PANINI, Luis - Cabeza Llena de Pájaros - (Cuento Mexicano)
PANINI, Luis - Cabeza Llena de Pájaros - (Cuento Mexicano)
PANINI, Luis - Cabeza Llena de Pájaros - (Cuento Mexicano)
Esta no es la historia de Ruth, sino la de su cuerpo. Porque de Ruth no hay mucho que decir, slo
que una maana, mientras cruzaba la calle con la cabeza llena de pjaros, no logr percatarse del
ruta cien que se le acercaba a noventa kilmetros por hora. Siete toneladas de acero y plstico
moldeado, cuarenta y tres pasajeros treinta y cuatro sentados, nueve de pie, incluida la seora
que cargaba dos redes repletas de mandado (nadie le ofreci un asiento, pobre) se impactaron
contra Ruth casi al dar las diez en punto de la maana.
Cruzar la calle con la cabeza llena de pjaros no es una buena idea. Nunca. No se presta la
suciente atencin a la urbe, se subestima su cotidianidad, se deja de ser ciudadano. Ignora uno
pequeos detalles. Por ejemplo: un camin que avanza a noventa kilmetros por hora hacia el
cuerpo de Ruth. Tan distrada ella al salir de su departamento con direccin al trabajo.
Hace dos meses consigui un empleo en una esttica donde le lava las cabelleras a las
clientas con toda clase de champs que huelen muy lindo. A ella le encanta el de aroma a
cerezas. Pero esta no es la historia de Ruth, sino la de su cuerpo que termin hecho pedazos.
Cruzaba la calle, llevaba la cabeza llena de pjaros, luego apareci el vehculo que lo descuartiz.
Una de las piernas fue a dar al techo de un negocio. Ah se qued, quietecita, al lado de un tinaco,
sobre un colchn de hojarasca. Tan coqueta la pierna, tan sola. Hasta con zapato.
Ruth se diriga a la esttica, un ruta cien hacia Ruth. El pie derecho del conductor hizo presin
sobre el acelerador hasta que la aguja alcanz la lnea ubicada exactamente entre los nmeros
ochenta y cien. Ella no logr or el estruendo que el motor gener. Su cuerpo iba caminando. Y
luego vol, gir, fueron desprendindose las extremidades. La sangre y las vsceras de Ruth
salpicaron a los peatones circundantes como lo hacen las serpentinas y el confeti sobre los
invitados en una esta. Una mujer le limpi la cara a su hijo; tir en el suelo un montn de
pauelos desechables manchados con la sangre de Ruth.
A veces puede ser mortal, cruzar la calle con la cabeza llena de pjaros. Que sirva de ejemplo
el cuerpo de Ruth, su sangre en la cara del nio, su pierna junto al tinaco. Ese da las manos de
Ruth estaban comisionadas para lavar veintids cabelleras. La dama que acudi a su cita a las
diez de la maana escenic un escndalo al informrsele que la muchacha de los champs an
no haba llegado a la esttica. La respetable mujer maldijo la impuntualidad de Ruth, sin saber que
Ruth ya no era Ruth, o s lo era, slo que en pedazos desperdigados en una interseccin a unas
cuantas cuadras de la esttica. La dama se encontraba furiosa, pero no tanto como para desearle
tal destino a Ruth.
El chofer del vehculo en cuestin hasta ese da tena un rcord impecable. Nunca haba
atropellado a peatn alguno, ni siquiera a los nios que se atravesaban para recuperar los
balones. Salan de todas partes, estaban en todas partes. Pero l nunca los atropell. Tena un
rcord impecable. Qu culpa tiene el chofer de que Ruth llevara la cabeza llena de pjaros ese
da? Ninguna. Pobre chofer. Si tan slo Ruth hubiera sacudido los pjaros que traa metidos esa
maana en que la dejaron como rompecabezas.
Los de la ambulancia acudieron al llamado histrico de una mujer cuando los vio pasar:
Aqu es, aqu es grit. Vengan que aqu est la cabeza. Lo dems no s. Yo slo me
encontr la cabeza. Lo dems no s.
Los de la ambulancia:
Rogamos a toda persona que se encuentre junto a un pedazo de esta mujer que nos lo
indique, pero sin gritar . Como veinte levantaron la mano.
Los camilleros fueron acercndose a quienes tenan el brazo extendido. Recogan la pieza del
pavimento y luego dedicaban una sonrisa a cada uno de los ciudadanos a manera de
agradecimiento por tan loable accin civil. En vez de utilizar la camilla para transportar el cuerpo
de Ruth, decidieron depositar las secciones en bolsas de plstico. Casi llenaron seis.
Es un problema muy serio cruzar la calle con la cabeza llena de pjaros. Puede uno causarle
contratiempos a otras personas: sacar los pauelos de la bolsa para limpiarle al nio la sangre del
rostro, rentarle una escalera al dueo de una tlapalera que se encuentra furioso porque le han
enviado focos de setenta y cinco watts cuando l pidi de cincuenta, ser despertado por una
pierna acrobtica, trasladar a Ruth en seis bolsas de plstico por una serie de largos pasillos y
puertas ruidosas, armar el bendito acertijo en que ahora est convertida.
Qu mugrero suspira la del SEMEFO.
Y es que de Ruth no hay mucho que decir. Era una muchacha puntual, de extremidades bien
torneadas y senos compactos. De vez en cuando depilaba su entrepierna, pero no muy seguido
porque le irritaba. Las compaeras de la esttica siempre elogiaron el brillo de su cabello, su
cabello con olor a cerezas. El ltimo muchacho con quien sali a bailar pas la noche entera con
ella. De eso har un par de meses. Hicieron el amor. El muchacho le dijo al odo que le encantaba
el olor a cerezas enredado en su lustroso cabello. Disfrut muchsimo la entrepierna de Ruth:
Qu detallazo agradeci la ausencia de vello.
Cuando despert por la maana, Ruth ya tena listo el desayuno: huevos, tocino y jugo de
naranja. Olvid ponerle sal a los huevos. El muchacho nunca volvi a llamarla. Ruth se puso triste,
tom un largo bao en la tina y lav su cabello con el champ de olor a cerezas, luego sali y
compr una tortuga para no sentirse tan sola, para olvidarlo. Ya no la tiene. Una noche, antes de
dormir, Ruth olvid cerrar un tubo de pegamento y la tortuga era curiosa. Pero eso no importa,
porque esta no es ni la historia de la tortuga ni la de Ruth, sino la de su cuerpo violentado por un
camin de ruta que la alcanz a noventa kilmetros por hora en una interseccin a un par de
cuadras de la esttica donde una dama estuvo maldicindola. El chofer tena un rcord impecable,
ahora ni le permiten usar el telfono:
Esa mujer cruz la calle con la cabeza llena de pjaros todava insiste el chofer.
La encargada del SEMEFO recibi las seis bolsas de mala gana y, como no estaba de humor
para rompecabezas, fue a entregrselas a unos estudiantes de medicina que frecuentaban las
instalaciones para cumplir con el requisito de las prcticas profesionales. Uno de ellos abri la
bolsa en la cual se encontraba empacada la cabeza de Ruth. El joven crey haber olido cerezas.
Pregunt a la encargada del lugar:
Y sta?
Es una mujer en pedazos.
Por qu est en pedazos?
Un camin la mat.
Seguro llevaba la cabeza llena de pjaros.
Dicen que s.
(Este texto forma parte del libro 'Terrible anatmica', publicado por Conarte en 2009).