hubiese movido
siempre nunca se habran podido establecer sobre ella ni animales, ni hombres ni piedras y mucho
menos fabricarse edificios y fundarse ciudades (180)
La Tercera Jornada est dedicada al movimiento anual de la tierra alrededor del sol.
En ella Salviati argumenta a favor del sistema copernicano: que no es la Tierra sino el Sol el que est
en el centro de las rotaciones de los planetas.Galileo procede con orden. Da primero una razn para
excluir a la Tierra del centro: el hecho (comprobado por el propio G. a travs de las observaciones
telescpicas) de que todos los planetas se hallan unas veces ms prximos y otras ms alejados de la
Tierra; se han observado diferencias tan grandes que, por ejemplo, Venus, cuando est muy alejado
se encuentra seis veces ms distante que cuando est muy cerca y Marte se aleja casi ocho veces ms
en un caso que en otro (ibid. 202).
A continuacin da razones de que los movimientos de los planetas de mueven en torno al Sol.
Primero, una deduccin: Marte, Jpiter y Saturno se encuentra siempre muy prximos a la Tierra
cuando estn en oposicin al Sol y muy lejanos cuando estn cerca de la conjuncin. Luego aade
una comprobacin segura:Venus y Mercurio gitrran en torno al sol por el hecho de quye nunca se
alejan mucho de l y de que se las ve unas veces debajo y otra encima, como se deduce de la
mutacin de la forma de Venus.
De todas formas, una vez ubicados los planetas en el sistema copernicano G.G sigue presentando la
conclusin de que la tierra se mueve y el sol est en reposo como la conjetura ms razonable,
porque en las esferas mviles es ms razonable que sea el centro el que est quieto que no algn
otro lugar alejado de ese centro (ibid. 206 y ss.).
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Un poco ms adelante se ocupa GG. de la objecin segn la cual mientras los otros planetas giran en
torno al Sol unicamente la tierra realiza este movimiento anual, no solitaria sino acompaada de la
Luna girando al mismo tiempo la Luna en torno a la Tierra una vez al mes. Para rebatir esta objecin
G. consider decisivo el haber podido ver por el telescopio
Jpiter como otra Tierra, dar una vuelta alrededor del Sol cada doce aos, no acompaado de una
Luna sino de cuatro [...] Concluye en este punto: Puesto que La Tierra est situada entre los
cuerpos del mundo que indudablemente e mueven en torno al Sol (sobre Mercurio y Venus y bajo
Saturno, Jpiter y Marte), ser probabilsimo y acaso necesario conceder que tambin ella gira
alrededor del Sol (ibid. 209).

INDICACIONES BIBLIOGRAFIAS

I] Textos de Galileo Galilei - [disponibles Biblioteca UPF]
Galileo Galilei, Antologa, edicin de Vctor Navarro, Pennsula, Barcelona, 1991. Introduccin y
cronologa.
Galileo Galilei, La nueva ciencia del movimiento (antologa), al cuidado de C. Azcrate, M. Garca
Doncel, J. Romo. Publicaciones de UAB y de UPC,Bellaterra, 1988.
Galileo Galilei, Discorsi e demostrazioni, edicin facsimilar de la edicin Leiden conservada en la
Biblioteca Nacional Central de Florencia, UAB/UPC, Bellaterra 1988.
Galileo Galilei, Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religin. Alianza, Madrid,
1987.

II] Sobre el concepto de revolucin cientfica
A. Rupert Hall, La revolucin cientfica:1500-1750. Crtica, Barcelona, 1985 (la primera edicin
inglesa es de 1954; revisada en 1962), Introduccin pgs. 9-37.

III] Para la contextualizacin de la obra de Galileo Galilei en el marco de las ideas cientficas
R. Taton, Ed. Historia general de las ciencias ed. cit. vol. II, La ciencia moderna, cap. II, La
revolucin copernicana pgs. 65-97.
A.C. Crombie, Historia de la ciencia. De san Agustn a Galileo, volumen 2. Madrid, Alianza, 1987,
pgs. [ver particularmente pgs.154-155 para la comparacin de los sistemas ptolemaico y
copernicano].
Herbert Butterfield, Los orgenes de la ciencia moderna. Madrid, Taurus (ltima ed.) 1982.
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A.Rupert Hall, From Galileo to Newton. Dover Publications. New York, 1981

IV] Para la ubicacin de la obra de Galileo en la historia de las ideas en general
Eugenio Garin, Galileo e la cultura del suo tempo y Galileo filosofo, en Scienza e vita civile
nel Rinascimento italiano.Laterza, Bari, 1980.
Rodolfo Mondolfo, El pensamiento de Galileo y sus relaciones con la Antigedad y el
Renacimiento, en Figuras e ideas de la filosofa del Renacimiento. Icaria, Barcelona, 1980.
Luigi Bulferetti, Galileo Galilei nella societ del suo tempo. Lacaita Editore. Manduria,1973.

V] Para la interpretacin
Johannes Hemleben, Galileo. Salvat, Barcelona, 1995 [biografa].
Alexandre Koyr, Estudios galileanos. Siglo XXI. Madrid (ltima edicin) 1990, sobre todo
captulo 3.
Stillman Drake, Galileo. Alianza, Madrid, 1992
Stillman Drake, Galileo studies: personality, tradition and revolution. University of Michigan
Press, Ann Arbor, 1970.
William R. Shea, Galileos intellectual revolution: middle periode, 1610-1632. Science History
Publication, New York, 1977 (traduccin castellana en Ariel)
T.H. Lever and W.R. Shea Eds. Nature, experiment and the sciences. Essays on Galileo Kluwer
Academic, Dordrech, 1990.
Pierre Thuillier, Experiment Galileo?, en De Arqumedes a Einstein. Las caras ocultas de la
invencin cientfica.Alianza, Madrid, 1990, volumen 2, cap.VIII.

VI] Sobre el proceso
Bertolt Brecht, Galileo Galilei, en Teatro de B.B. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de La
Habana, 1981[dramatizacin de la vida de GG].
Hans-Werner Schtt, :El proceso contra Galileo (1633). Tragedia de los errores, en Alexander
Demandt, Los grandes procesos. Ed. Crtica, Barcelona, 1990 [estudio panormico]
Pietro Redondi, Galileo hertico. Alianza, Madrid, 1990. [Polmica revisin de los motivos del
proceso a G. a partir del descubrimiento de un documento de 1624 sobre la intervencin del Colegio
Romano de los jesuitas en el origen de las acusaciones contra Il Saggiatore; segn esta versin de los
hecho el origen secreto del proceso contra Galileo habra sdo su defensa de las teoras atomistas que
socavaban el dogma tridentino de la Eucarista].
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02/08/2008 file://C:\Users\User\Documents\Download\Web DTS\tema3BUEY.htm
I. Stengers, Los episodios galileanos, en M. Serres, Historia de las ciencias, traduccin
castellana: Madrid, 1991.


TEMA 2

INDICE
Index

TEMA 4
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