1 - Bacon - Novum Organum PDF
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LIBRO PRrMERO
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1.0
El hombre, servidor e intrprete de ia ' ".
rnleza, ni obra ni comprende ms que en' pr~~:f ..
de sus descubrimientos experimentales y rac;i~~
tmbre las leyes de esta naturaleza; fuera _de ah,; ~:!;
tmbe ni nada ~e.
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2.0 Ni la~ sola ni el s fritu ba,ndqna~!:il
111( mismo tienen gran potencia,
eali%ar la ~ o~ ' ,)!;.~
111c requieren instrumentos y apxilios que tan D''''
11111 ros son a la inteligencia como a la man~ i{' ~..
111lsrna suerte que los instrumentos f1Sicos ce~~ _'
y regulan el movimiento de la . mano; los ins . :
tos intelectuales facilitan o discfplinan el crsO.::.r
rspritu.
.
'. . ::.:
3.0 La ciencia del hombre es la . medid:. d ~
potencia, porque ignon,ir la causa e~ no po<qi' ' ~
d11cir el efecto. No se~ triunft;t de la natutal
c1hcdecindola, y o que en a espeeu ac n llV'.'e: ~
11ombr de causa convirtese en regla en la p ;'
4.0 Toda la industria del hombre estriba en .. ..
1'ln1ar las sustancias naturales unas a otras " .1/
1wpararlas; el resto es una operacin st:reta , d4'~~-~~
1111turaleza.
. :::/;t.~
,
( '' .<":'"..... "':;
5.0 V;>s Q~
bitualmente se ocup~ en. . ': ..., ...
dones -tiaturales son: el menico, e1 n6dieo, .~'.
11iuternf'kQz_
quimista y el mago; pero -tod'O-t:-( " :,;;~
rl estado actual de las cosas) lo hacen con'_ it~i :.')#;~
f:nnte esfuerzo y mediano xito.
. '.:_. :.;?'rt?
6 .0 Sera dispar!tada creenia, que se dst~~
por s misma, esper:p- que lo que jams_se h;~{~
p11e,_da hacerst:;. a no ser , ~r medios nun~ . ~~~
'1cu{ empleados. .
..t..: ~.~.:\n(~~
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Francis Bacon
8.0
Hasta aqu todos nues tros descubrimientos
se deben ns bien a l a casualidad y a las enseanzas
de la prctica que a l as ciencias; pues las cie ncias
que hoy poseemos no son otra cosa que cierto arre glo de d escubrimientos realiza dos . Las ciencias hoy
no nos ensean ni a hacer nuevas conquistas ni a
extender nuestra industria.
El principio nico y la raz de casi todas las
9 .0
imperfecciones de l as ciencias es que, mientras tanto que admiramos y exaltamos falsamente las fuerzas d e l humano espritu, no buscamos e n modo alguno los verdaderos auxiliares.
10. La naturaleza es diferentemente sutil que
nuestros ~edos y . nuestro espritu; de suerte que
todas nuestras bellas meditaciories y especulaciones,
todas las teora;; por_e l hombre imaginadas, son cosas peligrosas, a_. men~, sin embargo, que estemos
sobre aviso.
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_
-"Y uni
O rganum
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n.duccin.
15. Nuestras nociones generales, sea en fsica,
sea en lgica, nada tienen de exactas; las que teneJDOs de la sustancia, de la calidad, de la accin, la
pasin, del ser mismo, no estn bie n fundadas; menos lo estn an las que expresan los trminos: lo
grave, lo ligero, lo denso, lo raro, lo hmedo, lo seco,
generacin, corrupcin, atraer, repeler, elemento,
materia, forma, y otros de igual naturaleza, todas
estas ideas provienen de la imagiria cin y estn mal
definidas.
16. Las nociones de las especies ltimas, como las
de hombre, perro, paloma, y las d e las percepciones
inmediatas de los sentidos, como el fro, el calor, lo
blanco, lo negro, no pueden inducirnos a gran error;
y sin embargo, la movilidad de la materia y la mezcla de las cosas las encuentran a veces defectuosas.
Todas las otras nociones que hasta aqu ha puesto
en juego el espritu humano, son verdaderas aberraciones y no han sido deducidas de la realidad por
u.na abstraccin y procedimientos legtimos.
17. Las leyes generales no han sido establecidas
con ms mtodo y precisin que las nociones; esto
es cierto aun para los primeros principios que da
la induccin vulgar. Este defecto es, sobre todo,
apreciable en los principios y en las leyes secundarias deducidos por el silogismo.
18. Hasta aqu, los descubrimientos de la ciencia afectan casi todos el carcter de depender de las
nociones vulgares; p ara penetrar en los secretos y
en las entra.as d e la naturaleza, es preciso que,
tanto las nociones como los principios, sean- arrancados de la realidad por un mtodo ms cierto y ms
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.V~ um
Org anum
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n~t~
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Francis B acon
J,1vum O r gan u m
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Franc is Bacon
. ,. u m Org anum
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1, aquellos a quienes cada uno reverencia y admi' : . ya sea en razn de la diferencia de las impre. 1, H1es, segn que hieran un espritu prevenido y
.. ,., itado, o un espritu apacible y tranquilo y en otras
i1cunstancias; de suerte que el espritu humano, tal
' mo est dispuesto en cada uno de los hombres, es
'" en extremo variable, llena de agitaciones y casi r
'"' 1be.rnada por el azar. De ah esta frase tan exactaf.1 , : Herclito: que los hombres buscan la ciencia en1,
.11s particulares y peque.as esferas, y no en la granl~
., rera universal.
;l
43. Existen tambin dolos que provienen de la
1cunin y de la sociedad de los hombres~
. lo"S) que
'ksignamos con el nombre de dolos de foro, para
. i g nificar el comercio y la comunidad de 1 s hogtbres
le que tienen origen. Los hombres se c"o.mnican
, -11tre s por el lenguaje; pero el sentido de las palaliras se regula por el concepto del vulgo. He aqu
>or qu. )~ .il)._t.e.ligencia, a la que deplo.!'.:~Ql~~~ilf.tf"
....: impoge. una l~rigua ~ ro.al . _coP.stitui_da, . se . _si~nt~ ~
11 nportu11ada .de ext_raa manera. Las definiciones
v explicaciones de que los ...sabios acostumbran pro\'c cl'se y armarse anticipadamente en muchos asun1' is, no les libertan por ello de esta tirana. Pero las
p . ilabras hacen violencia al espritu y lo turban todo,
v los hombres se ven lanzados por las palabras a
,.<>ntroversias e imaginaciones innumerables y vanas.
44. Hay, finalmente, dolos introducidos en el
s pritu por los diversos sistemas de los filsofos y
'"s malos mtodos de demostracin; llammosles
1doles del teatro, porque cua:r:itas filosofas hay h~s"'.
t.t la fecha inventads_- y creditadas, son, segn noso11os, otras tantas piezas creadas y representadas
ada una de las qu contiene un mundo imaginario
v teatral. No hablamos slo de los sistemas actual111ente extendidos, y de las antiguas sectas de filosol'ia ; pues se puede imaginar y componer muchas
"tras piezas de ese gnero, y errores completamente
diferentes tienen causas casi semejantes. Tampoco
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Francis Bacon
queremos hablar aqu slo ~e los sistem~s ?e. filosofa universal, s que tambin de los principios Y
de los axiomas ( 1) de las diversas ciencias, a los que
la tradicin, una fe ciega y la irreflexin, han dado
toda la autoridad. Pero es preciso hablar ms extensa y explcitamente de cada una de esas especies de
dolos, para que el espritu humano pueda preservarse de ellos .
,
45. El espritu humano se siente inclinado natu1ralmente a suponer en las cosas ms orden y seme janza del que en ~s encuentra; y mientras que la
! naturaleza est llena -de excepciones y de diferen\ cias, el espritti ve por doquier armona, acuerdo y
\ similitud. De ah la ficcin de que todos los cuerpos
cele_st~escriben al moverse crculos perfect~s; de
~ lnea
espirales y tortuosas, slo se admite el
~I nombre. De ah la introduccin del elemento del
\ fuego , de su rbita, para completar la simetra con
los -c:;tros tres que descubre la experiencia. De ahi
tambin la suposicin de que son los elementos,
siguiendo una escala de progresin ascendente, diez
veces ms liges unos que otros; y de ah, finalmente tantos otros s ueos de este gnero. Y- no son
slo l~s principios los que se puede encontrar qui~
xn,ricos, s que tambin las mismas nociones ( ~<'.___46. El espritu humano, una vez que lo ha1y-reducido ciertas ideas, ya sea por su encanto, ya por el
imperio de la tradicin y de la fe que se les presta,
vese obligado a ceder a esas ideas ponindose de
acuerdo con ellas; y aunque las pruebas que desmienten esas i.deas sean muy numerosas y conclutes, el espritu o las olvida, o las desprecia, -~
_
~~ distincin _las _aparta y rech~a, no sin grav~
_ __ o; pero preciso le es conservar mclume toda la
(1) La palabra est empleada aqu por Bacon como sinnimo de principio, hiptesis, opini:i:i. lo cual, corno observa
muy juiciosamente el p~ofesor Lorq1;1e~, _traductor francs ~e
esta obra, a quien seeuunos, es un mutil abuso de lenguaJe. ;
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Org anurn
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''" Je restringen por que p o n e n lmites a su e s p e 1za; las ms altas l eyes d e l a naturaleza, porque
"11.raran sus supersticiones; la luz de la experien, 1.1 , por soberbia, arrog anci a, porque no aparezca
1
1. i n~e.ligencia ~cupndose en o bje tos desprecia bles
' l 11 g1~1~os; las i deas extraord inari as, porque hieren
1... op1n.1ones vulgares; en fin, innumerables y secre' 1; pasiones l~ e~a~ a l espritu por todas partes y
1 -rompen el JUICIO.
50. P ero la f uente m s grande de errores y difi11l Lade s para e l espri t u humano se encuentra e n
l. 1 ~ rosera, l a imbecilidad y l as a berraciones de l os
.. 11Lidos, que dan a las cos as que les llama la aten , ,.-,n ms importancia que a aquellas que no se la
11.1 m a n inmediatamente , aunque las ltimas la teni-. 111 e n realidad m ayor que l as otras . No va m s a ll
1 espritu que e l o j o; tambi n l a observacin de lo
111c es invisible e s compl e tamente nula o
poco me'" '" P o r esto todas l as ope racion es d e los espritus (1)
1 los c uerpos t a _ng ible s nos escapan y quedan i g no' . odas. No advertimos tampoco e n las cosas visibles
1. .-; canbios insensibles de es tado, que de ordinario
l l. 1ni.amos alteraciones, y que son e n e fecto un trans1 " 11t e de las partes m s tenues. Y sin embarg o, si
' " > s e. conoce y saca a
luz esas operaciones y esos
: 11nb1os, nada grand e p uede producirse en la natu' .1le za en mater!a d e industria. Por otra parte, la
1. 1turaleza d e l aire y d e todos los cuerpos m s lige1 >s que e l aire (~ hay muchos) nos es casi por
>1nple to ~es~onoc1d a. Los sentidos por s m ismos
n r;iuy limitados y con frecue n cia nos e n gafian,
los i n s trume ntos no pue d e n darle s mucho alcance y
l111 11 r a ; pero toda v e rdade ra inte rpretacin de l a
'
. 1
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\nvuni Organum
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t1os favoritos; obsrvase esto claramente en Aris,'teles, que esclaviz de tal s u e rte la filosofa natural
. s u lgica, que hizo de la primera una ciencia
: oco menos que vana y un campo de discusiones.
1 .os qumicos, con algunos ensayos en el hornillo,
l 1: m construido una filosofa imaginaria y de limit; 1do alcance; an ms, Gilberto ( 1 ), despus de
l1; 1ber observado la s propiedades del imn con
1 ' c ncin exquisita, se hizo in continenti una filosofa
"'' armona perfecta con el objeto de que su espritu
""taba posedo.
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Franc is Bac on
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.i, 1c rminado segn el alcance de la inteligencia vul1: 11, y el lenguaje corta la naturaleza por las lneas
t 11 c dicha inteligencia aprecia con mayor facilidad.
1 11 a ndo un espritu ms perspicaz o una observacin
111:'1s atenta quieran transportar esas lneas para
l 1: 1rmonizar mejor con la realidad, dificltalo el len;11aj e ; de donde se orig ina que elevadas y solemnes
. ontrovers ias de ho1nbres doc tsimos, degeneran con
t n .:c uencia en disputas s obre
palabras, siendo as
11 e valdra IJ1Ucho ms come nzar siguiendo la pru k nte costumbre de los m a temticos, por cerrar la
111e rta a toda discus i n, definiendo rig urosamente
los t rnlinos. Sin emba r g o, e n cuanto a las cosas
111a t e riales, las definiciones no pue den remediar este
111a l, porque las definiciones s e hacen con palabras,
v l as pala bras engendra n las pala bras; de tal suerte,
que es necesario recurrir a los h e chos, a sus series y
:1 s us rdenes, como diremos una vez que hayamos
1lcga do al mtodo y a los principios segn los cuak s d e be fundarse las nociones y las leyes generales.
60. Los dolos que son impuestos a la inteligen, ia por el leng uaje, son de dos especies: o son nomhr.es de cosas que no e xis ten (pues lo mismo que hay
, osas que care c e n d e nombre porque se los ha ob->c rva do, hay nombres que c a r e cen de cosa y no
<lesi g nan m s que s ueos de nuestra imag inacin),
o s on nombre s de cos a s que e xiste n, pero confus as
y m a l definidas, que r e posan en una a pre ciacin de
la naturale za d e mas i a do lig era e incompleta; de la
p r i mer a espe cie s o n l as expresione s siguiente s: for1 una, prime r m vil, o r bes pla n e t a rio s , e l e m en to d e l
f u ego, y otras fic ciones de id ntica naturleza, cuya
:a z e s t en f a l sas y van as t e o r as .
Esa e spe cie d e dol os , e s la que con mayor facili<la d se d e struye, pue s se la pue de reducir a la nada,
f)ermane cie ndo r esu e lta y con s t a nte mente alejada de
l as teoras.
Pero la otra e spe cie, formada por una abstraccih
torpe y viciosa, ata m s perfectamente nuestro es-
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Fran.cis Bacon
,.....
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ldus ofa sofstica es batalladora, aprisiona el esp1r1en sus lazos; p ero esa otra filosofa, hinchada de
11 n a ginacin, y que se asemeja a la poesa, engafia
11 1ucho ms al espritu. Hay, e n efecto, en el hom1>1e, cierta ambicin de inteligencia io mismo que de
,oluntad, sobre todo en los espritus elevados. Se en' 11entran en Greda ejemplos palpables de ese gnero
d e filosofas, particularmente en Pitgoras, en el que
1: 1 s upersticin es de las ms grandes y groseras; en
Platn y en su escuela, en que es a la vez ms ma1 1 i fiesta y peligrosa. Se encuentra tambin la supers1 icin en ciertas partes de los otros filsofos, en las
q ue se han introducido l as formas abstractas, las
::iusas finales y las causas primeras, y e n l as que se
u rnite las causas medias y otras cosas importantes.
Toda precaucin para huir de tal peligro es poca;
pues la peor cosa del mundo, es la apoteosis de los
" crores, y debe considerarse como e l primer azote
del espritu, la autoridad sagrada concedida a vanas
1ic ciones. Algunos modernos han incurrido en ese
d e fecto con tal ligereza, que h an intentado fundar
la filosofa natural sobre e l primer captulo del Gnesis, el libro de J ob, y otros tratados de la Santa
Escritura, interrogando la muerte en medio de la
v ida. Es tanto ms necesario que la mezcla impura
1 le l as cosas divinas y las humanas, sale no slo una
lilosofa quimrica, s que tambin una religin hertic a. Es, pues, un precepto muy saludable, contener
la intemperancia del espritu, no dando a la fe sino lo
<u.e es materia de fe.
66. Acabamos d e hablar de la mala autoridad
de las1' filosofas que estn fundadas en nociones vulg a r es, en reducido nmero de experimentos, o sobre
la s upersticin . P ero conviene tambin decir algu1ias palabras de la falsa direccin que de ordinario
loma la contemplacin del espritu, sobre todo en
Ja filosofa natural. El humano espritu adquiere falsas ideas al ver lo que antecede en las artes mecnicas, en las que los cuerpos frecuentemente se
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F ranc is B acon
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.. 111n
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Francis Bac o n
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':-
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Francis Bacon.
las causas y los princ1p1os verdaderos, buscar los experimentos luminosos y no los fructferos.
Las leyes generales bien descubiertas y bien establecidas, no producen una operacin aislada, sino:
una prctica constante, y llevan tras s las obras en'.
gran nmero. Pero ya hablaremos ms tarde de las
vas de la experiencia, que son no menos obstruidas
y dificultosas que las del juicio; en este momento
slo hemos querido hablar de la experimenta.::in
vulgar, como de un mal modo de demostracin. El
orden de las cosas exige que digamos ahora algunas
palabras de los signos (mencionados antes) por los
que se reconoce que las filosofas y los sistemas en
uso nada valen, y s las causas de un hecho a primera vista tan maravilloso e increble. El conocimiento de los signos dispone el espritu a reconocer
la verdad, y la explicacin de las causas destruye el ,
aparente milagro; ambas a dos son razones bien,
poderosas para .facilitar y hacernos menos violenta
la proscripcin de los dolos y su expu~sin del espritu humano.
71. Las ciencias que tenemos nos vienen de los
griegos casi por entero. Lo que los romanos, los rabes y los modernos han a.adido a ellas, no es ni
considerable ni de gran importancia; y cualquiera '
que sea el valor de las adiciones, siempre tienen por
base las invencio'nes de los griegos. Pero la sabidura
de los griegos estribaba toda en la ense.anza y se nutra en las discusiones, lo cual constituye el gnero
de filosofa ms opuesto a la investigacin de la verdad. Por esto es por lo que el dictado de sofistas que
los que quisieron ser considerados como filsofos
rechazaron despreciativamente hacindolo caer sobre los antiguos retricos, Gorgias, Pitgoras, Hipias,
Polus, conviene a la familia entera, Platn, Aristteles, Zenn, Epicuro, Theofrasto, y a sus sucesores
Crysipo, Carneades y los dems. La sola diferencia
entre ellos consiste en que los primeros recorran el
mundo y en cierto modo comerciaban, visitan_d o las
, 1111n
Organum
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Francis B acon
'Vu F/./ln
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rdad de las filosofas. Pues bien, podra demos11a rse que de todas esas filosofas griegas y de las
icncias especiales que son su corolario, haya resul1:ido durante tantos siglos, una sola experiencia que
li:1ya contribuido a mejorar y a aliviar la condicin
l111mana, y que se pueda referir ciertamente a las
peculaciones y a los dogmas de la filosofa? Celso
onfiesa con ingenuidad y sabidura, que se hizo al
11incipio experimentos en medicina, y que los horn111cs formaron en seguida sistemas sobre aquellas
xperiencias, buscaron y establecieron las .causas de
lla s, y que no ocurrieron las cosas en un sentido
111verso, pues la inteligencia comenz por la filosofa
v el conocimiento de las causas, deduciendo y crean'''> de ellas experimentos.
He aqu por qu no hay que maravillarse de que
1, s egipcios, que atribuan divinidad a los inventores
,,,. las artes, hayan consagrado ms animales que
laumbres, pues los animales, por su natural instinto,
la:in hecho muchos ms descubrimientos que el homl11c; mientras que los hombres con sus discursos y
., 1s racionales conclusiones, han hecho pocos o nin1'. 11no.
Los qumicos han obtenido algunos resultados,
PTO los deben ms a circunstancias fortuitas y a
l.1 -; transformaciones de los experimentos, como los
wcanisrnos que a un arte determinado y a una teo'i:i regularmente aplicada; pues la teora que han
1111aginado es ms a propsito para turbar la expe' i ane ntacin que para reanudarla. Los que se dedican
.1 la magia natural, corno se dice, han hecho tambin
. tl ~unos descubrimientos, pero de mediana impor1.an cia y que se asemejan mucho a la impostura.
i'h, lo mismo que es un precepto en religin, pro''" t la fe por obras, en filosofa, a la que es precepto,
aplica perfectamente; es preciso juzgar de la
d octrina por sus frutos y declarar vana a la que
... estril, y esto con tanta mayor razn, si la filosofa,
11 vez de los frutos de la via y del olivo, produce
\ ' L'
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Francis Bac on
' 11111
Organ.u1n
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< 1)
Bacon entiende por acto puro el fenme no simple
"" rado de todo extraiio elemento, y tal como un acto ni. puede producirle, .s egn una regla determinada, que es
1 torma. Vase en el libro 11, e l aforismo 17. (Nota de A Lor-
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Francis Baet:/~
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presuncin en el sentido opuesto. En materias in1dectuales, excepcin hecha, sin embargo, de los
.1 s untos divinos y polticos en los que el nmero de
-..ufragios hace ley, es el peor de los augurios el con<>cntimiento universal. Nada agrada tanto a la mul1 i tud, como lo que hiere la imaginacin o esclaviza
la inteligencia a las nociones vulgares, como hemos
dicho ms arriba. Se puede muy bien tomar a la
1noral para aplicarla a la filosofa, esta frase de Foc in:
Cuando la multitud los aprueba o aplaude,
l 1a y que exanlinar en el acto a los hombres para saber en qu han faltado o pecado. No hay signo ms
d esfavorable que ese del consentimiento. Hernos .
puesto de manifiesto, pues, que todos los signos o
indicios que se pueden aducir acerca de la verdad y
exactitud de las filosofas y de las ciencias actualmen1c
en predicamento, sea en sus orgenes, en sus
1esultados, en sus progresos, en las confesiones de
s us autores, en los sufragios que han conquistado,
s on todos para ellas de mal augurio.
78. Es preciso hablar ahora de las causas de
los errores y de su larga dominacin sobre los esp1-itus. Estas causas son tan numerosas y potentes,
que no hay por qu extraarse de que las verdades
por nosotros hoy propuestas, hayan escapado hasta.
aqu a la inteligencia humana; antes al contrario,
se admirar uno de que hayan entrado al fin en la
c abeza de un mortal, y se hayan ofrecido a su pensamiento; lo que, segn nosotros, es ms bien suerte
que obra de la excelencia misma del espritu, y debe
s er considerado como fruto del tiempo mejor que
corno fruto del talento de un hombre.
Ante todo, en gran nmero de siglos, reflexionn<lolo bien, debe ser singularmente reducido; pues de
esos veinticinco siglos que encierran aproximadamente toda la historia y trabajos del espritu humano, apenas si se puede distinguir seis en que florecieran las ciencias, o encontraran tiempo favorable
a sus progresos. Las edades, como las comarcas, tie-
70
Franc is Bac o n
nen sus desiertos y sus eriales. No se pueden contar ms que tres revoluciones y tres perodos en la
historia de las ciencias: la primera, entre los griegos;
la segunda, entre los romanos ; y entre nosotros, naciones occidentales de Europa, la ltima: cada una
abraza apenas dos siglos. En la Edad Media, la cosecha de las ciencias no fue ni abundante ni buena.
No hay motivo para hacer mencin de los rabes ni
de los escolsticos, que aquella poca cargaron las
ciencias de tratados numerosos, s in aumentar su ,
peso. As, pues, la prime r a c a usa d e un tan insignificante progreso de las cie ncias, debe ser legtimamente atribuido a los e s trechos lmites de los tiempos que fueron favorables a s u cultivo.
79. En segundo lugar s e presenta una causa que
tiene por cierto, entre todas, gravedad extrema; '
saber, que durante esas mismas pocas en que flo- !
recieron con ms o menos brillo las inteligencias y
l a s letras, la filosofa natural haya ocupado siempre
.el ltimo rango entre las ocupaciones de los hombres. Y sin embargo, es pre ciso considerarla como
madre comn de todas las ciencia s . Todas las artes y las ciencias arrancada s de e s a fuente comn,
pueden ser perfecciona das y recibir algunas tiles
a plicaciones; pero no adquieren crecimiento alguno.
Sin embar go, es manifiesto que des pus del establecimiento y desarrollo de la religin cristiana, la,
inme nsa mayora de los espritus eminentes se vqlvi'.
hacia la teologa, que e ste estudio obtuvo desde entonces los estmulos ms grande s y toda suerte de,
apoyos y que, por s solo, llen casi aquel tercer:
perodo de la historia inte lectual de la Europa occi-i
dental, tanto ms cuanto aproximadamente por aque..y
lla misma poca, comenzaron las letras a florecer y~
a suscitarse la multitud de controversias religiosas
En la edad prece d e nte, dura nte el s e g undo perodo,
o poca romana, las meditaciones y el esfuerzo d~J
los filsofos, se dirigieron por completo a la filosofa~
moral, que era la teolog a de los paganos; casi to-
N o v um Organum
71
d a s las inteligencias ms elevadas de aquellos tiempos, se entregaron a los negocios d e l Estado, a causa
ele la grandeza del Imperio romano, que exiga los
c uidados de gran nmero de hombres. En cuanto a
la poca en que la filosofa natural apareci con
gran esplendor entre los griegos, fue muy efmera,
pues en los primeros tiempos, los siete sabios, como
s e les llamaba, todos, a e x cepcin de Thales, se
c onsa graron a la moral y a los d e rechos civiles; y en
lo s ltimos, despus que Scrates hizo descender
l a filosofa del cielo a la tierra, la filosofa moral
a dquiri mayor predicamento y apart las intelig encias de los estudios naturales.
Pero e s e mismo perodo en el que las investigacion e s n a turales fueron cultivadas, fue corrompido por
la s contradicciones y las manas de los sistemas que
l a s e s terilizaron. As, puesto que, durante esos tres
p e rodos ia filosofa natural vise a no poder ms
d e scuidada o contrariada, no hay que asombrarse
d e que los hombres, ocupados en cosa diferente, no
h a y a n realiza do progresos en ella.
80. Afidase a esto que, entre los mismos hombres que cultivaron la filosofa natural, casi no ha
habido, sobre todo en estos ltimos tiempos, quien
s e haya consagrado a su e s tudio con inteligencia clara y libre de ulteriores miras, a menos que se cite
por cas ualid~d algn monje en su celda, o algn nob le en su mansiri.
En g e neral, l a filosofa natural sirvi de pasaje
y corno de fuente a otros objetos.
Y as , esa madre comn de todas las ciencias,
fue r e ducida, con indignidad extraa, a las funciones de serv idora , para auxiliar las operaciones de
la m e dicina o d e las matemticas y para dar a las
intelig encias de los jve nes que carecen de madurez,
una preparacin y como un primer bafio que les
pusie ra en aptitud de abordar ms tarde otros estudios con ms facilidad y xito. Con todo, nadie esp e re un gran progreso en las ciencias (sobre todo
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en su parte prctica), mientras que la filosofa natural no penetre en las ciencias particulares, y que stas a su vez_;. no vuelvan a la filosofa natural. Esta
causa explica el porqu la astronoma, la ptica,
la msica, la mayor parte de las artes mecnicas, la
misma medicina, y lo que parecer m s maravilloso
an, la filosofa moral y civil, as corno las ciencias
lgicas, no tienen casi profndidad, y se extienden
todas sobre la supe'ficie y las variedades aparentes
de la naturaleza; pues esas ciencias. particulares, una
vez se hubo establecido su divisi n, y constituido
cada una de ellas, no fueron nutridas por la filosofa natural, nica que, remontando a las fuentes y a
inteligencia verdadera de los movi m ientos, de los
rayos, de los sonidos , de la c ontextura y de la cons titucin ntima de los cue rpos, d e las afecciones y de
las percepciones intelectuales, hubiera podido darles
nuevas fuerzas y un robusto crecimiento. No hay que
maravillarse, pues, de que las ciencias no prosperen,
cuando estn separadas de sus verdaderas races.
81. Encontramos otra ocasin importante y poderosa del poco adelanto de las ciencias. Hela aqu:
que es imposible a v anzar en la carrera, cando el objeto no est bien fijado y determinado. No hay para
las ciencias otro objeto verdade ro y legtimo, que
el de dotar la vida humana de descubrimientos y recursos nuevos. Pero la mayora no entiende as las
~osas , y tiene slo por regla el amor del lucro y la
pedantera, a menos que de v~z en cuando no se encuentre algn artesano de g enio emprendedor y
amante de la gloria, que per siga algn descubrim iento, lo que de ordinario no se pue de conseguir
sino a costa de un gran dispendio de sus recursos
metlicos. Pero de ordinario, tanto dista el hombre
de proponerse aumentar el nmero de los conocimientos y de las invenciones, que slo toma de los
conocimientos actuales aquellos que necesita para
ensear, para alcanzar dinero o reputacin, u obtener cualquie r provecho de ese gnero . Si entre tan
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los orculos; procedimiento que carece por completo de valor, y tiene por nico fundamento . las
opiniones.
Tal otro emplea para hacer sus descubrimientos,
la dialctica, de la que slo el nombre tiene alguna
relacin con el mtodo que se trata de poner en
prctica. En efecto, la invencin en que termina la
dialctica, no es la de los principios y de las leyes
generales de las que se puede derivar las artes, sino
la de los principios que estn en conformidad con
el espritu de las artes existentes. En cuanto a los
espritus ms curiosos e importunos que se imponen una tarea ms difcil e interrogan a la dialctica
sobre el valor mismo de los principios y de los axiomas de los que la piden la prueba, les remite, me<liante una respuesta bien conocida, a la fe y como
al respeto religioso que es preciso. conceder a cada
una de las artes en su esfera. Queda la observacin
pura de los hechos que se llaman hallazgos, cuando
se presentan por s mismos, y experimentos cuando se los ha buscado. Este gnero de experiencia no
es otra cosa que una hoz rota, como se dice, y que
esos tanteos, con los cuales un hombre procura en
la oscuridad encontrar el camino, mientras que
sera mucho ms fcil y prudente para l esperar
el da o encender una antorcha y proseguir su camino con la luz. El verdadero mtodo experimental,
al contrario, ante todo, enciende la antorcha, y a su
luz muestra seguidamente el camino, comenzando
por una experiencia bien regulada y profunda, que
no sale de sus lmites, en la que no se de~liza el
error. De esa experiencia, induce leyes generales, y
recprocamente de esas leyes generales bien establecidas, experiencias nuevas; pues el Verbo de Dios
no ha obrado en el universo sin orden ni medida.
Que cesen, pues, los hombres de maravillarse de
no haber acertado con el camino de las ciencias,
pues se han desviado del verdadero, olvidando y abandonando por completo la experiencia, o perdindose
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siglos, slo ha obtenido tan exiguo tributo de descubrimientos. Y todava, esos mismos descubrimientos de que hemos hecho mencin, son ms antiguos
que la filosofa y que las artes de la inteligencia; de
suerte, que, a decir verdad, cuando comenzaron las
ciencias racionales y dogmticas, se ces de hacer
descubrimientos tiles.
Si de los ta lleres nos trasladamos a las bibliotecas y admiramos al pr:incipio la inmensa variedad
de libros que contienen, cuando se examine atentamente el asunto y el contenido de esos libros, se
caer asombrado en el extremo opuesto, y despus
de haber sido convencido de que son interminables
las repeticiones, y de que los autores hacen y dicen
siempre las mismas cosas, cesaremos de admirar la
variedad de los escritos y se declarar que es cosa
de maravillarse de que asuntos tan mezquinos hayan
hasta aqu exclusivamente ocupado y absorbido las
inteligencias.
Si se quiere despus dar un vistazo a estudios
reputados ms curiosos que sensatos, y penetramos
un tanto en los secretos de los alquimistas y de los
magos, tal vez no sepamos si rer o llorar ante semejantes locuras. El alquimista mantiene una eterna
esperanza, y cua:q.do el resultado no corresponde a
sus deseos, acusa de ellos a sus propios errores; se
dice que no ha comprendido bien las frmulas del
arte y de los autores; se sumerge en la tradicin, y
recoge con avidez hasta palabras que se dicen en
voz baja al odo, o bien piensa que ha hecho al revs
alguna cosa de sus operaciones, que deben ser minuciosamente reguladas, y comienza de nuevo y hasta
el infinito su tarea. Y sin embargo, cuando en los
accidentes de la experiencia da con algn hecho de
aspecto nuevo o de una utilidad que no se puede
negar, su espritu se llena de satisfaccin con ella
especie de encuentro, lo elogia, lo exalta y prosigu~
animado de esperanza. No es posible negar, sin em-
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de acomodarlas mejor al uso, de producirlas
11 proporciones de volumen o de masa ms conside' "bles o ms reducidas que de ordinario, y todos
los otros cambios de esta especie.
No es, pues, extra.o que las invenciones nobles
y dignas del gnero humano, no hayan salido a luz
11ando los hombres estaban satisfechos y encantados de esfuerzos tan dbiles y pueriles, cuando crean
l 1a ber perseguido y akanzado con ello algo verda' lcramente grande.
89. Debemos decir tambin que la filosofa natu1al ha encontrado en todo tiempo un terrible advers ario en la supersticin y en un celo religioso ciego
e inmoderado. Hemos visto entre los griegos acus ados de impiedad para con los dioses a los que
p r imero revelaron a los hombres asombrados las
<ausas naturales del rayo y de las tempestades; ms
r a rde hemos visto excomulgados sin mayor razn.
por algunos de los antiguos Padres de la Iglesia, a
los que probaban por demostraciones evidentes, que
ningn hombre de buen sentido se atrevera hoy a
poner en duda que la tierra es redonda, y que por
c onsiguiente, existen antpodas.
An ms; en el estado actual de las cosas, los
t e logos escolsticos, con sus sumas y sus mtodos,
han hecho muy difcil y peligroso hablar de la natraleza; pues redactando en cuerpo de doctrinas y
bajo la forma de tratados completos toda la teologa,
lo que ciertamente era de su incumbencia, han hecho
ms an, han mezclado al cuerpo de la religin,
mucho ms de lo que convena la filosofa espinosa
y contenciosa de Aristteles.
Al mismo resultado lleg aban, aunque de manera
distinta, los trabajos de los que no han vacilado
en deducir la verdad cristiana de los principios, y en
confirmarla por la autoridad de los filsofos, celebrando con mucha pompa y solemnidad, como legtimo, ese consorcio de la fe y de la razn, lisonjeando
las inteligencias con esa agradable variedad, pero
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zada de preparar los espritus. Dar a conocer nuestras esperanzas, entra y no por poco, en esta preparacin. Sin ello todo cuanto hemos dicho, es ms
bien propio para afligir a los hombres (hacindoles
compadecerse de todas las ciencias en su pre.s ente
estado, y redoblando en ellos el sentimiento y el
conocimiento de su infeliz condicin), que para
avivar su celo y excitarles a hacer experiencias. Es
preciso, pues, descubrir y proponer nuestras conjeturas, que prestan probabilidad a cuanto esperamos
de esta nueva empresa, as como Coln, antes de su
admirable travesa por el mar Atlntico, dio a conocer las razones que le persuadi!-n de que se poda
descubrir tierra y continentes nuevos ms all de
los conocidos hasta entonces. Sus razones, al principio, fueron desatendidas, pero ms tarde la experiencia las confirm, y convirtironse en fuente y
origen de las cosas ms grandes.
93. Debemos comenzar por Dios; pues esta empresa, a causa de los excelentes bienes que encierra,
est manifiestamente inspirada por Dios, que es el
autor de todo bien y el padre de las luces. En las
obras divinas todos los principios, por pequeios
que sean, van a su fin. Y lo que se dice de las cosas
espirituales, que el reino de Dios llega sin que se le
vea, puede comprobarse en todas las grandes obras
de la Providencia: el suceso se desliza tranquilamente, sin ruido, sin brillo y la obra se consuma
antes de que los hombres hayan pensado en ella
la hayan observado. Debemos recordar tambin la
profeca de Daniel, sobre los ltimos tiempos del
mundo: Pasarn muchos al otro lado y la ciencia se
multiplicar; con lo que sign~fica manifiestamente,
que entre en los destinos, es decir, en los planes de
la Providencia, que el recorrer el mundo por entero,
cosa que por tantas y lejanas navegaciones parece
ya realizada, o a lo menos en plena ejecucin, y el
progreso de las ciencias, se verifiquen en la misma
edad.
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