Ética Cristiana Karl Barth
Ética Cristiana Karl Barth
Ética Cristiana Karl Barth
TICA CRISTIANA
EL DON DE LA LIBERTAD: FUNDAMENTO DE LA TICA EVANGLICA
LA CONCEPCIN CRISTIANA DE LA REVELACIN
TICA CRISTIANA
El tema del que hoy voy a hablar me lo sugiri la direccin del Deutsches
Hochstifi, y versa sobre la tica cristiana. Se entiende por tica el intento de dar
una respuesta humana a la pregunta sobre la dignidad, rectitud y bondad de la
conducta humana. tica cristiana ser, pues, de momento el intento de una
respuesta parecida en el sentido de quienes se profesan cristianos y quieren
serlo ms o menos seriamente. Como ese intento se ha hecho siempre y en
todas partes donde existen cristianos, tenemos que entender bajo la expresin
tica cristiana ante todo, como una manifestacin de vida religiosa y cultural,
de la historia de los pueblos y del mundo. Ahora bien, dado que en este campo
todos los intentos por dar una respuesta humana a la pregunta sobre la bondad
de la conducta del hombre incluso en el marco cristiano son y no pueden
por menos de ser problemticos, de ah que se entienda tambin bajo tica
cristiana una determinada disciplina de la ciencia crtico-teolgica, en la cual se
somete a examen la exactitud de las respuestas que en el curso de la historia
se han dado a esa pregunta. Intentar mostrar de un modo muy breve de qu
se trata en este caso; cmo la pregunta acerca de la bondad en su ncleo
siempre ha obtenido una respuesta del lado cristiano y qu respuesta esencial
se le ha de dar, cualesquiera sean las circunstancias. Tambin una tica
cristiana es un intento de respuesta humana a esa pregunta. Slo que esa
respuesta no pertenece a la serie de cuantas el hombre puede darse y procura
darse a s mismo sobre la base de su razn y su conciencia, sobre la base de
su conocimiento de la naturaleza y de la historia. Una tica cristiana es una
respuesta en el sentido singular y exacto del concepto. Una tica cristiana
responde a la llamada que de parte de Dios le ha llegado, le llega y le llegar al
hombre. Se te ha dicho, hombre, lo que es bueno. Una tica cristiana es el
intento de repetir lo que al hombre se le ha dicho; de repetir en palabras y
conceptos humanos el mandamiento divino. Una tica cristiana descansa en la
atencin y permeabilidad del hombre frente al mandamiento divino, frente a la
respuesta misma de Dios a la pregunta acerca del bien; y, por consiguiente,
frente a la tica divina. As pues, la tica cristiana no descansa sobre una
propiedad y del trabajo, no deja de ser una historia marginal frente a la historia
a que se remite la tica cristiana. Y, por poderoso que resuene el llamamiento
que la tica cristiana ha de repetir, entender y presentar. Mas qu es esa
historia? Qu es ese drama del que la escritora inglesa Dorothy Sayers pudo
decir que era el drama ms grande que jams se haba representado?
Permtaseme intentar decirlo con las palabras ms sencillas. Sucedi que Dios
se hizo hombre, era y es hombre. Y sucedi que Dios, en cuanto tal hombre, no
consigui nada parecido al xito, sino que hubo de padecer y muri en el
patbulo como un criminal condenado. Y sucedi que ese hombre, que era
Dios, resucit de entre los muertos. Y ocurri con ello que cada hombre en l, y
todos los hombres por l, son exaltados a la gloria de Dios. Anticipo que la
conclusin de esta historia consiste en que ha de suceder, en que a todos y en
todos se revelar que nuestra deuda y necesidad han sido quitadas por la
persona de ese hombre y que en la persona de ese mismo hombre estamos
llamados a la gloria de Dios. Por haber sucedido as, ocurri que Dios ha sido
clemente con nosotros, lo es y lo ser. sta es la historia entre Dios y el
hombre, la historia de Jesucristo, de la alianza y la misericordia de Dios. Y a
esta historia se remite la tica cristiana. La tica cristiana es el fruto que crece
en ese rbol. No se puede entender la tica cristiana si se pretende dejar de
lado o tergiversar esa historia. Pues es precisamente esa historia la que
reclama continuacin en la conducta del hombre. Esa historia solicita al hombre
y precisamente al hombre que vive en la accin. Esa historia es la palabra, que
reclama la respuesta del hombre, y que ste ha de dar con su accin.
Jesucristo reclama la imitacin, es decir, una vida humana por el camino que l
ha abierto, una vida humana en la libertad que l ha otorgado. Y ahora estamos
ya preparados como para poder dar una respuesta amplsima y sumamente
sencilla a la pregunta acerca de la buena conducta del hombre en el sentido
cristiano. Qu es el bien en sentido cristiano? Bien es el comportamiento, la
accin del hombre que corresponde al comportamiento, a la accin de Dios en
esa historia. Por tanto: es buena la obra humana en la que el hombre acepta, y
no slo acepta, sino que afirma que Dios se ha humillado por l y para que l,
el hombre, pueda vivir y alegrarse. Buena, en el sentido cristiano, es la
conducta del hombre con la que ste acepta plenamente que est necesitado
de esa misericordia divina, y no slo que est necesitado sino que adems ha
de tomar parte en ella. O dicho en dos palabras: buena es aquella accin del
hombre con la que ste se muestra agradecido a la gracia de Dios. Nada
ms? No, nada ms! Porque todo lo bueno que pudiera imaginarse, la fe, el
amor, la esperanza, cualquier virtud y deber, estn contenidos en esa nica
realidad: que el hombre sea agradecido a la gracia de Dios. Ya conocemos la
palabra contenida en el Evangelio: Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto. Ahora bien, la perfeccin del Padre es la que muestra en
esa historia, la perfeccin de su gracia. Por consiguiente, ser bueno el
comportamiento y accin del hombre que responde a la gracia de Dios. Y qu
es malo en sentido cristiano? Malo es el comportamiento y accin del hombre
con que contradice el contenido y accin de la historia de Dios, pasa de largo o
no llega a la pasin y alegra de Jesucristo. Mala es la accin del hombre con la
que ste abierta o secretamente, por encogimiento o por orgullo, se muestra
desagradecido. Eso es lo malo. Y nada ms? No, nada ms; porque todo el
mal, desde Adam hasta las enormes monstruosidades de la historia actual del
mundo, hasta las pequeas mentiras y groseras, con que nos envenenamos
mutuamente la vida, responde al odio del hombre contra la gracia de Dios.
Permtaseme responder aqu a algunas preguntas relacionadas con nuestro
tema. 1) A qu se llama conciencia en la tica cristiana? Simplemente a que
debemos saber lo que Dios ha hecho por nosotros. Y que debemos tambin
saber acerca de nosotros mismos, y como Dios lo sabe, para elegir y
determinar nuestra accin sobre la base de ese conocimiento, al modo como
Dios nos ha elegido y determinado. La obediencia o desobediencia a ese
conocimiento acerca de Dios y de nosotros mismos es lo que se llama una
accin buena o mala. 2)
humana; es decir, frente a los usos y costumbres, frente a las reglas de la vida
antiguas y nuevas, tradicionales o talvez revolucionarias, en las que el hombre,
independientemente al parecer de aquella historia, cree reconocer y obrar el
bien? Hay que responder que la tica cristiana atraviesa todo ese mundo de la
moral, lo prueba todo y conserva lo mejor, slo lo mejor, que es precisamente
aquello que en cada caso mejor permite ensalzar la gracia de Dios. La tica
cristiana, no puede por menos de preparar sorpresas al hombre que tiene una
moral estndar.
Permtaseme intentar ahora mostrar a grandes rasgos cmo la historia entre
Dios y el hombre reclama una continuacin en su conducta; cmo la palabra de
Dios nos habla en esa historia pide respuesta, y cmo Jesucristo invita al
hombre a su imitacin. Y permtaseme mostrar asimismo cmo la tica cristiana
intenta repetir ese llamamiento divino. 1) Hemos odo cmo ocurri en esa
historia que Dios se hizo hombre, se cuid del hombre, mostrndole que, por
amor a l, deba darse a su prjimo, ser su buen samaritano y tener
misericordia con l como su verdadero prjimo. Qu nos dice esa historia?
Nos dice: Ve y haz t lo mismo! La tica cristiana repite ese llamamiento a la
humanidad. Segn la tica cristiana, el hombre como tal, cada hombre, tiene
derecho a ser visto, respetado y cuidado. La tica cristiana no es neutral, la
tica cristiana no est interesada en nada, por excelso que sea, sino nica y
exclusivamente en el yo y el t. Para la tica cristiana el hombre nunca puede
ser medio para un fin aqu Immanuel Kant habl como un cristiano! , sino
que es l mismo el fin, la meta suprema. Para ella el hombre ms miserable,
simplemente por ser hombre, es ms importante que el objeto ms precioso.
Por qu? Porque el hombre como tal es un ser tan soberano y bueno? No,
sino porque Dios le ha honrado y distinguido de tal modo que l mismo se hizo
su igual! 2) En aquella historia el hombre slo se salvaba por la gracia, por la
intervencin de Dios en favor suyo. Qu nos dice esa historia? Nos dice: No
aspiris a cosas altas, sino contentaos con las humildes. La tica cristiana
repite ese llamamiento a la templanza frente a s mismo y frente a los dems.
La tica cristiana no es optimista. Ve al hombre tal como es: equivocado,
condenado y perdido. Le ve como un ser que, con sus ilusiones y reflexiones
de todo tipo, slo puede hundirse cada vez ms en la corrupcin. La tica
ojos al hombre, que por aquella historia est llamado a la accin. Cmo
podra entenderse la dogmtica cristiana, cmo podran entenderse el
catecismo y el credo, de no ser en conexin con ese llamamiento? He
intentado exponer la tica cristiana en este contexto: la accin cristiana como
fruto de la fe cristiana, la ley cristiana como forma del Evangelio cristiano, la
tica cristiana como imperativo derivado del indicativo de la dogmtica
cristiana. Una vez llegados aqu para entender el sentido de la tica cristiana,
pido una vez ms encarecidamente que se medite sobre esto: toda separacin
es aqu mortal!
Concluyo con una palabra del apstol Pablo en su n carta a los Corintios (5,1920): Pues Dios estaba en Cristo y reconciliaba al mundo consigo mismo y no
les tomaba en cuenta sus pecados, y ha erigido entre nosotros la palabra de
reconciliacin. As que somos embajadores en nombre de Cristo, pues Dios
exhorta por medio de nosotros; as que os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios! En esta sola frase se compendia toda la tica
cristiana.
El Don de la Libertad:
Fundamento De La tica Evanglica
Se me ha invitado a hablar sobre El don de la libertad y esto en relacin con el
fundamento de la tica evanglica. De momento se puede adelantar la
respuesta a la pregunta que el tema plantea, en tres proposiciones sucintas.
Las dos primeras desarrollan los conceptos de la libertad propia de Dios y de la
libertad que Dios otorga al hombre. La tercera saca las consecuencias relativas
a la pregunta acerca del fundamento de la tica evanglica. La primera
proposicin suena as: La libertad propia de Dios es la soberana de la gracia,
en la que l elige y se decide en favor del hombre, nica y exclusivamente
como Dios del hombre y Seor suyo. La segunda: La libertad otorgada al
hombre es el gozo con que ste debe secundar la eleccin de Dios y, como
hombre de Dios, ser su criatura, su colaborador, su hijo. La tercera: La tica
evanglica es la reflexin sobre la conducta impuesta por Dios al hombre, en y
con el don de esa libertad.
I
Empecemos por darnos cuenta de lo que podemos saber acerca de la libertad
propia de Dios. Deber justificarme por detenerme en este punto y no en otro
cualquiera, como podra ser en la libertad propia del hombre o que le ha sido
dada? El rumor de que solo se puede hablar de Dios en cuanto que se habla
del hombre tambin ha llegado a mis odos. Pero no lo suscribo. Bien
entendido, puede significar algo muy cierto: que Dios no est sin el hombre.
Desde nuestro punto de vista, eso querra decir que nosotros hemos de
reconocer la libertad propia de Dios precisamente como su libertad en favor del
hombre; que por consiguiente, no podemos hablar de la libertad propia de Dios
sino en relacin con la historia entre l y el hombre y, por lo mismo, que a partir
de ah es necesario tratar inmediatamente de la libertad concedida al hombre.
Mas, para poder entenderla bien en este sentido, la frase necesitara una
contraproposicin: Slo se puede hablar del hombre cuando se habla de Dios.
Con este alcance general ciertamente que la frase debera ser indiscutible para
todos los telogos cristianos. La diversidad de opiniones radica en saber cul
de estas dos frases ha de ir en primer lugar y cul en el segundo.
Personalmente defiendo la opinin de que la frase que acabo de calificar de
contraproposicin es la frase principal y, por consiguiente, debe ir en primer
lugar. Sera realmente aconsejable negar a Dios en el orden del conocimiento
la prioridad que nadie le discute en el orden del ser, como si no fuese posible
en modo alguno que tambin le correspondiese esa prioridad? Si Dios es para
nosotros la primera realidad cmo podra ser el hombre nuestra primera
verdad? Explquese con los defensores de la opinin contraria la frase,
1 Conferencia pronunciada en la Sociedad para
una Teologa Evanglica, el 21 de septiembre de 1953, en Bielefeld.
tal vez demasiado fuerte, en el sentido de que en la libertad otorgada por Dios
al hombre se trata, ante todo, de la liberacin de s mismo; en ese caso cmo
llega el hombre, precisamente en plan de pensador, a querer empezar en s
mismo y por s mismo? Justamente en el mtodo de la teologa cristiana
puede tener el concepto de Dios la simple funcin de un concepto lmite?, o ser
slo la cifra sealizadora de un vaco que, en el mejor de los casos, sera
secundario y no podra llenarse con las afirmaciones sobre el otro, y en
un poco triste a retaguardia de muchos otros, tal vez tambin por delante de
muchos otros, y en ocasiones casi solo, sin compaeros de fila, por caminos
completamente nuevos e intransitables.
Pero ciertamente que no slo l; tambin l para s, pero no slo para s, sino
en alguna relacin viva con los otros, l como miembro del pueblo de Dios, l
en la realizacin de su eleccin, l como obligado a cada uno de sus miembros;
pero desde luego obligado precisamente l, como miembro especial del
pueblo de Dios, llamado por su propio nombre y con sus peculiares relaciones!
En cuanto debe ser se con su eleccin y decisin, con su resolucin y su
obra, es un hombre libre. Su libertad consiste justamente en la alegra que se le
otorga para la obediencia. En cada paso que d para realizar la libertad que le
ha sido otorgada, sta se le convertir en su propio riesgo. Una aventura con
buena suerte? No, sino el riesgo de la propia responsabilizacin delante de
quien es su donante y delante de aquellos a quienes tambin se les ha dado,
se les da y se les dar; el riesgo de la obediencia en el que trata clara y
simplemente de aquella ratificacin en esas dos dimensiones. La obediencia,
para la que el hombre debe ser libre, consiste pues en que se comporte, en
cuanto miembro del pueblo de Dios, tal como Dios quiere. En general, esto
quiere decir como criatura suya, en la forma concreta, disposicin y limitacin
de su propia naturaleza, que caracteriza al hombre y le distingue de los otros
seres; en la forma concreta de la naturaleza humana. Dios le quiere como a
todos los dems hombres y junto con ellos, en la exaltacin y en la bajeza, en
la riqueza y en la pobreza, en la promesa y en la opresin de su humanidad.
Verdad es que el hombre ya no sabe lo que es su humanidad. Es ciertamente
un hombre que se ha enajenado de Dios y en consecuencia de s mismo y de
su propia naturaleza. Mas el Dios libre no ha dejado por ello de quererle como
a su criatura, como a su criatura humana, ni de ocuparse de l. Y as, tampoco
el hombre ha cesado de ser esa criatura y, como tal, de ser requerido por Dios.
Por cuanto Dios le otorga la libertad, ser tambin y ante todo libre para ser,
justamente, nada ms y nada menos que humano. En cualquier caso, lo que
Dios quiere siempre de l es que sea una reafirmacin de su condicin de
criatura. Y lo que el hombre deber elegir siempre en la libertad que Dios le ha
otorgado, lo har eligiendo entre las posibilidades que le ofrece su naturaleza
propia existencia. Mas esto, a su vez, tampoco quiere decir que el hombre
deba asistir como simple espectador que aplaude. Aqu entra el don de la
libertad. Tambin en este aspecto se trata de su libertad humana, que no debe
confundirse con la libertad con la que Dios es para l en Jesucristo. Pero s que
se trata, tambin en este aspecto, de la libertad que Dios libremente le ha
otorgado para una obediencia autnticamente humana: en la fe como
obediencia del peregrino que desde su lugar debe confirmar y hacer realidad el
paso del pecado a la justicia, de la carne al Espritu, de la ley a la soberana del
Dios vivo, de la muerte a la vida, con la mirada y confianza puestas en la
accin del Dios libre, da tras da y hora tras hora, a pasitos cortos y modestos,
pero decididos. En la caridad como obediencia del testigo que debe sealar
ese paso como la decisin victoriosa que Dios ha tomado en favor de todos,
como la luz que tambin brilla para ellos entre sus hermanos y hermanas
prximos y lejanos. Esa obediencia es la respuesta humana del hombre a la
justificacin, santificacin y vocacin que Dios le ofrece en Jesucristo. Su
libertad es la libertad para la accin dentro de esa gratitud. En este sentido
concreto, es la libertad de aquel a quien Dios quiere como su colaborador y al
que, por serlo, no le abandona a s mismo; la libertad del hombre cristiano.
No hay que esperar de l ms que la obra de su gratitud; ms que la fe y la
caridad; pero en cualquier caso tampoco menos y, sobre todo ninguna otra
cosa! Pues se le ha hecho libre para que, en esa obra, realice un servicio a
favor de la causa Dei en el mundo. Y, adems, Dios quiere al hombre como a
su hijo. No slo quiere al hombre que existe en el temor reverencial de criatura
frente a l. Quiere al hombre que, en la seguridad y en la gloria de la
pertenencia inmediata a l, es hombre en l y con l. De este modo apuntamos
ya hacia el futuro, hacia el hombre de la vida eterna. Como tal, el hombre no
puede an verse y entenderse aqu y ahora ni siquiera en la fe y en la
caridad. Como tal, el hombre es futuro para s mismo, primero prometido y
por tal razn motivo de esperanza. Mas no como si ese mismo hombre no
existiese ya! En la accin del Dios libre, en Jesucristo, es ya hijo de Dios. Al
mismo tiempo no es ms peregrino y testigo del Dios libre. An puede seguir
llamndole desde la lejana y desde lo profundo Padre nuestro, que ests en
los cielos! Todava no se reconoce como el que est en l y con l, en la
seguridad y gloria de los hijos. Todava se resulta a s mismo un enigma al igual
razn para discurrir y hablar, primero de Dios al hombre y slo despus del
hombre a Dios. Hay tanta teologa emprendida y llevada a cabo con tan
profundo fervor, piedad, ciencia y agudeza, a la que slo falta precisamente la
luz superior y con ella la serenidad, sin la cual el telogo no puede ser ms que
un triste husped en una tierra sombra y un fastidioso maestro de sus
hermanos, que en el mejor de los casos slo alcanza a... Beethoven o a
Brahms! Quien no quiere empezar por Dios, slo puede empezar sus
reflexiones con su miseria personal y general, con la nada que le amenaza a l
y al mundo, con graves preocupaciones y problemas. Y tras brevsimo giro
volver a caer en ese mismo comienzo. No recibe ningn aire puro, y por ello
considera tambin su deber primero y especial el no conceder tampoco a los
otros aire alguno. La que le falta, con carencia absoluta y real, slo podra
tenerlo con la realizacin de aquel cambio. Nadie lo tiene simplemente en su
mano, de modo que slo podr cumplirse en la libertad otorgada con ese fin, en
el acontecimiento de la obediencia. Debe cumplirse de nuevo cada maana,
cada hora tal vez, frente a cada nueva tarea teolgica. Mas no por ello hay que
lamentarse en seguida como si el empeo fuera imposible. No es tampoco
ningn artificio dialctico que pueda aprenderse y aplicarse con despreocupada
repeticin. Sin la invocacin de Padre nuestro que ests en los cielos!,
ciertamente que no se cumple. Hasta se podra reconocer que en su hecho
fundamental la teologa es oracin, agradecimiento y peticin, una
verdadera
accin litrgica. El antiguo axioma de lex orandi lex credendi no es slo una
sentencia piadosa, sino algo de lo ms sensato que jams se haya dicho sobre
el mtodo de la teologa. En todo caso, no funciona sin aquel cambio. De l y
en l vive el pensador teolgico Ubre, y por lo mismo autntico, y justamente
en la invocacin, accin de gracias y peticin en la que aqul es posible
ha de ejercitarse con pensamiento libre el telogo, como hijo de Dios que es.
2. Un telogo libre arranca siempre, con plena tranquilidad y alegra, de la
Biblia. Y no lo hace presionado por alguna antigua o nueva ortodoxia. No lo
hace porque deba arrancar de all ningn hombre debe deber y debera
un derviche? sino porque as se le concede y permite. No porque no lea
otros libros espirituales y profanos, serios e interesantes sin olvidar el
peridico o porque no sepa valorarlos; sino porque en la Biblia puede
escuchar el testimonio acerca del Dios libre, y del hombre libre, y como
de
la
teologa
slo
puede
apoyarse
en
un
formidable
tan
problemticas
autoridades
eclesisticas.
Todo
eso
precisamente a nosotros los telogos; ojal que telogos Ubres! Helo aqu:
Por lo dems, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
justo, todo lo limpio, todo lo amable, todo lo biensonante, si hay alguna virtud, si
hay alguna alabanza... meditad sobre ello... y el Dios de la paz estar con
vosotros! (Ef 4,8s).
Hay
revelaciones que ocurren hoy da y que pueden ser desplazadas por otras
maana. Por consiguiente hay revelaciones relativas. Existe, por otra parte,
o han tenido lugar, pasan a ser posesin humana, de suerte que el hombre
puede manipularlas y hacer lo que quiera con ellas. Puede decirse que tales
revelaciones son susceptibles de explotacin. Existe, por otra parte, una
revelacin libre, en el sentido de que el hombre no puede manipularla para sus
fines en absoluto? 8.
10.
podra resumirse como la auto-revelacin de algo que ya existe, una autorevelacin del hombre en el cosmos o una revelacin del cosmos en relacin
con el hombre: en otras palabras, una revelacin inmanente, de este mundo,
La
Dios
Dios es aqul
que fue, el que es y el que siempre ser nuevo para el hombre. l es absoluto.
4.
Dios es aqul que est por encima de todos y a favor de todos: "Ante ti
Dios es
fue, que es, y que ser, el Seor del tiempo, el Dios eterno, el Dios de los
aiona, de las edades. 9.
acta sobre el hombre, sin el cual ningn otro ser podra existir, incluyendo al
hombre.
Dios es aqul que acta en su revelacin y con ella se describe a s mismo. La
revelacin de Dios, pues, la accin del Sujeto que se revela a s mismo en su
manifestacin al hombre, es lo que debe entenderse cuando los cristianos
hablamos
de
revelacin.
Con
este
vocablo
equvoco
entendemos