IBAÑEZ-El Odio Al Romanticismo en I Berlin
IBAÑEZ-El Odio Al Romanticismo en I Berlin
IBAÑEZ-El Odio Al Romanticismo en I Berlin
Por esa razn, los ilustrados sintieron casi siempre una cordial aversin por las artes y combatieron
con saa el teatro, las comedias, las novelas (un gnero particularmente odiado), la pera (que
fue prohibida en diversas ocasiones), as como la poesa lrica, considerada un gnero carente por
completo de utilidad pblica y, por tanto, irrelevante. Vemos que en la Rusia sovitica, heredera
natural de muchos ideales de la Ilustracin, tambin la poesa lrica fue vista con malos ojos, se
persigui el arte subjetivo y se consider que toda la creacin artstica debera ser parte de la
maquinaria ideolgica del Estado. Para los ilustrados, el arte deba ser til, es decir, pedaggico,
porque la ilustracin no entenda lo que era la imaginacin. Y es lgico (y tambin una gran fortuna
para todos) que un fsico o un jurista no entiendan lo que es la imaginacin y no le atribuyan valor
alguno.
S, es cierto que la Ilustracin fue en muchos aspectos un movimiento antiartstico, aunque esto
raramente se recuerda (quiz porque manifestar cualquier recelo a la Ilustracin puede ganarle a
uno el apelativo de fascista), pero no es cierto que la poca romntica fuera de ningn modo
anticientfica. Cmo iba a serlo y por qu?
Berlin afirma no comprender el vnculo que existe entre la revolucin poltica y la revolucin
romntica, y tampoco, dice, entre stas y la revolucin industrial que, nos advierte en una frase
encantadora, no ha de tomarse como algo irrelevante. En efecto, la revolucin industrial no debe
tomarse como algo irrelevante, y debemos comprender las tres revoluciones la romntica, la
poltica y la industrial como fenmenos evidentemente vinculados y relacionados.
Los romnticos, dice Berlin, no estaban fundamentalmente interesados en el conocimiento ni en
el avance de la ciencia. Habra que definir con cuidado de qu se trata ese conocimiento,
porque afirmar, por ejemplo, que NOVALIS, KEATS o SCHOPENHAUER no estaban interesados
en el conocimiento resulta algo bastante extrao. Por lo que respecta a la ciencia, hemos de repetir
que sta nunca fue parte, realmente, del programa romntico, lo cual no quiere decir, por supuesto,
que los romnticos (dejando aparte esos escritores reaccionarios de tercera fila, como Joseph de
Maistre) estuvieran en contra de la ciencia. Hubo, por otra parte, romnticos que tuvieron un
intenso inters por la ciencia. No pondremos el ejemplo obvio de GOETHE, porque suele
considerarse que el Goethe maduro no es un romntico, un empeo a mi parecer tan intil como el
de aquellos que pretenden clasificar a compositores como Beethoven o Schubert (es la tendencia
mayoritaria hoy en da) como pertenecientes al clasicismo. Pero dejemos a Goethe y vayamos,
por ejemplo, al caso de ADELBERT VON CHAMISSO, el autor de la preciosa novela Peter
Schlemihl, una de las obras maestras de la narrativa romntica. Chamisso, novelista y poeta, fue
sobre todo un hombre de ciencia y dedic la mayor parte de su vida a recorrer el mundo en
diversas expediciones cientficas. A l se le deben la clasificacin de numerosas especies
botnicas, como la amapola californiana, un importante trabajo sobre los rboles de Mxico y un
estudio sobre el lenguaje hawaiano. La brevedad de la obra literaria de Chamisso se debe,
precisamente, a la intensidad de su actividad cientfica.
Sin embargo, he dicho que la ciencia no fue parte del programa romntico, y me gustara poner un
ejemplo para aclarar mi punto de vista y poner las cosas en perspectiva. Tomemos la historia del
ferrocarril, quiz la innovacin tcnica ms importante del siglo XIX. Las mquinas de vapor fueron
creadas en el ltimo tercio del siglo XVIII, pero la primera locomotora la present Richard Trevithick
en 1804, el mismo ao en que BEETHOVEN compona la Sonata Waldstein y JEAN PAUL
publicaba su autobiogrfica Flegeljahre. En 1825, GEORGE STEPHENSON construy la primera
locomotora de vapor, que arrastr trenes de transporte pblico entre Stockton y Darlington, el
mismo ao en que ROSSINI estren su divertidsima pera Il viaggio a Reims (un viaje que se
realizara en coche de postas, claro est) y dos aos despus de que AUGUST WILHELM
SCHLEGEL publicara su traduccin del Baghavad Gita. Podemos relacionar la sonata de
Beethoven o la traduccin del snscrito de Schlegel con los primeros intentos de construir
locomotoras de vapor? Podramos decir, por ejemplo, que Schlegel, al traducir el Baghavad Gita,
estaba, de algn modo, intentando sabotear los intentos de George Stephenson?
Pero, como sabemos, la primera lnea de ferrocarril interurbano, que uni Liverpool con
Manchester, se inaugur en 1830. Una fecha clave de la revolucin industrial y tambin en la
moderna configuracin de Europa y del mundo. Pero 1830 fue tambin un ao particularmente
significativo para las artes. 1830 es el ao de la Sinfona Fantstica de HECTOR BERLIOZ, que
seala el verdadero principio del romanticismo musical, crea un gnero nuevo (la msica de
programa) e inicia el moderno uso de la orquesta, y es adems el ao de la famosa Batalla de
Ernani (el estreno de la tragedia Ernani, de Victor Hugo, se convirti en una batalla campal entre
los defensores del teatro clasicista y los jvenes romnticos), una obra muchas veces considerada
como el comienzo del romanticismo literario.
Vemos, pues, que el ao 1830 fue un ao clave tanto en lo que ahora llamaramos tecnociencia
como en las artes. La pregunta sera: qu relacin existe entre la inauguracin de la primera lnea
de ferrocarril interurbano y la creacin del ancho de va internacional, y el estreno de la Sinfona
Fantstica, la aparicin del moderno concepto de orquestacin o la batalla suscitada por Ernani?
Desde luego, la nica relacin entre esos fenmenos, que pertenecen, los primeros, a la historia de
la ingeniera y, los segundos, a la historia de las artes, es simplemente su coincidencia en el
tiempo. El desarrollo de las vas frreas y el desarrollo de la forma musical o dramtica no tienen
ninguna relacin directa unos con otros, ni tendran por qu tenerlo. Sera muy justo decir que a
Berlioz no le interesaba gran cosa la ciencia. Le interesaba tan poco, de hecho, que despus de
estudiar un ao de medicina abandon la facultad espantado para no volver a pisarla nunca. Pero
sera un disparate afirmar que Berlioz estaba en contra de la ciencia o que el estreno de la
Sinfona Fantstica influy de cualquier manera, positiva o negativa, en la creacin del moderno
sistema mundial de ferrocarriles. Aadamos, en fin, una vieta curiosa: la del anciano ANTONN
DVOK, uno de los grandes compositores del romanticismo, y su gran admiracin por las
locomotoras.
La realidad es que durante la poca romntica, la ciencia y la tcnica avanzaron de una forma
asombrosa y transformaron radicalmente la sociedad y la vida de Europa. El hecho es que la
historia no avanza mediante grupos de ideologas contrarias que se enfrentan limpiamente entre s,
siempre los mismos: clsicos y romnticos, revolucionarios y conservadores, gelfos y gibelinos, o
como queramos llamarlos. La historia avanza por medio de eso que ARTHUR KOESTLER llam
holones, es decir, niveles emergentes sucesivos, de modo que lo que en una poca se opone
como dicotoma, en la poca siguiente pasa a formar parte de un mismo holn. La lucha que los
ilustrados llevaron a cabo contra la religin y la supersticin tena pleno sentido en su momento,
pero a mediados del siglo XIX la realidad de Europa era completamente distinta a la de mediados
del XVIII. La del siglo XVIII era una sociedad semifeudal de aristcratas y campesinos, la de
mediados del XIX una de burgueses enriquecidos y masas de proletarios que se hacinaban en
suburbios y trabajaban en fbricas. La idealizacin un tanto abstracta de la ciencia, de las luces,
de la razn y de lo til que llevaron a cabo los ilustrados no tendra el menor sentido, por
ejemplo, en la Inglaterra de CHARLES DICKENS, una sociedad absolutamente mercantilizada,
totalmente materialista y embarcada en un proceso de mecanizacin no slo del trabajo, sino
tambin de los propios seres humanos.
Lo cierto es que, a mediados del siglo XIX, la ciencia, la tcnica, la industria, la maquinizacin y la
ingeniera no necesitaban ya de ninguna doctrina filosfica que las defendiera o que las impulsara.
Ya no exista un Antiguo Rgimen de aristcratas que practicaran el ingenio en los salones y
tocaran el clave, sino un nuevo rgimen de grandes comerciantes cuyo nico valor era el dinero. La
utilidad, el gran caballo de batalla de los ilustrados, no slo era ahora el valor predominante, sino
que comenzaba a mostrar una faz siniestra, esa misma que ADORNO y HORKHEIMER supieron
describir con tanta exactitud en su Dialctica de la Ilustracin.
La actitud progresista, innovadora o moderna no es la misma en todas las pocas, ni podra
serlo. Una actitud moderna en 1750 resultar antigua y conservadora en 1800, del mismo modo
que lo que en 1800 resulta innovador y avanzado, en 1850 ser ya parte de la tradicin y la
nostalgia. Esta verdad de Perogrullo debera ser totalmente obvia para todo el mundo, pero no lo
es. Los autoproclamados defensores del proyecto ilustrado se empean en ignorar la historia,
en tergiversar los hechos, en reducir la complejidad del tapiz histrico a un par de posiciones,
siempre dos, siempre autoexcluyentes y siempre las mismas.
verdad, para Berlin, es abstracta, ahistrica, intemporal, universal, y nada tiene que ver con la
sinceridad o la autenticidad con que el individuo vive sus convicciones.
Todo esto nos sume en el estupor. Primero, no es cierto que en la Edad Media fuera imposible
admirar el punto de vista de un enemigo o, incluso, sentir admiracin por l. Nuestra literatura
medieval, sin ir ms lejos, abunda en ejemplos de historias y poemas en los que el mundo
musulmn y la caballera sarracena aparecen retratados con respeto o incluso con admiracin.
Todo eso por no llegar al Renacimiento y, por poner slo un ejemplo muy conspicuo, el famoso
ensayo de Montaigne sobre los canbales, donde el clebre escritor francs afirma que a nosotros
los canbales nos parecen unos salvajes, pero que es probable que a ellos nosotros se lo
parezcamos tambin. Aqu tenemos al primer romntico europeo: el caballero Michel de Montaigne.
El respeto por el otro, en este caso por el musulmn, abunda en otras obras renacentistas como,
por ejemplo, la Historia de Ozmn y Daraja, incluida en la novela Guzmn de Alfarache de Mateo
Alemn, o en la novelita renacentista El abencerraje.
Casi da vergenza seguir aportando ejemplos. Segn Berlin, durante la Edad Media la idea de que
las ideas de otro merecieran respeto a pesar de ser contrarias a las nuestras habra sido
considerada un absurdo. Pero los hechos contradicen caudalosamente esta afirmacin en ambos
lados. El inmenso imperio rabe fue famoso con su tolerancia con los practicantes de otras
religiones y, en la Espaa cristiana, los cristianos, judos y musulmanes convivieron pacficamente
durante largos perodos. Cuando el Cid entra en Valencia como vencedor de los rabes, se
compromete a respetar las creencias de los musulmanes. La profesora Dolores Oliver present
hace unos aos la teora de que el Poema de Mo Cid, que canta las hazaas de un hroe de la
reconquista, bien pudo ser, en realidad, obra de un poeta rabe.
El resto de la doctrina de Berlin es, tambin, de lo ms extrao. De verdad existe alguien todava
en el mundo que crea que existen verdades universales que todas las personas razonables
deben creer y aceptar sin cuestionarse? Slo las personas muy religiosas, me parece, creen en
este tipo de cosas, y slo en el mbito de la religin. Tambin los cientficos lo creen, por supuesto,
pero este es un tema completamente diferente. La ciencia busca, y encuentra, verdades
universales porque pertenecen al mbito de lo objetivo y pueden someterse a prueba experimental.
Es de eso de lo que est hablando Berlin? Creo que no, porque en el contexto de la ciencia su
observacin sobre los caballeros cruzados y su desprecio por el punto de vista de los musulmanes
no tendra el menor sentido.
El siguiente ejemplo de Berlin tampoco parece muy afortunado: La figura que domina como
imagen durante el siglo XIX es la de un Beethoven despeinado en su buhardilla. Beethoven es un
hombre que ejecuta lo que hay dentro de s. Es pobre, ignorante, grosero. Sus modales son
toscos, sabe poco, y tal vez no sea un personaje muy interesante si ponemos a un lado la
inspiracin que lo lleva hacia adelante. Es cierto que BEETHOVEN se convirti (junto con Lord
Byron) en uno de los arquetipos romnticos. Pero lo dems no es cierto en absoluto. Beethoven no
era pobre, no era ignorante y no era grosero. Esa visin absurda de Beethoven que tiene Berlin s
que es romntica, y lo es en el peor sentido. Beethoven era un hombre muy culto con un amplio
abanico de lecturas (Plutarco, Shakespeare, Schopenhauer, Goethe, Schiller, los Upanishads, los
Sutras budistas, etc., etc.) que se mova con soltura en los crculos sociales ms altos, que tena
muchos amigos que le fueron fieles durante toda su vida y que viva rodeado de la admiracin de
refinadas damas de sociedad y de altas figuras de la nobleza. Beethoven no era un cortesano al
estilo de Goethe, es cierto, pero tampoco era en absoluto un ermitao hurao y desabrido. Y
tampoco se le daba tan mal negociar la publicacin de sus obras, sus contratos y sus conciertos.
Otro tema de los ilustrados: el desprecio absoluto a la msica.
Pero el desconocimiento de la vida y personalidad de Beethoven que tiene Berlin no es el
verdadero tema: Claramente dice, algo ocurri para que la conciencia se haya alejado, hasta
tal punto, de la nocin de que hay verdades universales, cnones universales de arte, de que toda
accin humana ha de dirigirse a la ejecucin de lo recto... Etctera. Hay de verdad cnones
universales de arte? Y, cules seran esos cnones? Y cmo de universales sern? Sern los
mismos en el arte medieval que en el barroco, en el italiano que en el azteca, en el indio que en el
japons? Creo que nadie hoy en da apoyara esa idea de que existen unos cnones universales
del arte. Ser porque todos somos unos podridos romnticos irracionales, unos groseros y
violentos adoradores de lo autntico?
La crtica de Berlin del romanticismo tiene la virtud de hacernos admirar el movimiento romntico
cada vez ms y de afianzar cada vez con ms fuerza la sencilla verdad de que el mundo en el que
vivimos hoy en da es una consecuencia del romanticismo. l mismo se ver obligado a admitirlo
en las ltimas pginas del libro. Berlin rene varias definiciones del romanticismo y luego, ante la
imposibilidad de encontrar una que resulte plenamente satisfactoria, se lanza a una larga
la tica o del ser humano, resulta intolerable. La sociedad no es un ente abstracto e ideal, sino un
producto de la historia. Es la historia la que define lo que somos.
Es evidente que al gran proyecto de la Ilustracin, admirable como es, y sin duda crucial en la
evolucin de Occidente, le faltaban algunas piezas, algunos elementos de esa misma realidad
en la que quera indagar. Pecaban los ilustrados de un exceso de idealismo, por un lado, y de un
exceso de literalismo por el otro: considerar que lo razonable sera lo mismo para cualquier
persona de cualquier poca y en cualquier lugar del mundo. No tenan en cuenta las diferencias
culturales y el hecho de que todos los seres humanos viven en sistemas de smbolos y de
creencias, es decir, que todas las sociedades, desde las ms sencillas a las ms complejas, viven
de acuerdo con sistemas de valores y redes de significado que slo tienen sentido consideradas en
s mismas.
Pero, eran realmente los ilustrados as de simples? Eran verdaderamente tan ignorantes de las
realidades del mundo y de la vida? Lo cierto es que no. Berlin cita enseguida a MONTESQUIEU,
que en sus Cartas persas establece con claridad lo que hoy llamaramos relativismo cultural, a
saber, que si furamos persas criados en Persia no desearamos ni buscaramos lo mismo que si
furamos franceses criados en Francia. Clebre es el pasaje en el que Montesquieu recuerda lo
que Moctezuma le dijo a Corts: que la religin cristiana deba de ser muy buena para los
espaoles, pero que para los mexicas la mejor era la religin azteca. Cuando Montesquieu observa
que este punto de vista no es absurdo, notamos el escndalo no slo de la Iglesia del siglo XVIII,
sino del propio Berlin.
Lo cierto es que este punto de vista, clsicamente ilustrado (ah estn, por ejemplo, las Cartas
marruecas del gran CADALSO, herederas de Montesquieu), tena ya slidos antecedentes en las
letras y el pensamiento europeos. Ya los hemos citado: los Ensayos de MONTAIGNE o la visin del
Nuevo Mundo proporcionada por autores como FRAY BERNARDINO DE SAHAGN. Sin embargo,
para Berlin, este punto de vista de Montesquieu, tan moderno, tan inteligente, tan democrtico, tan
tolerante, de acuerdo con nuestro punto de vista, es, en realidad, una crtica a la Ilustracin. No, no
una crtica, sino un ataque. Este es, de hecho, el primer ataque a la Ilutracin de los prometidos
en esta segunda conferencia.
El segundo ataque a la Ilustracin provendra de HUME, quien, como sabemos, asest un golpe
mortal a la idea de la causalidad o a la del razonamiento como herramientas universales e
implacables. Cmo puedo demostrar, por ejemplo, que algo existe? Lo extrao desde mi punto
de vista es que Berlin vea el relativismo de Montesquieu o el empirismo de Hume como
ataques contra la Ilustracin. Si lo que dice la Ilustracin es cierto, entonces, quin podra
atacar sus principios? Se demostrara que los ataques son falsos, y se acabara con el problema.
Esto es, precisamente, lo que sucede en la ciencia: nadie discute la Ley de la Gravitacin
Universal, por ejemplo; o la Tabla Peridica; no hay varias tablas peridicas alternativas, ni autores
que defiendan la inclusin o exclusin de ciertos elementos. Este es el terreno plenamente objetivo
y universal, ajeno a la historia y a la geografa, a las costumbres y a la cultura, a los valores y a las
ideas: el reino de la Ciencia. No estar Berlin confundiendo la Ilustracin, movimiento filosfico,
poltico, cultural y cientfico, con la simple Ciencia?
Berlin afirma que el pensamiento de Hume abri una brecha en la concepcin ilustrada del
mundo. Pero esa no es la cuestin, seguramente. Veo, en todo esto, la sombra de una actitud
psicolgica que siempre me ha parecido curiosa y que tiene que ver con un tipo de carcter, una
forma de ver el mundo, quizs un determinado signo del Zodaco, por decirlo as. Es una actitud
claramente adulta, muy razonable, bastante prctica y realista, algo timorata, un punto de vista que
a un exaltado podra parecerle cobarde o quizs, incluso, cnico.
Voy a aclarar lo que quiero decir. Leyendo a Berlin uno tiene la sensacin de que a l no le importa
(curiosamente) lo que sea verdad o no lo sea. Lo que le importa es que el mundo sea bueno,
bonito y agradable. Lo que le importa son las ideas felices y optimistas, no si estas ideas son
verdaderas o falsas. Los Ilustrados crean que mediante la razn poda crearse una sociedad poco
menos que perfecta, justa, pacfica y prspera. Por qu no seguir creyendo eso?, se pregunta
Berlin una y otra vez. Por qu tienen que venir estos agoreros a destruir una creencia tan
luminosa y vivificante? Qu necesidad hay de buscarle tres pies al gato?
Es la actitud del que se indigna y se siente molesto porque alguien denuncia, por ejemplo, que en
un bonito lugar de vacaciones el agua est contaminada. Siempre tiene que venir alguien a
estropear todas las cosas buenas. Pero la cuestin es: est el agua realmente contaminada o no?
Berlin no parece pararse a considerar ese punto. Estbamos tan felices con la claridad de la Fsica
de Newton y tuvo que venir Einstein a revolverlo todo y a llenarnos la cabeza de ideas
incomprensibles. Pero el problema no es si antes estbamos tranquilos y ahora estamos
intentando comprender qu es eso de que el tiempo curva el espacio. El problema es si lo que dice
Einstein es cierto o no lo es, y si lo que deca Newton, aunque fuera cierto, no resulta ahora
incompleto e inexacto.
Nos adentramos a continuacin en una de las partes ms interesantes del libro. Uno de los puntos
de la argumentacin de Berlin es que los alemanes en los siglos XVII y XVIII eran una colectividad
relativamente humilde y provinciana, y que, sobre todo a raz de la violenta Guerra de los Treinta
Aos, comenzaron a profesar hacia los franceses un enorme resentimiento mezclado de envidia.
Todo lo francs era odioso para los alemanes, pretencioso, falso, mientras que el alma alemana,
hecha de interioridad, de piedad religiosa, de msica, se consideraba algo puro y autntico, mucho
ms digno y profundo que todo ese oropel y esa elegancia de las cortes francesas. La humillacin
de Alemania frente a Francia es un buen argumento para explicar las races del romanticismo
alemn, por supuesto (aunque no el ingls, el francs, el ruso, el polaco o el italiano).
La mayora de los romnticos alemanes tuvieron un origen muy humilde (Lessing, Kant, Herder,
Fichte) o bien provenan de la clase media-baja (Hegel, Schelling, Schiller, Hlderlin). Goethe era
un burgus rico y Kleist y Novalis lo que en la poca se llamaba caballeros terratenientes. Los
ilustrados, por el contrario (con la notable excepcin de Diderot y Rousseau), provenan de la
nobleza o de la alta burguesa. Cuando Herder visit Pars en 1770 no consigui entrar en contacto
con ninguno de estos hombres importantes. Algo semejante le sucedi a Wagner medio siglo ms
tarde: su desastrosa experiencia parisiense lo convirti en un feroz nacionalista alemn.
Llegamos as al tercero de los ataques a la Ilustracin, que proviene, en este caso, de un
verdadero antiilustrado: JOHANN GEORG HAMANN. Hamann comenz siendo un ilustrado, pero
pronto se apart del pensamiento racionalista, polemiz con Kant y con Herder y se volvi a la
Biblia y a la Cbala como fuentes de inspiracin. Se cumple, una vez ms, aquello que anunciamos
al principio de estos comentarios: que la mayora de los autores antiilustrados fueron intelectuales
de segunda fila. Aunque Hamann era muy admirado por sus contemporneos y quizs hoy sera
tenido ms en cuenta y ledo con ms inters, de no ser porque cometi el gran pecado de
manifestar sus recelos frente a la sacrosanta razn.
Hamann escribi en un estilo deliberadamente confuso y simblico que resulta difcil de
comprender, nos dice Berlin, y que nos recomienda, por otra parte, que no gastemos nuestro
tiempo en leer tal galimatas. Pero, acaso Hegel o Kant resultan fciles de comprender? Lo cierto
es que casi todos los pensadores alemanes son difciles de comprender, y no por esa razn se nos
dice que no gastemos nuestro tiempo en leerlos.
Entre burlas y veras, Berlin nos propone a continuacin un resumen de las principales ideas del
antiilustrado Hamann. Lo curioso es que al leerlas, al menos del modo que las expone Berlin, nos
parecen muy inteligentes, muy acertadas y casi siempre brillantes. Hamann opina que la vida es un
fluir en continuo estado de cambio, y que intentar cortar o segmentar ese flujo vital bergsoniano
(aade Berlin) tendra un efecto destructor. Qu es lo que buscan los hombres? Segn
VOLTAIRE, lo que los hombres desean es la felicidad, la satisfaccin, la paz, pero esto para
HAMANN no es cierto: lo que desean en realidad los hombres es hacer funcionar todas sus
facultades del modo ms pleno, de la manera ms violenta posible.
Nos gustara comentar varias cosas:
- Es eso realmente lo que pensaba Voltaire? Ciertamente no el VOLTAIRE de Cndido,
que es una enumeracin imparable, si bien humorstica, de todos los horrores, espantos y
crueldades de que es capaz el ser humano. Qu significa eso de que los hombres buscan
la felicidad? Si la buscaran realmente, cul sera el problema?
- La observacin de HAMANN nos parece mucho ms inteligente y profunda que la del
supuesto Voltaire de Berlin. Los hombres desean hacer funcionar todas sus facultades del
modo ms pleno, es decir, experimentar y vivir todo lo que es posible. Esta es una buena
explicacin del gran enigma que constituye la vida humana en su exuberante variedad de
culturas, costumbres, placeres y formas de diversin y de crueldad. Decir que los hombres
desean experimentar todo lo que pueden experimentar no parece en absoluto un disparate.
En todo caso, parece algo mucho ms sensato que la afirmacin alternativa, que los
hombres buscan la felicidad, la satisfaccin, la paz, tres cosas que brillan por su ausencia
en la historia de los pueblos tal y como la conocemos.
Berlin aade una frase ms: de la manera ms violenta posible. Ignoramos si, en este
caso, est parafraseando algn texto de Hamann o est, ms bien, aadiendo de su
cosecha. Lo cierto es que Berlin tiene la costumbre de aadir las palabras violento,
violencia o violentamente a todas y cada una de sus afirmaciones relativas al
romanticismo. Veremos otros ejemplos ms adelante. Este pequeo truco suyo parece