Final CLARET y Pablo
Final CLARET y Pablo
Final CLARET y Pablo
eleccin (cf. Hch 9,15), llevando el nombre de Jess, no buscando ms que la gloria de Dios y la
salvacin de las almas; no teme las crceles ni las cadenas; no le arredran los azotes ni la amenazas de
muerte le detienen (cf. 2Co 11,23); no hay ms que leer los Hechos Apostlicos y las cartas que nos dej
escritas para ver lo que hace un sacerdote lleno de espritu eclesistico... (EE p. 286).
1.2.1. La incidencia de Pablo en la vida de Claret
No hay duda de que Pablo es para Claret modelo de identificacin vocacional. A lo largo de su
vida se advierte esa carga paulina, que lo va empapando y transformando. Veamos algunos hechos de su
vida en este sentido:
- De su adolescencia, transcurrida en Barcelona, nos dice: Yo mismo, como San Pablo, me
ganaba con mis manos lo que necesitaba para comida, vestidos, libros, maestros, etc. (cf. 1Co 4,12; 1Ts
2,9) (Aut. 56).
- Ya el origen de la vocacin de Claret tiene un sabor profundamente paulino: Claret tuvo una
sensacin parecida a la de San Pablo y debi hacerse a s mismo la misma pregunta del Apstol: "Seor,
qu quieres que haga?" (Hch 9,6). Me hall como Saulo en el camino de Damasco; me faltaba un
Ananas que me dijese lo que haba de hacer... (Aut. 69).
- En la ordenacin de dicono le impresionan las palabras del ritual: No es nuestra lucha
solamente contra la carne y la sangre, sino tambin contra los prncipes y potestades, contra los adalides
de estas tinieblas (Ef 6,12) (Aut. 101).
- Pablo aparece como patrono y abogado en la Hermandad Apostlica, que es como un
anteproyecto de la Congregacin de Misioneros (cf. CCTT, p. 105).
- La definicin del misionero es de claro y fuerte corte paulino; parece arrancada de una de las
cartas de San Pablo; y es como una descripcin del lema: La caridad de Cristo nos urge (2Co 5,14).
En ella aparece reflejada la personalidad interior de Claret y la fuerza apasionada de su celo apostlico,
as como la vinculacin entre el ser hijos del Corazn de Mara y la condicin de misionero apostlico
de cada uno de los miembros de la Congregacin. El Papa Pablo VI, en la audiencia que concedi a los
capitulares en 1973, deca de ella: Ved ah, proyectado hacia vosotros, todo un programa de santidad,
fundado en la renuncia valiente de s mismo, fruto de su fecunda vitalidad evanglica. Os seala
claramente, con expresiones de neto dinamismo paulino, el bien a que debe aspirar vuestra vida personal
y comunitaria; el seguimiento y la imitacin de Cristo a impulsos de una caridad siempre operante
(Documentos Capitulares 1973, p. 13).
- En sus aos de misionero apostlico deca: Lucrum mori (Fil 1, 21). Mi ganancia sera morir
asesinado en odio a Jesucristo (Aut. 466). Ms tarde, en el Concilio Vaticano I, se referir al atentado
sufrido contra su vida en Holgun hacindose eco de la experiencia de Pablo (Ga 6,17): "traigo las
cicatrices de nuestro Seor Jesucristo en mi cuerpo" (EA p. 491).
- Al final de su vida Pablo dice: Yo estoy a punto de ser derramado en libacin y el momento
de mi partida es inminente. He competido en la noble competicin, he llegado a la meta en la carrera, he
conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Da me entregar el
Seor, el justo juez; y no solamente a m, sino tambin a los que hayan esperado con amor su
manifestacin (2Tm 4,6-8). Es la culminacin de la vida de un apstol, que Claret expresa en trminos
parecidos: Me parece que ya he cumplido mi misin. En Pars [y] en Roma he predicado la ley de
Dios: en Pars, como capital del mundo, y en Roma, capital del catolicismo; lo he hecho de palabra y
por escrito. He observado la santa pobreza (carta a Currius, 2-10-1869: EC, II, p. 1423).
- Claret expresa tambin con trminos paulinos la experiencia de los ltimos aos de su vida.
As leemos en sus ltimos propsitos, Tengo deseo de verme libre de las ataduras de este cuerpo y
estar con Cristo (Flp 1,23). Como Mara Santsima, mi dulce Madre (EA, p. 588).
ellos clave infalible para descubrir con la mayor seguridad la voluntad de Dios.
La centralidad de Jess en sus vidas, la vivencia profunda del Misterio de la Eucarista, el amor
a la Iglesia, la atencin a la accin del Espritu que suscita en la comunidad cristiana mltiples
carismas, el reconocimiento de la responsabilidad y la misin de todos en el seno de la comunidad
cristiana, la conviccin sobre el primado de la caridad, son, entre otros, aspectos fundamentales que
aparecen en la experiencia y en el pensamiento de Pablo y de Claret. A ello se une una conciencia
profunda sobre la urgencia de la tarea evangelizadora: Ay de m si no evangelizo! (1Co 9,16). En el
fondo, ambos han intentado programar la propia vida a partir de las bienaventuranzas en orden a la
misin evangelizadora.
2. CLARET Y PABLO
Pablo y Claret entran en la cadena de los enviados a anunciar la salvacin que Dios ofrece:
profetas, Cristo, apstoles, misioneros apostlicos. Claret y Pablo no son mitos creados por la
conciencia colectiva, ni enigmas que escapen a la sencilla observacin de sus contemporneos; son
personajes histricos, que han actuado a la luz del sol, sin que ninguno de ellos haya podido o
pretendido enmascarar su propia personalidad. De sus vidas, de sus escritos y de los testimonios que
han llegado hasta nosotros emergen con claridad como personalidades fuertes, cada una en su propio
mbito y en su propio contexto histrico.
Claret y Pablo poseen una estructura mental y cordial muy parecida, que nace de la afinidad
caracterolgica y temperamental, as como de la vocacin misionera que cada uno de ellos ha recibido
de Dios. Ambos son sensibles al honor: de ah que con frecuencia hagan apologa de su ministerio,
poniendo de relieve con fuerza su limpieza de miras en la accin apostlica.
Es importante constatar cmo Pablo y Claret se prepararon a su misin a travs de un contacto
profundo con la Palabra de Dios que forj dentro de ellos la audacia de la profeca. Y tambin lo es
darse cuenta de cmo su accin apostlica va refrendada por una coherencia de vida que expresa la
radicalidad de su compromiso en el seguimiento de Cristo. Ah encuentra apoyo la afirmacin, tantas
veces repetida por ambos, que no se predicaban a s mismos, sino a Cristo (cf. 1Co 1,23) y que no
queran saber otra cosa sino a Jesucristo y ste crucificado (cf. 1Co 2,2).
Accin y contemplacin aparecen en las vidas de estos dos grandes apstoles como realidades
armnicas y complementarias que convergen en su pasin por el anuncio del Evangelio. Ambos se
gastan y se desgastan en el servicio de la Iglesia. San Pablo nos dice: Por mi parte, muy gustosamente
me gastar y me desgastar totalmente por vuestras almas (2Co 15,14). Y Claret expresa lo mismo al
hablar del fin que me propona cuando iba de una poblacin a otra enviado por el prelado (Aut. 199213).
Sin embargo, tanto en uno como en otro se notan tambin carencias que provienen del carcter,
del ambiente en el que se movieron, de la cultura asimilada y de otros factores histrico-ambientales que
les rodearon a lo largo de sus vidas. Pero sustancialmente el tejido de sus vidas aparece como una
unidad compacta cuyo eje central fue la misin a la que haban sido llamados y para la que haban sido
consagrados.
2.1. Hombres de Dios alcanzados por Cristo
Por lo que podemos deducir de sus escritos y de otros testimonios, tanto Pablo como Claret
tuvieron un natural fundamentalmente religioso y recibieron una buena educacin religiosa en su
infancia. En su juventud ambos fueron atrapados por Cristo. Pablo, fascinado y seducido por Cristo
Jess (Flp 3,12), hace una opcin radical por l y por su causa. Otro tanto le sucede a Claret: en los
aos de su mocedad, desengaado, fastidiado y aburrido del mundo (Aut. 77), opta por lo absoluto,
considerando, lo mismo que Pablo, que todo es prdida ante el sublime conocimiento de Cristo Jess:
Supongo que el buen cristiano - observa Claret - despus de su oracin mental, dir, como San Pablo,
que las cosas de este mundo las reputa todas como estircol (cf. Flp 3,8) (EE p. 358). Su conversin al
Evangelio encontrar su plena expresin en su compromiso por anunciarlo. Son particularmente
significativos los textos de Flp 3,8-12; 2Tm 1,12; Flp 4,3, que encontraron su resonancia particular en
la vida de Claret.
Claret, alcanzado por la gracia de la Palabra de Dios, en un primer momento se encuentra
desorientado: Me hall como Saulo por el camino de Damasco; me faltaba un Ananas que me dijese lo
que haba de hacer... (Aut. 69). Luego, durante sus aos de seminario, se intensifica en l la pasin por
la Palabra de Dios, bajo la fuerza persuasiva y estimulante del obispo Corcuera (cf. EA, p. 150, nota
2), hasta el punto de que - como dir ms adelante el P. Clotet - no dejaba de las manos las Sagradas
Escrituras (Resumen..., p. 125). Este inters va acompaado de una vida de oracin que le va
adentrando en el misterio de la presencia de Dios. Sobre su poca de seminarista escribe: En Dios
vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,28) (...) como el pez en el agua o el pjaro en el aire (EA,
p. 415; cf. EE, p. 79). En la ordenacin de dicono le impacta el conocido texto paulino: Ef 6,12 (cf.
Aut. 101), que le ayuda a interpretar experiencias espirituales anteriores y le impulsa a emprender la
lucha contra las potencias del mal y a asumir los sufrimientos que tendr que padecer a causa del
Evangelio (Aut. 95-98).
Durante toda su vida, Claret apelar a San Pablo como clave de comprensin de sus propias
experiencias y de su misma persona, para comprender los planes del Seor sobre l, para explicarse las
vicisitudes de la vida que tuvo que sufrir y para dar un sentido global a su existencia.
En los ltimos aos de su vida, fuera de su ambiente apostlico, calumniado y perseguido, se
centra en la experiencia del misterio pascual de Cristo, contemplado siempre en clave apostlica (cf.
Aut. 762; 658, 679, 694, 698, 742, 748s., 752, 754, 756, 798; EA pp. 561, 569, 588, 610, 613, 615,
616, 617, 618, 623, 752). En esta poca aparecen sobre todo textos de San Juan (18,11) y de San Pablo
(Ga 2,20; 6,14; 2Tm 2,10; Col 1,24).
El Cristo de Pablo, lo mismo que el de Claret, es el Cristo de la Pascua: aquel que,
paradjicamente, alcanz la gloria desde la humillacin de la cruz.
2.1.1. Segregados para anunciar el Evangelio
San Pablo reconoca que Dios le haba escogido desde el seno materno: Cuando Aquel que me
separ desde el seno de mi madre y me llam por su gracia, tuvo a bien revelar en m a su Hijo, para
que le anunciase entre los gentiles, al punto... me fui a Arabia (Ga 1,15-17). El P. Claret, en los
ejercicios de la fundacin de la Congregacin, hablando acerca de la vocacin aduce este mismo texto
paulino, y en seguida comenta el ejemplo del Hijo enviado, que, a su vez, llama a los Apstoles y llama
a Pablo: Qu gratitud, correspondencia! Nunca ms pierde de vista su vocacin (CCTT p. 564).
Pablo fue testigo de la resurreccin (1Co 15,8) y fue constituido luz de los gentiles (cf. Hch
13,47). Claret es elegido para regenerar la sociedad desfallecida de su tiempo con el testimonio de la
pobreza y de la evangelizacin, siguiendo las huellas de Jess, de los Apstoles y del mismo Pablo.
Fue la Palabra de Dios la que produjo el cambio y proporcion la orientacin vocacional tanto
en Claret como en Pablo; y desde ella recibieron el impacto misionero de los profetas, Jess, los
Apstoles... La llamada de Dios los orienta en una clara direccin: el deseo de configurarse con Cristo,
llegando a ser una copia lo ms perfecta posible de l y de los Apstoles, seguidores y testigos de Jess
antes y despus de su resurreccin.
2.1.2. En contextos histricos distintos
Pablo y Claret se encuentran en situaciones sociales y culturales diversas. Ambos supieron
captar el sentido teolgico del tiempo (VC 73), vivirlo como tiempo de salvacin y responder a sus
capacidad.
La realidad del mundo de su tiempo hizo que Claret descubriera la necesidad del ministerio de
la palabra: El derecho de hablar y de ensear a las gentes, que la Iglesia recibi del mismo Dios en las
personas de los apstoles, ha sido usurpado por una turba de periodistas obscuros y de ignorantsimos
charlantes. El ministerio de la palabra, que es, al mismo tiempo, el ms augusto y el ms invencible de
todos, como que por l fue conquistada la tierra, ha venido a convertirse en todas partes, de ministerio
de salvacin en ministerio abominable de ruina. Y as como nada ni nadie pudo contener sus triunfos en
los tiempos apostlicos, nada ni nadie podr contener hoy sus estragos si no se procura hacer frente por
medio de la predicacin de los sacerdotes y de grande abundancia de libros buenos y otros escritos
santos y saludables (Aut. 451-452).
Pablo, fiel al mandato de Jess a sus Apstoles, quiere ir hasta los confines del mundo hasta
entonces conocido: Me debo a los griegos y a los brbaros; a los sabios y a los ignorantes; de ah mi
ansia por llevaros el Evangelio tambin a vosotros, habitantes de Roma (Rm 1, 14). Y Claret se hace
eco de l diciendo: El predicador a todos es deudor (EE p. 365); Mi espritu es para todo el mundo
(EC, I, p. 305). De ah que los lmites de una parroquia fueran demasiado estrechos para su celo
apostlico. Despus de los cuatro aos de ministerio parroquial [en Sallent], deseoso de dar mayor
extensin a su celo de que se senta continuamente devorado, se dirigi a Roma para entregarse a las
misiones de Propaganda Fide... (carta a Po IX, 3-4-1859: EC, I, p. 1740).
Claret, seminarista, vio en el Hijo preocupado por las cosas del Padre su modelo vocacional, la
razn de ser de su vida. Los intereses del Padre son que sea conocido como Padre, que se cumpla su
voluntad salvfica, que la humanidad llegue a ser reinado, familia de Dios (cf. EA, p. 418). Claret vive
la preocupacin de Jess que est siempre pendiente de la gloria del Padre y de la salvacin de los
hombres. Cristo no tuvo otros intereses y se entreg hasta la muerte con este fin (MCH 57).
Nuestra Congregacin naci con un horizonte de universalidad, como comunidad misionera que
deba buscar la salvacin de todos los habitantes del mundo (CC 1857, n. 2), recogiendo el espritu
que anim al Fundador.
b) Vocacin proftica y apostlica
El espritu misionero se concentra y se desborda en la expresin paulina: Charitas Christi urget
nos (2Co 5,14). Ese impulso, que es pura gracia, es obra del Padre, que hace a Pablo y a Claret
evangelizadores en el Hijo evangelizador, por obra del Espritu.
Pablo y Claret se sienten ungidos y habilitados para anunciar el Evangelio de la salvacin: El
Espritu del Seor est sobre m.... Este texto apropiado por Jess, hace descubrir a Claret para s y
para sus misioneros (Aut. 687) la uncin proftica y la evangelizacin de los pobres. Cristo es para el
Padre Fundador el Siervo-Profeta ungido para predicar la Buena Nueva. La misin proftica de Jess
constituye la mdula de la experiencia apostlica de Claret; es la fuente de su inspiracin. Como los
profetas estn siempre atentos y pendientes de Dios y de los hombres, Claret vivir su vocacin
misionera por prestar sus esfuerzos a la salvacin de los dems (cf. Aut. 238, 448) (MCH 58). Atento
y sensible a las necesidades, urgencias y desafos de su tiempo, y ardiendo en caridad universal,
desarrolla una accin proftica verdaderamente intensa. Su vocacin se expresa en una actividad
proftica de anuncio del Evangelio de la vida y de defensa de los valores que ste comunica. La
reflexin congregacional ha identificado como rasgos peculiares de esa accin evangelizadora la
sensibilidad hacia lo ms urgente, oportuno y eficaz, y la disponibilidad para la misin universal.
c) Estilo de vida evanglica
Pablo es uno de los personajes del Nuevo Testamento que mejor y ms profundamente encarnan
el talante de vida de Cristo, el estilo apostlico, haciendo visible el rostro de Jess y siendo
transparencia de l. Segregado para el servicio del Evangelio, quiere ser un ministro idneo frente a los
dolos del poder y del dinero, porque est convencido de que Dios ha escogido lo dbil del mundo, para
confundir lo fuerte (1Co 2,27).
La idoneidad nace de la uncin del Espritu, pero requiere colaboracin y correspondencia.
Claret nos dice que el misionero apostlico debe ser un dechado de todas las virtudes. Ha de ser la
misma virtud personificada. A imitacin de Jesucristo, ha de empezar por hacer y practicar y despus
ensear. (Aut. 340). Por ello, Pablo y Claret se fijan en Jess para reproducir su mismo estilo de vida.
La santidad de un alma - dice Claret - consiste simplemente en un esfuerzo en dos cosas, a
saber, esfuerzo en conocer la voluntad de Dios y esfuerzo en cumplirla cuando se haya conocido. Como
San Pablo: Seor, qu quieres que haga? (Hch 22,10) (EA p. 578). La vocacin evangelizadora exige
una profunda vida evanglica, cuya base es la humildad y cuyo culmen es la caridad.
El P. Fundador parte de un presupuesto fundamental, que mantendr siempre, en conformidad
con la doctrina de Pablo: que todo el que ha recibido el don del apostolado debe vivir una vida
plenamente evanglica. El anuncio del Evangelio exige previamente que se encarne y se viva. Y un
elemento importante del testimonio de vida es la rectitud de intencin, a ejemplo de Jess (cf. EA p.
606). Pablo se defiende de la acusacin de debilidad (cf. 2Co 10, 10-11) y de ambicin (cf. 2Co 11,1218), y afirma que no busca el propio inters, sino los intereses de Dios: No busco vuestras cosas sino a
vosotros (2Co 12,14). Claret, por su parte, insiste en su limpidez de miras en la accin evangelizadora:
no le mueve el inters ni el dinero ni el honor, sino la mayor gloria de Dios y la salvacin de las almas
(cf. Aut. 199-212) y su deseo de hacer feliz al prjimo (cf. Aut. 213). Las Constituciones recogen esta
profunda conviccin de Claret, invitando al claretiano a buscar en todo la gloria de Dios... (CC 2).
d) Misin evangelizadora
Pablo se entreg de lleno a la obra de la evangelizacin: a la difusin de la Palabra de Dios, que
no est encadenada (2Tm 2,9). Claret, por su parte, concentraba su vocacin en la expresin de
misionero apostlico, entendida en toda la riqueza teolgica y en toda la amplitud de universalidad
evangelizadora que brotaba del don carismtico recibido.
El P. Fundador ve en la evangelizacin la razn de ser de su vida: Ay de mi si no
evangelizare! (1Co 9,16). El motivo principal que adujo para rechazar el episcopado fue porque no
podr predicar tanto como quisiera, porque he visto con mis propios ojos los muchos negocios a que
tiene que atender un arzobispo (EC, I, p. 306).
Tanto Pablo como Claret, consagrados para evangelizar a la manera del Hijo a quien el Padre
consagr y envi, se caracterizan por una intensa actividad misionera. Por ello, la presencia misionera
de los claretianos en las iglesias particulares debe caracterizarse por dar preferencia a aquellas obras y
posiciones que tienden ms directamente a la evangelizacin del pueblo, a suscitar comunidades de fe y
a la formacin de evangelizadores cualificados.... En relacin con la Iglesia universal, y, en su medida,
con las iglesias particulares, ejerceremos nuestro profetismo claretiano, siendo en ellas vanguardia
evangelizadora (CPR 85).
* Universal
Aunque anteriormente ya se ha sealado esta dimensin, aqu se puede aadir algo ms. Al
misionero el Seor, a ms del talento de la dignidad sacerdotal, le ha encomendado otros cuatro, que
son los cuatro ngulos de la tierra, cuando dijo: Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a todas las
criaturas (Mc 16,15) (EE p. 259). En las diversas etapas de la vida de Claret encontramos
manifestaciones peculiares de la conciencia que l tena de la dimensin universal de su vocacin
misionera.
El P. Fundador, ve en la Congregacin su plenitud, el eco de su voz evangelizadora, que se
acrece como el trueno (Aut. 686), y alcanza donde l no puede llegar: Mas como yo no puedo ir [por
todo el mundo], procuro que vayan otros, mis queridos hermanos, llamados Hijos del Inmaculado
Corazn de Mara (EC, II, p. 627). Apenas fundada la Congregacin, se ofrece para misionar la isla de
Cuba junto con sus misioneros (EC, I, p. 306). En diversas ocasiones estimula a la Congregacin a salir
de Catalua: Por qu los nuestros -se preguntaba- no se extendern a lo menos por este Reino?
(carta al P. Clotet, EC, II, p. 321). Sabemos que en 1865 manifest deseos de ir a Africa o de regresar a
Amrica Latina, indicando como lugar preferente Mxico. Se alegra de las fundaciones de Santiago de
Chile y de Argel (EC, II, p. 1427); y en el lecho de muerte espera que sus misioneros no tardarn en
fundar en Estados Unidos.
La universalidad es una de las caractersticas de la misin claretiana, que debe encontrar en
cada uno de los misioneros aquella actitud de disponibilidad que le da vida concreta. Tanto los Captulos
generales como los Superiores Generales han insistido en este sentido. Pero es sobre todo el testimonio
de aquellos claretianos que lo han dejado todo para ponerse al servicio de la evangelizacin universal la
mejor glosa de esta exigencia de nuestra vocacin misionera.
* Liberadora
Para ser libres nos libert Cristo (Ga 5,1) -dice Pablo-, porque en Cristo Jess ni la
circuncisin ni la incircuncisin tienen valor, sino solamente la fe que acta por la caridad (Ga 5,5). En
el hombre nuevo no hay griego ni judo, circuncisin e incircuncisin, brbaro, escita, esclavo, libre,
sino que Cristo es todo en todos (Col 3,11).
A la liberacin del pecado, de la injusticia, de la opresin, de la esclavitud dedicaron sus
energas tanto Pablo como Claret. Para ste la salvacin no era simple ayuda o beneficencia, sino
liberacin del pecado personal y social segn la voluntad salvfica del Padre y la obediencia misionera
del Hijo, continuada en la Iglesia. Se trata de una salvacin integral, y el compromiso de Claret por ella
aparece ms claramente en su apostolado cubano, dadas las circunstancias sociales de Cuba.
Esta liberacin exige una lucha denodada contra los poderes del mal. San Pablo emplea este
lenguaje cuando habla de la lucha de la fe, o de la lucha escatolgica por el Evangelio. Son palabras que
inspiraron ciertamente a Claret (Aut. 271). El misionero, en su lucha por el Evangelio de la vida, se
goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias, se
alegra en los tormentos y dolores que sufre y se glora en la cruz de Jesucristo (cf. EA p. 619; Aut. 494).
Claret advierte que, para vencer en esa lucha de liberacin de los poderes del mal, el apstol
San Pablo nos exhorta a tomar las armas de Dios (cf. Ef 6,13), que son las virtudes, especialmente la
justicia, la fe, la esperanza, la palabra de Dios y la oracin; stas son las armas principales de nuestra
milicia (cf. 2Co 10,4) (EE p. 405; cf. pp. 333-334). La batalla tiene como objeto predicar la
obediencia de la fe (cf. Rm 1,5).
* Suscitadora de comunidades eclesiales
Una clara inquietud de Pablo fue el afn de crear comunidades cristianas e irlas consolidando
cada vez ms para que salieran del legalismo judo y del paganismo y llegaran a la libertad de los hijos
de Dios (cf. Rm 8,21). Esas comunidades eran heterogneas, sociolgicamente plurales, formadas por
judos y paganos convertidos, en los que con el entusiasmo de la primera conversin se mezclaba el
pecado y la debilidad. Pablo trabaj incansablemente para que la vida de esas comunidades fuese
expresin clara de la vida del Espritu que las haba suscitado.
Claret, por s mismo y en comunin con otros, fue creando por doquier grupos de vida
evanglica y apostlica, parroquias misioneras, grupos de seglares comprometidos. Ello favoreca, por
un lado, la vivencia de una vida cristiana ms autntica, y, por otro, una mayor posibilidad de suscitar
evangelizadores. En la lectura de las cartas de Pablo encontr seguramente una fuerte inspiracin para
ello.
10
* Suscitadora de evangelizadores
Un rasgo notable de la vida y actividad de Pablo es el deseo de rodearse de colaboradores, que
le seguan y le acompaaban en la obra de la evangelizacin. A travs de ellos, multiplicaba la actividad
misionera, plantando nuevas comunidades, que, a su vez, promovan el anuncio del Evangelio.
La vocacin misionera de Claret qued proyectada en la Congregacin (DC 11), aunque no slo
en ella. El Espritu llev a Claret a ser mediador de gracia misionera para los dems, principio de
identificacin vocacional, Fundador no slo de movimientos y asociaciones de oracin y accin
apostlica, sino de una Familia misionera en la Iglesia, nacida de su experiencia espiritual, de su
doctrina y de la capacidad organizativa de l mismo y de sus colaboradores. Llamado a la predicacin
universal del Evangelio, Claret se convirti en creador y formador de evangelizadores activos y eficaces
para difundir el Evangelio. De ah sus mltiples iniciativas en este campo.
Partiendo de la Archicofrada del Corazn de Mara, fue dando origen a varios grupos o
movimientos apostlicos en los que buscaba la eficacia del testimonio y la fuerza de la caridad vivida en
comunin, para que la palabra evanglica pudiera correr por todas partes. As surgieron la Hermandad
del Corazn de Mara (1847); las Hijas del Corazn de Mara (1848-1850); los Misioneros Hijos del
Corazn de Mara (1849); el Instituto de los Clrigos seglares que viven en comunidad (1864); y otras
iniciativas de evangelizacin como la Hermandad de la Doctrina cristiana (1849), la Hermandad de los
Buenos Libros, y, sobre todo, la Academia de San Miguel (cf. Aut. 581, 332, 701). Incluso, yendo an
ms lejos, intent hacer de todos los obispos misioneros apostlicos.
Qu le movi a ello? Ciertamente el don del Espritu que le hizo ver las necesidades concretas
de su tiempo: la grande falta de predicadores evanglicos y apostlicos; los deseos que tena el pueblo
de oir la divina palabra; el deseo de dar una mayor eficacia a la tarea evangelizadora.
En 1864, tratando de coordinar todas las fuerzas apostlicas, pensar en el ejrcito del
Corazn de Mara, formado por misioneros, completamente consagrados y disponibles para la misin
universal; sacerdotes diocesanos, que se encuentran en puestos estables para conservar el fuego que los
misioneros han encendido; y finalmente, seglares, disponibles para la evangelizacin segn los dones
que han recibido. Todos ellos unidos en su empeo por el anuncio del Evangelio, aunque conservando
cada grupo su autonoma.
* Con opcin preferencial por los pobres, marginados y excluidos
Claret nos dice sobre Jess que era amigo de los pobres, de los pecadores y de los humildes, y
nunca se desde de tratar con ellos, antes bien, prefera tratar con los pobres, con los ignorantes y con
los pecadores que con los ricos y con los que se tenan por justos (EE p. 301).
Claret nos confiesa que tuvo siempre una especial preocupacin por los obreros, por los pobres,
a los que socorra, promocionaba y daba motivos de esperanza, sobre todo en Cuba, donde tan rica fue
su actividad social en favor de los ms necesitados.
Un aspecto interesante es el compartir solidario entre los pobres: la comunicacin de bienes.
Pablo pide que exista esta actitud entre las comunidades, como garanta de comunin en el mismo ideal
de vida cristiana y en la misma fe, y quiere que se preste especial atencin a los ms pobres y
necesitados (cf. 2Co 8,1-15). Recrimina expresamente la actitud contraria: que mientras uno pasa
hambre, otro se embriaga (1Co 11,21). Esta actitud de Pablo encuentra un eco en Claret que desea esa
misma actitud solidaria; y as lo exige, por ejemplo, para la Congregacin: Lo que sobre en una casa
que supla lo que falte en la otra (EC, I, p. 1680).
Hoy, ante la decidida opcin de la Iglesia por los pobres, hemos descubierto la exigencia ms
radical de esta dimensin y, en fidelidad al espritu del Fundador, la hemos expresado en una opcin por
una evangelizacin proftica y liberadora, realizada desde la perspectiva de los pobres (MCH 169176), siendo abogados creble de su causa (cf. CPR 80).
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SP 7).
Alimentada por la Palabra, la comunidad claretiana goza de los frutos del Espritu: amor,
alegra, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de s (Ga 5,22-23), y se
abre gozosa a la tarea evangelizadora.
La fuerza misionera de la comunidad est en la caridad de los discpulos que aman, se aman,
siguen al Maestro y proclaman el Evangelio con el testimonio y con la palabra. Hoy tenemos una
conciencia ms clara de que debemos ser una comunidad para la misin (CPR 13), convocada por el
Espritu para el anuncio misionero de la Palabra (SP 7).
3.1.4. Abiertos a los signos de los tiempos y lugares
Una constante de los grandes santos y de los grandes misioneros ha sido siempre la capacidad
de saber leer teolgicamente los signos de tiempos y lugares. Pablo encontr varios signos y retos en su
tiempo y respondiendo a ellos realiza su incansable labor apostlica. Claret encontr tambin signos
diversos que expresa en diversos anlisis: La humanidad parece haberse empeado en lanzarse por
sendas nuevas y por caminos desconocidos, caminos que no ha trazado la mano de Dios (EM p. 259).
Es mucha, sobre todo hoy da (...) la indiferencia de los cristianos y mucha la desidia en aprovecharse
de los inmensos bienes que con tantos afanes y sufrimientos suyos les procur y prodiga el Salvador
para conducirlos a la posesin del sumo Bien (EM p. 345). A ello se aade la decadencia de la fe: Al
ver cmo decaa la vida cristiana de los pueblos por la falta de la predicacin, quiso asociarse con otros
sacerdotes para que, entregados al ministerio apostlico de la palabra, consiguieran juntos lo que l solo
no poda (PE 6).
Un gran signo positivo comn, advertido ya por Pablo y que perdura hasta hoy, es el ansia de
liberacin que experimenta el mundo: la creacin entera espera ser liberada de la servidumbre de la
corrupcin para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8,21).
La atencin a los signos de los tiempos sigue siendo una necesidad ineludible en la vida de una
comunidad misionera Nuestro servicio especfico como claretianos, ha exigido una atencin suma a los
signos de los tiempos y a los desafos que provienen de la historia y de los procesos sociales de nuestros
pueblos; ah descubrimos lo que para nosotros es, en cada tiempo y lugar, "lo ms urgente, oportuno y
eficaz" (CPR 5; cf. SP 1;2;3).
3.1.5. Disponibles para la Evangelizacin universal
La disponibilidad es una realidad intrnseca a la vocacin misionera.
Pablo manifiesta siempre esta actitud: Predicar el evangelio no es para m motivo de gloria; es un
deber que me incumbe; y ay de m si no predicara el evangelio (1Co 9,16). En Claret aparece esta
misma actitud. Partiendo del apremio del celo apostlico, supo pasar de la estabilidad pastoral a las
fronteras de la misin.
A los claretianos se nos invita a fomentar actitudes de disponibilidad, xodo, itinerancia y
docilidad al Espritu (CPR 52); a estar disponibles para ser enviados a cualquier parte de la tierra (cf.
CC 32; 40; 48; 77; 84). La disponibilidad est vinculada a la itinerancia, entendida sobre todo como
desarraigo, que no es inestabilidad sino una especie de mstica de la desinstalacin.
3.1.6. Afrontando y aceptando riesgos, peligros, y fracasos
La cruz est en el corazn mismo de la misin. Pablo, precisamente porque no se avergenza
del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvacin de todo el que cree (cf. Rm 1, 16), se ve sometido
a todo tipo de conflictos, calumnias y persecuciones, trabajos, crceles, azotes y peligros de muerte (cf.
2Co 11,23-28).
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En Claret sucede lo mismo: Traemos siempre representada en nuestro cuerpo por todas partes
la mortificacin de Jess (2Co 4,10) (EA p. 549). Claret repite con frecuencia la frase de San Pablo:
Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jess padecern persecuciones (cf. 2Tm 3,12). Y
comenta: Grande y muy grande honor es para todo cristiano el poder imitar a Jess, estar cerca de
Jess, llevar con Jess la cruz. Adems, es muy grande tambin la esperanza de eterna felicidad que el
que padece lleva consigo, porque escrito est que si con Cristo padecemos, con Cristo seremos
glorificados (EE p. 235).
Claret deseaba sellar con su propia sangre las verdades evanglicas que crea y proclamaba:
Todas mis aspiraciones han sido siempre morir en un hospital como pobre, en un cadalso como mrtir,
o asesinado por los enemigos de la Religin sacrosanta que dichosamente profesamos y predicamos, y
quisiera yo sellar con mi sangre las virtudes y verdades que he predicado y enseado (Aut 467). Esta
actitud de no retroceder jams, sino ms bien de ser fiel al anuncio del Evangelio, es constante en el
santo, sobre todo a raz del atentado de Holgun: Tena hambre y sed de padecer trabajos y de derramar
la sangre por Jess y Mara; aun en el plpito deca que deseaba sellar con la sangre de mis venas las
verdades que predicaba (Aut 573).
Evangelizar es con frecuencia una tarea dura y difcil. Existen riesgos de ser incomprendidos,
tergiversados y perseguidos. Pablo fue sometido a proceso en Jerusaln y Roma. Sabemos bien cmo
Claret fue perseguido y calumniado y cmo en esas situaciones procuraba conformarse con los
sentimientos y actitudes del Seor, a ejemplo de los Apstoles, especialmente de Pablo, y repeta con
toda valenta estas palabras del Apstol: Pero yo ninguna de estas cosas temo: ni aprecio ms mi vida
que a m mismo o a mi alma, siempre que de esta suerte concluya felizmente mi carrera, y cumpla el
ministerio que he recibido del Seor Jess, para predicar el Evangelio de la gracia de Dios (cf. Hch
20,24) (EA, p. 449; Aut. 201; Carta pastoral al pueblo, p. 4).
Transcribiendo casi literalmente un texto del P. Fundador de clara inspiracin paulina (cf. CC
1865, II, n.11), dicen las Constituciones: Recordando las palabras del Seor: "Quien pierda su vida por
m y por el Evangelio, la salvar" (Mc 8,35), importa en gran manera que procuren alegrarse en toda
adversidad, en el hambre, en la sed, en la desnudez, en los trabajos, en las calumnias, en las
persecuciones y en toda tribulacin (cf. 2Co 11,16-33; Rm 5,3), hasta que puedan decir con el Apstol:
"Lejos de m gloriarme sino en la cruz de nuestro Seor Jesucristo, por quien el mundo est crucificado
para m y yo para el mundo" (Ga 6,14) (CC 44).
Los peligros que acechan al misionero pueden llevarle hasta el martirio, como le sucedi a
Pablo: Todos los apstoles fueron perseguidos y murieron en cumplimiento de su ministerio, y en
especial el apstol San Pablo hace una clara descripcin de sus persecuciones (cf. 2Co 11,22-29). (...)
Quin har ms caso (...) de persecuciones, calumnias y otros obstculos que se presentarn a un
misionero, viendo que Jesucristo, San Pablo, los dems apstoles y todos los misioneros verdaderos han
tenido que pasar por ese camino? (cf. Jn 15,20; Hch 5,41; 2Co 11,23-29) (EE pp. 352-353).
Muchos claretianos han sido y son perseguidos y martirizados por confesar la fe y proclamarla
con entereza y valenta: entre ellos los Beatos Mrtires de Barbastro y otros muchos testigos del
Evangelio que han dado la vida por la causa de Jess.
Finalmente, tampoco faltan los fracasos. Pablo en Atenas se llev un duro revs: su mensaje no
fue entendido ni valorado: sobre esto ya te oiremos otra vez (Hch 17,32). Adems le fallaron algunos
colaboradores y ya se sabe cunta oposicin tuvo por parte de sus correligionarios.
Claret experiment sus fracasos y algunos no pequeos, a veces fruto de sus propias
limitaciones, otras debidos a la fuerte oposicin encontrada en su ministerio. Claret sufre tambin la
noche oscura del abandono, como Jess en la cruz y como Pablo (cf. EA p. 666). De todos modos,
inspirado en Jess y en el mismo apstol Pablo, confiesa: Habitualmente no rehusaba las penas; al
contrario, las amaba y deseaba morir por Jesucristo. Yo no me pona temerariamente en los peligros,
pero s me gustaba que el Superior me enviase a lugares peligrosos para poder tener la dicha de morir
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don del Espritu de Pentecosts, que nos habilita para la misin. En sintona con Pablo y con Claret, se
nos pide una fidelidad creativa a la vocacin y a nuestra identidad misionera. Esta misma fidelidad nos
introduce en un dinamismo de crecimiento vocacional que se expresa, como se expres en Pablo y en
Claret, en un compromiso cada vez ms radical por el seguimiento de Jess y el anuncio del Evangelio
del Reino.
4. PABLO Y LOS CLARETIANOS
Como lo fue para el Fundador, tambin para nosotros Pablo representa un punto de referencia
ineludible. Veamos cmo podemos captarlo y entenderlo.
4.1. Cmo nos ubicamos hoy ante Claret y Pablo
Los claretianos conectamos con Pablo a travs de Claret. ste es como un filtro, que nos
muestra cmo hemos de verlo, leerlo y meditarlo para que llegue a ser verdadera inspiracin para
nuestra vida y misin. En la pltica 2. de los ejercicios preparatorios a la fundacin se lee:
Sed imitadores mos como yo lo soy de Cristo (1Co 4,16). 1. Misin y vida de Jesucristo. 2.
Misin y vida de San Pablo y dems santos predicadores (CCTT p. 566).
En Pablo, en Claret y en nosotros la misin posee un carcter central. Sin ella nada tiene
sentido en nuestra vida. De ah que todo tenga que girar en torno a ese centro, que es al mismo tiempo
eje e impulso dinmico de toda la realidad vocacional, de la espiritualidad, del estilo de vida, y que
determina la forma de ser de nuestra comunidad y de su trabajo apostlico.
Como claretianos, ante estos dos extraordinarios misioneros nos ubicamos como discpulos,
como personas identificadas con el ideal de misin que ambos vivieron en profundidad y totalidad. Lo
mismo que Claret bebi en buena medida la riqueza carismtica misionera en Pablo, y de algn modo se
hizo misionero paulino, as tambin nosotros. Para Claret y para nosotros, Pablo no es slo modelo
de identificacin vocacional, sino tambin punto de referencia continua tanto en la doctrina como en la
vida, en la vocacin y en la misin.
La asimilacin del estilo misionero del Padre Fundador (CPR 43) nos lleva a adentrarnos en
sus mismos modelos y a re-producirlos en la medida en que nos sea posible.
4.2. Nuestra lectura de Pablo
Cmo podemos hoy leer a Pablo desde nuestra condicin de oyentes y servidores de la
Palabra y promotores de la fraternidad universal. Claret ha ledo la Biblia en clave carismtica y
ha hecho una lectura vocacional (cf. CPR 54; SP 14 y 14.1.). Ciertamente as lo hizo con San Pablo,
figura tan relevante en este sentido.
La palabra de Pablo nos transmite la Palabra de Dios, viva y eficaz, y ms cortante que
espada alguna de dos filos (Hb 4,12). Leda en clave carismtica, nos permite retornar cada da al don
recibido, que dinamiza toda la estructura ntima del ser claretiano. Claret parece decirnos: si queris
entender mi espritu, leed a Pablo, en l lo encontraris casi todo; de tal manera beb yo en esa fuente,
que, por mi mediacin, l se ha convertido tambin en fuente evanglica para vosotros. Leer a Pablo es,
pues, revitalizar las races de nuestra vocacin evangelizadora y dar consistencia a nuestra
espiritualidad misionera.
El P. Fundador no supo ni quiso hacer exgesis de alto vuelo; se situ sencillamente en el
mbito espiritual: en el contacto inmediato con la Palabra, que le llevaba a la interpelacin personal:
Haba pasajes que me hacan tan fuerte impresin, que me pareca que oa una voz que me deca a m
mismo lo que lea... (Aut. 114). En la experiencia de una lectura asidua y cordial senta la voz del
Seor que le llamaba a predicar (cf. Aut. 120).
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Siguiendo su ejemplo, el claretiano debe estar siempre a la escucha, abierto a las sorpresas de la
Palabra y del Espritu (SP 2). Nosotros, sin embargo, deberemos aprovechar todo lo que la
investigacin bblica pone en nuestras manos para un mejor entendimiento de la Escritura.
Resumiendo, podemos decir que debemos leer a Pablo:
a) Con esa peculiaridad con la que Claret se acerca a l: descubriendo siempre en l al
misionero intrpido.
b) Situndonos con Pablo en la profunda contemplacin de Cristo crucificado, para ser capaces
de anunciar al Seor y no predicarnos a nosotros mismos.
c) Desde una perspectiva totalmente misionera, buscando en su palabra y su experiencia
inspiracin y caminos para nuestra accin evangelizadora.
d) Intentando sumarnos a su lucha, con las armas de la fe, contra todo aquello que se opone al
Evangelio.
e) En plena docilidad a las mociones del Espritu, de modo que la lectura sea estimulante y
excitante (cf. Aut. 113), similar al efecto de la saeta que hiere el corazn (cf. Aut. 69); y nos lleve a
conocer la voluntad de Dios y a trabajar para que sea conocido, amado y servido por todas las criaturas
(cf. Aut. 233).
f) Con un amor grande a la Iglesia, buscando los rasgos del verdadero servicio a la comunidad
de creyentes.
g) Buscando, a travs de esa lectura, un mayor conocimiento de Cristo y unas claves de
interpretacin de la realidad del mundo de hoy.
4.3. Relectura de Pablo hoy
Sigue siempre en pie la cuestin de cmo interpretar a Pablo desde la realidad socio-cultural del
mundo y de la Iglesia de hoy. Es un problema que se plantea en relacin a todos los libros de la Biblia.
La primera interpretacin de Pablo la hace la Iglesia, a la que Jess ha confiado su palabra
salvadora. Pero tambin nosotros, desde nuestra ptica carismtica, entendemos al Apstol como
propuesta de gracia para el mundo y el hombre de hoy. En l vio Claret grandes riquezas de comunin y
de misin, y luces nuevas para predicar la obediencia de la fe (cf. Rm 1,5).
En nuestra lectura vocacional claretiana, deberemos fijarnos de un modo particular en aquellos
pasajes en los que aparece con mayor claridad la experiencia vocacional de Pablo, unida siempre a su
experiencia profunda de Cristo, y su comprensin de la misin apostlica dentro de la comunidad
cristiana.
El conocimiento profundo de Pablo nos har sentir la urgencia de responder, sobre todo, al
clamor proveniente de la pobreza y de la injusticia ...; a los retos de la secularizacin con sus
implicaciones y a los del mundo no cristiano (CPR 47); y nos llevar a comprometernos en la
construccin del Reino, atentos a las peculiaridades y riquezas culturales de los pueblos a los que hemos
sido enviados.
5. CONCLUSION
5.1. Validez sustancial de la experiencia claretiana de Pablo
La experiencia personal que Claret tuvo de Pablo sigue siendo sustancialmente vlida para
nosotros. Hay un modo de entender la Escritura desde una perspectiva crtica de ahondamiento
exegtico. Claret no rechaza este mtodo, ciertamente necesario pero para el que no se encontraba tan
preparado, aunque tampoco lo privilegia. Y hay otro modo de acercamiento, ms congenial con su
temperamento activo, que es dejarse llevar de la corriente del Espritu que hace resonar la Palabra en su
mente y en su corazn. As, selecciona cada vez lo que mejor encaja en su propsito; y de all va
sacando principios de vida cristiana, que le ayudan a incrementar la propia fe y la vivencia del misterio
cristiano, y aquello que le estimula a la misin y le ofrece contenidos slidos para evangelizar.
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