Generación Replicante: Androides Con Ovejas Eléctricas?), en La Que Ridley Scott Inspiraría en 1982 Su

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Generación replicante

Como los androides de 'Blade Runner', los jóvenes occidentales


del siglo XXI tienen todo el mundo a su alcance, pero no son
amos de sus destinos. Las redes de Internet o el 'botellón' son
sus paraísos artificiales

CARLES FEIXA 18/09/2009

Quedan atrás Tarzán y Peter Pan, Gutenberg y McLuhan. Se entra en la galaxia


Gates

El 'botellón' es una especie de limbo, un espacio entre el infierno 'mileurista' y el


paraíso 'yuppy'

En 1968 -cuando la juventud buscaba la playa bajo los adoquines- Philip K. Dick
publicó una novela de ciencia-ficción con un título inquietante (¿Sueñan los
androides con ovejas eléctricas?), en la que Ridley Scott inspiraría en 1982 su
película Blade Runner. El relato gira en torno a un grupo de androides,
virtualmente idénticos al ser humano, a los que llamó replicantes, superiores en
fuerza e iguales en inteligencia a los ingenieros genéticos que los habían creado,
pero utilizados como esclavos en la peligrosa colonización de otros planetas. Tras
un motín en Marte, los replicantes buscan refugio en la Tierra, donde son
declarados ilegales y perseguidos por patrullas policiales especiales, las unidades
blade runner. La descripción que la novela hace del líder de la revuelta es
sintomática: Roy "tiene un aire agresivo y decidido", "indujo al grupo a intentar la
fuga", "robó diversos psicofármacos y experimentó con ellos", y busca "una
experiencia de grupo".

Si cambiamos Marte por el espacio escolar, la Tierra por el espacio público, los
psicofármacos por combinados etílicos, los replicantes por jóvenes al borde de la
mayoría de edad, y los blade runners por adultos al borde de un ataque de nervios,
quizá podamos encontrar alguna analogía con el moderno botellón.

La palabra "diversión" tiene una doble filiación latina: la más conocida viene de
distractione, que significa fiesta y pasatiempo, pero también remonta a diversione,
que significa divergencia y contestación. Ambos significados confluyen en los
sucesos de Pozuelo de Alarcón, en los que el botellón, más que como la causa (de
todos los males de la juventud actual) o la consecuencia (de todos los pecados de
la sociedad adulta), aparece como un síntoma, como una metáfora de la
generación que entra ahora en la universidad. Pues, como ya intuyese Walter
Benjamin en su tiempo, los estudiantes suelen reproducir en miniatura -en forma
de comedia o de tragedia- las esperanzas y los miedos de cada momento
presente.

Así como los sueños de la razón producen monstruos, el súbito despertar de una
juventud aparentemente dormida suele invocar nuestros propios fantasmas
familiares. Adolescentes acomodados rebelándose por el derecho a consumir
alcohol en el espacio público, universitarios protestando contra Bolonia, mileuristas
hiperformados condenados a la precariedad laboral, bandas urbanas provocando
pánicos morales: son las múltiples caras de una generación inquieta, que suscita,
sin términos medios, compasión o condena, ya sea en forma de prédica parental o
de carta al director. Pero si queremos ir más allá del botellón, quizá debiéramos
preguntarnos si lo que está cambiando no es el propio concepto de juventud como
fase más o menos prolongada de transición a la vida adulta. Me explicaré con un
símil literario, que alude a tres modelos distintos de juventud: Tarzán, Peter Pan y
Blade Runner.

El modelo tradicional de juventud se basa en lo que podemos denominar el


"síndrome de Tarzán". Fue inventado por Rousseau a finales del siglo XVIII y
perduró hasta mediados del siglo XX. Se basa en el eterno debate entre
naturaleza y cultura: ¿puede todo menor ser "encauzado" mediante buenas
prácticas de crianza o de socialización? El adolescente aparece como el buen
salvaje que inevitablemente tiene que ser civilizado, un ser que contiene todos los
potenciales de la especie humana, que aún no ha desarrollado porque se
mantiene puro e incorrupto. La rápida transición del juego al trabajo, la temprana
inserción profesional y matrimonial, la participación en ritos de paso como el
servicio militar, serían rasgos característicos de un modelo de adolescencia
basado en una inserción "orgánica" en la sociedad. Se trata de un relato de
juventud que narra el paso de la cultura oral a la cultura escrita, de la galaxia
Homero a la galaxia Gutenberg.

El modelo moderno de juventud se basa en lo que podemos denominar el


"síndrome de Peter Pan". Lo asumieron los felices teenagers de posguerra y fue
teorizado por los ideólogos de la contracultura (como Theodore Roszak), así como
por algunas estrellas del rock (como The Who y los Beatles). En el mundo
occidental este modelo se convirtió en hegemónico durante la segunda mitad del
siglo XX, con el telón de fondo de la sociedad de consumo y aquel capitalismo
maduro que había proclamado como lema el Forever Young. El adolescente
aparece como el nuevo sujeto revolucionario -o el nuevo héroe consumista- que se
rebela contra la sociedad adulta y se resiste a formar parte de su estructura, al
menos temporalmente. Ello se consigue alargando el periodo de escolaridad y
creando espacios-tiempo de ocio en los que los jóvenes puedan vivir su particular
País de Nunca Jamás (aunque algún día, como Wendy, acaben por regresar al
mundo real). Las lentas transiciones a la edad adulta, el alargamiento del periodo
formativo, la emergencia de "tribus" y de subculturas juveniles, serían los rasgos
característicos de un modelo de inserción "mecánica" en la sociedad. Se trata de
un relato de juventud que narra el paso de la cultura escrita a la cultura visual, de
la galaxia Gutenberg a la galaxia McLuhan.

El modelo posmoderno de juventud se basa en lo que podemos denominar el


"síndrome de Blade Runner". Emerge a finales del siglo XX y está llamado a
convertirse en hegemónico en el siglo XXI. Sus teóricos son los ideólogos de la
sociedad red -tanto los oficiales como los hackers alternativos- que preconizan la
fusión entre trabajo y ocio, entre inteligencia artificial y experimentación social, e
intentan exportar al mundo adolescente sus sueños de expansión mental,
tecnologías humanizadas y autoaprendizaje. Los adolescentes serían seres
artificiales, medio robots y medio humanos, escindidos entre la obediencia a los
adultos que los han engendrado y la voluntad de emanciparse. Como no tienen
"memoria", todavía no tienen "conciencia", y por lo tanto no son plenamente libres
para construir su futuro. En cambio, han estado programados para utilizar todas
las potencialidades de las nuevas tecnologías, por lo que son los mejor preparados
para adaptarse a los cambios, para afrontar el futuro sin los prejuicios de sus
progenitores. Pero su rebelión está condenada al fracaso: sólo pueden
protagonizar revueltas episódicas y estériles, esperando adquirir algún día la
"conciencia" que los hará adultos. Como los replicantes, tienen todo el mundo a su
alcance, pero no son amos de sus destinos. Y como blade runners, los adultos
sienten hacia ellos una mezcla de fascinación y de miedo.

El resultado es un modelo híbrido y ambivalente de adolescencia, a caballo entre


una creciente infantilización social, que se traduce en dependencia económica y
falta de espacios de responsabilidad, y una creciente versatilidad intelectual, que
se expresa en el acceso privilegiado a las nuevas tecnologías, corrientes estéticas
e ideológicas. Las transiciones discontinuas hacia la edad adulta, el retraso en el
acceso al trabajo y a la residencia, la configuración de redes adolescentes a
escala planetaria, la emergencia de paraísos artificiales como las comunidades de
Internet o el propio botellón -en el que vivir cada semana cierta experiencia de
comunidad, de aquel "divino social" teorizado por Michel Maffesoli- serían los
rasgos característicos de un modelo de inserción "virtual" en la sociedad. Se trata
de un relato de juventud que narra el paso de la cultura visual al hipertexto, de la
galaxia McLuhan a la galaxia Gates.

Tarzán, Peter Pan y Blade Runner no constituyen modelos excluyentes, sino más
bien variantes de la experiencia juvenil que pueden convivir en el momento
presente. Hoy siguen existiendo instituciones en las que predomina el modelo de
transición a la vida adulta simbolizado por Tarzán, otras en las que persiste el
modelo de resistencia a hacerse adulto caracterizado por Peter Pan, y otras en las
que emerge el modelo yo-yo representado por la figura del replicante. Si la
juventud ha dejado de ser un rito de paso para convertirse en una ritualización del
impasse (un sueño del que cuesta despertar), el botellón aparece como una
especie de limbo, un espacio liminar entre el infierno mileurista y el paraíso yuppy.
Entre la represión indiscriminada del botellón y la promoción del vinum et
circenses a cargo de las administraciones públicas, quizá exista una tercera vía
que trate a los jóvenes, no como replicantes, sino como ciudadanos capaces de
inventarse como actores sociales.

Carles Feixa es profesor de antropología social en la Universidad de Lleida y


visiting fellow en la de Newcastle (Reino Unido). Ha publicado De jóvenes, bandas
y tribus (Ariel, 4ª edición 2008).

Propuestas para el debate


1) Según el autor del texto , perteneces a la Generación “ Blade Runner”
Eres un replicante y los adultos somos “ Blade Runners”. Es
recomendable ver la película, pero si no la has visto, busca información
sobre su argumento y qué es un replicante.

2) Busca puntos en los que estás de acuerdo con las ideas defendidas por
el autor y puntos en los que estás en desacuerdo. ( Recuerda siempre
fundamentar tus puntos de vista, decir por qué estás de acuerdo y por
qué no lo estás).

3) Explica cuál es la relación de estas ideas con la idea de la culpable


incapacidad del hombre del texto de Kant. ( ver fotocopias)

4) Y para concluir: ¿ cómo puede ayudarnos la Filosofía ha dejar de ser


replicantes? ¿ Queremos seguir siendo replicantes o no?

También podría gustarte