El Proyecto de Alfabetización
El Proyecto de Alfabetización
El Proyecto de Alfabetización
Los docentes también hemos pasado por los mismos momentos que los padres,
hemos tenido la ilusión de que la mayoría de los alumnos iban a aprender a leer y a
escribir. Sobre todo en nuestros primeros años de profesión, aquellos que hemos
ejercido como maestros de Escuela Primarias Especiales. También es cierto que
llegamos antes que los padres a sufrir la desilusión por la limitada adquisición de los
alumnos de la escritura y la lectura en forma convencional y comenzamos a insistir sólo
con aquellos que veíamos que tenían mayores posibilidades. Por otra parte, hay que
reconocer que las adquisiciones de esta índole, en estos alumnos son lábiles. Esto
parecía habilitar a que todos los años se comenzara la enseñanza desde cero, como si no
supieran nada y bajo la premisa que primero debían aprender las letras para luego
formar palabras y recién escribir una sencilla oración. La enseñanza se basaba en el
sentido común de que había que comenzar por lo más simple para llegar a lo más
complejo. Sin darnos cuenta, repetíamos en nuestras prácticas la misma concepción de
enseñanza y de aprendizaje con la que nosotros mismos habíamos adquirido la escritura
y la lectura. Es decir, había una suerte de escisión entre lo aprendido teóricamente en el
profesorado, lo leído en el Currículum y planificado, con lo realizado en el aula. Sin
darnos cuenta nos enfilábamos en la misma concepción pedagógica positivista que los
padres.
A esta desilusión con relación al aprendizaje de los alumnos, se suma la propia
desilusión que sufrimos los docentes al ver desplazada la posibilidad de enseñar la
escritura, la lectura y el cálculo por la enseñanza de contenidos y el desarrollo de
actividades relacionados con los Talleres. Estos se crean teniendo en cuenta la
necesidad de los alumnos pero sin considerar las posibilidades de los docentes de
hacerse cargo. No nos olvidemos que los maestros pertenecientes al Área de Educación
Especial hemos sido formados para alfabetizar, no para desempeñarnos como profesores
en un Taller de Cocina y Repostería, de Soldadura Plática, Carpintería, Artesanías, etc.
Cabe aclarar que los contenidos inherentes a los Talleres son seleccionados a criterio de
cada maestro haciendo uso de su sentido común porque estos contenidos no tienen
ningún marco regulatorio. El abordaje de estos contenidos sólo es avalado por el
Proyecto Escuela. Además el docente de Escuelas de Formación Laboral todo el tiempo
debe manejar su grado de frustración y sumarse a la utopía (en la acepción de
inalcanzable) de que capacita a los alumnos para el mundo del trabajo, sabiendo desde
el vamos que la mayoría no será recibida por el mercado laboral competitivo aunque
existan las leyes que expresen cuáles son sus derechos.
Todo lo antedicho sirve para explicar que, debido a este cúmulo de
desilusiones, la Escuela de Formación Laboral también empezó a alejarse del mundo
letrado, por entender muchas veces que no le correspondía, porque a la pregunta del
“¿para qué enseñar a leer y a escribir?” las respuestas que encontrábamos eran poco
satisfactorias cuando no las considerábamos inútiles. A esta etapa la podemos sintetizar
con las siguientes frases: “para qué insistir…”, “ lo que no aprendió hasta ahora ya no
lo va aprender”, “para qué seguir torturándolo para que escriba”. Los alumnos
quedaban segregados del mundo letrado y sólo recibían la enseñanza de los contenidos
curriculares unas pocas horas semanales cuando tenían apoyo escolar.
En los últimos años, esto ha comenzado a cambiar aunque cada escuela enseña
“con su librito”, es decir, de acuerdo a lo que considera conveniente para sus alumnos,
sin que exista en la actualidad una propuesta común que nos nuclee como Escuelas de
Formación Laboral.