Juguete e Infancia
Juguete e Infancia
Juguete e Infancia
Griselda Santos **
Catalina Saragossi ***
(*)
141
142
143
nuestra realidad. En esa direccin, su proliferacin y sobredimensin dara cuenta de una yuxtaposicin en la que
el juguete es jerarquizado como objeto.
Ahora bien, la tendencia crtica a considerar a los juguetes ms elaborados, sofisticados y complejos como obstaculizadores de las posibilidades creativas del nio, propone como reaccin reemplazarlos por juguetes despojados
de esos atributos, por otros de materiales naturales (madera, tela) y formas simples, juguetes ecolgicos, etc. Con
relacin a esta oposicin entre juguetes complejos y estructurados versus juguetes que retrotraen a la naturaleza
sin introducirnos en la subjetividad de los nios cuando
juegan entendemos que sustituir una tendencia por otra,
deja por fuera un aspecto del problema. La preocupacin
por cmo debe ser el juguete, e incluso cmo debe ser el
juego del nio responde, en todo caso, a una intencionalidad del adulto respecto al mismo para que cumpla las expectativas depositadas en l.
144
145
de relaciones diversas (el mismo objeto puede, en contextos diversos, ser diferente) (pg.142). Adems, propone un anlisis del juguete desde el punto de vista de la
materia maleable y el espacio simblico al que remite.
Conceptualiza la evolucin del juguete como un proceso
que marca el paso de un objeto smbolo a un objeto
signo. El primero, slo existe en el conjunto y tiene como
referencia a una concepcin del mundo que ordena la realidad, permite ser soporte de representaciones simblicas.
Como objeto signo define a aquel que, en general de
hechura compleja, es superficie de representaciones y responde a una representacin de elementos aislados, fragmentada de la realidad. Se correspondera con la mayora
de los juguetes actuales, objetos individuales de materiales
y estructura compleja que jerarquizan lo visual.
El juego y el juguete
A su vez, como objeto catectizado, la riqueza simblica
del juguete no est, como ya planteamos, en su naturaleza
material. Se despliega en la transformacin que puede operar quien lo manipula: el juguete es durante el juego sostn
de representaciones, al mismo tiempo que se presta para
tomar en l la significacin que el nio quiera darle, siendo
de ese modo tambin incorporado a una distinta legalidad.
Nuestra postura terica supone que el juguete participa
en el juego pero no lo determina: opera como un disparador que, en una peculiar combinatoria, sostiene una historia en juego. El juguete convoca la propia fantasmtica y es
transformado en su dimensin de significacin consensuada cuando se pone en juego lo subjetivo de quien juega
(una simple canoa puede transformarse en barco pirata capaz de arrojar temibles bombas sobre una fortaleza que
minutos antes haba sido una estacin de servicio). Los
intercambios representativos que el nio realiza en su jugar
ordenan su propio mundo subjetivo, articulado con esos
objetos, productos de su cultura, que le permiten construir
una visin personal de s y del mundo.
146
Tambin pensamos que cuando el juguete es ms significado o estructurado se introducen otras variables, un ejemplo puede ser la manipulacin del objeto. No es lo mismo
un juguete que requiere de la visin y la opresin de un
pulsador que aqul que compromete el cuerpo en otra dimensin. Si bien en nuestra investigacin no hemos indagado qu efectos tiene el objeto juguete actual en la subjetividad de quien juega, porque no es un objetivo planteado,
nos resulta interesante abrir una futura indagacin en ese
sentido.
Al situar el objeto-juguete como centro de mltiples
relaciones y representaciones, nos encontramos con problemas complejos. Cuando nos propusimos investigar el
juguete, esta complejidad de los niveles en juego nos condujo a ubicar algunas intersecciones y dejar de lado otras.
Decidimos recortar de este universo los objetos fabricados y ofrecidos al nio como juguetes, para centrarnos en
su magnitud semitica, es decir, como interseccin de relaciones que dicen algo diferente del juguete mismo. Dejamos de lado los que construye el mismo nio, o sus padres,
y aquellos otros objetos no juguetes, que el nio vaca de
su significado habitual para transformarlos en objetos
ldicos. Nos interesamos, pues, en el juguete como portador de representaciones socio-simblicas, pero articulado
con las representaciones que de sus juegos y juguetes, a su
vez, tiene el adulto que los ofrece a sus hijos. Pensamos
que el juguete se sita en un punto de convergencia entre el
nio y su universo, mediatizado por los vnculos libidinales con los otros humanos y en un nudo de transferencias.
Consideramos entonces que una variable que poda ser analizada era el adulto como generador y mediador de objetos
juguetes.
A propsito de la investigacin
En la direccin, ya planteada, nos propusimos indagar la
historia libidinal de los adultos con sus propios juguetes y
la propuesta de los mismos a sus hijos. Qu lleva a un
147
adulto a elegir determinados juguetes? Buscando respuestas a esta pregunta nuestra investigacin incluy dos niveles de indagacin:
l. Observacin en jugueteras de los juguetes que adquieren los adultos para los nios.
2. Administracin de una entrevista semiabierta, orientada a indagar sobre:
Juegos y juguetes de su infancia.
Universo de juegos y juguetes de sus hijos.
La muestra estuvo constituida por 26 sujetos de entre 21
y 50 aos, 22 madres y 4 padres, de un medio social urbano, con hijos de 18 meses a 10 aos.
Con relacin a la observacin en jugueteras, es interesante destacar que el 35,7 % de los adultos que compraron
juguetes requirieron el asesoramiento del vendedor. Se podra pensar que a l se le adjudica un conocimiento especializado sobre el objeto ldico y su adecuacin a la edad e
intereses del nio. Es desplazado el saber hacia los
especialistas? En este caso se privilegiara el saber sobre
el objeto-juguete por sobre el saber que tiene el adulto
ligado afectivamente con el nio. Corea, C. (1999) plantea
que la publicidad borra diferencias entre el adulto y el nio
cuando los ubica a ambos como consumidores en situacin
de paridad, en ese caso no hay una diferencia entre el saber
del nio y el adulto. Nosotros pensamos que, de manera
semejante y en lneas generales, en la consulta al otro
interviene una jerarquizacin del conocimiento sobre el
objeto que lo sita en un ordenamiento que desdibuja el
propio saber sobre el nio.
Por otra parte se observa una cierta recurrencia en los
juguetes que se solicitan. Se puede conjeturar que las similitudes de juguetes, en cuanto a tipos y caractersticas,
posibilitan a los nios de una cultura elaborar significaciones compartidas (Rossie, 1994), reforzadas, en este caso,
por los modos de produccin y circulacin de aquellos. Las
muecas y los accesorios ligados a lo esttico (set de belle-
148
za), a lo maternal y a lo cotidiano configuran un alto porcentaje de los juguetes que los adultos compran a las nias.
Si bien esto est en consonancia con las preferencias propias de las nias en el perodo de latencia, en la estructuracin de la propia identidad, pensamos que esta eleccin
tambin est representando expectativas asociadas al gnero. La cantidad, variedad y estructura de los objetos-juguetes modifican los modos de representar lo femenino. Por
ejemplo, la variedad de muecas y muecos de peluche, tal
vez permite hipotetizar, de acuerdo con algunos autores (S.
Bleichmar, 1997) que est asociada con representaciones
que aluden a la diversidad de matices del amor. La maternidad, la sexualidad, la ternura, la dependencia y la autonoma complejizan actualmente lo femenino. La variedad
de oferta de muecas proporciona una multiplicidad de
alternativas: aquellas que por sus caractersticas pueden
ser ubicadas en el lugar de hija/o, beb; las que, como las
Barbies, facilitan la escenificacin de relaciones amorosas,
actividades ocupacionales, sociales, de ideal esttico; los
muecos de peluche, que parecen estar asociados con afectos tiernos y de cuidado maternal.
Respecto de los varones, observamos que los juguetes
directamente ligados a la temtica blica (armas, tanques)
ocupan un bajsimo porcentaje y pensamos que sta se
halla desplazada en otros juguetes, sobre todo muecos y
accesorios de seres de otras galaxias, en los cuales esa
temtica aparece encubierta en cuestiones de poder y dominio. Podramos decir que est sobredimensionado el plano
de los superpoderes. Sin embargo, son juguetes y muecos,
quienes los portan, lo que implica otra manera de involucrar el cuerpo.
Un bajo porcentaje de juguetes adquiridos corresponde
al desarrollo de habilidades. Entre stos se incluyen: juegos de encastre y para armar, pelotas, patines y patinetas.
Los juegos de mesa, cuya temtica est centrada en la
competencia, se ubican en una franja intermedia. Observamos una cierta disociacin entre lo enunciado en las entre-
149
vistas y estos datos, pues no hay en ellas ninguna referencia a estos juegos.
150
151
152
153
natario privilegiado de los mismos, la mayora de los adultos entrevistados, aun quienes responden puntualmente a la
demanda de los nios, proponen maneras singulares de
seleccin y regulacin, orientados por los valores mencionados y por su propia historia infantil.
Para finalizar, un punto central es el cambio en el status
del juguete. Dicha transformacin plantea cuestiones complejas:
1. Adquieren otra incidencia los medios, la imagen y la
oferta que, a su vez, generan demanda de juguetes, no
necesariamente de juego. Esto modifica la circulacin y la
asimetra que caracteriza la relacin adulto-nio. Transforma los modos tradicionales de transmisin familiar y en su
interpelacin produce efectos.
2. Esta demanda a su vez se articula con el lugar que
ocupa el nio, el incremento del inters hacia l como
proyecto actual y el regalo de juguetes como referentes del
amor hacia ellos.
3. La creencia en que el objeto juguete determina la
subjetividad; promueve, por un lado, la sobreoferta para
estimular las capacidades del nio y su creatividad, y por
otro, la excesiva selectividad como modo de restringir sus
impulsos agresivos.
4. Para los adultos, los juguetes de los hijos son el
soporte del juego, ofrecidos en cantidad y variedad a un
nio que ocupa mucho espacio; dirigidos a quien se supone colmar a travs de los juguetes anhelados.
5. Cuando el juguete se reduce a ser un objeto de consumo, su condicin de juguete se desdibuja.
154
Bibliografa
Alvarado, M y Guido, H. (compiladores) (1993) Incluso los nios. Apuntes para una esttica
de la infancia. Bs.As. La marca. 1993.
Barthes, R. (1994) Mitologas.
Mexico. Siglo XXI.
Benjamin, W. (1969). Escritos.
La literatura infantil; los nios
y los jvenes. Bs. As. Nueva Visin, 1989.
Bleichmar, S. (1997). Seminario Anual. Hospital de Nios
Ricardo Gutirrez. Publicacin interna.
Corea, C.; Lewkowicz, I. (1999)
Se acab la infancia? Edit.
Lumen.
Daz Vega, J. L. (1997). El juego y el juguete. Mexico. Trilla.
Fornari, N.; Santos, G.; Saragossi, C. (1996) Mitos y creencias en la relacin adulto-nio.
Instrumento de indagacin. Laboratorio de juego. Anuario de
Investigacin N 4 Fac. de Psicologa, U.B.A. 1996.
Gua de juguetes. A.I.J.U.
(1992). Altamira. Madrid.
Resumen
Los juguetes portan los valores del grupo y de su poca,
no slo a travs de las modificaciones del material, de la
esttica o de la inclusin de tecnologa, sino fundamentalmente porque admiten una prctica social que remite a un
155
Summary
Toys support the values of the group and their times, not
only through the changes in the materials used, in their
aesthetics or on account of the inclusion of technology, but
essentially because they allow a social practice which leads
to a system of complex relationships which includes identifying proposals. Such a system involves meanings associated with ideals and modes of transmission. A research on
the toy was done as a privileged object to approach different problems between the adult and the child. To this purpose, the articulation between the adults games representations and their toys in childhood, and the whole variety
of games and toys used by their children, was examined.
The analysis of said material enables us to draw certain
conclusions.
Rsum
Les jouets sont porteurs des valeurs du groupe et de leur
poque, non seulement travers les modifications du
matriel, de lesthtique ou de linclusion de la technologie,
mais surtout parce quils admettent une pratique sociale
qui renvoie une systme de relations complexes qui
incluent des possibilits identificatoires. Un tel systme
implique une dimension de signification associe des
idaux et des modes de transmission. Des recherches ont
t effectues concernant le jouet en tant quobjet privilgi
156