A.M.D.G. Renacimi - Ento, 1911
A.M.D.G. Renacimi - Ento, 1911
A.M.D.G. Renacimi - Ento, 1911
:
-
A. M. D.-G.
EN PREPARACIN
Troteras y danzaderas.
Fe y Encarnacin.
A. M. D. G.
POR
secte,
aucune socit
hommes.
VOLTAIRE
La lengua ha jurado;
el
alma no
ha jurado.
Eurpides
MADRID
BIBLIOTECA RENACIMIENTO
T.
Es propiedad.
Queda hecho el depsito que
previene
la ley.
DEDICATORIA
D. Benito
Prez Galds
menguado
fruto d la
alto
suum
cui-
que tribuere. Porque si atinamos d encarecer sin envidia y d censurar sin veneno, participando la alegra de hacer el bien de la pesadumbre de causar
tristeza, nos ser otorgado el equilibrio interior.
Le ruego acepte con benignidad esta muestra,
harto profusa, de mi ingenio.
AB URBE CONDITA
Es una mole cuadrangular, cuyas terribles dimensiones hcenla medrosa; la desnudez de todj
ornato, inhspite, y la rojura viva del ladrillo de
que est fabricada, insolente. No tiene estilo. Su fachada lisa, de meticulosa austeridad, abierta por
tres ringlas de ventanales, se ofrece la
til de los presidios, de los cuarteles y los establecimientos fabriles. Sbese que es casa de religin
porque hay una gran puerta ojival rematada por
una cruz, al extremo siniestro del frente, segn se
mira, la cual conduce una escalinata de piedra;
un campanario voladizo de hierro, manera de jauln de micos, en el tejado y plomo sobre aquella
10
pecaminosas estridencias, hay pradezuelos mullidos, muy rapados y verdes; los cortan aqu y acull
unas veredas de arena pajiza, las cuales, reptando
y curvndose con cierta blandura jesutica, van
meterse en el convento, por debajo de las puertas.
Vase cmo por medio de un sencillo expediente nos
inculcan provechosa leccin tiempo que se nos
pone al cabo del espritu de la Orden; porque veredicas y pradezuelos, lo mismo que la propincuidad
con la carretera, todo ello obedece plan y concierto. Quiere decirse que no lejos del camino de perdicin est el cobijo de la gracia, y que para entrar en
el reino de S. M. Divina, de la cual son ministros
tan irresponsables como el propio soberano los Reverendos Padres de la Compaa, es menester trocar las holgadas y prsperas vas del mundo por
pequeos y tortuosos senderitos, abajarse, rastrear, humillarse.
II
En
los
alrededores de
Regium
est la aldea de
alma misteriosa y
activa.
habitante es Gonzaliez.
Su dueo, constructor y
A.
M. D. G.
11
un amigo, Dorn,
12
el
bra,
uno
le
negaba
otorgbanselo,
mas
cerrazn
Afortunadamente,
la pertinaz
al vizcano.
este
la comida canteros, carpinteros y albaiy las mozas labriegas. No era raro verle en
apretada chachara con alguna rapaza pulida y fresca, alongados un trecho de las obras y guardndose
bajo los rboles. No tard en sealarse evidente
ducan
les,
La preferida
fu Teresa, de la aldea
rubia de miel, encendida y gustosa
como un fruto. Cun pronto hubo de marchitarse
su buena color! Lo que perdi en carmn la nea,
fu compensado en vientre. El brbaro Aurrecoechea la rechaz entonces. Cierta tarde hubo una
llantina de Teresa, con manifestaciones dramticas; fueron testigos, distancia, Gonzalfez y
Dorn. El de la esclavina rezongaba: ((Mala bestia!
Mala bestia!))
Un da amaneci Aurrecoechea muerto, al pie de
favoritismo.
de Cabees,
A.
13
M. D. G.
Y lego grande?
Matronlo, seor, en la noche ltima.
Del todo?
Del todo, como una rata.
el
tes de futura
humanidad.
te
Me quedara yo solo.
Dorn sonrea, con su rostro benvolo y boba-
licn.
14
III
se edific el colegio?
cuando no de ladrillo,
buenas intenciones, y de hermosura el lirio de
valles, y da alimento al pa j arillo, y paj arillos al
milano, dispuso la
marcha de
los das de
manera
La Compaa
norma
indeclina-
geeras y mendigueces.
A.
15
M. D. G.
,por
viviendo
explorando
ricos,
este
llmanse residencias.
pequeas delegaciones que
ignaciano,
ejrcito
capitales
de
el
la
de provincia
misa y de
terreno
por
si
la
fue-
Hermano
regin,
sa,
intelecto
cia la conquista de
ellos,
cataln
nobilsimas
litrgica, sino el
hebreo, ni
el
lenguas todas
para lengua
latn; infundi en Virgilio el soplo
,
16
lorias que,
misa un Padre de
la
La Reconquista. Anabitarte y
Lafont cultivaban de su parte sendos crculos de relaciones masculinas y femeninas. Ninguno de los
cuatro daba paz al zapato, recorriendo de continuo
la provincia, Pero el dulcsimo y fecundsimo dinero acuda con parquedad y dolorosas intermitencias. En vano asediaban la casa de los ricachos sanridico nocedalino,
A.
M. D. G.
17
18
duquesa de
so,
leal;
ros; le
besaban
la
sotana y
el
fajn,
le
decan:
lo cual, el
dencia.
Los jesutas, con caritativo desinters, se aplicaron consolarla. La viuda rehuy semejantes con-
A.
19
M. D. G.
balbuciendo:
Bueno, qu?
Ha fallecido.
Testamento?
Hecha una santa.
Testamento?
Testamento.
Cunto?
(1).
Yo
creo
(1)
da.
20
IANUIS CLAUSIS
El 21 de Septiembre
legio de
la
Regium; era
comenzaba
el
el
curso en
el co-
enseanza.
El nio Alberto Daz de
liarmente por un diminutivo, Bertuco, sali de Pilares en el primer tren de la maana. Acompabale la vieja sirvienta Teodora, mujer de extrema-
24
Voy
Yo
mas Bertuco
tercera, y, lo
billetes de
primera
cla-
sumo,
lo
En
colegio.
tomen
los
me
el pelo.
Teodora, sin atinar decir cosa con cosa, exclamaba, hacindose cruces:
Joass, Joass!
Su consternacin era tanta, que Bertuco sinti remordimiento db haber sido cruel.
No seas boba. Es que los nios son muy malos;
no me gusta que digan cosas de ti.
Pero, dnde los t dejar, nen de mo aJma?
A.
M. D. G.
25
Bertuco la condujo, campo traviesa, hasta la espalda del colegio, al pie de cuyas tapias haba unas
tupidas matucas.
Escndelos aqu.
Teodora dudaba.
Y si me los arroban? Ay! Y cmo estn los
praos, pingando mismamente. T coger un ruma
con estos zapatos de satn; Dios m'ampare.
Volvieron las vereditas que se hacen al frente
del edificio. La aldeana detvose y contempl recogidamente la grave y cejijunta mole.
Joass! Paez un maricomio.
Teodora,
se dice manicomio.
Penetraron en
como cosa
intil
26
mejillas.
Teodora, haciendo extraordinario acopio de ener besar la mano de Conejo. Mas ste
se la apart con ademn campechano y risa franca.
El marino continuaba en su puesto, como clavado
en tierra.
Aport Santiesteban una blusa, que se visti Bertuco. Luego pidi los envoltorios Teodora.
Padre, me permite que lleve la camarilla las
cosas del aseo?
Qu camarilla tiene, Santiesteban? pregunt
ga, se decidi
Padre Ministro.
La del ao pasado.
Ya no vuelves?se atrevi
con la voz quebrada.
Es tu madre? aadi Conejo.
Y Bertuco, secamente:
Es una criada vieja.
el
decir Teodora,
A.
27
M. D. G.
y refunfu, posedo de
clera:
Vaya,
vaya! Es ya mucho.
Adis,
Romualdo;
baj la cabeza)
formal,
siquiera- un
rec...
(Conejo
haca.
Vete
ya.
el
pap
28
Retazndole
ma
el
vez.
No
II
A.
29
M. D. G.
el
carrilludo
Goste, con
lo
el
Coste pregunt:
Ests triste.
Yo?... Y t?
Psss!... Pienso escaparme en cuanto pueda.
(Pausa.) Te gozaste mucho este verano?
Hombre, la verdad: yo no me gozo nunca mucho. Ya ves, en la aldea... Sin amigos... Tuve un se-
minarista de preceptor.
Y de mozas? Coste clav sus ojos en Bertuco,
el cual, muy encendido, guardaba silencio
Anda,
ea..J A que resulta que no sabes gramtica parda?
S... ya... ya tengo malicia
balbuce confuso.
Y de mozas? No estuviste con nenguna moza?
T ya eres mayor...
S, es verdad; yo soy mayor. Vers; un da
fuimos desde Ribadeo Lugo. Estuvimos en una
casa de mujeres... Andan desnudas y con cintas de
colores por aqu.
Calla, calla...
Si nos oyeran...
Bah! Se acababa antes todo. T crees en el
pecado?
Oyes? Un ruido... Dios mo, si nos oyesen!
Coste, que aunque se las daba de hombre terrible
30
como patrauelo, emdensamente ante la posibilidad de la expulsin de un castigo acerbo. En este punto son el
pito de una fbrica; poco, la campana del regulador conventual, llamando la refeccin meridiana.
Coste y Bertuco salieron corriendo. En cuatro brinera en la entraa tan infeliz
palideci
cos se plantaron en
el
refectorio.
III
El refectorio es
aire ceni-
del refectorio,
ventanales,
apurando
un
y,
libertad,
ban
los
31
M. D. G.
A.
que haban de
ser,
durante todo
el
curso,
vigilantes de comidas:
el
nejo) y el
mera* di visin.
(Copri-
lo
tanta glotonera.
El Padre Mur se detuvo, cara Coste. El muchacho, que en el instante aquel haca presa en un trozo
de carne, se qued paralizado.
Pero,
hombre
boca como
si
susurr
el jesuta,
se sintiese acometido de
frunciendo la
una nusea
mirarte. No
tu
casa?
El mofletudo Coste mir ai Padre Mur; primero,
con la dolorida dulzura de un can quien sin razn
maltratan; luego, con la agresividad admonitoria de
la bestia que se apercibe hincar el diente en la
mano que la hiere.
Si le molesta mirar, no mire
gru, y al punto
devor la carne.
El Padre Mur le volvi la espalda. Este fu el
nico incidente de la comida. Terminada sta, salieron la recreacin. Como llova, se acogieron al
32
El Padre Sequeros paseaba bajo el cobertizo, llevando sus lados Bertuco y Brcenas, segundn
del marquesado del Santo Signo. Coste se entrete-
na jugando solas con el baln. El jesuta apoyaba sus manos en los hombros de los dos nios,
A.
33
M. D. G.
atrayndolos hacia s al tiempo que les diriga dulces palabras de afecto y bienvenida, junto con preguntas referentes al empleo del verano.
Xamos ver, habis conservado la devocin
al venerable Padre Crisstomo Riscal?
Los nios asentan tibiamente.
Habis contribuido propagar su devocin?
Yo, la verdad, Padre... como estuve en la aldea
y los aldeanos no entienden mucho de eso... dijo
Bertuco.
Yo, s, Padre. Mis hermanas, sobre todo Amaasegur Brlia y Enriqueta, son ya muy devotas
cenas.
Y la Pisima? interrog
el
jesuta
La ha-
34
Ests ms delgado,
Bertuco.
qu no levantas los ojos? [Ay, Bertuco! Has perdido la pureza: ests en pecado mortal!
Pero no
No, padre. Por esta vez se equivoca
infinita
amargura.
Comenzaron
majada
jesutica.
A.
M. D.
35
G.
JV
filas,
sus
se levanta el
uno y
otro lado;
36
son en
el
estudio.
Quin
misma hubo
Psicologa, lgica y tica)), de Ort y Lara; la ((Geometra, de Rubio, y el segundo de Francs, de Goicoechea. Concluida la distribucin, Conejo pregunt quines queran inscribirse en las clases de adorno. Bertuco se matricul en violn
aterrorizado ante
el
dibujo. Coste,
po
al estudio.
Padre, yo quisiera...
Bravo! El seor Coste
ra
el
Un
seor Coste?
poco cortado ya,
el
quisiera...
Qu
quisie-
algo,,.
A.
Pero,
hombre,
si
37
M. D. G.
parece que
ests tocando
lo
siempre...
Carcajada unnime.
si
el
Nueva carcajada, sobre la cual sala la voz aguda de Manolo Trinidad, el hipcrita alfeicado y
femenino que se pasaba el curso haciendo la peadulando y llevando chismes los Padres.
Coste se sent furioso, y con disimulo hizo seas
Trinidad, dndole entender que pensaba romper-
casi
lotilla,
hacia ia cabeza.
Conejo sali del estudio con aire marcial y exagerado contoneo.
El inspector, desde lo alto del pulpito, enderez
breves frases de salutacin los alumnos, y termin dicindoles que podan hojear los libros de texto
en tanto llegaba la hora de la cena. Levantse entonces un revuelo sordo, y, poco, la muchedumbre de cabecitas se inclinaba atentamente sobre el
le algo,
pupitre.
las pginas;
ma-
Haba un religioso
El Padre Sequeros derramaba una turbia
si
ellos;
los
es-
se esforzase en
38
Qu ser de ellos,
no le inquietaba, sino
Qu ha sido de ellos?
Su destino humano
se deca.
A.
39
M. D. G.
ser
todos.
VI
tate.
Obedeci
el
Duerme,
Sali,
40
Bertuco hundi el rostro entre la almohada, soliel sueo ahincadamente, por huir de sus
propios pensamientos.
Oase el susurro de la lluvia contra los ventanales
y algunos sollozos, saliendo ahogadamente de camarillas remotas.
Bertuco se acord de que iba ya para dos meses
que no haca sus oraciones antes de dormirse; comenz bisbisear sin lograr aplicarse infundirlas
un sentido. Una sola idea se alojaba en su mente,
expandindose, expandindose como si amenazase
quebrarle el crneo. Era la idea de tener que confecitando
un sacerdote
el
velo de sus
huy
aterrorizado.
El seminarista,
rindose,
el
seminarista con
instante adqui-
el
Fu un cataclismo. El
edificio
de su piedad y
fe
cay, y entre la confusin ruinosa corran los lagartos de los malos pensamientos y deseos, calentndose al sol interno de
te,
una
A.
M. D. G.
41
42
A m me
Viva
lo
gusta
A m me gusta
Con
lo
blanco.
blanco! Muera
la
lo
nia
zapatitos de terciopelo.
Zapatitos de terciopelo...
Bertuco. Imaginlos en
negro!
y
4^
el acto,
de
Espi
te en el
saba el
rilla
A MAXIMIS AD MINIMA
Y empez
el
curso.
delicado
me-
II
Y empez
Comenz
modo
el
curso.
el celo jesutico
pulir y adestrar su
almas
46
difciles.
Volvan los nios disipados, tibios, melanclicon la frente tostada de sol y libertad, el corazn lleno de aoranza y la voluntad rendida al desmayo. A las horas de recreacin volvan ser fcilmente los antiguos alumnos; empebanse en duras partidas de baln y pelota, medan en la ma-'
roma el esfuerzo del brazo. Con el afn de la lucha
y el entusiasmo del ejercicio, purpreo el rostro y la
mirada tranquila, eran de nuevo criaturas dciles
para quienes el pasado no existe. Pero llegaban
los estudios, las clases... hundanse en recogimiento... Entonces, tiempo que el cansancio iba cediendo y el sofoco de la cara apagndose, el inspector,
desde la atalaya de su pulpito, poda observar cmo
aquellas pupilas se iban poblando de visiones lejanas y las cejas se fruncan con ahinco, como solicitando ms energa y vivacidad en la imagen que se
intentaba evocar, y las frentes, pensativas, apoybanse con desaliento en las palmas, y el mundo
toda su claridad infinita, todo su armonioso bullir
y sus sabrossimos seuelos y sus halageas futilidades vena alojarse en las tiernas mentes, y,
aunque invisible, estaba all, all dentro.
A los pequeuelos, los recin llegados, no era
empresa ardua saturarlos presto de espritu religioso, movindolos, voluntad, por el asa del temor
de Dios, cultivado sabiamente con narraciones de
inters sumo y tales aciertos trgicos, que las carnes de los chiquitines se estremeciesen y el cuero
cabelludo se les erizase. Los pipilos de la tercera
divisin, la mayor parte de ellos en los albores de
la vida consciente, no ofrecan dificultad alguna pedaggica ni de otro linaje. Sus profesores inspecsos.
cos,
A.
47
M. D. G.
ms pobre
inteligencia
cipreses.
48
ms
tuco era
el
como en
la poesa.
la di-
enconadsima lacha de rivalidades, como si ya fueran literatos hechos y derechos. Con todo, la opinin
muchachil, casi en pleno, conceda la supremaca
Bertuco, en lo serio, y Ricardn Campomanes,
en lo jocoso. Entrambos tenan fcil vena; pero el
carcter de las
musas
el
estudio,
Padre Sequeros, cuya tolerancia y benevono as en cuanto el odioso Mur asomaba por la puerta del saln la rubicunda
nariz, inquisitiva y husmeante, que, en lo ms avanzado de su punta, se complicaba manifestando turgente y sanguinolenta verruga. Conejo, desde que
era ministro, tena en jaque tambin los alumnos.
Inopinadamente y con pie tcito se filtraba en los estudios, y, andando de puntillas, iba de un lado otro
escudriando lo que se haca, metiendo el morro
por encima del hombro de los chicos, afanoso de sorsente
el
A.
49
M. D. G.
prender alguna accin punible, ms que por castigarla por darse el gustazo de haberla descubierto,
por dar entender que era hombre quien nadie
engaaba, y, ltima hora, por mostrarse magnnimo y perdonar. Envidiaba Argos, causa de su
centenar de ojos, y aun la esplndida cola del pavn, donde, luego de haber sido asesinado por Mercurio, Juno traslad las cien pupilas metlicas del
hijo de Arestor, porque Conejo era tambin muy
fanfarrn, pero perfectamente ingenuo. Tena, adems, el instinto de lo grotesco y apayasado, que
ejercitaba en cuanto vea coyuntura, y muchas veces
sin haberla. Con su cuerpecillo diminuto y sus zan-v
cas exiguas, de manera que las asentaderas levantaban un palmo escaso de la tierra, hubiera llegado
emular la gloria bufa de Little-Tich, el celebrado
clown, si en lugar de haberse adscrito la milicia
ignaciana hubiera seguido el quebrado derrotero del
ttere. Sentado, pasaba por persona, porque el cuerpo todo se le volva torso, si bien le mermaba prestancia la cortedad de los brazos, modo de fantoche.
Sus dotes policacas, su natural activo y diligente,
su ineptitud para la enseanza y su carcter probo,
que le haca simptico los alumnos, todas estas
circunstancias reunidas haban hecho que el Padre
Arostegui, Rector,
le
nombrase Prefecto de
discipli-
compuesta de inspec-
Sobre
l,
en
lo
ataede-
ro la vida de los alumnos, no haba otra autoridad de apelacin que la del propio Rector. Los chicos llamaban al Padre Prefecto Padre Ministro, im-
propiamente.
50
III
A.
51
M. D. G.
Los jesutas de Regium, antes que respetarle, teese temor mezcla de angustia que ocasionan las perspectivas vagas y de
arcana solucin.
Tan
IV
and soon
SlDNEY SMITH
el misterio de
explicaba su ctedra.
Unos chicos aseguraban que lo tenan preso los dems Padres; otros, que estaba as porque le daba
su celda.
En
ella
coma; en
ella
52
amigos.
Ms an: si entre las gentes de Regium y de la
provincia se hubiera hecho el propio ensayo que
con los alumnos, el resultado hubiera sido idntico.
Por qu? Eso se preguntaban, sin dar con la res-
A.
53
M. D. G.
Qu quieres que
No me hacen ningn
54
tas por
feas.
encima
Chpiro,
del bonete
rechpiro!
aquella cara miope que era tesoro de alegra honesta y espejo de hombra de bien.
Vamos, Atienza...Sequeros hablaba blanda-
A.
Anda,
Vaya,
55
M. D. G.
Petrita,
me voy
Catn.
se fu con
mucho tejemaneje
de sotana.
56
quisquilloso
y guapito,
baja.
el servicio.
voz de silbo
el
Deo
gratias.
A.
57
M. D. G.
se enjuga
San Nicols.
Ah, San Nicols
s!
de Tolentino.
le
bienes.
Pero, y
quien,
el
caldo espartano?
insiste
Atienza,
es tozudo.
l,
de buena familia:
T ves, Ocaita? Estos
hermanos nuestros, que vienen directamente de la
rusticidad la 'Compaa, son tremendos. Luego dirn por ah afuera que todos los jesutas son hombres de mundo... Vaya por Dios!
Hay santa alegra y hay vino y un postre ms.
Anabitarte se ha portado con magnificencia; ha sa
Bravamente!
lo
ma
58
Ocaa celebra
Este
el
desparpajo.
el hablar escita
Porque, como influido de Atienza, sumo helenista, es
l tambin algo helenizante, recuerda que la libertad de Anacarsis en el decir di motivo, en Atenas,
la frase hablar escita, segn aseguran historiadores graves.
Mur y algunos oros reprueban con el gesto la
procacidad del Padre Atienza. De chancero, lo convierten en cruel y orgulloso.
Sobrevienen unas chuletas empanadas, fritura en
que ha logrado renombre el obeso Hermano Calvo,
cocinero. Mas ay!, que las indecorosas chuletas
abrigan, bajo la ternura del pan, un seno correoso
y de invencible dureza especfica. Vanamente y en
repetidas ocasiones, el bienhumorado Atienza determina hincarlas el diente con redoblado ahinco, fin
de deglutirlas. Las chuletas manifiestan la pasividad heroica de los mrtires de la fe. Atienza traduce
su contrariedad en palabras someras:
Este cocinero se ha empeado en ponernos suelas de zapato y estragarnos los estmagos.
La voz es suave; pero Mur tuerce la luenga nariz
la parte de Atienza, como si todos sus sentidos radicaran en el olfato.
Conejo, la diestra del Rector en razn de su
nuevo cargo, se refocila discretamente y ensaya
tmidas payasadas, que algunos Padres comentan
con risas.
A los postres hay unas copas de Jerez generoso.
Se reza la accin de gracias y todos suben al pasillo
de las celdas. Se distribuyen en grupos, segn sus
inclinaciones personales. Comienzan pasear: los
unos, hacia delante, conforme lgica racional;
los otros, de espalda, hacindoles frente los anteriores. Es preciso recabar caf de la condescenden-
A.
59
M. D. G.
Arostegui;
lo
perior.
mura
al
el
odo: ((Anda t,
codo Ocafia y
hombre, que
le
ti
murte
ve
bien.))
No no
ne exclama
tender que es
s,
caf.
que tenemos en
s. Es cosa que no
el
el
Me
parece en-
el colegio...
me va
ni
me
vie-
los ojos.
Landazabal se ensombrece. Piensa para su sotaA que nos quedamos hoy sin caf!)) Da un tras-
na:
pie;
((j
recobra
el
te al caf
60
rior,
herirte.
No
liviano
haya discordias
empeb como es
Venga
el caf,
si
entre
el
caf la elocuencia.
as lo desean!
Y como
Ah,
como
si le
A.
ms animada que
61
M. D. G.
antes. Atienza
los discretos
toman
tristeza disimulada.
Qu tal va esa moral, Ocaita? Estudias mucho? Aprovchate! Supongo que desears recibir las
rdenes prontamente. A no ser que quieras hacer
lo del Padre Valderrbano... Siete suspensos lleva
en Moral, y no hay quien le haga cura. Ah le tienes, en San Jos, de Valladolid, explicando Historia Natural; nadie lo mueva. Claro, con esto se ahorra rezos, y cuando quiera salir no est comprometido.
Qu
cosas tiene, Padre Atienza...! Al responjoven Padre Ocaa hace seas Atienza,
esforzndose en hacerle entender que Mur los puede
oir. Atienza se encoge de hombros.
A la vuelta siguiente descubren Mur, en chchara bajita con el Superior.
Lo ve usted, Padre Atienza? Es usted demasiado bueno y demasiado franco. No quieren entenderle susurra Ocaa.
S, ya veo ese mariquita insuflndole chismes al Superior. A m qu se me da?
Son el toque de retiro. El Padre Atienza tom el
derrotero de su cuarto, dispuesto hacer el examen
de conciencia, cuando, acercndosele el Hermano
Ortega, le indic con gran mansedumbre que el Padre Superior le aguardaba.
A m? pregunt con las cejas arrugadas, estupefacto
Vamos ver qu tripa se le ha roto.
El Hermano Ortega no quiso oir lo de la tripa.
Atienza lleg los umbrales del Superior y se detuvo unos segundos, contemplando amorosamente
la negra cruz clavada sobre el dintel. Di con los
nudillos en la puerta. Una voz incisiva silb dentro:
Adelante. Atienza penetr, llanamente. Sus ojos teder,
el
62
llama.
A.
63
M. D. G.
si lo
la ciencia
mildad.
Atienza se llev la
derrama
el
mano
al pecho.
Era
la gota
que
pinazo del camello, abrumado bajo la carga. Recogi su energa y con aquella llaneza bondadosa
que era su cualidad preponderante, contest al Pa-
dre Arostegui
Todo
Yo no
amo muy de
cosas. Cuchufletas...
las dicen?
No
es herir,
Estamos?
Padre Atienza escribi una carta al Provincial, poniendo de claro su propsito de
salir de la Compaa.
El negocio era difcil. El Padre Atienza era conocido por sus obras de ciencia en todo el mundo
estaba emparentado con personas nobilsimas y haba cebado los tesoros de la Compaa con un pese termin, se termin, se termin.
Al da siguiente
el
64
Cmo apechugar
con
el
Padre Atienza en su rinningn jesuta pensaba que el arrechucho durase largo tiempo. Conocan lo expansivo de su carcter y su locuacidad impenitente. Qu se va (X
sin blanco cerca
hacer solas preguntaban
donde enderezar las saetas de su malignidad burlona? Contados eran los que se aventuraban visitarle, por no atraerse la ojeriza del Superior. Pero
los das pasaban, y el turbulento navarro no sala
de la covacha como no fuera para ir la biblioteca,
raz de confinarse el
cn,
A.
65
M. D. G.
cura.
Adoraban
al
maestro.
la
mando, mandaban de
pero se
le
daba un
ardite.
66
Como
cierta de su soberana;
los diferentes
la absoluta
A.
67
M. D. G.
En fuerza de ir y venir, ms en aire de conquisque apostlico, haba llegado tomar un continente absolutamente blico; accionaba levantando
en el v aire el brazo derecho, cual si blandiese una
lanza pendn imaginario se mova pesadamente,
como si gravitara sobre su cuerpo la recia armadura de un guerrero medioeval ante el altar, recordaba aquellos sacerdotes de otras edades que celebraban misa con la espada al cinto y las espuelas calzadas, hasta que Len IV prohibi el marcial aparato; tintineaban las vinajeras, y, por instinto, se le
miraba al taln, en busca del sonoro acicate. Atienza lo llamaba Pentapoln del arremangado brazo.
El Padre Anabitarte, adems de ser ministro, tena su cargo la paternal cratela de los bandolecal.
ta
la
y vampiros
misin no se
68
dan sentencias
se,
lina
del
por ejemplo,
:
ms
alto valor
la siguiente,
del
en rudimento y tientas en la cristiandad hasta tanque no sobrevino Iigo de Loyola y reclut su milicia. Qu nudo gordiano hay que los jesutas no
deshagan con celeste garbo y presteza? Qu lbrega conciencia que no alumbren? Qu corazn tormentuoso que no apacigen? Cuntos no les deben
fcil fortuna junto con el sosiego del alma? Oid lo
que el Reverendo Padre Cellot pone en su libro
De la Jerarqua: De uno sabemos que llevando crecidsima suma de dinero fin de restituirla por orden de su confesor, hbose de detener en la tienda
de un librero. Preguntle qu tena de nuevo (num
quid novi), lo cual el librero le mostr un libro
reciente de teologa moral, escrito por uno de nuestros Padres. Comenz el hombre hojearlo con negligencia y sin pensar en nada, mas fu caer en
un pasaje en donde se estudiaba su propio caso, y
all aprendi que no estaba obligado restituir. De
esta suerte descargse de la pesadumbre del escrpulo y permaneci con la del dinero, que no le impidi volver ligeramente su morada.))
Como Anabitarte era un zote, si los hay, y berroqueo de mollera, el ejemplar en donde haba de beber la ciencia penitenciaria concerniente las restituciones, sea extracto de teologa moral travs
del sptimo mandamiento, estaba subrayado y glosado de puo y letra del Padre Arostegui, y, bien
to
A.
M. D. G.
69
religin.
70
con
dullo,
la otra
carsis.
Y por supuesto, Padre, hay ciertas cosas... vamos, que al vulgo... Usted me entiende.
Hasta un autor profano, don Anacarsis... Un
Hasta un autor profano lo dice
sorbo
Otro sorbo
Cul es su nombre, don Anacarsis?
Otro
sorbo
A que se me ha olvidado? Otro sorbo
No, no; es Fontenelle. Pues bien, el seor de Fontenelle dice, ver usted
Si e teis toutes les vrits dans ma main, \e me donnerais bien de garde
el
figu-
Padre Arostegui.
Con esta divisin tripartita de funciones, encomendadas respectivamente los RR. PP. Olano, Cleto
Cueto y Anabarle, la resaca latente de la vida regional aflua al Colegio de la Inmaculada Concepcin y se soldaba en un vrtice foco de donde
partan su vez nuevos impulsos, porque dase por
entendido que ninguno de los esforzados paladines
que componan el triunvirato antedicho disfrutaban
de autonoma espontaneidad en sus movimientos,
sino que obraban en todo caso atentos la norma
circunstancial impuesta por el Superior.
Por eso el puo de la espada estaba en la diestra
del Padre Arostegui.
A.
71
M. D. G.
director de
La
72
un
recreo,
Ese
el
Padre Atienza, de
la parte
de fuera
Mas,
el
le
plant delante.
Qu
quiere,
M. D. G.
A.
73
No
se
me
ocurre...
Ya
Atienza...
Desde luego.
Claro est; pero...
trato?
to,
Es
triste
transigencia.
Dicen
Bah!
de la Compaa.
Ya est en su cuarto.
Pero eso impide que de vez en cuando salga dar
un paseo por la poblacin? Que se deje ver de las
gentes?
Usted ya sabe que nunca sala de paseo...
Ahora debe salir. Es preciso aplastar las len-
que quiso
No
salir
lo creo.
guas envenenadas.
Acaso no sepa
l
lo visita.
No
no ser gratos
le
Bien.
lo
Padre Superior.
Por qu? Le aseguro que me maravilla. Siempre cre que era porque no tena amigos... El Padre Superior, tan bondadoso... Y por
usted sient gran afecto, lo s. Mire, Padre Ocaa,
pienso que ganara mucho en su favor si usted lograra sacar de paseo al Padre Atienza. Hgale ver
que es en servicio de Dios, y los males que ya nos
ha causado, inocentemente s, ni que decir tiene.
al
Dulce Jess!
74
Yo
Adis,
me
lo
indica.
Pero
qu
me
dices,
Ocauela?
Ocaa continu puntualizndole ce por be las patraas y estolideces que se haban urdido.
Se crean que yo soy un sandio y mal hostalero,
un badulaque de tres al cuarto... Ya saba yo que
les iba salir la burra mal capada...
rumbo
la villa.
A.
75
M. D. G.
todos.
Todos?
Evidente.
Puun! He dado un tropezn.
Se
me ha
olvidado
andar.
Muy bien,
Padre Atienza.
Treparon la montrmela, en cuya rocosa raz
yace de una parte el puerto, y ms hacia el mar un
76
Desde all dominaban la villa; la masa cuadrada y roja del colegio en las afueras, entre verde
verons de praderas. La villa, con sus casitas cucamente apiadas, era como rompecabezas de nio;
el colegio, una pieza intil dejada de lado. Ms all
del colegio, colinas, boscajes, que alejndose azuleaban; al fondo, una sierra azul; y el cielo, de un
azul menos agrio que el serraniego, por encima.
Volviendo el rostro, mar, mar... traineras de vuelta
fuerte.
al seguro;
una
humaredas tenues de
invisibles buques;
gaviota, cernindose.
or en silencio.
escrpulos.
Hbleme
mi
usted
consejo, mas...
lo
A.
M. D. G.
77
distributario
el
78
Es
Nada mortal
A..
79
M. D. G.
la miel del arte, de la ciencia, de la virtud del nacimiento por el paladar pblico, sirvindose de este
de aquel Padre guisa de hisopo, cuando se le re-
de fuera no
pensar que
un
que los
el
virtuoso
el
sabio era
el
padre Tal,
jesuta, in genere.
80
mano de Dios.
santo de Anabitarte, resolv salir de la Compaa... Figrate! Despus vi claro. Jess quiso iluminarme. Ahora, hablando de otra cosa lo que pasa con ese pobre Sequeros... Yo lo amo entraablemente. Ten en cuenta
que sumadas la viuda de Zancarro con la Villabella,
son no s cuntos millones. Para eso Sequeros se da
un, arte... Ya vers cmo, si se presenta otro caso
parecido, echamos mano de Sequeros, porque cuando el trance apura no basta el orgullo entonces,
fuerza es servirse del mrito positivo. Pues bien,
y por donde vas
El da de
mi
tientas,
yo veo
tropezn, ya sabes,
la
el
Nos
Y
la
penumbra,
ya en
por lo bajo
Ocaita s siempre bueno.
el portal,
S bueno,
Ese po-
bre Sequeros...
Atravesaron
el
umbral santigundose.
VI
El pobre
ido-
latra...!
Habindose separado el joven Ocaa del autorizado Atienza no se le apagaba aquella frase en las
mientes, como si continuase oyndola. De buena
A.
81
M. D. G.
gana hubiera acudido la celda del recluso voluntaen demanda de una aclaracin. Con toda pru-
rio
dencia .contuvo de
momento
las solicitaciones de la
curiosidad.
fini
andaba
loco presunto.
y
haba
lo
Lea aquella semana Estich, el ahilado y largusimo retrico, vocalizando exageradamente de manera que sus oyentes pudieran coger al punto consonancias, asonancias, endecaslabos espordicos y
otros defectos de la prosa, porque frecuentando de
continuo las obras satricas de Valbuena, haba cado en la presuncin de poseer mucha agudeza crtica. El libro era Varones ilustres de la Compaa
de Jess, por
En
los
el
intersticios
alimenticios,
los
vivi en la
de plato plato,
Nieremberg un
la
pobreza, que en
Compaa no haba
candor el de Nieremberg!
De qu se ren? pregunt por
lo
bajo
Ocaa
su vecino.
Calle,
En
el
hermano; luego se
lo dir.
el
trnsito
guntas Ocaa.
gundos.
Mur
lo
82
Creo,
Padre Ocaa, que no estara de ms reSegunda salida de don Quijote. La de hoy ha tenido mucho xito. El Padre
Superior est satisfechsimo. No hay sino verle la
petir otro da la cosa.
cara/
tan bien encarrilados para su gusto. Pas el viernes y el sbado impaciente. El domingo la tarde,
as que se alongaron un trecho de la casa, Atienza
propuso:
Qu le parece ir hoy-hacia la aldea?
No se lo apruebo, Padre. Aunque la comparacin parezca dura, yo no soy ms que el gitano, y
usted el osezno con argolla en la nariz que yo voy
mosteando por las calles para que las gentes admiren su domesticidad.
Cuerno! Tienes mucha razn. Vamos por las
calles divertir la gente. Pero te advierto que
tengo pocas ganas de andar, as es que volveremos
pronto al cubil.
Gomo usted resuelva. Y ahora voy preguntarle algo que me importa.
Y le espet lo de la idolatra.
Voto al chpiro verde! Qu cosas se te ocurren... Idlatra y fetichista, y todo lo que quieras,
pero sin hereja, no vayas imaginar. No des nunca mucha importancia las palabras gruesas que yo
diga. Me explicar. Quera referirme la devocin
exagerada y absorbente que Sequeros rinde y propaga al Corazn de Jess, y sealadamente al venerable Padre Crisstomo Riscal. Sabes que en la
Iglesia de Cristo, partir ya de San Pedro y San
Pablo, se manifiestan dos porciones, como las valvas de una concha, una espiritualista y otra ma-
A.
M. D. G.
83
terialista.
va,
84
do aqu y acull de ocasionales errores, los cuahan agarrado los sabios chirles con ridculo
regocijo. Infelices! No comprenden que tena que
ser as... Por eso conviene, ms que conviene, es
de razn y necesidad distribuir en toda propaganda
religiosa un atinado pasto de los sentidos, promoviendo el culto ciertos idolillos inocentes y adobando la ceremonia con magnificencia, - pompa y
arte. Nuestra Sociedad, atenindose al ejemplo bblico antes citado, ha hecho derivar la adoracin
teolgica de la Trinidad, de suyo harto metafsica y
propsito para suscitar telaraas bizantinas, hacia
la de una trinidad ms moderna y de fcil comprensin, la de Jess, Mara y Jos, matematizados, por
decirlo as, en la frmula JMJ. Quin sino nuestra
Compaa ha logrado que los Pontfices Po IX y
Len XIII elevasen San Jos al rango de patrono
de la Iglesia catlica,, por encima de San Pedro y
San Pablo? Hay que dar Dios lo que es de Dios,
y al vulgo lo que es del vulgo; pero, aqu de la cautela, del tacto, de la serenidad para mantenerse
siempre fuera de esas nimiedades tristemente necesarias y exclusivamente externas, de trmite
como quien dice. Me entiendes? Y Sequeros se ha
hundido de hoz y coz en ellas. Con toda reserva
voy comunicarte una cosa. No soy partidario del
culto al Sagrado Corazn de Jess, con parecer
ello una cosa tan caracterstica de nuestra Sociedad
para ojos extraos, como el fajn que ceimos. No
me sorprende que Roma, en un principio, se opusiera este culto de latra. El trueque de corazones entre la Alacoque y Jesucristo me parece una
torpe y burda superchera. Sin embargo, nuestro
Padre La Golombire y sus cofradas de cordiocolismo se impusieron. El sabra lo que se haca. Pero
ahora ya no estamos en el siglo xvn. Este culto,
les se
A.
puramente simblico,
M. D. G.
85
amor
divino, es de condi-
del
forma
que las genpoco sexo al punto lo adulteran, convirtindolo en devocin una viscera, sagrada por haber
pertenecido al cuerpo de nuestro Salvador, pero no
en mayor grado que otras visceras de Cristo, porque la ciencia es tan despreciable que vayamos
creer, estas alturas, que, orgnicamente, el corazn es la residencia de los afectos? Revestir un concepto de carne simblica es empresa de mucho fuste, como que no se requiere menos que abundar en
genialidad potica; y en nuestra Sociedad, en donde
relumbran varones conspicuos en muchos rdenes,
no ha habido ningn poeta, ni malo ni bueno, porque supongo que no los reputars por tales nuestro amado, pero grotesco, Padre Alarcn, y mucho
cin tan frgil, en su
sensible,
tes de
Siga,
sature de confusin; es
aun cuando me
hambriento le
y amostazados con toda
siga,
como
si
al
cmo cada idea tiende su justo plano y se superponen adecuadamente formando el pequeo universo de un sistema. Creo que por hoy tenemos bastante...
No, no. Y
Recuerno!
Sequeros?
Te he dicho todo lo que tena que
decirte. Sequeros es un alma de cntaro: bueno,
bueno, bueno, mejor no puede ser; pero cargado
i
86
San Ignacio se prohibe que sean aden la Compaa aquellos individuos que
propenden al. ensueo. Conoces nadie que propenda ms determinadamente que Sequeros? Cul
es la teogonia y teologa de Sequeros? De qu manera concibe la regin de los bienaventurados?
Helo aqu: un puchero rojo, ceido de una guirnalda de juncos y espinas, coronado por una llama
que surge de su seno, del propio modo que de una
tituciones de
mitidos
tortilla al ron...
tas,
te
he dicho, en
el
A.
87
M. D. G.
VII
EL PROFETA
alumnos crean en la santidad de Seconsideraban adornado con ese don especialsimo que Dios otorga raras veces
la previsin de los acontecimientos por venir. Era profeta.
Los hechos lo tenan suficientemente comprobado.
Adems sustentaba relaciones ntimas con el mundo suprasensible, espiritual; saba los minutos cabales que su madre haba permanecido en el purgatorio y los siglos que le haban durado; haba
visto con los ojos del alma, pero tan claramente
como con los de la carne, el sitio que le estaba asignado en el cielo, corta distancia dei amadsimo
Padre Riscal y de la favorecida Alacoque haba
retumbado en sus odos mortales la voz spera y
ftida de Satans, quien haba conjurado con el
signo de la cruz
y otra porcin de prodigios que
l mismo refera los alumnos de la divisin,
las horas de recreo y en los paseos. De esta suerte
les satisfaca la curiosidad con el elixir de lo maTodos
queros
los
le
88
quete, candoroso
nua por
el
ftil
mancebo y
objeto de
vaya
contiel
en-
A.
89
M. D. G.
al pobre Padre Sequeros: tal se puso de lviy con tanta angustia revolvi los ojos en sus
rbitas. Algunos nios se sintieron pesarosos y
punto He querer confesarse pero pudo ms en ellos
la timidez de evacuar en el seno de un confesor
leves torpezas de los amables meses libres.
Las oraciones, al comienzo y final de los estudios,
las rezaban contadsimas bocas, y esas como por
rutina, con frialdad y voz endeble.
Un da, el Padre Sequeros comenz como de costumbre
tasen
do,
En
el
nombre
En
el
nombre
del Padre,
del Hijo,
del Esp-
ritu...
En
el
nombre
del Padre...
Y como
los cuales,
Est
chiflado!
00
pontneamente,
ntica devocin
y arrepentimiento,
En
Santo.
el
nombre
con
fre-
se santigu.
Amn!
Sentronse, dispuestos sus faenas y con propde enmendarse. Sin embargo, los dos tres
das el entusiasmo se congel por entero.
En los paseos, cuando despus de romper filas
sito
vagaban
nios por algn pradezuelo bosque alPadre Sequeros sola ensayarles en himnos corales el de San Ignacio, el del Padre Riscal,
que l mismo haba compuesto
deano,
los
el
Quin
di la
Espaa
la
nueva alegre
mismo
San Ambrosio
Cristo la recibi.
El segundo sbado,
subi seis
Esto aconteci un da de Octubre, ceniciento inLa noche sali de su escondrijo antes que de costumbre. Los recreos hubieron de ser bajo los cobertizos. Al comenzar el estudio
de las cinco y media, la obscuridad lo envolva ya
todo. Los alumnos se hallaban con desgana para el
estudio, dscolos inquietos como nunca, especialmente Ricardn Campo-manes, quien el Padre Sequeros amaba sealadamente, causa de su inocente condicin: era un azogue. Le reprendi varias veces, intilmente. Del propio modo amonest toda la
divisin. La voz se le fu calentando y haciendo
grato. Llova acerbamente.
A.
M. D. G.
91
Os
reisteis?
Ahora
lloraris.
Desdeasteis? Ahora
Ahora os ablandaris,
mal que os pese. La mano de Dios est sobre vuestras cabezas. Ay de vosotros si descarga su justo
enojo
S, s! Todo aquello estaba muy bien para las
beatas viejas, pero no para aquel vivero de mocetes que se crean ya hombres, de la cabeza los
pies. Macas, Trinidad y otros pocos, manifestban-
se
machaqueo
terrorfico
del inspector.
como
al
Ricardn an-
de corona,
92
Al fuelle Trinidad
le
da
el
azteca
seca.
tremo',
haba
Veo
salido...!
Malditos fuelles!
A.
93
M. D. G.
dalo,
no pudo reprimirse, y
le
que poco
le
dijo colrico
Calla,
marica!
El Padre Sequeros levant los ojos del libro de
oraciones en oyendo el alarido. Ricardn sala de
debajo de las mesas, corriendo todo correr, en
cuatro patas.
Esto es ya intolerable. Salga usted del estudio,
seor Campomanes.
Si no fu l! Si no fu l!
suspiraba Manolo
Trinidad.
y rastreras de Trinidad,
le
ms
de
dio,
de taer
el invisible
cornetn.
lejos.
Caa la
94
colegio, al cual
dan
los estudios,
La tormenta rodaba, acercndose. Una vaga desazn invada el pecho de los nios. La luz de los
velones pareca amortiguarse, asustada. Por los
resquicios de las contraventanas filtrbase, de vez
en vez, la fosforescencia de las exhalaciones, trayendo la zaga formidables estampidos.
Comenz el rosario. El primer misterio se rez
de rodillas sobre los bancos los otros cuatro en el
asiento, para volver arrodillarse en la letana.
Abelardo era el gua; respondan todos fervorosamente.
;
Vas spirituale.
Ora pro nobis.
Vas honorabile.
Ora pro nobis.
Vas
insigne devotionis.
Ora
pro nobis.
El recinto se inflama con una cegadora luz azulina. Horrsono tableteo de cataclismo estremece los
muros. Abrese
Ricardn,
abiertos,
la
enloquecido,
demudado
el rostro,
los ojos
como
crista-
da unos
Todos los
95
M. D. G.
A.
lejos.
Los nios van recobrndose lentamente se miran unos otros con extraviada pupila; rezan en
voz baja; todos quieren confesarse en el acto. El
Padre Sequeros les disuade.
El sbado prximo lo haris, y no se os olvide
;
esta leccin.
Pero
los
los
si
se acordaban del
S,
CONSEJO DE PASTORES
las
la de la estancia, y de manera que mata otra esquina y hace un pasillo pequeo y obscuro, en cuyo
fondo est la dicha puerta. Una cortina oblitera la
entrada de la camarilla. Una mesa; un silln de
enea; un crucifijo en la pared, sobre el silln; un
reclinatorio; un comodn con algunos libros, al pie
del ventanal. Todas las celdas son iguales; pero la
del Rector caracterzase por cierta desnudez hosca,
hermtica, que corresponde justamente con el ca-
INTERLOCUTORES
Padre
Padre
Padre
Padre
Rector.
Prefecto de disciplina.
Sfqueros.
Mur.
Arostegui
disciplina de la
..no digo nada..
primera
divisin...
Yo
100
Sequeros
Arostegui
Sequeros
Arostegui
Conejo
Arostegui
Mur
reverendo
Padre.
Explicaciones ?
Las conocidas. Los primeros pasos son
los ms difciles de dar. Adase que,
siendo los alumnos todos mayorcitos,
la obra destructora de estos meses disipados de vacaciones llega muy hondo.
Qu dice usted, Padre Prefecto?
(Dando saltilos.) Me parece muy cuerda la observacin del Padre Sequeros.
t, Mur?
Yo qu voy
reverendo Pa-
decir,
dre...?
Arostegui
Mur
Lo que pienses.
Esloy poco tiempo con los alumnos
los estudios y el tiempo
:
una hora en
de las recreaciones.
No
si
atrever-
Conejo
Arostegui
Mur
Djesele hablar.
No tengo otra cosa que decir, y, por lo
que veo, no he acertado.
Arostegui
Sequeros
dicina...?
este
A.
dis, la
M. D. G.
mdula
del
101
Lbano y
el
granito
(Conejo
Arostegui
Sequeros
tituciones...
Arostegui
cia; pero es
Conejo
la divisin,
clavijas,
de
modo que
se atemorice
puede echar encima. Luego, llegada la hora de la sancin... hablo tal como pienso, me inclino al Padre Sequeros, esto es, la
indulgencia. Desde hoy en adelante, y
le ruego al Padre Inspector no crea
considere
lo
que se
le
102
Arostegui
Mur
Arostegui
Mur
orgullo,
la
rebelda;
la
rebelda.
No en
Amor...
te quiere, te
Arostegui
har
llorar.
(Una pausa.)
Procuren la enmienda de la divisin.
(Salen Sequeros, Eraa y Mur. Conejo
piensa): uEste viborezno no escatima
su ponzoa.
PEDAGOGA LAXA
RARA AVIS
106
Un
Y
Una Salve
A.
107
M. D. G.
No
Vaya, hom, vaya!le rugi, torvamente
mal oficio el tuyo: llevar en la boca las ventosidades que yo suelto. Qu tal saba? He de pagarte
el servicio, no te creas; he de pagrtelo, y bien
.
es
Los
carrillos,
con
la clera
acumulada, se
le
expan-
amenazando desgarrarse.
Ricardn Campomanes, que andaba por los alrededores del frentico gallego, se le acerc.
Vamos ver, Coste: por qu no pruebas
ahogarlos?
Ay, no, no! suspir Manolo Trinidad, dengueando de tal manera, que no daba paz al trasero
Quieres que nos mate por asfixia?
Ay, hijo! Pues no sabes los que te has tragado, porque todos los das ahogo ms de dos dodan,
cenas.
De
todas suertes,
el
otro da
tuno.
Otro
las
cuando
le
llegue la hora de
108
as,
medita-
de las aldeas circunvecinas, los elega para los paseos de la divisin, jueves y domingos, y segn la
A.
M. D. G.
109
un
quin
que
lo
el
puente.))
pero...
es que
primero que pase, persona cosa, sea para m.
T has de apoderarte de ello y hacerme entrega.
Hace? ((Ya lo creo que hace. Conque, tiqui, taca,
tiqui, taca, el puente creca asombrosamente por
arte de Satans. El maestro, que era un galopn,
pero temeroso de Dios, escpase su casa y habla
al odo su mujer. Cuando amaneca, el puente estaba ya concluido. ((Ya sabes: lo prometido es deuda. ((S, seor Satans. Esperemos. Pasado un
momento, dice el maestro: Por all me parece que
viene algo. Y sabis lo que era? El gato del maestro. Este lo cogi por el rabo y se lo di al demonio, el cual huy avergonzado y confuso.
iBah!advirti Bertuco Ese es un cuento de
lo
nios.
110
cmo un
jaba contra
el
A.
M. D. G.
111
del Salvador;
112
quietantes.
un
miedo es este?
poco,
Ricardn Campomanes,
que era un
Unce:
Anda,
si
es Villamor, el ingeniero,
y Ruth, su
mujer.
Se-
queros.
A. M. D. G.
113
Rara avis-aadi el jesuta Ave rara, de insuperable belleza; su alma tiene que ser bellsima
tambin. Se convertir, se convertir! Es mi pro.
feca.
No sustentaba
juda protestante.
la Iglesia
Romana.
damas
Rara
avis.
LA PEDAGOGIA DE CONEJO
simplicsima. El per-
gobierno
de los alumnos lo que San Ignacio en sus Constituciones aconsej para el buen gobierno de la Compaa, esto es, adiestramiento militarista del carc-
los alumnos, resultaba que la autoridad que gaejercicios cuartelados la perda en los
pasillos cmicos.
En cuanto
lo
lo
nos en
los patios
les
ordinariamente paso ligero, al comps de los gritos reglamentarios aun, dos, tres, cuatro, tambin vociferando la marcha de San Ignacio:
En
ms graves
aten-
118
que bien las horas imponderables de estudio. El Padre Sequeros, desde el plpito-atalaya, por mejor
hacer la vista gorda, lea su breviario. En esto, por
la puerta del estudio, que est al extremo de la sala
y detrs de los pupitres, penetra Conejo, con todo
gnero de precauciones, de manera que no se levante ni el ms dbil rumor. Sin embargo, los de
los bancos traseros advierten el ruido levsimo de
alguien que anda sobre las puntas de los pies, sienten el movimiento del aire, rumores lejanos que,
estando abierta la puerta, suben de intensidad; escudrian con el rabillo del ojo, y aunque hacindose
los desentendidos, ven con profundo espanto, personas que rebullen, instrumentos que brillan, preparativos inexplicables. Piensan: Debe de ser cosa de
Conejo. Qu burrada se le ocurrir?
De pronto, revienta un torrente de sones descompuestos, agudsimos, demonacos. Algunos nios,
tomados de la sorpresa, chillan y tiemblan nerviosamente; otros, botan sobre los asientos, punto de
caer accidentados. Seis han vuelto la cabeza.
Conejo avanza fanfarronamente hasta la testera
del estudio:
Amiguitos;
mo
seis
han vuelto
el
la cabeza. El prxi-
paseo de la tarde.
A.
M. D. G.
119
Se oyen las risas ahogadas de los bestiales fmuque son quienes han taido con toda la fuerza
de sus pulmones agrestes los instrumentos ms rudos de la charanga del colegio.
Llegado el jueves, Conejo levanta el castigo, bajo
promesa formal de que las cabezas han de permanecer inmviles en la primera ocasin. Y en la primera ocasin, el ingenioso jesuta quema una tanda
de fuegos artificiales, los cuales derraman por los
mbitos del estudio infinitas chispas. Se les queman
las orejas y chamusca el pelo unos cuantos, entre
ellos Manolito Trinidad, que suspira como una trtola y vuelve la cabeza, posedo de lamentable turbacin, creyendo sin duda que se trataba del fuego
de Sodoma y Gomorra. Nueva imposicin del castigo. Esta vez el nico causante ha sido Trinidad,
y como Conejo no ha tenido bien otorgar indulto,
el joven cofrade de la mujer de Lot, encima de improperios sin cuento, sufre en las narices un balonazo que as como por casualidad Coste le aplica,
dejndole exnime y ensangrentado.
Otras dos experiencias realiz Conejo; la una, derribando un armario lleno de cachivaches y cacharros inservibles, que vino tierra con el estruendo
que se supone; la otra, lapidando, por decirlo as,
los indefensos cogotes de los alumnos con estropajos hmedos. A la postre consigui cercenar todo
movimiento espontneo y hacer los nios simulalos,
ctedras.
Cada
120
manns y
el
121
A. M. D. G.
puso la pltica de Conejo acontecieron en la misma semana. El carrilludo mancebo estaba maravillado viendo que sus manifestaciones explosivas
no le acarreaban complicacin ni contratiempo.
Lleg e) domingo. Despus de la segunda misa, el
Prefecto recorra los estudios, con un gran libro debajo de la axila derecha, y lea las notas semanales
que los alumnos hubieran obtenido. Las calificaciones eran las siguientes:
A = Muy bien.
AE = Bien.
E = Bastante bien.
El = Regular.
I = Bastante mol.
10 Mal.
O = Muy mal.
Las oes se aplicaban en contadsimas excepciones.
Conejo iba leyendo las notas lentamente. Cada
alumno, para oir las suyas, ponase en pie.
Don Romualdo Coste y Celaya mascull Co-
nejo.
tom un
Puerco!
co! Archipuerco!...
su padre!
122
MUR, PEDAGOGO
126
otro fenmeno,
Mur
ello le
los
daba
pie
para
ms absurdos
127
A. M. D. G.
tal traza, que las narices del infeliz chocaban despiadadamente contra el muro.
En sorprender ios cantores tengo un raro
tino sola exclamar.
No tan raro, si se tiene en cuenta que el que ms
y el que menos no consegua abstenerse de esta discreta expansin lrica. Ninguno, en verdad, tan
canoro como llicardn Campomanes; ninguno, tam-
poco,
ms
distrado.
Mur
le
uno de
los favoritos de
Sequeros. Tambin
lo
era
asco las caricias de sus manos, calientes y speras como la lengua de un buey.
Una tarde sali Ricardn de las ciases ms contento que nunca: haba sabido la leccin de geometra y, en consecuencia, Ocaa haba celebrado lo
estupendo del caso prodigndole honores y plcemes sin cuento. Las entraas del nio eran un puro
mpetu de saltar, de gritar, de hacer zapatetas y
lanzar la gorra al aire. Iba en las filas como ajenado, positivamente perdido en fantasmagoras y
quimeras; pensaba que ascenda ya los puestos
ms relevantes de la clase, centurin, al consulado cartagins, al romano; compona, en su imaginacin, con animada plasticidad, el cuadro del
desafo desaforado, descomunal que haba de reir
con el siiniesco Benavides, temible empolln, y con
Bertuco, disputndoles y arrancndoles de los hombros la investidura imperial; vease emperador, caminando mayestticamente la Salve, entre marchas himnos triunfales; ;tra, la, li, lara, pon, pn!
En efecto, en las filas, que silenciosamente se enea-
128
minaban
al refectorio, hubo un movimiento de estupor ai ver Ricardn entregado de lleno al vrtigo musical, agitando el brazo derecho, con el cual
empuaba una supuesta batuta, rgidas las piernas,
taconeando paso de procesin.
Quin describir la clera disimulada, recndita,
de Mur y la espantable lividez que invadi sus mejillas? Se acerc gil y elsticamente, como bestia
de presa, tir un zarpazo Ricardn en el brazo de
la batuta, arrancndole as del seno de los sueos
en donde reposaba y forzndole prorrumpir en
un grito de sorpresa y dolor. Por las orejas le separ de las filas, calificndole con voz severa y potente que de todos fuese oda:
mano del bolsillo del blusn, evidentemente congestionado con algn objeto pecaminoso y de bollo.
Eh, t, Coste, acrcate grit Sequeros.
Le tent el bolsillo, por fuera, reconociendo una
manzana y un trozo de pan. Sequeros comprendi.
Vaya, hombre... t, tan glotn. Eres bruto, pero
Y le golpe afectuoeres bueno. Dios te lo pagar
la
samente
el cogote.
129
resplande-
Mur:
dnde vais?
Ya
lo sabis.
ms con esto.
-Has odo?mugi sordamente Coste, en habindose alongado un trecho de Mur Tiene all
encerrado Ricardn.
iQu bruto! Le habr puesto en la butaca (1).
Sabe Dios. Quieres que veamos?
Se acercaron al aula. Inquirieron, travs del ojo
saban
de la cerradura.
No
Mira t, Rielas.
hay nadie. Como no est escondido...
Examinaron precavidamente la cerradura. La
puerta cedi. Metieron la cabeza, husmeando, frunse ve nada.
No
cido el morro.
S.
Pero
no haba nadie.
ver, antes de que iiolen nuestra falta.
Oyse de nuevo la voz incorprea: ((Pss... Coste,
quin viene contigo?
Eres t, Ricardn?
S.
si
Vamos
la pared, de
calambres que
130
En dnde ests?
Debajo del pulpito, en
balones.
Si no puede ser; no cabes.
Que no? Me han embutido.
ei
sitio
de guardar los
si
Ay!
Tengo una
Espera...
neconcho!
Cmo
la puertina.
pudiste entrar?
No
rezco
que
me
sacar?
Toma.
Qu traes ah?
Mi merienda.
T eres bobo; por qu no la comiste?
No tena gana.
Bueno; escribir mi hermano Jos Mara para
que me traiga bombones y los repartir contigo.
Sabes que tengo mucha sed?...
Con la manzana se
Por acaso luego
si
te
pasar.
te
el
A.
M. D. G.
131
Despus
prctica
muy
corrosivo guisado,
delator de la ponzoa.
132
le desgarraban la tripa con garfios candentes. Cuando despert, la turbulencia tempestuosa de su vientre amenazaba romper con las esclusas que la sabia providencia coloc en el organismo humano en previsin de nauseabundos derrames y destilaciones. En vano se en-
comend
al
cin verosmil.
A
sito
la maana siguiente, Mur andaba por el trnde los dormitorios, con su nariz de rata de al-
ms vibrtil que nunca, venteando y sonTom por el brazo al fmulo Babzola, uno
cantarilla
riendo.
claustro se dieron de cara con un espectculo repugnante. Haba una mesilla de noche con la tapadera abierta; en el agua turbia de la palangana fio-
A.
M. D. G.
133
Cun inocente estaba Coste de sospechar el riesgo que haba corrido, y cmo aquella deshonrosa
exhibicin l estaba destinada! A Mur no le apesadumbr gran cosa el inesperado error de Zabalrazcoa. Gomo quiera que tena por la ms necia presuncin la de santidad, agradeci al capricho de la
suerte que le colocara en coyuntura de infligir Macas pblico correctivo. Y ya satisfecho en este punto, aplicse sorprender Coste en alguna falta
flagrante y inventar nuevas penas, del linaje de
las infamantes y aflictivas, que eran las nicas que
le parecan saludables. La empresa no presentaba
dificultades; la conducta de Coste tena tantos lunares como pulgas un gozque aldeano.
A los pocos das de haber evitado Coste milagrosamente las asechanzas del purgante, en la postrera
media hora de estudio de la noche, encomendada
la vigilancia de Mur, cay dormido y dise roncar en forma que simulaba con cierta propiedad los
tanteos preliminares del rebuzno. Le despert Mur,
le alab sus aficiones y le prometi cumplida satisfaccin para el siguiente da, como lo hizo. Para
ello,
presentse en el recreo con una cabezada
en la mano, que aplic al crneo de Coste, conducindole luego, entre la alborotada chacota de los
alumnos, la cuadra de Castelar.
Castelar era el burro de que se serva el Hermano
cocinero para traer las provisiones de la plaza. El
acto de caracterizar al animal con un nombre haba
sido asunto de seria deliberacin entre los Padres.
134
Convenan todos en que fuese el de algn hombre c la Iglesia. Se pens en Voltaire, en Re-
lebre, hostil
nn; luego,
la preferencia se inclin
sazn
la
lea
una
diatriba contra
propuso
el
nombre de
t al punto,
Sobre la frente le caa, con mucha gracia, espeso flequillo. No incurra en vanagloria, y rara vez
alborotaba sus hermosas orejas, suaves, velludas,
como de terciopelo.
Mur introdujo Coste en la cuadra, y lo at corto
al pesebre, de manera que le fuera imposible distraerse cabalgando el asno, y en tal guisa, que la
cabeza del nio quedaba en una alarmante vecindad con la del pollino. Estando todo dispuesto, los
dej solos. En un principio, Coste permaneci mustio y receloso, con la vaga sospecha de una coz
de una dentellada. Luego, mirando de reojo, tropez
con las pupilas afables y meditabundas del burro,
que parecan darle la bienvenida A los pocos minutos se haban familiarizado por entero; rea el nio
y rea el asno, su manera.
Aquella tarde, Coste comunic Bertuco un grato
lico.
secreto.
Bertuco,
Si vieras...
VIVE
MEMOR
LETHI
Eran privados, para los alumnos solamente y se celebraban en la capilla pardel colegio. El Superior haba
aconsejado Olano:
Conviene que disponga bien su plan,
Padre. Tome de la biblioteca los libros
necesarios: encirrese en su celda y trace
punto por punto el modo en que las
meditaciones han de distribuirse, adornndolas con las comparaciones, ejemplos y bien urdidas composiciones de lugar que han de ilustrarlas, de manera
que no quede nada confiado la improvisacin. Oh, de cunta importancia es
ticular
esto!
tra de
el
138
acuda en
tal
luces
un
S.
IGNATIUS LO Y OLA
S. J.
FUNDAT
en
lo
ms
una leyenda
A.
M. D.
G.
139
n S
((MEDITACION PRIMERA. PRELUDIO PRIMERO, sea composicin de lugar. Tenis que imaginaros que veis al glorioso San Ignacio con el
libro de los Ejercicios en la mano, y que su
alrededor tiene un sinnmero de justos confirmados en gracia, de pecadores convertidos y de
tibios enfervorizados; y que, dirigindoos la palabra, dice: Tomad, hijos, este libro y meditad
seriamente las verdades que estn en l contenidas.
(Es preciso pintar bien la cara del fundador, segn
el retrato de Pantoja, que revela penitencias, y que
140
si
tar,
San Ignacio. (Apoc., cap. VII, verscuQue entiendan los alumnos cmo tanto
sentencia del Apocalipsis como otras varas de
ejercicios de
los 9
esta
10.)
grandes
mismo
Dios, fueses
Mas,
empezar vomitarte de mi boca,
incipiam te evomere de ore meo.
porque eres
tibio
dero de curar.
Disposiciones y modo de hacer bien los santos
ejercicios... Estar muy recogida la capilla; slo se
permitir entrar aquella luz que se necesita para no
tropezar, y que en lo dems est muy obscura. Esto
es muy importante para que los nios mediten, examinen y rumien mucho. Tener cuidado con los f-
A.
M. D.
141
G.
mulos, que son unos gaznpiros, para que no se olviden de este requisito... Cuidarse de que los nios
tengan la vista muy mortificada y mortificarn tambin toda curiosidad, y as slo atiendan los cuadros que yo les trace. Han de mortificar la lengua
y el odo, para lo cual no habr recreos en los cuatro das, que sern todos de silencio... Si queris
aprovechar muchsimo en estos ejercicios, entregaos y dejaos enteramente en las manos de Dios
para que haga de vosotros y de todas vuestras cosas
lo que quiera, la manera que el barro en manos
del alfarero, el lefio en las manos del escultor.
En todos estos das repetiris con mucha frecuencia
y de todo corazn alguna de estas jaculatorias:
Hgase tu voluntad y no la ma. Seor, qu queris que haga? etc., etc.... No estar de ms que por
las noches, en el trnsito de las camarillas, algn
Padre Hermano haga ruidos raros y rumores temerosos. Esto dispone muy bien el corazn de los
nios para el da siguiente.))
((MEDITACION
El trono, de prpura.
Muchas piedras
preciosas.
Ms
que lo ms rico del mundo. (Ademanes solemnes; voz profunda y reposada; brazos al cielo, de vez
en cuando. Se puede uno poner de puntillas, poco
rico
142
torbar.
dolor.
las faltas
propongo amar
lo
eterno y
El fin de Dios es su
celestial!))
mayor
gloria,
y esto os ha
A.
de servir de
norma e
143
M. D. G.
en
la
horabuena lo que os agrade; pero siempre ser verdad que serviris la gloria de Dios, porque Dios lograr siempre infaliblemente su fin. Sirviendo
Dios en la tierra, alabars eternamente su misericordia en el cielo; no sirvindole, glorificars eternamente su justicia en el infierno. Pntase de un lado
el cielo y de otro el infierno; pero esta pintura no es
todava ms que n esbozo. Ms adelante se aaden las tintas necesarias. Scase el afecto de temor
incertidumbre.
yo
al
Qu
cielo al infierno?
Quien
ama
su vida en
el Pecado de
Angeles y de nuestro padre Adn.
traer la
de los
cado de
ellos,
144
De
MEDITACION
la
((No
M. D. G.
A.
145
como lgrimas,
tristeza,
el
verme
(oh,
gusano!)
de la conciencia.))
((El
el
y abrasan
tacto, es
saber,
cmo
las nimas.))
nacio, aparecen en
guientes:
de Dios;
amado
el
el
el
146
se
ha
cntaro.
labios
y se lleva
que no incurran en torpe-
las camarillas,
zas tocamientos.))
147
M. D. G.
A.
el
las
luego,
ascua,
fragua;
el
alimento que toma, es fuego; la bebida que gusta, es fuego; el aire que respira, es
es
fuego;
el
tambin
lo
interior
condenado: penetra
del
el
intolerabilis,
bonorum); y lo que es ms terrible, este fuego, elevado por divina virtud, llega tambin obrar contra las potencias de la
misma
alma, inflamndolas
y atormentndolas.
Prosiguen
abundantes
disquisiciones
padre confesor
ridad.
te oir
148
como
la
muerte,
La Meditacin XII
Su asunto,
apostilla.
((As
la
incultar bien en
el
la espontaneidad y
descuido de los goces terrenos. Vive memor lelhi.
Neququam morte moriemini. No seas tonta,
no seas boba, dijo la serpiente Eva, no moriris.
Ay! Quitada esa barrera, cay miserablemente en
el pecado.
Composicin de lugar. Imaginaos que os hallis
y veis enfermos en una cama, con el aviso de confesaros y de recibir el santsimo Vitico y la santa
Uncin; luego os hallis moribundos, que os dicen
la recomendacin del alma, que vais perdiendo los
sentidos,
y que, finalmente,
mors...))
campo
llevarlo
al
santo, y
all
M. D. G.
A.
guense diferentes
149
meditaciones,
hasta
<(...
Considerar el sermn que Cristo nuestro Seor hace sus siervos, encomendndoles que todos quieran ayudar en traerlos primero suma pobreza espiritual; segundo, a deseo de oprobio y menosprecios, porque de estas dos cosas se sigue la
humildad; de manera que sean tres escalones: el
primero, pobreza contra riqueza; el segundo, oprobio menosprecio contra el honor mundano; el ter-
cero,
humildad contra
En
soberbia...))
te
la
brodium ut spinaria
La tnica de
et forte sardinas))).
150
creca tambin y no sufra deterioro. Detalle enternecedor: n Un ao antes de la pasin, Jess se ha-
ba acostumbrado
llevar
una camiseta de
abrigo,
debajo de la tnica.
Durante
De
fueron 5.000 en el cuerpo y 1.000 en la cabeza. La corona de espinas componase de 1.000 puntas, y estaba tejida con junco marino.
ellos
Ya en
pecho de
en Mara y
alguno que otro santo. Los ejemplos que
el Padre Olano cita en su manuscrito son
muchos. Tomaremos uno de muestra:
gese
el
fin
de alentar en
el
11
M. D.
A.
G.
151
los
Perdn y piedad!
Luego, Lezama,
el
tiple,
y dos fmulos,
tres
voces:
Pequ; ya mi alma
Su culpa
Mil veces
confiesa;
me
pesa
De tanta maldad.
El silencio, durante los cuatro das, fu absolula comida, escasa. Al tercer da, los tiernos
corazones inteligencias haban cado en. un manera de torpor y ofuscamiento continuo, originado
por los hrridos sobresaltos que les metan en el pecho. A mitad de las meditaciones, algunos nios daban en tierra, presa de sncopes y soponcios. Al concluir la pltica del infierno aullaban, con indecito;
ble espanto,
ms que
Alma
de Cristo, santifcame.
Cuerpo de
Agua
decan:
Cristo,
slvame.
Por
infinitos siglos.
Amn.
152
Yo no me
quiero condenar...
Me
le
anublaban y
los sentidos
A.
153
M. D. G.
lo
demacrado de
la
muchacho,
le
dole con esto algn alivio y fortaleza. Oh, si l pudiera conseguir algn da la seguridad interior de
inspector,
que
le
amenazadoras.
Mereces morir aqu mismo, sin absolucin, miserable! Tentado estoy de no absolverte, bestia
maligna!
154
Absolucin!
tierra,
implorando:
ridad!
AMARI ALIQUID
LA...
men
azul. A los nuevos, el uniforme les traa extraordinario contentamiento. Los antiguos, mayorcicos ya,
avergonzbanse de l como de una librea vilipendiosa, testimonio de esclavitud, y los das sealav
dos para vestirlo procuraban arreglrselas de suerte que sus inspectores no los llevaran de paseo
la ciudad, sino al
La ceremonia
actos del colegio.
campo.
se celebraba en el
Comenz
las diez
gran saln de
y media de la
158
La orquesta
del
colegio ejecut,
sentido de la palabra, la
en
el
riguroso
marcha de Tannhuser.
haban rodo
la Estrella Polar,
Se
le
murmuraban: La
fundamente admirados,
el
esqueltico
jesuta,
A.
M. D. G.
159
camanga
la bo-
del uniforme.
Brigadier
160
dol superfinas,
llevarlas
ms
y tres primeros premios en las mismas. De consiguiente, le colgaron en el pecho la cruz de emperador. Cuando el Padre Arostegui se la prenda, le
dijo
Bien
est, Alberto;
fierno est
genio.
el
in-
manente
se tiene
El acto terminaba.
no
se tiene
nunca
se recibe.
desafo-
A.
cas suyas.
La
vieja
M. D. G.
161
Teodora no saba
leer.
Aos
tusiasmo, y luego, en las vacaciones, haba tropezado con ellos en un desvn, desdeados, sucios,
rugosos. Puaf! Hizo un rollo y los arroj desdeosamente por el agujero, al depsito excrementicio.
II
miendo...
Y comiendo
Quita pa
Qutate
all,
hom.
t.
Pues verlo.
Cuando quieras.
Qu apostamos?
Esta pala contra esa pelota?
Apostao. A chuletas? A huevos?
A
cocletas?
tortilla?
lo
que se presente.
Coste y Pajolero coman en la misma mesa y frente frente. De esta manera, el singular y cavernario desafo poda celebrarse con algn rito, oculares testimonios de jueces ntegros y garantas de
probidad.
Lo primero que
los cuajes
1G2
dnominada familiarmente en el colegio triponcio, se cerna en el refectorio. Pajolero y Coste pensaban en los aprietos de la noche, denro de la camarilla; y en el inexorable Mnr, realizando investigaciones estercolaras y arrojndoles el peso de la ley. No embargante esto, entrambos contendientes se desplomaron
les.
El espectro de
la
indigestin,
fritos,
En
lo
Presentronse
los
vez, la
adentro.
Ya
cuando Mur,
expectacin que se adverta en aquella parte del refectorio, acudi, interrog, y logr
noticias cabales del heroico hecho. A la salida, llam
aparte Coste, y luego Bertuco, en calidad de ejecutor de la vindicta que meditaba; los condujo una
clase y all les hizo esperar unos momentos. Cosatrado por
te,
la
A.
M. D. G.
163
temor de que
Mar
apareci
rro, glotn?
t,
Bertuco, lo sabes?
Yo creo
Como
lo
ms asquerosas
sonarse
el
del
cocinero escupir
sado...
164
III
EL SISTEMA DEMOCRTICO
El Padre Urgoiti tena su cargo las clases de
Espaa Historia Universal. Su bondad y candidez eran tantas, que as que un alumno, sorprendido absolutamente in albis acerca de la
Historia de
\S
A.
M. D. G.
165
No
creis
mos?
Los nios
sentir
que la tierra
oscila, -hijos
se ren.
oscila, sin
s;
El Padre Mur.
No puede ser.
sin embargo, Padre Urgoiti.
Pues
En qu tremendo pecado has podido
Patn?
Eso que ya no puedo decir.
Tan vergonzoso
es,
lo
es...
caer,
166
El qu?
Decrselo
al Rector.
le
su
quin
ojito
pone
el
cascabel al gato?
Mur
mira bien...
Tambin
Yo no me atrevo.
Una idea. Al recreo hablar con
ti
te
algunos otros
es
derecho.
me
prestar alientos.
Pues entonces, ello.
En el recreo reclutaron Estich, Numarte y al
deforme Landazabal. Convinieron en reunirse la
cada de la tarde ir conjuntamente la celda de
Arostegui. Mas, habindose traslucido algn sntoma de la conspiracin, adelantseles Mur, y, cuan-
A.
M. D. G.
167
chos y razones en que la asentaban Arostegui acept como ptimos aquellos que su valido le ofreciera.
Tan, tatatn,
En
tan...
los golpecitos.
el silencio, los
el silbo,
desde
el
Adelantee...
A la cabeza de los quejosos caminaba el bienaventurado Urgoiti, todo candor y mansedumbre.
Gomo el pasadizo que la camarilla hace no consenta otra cosa, fueron penetrando de uno en uno, de
modo que el Superior pudo elevar su mueca de
asombro hasta la quinta potencia, ir apartando
en cinco veces las posaderas del asiento, segn
apareca un jesuta ms, hasta quedar en pie. Y ya
cuando los tuvo todos piesentes, afilando los sutiles labios, les envi estas someras palabras, antes
de que ellos pudieran hablar:
Una comisin...! Una comisin...! En la milicia de Ignacio nacen los retoos primeros del sistema democrtico... Y ustedes cinco corresponde
la honrosa empresa... Retrense, retrense por Dios
vivo, y hagan por aliviarme de esta pesadumbre
que me imponen. El sistema democrtico!
En el trnsito no osaron cruzar una palabra, sino
que huyeron su rincn, ruborosos, abochornados.
IV
168
A.
M. D.
169
G.
despus de muchas
trnsitos y el Padre Landazabal no pisaba las barreduras por nada del mundo. Era una reliquia de su
Una
el de-
170
forme
jesuta,
apoyados en
el alfizar
de una ven-
T no
ha sido
el
Cuba
Qu cigarros!
dan un arte para
ms me
pas que
gust.
mulatazas se
Te advierto que andan desnudas.
Ave Mara Pursima. Usted qu dice, Padre?
Son como demonios no te exagero.
Calla! Usted ve?
El qu?
Ruth.
Si vieras... Aquellas
hacerlos...
Ruth?
S,
seor.
Quin
es Ruth?
Aquella seora que viene hacia
Ahora entra.
Bueno, qu?
Pero usted no sabe?
el
colegio...
Yo qu he de saber, Bertuco!
Es una seora guapsima,
no se
inglesa,
casada con Villamor,
ingeniero. El Padre Sequeros nos profetiz que
sabe
el
si
protestante juda,
se convertira...
Yo qu
Un
s!
silencio.
como
est...
Vaya... vaya...
Si
yo no
te
he de
reir...
Con-
A.
ilesa...
El
M. D. G.
171
una voz
ex-
traa, vacilante.
lante.
Bertuco pensaba: ((Nunca pude imaginar que fuera tan astuto este Padre.
Mire usted, Padre Landazabal: no fumo fuera
del colegio y quiere que fume dentro?
Qu
El tabaco y el caf.
El deforme jesuta fu sentarse, abatido y evidentemente triste. Bertuco enviaba volando el pen-
En dnde
vo en
la
montona
disciplina escolar.
En
la recrea-
cin, sus
dn
dijo
Ricar-
Campomanes.
La seora de Villamor
convertirse.
172
Hermano
el
Echevarra, qu tal?
Rielas
gui-
mente.
Coste acudi opinar.
Yo nunca os habl de
cuando
me
barriga
y...
disloqu
Los
el
pie,
ello;
pero,
vamos
que,
empez palparme
la
carrillos se le arrebolaron.
Los mancebos enmudecieron unos minutos. Estaban cohibidos luchando entre el deseo de descubrir
algo y la dificultad de expresarlo en trminos conBertuco se adelant:
venientes.
Y...
te
empu
el
cetro,
eh?,
lo
mismo que
m.
Reconcho! Has acertado.
Y m.
Y m.
Qu brbaro!
risotadas.
Aadi Bertuco:
Ahora viene
muy
zabal. El
no. Hasta
me
lo
un
pitillo lleg
pedirme...
si fumaba
Qu tal, si
dejo engaar...
el
A.
M. D. G,
173
la tarde. Pues bien, me encontr al Padre Landazabal buscando por los retretes las colillas que nosotros dejamos. Cuando lo sorprend se ecb tem-
blar y
me
me
pidi,
que
tena.
Jess!
Jess!
Pobre
corcovado!
Lleg en esto el Padre Sequeros.
Qu concilios hacis? A jugar, jugar!
Y dispers . los nios, dando palmadas, como se
hace con las aves de corral (1).
EL LIBRO DE
RUTH
fueris, et
meus.
(Libro de Ruth. Cap.
v.
XVI.)
rret
Browning
And
To
own
beauty.
12
178
lino cardado, la cabellera. En lo espiritual, era soadora, sensitiva y dcil Lodo linaje de quimeras.
El mar mltiple y Shakespeare mltiple haban envuelto su infancia. Su casila, sobre la playa de Saint
Helier, enfrentbase con la fortaleza, ya en ruinas,
que la Reina Virgen levantara, mar adentro. Desde
su isla alcanzbase ver, del lado all de las olas,
en los das serenos, una mancha lechosa de tierra
francesa, en donde est la tumba de Chateaubriand.
Y no lejos de su cuna yrguese la mole blica del
castillo de Mont Orgueill, sobre el acantilado rudo
que multiplic el canto de Childe Harold peregrino.
En Jersey conociera Villamor, quien, reposndose de los estudios que le haban llevado la Gran
'soado con un
mar
tachonado
de velas purpreas...!
A. M. D. G.
179
Muchas
caer en liviandad los ojos de su esposa, le contena. Ni aun osaba mirarla con amorosa insistencia,
por miedo al ridculo que en sus ojos adivinara
como
los lqui-
dos bullidores y expansivos, necesitaba un continente muy recio. Hasta con sus hijos pareca adusto.
El corazn de Ruth, tierno y nacido para el halago, no comprenda al esposo, y juzgaba como des-
amor
que no era sino amor acrecentado. Esclados de la propia dignidad, una timidez y
frialdad aparente se haba unido otra timidez fra
en la superficie, de suerte que en el trato familiar
vos
lo
los
se les interpona
una
terrible
y opaca oquedad.
as vivan
ella
con
ms
triste,
quererlo.
Las
Ruth tras
La
linda azucena del Norte se mustiaObservbala cautelosamente Villamor, "atribulando y sin saber cmo acudir con el remedio. Al fin,
temiendo serias complicaciones del mal, se atrevi
decir:
Querida, me parece que Regium no te sienta.
Es preciso que pases una temporada de campo, de
montaa ser posible. Si quieres ir Jersey, no te
cin nerviosa.
ba.
180
mi opinin, te conviene un
madre vive en Agnudea, ya
contraro. Pero, en
cli-
ma
sa-
de altura. Mi
Gomo quieras.
Ah! Perdname.
cias;
No quisiera ofender tus creenpero es preciso que mi madre piense que eres
catlica,
y hasta... No
me
atrevo.
Habla.
Hasta que asistas misa. En este caso slo podremos ir. De otra suerte, imposible.
Como
quieras.
A.
M. D.
181
G.
colo.
cios violentos
y crueles.
De vuelta en Regium, Villamor busc un
pre-
lias ta el
ma
legislatura. Se llama
que, por su educacin y particularidades, no te cause enojo, antes te sirva para conversar y distraerte.
niero.
del inge-
fu sim-
182
ptico.
Andaba por la
como
cuaz. Su charla,
lograba poner en sus frases vivos colores y^ evocaciones repentinas. En tal caso, Ruth le escuchaba
con atencin. Era anticlerical furibundo, induciendo de la religin de Ruth que sta le prestara aquiescencia, disparbase en vituperiois contra la clereca
y muy particularmente contra la Sociedad de Jess.
Pero Ruth, que viva en crisis religiosa, le ved con
delicadeza que la hablara de este extremo,
Insensiblemente, Pirracas se fu enamorando de
Ruth, y como no era hombre de vida profunda, la
mujer del ingeniero lo comprendi en seguida, agradecindole la nobleza con que proceda esforzndose
en acallar aquel fuego, por respeto al amigo y su
esposa.
el
un
ca-
que eran pardos y penetrativos, de esos ojos desnudos, tristes y castos que saben leer en las almas.
A.
183
M. D. G.
le
atraa singularmente
era
le
un ange.
chre Aurora: ca c'est bien dif[icile. Comment pourrais-e aller moi loule seule? Je n'y conVous
les
Ma
nais personne
Aurora
(1).
Entonces,
tamente
al
184
Padre, yo cre que todos ustedes saban al de Para qu, hija ma?respondi Padre Olano, ruborizndose Lo estudian los que tienen
dillo el francs.
el
Qu dice?
Que las seis de la tarde, no
Muy bien. Quedamos en eso?
si
le
molesta.
As se hizo.
Ruth acudi puntualmente, aun cuando le repela
el aspecto del Padre Olano y pierta manera crasa
y adherente que tena de mirarla.
Convencida la postre de que no avanzaba nada
el
Pero, hombre,
primer da que
Yo
crea...
Usted
usted
el
A.
M. D. G.
185
adems de Prefecto de
de francs, primer curso.
los
de adicionar
pontfice.
Reverendo
Padre Rector,
lo
lamento mucho,
murmuraba
Amado Pa-
186
nariz.
II
de
M. D. G.
A.
golpe
tillado
el
gato, diciendo
con
el
pie,
187
como
Fugite, Salaria,
si espantase un
y traz una cruz en
el
torno,
Marchbase
li
misma
biendo sacrificar su
hijo,
deja
en
la
falda
del
monte impedimenta y servidumbre una y otra representan cuidados y pensamientos terrenales. Por
;
188
Cana de
Jess,
como
Galilea,
la
madre de
mensales, con tnicas abigarradas; vasijas de plata bruida; manjares condimentados con especias;
la desposada, embellecida por el rubor; el marido,
con ojos como tizones Cristo, corpulento y dulce,
la cabeza inclinada sobre la tnica inconstil de
lino blanco; la Virgen... con el propio rostro de
;
Ruth.
<(Oh, Jess mo!)), sollozaba Sequeros, apartad
de
Ruth.
((Ponderar la confianza tan amorosa y resignada
con que hizo la Virgen aquella brevsima peticin:
Vinum non habent, no tienen vino, como quien estaba certificada de las entraas de piedad de su
A.
M. D. G.
189
A esta demanda respondi Cristo nuestro SeQu tienes que ver conmigo, mujer? No ha
llegado mi hora. Ponderemos las causas de esta
Hijo.
or:
en voz
alta:
lo
cual te
linda, la
ms
ms amo,
encargado de
ir
espiando de celda en
bitamente, insinu la cabezota en el cuarto de Sequeros y caz al vuelo las ltimas frases del soliloquio.
los ojos
la entra-
mundo
efectivo,
travs del
Dios
me
valga!
No he sacado el
cho examen de
dame!
Bes
rillas
Van
el crucirijo
conciencia,
Jess!
Jess,
y subi raudamente
las
ay-
cama-
190
hora de desayunar.
Desayun en el refectorio de los Padres y volvi
la recreacin e los nios, hasta las ocho y media, en que comenzaban las clases. Subi su celda
y distrajo el tiempo, hasta las nueve, leyendo libros
devotos. Baj su confesonario, en la iglesia pblica del colegio. Desde el comienzo de la catequizacin de Ruth, el Padre Arostegui le haba ordenado reanudar su ministerio penitenciario, lo cual
le originaba estpidas molestias que Sequeros ofreca cambio ele culpas veniales. Las madreselvas
bloqueaban su confesonario y hasta se enredaban
en querellas ruidosas, disputndose la vez que haban de seguir en el turno. Luego, en habindose
adherido la rejilla, en fuerza de escrpulos y san*
dias menudencias que traan para desembuchar,
no haba expediente fcil y piadoso con que dar por
terminada la confesin.
A las diez y media, Sequeros daba su clase de
francs, segundo curso, hasta las once. Eran discpulos suyos, Bertuco, Campomanes, Rielas y Rodrguez. A las once salan los nios recreo, acompaados de Sequeros, hasta las once y media. Entonces, los alumnos iban al estudio, con el inspector segundo. Sequeros subi su habitacin, en
donde hizo examen de conciencia,, durante quince
minutos. A las doce menos cuarto asisti las letanas de los Padres, rezadas en la capilla ntima.
La comida era las doce, y se prolongaba hasta
la una menos cuarto. Los Padres suban los trnsitos, solazarse platicando, y los alumnos los
patios de recreacin. El Padre Sequeros, con los
alumnos. Duraoa el recreo de los nios hasta la
una y media, y continuacin vena un estudio de
A.
M. D. G.
191
queros qued libre; consentasele dormir hasta media hora de siesta. Se tendi en la cama; elev la
mirada al cielo raso; sobre la tediosa tersura de la
techumbre dise arte con que esbozar visiones
ilusiones. Dentro de unos instantes llegara Ruth al
saln de visitas. Quiz vena ya de camino. Cun
dcil y bondadoso el espritu de Ruth! Con qu
santa celeridad se alimentaba de las verdades fundamentales de la religin catlica, convirtindolas
en sustancia de su sustancia! Cmo aderezaba con
imgenes preadas de divina luz los msticos arrebatos de su corazn! Los adelantos conseguidos
eran sorprendentes: estaba adoctrinada ya en todos
los extremos que importan, porque las Veces viene el Seor muy tarde; pero paga tan bien y tan
por junto como en un punto da otros. Oh, mi
Jess y venerable Riscal; qu regalo tan sabroso
me hacis!)) Al da siguiente se bautizara Ruth en
la iglesia pblica del colegio. Los alumnos en pleno
asistiran. El Padre Sequeros iba verter las aguas
lstrales del simblico Jordn sobre la aurina cabeza de Ruth... <(Qu regalo tan sabroso me hacis!)) Descendi del lecho y dise pasear. De
minuto en minuto, sacaba el reloj. ((Las tres menos cuarto. No me explico... Pdole la impaciencia y baj al recibimiento. Santiesteban, de la son-
Suba
est en
el
locutorio.
Vesta de negro,
tilidad.
Mon
Pre,
mon
Pre.
192
Ma soeur,
feliz.
Done.
Aleluya!
(3).
Rieron, alborozados.
cientes,
tasa.
Santiesteban
media.
Pas
vino dar
la
hora:
las
cinco
(1)
(3)
De
el
claustro
mo.
ma, querida hermana, hermanita.
cantar mejor.
Hermana
(2)
En
Pues,
Aleluya!
(4)
Qui.
(5)
Imposible.
Qu amable
es usted...
A. M. D.
uniseles
el
193
G.
menuda cuenta de
tlido
ellos
ningn profeso,
adems
ios tres
194
ci.
las partes se
puede servir
Dios.
lo
guardan?
Mira
marte.
Pss...
Qu ms da que
la canalla,
la hez,
la
inflexio-
nes oratorias
clases
se
A.
195
M. D. G,
han demostrado
siempre una rara habilidad para captarse las voluntades de los que mandan.
El coloquio era perfectamente pueril; los interlocutores exteriorizaban su prurito de opinar la
manera de atolondrados mancebos que ignoran por
entero las cosas de la realidad.
A las nueve y media terminse el recreo. La comunidad acudi a la capilla. Cada Padre hizo su
examen de conciencia y breve oracin, retornando
individualmente sus celdas, segn iban concluque, en esto, nuestros Superiores
yendo.
Sequeros,
luego
de
apag su quinqu y,
lecho. Arrebujbase en
se orient hacia el
mano
tierra,
un
papel, cuida-
encendi
el
quin-
logr favorecerle con mi conpor sospechar que usted transige harto fcilmente con flaquezas de la carne, nunca pude imaginar que se dejara corromper con tanta prontitud
por las pasiones, y mucho menos que las expresara con escndalo de sus Hermanos y del mundo.
Se conocen de pblico muchos de sus pecaminosos
dilogos con la seora inglesa. Dios le perdone!
Las gentes generalizan su desenfreno atribuyndolo todos los hijos de la Compaa. As, he resuelto disponer que desde maana no salga usted para
nada 4e su celda. Para nada. El aislamiento le es,
necesario labrar usted en su pasado y quiz Dios
le toque de arrepentimiento. Por no dar ms que
fianza,
decir no
196
En
Es-
la escu-
un
el
nerviecillo
vicios.
Padre
queros.
Cul,
hijo
mo?- respondi
el
ayudante, son-
riendo framente.
balcn y que
exclamado
jAh! Cosas del demonio!
El demonio es usted. Yo soy generoso y abierto, no puedo con ese carcter de usted, torcido, hipcrita, malicioso, cruel, empedernido... Es usted
representante de Dios? Son como usted los hijos
de San Ignacio? Dios mo, Dios mo! No pue-
do ms...
Ahora, Sequeros reanimaba aquella
triste
esce-
M. D.
A.
197
G.
una estampa
empurpu-
rando.
Rompi
llorar
sollozar, y, arrodilln-
Fiat
voluntas tua!
III
solicitud.
tas,
ellas
inquebrantable. Le necesito
angustia-.
Mi
espritu
lleg
escribir, con
no est an plenamente
for-
tificado
en la nueva
fe.
mundo
sensible.
198
nel, los
y Liollevan-
La de
my
above
my
loved yon,
sweet,
Amigo de mi alma: no puedo ms. T comprencomo yo comprendo; quiz sabes. De tus torturas de amigo fiel deduce las mas de marido engaado. No he querido enterarme. Para qu? Me
rob la honra ese jesuta y luego abandon Ruth?
Qu ms da? Lo cierto es que ella est enamorada
de otro, y yo sin el amor de Ruth no puedo vivir.
Cuida de ella y de mis pobres hijos. Adis!
des,
Csar.
Adis, para siempre. Te am, Ruth, ms que
(1)
das las cosas. Te am, corazn mo.
to-
A.
M. D. G.
199
is
marido
1 was fahfull with you. 1 loved you.
Forgive me, dearest (1).
En la frente de Pirracas se inflaban dos lbregas venas; estaba congestionado; sanguneos los
ojos y la mano derecha en el bolsillo de la americana. Intent hablar y rugi. Violentos escalofros
le sacudan, de arriba abajo. Asiendo Ruth por
un hombro la zarande brutalmente. La mujer se
puso en pie tiempo que Pirracas enarbolaba un
.
revlver.
Ruth empu las muecas de Pirracas, oblignpermanecer con los brazos en alto. La mujer pareca endeble y el hombre nervudo; los brazos de Ruth, como de espuma; los de Pirracas,
roblizos; la carita de ella, de un blanco irreprochable; la de l, prpura. Pero aquel cuerpo sutil
no se doblegaba, y sus manecitas apresaban aceradamente las muecas del agresor, y ste, fuera de
dole
la escupa,
s,
llos,
la pataleaba,
bramando:
Whore, damned whore!
(2).
Oh,
no.
No
es cierto.
Horrible!
Te
fui fiel.
Te
200
gritos,
de
manera que su
cas-
Padre
A.
M. D. G.
ya entiendo. Un momento de
201
Acompeme
la celda.
Padre Sequeros!
S,
calma. Acom-
peme.
Exhausta de energas y casi inconsciente, la viuda de Villamor sigui al jesuta, el cual la haba
tomado de la mano, y de esta suerte la condujo a
su celda, dejndola en la habitacin, en tanto l
se ocultaba detrs de la cortineja que hay la entrada de la camarilla. El Padre Olano tena la boca
seca, el corazn acelerado y las manos temblonas,
por obra de la emocin incertidumbre, tiempo
que se descea el fajn y se desvesta la sotana
porque era muy cuidadoso de no incurrir en necias
infracciones, cuya manera de burlar conoca al dedillo. As, Olano no ignoraba que el religioso que
se despoja de sus hbitos se hace ipso {acto reo de
excomunin; pero, el mismo aligeramiento indumentario se trueca en acto meritorio cuando, por
no profanar las santas vestiduras, se realiza para
fornicar, por ejemplo, ir de incgnito un prostbulo, segn concretamente se asegura en los Veinticuatro Padres, en la Praxis ex Societatis Jesu
scola, y en el Padre Diana
Si habitum dmitat ut
:
Ut eat incognitus
ad lupanar.
Ruth Flowers, en una butaca de enea, permaneca con la cabeza cada sobre las manos y los codos
en las rodillas. Olano asom en la puerta de la camarilla; avanz con sigilo hasta sentarse la izquierda de Ruth. La seora murmur, sin alzar los
ureur occulte,
ojos
vel fornicelur.
Padre
Por
cupiscencia
le
quebraba
la voz.
ma. La
con-
202
Ruth se puso en pie y Olano hizo lo propio, aprisionndola entrambas manos. Hasta aquel instante, la cuitada mujer no haba parado atencin en la
traza inconveniente del jesuta
el plebeyo rostro,
torturado de furor venusto; el bovino pestorejo,
de color crdeno la camisa, burda y con mugre,
abierta por el pecho y mostrando una elstica fuerte y spera pelambre
los calzones azules, remendados, con fuelles y sin botones en la pretina;
las pantorras, de extraordinario desarrollo, embutidas en toscas medias, agujereadas trechos; sin
zapatos. En cualquier otro trance hubiera sido grotesco, risible sobre toda ponderacin. En aquel caso
resultaba terrible, como un stiro brutal, embriagado de mosto y de lujuria. Ruth crey perder el
sentido y con l la razn. El dolor de los tobillos,
que aumentaba por momentos, apenas la consenta
sustentarse sobre los pies. Deseaba la muerte. Los
ojos se le nublaban.
Mas he aqu que, como entre sueos, advierte
que la torpe y embotada mano del jesuta explora
sus senos, aquellos dulcsimos senos cuya delicadeza erctil la maternidad haba respetado, y, luego unos labios calientes y blanduchos sobre su boca
:
penumbrosos y
hierba, exhalando
un lamento
A.
/Mi/ God!
M. D. G.
203
(1).
Una
in-
and
so-
Come
me
lo
me!
die.
Not
yet.
Come
to
me
(2).
la
(1)
(2)
Dios mo.
Pobrecita,
tan hermosa...
no.
dulcsimo, casposo
damas
devotas, sino
el
203
Las con-
qu patticos! Los lloriqueos, qu hondos y contagiosos! Seguanle al punto las beatas, lagrimecien-
do y moqueando, que no haba cuadro ms edificante y gustoso los ojos de nuestro Seor y del
santo Padre San Ignacio.
Pues y en obras de caridad, de labor social,
las
archicofradas,
En
cos y entre gente libertina, se conoca la proxeneta referida por el apodo de Telva les burres. Esta
madrileas,
Con
catalanas,
hasta
una portugue-
esto,
los
A.
M. D. G.
209
de toda laya y procedencia) se les di con el posen las narices. Ahora, los contertulios y parroquianos pertenecan las clases acomodadas de la
sociedad
tenderos, consignatarios de buques, emtigo
pleados de fbricas y almacenes, propietarios, etctera, etc. Con lo cual, Telva se enorgulleci grandemente. Hzose vestidos de rica tela y severo colorido', compr una mantilla negra, y as ataviada,
lo seor, sala ostentar su cinismo, paseando
Jas calles ms concurridas, visitando iglesias y poniendo en un brete las seoras honradas.
Las orgas de la casa nueva fueron tan frecuentes y lo-cas, que todo Regim murmur del asunto,
manifestando pdico estupor. Andando el tiempo,
las orgas degeneraron en violencias y bquicas
necedades. Seoritos y horterillas, as que se embriagaban, acudan en horda casa de Telva, to-
maban
miso para
edificio
por
entrar,
210
un reputado
de
del
su ptrida sonrisa.
Venimos ver al Padre Olano. Tenemos precisin de hablarle hoy mismo manifest con mucho
garbo Aurora.
Ay,
pasen
No
al
sencillo como una montaa, como la montaa nevado tambin en la cumbre, pero de caspa.
Sintense, hijas mas. Vamos, vamos, qu ocurre?Estaba con las manos escondidas dentro de
las mangas del balandrn. Aguzaba la mirada por
desentraar
el
misterio y
penumbra de
las
man-
tillas.
veridad
A.
M. D. 6.
211
nada
Ni
mi marido.
Ni
falta que hace, hijas mas. Esta es una gesque hemos de llevar cabo con absoluta reserva. Sor Florentina ha convencido la superiora, que est ya en ello. As, pues, el jueves, de anochecida, nos veremos en el locutorio del convento.
Y usted cree que acudir esa mujerona, Padre Olano?pregunt la seora, con ansiedad.
Por qu no, Aurora?
tin
El Padre Olano apart los ojos que tan gratamente se hallaban apoyados en las lindas interlo-
es
beres religiosos...
Insolencia, Padre, insolencia.
En Dios confo, hijas.
212
II
El da sealado y la hora convenida, se hallael locutorio de las Siervas de Jess, eil Pa-
ban en
como de
santidad.
Temblaban de expectacin
las
cuatro personas.
s
mismo, como
igium...!
murmur
sor Florentina.
A.
213
M. D. G.
Por fin apareci la vieja celestina. Entr fingiendo gran timidez y desconcierto, como si no supiera
qu hacerse, ni qu decir, ni dnde mirar. Pero,
con solamente examinarle la cara, llena de burla y
desenfado, pudiera echarse de ver que era una
redomadsima sinvergenza y ms duea de la situacin que quienes la reciban. A favor del aturdimiento que le tena cuenta aparentar, fuse derecha abrazar ai Padre Olano, sollozando ms que
diciendo:
Ay,
Yo no
santo varn!
cmo
Cmo
le
voy agradecer...?
decirle...
Ay,
oritas!
Dios!
Es
mala mujer,
si
salvacin...?
De
tese,
plic
Yo
seor...
La misericordia
de Dios es infinita.
El jesuta se agarr este cabo y asegund
La misericordia de Dios es infinita. No est
usted condenada, mujer, ni se ha perdido para siempre; pero, ;ay de usted si no escucha la voz de
quien dispone en cielos y tierra y que en este momento suena en sus odos! Te llam y me rechazaste! No olvide, hermana, que si la muerte, en
todo caso llega de pronto y cuando menos se piensa, y troncha esperanzas y siega juventudes, en
la edad de usted...
Ay! seor; yo no soy tan vieja como parezco.
Los malos tratos de aquel... Iba decir una atrocidad. Usted ya me entiende. Estas seoritas, no; son
unas palomas, las pobres. Treinta aos, seor, viv
con l, chupndome el dinero y cuanto haba que
chupar. Era un verdadero... bueno, usted ya me
entiende.
No,
no
la entiendo, ni falta
que
me
con-
hace
el
jesuta,
es el
ms
aborrecible, porque
ha de saber, herma-
opone al sexto precepto de la ley de Dios; de manera que, despus de matar, no hay pecado mayor
contra el prjimo, como lo observar si se para
un poco en el orden de los mandamientos. En el
quinto se nos prohibe matar, y en el sexto, hacer
A.
M. d; .
el
Creador
al
hombre una
in-
clinacin tan fuerte esas cosas, porque si el hombre fuese como estatua, dentro de poco ya se hael gnero humano. Mas vindose imhombres esto, toman el estado del matrimonio, se casan, y entonces pueden hacer lo que
las leyes del matrimonio permiten, y pueden des-
bra acabado
pelidos los
ahogar legtimamente su pasin, sin que de ello resulte ningn desorden, antes bien, es como las pesas de un reloj, que hacen andar con buen orden
y concierto la propagacin del gnero humano. Mas
si usted, por antojo codicia hace gastarse al hombre, es ciertsimo que Dios nuestro Seor, estar
muy agraviado de usted, que le gasta intilmente
y por antojo esa sustancia, medio de conservacin
y propagacin del gnero humano, y que le impide, destruye y mata aquellos seres que con el tiempo existiran. Si usted toma una naranja y la estruja, cmo queda? Ay, Dios mo! Toda enjuta,
rida, seca, y no es buena para nada. Pues lo mismo pasa con los hombres que usted toma entre sus
manos, y los estruja de manera que no les quede
blanca en los bolsillos, y los deja ridos y disipados
de suerte que ellos mismos se abren la puerta
todas las enfermedades y al infierno. Considere
cunto cargo pesa sobre su conciencia, hermana,
por favorecer y alentar est hediondo vicio que
Sneca llama mal mximo, y Cicern peste capital.
RAMN PREZ DE A Y AL A
216
bien,
consideraciones que
hermana
aparte
de
estas
mal
A.
217
M. D. G
sali
majestuosamente.
No
haba
ACTA
EST FABULA
En
la
pri-
meros aguardaban la salida de sus grupos respectivos. Aquel da, despus de comer, los mayores
echaron de menos al Padre Sequeros. En su lugar,
la temerosa ingente nariz de Mur avanzaba por
el claustro,
un mo-
222
el
la ropera.
blusn.
Sgame.
El nio frunci cejas y morro; los carrillos se.
distendieron hasta adquirir alarmante inHazn,
corno le ocurra cuando sospechaba alguna contrale
riedad.
Echaron andar en
silencio
escaleras arri-
la enfermera. El
puer-
brazo derecho invit Coste . que penetrase en la celda. Ardia un quinqu, colgado del
techo. Por todo atalaje, la cama, una mesa y una
silla. Sobre la cabecera del lecho una estampa mala
del corazn de Mara. En la mesa, un libro de devocin. Coste crey que le tomaba un desmayo.
que usted se
Es el caso, Hermano suspir
debe de equivocar. Yo... yo no me he quejado; no
.me siento mal; estoy sano.
No creo equivocarme, seor Coste cumplo las
rdenes del Reverendo Padre Rector.
Sali de la celda, cerrndola con llave. Y qued
Coste solas, vctima de lgubres ideas. No acertaba ver claro en las causas de su confinamiento. Por qu me encierran? Qu lo es ste? Recorri su crcel impulsado por la vehemencia
que aquella sinrazn le arrojaba; cay, abatido, sobre la silla ; lanz contra la pared el libro devoto
ta,
y con
el
A.
M. D.
G.
223
se
suerte,
esperacin,
que
el
soportar algn lastre. En esto, juzg lo ms sensaforma audible sus propios pensamien-
to revestir de
tos,
'
qu
me van
castigar?
la
una machada.
campana del regulador, llamando
la
ja y,
224
domeando
el hipo.
Ya
agua de
la botella.
A la maana siguiente, faltronle materias slidas con que quebrantar el ayuno del da; es decir,
que no desayun. Como la sed le hostigase, hubo
de beber de bruces en la jofaina que de maanita
le haba entrado el Hermano enfermero. Permaneci en el lecho, contemplando travs de la ventana los agros renacientes, tendidos al sol, y reconstruyendo, por los toques de la campana, las
etapas de la vida de sus compaeros. Cuando se levantaba, calcul que sera cosa de las diez y media.
Sus amigos estaran en oase, esto es, ms aburr-
A.
M. D.
225
G.
Yo qu
Ya, ya.
s.
Como que
Pues bien;
el
comedor?
Maldito me acuerdo.
No? No fu algo del
Padre Rector ha
filas
Caztn, al
salir del
si
Padre Sequeros y de
la
abominaciones?
Ahora ya s. Pero, Caztn es
No se trata de eso.
Y bien, Padre Ministro,
qu
me
si
me
fuelle
tambin?
expulsan, por
226
Sin comer?
S, seor. Anoche
trajo slo
una
bolla
el
Hermano Santiesteban me
mojada en agua. Ya ve
usted,
reclusin temporal.
A.
la
M. D. G.
227
parente y risuea. Por detrs de los vidrios, espiaba el bullicio que movan sus compaeros en el recreo matinal, despus del desayuno. Vi los inspectores agitando la campanilla; los nios, abandonar sus diversiones y acudir las filas, y stas
moverse pesadamente, con derrotero la clase. De
pronto hubo un alto. Apareci el Padre Rector; dijrase que hablaba, ante la prole infantil. Qu ocurre? Las filas se deshacen sbitamente; los nios
parten la carrera, en todas direcciones, brincan,
profieren alaridos, lanzan las boinas al aire; un
frenes. Coste comprende; es da de campo. Y l,
lo dejarn preso? El corazn se le alborota, angustiado; enterncensele los ojos; aguza los odos
hacia el trnsito, en espera de pisadas venturosas.
Ms tarde, ve cmo se forman de nuevo las filas,
y desaparecen, y se oye, alejndose, la charanga
del colegio
que toca
la
acostumbrada diana:
cae sobre la inmensa casa vaca. Coste se ha tumbado en el camastro. Est rabioso, rechinando los
dientes. Se incorpora; ha tenido una idea. Prorrumpe en una risotada, y dice, en voz alta: Luego, luego. Se pasea, discurre, robustece su plan.
A medioda, Santiesteban se presenta con unas
viandas fiambres. Coste investiga ladinamente.
Por qu me
seor Coste.
228
no
Pues
s...,
Ya no puedo ms.
que Dios te ampare, hijo mo.
s.
le
ben-
dice.
A.
M. D. G.
229
caleras; atraviesa pasadizos; se enhebra en la angostura de un tendejn sombro, hmedo; se detiene, vacila, zozobra, murmura; se lo habrn llevado? Decdese al fin V ntrase por la cuadra. Castelar relincha; Coste grita, abraza su amigo, lo besa
y le dice expresiones tiernas: Queridio, queridio! Vamos Ribadeo. Ya vers all. Te har una
230
el ro
Sooo,
Piles
la playa,
el
mar...
muy
es
el
beatfico Rielas.
M, D. G.
A.
ChisS'St!
Chissst...!
231
Rielas...
baln con
el pie
se
el
Obedece Rielas.
ti,
sars...
Galla,
si
excelsa.
sois buenos...
cmo
explica,
te
de camino.
las vas
componer?
inquiere
Bertuco.
sabrs, Ricardn.
el
camino de
232
Yo
no
s.
Adems
muy
eso est
lejos.
Vas
a pie?
A pie?
capo?
No
Qui!
A que no
acertis, de seguro.
Callan.
Con
el
Padre
Sequeros
se
atreve
decir
Rielas.
tuco.
Ah
un
rbol.
Descubren al burro, el cual recibe los nios alegrando los ojos y entiesando las orejas. Bertuco
pregunta
Qu es esto, Coste?
Un paraguas, me parece.
Que encontraste escondido
unas
en
matas,
se echa
reir.
Y cmo sabes?
Acierto?
S que aciertas.
Pues basta. Llevas
Cmo dinero?
dinero?
loco,
Ricardn re-
Entonces...
Entonces, yo
qu s. Dios me ayudar.
Ricardn se desabotona el chaleco, investiga entre los forros, extrae un papel mugriento y lo desarrolla hasta manifestar una pieza de dos pesetas.
A.
Toma;
De
las
M. D. G.
233
No,
Campamanes...
Bueno, adis.
Adis.
Adis, Bertuco,
Ya no
os volver ver.
234
muchacho arregla
tientas
un lecho de hojas
Castelar se
lndole.
acomoda
Rinde
el
al lado
cansancio
de su amigo,
al prfugo,
como
ve-
mido murmurando:
Bendita sea tu pureza
eternamente lo sea,
Pues todo un Dios...
II
Al da siguiente se despert con los sentidos giy animoso el pecho. Cabalg por una carretera
les
durante toda
bi sidra;
el bolsillo.
le
miraban
al
paso
A.
M. D.
235
G.
nubes se fundan, formando una techumbre pizarrosa. Comenz gotear. Luego llover torrencialmente. Fu guardarse debajo de un rbol, siendo
ineficaz el gran paraguas bermejo; pero, como la
noche avanzase demasiadamente, resolvi seguir
en busca de un mesn.
El terreno era quebrado y estril; caadas y montes vestidos de tojo y de esmirriados pinos.
La obscuridad era mucha y el agua ms. Oase
un raro retumbo prximo.
A la izquierda del camino, lindando con la tenue
blancura de la carretera, las tinieblas se espesaban
en una masa angulosa. Debe de ser una casa de
aldea, imagin Coste, asindose esta esperanza.
Acercse, encendi unas cerillas. Era un tinglado
de palitroques, cubierto de paja asilo de caminantes pastores. Dentro no llova. Coste descendi
del asno y se acomod en el suelo. A poco, caa
;
dormido.
So con pesadillas espantables, y despert porque la angustia le atenazaba la garganta. Tendi
las manos en la sombra, solicitando la compaa de
su leal camarada. Busc de un lado, de otro, medio
muerto bajo la losa de presunciones horribles. Castelar no estaba. Sueo an! Sueo an! Se
golpe con furia la frente, se mes los cabellos, por
volver al estado de vigilia. Rostro abajo le corran
hilos de lquido calentuzo, los cuales se le entraron
por la comisura de los labios, desparramndose en
densidad acre. ((Es sangre. Me he hecho dao. Estoy
despierto. Iba gritar, orar voces, suplicando
misericordia del cielo; mas la voz se le disip antes
236
Por
Iban en silencio y llevaban una luz. Enmonte arriba, Caa entre espinas,
se arrastraba, volva correr. Son una detonacin.
Los odos le zumbaban. Y corri, corri, hasta que
se derrumb, sin aliento ni sentido. Recobrse
tena las ropas embebidas en agua; tiritaba. La cerrazn era completa. La lluvia azotaba y el viento se
revolva frentico. Aquel vago retumbo de antes se
exacerbaba, era ensordecedor.
Un lanzazo de luz hendi las negras entraas
de la noche tormentuosa. Es un faro. Estoy al
lado del mar. Andar cerca Ribadeo? Padre Sequeros, Padre Sequeros, aydeme
fantsticos.
loquecido, corri
Divina Pastora,
amada prenda,
Dirige los pasos
Dulce,
De
dejes,
Madre
el delirio di-
banda.
En
reante.
Fantasmas
Una
un campanilleo ma-
sutiles le rozaban,
mosconean-
Lucifer tiene
muermo,
Satans sarna,
el diablillo Cojuelo
Tiene almorranas.
Almorranas y muermo,
Sarna y ladillas,
Su mujer se las quita
Con tenacillas.
A. M. D. G.
237
me
dejes, Madr...
MIRABILE VISU
mundo
pretrito.
242
el
vale-
la
piel
del
manos permanecieron
el
junto
nes Sanio).
Sobre la mesa de la cabecera, en donde acostumbraba comer el Hedor, haba una vela encendida.
Arostegui se arrodill; todos siguieron su ejemplo.
Oejaron caer tierra los manteos, manifestando,
por las. trazas, el torso desnudo; mas no era as,
sino que favor de la poca luz hacan pasar como
propio pellejo (;inocente fraude!) el tejido de la camiseta, en lo cual no andaban muy errados, porque,
adems de ser el color originario de un fono crudo y moreno, semejante al de la carne, con la cochambre y exudaciones sebceas que trasudaban
aquella prenda, haba llegado convertirse en algo
coiisustanlivo al propio cuerpo. Anabitarte apag
A.
la vela, de suerte
que
M. D. C.
el refectorio
243
lobregueci por
Oase el manso y meticuloso guitarreo de los padres previniendo muy cuerdamente cualquier desperfecto de las respectivas camisetas, y el vehe-
mente zurrido de
los legos aplicndose furiosos lapos en los lomos, recios y rsticos, propsito
para la afrenta del ltigo y de la servidumbre.
A los diez doce segundos, Anabilarte toc en
un vaso con un cuchillo. Como por. ensalmo ces
el
rumor de
penitencia.
Tan
largueadas de verdugones.
Aquella noche, Sequeros recibi otra esquelita
azul
Queda desobligado
del retiro.
P. Arostegui, S. J.
HORTUS SICCUS
Noviembre.
SicuL cinamomo.
Yo no soy congregante, porque, al parecer, soy
bastante enredoso. Lo fui una vez, y en seguida me
echaron. Me acuerdo del oficio de la Virgen, que
cantbamos. Que hermoso es! La msica da mucha tristeza. La letra no la entiendo luda, porque
est en latn; pero hay dos versculos que no ios
puedo apartar de la cabeza. Uno sobre todo.
Sicul
cinamomo.
Verdaderamente, yo no s si es cinamomo
momus. Qu ms da? Lo tengo pegado
moria, y
el
repetirlo con
el
penr armenio
einnla
me-
me
pro-
248
nio,
me
Cmo
casaba con
ella,
llorar la pobre!...
mos
Diciembre.
El temor de Dios.
Yo quiero la Virgen porque es muy buena y
hace milagros con los que son sus devotos. En cam-
muy
Dios,
tal
malo.
No digamos Mur.
Yo hago muchas
me lo ordena
Padre Espiritual.
Anoche me dijo Conejo que por qu me arrodillaba
en los trnsitos y besaba el suelo, lo que le pareca
una majadera. Yo no supe explicar por qu lo haca, y me dijo que me iba prohibir que confesara
y comulgara. Virgen ma yo no s qu pensar ni
qu hacer! T eres guapa y buena...
Ayer, el pap de Pelayo lo sac del colegio. Un
da vi Marujina, su hermana; cmo me gusta...
se apiade de
el
A.
M. D. G.
249
Marzo.
Solo.
loco.
alegras?
Pues, s, seor; me alegr, y no sent remordimiento por haber matado Teodora, que yo fui
quien la mat. Pero despus, sin saber cmo, me
te
sent
muy
solo,
muy
solo;
mi madre;
la
ma.
ten piedad de m!
Y cmo
Que
el
fuese
Hurfana.
triste
ha
sido
vendaval sec
mi fortuna
la flor,
250
Marzo.
La eslampa y la lenteja.
Yo tengo una estampa alemana de
de
Benziger,
la litografa
A. M. D. C.
251
Abril.
farsantes.
Abril.
La bandera
misteriosa.
qu
252
Mayo.
EL
grillo.
Anoche
Quin
lo
verano...!
gusta
ms
el
prado- liso
Mayo.
La tuna de Coimbra.
Hoy nos ha dado un concierto
la
tuna de Coimbra.
Voy hacer el examen de conciencia para confesarme, que maana es primer viernes de mes.
MANU
FORTI
El Padre
Mur
256
agilidad de
viese salvo de la
odo de su vecino en la
fila:
el
rubio...
cana-
y descoyuntarse,
remedando al artista del pandero, y con los ojos
pendientes de Mur, en previsin de que se pudiera
rio!
volver de pronto.
Arrodllate!
Bertuco obedeci.
A.
25?
M. D. G.
cruz con
la
lengua en
el
sue-
Primeramente, desde aqu hasla aqu. Sealaba con el pie una extensin como de tres palmos.
Bertuco permaneci inmvil. Sus ojitos azules
parecan de acero, bruido en la piedra de ailar.
Los tiernos espectadores estaban consternados.
A la una! A las dos...! A las tres! V di
al nio vehemente puetazo en ta nuca, con intenlo.
Por
258
al suelo.
ojos,
ba
el
anublndolos. Dentro del pecho experimentafuror de una garra que le rebaase las en-
traas.
volvi
el
sentido.
Lvate
die
bien esas narices. Cuidado con que naentienda nada de esto, porque te arranco el
tienes,
canalla.
Hoy no
te
confie-
porque eres un sacrilego, ni cenas. Te pondrs en el centro del refectorio, en donde todos
vean tu cara maldita de criminal, y no probars
bocado hasta que me repitas de memoria la elega
triste de Ovidio. Por la noche, no cerrars la puerta de la camarilla; te pones de rodillas en el umbral
hasta que yo vaya. Ea! Ya ests listo. Al estudio.
A la hora de la cena, convergiendo l las misas,
A.
259
M. D. G.
Cum
imago
Aunque
el
la frente le
Bregaba an Bertuco, antes de conciliar un reposado sueo, entre la vigilia y un sopor plmbeo,
2C0
A. M. D. G.
2C1
Conejo.
El caso era alarmante. Temerosos de la nesciencia del enfermero, los
al
del lecho.
la postre
qued postrado,
inerte.
Ya
muro y
cloral.
un momento,
y,
el
caso de
milia
para sacudirme
de
encima responsabilida-
262
des
y al sacudir, acordadamente, la cabeza, ondulaban las patillas, espolvoreadas de rap que le
haba ofrecido Conejo.
As que don Alberto recibi la carta con las tristes nuevas del mal de su sobrino, emprendi la
marcha acompandose de Trelles, un mdico joven, inteligente y clerfobo furibundo. Llegaron
Regium en el tren de la tarde; la media hora estaban en el colegio. Encontraron Bertuco animoso y sonriente; viendo su to se sorprendi. Co;
nejo dijo:
un
al
la
la
la causa, porque l no dice nada. Ha sido un ataque nervioso muy violento. Sin duda, como estn
prximos los exmenes, el estudio excesivo...
Podr salir del colegio para reponerse? Lo en-
cuentro
muy
plido y flacucho.
su
to.
Supongo
;Oh!
Inconveniente?
Ninguno.
Pero,
para
qu?
nos quedaremos.
Como usted determine.
S,
En estando
muchacho
no confes nada.
A.
263
M. D. G.
muy
y apenas per-
lenta
los
exclam
Trelles, Trelles, que se nos muere!
don Alberto, con la faz desencajada.
No hay tiempo que perder... Frtele fuerte con
el puo sobre el corazn, en tanto yo busco ese
Grit
la puerta:
demonios!
Qu quiere, pues?
Eter, hay ter?
idiota de enfermero.
ro,
enfermero de
Enferme-
los
Ya, ya hay.
.De prisa, papanatas. Y
Ave
hubo
salido
el
Bertuco,
da.
No
lo
lego:
ti
te
paliza tremen-
el
cuerpo magullado.
No, no; sera cuando me ca en la clase. Dicen
que me daba golpes contra las patas de la mesa.
Hasta las once fueron llegando Padres, de vez
en vez, que suban interesarse por la salud de
Bertuco. El Padre Atienza, gran amigo de don Alberto por haber sido compaero de niez en el colegio de Ordua, subi el ltimo. Los dos hombres
se abrazaron con mucha cordialidad.
Voto al chpiro! Entonces, qu? Te llevas
ai nio?
Maana, como no ordene otra cosa el amigo
Trelles.
No
Podremos marchar?
hay inconveniente.
2G4
No le parece
che desde aqu?
Lo apruebo.
Una pausa.
Oye, Alberto; voy
to,
ir
en co-
una cosa en
secre-
a.
6,
decirte
regorgojo.
lo
Que
Y
me voy con
vosotros.
eso?
Alberto solt
la
carcajada.
leche,
Jerez
la
bizcochos,
restituyndole
de
esta
la
maana
siguiente,
el
Si
no se baja alguno,
los caballos
no suben!
En
A. M. D. 6.
265
ms
En
nidos brotaban
las
No conozco
si
las estrellas,
la exquisita, delicada, fina curva de la luna nueva en
[primavera.
266
De raz!
paa de Jess?
A. M. D. G.
Pontevedra.
Balias Caldas de Reyes, Octubre 1910.
POSTDATA
Al Sr. D. Enrique Amado.
Querido Enrique:
Este pobre libro mo, que sale al mundo con la
arriscada pretensin de mejorarlo un poco, sera
incompleto si tu nombre y el recuerdo de tu amistad, que tan obligado me tiene, no aparecieran asociados l. Gracias ti se escribi. Si yo mereciera
reconocimiento de los hombres de buena voluntad,
ti se te debe en igual medida que m. T me
diste afecto leal y raro en que me apoyara y me
proporcionaste asilo adecuado en donde realizara
mi obra. Nunca olvidar la rstica y repuesta casita en donde convivimos; la paz aldeana de que me
rodeaste, que tan grande bien me hizo. Aquietan-
tes robledas,
intencin ni de tu diligencia.
Te abrazo,
Ramn.
En Madrid, Noviembre
1910.
NDICE
Pginas
Dedicatoria
Ab
urbe condita
Iuanuis clausis
7
21
A maximis ad mnima
Consejo de pastores
Pedagoga laxa.-Rara a vis
La pedagoga de Conejo
Mr, pedagogo
Vive memor lethi
135
Amari
ir>5
aliquid
43
97
103
1
15
123
El libro de Ruth
175
205
Acta
219
est fbula
Mirabile visu
239
hortus siccus
2-15
Manu
253
forti
Postdata
2C7