Sapir, Edward - El Lenguaje - Caps 1 y 10 PDF
Sapir, Edward - El Lenguaje - Caps 1 y 10 PDF
Sapir, Edward - El Lenguaje - Caps 1 y 10 PDF
Traduccin
de
MARGIT
Y ANTONIO
ALATORRE
S~pm __
Mxico
PREFACIO
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INTRODUCCION: DEFINICION
DEL LENGUAJE
EL HABLA es un hecho tan familiar de la vida de todos
los das, que raras veces nos preocupamos por definirla. El hombre la juzga tan natural como la facultad de
caminar, y casi tan I'Iatural como la respiracin. Pero
slo hace falta un instante de reflexin para convencernos de que esta "naturalidad" del habla es una impresin ilusoria. El proceso de adquisicin del habla
es, en realidad, algo totalmente distinto del proceso de
aprender a caminar. En este ltimo caso, la cultura
-o, en otras palabras, el conjunto tradicional de hbitos sociales- no entra propiamente en juego. Cada
nio est preparado, por el complejo conjunto de factores que llamamos herencia biolgica, para realizar todas las adaptaciones musculares y nerviosas que producen el acto de caminar. Puede decirse, de hecho, que
la misma conformacin de los mlsculos y de las partes
pertinentes del sistema nervioso est adaptada desde
un principio a los movimientos que se hacen al caminar y al llevar a cabo actividades anlogas. En sentido muy concreto, podemos decir que el ser humano
normal est predestinado a caminar, no porque sus mayores lo ayudarn a aprender este arte, sino porque su
organismo est preparado, desde el nacimiento, y aun
desde el momento de la concepcin, para realizar todos
esos desgastes de energa nerviosa y todas esas adaptaciones musculares que dan origen al acto de caminar.
Dicho sucintamente, el caminar es una funcin biolgica inherente al hombre.
No as el lenguaje. Es claro, desde luego, que en
cierto sentido el individuo est predestinado a hablar,
pero esto se d~be a la circunstancia de que ha nacido
no slo en medio de la naturaleza, sino tambin en el
seno de una sociedad que est segura -y con toda
razn- de hacerle adoptar sus tradiciones. Elimine9
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DEFINICIN DEL LENGUAJE
mas la sociedad, y habr todas las razones para creer
que aprender a caminar, dando por supuesto que logre sobrevivir. Pero igualmente seguro ~s que n,unca
aprender a hablar, esto es, a ~omumcar ld~as segun e~
sistema tradicional de una socIedad deterrnmada. 0, SI
no, separemos al individuo recin nacido del ambie.nte
social a que ha llegado y transplantmoslo a nn ambiente totalmente distinto. Desarrollar el arte de cammar.
en su nuevo medio ms o menos como 10 hubiera
desarrollado en el a~tiguo. Pero su habla ser absolutamente diversa del habla de su ambiente primitivo.
As pues la facultad de caminar es una actividad huma;la ge~eral que no vara sino dentro de I.m~tes muy
circunscritos, segn los individuos. Su vanablhdad es
involuntaria y sin finalidad alguna. El habla es una
actividad humana que vara sin lmites preciso~ en los
distintos grupos sociales, porque es una heren~la. puramente histrica del grupo, producto de un habIto. social mantenido durante largo tiempo. Vara del mismo
modo que vara todo esfuerzo creador, quiz no de
manera tan consciente, pero en todo caso de modo tan
verdadero como las religiones, las creencias, las cost~m
bres y las artes de los diferentes p~ebl?s .. El. cammar
es una funcin orgnica, una funclOn mstmhva (aunque no, por supuesto, un inst!nto en s ~i,smo); ~l
habla es una funcin no instintIVa, una funclOn adqUIrida, "cltural".
. ,
Existe un hecho que muy a menudo h.a contr~bUldo
a impedir que se reconozca en el lenguaJe un sIstema
puramente convencional de s.mbolos sonoros, un hecho
que ha engaado a la mentalIdad pop~lar ~a~ta el punto de hacer atribuir al habla una base mstmhva que en
realidad no posee. Nos referimos a la c~~ocida obs~rva
cin de que, bajo el impulso de la emOClOn -por ~Je~
plo, de un dolor agudo y repentino o ~e una al~gna SI11
freno- emitimos involuntariamente cIertos somdos que
quien l~s escucha interpreta como indica.dores .de la
emocin misma. Pero hay una.. enorme dIferenCIa entre esta expresin involuntaria del sentimiento y aquel
tipo normal de comunicacin de ideas que es el ha-
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tifican con el grito de los pjaros que esas voces designan, y tal como la msica con que Rossini representa
una tempestad en la obertura de Guillermo Tell no es
en realidad una tempestad. En otras palabras, las interjecciones y palabras imitativas de sonidos del habla
normal se relacionan con sus prQtotipos naturales del
mismo modo como el arte, producto puramente social
o cultural, se relaciona con la naturaleza. Podr objetarse que, aunque las interjecciones difieren en cierta
medida de una lengua a otra, presentan, sin embargo,
semejanzas asombrosas y que, por lo tanto, se las puede considerar como emanadas de una base instintiva
comn. Pero el caso de las interjecciones no difiere en
naua, pongamos por ejemplo, de las diversas formas nacionales de representacin pictrica. Un cuadro japer
ns que represente una colina difiere de un cuadro
moderno europeo que represente una colina muy semejante, y al mismo tiempo se le parece. Uno y otro se
han inspirado en el mismo tipo de paisaje, y uno y otro
lo "imitan". Ni el uno ni el otro son exactamente la
misma cosa que el paisaje, ni son, en sentido estricto,
una continuacin directa del paisaje natural. Si las dos
formas de representacin no son idnticas es porque
proceden de diferentes tradiciones histricas y se han
ejecutado con distintas tcnicas pictricas. Del mismo
modo, las interjecciones del idioma japons y del idier
ma ingls proceden de un prototipo natural comn, los
gritos instintivos, y por 10 tanto, de manera inevitable,
se sugieren el uno al otro. Difieren a veces mucho, a
veces poco, porque se han construdo con materiales
o tcnicas histricamente diferentes: las tradiciones lingsticas respectivas, los sistemas fonticos y los hbitos
de lenguaje de cada uno de los dos pueblos. Sin embargo, los gritos instintivos, en cuanto tales, son prcticamente idnticos en toda la humanidad, del mismo
modo como el esqueleto humano o el sistema nervioso
son, desde cualquier punto de vista, un rasgo "fijo" del
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DEFINIC IN DEL LENGUA JE
origen y su existencia a finalidades muy distintas de
las lingsticas.
Es cierto que los psico-fisilogos hablan de la localizacin de la palabra en el cerebro. Esto no puede
significar otra cosa sino que los sonidos del habla estn
localizados en el centro auditivo del cerebro, o en una
parte circunscrita de este centro, tal como estn localizadas all otras clases de sonidos; y que los procesos
motores que intervienen en el habla (como son los movimientos de las cuerdas vocales en la laringe, los movimientos de la lengua necesarios para la pronunciacin
de las vocales, los movimientos de los labios necesarios
para articular ciertas consonantes, y muchos otros) se
encuentran localizados en los centros motores, exactamente como los dems impulsos de que dependen actividades motoras especiales. De la misma manera, en el
centro visual del cerebro radica el comando de todos
los procesos de reconocimiento visual que entran en
juego en la lectura. Natural mente, los puntos e grupos de puntos particulares de localizacin que se encuentran en los diversos centros y que se refieren a
un elemento cualquiera del lenguaje, estn' conectados
en el cerebro por ramajes de asociacin, de tal manera
que el aspecto exterior o psico-fsico del lenguaje consiste en una vasta red de localizaciones asociadas en el
cerebro y en los centros nerviosos secundarios; y, desde
luego, las localizaciones auditivas son las ms importantes de todas en lo que se refiere al lenguaje. Sin
embargo, un sonido del habla localizado en el cerebro,
aun cuando est asociado con los movimientos particulares de los "rganos del ha bIa" necesarios para producirlo, dista mucho todava de constituir un elemento
del lenguaje; es preciso, adems, que se asocie con algn elemento o con algn grupo de elementos de la
experiencia, por ejemplo con una imagen visual o una
clase de imgenes visuales, o bien con una sensacin
de relacin, antes de que adquiera un significado lingstico, por rudimentario que sea. Este "eleme nto"
de la experiencia es el conteni do o "significado" de la
unidad lil1gstica; los procesos cerebrales asociados con
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DEFINICIN DEL LEN!.. _
'<:
no se ocupa de esos aspectos de la fisiologa y de la
psicologa fisiolgica que estn en los cimientos del
lenguaje. No vamos a hacer el estudio de la gnesis
y el modo de obrar de un mecanismo concreto, sino
una investigacin acerca de la funcin y la forma de
esos sistemas arbitrarios de simbolismo que conocemos
con el nombre de idiomas.
Ya he indicado que la esencia del1enguaje consiste
en el hecho de tomar sonidos convencionales, articulados de manera vluntaria, o sus equivalentes, como representantes de los diversos elementos de la experiencia. La palabra house ['casa'] no es un hecho lingstico
si por l se entiende simplemente el efecto acstico
que sobre el odo producen las consonantes y vocales que constituyen dicha palabra, pronunciadas en determinado orden; tampoco es un hecho lingstico a
cansa de los procesos motores y de las sensaciones tctiles que intervienen en la articulacin de la palabra;
ni a causa de la percepcin visual por parte de quien
escucha esa articulacin; ni a causa de la percepcin
visual de la palabra house en una pgina manuscrita o
impresa: ni a causa de los procesos motores v sensaciones tctiles que entran en juego para escribir la palabra; ni, finalmente, a causa de la memoria de alguna
de estas experiencias o de todas ellas. La palabra house
slo es un hecho lingstico cuando todas estas exoerit'ncias combinadas, y tal vez otras que no hemos mencionado, se asoci~n automticamente con la imagen de
una casa: entonces comienzan a adquirir la naturaleza
de un smbolo, de una palabra, de un elemento del
lenguaie. Pero no es snficiente todava el simple hecho
de semejante asociacin. Puede ser que alguna vez
oigamos una palabra cualquiera, proferida en una casa
determiuada en circunstancias tan impresionan tes, que
nunca, desde ese momento, vuelva a nuestra consciencia la imagen de la casa sin que al mismo tiempo se
haga presente aquella palabra,- v viceversa. Este tino
de asociaci6n no constituye el lenguaje. La asociacin
a que nos referimos debe ser puramente simblica: dicho de otra manera, la palabra debe denotar la imagen,
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un objeto forjado a base de material lingstico ya existente, segn procedimientos elaborados por precedentes
extraordinariamente despticos. Tan pronto como la
palabra queda lista, sentimos de manera instintiva, con
una especie de suspiro de alivio, que tambin el concepto est listo para que 10 manejemos. Mientras no
poseamos el smbolo, no podremos sentir que tenemos
en las manos la nave capaz de abrir el conocimiento o
la comprensin inmediata del concepto. Acaso estaramos tan prontos a morir por la "libertad", a luchar
por nuestros "ideales", si las palabras mismas no estuvieran resonando dentro de nosotros? Y la palabra, como sabemos, no es slo una llave; puede ser tambin
una traba.
El lenguaje es, primordialmente, un sistema auditivo -~
de smbolos. En cuanto es articulado, es tambin un
sistema motor, pero el aspecto motor del habla es, con
toda evidencia, algo secundario en relacin con el aspecto auditivo. En los individuos normales, el impulso
a hablar toma forma, primero, en la esfera de las imgenes auditivas, y de ah se transmite a los nervios motores por los cuales se gobiernan los rganos del habla.
Sin embargo, los procesos motores y las sensaciones
motoras que los acompaan no son la culminacin, el
punto final de descanso. Son tan slo un instruniento,
una palanca mediante la cual se provoca la percepcin
auditiva, tanto en el hablante como en el oyente. Lacomunicacin, o sea el objeto mismo del leguaje, no
se lleva a cabo satisfactoriamente sino cuando las percepciones auditivas del oyente se traducen a una adecuada e intencional serie de imgenes o de pensamientos, o de las dos cosas combinadas. Por consiguiente,
el ciclo del lenguaje, en la medida en que se le puede
considerar como un instrumento puramente externo,
comienza y acaba en el terreno de los sonidos. La concordancia entre las imgenes auditivas iniciales y las
percepciones auditivas finales es como la sancin o la
garanta social del satisfactorio resultado del proceso.
Como ya hemos visto, el desarrollo tpico de este proceso puede sufrir innumerables modificaciones o trans-
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DEFINICIN DEL LENGUAJE
de pensamiento, las fonnas escritas pueden sustituir
del todo a las formas habladas. Sin embargo, es probable que las asociaciones auditivo-motoras e~tn siempre cuando menos latentes, esto es, que entren en
juego de manera inconsciente. Aun aquellos que leen
o piensan sin el ms ligero empleo de imgenes sonoms, dependen, en ltima instancia, de esas imgenes.
Estn manejando simplemente el medio circulante, la
moneda de los smbolos visuales, como un cmodo
sustituto de las mercancas y servicios de los smbolos
auditivos fundamentales.
Las posibilidades de transferencia lingstica son ilimitadas. Un ejemplo de todos conocido es el alfabeto
Morse empleado en el telgrafo, en el cual las let~as
del lenguaje escrito estn representadas por una sene,
convencionalmente establecida, de golpes ms o menos
largos. AqU la transferencia se lleva a cabo a partir
de la palabra escrita y no directamente a partir de los
sonidos del lenguaje hablado. En otras palabras, la
letra del cdigo telegrfico es el smbolo del smbolo
de un smbolo. Por supuesto que de ello no se sigue,
en modo alguno, que, para llegar a comprender un
mensaje telegrfico, el operador. experimentado te~ga
necesidad de transponer una sene dada de golpe~!os
a una imagen visual a fin de captar su imagcn audItIva
normal. El mtodo preciso de descrifrar el lenguaje
transmitido por va telegrfica vara muchsimo, como
es natural, de acuerdo, con los individuos. Hasta es
concebible, aunque no muy probable, que c}ertc?s telegrafistas puedan llegar a t,al gra.do de expenencIa, <:lue
aprendan a pensar, sin mas, baJO la fonna de un Simbolismo auditivo de golJ?Cteo; esto no repugna, por lo
menos en lo que se refiere a la 'parte estri~tamente consciente del proceso de pensamIento; o bIen, e~ el c~so
de telearafistas dotados de una fuerte tendenCIa al Slmbolism~ motor, es posible que piensen bajo la form~
del simbolismo tctil que se desarrolla en la transmIsin de mensajes telegrficos.
Hay todava otro interesante grupo de transferencias: el de los diferentes lenguajes de seas, desarrolla-
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dos para uso de los sordomudos, o de los monjes trapenses que han hecho voto de perpetuo silencio, o
que suelen emplear las personas que pueden verse mutuamente, pero que estn demasiado I~jos entre para
poder escucharse. Algunos de estos SIstemas eqmvalen .
punto por punto al sistema norma] del habla; otros,
como el simbolismo de ademanes empleado por los
militares o el lenguaje de seas qu~ utilizan lo~ indios
de las llanuras en los Estados Umdos (lenguaje comprendido por tribus que hablan idioma~ n:uy distintos),
son transferencias imperfectas, que se lImitan a expresar
aquellos elementos rudiment~rio~ del leng~aje que s?n
un mnimo indispensable baJO CHcunstanclas excepcIOnales. Se puede ale~ar que en est~s lti.mos simboli~
mas --como tambien en otros SimbolIsmos todavla
ms imperfectos, por ejemplo los empleados en el mar
o en los bosques- el lenguaje ya no desempea pr~
pamente ningn papel, sino que las idea.s se, ~ransml
ten de manera directa por un proceso sllnbohco que
nada tiene que ver con l, o por J?edio .de un mi~e
tismo cuasi-instintivo. Pero semejante mterpretaclOn
sera errnea. La inteligibilidad de estos vagos si~J:>0lismos no puede deberse sino a su trasla~o aut~mahco
y silencioso a los trminos de un lenguaje mejor conformado.
De lo anterior tendremos que concluir que toda
comunicacin voluntaria de ideas, prescindiendo del habla normal, es una transferencia, directa o indirecta,
del simbolismo tpico del lenguaje hablado u odo, o
que, cuando men.os, supon~ l~, i?tervenci,n de un
simbolismo autnticamente lmgmshco. Es este un hecho de suma importancia~ Las imgenes au~i~ivas y las
imgenes motoras (relacionadas con .las audItivas) que
determinan la articulacin de los somdos, son la fuente
histrica de todo lenguaje y de todo pensamiento; IX:
drn ser muy apartados los atajos por los cuales Sigamos este proceso; pero la. conc1usi~n ser la misn;a.
y he aqu otro punto, de ImportanCIa mayor todavla.
La facilidad con que el simbolismo lingstic? ~uede
transferirse de un sentido a otro, de una tecmca a
s!
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otra, nos est ' indicando por s sola que los sonidos
del habla, en cuanto tales, no son el hecho esencial del
lenguaje, sino que ste consiste ms propiamente en
la clasificacin, en la fijacin de formas y en el esta, blecimiento de relaciones entre los conceptos. Repitmoslo una vez ms: el lenguaje, en cuanto estrutura,
constituye en su cara interior el molde del pensamiento. Este lenguaje abstracto, y no propiamente los hechos fsicos del habla, es lo que va a ocuparnos en
nuestro estudio.
Entre los hechos generales relativos al lenguaje, no
hay uno que nos impresione tanto como su universalic
dad. Podr haber discusiones en cuanto a si las actividades que se realizan en una tribu determinada son
merecedoras del nombre de religin o de arte, pero no
tenemos noticias de un solo pueblo que carezca de
lenguaje bien desarrollado. El ms atrasado de los bosquimanos de Sudfrica se expresa en las formas de un
rico sistema simblico que, en lo esencial, se puede
comparar perfectamente con el habla de un francs
culto. No hay para qu decir que los conceptos ms
abstractos no se hallan representados tan abundantemente, ni con mucho, en la lengua del salvaje; y sta
carece asimisI)lo de esa riqueza de vocabulario y de esa
exquisita matizacin de conceptos que caracterizan a las
culturas ms elevadas. Sin embargo, esta especie de
desenvolvimiento lingstico que va corriendo paralelamente al desarrollo histrico de la cultura, y que en
sus etapas ms avanzadas asociamos con la literatura,
no pasa de ser algo superficial. La armazn bsica del
le~~ , la constitucin-'de, un sistema fontico bien
definido," Ja: asociacin concreta de los elementos lingsticos con los conceptos y la capacidad de atender
co'n eficacia ala expresin formal de cualquier elase
de relaciones, todas estas cosas las encontramos perfeccionadas y sistematizadas rgidamente en cada uno
de los idionias que conocemos. Muchas lenguas primitivaS 'poseen una riqueza de formas, una latente exuberancia de expresin que eclipsan cuantos recursos poseen los idiomas de la civilizacin moderna. Hasta en
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importancia, a saber, que casi siempre se trata de adiciones superficiales, que no llegan al nclco morfolgico de la lengua. Mientras los testimonios histricos
directos con que contamos no nos ofrezcan ejemplos
realmente convincentes de una profunda influencia
morfolgica dcbida a la diseminacin dc rasgos cstructurales, haremos bien en no confiar demasiado en las
teoras de la difusin.
En trminos generales diremos, pues, que las principales coincidencias y divergencias de las formas lingsticas -sistema fontico y morfologa- son producto de la corriente autnoma de transformacin del
lenguaje, no de rasgos aislados y diseminados que se
agrupan al acaso en un lugar o en otro. El lenguaje
es quiz el fenmeno social que ms se resiste a inf1ucncias extraas, el que ms se basta a s mismo. Es
ms fcil suprimir del todo una lengua que desintegrar su fonm individual.
X
LENGUAJE. RAZA y CULTURA
EL LENGUAJE tiene su escenario. Las l?ersonas que hablan una lengua pertenecen a determma.d.a raza (o a
diversas razas), es decir, a un grupo que ~Iflere d~ ~tros
por ciertas caractersticas fsicas. Ademas, las dlstmtas
lcnguas no se dan independientemcnte de la ~ultura,
esto cs, del conjunto de costumbrcs y cre~ncas que
constituye una herencia social y que determma la contextura de nuestra vida. Los antroplogos suelen estudiar al hombre bajo tres -aspectos: raza, lengua y cultura. Cuando se cnfrentan a una zona natural como
el Africa o como las islas de los mares del Sur, comienzan por dividirla de acuerdo con est~s t.res puntos
de vista. Sus estudios rcsponden a las sigUIentes preguntas: 1) Cules son las principales especies en <;luc
sc divide el animal humano desde el punto de vista
biolgico (por ejemp~o, el neg~o del Congo, el .bla~co
de Egipto; el australiano de pl~l oscura, el polmesl?)
y dnde se encuentran? 2) Cuales son los grupos 1mgsticos, las "familias li~gstica~" ~u~ a~arcal1 mayor
cantidad de lenguas, y como esta dlstnbUlda ~a.da una
de esas familias (por ejemplo, las lenguas camlhcas del
Norte de Africa las bant del Sur; las lenguas malayopolinesias de h;donesia, Melanesia, Micronesia y Polinesia)? 3) Cmo pueden c1a~ifjcarse, desde el punto
dc vista de la cultura, los habitantes de la zona estudiada? Es decir, cules son las principales "zonas culturales" y qu ideas prcdominan en ea~a una de el1a.s
(cultura mahometana al Norte de Afnca cultura pr~
mitiva no agrcola, sino de cazadores, entre los bosqUImanos de Sudfrica; cultura fsicamente pobre, pero
rica en ceremonias rituales, entre los indgenas australianos; cultura ms adelantada y ms especializada en
Polinesia, etc.)?
. .
El hombre de la calle no se detIenc a meditar en la
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LENGUAJE, RAZA y
CULTURA
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concede cierta atencin a los conceptos msticos de "genio eslavo", "mentalidad anglosajona", "teutonismo",
"alma latina", etc., se niega rotundamente a caer en la
trampa de alguno de ellos. No hay mejor manera de
desinflar esos prejuicios sentimentales que ponerse a
estudiar de cerca la distribucin de las lenguas y la historia de esa distribucin.
Es f:kil demostrar que un grupo de lenguas no corresponde necesariamente a un grupo racial ni a una
zona cultural. Ms an: podemos haccr ver que una soJa lengua se habla entre distintas razas y distintas
eultnras. No cs una raza nica la que habla la lengua
inglesa. En los Est3dos Unidos hay varios millones
de negros que no conocen .otro idioma; el ingls es su
lengua materna, la vestidura de sus scntimicntos y
pensamientos ms ntimos, es tan "de cllos", les pertenece tanto como al mismsimo rcy dc Inglaterra. Y,
por su parte, los hombres blancos de habla inglesa que
viven en los Estados Unidos no constituyen tampoco
una raza nica v bien definida, a no ser que se pueda
decir eso por ontraste con la raza negra. Segn la
antropologa fsica, hay en Europa tres razas blancas
principales, que son la bltica o del Norte dc Europa,
la alpilla y la mediterrnea: pucs bien, cada una de
estas razas tiene cn los Estados Unidos gran nmero
de representantes, los cuales, por supuesto, son de habla
inglesa. Sin embargo, r.o eabra decir que el ncleo
histrico de los pueblos que hablan ingls, que esos
hombres relativamente "no mezclados" que an resiclcn en Inglaterra y en sus colonias representan una
raza nica y pura? No hay, que yo sepa, prueba alguna en apoyo de semcjante hiptesis. Los ingleses
consti t!,!yen una amalgama de mUchos grupos raciales
diferentes. Adems del antiguo clemento "anglosajn".
esto es, germnico del Norte, considerado por lo comn como grupo bsico de la poblacin, la sangre inglesa incluye elementos franco-normandos,1 cscandina1 Que a su vez son una amalgama de elementos del Norte de
Francia con elementos escandinavos,
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LENGUA JE, RAZA Y CULTUR A
VOS, "clticos"2 y pre-clticos. Si entre Jos "ingleses"
inelumos tambin a los escoceses y a los irlandeses,3
estamos aplicando el trmino "celta" a dos elementos
raciales muy diversos, si es que no a ms: el tipo gals,
de baja estatura y piel morena, y el tipo de los HighJands y de varias partes de Inglaterra, que es ms aho,
ms rubio y a menudo pelirrojo. Aun limitndonos
al elemen to sajn, que, ' por supuesto, nunca se da en
forma "pura", nos topamos con dificultades. Hablan do
sin ningn aflJ de precisin, podemos identificarlo
con el tipo racial que hoy predomina en la parte meridional de Dinama rca y en las regiones adyacentes de
la Alemania septentrional. Si esta identificacin es
acertada, tendremos que resignarnos a admitir que, de
las trcs lenguas histricamente emparentadas con el
ingls, la menos cercana es el escandinavo (la ms
prxima es el frisn, y le siguen los dems dialectos
germnicos occidentales: el bajo sajn o Plattdeutsch,
el holands, el alto alemn ), y que el tipo racial especficamente "sajn" que invadi a Inglaterra en los
siglos v y VI coincida a grandes rasgos con el tipo representado en nuestros das por los daneses, que hablan
una lengua escandinava; la poblacin de la Alemania
2 La sangre "cltica" de los hombres que viven
en lo que
ahora es Inglaterra y Gales no se encuentra nicament.e en las
regiones de habla cltica (Pa(s de Gales y, hasta hace poco, Cornualles). Todo parece mostrar que las tribus germnicas invasoras
(anglos, sajones, jutos) no exterminaron a los celtas "britnicos"
de Inglaterra ni los forzaron a emigrar a Gales y Cornuallcs en ~u
totalidad (los manuales ele historia se empean siempre en des
terrar a los pueblos vencidos a los reductos de las montaas y
a
los rincones ms apartados), sino que se mezclaron con ellos
r
se limitaron a imponerles su lengua y su gobierno.
s De hecho, no hay manera de separar del todo a ingleses,
escoceses e irlandeses. Estos trminos tienen un valor ms sentimental que propiamente r.lcia1. Ha habido mezcla coutinua durante siglos, y slo en las regiones apartadas encontramos tipos
relativamente puros, como los escoceses de los Highlands en las
Hbridas. En los Estados Unidos los elementos ingleses, escoceses
e irlandeses se han mezclado de manera inextricable.
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LENGUAJE, RAZA y
CULTURA
exactamente del mismo modo como los negros nortea~ericanos, los judos americanizados, los suecos de
J\Jmnesota y los germano-americanos son "ingleses".
A todo esto hay que aadir que la raza bltica no
sc compone ahora ni se ha compuesto nunca exclusivamente de gentes de habla germnica. Los "celtas" de
las regiones ms septentrionales, como los escoceses
de los Highlands, son con toda probabilidad una rama
particular de esa raza. Nadie sabe qu idiomas hablaban . esos pueblos an tes de asimilarse a los celtas, pero
no hay testimonio alguno que nos incline a pensar que
. su lengua fuera gcrmnica; puede haber diferido tanto
dc todas las lenguas indoeuropeas conocidas como difieren actualmente de ellas el vascuence y el turco. Por
otra parte, al Este dc la zona habitada por los escandinavos hay pueblos no gennnicos de raza bltica, los
fin Iandeses y otros pueblos afines, cuyos idiomas, a lo
que se sabe, no parccen tener relacin alguna con el
indoeuropeo.
y no es esto todo. La situacin geogrfica de las
lenguas gcmnicas 7 hace pensar que, con mucha probabilidad, proceden de un dialecto indoeuropeo (quiz
de un prototipo celta-itlico) que en poca muy remota
fu trasplan tado a un pueblo bltico cuyo idioma o
grupo de idiomas no estaba emparentado con el indoeuropeo. s Esto equivale a decir que el ingls no slo es
1 Si sacamos conclusiones retrospectivas de los datos que tenelllOs a la mano, . resultar que probablemcnte esas lenguas se
limitaban en un pnnelplO a tina zona ms O lI1enos reducida del
Norte de Alemania y de Escandinavia. Es evidente que esa regin
gueda . al margen de la zona total ocupada por los pueblos de
habla mdocuropea. Parece que hacia el ao 1000 antes de nuestra
era su centro de gravedad se situaba al Sur de Rusia.
8 Es cierto que esto no pasa de ser una teora, pero los ';estI~,onios t~cnicos que la apoyan son ms vigorosos de lo qUe poana suponerse. Es asombrosa la cantidad de palabras germnicas
comunes y caractersticas que no pueden asociarse con ningn elelI1ento radical' indoeuropeo conocido; es posible que se trate de
vestig ios de la hipottica lengua pre-germnica. Entre esas palabras se cuentan, por ejemplo, las inglesas house ['casa'], stone
LENGUAJE, RAZA y
CULTURA
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hoy patrimonio de diversas razas, sino que parece probable que su prototipo haya sido en un principio una
lengua extraa a la raza con la .cual se asocia preponderantemente. No nos hagamos ilusiones: el ingls, lo
mismo que el grupo de lenguas a que pertenece, no es
en modo alguno ~xpresin de la raza; no encarna cualidades que reflejen el temperamento -el "genio"de un tipo especial de seres humanos.
An podramos aducir, si tuviramos espacio para
ello, muchos otros ejemplos, todava ms notables, de
esa faIta de correspondencia entre la raza y la lengua.
Bstenos citar un c~so ms. Las lenguas maJayo-polinesias constituyen un grupo bien definido, localizado
en el extremo meridional de la Pennsula Malaya y en
el vastsimo archipilago que se extiende hacia el Sur
y el Oriente (con excepcin de Australia y de la mayor parte de la Nueva Guinea). En esta enorme zona
encontramos nada menos que tres razas diferentes: los
papes, raza negroide que habita la Nueva Guinea y
la Melanesia, la raza malaya de Indonesia y la raza
polinesia de las islas perifricas. Los polinesios y los
malayos hablan lenguas del grupo malayo-polinesio, y
las lenguas de los papes pertenecen en parte a ese
mismo grupo (idioma melanesio) y en parte a las lenguas -no emparentadas con l- de la Nueva Guinea
(lenguas "papes").9 A pesar de que las razas que ms
difieren una de otra en esta regin son la pap y la polinesia, la principal divisin lingStica est entre el malayo, por una parte, y el melanesio y el polinesio, por
la otra.
Con la cultura ocurre 10 mismo que con la raza.
En un nivel d<,; vida primitiva, en el cual no interviene
el poder unificador de ideal "nacional", 10 que es el que
['piedra'], sea ['mar'], wife ['mujer' ] y sus correspondientes alemaues Haus, Stein, See y \Vcib.
9 Slo en la zona ms oriental de esta isla hay papes ue
habla melanesia.
10 Una "nacionalidad" constituye un gran grupo sentimentalmente unificado. Los factores histricos que producen el ' sen ti-
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dios karok, que habitan en las cercanas, tienen la misma cultura que los hupas; hay entre las trcs tribus un
intenso intcrcambio, a tal gm.do que cuando cn una
de ellas se celebra una ceremonia religiosa asisten las
otras dos. Es difcil decir qu elemcntos de su cultura
comn proceden de una tribu o de otra, pues han
llegado a una identificaci6n total de sus scntimientos,
de su modo de pensar y de su accin comun;J1. Y, sin
embargo, sus lenguas no slo no tienen parentesco a 1guno entre s, sino que cada cual pertenece a un grupo
lingstico distinto, entre los tres principales que existen en la Amrica del Norte, y que se extienden por
vastas zonas del continente. El hupa, como ya hemos
visto, pertenece a las lenguas athabaskas, y en cuanto
tal se relaciona tambin, remotamente, con el ha ida
(islas de la Reina Carlota) y con el tlingit (Alaska
mcridional). Por su parte, el yurok es una de las dos
lenguas californianas aislad;Js de ]a familia de idiomas
algonquines, cuyo centro de gravedad se localiza C11
la regin dc los Grandes Lages. El karok, finalmente,
es la lengua ms septentrional del grupo hokan, que se
extiende muy hacia el Sur, ms aIU de los lmites del
Estado de C;:lifornia, y que es pariente lejana de algunas lenguas de las costas del Golfo de Mxico.
Volviendo al ingls, creo que casi todos los norteamericanos estaran dispuestos a reconocer que si entre
la Gran Bretafa y los Estados Unidos hay comunidad lingstica, hay tambin una comunidad cultural. Se suele elecir, en efecto, que ambos pases tic
neu en comn una herencia cultural "anglosajona"; y
sin embargo, no hay acaso una serie de importantes
diferencias en el modo de vivir y de sentir, que no se
tienen lo bastante en cuent justamellte por esa tendencia de los hombres "cultos" a partir del supuesto
de la herencia comn? Si los Estados Unidos siguen
siendo "ingleses", lo son slo por la huella o los vestigios de la poca colonial. Su cultura tiende ante todo
a una evolucin autnoma y particular, y, por otra parte, se orienta hacia una fusin con la cultura europea
fundo ni significativo.
11 Ni siquiera las lenguas semticas, por pcculiares que sean,
nos ofrecen scHales ms caractersticas que las que encontramos
en este grupo.
12 Vase supra, p. 223.
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genera.l, de la cual la cultura de Inglaterra no constItuye SIDO un solo aspecto. No hemos de negar que el
hech~ . de te?er una lengua comn sigue facilitando
y facl.htar aun durante mucho tiempo la mutua comprensin. cultural entre Inglaterra y los Estados Unidos,
~ero es l~poslble no ve~ q~e existen otros factores (y
algun.os de ellos se multiplIcan con gran rapidez) que
~rabaJan. con todas sus fuerzas por contrarrestar esa
mfluencla uniformadora. Ninguna lengua comn es
capaz de garantizar para siempre una cultura comn
cuando los factores geogrficos, polticos y econmicos
de esa cultura dejan de ser iguales en toda la zona
abarcada por ella.
No existe necesariamente una correlacin entre la
lengua, la raza y la cultura. Esto no quiere decir que
no la haya ,nunca. De. hecho, l~s divisiones raciales y
culturales. tIenden en CIerta medIda a coincidir con las
demar~a:lOn~s lingsticas, a~nque. puede ocurrir que
estas ultimas no tengan la misma Importancia- que las
otras dos. As, hay una frontera bastante clara entre
las lenguas, la raza y la cultura polinesias, por una parte,
y las lenguas, la raza y la cultura de los melanesios
p'0r la. otra, y esto a pesar de toda UDa serie de coin:
cldencIasY. Pero la divisin racial y la cultural -.sobre
todo la pr~~~ra--:- SO? de gran importancia, mientras
que la dlV1SlOl1 lmg~lsti~a tiene escaso alcance, puesto qu.e .I~s leng.ua~ polmesIas no constituyen ms que una
sub~hvlSln dIalectal del grupo mixto melanesio-polineslO.
Pueden encontrarse coincidencias an ms claras.
La lengua, la raza y ~a cultura de los esquimales difieren en muy gran medida de las de los pueblos vecinos,14
13 .Los habitantes de Fij,. por ejemplo, son de raza pap
(negrOIde), pero por sus afinIdades culturales y lingsticas son
ms polmeslOs que melanesios.
Aunque tambin en este aspecto hay importantes coinci.
denclas: los esqulmales que habitan al Sur de Alaska adoptaron
la ~ultura de sus vecinos t1ingit. A su vez, en el Noreste de Si.
berIa. no hay una frontera cultural claramente delineada entre los
esqmrri'ales y Jos chukchi.
1:
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los bosquimanos contrastan an ms con las de sus vecinos de raza bant. Tales coincidencias . tienen, por
supuesto, enorme importancia, pero no porque haya
una relacin psicolgica inherente entre los tres factores, entre raza, lengua y cultura. Cuando llegan a coincidir las divisiones, es porque ha habido una asociacin
histrica fcilmente discernible. Si los africanos de
raza bant difieren tanto de los bosquimanos desde todos los puntos de vista, esto se debe al simple hecho
de que los primeros llegaron hace relativamente poco
al Sur de Africa. Los dos pueblos se desarrollaron en
total aislamiento uno del otro; su actual vecindad es
demasiado reciente para que haya podido actuar poderosamente en el siempre lento proceso de asimilacin
cultural y racial. Es de suponer que durante muchsimo tiempo haba extensos territorios habitados por
poblaciones relativamente reducidas, y que el contacto
con otras masas de poblacin no era tan intenso y
prolongado como lleg a serlo ms tarde. El aislamiento geogrfico e histrico que produjo las diferenciaciones raciales favoreci tambin, claro est, la aparicin
de importantes variaciones en la lengua y en la cultura.
El hecho mismo de que, con el tiempo, las razas y las
culturas que negan a tener contacto histrico tiendan
a asimilarse unas a otras, mientras que las lenguas de
una misma zona geogrfica slo se asimilan una a otra
d~ modo casual y en aspectos puramente superficiales,15
viene a demostrar que no existe una relacin causal profunda entre el desarrollo del lenguaje y el desarrollo
especfico de la raza y de la cultura.
El lector avisado nos objetar que debe de haber
alguna relacin entre el lenguaje y la cultura y entre
el lenguaje y, por lo menos, ese aspecto intangible de
la raza que se suele llamar "temperamento". No es
acaso inconcebible que las cualidades colectivas del espritu que han forjado una cultura no sean exactamente
u Cuando una lengua suplanta a otra no se trata propiamente
de un caso de asimilacin lingUistica.
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LENGUA]!!:, RAZA y CULTURA
las mismas que han dado lugar al desarrollo de una
morfologa lingstica particular? Esta pregunta nos
lleva a la mdula de los problemas ms difciles de la
psicologa social. Es poco probable que nadie haya
llegado hasta ahora a aclarar lo bastante la naturaleza
del proceso histrico y de los fac.tores psicolgicos fund.amentales que han dcterminadp las corrientes lingsticas y culturales para poder responder de manera inteligente a esa prcgunta. Por mi parte, no podr sino
e~poner. bre~emente mis propios puntos de vista, o ms
bIen mI actItud general. Sera muy difCii probar quc
el "temperamento", la disposicin afectiva general de
un l?ueblo,lG sea la causa determinante del curso y de la
comente de una cultura, por ms que se manifieste
en el tratamiento que cada individuo da a los elementos
de esa ~ultura. Pe~o aun suponiendo que el temperamcnto mfluya en cIerta medida en la configuracin de
la cult~ra (aunque es difcil precisar de qu manera).
no se sIgue de ello que influya del mismo .modo en la
configuracin de. I~ lengua. Es imposible mostrar quc
la forma de un IdIOma tenga la menor relacin con el
temperamento nacional. El curso de sus variaciones la
corriente de su transformacin, fluye inexorableme~te
por el cauce creado por sus antecedentes histricos' es
tan independiente de los sentimientos y emocines' dc
sm ha bla~tes como}o es el curso de un ro con respecto
a la camblapt; .atmosfera del paisaje. Estoy convencido
de que es mubl buscar en la estructura lingstica di1& La palabra "temperamento" no ayuda a aclarar las COS;!s.
l\'luchas de Ia~. manifestaciones que se atribuyen, en form a tan
IInpreCJsa, al temperamento" nacional no son en realidad sino
actos hab}tuales" electo de los ideales de conducta recibidos por
la tradJcJOII. ASJ, en un? cultur~ que no vea con buenos ojos la
c\presJn de los sentllllJ cntos per$Onales, la tcndencia natural a
dar salida a las emociones se refrena ms que en otras piutes.
Sera errneo deducir que est inhibicin normal de lJs cmocioncs.
que no constituye sino un hecho cultural, es un rasgo temperamental del pu~blo. Por lo comn s610 podem os cOllSiderar la conducta humana a travs de sus ,mod ificacion es culturales. El telllpc,
ram~nto, en cuanto tal, es sllmanwnte difcil de captar.
3'3'5'
.. .
..
'., ~ :.~
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LENCUAJ.E, RAZA y CULTURA
alterar todos los sonidos, vocablos y conceptos concretos
de una lengua SilI que por eso se modifique en lo ms
mnimo ~u realidad interna: dentro de un molde determinado puede verterse agua, yeso u oro derretido. Si
se pudiera Ilegar-a demostrar que la cultura tiene una
forma innata, una serie de rasgos absolutamente independientes del contenido de cualquier descripcin, contaramos con un trmino de comparacin entre la cultura y el lenguaje, y quiz con una manera de relacionar
las dos cosas. Pero mientras no se descubran y expongan tales esquemas puramente formales de la cultura,
lo mejor que podemos hacer es mantener separadas la,
corriente del lenguaje y la de la cultura, como procesos
dismiles y no susceptibles de comparacin. Es decir
que son del todo intiles los intentos de relacionar ciertos tipos -:le morfologa lingstica con determinadas
etap:=ts paralelas de desarrollo cultural. Bien visto, esos
paralelismos no existen. Basta una ojeada para confirmar nuestro argumento. En todos los grados de desarrollo cultural se encuentran infinitos tipos de lenguas,
simples y complejas. Por lo que taca a la forma lingstica, Platn camina mano a mano con el ltimo porquerizo de Macedonia, y Confucio con el salvaje cazader de cabezas de Assam.
No hace falta decir que el contenido mismo del
len&uaje est ntimamente relacionado con la cultura.
Una sociedad que no conozca la teosofa no necesita
tener un nombre p;:ra designarla; los aborgenes que
nunca haban visto un caballo ni lo haban odo mencionar se vieron forzados a inventar una palabra o a
adoptar nna extraa para referirse a ese animal cuando
lo vieron con sus propios ojos. Es muy cierto que la
historia del lenguaje y la historia de la cultura fluyen
por cauces paralelos, en ~1 sentido de que el vaca.bulario de una lengua refleJa con mayor o menor fIdelidad la cultura a cuyo servicio se encuentra. Pero esta
forma superficial y externa de paralelismo tiene escaso
inters para el lingista, excepto en la medida en que
el desarrollo o el prstamo de nuevas palabras ayuda a
LENGUAJE, RAZA y
CULTURA
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