Procacci - Historia General Del S XX
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accin eran las sedes de los partidos de izquierda, de los sindicatos, de las cooperativas y
de los ayuntamientos regidos por administraciones socialistas o tambin populares, y
fueron objeto de sus persecuciones y de sus avisos los hombres que los dirigan.
Frente a esos abusos las autoridades locales, civiles y militares cerraban los ojos,
mientras que los propietarios agrarios y algunos industriales no escatimaban apoyos.
Los escuadristas tenan corno punto de referencia poltico la figura de Benito Mussolini,
quien en marzo de 1919 haba fundado en Miln el primer fascio de batalla, sobre la base
de un programa heterogneo y radicalizante; de ah que sus integrantes se llamaran
fascistas. Hasta entonces el fascismo haba sido un movimiento con pocos seguidores
en las elecciones de noviembre 1919 haba presentado una lista slo en la
circunscripcin de Miln, obteniendo poco ms de cuatro mil votos y la popularidad de
su jefe era sin duda inferior a la de Gabriele d'Annunzio, el protagonista de la empresa de
Fiume. El propio Mussolini qued sorprendido por el xito del movimiento escuadrista,
pero tan pronto corno ste comenz a imponerse no dud en reivindicar su paternidad y
asumir su direccin poltica, logrando con habilidad capitalizarlo y administrarlo, aflojando
o tensando sus riendas segn las circunstancias. En mayo de 1921, Mussolini acept la
oferta de Giolitti, quien en junio de 1920 haba sucedido a Nitti, de entrar a formar parte de
la lista de concentracin nacional que se present a las elecciones, logrando as que
fuesen elegidos treinta y cinco diputados fascitas y adquiriendo un primer reconocimiento
de respetabilidad poltica, aunque inmediatamente despus devolvi plena libertad de
accin a sus escuadras. Pero cuando, en julio, una expedicin punitiva se estrell por
primera vez contra la reaccin contundente de las fuerzas del orden, l tens de nuevo las
riendas y sell, bajo los auspicios del nuevo presidente del gobierno, Ivanoe Bonomi, un
pacto de acificacin con los socialistas.
La iniciativa levant las protestas de los caciques locales, pero Mussolini contest
presentando su dimisin en la comisin ejecutiva. Esta fue rechazada v Mussolini,
fortalecido por este xito, convoc en Roma un congreso del que lo que hasta entonces
haba sido un movimiento heterogneo y disperso sali convertido en un partido, del
que l era el lder o, mejor dicho, el Duce reconocido e indiscutible. Mientras tanto, no
cesaba de lanzar seales tranquilizadoras y guios en direccin a los varios sectores del
establishment: haia los industriales, dejando caer las propuestas de socializacin v de un
impuesto progresivo, contenidas en el programa de 1919, y profesando convicciones
liberalistas; hacia la monarqua, renunciando a la declaracin de principios republicanos
del programa; hacia los militares, muchos de los cuales simpatizaban con el fascismo; y
finalmente hacia la Iglesia, de la que exaltaba la misin universal.
Se determin, as, una situacin de incertidumbre v de inestabilidad poltica: entre la
dimisin del gobierno de Giolitti, en junio de 1921, y octubre de 1922, tuvieron lugar tres
crisis y se sucedieron dos gobiernos, presididos, respectivamente, por Bonomi y Facta. El
caos lleg a su cspide en verano de 1922, cuando la Alianza de Trabajo, en la que se
integraban algunas de las mayores organizaciones sindicales, proclam una huelga
legalista para exigir al gobierno una poltica de firmeza hacia las nuevas violencias
fascistas. La huelga tuvo un xito parcial, y una nueva oleada de represalias se extendi
por todo el pas. La situacin ya estaba madura para un giro poltico y el advenimiento de
un gobierno de orden. Entre los fascistas de las provincias tom cuerpo, en aquellos das,
la idea, ya avanzada por D'Annunzio, de una marcha sobre Roma, con el objetivo de
imponer al rey y al gobierno aquella solucin que por s solos eran incapaces de tomar.
En Roma, en cambio, se trabajaba por una solucin que se mantuviera dentro de los
lmites de la praxis constitucional y parlamentaria, como poda ser un gobierno presidido
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por Giolitti o Salandra con la participacin de ministros fascistas. Y tambin en este trance
Mussolini dio prueba de una consumada habilidad tctica: mientras las columnas
escuadristas se concentraban a la espera de moverse hacia la capital, l mantena
contactos frenticos con el mundo poltico romano. La hora de la verdad lleg la noche del
27 y la maana del 28 de octubre, cuando el rey, tras alguna vacilacin, se neg a firmar
el decreto de estado de sitio, obligando a Facta a la dimisin. Las escuadras fascistas
obtuvieron as luz verde para marchar sobre Roma y Mussolini, que haba esperado
prudentemente en Miln el desarrollo de los acontecimientos, pudo acudir ante el rey para
recibir el encargo de formar el nuevo gobierno.
Algunos estudiosos (Nolte, Furet) han visto en los acontecimientos italianos de los aos
1921-1922 el primer acto de una guerra civil europea en la que comunistas y fascistas
se enfrentaran en un duelo a muerte cuya conclusin sera slo en 1945. Que los
fascistas fuesen anticomunistas est fuera de duda; pero ello no significa y no implica
que, como ellos decan, en Italia existiera una situacin revolucionaria anloga a la rusa.
Los nicos que lo crean (o tenan esa ilusin) eran los comunistas, y ni siquiera todos.
Pese a su maximalismo, el Partido Socialista, como tambin hemos visto, se haba
negado a aceptar las veintiuna condiciones impuestas por Mosc. Por lo que concierne a
los sindicatos, cuyos dirigentes eran en gran medida reformistas, una delegacin que
acudi a Rusia en 1920 no dej de hacer pblicas sus perplejidades. En realidad, el
anticomunismo de los fascistas no era ms que un pretexto para justificar sus
expediciones punitivas ante una opinin pblica desorientada y asustada. El objetivo
de la guerra civil, si as se la quiere llamar, que perseguan las escuadras de accin
eran las ligas ampesinas, ya fuesen rojas o blancas, las Cmaras del Trabajo, los
represen tantes polticos antifascistas, en resumen, la democracia.
La fecha del 28 de octubre de 1922 ser celebrada, durante los veinte aos de fascismo,
como la de la revolucin fascista. En realidad, se trat de una revolucin hecha posible
por la complacencia y la complicidad de los poderes constituidos y que formalmente se
resolvi segn las reglas constitucionales. A pesar de la arrogancia con la que Mussolini
se dirigi al Parlamento en su discurso de presentacin del nuevo gabinete, se trataba de
un gobierno de coalicin en el que el nmero de ministros fascistas o profascistas era
exactamente igual al de ministros procedentes de otras formaciones polticas: populares,
nacionalistas, liberales, sin cuyo apoyo no dispondra de la mayora parlamentaria.
Sin embargo, aunque en un plano estrictamente formal se haban salvado las apariencias,
un profundo desgarro se haba producido y se haba emprendido un camino muy difcil de
deshacer. Los hechos no tardaron en demostrarlo.
Entre los primeros actos del gobierno de Mussolini, al que en noviembre de 1922 la
Cmara de diputados haba concedido plenos poderes hasa el 31 de diciembre de
1923, los ms relevantes fueron la institucin de la Milicia Voluntaria para la Seguridad
Nacional (MVSN), en la que confluyeron los hombres de las escuadras de accin, y la
decisin de hacer permanente el Gran Consejo del fascismo, fijando un calendario de
reuniones mensuales. Nacan, as, un ejrcito paralelo y una suerte de gobierno en la
sombra, y comenzaba un perodo de interregno constitucional (Lyttelton,1970) que se
prolongar hasta la crisis generada por el asesinato de Matteotti.
Las posteriores etapas de esta involucin autoritaria fueron fusin con los nacionalistas,
en febrero de 1923, por medio de la cual el fascismo se asegur la colaboracin de
hombres competentes como Alfredo Rocco y Luigi Federzoni que gozaban de la
confianza de los ambientes industriales y militares y propugnaban una concepcin
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orgnica del estado-, y la ruptura con los populares, que se vieron obligados a dimitir en
abril. Este ltimo acontecimiento fue facilitado por los contactos que Mussolini haba
establecido con el Vaticano y por las presiones que ste ejerci sobre el Partido Popular
para que no adoptara la lnea de la oposicin, que don Sturzo haba defendido en el
congreso de Turn en abril de 1923.
Con la salida de los populares de la mayora, el gobierno se encontraba todava ms
expuesto al riesgo de una crisis. La salida de este atolladero la indic el Gran Consejo, al
adoptar una nueva ley electoral, cuya elaboracin fue confiada a Giacomo Acerbo. Su
proyecto lleg al Parlamento y se aprob con la abstencin de los populares y el voto
contrario de la oposicin de izquierda. En l se contemplaba la asignacin de dos tercios
de los escaos a la lista que recogiera el mayor nmero de votos en el colegio nico
nacional, mientras que el tercio restante se distribuira entre las dems listas.
La listona, que haba congregado, adems de a los fascistas, a numerosos
representantes de la vieja clase poltica liberal, entre ellos Salandra y Orlando, obtuvo el
64,9 % de los votos y 374 diputados (de los que 275 eran fascistas), mientras que las
listas de la oposicin obtuvieron 145. En Piamonte, en Lombarda, en Liguria y en Vneto,
regiones en donde los partidos de la oposicin estaban ms arraigados, stos obtuvieron
resultados ligeramente superiores a los de la listona, que en cambio result
ampliamente mayoritaria en la Italia central y meridional.
Los fraudes y las violencias que tuvieron lugar durante las elecciones fueron denunciados
el 30 de mayo por el diputado socialista Giacomo Mattetotti en un apasionado discurso
ante el Parlamento. Diez das despus el 10 de junio un grupo de escuadristas al
mando de Amerigo Dumini lo raptaban cerca de su casa romana, y el 16 de agosto su
cuerpo fue encontrado en un campo cerca de Roma. La conmocin en el pas fue enorme
y la oposicin parlamentaria se hizo eco de ella abandonando el aula de Montecitorio y
negndose a volver hasta que no se aclaran el episodio y se disolviera la milicia. Fue la
llamada secesin del Aventino. Los diputados aventinianos, cuyo miembro ms
representativo y escuchado era Giovanni Amendola, no llegaron, como proponan los
comunistas, hasta la convocatoria de una huelga general, porque teman que se repitiera
el fracaso de la huelga legalista de agosto de 1922 slo hubo un paro en el trabajo
durante diez minutos, al que se adhirieron tambin los sindicatos fascistas sino que
prefirieron apostar por la intervencin de la Corona. En el frente opuesto, los dirigentes del
fascismo radical de las provincias, el ms extremista de los cuales era el cremons
Roberto Farinacci, invocaban una segunda oleada que barriera las resistencias a la
instauracin de un rgimen fascista. Volva a perfilarse, as, el riesgo de una recada en la
guerra civil, pero tambin en esta ocasin Mussolini, cuyas responsabilidades en el
asesinato de Matteotti eran probablemente slo polticas, supo maniobrar con habilidad,
alternando la firmeza con la flexibilidad.
En junio procedi a una remodelacin del gobierno y confi a Federzoni, notoriamente un
hombre de orden y cercano a la monarqua, la cartera de Interior, que hasta entonces
haba ostentado el propio Mussolini, que haca as un gesto dirigido a tranquilizar a los
bienpensantes. Sin embargo, inmediatamente despus, en julio, hizo aprobar un decreto
que limitaba la libertad de prensa. Y tambin en esta ocasin pudo contar con el discreto
apoyo del Vaticano: en septiembre, el cardenal Gasparri adverta en una circular al clero
que no participara en la lucha poltica. La admonicin estaba dirigida, en particular, a don
Sturzo, al que en octubre se inst, con igual discrecin, a que abandonara el as. As, sta
fue la primera personalidad poltica obligada a tomar el camino del exilio. Tambin la
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La Alemania Nazi
Hasta las elecciones de septiembre de 1930, en las que el Partido Nacional-socialista
obtuvo un xito tan clamoroso como inesperado, muy pocos fuera de Alemania y no todos
en la misma Alemania estaban al corriente de la existencia o conocan el nombre de Adolf
Hitler, un ex combatiente condecorado de la guerra que en la poltica haba encontrado la
realizacin personal que haba estado buscando en la actividad artstica durante su
inquieta juventud en Viena. Tras trasladarse a Mnich, se haba puesto a la cabeza, en
febrero de 1920, de un pequeo grupo extremista de derecha fundado por el herrero
Anton Drexler la Deutsche Arbeitspartei (DAP), estrenando as su carrera poltica. Su
primera iniciativa fue la de cambiar el nombre del partido por el de Nacionalsozialistische
Deutsche Arbeits Partei (NSDAP, Partido Obrero Alemn Nacionalsocialista) y redactar un
programa en el que, conforme a la nueva denominacin del partido, elementos
socialistas como la nacionalizacin de todas las empresas de carcter monopolista y
una borrosa eliminacin de la esclavitud del inters se acompaaban y se
entremezclaban con elementos de carcter nacional, como la abrogacin del tratado de
Versalles, la formacin de una gran Alemania y la sustitucin del derecho romano con
un Gemeinrecht alemn. Este eclecticismo haca que el programa del NSDAP tuviera
mucho en comn con el de los fasci italianos de 1919, hacia cuyo jefe Hitler nutra una
gran admiracin, y ambos se podan considerar subproductos de la posguerra. Por otra
parte, lo que caracterizaba la orientacin poltica del NSDAP respecto de los dems
grupos de derecha alemanes y extranjeros era el antisemitismo del que estaba
impregnado y que constitua su Leitmotiv: a los judos, en su programa, Hitler les negaba
el derecho a ser miembros de la comunidad nacional alemana (Volksgenosse) y cerraba
el acceso a cualquier cargo pblico.
La primera salida pblica del nuevo partido tuvo lugar en 1923, en la atmsfera candente
que sigui a la ocupacin francesa del Ruhr y al estallido de la hiperinflacin, cuando,
junto con el general Ludendorff, Hitler organiz y promovi en Mnich un Putsch que
hubiera tenido que ser el punto de partida de una marcha sobre Berlin, corno la de
Mussolini sobre Roma.
Pero al fallarle los apoyos polticos y militares con los que contaba, el intento pasado a
la historia con el nombre de Putsch de la cervecera fracas miserablemente y Hitler fue
detenido y condenado a cinco aos de reclusin. De hecho, slo pas en la crcel nueve
meses, durante los cuales escribi la primera parte de su Mein Kampf
(Mi lucha).
Pero de esta experiencia sac la conclusin de que el nico camino realmente practicable
para conquistar el poder pasaba por aceptar las reglas del juego y utilizar sin escrpulos y
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de Von Papen, un aristcrata rac que casi por casualidad era miembro del Zentrum y de
ste fue expulsado al convertirse en canciller, y el del general Kurt von Schleicher, el ms
escuchado, despus de la dimisin de Grner, de los consejeros de Hindenburg. El
primero dur pocos meses y el segundo, pocas semanas. En realidad, este sucederse de
elecciones y gobiernos no era sino el indicio de cmo los mecanismos de la democracia
weimariana ya giraban en el vaco, casi una pantomima a la espera de que el teln bajara
definitivamente. El juego poltico real, en el que se decida el destino del pas, se
desarrollaba en los bastidores, en una espesa trama de contactos y encuentros, y sus
interlocutores y protagonistas eran los que de verdad contaban, la camarilla que se haba
formado alrededor de Hindenburg, cada vez ms ausente y desorientado, los altos
mandos militares, la poderosa Liga Rural Alemana, desde siempre expresin y portavoz
de los intereses de la nobleza agraria del lado oriental del Elba, algunos sectores y
exponentes de las finanzas y de la industria y, naturalmente, el incmodo Adolf Hitler.
Durante estos contactos y negociaciones, varias hiptesis se sucedieron. Von Papen
avanz una solucin autoritaria que pusiera fin al rgimen de los partidos, incluidos los
nacionalsocialistas, y sin excluir a este fin la posibilidad de un golpe de estado.
Su sucesor, Von Schleicher, contando con la posible escisin del NSDAP de su ala
izquierda encabezada por Georg Strasser, apost en cambio por la formacin de un
gobierno basado en la colaboracin entre organizaciones sindicales y jerarquas militares
similares a la que se haba producido durante los aos de la guerra.
Ambas soluciones demostraron ser ilusorias, al prescindir de la posicin de fuerza de los
nacionalsocialistas, que, aunque haban retrocedido en las elecciones de noviembre
respecto de las de julio, seguan representando a un tercio del electorado y se haban
convertido en el primer partido. Hitler, quien haba rechazado repetidas veces el cargo de
vicecanciller, insista, en efecto, en reclamar para s la cabeza del gobierno y al final
Hindenburg, que nutra hacia l sentimientos de animadversin, tuvo que aceptarlo.
El 30 de enero Hitler asuma el cargo de canciller, con Von Papen corno vicecanciller. Del
nuevo gobierno formaban parte slo dos ministros nazis y Hitler haba tenido que
comprometerse a despachar con Hindenburg slo en presencia del vicecanciller. De este
modo el presidente y sus consejeros pensaban tenerlo controlado y esperaban a que su
popularidad se deshinchara y a que quedara claro que no poda cumplir con sus
promesas demaggicas para liberarse de el. El resultado de las elecciones de noviembre,
en que, como se ha visto, los nazis haban perdido dos millones de votos, sustentaban
esta persuasin y esta previsin. Por otra parte, sta era la opinin ms generalizada en
los ambientes diplomticos y entre los estadistas europeos. Ms sorprendente es el hecho
de que esta miopa poltica estuviese difundida tambin entre los adversarios ms
enconados de Hitler. Muchos comunistas, por ejemplo, crean que el ascenso de Hitler al
poder era una etapa necesaria en el camino de la instauracin de la dictadura del
proletarriado por la que luchaban y el Partido Comunista Alemn, al hilo de esta lgica
perversa, no dud en empearse en acciones convergentes con las de los nazis. Cuando,
tras la llegada de Hitler al poder, los comunistas lanzaron el llamamiento a la huelga
general, ya haban perdido su credibilidad y su invitacin no fue secundada por los
socialdemcratas, desesperadamente aferrados a la idea, tambin carente de
perspectivas, de salvar lo salvable. La izquierda alemana, que en las elecciones de
noviembre haba sumado el 36 % de los votos, pagaba as con una derrota sin gloria sus
errores y sus divisiones. A pesar del precedente italiano, no se haba percatado de que un
movimiento contrarrevolucionario, corno era el nazismo, era cualitativamente distinto de
los tradicionales movimientos reaccionarios o conservadores y que posea un arraigo y
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una fuerza muy superior a la de stos. Que eso no lo comprendieran los viejos
aristcratas como Von Papen no puede sorprender. En cambio, sorprende el que no lo
comprendieran los que, como los comunistas, haban dedicado su vida al movimiento
revolucionario.
En las negociaciones para formar su gobierno, Hitler, superando la oposicin del lder de
los populares Hugenberg, haba obtenido que en breve trmino se celebrasen nuevas
elecciones, confiando en el efecto de arrastre que tendra su ascenso al poder. La fecha
se fij en el 5 de marzo y la campaa electoral estaba en pleno desarrollo cuando la
noche del 27 de febrero el edificio del Reichstag fue destruido en
un incendio.
Cualquiera que fuese el que prendi el fuego, si el desequilibrado holands que fue
detenido o, ms probablemente, una unidad de las SA, lo cierto es que esta circunstancia
brindaba a Hitler la ocasin para reforzar su poder personal y dar otro apretn de tuercas.
La responsabilidad se dej recaer sobre los comunistas y cuatro il de ellos, incluido
Georgi Dimitrov, el futuro dirigente de la Internacional Comunista, fueron detenidos.
Acabaron en la crcel tambin muchos opositores e intelectuales, entre ellos Karl von
Ossietzky, el director de la revista Weltbhne, que terminar sus das en un campo de
concentracin tras haber sido galardonado con el premio Nobel de la Paz. Al da siguiente
al incendio del Reichstag, Hindenburg, presionado por Hitler, firmaba un decreto en
defensa del pueblo alemn que suspenda todos los derechos y las libertades
constitucionales y prescriba la pena de muerte por una serie de atentados contra el
estado. En esta atmsfera de terror se celebraron las elecciones del 5 de marzo.
El NSDAP, con el 43,9 % de los votos, y los partidos de derechas aliados obtuvieron la
mayora absoluta, pero no la de dos tercios necesarios para reformar la constitucin y
atribuir a Hitler los poderes absolutos que reclamaba. Pero igualmente alcanz su objetivo
gracias a la anulacin de la eleccin de los 81 diputados comunistas y a la debilidad del
Zentrum. En el momento del voto, el 23 de marzo, los nicos que se opusieron fueron 94
de los 120 diputados del SPD. A los diputados comunistas e les prohibi participar en el
voto. As terminaba la Repblica de Weimar y se iniciaba la Gleichschaltung
(sincronizacin) nazi.
Esta implic a todo el sistema politico e institucional sobre el que se haba sostenido
Alemania en la posguerra: los partidos, desde los comunistas hasta los nacionalistas,
fueron disueltos, con la obvia excepcin del partido nacionalsocialista, que en julio se
convirti en el nico partido legal; los sindicatos fueron unificados en el Deutsche
Arbeiterfront Frente alemn de los trabajadores, DAF); en los Lnder, unos
plenipotenciarios enviados desde el centro (Reichsstatthalter) sustituyeron a los
organismos electivos; en las universidades los rectores tambin fueron nombrados desde
arriba; la prensa y los dems medios de comunicacin fueron puestos bajo el estricto
control de un ministerio de nueva formacin, el ministerio para la informacin popular y la
propaganda, encabezado por el ms intolerante entre los jerarcas nazis, Joseph
Gbbels; la propia gloriosa academia prusiana, fundada por Federico II, fue purgada y
normalizada: dejaron de formar parte de ella, entre otros, Heinrich Mann y Kate Klwitz.
La Gleichschaltung no perdon tampoco a las Iglesias protestantes. Apoyndose en el
movimiento de los alemanes cristianos, para los que Jesucristo era un ario y San Pablo
un rabino, un judo, el rgimen intent unificar en una Iglesia nacional bajo la gua de un
Reichsbischofy bajo control del Ministerio de Asuntos
Eclesisticos.
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Sin embargo, al constatar cun fuertes eran las resistencias a este intento de politizacin
por parte de la mayora de los creyentes y de prestigiosos representantes religiosos, como
el pastor berlins Martin Niemller, el rgimen modific su postura y renunci al proyecto,
pero al mismo tiempo alent al movimiento de los creyentes en Dios (Gottglaubi ger) y
dejando rienda suelta a la propaganda de las teora neopaganas de Alfted Rosenberg. En
cuanto a la Iglesia catlica, las relaciones con ella fueron reguladas por un tratado entre el
Reich y la Santa Sede en julio de 1933, segn el cual, como en el concordato italiano de
1929, sta se comprometa a no interferir en la vida poltica a cambio de garantas acerca
de la libertad de culto y de las escuelas catlicas.
La interpretacin y la aplicacin de estas garantas por parte de las autoridades nazis no
tard en revelarse muy restrictiva y en marzo de 1937 el pontfice Po XI formul su
protesta en la encclica Mit brennender Sorge, en la que se denunciaban no slo las
violaciones del tratado, sino tambin la ideologa racista y las persecuciones de
los judos.
Pero exista una institucin que, por su prestigio y por su fuerza no poda ser
sincronizada: el ejrcito. Si entre los jvenes oficiales haba muchos simpatizantes del
nazismo, los altos mandos seguan fieles al principio, enunciado en su tiempo por Von
Seekt, del apoliticismo de la Wermacht como un cuerpo separado, autntico estado dentro
del estado.
Adems, algunos de ellos, como el general Von Seeck, futuro jefe de estado mayor, o el
coronel Von Stauffenberg, quien en julio de 1944 protagonizar un atentado contra Hitler,
pensaban que el ejrcito tena el deber moral de oponerse al gobierno en caso de que
resultase claro que ste arrastraba al pas a la ruina. En todo caso, era general la
preocupacin por la creciente intromisin de las SA, integradas por un milln de hombres
y a cuya cabeza se encontraba un personaje, Erich Rhm, que no ocultaba sus
ambiciones polticas e invocaba una segunda revolucin. La hostilidad o incluso
simplemente la frialdad de la Wermacht era algo que Hitler no poda permitirse y por eso
decidi actuar a su manera, de forma quirrgica. En la madrugada del 30 de juno de
1934, unidades de la polica y de las SS, un cuerpo de incondicionales nacido en origen
como guardia personal del Fhrer, tornaron por sorpresa y mataron a Rhm, Strasser y un
nmero indeterminado de sus seguidores, aprovechando la ocasin para liberarse
tambin del general Schleicher y de su ayudante de campo. A pesar del asesinato de uno
de sus ms altos xponentes, la Wermacht, que haba proporcionado los medios de
transporte para la operacin, no rechist: su objetivo, la liquidacin poltica de las SA,
haba sido conseguido. Pocas semanas ms tarde, el 2 de agosto, mora Hindenburg y
Hitler convocaba un plebiscito para pedir la unificacin de los cargos de canciller y
presidente, obteniendo una mayora aplastante.
Ahora era, ms que nunca, el Fhrer y con este ttulo, adems del de comandante en jefe
de las fuerzas armadas, la Wermacht, en aquel mismo da 20 de agosto, le jur fidelidad.
Por su parte, l se comprometi, con una carta dirigida al ministro de la Guerra Blomberg,
a reconocer en la Wermacht la nica fuerza armada de la nacin.
Sin embargo, ello no le impidi mantener vivas y en servicio a las SS y posteriormente
potenciar sus efectivos.
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As, la Gleichschaltung estaba terminada. Por otra parte, no cabe pensar que el Reich
fuese una mquina perfectamente engrasada y en funcionamiento. Como sucedi en
otros estados totalitarios, la centralizacin del poder conllevaba la formacin de una serie
de burocracias paralelas, cuyas competencias se entrecruzaban y con frecuencia
entraban en conflicto, dando pie a una especie de policracia que sobrevivi incluso
durante la guerra, perjudicando notablemente la eficacia del aparato productivo.
Lo que diferenciaba el tercer Reich de las dems dictaduras era la legitimacin ideolgica
que reclamaba para s. En efecto, se defina a s mismo como una unin popular o
Volksgemeinschaft de la que formaban parte como ciudadanos (Reichsbrger) todos los
miembros del estado de sangre alemana, quienes con su comportamiento den prueba
de estar dispuestos a adoptar y servir fielmente al pueblo y al Reich. Semejante
definicin exclua a los opositores del rgimen y a los quinientos mil judos alemanes
quienes, en su calidad de Staatsgehari ge, es decir, miembros del estado pero no de
sangre alemana, no gozaban de los derechos de los ciudadanos.
A stos se les prohibi no slo contraer matrimonio con judos, sino tambin mantener
con ellos relaciones extramatrimoniales. As estaba escrito en las leyes de Nremberg
de septiembre de 1935, que pueden definirse como la macabra guinda en la tarta del
nazismo. En el momento de su promulgacin los campos de concentracin haca tiempo
que estaban en funcin Dachau lo estuvo desde 1933, mientras que Auschwitz, el ms
tristemente famoso, fue abierto en 1941 y su poblacin estaba en constante aumento.
El mundo de los aos treinta conoca otros ejemplos de totalitarismos basados en la
prctica de las expulsiones, las represiones y el exterminio de masas, y en breve
volveremos sobre ello. Pero ninguno de ellos asuma como principio de su legitimacin el
concepto biolgico y brbaro de la raza y de la desigualdad de las etnias.
El ascenso de Hitler al poder coincidi con el principio de la superacin de la depresin.
En enero de 1933 el nmero de los desempleados era todava espantosamente alto, pero
ya a finales de ao haba comenzado a descender.
Tambin la produccin industrial daba seales de recuperacin. Pero haca falta alentar
este principio de mejora de la coyuntura y a este fin el gobierno nazi lanz un plan
imponente de obras pblicas, que prevea, entre otras cosas, la construccin de una red
de autopistas. Las inversiones pblicas, que entre 1928 y 1932 haban descendido
llamativamente, volvieron a aumentar y ello contribuy a la disminucin
del desempleo.
Esto se vio facilitado tambin por las medidas dirigidas a excluir a las mujeres de todos
los sectores de la administracin pblica para devolverlas al papel de madres y esposas
que, segn la doctrina nazi, les perteneca. Conforme a esta misma doctrina y al mito de
la defensa de los caracteres originales del pueblo alemn y de su sanidad moral, el jefe
de los campesinos del Reich, Walter Darr promulg una ley de herencia de las
factoras que sancionaba la inalienabilidad y la indivisibilidad de un nmero considerable
de propiedades rurales. De esta forma, se pretenda frenar el flujo de inmigracin hacia
las ciudades, pero la ley no dio los resultados esperados.
A medida que el nivel de la vida econmica se reanimaba, tambin aumentaba la
necesidad de las materias primas petrleo en primer lugar, pero tambin goma,
minerales ferrosos, bauxita, etc. de las que Alemania careca o era pobre. Tambin
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desde el punto de vista alimentario, el pas no era del todo autosuficiente y la poltica
agrcola de Darr no haba contribuido a mejorar la situacin, sino todo lo contrario. La
balanza comercial, que hasta 1932 haba permanecido ampliamente en activo, registr, a
partir del primer cuatrimestre de 1934, una creciente pasividad. Dada la escasez de
reservas de oro y de divisas extranjeras de las que dispona el Reich, esto representaba
un riesgo para la estabilidad del marco y amenazaba con reactivar la espiral de la
inflacin, con consecuencias negativas para el nivel de las rentas, de los consumos y de
la propia ocupacin. La salida a este impasse la indic Schacht, que Hitler, para
tranquilizar a los ambientes financieros e industriales, haba vuelto a colocar a la cabeza
de la Reichsbank y que en 1934 fue nombrado ministro de Economa. En el discurso que
pronunci para la inauguracin de la Feria de otoo de Leipzig de 1934, el nuevo ministro
esboz las lineas de su Neuer Plan (nuevo plan; el trmino remedaba el New Deal de
Roosevelt), que consista esencialmente en un intento de reglamentar el comercio exterior
sobre la base de principios de complementariedad y, segn la expresin del propio
Schacht, del trueque. En otras palabras, a partir de ahora Alemania importara slo de
aquellos pases que estuviesen dispuestos a importar a su vez mercancas alemanas,
segn un criterio de compensacin. Naturalmente, semejante plan comportaba la
reorientacin del comercio exterior alemn y la bsqueda de nuevos socios, como los
pases balcnicos y los de Latinoamrica: con ellos, corno se ha visto, el volumen de los
intercambios registr un fuerte crecimiento. Pero acuerdos satisfactorios de
compensacin se estipularon tambin con Inglaterra y con la propia Francia. Mientras
tanto, se impulsaba la investigacin y la experimentacin de nuevos materiales sintticos,
capaces de sustituir las materias primas importadas. En este campo se empe
especialmente el gran complejo "industrial de la 1. G. Farben.
Pero se trataba de un modelo de desarrollo econmico artificial y precario y en todo caso
incompatible con las importantes inversiones en el rearme que pedan el partido y el
ejrcito, y en particular los ministros Gring y Blomberg. Schacht era plenamente
consciente de ello y se esforz para resistir a las presiones que se ejercan sobre l. Si
quera rearmarse, la nica solucin practicable era la de encontrar los fondos necesarios
operando una eestructuracin econmica general que privilegiara los sectores industriales
vinculados a la produccin blica respecto de los de bienes de consumo y que llevara a
cabo una severa reglamentacin del trabajo, incluidos los horarios y las retribuciones.
Este era el camino por el que se pronunciaba y luchaba el coronel Georg Thomas,
responsable de la seccin para la movilizacin econmica de la Wermacht, Hitler se neg
a elegir entre mantequilla y caones, en el sentido de que quiso las dos cosas. A partir
de 1936, los gastos en armamentos conocieron un drstico incremento, pasando de
cuatro mil millones de marcos en 1934 a dieciocho en 1938 y en octubre de 1936 se
promulg un plan cuatrienal que tena el objetivo de realizar un ambicioso programa de
expansin econmica orientada al rearme, cuya realizacin se confi a Gring, al que se
otorgaron poderes muy amplios. En noviembre de 1937, Schacht fue destituido de su
cargo ministerial y posteriormente fue tambin apartado del Reichshank. Mientras, los
trabajadores, en particular los especializados, continuaron percibiendo salarios adecuados
y en 1938 ciento ochenta mil de ellos disfrutaron de sus vacaciones pagadas en los
cruceros organizados por la Kraft durch Freude, la organizacin recreativa del DAF. En
1937 arranc la produccin del Volkswagen y para muchos alemanes poseer un automvil
pareci un objetivo al alcance de la mano. El desempleo haba bajado hasta un nivel
insignificante y a pesar de los prejuicios antifeministas del rgimen, la misma ocupacin
femenina haba aumentado. La gente volva a tener confianza y volva a tener hijos:
Alemania fue el pas blanco que conoci en los aos treinta el mayor incremento
demogrfico. En suma: haba mantequilla y habra caones.
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Pero Hitler y sus colaboradores se daban cuenta de que una poltica econmica de este
tipo no era sostenible a medio plazo y que los recursos internos tenan un lmite. No
obstante, en su opinin la solucin de la que en trminos econmicos era una cuadratura
del crculo se poda encontrar en trminos polticos, y especialmente de poltica exterior.
Se trataba de ransformar el Lebensraum econmico en el que viva Alemania en un
Lebensraum poltico. sta es la idea bsica que se encuentra en un memorndum que
Hitler redact en el verano de 1936 en su retiro de Berchtesgarten v de cuyo contenido
inform slo a Gring y Blomberg. La idea de una expansin hacia el este, mucho ms
all de los territorios perdidos en Versalles, era su Leitmotiv. Para conseguir este objetivo
era necesario, sin embargo, desvincularse de las obligaciones y los condicionamientos
internacionales a los que Alemania estaba sometida.
El primer paso en este camino fue la decisin, ya mencionada, de abandonar la
conferencia del desarme y la SDN, decisin que Hitler se apresur a someter a plebiscito,
obteniendo tambin en este caso una mayora aplastante. Esta primera medida, que en
cierto sentido poda parecer obvia, si no obligada por su propia demagogia, no fue
seguida, en el transcurso de 1934-1935, por otras iniciativas capaces de suscitar
particular alarma en la comunidad internacional. Si el tratado de no agresin con Polonia,
en enero de 1934, despert inquietudes en Francia, tradicionalmente aliada y protectora
de Polonia, y todava ms en la Unin Sovitica, otros, en cambio, lo juzgaron corno una
renuncia, por lo menos provisional, a la revisin de las fronteras orientales. Mayores
preocupaciones suscit el Putsch promovido por elementos pronazis en Viena, en julio de
1934, pero Hitler se apresur a declarar su desvinculacin de los hechos y a llamar a
consulta a su embajador en Viena. La reaccin ms resentida fue la de Italia, que envi
sus tropas a la frontera con Austria. La temida perspectiva de una convergencia entre los
dos dictadores pareca as alejarse, lo que constitua otro elemento de tranquilidad. As se
explica cmo, al vencer el trmino previsto por el tratado de Versalles, en enero de 1935,
pudo celebrarse el referndum para decidir el destino del Sarre. sta era una regin
catlica caracterizada por una fuerte presencia obrera; no obstante se expres con
aplastante mayora en favor de la anexin al Reich.
A partir de 1935, a medida que el nuevo curso econmico y el plan cuadrienal iban
desarrollndose, la poltica exterior del nazismo cambi de registro y de tono. Pero de eso
nos ocuparemos ms adelante. En ese momento, a raz de la llegada del nazismo al
poder en Alemania y a pesar de las rencillas pasajeras entre Hitler y Mussolini, el
fascismo haba dejado de ser un fenmeno italiano para convenirse en un fenmeno
internacional. Partidos y movimientos fascistas o profascistas se haban formado e iban
consolidndose en muchos pases europeos: en la Austria de Dollfuss, en los pases de la
Europa oriental, en Blgica, con los rexistas de Degrelle, en Francia, con el movimiento
francista, en Espaa, con la Falange de Jos Antonio Primo de Rivera, en Finlandia y en
los pases blticos, y en la misma Inglaterra, con Mosley.
Paralelamente, tambin el antifascismo se convirti en un fenmeno internacional, una
orientacin general en la que se reconocan y convergan no slo los partidos de la
izquierda obrera, sino tambin amplios sectores de la opinin pblica europea e
internacional. A la formacin de esta orientacin antifascista contribuy notablemente la
masiva emigracin de polticos e intelectuales desde Alemania. La lista de sus nombres
es de masiado larga como para no correr el riesgo de omisiones: bastar con recordar los
nombres ms conocidos, como los de los hermanos Mann, de Albert Einstein, Walter
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