10 Milagros de Jesus

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La boda de Can

Jess acudi con los discpulos y Mara a


una boda en Can,
Mara estaba con Jess en la fiesta y se
fija en un momento determinado que ya no
haba vino y le dice a su Hijo:"no tienen
vino: Jess responde " an no ha llegado
mi hora"; se cruzan las miradas. Mara
amablemente compenetrada con su Hijo
dice en voz baja a los sirvientes: "Haced lo
que l os diga" . Entonces Jess se
levanta, y se dirige a los sirvientes y les
indica que llenen las hidrias de agua. Los
sirvientes obedecen. Y se realiza el milagro
de convertir el agua en vino. Entonces los
discpulos se dan cuenta de lo que ha
pasado.
La pesca milagrosa
Aconteci que Jess predicaba la palabra de Dios las
multitudes se agolpaban sobre l y, Jess estaba de pie junto
al lago de Genesaret,
y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los
pescadores haban salido de ellas y estaban lavando sus
redes. Al entrar l en una de las barcas, la cual perteneca a
Simn, pidi a ste que la apartase de tierra un poco. Luego se
sent y enseaba a las multitudes desde la barca.
Cuando acab de hablarles, dijo a Simn: Boga mar adentro,
y echad vuestras redes para pescar.
Simn le respondi y dijo: Maestro, toda la noche hemos
trabajado duro y no hemos pescado nada. Pero por tu palabra
echar la red. Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad
de peces, y sus redes se rompan.
Hicieron seas a sus compaeros que estaban en la otra
barca, para que viniesen a ayudarles. Ellos vinieron y llenaron
ambas barcas, de manera que se hundan.
Y Simn Pedro, al verlo, cay de rodillas ante Jess
exclamando: Aprtate de m, Seor, porque soy hombre
pecador! Por la pesca que haban logrado, el temor se apoder
de Pedro y de todos los que estaban con l, y de igual manera
de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de
Simn. Entonces Jess dijo a Simn: No temas; de aqu en
adelante estars pescando hombres.
Despus de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y le
siguieron.
El milagro de los panes y los peces
A Jess le segua una gran muchedumbre porque
vean los milagros que haca con los enfermos.
Jess subi al monte, y se sent all con sus
discpulos. Estaba prxima la Pascua, la fiesta de los
judos. Jess, al levantar la mirada y ver que vena
hacia l una gran muchedumbre, dijo a Felipe:
Dnde compraremos pan para que coman estos?
Lo deca para probarle, pues l saba lo que iba a
hacer. Felipe le respondi:
Doscientos denarios de pan no bastan para que
cada uno coma un poco.
Uno de sus discpulos, Andrs, el hermano de Simn
Pedro, le dijo: Aqu hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y dos peces; pero qu es
esto para tanta gente? Tradmelos ac y que se
siente todo el mundo.
Se acomodaron en grupos. Jess tomo los panes y
los peces, mir al cielo; los bendijo, y los parti.
Luego mand a sus discpulos que los distribuyeran
entre la multitud. Los cinco mil hombres que haba,
sin contar mujeres y nios, se saciaron de pan y
pescado. An se recogieron doce canastos de los
pedazos que sobraron.
Curacin de un leproso
Aconteci que Jess estando en la ciudad,
Se le acerca un leproso, que rogndole de
rodillas, le deca: Si quieres, puedes
limpiarme. Y compadecido Jess , extendi
la mano, le toc y le dijo: queda limpio. Y al
momento, desapareci de l la lepra y
qued limpio. Le conmin y enseguida lo
despidi, dicindole: Mira, no digas nada a
nadie; pero anda, presntate al sacerdote y
ofrece por tu purificacin lo que orden
Moiss, para que les sirva de testimonio.
Sin embargo, una vez que se fue, comenz
a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el
punto de que ya no poda entrar
abiertamente en ciudad alguna, sino que
se quedaba fuera, en lugares apartados.
Pero acudan a l de todas partes"

Curacin de un paralitico
Jess Subi a una barca, cruz de nuevo el
mar y lleg a su ciudad. Entonces, le
presentaron a un paraltico tendido en una
camilla. Al ver Jess la fe de l, le dijo al
paraltico:
- Ten confianza, hijo, tus pecados te son
perdonados.
Entonces algunos escribas dijeron para sus
adentros: Este blasfema. Conociendo sus
pensamientos, dijo:
- Por qu pensis mal en vuestros corazones?
Qu es ms fcil decir?: Tus pecados te son
perdonados, o decir :levntate y anda? Pues
para que sepis que el Hijo del Hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar los
pecados- se dirigi entonces al paraltico-,
levntate, toma tu camilla y vete a tu casa.
l se levant y se fue a su casa. Al ver esto,
la gente se atemoriz y glorifico a Dios por
haber dado tal potestad a los hombres.

Curacin de dos ciegos de Jeric
Al salir Jess de Jeric, le sigui una
gran multitud. Y he aqu, dos ciegos
que estaban sentados junto al camino,
al or que Jess pasaba, gritaron,
diciendo: Seor, Hijo de David, ten
misericordia de nosotros! Y la gente
los reprenda para que se callaran,
pero ellos gritaban ms an, diciendo:
Seor, Hijo de David, ten misericordia
de nosotros! Detenindose Jess, los
llam, y dijo: Qu queris que yo haga
por vosotros? Ellos le dijeron*: Seor,
deseamos que nuestros ojos sean
abiertos. Entonces Jess, movido a
compasin, toc los ojos de ellos, y al
instante recobraron la vista, y le
siguieron.
Jess sana a un sordomudo
Volviendo a salir Jess de la regin de Tiro,
vino por Sidn al mar de Galilea, pasando por
la regin de Decpolis.
Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron
que le pusiera la mano encima.
Y tomndole aparte de la gente, meti los
dedos en las orejas de l, y escupiendo, toc
su lengua;
y levantando los ojos al cielo, gimi, y le dijo:
Efata, es decir: S abierto.
Al momento fueron abiertos sus odos, y se
desat la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
Y les mand que no lo dijesen a nadie; pero
cuanto ms les mandaba, tanto ms y ms lo
divulgaban.
Y en gran manera se maravillaban, diciendo:
bien lo ha hecho todo; hace a los sordos or, y
a los mudos hablar

Curacin del endemoniado de Gerasa
Jess y sus discpulos llegaron a la otra orilla del
mar, a la regin de los grasenos. Apenas Jess
desembarc, le sali al encuentro desde el
cementerio, un hombre posedo por un espritu
impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie poda
sujetarlo, ni si quiera con cadenas. Muchas veces lo
haban atado con grillos y cadenas, pero l haba
roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie
poda dominarlo. Da y noche, vagaba entre los
sepulcros y por la montaa, dando alaridos e
hirindose con piedras. Al ver de lejos a Jess, vino
corriendo a postrarse ante l, gritando con fuerza:
Qu quieres de m, Jess, Hijo de Dios, el
Altsimo?. Te conjuro por Dios, no me atormentes!.
Porque Jess le haba dicho: Sal de este hombre,
espritu impuro!. Despus le pregunt: Cul es tu
nombre?. l respondi: Mi nombre es Legin,
porque somos muchos. Y le rogaba con insistencia
que no lo expulsara de aquella regin. Haba all una
gran piara de cerdos que estaba paciendo en la
montaa. Los espritus impuros suplicaron a Jess:
Envanos a los cerdos, para que entremos en ellos.
l se lo permiti. Entonces los espritus impuros
salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y
desde lo alto del acantilado, toda la piara unos dos
mil animales- se precipit al mar y se ahog.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la
ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qu
haba sucedido. Cuando llegaron a donde estaba
Jess, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al
que haba estado posedo por aquella Legin, y se
llenaron de temor. Los testigos del hecho les
contaron lo que haba sucedido con el endemoniado
y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a
Jess que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que haba
estado endemoniado le pidi que lo dejara quedarse
con l. Jess no se lo permiti, sino que le dijo :
Vete a tu casa con tu familia, y annciales todo lo
que el Seor hizo contigo al compadecerse de ti. El
hombre se fue y comenz a proclamar por la regin
de la Decpolis lo que Jess haba hecho por l, y
todos quedaban admirados.

La hija de Jairo
Pasando otra vez Jess en una barca a la otra orilla, se
reuni alrededor de l una gran multitud; y l estaba junto
al mar. Viene uno de los jefes de la sinagoga de nombre
Jairo, y, al verlo, se echa a sus pies, y le suplica con
insistencia diciendo: mi hija esta en las ltimas. Ven, impn
tus manos sobre ella para q se salve y viva.
Todava estaba l hablando, cuando llegan desde la casa
del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; para
qu molestas ya al Maestro? Jess, al or lo que hablaban,
dice al jefe de la sinagoga: No temas, tan slo ten fe.
Llegan a la casa del jefe de la sinagoga, y ve el alboroto, y
a los que lloraban y a las plaideras. Y al entrar, les dice:
Por qu alborotis y estis llorando? La nia no ha
muerto, sino que duerme. Y se rean de l. Pero l,
haciendo salir a todos, toma consigo al padre y a la madre
de la nia y a los que le acompaaban, y entra donde
estaba la nia. Y tomando la mano de la nia, le dice:
Talita qumi, que significa: Nia, a ti te digo, levntate. Y en
seguida la nia se levant y se puso a andar, pues tena
doce aos. Y quedaron llenos de asombro. Les insisti
mucho en que nadie lo supiera, y dijo que dieran de comer
a la nia.

Resurreccin de Lzaro
Haba un enfermo llamado Lzaro, de Betania, la aldea de Mara
y de su hermana Marta. Mara era la que ungi al Seor con
perfume y le sec los pies con sus cabellos; su hermano Lzaro
haba enfermado. Entonces las hermanas le enviaron este recado:
-Seor, tu amigo Lzaro a quien tanto amas, est enfermo.
-Esta enfermedad no es de muerte, sino para glorificar al Hijo de
Dios -coment Jess con sus Apstoles.
Pasados dos das les dijo que deban regresar a Judea porque
Lzaro haba muerto. Se pusieron en camino y cuando ya estaban
cerca de Betania, Marta, que haba sabido que llegaba Jess, sali
a su encuentro dicindole.
-Seor, si hubieras estado aqu mi hermano Lzaro no habra
muerto...
-Resucitar a tu hermano -le prometi Jess.
Marta avis a su hermana Mara que el Maestro estaba all, y que
la llamaba. Los judos que haban venido de Jerusaln a darles el
psame y estaban en la casa pensaron que iba al sepulcro y la
acompaaron. Mara, al llegar donde estaba Jess, se postr
llorando a sus pies al tiempo que se quejaba igual que su hermana.
Jess se conmovi y tambin llor.
-Dnde lo habis puesto? -pregunt.
-Ven, Seor, y lo vers.
Cuando llegaron al sepulcro hizo que retiraran la losa de piedra
que tapaba la entrada. Marta le advirti que ya ola mal, pues hacia
cuatro das que estaba muerto. Jess mir al cielo en oracin y
luego exclam en voz alta:
-Lzaro, ven afuera!
Al instante apareci de pie en la puerta. Jess orden que le
quitaran las vendas para que pudiera caminar.

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