Carnaval y Literatura
Carnaval y Literatura
Carnaval y Literatura
Las leyes, las prohibiciones, las restricciones que determinan la estructura, el buen
desarrollo de la vida normal (no carnavalesca) estn suspendidos durante el
tiempo del carnaval; se comienza por invertir el orden jerrquico y todas las formas
de miedo que ste entraa: veneracin, piedad, etiqueta, es decir, todo lo que est
dictado por la desigualdad social o cualquier otra (la de la edad, por ejemplo).
Quedan abolidas tambin todas las distancias entre los hombres, para
reemplazarlas por una actitud carnavalesca especial: un contacto libre y
familiar. Es ste un momento muy importante de la percepcin carnavalesca del
mundo. Los hombres separados en la vida por barreras jerrquicas
infranqueables, se abordan con toda la simplicidad en plaza del carnaval. Esta
actitud familiar impone un carcter particular a la organizacin de las acciones de
masa, una gesticulacin carnavalesca libre, lo mismo que la palabra carnavalesca
franca. En el carnaval se instaura una forma sensible, recibida de una manera
semireal y semiactuada, un modo nuevo de relaciones humanas, opuesto a las
relaciones socio-jerrquicas todopoderosas de la vida corriente. La conducta, el
gesto y la palabra del hombre se liberan de la dominacin de las situaciones
jerrquicas (capas sociales, grados, edades, fortunas) que los determinan
completamente cuando se est fuera del carnaval, y resultan por ese hecho
excntricos, desplazados desde el punto de vista de la lgica de la vida habitual.
Pero el pensamiento literario y artstico fue marcado sobre todo por el rito de la in-
desentronizacin que ha engendrado un rito particular, desentronizante, en la
estructura de las imgenes artsticas y de obras enteras, un tipo
fundamentalmente ambivalente y que se sita en dos planos. Si la ambivalencia
carnavalesca se borra en las imgenes desentronizantes, aquellas degeneran en
una simple denuncia negativa, de carcter moral o socio-poltico, que se desarrolla
sobre un solo plano y pierde todo valor artstico.
En la parodia literaria normal, en el sentido estricto actual del trmino, el lazo con
la percepcin carnvalesca del mundo ha desparecido casi por completo. Pero en
la poca del Renacimiento (Erasmo, Rebelais), el luego del carnaval arda todava:
la parodia era ambivalente y consciente de su proximidad con la muerte
renovacin. Es lo que ha permitido el nacimiento, en el seno de la parodia, de una
de las grandes obras carnavalescas de la literatura mundial: el Don quijote de
Cervantes. He aqu lo que esa novela representaba para Dostoiewski: No hay en
el mundo entero obra ms profunda ni ms fuerte. Es hasta ahora la ltima
palabra, la ms sublime del pensamiento humano, es la irona ms amarga que
haya podido expresar un mortal: y si el mundo tocara a su fin y se le preguntara:
Entonces, ha logrado comprender su vida sobre la tierra y ha concluido algo de
ello?, el hombre podra mostrar en silencio el Don Quijote: He aqu mi conclusin
sobre la vida, puede Ud. Juzgarme con base en ella? (Notemos que Dostoiewski
construye esta apreciacin del Don Quijote en la forma tpica de un dilogo al pie
de la tumba).
La plaza pblica y las calles adyacentes le sirven de arena principal. Es cierto que
el carnaval penetraba igualmente en las casas (se encontraba limitado de hecho
en el tiempo pero no en el espacio); no conoca ni el escenario ni la rampa del
teatro. Pero su lugar central slo podra ser la plaza, pues era, por su concepcin,
universal y popular; todos deben tomar parte en el contacto familiar. La plaza del
carnaval, la de los actos carvanalescos, adquiere un matiz simblico
suplementario, ms amplio y ms profundo. En la literatura carnvalizada, la plaza,
en cuanto lugar de la accin, se convierte en ambivalente y se sita en dos planos:
deja en cierta forma transparentar su equivalente carnavalesco, la plaza del
contacto familiar libre y de la desentronizacin pblica. Ocurre lo mismo con todos
los dems sitios (motivados evidentemente por la semejanza y el tema) que
pueden ser lugares de encuentro y de contacto de hombres diferentes: las calles,
las tabernas, los caminos, los baos, los puentes de los navos, etc. Esto no
impide, por otra parte, el naturalismo en su representacin: la simbologa universal
del carnaval no le es hostil.
Durante la Edad Media, una vasta literatura cmica y pardica en lengua vulgar o
en latn estuvo unida de una manera u otra a las solemnidades de tipo
carnavalesco, al carnaval propiamente dicho, a la fiesta de los locos, a la libre
risus paschalis, etc. Cabe decir que de hecho, durante la Edad Media, casi toda
fiesta religiosa; el Hbeas-Cristi en particular, tena su momento carnavalesco de
plaza pblica. Muchas fiestas regionales: las corridas, por ejemplo, tenan un
carcter carnavalesco ntidamente pronunciado. En los das de mercado, en las
fiestas de la via, en los das de las representaciones de milagros, de misterios,
etc., igualmente una atmsfera de carnaval. Impregnaba todo el dominio del
espectculo. Las grandes ciudades de la baja Edad Media (tales como Roma,
Npoles, Venecia, Pars, Lyon, Neremberg, Koln, etc) llevaban durante tres meses
al ao, si no ms. Si sumamos todas las fiestas, una vida absolutamente
carnavalesca. Puede decirse (haciendo evidentemente ciertas reservas) que el
hombre de la Edad Media tena dos vidas: la una oficial, monolticamente seria y
limitada, sometida a un orden jerrquico rgido, penetrado de dogmatismo, de
temor, de veneracin, de piedad, y la otra de carnaval y de plaza pblica, libre,
llena de risa ambivalente, de sacrilegios, de profanaciones, de envilecimientos, de
inconveniencias, de contactos familiares con todo y con todos. Estas dos vidas
estaban perfectamente separadas por lmites temporales estrictos. Pero al mismo
tiempo eran tambin dos vidas perfectamente lcitas.
A esta poca se remonta tambin la carnavalizacin del discurso entre los pueblos
europeos. Capas enteras de la lengua, lo que puede llamarse la lengua familiar
de plaza pblica, fueron tocadas por la concepcin del mundo carnavalesco; se ve
constituirse una inmensa reserva de gestos carnavalescos libres. La lengua
familiar de todos los pueblos de Europa, sobre todo la de los juramentos y los
sarcasmos, est todava en nuestros das llena de reminiscencias carnavalescas;
ocurre lo mismo con los gestos injuriosos y de befa.
Estas ramificaciones tardas a partir del tronco comn carnavalesco, del que tanto
se ha tomado, no han suprimido sin embargo el carnaval de plaza pblica
propiamente dicho, ni las dems festividades de tipo carnavalesco, pero estas han
perdido su significacin primera y su riqueza de formas y de smbolos.
Lo mismo sucede con la tierra menipea. Casi todas las escenas y los
acontecimientos de la vida real, representados por lo corriente en forma naturalista
dejan entrever la plaza de carnaval con su lgica especfica de contactos
familiares, de desavenencias, de disfraces, de mistificaciones, de imgenes
antitticas, de escndalos, de in-desentronizaciones, etc. Es lo que vemos en
todos los cuadros naturalistas del Satiricn. Su tema mismo, por otra parte, est
enteramente carnavalizado. Observamos el mismo fenmeno en la metamorfosis
(El asno de oro) de Apuleyo. A veces la carnavalizacin alcanza capas ms
profundas; slo se puede hablar entonces de los armnicos carnavalescos de
ciertas imgenes y acontecimientos. A veces vuelve bruscamente a la superficie,
por ejemplo en el episodio carnavalesco puro del pseudomuerto sobre el umbral,
cuando Lucio, queriendo atacar a hombres, atraviesa odres de vino y toma a ste
por sangre, lo mismo que en la escena siguiente del juicio mistificado. Los
armnicos carnavalescos se hacen or tambin inclusive en una menipea tan
grave como la Consolacin filosfica de Boecio.
La carnavalizacin penetra hasta el corazn filosfico-dialgico de la menipea.
Hemos visto (el autor hace referencia a un texto inmediatamente precedente a los
aqu publicados. N. Del T.), que ese gnero est caracterizado por el
despojamiento, la pureza de las ltimas interrogaciones sobre la vida y la muerte,
lo mismo que por su absoluta universidad (no conoce ni argumentacin filosfica
desarrollaba, ni problemas particulares). El pensamiento carnavalesco gravita
alrededor de las mismas cuestiones, slo que no es una solucin abstracta,
filosfica, religiosa o dogmtica la encontrada por l, sino que la representa en la
forma sensible y concreta de actos y gestos. Esta transformacin de lo abstracto
en una realidad tangible se realiza gracias a la percepcin carnavalesca del
mundo. Es ella, precisamente, la que ha permitido vestir a la filosofa con el traje
gastado de la hetaira.Sirve de correa de transmisin entre la idea y la imagen
artsitica del relato de aventuras. Tenemos un ejemplo notable, en una poca ms
modernas, en los cuentos filosficos de Voltaire, con su universalismo ideolgico,
su dinmica y su colorido carnavalesco cndido, por ejemplo); esos cuentos
ilustran a la maravilla las tradiciones de la menipea y de la carnavalizacin.
Tales son las fuentes, los orgenes (los arcasmos) de esta tradicin literaria,
una de cuyas cimas est sealada por la obra de Dostoiewski, renovndolos en su
forma. Pero Dostoiewski, est separado de los orgenes por dos milenios en cuyo
curso la tradicin no ha cesado de desarrollarse, de complicarse, de cambiar de
rostro y de significacin (guardando sin embargo su unidad y su continuidad).
Veamos rpidamente el desarrollo posterior de esa lnea.
En los tiempos modernos, junto con una penetracin de la menipea en los otros
gneros carvanavalizados, se contina su evolucin independiente a taravs de
variantes y bajo nombres diferentes: el dilogo Luciano, las entrevistas en el
reino de los muertos (con un predominio de las tradiciones antiguas), la nouvelle
filosfica (variante de la menipea, aunque en el espritu del Renacimiento), el
cuento fantstico y el cuento filosfico (formas propias del romanticismo, de
Hoffmann, por ejemplo), etc. La menipea fue utilizada por mtodos artsticos y
corrientes literarias muy variadas que la renovaron cada cual a su manera. As
por ejemplo, la nouvelle filosfica recionalista de Voltaire y el cuento filosfico,
romntico, de Hoffmann tienen rasgos comunes con la menipea y ambos est
fuertemente carnavalizados, al mismo tiempo que conservan una profunda
fiferencia en el plano de la doctrina literaria, del contenido ideolgico, de la
individualidad artstica (basta con comparar Micromgas y el Pequeo Zacaras).
(...).
Antes de pasar al anlisis de los elementos de carnavalizacin en Dostoiewki (nos
limitaremos a algunas de sus obras), nos quedan por abordar todava dos
cuestiones. Para lograr una comprensin acertada del problema de la
carnavalizacin, debemos superar una interprestacin simplista del carnaval,
corriente en nuestros das, la cual lo reduce a mascarada, o aun peor, a bohemia
vulgar. El carnaval es una percepcin del mundo muy amplia y popular de los
milenios pasados. Esta percepcin, al liberar del miedo, aproxima, al mximo el
mundo al hombre y a los hombres entre si (todo est proyectado en una esfera de
contactos familiares libres), con si alegra en los cambios y su feliz relatividad, la
cual se opone solamente a la seriedad oficial, monolgica y dogmtica,
engendrada por el miedo, enemigo del devenir y del cambio, y que tiende a la
absolutizacin del estado existente de cosas y del orden social.
La percepcin carnavalesca del mundo rompe todas las cadenas, pero sin la ms
mnima huella de nihilismo, y menos todava de la irresponsabilidad gratuita o del
individualismo vulgar propio de la bohemia.