Representacionalista en Filosofia
Representacionalista en Filosofia
Representacionalista en Filosofia
Trabajo de grado
como requisito para optar al ttulo de
Profesional en Filosofa
en la Escuela de Ciencias Humanas
Programa de Filosofa
Universidad Colegio Mayor de Nuestra Seora del Rosario
Director: Adolfo Chaparro Amaya
Presentado por:
Nnser Sotto Z.
Semestre I de 2009
ndice
Pg.
Introduccin..............................................................................................................
Cap. I
1.
15
23
38
56
2.
3.
1.
2.
3.
58
65
76
Conclusiones..............................................................................................................
88
Bibliografa...............................................................................................................
91
Introduccin.
Yo dira que si existe una actividad filosfica autnoma, si puede haber una
actividad terica interior a las matemticas, a la lingstica, a la etologa o a la
economa poltica, si existe una filosofa libre de todos esos terrenos se le
podra definir del modo siguiente: una actividad de diagnstico. Diagnosticar
el presente, decir qu es el presente, sealar en qu nuestro presente es
absolutamente diferente de todo lo que l no es, es decir, de nuestro pasado, tal
puede ser la tarea que le ha sido asignada hoy a la filosofa.1
la filosofa
epistemolgico de los tiempos actuales. Como lo muestran algunos de los principales autores que
intervienen en el debate para esclarecer los fundamentos en los que se anclan las principales
teoras sociales y humansticas2, pareciera que todava la filosofa sigue persiguiendo principios
filosofa, tal y como sta vena concibindose desde los griegos, es un hecho4. O peor an, quizs
esa confusin respecto de la funcin de la filosofa sea solamente otra de las consecuencias
negativas del pensamiento de uno de los ms importantes filsofos del siglo XX cuando afirm
que a esta disciplina le corresponde adelantar una funcin totalmente diferente a crear, analizar o
fundamentar concepciones teorticas/conceptuales. En palabras de ese mismo autor:
La Filosofa se limita a ponerlo todo delante, sin explicar ni inferir nada. Como todo est a la vista,
nada hay tampoco que explicar. Porque lo que pudiera estar escondido, pongamos por caso, no es
de nuestra incumbencia.5
De tal modo estableci Wittgenstein esta concepcin, que en la segunda etapa de sus
reflexiones concluy enfticamente que: en realidad la filosofa es [una actividad] puramente
descriptiva6. Queriendo decir con ello que a la filosofa no le corresponde buscar y/o encontrar
verdades o entidades esencialistas y ocultas, como se vena creyendo tradicionalmente, sino que a
esta disciplina lo que le concierne en principio es adelantar una tarea de esclarecimiento de las
confusiones lingsticas y/o de los mal llamados problemas filosficos/metafsicos.
Ahora bien, ms all de la discusin sobre lo que es el discurso filosfico, o sobre la
definicin/funcin que le corresponde a la filosofa, seguramente lo que hay que tener en cuenta es
que el siglo XXI ha llegado precedido, por decirlo de alguna manera, de una revolucin en el
pensamiento occidental. Como lo muestra la amplia discusin acadmica contempornea, los ms
diversos tpicos como, por ejemplo, la post-modernidad, la realidad histrica, el presente,
las consecuencias del pensamiento ilustrado de la Modernidad, la cultura mundial, la New
Age, el relativismo lingstico, o la post-filosofa, son cruzados simultneamente por y desde
el arte, la historia, la ciencia, la economa, la literatura, el mito, la filosofa y otros muchos
discursos provenientes de cada una de las distintas disciplinas y perspectivas. Pero sin que hoy
alguno de tales discursos, o alguna otra perspectiva en particular, pueda pretender exclusividad
universal, traducir indubitablemente a los dems u ostentar una autoridad legtima e inalienable.
Lo que, eventualmente, podra llevar a que se categorice a
Disminuiramos, sin embargo, la importancia sobre el discurso de la postfilosofa si nos limitramos a verlo
como la constatacin un tanto tragicmica de la auto extincin de una profesin otrora respetada y respetable.
Vase, Rorty, El giro lingstico, pg. 23.
5
Ver, Wittgenstein, Investigaciones filosficas, 126, pg. 131.
6
Ver, Wittgenstein, Cuadernos azul y marrn, pg. 46.
parecieran ser las nicas salidas explicativas a lo que, gracias a J. F. Lyotard, se conoce hoy como
la condicin post-moderna7.
Empero, el buen sentido y la experiencia histrica revelan que si queremos entender el
presente o, al menos, como dice Foucault: diagnosticarlo, la filosofa en tanto que guardin
tradicional del conocimiento por el conocimiento, y en tanto que desde sus inicios mantiene de
alguna manera una estricta relacin con el lenguaje natural que utilizamos (y por ende con la
manera como pensamos), parece resultar una vez ms la mejor herramienta para ese propsito.
Especialmente, si tenemos en cuenta que hoy, dadas las mltiples interpretaciones o las diversas
especificaciones que puede tener un constructo conceptual (teora) cualquiera, ste puede
fcilmente ser caracterizado como un discurso u otra perspectiva ms, o meramente como otro
modelo teortico que se relativiza en el contexto y en el marco en el que es proferido y elaborado.
En este sentido, por ejemplo, a todo el discurso cientfico, en tanto que pretenda ofrecer una
explicacin racional y concluyente sobre los orgenes y la escatologa del universo y del ser
humano, y en tanto que no pudo esgrimir finalmente una verdad o un significado absolutos, se le
puede enmarcar y sujetar a una mera concepcin materialista,
evolucionista (azarosa)
mecanicista del universo; y, por la misma va, a todo el discurso de la religin y/o el mito, en
tanto que tambin pretenda ofrecer una explicacin definitiva
de
Wittgenstein para iluminar o, mejor an, para dilucidar aquellos problemas que parecen no ser
problemas sino meras confusiones lingsticas. Pues como
que hemos llegado a creer que son problemas filosficos o, incluso, problemas metafsicos
irresolubles. Lo cual supone, en el sentido estricto de la cita de Foucault, una praxis de
diagnstico o de descripcin de lo que est sucediendo con el pensamiento filosfico e intelectual
de nuestros tiempos.
Apuntando ya en esa direccin
sempiterna que entraa separar los problemas filosficos de las representaciones conceptuales que
se hacen de ellos; y, por el otro, resalta a su vez los alcances de la filosofa contempornea para
esclarecerlos; concluyendo que las reflexiones wittgensteinianas nos permiten, como individuos
competentes lingsticamente, apreciar las virtudes de esta disciplina para dirimir los mal
llamados problemas filosficos.
La filosofa de nuestro siglo ha penetrado, con agudeza y claridad muy superiores a las de
cualesquiera otras pocas, en la profunda relacin existente entre los problemas filosficos y el
8
lenguaje. Nadie ha ayudado tanto a ello como el filsofo Ludwig Wittgenstein.
Sin embargo, cabe decir que as como hoy todava existe mucha confusin respecto a la
tarea sustantiva de la filosofa (lo cual es indicativo de que todava no tenemos claro en qu
consiste el giro lingstico ni cules fueron las contribuciones de Wittgenstein), tambin es dable
pensar que todava no tenemos establecido cules
dicho filsofo, y mucho menos las consecuencias filosficas, epistemolgicas y pragmticas que
se siguieron de sus reflexiones. Como lo seala Hartnack las obras de Wittgenstein apenas
pueden ser descritas, dado lo personal y aforstico de su naturaleza; suele decirse, no sin razn,
que slo cabe interpretarlas. Y ya se sabe lo controvertible de toda interpretacin 9 . Lo que
supone, entonces, que aunque se postule que el pensamiento de Wittgenstein es de enorme
importancia para la filosofa contempornea,
amplia variedad de opiniones al respecto, todava no tenemos claro ni establecido cules son las
consecuencias que se han inducido o desencadenado con sus reflexiones.
Pero, aunque slo suceda en un crculo muy pequeo de la filosofa, hay que tener en
cuenta que la abundante literatura que sobre el pensamiento de Wittgenstein se ha ido acumulando
hasta el presente se est encargando poco a poco de dilucidar de mejor manera la reflexin de
este filsofo, hasta el punto de que es comn hablar en dicho crculo del primer Wittgenstein (el
8
9
del Tractatus) y del segundo Wittgenstein (el de las Investigaciones Filosficas); apuntndose
con
eso,
primero,
un
viraje
radical
en
el
pensamiento
filosfico
de
ese
epistemolgicas y socio/culturales que se siguen no sean todava muy claras para el mbito
acadmico y, mucho menos, para el individuo promedio.
Otra pista sobre las enormes consecuencias del pensamiento wittgensteiniano la podemos
encontrar en la
Los trminos de esta discusin son ampliamente descritos en la obra de Rorty, especialmente en La filosofa y el
espejo de la naturaleza (1979) y en El giro lingstico (1992).
que se sigue de ello; hasta el punto de hablar al respecto, en el mejor de los casos, en trminos de
la crisis de la Modernidad11 o, en el peor, simple y despectivamente como el advenimiento del
postmodernismo12. Pues al hundirse el ideal y el proyecto fraguado en la Modernidad, pareciera
que la cultura de Occidente se queda
legitimidad, sin una finalidad social (trascendente) ms all del hedonismo, del escepticismo
cognoscitivo, del nihilismo rampln o del anarquismo y el relativismo discursivo; o, peor an,
pareciera quedar sujetada meramente al poder informacional y tecnolgico.
Pero si tenemos en cuenta y partimos de la ptica anti-representacionalista, probablemente
la solucin a ese problema reside en la inversin del sentido negativista y pesimista que le
atribuye la mayora de autores que intervienen en la discusin respectiva. Pues parece que slo
as se nos permite apreciar con claridad las contribuciones de Wittgenstein y las consecuencias
provechosas que tienen sus reflexiones para explicar y aclarar nuestro presente. De hecho, como
veremos en el segundo captulo, ya existen varios trabajos en este sentido. Los cuales muestran,
plausiblemente, que al abandonarse la creencia dualista tradicional, aquella misma que buscaba
distinguir entre esquema conceptual y contenido emprico para acceder racionalmente a la
objetividad o al menos a los a prioris para hacer posible el ideal y/o el proyecto moderno, se
puede inferir lcitamente un ascenso histrico o una superacin (lase un desarrollo) de la
filosofa y la epistemologa.
Tal superacin radica, en primera medida, y basndonos en la reflexin davidsoniana, en
que una vez abandonado el paradigma del representacionalismo moderno se puede especificar por
qu hay que renunciar a aquel modelo dualista que diferenciaba entre esquema conceptual y
contenido emprico; lo cual permite, de paso, aclarar que la mente, en tanto que productora de
conocimiento y saber, no es algo ajeno al mundo natural sino algo que est dentro y es
condicionada por l. Y, en segunda medida, que por tanto el propsito central del conocimiento y
el saber no consiste en la aprehensin de la verdad, el significado o la realidad sino,
11
acontecido al pensamiento occidental. Es decir, que con dichas reflexiones, en tanto que son un
evento filosfico reciente, se puede explicar y mostrar plausiblemente el giro lingstico; y, por
tanto, clarificar una de las consecuencias epistemolgicas ms generales que se ha simbolizado
en la comunidad acadmica e intelectual (en cierto modo, negativista y pesimista) con el concepto
de post-modernismo. De hecho, desde una perspectiva no-representacionalista (anti-moderna) las
reflexiones de dicho autor pueden sintetizar plausiblemente las dos concepciones filosficas ms
sobresalientes de la tradicin: la racionalista-positivista y la ontolgica-pragmtica-hermenutica;
que, para nuestros fines, denominaremos simplemente como representacionalista y antirepresentacionalista.
Dicho claramente, desde una
Wittgenstein
parece
revelar
por
solo
el
cambio
el
giro
del
pensamiento
quehacer filosfico. O dicho con otros trminos, cuando el segundo Wittgenstein estipula cmo y
por qu persegua errneamente (mediante la imagen del espejo) un ideal de pureza cristalina
(los criterios racionales
10
colegir, por un lado, que ese rompimiento entre el primer y segundo Wittgenstein
enmarca la figura de este pensador como uno de los protagonistas principales, esto es, como un
ejemplo paradigmtico del giro lingstico operado recientemente en el pensamiento filosfico
occidental. Y, por el otro, que dicho rompimiento, a su vez, encuadra linealmente dos etapas
consecutivas en la historia reciente: la Modernidad, que va del siglo XVII hasta aproximadamente
la mitad del XX; y la post-modernidad, que se inicia entre la segunda mitad del XX y estos
comienzos del XXI, precisamente cuando las reflexiones wittgensteinianas estn cobrando
relevancia en los principales crculos filosficos y epistemolgicos del mundo.
La pregunta central que perseguiremos en este trabajo se puede plantear en los siguientes
trminos: Cmo es que con las reflexiones wittgensteinianas se puede describir plausiblemente el
giro lingstico e inferir un nuevo paradigma anti-representacionalista, caracterstico de una nueva
poca, que contrariamente a lo que cree la mayora de intelectuales resulta provechoso y oportuno?
Para responder a este interrogante se caracterizar, primero que todo, el pensamiento del
primer y segundo Wittgenstein mediante sus dos obras filosficas claves: el Tractatus LogicoPhilosophicus y las Investigaciones filosficas (secciones 1 y 2 del primer captulo). Con esto se
espera describir el giro lingstico, o el cambio de perspectiva, que se opera en el pensamiento de
Wittgenstein; lo cual ha de mostrar, a su vez, cmo a partir de la imposibilidad de lograr un metalenguaje representacionalista puro y cristalino se tuvo que adoptar una nueva funcin para la
filosofa, distanciada de la teora pictrica-figurativa13. Luego, a la luz de lo que se ha llegado a
entender recientemente en filosofa por giro lingstico y por post-modernismo (seccin 3),
se afirmar
13
La expresin pictrica-figurativa alude aqu, siguiendo la interpretacin de Hartnack , a la teora expuesta en el
Tractatus, la cual busca establecer los criterios racionales que justifican veritativa y definitivamente el link entre el
lenguaje y el mundo real. Vase, Hartnack, Wittgenstein y la filosofa contempornea, nota 4, pg. 10.
11
existen
uso/contexto social), sin que alguno de ellos pueda traducir a los otros o esgrimir una validez
universal/definitiva. En la seccin 2 veremos que
12
__________Captulo1________
Difcilmente llegamos a formar conceptos de las cosas de la tierra; y
a duras penas entendemos las que tenemos delante de los ojos [las
ostensivas]. Quin podr, pues, investigar aquellas que estn en los
cielos [es decir, las metafsicas]?
Sabidura, IX: 16
que parece ser el universo. Los medios principales por antonomasia para este propsito parecen
haber sido desde siempre el pensamiento y el lenguaje; o, lo que es lo mismo, con la
reflexin filosfica y el anlisis epistemolgico. Por lo que, desde este punto de vista, la mente y
el lenguaje resultaran ser las herramientas por excelencia para intentar modelar, explicar o
representar (figurativamente y en una sola Unidad) al sistema universal. Pues resulta inobjetable
que solamente as podemos pensar, nombrar y referenciar las cosas que hay en l, e incluso
adscribirle los principios y leyes que lo rigen.
Sin embargo, en ese intento de explicarnos coherentemente, de aprehender o hacer
inteligible a dicho universo (especialmente las cosas del mundo y la actividad humana), han
aparecido
durante
el
proceso
de
la
historia
muchos
diversos
problemas
13
han esgrimido para superar dicho problema: desde los mticos, literarios y religiosos hasta los ms
coherentes, racionalistas y cientficos. Sin embargo, como ese no es el proyecto ni el propsito de
este trabajo, por motivos elementales hemos de prescindir de dicha recopilacin. Bstenos
nombrar las dos estrategias principales que se han utilizado desde el periodo de la Ilustracin,
con las que se crea poder acceder a la Verdad o al Significado de la Realidad: el positivismo
racionalista que preconizaba, especialmente desde Bacon, el estudio objetivo de la cosa en s
mediante la observacin, la induccin y el experimento emprico; y la analtica metodolgica, que
pondera, especialmente desde Descartes y Kant, el estudio lgico-analtico del lenguaje para
obtener los aprioris, los principios explicativos y/o los significados atmicos y elementales.
Con estas dos estrategias se crey en su momento que el problema de la justificacin del
conocimiento y el saber estaba resuelto 15 . Pareca que era posible hallar racionalmente el
significado y la verdad absolutos de lo tangible, de lo objetivo, de lo real, o bien estudiando
directamente a los objetos de la naturaleza o bien hallando principios apriorsticos metafsicos
(lingsticos/conceptuales). Por cuanto el lenguaje, o en su defecto la mente, parecan servir de
espejo fidedigno de la realidad, no haba cabida para postular entidades confusas o nosignificativas, es decir, irreales o no-verdaderas. Se lleg a creer que la vieja pretensin de
obtener el ideal ms preciado para el conocimiento y el saber: el significado y la verdad
absolutos/reales, era susceptible de alcanzarse bien mediante las ciencias naturales o bien
mediante la filosofa analtica. Pero como veremos, parece que lo nico que se consigui con cada
uno de dichos intentos fue trasladar el comn y viejo problema de la justificacin universal a otro
que prometa soluciones definitivas para una y otra perspectiva; es decir, en ambas estrategias se
lleg a creer que finalmente todo el problema
cristalino que representara cabalmente la realidad del mundo natural y subsumiera formalmente
a todos los otros lenguajes-objeto, incluido el de uso ordinario.
Sin embargo, el segundo Wittgenstein junto con otros adelantos posteriores del
conocimiento occidental se encargaron de ponerle punto final a esa expectativa. Al poner en
evidencia que aquella creencia de que el lenguaje o la mente sirven fidedignamente para figurar
la realidad resulta injustificada y/o errada, se mostr que ningn discurso ni ninguna teora
15
Por ejemplo, Nichollas Rescher relata que con el advenimiento del positivismo lgico, Schlick proclam
esperanzadamente: Estoy convencido de que ahora nos encontramos en medio de una transformacin enteramente
definitiva en la filosofa, y que estamos justificados para considerar finiquitado el estril conflicto entre los sistemas.
Sostengo que el presente est ya en posesin de los mtodos que hacen innecesario dicho conflicto; slo es necesario
emplearlos con resolucin. Vase, Rescher, La lucha de los sistemas, pg. 21.
14
llev a
conferirle a la filosofa una tarea totalmente distinta a la que se le haba otorgado tradicionalmente.
No obstante, parece que al quedar en evidencia que no hay un fundamento universal que sirva
de base para la teora representacionalista se abri, entonces, las puertas a un
anti-
Sigo la interpretacin de Hartnack, en el sentido de que el lenguaje al que alude Wittgenstein es el mismo
lenguaje modlico de la ciencia, en tanto que slo ste transmite informacin sobre el mundo, es decir, es el nico
15
nombres y
oraciones, y atendiendo a su estructura lgica, la realidad del mundo. Sin embargo, esto no
significa que realidad y lenguaje coinciden en una misma estructura o forma lgica susceptible de
aprehenderse racionalmente. Pues dicha sntesis entre lenguaje y realidad, por razones
terminolgicas y/o pragmticas, escapa a cualquier pretensin fundamentadora o a cualquier
posible representacin. Como afirma Hartnack:
Se identifica lenguaje y mundo en una estructura de la que segn nos dice el primer Wittgenstein,
no se puede hablar, de tal manera que cualquier imposible descripcin suya slo podra tomar
18
cuerpo en pseudo-proposiciones, esto es, en proposiciones sin sentido.
16
decir, que dicho lenguaje debe dar cuenta figurativamente de los hechos y cosas del mundo real; y
iii) que sean matemticamente la suma de todas esos trminos, proposiciones y enunciados
verdaderos, esto es, la suma de todos aquellos que reflejan y/o representan fielmente las cosas, los
hechos y acontecimientos en los que llega a dividirse el mundo. De esta manera, si la forma de
este lenguaje limpio e incorruptible resulta siendo lgicamente isomrfica con la del mundo que
se figura, el valor de verdad que se sigue es que no puede haber cabida para malos entendidos o
para afirmar cosas no verdaderas, no-significativa o irreales. Cuando un trmino, una proposicin
o las oraciones pretendan figurar o nombrar algo sin referencia en la realidad, ser prima facie
algo falso o no-significativo, en tanto que no hay manera de verificarlos.
En suma, el Tractatus postula una perspectiva teortica en el que el valor ltimo de verdad
y/o el significado absoluto se anclan en la correspondencia lenguaje/mundo. O como se
manifiesta en dicho texto: la realidad es comparada con la proposicin (Tractatus, 4.05). Por
lo tanto la proposicin puede ser verdadera o falsa slo en cuanto es una figura de la realidad
(Tractatus, 4.06) Pues desde esta ptica, y teniendo en cuenta que la estructura lgica del
lenguaje es isomrfica a la estructura lgica de la Realidad19 (con mayscula), se puede reflejar u
obtener entonces una copia fiel, significativa y/o verdadera del mundo natural. Dicho en los
trminos de Rorty, a travs del lenguaje y/o la mente, que sirven de espejos fieles de la
realidad20, se representaran lgicamente todas las cosas y todos los hechos del mundo natural,
obtenindose as
17
realidad y el estado de cosas conformados por esos mismos objetos pueden ser nombrados y
figurados a travs del lenguaje, en tanto que sus propiedades internas as lo permiten. Las cosas
metafsicas (no ostensivas), como por ejemplo las constantes lgicas, no representan ni pueden
ser representadas (figuradas realmente a travs del lenguaje simblico). Como lo dice el mismo
Wittgenstein [] Mi pensamiento fundamental es que las constantes lgicas no representan.
Que la lgica de los hechos no puede ser representada (Tractatus, 4.0312.). As, tales
constantes lgicas seran, al igual que la matemtica para hacer ciencia, y teniendo ahora en el
principio de representacin una base terica slida, una herramienta cognoscitiva y esclarecedora
para tener "una visin justa del mundo" (vase, Tractatus, 6.54), sin que haya lugar para
presuponerlas como verdaderas o falsas y/o para intentar figurarlas veritativamente. Quizs por
ello es que el primer Wittgenstein concluye enftica y finalmente en el Tractatus que "de lo que
no se puede hablar es mejor callarse" (Tractatus, 7.)
Para llegar a esta conclusin el primer Wittgenstein seala en El Tractatus siete aforismos
(aunque en el texto de Hartnack se habla de siete tesis 21 ) que subdivide y concatena
subsecuentemente con comentarios en forma de rbol. Reseo slo los dos primeros, en tanto que
considero que son los ms bsicos para la teora correspondista-figurativa que persigue el valor
ltimo de
21
Wittgenstein anuncia en el Tractatus siete tesis, a las que enumera as: 1,2,37 []. Vase, Hartnack,
Wittgesntein y la filosofa contempornea, pg. 47.
22
Vase, Hartnack, Wittgenstein y la filosofa contempornea, pg. 47.
18
puede constituirse en hechos compuestos, los cuales se pueden figurar a travs de oraciones
elementales o atmicas y de oraciones, obviamente, compuestas23.
Wittgenstein llega de este modo a la segunda tesis Lo que es el caso, el hecho, es la
existencia de hechos atmicos (Tractatus, 2.). Y si con el lenguaje se puede hacer una figura
lgica o un modelo fiel de los hechos y no de las cosas (estas slo se pueden nombrar, y nombrar
no es figurar), indudablemente slo se pueden hacer dos cosas: nombrar objetos y figurar los
hechos a que dan lugar esos mismos objetos. Por consiguiente, las proposiciones elementales
tienen que figurar los hechos atmicos, diciendo si estos son o no el caso; y, de este modo, cada
enunciado lingstico o proposicin elemental son verdaderos o significativos si se corresponden
y/o alinean isomrficamente con el hecho que refieren, y falsos o no-significativos si no se
corresponden.
Este lenguaje figurativo, verdadero, y por tanto completamente significativo, viene dado
en proposiciones compuestas y proposiciones elementales24. La verdad de las primeras depende
de la verdad de las segundas, y la verdad de stas (elementales o atmicas) de su coincidencia con
los hechos, esto es, de su constatacin con lo acaecido. Como lo dice el mismo Wittgenstein:
para conocer si la figura [la proposicin atmica] es verdadera o falsa debemos compararla con
la realidad (Tractatus, 2.223). Por lo tanto, la verdad o el significado de cualquier proposicin
resulta ser susceptible de verificacin emprica en virtud de las proposiciones atmicas
constitutivas que posibilitan sus condiciones de verdad. Esto es propiamente, cabe decirlo de una
vez, lo que hoy conocemos como conocimiento cientfico-veritativo; atribuyndosele al primer
Wittgenstein, entre otros, el ser autor de su fundamentacin terica25.
Puestos de esta manera los fundamentos tericos de la verdad y el significado, inferidos
de la acepcin de que a travs de la correspondencia de un lenguaje limpio e incorruptible se
23
19
pueden figurar (representar) fielmente los hechos y nombrar los objetos del mundo, Wittgenstein
afirma, finalizando el prlogo de su texto, que con el Tractatus por fin se ha conseguido la va
segura para el filosofar y el conocimiento. Es decir, que con esta concepcin terica pareca que
la llave de la segura va para la actividad filosfica por fin haba sido conseguida. Tan correcta
pareca esta concepcin que el mismo filsofo postul que todos los problemas filosficos por fin
haban sido solucionados.
Por otra parte, la verdad de los pensamientos aqu comunicados me parece intocable y definitiva.
26
Soy, pues, de la opinin de que los problemas han sido, en lo esencial, finalmente resueltos.
Por eso entonces, en adelante, el quehacer filosfico se perfilaba como una actividad
analtico-lingstica y de esclarecimiento de lo que significan y refieren los trminos y enunciados
empleados. En cualquier otro caso, en el que se le otorgara una funcin distinta a la actividad
filosfica, entonces se habra de guardar silencio; pues segn lo afirma Wittgenstein en uno de
sus ltimos aforismos todo lo que puede ser dicho, puede ser dicho con total claridad y sobre lo
que no cabe hablar se debe guardar silencio27. Queriendo decir con ello que los enunciados o
las palabras sin referente (metafsicas) en el mundo real son no-significativos o sin sentido, en
tanto que no hay manera de accederlas, figurarlas o de constatar su veracidad. En suma, los
problemas haban sido definitivamente solucionados. El resto no poda y no deba- ser ya sino
actividad analtica (lingstico-analtica, por supuesto) o silencio. De ah que nada ms publicado
el Tractatus -con el que acababa de poner en manos de los aspirantes a postfilsofos la llave de la
segura va- Wittgenstein dejase, dando un paso de inapreciable coherencia, su viejo oficio de
filsofo y optara por dedicarse a la enseanza primaria28.
Desde el anterior panorama, hay que agregar entonces que con el Tractatus pareca que el
ideal de la actividad filosfica-epistemolgica, proyectada por los Ilustrados modernos, por fin
llegaba a su meta. Con la obra del primer Wittgenstein pareca establecerse, de una vez por todas,
el resultado de esa bsqueda universalista que por dos o tres siglos orientaba a los predecesores
modernos en su afn por conseguir las bases definitivas con las cuales se pudiera obtener el
conocimiento verdadero y/o absoluto. De hecho, refirindose a ese ideal perseguido por los
modernos, un filsofo de nuestro medio, y hermeneuta de Wittgenstein, afirma que:
Entre las motivaciones que jugaron un papel muy determinante en la formulacin de los problemas
abordados en el Tractatus y en la forma que adquirieron las soluciones dadas a ellos, est la de
26
20
buscar explicaciones generales y ltimas que cumplan con un ideal y una exigencia extremos de
rigor, claridad, perfeccin. Este ideal lleg a constituirse en la perspectiva a travs de la cual se
insista tercamente, como si fuera la nica correcta o posible, en ver, valorar e interpretar lo que se
deseaba explicar y fundamentar; el afn de explicar y fundamentar de manera universal y
definitiva podra entenderse tambin como una manifestacin de ese ideal, como una manera o la
29
manera, por excelencia, de satisfacerlo.
modernos y sobre todo por el positivismo lgico, encarnado en las figuras de Frege, Ayer, Moore,
Russell, Carnap y todo el Crculo de Viena (sobre lo cual existe polmica de si Wittgenstein lleg
o no a ser parte), pareca haberse consumado. De hecho, algunas fuentes indican que este texto
lleg a convertirse casi en La Biblia de los integrantes del crculo de Viena; valga decir, en la
base de la teleologa cognitiva del positivismo lgico30.
No obstante, a medida que avanzaba el examen crtico del Tractatus, y de la teora de la
correspondencia lenguaje/mundo,
primer Wittgenstein, rechazando la tesis fundamental de que con el lenguaje se poda constituir un
sistema nico capaz de figurar los hechos y denotar las cosas del mundo real; optando, en
cambio, por perseguir una verdad enteramente coherentista en lugar de aquella figurativa y
representacionalista que el primer Wittgenstein postulaba. A manera de ejemplo, frente a la idea
wittgensteiniana de un nico lenguaje capaz de figurar sintctica y semnticamente las cosas y los
hechos del mundo, Bertrand Russell sostena, por el contrario, que un lenguaje poda hablar de
otro lenguaje y por tanto poda haber muchos lenguajes en diferentes niveles jerrquicos. Y
29
21
segn esta variante filosfica del representacionalismo, que agrupaba a analticos y empricos,
todo el problema consista entonces en obtener un meta-lenguaje que subsumiera a todos los otros
lenguajes-objeto en un slo sistema lgicamente coherente o, al menos, que pudiera integrar en
uno slo a todos aquellos que se pretendan cientficos e inobjetables31.
En el propsito de conseguir un metalenguaje que subsumiera a todos los otros lenguajes
(incluido el de uso ordinario), parece que se embarcaron todos los seguidores del positivismo
lgico, alcanzando gran relevancia (como defensor implacable de esta corriente y como opositor
de la tesis central del Tractatus) la obra de Rudolf Carnap: Sintaxis lgica del lenguaje (1934).
Cabe anotar que en esta obra Carnap consigui formular (elaborar artificialmente y soportar en el
lenguaje ordinario) las reglas sintcticas-gramaticales para cualquier lenguaje que pretenda ser
matemtico o ideal. Pero hay que agregar, de una vez, que en ninguna obra de esa ndole se
logr
obtener las reglas semnticas y/o significativas absolutas, imprescindibles para cualquier
lenguaje cuyo objetivo sea reflejar la estructura de la realidad, la figuracin del Todo y/o la
Unidad del conocimiento y el saber. Una crtica fuerte a esta cuestin del significado semntico
absoluto, se puede poner en los trminos de Donald Davidson:
El asunto se reducira a una inocua diferencia sobre terminologa si los criterios semnticos
fuesen claros; pero no lo son. Mientras que hay acuerdo en que la tarea central de la semntica es
dar la interpretacin semntica (el significado) de toda oracin del lenguaje, no se encontrar en
parte alguna de la literatura lingstica, al menos que yo sepa, una explicacin franca de cmo una
32
teora realiza esta tarea, o de cmo decir cuando ha sido cumplida.
31
Es decir, al estilo de los pretendidos por: Gottloh Frege: Sobre sentido y referencia, publicado en 1892; o por
Bertrand Russell: Principia Mathemtica, publicado entre 1910 y 1913.
32
Ver, Davidson, Verdad y significado, La bsqueda del significado, pg. 343.
22
negacin podr demostrarse con las herramientas del mismo sistema, sino que tendr que recurrir
para ello a un sistema externo (es decir, el sistema se mostrar como incompleto); y, por tanto,
habr que admitir que el sistema no puede demostrar con sus propias herramientas que es un
sistema consistente; y/o iii) el principio de incertidumbre de Heisemberg y la teora cuntica, que
mostraron que la naturaleza de las estructuras-partculas microscpicas contiene pares de cosas
que no se pueden determinar, esto es, medir u ubicar con precisin en un momento y lugar
especfico.
Por esto,
33
Se dice que todo comenz cuando un amigo de Wittgenstein le hizo un gesto con la mano, y luego le pregunt por
la forma lgica de ello, que este filsofo comenz a reconsiderar las tesis consignadas en el Tractatus. Aunque otras
fuentes sealan que fueron determinantes las conversaciones con Ransey. Vase, Hartnack, Introduccin,
Wittgenstein y la filosofa contempornea.
34
A este respecto, y como una alusin ya consignada en El asalto a la razn, vase el original artculo de Ferrater
Mora Wittgenstein o la destruccin. En: Las filosofas de Wittgenstein. Barcelona: Oikos-Tau, 1966.
23
depender ya de la copia isomrfica entre el lenguaje y la realidad del mundo natural, se tienen
que relativizar al uso y contexto en los que se insertan los distintos juegos de lenguaje.
Desde esta ptica se puede hacer comprensible, desde ya, por qu a partir del giro
lingstico se dice que cualquier conocimiento, o cualquier saber, es susceptible de quedar en
entredicho, e incluso, de quedar invalidado. Pues resulta claro que ningn discurso, ni ninguna
perspectiva disciplinar (incluidas las de las ciencias naturales, la religin o la filosofa) pueden
arrogarse el derecho privilegiado de ser los portadores de la verdad exclusiva o los elegidos
del conocimiento absoluto y universal. Dichas verdades, o dichos significados absolutos, se
relativizan ahora exclusivamente al marco y contexto en el que son proferidos; como meros
juegos de lenguaje,
sin que
universalidad absoluta. En este sentido, por ejemplo, la nocin del Dios o del Jess-Cristo bblico,
como verdades infalibles e inviolables, son vlidas en el mbito de la religin catlica-cristiana
y sus seguidores, pero no en el mbito de otras creencias religiosas o en el de las creencias
empricas. Con otro ejemplo, el enunciado 2+2=4 es verdadero en la concepcin matemtica y
de la ciencia; pero no en el mbito ontolgico, en tanto que 2, +, 4 son connotaciones
simblicas que como tales no tienen cuerpo o existencia independiente en la Naturaleza (no son
ostensivas): quite las matemticas y tales nociones desaparecen, o quite los seres humanos y las
matemticas dejan de existir.
La verdad, el significado o la realidad, como nociones universales y ltimas o como
ideales absolutos e inmutables a perseguir mediante la filosofa, la ciencia, la religin, la
matemtica o por cualquier otro juego de lenguaje, y que se lleguen a creer que estn por fuera o
ms all del lenguaje y de la experiencia, quedan descartadas de plano luego del segundo trabajo
wittgensteiniano. Y esto, sencillamente, porque el fundamento al que remite tales conceptos se
hace inaccesible por definicin; es decir, que no puede ser accedido ni emprica ni
observacionalmente. Su carcter sublime y/o dudoso, remitido a los cielos platnicos, no
permite su aprehensin dada la contingencia y falibilidad de nuestros procedimientos
cognoscitivos, y nuestra ubicacin espacio-temporal. Por eso, el significado, la realidad y/o la
verdad quedan relativizados finalmente al contexto y a los juegos de lenguaje en los que se
insertan, y en las acepciones en que se usan. Wittgenstein lo manifiesta escuetamente: El
significado de un trmino es su uso en el lenguaje35.
35
24
de la
observacin perspicaz se puede detectar y tipificar un uso efectivo y correcto del lenguaje, sin
que necesariamente se tenga que estar, por decirlo de alguna manera, inserto en la concepcin
referencialista del significado o dentro de una teora realista que postule ideales universalistas o
esencialistas. Lo que ahora hay que identificar, prima facie, son las reglas gramaticales que rigen
el uso de los trminos y expresiones en sus contextos; y adems tener en cuenta que dichas reglas
no estn necesariamente regidas por la lgica deductiva (como de hecho s lo estaban en el
Tractatus, en su funcin de figurar el mundo).
El punto central del argumento es que dichas reglas obtienen su razn de ser (su
fundamento) en la misma pragmtica del lenguaje, esto es, en el uso y la costumbre social. Pero
sin que necesariamente haya que presuponerlas en trminos de verdaderas o falsas, por cuanto es
imposible salir del lenguaje a un punto neutro y/o externo para luego contrastarlas con la
realidad. Respecto a la justificacin de dichas reglas gramaticales, Wittgenstein afirma que:
La gramtica no tiene que rendirle cuentas a ninguna realidad. Slo las reglas gramaticales
determinan el significado (lo constituyen) y, entonces, no tienen que responder ante ningn
significado y, son en esa medida, arbitrarias.
[] Por qu llamo yo a las reglas de cocinar arbitrarias? Y por qu estoy tentado a llamar
arbitrarias a las reglas de la gramtica? Porque yo concibo al concepto cocinar como definido a
travs de su finalidad, mientras que no al concepto lenguaje a travs de la finalidad del lenguaje.
Quien al cocinar se rige por reglas diferentes a las correctas, cocina mal; pero quien se rige por
otras reglas a las del ajedrez, juega otro juego; y quien se rige por otras reglas gramaticales,
36
distintas de las usuales, no habla por ello de algo incorrecto, sino de otra cosa.
Esto quiere decir que el postulado de que a todo uso del lenguaje le preceden reglas
gramaticales arbitrarias, se puede ejemplificar, segn Wittgenstein,
distintos tipos de juegos. Por ejemplo, en el juego del ajedrez el slo hecho de que conozcamos
los nombres de las piezas del tablero no implica que sepamos jugarlo, sino que para ello es
condicin necesaria conocer previamente sus reglas y usos sociales. Asimismo, el hecho de que
conozcamos los nombres en un lenguaje especifico no se corresponde con que en la prctica
podamos hablarlo. Slo cuando sabemos cmo han de ser usadas las palabras o cmo concatenar
los enunciados lingsticos, de la misma manera como sabemos usar y concatenar las reglas del
36
25
ajedrez para poderlo jugar, podemos hacer un uso efectivo del lenguaje. Adems, sobra decir que
las reglas del ajedrez obtienen su razn de ser en el consenso social, en la tradicin cultural, en el
uso y el ajuste que se le ha dado desde que emergi como juego social y cultural.
Por otro lado, hay que tener presente que as como hay muchos tipos de juegos diferentes,
cada uno con sus reglas respectivas, tambin hay muchos juegos de lenguaje regidos tambin
con sus reglas gramaticales pertinentes. Y claro, por ello necesariamente no se puede presuponer
una estructura formal subyacente o algo estrictamente esencial a todos los distintos tipos de
juegos y a todos los juegos de lenguaje; simplemente tienen un parecido o un aire de familia37.
Pues aunque los rasgos fsicos de uno y otro miembro de una familia siempre son diferentes,
siempre
se mantienen ciertas similaridades (sin ser necesariamente esos rasgos fsicos) que se
37
26
determinantes en lo sucesivo para las pretensiones del conocimiento epistemolgico y, por tanto,
para la propia filosofa.
Las Investigaciones filosficas tienen importancia sustantiva. Y no slo por dar curso a la filosofa
del ltimo Wittgenstein, sino, sobre todo, porque al hacerlo abren un captulo nuevo en la
historia del pensamiento filosfico. En ellas no viene a continuarse la obra de nadie: su novedad es
radical.39
27
forma, o que es el nombre del objeto que tiene ese color rojo, o que es el estado en que se
encuentra ese mismo objeto, etc. De esta manera, segn lo expresa Wittgenstein, las definiciones,
enunciaciones, comprensiones o explicaciones ostensivas resultan imposibles sin una aprehensin
previa de los significados de los trminos usados en el lenguaje. Y esa aprehensin previa se da
inevitablemente en la manera como aprendemos naturalmente, en el transcurso de la vida, el
lenguaje que usamos. Por esto, quizs, el segundo Wittgenstein afirma que: El uso de un lenguaje
no puede, pues, identificarse con el uso de sus nombres; en efecto: nombrar equivale ya a usarlo40.
Al abandonar la base y, por tanto, el ideal que orientaba al Tractatus, el otro propsito
central del segundo Wittgenstein es sealarle entonces la nueva tarea que le corresponde a la
filosofa: al no poder figurarnos lingsticamente al mundo, en adelante a la filosofa lo que le
corresponde hacer es disolver los malos entendidos filosficos-lingsticos. Es decir, en esta
nueva perspectiva al filsofo ya no le corresponde escudriar analticamente lo que refieren y/o
significan los enunciados y las palabras (nombres), o lo que es lo mismo, ya no le compete
solamente buscar entidades idealistas y/o significados/verdades absolutos, sino que ahora lo que
hay que hacer tambin en filosofa es examinar el uso social que se le da al lenguaje, mirar cmo
el lenguaje entraa mltiples problemas filosficos/metafsicos desencadenados, probablemente,
por sus infinitas condiciones semnticas de posibilidad.
Dicho de otro manera, por cuanto la figuracin de la realidad a travs del lenguaje
(mediante el representacionalismo) no se constituye en una regla universal indefectible de la
verdad o del significado, o lo que es lo mismo, por cuanto no tenemos un principio
epistemolgico definitivo para empuentar la teora con los hechos del mundo, al quehacer
filosfico le atae ante todo adelantar una actividad de descripcin o, en el mejor de los casos,
una tarea teraputica 41 en pro de los innumerables problemas filosficos/metafsicos que se
originaron con el idealismo moderno.
En esta nueva tarea de la filosofa lo hay que hacer, en adelante, es describir (plasmar en y
con el lenguaje) los malos entendidos y problemas que surgen cuando se sacan los trminos
lingsticos de su contexto y uso; y remitirlos al juego de lenguaje al que pertenecen, al sentido
que les corresponde en su trama, al discurso del caso. En ello ha de consistir la teraputica: en
disolver el mal uso lingstico y los malentendidos conceptuales. De este modo, se ha de aterrizar
nuevamente la reflexin filosfica al mbito ontolgico, des-virtualizando a todo ese idealismo
40
41
28
metafsico que se forj o que se remonta probablemente a las ideas de Platn. Frente al problema
insoluble de la inconmensurabilidad del lenguaje con las cosas y hechos del mundo, y frente a la
imposibilidad de una justificacin universalista, la nueva tarea del quehacer filosfico ha de
concentrarse entonces en describir/diluir los problemas filosficos y metafsicos. Pues el
problema tradicional, segn se puede colegir de las reflexiones del segundo Wittgenstein,
consiste en darle vueltas y ms vueltas a los problemas filosficos/metafsicos hasta el punto de
haberlos convertido en un laberinto virtual; y por haber querido ir ms all del mismo lenguaje;
es decir, por haber intentado construir racional e intilmente, una y otra vez en el transcurso de
la historia, el puente entre lo conceptual y lo real/natural. Y sin haber llegado a entender que
donde terminan los lmites de lo lingstico comienzan los lmites de lo ontolgico y viceversa.
Es decir, sin tener en cuenta que esa pretendida conexin, plausible u objetiva, es tan slo el
resultado de una mera ilusin del pensamiento.
En esta nueva ptica, al abandonarse la creencia representacionalista, se hace claro
entonces que
lingstico y la realidad se hace inasequible por definicin; pues desde el punto de vista
pragmtico lo que ello seala es simplemente una confusin lingstica. Sin embargo, con dicho
abandono tambin tiene que resultar claro que, al margen de cualquier punto de vista o de
cualquier concepcin teortica, es un hecho que no podemos prescindir del lenguaje para hablar
de la realidad, y que tampoco podemos hablar del lenguaje y la realidad de otra manera que
no sea lingsticamente. Lo que, seguramente,
En suma, la nueva actividad de la filosofa resulta entonces, por un lado, del rechazo que
hace el segundo Wittgenstein de una pretensin de verdad y de significado obtenidos mediante
una engaosa explicacin universalista o esencialista; y, por el otro, del abandono de la creencia
en la imagen del espejo como criterio bsico para la verdad y/o el significado. Lo cual deriva en
una nueva concepcin filosfica y epistemolgica en contrava del representacionalismo.
42
29
Sin embargo, eso no presupone que el segundo Wittgenstein abandone el viejo problema
filosfico de la relacin entre ontologa y epistemologa, o que decline del problema que ha
entraado desde tiempos antiguos la relacin entre lenguaje y mundo. Por el contrario, desde su
perspectiva
as podemos
describir explcitamente, a travs del lenguaje que usamos, la relacin entre sujeto y mundo. Es
decir, en tanto que no podemos demostrar epistemolgicamente (racionalmente) la existencia de
un mundo natural, hay que presuponerlo de todos modos, por cuanto es dicho mundo natural el
que intentamos conocer y/o aprehender a travs del lenguaje. O dicho de otro modo, si en esta
segunda perspectiva se rechazan de plano las ideas platnicas y los ideales absolutos, entonces
no queda ms que decir que el mundo natural es lo objetivo para el conocimiento y el saber. Y
es en este sentido, si se quiere pragmtico-ontolgico, que Wittgenstein afirma que cuando se
sabe alguna cosa es siempre por gracia de la Naturaleza43.
Ahora bien, teniendo presupuesto a priori un mundo natural que existe al margen del
lenguaje, o de nuestras representaciones formales, entonces se hace innecesario buscar aquel
ideal absoluto; y resultan redundantes los intentos de desentraar lingstica o
epistemolgicamente aquella esencia que est oculta. Si se ha logrado intuir al mundo natural,
existente ms all del mero lenguaje, de la misma forma tambin cabe concebir que ese ideal
absoluto o esa esencia ya estn insertos, o sucediendo, independientemente de nuestras
representaciones. Es decir, las pretensiones de acceder a dichas esencias e ideales, mediante el
lenguaje, resultan infructuosas o simplemente superfluas y caprichosas, en el sobre entendido de
que o bien pueden no existir o bien permanecer inaccesibles en la Naturaleza. Sin embargo, a
manera de objecin Melndez dice irnicamente que:
Si esta pureza cristalina a la que se aspira no se encuentra en el lenguaje que efectivamente
empleamos, entonces, en lugar de abandonar el ideal como vaco, inconducente o poco realista, se
opta, en lugar de ello, por suponer que tal ideal tiene que estar cumplindose ya en un nivel oculto
profundamente bajo la superficie de nuestro uso cotidiano, vago e impreciso del lenguaje. Para
43
30
decirlo de otra manera, si no se halla el ideal que tendra que encontrarse, se lo introduce en un
nivel oculto y se pretende que siempre ha estado ah, fijo invariable, eterno, necesario aunque no
lo hubiramos advertido.44
El segundo Wittgenstein sugiere, pues, que en tanto el mismo lenguaje limita y amuralla
las aspiraciones de universalidad o de generalidad en el conocimiento terico, lo que queda por
44
45
31
Ver, Wittgenstein, Observaciones sobre los fundamentos de las matemticas, pg. 45.
32
cual se cree podemos aprehender o acceder la realidad ontolgica. Dicho con otros trminos,
contrariamente a una epistemologa naturalizada, y en completo desacuerdo con la intuicin del
ser humano por conocer y saber sobre lo que observa y percibe, en pro del ideal moderno se
habra construido con lo lingstico un mundo virtualizado, desde el cual se imponen
categricamente
que en todos los casos la experiencia sensorial se tenga que ajustar con ellas. Es como si al estar
en la parte invertida de unos lentes, o en el interior de un espejo, tuviramos que observar al
mundo natural para intentar aprisionarlo y/o hacerlo armnico con lo que de l se predica47.
Pero es precisamente por
metafsicos son problemas meramente lingsticos, confusiones conceptuales, que resultan del
atrincheramiento de las creencias y de la fe en los dogmas metodolgicos/empricos. Y
justamente por ello, tambin, que al filsofo contemporneo le corresponde aclarar (describir)
todo esos malos entendidos del lenguaje que se llevan a cabo en el uso social y en la prctica del
lenguaje. Por cuanto no tenemos una base firme, o una manera universal de validar y justificar
los conocimientos ms all de lo figurativo y lo representacional, no se puede teorizar con
pretensiones de incondicionalidad, ni mucho menos perseguir idealizaciones metafsicas. A lo
ms, lo que podemos hacer es describir, relatar los acontecimientos, aclarar los malos entendidos
que implica el mal uso del lenguaje y los problemas filosficos/metafsicos exaltados
histricamente por el pensamiento occidental. Apuntando a esta conclusin dice el segundo
Wittgenstein:
No podemos elaborar teora alguna. En nuestras consideraciones nada ha de haber de hipottico.
Toda explicacin debe desaparecer y su lugar ha de ser ocupado por la descripcin. Y esta
descripcin recibe su luz, esto es, su propsito ltimo, de los problemas filosficos. Problemas
que no son, por supuesto, empricos; se resuelven mejor penetrando en la forma de trabajar de
47
Esta idea de que con el lenguaje se ha construido un mundo virtual, alterno al natural, no resulta trada de los
cabellos si tenemos en cuenta, por un lado, que Hannah Arendt en La condicin humana (1993) habla del mundo
social y cultural construido artificialmente por el homo faber, a partir de los elementos y las condiciones del mundo
natural. Vase, Arendt, La condicin humana, (1993). Y, ms recientemente, por el otro, Rodolfo Llins afirma que
lo mental es meramente una maquina de soar, un estado funcional para virtualizar la realidad y a partir de ello
predecir de mejor manera nuestras interacciones con el mundo natural. Vase, Llins, El cerebro y el mito del yo,
(2003).
33
nuestro lenguaje, esto es, penetrando en l de tal manera que la inteleccin buscada se consiga en
lucha contra el impulso de mal-entenderlo. Los problemas se solucionan no mediante nueva
informacin, sino reorganizando la ya disponible. La filosofa es una lucha contra el
embrujamiento de nuestra inteligencia por los medios de nuestro lenguaje.
[] Nada menos til en filosofa que elaborar tesis; por esta va pocas discusiones se plantearan:
48
todos estaran, desde un principio, de acuerdo con las mismas.
estar sin las gafas, al estar fuera del espejo, el mismo lenguaje en su vieja actividad para hacer
filosofa encarna una problemtica o una confusin fcilmente solucionable mediante el nuevo
quehacer filosfico. Desde esta nueva configuracin del pensamiento, ya no son los problemas
filosficos los que vienen empaquetados con el lenguaje a nosotros; ahora somos nosotros los
que vamos a ellos para desempacarlos, para desenmascararlos; y as llegar a ver que no son
ms que entidades metafsicas imaginadas, constructos conceptuales ideados y usados por los
48
34
hablantes de juegos de lenguajes especficos; es decir, para mirar que no son mas que confusiones
lingsticas.
Por ejemplo, vemos que desde la ptica del primer Wittgenstein el problema filosfico
genuinamente planteado era que haba que perseguir hasta alcanzar aquel ideal de pureza
cristalina (la Verdad, el Significado o la Realidad) idealizado por los Ilustrados modernos.
El mtodo por excelencia para llevar a cabo dicha empresa era el lgico-positivista, mediante las
leyes y reglas que gobiernan al lenguaje, las cuales se anclaban en la concepcin de que el
lenguaje representaba figurativamente la realidad. Incluso, se lleg a creer errneamente (como
se hizo en el Tractatus) que los criterios bsicos para llegar al significado absoluto o a la verdad
definitiva se haban conseguido mediante el atomismo significativo y figurativo. Sin embargo,
desde la perspectiva de las Investigaciones filosficas, ese problema filosfico subsiste en el
mismo juego de lenguaje que se usa en el Tractatus, lo cual se puede esclarecer fcilmente. Por
una parte, los trminos Verdad, Significado o Realidad que se usan ah aluden a entidades
metafsicas (abstractas) inaccesibles por definicin (esto es, que no podemos accederlas o
representrnoslas ms que a travs del mismo lenguaje, lo cual difiere con la capacidad intuitiva
y biolgica de nuestros deseos pragmticos por conocer y saber del mundo que habitamos); y por
la otra, la imposibilidad lgica u ontolgica de obtener tangiblemente el referente de
cualesquiera de esos tres trminos (u otros similares) es razn de peso para mostrar que la nocin
de correspondencia lenguaje/mundo no constituye condicin necesaria y suficiente de fiabilidad.
Claro, no se est negando que dicha nocin de correspondencia entre lenguaje y mundo sirva para
mostrar a veces algn tipo de significado, de verdad o de realidad, de cosas/eventos que podemos
ver, tocar, u oler (ostensivos). Lo que se quiere decir es que el mismo ideal absoluto (Verdad,
Significado, Realidad u otros semejantes) resulta derrumbado por el mismo criterio de
verificacin que utiliza el positivismo racionalista: la correspondencia lenguaje/mundo. Pues es
inobjetable que dichas entidades, cualesquiera que sean sus referentes, no tienen correlato en el
universo que nos rodea, sino que existen como ideas absolutas o platnicas dentro del juego
de lenguaje que utiliza el Tractatus; y, por tanto, las mismas prdicas que se utilizaban ah
podran aplicarse a este respecto: no se debera hablar con trminos referencialistas de lo que no
sabemos ni conocemos (vase cita 14, pg. 23).
Lo anterior nos lleva al cambio de perspectiva operado en la segunda etapa del
pensamiento
de
Wittgenstein.
Segn
lo
sugiere,
las
gafas
fundamentalistas
del
35
por as decirlo, un
Esto quiere decir que, a partir de estas segundas reflexiones y a partir de la nueva funcin
que le corresponde ahora a la filosofa, el oficio de la actividad filosfica tambin tiene que ser el
de la claridad. Pero no en trminos de resolucin del problema, sino de su disolucin en el
mbito que le es prctico: en el uso y funcionamiento lingstico. Una vez esclarecidos y
descritos, mediante la correcta observacin del funcionamiento del lenguaje en el contexto de los
usos
sociales,
todos
los
problemas
filosficos/metafsicos
tienen
que
desaparecer
necesariamente.
En el sentido estricto de disolucin, la claridad a la que se alude resultara de nuestro
propio entendimiento del problema filosfico como tal, y de su correlacin/aclaracin en el
juego lingstico en el que se inserta. Al describir claramente el problema considerado
filosfico/metafsico, o al desentraar los malos entendidos lingsticos, tiene que resultar
forzosamente lo teraputico en la actividad filosfica, por cuanto el problema filosfico se
disuelve.
No obstante, se podra objetar que en este caso la claridad y la teraputica a la que alude
Wittgenstein slo pueden suceder en un mbito individual, subjetivo y/o aislado, y no en el
colectivo social como habra de esperarse; y que, por tanto, no se constituye en una terapia muy
49
36
til y provechosa para la sociedad occidental y para los tiempos presentes. Sin embargo, hay que
decir de una vez que eso ya es otra discusin, en tanto que el nuevo quehacer filosfico al que
alude Wittgenstein slo es operable a nivel del individuo que dentro de una comunidad de seres
humanos, competentes lingsticamente, hace y practica la filosofa; lo cual, adems de implicar
unas consecuencias pragmticas (polticas y sociales) a futuro, requiere como condicin necesaria
que los individuos se secularicen del paradigma moderno. Por lo que requiere, entonces, una
discusin aparte, en un debate distinto, a la esfera y a la hiptesis que se quiere validar en este
trabajo.
Principalmente por esto ltimo, se espera que haya quedado esbozada la idea sustantiva
que nos interesaba enfatizar en esta segunda parte del captulo: que con el giro lingstico del
pensamiento wittgensteiniano se hace clara la tensin entre dos corrientes distintas de
pensamiento, y que ello permite diferenciar dos paradigmas cognitivos contrapuestos. Como
veremos, todo indica que dicho giro enmarca el final del ideal representacionalista de la
Modernidad, y seala el surgimiento de un nuevo paradigma anti-representacionalista; lo cual
indica tambin, entre otras cosas, el comienzo de una nueva poca a la que se le denomina
simplemente post-moderna.
En un sentido neutral, y para finalizar esta parte, cabe sealar que si no hemos hecho un
anlisis de las obras de Wittgenstein en los trminos de la filosofa analtica, ello obedece a que
el autor sigue ms los lineamientos de las reflexiones del segundo que las del primero,
desvinculndose quizs de una vez por todas del paradigma representacionalista moderno. Pues
como lo manifiesta el segundo Wittgenstein, el nuevo quehacer de la filosofa ya no se enfoca en
lograr un discurso terico universalista, una explicacin rigurosa e infalible, o una figuracin del
modo que se relacionan los problemas filosficos y el lenguaje (o el lenguaje y el mundo). Sino
que, como l mismo lo especifica,
muy amplio, cuya descripcin y exploracin nos permite visualizar con mayor claridad la
relacin entre lenguaje y mundo; y/o los problemas filosficos/metafsicos que subsisten a
semejanza de una enorme confusin lingstica en el uso social/cultural del lenguaje.
50
37
38
un giro o una fractura radical en el pensamiento que se vena siguiendo desde la poca de la
Ilustracin sino, tambin, la emergencia o el trnsito a una nueva poca.
Tal vez para mirar ese sentido negativista y escptico (y dejar abierta la discusin y la
investigacin respecto de las consecuencias, del orden sociolgico y poltico, desencadenadas por
el giro lingstico) haya que mirar primero qu se entiende
significar o personificar la expresin giro lingstico, por cuanto no es fcil obtener una
definicin tcnica, disciplinar o universal que sea ampliamente aceptada, y/o que logre sintetizar
claramente lo que se simboliza con ella. Peor an, quizs todava no exista mucha claridad en el
mundo acadmico e intelectual, principalmente de nuestro medio y de nuestros das, respecto de
lo que se llega a referir/describir con dicho enunciado. Pareciera que a lo ms podemos decir que
luego del giro lingstico el lenguaje ha cobrado autonoma, o que ahora resulta ser el factor
con el que conocemos y sabemos del mundo y de nosotros mismos. Quizs podramos agregar
que ahora el lenguaje no es esttico ni es atemporal sino que, adems de servir como metfora, es
dinmico y coadyuvante del proceso cognoscitivo de la actividad humana, y que por ello se
constituye en una multiplicidad y diversidad de interpretaciones, de significados y mundos. En
esta ptica podramos concluir finalmente que de todas formas y de algn modo dicho giro
lingstico alude a un antagonismo filosfico con aquellos que pretendan el ideal de pureza
cristalina (es decir, al ideal o al proyecto de los representacionalistas modernos).
Pero a todas luces, explicaciones de esta ndole en lugar de hacernos inteligible ese
concepto y las consecuencias que se siguen de l, de hecho, lo que parecen es acentuar el sentido
negativista y receloso que se le atribuye a las consecuencias del fracaso de la Modernidad. Pues
desde tal apreciacin tan oscuro resulta el giro lingstico y lo que se sigue de l, que se podra
argumentar legtimamente que en esta nueva concepcin del lenguaje y del mundo como
ahora todo es lenguaje entonces hay que concluir finalmente (como arguy Nietzsche en su
momento) que todo es representacin y mera apariencia52; es decir, que todo son meras ideas y
52
39
de
un filsofo
latinoamericano:
Habitamos en el lenguaje. El lenguaje nos habita. Al apalabrar el mundo, construimos el sentido.
Al darnos cuenta del lenguaje que usamos, que en su esencia es metafrico, podemos descubrir
cmo percibimos, cmo pensamos, cmo actuamos. El hablar, la palabra, es camino del
descubrimiento del s mismo: el sentido se descubre por un efecto retroactivo, de auto-revelacin:
caemos en la cuenta despus de hablar. Los pensadores que reivindican el giro lingstico, en
contraposicin al pensamiento metafsico, explicitan la diversidad de lxicos y de mundos.
Adems, enfatizan el hecho de que el lenguaje no es neutral.53
Como vemos en este pasaje, lo que habramos de entender por giro lingstico en lugar
de esclarecer oscurece a aquello a que se refiere con tal enunciado. Pues pareciera que en
nuestros tiempos el lenguaje ocupa todos los espacios y mbitos del ser humano; la palabra
hablada, por as decirlo, de algn modo resultara siendo la manifestacin ontolgica del s
mismo y de todo cuanto existe.
Sin embargo, desde el buen uso de la razn y la sana intuicin, sabemos prima facie que
no habitamos en el lenguaje sino en un mundo natural, en el cual actuamos y nos desarrollamos
como organismos vivos en todos los sentidos. En adicin a eso, tambin nos resulta claro,
independientemente de cualquier concepcin/discusin teortica/lingstica, que el lenguaje no
es nuestro hbitat sino simplemente un elemento de comunicacin entre seres inteligentes que
viven y comparten un marco ontolgico comn. Adems, de dnde resulta eso de que el
lenguaje es camino del descubrimiento del s mismo [y de] auto-revelacin?
La experiencia propia y ajena nos indica que, hasta donde se alcanza a entender y por
mera intuicin, y sin llevarlo a tales extremos, el lenguaje es meramente un elemento de
comunicacin con el otro. Segn la concepcin hegeliana, al exponernos frente al Otro y al
intercambiar puntos de vista y perspectivas sobre lo que observamos o creemos, nos revelamos
dialcticamente en ese Otro. O segn la perspectiva de Quine y Davidson (como se ver en el
siguiente captulo), al compartir un mbito de lo pblico (ontolgico), y dentro del marco de la
coherencia y la razonabilidad, sabemos que nos diferenciamos de los animales porque somos
capaces de crear oraciones observacionales y de comunicarnos lingstica y efectivamente,
independientemente del uso o del lenguaje que se profese (es decir, somos capaces de traducir
coherentemente o interpretar radicalmente al mundo natural y a los otros). Excepto si
estuvisemos viviendo en un laberinto virtual (lo cual ya resultara patolgico), de ningn modo
53
40
representacionalismo, para luego dar paso a una nueva actividad cognoscitiva, que en tanto
rechaza al paradigma moderno tiene que acoger entonces uno no-representacionalista.
Desde este panorama, el giro lingstico consiste, entonces, en el cambio de perspectiva
que se oper en los intelectuales y acadmicos (especialmente en los filsofos) cuando se dieron
cuenta de que lo que se haba tenido por objetividad, o por realidad del mundo, no eran ms
que meras representaciones lingsticas y/o discursos subjetivos. O dicho en trminos lacnicos,
con el giro lingstico el conocimiento esttico y definitivo de la filosofa, a la manera como se
ostenta en la Routledge Encyclopedia of Philosophy, o en la Enciclopedia Britnica, perdi el
statu quo que se le haba otorgado social y culturalmente, sencillamente porque el abismo entre
lo conceptual y lo emprico se haba hecho ms insalvable que nunca.
Al caer el representacionalismo, tal y como lo deja ver el segundo Wittgenstein, el efecto
ms visible entonces es que el conocimiento y el saber, cualesquiera que sean, se pueden
concebir como un mero constructo conceptual ms; cuya validez e importancia se relativiza ahora
41
42
43
Como bien lo indica el pasaje, el propsito que se persigue en esta nueva perspectiva no
es ni ms ni menos que hacer una des-construccin de los paradigmas tericos y, sobre todo, de
la
concepcin
tradicionalista
del
empirismo
de
la
filosofa
analtica
sus presupuestos, para mostrar nuevamente, como lo hizo el segundo Wittgenstein, lo absurdo
de insistir en las teoras de la referencia o en el viejo problema mente-cuerpo (lenguaje/mundo).
El objetivo a perseguir no es nada diferente a refutar, una vez ms, aquella insistencia en el
paradigma y/o los presupuestos modernos para encontrar la verdad y/o el significado absolutos.
Por ello se le advierte
44
pensadores modernos no habran hecho otra cosa que hacer que el filsofo en lo sucesivo
dedicara su tarea meramente a limpiar y pulir el espejo; para de esa manera continuar
enmarcando en l la referencia de todo posible conocimiento
45
fundamentar unas cosas y criticar otras no encontraron eco en aquellos cuyas actividades
trataban de fundamentar o criticar. Los que necesitaban una ideologa o una auto-imagen
hicieron caso omiso de la filosofa en general.60
Lo que quiere decir es que si tenemos en cuenta que los intelectuales modernos acababan
de emanciparse (o, si se prefiere, de secularizarse) del pensamiento medieval, era de esperarse
que la ciencia llegara a ocupar el lugar de bienestar, armona y felicidad ofrecidos antao por la
religin y el mito. Y la filosofa no poda quedarse atrs, en tanto que deba convertirse al menos
en la base de la ciencia emprica para no ser tachada de charlatana; o, lo que es lo mismo, el
discurso de la filosofa deba legitimar de algn modo las reglas de juego de las ciencias61,
renunciando a cualquier principio metafsico, y acogiendo en cambio la imagen del espejo como
gua y luz para sus pretensiones metafsicas.
Ahora bien, segn lo muestra Rorty, para entender en qu consiste el antirepresentacionaismo lo que hay que tener en cuenta es que el pensamiento y las reflexiones del
segundo Wittgenstein, Heidegger y Dewey, por nombrar solamente los principales, sealan que la
imagen del espejo de la naturaleza no es hoy necesariamente una concepcin imperante o
absoluta en la filosofa y la epistemologa, sino que dicha concepcin ha entrado en tensin con
una nueva forma de concebir la actividad filosfica. Y que eso, como tal, de un modo u otro, lo
que muestra es un traslado del pensamiento filosfico occidental, es decir, un giro a una nueva
manera de concebir el conocimiento y el saber, a travs de un nuevo paradigma norepresentacionalista.
En un sentido estricto, a lo que apunta esta nueva perspectiva no-representacionalista del
quehacer filosfico es a un ethnos particular, en lugar del ethos unipersonal que guiaba al
cartesianismo. Esto quiere decir que la clarificacin a la que apunta la nueva filosofa antirepresentacionalista conlleva connotaciones sociales y culturales, en el sentido de que alude a
una comunidad de individuos que profesan lealtad por la cultura socio-poltica de la libertad y
del libre pensamiento, aquella en la que puedan concebirse como seres libres, razonables e
integrales. Aquella misma sociedad de la que son fieles seguidores, segn lo reflejan sus obras
respectivas, Nietzsche, Foucault, Dewey, el segundo Wittgenstein y otros muchos libre
pensadores; y que se contrapone rotundamente a aquellas sociedades totalitarias/absolutistas
60
61
46
esbozadas literaria y satricamente por George Orwell (1984) y por Aldoux Huxley (Un mundo
feliz).
Forzando al mximo la interpretacin de Rorty, lo anterior quiere decir que la nueva
corriente anti-representacionalista no alude a un subjetivismo unipersonal al estilo de Descartes,
en el sentido
individualismo radical); pues es inobjetable que el individuo humano est restringido por una
condicin biolgica tcita: la finitud humana, y que su formacin/desarrollo est condicionado a
la cultura e interaccin social. A lo que apunta el nuevo paradigma, por un lado, es a lograr una
actitud crtica y evolutiva del pensamiento de los individuos sociales; con la que se pueda poner
en tela de juicio aquello que en situaciones y prcticas anteriores se ha considerado como
evidente y trivial. Por el otro, a que sea competente para lograr una autoconciencia, capaz de
poner en tela de juicio todo el proceso de aculturacin que se soporta para llegar a ser ciudadano,
y capaz de entender que la tensin o las escisiones del pensamiento filosfico y epistemolgico
constituyen de algn modo la trascendencia del ser humano (el avance del conocimiento y del
saber per se). Y que como tal pueda entender que, al no existir un principio o un criterio terico
universal, las creencias y ciertas nociones que resultan necesarias y pertinentes en determinados
momentos de la historia,
condiciones de su presente. Rorty sintetiza esta nueva cuestin de una forma certera.
Una consecuencia del antirrepresentacionalismo es el reconocimiento de que ninguna descripcin
de la forma de ser de las cosas desde la perspectiva de Dios, ningn anclaje celestial ofrecido por
una ciencia actual o por surgir, va a librarnos de la contingencia de haber sido aculturados como
lo hemos sido. Nuestra aculturacin es lo que hace ciertas opciones vivas, importantes o forzosas,
volviendo otras muertas, triviales u opcionales. Slo podemos esperar superar nuestra aculturacin
si nuestra cultura contiene (o, gracias a alteraciones producidas por una revuelta interior o exterior,
llega a contener) escisiones que proporcionan apoyo a iniciativas nuevas. Sin estas escisiones sin
tensiones que hacen a la gente entender a ideas no conocidas en la esperanza de hallar medios para
superar esas tensiones- no existe esperanza semejante. La eliminacin sistemtica de estas
tensiones, o de nuestra consciencia de ellas, es lo que aterroriza en Un mundo feliz o en 1984. As
pues, nuestra mejor oportunidad para superar nuestra aculturacin es educarnos en una cultura
que se enorgullezca de no ser monoltica de su tolerancia a la pluralidad de subculturas y de su
disposicin a escuchar a las culturas vecinas.62
62
47
Y por el otro, en
el marco del
48
hora de examinarlo, o de ver qu es lo que se quiere decir/referir con l. A lo ms, se afirma que
con este ltimo se alude a un intento de pensar histricamente el presente en una poca que ha
olvidado cmo se piensa histricamente64. O que con dicho trmino se sugiere una nueva poca
que no se rige por los grandes discursos, sino que por el contrario, al rehuir toda metanarrativa,
hay que caracterizarla por la heterogeneidad del lenguaje (por los mltiples gneros discursivos /
juegos de lenguaje), por la des-construccin de la lgica modernizadora, y por la fragmentacin
y disolucin de nuestras viejas visiones del mundo. Lo cual, de hecho, nos dice Lyotard,
muestra la llegada de un tipo de sociedad totalmente nueva65.
En cierto modo, desde este panorama ya nos estara permitido colegir que la mayor parte
de las acepciones y concepciones sobre lo post-moderno lo que parecen dejar en claro es que el
proyecto moderno fracas inequvocamente. Y que por eso, a lo que se sigue de ello, se le
puede adscribir lcitamente caractersticas relativistas y escpticas 66 , en tanto que no hay
alternativas filosficas y/o epistemolgicas plausibles que permitan delinear social e
individualmente una nueva teleologa como, por ejemplo, las que esgrima la religin (en el
Medioevo) y/o la ciencia (en la Modernidad). Peor an, parece que desde esta connotacin se le
puede adjudicar un anarquismo discursivo extremista, o bien por la diversidad de juegos
lingsticos subyacentes, o bien por la heterogeneidad del lenguaje67 a que ha dado lugar la
postulacin del fracaso de la Modernidad.
Dicho de otra manera, con una adhesin enteramente de pesimismo y de temor respecto
del presente y del futuro, pareciera que con justa razn se le puede atribuir un negativismo al
fracaso de la Modernidad. Por ejemplo, un autor afirma sumariamente que:
El mbito de este debate [respecto de la crisis de la Modernidad] se enmarca en una consciencia
generalizada del agotamiento de la razn, tanto por su incapacidad para abrir nuevas vas de
progreso humano como por su debilidad terica para otear lo que se avecina. As, en poltica
asistimos al final del Estado de Bienestar y la vuelta a posiciones conservadoras de economa
monetarista, en ciencias presenciamos el boom de las tecnologas [] en arte se ha llegado a la
imposibilidad de establecer normas estticas vlidas y se difunde el eclecticismo que, en el campo
68
de la moral, se traduce en la secularizacin sin fronteras de los valores.
Por dems, como lo sugiere el pasaje, en dichas crticas y/o explicaciones sobre las
consecuencias del giro lingstico pareciera revelarse tambin la confusin y el caos (o si se
64
49
de dichas
69
50
(como veremos en el segundo captulo) permite delinear una filosofa y una epistemologa antirepresentacionalista, acorde y vlida acadmicamente.
En rigor, tal vez sea esta la manera de obtener la otra connotacin (consecuencia)
epistemolgica inducida por el giro lingstico que mencionbamos atrs: una concepcin
optimista y propositiva, valga decir comprensiva, del deceso de una poca y el comienzo de otra
(el trnsito de un paradigma representacionalista a otro anti-representacionalista o, si se quiere, el
trnsito de la poca moderna a la post-moderna). Vale la pena recordar aqu la obra de Rorty, en
tanto que dicho autor esgrime y es partidario de esta segunda connotacin pragmtica y
provechosa del giro lingstico.
Intentemos, pues, describir desde la ptica del nuevo paradigma al post-modernismo,
comenzando por precisar lo que se refiere con el concepto post-modernidad, para luego
intentar corroborar la operatividad, la pertinencia y, si se prefiere, el progreso de este nuevo
pensamiento/paradigma anti-representacionalista.
Como simplemente lo seala el mismo prefijo post (de post-modernidad), en principio
este concepto se refiere a una sucesin histrica o una continuacin lineal en el tiempo respecto
de los modernos; a una poca que se sigue de la propia Modernidad. O como lo dice
correctamente
sucesin, de una secuencia diacrnica de periodos, cada uno de los cuales es claramente
identificable. El post indica algo as como una conversin: una nueva direccin despus de la
precedente73. Esto se sustenta en el sobre-entendido de que al no haber una fundamentacin y/o
una justificacin definitiva para algn discurso terico particular, es dable inferir que el proyecto
en conjunto de la modernidad, adems de su paradigma idealista, fracas indubitablemente. Dice
Lyotard:
Mi argumento es que el proyecto moderno (de realizacin de la universalidad) no ha sido
abandonado ni olvidado, sino destruido, liquidado. Hay muchos modos de destruccin, y
muchos nombres le sirven como smbolo de ello, Auschwitz puede ser tomado como un nombre
paradigmtico para la no realizacin trgica de la modernidad.74
Y esto apunta, sencillamente, al deceso de una poca o de un periodo de tiempo en el decurso de la
sociedad occidental, y al nacimiento de uno nuevo. Es decir, a un cambio radical en el pensamiento de la
historia reciente de la sociedad occidental, en el que el nombre del nuevo paradigma que orienta el
73
74
51
Como veremos en el siguiente captulo, con Lyotard, Quine y Davidson (quienes junto
con Rorty, a mi juicio, se constituyen en los mejores exponentes del nuevo paradigma antirepresentacionalista) se puede establecer lcitamente por qu hemos de desistir de aquella Unidad
en el conocimiento y el saber (aquel ideal de pureza cristalina), y por qu hemos de abandonar
los presupuestos modernos. Pues slo as podremos comprender cmo los problemas filosficos
y/o
meras confusiones
malos entendidos
52
haba estado ms que, dicho con una de las imgenes del segundo Wittgenstein, revoloteando en
el interior de una botella75.
Desde esta nueva ptica, por ejemplo, podremos entender que el lenguaje, al constituir la
mayora (si no todas) nuestras creencias, y al constituirse en la materia prima para reificar la
Naturaleza e incluso a los mismos problemas filosficos, se convierte entonces en la piedra de
toque de casi todos los problemas filosficos y metafsicos. Y que, por tanto, la solucin o la
claridad cognitiva resulta fcil de conseguir. Probablemente basta con slo olvidarnos del
paradigma moderno, y asumir la nueva perspectiva anti-representacionalista. As podremos
entender, por ejemplo, que aquella creencia moderna de que el universo es un gran sistema
tridimensional, compuesto de otros subsistemas, que puede ser aprehendidos a travs de modelos
formales/representacionalistas, es cuestionable, entre otras cosas, porque Albert Einstein le
aport con su teora de la Relatividad otra dimensin ms: el Tiempo. De tal modo que ahora el
universo no es solamente alto, profundo y ancho, sino tambin temporal; lo que implica que no
es esttico ni imperturbable, sino exactamente lo contrario: contingente y accidental (y por
consiguiente, susceptible de ms dimensiones). Lo que lleva a postular la imposibilidad racional
de su aprehensin, o a hacer explcito el obstculo insalvable que impide que podamos elaborar
un modelo fiel, perenne o esttico de tal universo.
Pero al poner entre comillas el universo legado por el representacionalismo de la
Modernidad (o lo que es lo mismo, de la Ilustracin), ello no quiere decir que desde el nuevo
paradigma se pueda postular entonces un multiverso u otra cosa semejante. En realidad no
sera claro qu se quiere decir, ni a qu nos estamos refiriendo, o qu ganaramos. Tal cosa, en
ltimas, sera solamente cambiar un trmino (nombre) por otro; pues un multiverso, al igual que
el tradicional universo, de alguna manera tendra que estar compuesto de partes y como tal se
ameritara explicarlo o reflejarlo fidedignamente con el lenguaje. Pero como ya sabemos que el
lenguaje no sirve de espejo o imagen de la Realidad, entonces tambin es claro que no
podemos armar fehacientemente modelos representativos; y, por tanto, renunciamos a obtener y
perseguir imgenes figurativas/explicativas totalizantes. O lo que es lo mismo, predicar desde el
nuevo paradigma un multiverso en lugar del universo tradicional, para intentar explicar una
realidad ms all de lo observable, sera continuar persiguiendo el ideal moderno que gran
cantidad de problemas y confusiones ha ocasionado en el quehacer filosfico; o, como se predica
en el post-estructuralismo francs, sera igual a continuar cautivos en la trampa del lenguaje;
75
53
mirar y explorar la forma como funciona el lenguaje en su praxis; pues ste no constituye en
principio ms que la caja de herramientas con la que intentamos configurar el universo (sus
partes y sus relaciones) y a nosotros. Lo que, de hecho, nos ubica nuevamente en el marco
ontolgico y pragmtico que nos sugera el segundo Wittgenstein para escapar del embrujo
lingstico. Pues mediante esta estrategia se nos retorna a esa concepcin intuitiva y tripartita
de la realidad: sujeto, lenguaje y mundo natural. De lo cual puede inferirse o entenderse,
fcilmente, cmo mediante la praxis filosfica (la pragmtica) utilizamos los discursos tericos
(la lingstica) para hablar de esos tres elementos simples que conforman la realidad del sujeto
(una ontologa tripartita).
As mismo, hay que decir que, excepto si estamos confundidos o embrujados por el
lenguaje, resulta claro que desde ninguna perspectiva teortica/lingstica se puede esgrimir una
pretensin de incondicionalidad o arrogarse una universalidad significativa. A este tenor, aclarar
nuestras confusiones lingsticas ante todo parece ser condicin ineludible para continuar aquel
impulso intrnsecamente humano que Aristteles enalteci con su enunciado todos los seres
humanos por naturaleza desean saber (Metafsica, A 980 pg. 20). De tal modo que el devenir
o la trascendencia del ser humano, lo que sea que eso signifique, ha de retornar nuevamente al
mbito de la filosofa natural (escapando de las garras de la ciencia emprica y de la analtica
metodolgica, al igual como ya lo hizo una vez de las de la religin y el mito que operaba en el
Medioevo)76, es decir, al mbito ontolgico del deseo o la necesidad intrnseca del ser humano
por saber de s mismo, del universo que le rodea y del futuro que le espera.
En sntesis, para este nuevo paradigma anti-representacionalista el propsito inmediato
no es descubrir nuestros orgenes o nuestro pasado, o acceder la Verdad y el Significado de la
Realidad. Lo que ahora resulta de suma importancia, despus de esclarecer la amplia gama de
nuestros problemas filosficos/metafsicos, es dirimir nuestra relacin con la naturaleza y, sobre
todo, clarificar lo que queremos que sea social e individualmente nuestro futuro. Y esto apunta
a que hay que, necesariamente, clarificar nuestras creencias culturales, filosficas y
epistemolgicas; reflexionar agudamente qu estamos haciendo con el mundo en el que nos
76
54
desarrollamos, hacia dnde nos dirigimos, qu tipo de sociedad o de seres humanos queremos, etc.
Y para ello ya es claro que el punto de partida, segn lo seala la historia reciente y la
experiencia directa, es que no podemos desconocer que el lenguaje juega un papel central en lo
que somos o creemos ser tanto antropolgica como epistemolgicamente; y que, por tanto, lo que
hay que dirimir (diluir/desaparecer) en primera instancia son nuestros problemas
filosficos/metafsicos y/o las confusiones lingsticas que se originaron con los juegos de
lenguaje inconmensurables; o, en los trminos de Lyotard, con los gneros discursivos
heterogneos77.
En aras de aterrizar en un mejor sentido el carcter provechoso que (segn esta propuesta)
se genera con el nuevo paradigma, nada mejor entonces que mirar cmo opera el nuevo
paradigma. Es decir, nada mejor que caracterizar el nuevo horizonte filosfico y epistemolgico
desde la perspectiva de los propios autores
representacionalismo post-moderno.
77
55
________Captulo 2_______
Lo que perturba y alarma al hombre no son las cosas, sino sus
opiniones y figuraciones sobre las cosas.
Epicteto
Si los hombres definen ciertas situaciones como reales, ellas acaban
siendo reales en sus consecuencias.
El Teorema de Thomas
omo hemos visto, parece ser un hecho que el giro lingstico ha introducido un viraje
radical en las concepciones filosficas y epistemolgicas del pensamiento occidental
contemporneo. La salida del laberinto virtual (originado indudablemente por el
definitiva y racionalmente el conocimiento de nosotros y del mundo que nos rodea, perdieron
definitivamente su estatus y autoridad frente a otras formas de saberes y discursos, como por
ejemplo la hermenutica, la ontologa, la pragmtica, o el Arte. Pues en tanto que pueden hoy ser
puestas en igualdad de condiciones epistemolgicas con stos, lo mismo que con cualquier otro
discurso, y por cuanto no pueden esgrimir un principio o un criterio decisivo y vlido
universalmente, se puede concluir que no hay ninguna razn de fondo para otorgarles
preeminencia absoluta o infalibilidad incuestionable.
Sin embargo, el pensamiento filosfico anti-representacionalista emergente, fiel a la
nueva tarea delegada por el segundo Wittgenstein, especifica una vez ms por qu la filosofa es
el guardin del conocimiento por el conocimiento y del saber por el mero saber; y por qu es la
56
disciplina por excelencia del ser humano. Pues tal vez basten algunos de los filsofos ms
representativos del pensamiento contemporneo para mostrar que, en tanto personifican la
existencia de perspectivas y alternativas plausibles para seguir pretendiendo un conocimiento y
un saber vlido y legtimo, son buen ejemplo de la superacin del representacionalismo moderno
y del desarrollo del pensamiento filosfico y epistemolgico occidental.
En este sentido, y apuntando a enfatizar el carcter enteramente positivo (provechoso) del
paradigma anti-representacionalista post-moderno, abordaremos primero
el argumento de
Lyotard sobre la heterogeneidad de lenguajes, ya que en cierto modo este autor nos presenta la
misma tesis que expona el segundo Wittgenstein para rechazar de plano al representacionalismo
moderno; mostrando una vez ms el giro a un nuevo paradigma y, por ende, el comienzo de una
nueva poca para la cultura de Occidente. En la seccin 2 se intentar resear la epistemologa
naturalizada de Quine, en tanto que su perspectiva, a partir del hecho de que las oraciones
observacionales se pueden fundamentar en la experiencia sensorial del sujeto, parece solucionar
plausiblemente el relativismo lingstico al que puede llevar las conclusiones de Lyotard. En la
ltima seccin se mostrar cmo Davidson describe por qu hemos de abandonar aquel dualismo
tradicional que buscaba distinguir entre esquema conceptual y contenido emprico, y en cambio
aceptar que as como la mente est determinada por la realidad del mundo natural, asimismo no
existen entidades objetivas que medien en la relacin de dicho mundo natural con nuestra
subjetividad. De este modo, veremos que desde la perspectiva ontolgica davidsoniana la
verdad y/o el significado, sin ser entidades idealistas o fantasmagricas,
resultan
ser
57
epistemolgicamente verdadero o de
1.
ms tienen que ver con la formulacin de aquello que hoy denominamos post-modernidad; y
tambin con la descripcin del estado desfragmentado de la filosofa y la epistemologa luego
del giro lingstico, es decir, de la idea revolucionaria de una enorme disparidad en los mltiples
discursos contemporneos. Por dems, as como a este filsofo se le imputa el ser el principal
responsable de la popularizacin de la nocin de postmodernidad78, tambin se dice de l, en
palabras de Habermas, que es uno de aquellos jvenes neoconservadores que recapitulan la
experiencia bsica de la modernidad esttica, reclamando como propias las revelaciones de una
subjetividad descentrada, emancipada de los imperativos del trabajo y la utilidad, y con esa
experiencia se salen del mundo moderno79. Lo cual parece mostrar, entonces, que en el mundo
acadmico contemporneo todava no es muy claro el sentido y el carcter que persigue Lyotard
con su obra filosfica; sealando, en cambio, que lo que hacen sus detractores es malinterpretarlo desde una perspectiva enteramente modernista.
De hecho, en La condicin postmoderna (1994), Lyotard plantea que la postmodernidad
es la conciencia (el haber llegado a darnos cuenta) de la imposibilidad de fundamentar
definitivamente todo conocimiento y saber; y que, por ello, dicho trmino designa el estado de
la cultura despus de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, la
literatura y de las artes, a partir del siglo XIX80. Segn este autor, la condicin postmoderna
estara signada por la deslegitimacin o por el desvanecimiento de los grandes relatos que
englobaban y legitimaban en la historia del ser humano una explicacin racionalista del principio
y del fin, esto es, por aquellos grandes discursos teorticos que intentaban aportar un origen (un
pasado determinista) y una finalidad escatolgica (un futuro predecible, explicable y feliz). Como
consecuencia, a raz del desvanecimiento de dichos relatos, la fe en la otra vida, en la felicidad
absoluta, en el progreso cientfico, o en un futuro de bienestar, tranquilidad y armona para la
humanidad, parecieran desplazarse a otros mbitos; o, peor an, sencillamente tendieran a
78
58
desaparecer. Y esto, probablemente, sea lo que los crticos de Lyotard se niegan a aceptar, en
tanto que las inferencias pragmticas que se siguen ya no son del orden epistemolgico sino
tambin del orden socio-poltico; lo cual, probablemente creen, no puede ser bueno en ningn
sentido para la cultura occidental.
Lo anterior tal vez sea la conclusin ingenua a la que puede llevar la mal-interpretacin
de la nocin de post-modernidad, que Lyotard seala como la poca signada por el diferendo
de los lenguajes heterogneos. Es decir, la poca en la que la ciencia, la religin, la filosofa, o
cualquier otro discurso no poseen un lugar privilegiado o un estatus de autoridad suprema o de
homogenizador (universal) explicativo.
En contexto, lo que especifica Lyotard es que, al no existir una instancia (gran relato) que
sirva para legitimar (o refutar) los conocimientos adquiridos o que se estn adquiriendo, y por
cuanto dichos conocimientos tan slo llegan a servir meramente para decidir y controlar (es decir,
para ejercer de mejor manera el poder y el control), todos los saberes y conocimientos se
persiguen y se utilizan hoy meramente como mercanca informacional; o, lo que es lo mismo, se
estudia y se investiga solamente aquellos conocimientos y saberes que socialmente sirven para la
ganancia y el incremento del control y el poder.
De este modo, los conocimientos ya no se daran en el mbito de la filosofa o de las
ciencias por el deseo legtimo de saber y conocer sino con finalidades principalmente econmicas
y polticas. Lo que muestra, de paso, que los fines trascendentes (universalizantes) perseguidos
por la Modernidad
ya no constituyen
homogenizador. Y esto lleva a concluir, inevitablemente, que la historia reciente del pensamiento
occidental ha sufrido un viraje radical, un cambio tajante en su orientacin. Y, de una vez, a
mostrar el surgimiento de una nueva poca que se contrapone a la moderna: la post-moderna.
La perspectiva de Lyotard parece sealar, pues, que el pensamiento de nuestros das nada
tiene que ver con los ideales que perseguan los modernos, los cuales se legitimaban mediante un
gran discurso explicativo o que buscaban homogenizar todas las creencias, es decir,
buscaban
que
emancipacin del Espritu. Desde esta ptica, estaramos asistiendo a una poca en la que la
historia y el presente del ser humano carecen de una teleologa y de una escatologa
preestablecida, imposibilitndose trazar alguna nocin de progreso (o de ascenso) para el ser
humano y la humanidad. Frente a la heterogeneidad de los discursos, y ante la ausencia de un
principio explicativo universal, la culminacin del proyecto moderno, aquella pretendida Unidad
59
cognoscitivas, desde la perspectiva de Lyotard lo que se pretende es refutar una vez ms aquella
81
Vase, Lyotard, La postmodernidad explicada a los nios, especialmente, la Contraportada. O, en su defecto,
Habermas, Modernidad versus postmodernidad (1988).
82
Vase, Habermas, Modernidad versus postmodernidad, pg. 86.
60
pretensin epistemolgica o filosfica que pretenda salvar el abismo entre los juegos de
lenguaje heterogneos, y entre stos y la realidad.
En esta lgica, especialmente en La diferencia (1983), Lyotard especifica una vez ms el
problema de fondo que subsiste a los diferentes gneros de discurso; o, lo que es lo mismo, entre
los distintos juegos lingsticos que especificaba el segundo Wittgenstein. Dicho problema se
ancla en el presupuesto de que no es posible encontrar una regla de juicio universalizante que
permita dirimir imparcialmente la validez (o la refutacin) que uno y otro gnero conlleva,
aparte de su contenido y contexto. Esto quiere decir que en tanto que lo que se pretende en cada
uno de los gneros discursivos es validar o invalidar objetivamente algo que subsiste como
verdad o falsedad, es imposible hallar un criterio o un principio inobjetable para decidir que ste
discurso, y no aquel, es el que esgrime la verdad/realidad. Por eso, y dado que el problema de
la justificacin irresoluble para el conocimiento/saber (el diferendo irresoluble para los distintos
gneros discursivos) es el resultado central de las reflexiones de Lyotard, se puede concluir que
esta es la respuesta a la pregunta central de sus investigaciones: dnde reside la legitimacin o la
justificacin definitiva despus de los grandes meta-relatos 83 (es decir, despus del giro
lingstico)?
Ahora bien, la segmentacin del lenguaje, en el diferendo de los gneros discursivos
heterogneos, segn dicho autor, se puede expresar en tres gneros bsicos: narrativos,
prescriptivos y cientficos. De este modo, en la medida que sus proposiciones o enunciados
lingsticos obedecen a regmenes heterogneos performativos diferentes (expresar, mostrar,
razonar) y a gneros discursivos inconmensurables por sus finalidades (convencer, ser justo,
hacer rer, justificar, etc.), entonces no puede haber un criterio vlido y definitivo para solucionar
tal diferendo entre los discursos heterogneos.
Pero como es un hecho que en el uso que hacemos de lo lingstico la falta de un criterio
universal no impide que podamos pragmticamente concatenar, coordinar o eslabonar
proposiciones de diferentes regmenes y gneros (conocer, preguntar, describir, relatar, interrogar,
mostrar, etc.) para nuestros humanos fines, y por cuanto racionalmente no son traducibles los
unos a los otros, se amerita entonces explicar cmo sucede o cmo se relacionan efectivamente
dos o ms proposiciones heterogneas, o de regmenes diferentes, cuando ellas se cruzan en el
discurso lingstico de nuestro uso cotidiano.
83
61
impuesta por la finalidad de los discursos, conlleva dos problemticas que no son triviales. Por un
lado, existe la imposibilidad de soslayar el conflicto entre proposiciones de regmenes diferentes
cuando se cruzan dos gneros de discursos con finalidades distintas. Es decir, en tanto que un
gnero de discurso aporta un conjunto de proposiciones, en el que cada una de ellas conlleva un
rgimen que apunta a una misma finalidad, stas entran en conflicto con otro rgimen de otras
proposiciones, cuando stas apuntan a una finalidad diferente. Por ejemplo, tenemos dos gneros
de discurso distintos: el cientfico y el religioso, que convergen cuando ambos intentan hacer
comprensible el mundo en el que habitamos. La finalidad en el rgimen del primero se encamina
a proporcionar una explicacin racional del mundo natural, y tiene en cuenta los objetos
empleados, los instrumentos, los principios y/o leyes, las metodologas e incluso a la misma
subjetividad; mientras que el rgimen del segundo prescribe o postula a una entidad divina y
esttica como principio y fin de todas las cosas. El conflicto surge cuando lo que nombra a dicha
entidad divina se ve enfrentado con los postulados de la ciencia en tanto que sta no puede
verificarla o mostrarla, o cuando los postulados estticos de la divinidad se ven enfrentados con
los evolutivos de la ciencia. Y ms exactamente, cuando el discurso de sta ltima se hace
incompatible con el religioso, por cuanto las explicaciones que recopila no son compatibles con
las prescripciones de ste.
De este modo es como resulta la segunda problemtica, pues al no haber un gnero que
permita solucionar el conflicto que surge entre los dos regmenes que mandan las reglas de cada
84
62
discurso (es decir, un criterio vlido y universal de resolucin), resulta la necesidad o el reto de
encontrar la manera en que podamos decir que estamos pensamos bien o que, de este modo,
hemos logrado un buen juicio. Y esto abre, necesariamente, una multiplicidad de planos y de
perspectivas que
declaraciones completamente heterogneas (vale la pena aqu recordar el laberinto virtual del
que nos hablaba el segundo Wittgenstein).
En esto consistira, entonces, el diferendo de la gran variedad de gneros discursivos y de
regmenes normativos diferentes. Y es as como Lyotard pone sobre el tapete de la discusin el
problema que subyace a la heterogeneidad del lenguaje, es decir, el diferendo de los discursos.
Pues dado que la coordinacin de una proposicin con otra resulta problemtico racionalmente, y
en tanto que se hace imposible la justificacin o la manera
comunidad, finalidad, libertad, etc.) con los que se pretenda subsanar el conflicto de las
diferencias
llegado a darnos cuenta de esa dificultad insalvable, consistira el obstculo racional para seguir
persiguiendo un Todo coherente y sistemtico. Y en tener que aceptar, por el contrario, la
fragmentacin tanto del mundo como del lenguaje, junto con la emergencia de una nueva poca.
Sin embargo, en cierto sentido no es sta perspectiva de Lyotard una disertacin que nos
resulta demasiado familiar, en tanto que pareciera que ya lo hemos escuchado en otros trminos?
Efectivamente, si pensamos que Lyotard centra todo el problema en la carencia de un
criterio universal que sirva para dirimir el conflicto entre gneros de discurso y regmenes de
proposiciones diferentes, y si recordamos que el segundo Wittgenstein tambin centra toda la
problemtica filosfica y epistemolgica en la imposibilidad lgica y ontolgica de fundamentar
la conexin entre los diferente juegos de lenguaje y el mundo natural, nos resulta claro que en
63
paradigma moderno o, en el caso extremo, a una confusin conceptual generalizada. Pues, como
veremos con Quine y Davidson, mientras se siga persiguiendo un conocimiento y un saber, por
decirlo de algn modo, meramente terico/lingstico, y estipulando la distincin entre esquema
conceptual y/o contenido emprico, la Naturaleza o la Realidad seguirn siendo ajenos y
contrapuestos a nosotros.
Con base en lo anterior, de ningn modo se podra desmeritar la obra de Lyotard diciendo
que lo que hace este joven neoconservador, como dice Habermas, es generalizar el terror y el
caos con sus perspectivas des-construccionistas, y sus panoramas de des-fragmentacin del
sujeto y del universo que nos legaron los modernos. De hecho, lo que nos dice Lyotard es que
la meta de su obra es: i) convencer al lector de que el pensamiento, el conocimiento, la tica, la
poltica, la historia, el ser, segn el caso, estn en juego en la coordinacin de una proposicin
con otra proposicin. [ii] Refutar el prejuicio, anclado en el lector por siglos de humanismo y de
ciencias humanas, de que existe el hombre, de que existe el lenguaje, de que aquel se sirve
64
de este para sus fines, de que si aquel no logra alcanzarlos ello se debe a la falta de un buen
control sobre el lenguaje mediante un lenguaje mejor. [iii] Defender e ilustrar la filosofa en su
desacuerdo con sus dos adversarios: en el exterior, el gnero del discurso econmico (el
intercambio, el capital), y en el interior de s misma, del gnero del discurso acadmico (el
magisterio)85.
En suma, en el mismo sentido del segundo Wittgenstein, a lo que apunta Lyotard es
tambin a una teraputica; a que el lector despierte de los dogmas que impuso la Modernidad; a
que escape del embrujo del lenguaje; a que encuentre la salida de la confusin conceptual en la
que estamos inmersos por la dispersin y la heterogeneidad de oraciones y regmenes
lingsticos/normativos, valga decir, por los mltiples juegos de lenguaje que creemos
representan/reflejan la realidad.
Sin embargo, si como lo sugiere Lyotard (al igual que lo hace el segundo Wittgenstein)
estamos atrapados por el lenguaje, sin que el diferendo o los lmites del lenguaje con la realidad
se puedan dirimir racionalmente, cmo hacer filosofa/epistemologa vlidamente; es decir, qu
hacer para seguir pretendiendo conocer/saber vlidamente sobre lo que se dice con el lenguaje
del mundo, de nosotros y del mismo lenguaje?
2.
han hecho nfasis en que, a diferencia de cualquier otro discurso, las ciencias empricas debe
continuar siendo el mtodo ms idneo para conocer del mundo natural y de nosotros mismos.
Hay que agregar desde ahora, que este filsofo preconiza a la pragmtica, y sobre todo a la
epistemologa naturalizada, como la manera de evitar que (frente a otras formas de discurso) se
pueda poner en tela de juicio el conocimiento observacional o emprico.
A partir de la distincin entre objetos fsicos y abstractos (tericos)86, y anclado en la
praxis de la observacin emprica, Quine postula este nuevo enfoque epistemolgico naturalista.
Lo cual es una nueva manera de continuar centrados en la tarea que le es propia a la
epistemologa: la obtencin de conocimiento y saber veritativos de la realidad, partiendo de la
evidencia que debe justificar razonablemente los trminos y las oraciones proposicionales
emitidas.
85
86
65
la
atencin del sujeto87. Por lo que, en trminos de percepcin y de experiencia (en oposicin a las
actitudes proposicionales), slo tiene sentido decir que p cuando percibimos u observamos las
cosas y hechos del mundo.
As, el propsito central de este filsofo se enfoca en tratar de establecer cmo las
oraciones observacionales se constituyen, en trminos generales,
66
que por dems, es un proceso comn a toda la comunidad de usuarios competentes de lenguaje.
O lo que es lo mismo, es intersubjetiva.
Lo anterior quiere decir que
observador, ello ha de estar relacionado directamente con la oracin del caso; y como esto es una
caracterstica de la intersubjetividad (de todos los hablantes), el observante ha de asentir o
disentir independientemente de sus creencias o de lo que est haciendo. Por dems, pragmtica u
ontolgicamente la validez o la refutacin de dichas oraciones observacionales
se puede
comprobar mediante pares de observaciones: una afirmativa y la otra negativa. Por ejemplo,
tomando uno de los ejemplos del mismo Quine, la oracin Cuando el sol sale los pjaros
cantan se refuta mediante la observacin de un amanecer en medio del silencio de los
pjaros89; o, por el contrario, se valida mediante la observacin de un amanecer en el que las
aves entonan sus trinos y cantos.
Con la anterior perspectiva, el propsito de Quine resulta, entonces, afinadamente claro.
En el fondo lo que le interesa es dejar sentada una epistemologa naturalizada a partir de la
observacin del mundo natural,
presumen a las cosas y hechos de la naturaleza sean los protagonistas en el estudio que se hacen
sobre estos. Lo novedoso aqu es que tales hechos y cosas del mundo natural tampoco resultan
ser los actores principales en esta perspectiva. En concreto, son los estmulos sensoriales del
observador lo que resulta el foco central de inters; pues stos, al ser activados por
la
observacin del mundo natural, emergen como el eslabn que conecta el mundo natural con las
representaciones conceptuales que nos hacemos de l.
Nos hemos propuesto estudiar en que consiste el respaldo evidencial de la ciencia. Este respaldo,
lo llamemos como lo llamemos, se ha convertido a nuestros ojos en una relacin entre los
estmulos y la teora cientfica. La teora consiste en oraciones o, al menos, se expresa mediante
ellas; y la lgica conecta unas oraciones con otras. As pues, lo que necesitamos es encontrar
oraciones, directa y firmemente asociadas con nuestros estmulos, que acten como eslabones
iniciales de esa cadena que conectan estmulos y teora.90
Lo que parece sugerirnos Quine, respecto al naturalismo cognoscitivo que propone, es que
inevitablemente y de cierta manera hemos de seguir en y con la representacionalidad, en tanto
89
90
67
que no tenemos otra manera de hablar del mundo ms que en los trminos de las representaciones
lingsticas que surgen de los estmulos sensoriales de las observaciones de la realidad. Slo que
ahora no hemos de estudiar al mundo exclusivamente a travs del lenguaje (de la teora) sino que
en tanto que tenemos las herramientas de la lgica y de la psicologa, entre otras, hemos de ser
capaces de traducir en oraciones formalmente correctas los estmulos sensoriales que resultan de
nuestras observaciones del mundo natural. Sin embargo no es eso, en ltimas, el mismo
propsito que persegua el primer Wittgenstein con el Tractatus?
En respuesta a esta pregunta se podra objetar que Quine ha reducido sus reflexiones
meramente a la ciencia emprica, y no a los otros discursos y perspectivas (como la poesa o la
literatura, por ejemplo). Sin embargo, no
persiguiendo aquel ideal moderno de pureza cristalina que, como lo estipula el segundo
Wittgenstein, resulta a todas luces errado?
De ninguna manera se podra responder afirmativamente a esa cuestin. Pues ya sabemos
que no hay otra forma de traducir o interpretar al mundo natural que no sea la meramente
lingstica. Y en ningn caso Quine afirma que haya una manera, o la manera, de hacerlo. De
hecho, lo que afirma es que las oraciones observacionales resultan de las estimulaciones
sensoriales que produce el medio natural en nosotros, y que dicho lenguaje, es decir, los trminos
y las oraciones usadas, son un acervo obtenido culturalmente, y que por tanto lo que hay que
hacer, en el mismo sentido que lo postul el segundo Wittgenstein, es mirar cmo los hablantes
aplican pragmticamente el lenguaje a las cosas de la realidad.
Ahora bien, de tal forma Quine expone sus reflexiones que parece quedar implcito (no
obstante la indeterminacin de la traduccin de un lenguaje a otro, lo cual, como veremos ms
adelante, se soluciona plausiblemente con la perspectiva davidsoniana mediante la nocin de
interpretacin radical) que de cualquier manera los enunciados observacionales, y el estudio de
estos, continan constituyndose en la mejor herramienta para el conocimiento predictivo y para
el manejo de la experiencia sensible. Dice que, como estamos forzados a adaptar al nuestro
cualquier modelo ajeno en el proceso mismo de entender o traducir las sentencias ajenas91, ello
mostrara que dichas oraciones observacionales no aluden meramente al intento de
representarnos directamente los objetos fsicos sino tambin al significado ltimo que ellas
poseen, independientemente del lenguaje que se use. A saber, que del mismo modo como
nuestras oraciones observacionales resultan de nuestra experiencia sensible de los objetos del
91
Ver, Quine, Hablando de objetos, La relatividad antolgica y otros ensayos, pg. 13.
68
Esto quiere decir que, aunque seamos conscientes de que con el lenguaje no podemos
acceder fidedignamente a la naturaleza de los objetos/eventos fsicos, de todas maneras se hace
necesario introducirlos en el sistema lingstico (aunque sea slo conceptualmente) para nuestra
conveniencia o para predecir su comportamiento; el problema es que una vez insertados en dicho
sistema obtienen el mismo estatus epistemolgico que los objetos no fsicos: al igual que los
dioses de Homero, los convertimos en entidades metafsicas. No obstante, con esta maniobra
se obtiene una ventaja pragmtica: se pueden predecir eventos de la experiencia sensible
manipulando adecuada y coherentemente el sistema conceptual que nos hemos forjado con
nuestras oraciones observacionales. Sistema que, por dems, es producto de una creacin
92
93
69
cultural colectiva que generacin tras generacin se ha ido acumulando a partir de las
impresiones observacionales y/o estimulaciones sensibles94.
Con esta nueva estrategia, entonces, en la que los objetos fsicos no obtienen mayor
estatus epistemolgico que las entidades abstractas (estados, cualidades, atributos, nmeros,
clases, etc.), y cuando ya ambos operan como conceptos dentro del sistema lingstico, podemos
concebir claramente que la distincin filosfica tradicional del empirismo, entre afirmaciones
sintticas (proposiciones empricas o basadas en hechos) y afirmaciones analticas (proposiciones
necesariamente verdaderas), si se quiere, no son ms que una frontera imaginaria trazada por
una creencia o manera heredada de compartimentar al lenguaje para el uso que necesitaba cierta
ideologa (el positivismo y la analtica). No hay ningn criterio, ajeno a los meramente
lingsticos, que sirva para justificar razonablemente (emprica y observacionalmente) una
escisin entre proposiciones analticas y sintticas. Filosfica y epistemolgicamente hablando,
hoy sabemos que no hay manera de acceder a la naturaleza, al significado ni a la justificacin
emprica de las distintas entidades del mundo natural, ms que proponindolas en el mismo
esquema conceptual (de acuerdo con nuestras estimulaciones sensitivas) con distintas etiquetas:
objetos fsicos (microscpicos y macroscpicos); fuerzas (vectores, energa); matemticas
y/o lgicas (nmeros, leyes, clases); mticas (dioses, espritus); etc. Por eso, y tal vez
emulando al segundo Wittgenstein, Quine afirma que una teora del significado, de un lenguaje
cualquiera, ha de resultar de la investigacin emprica de la conducta lingstica de aquellos que
utilizan el lenguaje para hablar del mundo natural y de lo que dicen los otros.
De esta manera, ms all del mero anlisis del lenguaje con el que infructuosamente se ha
intentado justificar las entidades fsicas y no fsicas, lo que importa ahora es estudiar la manera
como aquellas creencias heredadas culturalmente se cruzan con aquellas otras que resultan de los
estmulos del entorno.
94
95
70
Parecera entonces, desde la perspectiva anterior, que la propuesta de Quine incita, por
decirlo de alguna manera, a retomar la manera ms bsica como hemos pretendido desde tiempos
inmemoriales el conocimiento y el saber; pero ahora agregndole un plus. Esto es, que a partir
de la base intuitiva tripartita que portamos naturalmente (pensamiento, lenguaje y mundo)
comprendemos que podemos acceder al mundo natural por medio del lenguaje, pero sin
desconocer que el pensamiento (es decir, nuestro conocimiento y nuestros saberes) llegan a estar
moldeados por la herencia lingstica-cultural, y por nuestras propias estimulaciones sensoriales
del medio. Aceptado eso, tales estimulaciones sensoriales, en tanto que son intersubjetivas y en
tanto que pueden ser traducidas a oraciones observacionales, resultan siendo el ancla del
conocimiento y el saber racional/inteligible que obtenemos del mundo natural.
Con esta base, habra que concebir lcitamente que el criterio de justificacin que
respalda a la teora estara dado por la gama de estmulos sensoriales de los sujetos; los cuales son
transformados en oraciones observacionales (tanto del mundo natural como de la herencia
cultural recibida); pues esto es lo que permite (de acuerdo a la intersubjetividad, o, lo que es lo
mismo, de acuerdo a la comunidad de individuos competentes lingsticamente) asentir o disentir
sobre los sucesos y objetos en el mundo97. Por ejemplo Est lloviendo! o Mira, un conejo!, son
oraciones observacionales en tanto que su asentimiento o disentimiento por parte del sujeto y su
comunidad se limita a las estimulaciones sensoriales de si efectivamente est o no lloviendo o de
si hay o no un conejo. Es poco creble (excepto en situaciones patolgicas) concebir que los
sujetos de una comunidad de hablantes estn dispuestos a asentir que est lloviendo cuando lo
que se percibe es un da soleado, o que hay un conejo cuando en realidad lo que se observa es
una vaca.
96
97
Ver, Quine, Dos dogmas del empirismo, La bsqueda del significado, pg. 269.
Ver, Quine, Naturalizacin de la epistemologa, La relatividad antolgica y otros ensayos, pg. 114.
71
Hay que anotar, adems, que a dichas oraciones observacionales Quine les denomina
ocasionales en tanto que unas veces sern falsas y otras verdaderas, de acuerdo a las
observaciones de la situacin correspondiente98. Del otro lado, las oraciones observacionales
fijas de la ciencia, o categricas observacionales, estaran
estimulaciones sensoriales. Claro, con esto se entiende por qu Quine hace hincapi slo en la
ciencia emprica, pues aquello que es ajeno al empirismo, como por ejemplo las actitudes
proposicionales que estn dadas por deseos, creencias, emociones, etc., no son oraciones
observacionales sino que seran adscripciones psicolgicas o, en el caso extremo, metafsicas,
que han de ser resueltas por la observacin de la conducta del hablante (por la sicologa, la
etologa u otras semejantes).
A raz de lo anterior, Quine infiere que con este enfoque naturalista se hacen innecesarias
nociones como las de analiticidad u otras ms elaboradas, en tanto que las oraciones
observacionales proporcionan un sencillo atributo que la comunidad acepta globalmente como
representaciones de cuerpos o eventos adyacentes (que de no ser as, sern negadas
98
72
73
referencia objetiva de las partes significativas que constituyen a las oraciones, Quine afirma que
lo que llegan a significar las palabras y los enunciados depende de la manera como usamos el
lenguaje y de la manera comos nos representamos el mundo natural; y que por eso prima facie lo
que hay que investigar es cmo los hablantes utilizan el lenguaje a partir de sus estimulaciones
sensoriales.
Cabe agregar que, aunque dicho filsofo acepta abiertamente que continuar con el estudio
del atomismo de las oraciones (al modo como lo hace la analtica) probablemente no conduzca a
ningn lado, de todos modos incita a seguir investigando sobre el lenguaje y su uso, en tanto que
el mismo lenguaje es por excelencia la herramienta con la que se puede esclarecer la manera
como reificamos el mundo natural a travs de lo lingstico. Apuntando posiblemente a que en
todo conocimiento y/o saber lcito se han de tener en cuenta, adems del usuario de lenguaje,
tanto el objeto de estudio como el lenguaje con el que se le nombra, dicho filsofo dice que:
Cuando la epistemologa andaba a vueltas con el giro lingstico, se dej de hablar de
objetos observacionales para pasar a hablar de trminos de observacin. Esta fue una
buena maniobra, pero no lo bastante buena.102
Y no era lo bastante buena, precisamente, porque el giro lingstico pareci dejarnos en el
limbo. Al abandonar aquella
74
el
103
Ver, Quine, Naturalizacin de la epistemologa, La relatividad antolgica y otros ensayos, pg. 102.
75
3.
esquema conceptual y
Donald Davidson (1917-2003) es otro filsofo contemporneo que, en la misma lnea del
pensamiento de Quine, aboga por la praxis y por la naturalizacin del conocimiento (es decir,
por una pragmtica-ontolgica cognoscitiva en el sentido del segundo Wittgenstein); pero sin
llegar esta vez a otorgarle a la ciencia emprica el privilegio y la relevancia que le confiere la
expresin quineana. Desde la perspectiva de Davidson ahora es lo mental del ser humano, como
otra parte del seno de la Naturaleza y no como algo aislado de ella, lo que ha de ser explicado
por sus acciones causadas e intencionales y/o por las interpretaciones racionales/coherentes que
se hace de los eventos del mundo y de las otras mentes.
Davidson sita como base de su perspectiva filosfica y epistemolgica las nociones de
interpretacin radical (el principio de caridad) y racionalidad (causalidad y coherencia), en
lugar de las oraciones observacionales y la traduccin radical que utiliza Quine. Esto parece
implicar, entre otras cosas, y adems de la refutacin del relativismo conceptual y del
escepticismo respecto de la verdad de las creencias y saberes, dos consecuencias diferentes. Por
un lado, que el punto de vista importante para el conocimiento y el saber no es el de la primera o
tercera persona (como ha sido la costumbre en la discusin filosfica tradicional), sino aquel que
resulta de la imparcialidad, de la coherencia y la interpretacin radical. Y por el otro, que la
mente, en tanto que est conformada por el contenido de las creencias ms bsicas del agente,
est regida por los rasgos objetivos del mundo y de la historia cultural, y no como lo sealaba
usualmente la tradicin cartesiana y kantiana: por substancias misteriosas o por instancias a
prioris.
A raz de esas nociones fundamentadoras,
104
Desde Descartes hasta nuestros das, esta concepcin [la concepcin tradicional de las relaciones entre la
subjetividad y el mundo objetivo] se ha basado en la postulacin de entidades mediadoras entre ambos trminos de la
relacin: las ideas de Descartes y Locke, las impresiones e ideas de Hume, las intuiciones y conceptos de Kant, los
datos sensoriales del positivismo lgico. Vase, Davidson, Mente, Mundo y Accin, Introduccin, pg. 10.
76
que se puede explicar causalmente por las estimulaciones sensoriales, tiene que ser considerado
como algo enteramente perteneciente a la Naturaleza; y iii) porque en tanto que explicativamente
el conocimiento o el saber tienen que seguir atados a la coherencia de la razn y a la
interpretacin radical, el sin sentido, el escepticismo, el nihilismo, o cualquier otro discurso,
resultan injustificados.
Con ese horizonte, hay que comenzar diciendo entonces que la reflexin de Davidson
nada tiene que ver con la referencia objetiva de objetos representados lingsticamente, ni de
la discusin de si hecho y lenguaje se corresponden o no fehacientemente. Su reflexin, sin
lugar a dudas, lo que enmarca es un nuevo rumbo del pensamiento filosfico y epistemolgico,
por cuanto lo que interesa ahora es desentraar la(s) manera(s) como lo cognoscitivo/pensante
opera en la Naturaleza, y explicar cmo un evento cualquiera (incluidos los mentales) se justifica
razonablemente en las mismas cadenas causales de las estimulaciones y acciones, lejos de la
discusin de si lenguaje y mundo se corresponde fehacientemente o no.
De esta manera, uno de los aspectos fundamentales del pensamiento davidsoniano []
est constituido por la crtica a la separacin entre los conceptos y un material neutro, no
conceptualizado105. Esto quiere decir que el punto central de Davidson es la crtica y el rechazo
que hace del modelo dualista del conocimiento tradicional; el cual propenda por hallar claridad
explicativa diferenciando entre la representacin de la realidad (el esquema conceptual) y la
realidad en s (el objeto). Probablemente cada uno de estos elementos, por separado, se hacen
plenamente visibles en las dos corrientes modernas de pensamiento que en su momento abogaron
respectivamente por uno y otro cuerno de la divisin: el positivismo-empirismo, que desde Bacon
abogaba por conocer y aprehender la cosa en s; y la analtica metodolgica que, principalmente
desde Descartes y Kant, abogaba por aprehender las nociones fundamentadoras, o los a prioris,
mediante el lenguaje conceptual. Sin embargo, es justamente esta divisin la que Davidson critica
y rechaza, por cuanto resulta, adems de vaca y confusa, un tanto innecesaria para nuestras
pretensiones naturales de lograr un buen conocimiento o para alcanzar un saber legtimo. Para
este filsofo, dicho dualismo es l mismo un dogma del empirismo, el tercer dogma. El tercero y
tal vez el ltimo, pues si lo abandonamos no resulta claro que quede algo distintivo que merezca
el nombre de empirismo106.
105
106
77
Pero al rechazar esa concepcin del dualismo tradicional, que al estilo ciencista de Quine
aboga por un esquema conceptual (oraciones observacionales) y un contenido no conceptual
(empirismo), y en tanto que en esa concepcin tradicionalista del empirismo-racionalismo el
elemento conceptual del conocimiento resulta inteligible en acuerdo con el elemento
observacional, entonces pareciera ponerse en duda la idea de dato sensorial libre de teora y la
comprensin de los conceptos como tales. Pues sin esta dualidad, la organizacin y el contenido
de dichos conceptos, dentro del sistema conceptual, no resultan para nada claros. Por eso, la
pregunta que resulta obligatoria a esta alturas es Cmo ha de pretenderse entonces el
conocimiento y el saber, y la organizacin de stos, si hemos de rechazar el modelo cognoscitivo
dualista tpico de lenguaje/mundo?
En primera medida, pareciera que intentar desprendernos de esta creencia del modelo
dualista, y al estar tan atrincherada en nuestro esquema mental/cultural, resulta al principio igual
de complicado y desconcertante a como nos pareca cuando el segundo Wittgenstein nos deca
que debamos abandonar la imagen del espejo si queramos salir de la botella en la que nos
habamos sumido en procura del ideal moderno. Pero no obstante, parece que as como nos
dimos cuenta, al abandonar la creencia de que la mente y/o el lenguaje sirven como espejo de la
realidad, que el ideal moderno condujo a una confusin conceptual en la que terminamos
confundiendo lo representado con la representacin107, todo parece indicar que
entendemos la futilidad de dicho dualismo se aclara que ello no es otra cosa que un producto o
un evento ms de nuestros confusos e histricos estados y actitudes mentales (causados por
creencias, deseos, anhelos, intenciones, actitudes, de algo). Y eso lo que indica es que una vez
que abandonamos dicho dualismo resulta claro, en tanto que como estrategia epistemolgica en
su momento se crea que uno u otro cuerno deba servir para conseguir aquella verdad o aquel
significado absolutos de la Realidad, que tal modelo no es otra cosa que un producto (o una
estrategia) de las creencias y deseos accionado por las pretensiones de conseguir el ideal de
pureza cristalina.
En segunda medida, pareciera que sin esa estrategia que presume la distincin entre
esquema-contenido nos quedamos entonces sin un mtodo o mecanismo cognoscitivo y
107
Respecto de dicha confusin, por ejemplo, y aludiendo a una paradoja filosfica probablemente irresoluble, se dice
en el marco reciente de la discusin que desearamos poder decir que nuestros conceptos y representaciones se
corresponden de alguna manera con el mundo real, pero al mismo tiempo tenemos que admitir que lo que llamamos el
mundo real no nada que podamos identificar al margen de nuestros conceptos y representaciones. vase, Putnam,
Hillary. Las mil caras del realismo. Barcelona: Paids, 1994. pg. 21.
78
del empirismo
se regresa nuevamente
a la
79
primitiva, como equivalente a la de significado, sin necesidad de ser explicada por otros
conceptos; del mismo modo como lo presupone Quine en la relacin de la oracin observacional
y el mundo natural. Recordemos el ejemplo
formulaba Tarski con el enunciado la nieve es blanca. Lo que se seala, de hecho, es que no
hay que seguir en y con el viejo representacionalismo que mantena en su base la imagen del
espejo. Lo que hay que asumir ahora, como lo dice el mismo Davidson, es una correspondencia
sin confrontacin entre aquello que creemos y la realidad108. Y a lo que apunta esto es que hay
que mantener algo as como un esquema general de coherencia, segn el cual la mayora de
creencias que conforman nuestro sistema mental son verdaderas en acuerdo a lo que significan
las palabras y el modo en que est dispuesto el mundo. Por ejemplo, la creencia en forma de
oracin de que la nieve es blanca, resulta verdadera y significativa en acuerdo de la blancura de
la nieve que hay en el mundo natural; sin que haya lugar para ponerla en duda, en tanto que
dicha oracin es una nocin que pertenece al mbito y al espacio pblico (es decir, al espacio
intersubjetivo). De esta manera, en un sentido si se quiere platnico, la verdad o el significado, al
no estar como dice Hilary Putnam en la cabeza109, resultan ser nominativos que se constituyen
en el mundo natural (en la relacin del concepto y lo que nombra); pero sin llegar a constituirse
en entidades subjetivas, idealistas o fantasmagricas (como se arga regularmente). Dice
Davidson a este respecto:
Mi lema es: correspondencia sin confrontacin. Dada una epistemologa correcta, podemos ser
realistas en todos los campos. Podemos aceptar las condiciones objetivas de verdad como la clave
del significado, podemos aceptar una concepcin realista de la verdad y podemos tambin insistir
en que el conocimiento lo es de un mundo objetivo, independiente de nuestro lenguaje o
pensamiento.110
80
Descartes.
Por lo dems, la perspectiva y el carcter omni-abarcante de la ciencia emprica que haca
visible Quine, y que dejaba por fuera las instancias mentales (creencias, intenciones, actitudes,
deseos), ya no es operante en la concepcin davidsoniana. Por el contrario, en esta nueva
perspectiva tales instancias mentales son ahora susceptibles de explicarse, si se quiere, causal y
lcitamente; y sin tener que reducirlas meramente al discurso fisicalista o conductual (esto es, al
discurso neurofisiolgico, psicolgico o funcionalista). Pues Davidson postula que tales
instancias (estados y eventos) mentales pueden ser descritas y explicadas causal y legtimamente
desde la perspectiva epistemolgica.
Lo anterior se entiende claramente si tenemos en cuenta que Davidson sent las bases de
su concepcin causal de la accin humana cuando estipul (en su artculo Acciones, razones y
causas, 1963) que las explicaciones de una accin mediante razones constituyen una forma de
explicacin causal, siendo las razones causas de la accin112. Pues de este modo se hace posible
explicar una accin humana cualquiera como una accin intencional, la cual se caracteriza por
111
112
Ver, Davidson, El conocimiento de la propia mente, Mente, Mundo y Accin, pg. 151.
Vase, Davidson, Mente, Mundo y Accin, pg. 14.
81
tener una explicacin y una justificacin que resultan ciertas en tanto que tiene una explicacin
coherente en las razones que la causan. Por ejemplo, el que Pedro haya ido al cine el viernes
pasado, se explica y justifica en las razones que causaron que Pedro tuviera la intencin de ir al
cine; pues dicha intencin bien pudo desencadenarse por el deseo o las sensaciones estimulativas
externas por querer ver un pelcula especifica o por querer estar con su novia, o por cualquier otro
motivo. Lo que de cualquier modo resulta ser una justificacin lcita de la conducta (accin) de
Pedro, por cuanto sta deviene de una configuracin neuronal que es intencionada, estimulada o
desencadenada desde el exterior.
Por eso, al ser las razones causas de la accin intencional (adems de la justificacin),
Davidson pareciera comprometerse con una concepcin materialista de la mente, en la que lo
mental y lo fsico de ella adoptan una misma iden
82
longitud113: as como adscribimos medidas de longitud a los objetos para postular que aquel es
menos o ms largo que aquel otro, y sin que resulte necesario establecer una conexin empirista
entre las medidas de longitud y los objetos que son susceptibles de medida para validarlas y
hacerlas comprensibles, asimismo adscribimos predicados mentales sin que necesariamente haya
leyes formales que conecten a los diferentes estados mentales, y a estos con las acciones
intencionales del organismo. De este modo, as como sin dicho principio adscriptivo se hara
imposible la inteligibilidad y la validez de las medidas de longitud para los objetos; asimismo,
sin la adscripcin de lo mental resultara imposible la inteligibilidad o la explicacin de las
acciones causadas por el agente racional.
En suma, cabe decir que la reflexin davidsoniana amalgama una concepcin naturalista
de la mente con una concepcin causalista de la accin humana. Pero sin que se tenga que reducir,
necesariamente, las adscripciones mentales a nociones conductistas, neurofisiolgicas o
funcionalistas, por cuanto su perspectiva no acepta ni busca establecer un puente entre lo
abstracto (lo mental, el esquema conceptual, etc.) y lo fisicalista (el organismo, el objeto, el
mundo, etc.). Ciertamente, desde la perspectiva del autor, lo que necesitamos mantener como
base es la racionalidad y la coherencia que, como seres pensantes y usuarios de un lenguaje
sofisticado y complejo, manejamos y nos dispensamos empticamente. Y esto apunta a que
racionalidad y coherencia resultan fundamentales para la inteligibilidad de los eventos del mundo
natural y para describir el proceso de interpretacin de la conducta y/o las acciones intencionales
de las otras mentes.
Dicho concluyentemente, las descripciones y adscripciones, tanto del mundo natural
como de las otras mentes, tienen que llevarse a cabo en el marco de la coherencia y la
racionalidad, en tanto que como agentes pensantes y coherentes tenemos que dispensarnos cierta
empata para describir/adscribir coherente y racionalmente a lo mental (la conducta/acciones
desencadenadas del otro) y las propiedades (predicados) causales de las acciones de los eventos
en el mundo natural.
Ahora bien, en ambos casos dicho proceso de empata ha de estar dado en trminos no de
observacin o de traduccin radical sino de interpretacin radical. Lo cual quiere decir que si en
principio les adscribimos racional y coherentemente la posibilidad a los otros de nuestras propias
actitudes y estados mentales, y si sabemos que stos son aportados por las condiciones del medio
espacio/tiempo y la cultura heredada, y si sabemos que los otros han de dispensarnos lo mismo de
113
83
acuerdo a esas mismas condiciones, tendremos que aceptar indubitablemente que existe un
vnculo pragmtico y racional (coherente) respecto del mundo natural y de nosotros mismos, y
por tanto ha de haber una completa inteligibilidad y comunicabilidad. De este modo, es legtimo
esperar una interpretacin radical, racional y coherente tanto en el observador como en el
interpretado.
Respecto a esta concepcin de racionalidad y coherencia, que ha de resultar recproca
tanto para el interpretador como para el interpretado, pudiera objetarse que no hay criterios claros
para la adscripcin o la descripcin de la conducta del otro, ni para la atribucin de las ideas y
creencias que la desencadenan; y as, dicha interpretacin/adscripcin pudiera terminar siendo
subjetiva y relativizada al modo que una persona describe la conducta de otra. De hecho, esto
es lo que parece sugerir un intrprete y prologuista de una de las obras de Davidson:
Creencias y deseos, por ejemplo, son estados que atribuimos a los dems en el proceso de
interpretacin de su conducta, y en este proceso el contenido de estos estados ha de ser tal que la
conducta aparezca como racional en relacin con ellos, o al menos como inteligible; de otro modo
no hemos conseguido entenderla como accin intencional; por ello es esencial la forma en que
describimos las creencias, los deseos y las acciones. Una accin puede estar justificada a la luz de
ciertos deseos y creencias cuando se describe de cierta forma y no cuando se describe de otra. Y lo
mismo sucede con las creencias y deseos: pueden justificar la accin bajo cierta descripcin y no
bajo otra. El nfasis en la concepcin de la mente y de la conducta intencional se sita, pues, en la
114
descripcin que una persona hace de otra con el fin de entenderla.
Sin embargo, contrariamente a lo que sugiere Moya, para una interpretacin radical de la
conducta del otro, no se trata de adscribir a lo mental atribuciones ad hoc o contenidos per se o
de asumir pociones relativistas/subjetivistas sino, por el contrario, lo que hay que desentraar
inteligiblemente son las razones que causan la conducta, el comportamiento o las acciones
mediante un proceso plausible que presupone unas condiciones bsicas. Por ejemplo, una de
dichas condiciones es que, como seres usuarios de lenguaje y comunicacin, hemos de
dispensarnos, ante todo y empticamente, las nociones de racionalidad y coherencia en acuerdo a
como las acciones intencionales son desencadenadas por las actitudes y estados mentales; las
cuales, a su vez, son accionadas por las situaciones y contextos externos. Y es en esto, justamente,
que reside la empata: en conocer a priori el modo como los otros hacen verdaderas las palabras
y las oraciones, y en acuerdo a como observan e interpretan el mundo. De ah que una buena
comunicacin o una interpretacin radical, mediante la racionalidad y la coherencia, resulten
primordiales para explicar las conductas y los comportamientos de los otros (incluso de uno
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Vase, Introduccin a la filosofa de Davidson (Carlos Moya), en Davidson, Mente, Mundo y Accin, pg. 20.
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mismo). Pues lo que no debemos olvidar es que, desde esta perspectiva, lo subjetivo (valga decir
lo mental), como mecanismo natural y causalista, resulta equivalente para todos los usuarios
competentes de lenguaje.
En sntesis, en el sentido de una empata en la que se comparten emociones, creencias,
deseos o estados mentales (racionales o no), es como se aclara y ancla los dos principios
davidsonianos: el de la racionalidad y el de la interpretacin radical.
No obstante, dicha perspectiva
epistemolgica, en el sentido que desde ella se hace una doble adscripcin de lo racional y lo
coherente. Es decir, por cuanto dichas nociones de racionalidad y coherencia han de estar
presentes tanto en el agente observador e interpretador
Vase, Davidson, El conocimiento de la propia mente, Mente, Mundo y Accin, pgs. 119-152.
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nuestras creencias, segn Davidson, lo que importa primero que todo es tener claro las
condiciones que han de tenerse en cuenta de manera global para una interpretacin correcta.
Como se presupone las condiciones de racionalidad y coherencia, tanto para el interpretador u
observador como del interpretado u observado, dicho propsito resulta fcil de conseguir. En
primera medida, habr de aceptarse que los rasgos objetivos del mundo natural proporcionan
(causan) el contenido de las creencias verdaderas del agente; en segunda medida, hay que aceptar
tambin que en lo ms bsico las creencias del agente interpretador y del interpretado han de
resultar en su consideracin objetiva igual de verdaderas; y en tercera medida, que
las
Vase, al respecto, la aclaracin y defensa que hace Rorty de la nocin de interpretacin que utiliza Davidson,
en La indagacin como recontextualizacin, en Objetividad, relativismo y verdad, pgs. 142 a 153.
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generado con la connotacin negativista, escptica y cuasi-apocalptica respecto del fracaso y/o
crisis de la Modernidad.
Conclusiones.
Hemos visto que el Tractatus del primer Wittgenstein connotaba la teora pictricofigurativa (la imagen del espejo) para fundamentar la Verdad y/o el Significado de la Realidad
(con maysculas). Con esta concepcin pareca alcanzarse por fin el ideal de la poca moderna:
los fundamentos definitivos para alcanzar los conocimientos y saberes necesarios que habran de
llevar a emancipacin y/o el progreso de la humanidad. Es decir, pareca lograrse las bases
definitivas para aquel ideal que se haba perseguido (o quizs todava se persiga) mediante dos
estrategias cognoscitivas bsicas: la filosofa analtica y las ciencias empricas.
Pero como se encarg de mostrarlo el segundo Wittgenstein, tal propsito y tal idealismo
resulta imposible de conseguir, en primera medida, porque no se puede fundamentar y/o
generalizar vlidamente un isomorfismo entre el mundo natural (lo objetivo) y el lenguaje (lo
terico), ni tampoco es posible conseguir un lenguaje puro y cristalino capaz de subsumir a todos
los otros lenguajes (incluido el natural). Esto dio pie, por un lado, para poner en entredicho a todo
el constructo terico de los conocimientos y saberes alcanzados por la cultura occidental; y, por
el otro, para demarcarle
desenmascarar y/o disolver la enorme confusin lingstica, implicada por el viejo propsito de
objetivizar mediante la ciencia y la analtica las entidades fsicas y no-fsicas (idealistas y/o
metafsicas) del mundo.
A la postre, este cambio de perspectiva habra de conocerse como el giro lingstico,
marcndose con ello el surgimiento de un nuevo paradigma anti-representacionalista para la
filosofa y la epistemologa y, a su vez, el nacimiento de una nueva poca que se contrapone a la
de los Ilustrados: la post-modernidad. De hecho, las reflexiones wittgensteinianas caracterizan
razonablemente a dicho giro lingstico: el primer Wittgenstein parece encarnar el punto ms alto
de la Modernidad, cuyo base para el ideal representacionalista de pureza cristalina crey hallar
con el Tratactus; mientras que el segundo, al mostrar la imposibilidad lgica y ontolgica de
extender un puente entre el lenguaje figurativo y el mundo natural, sell el nacimiento de un
nuevo paradigma relativista y anti-representacionalista, lo cual a su vez dio cabida para postular
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una nueva poca post-moderna, en la que el diferendo de los discursos est a la orden del da
(Lyotard).
Sin embargo, a la luz de la discusin acadmica actual, parece que todo el desarrollo
histrico y epistemolgico que implica el giro lingstico no resulta tan claro como quisiramos.
Como se expuso en la introduccin, todo indica que en principio a la filosofa se le sigue
relegando todava
pareciera que las consecuencias del giro lingstico tampoco han sido precisadas ni comprendidas;
pues como lo dejan ver los apartes citados del debate contemporneo la mayor parte de los
intelectuales que intervienen en esa discusin continan con las gafas que se utilizaban en el
Tractatus, es decir, las mismas de la Modernidad. A pesar de que dichos autores aceptan que el
proyecto moderno fracas o que est en crisis, slo tienen en cuenta para la discusin respectiva
el carcter negativo que implica el abandono del idealismo y/o paradigma moderno. Por dems,
tambin todo parece indicar que desconocen o tratan de ignorar las consecuencias pragmticas
(histricas y sociales) de dicho giro lingstico; aquellas mismas que slo unos pocos autores
(como Rorty, por ejemplo) se encargan de mostrar y poner sobre el tapete de la discusin. En
cuarta medida, y por ltimo, dicha discusin contempornea, que refleja slo el carcter
negativista de las consecuencias epistemolgicas y pragmticas del giro lingstico, pareciera
poner en entredicho el surgimiento de la post-modernidad, al decir de esta nueva poca que
apenas es la crisis de la modernidad, negando as que el propsito o el ideal moderno haya
fracasado indubitablemente; y obstaculizando, en cambio, el accionar o la operatividad del nuevo
paradigma filosfico/epistemolgico.
Pero si se invierte ese sentido negativista y receloso, inducido por el fracaso del
proyecto moderno, lo que se logra percibir es un nuevo resurgir del pensamiento intelectual. Al
abandonarse el modelo de pensamiento legado por la Modernidad, y al estudiar histricamente el
proceso y el cambio reciente del pensamiento occidental, logramos comprender que la postmodernidad lo que ofrece es una nueva y provechosa perspectiva cognoscitiva. Pues adems de
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hacer explcito qu es, cmo y por qu ocurri el giro lingstico, por un lado, permite precisar
por qu se le ha adjudicado (con la nocin de postmodernismo) una connotacin negativista y
pesimista al fracaso del proyecto moderno; permitiendo, por el otro, desvelar el desarrollo del
pensamiento occidental y/o el sentido pragmtico que llev de un paradigma representacionalista
a otro anti-representacionalista. En adicin, dicha inversin tiene otro corolario que tambin en
mi opinin resultar muy importante tanto para la filosofa y la epistemologa como para la
sociedad y el individuo. Pues el estudio de la crisis de la Modernidad y/o la post-modernidad
tendr que mostrar, necesariamente, las consecuencias e implicaciones (sociales e histricas) que
se han y se estn desencadenando con el cambio de paradigma; hasta el punto que tendr que
inducirnos a ajustar
en los trminos de
Foucault, y segn lo expuesto, el mejor diagnstico filosfico de los tiempos actuales. Y que, en
mi opinin, prueban in toto el carcter cognoscitivo, enteramente pragmtico y desarrollado, del
pensamiento de una nueva poca que a falta de un nombre mejor
se le ha
denominado
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