La Cuestion Del Genero-Libre
La Cuestion Del Genero-Libre
La Cuestion Del Genero-Libre
Artculo publicado en: en Elena Oliveras (ed.): Cuestiones de Arte Contemporneo. Hacia un nuevo espectador del
Siglo XXI, Buenos Aires, Emec Arte, 2008.
2
L, Nohlin. Why have there Been No Great Women Artist?, Art News, enero 1971, pp. 22-39; citado por E. de
Diego. Figuras de la diferencia. Cf. V. Bozal (ed.). Historia de las ideas estticas y teoras artsticas
contemporneas, vol. II, Madrid, Visor, 1996, pp. 346.
L. Nied. El desnudo femenino. Arte, obscenidad, sexualidad, Madrid, Tecnos, 1998, pp. 87.
El concepto de genio procede de la cultura grecolatina. En la antigua Roma, los genii son espritus masculinos
protectores de la supervivencia de un clan familiar. La cuestin se complica cuando el concepto de ingenium -cualidad
vinculada al talento, la audacia, la fuerza y el vigor creativo- se relaciona con el genio hasta que lleguen a asimilarse la
una con la otra, hacia el siglo XVIII. Por ello no es casual que el concepto de genio se consolide durante el
Romanticismo, relacionando la genialidad con el vigor sexual masculino, un ejemplo claro en el arte contemporneo es
el de Picasso. Para profundizar en la historia del concepto ver: C. Battersby. Gender and Genius. Towards a Feminist
Aesthetic, London, The Womans Press, 1989.
que lo aleja de las demandas y los intereses comunes de su contexto, la figura del genio,
elaboracin paralizante y polticamente manipulable, ha sido, sin embargo, reivindicada por
algunos sectores del feminismo, especialmente por aquellos que practican una mera reescritura
paralela de la historia sin una revisin en profundidad de los mecanismos de cooptacin que los
sustentan6.
Tanto los gneros del arte como la idea de genio -entre otros conceptos- se constituyeron en
estructura natural, al decir de Vogel: ms an, se asume que existe una sola norma humana (...),
ahistrica y sin sexo, sin clase o raza, si bien es de hecho claramente masculina, clase media y
blanca7.
Por otra parte , esta revisin terica es acompaada por algunas artistas europeas y
estadounidenses de la dcada del 70 ya que inician tambin un proceso de fuerte crtica y
oposicin al poder agresivo de la tradicin selectiva y [de] sus instituciones8.
Influidas por el movimiento feminista de entonces, las tericas del arte buscaron desentraar
una esencia femenina que se esconda en las obras de las artistas, estableciendo parmetros
diferenciales entre la naturaleza femenina y la masculina9.
Estas cuestiones sealadas propiciaron, en el campo de la disciplina la necesidad de integrar
en un contexto cultural a las artistas mujeres, para lo cual se estudia no slo las experiencias
sociales, en la esfera pblica y la vida privada, sino sus limitaciones educacionales, elementos que
explican las ausencias femeninas en ciertas pocas.
M. Ruido. Plural lquida sobre el pensamiento feminista en la construccin de la(s) identidad(es) y en los cambios de
la representacin postmoderna. Cf. M. S. Aznar Almazn, (coord.). La memoria pblica, Madrid, Universidad
Nacional de Educacin a Distancia (UNED), 2003, pp. 88.
6
L. Vogel. Fine arts and feminism: the Awakening Conscience, Feminist Studies, n2,1974, citado por E. de Diego.
Figuras de la diferencia; Ob. Cit., pp. 347.
7
F. Frascina. La poltica de representacin. Cf. P. Wood; J Harris; CH. Harrison. La modernidad a debate. El arte
desde los cuarenta, Madrid, Akal, 1999, pp. 86.
8
A. S. Harris; L. Nochlin. Women Artists. 1550-1950 (Cat. Expo.), Los Angeles County Museum, 1978. Para las
problemticas que se plantean en la exposicin emple el libro de P. Mayayo. Historia de mujeres, historias del arte,
Madrid, Ctedra, 2003, pp. 63.
Ver el captulo Mujeres artistas: esbozo histrico en E. de Diego. La mujer y la pintura del XIX espaol
(Cuatrocientas olvidadas y alguna ms), Madrid, Ctedra, 1987. En la pgina 63 la autora seala lo siguiente: Para
Marx y Engels la emancipacin femenina no era ms que una consecuencia de la emancipacin del proletariado y no se
centraron excesivamente en el problema, a pesar de apoyar los derechos feministas polticos y econmicos en la
Primera Internacional frente a los intereses pequeo-burgueses de filsofos como el mencionado Proudhon. Craig
Owen en su artculo El discurso de los otros: las feministas y el posmodernismo seala lo siguiente: Una de las
cosas que ha expuesto el feminismo es la escandalosa ceguera marxista a la desigualdad sexual. Tanto Marx como
Engels consideraron el patriarcado como parte de un modo de produccin precapitalista, afirmando que la transicin de
un modo de produccin feudal a capitalista era una transicin de la dominacin masculina a la dominacin por el
capital. Cf. H. Foster (ed.). La posmodernidad, Barcelona, Kairs, 1985, pp. 122.
11
G. Pollock. Inscripciones de lo femenino, en A. M. Guasch (ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de
exposiciones, 1980-1995, Madrid, Akal,2000, pp. 329.
12
La definicin de ideologa de Althusser se encuentra en L. Althusser. Ideologa y aparatos ideolgicos del Estado
en Posiciones, Barcelona, Anagrama, 1977 (1 ed. 1970).
13
G. Pollock. Inscripciones de lo femenino, Cf. A. M. Guasch (ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de
exposiciones, 1980-1995, Madrid, Akal,2000, pp. 330.
14
G. Pollock. Mujeres ausentes (Un replanteamiento de antiguas reflexiones sobre imgenes de la mujer) Cf.
Revista de Occidente, n127, Diciembre 1991, pp. 107.
15
Nos referimos a Visual Pleasure and Narrative Cinema, Screen, vol. 16, nm. 3, 1975, pp. 6-18. Yo utilizo la
traduccin aparecida en B. Wallis (ed.). Arte despus de la Modernidad. Nuevos planteamientos en torno a la
representacin, Madrid, Akal, 2001, pp. 365-377. Para un anlisis de las consecuencias de este controvertido artculo
ver: MAYAYO, Patricia: Historia de mujeres, historias del arte, Ob. Cit., pp. 198-201, 218-222.
16
especificidad de las imgenes y los smbolos singulares que dan cuenta de la posicin de cada
individuo como sujeto deseante17.
Textos fundamentales desde el psicoanlisis y la semitica como Poderes de la perversin
de Julia Kristeva18 o, desde la crtica lacaniana, Speculum de Luce Irigaray19, han enriquecido el
campo de la teora del arte de gnero acercando a sta -en los 80- a los pensadores denominados
postestructuralistas.
A mediados de la dcada de los 80 y durante los 90 surge tambin la necesidad de
contextualizar la prctica artstica feminista de los 70, estigmatizada por la crtica al esencialismo
que realizara la historiografa hasta entonces. Para ello el concepto de constructo que maneja el
postestructuralismo, aqul que refiere a que nuestra subjetividad es una construccin atravesada por
el discurso social y por tanto ms all de nuestro control individual, -siempre y cuando no se caiga
en determinismos-20 ha sido y es una herramienta importante a la hora de analizar la construccin
de la subjetividad femenina y el papel que juegan las imgenes en este proceso.
Los 90 tambin traen cuestionamientos a la nocin de sujeto, que en el caso del feminismo,
genera fricciones a la hora de hacer convivir la necesidad poltica de afirmar la subjetividad
femenina con las problemticas que plantea el concepto. As, de la mano del postestructuralismo se
analiza el papel del lenguaje en la construccin de una subjetividad que no est fija, sino que se
negocia constantemente dentro de una gama de fuerzas econmicas, sociales y polticas21.
Como reflejo de estas preguntas, en el campo artstico internacional emergen exposiciones
que promueven nuevas perspectivas de anlisis del concepto mujer. Nos referimos a la muestra
Inside the Visible. An Elliptical Traverse of 20th Century Art. In, Of, From the Femenine, realizada
en el Institute of Contemporary Art de Boston en 1996, bajo curadura de Catherine de Zegher 22.
Entre los objetivos de la misma se plantea superar el concepto binario de identidad sexual, para lo
S. Tubert. Psicoanlisis, feminismo, posmodernismo Cf., M. Burin; E. Dio Bleichmar (comp.): Gnero,
psicoanlisis, subjetividad, Buenos Aires, Paids, 1996, pp. 311-312.
17
18
19
J. Kristeva. Poderes de la perversin. Ensayo sobre Louis F. Celine, Mxico Catlogos Editora, 1988, (1 ed. 1980).
L. Irigaray. Speculum. Espculo de la otra mujer, Madrid, Salts, 1978 (1ed. 1974).
L. Alcoff. Cultural Feminism versus Post-Structuralism. The Identity Crisis in Feminist Theory. Cf. L. Nicholson
(ed.): The Second Wave.. A reader in Feminist Theory, Londres y New York, Routledge, 1997, pp. 330-355.
21
W. Chadwick. Las mujeres y el arte en Debate feminista, Ao 4, vol. 7, marzo 1993, pp. 262.
20
22
Para un anlisis de la exposicin y sus consecuencias en los discursos de gnero, MAYAYO, Patricia: Historia de
mujeres, historias del arte, Ob. Cit., pp. 131-136.
cual la curadora rene artistas cuyas obras refieren a la identidad como un territorio escurridizo y
complejo, difcil de encasillar en lmites precisos. Desde los collages de Hannan Hch a los
fotomontajes Martha Rosler, se exhiben nuevos acercamientos a las nociones de sujeto e identidad
a la vez que se proponen otros modos de realizar exposiciones de artistas mujeres.
23
T. de Lauretis. Alice doesnt: Feminism, Semiotics, Cinema, University of Indiana Press, Bloomington, 1984. (Existe
edicin en castellano).
24
. Calvino. Las ciudades invisibles, Buenos Aires, Minotauro, 1988.
25
G. Colaizzi, (ed.). Feminismo y teora del discurso, Madrid, Ctedra, 1990, pp. 15-16.
En la historia del arte la mujer es Venus, Artemisa, Mara o Magdalena, objeto de deseo,
exaltacin, amor o rechazo, pero siempre construccin. Eternamente representada, definida segn
las modas, modelada segn las pocas, siempre objeto, nunca sujeto.
El arte manifiesta cmo se construye una determinada idea de mujer a lo largo del tiempo,
marcando ideales de belleza y comportamiento, aunque por otro lado, no podemos ms que
reconocer cmo la/s identidad/ades femenina/s se han formado a partir de dicha imaginera. T
pintas una mujer desnuda porque disfrutas mirndola. Si luego le pones un espejo en la mano y
titulas el cuadro Vanidad, condenas moralmente a la mujer cuya desnudez has representado para tu
propio placer26, seala John Berger.
Como objeto de una tradicin que no escribi, la mujer debe desarticular el orden
discursivo, no slo para desvelar sus jerarquas, sino para exhibir sus falencias. Algunas tericas
hablan de la necesidad de elaborar un metalenguaje, formado por relatos, figuras, y smbolos, que
constantemente pongan en entredicho la tradicin de los grandes discursos: como sera, entonces,
abordar el mundo desde el fragmento, el recuerdo de lo cotidiano y la incertidumbre?27.
Estas preguntas y cuestiones se reflejan en el arte actual a la hora de abordar temticas que
tienen que ver con la intimidad. Las relaciones privadas, el deseo, la soledad, el amor, el dolor,
conforman temticas protagnicas en el arte contemporneo.
Dentro de la problemtica de la intimidad, el cuerpo es objeto de anlisis constante. Es el
escenario en el que se inscribe el gnero y en el cual se manifiestan las diferencias tnicas,
sexuales, etc.- constituyndose, entonces, como territorio poltico e ideolgico.
El cuerpo es el campo de accin en donde se asientan las diferentes identidades
construcciones discursivas en constante cambio- y es por tanto, el lugar en donde se potencian los
estados liminales28, en los que el lmite, la frontera, el no lugar pueden ser constantes que
conforman el mundo de las otredades. Son el universo de los sujetos excntricos 29 -segn de
26
Lauretis- que conviven con todos aquellos que transitan a travs de los mrgenes de la construida
normalidad.
El cuerpo es entonces la huella del nmade, aqul lenguaje de lo que no se designa porque
histricamente careci de palabras para designarse. Podemos volver a la pregunta que nos
hiciramos antes: y si la historia estuviera tan llena de huellas, fantasmas todos ellos olvidos,
desde ya- no se podra contar diferente?.
Por qu no imaginar una historia y un arte contadas por la fmina fantasmal que inunda los
sueos de los fundadores de Zobeida?. Por qu no or su voz?.
El debate que el ciberfeminismo de los aos 90 aporta, manifiesta la crisis de los lmites de
la definicin de sujeto heredada de la modernidad. Las nuevas tecnologas empaan las fronteras
entre el yo y el otro, penetrando en nuestro cuerpo y en nuestra intimidad. Sin embargo el texto
fundacional del ciberfemisno aparece en 1983, nos referimos al Manifiesto para Cyborgs de Donna
J. Haraway30, donde la autora plantea la impregnacin del discurso cientfico-tcnico en la vida
cotidiana y propone a las mujeres su revisin y reescritura.
El cyborg rene en un mismo cuerpo aspectos orgnicos y aspectos mecnicos, aspectos
culturales y naturales, en consecuencia, ficcin cientfica y realidad social. Haraway declara en su
manifiesto que somos todos cyborgs, posicin que demanda una doble interpretacin, en sentido
literal y metafrico.
En la actualidad, las tecnologas biolgicas y teleinformticas estn rediseando nuestros
cuerpos y nuestras relaciones sociales. Un cuerpo que puede ser operado, trastocado en favor de
una construccin social, es un cuerpo que puede, entonces, aprovecharse para desestabilizar el
orden patriarcal y desbaratar los dualismos jerrquicos que estructuran el yo occidental. En ese
sentido, la propuesta de Haraway se asienta en la utopa de la construccin de un mundo sin la
existencia de un orden patriarcal, dado por una nueva forma de relacin biotecnolgica.
30
Si bien el feminismo de los setenta se declara abierto a las nuevas tecnologas, ya sea a
partir del papel liberador que ven en aquellas relacionadas con la reproduccin, el ciberfeminismo
presenta grandes diferencias frente a aqul. En este ltimo, las nuevas tecnologas se fusionan con
el cuerpo, brindando placer. El cuerpo tecnolgico est dentro del cuerpo biolgico, no afuera de
ste como en los 70.
A partir de los 90, los lmites entre cuerpo y tecnologa se desdibujan, todo se integra en
una diferente subjetividad, como sealara Jorge Arditi: Nuevos y fluidos lmites hechos posibles
por el despliegue gradual de tecnologas cibernticas en biologa y medicina, en las escuelas y
lugares de trabajo, en la lgica de dominacin de las corporaciones multinacionales, en los
conglomerados militares y en las tcticas policiales [...] en el momento en que las tecnologas
cibernticas de poder comienzan a actuar sobre y a penetrar en los cuerpos de las personas,
empiezan a generar nuevos tipos de subjetividades y nuevos tipos de organismos: organismos
cibernticos, cyborgs31.
Puesto que no podemos ignorar el mundo tecnolgico que avanza sobre nuestras vidas,
Haraway propone que las mujeres se apropien de ste con el fin de utilizarlo para sus propios
beneficios.
Lonzi, Carla. Escupamos sobre Hegel. Y otros escritos sobre liberacin femenina
Buenos Aires, Ed. La Plyade 1978.32
Carla Lonzi es una de las tericas feministas italianas ms destacadas. Sus reivindicaciones
se enmarcan dentro del feminismo de la segunda ola, aqul que se desarrolla a partir de la segunda
mitad de los 60 y durante la dcada del 70 al calor de los movimientos polticos. Su discurso se
relaciona con el feminismo esencialista: el que vincula a las mujeres con su sexualidad, por tanto,
desde este lugar se determinan las diferencias identitarias con el hombre.
Jorge Arditi. Analtica de la Postmodernidad. Cf. D. Haraway. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvencin de la
naturaleza, Madrid, Ctedra, 1995, pp. 11-12.
32
C. Lonzi. Sputiamo sul Hegel e altri scritti, Rivolta Feminile, Milano, 1974.
31
Luce Irigaray (1932) filsofa, lingista y psicoanalista quien junto a Julia Kristeva y Hlne
Cixous es una de las ms influyentes tericas feministas francesas. Speculum. Espculo de la otra
mujer es uno de sus principales trabajos en donde desarrolla una fuerte crtica al psicoanlis, hecho
que genera su marginacin de las escuelas freudiana y lacaniana francesa. Su obra parte de la
hiptesis de que los sistemas de pensamiento establecidos en Occidente no reflejan a lo femenino y
su deseo. Esta afirmacin se desarrolla a travs del anlisis de la filosofa de Platn hasta llegar a
Freud, ambas reflejan la imposibilidad de reflexionar sobre aquello que no se puede explicar desde
un orden racional, excluyendo todo lo que no se puede identificar. Irigaray sostiene que Freud
articula su sistema psicoanaltico en torno a la primaca del falo, contra el cual el sexo femenino es
33
definido por omisin, por falta y como receptculo de lo masculino. En Speculum la autora toma el
libro de Freud, La feminidad, entre otros textos, y lo interpela desde la voz femenina.
La hembra es hembra en funcin de cierta falta de cualidades...34
De acuerdo .... Pero (...):
3. (...)El pudor ser el recordatorio, invertido, del compromiso y la negacin que intervienen
en la elaboracin del fetiche. De cuerpo bello, ornada de oro por l y para l, la mujer tambin ser
reservada, modesta y pdica en relacin con su sexo. Discretamente cmplice de su disimulacin.
Cumpliendo as el doble juego de exhibir su cuerpo y sus joyas para mejor esconder su sexo. Pues
el cuerpo de la mujer slo tiene alguna utilidad, solo representa algn valor a condicin de
esconder su sexo.(...) La mujer, para venderse, habr de velar lo mejor posible ese des-precio
sexual que le corresponde.
4. De aqu la importancia que para ella tienen los tejidos, la tela que le sirve para (en)
cubrirse. As se explicara la nica contribucin de las mujeres a los descubrimientos y las
invenciones de la historia de la civilizacin: el tejido. Que adems es copia, con pequeas
diferencias, del modelo que la naturaleza suministra en el pelo del pubis. La mujer (no) podra
sino imitar a la Naturaleza. (...) la mujer teje por tanto para velarse, para esconder los defectos de la
Naturaleza y restaurarla en su integridad. Envolvindola. Envoltura de la que sabemos, por Marx,
que hace que el valor' escape a una apreciacin justa. Que permite el intercambio de productos
sin conocer su valor efectivo (pp. 129).
Haraway, Donna J.: Manifiesto para Cyborgs. Ciencia, tecnologa y feminismo socialista
a finales del Siglo XX
Centro de Semitica y teora del espectculo, Universidad de Valencia, 199535
Interpelacin a los siguientes pasajes de La feminidad del Dr. Freud: nmero 3: El pudor , virtud que se considera
especficamente femenina y que en realidad es bastante ms convencional de lo que podra pensarse, tuvo como
finalidad primitiva, creemos, disimular la defectuosidad de los rganos genitales y el nmero 4: Las mujeres han
contribuido muy poco a los descubrimientos e invenciones de la historia de la civilizacin. Sin embargo tal vez s
descubrieron una tcnica, la del tejido y el hilado (...). La naturaleza misma habra suministrado el modelo de semejante
copia, haciendo que sobre los rganos genitales crezcan los pelos que los cubren. Lo nico que faltaba por hacer era
enlazar entre s las fibras plantadas en la piel, que slo formaban una especie de fieltro (...). Nos tienta la idea de
adivinar el motivo inconsciente de esta invencin. En L. Irigaray. Speculum. Espculo de la otra muje,r Ob. Cit,
pp.127.
35
D. Haraway. A Cyborgs Manifiesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century en
Simians, Cyborgs and Women, New York, Routledge, 1991.
34
polaridad de lo pblico y lo privado, define una polis tecnolgica basada parcialmente en una
revolucin de las relaciones sociales en el oikos, la clula familiar. La naturaleza y la cultura son
remodeladas y la primera ya no puede ser un recurso dispuesto a ser apropiado e incorporado por la
segunda. La relacin para formar todos con partes, incluidas las relacionadas con la polaridad y con
la dominacin jerrquica, son primordiales en el mundo del cyborg. A la inversa de Frankenstein, el
cyborg no espera que su padre lo salve con un arreglo del jardn, es decir, mediante la fabricacin
de una pareja heterosexual, mediante su acabado en una totalidad, en una ciudad y en un cosmos. El
cyborg no suea con una comunidad que siga el modelo de la familia orgnica aunque sin proyecto
edpico. El cyborg no reconocera el Jardn del Edn, no est hecho de barro y no puede soar con
volver a convertirse en polvo[...]. (pp.3)
Parker, Rozsiska; Pollock, Griselda: Old Mistresses. Women, Art and Ideology
Pandora, Great Britain, 1981.
Rozsiska Parker estudi Historia del Arte Europeo en Courtland Institute, Londres. Form
parte junto a Griselda Pollock y otras profesionales del Womens Art History Collective entre
1973-1975 y fue miembro de una de las publicaciones mensuales ms importantes del feminismo
ingls, Spare Rib, trabajando all desde 1972 a 1980. En 1984 escribi The Subversive Stich:
Embroidery and the making of feminine (La puntada subversiva), libro que genera una importante
exposicin colectiva en la Wolwerhampton Art Gallery de Manchester, en 1988. Esta investigacin
marca un nuevo camino al relacionar la historia del bordado con la historia social de las mujeres;
las cambiantes ideas de feminidad y los papeles adscriptos a las mujeres desde la poca medieval,
en la que el bordado constitua una forma elevada de arte, hasta la actual denotacin por artesana
femenina.
Griselda Pollock estudi Historia del Arte en Lady Margaret Hall, Oxford y en Courtland
Institute, Londres. Es profesora de Historia Poltica y Social del Arte en la Universidad de Leeds.
Autora de importantes libros como Mary Cassatt (1980), Framing Feminism: Art and the Womens
Movement 1970-1985 (con Rozsiska Parker, 1987), Vission and Difference: Feminity, Feminism
and Histories of Art (1988), Dealing with Degas: Representations of Women and the politics of
Visions (con Richard Kendall, 1992), Differencing the Canon: Feminst Desire and the Writing of
Arts Histories (1999), entre otros.
36
siglo XX se da un virtual silencio hacia el papel de las artistas mujeres del pasado, roto slo por
pocos trabajos que repiten los estudios del siglo XIX. Una mirada al ndice de los manuales de
historia del arte muestran la falaz impresin de que las mujeres han estado ausentes de la escena
cultural. (pp.3-6)
Whitney Chadwick es especialista en arte europeo y americano del siglo XVIII por el
Middlebury College y la Pennsylvania State University. Es profesora de Arte en la San Francisco
University.
Entre sus ms importantes publicaciones estn Myth in Surrealist Painting y Women Artists
and the Surrealist Movement. Ha dictado cursos sobre surrealismo, feminismo y arte
contemporneo en Estados Unidos, Canad y Gran Bretaa. Ha enseado en el Massachusetts
Institute of Technology y en la Universidad de California en Berkeley.
W. Chadwick,: Women, Art and Society, , London, Thames and Hudson 1990.
que estn imbuidos esos textos a lo largo de ms de tres siglos sigue predominando en las
enseanzas de la historia del arte a pesar de haber sido objeto de frecuentes repulsas. (p. 26)
Bibliografa
Aznar Almazn, Sagrario (coord.). La memoria pblica, Madrid, Universidad Nacional de
Educacin a Distancia, 2003.
Alcoff, L. Cultural Feminism versus Post-Structuralism. The Identity Crisis in Feminist Theory.
Cf. Nicholson, L. (ed.): The Second Wave. A reader in Feminist Theory, London, New York,
Routledge, 1997.
Colaizzi, Giulia. Feminismo y teora del discurso, Madrid, Ctedra, 1990.
Chadwick, Whitney. Las mujeres y el arte en Debate feminista, Ao 4, vol. 7, marzo 1993.
Chadwick, Whitney. Mujer, arte y sociedad, Barcelona, Destino, 1992.
de Diego, Estrella. Figuras de la diferencia. Cf. Bozal, Valeriano (ed.): Historia de las ideas
estticas y teoras artsticas contemporneas, vol. II, , Madrid, Visor 1996.
de Diego, Estrella. La mujer y la pintura del XIX espaol (Cuatrocientas olvidadas y alguna ms),
Madrid, Ctedra, 1987.
De Lauretis, Teresa. Alicia ya no. Feminismo, Semitica, Cine, Madrid, Ctedra, 1992.
De Lauretis, Teresa. Diferencias. Etapas de un camino a travs del feminismo, Madrid, horas y
Horas, 2000.
Deepwell, K. Nueva crtica feminista de arte. Estrategias crticas, Madrid, Ctedra, 1998.
DSouza, Aruna (ed.). Self and History. A tribute to Linda Nochlin, London, Thames and Hudson,
2001.
Foster, Hal (ed.). La posmodernidad, ed. Kairs, Barcelona, 1985.
Frascina, Francis. La poltica de representacin. Cf. Wood, P.; Harris, J.; Harrison, CH. La
modernidad a debate. El arte desde los cuarenta, Madrid, Akal, 1999.
Guasch, Anna Mara ( ed.). Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 19801995, Madrid, Akal, 2000.
Haraway, Donna J. Manifiesto para Cyborgs, Valencia, Episteme, 1995.
Harris, A.S.; Nochlin, L. Women Artists. 1550-1950 (Cat. Expo.), Los Angeles County Museum,
1978.
Irigaray, Luce. Speculum. Espculo de la otra mujer, Madrid, Salts, 1978 (1ed. 1974).