Taller Mariano
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66. Mara, ensalzada, por gracia de Dios, despus de su Hijo, por encima de
todos los ngeles y de todos los hombres, por ser Madre santsima de Dios,
que tom parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la
Iglesia con un culto especial. Y, ciertamente, desde los tiempos ms
antiguos, la Santsima Virgen es venerada con el ttulo de Madre de Dios,
a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y
necesidades [192]. Por este motivo, principalmente a partir del Concilio de
Efeso, ha crecido maravillosamente el culto del Pueblo de Dios hacia Mara
en veneracin y en amor, en la invocacin e imitacin, de acuerdo con sus
profticas palabras: Todas las generaciones me llamarn bienaventurada,
porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso (Lc 1, 48-49). Este culto, tal
como existi siempre en la Iglesia, a pesar de ser enteramente singular, se
distingue esencialmente del culto de adoracin tributado al Verbo
encarnado, lo mismo que al Padre y al Espritu Santo, y lo favorece
eficazmente, ya que las diversas formas de piedad hacia la Madre de
Dios que la Iglesia ha venido aprobando dentro de los lmites de la doctrina
sana y ortodoxa, de acuerdo con las condiciones de tiempos y lugares y
teniendo en cuenta el temperamento y manera de ser de los fieles, hacen
que, al ser honrada la Madre, el Hijo, por razn del cual son todas las cosas
(cf. Col 1, 15-16) y en el que plugo al Padre eterno que habitase toda la
plenitud (Col 1,19), sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez,
sean mejor cumplidos sus mandamientos.