Psicologia Social y Castaneda
Psicologia Social y Castaneda
Psicologia Social y Castaneda
Alejandro Simonetti
E-mail: alepsiso@ssdnet.com.ar
Las ¨ enseñanzas de Don Juan ¨ , como las llama Carlos Castaneda en el título del
primero de sus libros, parecen no responder a la metodología científica de
inducción de conceptos a partir de experiencias sensibles y deducción de
consecuencias desde esos núcleos básicos.
El cineasta antropológico Pedro Parodi nos contó una tarde, a los espectadores de
su película sobre el Kalasasalla, templo-observatorio astronómico precolombino, la
sorpresa y la incredulidad de los astrónomos reunidos en un congreso internacional
de Astronomía, al escuchar el relato sobre la increíble precisión con que los 365
pilares del recinto miden el tiempo, acompañando, pilar a pilar, día a día, los
distintos ángulos de entrada de los rayos solares. Hubo, en el posterior verano del
hemisferio norte, un éxodo de astrónomos europeos a Bolivia, los cuales
verificaron, con escándalo, la mayor precisión de las investigaciones astronómicas
americanas sobre las europeas de la misma época.
En el libro ¨A los quinientos años del choque de dos mundos ¨ , Ediciones del Sol,
CEHASS, 1989, el antropólogo Adolfo Colombres enumera, en el Prólogo, una
interesante serie de datos comparativos sobre el desarrollo de algunas
civilizaciones americanas precolombinas y el de las civilizaciones europeas de la
misma época, que dan cuenta de un desarrollo americano de las distintas ciencias,
necesarias para esas realizaciones, similar o superior al europeo.
¨ El Mundo Nuevo fue edificado sobre las ruinas de Tenochtitlán, ,Cuzco y otros
grandes centros urbanos, junto con su arte y su ciencia. Pero en el siglo XVI no
había en Europa ciudad más poblada (casi 300.000 habitantes, contra 120.000 de
Sevilla, 100.000 de Lisboa y 60.000 de Madrid) y hermosa que Tenochtitlán ni
templo más monumental que la Pirámide del Sol de Teotihuacan, levantada unos
1.300 años atrás, cuyos 900 metros de perímetro en la base representan una
superficie cubierta algo mayor que la de la Pirámide de Keops, por más que no la
supere en altura. Según un cálculo, su casi un millón de metros cúbicos de tierra y
materiales calcáreos debieron exigir la movilización de más de diez mil personas
durante más de veinte años. Se ha estimado también, en base a datos fehacientes,
que Teotihuacan tenía en el siglo VI una población de 200.000 habitantes, o sea, un
nivel de urbanismo diez veces mayor a la Europa de entonces, donde no había
ciudad de más de veinte mil habitantes.
También Tikal, en el siglo IV, con sus seis grandes templos pirámides
El calendario maya habría sido concebido en el año 353 antes de Cristo y llevado a
su máxima expresión por los astrónomos de Copán. En el siglo VI, y aún antes, había
alcanzado un grado de exactitud que ni siquiera logró conseguir Occidente con el
calendario gregoriano de 1582 y que guardaba sólo un error de 1/10.000 (un día
cada diez mil) con relación al actual año gregoriano. Asombra pensar que tal
calendario era capaz de proyectarse unos 63 millones de años hacia adelante.
4. EL OBJETO DE CONOCIMIENTO.
Se trata del objeto mismo del conocimiento que propone el saber tolteca lo que
parece ser irreductible a su convergencia con una metodología científica moderna.
Nos hubiéramos encontrado, en ese caso, con una elaboración científica americana
capaz de entrar en síntesis con otras similares de origen europeo, dentro de la
propuesta pichoniana de superación de la fragmentación de las ciencias del hombre.
Pero en la propuesta de Don Juan Matus se produce un corte con el ¨ mundo de los
objetos ¨ que estudian nuestras ciencias.
Los modelos conceptuales que dan cuenta, desde las diversas ciencias, del
comportamiento de los objetos materiales, inertes o vivientes, psíquicos o sociales,
no agregan nuevos datos a los que nos proporcionan los sentidos: sólo organizan y
explican coherentemente los datos sensoriales e incrementan el conocimiento
solamente a través de las inferencias que deducen de estos.
Don Juan propone a sus aprendices una tarea que desborda el materialismo
metodológico de nuestras ciencias: se trata de aprender a percibir energía
directamente, no de postular la energía como una realidad que se infiere a partir
de sus efectos en los objetos materiales.
Podríamos comparar la propuesta de aprendizaje que hace Don Juan, en nombre del
pensamiento tolteca, a la de las ciencias modernas.
Don Juan no pide que el aprendiz crea lo que él afirma: sólo exige que cumpla
estrictamente los procedimientos para producir las condiciones requeridas y
observe atentamente el resultado. La ¨ hipótesis ¨ es que, si cumple
correctamente los pasos del proceso, en determinado momento, el aprendiz, sin
perder su capacidad de ¨ mirar ¨, por la que percibe el mundo de los objetos,
accederá al ¨ ver ¨. El ¨ ver ¨ sería una capacidad perceptiva por la que el mundo
aparecería como una red de hilos luminosos de energía, las ¨ líneas del mundo ¨ ,
que cruzarían los ¨ capullos luminosos ¨ de los seres vivientes.
Pero la similitud con las ciencias se debilita si se tiene en cuenta que no cualquiera
puede acceder a los experimentos del saber tolteca.
Cuenta Don Juan que los ¨ brujos ¨ de la antigüedad elegían como aprendices a sus
hijos o allegados, convirtiéndose la búsqueda de conocimiento en un feudo familiar,
en que el saber era buscado en función del poder, el status social y las ventajas
económicas que daba.
Para corregir esos abusos, los ¨ brujos modernos ¨, como se autodenominan en esta
etapa histórica, que abarca un período que comienza antes de la conquista española,
han renunciado a la libre elección de sus aprendices.
En base a estos criterios, cuando cuenta con signos suficientes, el Nagual hace su
propuesta de enseñanza a determinadas personas.
Y hay otro factor que podría acercar aún más el modo de selección de aprendices
de las ciencias al modelo iniciático. Según el futurólogo Alvin Toffler, se
incrementa cada vez más la incidencia del conocimiento en la fórmula de los
elementos del poder.
De acuerdo a su prospectiva , de los tres elementos que, tradicionalmente
fundamentaron el poder social: la violencia, el dinero y el conocimiento, este último
tiende a ocupar un porcentaje cada vez mayor de la fórmula.
Empresas que, en otro tiempo, hubieran sido arrebatadas a sus dueños por
procedimientos gangsteriles (violencia) o vaciadas y adquiridas por maniobras
económicas (dinero), hoy son penetradas informática- mente y dominadas ¨ sin
sangre ni gastos ¨ (conocimiento).
Esto lleva a los poseedores de saberes nuevos, que dan poderes distintos, a
ocultarlos celosamente a las mayorías, limitándoles el acceso, en favor de los
sectores con los que están dispuestos a compartir el poder.
8. EL ¨SABER FEUDAL¨.
Este saber ambicioso los habría llevado a su ruina, ya que el poder que da el saber
dominador es ambicionado por otros sectores, desatando la guerra del
conocimiento.
De este modo, el saber feudal de los brujos antiguos habría sido derrotado, como
parte de un sistema de poder, por los saberes modernos que integran, junto con los
poderes militar y económico, los nuevos sistemas de poder que hoy dominan al
mundo.
El aprendizaje tolteca traza una línea divisoria tajante entre el objetivo de los
brujos antiguos que, según él, buscaban el saber para obtener poder y el poder
para su provecho económico y social y el objetivo de los brujos modernos, los
actuales ¨ hombres de conocimiento ¨ , que afirman que aprenden para ¨ acceder a
la libertad ¨.
Inclusive explican que, formarse para ocupar lugares productivos, de acuerdo a las
pautas de la sociedad en que se vive y maniobrar para mantenerse económicamente,
son tareas que forman parte de su adiestramiento en el ¨ acecho ¨ , el arte de
obtener respuestas positivas del medio en que se vive.
Las increíbles hazañas perceptivas que obtendrían por la vía del ¨ ensueño ¨, no
podrían alcanzarse si sus ¨ acechos ¨ , sus maniobras prácticas para ganarse la
vida, no les dieran la infraestructura material que les asegurara los lugares y los
tiempos libres necesarios para la aventura de aprender.
Don Juan, viejo indio yaqui, aparentemente pobre y solitario, se presenta un día a
Carlos vestido con un elegante terno hecho a medida y afirma que se dedica a
negociar con acciones. La casa donde se desarrolla el comienzo del aprendizaje de
Taischa Abelar es descripta por ella como cuidadosamente mantenida.
Una de sus instructoras le habla a Taischa sobre lo caro que les ha resultado el
viaje de todo el grupo a la India. El grupo parece combinar una extrema frugalidad,
en su intento de administrar estrictamente la energía y la valoración de la
habilidad para conducirse en el mundo de la economía.
Esta reflexión sobre la articulación entre el saber (símbolo del mundo de la cultura
y el espíritu) y el poder (símbolo del mundo de la economía y la política) en el
pensamiento tolteca, me lleva a la revisión de esta articulación en la propuesta
epistemológica y vital de la corriente pichoniana de la Psicología Social.
Afirma que existe un cuerpo material, que vemos con los sentidos cuando miramos
el mundo de los objetos y un cuerpo energético, que sería el mismo cuerpo humano
cuando se lo ve, es decir, cuando se percibe directamente el fluir de su energía,
articulado con la de las líneas del mundo, que emanarían de cierta fuente
inconcebible que sólo describe metafóricamente, pero cuya existencia parece
constarle.
Y, como el hacer sigue al ser, diríamos que todo lo que hacemos respecto al mundo
de los objetos, percibido de otra manera es un hacer en el mundo de la energía.
Lo que no implica una renuncia relativista a toda posibilidad de conocer. Sino una
renuncia a la pretensión del conocimiento directo de la cosa como es en sí misma.
La ciencia es una dialéctica entre esta renuncia a conocer las cosas tal como son en
sí mismas y la infatigable búsqueda de una creciente precisión en nuestras
representaciones de las cosas.
Esa aproximación cada vez mayor de las representaciones de las cosas en nuestra
mente y las cosas mismas, no la obtendremos por comparación con cierto momento
privilegiado en que viéramos las cosas como son en sí mismas, para poder medir el
ángulo de desviación de nuestro conocimiento.
Don Juan Matus no niega esta manera de conocer. Dice que, en este tipo de
conocimiento, ¨ el punto de encaje de la percepción ¨ se ubica en un lugar que llama
¨ el punto de la razón.
Pero afirma al mismo tiempo que, cuando uno llega al punto de la razón, sólo
descubre que nuestra razón es solamente un punto luminoso en una galaxia de
infinitas estrellas. Nos dice la verdad, pero sólo una parte de la verdad.
Nuestra madre, nuestro padre, nuestros maestros, nos han delimitado lo que
podemos percibir y nos han recortado el mundo, dando nombre a todo lo que en
nuestra cultura tiene nombre y por lo tanto está incluido entre las cosas que todos
perciben. También nos han nombrado entidades que no vemos con nuestros
sentidos pero que nuestra cultura declara existentes.
La energía, los virus, el inconsciente, la presión social, los duendes, los ángeles,
Dios, son palabras que nombran objetos de conocimiento que, en distintas culturas,
se toman como causas explicativas, que no pueden ser percibidas en sí mismas, de
hechos observables que serían sus efectos.
Y, más allá de las entidades perceptibles por los sentidos y de las entidades
presupuestas pero aceptadas como no perceptibles, se extiende el páramo de todo
lo que ni se percibe ni se supone existente, la inmensidad de la nada.
Don Juan le explica a Carlos que no le hace ver el mundo de los brujos porque este
sea una gran cosa, sino porque quiere enseñarle que, además del mundo que
aprendió a mirar, existen otros mundos, tal vez infinitos mundos. Esa es la
revelación tolteca: no hay un solo mundo: cada manera de mirar abre un mundo de
realidades nuevas.
Esta frase puede tomarse en un sentido puramente literario, como cuando decimos
darme cuenta de eso, me abrió un mundo nuevo ¨ , en el sentido de que, al tener
una información nueva, pueden abrirse puntos de vista distintos para comprender
el resto de la realidad. Pero las realidades aparte de las que habla Don Juan son
mucho más que eso: llega a afirmar que cuando se pasa de la primera atención, por
la que miramos el mundo de los objetos, a la segunda atención , en la que vemos el
fluir de la energía, accedemos a mundos o, si se prefiere, a dimensiones del mundo,
en las que existe una multiplicidad de entidades que parecen no existir en el mundo
de los objetos.
En la línea de los relatos sobre paraísos y caídas, Don Juan le cuenta a Carlos la
creencia tolteca de un tiempo en que convivían pacíficamente el conocimiento
silencioso, por el que se accedía a los mundos actualmente ocultos a nuestra
percepción y el conocimiento por la palabra, que permitía a los hombres convivir en
la vida cotidiana y organizar sus tareas. Habría habido una pérdida de equilibrio en
la humanidad, por la que los hombres, entusiasmados por la practicidad del
conocimiento por las palabras, útil para comunicarse en función de hacer cosas,
quisieron extenderlo al intento de comprender el mundo.
Don Juan explica, por este pecado original, la actual situación angustiosa del ser
humano, que siente que le falta algo y no sabe qué.
Le dice que tiene que ¨ parar el mundo ¨. Esto quiere decir dejar de lado, al menos
momentáneamente, los condicionamientos culturales que, a través del diálogo
externo e interno, nos dicen lo que se ve y lo que no se ve.
En la descripción que hacen del mundo que ven cuando disponen su percepción para
acceder directamente a la energía, los toltecas dicen que ven a los seres humanos
como huevos, bolas o rectángulos compuestos por hebras luminosas, atravesados
por infinitas otras líneas de luz que constituirían la red de la energía del universo.
Dicen que el huevo, bola o rectángulo luminoso se extiende alrededor del cuerpo
humano más o menos hasta un brazo extendido hacia arriba y alrededor.
Aclaran que es sólo una descripción metafórica, ya que no se trataría
estrictamente de una luz que se vea con los ojos, porque se seguiría percibiendo
con los ojos cerrados. Pero de algún modo tienen que nombrar su percepción, sin
esperanza de que las palabras correspondientes al mundo de los objetos puedan
dar cuenta de ella.
Dicen que, en cada globo luminoso humano, se percibe un punto del tamaño de una
pelota de tenis, de una brillantez mayor que la del resto del globo, ubicado, con
referencia al cuerpo, a unos sesenta centímetros atrás del omóplato derecho.
Cada ser humano, entonces, visto como un globo luminoso, estaría atravesado por
los infinitos filamentos luminosos de las ¨líneas del mundo.
Estas líneas del mundo serían las infinitas realidades del universo que podrían ser
percibidas. De ellas, solamente son percibidas por cada sujeto aquellas que pasan
por su punto de encaje de la percepción. Las restantes, pasan por nosotros sin que
seamos conscientes de ellas. Según lo que afirman los que ¨ ven ¨ , cuando alguien
toma conciencia de algo, el filamento correspondiente a aquello que percibe
adquiere un especial resplandor al pasar por el punto de encaje.
Sólo expongo lo que el antropólogo Carlos Castaneda afirma que le fue xplicado por
su maestro tolteca Don Juan Matus y posteriormente testimonia haber
experimentado personalmente, como resultado de unaprendizaje sistemático del
arte de percibir directamente energía.
La propuesta es escuchar todas las campanas, sin prejuzgar que algo que se afirma
es necesariamente falso, por la persona que lo dice o por el aspecto estrafalario de
la proposición. La actitud científica sólo nos impone someter toda afirmación al
criterio de la confrontación con la experiencia sensible.
Estas proposiciones acerca del ¨ más allá ¨ de la experiencia sensible están, por
definición, fuera de los linderos de la ciencia. Una actitud científica estricta nos
obliga a no formular sobre ellas ninguna afirmación desde el campo de las ciencias,
ni afirmativa ni negativa.
Para romper el paredón que mantiene fija nuestra mente, necesitamos energía.
Y aquí llegamos al punto del aprendizaje tolteca en el que descubrí, por primera
vez, cierta aplicabilidad de algunos de sus enunciados al proceso de aprendizaje de
la Psicología Social y al de cualquier otra disciplina.
De cada diez personas a las que interroguemos , nueve describirán el conocer como
el simple darse cuenta de lo que está ahí, como un acto receptivo, más bien pasivo...
La cosa está ahí, nosotros la vemos: la cosa entra en nosotros por los sentidos,
como el agua en el balde...
Como Berger y Luckman, sociólogos del conocimiento de la vida cotidiana, diría que
conocer es una construcción social de la realidad, un hacer el mundo. No un hacerlo
de una vez y para siempre, sino una construcción constante, un tener juntas sus
partes para impedir que se disperse y deje de ser lo que es.
Hay personas que dan indicios de haber cruzado esa frontera entre la creencia
ingenua de que el mundo es tal cual lo vemos y el reconocimiento de cierta
artificialidad.
Otros escuchan todo esto como una metáfora, como un ejercicio literario propio de
poetas, que cuando dejan de soñar y vuelven al mundo de la vida real, reconocen que
las cosas son como son...
Tal vez es más fácil darse cuenta de la artificialidad del mundo en el campo de las
morales y las costumbres culturales.
Comprendemos que, en el siglo pasado, fuera considerada inmoral una mujer que
mostrara las piernas, que un esquimal preste su esposa al varón que visita su iglú,
que la esclavitud fue un progreso cuando, en un pasado remoto, los vencedores
dejaron de matar masivamente a los vencidos, que no se puede juzgar con la misma
vara al que comete un delito consciente y fríamente que al que lo hace perturbado
por una pasión violenta o disminuido en su comprensión por su ignorancia o su
enfermedad mental.
Artificial ¨ quiere decir ¨ hecho por arte ¨ , es decir ¨ hecho por seres humanos ¨.
Pero hay un tercer paso, que cuesta dar. Implicaría aceptar que lo que vemos del
mundo, en esta cultura y en esta época, es sólo un recorte, hecho artificialmente,
de una realidad infinitamente más grande.
No se trata de decir que las cosas no son como las vemos. Se trata de aceptar que
lo que vemos es sólo un pedacito de la realidad.
Tal vez lo que nos repugna cuando nos dicen que no vemos ¨ la ¨ realidad, es que
pensamos que nos dicen que nuestro conocimiento no vale nada, que somos unos
estúpidos y que todos nuestros aprendizajes fueron inútiles. Nadie tiene derecho a
decirnos eso.
Don Juan Matus describe la tarea de los padres y maestros que, al educar al niño,
le van nombrando el mundo, le van enseñando a recortar, de la multiplicidad
inabarcable que inunda sus sentidos, el sector de realidad que todos perciben en el
lugar del mundo en que le tocará vivir. A ese sector le llamará, durante toda su
vida, ¨ la realidad ¨ y al resto le llamará la fantasía, lo subjetivo...
Y, en base a ese ¨ pacto perceptivo ¨ , a ese acuerdo social sobre lo que es real y lo
que no lo es, sobrevivimos y convivimos.
Y ese acuerdo es ratificado día a día, momento a momento, por el diálogo externo,
en el que verificamos que, con cierto espacio libre para la discusión, vemos como
ven los otros. Y por el diálogo interno, por el que nos decimos a nosotros mismos
cómo son las cosas.
Ambos diálogos son un inmenso y continuo hacer, que mantiene estables los límites
acordados de la realidad. Y si, por ejemplo, en nuestra cultura hemos acordado que
los fantasmas no existen, nos reiremos, con los otros o internamente, de cualquiera
que interprete como causado por fantasmas un hecho aparentemente inexplicable y
nos tranquilizaremos a nosotros mismos, y eventualmente a los otros, repitiendo en
todos los tonos los fantasmas no existen, los fantasmas no existen...¨
En ese hacer continuo, social y personal, mantenemos unidas las partes del mundo
conocido. Y ese hacer nos da continuidad en el tiempo, articulación con los otros,
identidad cultural e integración interna.
Los maestros toltecas nos invitan a asumir nuestra concepción del mundo como una
hipótesis de trabajo y a someterla valientemente al experimento de ¨ parar el
mundo ¨ , deteniendo el diálogo interno y externo, para retirar nuestra energía de
la defensa acrítica del mundo aprendido y liberarla para nuevas percepciones del
otro lado de la frontera del recorte de nuestra construcción social de la realidad.
Nos invitan a un aprender que es un no hacer, un dejar de tener juntas las partes
del mundo y dejar que ese ¨ mundo ¨ se desestructure.
16. LA ¨IMPECABILIDAD¨.
Propongo que se ponga a prueba esta hipótesis cuando se esté desarrollando una
actividad de observación o investigación y que se verifique si la capacidad
perceptiva mejora cuando se administra estrictamente la energía o se deteriora
cuando se despilfarra en gastos desproporcionados con las posibilidades de
descanso y recuperación.
Y por eso, para ellos, la tarea esencial del maestro es disponer al aprendiz a la
percepción, enseñándole a vivir de una manera más frugal, menos activa y más
receptiva.
Durante meses y años, Carlos Castaneda tuvo que hacer largas caminatas por el
desierto o la montaña, concentrando la atención en los dedos de sus manos
flexionados hacia atrás, tratando de no pensar en nada, intentando detener su
diálogo interior, retirando su energía del hacer que le impedía aprender que había
realidad más allá del recorte aprendido en su casa, su escuela, su universidad...
Español en 1982.
Español en 1984.
¨ Don Juan sostenía que nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es sólo
un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados
como las capas de una cebolla ¨ . (¨ El arte de ensoñar. ¨ p.8.)
Don Juan: ¨- Yo digo que los brujos de ahora están en busca de lo abstracto,
porque buscan la libertad y no tienen ningún interés en ganancias concretas ni
tampoco en funciones sociales, como los brujos del pasado. De modo que nunca los
encontrarás actuando como videntes oficiales o como brujos con título . ¨ ( ¨ El
arte de ensoñar ¨ p.14.)
¨ Don Juan me dijo que yo estaba muy cansado sentado en el suelo y que lo
adecuado era hallar un ¨ sitio ¨ en el suelo donde pudiera sentarme sin fatiga...
recalcó claramente que un sitio significaba un lugar donde uno podía sentirse feliz
y fuerte de manera natural. Palmeó el lugar donde se hallaba sentado y dijo que ése
era su sitio, añadiendo que me había puesto una adivinanza: yo debía resolverla solo
y sin más deliberación...
El me sugirió caminar por el zaguán, buscando el sitio... que, dentro de los confines
del zaguán, había un único sitio donde yo podía estar en las mejores condiciones. Mi
tarea consistía en distinguirlo entre todos los demás lugares. La norma general era
¨ sentir ¨ todos los sitios posibles a mi alcance hasta determinar sin lugar a dudas
cuál era el sitio correspondiente...me advirtió que resolver el problema tal vez
requiriera días, pero, de no resolverlo, daba igual que me marchara, porque él no
tendría nada que decirme. ¨ (¨ Las enseñanzas de Don Juan ¨ . p.48.)
¨- Podrá ver a los hombres como fibras de luz. -¿Fibras de luz?. – Sí. Fibras. Como
telarañas blancas. Hebras muy finas que circulan de la cabeza al ombligo. De ese
modo, un hombre se ve como un huevo de fibras que circulan. Y sus brazos y
piernas son como cerdas luminosas que brotan para todos lados. -¿Se ven así
todos?. – Todos. Además, cada hombre está en contacto con todo lo que lo rodea,
pero no a través de sus manos sino a través de un montón de fibras largas que
salen del centro de su abdomen. Esas fibras juntan al hombre con lo que lo rodea:
conservan su equilibrio,le dan estabilidad. De modo que, como quizás ¨ veas ¨ algún
día, un hombre es un huevo luminoso, ya sea un limosnero o un rey y no hay manera
de cambiar nada. ¿Qué podría cambiarse en ese huevo luminoso?. ¿ Qué ¿ ¨.
(¨ Una realidad aparte ¨ , p.28.)
¨- ¿Qué es lo que estamos haciendo, Don Juan?. ¿Es posible que los guerreros se
preparen solamente para la muerte? – De ninguna manera – me dijo Don Juan
tocándome suavemente el hombro. – Los guerreros se preparan para tener
conciencia. Y la conciencia total sólo les llega cuando ya no queda en ellos nada de
importancia personal. Sólo cuando son nada se convierten en todo. ¨ ( ¨ El fuego
interior ¨ , p.146.)
¨- Cuando estés impaciente – prosiguió Don Juan – lo que debes hacer es voltear a
la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se
pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto o alcances a echarle un vistazo o
nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote ¨. (¨
Viaje a Ixtlán ¨, p.62).
¨- Don Juan me recordó que, desde el día en que nos conocimos, me explicó que
detener el diálogo interno es lo que articula todo lo que hacen los videntes.
Subrayó una y otra vez que el diálogo interno es lo que mantiene fijo el punto de
encaje en su posición original. – Una vez que se logra el silencio, todo es posible –
dijo.
Le conté que yo estaba muy consciente de que, en general, había dejado de hablar
conmigo mismo, pero que no sabía cómo lo logré. ¨(¨El fuego interior¨, p.148.)
¨ Don Juan expresó su admiración, una y otra vez, por lo que llamó el mayor logro
de nuestra socialización básica como seres humanos: inmovilizar el punto de encaje
en su posición habitual. Explicó que, una vez que su posición es fija, nuestra
percepción puede ser entrenada y dirigida a interpretar lo que percibimos. Nuestro
proceso de socialización empieza entonces a guiarnos a percibir más en términos de
nuestro sistema que en términos de nuestro sentidos. Don Juan aseguraba que la
percepción humana es universalmente homogénea debido a que el punto de encaje
de toda la raza humana está fijo en el mismo sitio .¨ (¨ El arte de ensoñar. ¨ p.8.)
Escribí las reflexiones anteriores con posterioridad a 1993, fecha del último libro
de Castaneda enumerado en mi resumen bibliográfico.
En 1998, los diarios publicaron, con varios meses de posterioridad al hecho, una
declaración de la abogada de Carlos Castaneda anunciando la muerte de éste a
causa de un cáncer hepático y la dispersión de sus cenizas en el desierto de
Arizona.
Como toda hipótesis, no vale por el autor que la presenta, sino por su verificación o
no en hechos experimentales.
Siento muy poca simpatía por los entusiasmos místicos. Y menos simpatía por los
dogmatismos religiosos, políticos o científicos.
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