Baudelaire y Los Gatos JFCC
Baudelaire y Los Gatos JFCC
Baudelaire y Los Gatos JFCC
Aparte de ser la mascota de las viejas solteronas (preferiblemente francesas y balzaquianas, como
la poco agraciada Eugenia Grandet, solterona incluso si llega a casarse, genio y figura), aquellas
que sepultaron su edad de oro en el sueo y en el recuerdo, el gato, el emblemtico y misterioso
gato, adorado por egipcios, temido por cristianos supersticiosos, es, qu duda cabe, un animal
sooliento y pegajoso, de una extraa lucidez cuando est despierto, pero tambin el smbolo por
antonomasia de la pereza y de la modorra cuando le viene en gana y le da por vaguear en las
antiguas mansiones llenas de ratas.
Quizs un gato pueda salvar una isla poblada de ratones, como nos muestra el antiguo relato
(algo ms fcil que salvar a un reino infestado de corruptos...). Y a lo mejor tambin puede ser tabla
de salvacin o de condenacin para poetas malditos o para narradores alcoholizados, como el Poe
de El gato negro. De cualquier modo, en mi opinin, el gato es el animal favorito de Baudelaire.
Favorito por derecho propio, porque no existe en el catlogo de animales que nos leg Adn otro
como el gato (catlogo con nombre incluido, no sabemos si en arameo, cosa que se discute, pero
cierto es que se entretuvo en nombrarlos). Ninguno como l rene para este dandy caprichoso,
despilfarrador de herencias paternas en la medida en que se lo permiten padrastros intolerantes y
herodianos, todas las cualidades y requisitos como para encarnar la perfeccin y la elegancia, la
tibieza del veneno y la inteligencia del sabio. Baudelaire se identifica con los gatos porque es un
descontento de todo y de s mismo en primer lugar. Su vida es una bsqueda en la que no encuentra
nada, salvo que se le d estatus diplomtico de hallazgo (potico o no: no subestimemos la
capacidad de Charles para poetizar incluso a costa de plagas bblicas) a la sfilis y a la mulata
Jeanne Duval. La bella mulata le inspir algunos poemas quizs (no est del todo claro), pero
ejerci tambin de verdugo, de amada enemiga (al modo del amor corts, con ocasionales cuernos
de por medio) y de otras muchas cosas. Pensamos que de todo lo que se quiera menos de hermanita
de la caridad. El gato es quien posee la solucin a su problema, pues es un animal estoico,
satisfecho, glotn y voraz, pero impasible. El gato es para la solterona el hijo que no ha tenido. De
ah los nombres cariosos que le prodiga y los mimos que no le escatima: de ah que guarde para l
los mejores manjares y que lo cuide con fervor rayano en el histerismo. El gato es el ego
insatisfecho de la solterona, que ha salido de su objeto, se ha exteriorizado y proyectado en un
animal, en una mascota. Y como dira nuestro admirado Paco Umbral, cuanto ms frustrada vive la
solterona ms cuidados le prodiga a su gato. No es una teora, es la pura realidad.
Muy lejos estoy de identificar a Baudelaire ni a Flaubert ni a ningn otro patriarca del panten
literario francs con ninguna solterona, Dios me libre de incurrir en semejantes despropsitos de
crtico diletante, pero hay algo que los acerca: la frustracin. Baudelaire (no s si Flaubert, que se
identificaba con su suicida Madame Bovary) -cuidado con lo explosivo de la frase y que me
perdonen las viejas solteronas- estaba tan insatisfecho como una solterona de las de antes (las de
ahora se lo pasan mejor incluso que los varones, qu duda cabe!). No otra explicacin alcanza el
que se dedicara a diseminar esplines en sus versos y en sus prosas (el spleen es algo muy malo,
cranme ustedes, se tiene la sensacin vaga, imprecisa, de que te falta algo y no sabes qu..., no hay
forma de rellenar ese vaco). Baudelaire es un platnico que no acaba nunca de dar con la puerta
hacia la realidad. En l los sueos son la evasin hacia un mundo ideal. Pesan demasiado las
dcadas de romanticismo a sus espaldas. Y el gato encarna ciertamente esos sueos, esos
paradigmas de trascendencia y divinidad, como si de una esfinge babilnica se tratara.
Veamos con palabras textuales del propio Baudelaire como concibe a este monstruo de su
laberinto: A los demcratas no le gustan los gatos y es fcil adivinar el porqu. El gato es hermoso,
revela ideas de lujo, de limpieza, de voluptuosidad. El gato, que como hemos dicho, puede ser un
smbolo flico para la solterona, su ego convulsionado, es tambin el smbolo de una conciencia
acusadora a la que hay que mantener a raya, o dejarse avasallar por ella como en el cuento de Poe
antes mencionado, en que todo el tejemaneje se descubre por el maldito animal que haba sido
cegado de un ojo.
Una forma de contener el brazo acusador de los dioses superiores, la maldicin materializada
en unos bigotes, es mimndolo. En el fondo el dandy-gato Baudelaire ha sido tan mimado por su
madre que l mismo no es sino un gato muy bien educado, dado al opio y otros paradisacos
entretenimientos y con aficiones y hechuras de poeta. Un gato adems vegetariano (o eso parece)
pues slo se alimenta de una clase de plantas a las que llama Las flores del mal. No hay un punto
de perversidad en todo gato, un punto de autosuficiencia en ese ronroneo gatuno? No dicen de
ellos que son los dueos de las casas antes incluso que sus propios amos y que son capaces de
expulsar del domstico recinto a stos?
El gato es, tambin, quien podra personificar al ms terrible animal, al monstruo delicado y
neurastnico del hasto, del aburrimiento de un domingo por la tarde. Cuando nos mira desde un
divn con sus ojos de indiferencia plena, sabemos que si no nos alejamos rpidamente caeremos
bajo el maleficio de su letrgica e insana influencia, de ese mal de ojo que troca a rutinarios
oficinistas en soadores aventureros que nunca se atreven a botar el barco rumbo a las islas de la
Polinesia.
El gato, para mayor abundamiento, es una prefiguracin de la mujer, que sabe ser complaciente
y juguetona y al mismo tiempo temible cuando saca las uas. No de cualquier mujer, de la mujer
fatal, de la Lilith bblica. En toda la obra de Baudelaire, la mujer tiene caracteres gatunos, felinos.
Es abismo que nos atrae y nos devora sibilinamente. Como las harpas y como los gatos la mujer
exhibe uas afiladas y pulidas que pueden seducirte y tambin sacarte los ojos en un arrebato de
sofisticada y maligna ira. (El cine francs, por cierto, si no en esta lnea tan baudeleriana, ha sabido
sacar partido de esa imagen de la mujer como gata, como lo demuestra el ttulo de aquella pelcula
protagonizada por Simone Signoret e Yves Montand.) Otra cualidad diablica del gato es su silencio
y su sigilo, en lo que coincide con otro animal favorito de Baudelaire, la serpiente. Es una
caracterstica serpentina del gato y que lo acerca al espectro del mal, a la dimensin luciferina o
diablica.
Y nada mejor para explicar la mala suerte o la inquina del destino que el gato, el mal de ojo a
la egipcia sobre cuatro patas. Si, en efecto, si el sino se ensaa con el castigado poeta algo tiene que
ver en ello el gato, esa mujer misteriosa que roe su flanco de atleta de la belleza. De aqu podra
venir una acusacin pstuma de misoginia contra el pobre de Charles: qu ignominia comparar a
las mujeres con los gatos! Hasta ah podamos llegar! Y ms en un siglo de tan aquilatado y
sofocante feminismo como el nuestro. Qu idea tan peregrina pensarn las mismas mujeres!
Pues no estamos lejos de ello y para confirmarlo, pese a quien pese, ah est el poema El
gato:
Ven, mi bello gato, a mi corazn amoroso;
recoge las uas de tu pata,
y djame sumergirme en tus bellos ojos,
mezclados con metal y gata.
Cuando mis dedos acarician despacio,
tu cabeza y tu lomo elstico,
y cuando mi mano se embriaga de placer
al palpar tu cuerpo elctrico,
veo a mi mujer en espritu; su mirada,
como la tuya, amable bestezuela,
profunda y fra, cortante e hiriente como un dardo,
y, de los pies a la cabeza,
un aire sutil, un peligroso perfume,
nadan alrededor de su cuerpo moreno.
El gato inicia al poeta en la sensualidad, es su primera e imperfecta amante, antes an que la
mujer de carne y hueso. El gato es el animal de los caracteres femeninos convencionales (no todas
las mujeres responden a ese arquetipo, pero s la mujer promedio): sedoso, tierno, elctrico,
elstico, voluble y caprichoso, tibio e indolente, aristcrata; es el compaero ideal del poeta
maldito, en cierta manera un espejo en el que mirarse a s mismo.
Pero el animal de los bigotes es algo ms que un simple objeto en la decoracin simbolista.
Contribuye, es cierto, a amueblar de significados el ambiente maldito que sirve de guarida al artista
que en teora (slo en teora) reniega de una sociedad que juzga hipcrita, pero representa mucho
ms. El gato tiene cualidades de visionario, de vidente en la oscuridad. Y no es eso a lo que aspira
el poeta, a transformarse en vidente? Y su maullido dice ms que cualquier tremebundo poema,
porque sabe ser espeluznante, proftico y protervo, como surgido de las mismas fauces del infierno;
el gato en la vida del poeta es el agorero, el poseedor por intuicin de las claves de los decretos y
secretos que nos depara el azar convertido en destino, el que echa los dados sobre el tapete de lo
indeterminado para trocar el misterio en un presente concreto. Es el cancerbero a la puerta del
infierno simbolista, la esfinge de la melancola y del templo olvidado del ideal. El gato incluso
oficia de mayordomo, de edecn, hasta de confidente del poeta en sus malas horas.
En el segundo poema del mismo nombre, El gato (2), se confirman algunas de estas
intuiciones:
I
En mi cerebro se pasea
igual que en su aposento,
un bello gato, fuerte, dulce y encantador.
Cuando malla, se le oye apenas,
hasta tal punto su timbre es tierno y discreto.
Aunque su voz se apacige o grua,
es siempre rica y profunda.
Aqu est su encanto y su secreto.
Esta voz, que pule y filtra
en mi fondo lo ms tenebroso,
me llena como un verso numeroso
y me regocija como un brebaje.
Ella adormece los ms crueles males
y contiene todos los xtasis;
para decir las ms largas frases
no tiene necesidad de palabras.
No, no es el arco el que muerde
en mi corazn, perfecto instrumento,
y el que haga ms realmente
cantar su ms vibrante cuerda,
sino tu voz, gato misterioso,
gato serfico, gato extrao,
en que todo es como en un ngel,
tan sutil como armonioso!
II
De su piel rubia y morena
sale un perfume tan dulce, que una tarde
me embebi, por haberla
acariciado una vez, slo una.
Es el espritu familiar del lugar;
juzga, preside, inspira
todas las cosas en su imperio;
quizs es un hada o un dios.
los que vigilan a la presa que, ante ellos, sabe que no escapar, como la muerte que aguarda al
hombre de manera predestinada, fijado de antemano por los guardianes csmicos (llmesele
telomerasa o con cualquier otro nombre) el trmino de los das por ms que ignorado.
La quimera de Baudelaire, su demonio particular (digo demonio y no daimon a la
socrtica manera), es el gato, que no le deja ni a sol ni a sombra, como un espectro del infierno que
siguiera a un alma en pena. Lo que no se atreve a confesar a la que ama, quiz en la oscuridad de la
noche y embriagado tras un da agotador y desesperante (embriaguez de verde absinthe y tambin
de nostalgia de un futuro mejor que no llega) a este animal se lo confa, porque le sabe fiel celador
de sus ms ntimos secretos y decepciones.
Pero tambin el gato desconfa de su amo. En uno de sus poemas en prosa, Baudelaire
pone el ejemplo de los gatos y los compara a los nios pobres, a esos mendigos asustadizos que
cuando se les ofrece algo de comer salen huyendo para comerlo a solas y como con miedo de que
les arrebatemos lo que apenas un instante antes le hemos dado con benevolencia. Por naturaleza los
gatos desconfan del hombre, no hay entre ellos y las personas la complicidad ingenua que
mantienen los perros. Son escpticos como filsofos presocrticos, por ms que le hagan compaa
a Baudelaire y sean tan denodadamente elegantes... Y su suavidad es engaosa aspereza de garras
siempre dispuestas a asestar su zarpazo. Como la propia vida.
Juan Francisco Caones Castell