Capitulos 5 y 6
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Capitulos 5 y 6
302 A
CAPITULO V
Al llegar Pasteur, escoltado por sus ayudantes, se encontr que la cura de Louvrier consista en dar
primero unas friegas vigorosas a las vacas enfermas, hasta que entrasen bien en calor.
Pasteur dijo a Louvrier:
Hagamos un experimento. Todas las vacas atacadas de carbunco no mueren: algunas se ponen
buenas ellas solas. No hay ms que un medio, doctor Louvrier, de saber si es o no su tratamiento el
que las salva.
Entonces Pasteur hizo una de sus conjeturas de tiro rpido: Cuando una vaca ha tenido carbunco y
sale adelante, no hay en el mundo microbio carbuncoso capaz de producirle otro ataque; est
inmunizada.
Meses enteros persigui esta pesadilla a Pasteur, durante los cuales no cesaba de repetir a Roux y a
Chamberland: Qu misterio hay ah? Anlogo al de la no recurrencia de las enfermedades
infecciosas? Tenemos que inmunizar? Tenemos que inmunizar contra los microbios...
Pasteur y sus fieles ayudantes enfocaban con sus microscopios toda clase de materiales
procedentes de hombres y animales muertos a consecuencia de docenas de enfermedades
diversas. Dedicados a esta labor, hubo un cierto barullo de 1878 a 1880.
Pasteur en 1880 con un microbio pequesimo, descubierto por el doctor Peroncito, una enfermedad
llamada clera, este microbio es tan diminuto, que a un bajo los objetivos ms poderosos slo
aparecen como un punto vibrante. Pasteur fue el primer bacterilogo que obtuvo cultivos de este
microbio puro, despus de haber observado cmo esos puntos vibrantes se multiplicaban hasta
convertirse en millones en unas cuantas horas, dej caer una fraccin pequesima de gota de ese
cultivo en una corteza de pan. A las pocas horas, el pobre bicho dej de cacarear, rehus comida, se
le erizaron las plumas, y al da siguiente andaba vacilante, con los ojos cerrados por una especie de
sopor invencible, que se convirti rpidamente en la muerte. Roux y Chamberland se ocuparon de
atender con todo esmero a aquellos diminutos microbios.
Entonces el Dios de las casualidades le sopl al odo, y Pasteur dijo a Roux: Sabemos que los
microbios de las gallinas siguen viviendo en este matraz aunque tengan ya varias semanas; pero
vamos a probar de inyectar de este viejo cultivo a unas gallinas. Roux sigui estas instrucciones, y
las gallinas enfermaron rpidamente: se volvieron soolientas y perdieron su acostumbrada
vivacidad: pero a la maana siguiente, cuando Pasteur lleg al laboratorio, dispuesto a hacer la
diseccin a los animales, en la seguridad de que habran muerto, los encontr perfectamente felices
y alegres.
Un hombre menos capacitado que Pasteur pudo haber realizado este mismo experimento casual
(pues no fue un ensayo premeditado), y haberse necesitado aos enteros para explicarse el misterio.
Pasteur, al tropezar con esta manera de proteger una pareja de miserables gallinas, se percat
inmediatamente de la existencia de un nuevo procedimiento para inmunizar los seres vivos contra la
accin de los grmenes virulentos y de salvar a los hombres de la muerte. Pasteur tena ya
cincuenta y ocho aos, pero el descubrimiento accidental de la vacuna que liberaba del clera a las
gallinas, fue el comienzo de los seis aos ms atareados de su existencia, aos de tremendas
discusiones, de triunfos inesperados y de desengaos terribles, durante los cuales derroch la
energa y la actividad que corresponden a la vida de cien hombres ordinarios. As fue cmo Pasteur,
ingeniosamente, opuso los microbios a los microbios, domesticndolos primero y utilizndolos
despus como maravillosas armas defensivas contra los ataques de su misma especie, Asisti
Pasteur a una sesin de la Academia de Medicina, y con gran complacencia dijo que la vacunacin
de las gallinas era un gran adelanto sobre el inmortal descubrimiento de la vacuna antivarilica de
Jenner.
Tal vez estos microbios del clera las inmunicen contra las enfermedades infecciosas
Si se confirma esto escriba, podemos esperar consecuencias de mayor trascendencia, aun
para las enfermedades de las personas. Entusiasmado, el viejo Dumas hizo publicar la carta en los
Anales de la Academia de Ciencias, en los que perdura como un triste monumento levantado a la
impetuosidad de Pasteur, como un borrn cado en su costumbre de no dar cuenta ms que de
hechos. Pasteur no se retract nunca de este error, si bien no tard mucho en convencerse de que
una vacuna constituida por una sola clase de microbios no era capaz de proteger a un animal contra
todas las enfermedades, sino, y esto no es seguro del todo, contra la nica enfermedad causada por
el microbio que forma la vacuna.
Por fin, lleg el da decisivo, el 31 de mayo, y todas las cuarenta y ocho ovejas, las dos cabras y las
varias vacas, vacunadas y no vacunadas, recibieron una dosis, seguramente mortal, de virulentos
microbios de carbunco. Roux, arrodillado en el suelo y rodeado de lamparillas de alcohol y matraces
de virus, asombr a la multitud con su tcnica tranquila e impecable, inyectando el venenoso caldo a
ms de sesenta animales.
A las dos de la tarde entraron Pasteur y su squito en el campo, y esta vez no hubo risitas, sino una
ovacin imponente; ni una sola de las veinticuatro ovejas vacunadas, bajo cuyas pieles haban
tomado alojamiento, dos das antes, millones de microbios mortferos, ni una sola tena fiebre;
coman y triscaban como si siempre hubieran vivido a miles de kilmetros de un bacilo de carbunco,
Pero, en cambio, veintids animales de los no vacunados yacan en una fila trgica: los otros dos
andaban vacilantes, sosteniendo un terrible combate con el enemigo postrero e inexorable, siempre
victorioso sobre los seres vivos. Fijaos! Ahora cae otra de las ovejas no vacunadas por Pasteur!
grit un veterinario, impresionado por el espectculo.
Tuvo que ser el temperamento de artista, de poeta, lo que impuls a Pasteur a dedicarse a una caza
difcil y peligrosa. Afines de 1882, tropez con los primeros indicios que haban de orientarle. Un da
trajeron al laboratorio un perro rabioso; bien atado y con un gran riesgo para todos, fue introducido
en una gran jaula donde haban varios perros sanos con el fin de que los mordiese. Roux y
Chamberland. Llenos de ansiedad, esperaron que hicieran su aparicin los primeros sntomas de la
rabia. El experimento tuvo xito de cuatro perros sanos mordidos, dos amanecieron, seis semanas
despus, recorriendo furiosos la jaula y aullando, y, en cambio, transcurrieron meses sin que los
otros dos presentasen el menor sntoma de hidrofobia.
Un buen da, se le ocurri a Pasteur una pequea idea, que se apresur a comunicar a Roux. El
virus de la rabia que penetra en las personas con la mordedura se fija en el cerebro y en la mdula
espinal. Todos los sntomas de la hidrofobia prueban que este virus, que este microbio que no
podemos encontrar, ataca al sistema nervioso
Pero maestro, qu dificultad hay en introducir directamente el virus en el cerebro de un perro? Yo
puedo hacer la trepanacin a un perro; puedo hacerle un pequeo agujero en el crneo sin causarle
dao alguno, sin estropear el cerebro, sera una cosa fcil contest Roux Pero qu me est
diciendo? Taladrar el crneo a un perro! le hara un dao tremendo al pobre bicho, y adems, le
estropeara el cerebro, le dejara usted paraltico. No! No puedo consentirlo! A causa de su
sentimentalismo estuvo Pasteur a punto de fracasar por completo en su intento de legar a la
Humanidad el ms maravilloso de sus dones; se resista ante el grave experimento exigido por su
fantstica idea pero el fiel Roux. A la maana siguiente Roux cont a Pasteur lo que haba hecho.
Como era de esperar, an no haban transcurrido dos semanas, cuando el pobre animal empez a
lanzar aullidos lastimeros, a desgarrar la cama y a morder los barrotes de la jaula muriendo a los
pocos das. Como ms adelante veremos, este animal muri para que miles de hombres pudieran
vivir. Pasteur, Roux y Chamberland contaban ahora con un procedimiento seguro, de xito positivo
cien veces de cada cien, de contagiar la rabia a perros, conejos y conejillos de Indias.
Tal era la substancia asesina que Pasteur y sus gentes recogan con la punta de las esptulas,
aspiraban en pipetas de cristal hasta dos centmetros de los labios, de los que quedaba separada tan
slo por una pequea y sutil mota de algodn.
Ahora sabemos que existe una probabilidad. Cuando un animal ha estado rabioso y sana, no
vuelve a recaer. Ahora nos queda encontrar el modo de atenuar el virus dijo Pasteur a sus aclitos,
quienes asintieron, aunque estaban perfectamente seguros de que no exista manera de poder
atenuar el virus.
El virus est muerto o, mejor dicho an, est muy atenuado dijo Pasteur, llegando de repente a
esta ltima conclusin sin razn ni fundamento aparentes Ahora vamos a poner a secar otros
fragmentos de la misma substancia virulenta, durante doce, diez, ocho, seis das, y veremos
entonces si podemos contagiar a los perros nada ms que un poco de hidrofobia. despus de esto
deben quedar inmunizados. Un mes ms tarde, Pasteur y sus ayudantes supieron que, al cabo de
tres aos de labor, tenan entre las manos la victoria sobre la hidrofobia
Hubo un momento en que resurgi en Pasteur el actor, el hombre de los bellos gestos teatrales: Me
siento muy inclinado a empezar conmigo mismo, a inocularme la rabia y tener despus las
consecuencias, porque empiezo a tener mucha confianza en los resultados, escriba a su amigo
Jules Vercel.
Y en aquella tarde del 6 de julio de 1885, fue hecha a un ser humano la primera inyeccin de
microbios atenuados, de hidrofobia: despus, da tras da, el nio Meister soport sin tropiezo las
restantes inyecciones, meras picaduras de la aguja hipodrmica.
Pasteur perdi el miedo despus de esta prueba; fue algo as como el caso del primer perro
inoculado por Roux, aos antes, contra las rdenes del maestro. Pues lo mismo sucedi con las
personas; una vez que el pequeo Meister sali indemne de la prueba, Pasteur dijo al mundo que
estaba dispuesto a defender de la hidrofobia a todos sus habitantes, el nico caso de Meister haba
disipado por completo sus temores y sus dudas.
Muri en 1895, en una modesta casa prxima a las perreras donde conservaba los perros rabiosos;
en Villenueve l'Etang, en las afueras de Pars. Su fin fue el de un catlico ferviente, el de un mstico,
tal como lo haba sido toda su vida: un crucifijo en la mano y con la otra estrechaba la de madame
Pasteur, su colaborador ms paciente, ms oscuro, ms importante. En torno del lecho se agrupaban
Roux, Chamberland y otros investigadores a los que haba inspirado; hombres que habran
arriesgado la vida ejecutando fantsticas correras contra la muerte, y que, de ser posible, hubieran
dado sus vidas ahora, para salvar la del maestro.
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CAPITULO VI
ROUX Y BERING
gris de la garganta de los cadveres, en pequeos y finos tubos de cristal, en los cuales poda con
ayuda del microscopio , observar unos pequeos bacilos. Ms adelante, con la instruccin de Coch,
Loeffler, cultiv a los bacilos en forma pura, preguntndose, Cmo es que tan pequeas cosas,
pudieran matar a tantos nios tan rpidamente? De lo cual, sigui con sus investigaciones, ahora
inyectando los cultivos puros en la trquea de algunos conejos y debajo de la piel de varios conejillos
de Indias, ah se dio cuenta de que a pesar de haber muerto cada animal, slo encontr a los
microbios en el sitio donde los haba inyectado, ninguno se propago, y en algunos casos, ni siquiera
encontr a estos microbios, lo que lo llev a pensar, que estos microbios, deban secretar un veneno,
una toxina que se infiltra hasta algn rgano del cuerpo, aunque nunca prob su teora, esto le
servira de herencia a nuestro Cazador de microbios Roux.
Cuatro aos ms tarde en Paris, Roux junto a Yersin, probaron esta teora, estudiaron a los
pacientes y encontraron el mismo bacilo mencionado por Loeffler, lo cultivaron en matraces y lo
inyectaron en cuadrpedos y aves, muriendo estos al igual que los nios Roux, se convenca a si
mismo de que el bacilo, era la causa de la difteria, para comprobar esto, hizo disecciones y busc en
cada parte de los conejos muertos, sin encontrar rastro alguno del bacilo, lo que lo llev a pensar en
la antigua idea de Loeffler, de que lo que verdaderamente mataba, era una toxina que el bacilo
secretaba. Empeado en demostrar la secrecin de la toxina, cultiv a bacilos en caldo esterilizado,
con ayuda de una estufa de cultivo, y pasados 4 das, separ los microbios del caldo de cultivo
(donde se supondra que secretaran la mortal toxina) inyect a conejos y conejillos de indias con
ese caldo, libre de los bacilos (esperando su muerte), y no encontr un resultado positivo, todos los
animalitos sobrevivieron. A pesar de esto, Roux no quera abandonar esa idea y volvi a inyectar
grandsimas cantidades del caldo a los animales, (35 veces mayores) por lo cual los animales
murieron, Roux haba descubierto la toxina de la difteria. Con ello, Roux descubri que el caldo si era
txico, slo que su nivel de toxicidad era bajo, por lo que decidi cocinar a los microbios durante 42
das a la temperatura del ser humano (en lugar de 4 horas), ah descubri como una pequea
cantidad del caldo ya separado de los bacilos, era extremadamente mortal, Roux confirm que el
caldo (Toxina de la difteria) era la parte que mataba a los animales.
Por otro lado en Berln, el otro Emilio, Emilio Behring, mdico militar mayor de 30 aos, que
trabajaba en el laboratorio de Koch, al siempre escuchar las exigencias del gobierno hacia su
maestro Koch.