Sueños en La Madriguera

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FELIZ

CUMPLEAOS
Hace un tiempo, en una ciudad no muy lejana
de un pas bastante cercano todo el mundo viva y
meda sus vidas con una estricta norma numrica.
A cada persona se le asignaban cada da 1440
minutos, de los que poda disponer para emplearlos
en lo que quisiese, el tiempo no gastado se
acumulaba para poder disfrutarlo en cualquier otro
momento. La mayora de las personas realizaban
su jornada laboral y se alimentaban y al volver a
casa el resto del tiempo lo guardaban para utilizarlo
ms adelante. Todos deseaban llegar rpido a sus
casas para as aumentar su cuenta de minutos y
tener mucho ms tiempo acumulado que sus
vecinos.
En el minuto 1.032.178.400 desde la creacin
de ese pas naci una nia en una pequea casa,
que creci mirando, por una ventanita muy pequea,
cmo la vida pasaba velozmente sin que ella pudiese
entender el porqu. Cuando lleg al minuto 525600
de su vida todos los mayores al celebrarlo le
preguntaban para escuchar sus primeras palabras:
- Cuantos minutos cumple la nena?

Tras soltar un montn de sonidos


incongruentes, acompaados de burbujas de babas,
la nia respondi:
- Un ao.
Todos se asombraron ante esta extraa
palabra y pensaron que era un galimatas cualquiera,
por falta de conocimiento de la pobre chiquilla. Pero
aquella palabra se repiti, porque cada 525600
minutos la nia se levantaba con una sonrisa y
despertaba a sus padres gritando:
- Hoy cumplo otro ao!!!!!!
Lo peor que tuvieron que soportan sus padres
no era esta extraa costumbre de celebrar las
maanas del minuto de su nacimiento. Lo realmente
doloroso y extrao es que, cuando la nia se hizo
adulta, decidi emplear los minutos que le sobraban
despus de trabajar para hacer otras actividades.
Desde que pudo ir sola a los sitios, empez a pintar,
a bailar, a hacer fotografas, a escuchar msica y
un montn de actividades improductivas que lo
nico que consegua era que llegase a casa cansada
con una gran sonrisa y con todos sus minutos
agotados.
As vivi todos los minutos de su vida y adems
consigui ensear a varias personas a gastar sus
minutos antes del final, formando as un grupo
extrao, al margen de la sociedad que adems de
trabajar, tambin pensaban en disfrutar de su tiempo
libre y en aprender diferentes cosas a lo largo del
tiempo asignado a su nombre.

BREATH
La boca entreabierta, los labios carnosos y
brillantes de carmn. Es su primer gesto, una
bocanada de aire entra en sus pulmones artificiales
y despus de ser procesada sale impulsada en
forma de vapor condensado, eliminando parte de
los residuos de su mecanismo.
Es la primera vez que su chip neuronal
experimenta la sensacin de respirar en teora su
generacin no tendra que poseer esa tecnologa,
pero Andrew se haba enamorado de ella y quera
estar a su lado para siempre. Era su quinto
aniversario y despus de una excelente cena en el
mejor restaurante de la ciudad Chefs Luzbel,
debidamente procesada por el estmago artificial
que le regal en su cuarto aniversario, fueron con
el coche a CibHumans a que le instalasen los
pulmones artificiales.
Andrew nunca la acompaaba al quirfano,
siempre esperaba en el coche y cuando sala
actuaba como si slo hubiera pasado un segundo
desde que se haban separado. Pero a ella no le
importaba, quera ser perfecta para l y poder hacerle
feliz era su mayor deseo.
Ahora ya respiraba, podra susurrarle al odo
y hacerle cosquillas en las orejas y en el cuello con

su aliento, por fin podra apagar velas soplando, sin


utilizar el mini extintor de su mano. Ella no entenda
la importancia de esos actos tan simples y tan poco
prcticos, pero a Andrew le parecan importantes.
Tard 10,986 en controlar el ritmo de su
respiracin y acompasarla con los latidos de su
impulsor central. Sellaron la cicatriz con tejido artificial
en pulverizador hasta hacerla imperceptible y sali
a la calle con un paso lento y sensual, sintiendo la
entrada del aire en su boca y su garganta, disfrutando
de la nueva sensacin.
Andrew la esperaba como siempre en el coche
unos metros ms all distrado escuchando su
msica preferida, una msica de haca siglos y que
se empeaba en escuchar con los altavoces
externos en vez de aprovechar la ampliacin de
odo que tena injertada y slo escucharla l. Tena
un gran amor por lo antiguo, siempre deca que
todo le pareca ms real si estaba hecho antes de
la revolucin nanotecnolgica. Tena miles de CDs
que escuchaba cuando se relajaba en casa, una
televisin de plasma y hasta a veces cocinaba. Si
tena tiempo se negaba a utilizar los replicadores
de comida y recuperaba ese extrao hbito de
preparar los alimentos uno mismo.
Pero cuando ella estaba a su lado, su rechazo
hacia la tecnologa desapareca de su rostro y sus
ojos brillaban intensamente al abrazarle y hoy por
fin, al susurrarle en el odo y lanzar su nuevo aliento
en su cuello ella podra volver a hacerlo feliz a su
lado, siendo un poco ms humana.

MARIE
Me encuentro desnudo. Mis manos
inmovilizadas por los brazaletes y atadas a la
columna. Mi piel siente el fro del mrmol con esa
dulce sensacin de dolor en todo mi cuerpo que se
ve obligado a abrazarla al encontrarme pegado a
ella. Mis ojos cegados, por el pauelo negro que
me ha colocado Marie, aumentan el resto de mis
sentidos y creo or cada uno de sus movimientos y
el crujir del cuero con cada uno de sus pasos.
De repente, silencio, un silencio eterno y
tenebroso que anuncia el desastre, el abandono y
la soledad. Parece durar siglos, ese silencio lo
envuelve todo y lo tie de una vana esperanza de
compaa, esa esperanza que intilmente busco
son mi odo y que parece que me ha sido negada.
Cuando pierdo toda esperanza un veloz silbido llena
mis odos y mi cabeza haciendo que una sonrisa
aflore a mis labios. Entonces, un segundo despus,
noto en mis nalgas el impacto de la fusta guiada
por Marie. El dolor me envuelve e instintivamente
todo mi cuerpo se tensa, ajustndose ms al
doloroso fro del mrmol y haciendo que me duelan
las muecas al tirar de las muequeras y la cadena
que me sujeta a el.
Antes de poder recuperarme, de nuevo, otro
silbido. Lo siento ms potente que el anterior y de

nuevo no puedo evitar la sonrisa que me produce


el anuncio de ese dolor que va a lacerar mi piel.
Marie tiene una gran destreza para azotarme. Nunca
repite en el mismo lugar, as evita que las marcas
abran mi piel y a la vez consigue ampliar, poco a
poco, la zona dolorida y enrojecida que demuestra
que le pertenezco y que mi cuerpo es absolutamente
suyo.
Ese dolor, tan deseado por ambos slo hace
aumentar mi amor por ella y trae a mi mente, durante
esas sesiones, el momento en que nos conocimos.
Fue hace unos dos aos. Yo haba cambiado
de ciudad, por escapar de mi vida anterior, as que
como me encantaba hacer, recorra las calles del
casco antiguo para conocer a fondo el lugar donde
iba a vivir los prximos aos. Como en casi todas
las ciudades, en el casco antiguo es donde se
encuentra el segmento ms bohemio, dscolo y
oscuro de la sociedad y esta ciudad no era diferente
a las dems. As que una noche paseando sin rumbo
fijo y atento a todos los carteles, escaparates y
personas que paseaban o caminaban a m alrededor.
Esa misma noche, encontr un escaparate que me
llam la atencin. Con el nombre de Le Boudoir
se anunciaba una tienda de lencera (de las que
soy un gran aficionado) que en su interior se
transformaba en un servicio completamente diferente
a todas las anteriores que haba visitado.
Lo primero que me llam la atencin fue la
decoracin de la tienda, tena cierto aire Rococ,
como esos salones de te que se ven en las pelculas
de poca, donde las seoritas charlan sobre los

cotilleos de la sociedad embutidas en grandes


vestidos de raso y corss que les obligan a respirar
de forma pausada y controlada. Un sof Lus XVI
presida la estancia sobre una alfombra que tapaba
casi todo el suelo de tarimas de madera, con un
estampado enrocado, lleno de tonos granates y
filigranas de cachemir. Las paredes, empapeladas
con un papel decorado con los mismos tonos que
la alfombra, provocaban una sensacin de conjunto
y familiaridad no acostumbrada (recuerdos alojados
en la memoria, seguramente). Tras el sof, unas
cortinas rojas, recogidas con cintas gruesas con
bordones, daban paso a los probadores, iluminados
tenuemente y con una gran cantidad de espejos.
A la derecha de la estancia, al lado de las cortinas
haba una seccin independiente que se notaba
diferente del resto de la tienda pero que, a pesar
de ello, no desentonaba. En esta seccin la ropa
era diferente, los tejidos utilizados para fabricar las
prendas consistan en cuero de diferentes colores,
ltex, remaches y cadenas. En esos mismos
estantes haba vibradores, consoladores, fustas,
pulseras, collares y un montn de artculos utilizados
en la disciplina del BDSM. Este tema siempre me
haba interesado y provocado curiosidad, pero
siempre lo haba imaginado un tema oscuro y de
crculos cerrados no imaginaba que podra
encontrarlo en ninguna tienda tan a la vista. Me
sonroj al quedarme absorto mirando las prendas
de cuero y al darme cuenta de la imagen que deba
ofrecer, cog un libro al azar para disimular y parecer
un observador ocasional. En el libro se mostraban
fotos de mujeres y hombres ataviados con cuero y
cadenas, amos y esclavos sodomizando o pidiendo
ser sodomizados y castigados para encontrar placer

y entrega en ese acto de violencia.


Ensimismado entre esas imgenes, se me
acerc Marie (aunque entonces an no conoca su
nombre) y se ofreci a ayudarme a elegir lo que se
ajustase a mis necesidades. Me qued sin palabras
y al no responder, ella empez a mostrarme y
describirme cada uno de los artculos que llenaban
esa seccin en la que me encontraba abstrado y
atrapado. Sus manos recorran con soltura cada
una de las piezas y su tranquilidad al explicarme
cada una de sus utilizaciones me sumi en
ensoaciones de su utilizacin y descubr una
atraccin desconocida en m hasta ese momento.
Marie debi notar cmo mi estado de atencin
aumentaba al recorrer con la mirada las fustas de
piel y los grilletes para los tobillos y las muecas,
porque mirndome directamente a los ojos y con
una sonrisita apenas visible en sus labios me anunci
sin despeinarse que en los probadores no slo se
poda comprobar la talla adecuada de las prendas,
sino que tambin ofrecan un servicio para probar
todos los artculos de la tienda.
Crea que mis ojos se iban a salir de las
cuencas y sin pensarlo (an hoy me pregunto qu
me impuls a tomar la decisin) seal unos grilletes
unidos por una cadena cuyo brillo contrastaba con
la negra piel y una fusta parecida a la utilizada por
los yoquey. Marie cogi los dos artculos y
agarrndome de la mano que los haba sealado
me llev detrs de las cortinas mientras haca un
gesto a su compaera del mostrador.

Entramos por una puerta de los probadores,


camuflada detrs de uno de los espejos, en una
habitacin poco iluminada, la puerta se cerr tras
nosotros y sin mediar palabra me acerc a ella y
me bes profundamente en los labios. Al separarse
de m sus dientes apresaron mi labio inferior y
apretaron ligeramente hacindome notar todo el
recorrido de su boca. A pesar de mi sorpresa me
excit tremendamente y una dolorosa ereccin se
form en mi pantaln.
No poda apartar mi vista de ella y actuaba
como un autmata a sus rdenes. Primero me
desnud segn me indic, dejndome slo los
calzoncillos, despus dej que atase mis muecas
con los grilletes y tirando de m me llevase hacia la
pared del fondo de la habitacin y enganch las
cadenas en una argolla que no pude ver y que me
obligaba a levantar los brazos y pegar mi cuerpo
contra la pared. Not como me pona otros grilletes
en los tobillos y tiraba de ellos separando mis piernas
y fijndolos en otras argollas a los lados. No poda
reaccionar mientras Marie me iba susurrando al
odo cada uno de los pasos que iba dando. Despus
not el tacto de una tela en mi cara y acto seguido
todo se ti de rojo, mis ojos estaban vendados por
un pauelo de seda roja y ese color me inundaba
completamente. Not un tacto fro en mi cintura y
sent un chasquido, no entend lo que pasaba hasta
que el fro de la pared lacer mi ereccin. Con una
habilidad ensayada Marie haba cortado mis
calzoncillos y ahora estaba desnudo y a su merced.
Hasta ahora he sido muy cariosa, pero a
partir de ahora slo vas a sentir toda mi pasin

marcada en tu piel.- Acto seguido se despidi de


mi con un mordisco en mi cuello.
Esper, esper una eternidad, siglos incluso,
deseando volver a sentir sus dientes clavados en
mi piel, en mis labios, pero ella me lo haba advertido,
slo la sentira de una manera, de la manera que
ella deseaba y que me hara desear a mi.
Por sorpresa, como recuerdo todo lo de aquella
noche, not un fuerte dolor y un fuerte placer en mi
culo desnudo. El sonido de la fusta al impactar
contra mi piel slo anunciaba el dolor intenso que
le seguira inmediatamente. Los insultos y desprecios
de Marie me humillaban con un intenso placer.
Record cmo chillaba de pequeo ante cualquier
herida, cmo haba llorada durante horas por un
pequeo corte, pero esa noche el nico sonido que
sala de mi boca eran gemidos de placer. Cada
caricia de la fusta sobre la herida causada momentos
antes me excitaba enormemente. Cada marca era
como una intensa caricia, profundamente hundida
en mi carne, hasta que sin poderme controlar
empec a agitarme mientras me corra salvajemente
y Marie aumentaba la velocidad de sus azotes.
Ca rendido, sostenido por las cadenas
abandonado al placer al deseo de continuar sintiendo
a Marie. Se acerc a mi odo, mientras abra los
grilletes de mis muecas y me recoga suavemente
tumbndome me susurr:
- Me llamo Marie y deseo que seas mo,
hacerte sentir mi deseo cada noche y amarte con
todo mi odio para siempre.

Slo pude asentir, entregndome a ella


completamente, ofrecindole mi alma, mi cuerpo y
mi vida para siempre. As, desde esa noche, cada
vez que Marie me llama por telfono y salgo
corriendo a su casa para encontrarme como ahora,
sometido a nuestros deseos y a sus rdenes.
Las marcas en mi piel demuestran nuestro
amor, esas mismas marcas que me acompaan
durante mucho tiempo despus de haber
abandonado su compaa y me recuerdan cada vez
que me las siento su presencia en mi cuerpo y en
m.

UN CAPUCCINO
Un cappuccino, en vaso pequeo, con aroma
de vainilla. En el lateral del vaso de papel blanco
hay escrito con rotulador negro M Jos. Eso es
lo que siempre pide la chica de mis sueos.
Desde mi rincn preferido observo cmo se
dirige al pequeo mostrador donde se encuentran
las varillas para mover el azcar y los diferentes
tipos de aderezos que ofrece esta cafetera. Ella
siempre abre la tapa del vaso y echa dos sobres
de azcar de caa, despus, encima de la crema
del cappuccino, siempre espolvorea un toquecito
de nuez moscada. Vainilla, caf y nuez moscada,
a mi mente acude el recuerdo de estos tres aromas
entremezclados con su imagen, tambin intensa y
dulce.
Cada da a estas horas la cafetera est casi
vaca y ella siempre se suele sentar en el mismo
silln, uno violeta y con pinta de muy cmodo que
queda en perfecta diagonal con el que yo ocupo y
que me permite observar a distancia su belleza. Su
pelo moreno largo y ondulado descansa carioso
sobre sus hombros, con un gesto acostumbrado su
dedos lo apartan de su cara y lo sujetan detrs de
su oreja ayudndome a observar su rostro y su
gestos cotidianos que la hacen tan especial. Dejando
el vaso sobre la mesita, abre el maletn que tiene

al lado y saca su ordenador porttil. Esta cafetera


tiene conexin Wi-Fi y muchas personas que
trabajan por los alrededores vienen a hacer tiempo
y hasta negocios aqu de forma tranquila. La observo
cmo con mirada concentrada espera a que el
ordenador se encienda y una vez que el fondo de
escritorio, un cartel de la pelcula Corpse Bride y
los iconos se muestran, dirige su puntero, como
cada da, al icono de Outlook. Todas las maanas
comprueba la bandeja de entrada de su correo, hay
maanas que lo cierra inmediatamente, pero a veces
una de las negritas que aparecen, hacen que una
ligera excitacin recorra su rostro iluminando sus
ojos oscuros y haciendo que olvide su entorno y se
adentre en la lectura de los mensajes.
Mientras lee los mensajes nuevos va moviendo
su cappuccino con una de esas caitas verdes que
tienen aqu, normalmente casi todo el mundo
utilizamos unos palitos de madera largos que tienen
en vez de cucharas, pero ella siempre coge una
caita que despus de haber utilizado para mover
el azcar en su bebida mordisquea de forma
nerviosa. No puedo dejar de mirarla, su rostro
iluminado por el reflejo de la pantalla del porttil y
por la ligera alegra que le transmite el mensaje que
est leyendo, una sonrisa se dibuja en su cara y un
ligero rubor decora sus mejillas, le encanta que la
sorprendan con historias intercaladas en medio de
los mensajes laborales diarios.
Despus de leer los mensajes, con la sonrisa
sin irse de su boca, se dispone a contestar a las
palabras que la han saludado en la maana, viendo
con que pasin escribe me encantara ser el

destinatario de esos mensajes y conservar sus ideas


atesoradas en mi mente. Una ves acabado el
mensaje y enviado de reclina en el silln, cierra los
ojos y respira profundamente, al abrir los ojos su
rostro se ha liberado y aparece relajada y libre de
presiones, es como si slo con ese pequeo instante
hubiese alcanzado un estado de paz increble y a
partir de entonces comience una nueva etapa del
da. Relajada va bebiendo poco a poco de su
cappuccino saboreando y disfrutando de la mezcla
de sabores. Cuando el liquido toca sus labios
tambin cierra los ojos, como queriendo reforzar
con ese acto el estado de tranquilidad. Si por un
momento mis labios pudiesen tocar los suyos, los
dos con los ojos cerrados slo transmitindonos
paz a travs de un beso eterno.
Siempre acabo pensando lo mismo y me
sorprendo a mi mismo cerrando los ojos e
imaginndome el tacto de su boca en la ma y la
una sensacin de paz al notar el calor de su cuerpo
envolverme. Imagino sus manos cogiendo las mas
y cmo sus dedos recorren mis palmas dibujando
lneas interminables y anuncindome sus dulces
caricias. Con un suspiro de excitacin abro los ojos
y como cada da ella ya no est sentada en el silln
y como cada da me pregunto si todo ha sido real
o slo ha sido un sueo provocado por los aromas
que se mezclan en el ambiente y que invaden mis
pensamientos.

NEMBUTSU
Arriba un pequeo hilo de luz se colaba por
debajo de la puerta y nicamente bastaba para
iluminar los tres ltimos escalones, los otros 105
estaban sumergidos en una asfixiante oscuridad
que lo atenazaba y haca que su ascensin fuese
el doble de costosa por lo pesado del ambiente.
Las varitas de incienso de sndalo que iba
encendiendo creaban un espeso humo a su
alrededor que lo mareaba y le impeda respirar con
normalidad, deba encender 108 varitas y
acompaarlas en cada uno de los 108 escalones
con una oracin completa al Buda Amida para
conseguir su perdn y as poder limpiar su camino
para reunirse en Sukavatti La Tierra Pura con sus
familiares fallecidos.
Empez dando el primer paso, en el primer
escaln y arrodillndose para la primera oracin,
encendi la primera varita de incienso y comenz
a recitar los sutras cerrando los ojos y vaciando por
completo su mente de todo pensamiento. Miles de
veces haba intentado vaciar su mente y despus
volver a vaciarla, pero le resultaba imposible. Acaso
estara tan lleno de sentimientos y pasiones
terrenales que no poda alcanzar la relajacin???
Su alma se quedara anclada a la tierra a causa del
peso de sus sentimientos??? No deba pensar o

mejor dicho, deba vaciar su mente y luego volver


a vaciarla y as sucesivamente mientras ascenda.
Cinco escalones y sus sentidos estaban
embotados de humo de sndalo, le dolan las rodillas
y tena la garganta seca despus de recitar cinco
veces los 108 sutras. Se detuvo un momento para
recuperar el aliento y entonces a su mente
empezaron a llegar en tromba todos los recuerdos
de los hechos que lo haban conducido a aquel
templo.
Hace un ao, viva tranquilamente con su
familia en el palacio de un daimyo (gran seor) en
Edo, la ciudad del Shogun Tokugawa. Gracias a los
esfuerzos de sus antepasados y a los suyos propios,
tres generaciones de su familia servan a la familia
de su seor como capitn de la guardia personal.
Gracias a la supuesta y aparente paz que se
respiraba bajo el mandato del Shogun haca ms
de trescientos aos que no haba batallas entre
clanes, tan comunes en tiempos antiguos. A veces
alguna disputa entre dos daimyos amenazaba con
turbar la tranquilidad, pero casi siempre la rpida
intervencin de la polica secreta del Shogun
solucionaba los conflictos y misteriosamente uno
de los dos seores dejaba hacer sus deseos al otro.
Sirviendo a su seor nunca tuvo que usar las
armas salvo en las fiestas anuales en las que se
celebraba el torneo de iaito, donde los mejores
samurais de la regin se batan en duelo a primer
contacto. Gracias a los aos de practica y a la recta
enseanza de su padre y su abuelo se haba forjado
una gran reputacin y con ella el respeto de sus

iguales. Precisamente esa gran reputacin es la


culpable de haber visto su vida destrozada y de
encontrarse ahora pidiendo el perdn de los dioses
por los crmenes cometidos.
Hace un ao, un mes antes de la fiesta
primaveral, llegaron a Edo unos ronin del norte. Su
casa se haba quedado sin seor por la ausencia
de heredero y as, sin remedio, su dominio fue
conquistado por un seor vecino tras generaciones
de tensiones fronterizas. Gracias a la paz del Shogun
y a los nuevos tiempos, no se les orden el suicidio
ritual, por lo que al no tener seor al que servir
viajaban por todo el pas ofreciendo sus servicios
por unos cuantos Yus.
Ultimamente en el distrito del placer,
deambulaban buscavidas y maleantes, las capas
ms bajas de la sociedad que se afinaban y
escondan en ese laberinto de calles, ajenos a la
ley y el orden de la ciudad. Un da empezaron a
aparecer cadveres en los lmites de ese distrito,
parias muertos a espada, pero lo ms extrao era
que estos despojos no tenan ni familia, ni lugar
donde vivir, ni dinero que les pudiese ser robado,
por lo que los asesinatos carecan de sentido. Al
principio la noticia de las muertes era conocida por
todo el mundo en la alta sociedad, pero nadie les
prestaba atencin, eran simples eta, la capa ms
baja de la sociedad y por lo tanto las prdidas menos
significativas e importantes. Pero, poco a poco, los
asesinatos aumentaron de tal manera que cada
maana aparecan cuatro o cinco cuerpos
desangrados y siempre en los alrededores del distrito
del placer. Los seores y las damas que paseaban

por las calles se fueron preguntando el porqu de


esos asesinatos si haba paz. La sensacin de
inseguridad provoc que ningn noble saliese a la
calle sin una escolta de veinte samurais. Esto
provocaba grandes tensiones en cuanto dos seores
pasaban con su escolta por la misma calle y a veces
acababan en un bao de sangre por el
enfrentamiento de las dos escoltas.
As, el Shogun tuvo que tomar partido y
emplear a su polica secreta a la bsqueda del o
de los asesinos. Tras unas semanas de investigacin
descubrieron que los ronin, haban montado un
pequeo imperio y que para divertirse organizaban
luchas a muerte entre los eta. Estos pobres diablos
nunca haban empuado una espada ni tenan
ningn derecho a poner las manos encima de
ninguna, as que los hacan pelear con las manos
desnudas. Esto provocaba una orga salvaje de
sangre. Si el perdedor quedaba slo malherido uno
de los ronin se encargaba de rematar al pobre diablo
y el vencedor de todos los combates se deba
enfrentar a uno de los ronin al final de todo, por lo
que irremediablemente era asesinado rpidamente
con la espada.
Kawakami el jefe de la polica secreta envi
a sus mejores hombres a detener a los ronin, pero
confiando excesivamente en sus capacidades no
previeron que los ronin utilizaran a los eta como
marea de desgaste. Los samurais fueron abrumados
por una marea de cuerpos que se lanzaban hacia
ellos sin miedo a ser atravesados por las espadas
y cuando estuvieron inmovilizados rodeados de
cadveres los ronin acabaron rpidamente con ellos

con el mnimo esfuerzo.


As fue como el Shogun despus del fracaso
de su polica secreta pidi consejo y ayuda a los
grande seores. Tras una larga reunin se form
un grupo con los mejores samurais de cada casa
y as se form un pequeo ejrcito para acabar con
la barbarie de los ronin.
Los samurais se fueron dividiendo en
pequeos grupos de diez hombres y fueron
adentrndose en el Distrito del Placer por diferentes
entradas y callejuelas. Tenan orden de no dejar a
nadie con vida para evitar una estrategia como la
que haban usado anteriormente los ronin as que
mataban a cada persona que se pona en su camino,
hombre, mujeres, ancianos y nios eran asesinados
y amontonados a su paso, ninguno estaba armado
y ni siquiera les atacaban, pero las ordenes son las
ordenes y un samurai no puede negarse a obedecer
una orden directa de su superior. Cada vez que
salan de una casa o de un callejn una sensacin
inmunda le atenazaba las entraas, como si una
bestia los estuviera devorando por dentro, pero tras
unos segundos se obligaba a continuar para cumplir
con su misin.
Fueron diez horas de camino interminable,
masacrando a cientos de personas inocentes y ni
rastro de los ronin. Al llegar al centro de distrito, en
un antiguo palacio todos los grupos de samurais se
reunieron, a pesar de ser los mejores hombres de
cada casa y de ser samurais con muchos aos de
entrenamiento y demostrada valenta, una expresin
extraa se grababa en sus rostros. Todos tenan

una mirada de horror y se adivinaba en algunos


una sensacin de nauseas. Pero haban llegado al
final de su recorrido, la plaza delante del palacio,
tenan que enfrentarse a sus peores enemigos.
El samurai elegido como capitn de la partida
se acerc a la puerta del palacio y con voz potente
grit para pedir la rendicin incondicional de los
ronin. Un coro de risas se alz al otro lado de la
puerta y con un estruendo la puerta estall en
pedazos. El capitn y tres samurais de la primera
fila murieron al instante atravesados por las astillas
de la madera y los dems camos al suelo empujados
por la explosin de la plvora. Un segundo despus
todos los ronin salieron en tromba por la puerta,
con las espadas en mano y dispuestos a no dejar
a ningn samurai con vida. Por suerte, los escombros
de la puerta dificultaron un poco su avance y los
samurais pudieron levantarse y desenfundar las
espadas para defenderse de la envestida.
Al momento comenz una batalla como las
que tantas veces haban ledo o escuchado de los
ancianos, haba duelos a espadas, miembros
cercenados y una cacofona de gritos de guerra y
de dolor. Luchaba absorto en los brillos de las
espadas de sus enemigos y preocupado ms por
no morir que por matar. Cuando recuper un poco
la orientacin mir a su alrededor, estaba rodeado
por un montn de cadveres y slo un ronin se
encontraba frente a l moviendo la espada en el
aire contra algn enemigo invisible.
Se apart de aquel lago de carne muerta y
sangre y limpi la sangre de su espada con las

vestiduras de uno de los cadveres. El ronin haba


dejado de dar bandazos con la espada y se apoyaba
en ella y en una rodilla mientras intentaba recuperar
el aliento. Guard su espada y el sonido del cierre
hizo que el ronin mirase en su direccin. Era un
hombre un poco mayor que l de complexin fuerte
y de porte orgulloso, dedujo que deba ser importante
en su casa antes de tener que abandonarla. El ronin
tambin sali de la sangre, al trozo de la plaza que
an se mantena limpio, sin dejar de mirarle a los
ojos. Los dos se colocaron frente a frente y se
presentaron.
- Me llamo Miyamoto Usagi era Chambeln
del seor Ugawa hasta su muerte.- Dijo el ronin con
tono severo.
- Yo soy Shigeru Unegami Capitn de la
caballera del seor Mifune.
Los dos sacaron las espadas y se colocaron
en posicin de defensa, uno de los dos morira
aquella tarde y ninguno quera ser quien sumase
su sangre a la de sus compaeros.
Pasaron los minutos, lentamente, mientras
los dos guerreros se observaban y analizaban los
puntos dbiles de su adversario. Ninguno se
aventuraba a descubrir su estrategia ni a dar el
primer golpe sin encontrar antes el golpe definitivo.
Una lluvia fina empez a caer y a mezclarse con la
sangre derramada. Los dos se quitaron las sandalias,
para no resbalar en aquel liquido viscoso que ahora
llenaba toda la plaza, sin dejar de mirarse a los
ojos. Un cuervo se pos en uno de los faroles de

la fachada del castillo. Como si de un pistoletazo


de salida se tratase el cuervo grazn y los dos
samurais se lanzaron al ataque al unsono. Shigeru
par una envestida del ronin que le hubiese partido
la cabeza en dos y aguant el empuje de su
adversario que le hizo doblar la rodilla izquierda al
suelo. El ronin, creyndose vencedor, afloj la
espada para intentar asestar la estocada de gracia.
En ese momento Shigeru empuj la hoja y el peso
del ronin con la tsuba hacia la izquierda girando
sobre su rodilla. El ronin sorprendido, perdi el
equilibrio y se balance hacia delante para
encontrarse con la katana de Shigeru y morir
ensartado sobre el samurai.
Shigeru se levant sacndose el cuerpo sin
vida del ronin de encima, su kimono estaba
empapado de agua y sangre y su alma inundada
de odio y compasin ahora se encontraba asqueada
de haber soportado tanta muerte.
Renunci a los honores que le ofrecieron su
seor, el Shogun y el seor Kawakami y se retir
al monasterio, para, tal vez, algn da poder vivir
sin odiarse a si mismo por las muertes de inocentes
y de iguales por la simple barbarie.
Ahora, lleva cinco escalones, slo le quedan 103 y
su animo se ha renovado al recordar el porqu de
su penitencia y el dolor que le caus el cumplir su
deber de samurai.

DIOS DIJO:
Dios dijo: Hgase la Luz. Y la Luz se hizo
sin ms contemplaciones. Pero yo, que soy el
Demonio, hice el interruptor. Y la Luz la enciendo
y la apago cada vez que me sale de los cojones!!!
Y la verdad es que ya empiezo a estar un
poco harto de todo el rollo montado que hay sobre
Dios y esa omnipresencia, omnisapiencia y
omnipotencia que se le atribuye, porque en realidad,
lo nico que hizo fue jugar con la sagrada Luz de
la creacin, sin ni siquiera, pedir permiso. Claro, l
tuvo suerte y despus de hacer explotar el universo
entero los trocitos empezaron a formar cuerpos
celestes y pequeos planetas. Los Antiguos al ver
esto quedaron maravillados porque no saban que
pudiese pasar y por eso, no slo no lo castigaron,
lo nombraron guardin de toda la creacin.
Es alucinante que adems, cuando yo intent
apoderarme de la Luz para hacer algo diferente de
las oeras que l estaba creando, se enfrentase
a m y a mis seguidores y nos desterrase al Limbo
(algo que los sucios humanos se empean en decir
que nunca ha existido) despus de derrotarnos en
la mejor batalla que nunca vern los mundos creados
en la explosin original.
Pero claro ahora nosotros somos los culpables

de todos sus despistes. Que el no vigila y algn mal


pensamiento hace que un humano se enfrente
contra sus supuestas leyes, es culpa nuestra porque
hemos envenenado su mente, que hay una guerra
por culpa de la falta de entendimiento entre los
humanos por el capricho de Babel, pues tambin
es culpa nuestra, porque hemos creado la discordia.
As que hemos forjado un plan en las llamas
del infierno, a partir del prximo milenio dejaremos
de actuar, yo no formaremos parte del Yin-Yan, del
orden divino del bien y el mal, simplemente
estaremos ah y veremos pasar las cosas a ver que
tal se las apaa el mundo controlado por ese Dios
con miles de nombres y formas que se ha presentado
a cada cultura con un aspecto diferente simplemente
para entretenerse en los milenios de soledad. Los
Demonios nos declararemos en huelga y
formaremos una Repblica independiente
autogestionada y autrquica para as dejar de recibir
las quejas mentales de cada pestilente humano al
que le pasa una desgracia. Porque si la pueden
explicar es culpa nuestra, pero si no es porque
estaba escrito. Manda cojones!!!

PASEO
Paseo, ajeno a todo, por las calles fras de mi
ciudad. La temperatura es baja, pero el fro que
siento no es climtico. El cielo est cubierto de
nubes grises y la escasa luz que las atraviesa hace
que todo adquiera un tono gris y ceniciento que
entristece la vista. Me encanta caminar solo por mi
ciudad, es algo que suelo hacer para reorganizar
ideas y conceptos de mi vida, que ltimamente no
es que estn muy bien ligados. Me siento disperso,
como si tuviese mi atencin en demasiadas cosas
y eso provocase que en realidad no preste atencin
a nada.
Mi mente se mantiene fija en un pensamiento
mientras paseo, recordar las tardes compartidas
recorriendo esas mismas calles, mientras una
meloda que no deja de volverme loco se repite en
mis odos. Siento que me fundo con el entorno y
me vuelvo gris y perdiendo todos los matices que
hacen de mi una persona, me mezclo en los colores
tristes de la ciudad y lo noto porque las personas
que se cruzan conmigo no me prestan atencin. En
una ciudad tan grande el anonimato es algo comn,
cuantas ms personas viven juntas mucho ms fcil
es sentirse solo.
Mi recorrido fantasma me lleva a lugares
conocidos a los que ahora no presto atencin. Han

perdido el brillo y no por culpa de la luz de este da


sino porque verlos sin la compaa que los cre en
mi mente hace que dejen de tener la forma especial
con la que los haba guardado dentro de mis cajones.
Recorro calles, callejuelas y avenidas sin rumbo
hasta que me encuentro en las puertas de una
cafetera llena se sillones en la que muchas veces
me he perdido para disfrutar de sabores y compaa
dulces. Casi de forma autmata pido un cappuccino
con vainilla y crema de leche, le pongo azcar
moreno, nuez moscada y me incrusto en un silln
violeta a oler los aromas del recuerdo y a camuflarme
ocultarme de las ideas y las miradas.
Mientras el calor del cappuccino alienta mis
manos y mi cuerpo una idea recorre mi mente al
notar la indiferencia que provoco a las personas
pasan al lado de mi silln. Soy transparente y eso
hace que me sienta libre por fin, nada me puede
tocar y nada puede entrar en m para hacerme dao.
Las miradas me atraviesan y esa sensacin me
encanta, porque con ellas no se llevan una parte
de m, sino que paso desapercibido.
La ciudad me ha ayudado a limpiarme de las ideas
recurrentes, gracias a su compaa y a su oscuridad
me he sentido realmente ligado a ella y libre de
cargas porque las compartimos. Ahora se que nunca
estar solo, que siempre podr tener sus calles y
su tristeza para acompaarme, llenarme de
recuerdos y ayudarme a soportar la soledad.

ASFIXIA
Siento dolor al respirar. No es ninguna
enfermedad pulmonar, me han hecho cientos de
pruebas, diferentes mdicos y ninguno ha
encontrado nada. Sobre todo me pasa al respirar
solo, cuando el aire a m alrededor adquiere una
consistencia excesiva y me envuelve como una
mortaja estrechando el trocito de mundo que me
rodea y privndome de libertad, de ideas, de
sensaciones, de vida.
He intentado miles de veces gritar para
arrancar la presin de mis pulmones y conseguir
que se deshagan del nudo que los atenaza y les
impide llenarse de nuevos aires. A veces, slo a
veces, consigo que un ligero aullido de dolor se
escape de la prisin entre mis labios y as exhalar
la tensin para intentar seguir adelante.
Recuerdo que una vez, un anciano amigo de
mis abuelos me explic una historia muy extraa
sobre un chico que viva en su pueblo hace muchos
aos. Nunca haba pertenecido a ninguna pandilla
y se relacionaba poco o nada con los chicos de su
edad. Normalmente esto habra ocasionado el
rechazo por parte del resto, burlas y abusos de los
bravucones, pero l tena algo especial. Su forma
de mirar y de enfrentarse en silencio a los que
intentaban provocarle o burlarse haca que ningn

nio se atreviese a incordiarlo y as pasaba los


das ajeno a todo cuanto le rodeaba, si no era algo
que tuviese o desease hacer.
Al llegar a la adolescencia, todos los que se
burlaban de las nias y se entretenan tirndoles
de las coletas y desbaratando sus juegos,
empezaron a cambiar de actitud y a perseguirlas
con cumplidos y torpes intentos de conquista. Todos,
menos aquel chico, que nunca cambi de actitud y
mantuvo su aislamiento del mundo cambiante a su
alrededor. Pero un da, la hija del molinero del
pueblo, se le acerc y sin mediar palabra ni, por
supuesto, recibir alguna de l, le plant un beso en
los labios ante el asombro del reto de chicos que
estaban jugando en ese momento en la plaza.
Desde ese da, los dos se hicieron
inseparables, la chica era alegre y dicharachera, le
encantaba hablar y comentar todo cuanto vea y
llamaba su atencin. Cada da paseaban juntos
durante horas mientras ella le explicaba cada detalle
y pequeo matiz de todo lo que ocurra a su
alrededor como si l fuese ciego y ella se hubiese
convertido en sus ojos. Incluso muchos aseguraban
que a veces el rostro del chico haba mostrado
cierta alegra y alguna vez su boca haba dibujado
una fina sonrisa.
Una tarde de otoo, mientras paseaban por
los campos repletos de rboles frutales, una tormenta
los sorprendi y tuvieron que correr bajo al lluvia
para llegar rpidamente al pueblo y refugiarse del
torrente que amenazaba con hacerse eterno. Por
fin consiguieron llegar calados hasta los huesos y

tiritando al comps del martilleo de la lluvia al golpear


las calles embarradas.
El temporal dur 5 das en los que la vida en
el pueblo, poco acostumbrados a la furia de la
naturaleza, casi se paraliz por completo. Al sexto
da el chico sali por la tarde de su casa y se dirigi
a la plaza del pueblo, donde esper en el lugar de
costumbre deseando ver la sonrisa de la chica
doblar la esquina de su calle. Despus de 3 horas,
extraado, decidi ir a buscarla a su casa. Un
extrao y asfixiante silencio lo rodeaba y todo lo
que ltimamente le haba parecido lleno de color
apareca baado en tonos grises y repleto de
sombras.
Se plant ante la puerta y cuando alz el puo
para llamar, apareci la madre de la chica con
ropajes negros y el rostro rasgado de lgrimas. Sin
dar tiempo a que le explicara nada, el entendi lo
que haba pasado y volvi corriendo a su casa, se
meti en su cuarto y no volvi a salir.
Los mdicos no supieron explicar la causa de
su muerte, no tena ninguna enfermedad y no haba
ningn rastro de violencia en su cuerpo. Simplemente
haba muerto asfixiado porque haba dejado de
respirar, como si un gran peso le hubiese apretado
los pulmones impidindole vivir.

UN FINAL CON
PRINCIPIOS
31 de diciembre. Me he alejado de todo lo
conocido para poder estar los primeros minutos del
prximo ao aislado de todo lo que ha ensuciado
mi vida durante los ltimos meses. No me puedo
quejar de la vida que llevo, trabajo en una fbrica
y con el sueldo que cobro, adems de poder vivir,
me puedo permitir los caprichos simples que me
alegran el tiempo libre y tiempo libre tengo bastante.
Una amiga suele decir que cuando uno no tiene
problemas que le provoquen dolores de cabeza y
distracciones en su vida diaria o bien se los busca
o estropea algo de su vida para que se convierta
en un problema, creo que mi caso es ese
precisamente y ahora mismo estoy intentando poner
en orden mi cabeza para analizar framente la
situacin que me ha llevado a caer en picado
moralmente.
Se suele decir que una tercera persona
imparcial siempre tiene un mejor ngulo de vista
perifrico, as que me he escapado a una ciudad
desconocida y en la que creo que nadie me conoce,
para vaciar mi mente y convertirme yo mismo en
esa tercera persona.
Me encanta pasear por las ciudades. Muchas
personas prefieren la montaa o la playa, pero a
m lo que me atrae principalmente son las ciudades,

los matices de luz y sombras de los callejones, las


diferentes formas de vida que se entremezclan en
un espacio reducido. Slo en una ciudad puedes
pasar del gritero de la calle o el mercado, a la
tranquilidad y el trino de los pjaros en un parque
oscuro abarrotado de arboles, mientras unos metros
mas all el trfico intenta apoderarse de las calles
y de la tranquilidad. Precisamente durante estas
fechas las ciudades se transforman en un hervidero
de personas que caminan frenticamente de arriba
abajo acarreando bolsas con colores navideos
(rojos y verdes) o con grandes bolsas de comida
para preparar esa cena tan especial para todos los
familiares. Paseando me siento a contracorriente y
como si funcionase a un ritmo totalmente distinto
al del mundo que me rodea, creo que en un anuncio,
un video-clip o una pelcula sala algo parecido; la
imagen del protagonista se vea ntida mientras
paseaba y el resto de personas que caminaban a
su alrededor se convertan en lneas de color al ir
a una velocidad muy superior. No encajo en ese
ritmo y por ello me transformo en un mero observador
solamente preocupado en mis pensamientos
mientras me abro paso en la marea.
Esta noche es una noche especial, segn
la sociedad al acabar un ao y empezar otro nuevo
hay que hacer una gran celebracin, una gran
comilona con los familiares y despus salir a alguna
fiesta a emborracharse y bailar hasta la madrugada.
En esta ciudad no conozco a nadie, mis familiares
estn lejos y no tengo nada que celebrar, as que
pasar esta noche intentando reconstruir mis ideas
y reorganizarlas para afrontar el nuevo ao con otro
punto de vista. Que el resto del mundo celebre el

fin de ao por m, seguro que ms de uno beber


el doble de lo que debe y as cumplir con mi cupo.
Mientras paseo, la tarde va cayendo y de vez
en cuando voy haciendo paradas, en escaparates
que me llaman la atencin, en calles que me resultan
curiosas y voy capturando esas imgenes, con mi
obturador mental, para formar un album que me
ligue visualmente a esta ciudad. Es genial poder
recorrer despus las mismas calles en mi mente y
repasar esos pequeos detalles que en un primer
momento me han pasado desapercibidos. Entro en
una cafetera a tomarme un capuccino caliente y a
repasar mis paseos y mis pensamientos mientras
me inundo del calor y el aroma del caf. Cerrando
los ojos voy desglosando las imgenes que mi retina
ha guardado y ordenndolas para formar un cuadro
de la ciudad que me acompaar esta noche. En
medio de algunas de ellas se repite un elemento
comn, me alegra descubrir que el repaso mental
me ha descubierto a una chica que tambin ha
estado paseando y que parece coincidir en el
sentimiento de exclusin, ya que en todas las
imgenes en las que la recuerdo se la ve tambin
fuera de lugar y a un ritmo diferente, como me siento
yo. Abro los ojos para llevarme la taza a los labios
y beber un poco de caf y para mi sorpresa, a un
par de mesas de distancia, mis ojos se encuentran
con los de la chica de mis recuerdos. Estamos
prcticamente solos en la cafetera, excepto un
cliente que parece fijo y bebe en la barra una copa
de licor, por lo que, al cruzarme con su mirada, me
veo obligado a hacer un gesto de saludo con la
taza. De todas maneras despus de haber estado
recorriendo la ciudad juntos, en el repaso de mis

imgenes, siento que hay algo que me une a ella.


Para mi sorpresa ella me devuelve el saludo,
se levanta y con su taza en la mano se dirige hacia
mi mesa. No puedo dejar de mirarla sorprendido
hasta que despus de sentarse su voz me saca de
mi asombro con un tono clido y sorprendentemente
familiar.
- Hola!! Ya que no hay nadie ms y los dos
estamos solos, he pensado que podramos compartir
mesa y si te apetece, conversacin.
Sus ojos marrones mantienen mi mirada
expectante y de repente de mi boca salen unas
palabras que creo que mi cerebro no le ha ordenado
pronunciar.
- Bien. Me llamo Marc y supongo que compartir
este momento de soledad slo puede hacernos
bien.
Sus labios, que se me antojan dulces, dibujan
una sonrisa y alargndome una mano delicada, de
dedos largos, estrecha la ma, grande y torpe,
mientras me dice su nombre, Mara Jos. Los dos
bebemos un sorbo de nuestro caf y acto seguido
mientras yo intento atesorar el calor de la taza entre
mis manos, ella empieza a contarme el motivo por
el que est aqu precisamente hoy. Ella vive en mi
misma ciudad, pero en un barrio muy alejado del
mo y como suele pasar en las grandes ciudades
nunca nos habamos cruzado y si lo hemos hecho
ninguno de los dos ha reparado en el otro porque
el ritmo diario impide prestar atencin a lo que ocurre

a tu alrededor. Ha venido a pasar esta noche en


esta misma ciudad porque tiene el firme propsito
de acabar cada ao en una ciudad diferente y as
darle una personalidad diferente a cada nuevo
comienzo. Mientras su historia se aloja en mi mente,
acompaando a las imgenes de esta ciudad y
dndoles otro sentido, mis ojos no pueden dejar de
mirarla y memorizar cada rasgo de su rostro y cada
curva de su cuerpo. Un momento de silencio me
saca de mi ensimismamiento y sus ojos adoptan
una expresin inquisitiva, increblemente le explico,
sin ningn pudor, porqu me encuentro aqu y todos
los hechos de mi vida que me han llevado a querer
escaparme de mi entorno. En tan poco tiempo
nuestras almas han conectado y siento como si
algo muy ntimo me uniese a ella, algo que hace
que el orla o hablarle le d un nuevo sentido a todo.
El tiempo pasa desapercibido y la misma
sensacin que tena al pasear por la ciudad y
cruzarme con los viandantes, la siento cuando
consigo despegar la mirada de su rostro y veo
fugazmente a los espordicos que entran un salen
fugazmente de la cafetera no se el tiempo que
llevamos hablando sobre nuestras vidas y nuestros
deseos o si slo he hablado yo, con mi acostumbrada
verborrea. Los dos emitimos un bostezo que
entendemos rpidamente y acto seguido estamos
pagando los cafs y saliendo por la puerta en busca
de algn sitio en el que comer. La calle est
completamente iluminada con las tpicas
decoraciones Navideas. Figuras inmensas hechas
de bombillas iluminan la noche marcando el camino
de las calles comerciales. Ha empezado a nevar y
el aire parece detenerse debido al fro. Debido a mi

acostumbrada parsimonia al caminar por las calles,


Mara toma la determinacin de arrastrarme tras
ella cogida de mi mano, me siento transportado y
ligero al seguir sus pasos y as puedo dedicarme a
observar las calles nocturnas sin preocuparme por
mirar a donde me dirijo.
Entramos en un restaurante con un aire
hogareo, parece un antiguo horno de pan y est
decorado con tiles del campo y elementos de cobre
que se utilizaban en las cocinas antiguamente. Hay
pocas personas sentadas en las mesas, tres o
cuatro parejas que no paran de mirarse e ignoran
lo que sucede a su alrededor. El camarero nos dirige
a una mesa para cuatro personas, pero preparada
para dos comensales as que aprovechamos las
dos sillas restantes para colocar nuestros abrigos,
gorros, guantes y bufandas. Unas velas iluminan
las mesas y al sentarme observo como la luz
danzarina dibuja atractivas sombras en el rostro de
mi acompaante. Mientras leo los platos de la carta
voy lanzando furtivas miradas a sus ojos por encima
de las hojas, observo como va recorriendo la carta
con avidez sorprendindose con cada nuevo plato
que lee, como si fuese la primera vez que descubre
esas palabras, su alegra por las pequeas cosas
me transmite una tranquilidad y una paz hace tiempo
olvidada. Despus de un rato nos decidimos,
pedimos una ensalada para compartir, de segundo
yo escojo un magro de pato con frutas del bosque
y ella un plato de cigalas a la plancha, todo ello
acompaado de un vino blanco Ribeiro.
Mientras devora las cigalas me quedo
embelesado con cmo disfruta sorbiendo los

caparazones, de vez en cuando deja de comer y


me sonre, porque como es mi costumbre yo an
no he dejado de hablar, incluso entre bocado y
bocado voy contndole los recuerdos de mi vida
que ella absorbe y devora casi como las cigalas.
Una sobremesa larga, larga nos hace olvidar
la fecha en la que nos encontramos, seguimos
hablando. Esta vez es ella la que me cuenta sus
viajes, que a m, que soy una persona altamente
sedentaria me transportan a lugares desconocidos
y casi los puedo imaginar gracias a la pasin con
que cuenta sus vivencias en las diferentes noches
de fin de ao. De repente un gritero nos saca de
la conversacin, desde la cocina llegan gritos de
Feliz ao nuevo, ruido de botellas de cava que se
descorchan y alegra compartida. Los dos nos
levantamos para girarnos y felicitar el ao alzando
nuestras copas al resto de personas que estn en
el restaurante y una vez vaciadas del espumoso,
que siempre hace que me pique la nariz, nuestros
ojos se detienen como atrapados en un campo
magntico frente a frente. Sin saber cmo, sus
manos agarran mi cara y sus labios besan los mos
con el beso ms dulce que jams he sentido. La
paz que me transmite al besarme hace que el resto
de recuerdos de besos dejen de tener importancia,
sus labios absorben y anulan cualquier recuerdo
de dulzura anterior, son los ms dulces y siento
como si mis labios slo hubiesen sido besados por
ella.
Cuando nos separamos me encuentro
aturdido, ella sonre y me coge una mano
acaricindola con sus largos dedos.

- No te habr incomodado al besarte as de


repente?
Slo puedo mover la cabeza en seal de
negacin y devolverle la sonrisa sin dejar de sentir
su sabor an en mi boca. Ese beso ha encendido
mis pensamientos y slo puedo pensar en pasar la
noche entera abrazado a ella, compartir la primera
madrugada del nuevo ao e inaugurar la primera
noche con nuestros cuerpos desnudos entrelazados.
Cuando consigo salir de mi ensoacin le
propongo salir del restaurante, ya que la celebracin
ha llenado el ambiente y amenaza con romper el
embrujo de su beso. Salimos a encontrarnos con
la ciudad que en estos momentos est desbordada
de alegra, una situacin que me hace recordar lo
anodina que me pareca por la tarde y cmo una
simple celebracin puede hacer que esos seres
grises, que suelen circular por todas las ciudades
da tras da, se iluminen y pasen a ser personas
llenas de vida y alegra.
Caminando en medio del fro, abrazados para
compartir nuestro calor, ella dirige mis pasos. No
tengo ni idea de adonde vamos, posiblemente a
compartir la alegra general como se suele hacer
en estas fechas. Yo me haba propuesto todo lo
contrario, pero hoy no quiero perder de vista sus
ojos ni dejar de compartir mi tiempo con ella.
Avanzamos y de repente me doy cuenta de que
nos hemos alejado del bullicio, hacia donde nos
dirigimos no hay ningn sonido que indique grandes
celebraciones, de vez en cuando de alguna puerta

o ventana se escuchan familias celebrando el nuevo


ao, pero nada ms. Nos detenemos ante un portal
y al ver mi cara de sorpresa me explica.
- Crees que vamos a compartir este da tan
especial con un montn de personas que ni nos
conocen? Este da no es slo especial porque
empiece un ao nuevo, sino porque nos hemos
conocido y me encantara pasar este primer da
entero slo contigo.
Subimos por las escaleras de un viejo edificio
del barrio antiguo. Por lo visto siempre suele alquilar
un piso para pasar una semana entera en la ciudad
en la que empezar el ao. El piso est muy bien,
todo parece colocado especialmente en su lugar
adecuado. No tiene ningn toque personal, lo que
denota su calidad de piso de paso pero an as es
acogedor. Nos sentamos en un gran sof de esos
que se convierten en cama, el uno enfrente del otro
sin hablar y mirndonos a los ojos. Como me siento
incmodo con el silencio, empiezo a contarle alguna
de esas raras teoras que suelo pensar a solas para
intentar explicar cosas naturales de la vida cotidiana
a las que no prestamos atencin. Ella me escucha
atentamente y de vez en cuando suelta una risita,
cuando lo absurdo de mi explicacin alcanza niveles
mximos. Empezamos una conversacin
apasionada sobre el reciclaje de los frascos de
tomate frito (la tapa va en el amarillo, el frasco en
el verde, pero la etiqueta? Tienes que quitarla y
echarla en el azul? Porque la etiqueta est hecha
de papel).
Me siento comodsimo hablando con ella, es

tan parecida a mi y sin embargo tiene algo que la


hace lo suficientemente diferente para que me
vuelva loco. Sin dejar de hablar nos vamos
acercando ms y ms hasta que acabo rodendola
con mis brazos entre un estremecimiento y as
unidos en un casi perfecto 44 miramos por la
ventana, sin dejar de hablar, cmo la ultima noche
del ao va dejando paso al primer alba del siguiente.
Cuando los primeros rayos de sol empiezan
a entrar por la ventana, un silencio expectante se
apodera de la habitacin, es como si espersemos
a que la energa del sol nos pusiese de nuevo en
marcha. Entonces, ella se incorpora salindose de
mi abrazo y mirndome fijamente me dice:
- Tenemos que irnos. Nos esperan y no
podemos retrasarnos ms.
Al principio no comprendo lo que me dice y
mi cerebro tarda unos momentos en asimilar sus
palabras as que cuando lo consigue, con los ojos
muy abiertos, me levanto del sof y le pregunto:
- Donde debemos ir? Quin nos espera?
Qu quieres decir?
- Tranquilo, creo que ha llegado el momento
de explicarte quien soy y el porque de esta noche.
A pesar de que nunca me hayas imaginado as, soy
lo que vosotros conocis como La Muerte. El ltimo
da de cada ao me presento a una persona especial
que ha de morir y comparto ese ltimo da con ella.
Cada ao escojo una ciudad diferente y por supuesto
a una persona diferente. Es la nica alma que recojo

en ese ao personalmente y este ao eres tu.


No puedo creer lo que estoy escuchando,
pensaba que haba encontrado ese trocito de vida
que necesitaba para borrar el silencio que me
ensordece y sin embargo ahora ni siquiera tengo
vida para estar en silencio.
- Pero cmo es posible? Si no me ha pasado
nada, no he tenido ningn accidente ni ninguna
enfermedad, es ms, hoy he pasado uno de los
mejores das de los ltimos aos.
- Acaso no te has sentido diferente al resto
de las personas que se cruzaban contigo?No has
sentido que el resto del mundo pasaba a tu lado sin
prestarte atencin? Muchas almas abandonan el
cuerpo y un emisario les ayuda a pasar. Sin embargo
yo puedo alargar ese tiempo y permitir que el alma
me acompae para que se despida de su vida.
Sobre todo personas que han sufrido y que han
gritado en silencio y as ayudarlas a abandonar este
mundo en paz.
Ella coge mi mano y tira de m hacia ella. Mis
ojos se cruzan con los suyos y el resto del mundo
desaparece. Al momento, me encuentro rodeado
de miles de personas. Al principio slo veo sus
figuras, contornos indefinidos, pero poco a poco
empiezo a distinguir sus rasgos. Entonces me doy
cuenta de que conozco a esas personas, mis padres,
mis abuelos y todas las personas que han sido
importantes en mi vida y que partieron hace tiempo
aumentando ese silencio eterno, me rodean y se
funden en un abrazo eterno con mi alma.

GUERREROS
Camino por el oscuro bosque de Thorqueralt
en el condado de Skithelt. Mantengo, como cada
da de patrulla, mis sentidos alerta, para distinguir
entre los sonidos del bosque, cualquier ruido que
pueda delatar a mis enemigos.
Son 100 aos de guerra los que se acumulan
en mis brazos y miles de combates en los que por
suerte an no ha ocurrido lo peor. He visto caer a
amigos, compaeros y hermanos, pero esos hechos
slo aumentan mi determinacin a terminar con
todos ellos. Desde nuestro destierro del cielo no ha
habido descanso para ninguno de nosotros, los dos
bandos hemos combatido sin cesar por el equilibrio
de poderes y ninguno ceja en su empeo de inclinar
la balanza a su favor. Despus de tanto tiempo
estoy seguro de que esta guerra nuca acabar,
somos simples peones en una partida que los dioses
juegan para no admitir a ninguno como superior y
parece que no tengan intencin de parar jams.
As, cumpliendo con sus designios me dirijo
a purgar al poblado de la influencia de esos
guardianes pizpiretas con sus blancas armaduras
que han conseguido que todos sus habitantes
abandonasen los rituales de adoracin a mi seor
y cambiasen los sacrificios por rezos para intentar
limpiar su alma sin saber siquiera que eso es

imposible. Cuando nacemos los dioses escriben


nuestro destino en el Gran Libro de la Vida, ninguna
decisin queda a nuestra eleccin y slo seguimos
el camino fijado el da de nuestro nacimiento en el
Gran Libro. As que por mucho que recemos nuestro
destino ya est fijado y es inamovible. Lo nico que
se puede conseguir con los sacrificios o sin ellos
es que ese destino llegue antes o despus, un Dios
disgustado no es algo agradable para ningn ser.
Siempre se ha vendido el libre albedro de los
humanos, que son dueos de sus vidas y que sus
decisiones van forjando su destino a medida que
van avanzando en el camino de la vida.
Paparruchas!! Esa estpida historia se invent para
dar un poco de esperanza a la nica raza sujeta a
los dolores de este mundo, la raza con la esperanza
de vida ms corta y a pesar de su gran creatividad,
con una capacidad casi nula de dar vida a sus
sueos e imaginacin. Llevo siglos observando la
intil lucha de esos infelices por superar las barreras
de su especie y no comprendo como, a pesar de
estrellarse una y otra vez, se levantan y vuelven a
luchar. Son incapaces de asimilar y admitir la derrota
y por supuesto de ver ms all de sus anodinas
vidas. Slo algn borracho iluminado nos ha visto
alguna vez y al ir a contrselo a los dems lo nico
que ha conseguido han sido burlas o incluso el
encierro de por vida para no contaminar las ideas
de exclusividad de esa triste raza.
Gracias a estos pensamientos mi cuerpo se
llena de rabia y la adrenalina fluya por mis msculos
tensando mi cuerpo para cualquier encuentro casual,
si aparece algn guerrero de la luz estoy preparado

para ensartarlo con mi espada, en caso contrario


seguro que un susurro al odo del jefe del poblado
conseguir que se reanuden los sacrificios para
contentar a mi amo y seor.

Se eleva por encima de las nubes. Sus alas


nuevas resisten el embate de los vientos y la
protegen para que su rumbo siga inalterado. Est
a punto de completar con xito su primera misin
y pronto podr pasar a formar parte de los
Arcngeles, los guerreros ms importantes de su
planeta.
Hace muchos aos, fue escogida entre la
poblacin de su planeta, formada por tribus de
guerreros y cazadores, para ser entrenada en las
fortalezas de las nubes por los Mentores Celestiales.
Nadie saba muy bien cual era su origen, pero
haban llegado a Eltarn haca eones y desde
entonces se haban convertido en los guardianes
de aquel planeta. De vez en cuando, un joven era
seleccionado para unirse a sus guerreros y as
pasar a formar parte de los protectores de su pueblo.
A ella la escogieron durante una partida de caza.
Su primera aventura, junto a su padre y sus
hermanos. Fue la primera vez que se alejaba del
poblado y adems a sus 12 aos era el paso
definitivo para dejar de ser una nia y convertirse
en mujer, matar a un Golem, para alimentar a su
familia.

Cuando dispar el arco, no estaba segura de


si lo haba hecho con los ojos abiertos o cerrados,
pero de repente un bufido le apart el pelo de la
cara y el Golem de ms de tres metros cay
desplomado con su flecha atravesndole la garganta.
Sus familiares salieron corriendo de su puesto de
vigilancia y la alzaron por encima de sus cabezas
para celebrar la caza. Su padre abri la garganta
de la bestia y llen un cuenco con su sangre, se la
dio a beber y con el resto le pint en la cara las
runas de su familia. Ya era una mujer adulta y
regresara al poblado para formar su familia.
En mitad de las celebraciones y brabuconadas
de sus hermanos una fuerte ventolera los sacudi
y la nube de polvo que se alz les impidi ver el
espectculo que se desplegaba a su alrededor. Al
calmarse el viento se vieron rodeados por una
compaa entera de arcngeles. En el centro de pie
sobre al Golem se encontraba un Clrigo Mayor,
sacerdote espiritual y general de los ejrcitos de
los Mentores Celestiales.
- Hemos estado observando el desarrollo de
vuestro cachorro y ha sido seleccionada para, un
da si el Divino lo permite, formar parte de los
Arcngeles as que a partir de hoy debe abandonar
sus ataduras terrenales y acompaarnos a la
Fortaleza Eltran para su conversin y entrenamiento.
Sin que la dejasen despedirse de su familia fue
izada por los aires por dos de los Arcngeles y
desde ese da desapareci del mundo terrenal para
convertirse en la guerrera que es ahora.

PIEDRA
Seguro que ms de uno ha estado por la calle
y algn da se ha sentido totalmente ajeno al resto
de personas que andan frenticamente da tras da,
con destinos prefijados e intentando adelantarse al
su tiempo para poder ganar unos minutos ms de
vida. Seguro que muchos os habeis sentido
observados mientras estabais ah. A veces con mido
o desconfianza y a veces con curiosidad por vuestro
aspecto o vuestra forma.
Pues a m eso nunca me ha pasado. Siempre
suelo pasar inadvertido. Las personas pasan a mi
lado y nunca noto que su mirada se pasee por mi
ni un segundo. Nunca me han mirado, pocas veces
siquiera me prestan atencin y si alguna vez un
despistado tropieza conmigo se va soltando
improperios, pero generalmente sin disculparse
siquiera.
Siempre estoy en un gran parque, del centro
de mi ciudad, cerca de una esquina de dos de sus
caminos de tierra, por donde pasan muchas
personas haciendo footing y desde donde puedo
mirar a los nios que acuden a jugar al parque cada
maana y cada tarde.
Pero s que algn da eso cambiar. S que
ese da est cerca. Algn da uno de esos nios se

acercar a m y se subir encima de m, algn da


ese nio jugar a que soy una nave espacial, un
barco pirata o un coche de carreras y desde ese
da dejar de ser una piedra del parque, desde ese
da ser algo ms y viajar llevando a los nios
sobre m y las personas que se apoyan en mi para
atarse los zapatos mirarn donde han puesto el pie
y sonreirn porque ya no me vern como otra piedra
cualquiera del parque.
Sabeis porqu s que eso va a cambiar?
Pues porque esta maana, u chico, se ha parado
delante de la esquina en la que estoy siempre, ha
sacado una cmara de fotos y me ha hecho una
foto, slo a m. Despus se ha sentado sobre m y
ha empezado a escribir en su cuaderno. S que no
debo ilusionarme, pero creo que esta vez es la
definitiva.

DAMIAN
Menuda mierda! Tengo 9 aos y me he
pasado toda mi vida encerrado en casa leyendo y
jugando con mis muecos. Nunca me ha gustado
mucho jugar con otros nios, siempre me han
parecido salvajes en sus juegos y burdos en sus
conversaciones.
Mis padres nunca me han obligado a hacer nada
que no quisiera y siendo ellos dos eminencias en
sus profesiones, que me interesase ms por la
lectura que por el ftbol, ms bien les resultaba
gratificante.
Hace un ao, concretamente el 6 de junio del
2005 mis padres decidieron mudarse, pero a lo
grande. Dejamos la mansin de la familia en Nueva
York y con todo, nos trasladamos a Inglaterra a una
pequea poblacin llamada Wessex. Les ofrecieron
trabajar en un hospital de nueva construccin como
directores, cada uno de su campo. El traslado no
fue traumtico, tal y como me repeta mi psiclogo,
en realidad no tena muchas cosas que me ligaran
a Nueva York. As que me encontr en la campia
inglesa rodeado de tonos grises y lluvia con ms
curiosidad que desasosiego.
Debido al trabajo de mis padres, que les
ocupaba gran parte de su tiempo, empec a estudiar
en un internado ingls clsico. Haba ledo alguna

vez sobre ellos y en ms de una pelcula haba visto


imgenes. Ciertamente siempre pens que en pleno
siglo XXI estos sitios no existiran, pero al
encontrarme all fui descubriendo que lejos de
desagradarme, la mayora de mis compaeros se
sentan enjaulados, ese era el sitio donde debera
haber pasado mi infancia desde el principio. En el
se podan sentir los siglos de enseanza y de miles
de mentes que haban pasado por all. Notaba como
si la atmsfera estuviera cargada con los
pensamientos acumulados durante siglos y pudiesen
ser absorbidos segn las necesidades.
Me pasaba las horas libres en la biblioteca
devorando libros, tratados, cdices y miles de tomos
antiqusimos que nunca podra haber disfrutado en
Norte Amrica. Gracias a mi profesora de historia,
la seorita Shatner, una solterona, que tena una
gran facilidad para memorizar datos y una pasin
inhumana por los hechos de la antigedad, slo
comparable a su incapacidad para las relaciones
sociales, empec a descubrir datos muy curiosos
sobre las modificaciones que ha sufrido la historia
dependiendo de quien ha sido su cronista. Grandes
hechos relevantes quedaban ocultos al reeditar
alguno de los tomos que recopilaban las historias
de una poca, porque en ese momento no era
adecuado mencionar esos hechos.
As me sumerg en el estudio de los
evangelios, tema favorito de mi profesora, porque
es el registro que ms modificaciones ha sufrido a
lo largo e la historia. Durante todo este ao he
revisado, cdices, Biblias, tratados de teologa y
miles de referencias a la historia antigua de la

humanidad y de todas sus civilizaciones. He


aprendido a interpretar las cbalas y el Talmud, a
leer el Alto Corn y el gran libro de Buda. As
consultando con mi profesora y despus de rehacer
miles de clculos revisndolos otras miles de veces
he llegado a una conclusin apabullante. Soy el
Anticristo y he de empezar el Fin del Mundo este
mismo ao!
La de veces que he escuchado decir a las
madres de mis excompaeros de clase americanos:
Mi hijo es un verdadero Demonio. Yo que les crea
unas bestias salvajes fuera de cualquier redencin,
resulta que tengo que destruir el mundo! A veces
el destino es un verdadera Mierda. No es que me
fastidie mucho la idea, en realidad el resto de
personas me dan un poco igual y su destino no es
algo que me preocupe, pero slo de pensar en el
montn de trabajo que me espera, me dan ganas
de pasarle ese deber a otro.
Por supuesto todas esas chorradas que se
pueden leer en El Apocalipsis de las Bestias que
vendrn a destruir la tierra slo son cuentos para
asustar a los nios y a los creyentes, yo y slo yo
tengo que liarme a destrozar este planeta a dominar
los gobiernos y a hacerme con el poder de todo,
para llevar a la humanidad al fin que program ese
Dios que est tan alejado de todo que ni siquiera
se opondr a mis planes.
As que por eso, me encuentro aqu,
escribiendo mi historia, para buscar ayuda. Pensaba
poner un anuncio, pero todos los peridicos se rean
al escuchar a un nio de 9 aos intentar buscar

ayuda para el fin del mundo. Por eso todos los que
deseen dominar al resto de la humanidad que se
pongan en contacto conmigo y formaremos el ejercito
del Armageddon.

VIAJE EN TREN
Son la 8:30 y est lloviendo como si No
hubiese acabado de construir su Arca. Adems yo
tengo la suerte de disfrutar de esta lluvia torrencial
ya que no tengo nada mejor que hacer que estar
en la calle corriendo hacia la estacin de tren.
Cargado con mi mochila llena de ropa y mi cmara
de fotos. No es que me moleste mucho la lluvia,
pero es que hoy hace dao al caer. Es de esas
veces que llueve despus de haber estado
acumulando agua durante meses y de verdad que
cae a conciencia. Por lo menos ya estoy cerca de
un techo en el que refugiarme, unos metros y entrar
en la estacin.
No es una de esas estaciones inmensas en
las que confluyen un montn de vas y no paras de
ver gente pululando y acarreando su vida en
pequeas maletas de aqu para all. Es una estacin
de pueblo, pequeita en la que apenas hay sitio
para las mquinas expendedoras un par de taquillas
y las barras de acceso. El edificio es antiguo y la
fachada es de hace dos siglos. Lo mejor es que,
cuando entras, es como una especie de tnel a otro
mundo, est poco iluminada y la mayor parte de
los sonidos que llenan el ambiente proceden del
pequeo bar que se encuentra en una nave anexa,
construida hace poco, para que los viajeros tuviesen
un sitio donde esperar. Al picar el billete y pasar las

barras, cambias de ambiente y la luz del exterior te


inunda, desde el andn mirando ms all de las
nicas 4 vas que hay se encuentra el Mar e incluso
esperando en los bancos del andn, si cierras los
ojos y te concentras, oyes el sonido de las olas. No
se si es porque soy mediterrneo o porque nac a
una calle de aqu, pero es mi estacin favorita y
siempre la escojo cuando voy a hacer un viaje
especial como este.
Espero pacientemente debajo del porche a
que los altavoces de la estacin insinen que se
acerca mi tren, llevan tantos aos parloteando que
creo que no necesitan que nadie hable por el
micrfono del otro extremo. Tariro, riro riro, riro riro
por la hora y el ltimo riro intuyo que se refieren
a mi tren, as que cojo mis brtulos y me preparo
para salir corriendo en cuanto se pare y abra las
puertas.
Uffff!, por fin dentro. A partir de ahora ya no
me preocupo por la lluvia de fuera, ya estoy a salvo
dentro del vagn del tren de cercanas que me
llevar a mi primer destino. Voy al final del recorrido,
donde har una parada de un da recorriendo el
bonito pueblo pesquero, para al da siguiente coger
otro transporte que me lleve a los Pirineos. Mar y
Montaa para hacer un buen reportaje fotogrfico.
Como suelo hacer, siempre que viajo solo,
llevo un libro y mi mp3 con los que me aslo casi
completamente del entorno. Casi siempre el
madrugn vence a las ganas de leer y acabo
cerrando los ojos y adentrndome en la msica.
Con los ojos cerrados y recostado en el asiento,

puedes casi adivinar el tiempo ya que en cuanto


abandonamos la nube la luz del sol, que empieza
a coger fuerza en el este, traspasa mis parpados y
me inunda la retina de un intenso color naranja.
Hay que echar mano a las gafas de sol para poder
relajarse al menos. Durante este lapsus, miro por
la ventanilla a los pescadores que esperan
pacientemente en las rocas con sus caas inmviles,
parece que lleven toda la vida ah esperando
sentados a que el sedal les diga que ya pueden
tirar de el.
Vuelvo a la oscuridad mientras suena
Depeche Mode en mi cabeza y gracias al vaivn
del tren entro en un estado de relajacin que me
lleva a quedarme totalmente dormido, ajeno a lo
que pase a mi alrededor.
Despus de lo que creo que han sido unos
minutos, un olor delicioso me libera del sopor y me
devuelve a la realidad. Con los ojos todava cerrados
me dedico a analizar el perfume que me envuelve.
Cuando consigo recuperar la capacidad de anlisis
intento separar los diferentes tonos del aroma y
descubro un fuerte olor a jazmn acompaado de
sutiles gotas de otras flores que refuerzan el aroma
principal, si mi olfato no me engaa, dira que se
trata de un perfume de Cacharel Anas Anas, pero
hay un toque final que no logro distinguir y que debe
ser el dulce olor de la piel de la mujer que lo lleva.
Abro los ojos por fin y casi doy un bote en el
asiento al ver a la duea de ese perfume. Est
sentada justo delante mo en un vagn casi vaco
y me mira fijamente. No estoy muy acostumbrado

a que se sienten a mi alrededor a no ser que el


vagn este repleto de gente. No es que ocupe todos
los asientos, pero digamos que no visto con
pantalones de pinzas, polo Burberrys y unos
Martinellis. Casi siempre todos solemos prejuzgar
a las dems personas por su aspecto fsico y en mi
caso siempre salgo perdiendo. A pesar de mi
costumbre a distraerme divagando, los ojos que
acompaan al perfume me vuelven a la realidad del
vagn, me siento realmente incmodo, a pesar de
estar protegido por las gafas de sol, noto cmo su
mirada elimina todas mis barreras e intenta averiguar
ms. Disimuladamente recorro el rostro que
acompaa a esos ojos profundos y descubro a una
mujer muy atractiva. No es una muequita de revista
de moda de esas que parecen androides clonados,
pero sus rasgos producen una atraccin que evita
que pase desapercibida. Su pelo negro y abundante
enmarca unos rasgos sensuales, me detengo en
su boca de labios carnosos y entreabiertos, creo
que llevo una eternidad admirando sus labios tras
mis gafas de sol cuando la mano del revisor me
zarandea pidindome el billete, lo saco del bolsillo
y se lo paso sin apartar los ojos de mi acompaante.
Este pequeo lapsus me hace plantear si no
se me notar ese ensimismamiento y recupero un
poco la compostura. Ella sigue mirndome, pero no
quisiera hacer el ridculo por culpa de mi desbordada
imaginacin. Apoyo el brazo en la ventanilla y la
cabeza en la mano adoptando una posicin distrada,
pero sin dejar de mirar a la dama que acapara mi
atencin. Sigo mi recorrido y descubro su cuello y
sus hombros, gracias a que an no se ha ido el
verano los hombres podemos disfrutar de las

camisetas de tirantes y de los cuerpos que casi no


se pueden ocultar tras ellas. Descendiendo descubro
unos pechos bien proporcionados y que desafan
a la gravedad, supongo que ser a causa de los
avances de la ciruga, pero si se consiguen estos
resultados no me extraa que tengan tanto xito.
Creo que me he puesto colorado al mirar sus pechos,
porque al notar el calor en mis mejillas he vuelto a
mirar su cara estaba sonriendo. Dios mo que
vergenza!! Tengo que escapar de este bochorno!!
Cojo mi bolsa y me levanto para ir al lavabo. Antes
siempre dejaba las cosas al lado del asiento, pero
despus de la desaparicin de otra mochila mi
pequeo paquete de vida no se separa de mi nunca.
En el lavabo me mojo la cara y la cabeza,
cmo puedo ser tan descarado?? Seguro que piensa
que soy un Freaky salido, de esos que leen Manga
ertico y no salen de su casa todo el da
masturbndose con pelis porno. Menuda imagen,
si ahora aparezco con la cara mojada adems
pensar que he tenido que bajar el calentn!!. Casi
mejor me quedo encerrado en el lavabo durante
todo el viaje, voy al final as que cuando el tren se
quede parado un rato podr salir.
Despus de auto flagelarme mentalmente
durante un rato, decido salir y enfrentarme a los
hechos, posiblemente slo se lo ha tomado como
un piropo, una mujer as debe estar acostumbrada
a que la miren. Puedo sentarme y cerrar los ojos,
as no volver a pasar y pronto dejar de tener la
importancia que yo le doy.
Hecho un manojo de nervios envalentonado

abro la puerta del lavabo y el corazn me da un


vuelco cuando descubro que ella est justo delante
de m. Agacho la cabeza e intento salir lo ms rpido
posible, pero su mano me sujeta por el pecho y me
empuja de nuevo hacia dentro. Cierra la puerta
detrs suyo y los dos nos encajamos en ese estrecho
habitculo, nuestros cuerpos estn pegados el uno
frente al otro y no para de mirarme a los ojos,
nuestras respiraciones se entrecruzan en el escaso
espacio que existe entre su boca y la ma. Intento
hablar pero en cuanto voy a abrir los labios ella los
sella con un beso. Creo que me voy a desmayar
el corazn me va a mil y el contacto con su labios
carnosos no hace ms que acelerarme ms.
Cuando est segura de que me ha dejado
totalmente KO, pasa sus brazos a mi espalda
rodendome y acerca su boca a mi oreja. Siento
su voz susurrndome al odo.-Tranquilo, se lo que
has pensado ah fuera. Tus pensamientos han
activado mi mente y mi cuerpo. No creas que esto
es muy normal para m, pero necesito sentirte.- No
doy crdito, sus dientes se cierran en el lbulo de
mi oreja y sus pechos se aprietan, si es posible,
cada vez ms, contra mi pecho. Un escalofro recorre
mi espalda cuando su lengua baja de mi oreja a mi
cuello. No puedo reaccionar, ella controla totalmente
la situacin y yo slo me dejo llevar, mis manos
estn apoyadas en la pequea encimera del mini
lavabo y las suyas abandonan mi espalda para
dirigirse a mi cinturn. El clip rpido del cinturn y
las dos tallas de ms de pantaln que suelo llevar
facilitan que, en dos segundos, est en calzoncillos
y atrapado. La ereccin es innegable y su mano la
agarra rpidamente sin ni siquiera tener que bajar

la vista. Al sentir su mano doy un respingo de


sorpresa y ella emite un gemido de satisfaccin y
triunfo. Al contrario de lo que yo esperaba (un polvo
salvaje y rpido en un lavabo de tren) mi dama se
toma su tiempo, me acaricia y me recorre el cuerpo
lentamente, me quita la camiseta y me descubre
cada poro de mi piel con la yema de sus dedos y
despus con su lengua. Cada vez estoy ms
excitado y su respiracin aumenta cada vez ms
de ritmo. Despus de unos infinitos momentos de
placer, provocados por sus caricias, me abraza
fuertemente con una mano y con la otra desabrocha
su pantaln de lino blanco dejando a la vista un
tanga minsculo. Miro hacia abajo y veo las formas
de su culo, deseo estrujarlo entre mis dedos, pero
estoy totalmente dominado y guiado por sus deseos.
Noto como saca mi excitacin por la bragueta del
bxer y despus de apartar su tanga la introduce
entre sus piernas. Noto su humedad, eso me hace
enloquecer, se ha puesto as de caliente con slo
acariciar y besar mi cuerpo. Sin salir de mi locura
siento el abrazo de sus piernas empapndome y
haciendo que mi pulso alcance un ritmo bestial.
Cuando creo que voy a explotar noto su mano que
agarra mi ereccin y la dirige directamente a su
sexo, despus me agarra las dos manos y me atrae
hacia la puerta del lavabo, a escasos 20cm de
donde estbamos, la levanto cogindola del culo y
ella cruza sus piernas alrededor de mi cuerpo. Su
espalda se apoya en la puerta y con un movimiento
de caderas nos unimos en una penetracin que si
no es por un beso abra odo todo el vagn.
Comenzamos un movimiento lento y rtmico,
ayudados por el vaivn del tren, nuestros cuerpos

estn fundidos en sudor y placer, nuestras bocas


no paran de buscarse y morderse. No tengo ninguna
prisa en que esto acabe ni busco eyacular como
en muchas otras relaciones, disfruto de cada
segundo en que estoy dentro de ella, gozndola y
dndole placer. Ella me lo agradece con sus
movimientos, sus gemidos, sus besos y sus
mordiscos. Con una mirada los dos aumentamos
el ritmo y nuestros cuerpos empiezan a aumentar
la temperatura y el placer. Me noto a punto de
estallar y como mi amante se convulsiona de placer.
Despus de una eterna carrera rtmica de placer
alcanzamos un orgasmo caluroso, sudoroso y muy
hmedo. Siento mi pubis empapado en su flujo y
todo mi orgasmo en su interior.
Nos quedamos as unidos en la penetracin
besndonos con amor si separar nuestros labios y
nuestras lenguas. Podra morir ahora mismo y
quedarme hasta la eternidad fundido a ella, cuando
una fuerte sacudida me saca de mi sueo.
Estoy sentado en el vagn semivaco, con el
brazo apoyado en la ventanilla y la cabeza en la
mano, la duea del perfume sensual ya no est
delante de m, debe haberse bajado hace un rato.
Recupero la dignidad y el calor de mis mejillas
disminuye al mismo ritmo que mi ereccin. Al
colocarme en el asiento descubro un papel que cae
de mi regazo, lo despliego y en l hay dibujada una
media Luna y al lado junto a un beso de carmn una
direccin de e-mail.

ESTUDIANTE
Sin ganas, pero concienciada, inca los codos
fuertemente en la mesa, por ensima vez. Ante un
tomo inmenso. Un compendio de palabras, datos
e ideas de toda la historia humana (algo que le
atraa en un principio y que aos despus ha
acabado haciendo de forma automtica). Una fuerza
irrefrenable la obliga a pegar sus sienes a sus puos
cerrados y centrar la vista en las pginas
amarillentas. Por unos momentos su vista se nubla
ante la presencia de tantas palabras, as que cierra
un momento los ojos para relajarlos antes de
comenzar a absorber todos esos datos.
Tena un gran plan trazado. Deba leerse ese
gran compendio de ideas en un par de das as que
decidi emplear las tcnicas de lectura rpida
aprendidas durante aos y aos de estudio. As que
como la que mejor le funcionaba era la lectura en
diagonal pens que con ella solucionara su
problema de tiempo y conseguira si meta y, quien
sabe. Puede que le sobrase tiempo para salir un
poco con sus amigos y relajar su mente para el da
siguiente.
Abri los ojos, dispuesta a enfrentarse a esa
ardua tarea y decidida a recoger slo los nombres,
las fechas y los hechos relevantes recogidos en
ese gran tomo. Dirigi su vista a la primara palabra,

de la primera lnea, de la primera hoja, y viendo que


no corresponda con las pautas de anlisis del
mtodo de la lectura en diagonal, pas a la segunda
palabra de la siguiente lnea. De repente,
desobedeciendo a su intencin, su vista se neg a
saltar de lnea y continu leyendo la segunda, la
tercera y la cuarta palabra Qu estaba pasando?
Asustada quiso alejarse y apartar la vista del libro,
pero una fuerza invisible le sujetaba la cabeza,
pegando sus sienes a sus puos cerrados, ni siquiera
poda abrir las manos y liberarlas de esa presin.
No pudo cerrar los ojos y tampoco dejar de leer.
Sus ojos recorran el texto extrao sin poder evitarlo
y ese montn de datos se grababan en su memoria
como nunca antes le haba pasado. Las pginas
pasaban velozmente sin que ella las tocase, nada
ms leer la ltima palabra, de forma automtica, un
extrao viento pasaba a la siguiente.
Sus ojos se vean obligados a recorrer las
pginas desde principio a fin y una de las veces
que lleg al borde de una de las pginas observ,
por el rabillo del ojo, cmo de entre las pginas
salan unos hilos de tinta. Al principio no pudo
distinguir de qu se trataba, pero en sucesivas
pasadas, descubri que las palabras del libro se
haban unido formando finas cadenas y que reptaban
poco a poco hacia sus brazos enredndose en ellos
y ligndola ms an a esa obligada y frentica
lectura.
Un acceso de pnico la invadi, cmo era
posible todo aquello? Quien la haba mandado la
lectura de ese libro? Acaso quien se lo mand lo
saba y quera castigarla?? Estaba aterrada pero

an as no poda parar de leer, Not que todo a su


alrededor se volva amarillento, envejecido y
ceniciento, como las pginas del tomo que la tena
atada a su lectura. Cada vez se encontraba ms
cansada, los ojos le escocan y notaba la sequedad
causada por no poder parpadear. La piel de sus
brazos empez a escocerle. Las cadenas de
palabras se estrechaban cada vez ms alrededor
de sus brazos y adems del entumecimiento notaba
la sangre palpitando en sus brazos y transmitiendo
ese continuo bombeo a sus sienes, presionadas
por sus puos.
Una intensa rabia empez a crecer en su
interior. No poda dejarse dominar por esas ideas,
no quera ser dominada. No por un simple libro. As
que haciendo un tremendo esfuerzo, empez a
negarse a asimilar las nuevas ideas. Su mente
empez a recurrir a los recuerdos dulces para
sustituir todo lo aprendido, todo lo que ese maldito
tomo le haba obligado a memorizar.
Poco a poco sinti que el abrazo de las
cadenas formadas por las palabras iba
disminuyendo, los brazos dejaron de dolerle y sinti
cmo la sangre volva a circular con normalidad.
En un acceso de furia, tir fuertemente de su brazo
derecho. Cientos de palabras salieron disparadas
en todas direcciones al romperse las cadenas y un
montn de manchurrones de tinta salpicaron los
sitios donde se estrellaron las palabras rotas.
Un esfuerzo ms, un golpe de rabia ms y
consigui liberar el brazo izquierdo con idntico
resultado, y as poco a poco, de forma costosa,

como luchando contra el viento se fue liberando de


la prisin de palabras que la haba tenido absorta
durante no saba cuanto tiempo.
Al conseguir levantarse de la silla de la
biblioteca, el libro dio un pequeo salto en la mesa
y emitiendo un terrible y lastimero quejido se cerr.
Ella se apart, sin apartar la mirada de el y no era
una mirada de miedo, su mirada reflejaba la rabia
y el desprecio. Haba aprendido mucho, no las cosas
que haba escritas en ese viejo y asqueroso tomo,
haba aprendido la importancia de sus recuerdos,
de los momentos vividos y de las experiencias
compartidas durante todo su vida.
Con una mirada y un gesto de desprecio se
dio media vuelta y sali caminando, sin miedo, sin
prisas, con una renovada seguridad de la sala,
dejando en soledad, la eterna soledad que siempre
acompaara a ese viejo libro.

FAMILIA DE
ROSAS
Recuerdo una historia que me contaron hace
mucho tiempo. En un pas del este, en el tiempo en
que las historias no se escriban y que se transmitan
generacin tras generacin, haba una familia
formada nicamente por mujeres. Ninguna haba
estado casada pero siempre encontraban la manera
de que su familia continuase y transmitir la herencia
de madres a hijas.
Eran conocidas por todos los habitantes de
la ciudad en que vivan y algunos incluso las teman,
tachndolas de brujas y endemoniadas, por su
singularidad y porque practicaban la medicina.
Haban ayudado siempre a todo el mundo que se
lo haba pedido sin cobrar nada por ello y vivan de
comerciar con el pobre resultado de la granja donde
haban vivido desde tiempos remotos.
Cuentan que siempre que una de las nias
de esa familia llegaba a la edad adulta, se ausentaba
durante tres aos y despus de este perodo volva
con su madre a la casa de la familia y continuaban
con su vida de forma normal, como cada da hasta
entonces. No tenan mucha relacin con las
personas de la ciudad, apenas salan de su granja
salvo para ir al mercado a vender sus productos o
en la celebracin del solsticio en la que todos los
ciudadanos se juntaban para celebrar la creacin

de la primera casa de la ciudad con el esqueleto


de un dragn.
Como en todos los lugares, donde hay
personas que se comportan de manera inusual,
haba un montn de leyendas, mitos y hechos
fantsticos que se atribuan a esta familia de mujeres.
Uno de los que ms llam mi atencin era el que
explicaba la razn de esta ausencia de tres aos y
el porqu slo se relacionaban con el resto del
pueblo una vez al ao.
Se deca que estas mujeres, al llegar a la
edad adulta, adquiran un extrao poder que a su
vez era la maldicin que les haca comportarse de
esa manera tan aislada. Contaban que durante esos
tres aos un terrible cambio les ocurra a las nias
y que en su brazo derecho les sala una especie
de marca de nacimiento en la piel. Esta marca,
apenas visible das despus del solsticio, se iba
definiendo, acentuando sus formas y resaltando a
lo largo del ao que transcurra hacia el siguiente
solsticio. Esta marca, que segn contaban los pocos
que aseguraban haberla visto, tena forma de rosa.
Una rosa con un capullo cerrado y cuyo tallo, plagado
de espinas, se enroscaba alrededor de su brazo
hasta el codo.
Parece ser que un da antes del solsticio, unos
dolores terribles les hacan palpitar la marca y su
piel se tornaba roja y ardiente. As, la misma noche
del solsticio, como si de una floracin se tratase, la
marca de la palma de su mano se habra y de ella
sala una hermosa y olorosa rosa roja como la
sangre. Esa misma noche, durante las fiestas y el

baile, siempre caminaban entre las gentes y los


hombres no podan evitar girarse y mirarlas
embobados, atrados y embelesados por la fragancia
de esa flor. Dicen que esa noche, ese efecto
responda a la necesidad de perpetuar su familia,
as que estaban obligadas a seducir a un hombre,
atraerlo y conseguir que las poseyera para ser
fecundadas con su semilla. A este hombre deban
entregarle la rosa como nica prenda que
arrancaban de su piel con gran sufrimiento, tirando
poco a poco y resistiendo los desgarros que les
causaban las espinas al desplazarse en su interior.
Esa noche era la decisiva en sus vidas, esa noche
se aseguraban la continuacin su familia y la
perpetuacin de su estirpe, de su tradicin y tambin
de esa terrible maldicin.
Se crea que si en esa noche, el destino, el
miedo al dolor o la negacin de su destino les
impeda ser fecundadas por un varn les sera
imposible desprenderse de la rosa y con ella se
marchitaran y moriran sin remedio. Si cumplan
con su misin a los nueve meses naca una nia,
dulce y bella, con la piel rosada, los ojos grandes
y verdes como su madre y su abuela. As la familia
continuaba con sus costumbres y aisladas sin que
el padre de las chicas recordase nada, gracias al
hechizo del aroma de la rosa.
A veces, los secretos slo son secretos y las
historias slo historias pero no sera maravilloso
que algunas fuesen verdad?

LA BODA
Toda la catedral est esperando. De pie, junto
al altar se encuentra el novio, nervioso, deseoso de
cumplir su sueo desde hace mucho tiempo. Tiene
tantas ganas de hacer oficial su unin que apenas
siente lo que pasa a su alrededor. Las palabras de
los invitados que cuchichean curiosos y expectantes,
la msica de rgano que suena suavemente
amenizando la espera y el olor de los cientos de
rosas negras que llenan la catedral, una peticin
expresa de la novia.
Escucha como un susurro las palabras
tranquilizadoras de su padrino, su gran amigo que
siempre ha estado a su lado para llevar los
momentos difciles y que hoy le hace el honor de
acompaarlo en la mayor decisin de su vida.
A pesar de sentirse ausente del entorno, se
da cuenta de que la msica ha parado. Su amigo
coloca su mano tiernamente en su hombro,
apretando ligeramente para transmitirle su fuerza
y su apoyo. l no puede apartar la vista de la puerta
y eso le hace no ver nada ms, ni los cientos de
ojos que lo observan ni las cabezas que se van
girando hacia atrs para no perderse la entrada
triunfal de la novia.
Empieza a sonar el Canticorum de Haendel

tocado en un rgano de tubos, principal razn de


la eleccin de esa catedral gtica como lugar para
su boda. Las notas se enlazan llenado todo el
ambiente y rebotando por las diferentes bvedas
del techo arropando a todos los invitados y
llenndolos de emocin. Despus de eternos
minutos (o eso le parecieron a l) la puerta de dos
hojas se abri poco a poco, dejando ver un cortinaje
rub de pesado terciopelo.
Una pequea ranura se abri y por ella
pasaron dos nias vestidas de negro con dos cestas
llenas de ptalos de rosa tambin negros, que fueron
tirando por el pasillo salpicando la alfombra roja con
la negrura que desplegaban con sus manos. Detrs
de estas damiselas aparecieron dos chicos,
adolescentes, vestidos con librea como los sirvientes
de los palacetes del s.XVIII. Descorrieron las cortinas
y se quedaron a ambos lados de la puerta
apartndolas para franquear el paso de la novia y
anunciando as el inicio de la ceremonia.
l no saba nada de lo iba a ocurrir, todo lo
haba organizado ella como un regalo disciplinado
y delicado para demostrar su amor y su devocin,
as que cada nuevo paso era una sorpresa muy
agradable que lo iba preparando para recibir a su
esposa.
Los chicos que sujetaban las cortinas
inclinaron la cabeza en seal de sumisin y acto
seguido de la negrura apareci su suegro con un
traje negro, de corte ingls, chaleco negro alto y
camisa blanca. Llevaba unas botas negras de caa
alta sobre los pantalones, como las de montar,

brillantes y potentes que le conferan un aire marcial


e imponente. Entro tranquilamente, erguido, con la
barbilla levantada sin mirar a nadie, como si el resto
de personas que no poda apartar la vista de l no
le importasen lo ms mnimo. Cuando hubo
avanzado un metro se dio cuenta de que en la mano
derecha llevaba una especie de correa de piel,
enganchada a una cadena fina y brillante. Un paso
ms y un tirn de la cadena y apareci ella entre
las cortinas.
La cadena que sujetaba su padre iba atada a
un collar de piel que llevaba alrededor del cuello.
Iba vestida completamente de blanco, en contraste
con la decoracin de toda la catedral, roja y negra.
Un cors apretaba su torso y elevaba sus pechos
entre los que pasaban los eslabones plateados y
un velo opaco tapaba su cara, sujeto con una
diadema plateada tambin. Del cors naca una
falda de raso blanca hasta los pies, que dibujaba
el contorno de sus caderas y sus piernas al andar.
Los antebrazos atados con una cuerda negra y
gruesa como las de escalada le hacan llevar las
manos muy juntas sosteniendo un ramo tambin
de rosas negras destacado delante de su vestido
Su padre se diriga diligente hacia el altar
tirando de ella que caminaba sumisa con la cabeza
agachada impulsada por los tirones que la cadena
transmita al collar de piel que llevaba al cuello.
Todos los invitados estaban absortos observando
la escena y el no poda evitar sonrer emocionado
y contento de ese regalo que pocos entendan y a
muchos escandalizaba.

Al llegar al altar, su suegro se detuvo de


espaldas a l y fue recogiendo la cadena para
acercar a la novia hasta el final de su recorrido. Una
vez estuvo al pie del altar, su padre la atrajo hacia
s y apart el velo para mostrar su cara. Sus ojos
cerrados, el blanco de su piel y los labios pintados
con ese rojo intenso que tanto le gustaba le daban
un aire angelical y dulce.
Su padre levant su barbilla con el dedo ndice
y sujetando sus mejillas con ambas manos le bes
los labios intensamente. Ella permaneca con los
ojos cerrados, sumisa en todo momento. Cuando
despeg los labios la abofete haciendo que se
tambalease inmediatamente le dio la espalda con
desprecio y mirando al novio a los ojos le entreg
la correa de la cadena dicindole:
- Te la entrego con tristeza. Desde hoy es
tuya, te pertenece totalmente para cumplir tus deseos
y tus rdenes. Si en algn momento no fuese as
tienes todos los derechos para castigarla como se
merece. Ya no es nadie para m.
Despus de decir estas palabras se dio media
vuelta y se march por el pasillo caminando de la
misma forma que haba entrado, sin mirar a nadie
y con paso firme. Cuando abandon la estancia,
los mozos cerraron las puertas tras el.
El padrino se acerc a la novia. Coloc sus
manos en los carrillos de ella y alz su cara para
mirarla directamente a los ojos. La bes en la boca
de la misma manera que momentos anteriores la
haba besado su padre. Despus sin dejar de mirarla

a lo ojos le dijo:
- Bienvenida.
Pas detrs de ella y desabroch la falda de
raso que le llegaba a los pies que se abri
completamente y la apart tirndola a un lado.
Debajo de esta falda ella llevaba una minifalda de
lycra blanca muy ceida y muy corta que dejaba
ver por debajo las medias sujetas a sus piernas por
un liguero tambin blanco. Cogindola de los
hombros la gir hasta situarla frente al novio y le
hizo arrodillarse en el escaln. El fro del mrmol le
produjo un respingo, que acept gustosa.
- Ahora ests verdaderamente preparada para
entregarte a tu esposo y Amo.
As dio comienzo a la ceremonia donde el
sacerdote empez a enumerar los deberes,
obligaciones y compromisos que a partir de ese da
adquira como propiedad de su esposo y tambin
los deberes, obligaciones y derechos que adquira
l al tomarla como esposa. Cuando el sacerdote
hubo terminado, lleg el momento de los botos. Ella
de rodillas y mirando al suelo recit sus botos con
voz alta y clara reafirmando su entrega a su Amo
y esposo.
- Yo, sumisa de mi Amo, perra de mi Dueo,
suplicante, me ofrezco a ti, Seor de mis delirios,
de mis sueos, de todos y cada uno de mis deseos,
para el resto de mis das. Acptame y no habr
faltas en mi conducta. Recibe mi cuerpo, te lo ruego,

y tmalo sin dudas, Tuyo es desde el primer da.


As me entrego a ti, aunque no te merezco,
anhelando complacerte en todo momento, llenarte
de orgullo y placer de ahora en adelante. Renuncio
a todo lo que no consientas - no lo necesito -, y te
suplico, de rodillas, que me permitas ser siempre
tuya. Yo siempre, siempre, te obedecer y te
respetar, mi Amo, porque eres todo cuanto amo,
cuanto adoro, con todas las fuerzas de mi cuerpo
y de mi alma.
El padrino se acerc al novio con un cuchillo
en las manos entregndoselo como una ofrenda
dando su consentimiento.
- Ahora puedes cortar la cuerda que ata sus
brazos. Ahora te pertenece para siempre y puedes
disponer de ella como desees. Ahora es parte de
ti, una parte muy importante de tu vida y los deberes
que habis adquirido hoy nada ni nadie tiene derecho
a revocarlos.
As, l cort la cuerda, cogi a su esposa de
las manos entumecidas y despus de besarlas la
ayud a levantarse. Ella sigui sumisa, con la mirada
al suelo y temblando de emocin hasta que el
sacerdote dijo para terminar la ceremonia.
- Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre. Puedes azotar a la novia.
Acto seguido, el padrino cogi la cadena
plateada y tir de ella hasta acercarla a una de las
columnas detrs del altar. Pas los brazos de la
novia alrededor de ella y los sujet por detrs con

dos muequeras de piel agarradas a una argolla


enclavada en la columna. Subi la falda de lycra y
desat el cors desnudando su espalda y se dirigi
al novio con una fusta en la mano.
- Tienes que darle 13 azotes como los novios
se entregan las arras para sellar vuestra unin.
As el novio empez a azotarla, a marcar cada
uno de los azotes como una firma encarnada en su
piel. Ella aguant, sumisa, sin gritar, cada uno de
los golpes. Sus puos se cerraban de la tensin y
le dolan los brazos que apretaba contra la columna
con cada uno de los regalos de su Amo. Slo grit
despus del sptimo azote cuando su carne se
abri a causa de la acumulacin de los golpes. Tras
el ltimo azote, el padrino la recogi, la liber de
las muecas, limpi la sangre de sus heridas y la
volvi a vestir para devolverla a su Amo y as salir
al mundo como la pareja que haban escogido
formar.

JUEGOS DE
MESA
No acostumbro a pasar mis tardes en los
bares, pero esa tarde, decid olvidarme de mis
obligaciones diarias y pasarme por un nuevo local
que haban abierto en mi barrio. La verdad es que
haca mucho tiempo que nadie montaba un bar all
ya que los talleres de confeccin y venta al por
mayor de ropa, haban acaparado todos los locales
de la zona y todo el mundo, atrado por las promesas
del negocio fcil y, al parecer, por la cantidad de
dinero que se manejaba en estos negocios, o haba
montado una o haba vendido el local que tena.
As que, en parte, atrado por esta novedad, me
decid a pasar la tarde all.
Al entrar me encontr con un sitio oscuro,
aunque agradable. A pesar del poco tiempo que
llevaba abierto ya tena algn que otro parroquiano
afincado en la barra. En el ambiente flotaba una
meloda de jazz, en la que un pianista, haca viajar
sus dedos rpidamente por las teclas, fraseando
de forma atnica, mientras era acompaado por un
saxo omnipresente que contestaba cada una de
sus improvisaciones. Me qued cierto tiempo parado
disfrutando de la msica y observando la decoracin
de ese nuevo lugar. Por lo que poda ver, todo era
de madera, dndole un aire antiguo y acogedor.
Unas lmparas, detrs de la barra y unas pequeas
velas en cada una de las mesas eran la nica

iluminacin. Al fondo haba una especie de salnreservado, separado del resto del local por una
mampara, tambin de madera, en el que se vean
unos sofs y por encima de la mampara distingu
unas cadenas y los cables de una lmpara que
baaba el suelo del reservado con una luz clida.
Despus de pedirme una cerveza en la barra
y de cruzar un par de frases de cortesa con el
camarero, me dirig a aquel apartado distradamente,
dispuesto a investigar su composicin y la comodidad
de aquellos sofs.
Al franquear la mampara, descubr el sentido
de aquella lmpara, ya que no slo iluminaba el
reservado, sino tambin una mesa de billar
americano que haban colocado en medio de los
sofs. Me qued un poco parado al encontrarme
con una chica, jugando sola al billar, pero ella levant
la mirada y con una sonrisa que me desarm, me
invit a acompaarla.
- Quieres jugar? Llevo ya unas cuantas
partidas y aunque me guste, es mucho ms divertido
competir y compartir el juego.
La verdad es que no se me da demasiado
bien, pero nunca se debe denegar una invitacin
como aquella y con un Por supuesto cog un taco
y me prepar para jugar a lo que fuese mientras
ella colocaba las bolas en el tringulo y posicionaba
la bola blanca para empezar a jugar. Como un buen
caballero le ofrec romper, y ella acepto mi oferta y
se coloc sobre el tapete apuntando con decisin
hacia el centro del tringulo.

En esa posicin no pude evitar desviar mi


mirada a su escote, que se ofreca sobre el verde
del tapete y que, gracias a la excusa de observar
como jugaba, poda mirar sin disimulo. Ella levant
la mirada, sonriendo y mirndome directamente a
los ojos lanz un Preparado? a la vez que lanzaba
la bola blanca para romper la formacin del resto
de bolas y repartirlas por todo el tapete.
Me qued sorprendido por la fuerza con la
que haba abierto la partida, pero esa sorpresa no
pudo borrar la huella de su mirada en mi memoria.
Esos ojos, en ese breve momento, se haban
grabado en m. Su brillo, el color verde intenso, la
forma de mirarme, me pareci tan sensual que casi
me quedo paralizado y no reaccion hasta volver
a or su voz.
- Ya van dos lisas, as que a ti te tocan las
rayadas, parece que he empezado la partida con
suerte.
Volv de mi ensoacin en el momento en que
se acercaba a m para pasar al otro lado de la mesa
y as acceder con facilidad a la siguiente bola que
tena que introducir en la tronera. Si antes me haba
embobado mirando su escote, el sueo que se me
ofreca de sus caderas y su culo desde esa posicin,
agachada igualmente sobre el tapete, no era menos
turbador. Empec a notar que la excitacin
provocaba una incmoda presin en mi pantaln y
en mi mente me repeta incesantemente que deba
retirar esa ideas de mi cabeza, que aquello slo era
una partida de billar. As en ese combate de titanes
me encontr ella, justo cuando se dio la vuelta, para

celebrar una nueva jugada con xito, y nuestros


ojos conectaron inmediatamente como anclados
por un campo magntico.
An ahora no me puedo explicar la razn de
mi forma de actuar, pero sin pensarlo dos veces,
me lanc hacia su boca y nuestros labios se
enzarzaron en la lucha que habamos pretendido
jugar al billar. Siempre me ha sorprendido el valor
de las personas que mantienen relaciones sin un
conocimiento previo de la persona que tienen en
sus brazos y nunca he sido de esas personas (puede
que la inseguridad o el miedo al fracaso sea una
de las razones) pero aquella tarde, en aquel lugar,
frente a aquella mujer, no pude resistir la tentacin
y las ordenes de mi cuerpo. Para mi sorpresa, ella
tampoco se retir, me abraz atrayndome ms
hacia su cuerpo. Poda notar su pechos clavndose
en el mo, como pugnado por salirse de ese carcelero
que era su camiseta. Sus manos atraparon mi culo
echndome hacia delante y pegando mi ereccin
a su vientre. Movidos por este impulso la arrastr
hacia la mesa de billar y ayudndome de mis manos
la sub sobre la mesa y enlac su piernas a mi
cintura.
Nuestras lenguas se buscaban, se enfrentaban
y nuestras bocas se mordan se atrapaban y
compartan el calor de nuestra excitacin. Mientras,
ayudado por sus piernas empec a moverme,
frotando nuestros sexos excitados detrs de las
barreras de tela que formaban nuestra ropa. Mis
manos, envidiosas, no podan estar quietas y as la
despojaron de la camiseta, dejando a la vista los
pechos que su escote me haba insinuado y que

superaban mi imaginacin. Estaban duros, los


pezones mostraban la excitacin de su cuerpo y se
movan temblorosos acompaando su respiracin
agitada. Bes su cuello, lo lam, lo mord suavemente
y comenc a bajar por su piel hasta llevar mi boca
a sus pezones. Mi lengua se volvi loca al sentir su
dureza, su sabor, su rebelda al intentar atraparlos.
Ese juego slo haca que se endurecieran ms y
arrancaba gemidos de placer de su garganta. Atrap
sus pechos entre mis manos estrujndolos, mientas
segua chupando, lamiendo y mordiendo sus
pezones, hasta que apartando mi cabeza, la levant
y me susurr al odo.
- Para, para un momento o conseguirs que
me corra antes de empezar a disfrutarte en m.
- Me encantara lograrlo, pero tienes razn,
esperaremos. Aunque no deseo parar de hacerte
sentir.
As que me agach, de rodillas y le ped que
levantase su falda, que se encontraba enrollada al
borde se sus braguitas. Ella baj de la mesa para
desabrochar y dejar caer su falda al suelo.
Mejor as. No? dijo sin dejar de mirarme
a los ojos.
Sonre asintiendo y entonces par sus manos
que empezaban a bajar las braguitas, sumando a
mi gesto la negacin con mi cabeza. Consegu
convencerla y dejndoselas puestas volvi a
sentarse en la mesa de billar. Me acerqu a ella
poco a poco, besando sus rodillas, sus piernas y

aproximndome a su humedad trazando el camino


con mi lengua, para no perder el sentido. Sus piernas
se cerraban un poco ms a medida que avanzaba
atrapndome y transmitindome su calor. Al fin las
coloc sobre mis hombros y le ped que apartase
sus braguitas y que me diese su sexo.
Con un dedo, apart la tela ya empapada ante
mi cara. Yo no dej de mirar toda la accin y saborear
el momento. El olor de su sexo invada mi mente,
lo tena tan cerca, tan excitado, tan hmedo, tan
sabroso As acerqu mis labios a los suyos, me
empap en ella y mi lengua comenz a jugar en su
interior. Separaba sus labios de abajo a arriba, me
paraba en su cltoris trazando crculos con la punta
y apretndolo, mezclando mi saliva con su flujo. Mi
cara estaba empapada, mi barbilla, la madera y el
tapete se estaban mojando con su excitacin a
medida que ella se convulsionaba al ritmo de mis
lametones y mis besos. Sus piernas se apretaban
ms y ms, yo no quera dejar de beber en ella,
pero me apart con sus manos, parando esa locura
de golpe. Me hizo levantarme y bes mi boca an
con su sabor chorreando por mi barbilla.
- Ahora me toca a m. No vas a ser el nico
en disfrutar de tener la boca empapada. No ibas
a dejar que mi boca tambin se llenara de ti?
Diciendo esto se agach, desabroch mis
pantalones, y los baj hasta mis tobillos. Mi excitacin
se mostr como un bulto prominente en mis
calzoncillos que ella liber por unos instantes,
atrapndola de nuevo con una de sus manos. La
sensacin de su tacto recorri todo mi cuerpo

arrancndome un suspiro. Ella mirndome y


sonriendo empez a metrsela en la boca, a
recorrerla con sus labios, con su boca haciendo
que entrase y saliese de su humedad. Yo no poda
dejar de mirar cmo me devoraba, era lo ms
excitante que haba visto en mi vida, la pasin con
la que me chupaba, me coma hicieron que se
pusiera mucho ms dura. Cuando ella comprob
que ya haba terminado su trabajo, que mi sexo
estaba preparado y brillante con su saliva, se levant,
se sent en la mesa de nuevo, sobre el tapete an
mojado por su excitacin y me atrajo hacia si,
atrapndome de nuevo entre sus piernas.
- Ahora fllame. Fllame hasta que nos
corramos y dejemos este srdido lugar entrelazados
en ese orgasmo que tu sexo me ha prometido.
Coloqu mi pene sobre su humedad, empec
a frotarlo suavemente y a separar sus labios poco
a poco, para abrirme paso y sentirla a m alrededor.
Notaba cmo se abra, como palpitaba al contacto
de nuestras pieles, as que, ayudado por sus piernas
entr completamente en su interior y comenc a
moverme, entrando y saliendo al ritmo que marcaba
su cuerpo arqueado sobre la mesa de billar. La
sensacin de su humedad se reparta por mi pubis,
mis testculos y me haca moverme de forma
descontrolada, salvaje. Sus piernas se colocaron
en mis hombros estrechando as ms su entrepierna
y apretando mi sexo en su interior. La senta tan
intensamente que pensaba que explotara de un
momento a otro. Separ sus piernas y la atraje
hacia m, deseaba besarla y devorar sus labios. As
con sus brazos entrelazados a mi cuello, sus pechos

apretados contra el mo y nuestras bocas atrapadas


en un beso esttico, nos follamos salvajemente,
con los ltimos movimientos que nos llevaron a un
orgasmo intenso, ardiente, hmedo y explosivo.
Nos quedamos, atrapados nuestros cuerpos,
en el calor del placer y en la humedad que empapaba
el tapete verde que haba adquirido un color ms
oscuro con la forma del culo de mi amante.
Nos separamos con un beso que no quera
abandonar. Nos vestimos recogiendo la ropa del
suelo y nos recompusimos lo mejor que pudimos
para sentarnos, abrazados y discretos, en los sofs
e intentar recuperar el aliento perdido en la boca
del otro.
As permanecimos un rato, abandonados al
calor del cuerpo del otro y del contacto de su ardor.
Su cabeza descansaba sobre mi pecho y mis brazos
la rodeaban mientras su Dulce olor me llenaba y
me enterneca, aumentando el recuerdo de la pasin
y de los olores sentidos momentos antes.
- Al final no hemos terminado ni la partida, ni
las bebidas. Tendremos que volver a vernos algn
da para acabarlas.
- No lo dudes. Pero tampoco tenemos porqu
acabar el juego que hemos empezado en la mesa.
Nos levantamos, pagamos las cervezas sin
que ninguno de los habitantes del bar nos prestase
atencin. De la mano nos fuimos a mi piso a esperar
en la cama lo que nos deparase el da siguiente.

Sorpresa!
Le encantaba la expresin que dibujaban las
caras de las personas cuando ella gritaba esa
palabra y al descubrir el regalo o la noticia que
acababa de darles. En realidad esto no sera
especialmente extrao ni necesitara ser contado,
a todos nos encanta ver la cara de alegra de las
personas que nos importan, si ella no necesitase
estas explosiones de energa para vivir.
Posea una extraa enfermedad. Una
alteracin hormonal, que le causaba una terrible
empata con los sentimientos de las personas.
Mientras paseaba por la calle iba captando,
absorbiendo y asimilando todos los pensamientos
de las personas de alrededor. No entendis mal,
no era uno de esos vampiros del alma que van
devorando las alegras e ilusiones de las personas,
dejndolos tristes y apticos. No, ella slo las sufra,
porque a causa de la naturaleza humana, del terrible
dolor que rodea al mundo en cada lugar y del estrs
auto impuesto, apenas captaba las alegras, las
ilusiones y las esperanzas necesarias para sobrevivir.
Como su enfermedad se manifest en la
madurez, concretamente el da en que cumpli los
29 aos, su niez, adolescencia y el principio de su
edad adulta haba transcurrido como las del resto
de personas. Siempre haba sido una chica sensible

y para sus padres, excesivamente alegre en


ocasiones especiales, pero el da de su 29
cumpleaos se sinti extraa. A pesar de que los
cumpleaos y las celebraciones siempre haban
sido sus das preferidos, aquella maana se despert
con una extraa sensacin. Un desasosiego la
embargaba y una especie de premonicin le haca
temer el da que estaba empezando. Siempre el
da de su cumpleaos se senta diferente, como
desubicada, como si estuviese pendiente de volver
a nacer, pero aquel da esa sensacin era mucho
ms intensa.
Pero a primera hora de la maana, el telfono
son y su madre recibi su Si? con un fuerte
FELICIDADES!!. De repente toda esa
intranquilidad en su cuerpo desapareci, recuper
las energas automticamente al escuchar la alegra
de su madre y una grandsima sonrisa la acompa
durante la maana. Tambin not que esto no slo
le pas con su madre, al poco tiempo de recibir una
llamada, su energa empezaba a disminuir de nuevo,
pero al recibir otra volva a tener una explosin en
su interior y nuevas sonrisas en su cara.
Desde ese da se fue dando cuenta de que
algo no marchaba bien. Cuando escuchaba a alguien
contar algo triste, todo su cuerpo de hunda, se
quedaba sin fuerzas y a veces incluso se
desmayaba. Por supuesto probaban de reanimarla
de la forma tradicional, pero slo, la risa de un nio
al pasar jugando por la calle, consegua sacarla de
aquel estado. Le hicieron miles de pruebas, cientos
de anlisis y los mdicos no encontraban nada
extrao, ninguna enfermedad fsica. Tambin visit

diferentes psiclogos y mentalistas, pensando que


era una especie de posesin extraa o una
enfermedad psicosomtica, pero ninguno encontraba
el motivo y mucho menos la solucin.
Hastiada y desanimada determino convivir
con su particularidad y por supuesto intentar hacer
feliz, con sus actos y su sonrisa al mayor nmero
de personas posibles, no slo por su necesidad,
descubri que el hacer sonrer a las personas,
regalarles una sorpresa o un poquito de felicidad
era la mejor forma de vivir cada da.
El poder de Sorprender le haba regalado el poder
de vivir.

LA
INAUGURACIN
Esa noche me haban invitado a una fiesta de
inauguracin, del piso de Marta, una compaera de
trabajo. Tal y como est la vivienda ltimamente
es todo un acontecimiento que alguien a quien
conoces, inaugure su piso. As que no poda
negarme a asistir a aquella fiesta. Adems me haba
enterado de que ese chico nuevo, taaan guapo
tambin ira por all. As que despus de un par de
horas arreglndome (servicio completo de belleza
femenina), lleg el momento de escoger el
recubrimiento de mi piel, que deba garantizarme
que l no pudiera apartar su vista de m.
Me plant delante del armario y abrindolo
de par en par, empec a buscar el vestido que iba
a culminar mi plan y hacerme brillar en mitad de la
fiesta. No os imaginis lo difcil que resulta esta
operacin a veces. No es que tenga un montn de
vestidos, slo unos 30, pero quera que esa noche
todo fuese perfecto, todo quedase atado de forma
especial para m. Despus de seleccionar los 10
posibles, vestidos de noche, negros, con un escote
sugerente y a ser posible lo ms entallados posible,
para remarcar mis curvas, insinuarlas y mostrarlas
generosamente, me prob los diferentes vestidos,
cada uno con su par de zapatos correspondientes
y despus de un par de pases y de ir desechando

los que no me parecan adecuados para mi objetivo,


escog uno ajustado hasta la cintura y con una faldita
de pliegues que ondeaba en cada movimiento. La
espalda descubierta y un escote recto que sujetaba
mis pechos, apretndolos y alzndolos. Un cinturn
muy ancho con una hebilla plateada lo haca
conjuntar con el collar y los pendientes que haba
escogido. Unos zapatos negros con mucho tacn
remataban mi aspecto, no excesivamente arreglado,
pero femenino y sensual. Ahora tocaba escoger la
lencera que iba a completar mi ropa. Como la falda
tena vuelo, no era necesario esconder mis braguitas
as que opt por un coulotte tambin negro y como
la parte de arriba entallaba mi busto, no necesitaba
sujetador. Unas medias lisas, finas y negras
unificaban esa imagen nocturna y completaban todo
el conjunto. Nunca me han gustado los panties, me
molesta ir tan ceida y me encanta sentir el tacto
de la tela en mi piel y no velado por la lycra.
Vestida y con unas gotas de mi perfume
favorito en el cuello y en el escote, sal de casa a
coger el taxi que esperaba en la puerta. Podra ir
conduciendo, pero la ocasin mereca llegar relajada
y sin las arrugas que crean la tensin de recorrer
la ciudad al volante, enfrentndome contra los
aurigas del asfalto que creen que la calzada es
suya y que me provocan arcadas con su supuesta
superioridad.
Llegu a la fiesta unos 15 minutos despus
de la hora citada, me da un poco de corte llegar la
primera y estar esperando a ver quien se presenta,
as que calculando, ms o menos, a esa hora ya
haba llegado el nmero suficiente de personas

como para entablar conversacin en la espera.


Adems, me haba parado un momento a comprar
una botella de vino. No se puede ir a una fiesta de
inauguracin sin llevar un detallito.
Entr en casa de mi amiga, era un edificio
antiguo, aunque recientemente reformado. Una
preciosa puerta de madera, pintada de blanco y con
cristales grabados se abra a un recibidor, sencillo
pero muy acogedor, iluminado con una lmpara que
colgaba desde el techo de la primera planta. Tras
unas cortinas, recogidas con dos cintas de seda de
color rojo, haba un pasillo iluminado con apliques
y con unas fotografas enmarcadas, de la familia
de Marta. Parecan muy antiguas, pero no
desentonaban y le daban un aire entraable. Unas
escaleras, a la derecha, alojaban una alacena en
su hueco con una puertecita de listones blancos.
Continu andando tras la anfitriona hasta el salncomedor-cocina. Ya haba unas cuantas personas
alrededor de la mesa, preparada con unas cuantas
bandejas de canaps. Todos tenan en sus manos
una copa de vino y despus de que Marta se llevara
la botella, que yo haba trado, a la cocina, salud
a todos y me serv una copa para esperar al resto
de los invitados.
A pesar de la triple funcin del apartamento,
era muy amplio y la distribucin ayudaba a evitar
que todo se viese recargado, como pasaba con
otras casas. La pared de la derecha estaba ocupada
por la cocina. Los armarios, que formaban una L
en la pared y bajo la encimera, eran de madera y
el fregadero estaba colocado en la pared frente a
la puerta, justo bajo una ventana que daba al patio

exterior. Una pequea barra, donde esperaban


varias bandejas con ensaladas, un pastel de carne
y otro de atn y salmn. Separaba la cocina del
saln. Apoyando el respaldo en la barra, descansaba
un amplio sof con lounge, tapizado del mismo color
que las cortinas, un violeta suave y muy bonito. En
la pared, frente al sof, haba un buffet bajo, lleno
de cajones, donde estaban instalados la televisin
y el equipo de msica, en el que se escuchaba,
suavemente, el ltimo disco de Manolo Garca. A
la izquierda del saln estaba colocada la mesa,
alrededor de la nos habamos instalado, en un
pequeo anexo con dos paredes formadas por
puertas de cristal que se habran al otro lado del
jardn.
Estuvimos hablando todos un rato y elogiando
el buen gusto de Marta, mientras esperbamos a
que aparecieran los ltimos invitados. Unos instantes
despus, son el timbre y Marta fue a abrir la puerta.
Todos nos giramos hacia all para intentar enterarnos
de quien acababa de presentarse y nos quedamos
en silencio escuchando la conversacin de
bienvenida.
- Hola Daniel! Slo faltabas t para completar
el grupo. Los dems han llegado ya y estn en el
comedor. Pasa, no te entretengas y saluda a todos.
- Hola Marta! Siento llegar un poco tarde, el
trfico est fatal. Ya sabes que a estas horas No
te importar que haya venido acompaado verdad?
Al escuchar aquella frase, mi plan empez a
desmoronarse en mi cabeza. Pero cmo se atreva

a traer a una ta a la inauguracin? Y sabiendo que


yo vendra esta noche y que haba estado toda la
semana comentando con el la cena. Estos tos tan
guapos no prestan atencin a lo que se les dice, si
no trata de ellos mismos.
- Marta, te presento a Marcos. Es un
compaero de la universidad que ha venido a pasar
unos das a Barcelona y que quera que conocierais.
Bueno, era un to. Pero eso no arreglaba nada.
No ser que ste guaperas es gay? No creo, las
miradas que nos lanza a las tas cuando habla con
nosotras no son precisamente inocentes. Aunque
tambin puede ser bisexual, que cada vez aumentan
ms con tal de no perderse ninguna posibilidad de
pasarlo bien. Decid no darle ms vueltas al asunto,
por ahora, y esperar a que me viese y a hablar con
el un poco, para comprobar si mis teoras eran
ciertas o no.
Marcos era un chico muy guapo y agradable,
algo que habra resultado genial si no aumentase
mis sospechas hacia Daniel. Durante la cena,
absolutamente informal, bamos cogiendo comida
de las bandejas y algunos de pie, otros en el sof
o en las sillas bamos comiendo mientras
saborebamos las conversaciones que surgan en
los diferentes grupitos. Adems de los efectos del
vino, un Pinot delicioso, mi alegra aumentaba
porque notaba como Daniel me lanzaba miradas
furtivas mientras hablaba con el resto de invitados.
Y aunque, a pesar de mis deseos, slo coincidimos
un par de veces, al ir a buscar comida a la mesa,
sent que esa noche todo poda salir como haba

planeado.
Poco a poco, el ambiente se fue llenando de
risas, de bromas y todos fuimos dejando los platos
vacos en la cocina. Ayudamos a Marta a recoger
todo y nos juntamos en el saln para tomar el caf
y hacer la sobremesa todos juntos.
Como siempre en estas ocasiones las
conversaciones empezaron con discusiones y
reflexiones sobre el sentido de la vida y el ritmo
frentico del universo (divagaciones sin sentido,
pero que ocupan los momentos ms entretenidos),
poco a poco los invitados se iban marchando ya
que las horas pasaban y la noche se cerraba a
nuestro alrededor. Al final slo quedamos Marta,
Daniel, Marcos y yo. Gracias al vino y a las horas
de la madrugada todo se hizo ms familiar, ms
picante y dejamos de discutir sobre el universo para
hablar cobre el tema aceptado por todo el mundo
como el esencial para discutir por la noche. El sexo.
Esto me dio paso a acercarme un poco ms a Daniel
y para desterrar por completo esas dudas que me
haban asaltado al principio de la noche.
Comentamos nuestras experiencias, nuestras
fantasas y como siempre discutimos sobre los
conflictos morales que existen al intentar cruzar
ciertas barreras inculcadas desde la infancia.
La conversacin que empezamos los cuatro
se rompi con un silencio, cuando Marta en un
arrebato, entrelaz sus brazos alrededor del cuello
de Marcos y los dos se aislaron por completo
devorndose mutuamente.

Daniel se levant del sof y cogindome de


la mano a la vez que me indicaba silencio con su
dedo ndice sobre mis labios me llev escaleras
arriba y exploramos el primer piso.
- Perdona, pero creo que deberamos dejarlos
solos. Aunque no quiero que esta noche acabe tan
pronto. Me encanta hablar contigo.
Yo me sonroj y sonriendo continu agarrada
fuertemente a su mano vencida y entregada,
esperando lo que me deparara esa excursin a la
que me haba invitado.
- Sabes que una mujer sonrojada es una de
las imgenes ms sexys que conozco?
Me dej sin palabras y el beso que plant en
mis labios, un instante despus, no hizo ms que
aumentar la fuerza del embrujo en el que me
encontraba totalmente atrapada. As, l guindome
y yo totalmente aturdida, recorrimos el piso superior
compuesto de varias habitaciones y un cuarto de
bao. Entramos en una, que tena pinta de ser la
de invitados. Supusimos que Marta continuara su
noche con Marcos en su habitacin. Era una
habitacin sencilla, haba dos camas individuales
con el cabezal y los pies de listones de madera y
un pequeo armario. El detalle que me llam la
atencin fue un tocador muy antiguo, que haba
frente a las camas, con un gran espejo.
Nos sentamos en una de las camas. Yo no
poda hablar, an segua atrapada por su beso y
por sus palabras. Supongo que entendindolo y

asumiendo su papel, Daniel comenz a hablarme


para romper ese incmodo silencio que mi
distraccin haba provocado.
- Antes me ha resultado curioso el comentario
que has hecho sobre una de tus fantasas. Sabes
que hay muchas mujeres que fantasean con ser
atadas y que les hagan el amor con los ojos
vendados?
- Ya, pero se que no lo podra hacer as a la
ligera. Tendra que confiar mucho en la persona
que me va a atar, porque veo realmente difcil que
me deje llevar si no estoy tranquila y con plena
confianza.
- Y confas en m? Asent como una nia
tonta y con una sonrisa pcara.
Daniel contest a mi respuesta con un intenso
y ardiente beso, sus labios eran jugosos y me
encantaba lo intensamente que permanecan
pegados a los mos, alargando sus besos hasta
que mis labios llegaban casi a formar parte de su
boca. Siguiendo sus instrucciones, son su ayuda,
me deshice del vestido y tras observarme un largo
rato, aumentado el calor de mis mejillas, me
acompa a tumbarme en la cama y empez a
buscar en los cajones del tocador. Encontr unos
pauelos y escondindolos, a su espalda, se acerc
a la cama, donde yo me encontraba tumbada boca
arriba, con la respiracin agitando mi pecho a causa
de la expectacin.
- Cierra los ojos. Quiero que slo sientas mis

movimientos y que deduzcas mis pasos gracias a


tus sensaciones.
Su voz en mi odo, su seguridad, me tranquiliz
y aument mi deseo hacia lo que iba a pasar. Sus
manos deslizaron uno de los pauelos en mis ojos
anudndolo a un lado de mi cabeza, que dej
descansar en la almohada acompaando el
movimiento con uno de sus intensos besos. Sus
manos se dirigieron entonces a mis brazos,
levantndolos por encima de mi cabeza y atndolos
a los barrotes del cabezal con otros pauelos de
los que haba encontrado en el tocador. Tras atar
una mano, sus labios recorrieron mi brazo, mi
hombro, mi cuello, se pararon en mi boca y subieron
por el otro brazo llenndolo igualmente de besos
antes de atar la otra mueca. Nunca haba tenido
esa sensacin y no s muy bien como explicarla,
pero me encontraba atada y liberada al mismo
tiempo. Libre de responsabilidades y entregada en
todo momento a la gua y los deseos de m amante.
Con un suspiro de placer y alivio me entregu a
disfrutar de las sensaciones que haba prometido
regalarme.
Tumbada y atada a la cama, me dej
esperando un rato, mientras se desnudaba. Oa el
sonido de la ropa al deslizarse por su piel, su
respiracin, sus palabras que me acompaaban y
me prometan sensaciones que mi cuerpo anhelaba
y buscaba con deseo. Al no disponer del sentido
de la vista, el resto se agudiz poco a poco y empec
a descubrir matices que antes no haba tenido en
cuenta. El cambio de olor de mi piel al estar excitada;
el ritmo de mi respiracin, ahora algo menos agitada

gracias a sus besos y sus palabras, pero alterada


igualmente; el olor de su piel, que antes haba
estado escondido tras el perfume de la colonia que
llevaba, se destap al desprenderse de toda la ropa.
Completamente desnudo, se tumb a mi lado,
y recorriendo mi piel con la punta de sus dedos
comenz a besar mis labios con pasin. Mi boca
buscaba la suya, mi lengua se mova intentado
atrapar la suya. Sin dejar de acariciarme l se retir
de mi boca colocando un dedo en mis labios y
parando el frenes de mis besos. Su boca pas a
regalarme miles de mordiscos, hmedos besos,
caricias con su lengua por mi cuerpo. Empez a
descender por mi cuello y mi pecho, trazando un
camino de ardiente saliva y comenz a jugar con
mis pezones, que se endurecieron al instante al
contacto con su boca. Mi respiracin se agitaba y
notaba cmo mi excitacin humedeca mi coulotte
y mi piel se encenda cada vez que sus labios
atrapaban mis pezones en un suave mordisco.
No paraba de suspirar y de gemir con la
intensidad de sus besos, marcando el recorrido que
haca su lengua y sus manos sobre mi piel. Como
haba hecho antes con mi boca, se separ de
repente, dejando que recuperase el aliento y
posando sus dedos en mis pezones, como haba
hecho anteriormente en mis labios. Not que bajaba
de la cama y o sus pasos sobre la alfombra. No
deseaba escuchar nada ms, no prestaba atencin
a nada ms que a los movimientos y a los regalos
de mi amante. Un beso en mi tobillo volvi a reclamar
mi atencin, slo anunciando el nuevo camino que
tomaran sus besos. Recorri mis piernas,

colmndolas con el dibujo de su saliva. Las bes


alternativamente colocndose entre ella. Con cada
beso las separaba, abrindose camino hacia la
ardiente humedad que empapaba mi sexo. Notaba
su aliento calentando ms mi entrepierna, si eso
era posible, su boca besaba mi piel, que transmita
su tacto por todo mi cuerpo. Sus dedos apartaron
lentamente el coulotte hacia un lado mostrando mi
sexo, hmedo, ardiente, enrojecido y excitado. O
como inspiraba fuertemente, capturando el olor de
mi excitacin, momentos antes de acercarse a l y
empezar a lamerlo. Trazaba dibujos con su lengua,
separando mis labios lentamente, adentrndose en
m y haciendo vibrar todo mi cuerpo excitado y
convulsionado a causa del placer que me transmita.
La sensacin de sentirlo entre mis piernas,
estregado a m, llenndome de placer y a la vez
estar rendida a sus deseos, cegada y atada a la
cama, era algo increble. Mucho ms intenso de lo
que yo haba imaginado a solas. Estaba
absolutamente rendida al placer, entregada a
disfrutar de mi cuerpo, del regalo de sus caricias y
sus besos, de los sentidos desbordados por la falta
de visin. El sonido de su besos y sus lametones;
el olor de mi piel y mi sexo excitados; el calor que
recorra mi piel en oleadas provocadas por los
movimientos de su lengua, no hacan ms que
aumentar mi estado de excitacin.
Sin comprender el motivo, se apart de mi
sexo, estaba a punto de explotar en un orgasmo
salvaje y el se par. Como antes, con un dedo, sell
mis labios hmedos e inflamados y como respuesta
mov mi vientre para acercarme ms a el.

- Espera. An no, la noche no puede acabar


tan pronto, tu placer no puede llegar slo hasta
aqu.
Intent calmarme, intent recuperar mi aliento
y relajar mi agitada respiracin, mi vientre arda de
placer. Mi sexo inflamado y excitado, temblaba y
deseaba sentir ms, continuar recibiendo sus
caricias. Entonces su boca volvi a dirigirse a mis
pechos, por el camino dibujado momentos antes.
De nuevo mis pezones sintieron sus labios que
empezaron a jugar con ellos, que los atrapaban y
los mordan. El calor de mi vientre y sus caricias en
mis pezones me hacan temblar de excitacin, nunca
haba sentido nada parecido, nunca antes mis
sensaciones se haban prolongado tanto en el
tiempo, antes de llegar al orgasmo.
No se ni cuando ni como, empec a notar otra
boca, jugando tambin en mi sexo, no saba cmo
haba aparecido y la excitacin me haba nublado
de tal manera que no entenda ni cmo ni quien era
el responsable de esas caricias, pero ahora lo
agradeca de tal manera, lo deseaba hasta tal punto,
que no iba a ser yo la que impidiese que alguien
ms me hiciera disfrutar de esa manera. Las manos
de Daniel desataron la venda de mis ojos.
- Deseo que mires, que observes lo que vas
a sentir y que seas la espectadora de tu placer,
Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz,
levant un poco la cabeza. Daniel estaba sentado
a mi lado acariciando mis pechos brillantes por su
saliva y Marcos era el dueo de la lengua que me

deleitaba con sus caricias en mi sexo. Estaba


sorprendida pero encantada. Daniel no dejaba de
deleitarse en mis pechos y Marcos se levant
colocndose de rodillas entre mis piernas y
acercando su sexo erecto a m. Empez a frotarlo
contra mis labios inflamados y empapados,
separndolos poco a poco con su presin, mientras
penetraba en m. Sin duda el camino ya estaba
suficientemente franqueado para l. Todas las
sensaciones que haba disfrutado antes, me haban
preparado para ofrecerme a sus movimientos, para
sentirlo dentro de mi, llenndome y transmitindome
el movimiento de sus caderas a todo mi cuerpo,
mientras Daniel no dejaba de besar mi boca, de
jugar con mis pezones y de aumentar, si era posible,
el placer de ser follada por aquellos dos hombres.
Marcos empez a moverse cada vez ms
rpido. Mi sexo arda con la friccin del suyo en mi
interior y justo cunado empec a gritar que me iba
a correr, par de repente. Mi respiracin segua
agitada, de nuevo a punto del orgasmo, de nuevo
detenida de repente por aquellos dos nios traviesos.
Se cambiaron las posiciones. Daniel se coloc entre
mis piernas y Marcos pas a regalarme sus besos,
sus mordiscos, sus lametones y sus caricias,
mientras era perforada por su amigo, follada
salvajemente. Haba imaginado, desde que entr
a trabajar, cmo se movera. Se le vea en forma y
debo decir que a pesar de tener mis sentidos
descontrolados por el placer, sus movimientos eran
deliciosos, sentirlo dentro de mi, era espectacular
y despus de haberme mantenido en ese estado
constante de excitacin, era an ms intenso de lo
que nunca haba sentido.

Mi cuerpo dijo basta, una oleada de ardor


acudi a mi vientre, a mi sexo y explot en un
orgasmo convulsionando todo mi ser. Daniel no
dej de moverse dentro de m y Marcos acallaba
mis gemidos y mis suspiros con su boca,
acompaando mis intentos por recuperar el aliento
con besos salvajes. Daniel tambin se corri,
apretndose contra m y agarrando fuertemente mis
piernas hasta que las marcas blancas de sus dedos
se quedaron grabadas en ellas.
Me desataron y se tumbaron a mi lado. Estaba
absolutamente perdida y entregada, los besaba sin
parar, mis manos se perdan en sus cuerpos
descontroladas.
- Te ha gustado? susurr Daniel en mi
odo, mientras yo besaba a Marcos en la boca.
Descansa, reljate, recupera el aliento, porque
queda mucha noche y Marcos an no ha acabado
y no podemos dejarlo as.
Me sorprend ante estas palabras. Acaso
pensaban que tendra energas para continuar con
ese frenes? Os aseguro que a veces me sorprendo
de lo mucho que podemos conseguir, si nos lo
proponemos lo suficiente.

CAEN LAS
SOMBRAS
La oscuridad envuelve la ciudad y las calles
permanecen solitarias. Alguna que otra persona
deambula por las callejuelas, pendientes nicamente
de sus asuntos. Cristine casi corra, en vez de
caminar hacia su casa. Siempre aquellas calles la
ponan nerviosa hasta el punto de ir temblando
exageradamente mientras caminaba, a pesar del
sofocante ambiente, provocado por el efecto
invernadero, que converta la ciudad en una especie
de horno microondas donde la gente se deshaca
por momentos en su propio sudor.
Cada noche le tocaba andar por las mismas
calles, repitiendo el recorrido que le llevaba desde
su trabajo, un Jazz-Club cargado de humo, pero en
el que poda disfrutar de muy buena msica, que
le encantaba, y donde una chica guapa se ganaba
bien la vida gracias a las propinas. Lo peor era
volver a casa. Miles de veces se haba planteado
comprarse un coche para as llegar antes y no tener
que pasar por aquellas calles solitarias y
fantasmagricas pero, un mes por una cosa y al
otro mes por otra diferente, nunca haba encontrado
un hueco en el que su economa le permitiese hacer
esa inversin. As, se haba casi resignado a
continuar andando cada noche por el mismo
recorrido hasta que la suerte le proporcionase la

libertad deseada.
Esa noche, las calles estaban extraamente
silenciosas y sus pasos, su respiracin y los latidos
de su corazn resonaban estrepitosamente en los
callejones, creando un desasosiego en Cristine que
le haca, si eso era posible, intentar andar ms
rpido an.
Ya estaba acercndose a su destino. A lo
lejos, entre los edificios antiguos y los contenedores
de basura, poda ver las farolas victorianas que
decoraban su calle. Extraas en esa zona de la
ciudad, pero que se haban mantenido por no s
que decreto de conservacin del patrimonio cultural.
La verdad es que esas farolas fue una de las cosas
que ms atrajo su atencin mientras intentaba
encontrar un lugar donde colocar toda su vida al
sacarla de la casa de su ex. El edificio donde viva
tena una pequea escalera a la entrada y una gran
puerta con cristales grabados que distorsionaban
la luz del vestbulo al filtrarse tmidamente al exterior
iluminando, ligeramente, las barandillas de hierro
forjado que enmarcaban los escalones anchos de
la entrada. El ladrillo rojo predominaba en la fachada
y slo era interrumpido por unas ventanas de
aluminio blanco, de esas de cuadraditos pequeos
de cristal y las contraventanas de listones de madera.
Ella viva en un apartamento en el primer piso, as
que cuando se poda sentar a mirar por la ventana
de su saln, disfrutaba del ajetreo de las personas
que recorran las aceras, con las prisas normales
de la sociedad actual, mientras escuchaba msica
como si fuese la banda sonora de aquel da en
especial. Le encantaba mirar las farolas a punto de

encenderse en el atardecer y los olmos que haba


intercalados entre ellas le enviaban los rayos de sol
a travs de sus hojas blancas y verdes.
Pero aquella noche no haba ningn ajetreo
en su calle, estaba solitaria, como de costumbre a
esas horas, pero al igual que la ciudad
exageradamente silenciosa. Pareca que hasta el
viento se haba detenido para observar, ya que ni
los rboles agitaban sus ramas como solan hacer.
Cristine se dirigi a la escalera de entrada, subi
los anchos escalones de dos en dos y lleg por fin
a la puerta de su edificio. Respir hondo al sentir
la luz del interior que la iluminaba y sac la llave de
su bolso por fin relajada. Al girar la llave, al chasquido
de la cerradura se le sum otro ruido, desconocido
para ella, un sonido parecido al del viento al pasar
por una rendija pero ms leve. De repente not un
gran dolor en el cuello y la oscuridad se apoder
de ella.
Despert despus de lo que parecieron horas,
tumbada en el sof de su saln, en el que tantas
noches se haba quedado dormida viendo alguna
pelcula. Una extraa sensacin le haca sentirse
incmoda, de repente la oscuridad no le resultaba
agobiante como otras veces. A su nariz llegaban
fuertes olores que la envolvan de manera asfixiante.
Poda distinguir cada matiz de esos olores, y esa
misma percepcin le haca tener la mente saturada
por el olfato. Cuando se acostumbr a ignorar las
fuertes alarmas olfativas, descubri que su odo
estaba tambin extraamente sensible. Oa las
hojas de los rboles que apenas se movan como
si alguien frotase papel de lija al lado de su cabeza,

el sonido de una gota cayendo del grifo del lavabo


era como una explosin en su cerebro. De pronto
no pudo controlar nada y el olfato y el odo
empezaron a saturar su pensamiento. Slo pudo
taparse fuertemente las orejas con las manos y
gritar de dolor.
Unas manos fras y fuertes la sujetaron por
los hombros, mientras unos labios pegados a su
frente pronunciaron unas palabras que no se
produjeron ms que en su interior. Duerme, siente
poco a poco, para que maana puedas entender tu
vida y tu nuevo mundo.
No saba cuanto tiempo haba pasado cuando
abri de nuevo los ojos. Sus sentidos ya no
martilleaban en su cerebro, estaban agudizados
pero sin saber cmo haba aprendido a dominarlos
y a filtrar las sensaciones para seleccionar lo que
quera sentir. Por fin, mir alrededor, y se sinti
extraa en su propia casa. Llevaba viviendo all
ms de diez aos y sin embargo ahora cada cosa
que vea le pareca nueva y extraamente ajena.
Un leve sonido delat una presencia a sus espaldas,
se gir rpidamente en el sof y vio la figura de un
hombre sentado en la mecedora que tena al lado
de la ventana, donde ella pasaba las tardes. El
hombre estaba totalmente vestido de negro, no era
de esos zumbados que visten con ropa de cuero o
de lycra y que escuchan msica ruidosa, llevaba
un jersey de cuello alto, de hilo, un poco ancho,
unos tejanos negros y unas zapatillas de piel negras
con los cordones tambin negros. Su ropa y su pelo
contrastaban de forma exagerada con su piel, de
un color blanquecino casi imposible y sus ojos azules

muy claros y vivos, muy brillantes. Era muy delgado,


aunque de complexin atltica y su cara aunque
joven tena un aire de experiencia que daba la
sensacin de no reflejar su verdadera edad.
Aturdida, se qued mirndolo sin entender
nada. Qu haca aquel hombre all? Saba que la
voz que la haba calmado era la de l. Cmo haba
llegado hasta all en aquel preciso momento para
salvarla de la locura? Y lo ms importante, qu le
estaba pasando?
El hombre pareca ignorar su presencia o tal
vez esperaba a que ella dijese algo o hiciese algo
para reaccionar. En su mente se form la idea de
bombardearlo a preguntas y en ese mismo momento
l dijo:
- Hola! Se que te sientes extraa y que tienes
miles de dudas. Pero creme cuando te digo que
todo tiene una explicacin y que la decisin no ha
sido tomada a la ligera. S que no sabes lo que te
ha pasado, pero te dir que no hacemos esto sin
meditarlo concienzudamente. Antes que nada, debo
presentarme. Soy el Varn Gus Von Soheim y
pertenezco a una asociacin secreta que te ha
seleccionado para formar parte de nuestro selecto
club.
Ella no daba crdito a lo que escuchaba, qu
sociedad? Si ella no haba pedido ingresar en ningn
sitio. Abri la boca para expresar todas las dudas
que se agolpaban en su cerebro, pero el Varn
levant una mano para ordenarle silencio. Estaba
claro que tena un montn de cosas que decirle y

que no quera ser interrumpido. Sin saber porqu


obedeci sin rechistar y se qued escuchando
atentamente, como haca cuando estudiaba.
- A pesar de mi apariencia tengo 900 aos y
pertenezco al Clan Von Soheim, una estirpe de
vampiros de las ms antiguas que vino a este nuevo
mundo hace siglos para escapar de la decadencia
y la opresin que haba en nuestro pas natal. No
s si sabrs algo sobre vampiros o eres de ese
montn de personas que piensan que no existimos
y que slo somos fantasas aleccionadoras para
que los nios teman a los extraos y a la oscuridad.
Has podido comprobar que somos de verdad y yo
soy el encargado de ensearte todo sobre nuestro
mundo, que ha pasado a ser tuyo tambin. Por
causa de nuestra maldicin/bendicin no se nos
est permitido procrear, as que slo podemos crecer
o mantener nuestro nmero transmitiendo nuestra
esencia a personas normales y convirtindolas en
vampiros. Cuando una persona se transforma en
vampiro su cuerpo deja de envejecer, mientras siga
alimentndose, as que nos mantenemos con el
mismo aspecto que tenamos cuando nos
transformaron. Por las leyes que nos hemos auto
impuesto debemos mantener un nmero fijo y no
podemos transformar a personas si no es para
sustituir a un vampiro muerto (si, podemos morir,
pero eso te lo explicar en otra ocasin). As que
t fuiste escogida para sustituir a una de nuestras
compaeras y hermana que fue asesinada por Los
Malditos.
- Espera, espera un momento. Crees que
puedes bombardearme con un montn de historias

de miedo y terror, decirme que formo parte de ellas


a partir de hoy, por no s que eleccin y que tengo
que asumirlo y comportarme como si fuese normal!!
De repente una sensacin de sed irrefrenable
acudi a su garganta y sin darse cuenta, asombrada,
salt desde el sof hasta la mecedora dispuesta a
morder a su compaero. Sin inmutarse el se levant
de la mecedora y con una potente mano par su
empuje en el aire y la tumb de golpe en el suelo.
Por mucho que ella intentaba escaparse de su
agarre le resultaba imposible. Los ojos azules se
clavaron en los suyos y ella sinti cmo le
abandonaban las fuerzas y dej de resistirse porque
su cuerpo ya no obedeca sus rdenes.
- Tienes sed. Ahora mismo si no te hubiese
parado me habras matado bebindote toda mi
sangre hasta saciar esa sed maldita. Pero si me
hubieses dejado acabar, sabras que si hicieses
eso te convertiras en uno de ellos. Hoy has de
beber mi sangre, pero con mi consentimiento, para
completar tu transformacin.
Diciendo esto apart la mano que la sujetaba.
Cristine segua sin poder moverse as que no le
haca falta retenerla. De un bolsillo del pantaln
tejano sac un uero de plata finamente labrado y
cuya punta brillaba como si fuese el aguijn de un
escorpin plateado. Extendi su brazo izquierdo y
subi la manga de su jersey hasta el codo. Apenas
acerc el uero a su piel y una fina lnea carmes
apareci en su mueca. Acerco el corte a la boca
de Cristine y el olor de las primeras gotas de sangre
inund sus sentidos, no poda pensar en nada ms,

ni tena otro deseo que el de beber ese ansiado


lquido. Al notar la sangre en sus labios una
sensacin de poder inund su cuerpo, sinti que
una gran energa la llenaba y que la haca cambiar
de una extraa forma. Recuper el control sobre
su cuerpo y sin pensrselo dos veces acerc su
boca a la mueca del Varn y empez a beber el
lquido de la vida. Su corazn lata desenfrenado y
todo su cuerpo vibraba al notar la energa que
recorra su garganta. En un momento se sinti
increblemente viva, tena consciencia de cada
milmetro del espacio que la rodeaba y poda notar
las respiraciones de todos los seres que hacan sus
vidas en la ciudad, como si fuesen gritos. Senta
sus corazones latir en consonancia con el suyo y
por un momento crey estar dentro de cada uno de
ellos.
De repente esa percepcin desapareci dando
paso a un fuerte dolor en su pecho, no entenda
que le pasaba, haba dejado de or los corazones
de las dems personas y tambin el suyo. Llev las
manos a su pecho intentado agarrase el corazn,
como si lo pudiese hacer volver a latir. La respiracin
era cada vez ms dificultosa y el dolor insoportable,
estaba tumbada en el suelo retorcindose de dolor
con las manos apretadas contra su pecho, cuando
de su garganta sali un grito espeluznante que se
fue apagando poco a poco con su ltimo aliento.
Abri los ojos despus de una eternidad, o
eso le pareca a ella. Y lo nico que vio fue ms
oscuridad. Not un olor arcilloso a tierra mojada
que le colm rpidamente el olfato, estaba tumbada
boca arriba en una especie de cama muy blanda y

notaba el tacto del terciopelo sobre el que estaba


tumbada, pero no se poda mover. Al levantar los
brazos y palpar alrededor se sobresalt al descubrir
que estaba en lo que pareca un atad. Una
sensacin de ahogo se apoder de ella y empez
a respirar agitadamente hasta que se desvaneci.
Una luz muy intensa se col filtrndose a
travs de sus prpados e inundando sus ojos de
un color naranja que la hera despus de tanto
tiempo en la oscuridad.
- Levanta perezosa!! Hoy empieza tu nueva
vida y tu primera leccin. Es un da de comienzos
y por lo tanto de esperanzas renovadas y recin
adquiridas.
Era su voz, la maldita y sensual voz del Varn.
Se incorpor y abri los ojos de golpe. Extraada
observ que la nica luz que haba en su saln
provena de un candelabro con cuatro velas que
haba comprado aos atrs en un mercadillo de
segunda mano. Aquella luz ya no le molestaba y
sus ojos se adaptaron asombrosamente rpido al
cambio. Sali rpidamente del atad, an
conservaba ese miedo innato a la muerte y a todo
lo que haca referencia a esta.
- Por cierto, no es necesario que me des las
gracias pero, ese atad es un regalo mo, herencia
de familia. Es el nico sitio que te aislar los sentidos
de forma total para poder descansar durante el da.
Y s, somos criaturas nocturnas, no podemos
exponernos a la luz del sol sin morir calcinados. As
que ms vale que te acostumbres a el, porque te

salvar la vida y tambin de volverte loca con el


ajetreo al que se vern sometidos tus sentidos.
Su voz sonaba como la de los maestros de
escuela cuando estn explicando las lecciones a
sus pequeos alumnos, pero ella no poda dejar de
escuchar. Poco a poco fue enumerando las leyes
bsicas de la vida o no-vida de los vampiros. Ella
absorba toda la informacin aunque an no estaba
muy segura de para qu le servira. Adems de las
leyes normales tambin le explic que su Clan,
como uno de los ms antiguos, deba observar
ciertas leyes pactadas entre los diferentes clanes.
As, un vampiro nunca beber en el territorio de
otro clan si no es por motivo de mxima necesidad.
Ningn vampiro convertir a ninguna persona que
viva en el territorio de otro clan y todas las
conversiones deben ser fijadas y aceptadas por el
consejo del clan. Y la ms importante, ningn
vampiro se alimentar de otro vampiro, bajo pena
de muerte.
Despus de tres horas de leyes, historia y
forma de vida vamprica, Cristine esta empezando
a bostezar. Haba asimilado mucha informacin
pero an as recordaba cada palabra. Saba donde
tena que acudir en caso de necesidad, la historia
completa del clan al que perteneca a partir de hoy
y un montn ms de datos, lugares, nombres y
fechas que se haban grabado en su memoria como
si los supiese desde pequea.
- Bueno Princessa, ahora debemos salir a dar
una vuelta por las calles a oscuras, tienes que
acostumbrarte a tus nuevos poderes y debes

alimentarte para completar tu paso al lado oscuro.


Ponte algo ms apropiado para ir de caza. Te espero
aqu sentado, pero no tardes, que la noche es joven
y hay que aprovecharla.
Subi a su habitacin. Algo apropiado para
salir de caza cmo se supone que debe vestirse
alguien para salir a cazar?? Unos pantalones de
camuflaje, un jersey de lana con coderas y
hombreras de color verde y una gorra??? Ella no
tena nada de eso en su armario, as que decidi
coger lo ms cmodo que tena. Recordando cmo
iba vestido el Varn, se puso unos tejanos, negros,
elsticos que le resultaban muy cmodos, sus botas
preferidas, una camiseta de algodn negra de manga
corta (le encantaba aquella camiseta por el dibujo
hecho de brillantes cristalitos que formaban unas
alas de ngel) y cogi su cazadora negra de piel
justo en el momento en que el Varn se present
en la puerta de su habitacin para buscarla.
- Vamos Princessa, la muerte no suele esperar
a nadie y menos a los hambrientos.
Al salir a la calle un montn de magnficos
olores inundaron sus sentidos. Los rboles le
susurraban al odo y un montn de presencias
sensuales se formaban como imgenes en su mente.
Slo la voz de Gus consigui sacarla de su xtasis
sensorial al apremiarle a que la siguiera. Corrieron
por las calles, ella no saba dnde iban ni se fijaba
en el camino. Senta una vitalidad nueva y
embriagadora, corra y vea pasar las calles como
antes nunca haba sentido. Sin darse cuenta haban
llegado al centro de la ciudad y apenas sin esfuerzo.

No se senta cansada, no respiraba con dificultad


y senta que poda haber seguido corriendo horas
y horas.
- Cristine. A partir de aqu comienza la caza.
S que te sientes eufrica, tus sentidos y tu fuerza
han aumentado y tu cerebro an no se ha
acostumbrado a tu poder. Pero La Caza no es un
asesinato ni una masacre. Escogemos a nuestras
vctimas con cuidado y disfrutamos de cada
momento de la persecucin y del final de su vida.
Con una sola persona por noche tenemos suficiente
para vivir y conservar nuestro potencial al mximo,
as que ese es el nmero que marcan nuestras
leyes. Ningn vampiro puede matar a ms de una
persona para alimentarse y slo puede matar para
comer, no por el placer de sentirse superior. Solo
Los Malditos han abandonado esa gua, matan sin
sentido y slo por el placer de hacerlo.
Empezaron a caminar por una de las calles
principales de la ciudad. Era de esas calles
abarrotadas de gente e iluminada por las luces de
los escaparates de las tiendas. Las anchas aceras
parecan un hervidero de almas y Cristine poda
percibir los latidos de cada una de las personas que
la rodeaban. Haba corazones acelerados, acuciados
por las prisas y el estrs. Otros latan de forma
sosegada, a contracorriente con las prisas del resto
del mundo. Haba latidos dulces y golosos y otros
duros y speros que daban una idea de la persona
a la que pertenecan. De pronto un latido se alz
de entre la multitud y capt su atencin. No se
pareca a ninguno de los que haba sentido hasta
ahora. Este la llamaba y la atraa de una forma

melodiosa, como si crease una msica que slo


ella pudiese escuchar y sonase especialmente para
ella.
Gus se dio cuente de su distraccin, la mir
fijamente a los ojos y sin mediar palabra mir en la
direccin de donde provenan los latidos. Los dos
estaban parados delante del cristal de una cafetera.
En un reservado que se vea desde la calle haba
una chica sentada, agarrando un vaso de papel con
las dos manos. El calor del caf calentaba sus
manos que estaban coloradas, pero su cara era de
un tono plido, no muy comn. Tena los ojos
grandes y marrones, era delgada y sus curvas
estaban ocultas por un montn de ropa negra con
hebillas y adornos metlicos. Llevaba una camiseta
de manga larga de rallas horizontales blancas y
negras cuyas mangas le llegaban hasta las palmas
de las manos. En contraposicin con su imagen
monocromtica, su pelo era de un tono violeta o
rojizo (muy difcil de distinguir). Algo atraa a Cristine
hacia ella y supo que tena que entrar a hablar con
esa persona a pesar de interrumpir su caza y su
iniciacin. Entonces Gus la cogi de una mano y le
dijo.
- Veo que ya has escogido a tu primera vctima.
He notado sus latidos y tambin he sentido el efecto
que han causado sobre ti. Acabas de aprender el
mtodo por el que escogemos a nuestras vctimas
o ellas nos escogen a nosotros. Entra y gnate su
confianza, a partir de ahora ests sola en tu primera
caza.
Cristine se acerc a la puerta del caf y se

qued plantada delante sin atreverse a entrar. No


saba muy bien porqu, pero la determinacin de
unos momentos antes haba desaparecido de
repente. Una pareja se acerc a la puerta, el chico
abri y sujet la puerta mientras la chica sala. Al
ver a Cristine all parada no solt la puerta y con la
otra mano y un guio invit a Cristine a entrar. Todas
sus dudas desaparecieron y con una sonrisa se
dirigi al encuentro de aquella dulce chica.
Sin pensrselo dos veces, se sent en el
reservado enfrente de la chica del latido atrayente.
Ella no se inmut, segua agarrada al calor del vaso
y de vez en cuando se acercaba el borde a la boca
para beber un poco del humeante caf. Cristine
estaba enfrente de ella mirndola fijamente, sin
pestaear y sintiendo, ms intensamente sus latidos
y el sonido de su sangre al recorrer su cuerpo. Sin
ni siquiera darse cuenta sus ojos recorran las pocas
zonas de piel que quedaban visibles debajo entre
tanta tela negra y se detena aqu y all cuando un
latido provocaba un ligero movimiento en las venas
que poda intuir.
Al poco, aquella chica detuvo su ejercicio para
entrar en calor y se puso a mirar fijamente a Cristine.
Durante unos instantes parecieron dos efigies, la
una atrapada por la mirada de la otra. Hasta que
una voz sac a Cristine del embrujo de aquellos
grandes ojos.
- Hola!! Supongo que tendrs alguna razn
para sentarte conmigo y mirarme de ese modo.
Pero al menos me gustara que me la explicases.
No es que no me guste que me mires, es que me

parece una prdida de tiempo compartir las miradas


sin saber los motivos que las provocan.
Cristine se qued parada. No esperaba esa
reaccin. En realidad no saba lo que deba esperar
y se limit a mantenerse en silencio mirando a los
ojos de aquella chica. Sinti ganas de contarle todo
lo extrao de la noche anterior, de adoptarla como
confesora de sus dudas y miedos, pero algo en su
interior le deca que no poda cometer ese tremendo
error. As que sigui observndola durante un rato
ms. No puso evitar sentir el sonido de su sangre
circulando por las venas de su cuello, esas que
haba observado ntimamente, tmidamente y que
seseaba con todas sus fuerzas. En un momento
unas palabras se formaron en su boca, no saba de
dnde le haba venido el impulso, pero las lanz
sin pensar y sabiendo que seran las justas para
conseguir su objetivo.
- No he podido evitar fijarme en tu mirada,
desde que he pasado por el escaparate y he mirado
hacia dentro. Te aseguro que nunca he hecho esto,
pero al verte me he dado cuenta de que deba
conocerte y he decidido entrar a hablar contigo.
Puede que te sorprenda mi actitud, pero te aseguro
que esto es lo menos extrao que me ha pasado
ltimamente.- Los ojos de Cris permanecan en todo
momento clavados en los de la chica y senta como
si sus palabras slo sirviesen para complementar
lo que decan sus ojos.- Si te soy sincera, me molesta
mucho este ambiente, el humo, el ruido el intenso
olor a comida y si no te importa me encantara
invitarte a pasear en una noche tan perfecta por la
ciudad.

- De acuerdo, vamos. De todas maneras aqu


no hay nada interesante y ya me he quitado el fro
de la noche con este caf.
Las dos salieron juntas del local ignorando
las miradas sonrientes de los pocos asiduos que
an permanecan aumentando su borrachera en la
barra. Cristine caminaba detrs tranquilamente,
observando los movimientos de esa chica,
explorando su olor, sus latidos y el sonido de su
piel al rozar con la ropa en cada movimiento.
Caminaban sin rumbo, ajenas al resto de personas
que a esas horas caminaban ausentes por las calles.
Iban caminando lentamente, paseando y sintiendo
los latidos de la ciudad. Sin pensarlo se encontraron
en un gran parque, oscuro y desierto que quedaba
muy cerca de la casa de Cristine.
Se sentaron en un banco y empezaron a
hablar de sus gustos, de lo que las haba llevado
a salir aquella noche a pasear y de lo que buscaban
en esa ciudad. Por supuesto Cristine ocultaba su
verdadera razn y aunque nunca antes se le haba
dado demasiado bien inventar historias, le dijo que
se haba sentido atrada por la temperatura de
aquella noche y que haba sentido un impulso
repentino de caminar por las calles y ver cmo viva
su ciudad a esas horas. Poco a poco se dio cuenta
del montn de cosas en comn que tena con aquella
chica, a pesar de la diferencia de actitud ante las
situaciones y de los recientes acontecimientos, que
haban cambiado su forma de ver el mundo, toda
su vida anterior haba tenido las mismas dudas y
anhelos que aquella chica.

No obstante, se encontraba inquieta, no slo


por sentirse intimidada por la mirada intensa de ella,
sino por algo que remova su interior. Si vista se
desviaba sin querer a sus labios, a las venas de su
cuello que senta palpitar y en las que oa los latidos
de su joven corazn. Se fue acercando poco a poco
a su cuerpo, el calor que emita su piel la asfixiaba,
lo senta tan intensamente a causa de su nuevos
poderes, como si hubiese tenido su cuerpo
desnudo sobre el suyo. No comprenda muy bien
el porqu, pero esa voz que se haba alojado en su
cabeza le indicaba lo que deba hacer, le anunciaba
sus acciones y cmo deba ejecutarlas. Mientras la
chica hablaba, Cristine acerc una mano a su mejilla
y apart un mechn de pelo, que tapaba ese intenso
color rosado, con una ligera caricia. La chica, al
sentir el roce de sus dedos, se extra al principio
(Cristine supuso que por el fro de su piel) pero
despus al acostumbrarse a ese contacto, cerr los
ojos apaciblemente y entreabri los labios. Un
impulso incontrolable la atrajo hacia aquellos labios
carnosos y hmedos que empez a devorar sin
comprender el motivo y que disfrut de una manera
que jams hubiese esperado. Senta los latidos de
ese tierno corazn palpitando en sus labios, un
hambre inmensa comenz a brotar en su mente y
sinti como sus colmillos salivaban anunciando el
festn. Abandon ese duelo frentico y recorriendo
el camino con suaves beso dirigi su ansia hacia
el cuello de la chica, que emiti unos gemidos de
placer por las caricias recibidas.
Cristine no poda controlarse y preparando
su accin separ ligeramente los labios del cuello
de la chica, ella totalmente dominada por la

intensidad de sus besos susurr:


- No pares ahora, por favor Me encanta.
Y como si de una orden se tratase sus colmillos
se clavaron directamente en aquella yugular que
tanto la atraa, en aquella fuente de vida que llevaba
horas llamndola sin cesar. El corazn, inflamado
por la excitacin de la chica, bombeaba con fuerza
la sangre hacia la garganta de Cristine, que
devoraba, se alimenta y saciaba su sed con ansia
depredadora. Poco a poco fue notando cmo sus
latidos perdan fuerza, como su energa se iba
apagando como la llama de una cerilla rodeada de
la oscuridad en la que se estaba sumiendo. Cristine
se asust, sui conciencia empez a gritarle dentro
de la cabeza, a pelearse con esa otra voz que haba
dictado todos sus actos hasta entonces y con una
sensacin de terror se apart de aquel cuello y solt
su mordisco asesino.
La muchacha cay, apenas sin vida, sobre
sus brazos, como si toda su energa se hubiese
esfumado. Y los ojos de Cristine se anegaron en
lgrimas de tristeza y reproche por el crimen que
haba estado a punto de cometer. De repente unas
fuertes manos la apartaron de su victima y
horrorizada vio como Gus, su maldito mentor, la
arrancaba del lado de aquella preciosa mueca de
trapo para partirle el cuello con un simple movimiento
de su mano.
Cristine salt llena de furia, al cuello de su
mentor. El impacto de sus manos hizo que este
soltase el cuerpo sin vida de la chica y con esa

presa mortal lo estrell contra un rbol que haba


detrs del banco. Deseaba matarlo, acabar con esa
triste vida que haba cometido aquel horrendo
crimen. Deseaba con todas sus fuerzas destrozar
esa garganta que estrechaba entre sus manos.
De un tremendo manotazo Gus la tir al suelo,
liberndose de su presa y con una orden de su voz
hizo que su cuerpo se paralizara como agarrado
por sogas invisibles al suelo del parque.
- Pero no has escuchado nada de lo que te
he dicho? O acaso eres tan tonta o ests tan loca
como para no haberme credo? Te he explicado lo
les pasa a los pobres que no son convertidos por
alguien con el conocimiento necesario, no creas
que todo es un juego, la vida de muchas personas
depende de una minscula decisin, slo existe un
paso muy corto entre la vida y la muerte, estabas
a punto de condenar a esta pobre criatura a vivir
en medio de ese lugar sin nombre.
Cristine not cmo las palabras de Gus se le
colaban en el cerebro y se instalaban en su inerte
corazn. Poco a poco fue sintiendo cmo la calma
retornaba a su espritu y as las ataduras invisibles
fueron liberadas dejando que volviera a controlar
sus movimientos.
Estaba furiosa, pero haba comprendido la
crueldad de su acto y a pesar del dolor que haba
sentido tambin comprendi la necesidad de
arrebatar definitivamente la vida de sus victimas.
Se jur que nunca ms dudara de la palabra de
Gus y por supuesto que prestara toda la atencin

necesaria para aprovechar las lecciones que la


ayudaran a vivir su no-vida desde aquella noche.

Ella
Soy metdico y organizado, casi siempre sigo
las mimas rutinas. Mis amigos dicen que soy
obsesivo compulsivo, pero no es as, yo no tengo
que apagar 25 veces la luz del recibidor antes de
salir de casa por miedo a que si no lo hago mi familia
muera, pero sin embargo suelo hacer siempre lo
mismo al levantarme, suelo tener todas mis cosas
ordenadas de una manera determinada, para luego
encontrarlas mejor y s, cuando tiendo la ropa las
prendas tienen que tener las pinzas del mismo color,
pero eso slo significa que tengo gusto por una
esttica ordenada y concordante y que al trabajar
de analista informtico, mi mente est acostumbrada
a ordenarlo todo y a analizar cada aspecto de la
vida de forma esquemtica.
Cada maana cuando me levanto de la cama
siempre hago lo mismo, siempre me levanto antes
que ella. Silenciosamente me ducho, me lavo los
dientes y me visto para estar preparado. Me encanta
mirarla durmiendo, es tan dulce, su pelo se alborota
sobremanera por la noche, pero eso slo le da un
aire despreocupado y casero que la hace ms
atractiva. Siempre duerme con un pijama viejo, muy
ancho, creo que era de su padre. Pantalones a
cuadros y una camiseta negra que se le ajusta al
cuerpo y deja a la imaginacin la forma de sus
pechos. Por supuesto, siempre, siempre se mete
en la cama con calcetines, aunque luego se los

quite en mitad de la noche cuando la su cuerpo ha


recuperado el calor. Estoy seguro de que su imagen
al levantarse, con esa ropa dejada y los pelos
alborotados puede parecer poco sexy, pero a mi
me encanta, la siento tan cerca al verla as.
Cada maana despus de apagar el
despertador se levanta de un salto de la cama. Yo
me quedo mirndola y todos los das sonre al nuevo
amanecer, es tan alegre que contagia sus sonrisa
a todo el mundo, ilumina todo a su alrededor y te
hace olvidar todo lo malo del da anterior. Siempre
me sorprende lo rpido que se desprende de su
pijama, casi en un abrir y cerrar de ojos est desnuda
y se dirige a la ducha. Ese es el mejor momento de
la maana. Puede que muchos piensen que soy un
pervertido por mirarla de esa manera, pero es que
ver las gotas de agua resbalando por su piel
Tantas veces mi mente ha cabalgado desenfrenada
en esos momentos, siempre he deseado entrar con
ella, abrir la mampara y sorprenderla con mis besos.
Me encantara recorrer los caminos dibujados por
el agua en su brillante piel con mis dedos, con mi
lengua, y fundir nuestros cuerpos en un abrazo
eterno bajo el calor del agua de ls ducha. Sus manos
recorren metdicamente cada milmetro de su piel,
esparciendo el gel por todo su cuerpo y yo anhelo
ese trato en mi piel. Pienso en ponerme de cara a
la pared y sentir cmo sus manos enjabonan mi
espada, mi culo, mis piernas y cmo rodendome
con sus brazos y pegando sus pechos a mi espalda,
aplica el mismo cuidado en mi pecho, mi barriga y
cmo traviesa se detiene en mi ereccin, inevitable,
para masajearme con una sonrisa pcara y excitarme
an ms. Mis manos no pueden hacer ms que
sumarse a sus caricias y echados los brazos hacia

atrs agarro sus nalgas fuertemente y las masajeo,


pegando an ms su cuerpo al mo. Mis dedos
juguetones se cuelan entre su culo encontrando su
sexo mojado por el agua y por la excitacin de
nuestros masajes. Siempre me ha sorprendido lo
caliente que es, a pesar de la temperatura del agua,
mis dedos se queman al entrar en ella, al penetrarla
poco a poco y al sentir cmo, an ms excitada su
sexo se abre an ms.
-Deja de jugar con tus manos y date la vuelta.susurra en mi odo. Me comporto como un autmata
y me giro casi bruscamente con una de sus manos
an sujeta a mi miembro a punto de estallar.
No puedo negar mis deseos, no puedo dejar
de mirarla y de acariciarla, pero por si se me ocurriera
estropear ese momento con alguna estpida frase,
ella me cierra la boca con su labios, rodeando mi
cuello con sus brazos y aferrndose a el como si
en cualquier momento pudiera caer al vaco. Mi
sexo hinchado se pega a su vientre y con la presin
lo siento palpitar entre los dos, ella tambin lo siente
y mirndome a los ojos, con una sonrisa en sus
labios, da un saltito y me rodea la cintura con sus
piernas. Comprendo al momento su juego y
apuntndolo con la mano coloco mi verga en la
entrada ardiente que ella me ofrece. Entonces como
activado por un resorte disparado al sentir su
contacto, empieza la locura, el desenfreno de
nuestros cuerpos enlazados y ensartados el uno
en el otro. La sujeto por el culo y acompao su
sacudidas que hacen que entre y salga de su calor,
de su ardiente cuerpo a un ritmo endiablado, sin
embargo no quiero terminar, no quiero que este
momento se acabe nunca, es tan delicioso sentir

sus cuerpo rodendome, estar dentro de el y cmo


el agua nos baa a los dos mezclndose con nuestro
sudor, nuestra saliva y el fruto de nuestro sexo que
parara el mundo en ese instante preciso en que
ella se convulsiona y se agarra fuertemente a mi,
su boca se aferra a la ma y nuestros orgasmos se
unen bajo la lluvia artificial a la vez que nuestros
cuerpos son arrastrados por el agua, liberados del
ardor y fundidos como dos muecos de barro con
un abrazo eterno y miles de besos.
Cada da ella sale de la ducha y me deja as,
absorto en mis deseos y soando con tenerla a mi
lado para hacer realidad esos sueos hmedos que
manchan cada maana la alfombra que hay al lado
de la ventana de mi saln, desde la que veo cada
maana, a travs de la de su habitacin cmo se
prepara para ir a trabajar, hasta que un da rena
el valor para hablar con ella.

Recuerdos
Haca mucho tiempo que no hablaba con mi
madre y aquella tarde, al or su voz en el contestador,
supe que algo grave haba pasado.
- Pol, cario. Te llamo para avisarte que pap
muri anoche. Se que hace muchos aos que no
hablamos pero debes saberlo. Pasado maana ser
su entierro y me gustara que vinieras para
acompaarme.
Me qued parado, extraado y confuso, sin
saber si lo que haba escuchado era cierto o slo
fruto de mi imaginacin. Haca ms de 10 aos que
no saba nada de l. Me fui de casa despus de
una de tantas y tantas discusiones que tenamos
sobre mi futuro. El se empeaba en que estudiase
mecnica para que entrase a trabajar en su empresa,
no era capaz de entender que a mi no me gustase
trabajar donde el llevaba 30 aos de su vida,
encerrando, a mi parecer toda posibilidad de usar
su inventiva e imaginacin. As que me march,
busqu un lugar para vivir y un trabajo sencillo que
me permitiese vivir y estudiar Historia del Arte.
Al da siguiente me acerqu a casa de mis
padres. Mi madre, que siempre me haba apoyado
y que haba intentado volver a juntarnos muchas

veces me recibi con los ojos llorosos. Ella amaba


inmensamente a aquel hombre, con el que haba
compartido toda su vida y a pesar de su tozudez
su amor no haba hecho ms que crecer con los
aos. Hablamos durante horas, o ms bien habl,
ya que tena tantas cosas que contarle y as pasamos
aquella tarde antes del funeral en la que consegu
que su cabeza dejase de pensar por algunos
pequeos momentos en la tremenda prdida que
haba sufrido.
Nos despertamos temprano y nos marchamos
al cementerio. Muchas personas que no conoca y
familiares que no recordaba, se acercaron a nosotros
para darnos sus condolencias y alabar a ese hombre
que, con el tiempo y la distancia, se haba convertido
en un extrao para m. Yo no me separ del lado
de mi madre, sirviendo de apoyo aquel da para su
cuerpo que se volvi de repente ms pequeo y
frgil de lo que yo recordaba.
Pasamos el trmite y despedimos a todos con
un leve saludo para volver rpidamente a nuestra
casa. Haba pedido permiso en la editorial y decid
quedarme con mi madre para ayudarla a arreglar
todo, ahora que estaba sola. Decidimos que yo
arreglara los papeles con el seguro y dems. Por
lo visto, mi padre ya tena todo preparado para la
llegada de aquel da y para que mi madre no tuviera
problemas tras su muerte con las escrituras de la
casa ni el dinero del banco. As que aquella misma
maana qued todo preparado con un par de firmas
de mi madre. Tomamos la decisin de revisar el
garaje y el taller que mi padre tena all montado,
para deshacernos de los trastos y despus de comer

me dispuse a hacer limpieza, esperando


encontrarme un montn de cachivaches inservibles.
Nada ms entrar en el garaje me llam la atencin
el coche de mi padre. A pesar de los aos segua
como el primer da, como yo lo mantena en mi
recuerdo. No haba vuelto a pensar en aquellos
das y los recuerdos empezaron a brotar en mi
cabeza ante la visin de aquel SEAT 600.
Una atraccin irrefrenable me hizo sentarme
al volante de aquel antiguo coche y al agarrar el
volante y sentir el cuero del asiento bajo mi cuerpo,
como si de una pelcula antigua se tratara,
empezaron a aparecer ante mis ojos aquellos viajes
que haca montado en el asiento del copiloto, con
mi padre al volante, aquellos eternos viajes de
verano que haca toda la familia sin prestar atencin
a lo apretados que viajbamos en l. Cuando se
montaba en aquel coche que tanto cuidaba, se
transformaba en otra persona y el orgullo de llevarme
y ensearme como funcionaba todo, le haca ser
ms dulce y cercano que de costumbre. Cuando
me hice mayor y mis manos ya podan ayudarle,
no slo viajaba con el, tambin me dejaba participar
en sus tardes de mantenimiento. Me enseaba
mecnica y as, entre los dos ponamos a punto
aquel coche que se mantena imperturbable mientras
el resto de la familia nos bamos haciendo mayores
y distancindonos poco a poco.
No haba vuelto a pensar en aquellos das
desde que march de casa de mis padres. Y en
ese momento me di cuenta de que, a pesar de no
prestarles atencin, esos recuerdos se haban
grabado intensamente en mi memoria. Ca en la

cuenta de que el primer coche que me haba


comprado, con el dinero que gan en mi primer
trabajo, haba sido un SEAT Ibiza de segunda mano
y que me pas un montn de fines de semana
arreglndolo, como mi padre me haba enseado,
hasta que consegu que pareciera nuevo. Viajando
en aquel coche me encontraba muy a gusto y hasta
ese momento no haba cado en la cuenta del
porqu. El haber arreglado aquel coche me acerc
a los recuerdos de mi infancia y me haca sentirme
como en casa a pesar de pensar que me haba
desvinculado por completo de mi familia.
Le ped a mi madre permiso para llevarme
aquel coche y acab de arreglar todos los trastos
del garaje para que ella pudiera utilizarlo.
En el viaje de vuelta no poda parar de pensar
en aquellas tardes, encerrado en el garaje con mi
padre, en lo orgulloso y feliz que me senta cuando
me felicitaba por hacer bien algo de lo que me haba
enseado y llor. Llor por haberlo perdido, por no
haber estado a su lado y por la estupidez de haber
desperdiciado todo lo que podra haber compartido
con l.
Deseaba llegar a casa para abrazar a mi hijo
y me promet no cometer los mismos errores.
Ensearle todo lo que mi padre me haba enseado
para que su memoria perdurase para siempre y
sentirnos ms cerca de mi padre.

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