Tiempo y Espacio en Geografía
Tiempo y Espacio en Geografía
Tiempo y Espacio en Geografía
RESUMEN
La pregunta fundamental que formulamos es cmo empirizar el tiempo, en su
indisolubilidad con el espacio, para entenderlos como una condicin unitaria de
existencia. Para ello, en primer lugar, retomamos algunas nociones de tiempo en
filosofa, con especial atencin a la bsqueda de categoras universales; en segundo
lugar discutimos algunas propuestas en geografa que tratan tiempo y espacio como
conceptos puros y otras que integran ambas categoras; en tercer lugar, abordamos las
categoras evento y forma como modo de acercarnos a una dialctica concreta; en
cuarto lugar discutimos la empirizacin del tiempo a partir del fenmeno tcnico y de
la periodizacin y, finalmente, analizamos la posibilidad de una geografa de la
existencia en el perodo de la globalizacin.
Palabras clave: Relacin espacio-tiempo, empirizacin, tcnica, perodo, categoras.
ABSTRACT
The fundamental question is how empirizate time, in its indissolubility with space, to
understand them like a unitary condition of existence. For this, in the first place, we
present some notions of time in philosophy, with special attention to universal
categories. Second we argue some proposals in geography that treat time and space
like "pure" concepts and others authors that integrate both categories. In third place,
we used the categories "event" and "form" like way to approach us to a concrete
dialectics. Fourth we argue the empirization of time from the technical phenomenon
and periodization. Finally, we analyze the possibility of geography of the existence in
the period of the globalization.
Key words: Space-time relation, empirization, tecnhique, period, categories.
al pasado y al futuro. El tiempo de los hombres pareca aun confundirse con el tiempo
csmico para unos y con el tiempo divino para otros.
En los siglos XII y XIII retornan las ideas aristotlicas y desplazan a las formas de
idealismo platnicas y agustinianas. La visin del tiempo como eternidad parece ceder
su lugar a la aceptacin de un cierto movimiento. Para Santo Toms de Aquino una
cosa est en movimiento si fue impulsada por un mvil anterior pero, en definitiva,
todo remite a un primer motor que se mueve por s y es el origen trascendente de la
cadena de acontecimientos (Hottois, 1999). El geocentrismo completar esa
cosmovisin medieval que encontrar sus lmites en la revolucin copernicana.
Ms tarde, la modernidad clsica hallar en las formulaciones de Descartes
importantes fundamentos. Nueva forma de pensamiento, la razn analtica conduce a
escindir una cosa en sus elementos, mientras que la geometra analtica hace
corresponder los nmeros y las formas espaciales y se generaliza la mecnica como
ciencia matemtica del movimiento, tal como desarrollada por Galileo. Dimensin del
tiempo, el movimiento no solo es considerado sino tambin medido, sustituyendo la
idea de un tiempo eterno por una visin matematizada del tiempo y una visin
geomtrica del espacio.
Verdadero cambio de paradigma en el pasaje del siglo XVII al siglo XVIII, el modelo de
la fsica de Newton fue cuestionado ms tarde. La perspectiva mecanicista del universo
se fundamentaba, entre otros elementos, en la existencia de un tiempo absoluto,
material, expresado matemticamente, que puede ser visto como sinnimo de
duracin, aunque sin negar un tiempo percibido a travs del movimiento y pasible de
ser dividido convencionalmente. Se conceba un espacio absoluto concomitante a un
tiempo absoluto, mientras que espacio relativo y tiempo relativo eran solo medidas
externas, hijas de la sensibilidad.
Kant ha marcado el debate sobre el tiempo y el espacio y sus ideas han sido
retomadas, explcita o implcitamente, por un importante nmero de gegrafos.
Escritas en el final del siglo XVIII, sus obras an hoy continan a influenciar diversas
matrices de pensamiento. La razn presenta estructuras o formas idnticas para todos
que, independientes de la experiencia, estn en nuestra facultad de conocer. Esas
formas son el tiempo y el espacio, es decir, categoras universales a
priori, imprescindibles para conocer la materia, para aprehender los contenidos,
contingentes y a posteriori. De ese modo, no son espacio-temporales las cosas sino las
formas a priori con las cuales las vemos, transformando nomenos (cosas) en
fenmenos. En palabras de Kant (1984: 120): "el tiempo no es un concepto emprico
derivado de experiencia alguna, porque la simultaneidad o la sucesin no seran
percibidas si la representacin a priori del tiempo no les sirviera de fundamento". El
tiempo "es una representacin necesaria que sirve de base a todas las intuiciones"
(Kant, 1984: 120) y permite entender los conceptos de mudanza y movimiento y la
unin de predicados opuestos. Se admite ahora que el ser puede ser y no ser como
fundamento del cambio, algo que sera contradictorio o imperceptible si no existiesen
tales categoras universales a priori. Sin embargo, es la afirmacin de la existencia de
tales categoras lo que est en la base de una visin separada del tiempo y el espacio.
Son categoras permanentes que parecen atravesar las pocas, orientar la formulacin
de conceptos empricos y captar los contenidos de la materia. Sin esas formas del
pensamiento, no habra otras ms especficas y ms prximas a los contenidos
materiales. Aqu la relacin tiempo-espacio no es propiamente histrica sino lgica,
porque se trata de dos modos igualmente basilares del pensamiento.
En opinin de Piettre (1997: 39-40) las filosofas antigua y moderna se han esforzado
en hacer del tiempo algo menos concreto pero "la filosofa contempornea, desde
Hegel y Nietzsche, ha intentado rehabilitar el tiempo y disminuir, por decirlo de ese
modo, el privilegio del Ser sobre el devenir y de la Eternidad sobre el tiempo". Hasta el
siglo XVIII y especialmente por la fuerza de la denominada revolucin cientfica, el
tiempo no es visto propiamente como devenir. De una reflexin logoterica propia de la
filosofa griega antigua y de los escritos de San Agustn y Santo Toms, el pensamiento
se orient hacia una cierta matematizacin del movimiento, propia de una visin
mecanicista, donde tiempo y movimiento parecen fundirse y confundirse. Si la
antigedad revela,grosso modo, la eternizacin del tiempo porque el movimiento
resulta contradictorio, la modernidad asocia tiempo y movimiento y, de ese modo, se
prepara para medirlo. Aceptado el movimiento como tiempo, la modernidad parece
conducir a un espacio geomtrico, homogneo, inmutable, eternizado, continente,
pasible tambin de ser medido. Ambos, tiempo y espacio son absolutos, estn
escindidos y su asociacin, cuando existe, pareca ser fruto del pensamiento.
Sin embargo, el pensamiento de Leibniz trae una contribucin esencial al entender que
todo est ligado en el universo. Tanto las etapas de evolucin del universo, como las
mnadas que son las sustancias simples que lo constituyen, estn vinculadas entre s.
Pero, adems, explica que "todo ser creado est sujeto al cambio" (Leibniz, 1983: 24)
y agrega que "como todo cambio natural se hace por grados, algo cambia y algo
queda" (Leibniz, 1983: 25). Por eso hay una multitud en la unidad o en lo simple.
Habra una temporalidad inherente al ser que no puede ser dejada de lado. Cassirer
(1993: 255) tambin destacaba que Leibniz no intenta subordinar "lo mltiple a lo uno,
lo cambiante a lo permanente, sino que parte del supuesto de que ambos momentos
no pueden explicarse ms que recprocamente". Aqu el principio que orienta la
explicacin es la continuidad, en las antpodas del pensamiento cartesiano, cuya base
de entendimiento es separar radicalmente las cosas. En el espacio y en el tiempo, el
mundo se mantiene unido. Es relacional y, por eso, racional, porque la razn es la
facultad de enlazar (Hottois, 1999) y la oposicin de conceptos permite comprender
que el pensamiento relacional no admite conceptos puros.
Es fundamentalmente a partir de Hegel que la dimensin histrica es introducida en el
pensamiento occidental (Hottois, 1999). Ese filsofo busca conciliar razn y devenir en
un pensamiento dialctico, en el cual la sntesis revela la necesidad de comprender un
concepto a partir de su contrario que es, por eso, su complemento. El pensamiento
adquiere un movimiento dialctico y busca ser histrico. Estamos frente a un nuevo
mtodo, capaz de incluir el tiempo como base del entendimiento. No se trata del
movimiento o la duracin, sino del tiempo de la historia de los hombres. Con Marx, el
mtodo dialctico y el tiempo adquieren empiricidad al trabajar las categoras
fundamentales del anlisis econmico como tierra, trabajo, capital, moneda, tcnica y
otras, en el contexto de cada perodo histrico.
Considerada una revolucin epistemolgica, la teora de la relatividad significa
un cambio radical en la concepcin del tiempo en las ciencias exactas pero tambin en
la filosofa. Se abandona el tiempo absoluto e idntico para todos, de raz newtoniana,
para llegar a la idea de un espacio-tiempo cuatridimensional. En esta perspectiva ya no
es posible disociar las coordenadas de un cuerpo en el espacio de las coordenadas del
mismo cuerpo en el tiempo. Tiempo y espacio no son absolutos, sino relativos. En
otras palabras, para Einstein no hay un tiempo csmico para todo el universo, sino que
"cada trozo de materia tiene su propio tiempo local" (Russell, 1983: 282). En esta
interpretacin, el mundo no es visto como una multiplicidad de partculas en
movimiento, sino como una multiplicidad cuatridimensional de acontecimientos. Eso
significa que ya no hay distancia entre puntos sino intervalos entre acontecimientos, lo
cual nos permite pensar la idea de espacio-tiempo. En la opinin de Santos (1986:
206), la idea de espacio cuatridimen-sional es promisora porque "refuerza la nocin de
espacio relativo, es decir, del espacio considerado como un sistema de relaciones o
como un campo de fuerzas; as el tiempo se impone como una dimensin esencial".
La duracin ha sido otra cuestin recurrente en los debates sobre el tiempo. Aqu es
interesante mencionar que Bergson (1923: 88-89) se preguntaba: "qu restar del
tiempo si le eliminan la sucesin?" y escriba "la cosa y el estado no son sino
instantneas artificialmente tomadas en la transicin" (Berg-son, 1923:54), que es la
duracin y tiene una viscosidad. En la interpretacin de Piettre (1997: 46), Bergson
seala la importancia de diferenciar un tiempo abstracto, que corresponde al tiempo
del reloj, al tiempo medido en fsica, del tiempo concreto, es decir, la duracin, la
duracin experimentada, vivida por la conciencia. Es Bachelard uno de los mayores
crticos a esa idea cuando asevera que "con la Relatividad apareci el pluralismo
temporal. Para la Relatividad, existen varios tiempos que, sin duda, se corresponden y
que conservan rdenes de desarrollo objetivos pero que no mantienen duraciones
absolutas. La duracin es relativa" (Bachelard, 1950: 90). Y agrega que es ms
apropiado referirse a la riqueza y densidad del tiempo que a su duracin, pues el
tiempo "no aparece continuo sino bajo una cierta espesura, gracias a la superposicin
de varios tiempos independientes" (Bachelard, 1950: 92). Oponindose a Bergson
cuando se refiere a la viscosidad de la duracin que hace del pasado una sustancia del
presente, Bachelard (1950) afirma que, en tal interpretacin, el valor creativo del
devenir est limitado por la idea de continuidad fundamental.
Fernand Braudel (1989) coincide al sealar la duracin como algo relativo ya que el
tiempo del mundo es imperioso por irreversible y por transcurrir al ritmo que gira la
tierra, pero las duraciones que distinguimos son solidarias unas de otras y,
particularmente, las fragmentaciones de las duraciones que son creaciones de nuestro
espritu. Entendiendo el tiempo de la historia como una realidad concreta y viva, Marc
Bloch (1975: 37) ya haba explicado que de la anttesis de lo continuo y del cambio
perpetuo provenan los grandes problemas de la investigacin histrica.
Ms recientemente, Bruno Latour (1991) propone diferenciar, de un lado, el tiempo del
calendario y, de otro, la historicidad, pues: "el tiempo del calendario sita bien los
eventos en relacin a una serie regulada de fechas pero la historicidad sita los
mismos eventos en relacin a la intensidad" (Latour, 1991: 92). A partir de lo que
denomina constitucin moderna, el autor considera que nos formamos la idea de un
tiempo que pasa que no es otra cosa que una forma particular de historicidad (Latour,
1991). En divergencia con el tiempo kantiano, Latour (1991: 101) escribe: "el tiempo
no es un cuadro general sino el resultado provisorio del vnculo de los seres".
Con todo, el aporte de la fenomenologa y el existencialismo al debate sobre el tiempo
fue, sin duda, decisivo. El tiempo se vuelve condicin para el entendimiento del objeto.
Siguiendo a Husserl (1990: 98), el objeto "no es ningn pedazo ingrediente del
fenmeno, en su temporalidad tiene algo que no se deja encontrar en el fenmeno y
en l disolverse y que, sin embargo, se constituye en el fenmeno. Se expone en l y
est en l evidentemente dado como siendo". Y, frente a un fenmeno presente, es
la retencin la que nos permite percibir un objeto temporal originario y solo en tal
conciencia el tiempo puede ser dado. Analizando la obra de Husserl, Borzaga (1966:
126) plantea que el tiempo, para la fenomenologa, es una intuicin de varios
elementos sucesivos. Esa continuidad es un recordar espontneo, en el cual cada
con la de evolucin social y poltica y espacios cada vez ms extensos. Ya en 1899 ese
gegrafo haba sealado que la filosofa de la historia "encontraba en el territorio, que
siempre es idntico a s mismo, un fundamento inmutable de los acontecimientos
cambiantes de la historia" (Ratzel, 1988: 202). El territorio permita "un punto de
referencia fijo" en medio a los cambios vitales.
Algo semejante podra decirse sobre los lmites, pues tambin eran considerados como
dados, algo inmvil y un punto de partida para el estudio de las porciones de la tierra.
Cuando Vidal de la Blache, preocupado en encontrar un criterio de regiona-lizacin,
abandona la cuenca fluvial ya que su dinamismo no le garantiza lmites fijos y adopta
la regin mineralgica por ser una realidad ms esttica, parece quedar claro que ha
conseguido identificar una cosa en s, capaz de resistir al movimiento histrico. La
paradoja tal vez sea que, negndose la temporalidad de las cosas, se adopta una
nocin de tiempo, pues a partir de una realidad esttica seleccionada podremos
explicar cmo se transforma una regin natural en una regin histrica. Esto es
tambin lo que lleva a pensar que la regin es una cosa en s y no un fenmeno. Los
vnculos de una regin con las dems y las respectivas transformaciones no tendran
como corolario una modificacin de los lmites. Se transforma la regin pero no sus
lmites. De all que esto pueda ser visto como una abstraccin. Algo que aparece como
emprico pero se torna abstracto. Lmites y extensin son modos de manifestacin de
un espacioa priori, as como tal vez el gnero de vida lo sea de un tiempo tambin
kantiano. Tiempo y espacio estn presentes como categoras de pensamiento ms que
como procesos histricos.
No afirmamos aqu que esas perspectivas no considerasen la historia como una
instancia explicativa irrecusable, sino que buscamos sealar la dificultad que revelan
por no empirizar el tiempo, es decir, dejar de ver la cosa en s para aprehenderla en su
proceso de tornarse otra cosa. Fue el propio Lucien Febvre (1970: 394) quien pudo
escribir: "qu relaciones han establecido las sociedades humanas de antao, en las
diversas pocas, en las diversas comarcas del globo, con el medio geogrfico de su
tiempo, tal como podemos intentar reconstituirlo? Es el mismo problema de siempre,
exactamente, pero transpuesto del presente al pasado". Buscando establecer puentes
con la historia y diferenciarse de la sociologa, ms especficamente de la morfologa
social, Febvre (1970), planteaba que el gegrafo deba partir, en todos los casos, del
estado de cosas presente pero no estudiarlo tal como nos es dado, bajo pretexto de
que sus componentes se explican unos con los otros. Para superar lo que consideraba
un error de mtodo en geografa, propona el anlisis de los fenmenos complejos,
descomponindolos en sus diferentes elementos y estudindolos uno a uno,
separndolos de los otros y con un mtodo comparativo.
En una lectura de su propio tiempo, Camille Vallaux (1929) reconoca dos tendencias
dentro de la geografa. La primera, que identificaba como un monismo geogrfico,
entenda que caba a la disciplina estudiar la interdependencia entre los tres estados de
la materia: litsfera, hidrsfera y atmsfera. Aqu propona considerar un cuarto estado
de la materia para referirse a la transformacin de esa unidad de estados de la materia
por la accin humana, revelando su preocupacin con el papel de los grupos humanos
y con el tiempo. Concomitante a esa visin que pareca estudiar una masa esttica,
exista una segunda tendencia que buscaba considerar a la tierra como un organismo,
un gran cuerpo viviente. Con la influencia del finalismo, esa idea "transform la antigua
idea de milieu, el complejo de condiciones naturales donde se desarrollan las
sociedades humanas" (Vallaux, 1929: 48), pero el autor aconseja conservarla solo en
su carcter potico y metafrico y no utilizarla en el futuro. Aqu el tiempo parece ser
captado nicamente a partir de una analoga con la biologa. En este contexto y
Burton (1988: 420) cuando defiende el uso de la teora de grafos porque permite tratar
desde redes de energa a formas de organizacin social y a las nervaduras de las
hojas, ya que todos esos gegrafos "tienen en comn el inters por el flujo entre
puntos en una red de eslabones ordenados por un patrn particular". En otros casos,
no solo se excluye el tiempo histrico sino tambin la propia nocin de relatividad,
como en la siguiente excerpta de Dacey (1973: 191) sobre distribuciones espaciales:
"la regin R est situada en el espacio euclidiano bidimensional E. Aunque no es
necesario, se supone en lo que sigue que R es una regin delimitada y conectada a
otras, con un rea finita m(R)". En estas perspectivas las teoras son formuladas a
partir de un lenguaje matemtico "ya que la forma matemtica asegura la
transparencia y la ausencia de contradiccin" (Bunge, 1988: 403) y entienden que la
"posibilidad de prediccin es crucial desde el momento en que es el requerimiento
bsico de toda teora" (Bunge, 1988: 407). Ante una visin cartesiana y newtoniana
como esta, la geografa pierde su naturaleza histrica y se vuelve incapaz de explicar
el presente. Con todo, un autor como Burton (1988) afirmar, en la dcada de 1960,
que si la cuantificacin en geografa fue mecanicista, las nuevas tcnicas utilizadas son
probabilsticas y se comienza a hablar de tendencias probables.
Teoras como la difusin de innovaciones, los lugares centrales y otros modelos
urbanos y rurales han transformado el tiempo en un dato y no en una variable
explicativa. As, las transformaciones del espacio geogrfico quedan en el mbito de la
geografa histrica, como si la geografa en su totalidad pudiese abstraer la
temporalidad del ser. Aqu la abstraccin no proviene de una visin empirista sino de
una visin idealista que considera tiempo y espacio como formas del pensamiento que
pueden ser separadas.
Retomando el pensamiento de Peter Hagget, Gregory (1996: 97), explica que "era la
propia estructura que era geomtrica" y agrega "el anlisis locacional fue as
organizado en torno de la descomposicin de un sistema regional en una serie de
geometras abstractas: movimientos, redes, ndulos, jerarquas y superficies". Aun
reconociendo el aporte de las rutinas tiempo-espacio expuestas en las geografas del
tiempo de Hagerstrand, Gregory (1996) considera que la geografa tuvo un perodo en
el cual domin una ciencia espacial basada en un orden abstracto, geomtrico,
patronizado, incapaz de asimilar las inestables y emergentes configuraciones de la
modernidad. Y rescata, como oposicin a esas tradiciones, la idea de compresin
tiempo-espacio de Harvey. Sin embargo, cuando propone incluir el individuo en el
anlisis geogrfico a partir de las trayectorias, Hagerstrand (1970: 96) afirma que es
necesario entender que una localizacin no se define solo por sus coordenadas
espaciales sino tambin por coordenadas temporales. Y agrega: "podra ser bastante
razonable eliminar el tiempo encubrindolo con costes de transporte y de
almacenamiento, en tanto que la manipulacin de los materiales sea el principal
inters del anlisis locacional. Pero es poco razonable hacer esto cuando se presenta el
problema de las personas. Por ejemplo, cuando en un modelo de equilibrio general, se
asume que cada individuo juega una multitud de papeles, tambin est implcitamente
admitido que la localizacin en el espacio no puede separarse del flujo del tiempo"
(Hagerstrand, 1970: 96). Completa el gegrafo sueco: "el tiempo tiene una
importancia vital cuando se trata de situar juntas a personas y cosas para el
funcionamiento de los sistemas socioeconmicos, ya experimenten cambios a largo
plazo o descansen en algo que podra definirse como un estado estable" (Hagerstrand,
1970: 96). En otro trecho escribe: "el tiempo se mezcla con el espacio en una entidad
espacio-temporal indivisible" (Hagerstrand, 1970: 99).
Es Anne Buttimer (1979: 244) quien afirmaba que "en nuestra generacin surgi
tambin el reconocimiento de la temporalidad y de la indivisibilidad del espacio-tiempo
en el estudio de los gneros de vida contemporneos", pues las nociones newtonianas
de espacio y tiempo de dos dimensiones fueron sustituidas por la nocin einsteniana
del espacio-tiempo de cuatro dimensiones. Pero gran parte de las preocupaciones han
permanecido en experiencias tcnicas y racionales sin considerar la experiencia
humana total. Entre los fenomenlogos, lamenta que las reflexiones sobre el espacio
vivido y el tiempo vivido raramente hayan sido integradas (Buttimer, 1979: 250).
Para Jacques Lvy (1999: 157) lo que sabemos o creemos sobre el espacio y el tiempo
se inscribe en un universo mental dominado por la naturalizacin y la sustancializacin
de esas dos nociones, pues "el naturalismo aplicado a la geografa y la reduccin del
espacio a la extensin no desaparecieron. El problema viene, no obstante, del
privilegio acordado as al tiempo para medir el espacio. Hacer del tiempo la mtrica
fundamental en geografa participa de esta simetra indebida [.] No hay, en efecto, una
razn general y permanente para darle un primado al tiempo en relacin a otras
dimensiones sociales en las cuales el espacio podra ser traducido: dinero, capital
poltico, etc. A menos que, peor todava, la ventaja del tiempo sea precisamente su
inconveniente: el carcter euclidiano, as pues una utilizacin fcil, de su mtrica
convencional".
El perodo de la globalizacin, productor de nuevos objetos, nexos y metforas,
revirti, de algn modo, esa subordinacin del tiempo, que parece haber sido
intrnseca a la tradicin disciplinaria de la geografa, para postularlo a un lugar
predominante, el de variable determinante capaz por s de anular al espacio en el
entendimiento del presente. Sin embargo, muchas veces ese tiempo tampoco ha sido
visto en su empiricidad y ha dado lugar a una profusin de metforas sobre el espacio,
el territorio, la regin y el lugar (Santos y Silveira, 1997).
Pero los eventos son unidades significativas del tiempo y, por esa razn, su duracin no
es regida por el reloj o el calendario sino por su significado social, su sentido y su
capacidad de cambiar la trama de la historia. Transforman las posibilidades del perodo
histrico en cualidades y cantidades o, en otras palabras, producen la extensin. "Los
eventos son, simultneamente, la matriz del tiempo y del espacio" (Santos, 1996:
115) y "cambian las cosas, transforman los objetos, dndoles, all donde estn, nuevas
caractersticas" (Santos, 1996: 116). Como el evento es portador de un contenido
nuevo y significativo, podramos concordar con Chesneaux (1976: 132) cuando
asevera: "el momento, a diferencia del evento puntual, es la cuestin de lo posible, es
el momento donde todo deviene posible". Y se distancia de la historia vnementiel al
decir que la amplitud y el tamao de esos momentos supera al evento, que es una
expresin puntual, la punta del iceberg.
Los eventos son resultado de la accin y, por esa razn, no hay eventos sin actores.
Pero sin formas, materiales e inmateriales, tampoco hay eventos, pues estas son su
condicin de existencia. O, como quiere Maffesoli (1997), la forma es formante y no
formal. El evento se engarza en una forma disponible que es vaca sin su contenido y
este no existe sin aquella. A cada evento la forma se reorganiza, cambia su contenido
y su extensin. Cuando nos referimos a forma y evento es tambin de "formacontenido" (Santos, 1986) que estamos hablando. Parafraseando a Simmel (2002),
diramos que, en cada fenmeno social, el contenido y la forma constituyen una
realidad unitaria, aunque se vuelva muy difcil abandonar esa divisin entre forma y
contenido, desprovista de cualquier obligacin lgica o de la realidad percibida.
Vallaux (1929: 322) defina la geografa como una ciencia de formas y cosas concretas
y explicaba que "en el mundo de las cosas concretas el espacio y el tiempo no estn
nunca separados". Pero fue tambin Carl Sauer (2000) quien encontr en la nocin de
forma una llave de interpretacin de los espacios geogrficos. Reflexionando sobre el
cambio de las formas en el tiempo escribi: "formas actuales pueden ser derivadas de
formas pasadas" (Sauer, 2000: 98). Podramos entonces decir que las formas tienen
un papel constitucional en la produccin de la existencia. Por ello cuando Berger
(1964) escribe que la interpretacin correcta de los eventos del mundo supone el
estudio de aquello que es su testimonio y que tal vez participa tambin de su
produccin, podramos sustituir la palabra "testimonio" por la palabra "forma". En otros
trminos, sobre las formas materiales, culturales, organizacionales, normativas se
realizan los eventos y, de ese modo, "las formas aseguran la continuidad del tiempo
pero lo hacen a travs de la sucesin de los eventos, que cambian su sentido" (Santos,
1996: 124). Arendt (2005:103) expresa esa dialctica concreta: "el mundo de las
cosas fabricado por el hombre se convierte en un hogar para los hombres mortales,
cuya estabilidad perdurar y sobrevivir al siempre cambiante movimiento de sus vidas
y gestas solo en la medida en que trascienda la simple funcionalidad de los bienes de
consumo y la utilidad de los objetos de uso".
De ese modo, el evento es un tiempo posible realizndose en un lugar real. Es el
proceso socioespacial, que en su apariencia puede llevarnos a imaginar que hay un
espacio y un tiempo, resultados provisorios de un proceso cambiante e infinito, tantas
veces erigidos a categoras permanentes de interpretacin del mundo. Como
Heidegger, diramos que si hay un espacio y un tiempo, en el origen del proceso no
existan como tales, pues el ser solo puede ser aprehendido en la perspectiva del
tiempo y el ser-ah es, a la vez, temporal y espacial. Esa naturaleza provisoria podra
ser mejor cualificada con las nociones de forma y evento, constitutivas de un proceso.
Esta ltima nocin parece revelar con ms propiedad que espacio y tiempo no son
categoras separadas. Sobre un espacio anterior se realizan los eventos presentes y lo
de aquella forma, en este o en aquel ritmo, segn esta u otra sucesin" (Santos, 1996:
45). La tcnica, en su acepcin de modo de hacer, es tambin reconocida por Gaudin
(1978) cuando afirma que la llave del movimiento de las tcnicas debe ser buscada en
las modalidades de transmisin del saber-hacer. Esa naturaleza intrnseca de la
materialidad y de la accin lleva a Ellul (1968: 101) a escribir que "la tcnica es, por s
misma, un modo de actuar, exactamente un uso", pues no es posible utilizarla sin
obedecer reglas tcnicas. En otros trminos, el objeto tcnico (forma) impone un uso
"amoldado" (evento), permite una accin limitada, pide una tcnica de accin. En ese
punto la indisolubilidad es absoluta ya que no recorrer ajustadamente los pasos
indicados conduce al fracaso en la operacin. No obstante, hay otro uso o accin, que
admite cierta disociabilidad del objeto porque adviene de una combinacin ms amplia
de factores sociales, polticos, econmicos y culturales marcados por aceptaciones y
rechazos (Silveira, 2010). Como seala Santos (1996), la accin poltica es el par
histrico de la tcnica. Por ello, el significado y el valor de la tcnica no advienen de la
tcnica per se, sino del contexto en el cual se inserta.
Entretanto, no interesan tanto las tcnicas particulares -tcnicas industriales, agrcolas,
polticas, electorales, presupuestarias- sino especialmente el fenmeno tcnico. Ellul
(1968: 2) ya poda escribir: "la tcnica asume hoy en da la totalidad de las actividades
del hombre, y no solo su actividad productora". Pero, si cada tcnica particular es, en
realidad, un mtodo o un medio para alcanzar un resultado, la tcnica en general
puede ser entendida como un conjunto de medios, cuya naturaleza es hoy universal.
Es el fenmeno tcnico, tal como concebido por Ellul (1968).
La vida de las tcnicas es sistmica (Santos, 1996). Cuando un sistema tcnico alcanza
su hegemona durante un perodo, se vuelve la base material y organizacional de la
sociedad pero, gradualmente, las innovaciones van a estructurar un nuevo sistema que
lo sustituir. Sin embargo, "no son los objetos que determinan los objetos" sino que
"es el espacio que redefine los objetos tcnicos, a pesar de sus vocaciones originales,
al incluirlos en un conjunto coherente donde la contigidad obliga a actuar en conjunto
y solidariamente" (Santos, 1996: 34). No ser suficiente considerar las cosas en s,
mas el espacio en su proceso de tornarse otro. As, autores como Ellul (1968),
Simondon (1989), Friedmann (1966) y Santos (1996) proponen considerar la tcnica
como un medio. Y, por consiguiente, cualquier porcin del espacio en un determinado
momento histrico es un palimpsesto de tcnicas, de objetos y modos de trabajar, de
formas y eventos.
La tcnica puede ser vista, entonces, como medio y como fenmeno. Como un medio,
es un conjunto de relaciones, un tejido de cosas y nexos tempoespaciales. Como
fenmeno exige ir ms all de las apariencias, de lo visible, de lo tecnolgico y entrar
en lo invisible, en los nexos, en las relaciones. De all que un perodo histrico no es un
tiempo abstracto y cronolgico sino un conjunto de existencias y posibilidades reales a
disposicin de los actores que viven ese momento. La idea de totalizacin de Sartre
(1979) ayuda a entender que hay una totalidad hacindose a travs de los eventos -el
perodo- que se transforma en una totalidad hecha, un conjunto de existencias, una
facticidad, el espacio sorprendido en un momento. Esa facticidad tiene tambin un
papel activo por su capacidad de abrigar o rechazar los eventos, condicionando el
ejercicio de las acciones.
En tanto que recurso de mtodo, la periodizacin significa elegir las variables clave
que, en cada porcin del tiempo, van a comandar el conjunto de formas y eventos. Se
trata de un principio que permite valorizar los procesos y reconocer las novedades. Sin
embargo, no cambian completamente los elementos viejos por los nuevos, hay
permanencias y rupturas y, especialmente, coexistencias. Las variables no tienen
comportamientos autnomos y, por eso, no parece aconsejable estudiar sus
evoluciones particulares. La periodizacin tambin supone encontrar marcos
significativos, eventos dentro de la continuidad, que resulten ms relevantes para
sealar las rupturas en las formas-contenido. En un perodo existen variables o grupos
de variables que controlan el movimiento de reproduccin de la totalidad. Cuando esa
organizacin falla, por la evolucin acelerada de una o ms variables, adviene una
crisis, una ruptura y un nuevo perodo. Con todo, lo ms importante es caracterizar las
pocas y menos los marcos que las separan. En palabras de Marx: "Se trata de
encontrar los grandes rasgos, las caractersticas generales, pues en la historia de la
sociedad ocurre como en la historia de la tierra, donde las pocas no se hallan
separadas las unas de las otras por fronteras abstractas y rigurosas" (Marx, 1867:
302).
Aunque parece necesario comprender un perodo como una unidad, es tambin un
desafo captar la heterogeneidad y verlo no un "flujo laminar" sino como un "flujo
turbulento" (Latour, 1991:99). Por diferencias de poder econmico y poltico, de
localizacin, de cultura, de conciencia, en sntesis por las situaciones de existencia
(Sartre, 1990), los actores no tienen igual fuerza en la aprehensin de las
posibilidades. En cada momento histrico hay una redistribucin del proceso social que
no es ajena a las formas heredadas, delineando los usos del territorio.
Sartre (1979) nos ayuda a comprender la dialctica entre existencia y evento, entre
facticidad y posibilidad y la necesidad de aprehender presencias y ausencias. El
prctico-inerte es el reflejo puramente objetivo del hombre, esto es, la accin
depositada en las cosas. Es la accin cristalizada en las formas materiales, jurdicas,
culturales, morales. Es la actividad del hombre retornada porque "no hay materia que
no condicione a la praxis humana a travs de la unidad pasiva de significaciones
prefabricadas [...] no hay hombre que no surja en el interior de un mundo de
materialidades humanizadas, de instituciones materializadas y que no se vea prescribir
un porvenir general en el seno del movimiento histrico" (Sartre, 1979: 304). La
accin es capaz de transformar ese prctico-inerte, pero ninguna accin le es ajena
porque forma parte de la situacin en la que existimos y en la que los eventos se
realizan. Es una circularidad dialctica (Sartre, 1979), en la cual los hombres estn
mediados por las cosas y estas por los hombres. Las posibilidades del perodo no se
realizan sin depararse con las existencias en los lugares, capaces tambin estos, a
partir de sus actores, de generar eventos.
Esa circularidad dialctica adquiere espesura hoy por la "ampliacin de los contextos"
(Santos, 1996), es decir, por la multiplicacin de lugares y actores que participan de
intercambios y conexiones, cada vez ms acelerados y que generan nuevos
comportamientos y percepciones. Diramos, con Bag (1986:104) que "el tiempo de
nuestra realidad social nace con nuestra realidad social". De all que la globalizacin es
productora de un tiempo propio: un acontecer espeso e interrelacionado que se
acompaa de la percepcin de la simultaneidad y de la universalidad. A propsito de la
discusin del tiempo real de Pierre Lvy, Dosse (2003: 375) escribe: "esa nocin de
tiempo real provoca una condensacin en el presente" y este es "un tiempo ntimo
social, interactivo, que sirve para coordinar los individuos, productores de
entendimiento colectivo".
En cierto modo, novedad de nuestro perodo, la universalidad fue largamente
preparada pues, como asevera Zerzan ( 2008:179), "el siglo XVII fue el primero en el
que la gente se consider a s misma como habitantes de un determinado siglo", pero
una sociedad ms compleja "requiere un sistema mayor de seales temporales" (2008:
181). Ese embrin de sincronismo social debe mucho al reloj que, como sugiere Attali
(1982:284), fue el primer sistema artificial capaz de producir cualquier cosa en serie,
inclusive el propio tiempo, y agrega que "una transmisin instantnea del tiempo
unifica el espacio y organiza un sincronismo planetario que desordena la organizacin
de la mayor parte de los calendarios". El autor se refera al desorden producido en la
dinmica del lugar; aquello que Hagerstrand (1970:101) interpret de otra forma al
decir que "el reloj y el calendario son los dispositivos antidesorden por excelencia". Ya
Mumford (1982) se haba referido a la "regimentacin del tiempo" en el final del siglo
XIX a partir de los ferrocarriles, agregada a la estandarizacin del tiempo de
Greenwich.
No son pocos los autores que consideran que la historia universal, entendida como
fusin de las historias particulares desarrolladas en diferentes rincones del planeta, ha
comenzado en el siglo XVI. Esa parece ser laopinin de Chesneaux (1976) cuando
describe los procesos de los ltimos cinco siglos. Pero lo que nos interesa aqu es la
idea de universalizacin de la historia: "no hay solamente ampliacin geogrfica de las
corrientes de intercambios a travs del planeta entero, y constitucin de una historia
universal en el sentido espacial del trmino. Simultneamente, la historia de cada
pueblo se transforma cualitativamente por la intervencin de mecanismos unificadores
y comunes" y, mencionando transformaciones de los mercados, explica que se
universalizan "los mecanismos mismos de la historia" (Chesneaux, 1976: 104). Ms
de tiempo que, por eso, no puede ser analizado a partir de categoras geomtricas o
congeladas.
Parece necesario ir ms all de la cosa en s y captar la vida en las formas, a partir de
una teorizacin, es decir, del encuentro de las categoras ms apropiadas a la historia
de cada momento, a las existencias y procesos de cada presente, para buscar una
geografa de la existencia. Hoy podramos decir que el tiempo dej de ser abstracto y
se hizo emprico porque est mediado por objetos y normas, que pasan de una
generacin a otra, revelando la solidaridad o interdependencia originaria como trazo
principal de su historicidad. El tiempo adquiere materialidad en esa interdependencia y,
as, se vuelve una categora histrica y concreta de pensamiento. La globalizacin,
demandante de conceptos hbridos, desvanece la dicotoma entre el tiempo como
categora de pensamiento o como realidad material. Hoy, ms que nunca, los estudios
geogrficos podrn ofrecer una interpretacin crtica del mundo si aceptan el desafo
de aprehender la temporalidad del espacio y la empiricidad del tiempo, que podrn ser
analizadas a partir del fenmeno tcnico en cada momento de la historia y en la
diversidad de sus manifestaciones.
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