Ts Eliot. Tradición y Talento Individual
Ts Eliot. Tradición y Talento Individual
Ts Eliot. Tradición y Talento Individual
no se le juzgar tan bueno como los muertos, o mejor o peor que ellos; y desde luego, no se le
juzgar de acuerdo con cnones de crtica en desuso. Se emitir un juicio, una comparacin, en
los cuales dos cosas se midan una a la otra. Adecuarse solamente sera para la nueva obra no
adecuarse del todo; al no ser nueva, una obra de arte no sera tal. Y ntese que no
consideramos que lo nuevo sea ms valioso porque logre adecuarse; pero su adecuacin es una
prueba de su valor, una prueba, claro est, que slo se puede aplicar lenta y cautelosamente,
pues ninguno de nosotros es juez infalible de la conformidad. Decimos: parece adecuarse, y es
quiz individual, o parece individual, y acaso se adecue; pero difcilmente hallaremos que es
una y no la otra.
Procedamos a una exposicin ms inteligible de la relacin entre el pasado y el poeta: ste no
puede tomar el pasado como un bulto, una masa indiscriminada; tampoco puede formarse
totalmente basndose en uno o dos seres que personalmente admira, o en un periodo concreto
de su preferencia. Lo primero resulta inadmisible; lo segundo es una experiencia importante de
la juventud, y lo tercero es una compensacin placentera y bastante deseable. El poeta debe
estar muy consciente de la corriente principal, que no fluye, nica e invariablemente, a travs
de las ms distinguidas reputaciones. Debe tener plena conciencia del hecho obvio de que el
arte nunca mejora, pero que la materia del arte no es exactamente la misma en todos los casos.
Debe darse cuenta de que la mente de Europa la mente de su propio pas, una mente que
con el tiempo l aprender a valorar como algo mucho ms importante que la suya propia, es
una mente cambiante, y que, este cambio es un desarrollo que no abandona nada en route, que
no considera anticuados a Shakespeare, a Homero, o al dibujo sobre piedra de los peones de
Magdalen. Que este desarrollo, acaso este refinamiento ciertamente, esta complicacin, no
significa, desde el punto de vista del artista, ningn mejoramiento. Quiz ni siquiera un
mejoramiento desde el punto de vista del psiclogo, o al menos no al grado que lo imaginamos;
tal vez, a fin de cuentas, slo se base en una complicacin en cuanto a economa y maquinaria.
Pero la diferencia entre el presente y el pasado es que el presente consciente es la conciencia del
pasado de una manera y a un grado tal en que la conciencia personal del pasado no puede
mostrarse.
Alguien ha dicho: Los escritores muertos nos parecen remotos porque nuestro conocimiento
es mucho mayor que el suyo. Precisamente. Y son ellos lo que conocemos.
Me llama la atencin una objecin muy comn a aquello que claramente constituye una parte
de mi programa para el mtier de la poesa. La objecin consiste en que la doctrina requiere de
una ridcula cantidad de erudicin (pedantera), exigencia que puede rechazarse por apelacin
a las vidas de los poetas en cualquier pantheon. Incluso se afirmar que demasiado aprendizaje
mata o pervierte la sensibilidad potica. Si bien seguimos creyendo que un poeta debe saber lo
suficiente, siempre y cuando no afecte su necesaria receptividad y su necesaria pereza, no
resulta deseable confinar al conocimiento a todo aquello que pueda caber en una frmula til
para los exmenes, los salones, o incluso, para los pretenciosos alcances de la publicidad.
Habr quien pueda absorber el conocimiento, y habr lentos que deban adquirirlo con el sudor
de su frente. Shakespeare extrajo ms historia esencial de Plutarco, que la mayora de los
hombres podra absorber de la totalidad del Museo Britnico. Hay que insistir, por tanto, en
que el poeta desarrolle o procure la conciencia del pasado, y luego contine desarrollndola a lo
largo de su carrera.
Su vida ser un continuo renunciar a lo que l es en el momento, en pro de algo mucho ms
valioso. El progreso de un artista constituye un ininterrumpido sacrificio personal, una
constante extincin de la personalidad.
Queda por definir este proceso de despersonalizacin y su relacin con el sentido de la
tradicin. En esta despersonalizacin puede decirse que el arte alcanza la condicin de ciencia.
As pues, los invito a considerar, como una analoga sugerente, la accin que tiene lugar cuando
un finsimo fragmento de platino se introduce en una cmara que contiene oxgeno y sulfuro
bixido.
II
La crtica honrada y la apreciacin sensible, se dirigen siempre a la produccin potica, no al
poeta. Si escuchamos el confuso vocero de los crticos de peridicos y los susurros de las
repeticiones populares consiguientes, oiremos mencionar los nombres de los poetas en gran
nmero; si buscamos no un mero conocimiento libresco, sino el goce de la poesa, y pedimos un
poema rara vez lo encontraremos. He tratado de destacar la importancia de la relacin entre un
poema y los dems a travs de otros autores, y he sugerido la concepcin de que la poesa sea
un todo vivo, que incluya la potica que ha sido escrita en todos los tiempos. El otro aspecto de
esta teora impersonal de la poesa es la relacin del poema con su autor.
Y yo insinu, por un una analoga, que la mente del poeta maduro difiere de la del inmaduro,
no precisamente en cualquier valoracin de su personalidad, no siendo necesario que sea
ms interesante, o que tenga ms que decir, sino ms bien que sea un instrumento ms
finamente acabado, en el cual sentimientos especiales o muy variados, tengan libertad para
entrar en nuevas combinaciones.
La analoga era de tipo cataltico. Cuando los dos gases previamente mencionados, se mezclan
en presencia de un filamento de platino, forman sulfuro cido. Esta combinacin slo puede
realizarse si el platino est presente; sin embargo, el nuevo cido formado no contiene
absolutamente nada de platino, y el platino no ha sido, en apariencia, afectado; ha quedado
inerte, neutral, invariable. La mente del poeta es la hebra del platino. Puede operar parcial o
exclusivamente sobre la experiencia del hombre mismo; pero, mientras ms perfecto sea el
artista, tanto ms completamente separados en l, estarn, el hombre que sufre y la mente que
crea; y con ms perfeccin digerir la mente y transformar las pasiones, que son sus
materiales.
En la experiencia, percibiremos que los elementos que entran a la presencia de los
catalizadores que efectuarn la transformacin, son de dos clases: emociones y sentimientos. El
efecto de la obra de arte sobre la persona que la goza es una experiencia diferente en su
cualidad de cualquiera otra experiencia no artstica. Podr estar formada por una emocin o
podr ser una combinacin de varias; y distintos sentimientos, inseparables para el escritor en
palabras, frases o imgenes determinadas, pueden agregarse para obtener el resultado final. O
podr confeccionarse una poesa de alto vuelo, sin el empleo directo de emocin alguna:
compuesta solamente a base de sentimientos. El Canto XV del Inferno (Brunetto Latini) es la
obra de la emocin que en la situacin se evidencia; pero el efecto, aunque nico, como en
cualquiera obra de arte, se obtiene por una considerable complejidad de detalles. El ltimo
cuarteto presenta una imagen, un sentimiento unido a una imagen, que lleg, y no fue un
simple resultado de lo anterior, sino que permaneci quiz suspenso en la mente del poeta,
hasta que surgi la combinacin oportuna y propicia a su incorporacin. La mente del poeta es,
en el hecho, un receptculo para reunir y acopiar innumerables sentimientos, frases, imgenes
que permanecen all, hasta que logran combinarse todas las partculas indispensables para
constituir una nueva aleacin.
Si se comparan varios de los mejores pasajes de la poesa, se ver cun grande es la variedad de
tipos de combinaciones, y tambin cmo cualquier criterio semi-tico de sublimidad yerra
completamente la nota. Porque los componentes no son la grandeza, la intensidad de las
emociones, sino la intensidad del proceso artstico, la urgencia, por decirlo as, bajo la cual se
realiza la fusin y cuenta efectivamente en el resultado. El episodio de Paolo y Francesca
emplea una emocin definida, pero la intensidad de la poesa es algo enteramente distinto de
Por consiguiente, tenemos que admitir que la emocin recolectada en tranquilidad es una
frmula inexacta. Pues no es emocin ni recoleccin ni, sin torcer el sentido, tranquilidad. Es
una concentracin, algo nuevo que resulta de la acumulacin de una gran cantidad de
experiencias, las que para una persona prctica y activa, no pareceran en modo alguno
experiencias, es una concentracin que no se realiza conscientemente o como producto de una
deliberacin. Estas experiencias no son recolectadas, y se unen finalmente en una atmsfera
que es tranquila slo en cuanto es una atencin pasiva del acontecimiento. Por supuesto que
la historia no termina aqu. Hay una gran proporcin, en la elaboracin de la poesa, que debe
ser consciente y deliberada. En suma, el mal poeta es generalmente inconsciente all donde
debe ser consciente, y consciente donde debiera ser inconsciente. Ambos errores lo llevan a
hacerse personal. La poesa no consiste en dar rienda suelta a las emociones; no es la
expresin de la personalidad sino una liberacin de la personalidad. Pero, por cierto, slo
aquellos que tienen personalidad y emociones, saben lo que significa querer liberarse de estas
cosas.
III
Este ensayo se propone detenerse en las fronteras de la metafsica o del misticismo y limitarse a
extraer conclusiones tan prcticas que puedan ser aplicadas por las personas responsables e
interesadas en la potica. Trasladar el inters desde el poeta a la produccin potica, es un
objeto muy laudable: pues nos llevara a una estimativa ms justa de la verdadera poesa, de la
buena y de la mala. Hay muchas gentes que aprecian la expresin sincera de la emocin en
vano, y hay un grupo ms pequeo de personas en condicin de apreciar la excelencia tcnica.
Pero muy pocos saben cundo hay una expresin de emocin significativa, una emocin que
deriva su vida del poema y no de la historia del poeta. La emocin del arte es impersonal. Y el
poeta no puede alcanzar esta impersonalidad, sin darse por entero a la tarea que realiza. Y
difcilmente sabr l lo que debe hacerse, a menos que viva en lo que no sea un mero presente,
sin el momento actual del pasado, salvo que tome conciencia, no de lo que est muerto, sino de
lo que ya tiene vida.