Gonzalez Wagner Carlos - El Proximo Oriente Antiguo (Vol I)
Gonzalez Wagner Carlos - El Proximo Oriente Antiguo (Vol I)
Gonzalez Wagner Carlos - El Proximo Oriente Antiguo (Vol I)
Carlos Gonzlez-Wagner
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Consejo Editor:
Director de la coleccin: Domingo Plcido Surez
Coordinadores:
Prehistoria: Manuel Fernndez-Miranda
Historia Antigua: Jaim e Alvar Ezquerra
Historia Medieval: JavierFaciLacasta
Historia Moderna: M. Victoria Lpez-Cordn
Historia Contempornea: Elena Hernndez Sandoica
Carlos G. Wagner
EDITORIAL
SINTESIS
Indice
In trod u ccin .............................................................................................. .
1. El Prximo C riante Antiguo en el espacio y el tiem p o ....
1. L. Geografa del Prximo Orlente Antiguo...............................
1.1.1. Pases, regiones y climas............................................
1.1.2. Recursos naturales y comunicaciones
1.2. La poblacin del Prximo Oriente Antiguo.........................
1.2.1. Pueblos y lenguas
1.2.2. El dimorfismo nmadas/sedentarios
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InlroduGGii]
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II Prximo Orlenle M l p p
sn si espacio 5 si liem p
rido del todo, como tambin es muy tpico del Prximo Oriente, impon
dr condiciones adversas al desarrollo de la vida urbana, que se basaba
esencialmente en la obtencin de un importante excedente agrcola, pero no
determina previamente una forma especfica de adaptacin.
Pero el medioambiente resulta tambin afectado y transformado en ma
yor o menor medida por las actividades humanas, de acuerdo a la capa
cidad tecnolgica, la magnitud demogrfica o la intensidad productiva. Tal
transformacin tiene un doble efecto, pues es a la vez positiva y negativa.
Positiva en cuanto asegura la subsistencia de las gentes que en l residen
y de l se alimentan. Negativa en tanto que puede llegar a dejar de ali
mentarles, si no totalmente, al menos de forma adecuada, como conse
cuencia precisamente del impacto productivo y sus secuelas: agotamiento
de recursos, salinizacin, contaminacin. Esta interaccin se produjo ya en
una poca muy remota y es incluso probable que los cazadores-recolectores anteriores a las aldeas agrcolas del Neoltico, con la modificacin de
los paisajes que aquellas supusieron, emplearan tcnicas rudimentarias
para irrigar extensiones localizadas de vegetales que luego constituiran
su alimento. Pero esta interaccin no se produce de forma mecnica ni
mediante adaptaciones de ndole biolgica, sino que se desarrolla de ma
nera dinmica y contradictoria en el seno de las relaciones que los se
res humanos establecen entre ellos para producir y asegurarse su exis
tencia.
Puesto que tales relaciones se desarrollan en el tiempo y en lugares
concretos, que son espacios fsicos y geogrficos, la geografa histrica y
la periodizacin cronolgica constituyen, por consiguiente, los dos instru
mentos bsicos para poder aproximarse a cualquier tipo de anlisis y co
nocimiento histrico. Debemos familiarizamos, pues, con la geografa histri
ca de las sociedades que pretendemos estudiar, al mismo tiempo que debe
mos ser capaces de situar su evolucin en los diversos perodos histricos.
1.1. G eografa del Prxim o O riente Antiguo
Unidad y variedad, motivada por la diversidad ecolgica, puede cons
tituir una definicin adecuada para abordar una aproximacin a la geo
grafa del Prximo Oriente Antiguo. Variedad que viene dada por la mis
ma diversidad del relieve, del clima, de la distribucin de la red fluvial y
las materias primas, pudindose distinguir diversas regiones con sus ca
ractersticas propias, determinadas por factores topogrficos, climticos,
orogrficos, hidrogrficos. Esta variedad regional se manifiesta en la exis
tencia de mbitos geogrficos diferenciados, como son: la pennsula de
Anatolia con su topografa compleja y la meseta central que la caracteriza,
la gran cuenca fluvial integrada por la llanura de Mesopotamia que des
ciende hasta la costa del Golfo Prsico, la altiplanicie de Irn, la franja lito
ral mediterrnea frente a la cual emerge la isla de Chipre y los desiertos
de Arabia y de Lut. A ello debemos sumar las llamadas zonas de transicin
que se localizan entre unos y otros, cadenas montaosas y zonas ridas y
semiridas, como son las montaas que se extienden entre el SE de Anatolia y el NO de Mesopotamia, los montes Tauro, las montaas de la regin
de Armenia (monte Ararat) en relativa vecindad con el Cucaso y la regin
de los grandes lagos (Sevan, Urmia y Van), lugares donde nacen precisa
mente los dos grandes ros, Tigris y Eufrates (si bin ste un tanto ms ha
cia el oeste) que confieren su identidad topogrfica a la amplia llanura de
Mesopotamia. Descendiendo hacia el SE se ubican los montes Zagros que
se extienden sobre el Kurdistn, el Luristn y el Kuzistn, y separan Meso
potamia de la altiplanicie iran. Ms all de sta el desierto seala otra vez
la separacin entre Irn y las montaas de Afganistn y el valle del Indo.
En el otro extremo, la estepa y el desierto de Siria marcan la transicin en
tre la llanura aluvial mesopotmica y la franja costera mediterrnea, que se
extiende desde la costa sur de Anatolia hasta la Pennsula del Sina, en con
tacto con Egipto, cruzada de N a S en su parte central por los montes L
bano.
En un ambiente geogrfico tan diverso, con una acentuada variedad de
relieve y tipos de terreno, de precipitaciones y de clima, de vegetacin y
habitabilidad;Jajmidad viene dada por tratarse todo l de un rea no muy
grande, de unos 2.000 km2, y compacta; relativamente circunscrita por li
mites externos. Unos, definidos y precisos, como el Mediterrneo al oeste
y el Mar Negro al noroeste; otros algo ms difusos pero profundos (zonas
de transicin), como el Cucaso y las estepas centro-asiticas al norte y el
desierto arbigo al sur. Los ltimos, en fin, ms abiertos, al este, como las
regiones que se extienden desde la altiplanicie irania y el Golfo Prsico.
Un factor interno confiere tambin unidad al Prximo Oriente. La gran
cuenca fluvial formada por el Tigris y el Eufrates en su recorrido por la lla
nura de Mesopotamia sirve de enlace central a las restantes regiones que
se disponen en su periferia, facilitando las comunicaciones entre ambas
por su accesibilidad topogrfica, su relieve ms uniforme y menos acci
dentado y, sobre todo, por la presencia de los dos grandes ros, y sus
afluentes principales, cuyos cauces y las zonas llanas que recorren se con
virtieron desde muy pronto en importantsimas arterias que facilitaban el
desplazamiento de gentes y objetos de unos lugares a otros.
1.1.1. Pases, regiones y clima
Esta misma diversidad se reproduce en muchas ocasiones en el inte
rior de cada una de las zonas y regiones geogrficas. Asi, en Mesopota-
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P o n to
F ig ., 1 . 1 . El Prximo Oriente
1 .2 .1 . P u e b lo s y le n g u a s
(aosos situados hacia el este. Desde all los sumerios habran penetrado
en la llanura mesopotmica hacia el 4500, segn linos, o en tomo al 3500
en opinin de otros. Pero los sumerios no constituan un grupo racial es
pecfico, por el contrario tenan crneos braquicfalos o dolicocfalos, por
lo que podan ser mezcla de tipos alpinos y mediterrneos, atestiguados
por igual en el Prximo Oriente Antiguo. En cualquier caso tampoco tienen
que proceder necesariamente de algn lugar que no fuera la regin que
habitaron en tiempos histricos o alguna otra zona prxima. La idea de
que, al fin y al cabo, los sumerios podan ser pobladores autctonos, re
forzada por los paisajes de sus mitos, que no son otros que los que"carac
terizan el sur mesopotmico, cuenta cada vez con mayor nmero de adep
tos (Roux: 1987, 95 ss., Liverani: 1988, 168 ss.).
Los kasitas resultan ser uno de los pueblos ms misteriosos que llega
ron a habitar en Mesopotamia. Hablaban una lengua que no era semtica
ni indoeuropea y que no tena conexin, por otra parte, con el sumerio, el
hurrita o cualquiera de las otras lenguas del Prximo Oriente Antiguo. Se
desconoce con exactitud su lugar de origen, que en algunas ocasiones se
pretende situar en el sudoeste de Irn. A diferencia de los indoeuropeos,
los kasitas asentados en Mesopotamia, en donde llegaron a establecer un
reino floreciente, perdieron en gran parte su lengua y cultura originarias,
resultando asimilados por la civilizacin de las gentes y la cultura del pas
que ocuparon.
Entre los pueblos que llegaron al Prximo Oriente durante la Antige
dad desde alguna otra regin figuran principalmente los'idoeuropeos'Psi
bien algunas teoras recientes pretenden hacerlos originarios del Zagros
meridional o de la misma Anatolia. Los indoeuropeos, venidos desde las
estepas de la Europa sudorienta], penetraron en el Prximo Oriente en dis
tintos momentos y de formas diversas. Los primeros en llegar parecen ha
ber sido los hititas, vocablo que engloba varias familias afines como los luvitas, nesitas y palaitas, que conforme a les documentos asirios encontra
mos ya instalados en Anatolia en el curso del siglo xx a. C. Parece que los
luvitas irrumpieron violentamente desde los Balcanes en el Asia Menor en
tomo al 2200, causando en gran medida la destruccin de las culturas lo
cales, mientras que los otros dos grupos llegaran, desde el Este y por el
Cucaso, dos o tres siglos ms tarde y de forma ms pacfica, asentndo
se en la parte oriental y en la altiplanicie central respectivamente. Hacia el
1900, y procedentes probablemente de las riberas del Volga, los indoarios
rodeaban el Mar Caspio por el norte y el este y se establecanal sur del
mismo, en la llanura de Gurgn. Desde all, basndonos en algunos indi
cios arqueolgicos que permiten seguirles la pista, se habran separado
en dos grupos que siguieron direcciones opuestas. El occidental entrara
finalmente en contacto con los hurritas, mientras que el oriental alcanzara
finalmente el valle del Indo.
trabajo y tropas militares extras para sus campaas. Se trata, por supues
to, de una simplificacin de fenmenos mucho ms complejos, pero que
sirve para ilustrar lo que decimos. En tiempos de crisis, y bajo condicio
nes especialmente duras, no fue raro que los habitantes de las ciudades,
sobre todo aquellos ms desprotegidos social y econmicamente, aban
donaran el entorno urbano, tradicionalmente considerado como protec
tor, para integrarse en el mbito de la vida nmada en espacios abiertos
y fuera del control de los palacios. Como tambin veremos, la urbaniza
cin no constituy tampoco unjenmeno irreversible y as lugares que ha
ban conocido un temprano auge urbano experimentaron ms tarde una
transformacin que supuso el Teffamierito e incluso la desaparicin de
muchas ciudades, quedando sus'territorios a merced de grupos de pasto
res nmadas que los recorran. En general, tal cosa ocurri en las zonas
de paso entre la llanura agrcola y las estepas semiridas, como el interior
de Siria o la Transjordania, y fue debido bien a pequeas oscilaciones cli
mticas que produjeron una disminucin de las precipitaciones pluviales
o a una sobreexplotacin agrcola forzada por las propias condiciones am
bientales que termin por hacer descender los rendimientos de forma im
portante. Otras veces eran los nmadas quienes, impelidos por la necesi
dad propia de una situacin de crisis, que en muchos casos estaba origi
nada por la depredacin de los sedentarios sobre sus tierras, en las que
las gentes de las ciudades buscaban metales u otras materias primas, se
ponan en marcha avanzando hacia las zonas urbanas. Se producan en
tonces migraciones de mayor o menor virulencia, percibidas por los se
dentarios como autnticas invasiones, y con resultados diversos. La pre
sin de los nmadas en marcha poda ser resistida, e incluso rechazada
con xito, si el sistema de vida de las ciudades gozaba de buena salud. Pe
ro si aquellas se encontraban en crisis o decadencia, agobiadas por pro
blemas internos, la presin de los nmadas poda desbordar finalmente to
das las contenciones e irrumpir en el territorio de los aterrorizados habi
tantes de las zonas urbanas. Una vez all podan ser rechazados al cabo del
tiempo, como ocurrira con algunos, como los gutebs del Zaqhasthan tras
un corto perodo de dominacin de parte de Mesopotamia, o resultar asi
milados por la civilizacin sedentaria, abandonando paulatinamente sus
costumbres y adquiriendo las de aquellos a los que haban invadido, lo
que hicieron ms tarde buena parte de los amontas; o tambin persistir en
sus formas de vida tradicionales, creando amplios espacios al margen del
control de las ciudades pero insertos entre ellas, que fue finalmente el caso
de los arameos. '
1.2.3. La evolucin demogrfica
Si bien la falta de datos no permite una aproximacin rigurosa a la evo
lucin demogrfica en el Prximo Oriente Antiguo, si es posible en cam
bio establecer una serie de premisas bsicas que nos ayudarn a carac
terizar globalmente la situacin, tanto desde una perspectiva sincrnico
como en diacronia. En general, se advierten dos lineas distintas de evolu
cin demogrfica, una de desarrollo lento, propia de los ambientes rura
les y las comunidades agrcolas, y la otra, de desarroll rpido, caracte
rstica de los centros urbanos. La primera resulta por lo cpmn ms esta
ble, mientras que la segunda suele ser afectada por crisis estructurales c
de crecimiento que parecen darse con una periodicidad de aspecto un
tanto cclico.
Los factores que condicionaban la evolucin demogrfica gran por lo
dems de muy diversa ndole, y entre los mismos destacaban por su im
portancia la propia capacidad de sustentacin del medio, que estaba a su
vez en relacin con el grado de eficacia tecnolgica, los modos sociales
de organizacin productiva, y el nivel de deterioro medioambiental (defo
restacin. salinizacin), asi como la corta duracin media de la vida, que
se cifraba en unos 30/35 aos, las guerras y las migraciones. Todo ello nc
debe hacemos albergar la imagen de un Prximo Oriente infrapoblado,
aunque si es cierto que la poblacin se concentraba de forma preferente
en las zonas urbanas, permaneciendo amplios espacios semivacos y con
por una densidad de poblacin muy baja, sobre todo en las zonas semiridas recorridas por los pastores nmadas y en las montaas, sino que por
el contrario hubo momentos en que la presin demogrfica lleg a actuar
como un factor de considerable incidencia que necesitaba ser regulada de
alguna forma, como se aprecia en algunos mitos mesopotmicos en los
que la elite sacerdotal pone en boca de los dioses las consecuencias de
sastrosas de una superpoblacin y las medidas necesarias para evitarlas
(Kilmer: 1972) Tambin hubo, por supuesto, coyunturas histricas en que
la despoblacin se presentaba como el factor dominante. El final de la
Edad dej Bronce fue uno de esos periodos, caracterizado por la calda del
crecimiento demogrfico y la despoblacin. Las crisis econmicas y pol
ticas, las hambruiiasrpidemias y guerras incesantes constituyeron casi
siempre el teln de fondo. Demografa y ecologa (capacidad de sustenta
cin del medioambiente) nunca se ajustan mecnicamente sino a travs de
las realidades socio-culturales elaboradas por los seres humanos. La ex
plotacin el acceso desigual a los recursos y a las oportunidades bsicas
de subsistencia, la pobreza y la servidumbre constituyen otros tantos ele
mentos que han de ser tenidos en cuenta
1.2.4. La falsa ecuacin etnia igual a cultura
Rstanos por realizar una ltima advertencia relacionada con la diver
sidad de pueblos que vivieron en el Prximo Oriente Antiguo. La conside
racin de que la etnia es de por si creadora y portadora de cultura, que la
cultura tiene por tanto un origen tnico ms que social, siendo la sociedad
tambin una creacin de la etnia, entendida sta en un sentido racial, ade
ms de inducir a peligrosas y absurdas concepciones de la Historia, no
posee fundamento cientfico alguno. La identificacin de los grupos cultu
rales con supuestas realidades tnicas y lingsticas, y la consideracin de
estas ltimas como grupos creadores y portadores de la cultura reposa so
bre una base enteramente ficticia. La lengua, aunque constituye sin duda
uno de los principales elementos de la autoconciencia colectiva de un pue
blo y una de sus ms importantes herramientas y vehculo de cultura, es
as mismo un elemento cultural y por consiguiente mucho ms mvil que
el elemento gentico-antropolgico, actuando dicha movilidad en el tiem
po (mutabilidad diacrnica) y en el espacio (difusin lingistica). Muchas
de las supuestas expansiones tnicas que tuvieron lugar en el Prximo
Oriente Antiguo fueron probablemente fenmenos de difusin lingstica,
dentro de interacciones complejas que se produjeron en el mbito de la
aculturacin, consecuencia sobre todo de la variedad cultural y su interrelacin.
An en los casos en que la expansin tnica est constatada, por ejem
plo mediante el fenmeno de la migracin, otros factores terminaron por
imponerse sobre el componente gentico-antropolgico. As, los hititas tu
vieron que establecerse en Anatolia para desarrollar una forma compleja
de cultura que por el contrario se ha supuesto muchas veces habran por
tado desde siempre asociada a sus caractersticas tnicas. Por qu no la
desarrollaron pues previamente?. Otro tanto puede afirmarse de los me
dos y persas, pastores seminmadas durante milenios y que en un lapso
relativamente breve adoptaron las formas de la civilizacin urbana del
Prximo Oriente. Qu papel jugaba entonces en todo ello su adscripcin
tnica a la familia indoeuropea? Los mismos kasitas resultaron finalmente
asimilados en un grado elevado por la cultura mesopotmica, represen
tando otro ejemplo significativo. La misma diferenciacin y autoconciencia
de los hebreos a partir de un momento histrico dado, constituy un fen
meno cultural, la expresin de un nacionalismo religioso exacerbado en
unas gentes que compartan la misma base gentico-antropolgicas que
las restantes poblaciones cananeas.
Por otra parte, el grado de aculturacin y mezcla de gentes de origen
diverso debi de ser significativo desde un principio. En la baja Mesopo
tamia sumerios, semitas y otras gentes vivan en estrecha vecindad y co
laboracin, lo que tambin puede decirse de los hititas respecto a la po
blacin hatti de Anatolia. No hay forma de saber si un individuo que lleva
ba un nombre sumerio no hubiera sido de origen semita y a la inversa,
pues las uniones entre ambos pudieron ser frecuentes. Cuando desde co
mienzos del segundo milenio la poblacin sumeria desaparece, su eclipse
no constituye tanto un fenmeno de tipo tnico como cultural. Aquella gen
3000 al 1100 a.
3000 al 2000 a.
2000 al 1650 a.
1650 al 1150 a.
1100 al 330 a. C.
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1 NsoJllso: desarrollo de 3a
itia aldeana y 3a diversilicaGln
de las aelividades pmtluGljvas
37
Neoltico fina/Calcoltico:
d el 15.000 al 10.000
d el 10.000 ai 8.500
Campamentos de cazadores/
recolectores. Sedentarizacin.
Primeros ensayos agrcolas
d el 8.500 al 6.000
Primeras aldeas. Enterramientos
bajo las viviendas Economa mixta
caza-recoleccin/agricultura
del 6.000 al 4.500
Cermica.
Silos.
Necrpolis.
Irrigacin a pequea escala.
Excedentes agrcolas.
Artesanas.
desde el 4.500
Elites. Especializacin
econmica y funcional. Urbanizacin
F ig . 2 .2 . El Neoltico
racterizaban. De escasa significacin en las poblaciones de cazdores-recolectores nmadas (Steward: 1968, 333 ss.), en algunos casos parece que
ya se encontraba presente entre los cazadores-recolectores de vida se
dentaria, y su base se establece en la disputade territorios y sus recursos
o en el rapto de mujeres cuando estas son escasas. En este sentido las pri
meras aldeas agrcolas del Levante albergaban, con su tamao mucho ma
yor, una poblacin ms numerosa que los pequeos asentamientos de los
Zagros, lo que constituye una significativa diferencia. Tal vez por ello te
nemos las primeras pruebas arqueolgicas de la existencia de la guerra
en el neoltico inicial de Palestina. La cermica, por el contrario, no co
menz a producirse hasta aproximadamente un milenio despus, mientras
"que los datos que ilustran la aparicin de prcticas religiosas vinculadas al
culto a los ancestros y a la fertilidad se remontan asimismo a las primeras
aldeas agrcolas del Levante y Anatolia, siendo las manifestaciones reco
nocibles de la ideologa sexista un tanto posteriores.
La cerm ica y otros progresos tcnicos
El descubrimiento de la cermica, de gran importancia en una econo
ma que cada vez se basaba ms en la produccin domstica de los re
cursos, al favorecer muy eficazmente el transporte y la conservacin de
los alimentos, constituy una nueva e importante conquista del progreso
tcnico, y en este sentido no fue tampoco un invento singular atribuble
a la genialidad de algunas gentes neolticas, sino por el contrario el resul
tado final de toda una serie de experimentos e innovaciones inducidas por
las condiciones imperantes. En este sentido lo que diferencia realmente a
un agricultor sedentario de/un cazador-recolector nmada es que el pri
mero, a diferencia del segundo'qiie'btiene su comida en el momento que
la necesita, hace frent a sus necesidades de subsistencia conservando los
alimentos, que ha recogido estaciomente, durante largos periodos de
tiempo. La bsqueda de tcnicas de preservacin de stos frente a las
agresiones medioambientales (roedores, insectos, etc) cobrar por tanto
una creciente importancia. As, un tipo de vajilla no cocida se utiliz antes
'que la cermica durante el Neoltico precermico(B en Palestina. Se trataba
de vasijas hechas de un mortero elaborado con cal y cenizas de hierbas
salobres que endureca com oun cemento y con~"que se podan fabricar
>grandes cuencos de gruesas paredes. Cuencos de piedra finamente tra
bajados fueron utilizados en algunas aldeas del pidemonte de los Zagros,
como Jarmo, y la arcilla modelada, pero no cocida, para la fabricacin de
objetos funcionales y figurativos precedi a la aparicin de la cermica,
como sucedi por ejemplo en Cayn. Las cermicas ms antiguas se do
cumentan en los asentamientos iranios (Ganj Dareh) tratndose de una va
44
los en pautas de conducta agresiva, que mujeres. El infanticidio preferencial (directo o por negligencia) constituy seguramente el instrumento ms
adecuado para ello, de acuerdo a lo observado en otras sociedades con
un nivel de evolucin socio-cultural semejante. El nfasis puesto en la
crianza de varones y su educacin para la guerra, que era recompensada
con el aplauso social y ventajas materiales concrgtas, como una menor
carga en las labores productivas, o el acceso privilegiado a las mujeres en
edad nubil, subordin decisivamente la posicin de aquellas. Las mujeres,
cuyo nmero se haca proporcionalmente ms reducido que el de los va
rones, fueron empleadas como recompensa sexual de los guerreros agre
sivos y victoriosos, con lo que stos podan obtener ms de una esposa
que trabajara para ellos. Asi pues, la regulacin demogrfica no actuaba
por el nmero de vctimas en combate, que no era importante, sino a tra
vs de la disminucin del nmero de mujeres frtiles, que define en cual
quier lugar la capacidad reproductiva de una comunidad. Por otra parte,
se favoreca la produccin establecida segn criterios sexistas, pues es sa
bido (Martin y Voorhies: 1978; 249 ss.) que en ambientes donde hubo bas
tante competencia por la obtencin de recursos, y los conflictos entre
aldeas eran frecuentes, resultaba ms prctica la concentracin espacial
de los varones emparentados (patrilocaiidad). En tales circunstancias la
poligamia result'ba'eficaz al permitir a"5h varn poner a trabajar a varias
mujeres en la produccin de alimentos y de hijos (contrariamente a lo que
suceda en las comunidades instaladas en zonas en las que la tierra culti
vable era abundante, organizadas a menudo en tomo a conglomerados lo
calizados de mujeres emparentadas). Ello reduca an ms el nmero de
mujeres disponibles reforzando la conducta agresiva de los varones ms
jvenes en sus espectativas por obtenerlas. Se poda conseguir una mujer
mediante su rapto, que con frecuencia daba lugar a luchas entre comuni
dades, y que contribuy eficazmente a su subordinacin frente a los varones
adultos, pues, como se ha dicho, el rapto contiene y resume en s todos los
elementos de la empresa de inferiorizacin de las mujeres y es el prelu
dio de todas las otras (MeiHassoux: 1977, 49), y si uno era un guerrero po
deroso, poda comprarlas mediante la intermediacin de"los ancianos.
Como vemosTIi vida de las aldeas agrcols iolticas estaba regida en
gran medida por la tensin existente entre la necesidad de poseer un ma
yor nmero de mujeres, a fin de aumentar la productividad y el nmero de
varones en disposici de combatir, y la de regular el crecimiento de la
poblacin ante los obstculos reales (tcnicos y ambientales) para lograr
mayores cosechas con una agricultura de cereal de secano e instrumentos
de trabajo elaborados en piedra, madera y hueso. Dependiendo de qu
circunstancias imperasen en cada momento y en cada lugar, la tendencia
poda fluctuar en un sentido u otro, favoreciendo el mantenimiento de una
mayor poblacin femenina o reducindola mediante el infanticidio prefe48
60
I] u r a n i s m o y 81 naGimisnlo
de la G]vi3i2aG3n y el Esldo
62 .
/V
nes. Sin embargo, los mecanismos de coercin y los factores que los ha
bran hecho posibles an no habran aparecido, por lo que no se puede
hablar propiamente de la existencia de un poder poltico, sino de una au
toridad social personificada en un jefe con legitimacin divina, cuya posi
cin centril'emben ltimo trmin~cll'prestigio y de papel ejemplificador que asumieron las elites.
La cultura de Eridu, alcanz una expansin y desarrollo ms amplios
durante la fase llamada1de Haji Mohammed o tambin de El Obeid 2
(5000-4500), en que se difunde desde el sur (Eridu, Ur, Warka) hasta la zo
na de Kish (Ras el-Amiya) sobre el Eufrates, y cruzando el Tigris hasta al
canzar la de Choga Mami, abarcando por consiguiente toda la llanura alu
vial, con penetraciones tambin en el Khuzistn. Sobre esta base se va a
desarrollar desde mediados del V milenio la secuencia caracterstica de
El-Obeid, sin ruptura manifiesta con la anterior y con tantos elementos de
continuidad (asentamientos, cermicas...) que muchos prefieren conside
rar a ambas como distintos perodos de un mismo contexto cultural. Por
esta razn los precedentes periodos de Eridu y Haji Mohammed se han
denominado tambin El Obeid 1 y 2. Se produjo entonces, durante El
Obeid 3 temprano (4500-4000) una sistematizacin de los recursos agrohidaiicos que supuso la excavacin de canales, con lo que se consegua
ampliar el rea cultivable, llevando e agua a tierras ridas, as como el
drenaje de las zonas pantanosas del delta. Junto con la aparicin delarado
a traccin animl, la sistematizacin hidrulica implic a partir de entonces
una trasformacin tal de la base productiva agrcola, como para posibilitar
la consecucin de cantidades de excedentes no logrados anteriormente
en ninguna otra parte. La aparicfn dejces d terracota en gran nmero
nos habla de un mayor tamao de las cosechas que exiga, junto a una mayor
inversin de fuerza de trabajo, una produccin abundante de las herra
mientas destinadas a su recogida. Una cierta especializacin en la fabrica
cin de tales objetos, que parecen hechos en serie, puede advertirse^err
este caso. Los asentamientos de este periodo (Eridu, El-Obeid, Ur) se dis
pusieron a lo largo de los canales de riego, constituyendo centros agrco
las con una economa diversificada, en la que a la agricultura extensiva de
regado se sumaron la explotacin del ganado bovino y caprino, asi como
un cierto desarrollo de la arboricultura (palma datilera) y la horticultura, fa
vorecidas por la disposicin de agua de superficie en mayor abundancia.
Segn los vestigios rescatados, la pesca, parece haber alcanzado en algu
nos lugares, como el mismo Eridu, una considerable importancia.
La mayor productividad agrcola permiti un desarrollo socio-cultural
ms complejo que se manifiesta a partir del 4000 (El.Obeid 4 o tardo) en
la aparicinjie templos de dimensiones ya monumentales, si los conside
ramos en contraste con el resto de las edificaciones descubiertas, cuya si
lueta dominar desde entonces la topografa de los asentamientos, a los
que podemos considerar ya como protourbanos. El templo se sita a par68
' escala debieron haberse desarrollado, estimulndose mutuamente (retroalimentndose), de forma paralela (Redman: 1990, 287).
Es necesario precisar, no obstante, que la intensificacin de la produc
cin, que requera una inversin extra de trabajo, no era tanto consecuen
cia de las condiciones medioambientales o demogrficas, cuanto del inte
rs de las lites-.por acumular mayores cantidades de riquezas. No fue la
presin dmogrfica sino el afn de lujo, prestigio y poder de los grupos
sociales dominantes, lo que impuls primero mediante la redistribucin
asimtrica ritualizada y luego mediante la tributacin directa, el aumento
de la produccin, con la consecucin de excedentes cada vez mayores,
por parte de los campesinos. De otro modo, disponiendo de tecnologa
ms eficaz, la gente sencillamente trabaja menos. Lo que origina el exce
dente es la fuerza coactiva de una autoridad o las exigencias de los ritua
les complejos controlados por sta. Siendo esto as, el crecimiento de la
poblacin debe considerarse unresultado y no una causa de la evolucin
socio-cultural en el Prximo Oriente (Fannery: 1972, 24 ss.; Manzanilla:
' 1986, 227 ss.). A diferencia de Hassuna o Samarra, la posibilidad de dis
poner en la Mesopotamia meridional de un enorme potencial agrcola, pa
ra cuya adecuada explotacin era necesaria una especializacin. producti
va y funcional que termin diversificando de forma compleja a la sociedad,
constituy un factor que favoreci la posibilidad de encumbramiento
de las lites. Una vez iniciado el proceso, stas dispusieron de medios
cada vez ms eficaces para imponer su predominio al resto de la sociedad.
As, el aumento de la poblacin y de la complejidad socio-cultural pro
dujo un flujo creciente de informacin, en gran medida de carcter estra
tgico, al estar relacionada con la mejora y el mayor aprovechamiento de
las tcnicas productivas, que era preciso controlar. Si en las comunidades
aldeanas ms simples de pocas anteriores, el flujo de la informacin ne
cesaria para la vida social (distribucin de la tierra, organizacin de los
trabajos comunes, poca de siembra y recoleccin, diversidad de cose
chas de acuerdo a factores de fertilidad del suelo, etc) era regulado me
diante rituales y ceremoniales especficos, costeados con el excedente
que las mismas comunidades producan, en el nivel de complejidad sociocultural, de El-Obeid, con poblaciones mayores, oficios ms desarrollados
e intercambio ms intenso, las lites hereditarias asumieron tal funcin, en
parte porque haban monopolizado la celebracin de los rituales comuni
tarios, y tambin porque la diversificacin social y la especializacin a
tiempo completo situaba a la poblacin campesina en una posicin muy
precaria, lo que no hacia sino acrecentar su subordinacin. Era el artesa
nado, y sobre todo la elite dirigente que regia la comunidad desde el tem
plo, la que se encontraba ms capacitada, debido a que no tena la nece
sidad de trabajar para conseguir su sustento, de cara a procesar y admi
nistrar toda la informacin disponible que era cada vez ms especfica y
..
71
75
vida en las ciudades. Podemos pensar que sin tales cambios previos en las
anteriores aldeas agrcolas la urbanizacin no se habra consumado. La
aparicin de las primeras ciudades no constituy slo un hecho fsico (re
organizacin del espacio del habitat, mejoras en las tcnicas productivas),
sino fundamentalmente econmico y. sociopoltico. Por ello el proceso de
urbanizacin se encuentra ntimamente ligado a la aparicin del Estado, un
organismo complejo capaz de asegurar la consolidacin y mantenimiento
de lo que tales cambios significaban: la aparicin de grupos sociales anta,gnicos (Claessen: 1984, 365).
El Estado, una forma centralizada y muy articulada de gobierno, surge
como corolario de la estratificacin socioeconmica y funcional. Implica
una gran complejidad socio-poltica, en contraste con formas de gobierno
ms simples y menos articuladas, como las jefaturas de las sociedades je
rarquizadas, y tiene como objetivos perpetuar el orden social, que es tan
to como decir las desigualdades sobre el que ste se alza. El Estado es
propio de una sociedad muy estratificada, con enorme diversidad interna,
y con pautas de residencia basadas en la especializacin de las ocupacio
nes y rioen las relaciones de consanguinidad o afinidad. En el Estado el
parentesco queda relegado por la territorialidad, y en l y por l se esta
blece el monopolio de la fuerza y la presencia generalizada de la ley que
emana, no de la costumbre o de la sancin social, sino de los gobernan
tes. En el Estado la economa deja de ser predominantemente domstica
para pasar a estar controlada en gran medida por una elite que disfruta de
acceso privilegiado a bienes y servicios, y de la cual se reclutan los altos
funcionarios.
El Estado surgi histricamente por ve2 primera en el seno de aquellas
sociedades complejas del Prximo Oriente, ubicadas en la Mesopotamia
meridional, que hemos estudiado en el apartado precedente. Esto nos per
mite diferenciar entre Estados prstinos (o primarios) y secundarios. Los
estados prstinos son aquellos que se han formado originariamente sobre
la base de sociedades complejas pre-existentes y por causas internas, sin
haber experimentado, por tanto, la interferencia exterior procedente de
otro entorno, culturalmente ms complejo, en su proceso de formacin.
Los estados secundarios, contrariamente, surgen como consecuencia de la
interferencia extema de un Estado ya constituido sobre una comunidad
aestatal. Lgicamente la mayora de los estados histricamente conocidos
surgieron en condiciones secundarias, siendo los prstinos tan slo unos
pocos de ellos, todo lo cual nos lleva a plantear la cuestin de las causas o
motores de los procesos de formacin de los primeros estados.
3.2.1. Las diversas teoras sobre la aparicin del Estado
Ya que los estados secundarios (los ms abundantes), como fueron por
ejemplo el remo Hitita, Asiria o Babilonia, se originaron como consecuen
79
cia de la accin (comercial, militar, etc) que ejercieron sobre ellos otros
estados que haban aparecido con anterioridad, resulta particularmente in
teresante aproximarse a los procesos de formacin de los Estados prsti
nos, a fin de establecer en lo posible las causas de su nacimiento. El tema
reviste, no obstante, una gran dificultad, ya que los procesos que causaron
la aparicin de los primeros estados son anteriores a la existencia de re
gistros histricos, por lo que se dispone slo de una exigua base arqueo
lgica de informacin, lo que, junto a discrepancias d~clnz ideolgico, ha
|dado lugar a diversas propuestas tericas. En cualquier caso, suele admi' tirse que los indicadores arqueolgicos que permiten reconocer la exis
tencia del Estado en un lugar y momento dados son la concentracin de la
poblacin en grandes centros urbanos junto con una jerarqua de los asen
tamientos, las diferencias de status y riqueza observadas en las necrpo
lis, una arquitectura monumental o colectiva que expresa la existencia de
relaciones de poder capaces de movilizar grandes cantidades de fuerza
de trabajo, una administracin pblica (sistemas de registros: sellos, es
critura), el comercio interregional y de larga distancia organizado desde
instancias centrales, sistemas de agricultura intensiva (irrigacin) a gran
escala, e instituciones religiosas centralizadas.
Entre las teoras que se han ocupado de la aparicin del Estado, desta
can en primer trmino dos posiciones claramente enfrentadas. Por un la
do, aquellas que lo conciben como un poderoso instrumento coercitivo en
manos de las elites dominantes, buscando su nacimiento en l existencia
de un conflicto social interno y por otro, las que, contrariamente, afirman
su origen como resultado de los beneficios en el plano socialX-organizativo que su presencia promueve, as como de su poder de integracin. Las
primeras afirman el papel coercitivo del Estado, cuyo objetivo no sera
; otro que el de defender los intereses de los grupos sociales dominantes
frente al resto de la poblacin, que ocupa una posicin subordinada. Las
segundas destacan, empero, el carcter benefactor y providencial del Es
tado subrayando su utilidad al servicio del bien comn. La aparicin del
Estado en un contexto de enfrentamiento de intereses de clases, originado
por la estratificacin social, fue defendida en su momento por Morgan, pa
dre de la antropologa moderna, y Engels; posteriormente por Childe en
muchos de sus numerosos trabajos, y en poca ms reciente por Fried
(1978), Harris (1978, 95 ss.) Friedman (1977, 230 ss.) o Diakonoff (1988, 2).
La posicin contraria, desacreditada durante mucho tiempo, ha encontra
do un nuevo defensor en Service (1985).
Un lugar intermedio entre ambas concepciones del Estado correspon
de a los modelos tericos que lo hacen nacer de un conflicto intrasocial y
externo, en el que la competencia entre grupos territoriales por la tierra y
la guerra de conquista se proponen como las principales causas que ori
ginaron las desigualdades y la estratificacin social. Con ello entramos de
80
1 tercer milenio:
de las ciudades-estado
a los primeros imperios
ricin de la servidumbre por deudas y los edictos de reforma, con los que
los diversos monarcas pretendieron paliar aquella situacin, apuntalando
el sistema para evitar su destruccin. No obstante, tales medidas, que con
la abrogacin temporal de las cargas fiscales mejoraban coyunturalmente
la situacin de los campesinos, no atajaban los problemas en su raiz, por
lo que, lejos de representar una solucin al deterioro creciente de las con
diciones de vida de muchos ciudadanos, necesitaron ser promulgados una
y otra vez, muestra evidente de su poca eficacia a medio plazo. En el cam
po muchas aldeas fueron sustituidas por explotaciones de campesinos
dependientes de los palacios o los templos, poltica que se acentuar con
el Imperio acadio, signo a la vez de la creciente centralizacin de la rique
za y del control sobre la produccin ejercido por las lites, asi como del
empeoramiento de la situacin de la poblacin campesina.
Aunque cierto funcionalismo mecanicista ha intentado ver en ste y los
siguientes periodos de la historia de Mesopotamia ciclos recurrentes de
centralizacin, expansin y eventual colapso, como resultado directo e
inevitable del desequilibrio en la distribucin de recursos entre la llanura
aluvial y su periferia, lo cierto es que, en realidad, las estructuras de aque
llas culturas permanecieron sustancialmente inalteradas a pesar de la aje
treada historia poltica que se inaugura con el Dinstico Arcaico, ya que lo que
se dirime en cada confrontacin no es una relacin nueva entre el pueblo y
sus gobernantes, sino slo quines sern aquellos y de qu medios se val
drn para mantener su situacin de privilegio (Alvar: 1992).
Las tendencias de fondo que caracterizaron aquel periodo, y en las que
se inscriben las luchas por la hegemona, la formacin de un poder regio
nal y las expediciones a la periferia, se plasmaron en la unificacin del
espacio econmico mesopotmico que, frente a una realidad poltica frag
mentada, constituir un acicate para la formacin de poderes territoriales
cada vez ms amplios y compactos. As, del reino urbano de dimensiones
cantonales, en frecuente conflicto con otros reinos rivales, se pasa al reino
de carcter hegemnico que controla algunas entidades polticas antes
independientes, para dar paso luego al primer imperio (Akkad) que unifi-.
ca en cierta medida los territorios recorridos por las rutas comerciales, el
cual sera reemplazado posteriormente por una estructura poltica territo
rialmente ms compacta (Ur III)
!'
4.1. L a Edad del Bronce Antiguo. Sum er y iLkkad:
gu erra, expansin y hegem ona
Hacia el 3000 las ciudades sumerias se encontraban repartidas en una
serie de territorios separados entre s por zonas vacas que, habiendo
individualizado previamente la identidad de cada formacin urbana,
fi
tomo a los dos polos polticos del poder en Sumer, que estaban encama
dos por las dos titulaturas de ms prestigio, En (gran sacerdote) de Uruk
y Lugal (rey) de Kish.
Durante mucho tiempo ha sido opinin corriente entre los estudiosos
considerar que fue sta la poca en cuyos comienzos habra que situar a
los semidioses y hroes (Enmerkar, Lugalbanda, Gilgamesh) de la litera
tura pica sumeria (Glassner: 1991, 200), que lograr su ms notable y
acabada expresin en el famoso Poema d e Gilgamesh, primera gran epo
peya de la Historia. De acuerdo con esta interpretacin, aquellos persona
jes heroicos serian, por lo tanto, ancestros ms o menos directos de los
posteriores reyes histricos, a los que ya conocemos por sus propias ins
cripciones (Roux: 1987, 138). A pesar de la crtica reciente sobre su histo
ricidad. parece en cambio plausible que tales mitos y leyendas recogieran
en gran medida el ambiente caracterstico de aquellos momentos, en lo
que concierne a la rivalidad entre las ciudades, al dimorfismo y oposicin
sedentarios/nmadas, algo propio desde entonces del mundo mesopotmico, as como a los problemas que planteaba el abastecimiento de mate
rias primas de los lejanos paises de la periferia (Liverani: 1988, 190).
A tenor de ello, el capitulo inicial de aquellas rivalidades estara mar
cado por el enfrentamiento entre Agga, hijo y descendiente de Mebaragesi de Kish, y el hroe pico Gilgamesh, al que se supone quinto rey de
Uruk, que result vencedor de la contienda. Quiz se podra pensar en una
primera hegemona de la ciudad de Kish, tras la recesin inicial de la antes
preeminente Uruk con que comienza el perodo, que fuera seguida luego
por un nuevo encumbramiento de aqueUa. Pero, como se ha dicho, haba
90
Umma, Adab, Uruk, Kazallu) y combatir tambin contra Elam, que result
sometido, aunque los reyes de Awan no fueron depuestos de su trono.
Durante todo este tiempo, la dinasta elamita luch por recuperar su inde
pendencia en un contexto de relaciones hostiles con el Imperio acadio.
Manishtusu dirigi tambin una expedicin martima a los pases limtrofes
del Mar inferior (Anshan y Shirikum) aliados de los elamitas, alcanzando la
montaa de la piedra negra (diorita de los montes de Omn) y la mon
taa de plata en el Irn meridional.
Con Naram-Sin (2254-2218), hijo y sucesor del anterior, el Imperio de
Akkad alcanz su mayor expansin. Sin embargo, al igual que sus prede
cesores, hubo de hacer frente a una sublevacin de las ciudades sumerias
(Uruk, Nippur, Kish, Eridu, Ur, Sippar) al comienzo mismo de su reinado.
De hecho, basado en gran medida el poder del Imperio en la persona del
rey, un momento especialmente critico era el que marcaba la transicin de
un reinado a otro, siendo aprovechado por quienes no perdan la espe
ranza de recuperar su anterior libertad. Sofocada la revuelta, -Naram-Sin
inaugur una poltica que se manifest en la utilizacin del apelativo divi
no situado ante su nombre, y en la titulatura de rey de las Cuatro Regio
nes. Se hizo representar tocado por la tiara de cuernos, reservada a las
divinidades, y sus servidores lo denominaron dios de Akkad. La divini
zacin del poder poltico encamado en su persona constitua un claro sn
toma de sus intereses y ambiciones.
Su llegada al trono supuso un cambio en los procedimientos que hasta
entonces aseguraban a los acadios el dominio universal, el control de los
territorios comprendidos de mar a mar Si Sargn y sus dos hijos se haban
contentado con el control, poltico y militar, ejercido directamente sobre la
baja Mesopotamia (Sumer y Akkad) y el ms indirecto, de ndole esen
cialmente comercial, sobre las tierras altas (Subartu) y la periferia (Siria,
Anatolia, Elam), l habra de poner en marcha una poltica de conquista de
todas aquellas regiones. Su objetivo no era otro que el de establecer el
dominio de Akkad, por va militar, sobre las mtas comerciales que en el
exterior de la llanura mesopotmica estaban en manos de Ebla al oeste, de
Elam que controlaba el acceso al altiplano iranio, y que en el Golfo Prsi
co gravitaban en tomo a Dilmun.
La guerra contra Elam tuvo como consecuencia una probable victoria
de Akkad, que no supuso en cambio un triunfo completo, pues si por una
parte est constatada la presencia de un gobernador acadio en Susa, por
otra Naram-Sin termin por concluir un pacto con el rey elamita que sigui
ocupando su trono. Seguramente el poder acadio slo poda manifestarse
de una manera efectiva en l Susiana, la regin de Elam ms prxima a la
baja Mesopotamia, siendo mucho ms problemtica su consolidacin en el
interior del pas iranio, donde se encontraba la regin de Awan, de donde
la dinasta reinante era originaria. Una expedicin martima contra Magn
99
106
F ig . S .l . Mesopotamia y la periferia
poco ms. Finalmente habran de ser los ejrcitos de Elam quienes des
truyeran la antigua y en otro tiempo poderosa ciudad de tJr.
Desde un principio qued claro que los monarcas de Isin, la dinasta
inaugurada por Ishbi-Erra (2017-1985 ) a expensas de Ibbi-Sin, ltimo rey
de Ur, reivindicaban la herencia del desaparecido Imperio, como demues
tran las titulaturas reales que tomaron y la posterior reconstruccin de la
antigua capital, devastada por los elamitas. Pero a pesar de que existen
algunos sntomas que indican una cierta recuperacin, como el nuevo
impulso que bajo los reyes de Isin experiment el comercio y la actividad
constructiva, en el campo poltico la situacin no dejaba de evolucionar en
un sentido bien distinto a sus pretensiones. Todo intento de una nueva reu
nificacin del pas pareca estar abocado al fracaso. En el SE Larsa per
maneca autnoma, incluso desde antes de la destruccin de Ur, regida
por una dinasta que habla sido establecida por un tal Naplanum (20252005), que llevaba un nombre tpicamente amorreo. No era tampoco un
caso aislado; diversos clanes amorreos ocupaban las llanuras mesopotmicas y con el tiempo, dinastas de este origen, aunque asimiladas a la
vida sedentaria, se establecieron, si bien desconocemos los pormenores,
en Kish, Assur, Sippar, Uruk y Babilonia. Ms hacia el NE Eshnunna y Der
eran tambin independientes, mientras que al norte de Nippur es posible
que Kish, y desde luego Assur y ms tarde Babilonia, hayan logrado des
ligarse igualmente del control meridional.
En la periferia, Assur y Elam, alcanzarn durante este periodo el rango
de potencias regionales, mientras en la Mesopotamia meridional el tercer
109
asociadas con las migraciones luvitas e hititas del fin del tercer milenio,
pero ltimamente consideradas residentes desde siempre en aquellos
territorios (Renfrew: 1990). Una visin ms ponderada acepta la presencia
de un sustrato protoindoeuropeo instalado desde antiguo en Anatolia, al
que se uniran luego grupos de pastores nmadas (quizs relacionados
con la expansin de la cultura de los kurganes), adquiriendo preponde
rancia en conjunto, gracias a la crisis final del Bronce Antiguo, cuyas cau
sas habran sido tambin all esencialmente internas, ocasionando igual
mente una acusada desurbanizacin. Pero despus de aquello, un nuevo
impulso urbamzador provoc en tierras anatlicas la aparicin de numero
sas ciudades, que se configuraron como sedes polticas de pequeos reinos
independientes, con los que los asirios iban a establecer pronto contacto.
5 .1 .3 . Los asirio s e n A natolia
Pero ahora, a finales del siglo xix, era Shamshi-Adad I (1812-1780), instaurador de una nueva dinasta en Asiria, tras apoderarse de Ekallatum
(ciudad an no localizada, pero probablemente situada sobre el Tigris no
lejos de Assur), y de las mismas Assur y Nnive, quien prevaleca sobre los
restantes poderes locales. Con l, el reino asirio dio muestras de una reno
vada voluntad de expansin, extendiendo su hegemona sobre las tierras
y localidades del curso alto del Habur y del Efrates medio. Mari, que con
trolaba desde antao aquella ltima regin, cay bajo su poder, teniendo
el heredero de su trono que refugiarse en Alepo, capital de Yamhad en la
Siria septentrional. Fue en aquel importante reino occidental en el que se
detuvo la expansin de Asiria en aquella direccin, mientras en el SE era
el reino de Eshnunna quien frenaba su avance, actuando al mismo tiempo
como barrera frente las ambiciones elamitas. En la Transtigrina la supre
maca de Asiria tan slo fue disputada por los montaeses del Zagros.
Shamshi-Adad, que tom el jactancioso ttulo de rey del universo tena
en su poder ambos ros y haba reunido en un imperio centralizado, con
capital en Shubat-Enlil (Tell Leilan), toda la Alta Mesopotamia, mientras en
el sur Isin, Larsa, Uruk y Babilonia se disputaban el control sobre el pas
meridional.
A pesar de sus xitos, el final del reinado de Shamshi-Adad I fue difcil.
En la frontera occidental, la alianza con Qatna, en la Siria meridional, pro
voc las iras y los ataques del reino de Yamhad, mientras que en el frente
oriental, Eshnunna, despus de asegurarse la paz con Elam, reemprenda
su antigua poltica de apetencias sobre la alta Mesopotamia. Su hijo y suce
sor, Ishme-Dagn (1780-1740), se encontr de esta forma frente a una situa
cin notablemente complicada. Con crecientes dificultades, el monarca se
mantuvo sobre el trono de una Asiria que iba perdiendo todo lo que haba
sido conquistado durante el reinado de su padire, quedando reducida final
mente a sus dimensiones originarias, sus territorios propios, a expensas
de Mari, Yamhad y Eshnunna, convertidos a su costa en los principales
protagonistas de la escena poltica.
En la Mesopotamia meridional, el viejo pas sumerio-acadio, Babilonia
haba venido actuando, mientras tanto, con gran habilidad en el equilibrio
impuesto por la relacin de los diversos poderes. Desde un principio los
reyes de Babilonia y los de Uruk haban cooperado estrechamente, y con
el reino de Isin parece haberse llegado a un acuerdo circunstancial, a la
vista de las manifiestas ambiciones de Larsa. En las postrimeras del siglo xix
Sin-mubalit (1812-1793) fortificaba Babilonia, pero el ataque procedente
de Larsa no lleg a producirse nunca, bien porque Rim-Sin (1822-1763),
que habra de ser su ltimo monarca, la considerara un adversario de
envergadura, bien porque prefiriera utilizarla como un factor de seguridad
ante el impresionante ascenso de la Asiria de Shamshi-Adad, o tal vez por
que considerara ms importante ultimar la unificacin del pas meridional.
114
'
Ur, por ms de tres siglos de sangrientas luchas (Roux: 1987, 212). Sin ni
mo de querer d e sm e re c e r la importancia del personaje, la realidad pare
ce un tanto ms matizado. Documentos procedentes de la cancillera del
palacio de Mari presentan una imagen bien distinta de aquel rey, mos
trndonos cmo durante la mayor parte de su reinado, Hammurabi no fue
ms que un turbulento aspirante rodeado de personalidades no menos
capaces y destacadas, como los reyes de Larsa, Asiria o Mari. Era aquella
una poca en que ningn rey era importante por si mismo, sino por la pol
tica de alianzas que supiera aglutinar en tomo a su persona, como reco
noca el propio Hammurabi en su correspondencia con Zimri-Lim. Su prin
cipal mrito en este terreno parece haber consistido, como se ha dicho, en
que saba esperar pacientemente para asestar el golpe ms enrgico en
el momento oportuno (Garelli: 1974, 89).
El imperio de Hammurabi se form mediante una combinacin de astu
cia y habilidad que le permiti salir siempre airoso del vaivn poltico de
las coaliciones, porque, en realidad, Babilonia no se encontr nunca sola
frente a un adversario superior, sino que, sencillamente, se omiten a los
aliados propios en las celebraciones oficiales de triunfo. Se sabe, por
ejemplo, que antes de atacar definitivamente a Larsa, cuyo asedio dur
varios meses, Hammurabi haba llegado a un acuerdo circunstancial con
Eshnunna. A la postre, parece que su tctica favorita consisti en dejar
debilitarse a sus adversarios sin malgastar sus propias fuerzas en espera
del momento adecuado. Por ello, ms que a su genio militar, que no brill
con ms fuerza que el de sus contemporneos, fue a su talento como pol
tico hbil y maniobrero y a su capacidad diplomtica a los que se debefundamentalmente la cristalizacin definitiva de su imperio.
Fue en los ltimos aos de su reinado, cuando Hammurabi, convertido
en protagonista absoluto, decidi poner trmino a la coquista de Meso
potamia. Una vez abiertas las hostilidades, el flanco NE fue asegurado con
una victoria sobre una coalicin del Tigris, integrada por Eshnunna, Asiria,
Gutium, Malgium y Elam. Inmediatamente despus Larsa, gobernada por
un Rim-Sin agotado a causa de una prolongada vejez, fue conquistada y
anexionada, lo que le converta en Seor de Sumer y Akkad, como espe
cifica la titulatura del trigsimo primer ao de su reinado. Al ao siguiente
Hammurabi conquistaba y se anexionaba Eshnunna, su poderoso rival
durante el periodo precedente, lo que habla forzado una poltica de equi
librio entre ambos; luego derrot a Mari, que termin siendo destruido
tras una rebelin de su antiguo aliado Zimri-Lim.
Toda sta actividad exterior no impeda que el monarca prestara su
atencin a los asuntos internos de su cada vez ms extenso dominio La
actividad constructiva no fue descuidada, como da fe la construccin de un
gran canal destinado a proporcionar agua a Nippur, Eridu, Ur, Larsa, Uruk
e Isin, en un intento quizs de contener el declive y la despoblacin que
116
"y
sobre una Babilonia que, aunque firme en sus fronteras desde tiempo
atrs, se encontraba enormemente debilitada en el plano interno. Pero por
paradjico que pudiera parecer, no fueron los kassitas quienes provoca
ron el derrumbamiento del poder que haba sido creado en Babilonia por
Hammurabi, ni fue obra tampoco del reino de Hana aunque ste s que
tuvo cierta participacin indirecta cuando al fin los acontecimientos se pre
cipitaron. La tragedia, inesperadamente, proceda de un escenario situado
mucho ms al norte.
En Anatolia los hititas haban comenzado una expansin que les haba
llevado a enfrentarse primero, y a poner trmino despus, a la hegemona
del reino de Yamhad sobre la Siria septentrional y la alta Mesopotamia,
con su destruccin por obra de Mursil I. De esta forma devinieron en veci
nos de Hana, que contemplaba siempre con recelo su proximidad a Babi
lonia. De manera semejante, el reino hitita de Hatti se haba sentido ame
nazado por la expansin de las poblaciones hurritas, favorecida a partir de
entonces por la misma desaparicin de Yamhad, que antes haba actuado
como barrera. En tales circunstancias, parece que un acuerdo entre Hatti
y Hana resultaba fructfero para ambas partes, toda vez que el movimien
to de los hurritas poda llegar a afectarles por igual. La colaboracin del
reino de Hana en la conquista y destruccin de Yamhad, tuvo su contra
partida en una expedicin de Mursil I contra Babilonia en 1595. La ciudad
fue tomada por el ejrcito hitita, lo que marc la desaparicin de la dinas
ta instaurada por Hammurabi, y tras su cada y el saqueo a que fue some
tida, las tropas invasoras se retiraron a su lejano pas.
Sin embargo el reino de Hana no fue el'beneficiario directo de la nue
va situacin creada por la intervencin hitita en Babilonia, lo que puede
inducir a pensar que, ms que ambiciones territoriales concretas, quizs
abrigaba el temor a la proximidad de su vecino meridional, o que senci
llamente no fue capaz de extender su dominio hacia la Mesopotamia meri
dional. Por el contrario, fueron los kasitas quienes, como veremos, apro
vecharon el vaco de poder creado por la incursin hitita, para estable
cerse finalmente en Babilonia. Todo ello vena a convertir al Antiguo Reino
hitita-en la fuerza politico-militar ms formidable del Prximo Oriente, pero
tampoco lo sera por mucho tiempo. Pronto nuevos acontecimientos habran
de modificar la situacin asi creada.
5.3.3. La expansin hurrita y el fin del Reino Antiguo hitita
La intervencin hitita sobre la escena poltica y militar internacional,
aunque de importantes consecuencias histricas, tuvo una breve duracin.
El sucesor de Mursil I, Hantil (1590-1570), hubo de enfrentarse a los ejr
citos hurritas a lo largo de la linea del Eufrates, en Karkemish y en tierras
123
de Ashtata (el valle del Eufrates entre Karkemish y Hana). Tras l, la resis
tencia de las tropas hititas no pudo impedir la prdida del control sobre
Siria septentrional, en favor del cada vez ms poderoso reino de Hurri, for
mado sobre la unificacin (cuyos detalles desconocemos) de los diversos
principados hurritas. A ello se aadieron las dificultades internas, mezcla
de luchas dinsticas y de la contestacin al poder de Hatti por parte de los
reinos de Arzawa, a occidente, y de Kizzuwatna, en Cilicia, en el suroeste
de la pennsula de Anatolia.
La difcil situacin interna se vio todava agravada por la intervencin
de los gasga, turbulentos pobladores de las montaas nordoccidentales
que asolaron desde entonces el altiplano anatlico, de la que se tienen
noticias ya durante el reinado-de Hantil, trayendo consigo la destruccin y
la inseguridad al reino de Hatti. En aquellas sombras circunstancias lan
guideci el poder hitita. Tras Zidanta (1570-1560), la crisis alcanz su nivel
mximo con el reinado de Ammuna (1560-1550), que supuso de hecho el
final del Reino Antiguo, muy debilitado y prcticamente reducido a sus
dimensiones originarias, en un momento en que otras potencias haban
arrebatado a los hititas su anterior protagonismo sobre el escenario polti
co del Prximo Oriente. Egipto y Mitanni, formado este ltimo sobre el rei
no de Hurri y las regiones vecinas, destacarn a partir de entonces como
indiscutibles protagonistas.
124
6.1.
M it a n n i y e l n u e v o e q u ilib r io r e g io n a l
*Kanl
Busrun
130
este hacia el Zagros y el territorio iranio, por el norte hacia el pas de Urar
tu en las proximidades del lago Van, con el que el rey de Asiria habla te
nido ya un primer encuentro blico, y por el nordeste hacia el Hanigalbat,
el pas de los hurritas, que eran precisamente los escenarios de las nue
vas conquistas asirlas. De aquella forma Asiria estableca tambin frontera
directa con el Imperio hitita, convirtindose en una de las potencias sobre
las que se reconguraba, en el plano internacional, el complejo equilibrio
de poderes regionales.
6.2 . K arduniash: la Babilonia kasita
Durante el Bronce Medio el desplazamiento del eje poltico-militar hacia
occidente, con la aparicin de Mitanni, Egipto y el Imperio hitita en escena
internacional, supuso un descenso de los conflictos blicos en la Mesopota
mia. La crisis de Asiria bajo el dominio de los hurritas, que no s mostraron
interesados en extenderse ms hacia el sur, y la instalacin de una nueva
dinasta de origen extranjero en Babilonia, fueron as mismo causas de la re
lativa tranquilidad que caracteriz el periodo, al menos hasta el auge asirio
que se produjo, con Assur-uballit I, partir de mediados del siglo xiv.
6.2.1. La dinasta kasita en Babilonia
Tras el saqueo de la ciudad de Babilonia por el ejrcito hitita de Mursl
I en 1595, se produjo un vaco de poder que, sin que sepamos los detalles,
favoreci finalmente la instauracin de una dinasta kasita en el trono de la
ciudad que otrora fuera capital del Imperio creado por Hammurabi. No
est claro si estos soberanos kasitas eran los mismos que aquellos que ha
ban accedido primero al trono de Hana, sobre el Efrates medio, o si pro
cedan directamente de su pas originario (posiblemente las regiones
montaosas del Irn suroccidental) en donde habran formado parte de la
nobleza tribal. Por otro lado, los primeros reinados de los nuevos monar
cas en Babilonia, que desde entonces pas a denominarse (en lengua ka
sita) Karduniash, nos son muy mal conocidos, ya que aquellos reyes ape
nas dejaron inscripciones propias y slo sabemos de ellos a travs de las
listas dinsticas que fueron elaboradas ms tarde. Con todo, el inaugurador de la dinasta kasita en el trono de Babilonia parece que fue un tal Augum II (lo que sugiere que aquella realeza era originaria de otro lugar) en
tomo a 1571, el cual obtuvo tambin una victoria sobre el reino de Hana,
motivo quiz para pensar que no proceda de aquel. Este xito no produ
jo sin embargo un engrandecimiento territorial de Babilonia, aunque si una
terica soberana poltica, ya que el territorio en tomo al medio Efrates se
haba venido despoblando desde el siglo anterior. Tal despoblacin ha
puso tributo a las ciudades fenicias de Biblos, Sidn y Arwad. Pero enton
ces, hambrunas catastrficas asolaron Mesopotamia y los nmadas de las
tiendas, los arameos procedentes del desierto occidental invadieron e
pas acuciados por el hambre y la necesidad. Terribles tiempos de crisis
y turbulencias se vinieron a cernir sobre las tierras recorridas por el Tigris
y el Eufrates.
6.3. 1 final de la Edad del Bronce
La despoblacin, consecuencia de una crisis demogrfica que tenia a
su vez causas productivas y sociales, fue una tendencia en aumento du
rante todo el Bronce Tardo en el Prximo Oriente. La cada de los niveles
de la produccin estaba originada por el progresivo deterioro del sistema
de canales que aseguraba la irrigacin de los campos, la creciente salinizacin de las tierras y el consecuente abandono de stas, que pasaban a
convertirse en espacios propicios nicamente para un aprovechamiento
pastoril semi-nmada. El empobrecimiento de la poblacin productiva (y
por tanto el descenso de la natalidad) fue incrementado por las gravosas
prestaciones que los palacios imponan a los habitantes de las ciudades y
territorios que controlaban, lo que origin que mucha gente intentara es
capar a su control adentrndose en las zonas abandonadas, alternando el
pastoreo con la rapia como formas de subsistencia. En las comarcas
semi-aridas de la alta Mesopotamia y Transjordania se extendi profusa
mente el modo de vida nmada, mientras que en Anatolia y en Siria gran
des ciudades eran abandonadas y los asentamientos quedaron restringi
dos a los valles irrigados (Liverani: 1988, 630 ss.).
Las guerras y las deportaciones, as como la imposicin de tributos a
vastos territorios sometidos tras las campaas y conquistas militares, cons
tituyeron as mismo factores que agravaron la situacin de penuria (mate
rial y humana) dando lugar a hambrunas y epidemias. El comercio dismi
nuy y las relaciones con el exterior se hicieron cada vez ms difciles.
Sobre este panorama desolador, que rene en un cuadro de tintes som
bros las causas internas de la crisis final de la Edad del Bronce, incidirn
por ltimo las invasiones extemas y las migraciones que causaron el co
lapso definitivo.
6.3.1. El Imperio hitita: las guerras y la paz con Egipto
Las conquistas de Subiluliuma y la sistematizacin del control sobre los
nuevos territorios, con sus hijos reinando sobre Karkemish y lepo, as
como la conclusin de pactos de vasallaje con los dinastas locales que se
138
Tig. 6.2. La Bucniacin del sistema regional en el Prximo Oriente durante el Bronce Final (segn M. Liverani). l=poca formativa,
2=hegemonia egipcio/mitannica; 3=hegemonia egipcio/hitita; 4=fase final
nurta I, pero pese a la movilizacin por ambas partes, la lnea del Efrates
permaneci estable. Tudaliya IV decret el bloqueo econmico de Asiria,
prohibiendo a los estados vasallos de Amurru y Ugarit comerciar con
aquella. A partir de entonces la presin de Asiria, sometida a su vez a su
cesivas discordias internas y a la contienda con Babilonia, se situ ms en
el plano del prestigio internacional, que de autntico peligr.o para los hiti
tas (Liverani: 1988, 584 ss.). El Imperio hitita quedaba configurado como la
principal fuerza poltica del Prximo Oriente, aunque con una situacin in
terna delicada, y un frente occidental sumamente inestable debido a las
crecientes fricciones con los micnicos (Ajiyawa) que pretendan forzar el
acceso al Mar Negro, contexto en el cual probablemente se desarroll la
Guerra de Troya.
6.3.2. Las invasiones de los Pueblos del Mar
A finales del siglo xin tuvo lugar una serie singular de acontecimientos
de extraordinaria envergadura que, incidiendo sobre la degradacin ge
neral de la situacin en trminos ecolgicos, demogrficos, econmicos, y
sociales, habran de alterar profundamente el mapa poltico del Prximo
Oriente, sellando de esta forma el final de la Edad del Bronce. Gentes que
se desplazaban preferentemente por mar, aunque tambin avanzaban por
tierra, atacaron en tomo al 1200 la Anatolia occidental y meridional, de
sencadenando una reaccin que pondra fin al Imperio hitita, desgastado
por factores estructurales adversos (despoblacin, crisis productiva) y los
esfuerzos que impona la expansin imperialista, causando la destruccin
contempornea de Hattusa y otros muchos lugares importantes del Impe
rio. Desembarcaron en Chipre (Alashiya), que haba sido conquistada por
los hititas de Subiluliuma III (1200-1182), ltimo rey del Imperio, para contrarrestrar la cada vez mayor presencia micnica. All asaltaron y destru
yeron algunas de las localidades ms importantes de la isla, Enkomi, Sinda, Kitin, y asolaron las tierras de Siria y Palestina, arrasando Ugarit y
Alalah, atacando Tiro, y ms al sur Gaza, Ascaln, Asdod, Gat y Ekron, que
fueron ocupadas por una nueva poblacin, los filisteos, que establecieron
su dominio sobre la Palestina meridional. Mas al norte se establecieron los
zeker, otro grupo de invasores, que asentaron su dominio sobre Dor, en
las proximidades del monte Carmelo.
Los Pueblos de las islas de en medio del Mar, como los conocieron
los documentos egipcios de la poca, atacaron finalmente el pas del Nilo
hacia 1190, durante el reinado de Ramss IH, de donde fueron rechazados
despus de una gran batalla en el Delta Egipto sali indemne, pero per
di para siempre sus posesiones en Siria-Palestina y con ellas la capacidad
de ejercer un control eficaz sobre el abastecimiento de materias primas y
142
Parece fuera de toda duda que aquellos Pueblos del Mar constituye
ron un conglomerado heterogneo en el que participaban, desde micnicos, que ya se haban instalado en algunos lugares de la costa occidental
(Ajiyawa) y meridional (Milawanda) anatca, hasta piratas de Licia, los
lukka, pasando por mercenarios que, como los sherdana o los mismos fi
listeos, haban sido antes utilizados por los faraones egipcios para asegu
rar el control de sus dominios asiticos. Las causas de la invasin fueron
en origen de tipo migratorio, relacionado tal vez con el problema de-los
dorios en Grecia y la destruccin de los palacios micnicos, pero a ellas
se aadieron factores de tipo socio-econmic, necesidad de 'formas al
ternativas de vida, de las que la presencia de mercenarios y piratas eran
signos evidentes, sntomas al mismo tiempo de la pronunciada crisis por la
que atravesaba el Prximo Oriente.
6.3.3. La crisis y las migraciones de los arameos en Mesopotamia
La crisis del siglo xii provoc tambin la expansin de los arameos,
pastores nmadas originarios de Siria, favorecida por la ausencia de- po
deres polticos capaces de contenerla, e impulsada por el ambiente gene
ral de hambre y penuria. La oleada aramea penetr en Mesopotamia, ocu
pando el medio Eufrates y desde all prosigui, desbordando el territorio
de Asiria y dirigindose hacia Babilonia, donde eran conocidos como suteos. El pas entero qued sumido en el caos, ms por su precaria situa
cin interna, de la cual la presencia de las tribus arameas era signo evi
dente, que por la presin militar de los invasores. Aquellos no hacan sino
aprovechar la fragilidad del poder poltico y la crisis econmica y demo
grfica para penetrar en un territorio en el que la degradacin del sistema
de riego proporcionaba amplios espacios para ser ocupados por las tribus
de pastores seminmadas.
Las incursiones de los suteos o arameos acrecentaron el clima de inse
guridad generalizada en el pas babilonio e incluso parece que algunas
ciudades importantes, como Nippur, Sippar, Uruk, Der y la misma Babilo
nia, fueron objeto de ataques y destrucciones. En un contexto como aquel,
en el que la debilidad de las autoridades polticas era incapaz de contener
la penetracin y las incursiones de ios nmadas, desapareci la dinasta de
Isn, mientras en el extremo ms meridional, el Pas del Mar, hacan su
aparicin las tribus caldeas, que con el tiempo impondran su dominio so
bre Babilonia.
Los orgenes de estas tribus caldeas, de mayores dimensiones que ias
de los arameos, no estn claros. Algunos autores consideran que, como
stos, procedan de Siria, mientras que otros prefieren hacerlos venir del
interior de la Pennsula Arbiga. En cualquier caso ocuparon la regin del
143
curso bajo del Eufrates que tena a sitios como Ur y Uruk en su centro,
mienuas ios ai meos, con una estructura tribal menos compacta y de me
nor magnitud, se extendieron a lo largo de todo el curso medio del ro.
Las incursiones de los arameos llegaron hasta el corazn de Asiria que
habla quedado reducida a sus propias dimensiones, la regin en que los
dos afluentes orientales del Tigris (Gran y Pequeo Zab) confluyen con l,
y se encontraba tremendamente desgastada por sus disputas internas, el
bloqueo econmico impuesto por los hititas y su prolongado conflicto con
Babilonia. Si bien la sucesin dinstica no qued interrumpida, como su
cedi en el sur, los reyes asirios permanecieron impotentes ante la dure
za de los acontecimientos, al tiempo que la resistencia a la presin y los
ataques lanzados por los nmadas, contribuy en gran modo al fortaleci
miento de una ideologa nacionalista de la que los soberanos asirios harn
gala en los tiempos venideros.
144
dominante. Tras Tiglat Pilaser I Asiria haba quedado reducida a sus mni
mos trminos, acosada por los arameos y los frigios, y Babilonia por su
parte fue presa de las luchas dinsticas y de la mayor inestabilidad polti
ca de su historia.
El inicio de la Edad del Hierro (1200-900) se caracteriz, consiguiente
mente, por la desaparicin en el escenario internacional del Prximo
Oriente Antiguo de los grandes y poderosos estados que haban impues
to durante algunos siglos un equilibrio de fuerzas acorde a sus intereses.
Las poblaciones de Siria-Palestina se vieron por ltimo y favorablemente
afectadas, logrando una autonoma que durante siglos les haba sido sus
trada por la presencia hegemnica de los imperios que controlaban la re
gin. En aquellas tierras, as como en la alta Mesopotamia, los estados neohititas y arameos, las ciudades martimas cananeo-fenicias, el reino de
Israel y luego el de Jud en Palestina, fueron clara expresin de la nueva
era de independencia.
Salvo en algunos pocos casos, no exista una lnea de continuidad con
el periodo precedente, pues estos estados diferan de las organizaciones
polticas anteriores, tpicas de la Edad del Bronce, centradas en el palacio
urbano y en su papel fiscal y administrativo. Se trataba de nuevas forma
ciones cuyas estructuras se haban conformado, ms de acuerdo a facto-'"
res de identidad lingstica, religiosa, de usos y hbitos, que podramos
decir nacional, que a criterios territoriales y burocrticos. Por supuesto,
mayor o menor posean un territorio pero ste era ante todo el espacio
que habitaba y con el que se identificaba la comunidad nacional.
7.1. Los neohititas y aram eos en Siria y norte
de M esopotam ia. Urartu
A diferencia de Mesopotamia, en Siria las poblaciones arameas no en
contraron excesivas dificultades para su sedentarizacin, ocupando, junto
a los antiguos, espacios nuevos que ahora resultaban productivos gracias
a la aplicacin de la tecnologa de la Edad del Hierro. La asimilacin cul
tural mutua en entidades nacionales homogneas tampoco encontr de
masiados obstculos, dada la afinidad lingistica entre los arameos y las
poblaciones cananeas que habitaban desde antiguo aquellos territorios.
Todo ello se vio en definitiva favorecido por el vaco poltico dejado por la
crisis de los imperios y los palacios urbanos, que proporcion a las gen
tes arameas de extraccin tribal y pastoril, la posibilidad de desarrollarse
polticamente sobre bases diferentes a las que haban caracterizado a los
precedentes estados de la regin, y de acceder a nuevas fuentes de ri
quezas, como fueron las actividades comerciales.
146
149
con Tiro, fueron buenas, al contrario que con el reino de Damasco, entidad
poltica aramea que habla conseguido su independencia tras la disgrega
cin de Soba, y contra el que no fueron raras las guerras por el control del
comercio transjordano.
Mientras tanto las ciudades-estado de los filisteos atravesaban un inten
so proceso de asimilacin lingstica y aculturacin que habra de concluir
con su desaparicin como entidades nacionales diferenciadas, y los pe
queos reinos transjordanos de mon, Moab y Edom, cuya riqueza pro
vena esencialmente del comercio entre el sur de Arabia y Siria, pugnaban
por mantener su independencia frente a Damasco e Israel. En el plano ex
terno reinaba la calma. Desde la expedicin de Tiglat-Pilaser I, en tomo al
1100, ningn otro ejrcito procedente de Mesopotamia haba irrumpido en
la regin. Luego, los faraones de la XXII Dinasta haban devuelto a Egipto
algo de su esplendor anterior y aunque la expedicin de Sheshonq no pa
rece haber sido otra cosa que una incursin aislada, la influencia egipcia
en la zona, ahora por va diplomtica en vez de militar, haba hecho nue
vamente acto de presencia.
7 .3 . L as ciu d ad es fenicias
Las ciudades martimas cananeas de la franja central de la costa fueron
otros de los grandes protagonistas de este periodo. Pero a partir de aho
ra, a ellas y a su territorio lo llamaremos Fenicia en virtud de la denomi
nacin popularizada en la Antigedad por los griegos. Ello no quiere de
cir que aceptemos el punto de vista de quienes defienden la existencia de
una ruptura cultural importante de estos asentamientos urbanos y sus co
munidades respecto a sus predecesores de la Edad del Bronce. Si bien es
verdad que se produjeron en ellos algunos cambios significativos, como el
debilitamiento del sistema palacial en tomo al cual giraba la organizacin
de la vida social y econmica, lo que constituye una de las caractersticas
del nuevo periodo histrico que daba comienzo, por paradjico que pue
da parecer las ciudades fenicias de comienzos de la Edad del Hierro re
presentan, dentro del horizonte general de transformaciones de diversa
ndole, y en contraste con las poblaciones de Palestina y Siria, la ms no
toria continuidad en relacin a los tiempos anteriores.
Tras las invasiones de los Pueblos del Mar algunas de estas ciudades
que, a diferencia de Ugarit, Alalah o Suks, no haban sido tan drstica
mente afectadas por la ola destructora, comenzaron a desarrollar una ac
tividad poltica y econmica de mbito regional sin padecer, como ante
riormente, las interferencias de las grandes potencias circundantes, que o
bien haban desaparecido vctimas de la crisis que puso trmino a la Edad
del Bronce, como haba ocurrido con el Imperio de los hititas, o atravesa
ANTILIBANO
MEDITERRANEO
Sidn
S a r e p t a / "^
/
f
.D a m a s co
MONTE HERMON
Tiro
Akziv'
j.A c c o
M egdo CARMELO
DESIERTO
SIRIO-ARABIGO
Sam ara
Je ric
Je n js l n
MAR M UEf
F ig . 7 .2 . Israel y Fenicia
154
reyes de. los sidonios. El expansionismo militar asirio fue continuado por
Salmanasar V,.sucesor de Tigalt-pilaser III, que aplast una revuelta en PalestnirdesfruyendoSamaria y convirtiendo Israel en territorio de una pro
vincia de Asira. Una vez ms la rebelin habra de estallar al comienzo del
reinado de Sargn II, liderada por Gaza y Hama al frente de una coalicin
sirio-palestina. La revuelta fue aplastada, as como otra posterior, que tuvo
lugar durante el reinado de Senaquerib, en la que participaron tambin las
ciudades fenicias, y que contaba con el apoyo de Egipto que no vea con
buenos ojos el creciente poder de Asira en la zona. Una resistencia tenaz
sostuvieron Jud, cuya capital Jerusaln hizo frente con xito al asedio en
el 701, y las ciudades prximas al litoral, pero ni la ayuda militar de Egip
to pudo impedir que, en el curso de la represin desencadenada por el
ejrcito asirio, fuera destruida Ascaln, antiguo enclave filisteo, el territorio
de Jud fuera desmembrado, y renovado el tributo sobre las ciudades fe
nicias. Tiro fue sometida a un asedio que se prolong durante cinco aos,
pero aunque la ciudad resisti, favorecida por su posicin insular, su rey,
Luli, se vio obligado a refugiarse en Chipre, mientras en Sidn un nuevo
monarca, Itobaal II, era impuesto en el trono por los asirios, lo que supuso
una merma importante para la hegemona de la que hasta entonces haba
disfrutado Tiro.
La revuelta estall nuevamente tras el asesinato de Senaquerib (ver ca
ptulo prximo), lo que provoc una feroz represin por parte de su suce
sor, Asarhadn, con quin el Imperio asirio alcanz su mxima expansin.
Sidn fue destruida y Tiro despojada de todos sus territorios que pasaron
a formar parte de una provincia asira, como ya antes haba ocurrido, en
tiempos de Tiglat-Pilaser III, con el norte de Fenicia. A partir de ahora go
zaron tan slo de una mermada autonoma Biblos, Arvad, y la isla de Tiro,
que tuvieron que someterse al pago de nuevos tributos y aceptar la pre
sencia de gobernadores asirios. Con el fin de asegurarse el dominio defi
nitivo de Siria meridional, Fenicia y Palestina, Asarhadn emprendi la
conquista de Egipto, apoderndose de Menfis.
El respeto por parte de Asira de las ciudades comerciales fenicias de
la costa, que salvo Sidn, no fueron destruidas, no tuvo nada que ver con
una supuesta importancia militar de stas. En realidad los fenicios no se
distinguierofr-minca por su podero blico, y si los ejrcitos asirios no des
truyeron sistemticamente sus ciudades en el curso de las sucesivas cam
paas destinadas a sofocar las revueltas, fue porque aquello les hubiera
ocasionado ms trastornos que beneficios, creando grandes dificultades
para que Asira pudiera acceder al importante comercio que aquellas con
trolaban. En tal situacin era preferible dominarlas bajo la presin militar
y las imposiciones tributarias. Ello explica porqu, a pesar de la anexin
generalizada de territorios, las ciudades de Fenicia gozaron casi siempre
de algn margen de autonoma.
161
163
M iJ U M W M I L W
los ejrcitos asirlos, asi como a los territorios situados a occidente del Eu
177
nes asiras y los principados de la costa del sudeste anatlico (Cilicia) que
eran tributarios de Asira. Fueron rechazados por Asarhadn y al cabo
destruiran el reino de Frigia, amenazando despus, en poca de Assurbanipal, el de Lidia en la Anatolia occidental.
Los cimerios y los escitas se mezclaron, asi mismo, con los maneos que
permanecan hostiles a los asirios, al igual que los medos que ocupaban
toda la meseta iran al sur y al este del lago Urmia, y que hablan comen
zado un proceso de unificacin que, mediante la confederacin de las tri
bus, concluira en la formac:n de un reino, en respuesta a la presin po
ltica y militar de los grandes estados circundantes, como Asiria, Urartu, e
incluso el ms pequeo reino de Man ubicado al sudeste del Urmia. A fi
nales del siglo vn Ciaxares, rey de los medos, despus de haber rechaza
do una invasin de los escitas, que durante casi treinta aos se haban en
seoreado del Asia menor (Anatolia), inici la aproximacin a Babilonia
que supuso a la postre el fin de Asiria. En el 614 los medos invadan el te
rritorio asirio y tomaban Assur. Desde entonces la expansin de los medos
termin por absorver el territorio maneo y al mismo Urartu, muy debilita
do por las guerras anteriores contra Asiria y las incursiones escitas, que
con el nombre de Armenia acabara por convertirse en una satrapa del
venidero imperio de los persas aquemnidas.
8.2.2. Los reinos de Frigia y Lidia
Los frigios y los lidios fueron poblaciones que llegaron a constituir im
portantes reinos anatlicos que, adems de sus relaciones con sus pode
rosos vecinos orientales, como los asirios, urarteos y medos, mantuvieron
estrechos lazos econmicos y culturales, adems de polticos, con las co
munidades griegas de la Jonia, producto histrico de las migraciones con
que concluy la Edad del Bronce y se inici la del Hierro, ubicada en la
costa occidental de Anatolia. Tanto el reino de Frigia en la Anatolia central,
en primer trmino, como ms adelante su heredero el de Lidia en la occi
dental, se vieron amenazados por las correras de los cimerios y la ex
pansin de los medos. El origen de los frigios, que los asirios llamaban
mushki, sigue resultando oscuro, pero parece que aprovecharon la desa
paricin a finales de la Edad del Bronce del Imperio hitita para asentarse
en aquellos territorios, empujados por otros pueblos como los dacios o los
illirios que atravesaban por aquel entonces los Balcanes. Cuando a media
dos del siglo vni comenzamos a disponer de noticias y documentos sobre
ellos se hallaban ya constituidos en un reino cuya capital era Gordion, que
geopclticamente ocupaba el espacio centro-occidental de Anatolia, alcan
zando por el norte los montes del Ponto y en el sur el alto curso del Halys
y la Llanura de los lagos salados, que los separaban de los estados neohitiras y de la provincia que Asiria constituy sobre stos.
Por otra parte, los orgenes de la dinasta que unific a los persas en un
i 'uio \a ix ip o c o
o la ro a . L o a p o s t e r i o r e s m onarcas persas se de
clararn sucesores de Aquemenes, pero no es seguro que ste nc haya
pertenecido a la ltima poca de la organizacin propia de las tribus, sien
do un jefe destacado de una de ellas. La sucesin resulta dudosa ya que
no est claro si existieron dos reinos persas, pues alguna fuente sugiere
que Teispes, el sucesor de Aquemenes, haba repartido su herencia entre
sus hijos. En cualquier caso, en tiempos de Assurbanipal, Ciro I era ya rey
de un reino persa unificado, que, no obstante, estaba an supeditado a la
autoridad de los medos.
Al igual que Egipto en tierras de Siria y Palestina, durante algn tiempo
los reyes de Elam intentaron protegerse de los asirios y frenar su expan
sin apoyando a Babilonia contra su poderoso vecino septentrional. La
proximidad de los persas, a los que en un principio asentaron en sus pro
vincias ms meridionales, fue utilizada por los elamitas para aumentar su
capacidad militar. Las consecuencias de esta poltica se convirtieron sin
embargo en catstrofe durante el reinado del mencionado Assurbanipal,
cuando los elamitas conocieron tambin una difcil situacin interna que
aflor en varias ocasiones en contienda armada que enfrentara a los di
versos pretendientes al trono. En el 648 el territorio de Elam era devasta
do por las tropas de los asirios, la capital Susa destruida y parte de su po
blacin deportada. Impresionados por esta victoria los persas, vecinos de
los elamitas, se apresuraron a reconocer la soberana del emperador de
Asiria. El debilitamiento de Elam bajo los golpes de Assurbanipal no haca,
por otra parte, sino favorecer las expectativas de los persas.
La desaparicin de Asiria result tambin favorable durante algn tiem
po para los elamitas, geopolticamente situados ahora entre Babilonia y el
poderoso reino de los medos y sus vasallos los persas, pero la tranquili
dad no habra de durar mucho, ya que en el 596 las tropas de Nabucodonosor II saqueaban nuevamente Susa. Poco despus los reinos medos y
persas eran unificados por Ciro II que despus derrotara a los lidios de
Creso, sometera a las ciudades griegas de Jonia que an as no perdieron
del todo su autonoma, y se apoderara de Babilonia. En el curso de este
proceso, Elam fue absorvido y convertido en una satrapa del Imperio
creado por los persas.
8.3. Los neobabilonios y la dinasta caldea
Aprovechando las crecientes dificultades de Asiria, Nabopolasar, un
caldeo que ya se haba hecho proclamar rey del Pas del Mar, en el ex
tremo meridional de Mesopotamia, ocupaba Babilonia en el 626 y a partir
de entonces extendi su autoridad por los restantes territorios del reino.
180
fin de hacer frente a la ingerencia cada vez ms fuerte del poderoso cien
de Marduk, Nabnido situ bajo su directa vigilancia el funcionamient<
econmico de los seoros sacerdotales. Los intendentes y apoderados d<
los templos deban ahora rendir cuentas a los funcionarios adscritos al po
der central, y esta injerencia, desconocida desde los tiempos de la mo
narqua kassita, no hizo sino exasperar an ms a la jerarqua religiosa
Mientras tanto las tribus de medos y persas haban sido unificadas po:
Ciro II, que haba derrotado a su abuelo Astiages, rey de los medos, que
se opona a su alianza con Nabnido para recuperar Harran, y sp presen
taban como el vecino ms inquietante. El acontecimiento, de gran trascen
dencia histrica, fue el resultado del enfrentamiento entre Ciro y Astiages
rey de los medos, a propsito de la negativa de aquel a rehusar prestar si:
apoyo a los babilonios para que recuperasen Harran, santuario de Sin e
importante centro comercial y estratgico en el cruce de las rutas que
unan Mesopotamia y Anatolia, desde el 610 en poder de los medos. La
guerra que enfrent a ambos se resolvi con una rpida victoria de Ciro.
Es ms, despus de la victoria del persafrente al rey de Lidia, Creso, el
Imperio de Babilonia se encontraba cercado desde el Mediterrneo al
Golfo prsico por las poderosas fuerzas de las poblaciones iranias. La ni
ca retaguardia posible era Arabia, suceptible siempre de proporcionar le
vas importantes entre sus nmadas, y este pudo ser uno de los' motivos
que impulsara a Nabnido a permanecer casi diez aos en aquellas tierras
dejando el gobierno de Babilonia en manos del prncipe heredero, Balta
sar, que actuaba de coregente. Desde un punto de vista econmico pose
er Arabia poda entraar tambin resultados positivos. Los puertos del
Golfo prsico estaban en manos de los persas a quienes pertenecan ya to
dos los territorios situados en la margen oriental del Tigris. Una de las ru
tas caravaneras ms importante era la que se diriga hacia el Oeste y Egip
to pasando por el oasis de Teima, cuyo control permitira regularizar el
comercio en favor de Babilonia, y ejercer al mismo tiempo una presin
econmica sobre el pas del Nilo a fin de disuadirle de su poltica de in
tervencin en Siria y Palestina.
Entre tanto el malestar cundia en Babilonia, donde haba hecho su apa
ricin una faccin propersa partidaria de entregarle el poder a Ciro. Tal
postura se encontraba alentada por el clero de Marduk que reaccionaba
de esta forma frente a la pretensin universalista de su mstico monarca
que, recogiendo la antigua tradicin asiria de un imperio universal bajo los
auspicios de un dios tambin universal, pretenda encumbrar a Sin en con
tra del nacionalismo estricto de los caldeo-arameos, o al menos es lo que
nos han hecho creer quienes ya entonces escriban la Historia. No hay que
descartar, por otra parte, la posibilidad de que esto no fuera ms que una
excusa de quienes luego colaboraran con los conquistadores persas
(Roux: 1987: 401). Hay buenas razones para sospechar que los sacerdotes
183
de Marduk no veian con malos ojos el avance de Ciro al frente de las tro
pas iranias, ya que aquel vena precedido por una fama de tolerante que
poda hacerlo preferible al mismo Nabnido.
El ataque persa contra Babilonia se produjo finalmente en el 539, cuan
do el rey ya haba regresado de su prolongada estancia en el desierto ar
bigo. Sin demasiada resistencia -el gobernador de Gutium, que estaba en
cargado de proteger con sus tropas el flanco izquierdo del ejrcito que
Baltasar haba dispuesto ro arriba de la capital para asegurar su defensa,
se pas al enemigo-, Ciro entr triunfal en la ciudad. Pero si a los ojos del
historiador aquel acontecimiento parece digno de marcar el final de una
poca aquellos que lo vivieron apenas percibieron cambios de importan
cia. En la prctica un soberano haba sustituido a otro despus de derro
tarle, cosa nada extraa en toda la anterior historia de Mesopotamia, y el
talante conciliador de Ciro, que se dedic a restaurar los templos y a ga
rantizar la celebracin del culto, como se haba hecho siempre, contribu
y notablemente a suavizar los contrastes entre un reino y otro. El respe
to a las tradiciones locales fue ampliamente asegurado y Babilonia habra
de florecer nuevamente bajo la gida de los persas que, a la postre, no
fueron peores amos que los anteriores, caldeos, asir.os o kasitas.
184
9 _________
I] auge Iranio;
si Imperio (universa!) paisa
madamente dbiles ante los ataques de Urartu y Asiria, pero desde finales
del siglo anterior se haba puesto en marcha un proceso de agregacin y
unificacin poltica, impulsado desde el exterior en gran medida por la
presin y la influencia de Asiria. Tras un periodo de crisis, el encumbra
miento de Asiria con Tiglat-Pilaser III a expensas de Urartu, adems de
permitir que el reino de Man, aliado natural ahora de los asirios contra las
pretensiones de los urarteos, incrementara su poder, signific tambin una
amenaza militar mucho ms fuerte y directa sobre los territorios habitados
por las tribus medas, que desde un tiempo atrs venan gozando de inde
pendencia como consecuencia de las dificultades internas de Asiria y su
retroceso ante el avance de Urartu.
La principal zona de contacto era la regin de Zamua, la ancestral tie
rra de los lulubitas, ahora convertida en una provincia de Asiria, que al sur
del lago Urmia se extenda sobre el curso superior del Diyala, y que era
utilizada como base militar por los asirios para lanzar sus campaas en di
reccin al lago Urmia, Media y el Mar Caspio. Por aquellas fechas, Zakruti era una especie de capital que representaba a las diversas tribus me
das an independientes. Un poco ms adelante, en tomo al 670, y en el
marco coyuntural de las incursiones de los escitas, un tal Kashtariti (tal'vez
el Fraortes que menciona Herdoto) unific a las tribus de los medos que
hasta ese momento vivan desunidas en tomo a sus aldeas fortifigacfs. Los
maneos y los cimerios, nmadas estos ltimos procedentes de las estepas
situadas al norte del mar Caspio, resultaron igualmente dispuestos a acep
tar su hegemona, y tambin los persas se declararon obedientes a la nue
va y potente autoridad poltica, que controlaba un territorio tan extenso
como el que se extiende desde el lago Urmia hasta el Golfo prsico y des
de los Zagros al Demavena. Por primera vez los medos, a los que los asi
rios haban combatido repetidamente desde los tiempos de Salmanasar ni,
penetrando en diversas ocasiones en sus territorios, eran considerados
por stos como una gran amenaza.
_El_reino medo as constituido se estructuraba en tomo a una monarqua
electiva' ~rie acuerdo con una organizacin descentralizada propia de su
ricente tradicin tribal, y que estaba formalizada por la cohesin de las
distintas tribus mediante lazos personales que vinculaban a sus dirigentes.
Esto hacia que su estructura fuera mucho menos compacta que la de los
imperios circundantes, como Asiria, Babilonia o Eg.pto, y al mismo tiempo
permita mantener rasgos de la autonoma anterior. La situacin de las tri
bus persas, como la de otras poblaciones que fueron incorporadas, queda
as caracterizada dentro del conjunto del Gran Reino de los medos: some
tidas pero no dominadas. Ello se explica porque los medos no desarrolla
ron mecanismos que posibilitaran un gobierno directo a nivel local, sino
que ste descansaba en gran medida en los jefes (prncipes) de las tribus
unificadas, los cuales constituan el ncleo de la corte real. La capital, en la
187
cin persa en la Hlade cada vez apostar menos por las medidas milita
res y ms por el juego de las intrigas, la corrupcin y el soborno, ingre
dientes que fueron alentados por las frecuentes disputas que enfrentaron a
los griegos entre s. La intervencin militar fue de esta forma sustituida por
otros mtodos, ms prcticos, menos costosos y no menos eficaces, pero
los persas no dejaron de intervenir nunca en los asuntos internos de la H
lade.
Tras la muerte de Jerjes, que pereci asesinado vctima de una conju
ra de palacio, se desataron otra vez las intrigas y las discordias. Al final ac
cedi al trono Artajerjes'(464; 425) que hubo de enfrentarse a una revuel
ta "dinstica en la satrapa de Bactria, y tuvo que reprimir una nueva
insurreccin en Egipto apoyada militarmente por Atenas. En aquella oca
sin la situacin alcanz cotas de enorme gravedad y despus de la de
rrota de las tropas persas en el 460 Artajerjes no estuvo en condiciones de
dominar nuevamente Egipto hasta seis aos despus. En el 449 se conclua
la paz con Atenas, renunciando sta a toda pretensin sobre Chipre as
como a prestar cualquier tipo de apoyo a los rebeldes, al tiempo que los
persas se comprometan a respetar la autonoma de las ciudades de la Jonia que, tras haber sido expulsada la flota persa-fenicia del Egeo, se hab
an desligado del Imperio. Ello no signific, sin embargo, el fin de las in
tromisiones de los persas en las contiendas que se diriman en la Hlade,
y el hecho de que atenienses y espartanos aceptasen su oro sin reparos es
testimonio de la inexistencia por aquellas fechas de una conducta panhelnica prctica, que tantas veces se ha revindicado.
Deseoso de asegurar la estabilidad del Imperio, Artajerjes promovi
una reorganizacin administrativa por la que se reduca el nmero de sa
trapas, que por aquel entonces eran veinte, a una docena, situando al fren
te de las ms lejanas u originales, no a miembros de la propia familia real,
como se haba hecho por lo general hasta entonces, sino a elementos pro
cedentes de las lites locales, aristcratas o sacerdotes, de los que mer
ced a su encumbramiento se poda esperar una actitud filo-persa. Se pre
tenda con ello no slo reducir los gastos de la administracin imperial,
sino, en un mismo terreno prctico, eliminar, o al menos disminuir, gran
parte de la inestabilidad interna que haba caracterizado al Imperio, pro
tagonizada en diversas ocasiones por pretendientes al trono emparenta
dos con el Gran Rey, que hallaban en este parentesco una legitimacin a
sus aspiraciones y en el gobierno de una satrapa la base material que ne
cesitaban para defenderas. En las ciudades fenicias sus reyes o aristcra
tas, en Judea el gran sacerdote, los tiranos en las ciudades griegas de la
Jonia, incluso en Egipto el gran sacerdote que diriga el templo y la admi
nistracin en Helipolis emita, como s de un monarca se tratara, monedas
con su nombre. No obstante, a la larga una medida como aquella no har
sino actuar en sentido contrario al pretendido por Artajerjes, favoreciendo
194
poder que mientras tanto estaba adquiriendo Macedonia con Filipo II, pa
dre de Alejandro, el Gran Rey decidi apoyar a las facciones antimaced
nicas que estaban surgiendo en Grecia, pero muri al cabo de pocos aos
vctima de una conjura de palacio. Tras su desaparicin en trono estuvo
ocupado durante breve tiempo por Oarses, un ttere impuesto por el au
tntico hombre fuerte del harn real, el eunuco Bagoas, quien finalmente
decidi eliminarlo y sustituirlo por el strapa de Armenia, Daro, nacido de
una linea colateral de la realeza. Todo ello es muestra una vez ms de os
curo enfrentamiento ce intereses que minaba la posicin del trono del Im
perio.
9.2.4. Dario III y la conquista de Alejandro
Daro III tuvo un corto reinado. El ltimo de los aquemnidas hubo de
enfrentarse a la expedicin del Gran Alejandro que cruz el Helesponto en
el 334. La unin impuesta a los griegos por los macedonios haca posible
el enfrentamiento con los persas en su propio terreno, y en el breve plazo
de cuatro aos haba derrotado al Gran Rey y le haba arrebatado la ma
yor parte de su Imperio. La situacin interna de ste, acosado por fuerzas
centrfugas (nacionalismos, independencia administrativa, malestar social)
que aceleraban su descentralizacin, fue, junto con el propio genio militar
de Alejandro, corresponsable de su rpido y fcil avance, en el que por lo
general fue recibido como un libertador. Alejandro no hizo sino aprove
char tal circunstancia para asestar un golpe definitivo a un gigante de apa
riencia imponente pero moribundo. Y al declararse heredero de Dario DI,
en cuanto a su derecho a ocupar el trono persa, recoga tambin en gran
medida la herencia de aquella fragilidad, por ms que los gobernantes ira
nios hubieran sido sustituidos por macedonios, como hubo de ponerse tr
gicamente de manifiesto tras su muerte en Babilonia en el 223. El Prximo
Oriente pas entonces, tras bastantes luchas y no pocas vicisitudes, a ma
nos de uno de los oficiales de Alejandro que haba recibido el gobierno de
la satrapa de Babilonia, Seleuco, fundador de la dinasta de los Selucidas,
enfrentados (como siempre) a los Ptolomeos Lgidas de Egipto, y asi ha
bra de permanecer hasta la posterior intervencin romana contra Antoco III y su conquista definitiva por Pompeyo en los ltimos tiempos de la
Repblica de Roma que se converta en el mayor y ms duradero Imperio
que conoci el mundo antiguo.
Apndice:
Seleccin de textos
Texto 1.
Guerras del dinstico arcaico (cilindro de arcilla procedente
de Lagash)
"Enlil, rey de todos los pases, padre de todos los dioses, en su decreto
inquebrantable haba delimitado la frontera entre Ningirsu y Sahara. Mesalim, rey de Kish, la traz bajo la inspiracin del dios Satarn y erigi una es
tela en ese lugar. Pero Ush, el rey de Urnma, violando a la vez la decisin di
vina y la promesa humana, arranc la estela de la frontera y penetr en la
llanura de Lagash.
Entonces, Nigirsu, el campen de Enlil, siguiendo las indicaciones de
ste ltimo, declar la guerra a las gentes de Umma. Por orden de Enlil, lan
z sobre ellas la Gran Red y amonton en la llanura, aqui y all, sus esque
letos. Despus de lo cual, Eannatum, rey de Lagash, do de Entemena, ishakku de Lagash delimit la frontera de acuerdo con Enakal, el rey de Umma;
hizo pasar el foso del canal de Idnun a la llanura de Guedinna; a lo largo de
este foso coloc varias estelas inscritas; volvi a colocar en su lugar la este
la de Mesalim. Pero se abstuvo de penetrar en la llanura de Umma. Edific
entonces en este lugar la imdubba de Nigirsu, el Namnuda-Kigarra, as como
la capilla de Enlil, la capilla de Ninhursag, la capilla de Ningirsu y la capilla
de Utu.
Adems, a consecuencia de la delimitacin, los ummatas pudieron co
mer la cebada de la diosa Nanshe y la cebada de Ningirsu hasta un total de
un karu por cada uno y a ttulo de inters nicamente. Eannatum les impuso
Como quiera que esta cebada no fue entregada; que Ur-Lumma, el rey
de Umma, haba privado de agua el foso frontera de Ningirsu y el foso fron
tera de Nanshe; que haba arrancado y quemado las estelas; que haba des
truido los santuarios de los dioses, en otro tiempo erigidos en el Namnundakigarra, obtenido la ayuda de pases extranjeros; y, finalmente, cruzado el
foso-frontera de Ningirsu, Enannatum combati contra l en el Ganaugigga,
donde se encuentran los campos y las huertas de Ningirsu, y Entemena, el
hijo bien amado de Enannatum, le derrot".
(Trad.: Kramer)
Comentario de texto
Los acontecimientos que leemos en el texto ocurrieron en torno al
2450-2425 en el sur de Mesopotamia, el pas de Sumer, cuyo territorio se
encontraba repartido entre distintos pequeos reinos y principados urba
nos, y recorrido por canales que; aprovechando las aguas del Efrates y
el Tigris, permitan la agricultura de irrigacin, uno de los pilares sobre los
que se alzaron las sociedades complejas en esta parte del mundo.
El texto narra una secuencia de los conflictos fronterizos entre las ciu
dades-reino sumerias de Lagash y Umma durante el llamado periodo Di
nstico Arcaico, con el cual comienza, precisamente, la historia del Prxi
mo Oriente, ya que es durante el mismo cuando aparecern los primeros
textos escritos puramente histricos, las inscripciones reales, a las que
ms tarde se suman crnicas y listados dinsticos. Una de las caractersti
cas de este periodo es, precisamente, el encumbramiento definitivo de la
realeza frente a la jerarqua sacerdotal, pasando el poder poltico del tem
plo al palacio, que arquitectnicamente se suma al paisaje urbano monu
mental, quedando los santuarios, eso s, dotados de una esencial impor
tancia, como antes, al frente de la actividad econmica. El texto que
comentamos ilustra muy bien este ltimo punto. Aunque el templo pierde
su papel poltico, conserva su importancia econmica; de hecho funcionan
como grandes unidades de produccin que poseen tierras, almacenes, ta
lleres y personal subalterno y dependiente. El templo es protegido como
tal por el soberano que asume la funcin de gran construtor de capillas y
santuarios, como hace Eannatum, cuyo nombre significa digno de el
E-anna" (el templo de la diosa Innana en Lagash), tras su victoria sobre
Umma. Pero el monarca, como la mayora de los reyes sumerios, es tam20C
bin constructor de los canales que llevan el agua a los campos y de los
fosos que protegen el territorio de su ciudad. Todo ello ser uno de los
rasgos relevates de la posterior realeza en el Prximo Oriente.
El Dinstico Arcaico fue, de hecho, una poca conflictiva, en que los
distintos principados y pequeos reinos smenos pugnaron frecuente
mente entre s, Estos conflictos aparecen ideologizados mediante un men
saje simblico que los presenta ante la poblacin como el resultado de un
enfrentamiento entre los dioses (en nuestro texto Ningirsu de Lagash con
tra Sahara de Umm), confirmando el papel de la religin como sustenta
dora del aparato y el funcionamiento del estado. Su origen, como es el
caso que nos ocupa, parece radicar muchas veces en cuestiones territo
riales, disputas sobre las lindes de tal o cual territorio, la llanura de Guedinna en este caso, que enfrentan, en un clima de rivalidad, a distintas ciu
dades sumerias, Pero el problema territorial, que sin duda es cierto, no
debe interpretarse slo como una cuestin de sobrepoblacin y falta de
tierras, aunque tambin es verdad que la poblacin haba aumentado mu
cho durante este periodo y que las ciudades crecieron bastante. Con todo,
no debemos olvidar que la guerra se plantea como un conflicto contra un
enemigo exterior, al que siempre se le caracteriza como el agresor (lo
que en el texto que comentamos, que expone el punto de vista de Lagash,
se aprecia claramente), con el fin de reconducir las tensiones internas que
en el seno de cada comunidad habla originado la eclosin de un grupo so
cial dominante representado por la realeza y la administracin de los pa
lacios y los templos,' y como un medio de conseguir riqueza mediante el
expolio el tributo que se impone a los vencidos, como hace Eannatum
con las gentes de Umma, lo que tambin era una forma de aumentar el po
der del rey.
Tales conflictos territoriales parece que se inscriben en un marco ms
amplio de luchas por la hegemona, con la aparicin de sucesivas alianzas
y coaliciones, como la que Umma organiza en su tomo para enfrentarse a
su rival Lagash, que incluso incluye fuerzas que los sumerios consideran
extranjeras, posiblemente Mari o Elam. En tal contexto sabemos que algu
nas ciudades sumerias actuaban como rbitros de la contienda, caso de
Kish cuyo rey Mesalim ya haba intervenido en el conflicto que desde tiem
po atrs venia enfrentando a Lagash con Umma, debido, no tanto a su po
dero militar, como a su importancia econmica de cara sobre todo al
control de las rutas comerciales y a su prestigio poltico e histrico. Final-'
mente, a pesar de los diversos xitos de Lagash sobre Umma,; sta habra
de imponerse al finales de este periodo sobre su rival y el resto de
las ciudades sumerias. Su rey Lugalzaguesi se apoderara primero de
Lagash, y luego de Uruk, Ur y el resto de Sumer, dando fin, poco antes
de la llegada de Sargn el acadio, a las restantes pretensiones de hege
mona.
201
O tro s te x to s p a r a c o m e n t a r
Texto n. 2.
a) Poema sumerio del diluvio y b) Lista Real sumeria (fragmentos).
a) Cuando la sublime tiara y el trono real hubieron descendido del cielo,
cumpli con los ritos y las sublimes leyes divinas...
Fund las cinco ciudades en... lugares consagrados;
pronunci sus nombres e hizo de ellos centros de culto.
La primera de estas ciudades, Eridu, la dio a Nudimmud, el Jefe;
la segunda, Badtibira, la dio a ...
la tercera, Larak, la dio a Endurbilhursag;
la cuarta, Sippar, la dio a Utu, el Hroe;
la quinta, Shurupak, la dio a Sud.
... Ziuaudra, d e pie a su lado escuch.
- Orgenes de Suir.er.
- Legitimacin de la monarqua sumeria
Texto n 3.
La leyenda de Sargn
Sargn, el soberano potente, rey de Agad, soy yo.
Mi madre era una sacerdotisa, a mi padre no conoc
Los hermanos de mi padre amaron las colinas.
Mi ciudad es Azupiranu, sitiada en las orillas del Eufrates
Mi sacerdotisa madre me concibi, en secreto me dio a luz.
Texto n. 4.
Oracin hitita del siglo xiv (ANET, 3, p. 396):
En tiempos antiguos el pas de Hatti
con la ayuda de la diosa-sol de Arinna,
acostumbraba a capturar los pases vecinos como un len.
Es as que destruy ciudades como Alepo y Babilonia,
trajo riquezas de todos estos pases,
oro y plata, junto con sus dioses,
y los coloc an:e el altar de la diosa-sol de Arinna.
(Trad.: Gcetze)
Texto n. 5.
Epopeya de Tukulti-Ninurta (ARAB, I, p. 51, prr. 145).
Con la ayuda de los dioses Assur, Enlil y Shamash
los grandes dioses, mis seores,
Texto n. 6.
Inscripcin de Assurbanipal (ANET, 294).
En mi primera campaa march contra Egipto y Etiopia.
Taharka, rey de Egipto y Nubia, a quien Asarhadn, rey de Asiria,
mi propio padre, haba derrotado y en cuyo pas l mismo habla goberna
do, este mismo Taharka olvid su temor a Assur, Ishtar y los otros grandes
dioses, mis seores, y puso su pie sobre su poder.
Se revolvi contra los reyes y regentes que mi padre haba apoyado en Egipto.
Entr en Menfis y fij all su residencia, la ciudad que mi propio padre
haba conquistado e incorporado al territorio de Asiria.
Un correo urgente lleg a Nnive a relatrmelo.
(Trad.: Oppenheim)
- Antecedentes histricos
- La dominacin asiria de Egipto.
Texto n. 2.
Incripcin de Ciro II (ANET, 315).
Soy Ciro, rey del mundo, gran soberano,
monarca legltimio rey de Babilonia, rey de Sumer y Akkad,
rey de las cuatro lindes del mundo,
204
20!
Biilisraa
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HISTORIA UNIVERSAL
Ttulos publicados
P r e h isto r ia
H is t o r ia
a n t ig u a
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m oderna
214
c o n te m po r n e a
4. La Revolucin Industrial
Bald Lacomba, Marc
5. Experiencias desiguales.