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Jos Palomares
Instituto Felipe Sols
Cabra (Crdoba)
Resumen
Este artculo propone una introduccin a la lectura comparada de la concepcin
del flamenco y el cante jondo en la obra de tres autores: Blas Infante, Federico Garca
Lorca y Rodolfo Gil Benumeya.
Palabras clave
Flamenco, cante jondo, Blas Infante, Federico Garca Lorca, Rodolfo Gil
Benumeya.
Abstract
This article aims to propose an introduction to the compared reading of flamenco
and cante jondo in the work of three authors, Blas Infante, Federico Garca Lorca, and
Rodolfo Gil Benumeya.
INFANTE, B., Orgenes de lo flamenco y secreto del cante jondo [1929-1933], rec. por Manuel
Barrios, Sevilla, Junta de Andaluca-Consejera de Cultura, 1980, p. 36. Vid. CRUCES ROLDN, C.
(ed.), La bibliografa flamenca, a debate, Sevilla, Centro Andaluz de Flamenco, 1998.
En cuanto al cante jondo, Infante precisa que hasta principios de este Siglo
Veinte, no alcanza este nombre de jondo, como equivalente de flamenco, una
aceptacin general en el uso y en los escritores10. Y apostilla: Cante flamenco, dicen
tambin al cante hondo. Por gitano? Dnde est la prueba de que a los gitanos les
llamen flamencos11. Esto es, el de Casares censura la asociacin entre flamenquismo y
gitanera12, pero apenas incide en el binomio flamenco cante jondo.
7
Op. cit., p. 39. Represe en que Infante se refiere a la palabra y no al cante en s, cuya acta de
nacimiento suele situarse [] hacia 1780 en la comarca comprendida entre Cdiz, Jerez y los Puertos
(R. Molina la extiende hasta Lucena y Sevilla para poder incluir a los gitanos de Triana), naciendo en esta
zona el 80% de las formas, de las cuales se cuentan hasta 40 (algunas con cuarenta o cincuenta modos
distintos) [] (FANJUL, S., op. cit., p. 179). Cf. LAVAUR, L., Teora romntica del cante flamenco,
Madrid, Editora Nacional, 1976.
8
INFANTE, B., Andaluca. Teora y Fundamento Poltico, textos recopilados y editados por el
exministro de Trabajo y Asuntos Sociales Manuel Pimentel y por Antonio Manuel Rodrguez, Crdoba,
Almuzara, 2008, p. 96.
9
Op. cit., p. 181; Vid. tambin Gitanos y moriscos: verdad y ficcin, en De mudjares a
moriscos: una conversin forzada. Actas del VIII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel,
Instituto de Estudios Turolenses / Centro de Estudios Mudjares, 2003, vol. I, pp. 7-26; BARRIOS
AGUILERA, M., Granada morisca, la convivencia negada, Granada, Comares, 2002; JIMNEZ
LOZANO, J., Sobre judos, moriscos y conversos: convivencia y ruptura de las tres castas, Valladolid,
mbito Ediciones, 2002.
10
Op. cit., p. 129. Cf. SORIA ORTEGA, A., Testimonios literarios del Cante Jondo (siglos XIX
y XX), en Actas del XI Congreso Nacional de Actividades Flamencas, Granada, Pea la Platera, 1983,
pp. 57-75.
11 Op. cit., p. 171. Vid. LAFUENTE, R., Los gitanos, el flamenco y los flamencos, Barcelona,
Editorial Barna, 1955; GRANDE, F., Memoria del flamenco, Madrid, Espasa Calpe, 1979, 2 vols.;
GONZLEZ CLIMENT, A., Flamencologa, Crdoba, Ediciones de la Posada, 1989; LEBLON, B.,
2.
Las diferencias esenciales del cante jondo con el cante flamenco consisten
sencillamente en que el origen del primero hay que buscarlo en los primitivos sistemas
musicales de la India; es decir, en las primeras manifestaciones del canto, mientras que el
segundo, consecuencia del primero, puede decirse que toma su forma definitiva en el siglo
dieciocho.17
Pero cabe aadir que la lucha tambin se libra entre los conceptos de realidad y
estereotipo (i. e., flamenquismo); vale decir, entre el cante primitivo, puro, y los clichs
de Malvaloca o La Lola se va a los puertos20. El contexto sociolgico y literario de la
Arquitectura lorquiana es, pues, tan polidrico como complejo, de ah que resulten
erradas sobre simplistas algunas afirmaciones recientes sobre el flamenco en Lorca:
Con l [Manuel Machado], el Flamenco se hace alma del pueblo, sencillo, annimo,
y se funde con el neopopularismo, dando lugar al nacimiento de la llamada Generacin del
27, cuyos miembros bebern en la lrica populista de Manuel Machado, hermanndose dos
lenguajes alineados e idnticos: la msica tan racial, tan andaluza, de don Manuel de Falla,
y la poesa enduendada, honda, de garca (sic) Lorca, y es, entonces, cuando, en verdad, se
abre una autntica puerta a su estimacin y valorizacin y una cumbre de entusiasmo (con
sentido universal) del cante flamenco, con la apoyatura de casi todos los Poetas del 27 y
sus secuelas21
22
Cit. en GARCA LORCA, F., Poema del Cante Jondo. Romancero gitano, edicin de Allen
Josephs y Juan Caballero, Madrid, Ctedra, 2003, pp. 73-74.
23
Nos preguntamos si Gil Benumeya conoca el texto de Quintiliano, Inst. Orat., I, 4: Sed mihi
locum signare satis est. Non enim doceo, sed admoneo docturos.
24
GIL BENUMEYA, R., Claroscuro andaluz, Madrid, Editora Nacional, 1966, pp. 97-128.
25
Op. cit., p. 100. Fue Mximo Jos Kahn (Medina Azara) quien relacion el cante jondo con el
mundo hebreo en Cante jondo y cantares sinagogales, Revista de Occidente, 8, octubre de 1930, pp. 5384. Vid. STEINGRESS, G., El trasfondo bizantino del cante flamenco. Lecciones del encuentro del
flamenco andaluz con el rebtico greco-oriental, Trans. Revista Transcultural de Msica, 10, 2006
[http://www.sibetrans.com/trans/trans10/steingress.htm. Fecha de consulta: 27.10.2009]. Del mismo
autor, vase Sobre flamenco y flamencologa (escritos escogidos 1988-1998), prlogo de Manuel Ros
Ruiz, Sevilla, Signatura Ediciones de Andaluca, 1998.
Y es que el judasmo es otra de las claves, un tanto desatendida por la crtica, del
pensamiento infantiano. Se trata de una idea compleja que obsesion a Infante, segn l
mismo confiesa, a partir de su viaje a Aghmat en 1924, que culmina, como es sabido,
con la polmica shahda, que tantos ros de tinta ha hecho correr. Escribe Blas Infante:
Pues durante todo el tiempo que estuvimos en la tumba arruinada, que cuidaba un
descendiente de Al Motamid, de la familia campesina de Agmat-Omar, yo me senta
obsesionado por una idea que all brot en el silencio conmovido de mi ser, idea que se
expresaba en esta palabra insistente que en aquellos instantes no me poda explicar:
Judo. [] En efecto, como el pueblo judo es el pueblo andaluz, arrojado fue de su
patria por el espritu del imperio romano, representado por los reyes espaoles, y unos
moran, todava, en hermanos o extraos pases y otros, los que quedaron y los que
volvieron, los jornaleros moriscos que habitan el antiguo solar, apartados son
inexorablemente de la tierra que enseorean, an, sus conquistadores. Y es preciso unir a
unos y a otros. Los tiempos cada da sern ms propicios.27
Este discurso del judo errante es paralelo al del morisco. Como ha recordado
Gonzlez Alcantud: El pensamiento de Blas Infante transcurre por el camino del
xodo, de la errancia, para traer a colacin el cuarto pilar de su pensamiento, el
judasmo []28. Pero Blas Infante no percibi, al decir de Rodolfo Gil Benumeya en
su Marruecos Andaluz (1943), que [] el cristiano poda hacerse moro o el moro
cristiano; pero [para] ser judo haba que nacer en esa raza. Este error de bulto fue la
ruina de aquel regionalismo, eco romntico de una Andaluca irreal29.
4. Flamenco, jondo y gitano: la mixtificacin que no cesa
Blas Infante, al hablar de una textura mlica y de un melos popular
universalista, apostilla: Cada pueblo ha aprendido el mismo concepto, mediante una
intuicin esttica semejante. Varan solo los accidentes de los smbolos expresivos30.
El mismo concepto? Oigamos a Lorca:
Una de las caractersticas ms notables de los textos del cante jondo consiste en la
ausencia casi absoluta del medio tono. Tanto en los cantos de Asturias como en los
castellanos, catalanes, vascos y gallegos se nota un cierto equilibrio de sentimientos y una
26
De otro lado, para Infante: No hay, segn el sentir popular, coplas gitanas y
coplas andaluzas, sino modos de cantar una misma copla, de manera ms o menos
gitana32.
Por su parte, Gil Benumeya, lejos tambin de identificar flamenquismo y
gitanera, nos advierte del error de creer que el cante sea creacin o expresin de la
raza cal, si bien reconoce las indudables aportaciones gitanas33. En efecto, en un
sucinto recorrido histrico desde Ziriab34 a Falla, seala que:
En cuanto al jondo y el flamenco anmicos, los gitanos aportaron para lo primero
su propia propensin al misterio y el recelo hacia el sino, mientras para el flamenco se
verta su expresin en un ruidoso frenes.35
Op. cit., p. 145. Cf. el artculo de Conrado del Campo La cancin popular en Espaa, en el
volumen de J. M. Gershberg Observando Espaa (Madrid, Imprenta de Pueyo, 1922). Vid. LUNA, J. C.
de, De cante grande y cante chico, Madrid, Talleres Voluntad, 1926.
32
Op. cit., p. 125. Cf. LAFUENTE, R., Los gitanos, el flamenco y los flamencos, Barcelona, 1955.
33
Y es que la conexin y confusin entre flamenco, cante jondo y gitano an segua latente en
el tiempo en que Gil Benumeya redacta su Claroscuro andaluz. Vase cmo se expresa en 1960 Juan de
la Plata, director de la Seccin de Flamencologa del Centro Cultural Jerezano, en un artculo publicado
en el diario ABC ante el vigsimo sptimo aniversario de la muerte de Manuel Torre: Don Antonio
Chacn [] no cantaba mejor ni ms flamenco que Manuel Torre. El enigma radicaba en que Torre era
gitano; Chacn, no. [] Pero Manuel Torre no tiene maestros. Sencillamente, porque canta ms gitano y
ms flamenco que todos los maestros de entonces. [] Muere Manuel Torre en 1933, y el cante jondo
sufre su definitivo colapso de muerte (ABC, Sevilla, 27/07/1960, p. 7).
34
Ziryab escribe invent diez mil canciones, que constituyeron la base de la msica andaluza,
pero siempre ajustada a los veinticuatro modos clsicos. Sus continuadores ms clebres fueron
Mukkaddam-Benmuafa-el-Kabri (siglo X), granadino inventor de la Muguassaha, y el poeta Ubada, de
Almera (Ni Oriente ni Occidente: el universo visto desde el Albayzn, Madrid, Compaa
Iberoamericana de Publicaciones, s.f. [pero 1930], p. 253). Contamos tambin con la edicin facsmil,
con prlogo de Rodolfo Gil Grimau y estudio preliminar de Jos Antonio Gonzlez Alcantud, Granada,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada, 1996.
35
Op. cit., p. 110. Pero lo mismo para el sentir popular que para el criterio del ilustrado, lo
flamenco trasciende a misterio (ibidem, p. 106). Vid. GARCA CHICN, A., Valores antropolgicos
del cante jondo, Mlaga, Diputacin Provincial, 1987.
36
Claroscuro andaluz, op. cit., pp. 123-124.
[] son ellos los que llegando a Andaluca unieron los viejsimos elementos nativos
con el viejsimo indio que ellos traan y dieron las definitivas formas a lo que hoy llamamos
cante jondo.37
tomos.
41
Cf., sin embargo, Figuras del cante jondo. La Nia de los Peines. Los cuyanos, Sevilla,
Imprenta Bergali, 1930 [s. n.]. Ese chorro de sangre tambin lo encuentra Lorca en Manuel Torre, a
quien dedica las Vietas flamencas del Poema del Cante Jondo: A Manuel Torres (sic), Nio de
Jerez, que tiene tronco de Faran. Sobre Manuel Torre, el hombre de mayor cultura en la sangre que
he conocido, escribe en Juego y teora del duende: Cada arte tiene, como es natural, un duende de
modo y forma distinta, pero todos unen races en un punto de donde manan los sonidos negros de Manuel
Torre, materia ltima y fondo comn incontrolable y estremecido leo, son, tela y vocablo. El origen de
la dedicatoria est en la velada flamenca que coste Snchez Mejas con motivo del homenaje a Gngora
en Sevilla. All estaba el Nio de Jerez, como recuerda Alberti en La arboleda perdida: Aquella misma
noche, y con seguridad y sabidura semejantes a las que un Gngora o un Mallarm hubieran demostrado
al hablar de su esttica, nos confes a su modo que no se dejaba ir por lo corriente, lo demasiado
conocido, lo trillado por todos, resumiendo al fin su pensamiento con estas magistrales palabras: En el
cante jondo susurr, las manos duras, de madera, sobre la rodilla lo que hay que buscar siempre, hasta
10
Granada, Universidad de Granada (Ctedra Manuel de Falla), 1962; MERCADO, J., La seguidilla
gitana: un ensayo sociolgico y literario, Madrid, Taurus, 1982.
49
Obras completas, III, p. 504. Cf. MAURER, op. cit., p. 240.
50
Op. cit., p. 114.
51
El grito, Poema del Cante Jondo, ed. cit., p. 148.
52
Ay!, ibidem, p. 158. El grito, lnea que divide la desesperacin ante la muerte y el instante
pletrico de vida que la antecede, es una explosin del ser, un momento que recupera la intensidad y
suspende el tiempo; de esa fractura, ruptura de la continuidad, surge la catarsis. El ahora estalla en mil
fragmentos y se vuelve pluralidad de imgenes; la guitarra lanza los primeros acordes: sus tonos
constituyen el llanto que brota no del vaco, sino de la realidad misma. Sus cuerdas dan forma al silencio
que flota en el ambiente (RUIZ PREZ, I., Poema del cante jondo o el sentido de lo trgico, La
Palabra y el Hombre. Revista de la Universidad Veracruzana, 110, 1999, p. 112).
53
El silencio, ibidem, p. 149. Como anotan Allen Josephs y Juan Caballero: Este silencio es
muy lorquiano porque tiene cualidades que no pertenecen al silencio, sino a un silencio mitificado,
transformacin que se llevar a cabo en el Romancero con el viento, la pena y otros muchos elementos
(ibidem).
54
Es ocioso escribe Bernard Leblon buscar una relacin entre el flamenco y la msica litrgica
primitiva de Espaa [ya que] esta liturgia, suprimida por el papa Gregorio VII en 1081, desapareci casi
totalmente en su aspecto musical, a pesar de la reconstitucin efectuada en seco por el cardenal Francisco
Jimnez de Cisneros cuatro siglos ms tarde, porque estaba escrita en neumas, sin ninguna precisin de
tonalidad (LEBLON, B., Granada, 1922. Manuel de Falla reivindica el flamenco, Cuadernos
Hispanoamericanos, 9-10, 1992, p. 76; en MAURER, op. cit., p. 178).
11
Por su parte, Gil Benumeya, a vueltas con el cante jondo y el flamenco, con lo
rabe y andaluz, cifra en la saeta la esencia pura y limpia de lo que l denomina cante
rabe andaluz:
Pero la suprema expresin del cante rabe andaluz es la Saeta, copla rpida,
vibrante, aguda; copla absolutamente limpia de flamenquismo, de industrializacin; es un
Cante hondo, litrgico y sublime que dignifica y ensalza a su pobre hermano el
flamenco, tristemente refugiado en las tabernas. En la saeta se llora y se canta a la vez; pero
la saeta no tiene la monotona indolente del cante profano. La saeta que se clava en el aire,
apaga todos los ruidos; seca y temblorosa, no necesita acompaamiento para clavarse,
como su nombre, en el corazn de los espectadores.57
Op. cit., pp. 139-140 (cf. MAURER, op. cit., pp. 57-59). Blas Infante ley el Poema del Cante
Jondo lorquiano en su segunda edicin (Madrid, CIAP, 1931, con prlogo de Neruda). Por otra parte, el
viens Ernst Toch (1887-1964) public en 1923 un excelente trabajo sobre el tema titulado precisamente
Melodielehre, traducida al espaol en 1931 (Barcelona, Labor de donde cita). Sobre E. Toch, vase
JUNG, H. (Hrsg), Spurensicherung. Der Komponist Ernst Toch (1887-1964), Frankfurt, Peter Lang,
2007.
56
DIEGO, G., Guitarra. (A Manuel Machado), en Imagen. Poemas [1918-1921], Madrid,
Imprenta Ambos Mundos, 1922. El propio Manuel Machado rese la obra de Gerardo Diego (Leyendo.
Imagen, poemas, por Gerardo Diego. Estancias de solitario, por Csar Gonzlez-Ruano, La Libertad, 10
de agosto de 1922). [] si Baudelaire escribe Valle-Incln habla de perfumes verdes, Carducci ha
llamado verde al silencio y Gabriel DAnnunzio ha dicho con hermoso ritmo: Canta la nota verde dun
bel limone in fiore (Modernismo, La Ilustracin Espaola y Americana, VII, 114, Madrid, 22 de
febrero de 1902, rec. en LITVAK, L. (ed.), El Modernismo, Madrid, Taurus, 1981, pp. 18-19; cit. en
ESTVEZ RODRGUEZ, ., La ejemplaridad fontica en la poesa modernista (Julio Herrera y
Reissig), Epos: Revista de Filologa, n 6, 1990, p. 285).
57
Ni Oriente, op. cit., p. 25. Vid. LARREA, A. de, El flamenco en su raz, Madrid, Editora
Nacional, 1974. Cf. STANTON, E. F., The Tragic Myth. Lorca and Cante Jondo, Lexington, Kentucky,
The University of Kentucky Press, 1978, p. 97: Perhaps Larrea is correct in referring the origin of the
saeta to an ancient seasonal rite, but he may have gone too far afield in searching for its roots. Although
the Vedic tradition could have been carried from India to Spain by the gypsies, a closer antecedent might
be found in the Mediterranean cults that were directly replaced by Christianity. The first Christian
communities developed in the midst of Oriental peoples such as the Semites, Phrygians, and Egyptians.
The pagan elements preserved by the new faith derived from the cults of these peoples, with which it
coexisted for hundreds of years.
58
Ibidem, p. 260. Cf. LVAREZ CABALLERO, ., Historia del Cante Flamenco, Madrid,
Alianza, 1981, p. 111; CABALLERO BONALD, J. M., Luces y sombras del flamenco, Barcelona,
Lumen, 1975, p. 96.
12
59
Ibidem, p. 257. Cf. MELERO MELERO, M. L., La saeta flamenca: expresin oral de la
vivencia religiosa de Andaluca. Historia y realidad sociocultural del palo religioso del cante flamenco,
Marchena, Ayuntamiento, 1995. Gil Benumeya tambin mezclar orientalismo y caf cantante al exponer
este curioso origen de la seguiriya: [] en el caso de la siguiriya, que es por origen la siquiya de la
msica completa granadina conservada en Marruecos, pero cuya reaparicin transformada e intensificada
dentro del moderno cante jondo se ha atribuido a un magreb que, llegando a Crdoba a fines del siglo
VIII para escapar a la venganza de un Bcha, di (sic) a conocer sus coplas en el primer caf cantante que
se estableci en Crdoba, y en el 1870, un cantaor llamado Nio de la Charpa, la fij en el giro que
conserva hoy (Andalucismo africano, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1953, p.
95). No sin cautela debe leerse esta obra, pues est salpimentada por ciertos dislates. Para muestra, un
botn: Y en Linares, como en Andjar, hablan con el acento arrastrado del egipcio familiar (ibidem, p.
90).
60
Ni Oriente, op. cit., p. 249 (en n.). El autor se refiere al gran compositor ruso M. I. Glinka
(1804-1857), padre y fundador al decir de Lorca de la escuela orientalista eslava, que colabor en
varios espectculos de tema espaol el propio Glinka vivi en Espaa entre 1845 y 1847. Fruto de esa
colaboracin son sus oberturas Jota aragonesa y Noche de verano en Madrid (vid. M. I. GLINKA,
Memoirs, tr. Richard B. Mudge, Norman, University of Oklahoma Press, 1963; ORLOVA, A., Glinkas
Life in Music, tr. Richard Hoops, Ann Arbor, UMI Research Press, 1988; LVAREZ CAIBANO, A.
(ed.), Los Papeles Espaoles de Glinka (1845-1847), Madrid, Consejera de Educacin y Cultura de la
Comunidad de Madrid, 1996). Recordemos tambin que, entre los discos de msica tradicional rusa que
Blas Infante posea en su casa de Coria del Ro, hay uno que contiene dos piezas de Glinka, LAlovette y
Elgie (vid. GARCA GALLARDO, F. y ARREDONDO PREZ, H., art. cit., pp. 133-134).
61
Cf., por ejemplo, el artculo de E. Gmez Carrillo El baile andaluz en Observando Espaa
(op. cit.). Vid. CABALLERO BONALD, J. M., El baile andaluz, Barcelona, Noguer, 1957; LVAREZ
CABALLERO, ., El baile flamenco, Madrid, Alianza, 1998.
62
FALLA, M. de, Escritos sobre msica y msicos, ed. de F. Sopena, Madrid, Espasa-Calpe,
1988.
63
Cit. en Maurer, op. cit., p. 38. Vid. SALAZAR, A., Teatro Real: Los Bailes Rusos: El Bazar
Fantstico. Stravinsky en Madrid, El Sol, 18 de marzo de 1921.
64
El ao 16 confiesa a P. Victory sent una impresin profundsima recorriendo Espaa. Soy
un enamorado de su msica popular. Los bailes gitanos!, en P. Victory, Igor Strawinsky ha dirigido en
el Real su Petrouchka. Los grandes compositores. Una conversacin con Strawinsky, La Voz, 21 de
marzo de 1921. Vase tambin HESS, C. A., Manuel de Falla and Modernism in Spain (1898-1936),
Chicago, The University of Chicago Press, 2001 (especialmente el captulo VI: Stravinsky in Spain,
1921-1925, pp. 161-198).
65
Varios son los artculos en que Pedrell se centra en Glinka (v. gr., De msica: Glinka en
Granada, La Alhambra, XXIII, 1915, n 405, pp. 60-63; De la msica rusa: tendencia actual de los
sucesores de los Cinco, La Alhambra, XXII, 1919, n 511, p. 376; en GIMNEZ RODRGUEZ, F. J.,
Felip Pedrell en la revista La Alhambra (1902-1922), Recerca Musicolgica, XVI, 2006, pp. 117-148).
13
Esta tesis pro-rabe de Gil Benumeya cae hoy por su propio peso. De hecho, a la
altura de 1966, ao de publicacin del Claroscuro andaluz, puede espigarse en la
Teora del cante jondo de Hiplito Rossy que hay que leer con cautela:
Sus afinidades son ms aparentes que reales, y si de unos y otros [cantos]
suprimimos los adornos trinos, florituras, melismas para dejar al desnudo la lnea
meldica, e investigamos su ritmo y su basamento armnico, comprobaremos bien pronto
que tienen estructuras distintas68.
Blas Infante, seducido tambin por la misma teora, conjetura en los Orgenes
que los gitanos: Huyendo de los trtaros, que hacia 1398 entraron en el Indostn, se
vendran a Persia y, echados de all, vinieron a Europa69. Ahora bien, lo que en Infante
y Benumeya es mero itinerario oriental70 se convierte en Lorca en orientalismo,
concepto amplio, complejo y distinto de aquel, como supo ver Adolfo Salazar:
66
14
Pero nadie piense que la siguiriya gitana y sus variantes sean simplemente unos
cantes transplantados de Oriente a Occidente. No. Se trata, cuando ms, de un injerto o,
mejor dicho, de una coincidencia de orgenes que ciertamente no se ha revelado en un solo
y determinado momento, sino que obedece a la acumulacin de hechos histricos seculares
desarrollados en nuestra pennsula ibrica.71
71
Op. cit., p. 123. Los mismos temas del sacrificio, del amor sin fin y el vino aparecen
expresados con el mismo espritu en raros poetas asiticos. Claro que esto puede ser influencia de
nuestros poetas rabes y de la gran cultura arbigo-andaluza que pone su huella sobre toda la vieja cultura
oriental y en el alma de todo el norte de frica. Muchas de las gacelas de Hafiz, poeta nacional de Persia,
son equivalentes a muchas de nuestras coplas ms populares, como equivalen a toda la poesa
madrigalesca de las escuelas rabes de Granada y Crdoba. El arte ha usado desde los tiempos ms
remotos de la telegrafa sin hilos o usando el fro espejo de la luna como semforo (ibidem, p. 157). Al
hilo de esos raros poetas asiticos, C. Maurer anota: [] se apoya Lorca en las Poesas asiticas,
traducidas por el Conde de Noroa del latn y de otros idiomas y publicados en Pars en 1833 (op. cit., p.
184). Cabe aadir que el propio Lorca reconoci la belleza de las gacelas persas traducidas por don
Gaspar Mara de Nava (cf. FORTUO LLORENS, S., introduccin a Conde de Noroa. Antologa
potica, Madrid, Ctedra, 1997, y Las Poesas asiticas del conde de Noroa. (Entre la Ilustracin y el
Romanticismo), Dieciocho: Hispanic Enlightenment, 25.1, 2002, pp. 25-38).
72
GIL BENUMEYA, R., Andalucismo africano, op. cit., p. 92.
73
Al-Andalus contra Espaa, op. cit., p. 168. Estas mismas propiedades apunta ya Lorca tienen
a veces algunas canciones andaluzas muy posteriores a la adopcin de la msica litrgica bizantina por la
Iglesia Espaola, canciones que guardan una afinidad con la msica que se conoce todava en Marruecos,
Argel y Tnez con el nombre de Msica de los moros de Granada (Arquitectura, op. cit., pp. 128129).
15
8. Bibliografa de referencia
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