El Bel Canto
El Bel Canto
El Bel Canto
belcantistas,
y serian aiin muchos mas los casos de voces
no excepcionalmente
herrnosas
que practicaron
con genialidad el mas puro estilo -del bel canto. Sin embargo, la
confusi6n entre bel canto
calidad de voz esta tan generalizada como la creencia de que ha habido s610 un bel
canto, el de los compositores
rornanticos
italianos, despreciandose
comiinmente
un primer estilo enraizado en el
Barroco con las 6peras de Vivaldi y Haendel. Naturalmente, las maneras belcantistas
de la epoca barroca no
tienen el mismo sentido que las del siglo XIX y son muchos los detalles y circuns tancias que las diferencian.
La opera italiana:
el bel canto
EI periodo clasico
La crisis de la sociedad barroca dio lugar a un periodo intermedio en el que la rmisica manifesto la voluntad de
expresar
las emociones
humanas
en un plano de total
equilibrio. El clasicismo, pues, producira un estilo de canto
mas declamatorio
al que se llegara por el puente que
construyen
las 6peras mozartianas
entre el canto barroco
y el bel canto expresivo de los compositores
italianos del
siglo XIX, sin olvidar las 6peras de Paisiello y Cimarosa,
Sin duda el heredero del antiguo bel canto y de la divers idad vocal del siglo XVIII fue Rossini, al que se uniran en
trilogfa famosa Donizetti y Bellini, maxirnos exponentes
del Romanticismo
italiano. La herencia
recogida
por
Rossini contiene todavia -a pesar de los cambios estilisticos operados por el clasicismo, por la 6pera bufa y por
el lenguaje drarnatico de Cherubini (Medea) y de Spontini
(La vestale)muchas influencias del viejo estilo, pero la
vocalidad rossiniana
delirnitara desde las primeras obras
el autentico campo del bel canto rornantico, al que Bellini
pres tara el sumo esplendor final.
De izquierda a
derec ha,
retratos de Paisiello (1740-
y Spontini
(1774-1851),
musicos que contribuyeron
ambiente familiar donde el padre y el abuelo eran musicos, Vincenzo Bellini estudio desde nino el bello arte de
los sonidos. Gracias a una pension concedida por el Decurionato de Catania, se traslado a Napoles para ampliar y
perfeccionar
su formacion pedagogica. Alli vivi6 una serie
de idilios amorosos que no Ie impidieron continuar brillantemente sus estudios
en el Conservatorio.
Su maestro,
Nicola Zingarello, Ie nornbro, como premio, rnaestrillo,
titulo que perrnitio a Bellini ocupar una habitacion
individual en el Conservatorio
y Ie otorg6 una libertad de accion mayor que la concedida
a sus cornpaneros.
En ese
cuartito, dio lecciones particulares
a la joven Maddalena
Fumaroli, con la que tarnbien mantuvo un romance. Bellini
continuo progresando
en su formaci6n musical y publico
sus primeras composiciones;
se trata de obras religiosas y
canciones; a los 20 afios escribio una sinfonia y la cantata
Ismene. Sus musicos preferidos, a cuyo estudio se dedic6,
fueron Haydn y Mozart. En el campo de la opera admir6
a Rossini, pero preferia la obra de Pergolesi.
En 1825, seis anos despues de su ingreso en el Conservatorio napolitano, los .alumnos de este centro interpretaron la primera 6pera de Bellini, Adelson e Salvini, compuesta sobre un libreto de Tottola al que anteriormente
habia
puesto
rmisica Fioravanti.
La obra obtuvo exito, pero
Bellini no quedo satisfecho de su trabajo, y algunas de sus
paqinas pasaran mas tarde a II pirata, Bianca y La straniera.
Un afio mas tarde estren6 su segunda opera, Bianca e
Ferrando, en el teatro San Carlo, con un reparto de altura
(Lablache, Rubini y Lalande), con la que consigui6
un
exito clamoroso.
La influencia
rossiniana,
evidente
en
estas obras, desaparecera
en II pirata, la tercera 6pera de
Bellini, que, con libreto de Felice Romani, fue estrenada
con excelente acogida en La Scala de Milan en 1827. En
ella el compositor
manifiesta ya la pureza, la sencillez y el
encanto de una linea melodica que sera la caracteristica
mas sugestiva y seductora de su personalidad.
Rornantico, con un ardor pasional que no deja adivinar
la delicadeza
de su rostro, Vincenzo Bellini vivio varios
lances amorosos
en Milan y en Genova, donde Gtuditta
Cantu, casada, entablo con el rmislco una relacion larga,
apasionada,
atorrnentada
e inspiradora,
que 'compartio
con otras dos cantantes
de igual nombre, Giuditta Pasta y
Giuditta Grisi. Si las obras de ese periodo -La straniera,
febrero de 1829; Zaira, mayo del mismo ano, e I Capuleti e
i Montecchi, marzo de 1830- son composiciones
inmaduras, con residuos todavia de otros modelos, sin definicion
de estilo y desiguales, no cabe culpar de ello a su activi-
estreno de La sonnambula. Escrita al regreso de su convalecencia en Moltrasio, cuya idilica paz cornpartio con Giuditta Cantu, La sonnambula parece reflejar la dulce calma
de los paisajes lombardos
que tan beneficiosos
fueron
para el artista enfermo, al tiempo que se da en ella la gran
eclosion del arte belliniano con una madurez adquirida
casi repentinamente.
En la rnrisica de La sonnambula esta
ya abiertamente
expuesta la personalidad
del rmisico, cuya
inspiracion
se traducira en unas melodfas dulcisimas que
exigen un canto puro, elegiaco, un estado de gracia insolito para recrear el candor y la delicadeza
expresiva de
unos sonidos surgidos espontanearnente
del alma ingenua
y enamorada
de Bellini.
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dad amorosa, mientras que sf parece probado que la naturaleza de Bellini no pudo resistir tanta busqueda de personalidad en el trabajo y de placer en las mujeres y enferrno en la primavera
de 1830. Se debatio varios dias
entre la vida y la muerte, supero diversas crisis y, tras un
periodo de convalecencia
en Moltrasio, regreso a Milan.
Intentar seguir en este articulo la vida de Bellini seria
un continuo forcejeo entre la descripcton
de sus trabajos
y la historia de sus amores. Entre.Ia celosa, torturante
y
torturada Cantil, las otras dos Giudittas y las recaidas en
la enferrnedad,
Bellini llego al final de su vida en el suburbio parisino de Puteaux el 23 de septiembre
de 1835, en
la finca de su amigo Lewis, lejos de sus amigos y asistido
solo por la servidumbre.
Enterrado
en el cementerio
del
Pere Lachaise, en 1876 se efectuo el traslado de los restos
del compositor
a su Catania natal.
A pesar de que I Capuleti e i Montecchi, La straniera y
Zaira pertenecen
a aquella parte olvidada de su produccion que, segun dijo el mismo Bellini, todo gran artista
debe tributar anticipadarnente
al altar de la gloria, la rmlsica de estas 'operas se eleva por encima de los convencionalismos
de los libretos y se resuelve muchas veces en
emocionantes
lineas melodicas
llenas de pasion, Extreman do el estudio, advertimos
que algunos fragmentos
de
estas obras de transicion son precursores
de futuras grandes composiciones
Ifricas, como es el caso de La straniera,
que preconiza la genialidad de Norma.
La sonnambula
El manantial
inagotable
de melodias punsimas
presente
en el impulso lfrico de Bellini se des bordo en 1831 con el
Norma
Poco menos de un ano transcurrio
hasta la llegada de la
gran obra maestra. El 26 .de diciembre de 1831, en La
Scala de Milan, con un reparto en el que figuraban Giuditta Pasta, Giuditta Grisi, Domenico Donzelli y Vincenzo
Negrini, se estreno Norma con un fracaso atribuible solo
a causas ajenas a la valfa artistica de la opera: las intrigas
de la bella condesa rusa Samoyloff, amiga de Giovanni
Pacini, el mas claro adversario
de Bellini, que tenia tambien anunciada una opera en el mismo teatro, surtieron el
efecto buscado. No obstante, el compositor
no se afecto
demasiado, convencido de que su opera, a cuya gestacion
no habia sido extrafia Giuditta Pasta, tenia suficientes
meritos para triunfar: Soy joven y siento en mi alma la
fuerza necesaria para tomar revancha. Los exitos de las
cuarenta
representaciones
sucesivas
de la opera fueron
para Bellini cumplido desquite.
A pesar de sus momentos endebles, Norma es una obra
renovadora
en el arte de Bellini, que se muestra casi liberado de la influencia de Rossini y con un admirable
afan por llevar a su rmisica los sentimientos
humanos con
una presencia viva que ninguno de sus predecesores
habfa conseguido.
El vuelo llrico de la rnelodia es mas amplio, la invencion mas distinguida, sin que jamas la arrnonizacion, ahora mas variada e interesante,
oculte la tipica
ternura del melos belliniano. Esta ternura y efusion se
agigantan en Norma hasta convertirse en arranque apasionado que alcanzara tarnbien a los recitativos, penetrados
de un vigor y de una concentracion
que los alejan del
concepto convencional
tipico hasta entonces en la opera
italiana. Vive con ellos toda la tragedia que se sublima en
las maravillosas
arias 0 en los tenses dialogos. Norma y
Adalgisa son dos personajes
enteros: esta con dulzura y
timidez, con una aparicion
sentimental
envuelta en un
clima casi irreal; aquella como una escultura de sonido,
solemne, pasional, capaz de amar y de odiar con la misma
vehemencia. Bellini ya no es aqui solo el creador de melodias cristalinas; en Norma se desarrolla un movimiento
dramatico
que se mantiene con fuerza en el conflicto de
pasiones. El bel canto llegaba a su final, pero antes desarrollo toda su exigencia tecnlca y expuso su capacidad expresiva en esta opera tan bella como dificll de interpretar.
I puritani
Beatrice di Tenda fue la siguiente
cornposicion de Bellini.
La redaccion dellibreto fue motivo de muchas discusiones
entre el compositor
y el libretista, Felice Romani, y finalmente resulto un texto forzado y mediocre que oriqino
una rmlslca demasiado
convencional
y no siempre intere-
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La influencia rossiniana,
evidente en las primeras
operas de Bellini estrenadas
en Napoles (encabezando
esta
pagina, grabado de una
calle), ha desaparecido casi
totalmente en La sonnambula
(arriba, grabado de una
escena). Esta opera, con sus
melodfas dulcisimas, es un
exponente de la personalidad
creativa del compositor.
A la izquierda, grabado que
representa al tenor Rubini
en Ipuritani. Rubini fue
el maximo inierprete de
los heroes bellinianos.
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Con la participacion de
inierpretes de la talla de
Domenico Donzelli, Giuditta
Grisi y Giuditta Pasta
(representados en el grabado
que figura a la izquierda),
Bellini estreno Norma,
en La Scala de Milan,
el 26 de diciembre de 1831.
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Arriba, portada de la
partitura de I puritani,
dedicada a la mezzosoprano
Maria Malibran (1808-36).
Bellini adapto el papel de
Elvira, escrito inicialmente para
soprano, a la tesitura
de mezzo para que pudiera
interpretarlo esta cantante.
La ternura y eiusion de
las operas de Bellini se
convierten en Norma en
un arranque apasionado
que alcanza tambien a los
recitativos, dandoles un
vigor que hasta entonces no
se conocfa. A la izquierda,
cuadro de una escena de
la obra, segun un decorado
de Alessandro Sanquirico.