Sentencia Corte IDH Caso Tibi vs. Ecuador
Sentencia Corte IDH Caso Tibi vs. Ecuador
Sentencia Corte IDH Caso Tibi vs. Ecuador
En el caso Tibi,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la Corte, la Corte
Interamericana o el Tribunal), integrada por los siguientes jueces:
Sergio Garca Ramrez, Presidente;
Alirio Abreu Burelli, Vicepresidente;
Oliver Jackman, Juez;
Antnio A. Canado Trindade, Juez;
Cecilia Medina Quiroga, Jueza;
Manuel E. Ventura Robles, Juez;
Diego Garca-Sayn, Juez, y
Hernn Salgado Pesantes, Juez ad hoc;
presentes, adems,
Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y
Emilia Segares Rodrguez, Secretaria Adjunta,
de conformidad con los artculos 29, 31, 37.6, 56 y 58 del Reglamento de la Corte (en
adelante el Reglamento) y con el artculo 63.1 de la Convencin Americana sobre
Derechos Humanos (en adelante la Convencin o la Convencin Americana), dicta la
presente Sentencia.
I
INTRODUCCIN DE LA CAUSA
La presente Sentencia se dicta segn los trminos del Reglamento aprobado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en su XLIX Perodo Ordinario de Sesiones mediante Resolucin de 24 de noviembre de
2000, el cual entr en vigor el 1 de junio de 2001, y segn la reforma parcial aprobada por la Corte en su LXI
Perodo Ordinario de Sesiones mediante Resolucin de 25 de noviembre de 2003, vigente desde el 1 enero de
2004.
todos ellos en conexin el artculo 1.1 (Obligacin de Respetar los Derechos) de la
misma, en perjuicio del seor Daniel David Tibi (en adelante Daniel Tibi, Tibi o la
presunta vctima). Adems, la Comisin seal que el Estado no otorg al seor Tibi la
posibilidad de interponer un recurso contra los malos tratos supuestamente recibidos
durante su detencin ni contra su detencin preventiva prolongada, la cual se alega
violatoria de la propia legislacin interna, y que tampoco exista un recurso rpido y
sencillo que se pudiera interponer ante un tribunal competente para protegerse de las
violaciones a sus derechos fundamentales. Todo ello, segn la Comisin, constituye una
violacin de las obligaciones establecidas en el artculo 2 de la Convencin Americana, las
cuales imponen al Estado dar efecto legal interno a los derechos garantizados en los
artculos 5, 7, 8 y 25 de dicha Convencin.
3. De acuerdo con los hechos alegados en la demanda, el seor Daniel Tibi era
comerciante de piedras preciosas. Fue arrestado el 27 de septiembre de 1995, mientras
conduca su automvil por una calle de la Ciudad de Quito, Ecuador. Segn la Comisin,
el seor Tibi fue detenido por oficiales de la polica de Quito sin orden judicial. Luego fue
llevado en avin a la ciudad de Guayaquil, aproximadamente a 600 kilmetros de Quito,
donde fue recludo en una crcel y qued detenido ilegalmente por veintiocho meses.
Agrega la Comisin que el seor Daniel Tibi afirm que era inocente de los cargos que se
le imputaban y fue torturado en varias ocasiones, golpeado, quemado y asfixiado para
obligarlo a confesar su participacin en un caso de narcotrfico. Adems, la Comisin
indic que cuando el seor Tibi fue arrestado se le incautaron bienes de su propiedad
valorados en un milln de francos franceses, los cuales no le fueron devueltos cuando fue
liberado, el 21 de enero de 1998. La Comisin entiende que las circunstancias que
rodearon el arresto y la detencin arbitraria del seor Tibi, en el marco de la Ley de
Sustancias Estupefacientes y Psicotrpicas ecuatoriana, revelan numerosas violaciones
de las obligaciones que la Convencin Americana impone al Estado.
II
COMPETENCIA
III
PROCEDIMIENTO ANTE LA COMISIN
2
7. El 7 de mayo de 1999 la Comisin abri el caso, transmiti al Estado las partes
pertinentes de la denuncia y le solicit observaciones, conforme al Reglamento de la
Comisin vigente en ese momento. Particularmente, a efectos de dar a la comunicacin
de referencia el trmite correspondiente, de acuerdo con el artculo 37 del Reglamento
de la Comisin, conjuntamente con la informacin relativa a los hechos, le pidi que
suministrara cualquier elemento de juicio que permitiera apreciar si en el caso se haban
agotado o no los recursos correspondientes a la jurisdiccin interna.
[el] reclamo por parte del Estado de la existencia de instancias por agotar se refiere al caso
por narcotrfico del cual el proceso contra el peticionario fue sobresedo provisionalmente el 3
de septiembre de 1997. Sin embargo, este caso ha estado bajo consideracin desde 1995,
por lo que la Comisin concluye que h[ubo] retardo injustificado aplicndose la excepcin
prevista en el artculo 46.2.c [de la Convencin]. La Comisin observa que el Estado no
especifica qu instancias han sido ya agotadas, ni tampoco en qu instancia se encuentra el
proceso.
3
12. El 30 de octubre de 2000 la Comisin se puso a disposicin de las partes con el
objeto de alcanzar una solucin amistosa. El 17 de noviembre de 2000 el peticionario
indic que estaba interesado en una solucin amistosa. El 28 de noviembre de 2000 la
Comisin comunic al Estado el inters del peticionario en llegar a una solucin amistosa
y le solicit sus observaciones al respecto. El Estado no expres inters en procurar una
solucin amistosa. En consecuencia, la Comisin procedi a preparar el informe sobre el
fondo del caso.
2. Que se tomen medidas necesarias para hacer efectiva la legislacin sobre amparo.
IV
PROCEDIMIENTO ANTE LA CORTE
4
como delegados a la seora Marta Altolaguirre y al seor Santiago Canton, y como
asesora jurdica a la seora Christina Cerna 1 . Adems, indic que el peticionario original
fue el seor Arthur Vercken.
23. El 29 de agosto de 2003 el Estado design como Agentes a los seores Juan Leoro
Almeida, Embajador del Ecuador ante la Repblica de Costa Rica y Erick Roberts, y como
Agente Alterno al seor Rodrigo Durango Cordero. Asimismo, design como Juez ad hoc
al seor Hernn Salgado Pesantes.
1
Durante el trmite del presente caso la Comisin realiz algunos cambios en la designacin de sus
representantes ante la Corte.
2
Durante el trmite del presente caso los representantes realizaron algunos cambios en la designacin de sus
representantes ante la Corte.
5
siguiente, la Secretara inform a la Comisin que no se dara trmite a dicho escrito
hasta que recibiera la traduccin al espaol. El 6 de enero de 2004 la Comisin present
la traduccin al espaol. En dicho escrito la Comisin solicit a la Corte que declarara
inadmisible la primera excepcin preliminar y no se pronunci sobre la segunda
excepcin interpuesta.
6
rendidas ante fedatario pblico (affidvits) por las seoras Elsy Magdalena Peafiel
Toscano y Gloria Antonia Prez Vera, despus de otorgada una prrroga que concluy el
25 de junio de 2004. Adems, inform que no le fue posible aportar la declaracin de la
seora Blanca Lpez, en razn de lo cual retir a dicha testigo.
33. Los das 7 y 8 de julio de 2004 la Corte recibi en audiencia pblica las
declaraciones de los testigos y los dictmenes de los peritos propuestos por la Comisin
Interamericana, los representantes y el Estado. Adems, escuch los alegatos sobre
excepciones preliminares y eventuales fondo, reparaciones y costas, de la Comisin
Interamericana, de los representantes y del Estado.
35. En la misma audiencia pblica ante la Corte, el testigo Juan Montenegro present
documentacin relacionada con el caso, y el perito Santiago Argello Meja entreg un
dictamen escrito titulado Dictamen en el caso Daniel Tibi vs. Ecuador. (Sistema
Penitenciario). Corte Interamericana de Derechos Humanos.
7
36. El 11 de julio de 2004 los representantes presentaron observaciones a las
declaraciones de las seoras Elsy Magdalena Peafiel Toscano y Gloria Antonia Prez
Vera. Sealaron que ambas declaraciones son exactamente iguales, que el mismo Estado
seal que eran declaraciones conjuntas y que las contradecan tanto en la forma
como en el fondo. Consecuentemente, solicitaron a la Corte que las desestimara.
42. El 12 de agosto de 2004 el Estado remiti sus alegatos finales escritos. No remiti
la prueba documental solicitada para mejor resolver.
8
V
EXCEPCIONES PRELIMINARES
* *
Alegatos de la Comisin
9
a) los artculos 46 y 47 de la Convencin Americana establecen que la
Comisin, como rgano principal del sistema, tiene el cometido de determinar la
admisibilidad o inadmisibilidad de una peticin;
f) los dos tribunales que conocieron del caso desestimaron los cargos
formulados contra el seor Daniel Tibi, porque su conducta haba sido ajena a
ellos y no guardaba conexin con la causa. En consecuencia, el seor Tibi y las
dems personas a las que se extenda el sobreseimiento fueron excluidas de la
siguiente etapa del procedimiento penal (plenario). El Tribunal Superior de
Guayaquil debi haber dictado un auto de sobreseimiento definitivo, en lugar de
confirmar el provisional;
j) en relacin con los bienes confiscados al seor Daniel Tibi al ser detenido,
el Estado no indic qu procedimientos debieron observarse para su devolucin. El
propio Estado sostiene que el seor Tibi nunca los reclam despus de su
liberacin. Confirmado el sobreseimiento del sindicado, se dispone la devolucin
de los bienes y hasta la fecha [15 de diciembre de 2003] la cuestin no ha sido
resuelta, [ lo] que [significa] un retardo injustificado; y
10
k) el Estado ha presentado alegatos contradictorios sobre la regla de
agotamiento de recursos internos. En sus alegatos ante la Comisin y la Corte,
afirm por un lado, que la decisin sobre admisibilidad fue anterior a la conclusin
del proceso penal y por el otro, en su contestacin a la demanda ante la Corte,
aleg que el proceso penal se extendi hasta la confirmacin del sobreseimiento
provisional. De conformidad con la jurisprudencia de la Corte, cuando una parte
ha adoptado una actitud que redunda en beneficio propio o en perjuicio de la
contraria, no puede asumir luego otra conducta que sea contradictoria con la
primera (principio de estoppel).
Consideraciones de la Corte
11
47. La Convencin atribuye a la Corte plena jurisdiccin sobre todas las cuestiones
relativas a un caso sujeto a su conocimiento, incluso las de carcter procesal en las que
se funda la posibilidad de que ejerza su competencia 3 .
48. El artculo 46.1.a de la Convencin Americana dispone que para que sea admisible
una peticin o comunicacin presentada ante la Comisin Interamericana de acuerdo con
los artculos 44 45 de la Convencin, es necesario que se hayan interpuesto y agotado
los recursos de la jurisdiccin interna, segn los principios del derecho internacional
generalmente reconocidos.
3
Cfr. Caso Herrera Ulloa. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107, prr. 79; Caso Juan Humberto
Snchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, prr. 65; y Caso de los 19 Comerciantes. Excepcin
Preliminar. Sentencia de 12 de junio de 2002. Serie C No. 93, prr. 27.
4
Cfr. Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 81; Caso de la Comunidad de Mayagna (Sumo) Awas Tigni.
Excepciones Preliminares. Sentencia de 1 de febrero de 2000. Serie C No. 66, prr. 53; y Caso Loayza Tamayo.
Excepciones Preliminares. Sentencia de 31 de enero de 1996. Serie C No. 25, prr. 40.
5
Cfr. Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 81; Caso de la Comunidad de Mayagna (Sumo) Awas Tigni.
Excepciones Preliminares, supra nota 4, prr. 40; y Caso Castillo Petruzzi y otros. Excepciones Preliminares.
Sentencia de 4 de septiembre de 1998. Serie C No. 41, prr 56.
6
Cfr. Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 81; Caso de la Comunidad de Mayagna (Sumo) Awas Tigni.
Excepciones Preliminares, supra nota 4, prr. 53; y Caso Durand y Ugarte Excepciones Preliminares. Sentencia
de 28 de mayo de 1999. Serie C. No. 50, prr 33.
7
Cfr. Caso Herrera Ulloa, supra nota 3 , prr. 83; Caso de la Comunidad de Mayagna (Sumo) Awas Tigni.
Excepciones Preliminares, supra nota 4, prr. 56; y Caso Castillo Petruzzi y otros. Excepciones Preliminares,
supra nota 5, prr. 56.
12
53. En cuanto al alegato del Estado en el sentido de que durante el procedimiento de
admisibilidad ante la Comisin an se encontraba pendiente el proceso penal en contra
del seor Tibi, y de que no se haban agotado los recursos de casacin y revisin, es
necesario sealar que la Comisin indic en el Informe de Admisibilidad No. 90/00, de 5
de octubre de 2000, que el reclamo del Estado sobre la existencia de instancias por
agotar se refiere a un proceso por narcotrfico, en el que se dict sobreseimiento
provisional el 3 de septiembre de 1997. Ahora bien, este caso haba estado bajo la
consideracin del sistema interamericano de proteccin de los derechos humanos desde
1998, y por ello la Comisin declar que en la especie haba retardo injustificado, por lo
que resultaba aplicable la excepcin prevista en el artculo 46.2.c de la Convencin. La
Comisin observ que el Estado no especific qu instancias no haban sido agotadas, ni
en qu instancia se encontraba el proceso.
54. En el mismo Informe de Admisibilidad, la Comisin hizo notar que el seor Daniel
Tibi interpuso dos recursos de amparo judicial. El primero fue rechazado, y no hubo
respuesta al segundo. La Comisin consider que el recurso de amparo judicial es
suficiente e idneo para la proteccin de los derechos previstos en los artculos 5 y 7 de
la Convencin Americana. En cuanto al artculo 21 de la Convencin, la Comisin
entendi que exista un retardo injustificado.
* *
Alegatos de la Comisin
13
b) solicit a la Corte que rechazara esta excepcin.
Consideraciones de la Corte
59. Antes de considerar la presente excepcin interpuesta por el Estado, esta Corte
estima necesario precisar que la misma se refiere a un planteamiento vinculado a un
aspecto temporal de su competencia (ratione temporis) ms que una excepcin
relacionada con la materia del caso (ratione materiae).
62. Los hechos del presente caso ocurridos con anterioridad al 9 de diciembre de
1999 no caen bajo la competencia de la Corte en los trminos de ese instrumento. Sin
embargo, la Corte retendra competencia para conocer de hechos o actos violatorios de
dicha Convencin acaecidos con posterioridad a esa fecha 8 .
63. La Corte es competente para conocer los hechos del caso sub judice a la luz de la
Convencin Americana.
8
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, prr. 114;
Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, prr. 95; y Caso Bmaca
Velsquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000, Serie C No. 70, prr. 223.
14
64. Por lo anterior, la Corte desestima la segunda excepcin preliminar interpuesta
por el Estado.
VI
PRUEBA
65. Antes del examen de las pruebas recibidas, la Corte realizar, a la luz de los
artculos 44 y 45 del Reglamento, algunas consideraciones aplicables al caso especfico,
la mayora de las cuales han sido desarrolladas en la jurisprudencia de este Tribunal.
66. En materia probatoria rige el principio del contradictorio, que implica, entre otras
cosas, respetar el derecho de defensa de las partes. Este principio se refleja en el
artculo 44 del Reglamento, en lo que atae a la oportunidad en que debe ofrecerse la
prueba, con el fin de que haya igualdad entre las partes 9 .
67. La Corte ha sealado anteriormente que los procedimientos que se siguen ante
ella no estn sujetos a las mismas formalidades que las actuaciones judiciales internas, y
que la incorporacin de determinados elementos al acervo probatorio debe ser efectuada
con particular atencin a las circunstancias del caso concreto y respeto a la seguridad
jurdica y al equilibrio procesal entre las partes 10 . Adems, la Corte ha tenido en cuenta
que la jurisprudencia internacional ha evitado adoptar una rgida determinacin del
quantum de la prueba necesaria para fundar un fallo 11 , considerando que los tribunales
internacionales tienen la potestad de apreciar y valorar las pruebas segn las reglas de la
sana crtica. Este criterio es especialmente vlido en relacin con los tribunales
internacionales de derechos humanos, que disponen de amplia flexibilidad en la
valoracin de la prueba rendida ante ellos de acuerdo con las reglas de la lgica y con
base en la experiencia 12 .
A) PRUEBA DOCUMENTAL
9
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 40; Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5
de julio de 2004. Serie C No. 109, prr. 64; y Caso Molina Theissen. Reparaciones (art. 63.1 de la Convencin
Americana sobre Derechos Humanos), Sentencia de 3 de julio de 2004, Serie C, No. 108, prr. 21.
10
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 41; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 65; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 23.
11
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 41; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 65; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 23.
12
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 41; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 65; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 23.
13
Cfr. expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexos 1 a 12, folios 043 a 199; tomo II, anexos 13 a 29,
folios 201 a 523; y tomo III, anexos 30 a 54, folios 526 a 664.
14
Cfr. expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 01 a 27, folios 666 a 840; y, anexos
28 a 38, folios 842 a 1071.
15
Cfr. expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1072 a 1564.
15
72. El testigo Juan Montenegro y el perito Santiago Argello Meja aportaron diversa
documentacin durante la audiencia pblica (supra prr. 35) 16 , y los representantes
presentaron un disco compacto (supra prr. 34) 17 .
73. Los representantes (supra prr. 30) 18 y el Estado (supra prr. 32) 19 remitieron
las declaraciones juradas de los seores Alain Abellard y Michel Robert, las respuestas al
cuestionario remitido por los representantes al seor Laurent Rapin y las declaraciones
rendidas ante fedatario pblico (affidvits) por el seor Csar Banda Batallas y las
seoras Magdalena Peafiel y Gloria Prez, de conformidad con lo dispuesto por el
Presidente en Resolucin de 11 de junio de 2004 (supra prr. 29). Asimismo, los
representantes remitieron las declaraciones juradas rendidas por los seores Eric
Orhand, Frederique Tibi y Blandine Pelissier (supra prr. 30) 20 . A continuacin, el
Tribunal resume las partes relevantes de dichas declaraciones.
En 1997 fue contactado por un amigo del seor Daniel Tibi, quien le coment sobre el
caso. A travs de un celular pudo comunicarse directamente con el seor Daniel Tibi,
quien se encontraba en el Centro de Rehabilitacin Social de Varones de Guayaquil (en
adelante Penintenciara del Litoral), en Guayaquil, Ecuador.
Durante los siguientes dos aos, el testigo escribi cinco artculos sobre la situacin
carcelaria en el Ecuador, especficamente acerca de las condiciones de la crcel de
Guayaquil y la detencin del seor Tibi. Sus fuentes fueron el seor Daniel Tibi y otros
presos, miembros del cuerpo diplomtico francs, periodistas ecuatorianos, incluyendo el
director del peridico ecuatoriano Hoy, abogados y autoridades del mismo pas.
Resalt que el caso del seor Daniel Tibi ilustra el nivel de corrupcin y la debilidad del
poder judicial en el Ecuador. Seal que si el seor Tibi hubiera pagado una suma de
dinero a los funcionarios vinculados al caso, hubiera sido liberado. El arresto del seor
Tibi fue producto de la manera indiscriminada en que se realiza la lucha contra las
drogas. Los policas reciben pagos con base en el nmero de personas a las que
16
Cfr. documentacin presentada por el testigo Juan Montenegro y el perito Santiago Argello Meja el 7 de
julio de 2004 (expediente de excepciones preliminares y eventuales fondo y reparaciones, tomo III, folios 710.b
a 713 y folios 722.b a 727).
17
Cfr. disco compacto entregado por los representantes de la presunta vctima y sus familiares el 7 de julio de
2004 (archivo de documentacin aportado por los representantes durante la audiencia pblica sobre
excepciones preliminares y eventuales fondo, reparaciones y costas).
18
Cfr. declaraciones juradas y declaraciones rendidas ante fedatario pblico (affidvits) presentadas por los
representantes (expediente de excepciones preliminares y eventuales fondo y reparaciones, tomo III, folios 564
a 567, 570 a 572.a, 572.b a 574, 575 a 590, 601 a 602 y 632 a 648).
19
Cfr. declaraciones rendidas ante fedatario pblico (affidvits) presentadas por el Estado (expediente de
excepciones preliminares y eventuales fondo y reparaciones, tomo III, folios 681 a 692).
20
Cfr. declaraciones juradas presentadas adicionalmente por los representantes (expediente de excepciones
preliminares y eventuales fondo y reparaciones, tomo III, folios 591 a 599 y 607 a 608).
16
detienen. Esto cre un incentivo perverso que se traduce en la detencin de personas
inocentes, a quienes posteriormente le son negados sus derechos procesales bsicos. Su
investigacin revel que los derechos son comprados y vendidos en las crceles del
Ecuador.
Estudi Etiopathy, que es un mtodo cientfico para analizar y determinar las causas de
los fenmenos patolgicos. Dicha metodologa utiliza tcnicas ancestrales de reposicin
de huesos, a fin de tratar lesiones comunes, buscando suprimir los sntomas en vez de
tratarlos superficialmente, con el objetivo de devolver al cuerpo humano sus funciones, a
travs de la manipulacin.
El tratamiento que dio al seor Tibi comenz en junio de 1998 y continu hasta
diciembre de ese mismo ao. Durante las nueve sesiones en las que el seor Daniel Tibi
asisti al tratamiento, advirti que ste sufra de severas dolencias fsicas, tales como:
falta de movilidad en espalda y cuello, problemas de visin, heridas en la cara, prdida
de textura y elasticidad en la piel que reflejaba un grado de malnutricin, dolor desde la
regin lumbar hasta ambas piernas, la parte superior de su espalda tena varios puntos
de tensin severa, y agudos dolores de cabeza. El paciente no poda dormir. Adems,
not en las piernas varias cicatrices de quemaduras de cigarro, redondas y profundas.
Consider que las dolencias del seor Tibi, que incluan las palizas, malnutricin, estrs y
postura perjudicial, fueron resultado directo de las condiciones de prisin.
Recomend que se diera ayuda psicolgica inmediata al seor Daniel Tibi, tomando en
cuenta la presencia de cambios drsticos en sus emociones.
Considera que el mantenimiento del seor Tibi en la crcel por un perodo tan largo sin
juicio representaba una denegacin temporaria de justicia.
17
En los procedimientos penales por delitos tipificados en la Ley de Sustancias
Estupefacientes y Psicotrpicas (en adelante LSEP) vigente en 1995, se conceda accin
popular para denunciar las infracciones. En estos casos no se aceptaba caucin, condena
condicional, prelibertad, libertad controlada, ni los beneficios de la Ley de Gracia y del
Indulto.
La legislacin ecuatoriana vigente en la poca de los hechos, sealaba que las personas
autorizadas para proceder a la detencin deban identificarse y presentar la boleta
emitida por la autoridad competente, la cual debe contener los motivos de la detencin e
indicar al detenido cuales son sus derechos.
Segn la legislacin ecuatoriana vigente al momento de los hechos, las etapas de los
procedimientos penales tenan cierta duracin mxima: 1) el sumario, no ms de 60
das; 2) la etapa intermedia, no ms de 19 das; vencido este plazo, proceda dictar auto
de sobreseimiento o de apertura a plenario, apelables dentro de los tres das siguientes a
su notificacin; 3) la etapa plenaria se tramitaba ante el tribunal penal; y 4) la
impugnacin proceda cuando, una vez dictada la sentencia por el tribunal penal
18
correspondiente, las partes interponan casacin, para lo cual contaban con tres das; de
no hacerlo, se ejecutaba la sentencia.
En ningn caso el juez deba admitir como testigos a los coacusados; sus declaraciones
no deban constituir prueba alguna.
Los defensores de oficio eran insuficientes para el nmero de causas pendientes en los
distritos de Quito y Guayaquil, razn por la cual su actuacin y su influencia en cada uno
de los procesos era prcticamente nula. Con base en el artculo 54.5 del Cdigo de
Procedimiento Penal, se exclua al abogado defensor del imputado durante el momento
de rendir declaraciones procesales.
El delito de tortura no est tipificado en el Cdigo Penal del Ecuador. Existen tipos
penales que tratan de los delitos contra presos y detenidos, pero slo sancionan ciertos
actos de tortura cometidos en las crceles de la Repblica. Los tipos penales existentes
no concuerdan en nada con el requerimiento formulado por la Convencin
Interamericana contra la Tortura, y mucho menos con la obligacin adquirida por el
Estado de sancionar estos actos en los trminos requeridos por la mencionada
Convencin. Por otra parte, aludi a la inaccin de las autoridades judiciales y del
Ministerio Pblico, aun cuando se trate de delitos perseguibles de oficio. Adems, seal
que si un examen mdico legal era entregado directamente a un juez y contena pautas
inequvocas de la comisin de un delito, el Juez estaba obligado a iniciar una
investigacin, de oficio, segn el rgimen inquisitivo del procedimiento penal de aquel
entonces. Aunado a lo anterior, cuando un recluso comunicaba al Director de la crcel o
al Director Nacional de Prisiones que haba sufrido algn maltrato por parte de otros
reclusos o del personal de prisiones, se deba iniciar una investigacin.
19
En la prctica, la declaracin del imputado, obtenida a travs de su testimonio
indagatorio, tiene valor de prueba a favor de aqul, sin perjuicio de que se debe obtener
otras pruebas que corroboren lo afirmado en la indagatoria. Estos hechos estn
sometidos a un examen final de conjunto, en el que se aplican las reglas de la sana
crtica para imponer una sancin. En la prctica de los juicios de drogas, ante la consigna
de hundir a los acusados de narcotrfico, poco o nada pesaba una declaracin en tal
sentido, que por lo general siempre era desoda. La declaracin procesal tiene valor en
contra de quien la rinde por la presuncin de culpabilidad que impona el rgimen de
excepcin de la LSEP.
Conoce en forma relativa la vida y la conducta del entonces detenido del seor Daniel
Tibi, debido al nmero de la poblacin carcelaria del Centro de Rehabilitacin de Varones
de Guayaquil. Lo conoci de manera circunstancial, por el recorrido que se hace, con
alguna frecuencia, en los 34 pabellones, el pasillo central y el comedor de los internos.
El seor Tibi estuvo recluido en los pabellones atenuados alto y atenuados bajo, en
celdas bipersonales, con servicios de agua potable, luz elctrica y servicio sanitario. Se
trata de instalaciones con mayor comodidad e higiene, donde los internos gozan de trato
preferencial, y sobre todo si son extranjeros.
20
f) Declaracin de Elsy Magdalena Peafiel Toscano, funcionaria del
Departamento de Trabajo Social de la Penitenciara del Litoral
En septiembre de 1999 conoci al seor Daniel Tibi. Despus de algunos meses decidi
vivir con l. En ese tiempo, Daniel le hablaba constantemente sobre lo que le ocurri en
el Ecuador y algunas de sus esperanzas de reconstruir su vida y recobrar su patrimonio.
Adems, le manifest que tena planeado escribir un libro y filmar una pelcula.
Con el curso de los aos ha notado que el estado mental y emocional del seor Tibi ha
empeorado. En algunas ocasiones se encuentra molesto y en otras eufrico. Debido a lo
anterior, siente que est viviendo con dos personas distintas.
Durante el tiempo en que el seor Daniel Tibi estuvo en prisin, adopt ciertos
comportamientos y hbitos que an conserva, como acumular cosas alrededor de su
cama, enfadarse con frecuencia y caer en arrebatos violentos que han causado
problemas a la testigo y a sus hijos. Dada la mentalidad de la sociedad francesa, la
imagen social del seor Tibi ha sido daada por el tiempo que pas en prisin.
Conoce al seor Daniel Tibi y a su familia desde 1980. A partir de entonces mantienen
una cercana amistad.
Antes de viajar al Ecuador, el seor Tibi era una persona feliz, optimista, aventurera; le
gustaba disfrutar la vida y era generoso, servicial, confiado y querido por la gente. Tena
un talento natural para arreglar cosas con sus manos y era carioso con los nios.
En 1997 se enter de que el seor Daniel Tibi haba sido encarcelado en el Ecuador.
Cuando Tibi regres a Francia, estaba extremadamente delgado, el lado izquierdo de su
cara mostraba una lesin, su mejilla estaba hundida, su ojo izquierdo era asimtrico con
respecto al derecho y, adems, presentaba mltiples quemaduras de cigarros en los
brazos y las piernas.
El seor Tibi ya no es la misma persona que conoci aos antes. Lo percibe afectado
mental y emocionalmente por su encarcelamiento en Ecuador.
Acompa al seor Tibi cuando ste se mud al Ecuador. Por varias semanas visitaron
diferentes regiones del pas. Despus, el declarante regres a Francia. Entre 1992 y
1995, vio a la presunta vctima un par de veces, cuando sta viaj a Francia para
disfrutar de vacaciones.
21
En 1997 recibi una carta de Beatrice Baruet, en la que sta le inform sobre la
detencin del seor Daniel Tibi y le manifest que necesitaba dinero. Cuando habl con
ella estaba desesperada, por lo que se puso en contacto con amigos y familiares para
enviarle dinero al Ecuador. Se pudo comunicar con la presunta vctima en prisin y se
percat de que estaba aterrado y pensaba que iba a morir ah. Tanto el seor Tibi como
Beatrice Baruet le enviaron documentos, fotografas y recortes periodsticos relacionados
con su caso, los que organiz para la prensa y para algunos miembros de los cuerpos
diplomticos francs y ecuatoriano.
* *
74. Los representantes presentaron varios anexos junto con los alegatos finales
escritos y parte de la prueba requerida para mejor resolver (supra prr. 40) 21 .
75. La Comisin present parte de la prueba para mejor resolver solicitada por la
Secretara, siguiendo instrucciones del Presidente (supra prr. 41) 22 .
76. Los das 7 y 8 de julio de 2004 la Corte recibi las declaraciones de los testigos
Daniel Tibi, Beatrice Baruet y Juan Montenegro, y de los peritos Carlos Martn Beristain,
Ana Deutsch y Santiago Argello Meja, propuestos por la Comisin Interamericana, los
representantes y el Estado, en su caso (supra prr. 33). A continuacin, el Tribunal
resume las partes relevantes de dichas declaraciones y dictmenes.
21
Cfr. expediente de los anexos a los alegatos escritos de los representante de la presunta vctima y sus
familiares, anexos 1 a 7, folios 1899 a 2063; y expediente de prueba para mejor resolver presentada por los
representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo nico, anexos 1 a 14, folios 2064 a 2349.
22
Cfr. expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folios
1565 a 1897.
22
Guayaquil, lo llevaron a un cuartel donde haba varios policas, un fiscal y un coronel de
polica, de nombre Abraham Correa, y un teniente de polica. En ese cuartel se le
interrog acerca de su conocimiento de unas personas que figuraban en fotografas que
le mostraron. Slo reconoci a una persona que le haba ofrecido realizar un negocio con
chaquetas de cuero, que el testigo nunca acept. En el cuartel jams le presentaron una
orden de aprehensin, no estuvo presente ningn abogado ni se le inform de su derecho
a contratarlo. Hasta ese momento no saba la razn por la cual estaba detenido. Sin
embargo, le hicieron firmar una declaracin en la que supuestamente reconoca a una
persona. Recin al cuarto da de haber sido detenido, le dieron permiso para
comunicarse con su esposa. En ese cuartel estuvo ocho das. Luego fue trasladado a la
Penitenciara del Litoral, donde qued privado de libertad por 843 das y noches en total.
Fue trasladado a ese centro penitenciario sin que se le hubiera informado las razones de
ello. Durante el tiempo que estuvo en la crcel nunca fue visitado por abogado alguno
nombrado por el Estado. En el curso de la investigacin penal en su contra, jams le fue
entregada la orden de aprehensin ni fue notificado de los cargos que se le hacan, y
tampoco compareci ante un juez.
En el mes de marzo hizo una declaracin ante un escribano pblico. Despus de hacerla
lo llevaron a la direccin. Fue trasladado a una oficina en la que se presentaron dos
hombres vestidos de civil y armados, quienes le dijeron que si quera salir tena que
volver a firmar una declaracin en la que reconoc[iera] que era parte de la banda de los
camarones. l se neg. Ms tarde lo empezaron a golpear, le pusieron esposas y lo
arrastraron por el suelo a otro lugar del mismo edificio. All empezaron a torturarlo, le
desgarraron el pantaln y lo quemaron con cigarrillos para obligarlo a firmar la
declaracin. Como l segua negndose, lo golpearon hasta que se desmay. Lo anterior
ocurri seis o siete veces en un lapso de mes y medio. En una ocasin recibi descargas
elctricas en los testculos, y en otras lo sumergieron en un balde con agua tratando de
ahogarlo. Tena pnico y pensaba que iba a morir. Cuando reciba las quemaduras de
cigarrillos senta un dolor que le atacaba los nervios. Era insoportable y le haca
desmayar. Durante ese perodo tema por la vida de su esposa y de sus hijas, porque
estaban solas. Deseaba denunciar la tortura. Lo coment con otros detenidos, quienes
le dijeron que no lo hiciera porque seguramente lo mataran. Entonces desisti, pero se
propuso presentar la denuncia una vez que se encontrara libre.
Durante su detencin, el declarante tuvo acceso a un mdico tres veces, pero solo le
practicaron exmenes y en ningn momento recibi tratamiento. Una vez pidi al Cnsul
de Francia en el Ecuador que solicitara a la Direccin de la crcel que lo llevaran al
hospital, pero en esa ocasin los agentes del Estado pretendieron aplicarle la ley de
fuga, que consiste en matar a los detenidos simulando que pretenden huir. En los
23
meses de septiembre y octubre de 1997 le hicieron una revisin mdica. El mdico lo
examin de pie por cinco minutos, sin indicarle tratamiento alguno. Cuando se hizo este
examen el seor Tibi tena una lesin en la mandbula, debido a que en la ltima sesin
de tortura lo haban golpeado con un palo que le hundi la cara y le rompi los dientes.
Por ello tuvo que ir donde otro detenido, que tena un negocio de servicio dental y le hizo
una prtesis.
A travs del abogado de otro detenido pudo ver el auto cabeza del proceso que haba
servido de base para vincularlo. En ese documento figuraban muchas personas. Solo
dos lneas se referan a l. El seor Eduardo Edison Garca Len dijo en su declaracin
que el declarante le haba vendido, en dos ocasiones, hasta cincuenta gramos de cocana.
El testigo aclar que en ningn momento recibi el juez la declaracin que hicieron l y el
seor Eduardo Edison Garca Len, quienes declararon ante el mismo escribano pblico
que fue a la crcel en el mes de marzo. En esas declaraciones sealaron que el parte
policial era falso y que haban declarado bajo presin.
Con respecto al proceso, el declarante supo que haba sido sobresedo, y entonces
interpuso dos recursos de amparo judicial. En el primero, el juez encargado de la causa
lo recibi y lo escuch. Despus rechaz el amparo judicial. Posteriormente,
interpuso un segundo recurso de amparo judicial ante la Corte Superior, y expuso su
caso al ministro Milton Moreno, sealando que poda ampararse para que se le
concediera la libertad, porque el proceso haba sido sobresedo al no existir prueba
alguna de los delitos que se le imputaban; sin embargo, segua preso. Su peticin fue
rechazada.
Una noche en la Penintenciara del Litoral es como un infierno. Un ser humano normal
no puede resistirla. Quienes no tenan celdas pasaban el tiempo en los pasillos,
escalando las paredes, pasando de un pabelln a otro y tratando de robar a travs de las
rejas de las celdas. Se introducan tambin en los pabellones para fumar crack. En esa
crcel se poda comprar todo, haba negocio de drogas, cocana, alcohol y armas. La
gente andaba armada. Era un lugar donde haba que cuidarse, tanto de afuera como de
adentro.
Muchas veces tuvo problemas con los dems presos, porque lo vean como un extranjero
y queran sacarle dinero. Sin embargo, los guardias nunca intervinieron. Eso lo
mantena en un estado de temor. A causa de una pelea fue llevado a la celda de castigo.
En ella se estaba confinado entre cuatro paredes; el suelo era un basurero; exista un
hueco en el fondo y un chorro de agua que sala de la pared; no haba luz ni ventilacin;
no tuvo acceso a ningn alimento. Durante mucho tiempo se mantuvo aislado, porque
tena miedo de las agresiones de otros detenidos. Siempre trat de tener una
convivencia pacfica, cosa difcil porque no haba separacin entre los criminales ms
peligrosos y quienes an no estaban sentenciados. Los guardias tambin trataban de
extorsionarlo por cualquier motivo.
Cuando logr comprar maquinaria para hacer marcos y cuadros, pudo ganar un poco de
dinero. Tena muchos problemas financieros con su esposa, por los gastos que sta
deba hacer para acudir a visitarlo junto con su hija.
24
(seis mil dlares de los Estados Unidos de Amrica). Hizo varias gestiones para
recuperar sus bienes. La ltima consisti en ir a la Embajada del Ecuador en Francia,
donde entreg al Cnsul del Ecuador el pedido para recuperar sus pertenencias. Aqul le
dijo que iba a ser transmitida a la Cancillera ecuatoriana, pero no ocurri nada ms.
Antes de su detencin, a veces ganaba US$5.000 (cinco mil dlares de los Estados
Unidos de Amrica) al mes, en ocasiones US$10.000 (diez mil dlares de los Estados
Unidos de Amrica) como comerciante de piedras preciosas y manifest que careca de
matrcula para sus actividades de comercio. No tena ingreso fijo pero disfrutaba de muy
buen nivel de vida. Tanto l como su familia podan ir de vacaciones cuando queran,
viajar a cualquier parte del mundo; no tena ningn problema ni motivo de preocupacin.
Su esposa llev a su hija Lisianne a la crcel, para que el seor Tibi la conociera.
Despus la llev cada fin de semana y durante las vacaciones, aunque l tuviera que
pagar a los guardias para que pudiesen quedarse un fin de semana entero o hasta unos
quince das con l en la crcel. Senta desesperacin al ver en la celda a su hija recin
nacida y a su esposa.
Antes de ser detenido era una persona feliz de la vida, tranquilo, no tena problemas,
contaba con una familia, un hogar y todo andaba bien, hasta que un da se quebr todo,
y se vio en una situacin que lo transform completamente; se volvi muy desconfiado, y
hasta ahora le es muy difcil tener relaciones normales con la gente. Se siente
perseguido, no puede trabajar, no puede vivir normalmente. Su matrimonio se da. Ya
no puede tener relaciones normales con su ex compaera ni con sus hijas, es decir, se
da toda la familia. No tiene comunicacin con su hijo Valerian Edouard. Sus planes de
trabajo en el Ecuador eran vivir tranquilo, en paz, con su negocio de piedras preciosas y
de obras de arte. Haba comprado un terreno en la playa y pensaba hacer un complejo
turstico y vivir tranquilamente con su familia.
Antes de haberse mudado al Ecuador, pas diez aos fuera de Francia. Despus de
haber sido liberado regres a este pas, donde se siente como en un segundo castigo. No
quera vivir all. Sali de Francia porque quera vivir en otro pas, no le convena la vida
all, y cuando regres se encontr con un pas que desconoca, con incapacidad de
trabajar y en muy mal estado fsico. Para su familia, esto signific igualmente, el fin de
un sueo, ya que estaban felices de vivir en el Ecuador y regresaron a un pas que no
conocan y no les gustaba.
Cuando lleg a Francia le practicaron una ciruga facial, le operaron la cara, el malar, la
nariz, y tambin una hernia discal; tena huecos en las paredes abdominales, una
vrtebra aplastada. Haba envejecido como veinte aos. Ahora ya no puede hacer
esfuerzo fsico y tiene que operarse de nuevo. Tuvo hepatitis. Los mdicos le han dicho
25
que seguramente fue como consecuencia de las condiciones de detencin en las que
estuvo. Adems, tiene cncer de estmago.
El dao moral que sufri se debe reparar a travs del reconocimiento pblico de lo que
ha ocurrido, haciendo un reconocimiento oficial en los medios de prensa y en la
televisin, en el que se diga que se violaron sus derechos y que fue detenido en forma
arbitraria; adems, debe publicarse la sentencia en la que se acredite que es inocente y
que nunca particip en actividades delictivas. Tambin desea que el Estado reconozca su
incompetencia al aplicar las leyes en su pas y que se cometi una injusticia grande en su
caso; que reconozca que hay que cambiar las cosas para mejorar el tratamiento de los
detenidos que siguen sin sentencia, que el Estado asuma su responsabilidad de todo lo
que ha ocurrido y tome las medidas para que esas acciones no se repitan.
Durante el tiempo en que vivieron juntos en Ecuador sus planes eran quedarse en ese
pas. Ella tena trabajo como profesora en el Liceo francs, en el que ganaba
aproximadamente US$2.000 mensuales (dos mil dlares de los Estados Unidos de
Amrica) y el seor Tibi tena un negocio de esmeraldas y pinturas.
Antes de la detencin, la relacin entre la presunta vctima y sus hijas Sarah y Jeanne
era buena, normal, vivan juntos y constituan una familia. Valerian Edouard, el otro hijo
del seor Tibi, pas con ellos unas vacaciones en el Ecuador, aunque despus regres a
Francia porque le haca falta su madre.
No fue informada cuando el seor Daniel Tibi fue aprehendido, hasta que el mismo Daniel
la llam para decirle que estaba en el Cuartel Modelo de Guayaquil, que no saba por
qu, y le pidi que viera a un abogado para conocer lo que pasaba. Despus ella busc
un abogado en Guayaquil y fueron al Cuartel Modelo, donde no lo encontraron y le
dijeron que no estaba all. Por ello, fueron a otros sitios de Guayaquil donde lo poda
encontrar, como la penitenciara, el hospital militar, la polica, pero nadie les dio razn
del seor Daniel Tibi. Paso todo el fin de semana si saber nada de l. Unos das
despus, una seora la llam y le dijo que el seor Tibi estaba en la Penitenciara del
Litoral.
Cuando el seor Tibi fue detenido; ella tena embarazo de tres meses, as iba a visitarlo
cada fin de semana, y cuando tena vacaciones escolares. A veces viajaba por avin y
otras en autobs, dependiendo de los recursos econmicos que tena en el momento.
Durante las visitas a la crcel conoci al seor Eduardo Edison Garca Len, quien le dijo:
seora disclpeme[], porque [lo que] he dicho yo no lo quera decir. Ese seor fue
quien mencion al seor Tibi en su declaracin, involucrndolo en el caso, pero l mismo
le explic que lo hizo as porque fue amenazado.
26
Las condiciones de detencin de la presunta vctima eran psimas, difciles, humillantes
para los presos y para los visitantes. Haba una multitud que la rodeaba y le peda dinero
y de todo. No haba seguridad dentro de la crcel. Por eso, cuando iba de visita se
quedaba en la celda de Daniel y slo sala a veces al patio, a la hora de la visita, para
que su beb tomar un poco de aire. Durante sus visitas vio mucha violencia en la
crcel. Un da que haba ido con su hija Jeanne Camila, quien en esa poca tena seis
aos, hubo una pelea con machetes. La nia vio la pelea y no quiso regresar ms a la
crcel. Adems, comenz a tener pesadillas y temor en la calle. La peor zona de la
penitenciara era la llamada cuarentena, donde el seor Tibi permaneci un tiempo, era
una sola pieza donde haba como doscientas personas y las camas no alcanzaban para
todos. Las condiciones de la crcel eran malas; no haba baos ni adecuada asistencia
mdica.
Ella llev a su hija a la crcel, con tres semanas de edad, para que el seor Tibi la
conociera. As lo hizo con frecuencia. La detencin de la presunta vctima afect la
relacin con sus hijas; su hija mayor tuvo que quedarse en Francia durante esos dos
aos y medio con sus abuelos, porque ella no tena ni el tiempo ni el nimo para cuidarla
bien. Por la detencin del seor Tibi, se vio en la necesidad de dejar a sus hijas durante
todo este tiempo. La mayor, Sarah, pas de nia a adolescente, sin que ella la pudiera
ayudar. Con su hija Jeanne Camila mantuvo una buena relacin, dado que las dos
estaban solas y se sostenan. Lo difcil para Jeanne Camila fue que casi todos los fines
de semana tena que dejarla con su vecina, cuando la declarante viajaba a Guayaquil.
Durante dos aos y medio no hizo nada especial con sus hijas, porque lo que le sobraba
del sueldo, luego de pagar la renta, la luz y la alimentacin, lo destinaba al seor Tibi.
El impacto que tuvo la detencin de Daniel en su vida y en su familia fue muy grande.
Todo cambi para ellos. Se acabaron los proyectos que tenan de seguir viviendo juntos
en el Ecuador.
El seor Daniel Tibi present cambios en su condicin fsica y mental; pas de ser un
hombre de buena salud, buen peso y fuerte, a ser como un fantasma; haba perdido
mucho peso, cambiado su cara, el ojo y el hueso no estaban en su lugar; tena
quemaduras en las piernas, dolores en todo el cuerpo, estaba muy mal. El seor Tibi
cambi como consecuencia del tiempo que pas en la crcel; cambi con ella y con las
nias; era muy difcil.
La justicia para este caso no sera slo el reconocimiento de la inocencia del seor Daniel
Tibi, sino tambin la garanta de que no se repetirn estos hechos.
El 19 de septiembre de 1997 atendi al seor Tibi por requerimiento del Juez Dcimo
Octavo de lo Penal del Guayas, contenido en una peticin formal del 18 de septiembre
del mismo ao, en la que se le ordenaba practicar un minucioso y exhaustivo
reconocimiento mdico legal del detenido cuyo resultado deba ser remitido a la brevedad
posible. Esa peticin fue motivada por una solicitud escrita por el abogado defensor del
seor Tibi, en la que se expresaba que ste se encontraba mal de salud y requera
autorizacin judicial para ser trasladado a una clnica particular. Por ello, el juez emiti
la orden para que el servicio mdico legal de la Polica Nacional en Guayaquil realizara
una valoracin y determinara si realmente necesitaba ser trasladado a una sala de
salud. En el examen determin que el seor Tibi presentaba lesiones en las
27
extremidades superiores, inferiores, en el trax, y que tena una asimetra facial
izquierda por compresin de un hueso del macizo facial. Al encontrar lesiones
escoriativas que se acompaaban de procesos inflamatorios e infecciosos diseminadas en
extremidades superiores e inferiores y en el trax, que estaban infectadas y tenan
material purulento, recomend que stas fueran tratadas por un dermatlogo. Las zonas
escoriativas pueden ser producidas por cualquier trauma o friccin de un rascado, y se
acompaaban por un proceso infeccioso. Las mltiples zonas escoriativas se
encontraban diseminadas en las regiones torxicas anterior y posterior, y en los
miembros superiores e inferiores. No recuerda su nmero exacto. Las describi como de
medio centmetro aproximadamente, pero haba algunas ms grandes que otras y de
coloracin rojiza pintando para caf, porque casi todas estaban afectadas por un
proceso infeccioso. No encontr lesiones con quemaduras o con electricidad. De haber
sido informado de que esas lesiones eran producto de actos de tortura, lo habra
comunicado a la autoridad que solicit la valoracin, pero no recuerda que el seor
Daniel Tibi le hubiera informado sobre ello; por el contrario, le coment que que la lesin
que presentaba en la regin malar fue producida por un compaero de celda y que las
lesiones que tena en la piel eran producto del clima y de la presencia de insectos de la
zona. No puede afirmar ni negar que las lesiones que presentaba el seor Daniel Tibi
fueron causadas por tortura. El examen que realiz al seor Tibi dur entre veinte y
veinticinco minutos. Us los medios tcnicos necesarios para hacer un examen general:
un tensimetro y un estetoscopio. El policlnico del centro de rehabilitacin no cuenta
con tecnologa de punta para realizar exmenes.
En medicina, ningn examen que se haga para determinar la gravedad de una persona
tiene que ser extenso; mientras ms simple[,] concreto y rpido sea, se salva esa
vida. No podemos arriesgar en hacer un informe extenso [de] la vida del paciente. El
centro de detencin no cuenta con aparatos tcnicos para determinar la presencia de una
lcera. Sin embargo, no consider necesario pedir el traslado del seor Daniel Tibi a un
centro de salud donde pudieran practicrsele los exmenes necesarios, debido a que ste
no le manifest que tuviera una lcera estomacal.
Las causas que mencion con respecto a las lesiones que presentaba el seor Tibi y que
constan en el informe, fueron que la asimetra facial izquierda fue producida por la accin
traumtica de un objeto contundente duro y que las lesiones descritas en el trax y en
las extremidades eran de carcter dermatolgico. El objeto contundente duro pudo ser
un elemento con peso que impact en la superficie corporal, o tambin pudo ser que la
superficie corporal se hubiese impactado en una superficie inanimada. No pudo
determinar qu caus los problemas dermatolgicos; pero por referencia consider que
podan haber sido producidas por insectos.
28
ya que el juez no le pidi valorar si haba sido torturado, sino simplemente le requiri
una valoracin mdico legal para determinar si poda ser trasladado a una casa de salud.
Durante los veinticuatro aos que trabaj como mdico forense de la polica y diecinueve
como forense del servicio mdico legal, nunca ha denunciado la existencia de lesiones
producidas por tortura, dado que es el juez quin determina esto con la pericia que los
mdicos aporten y con las recomendaciones que formulen. En su desempeo profesional
nunca ha tenido la oportunidad o se ha visto obligado a denunciar casos de tortura en el
centro de detencin, debido a que por la naturaleza de sus funciones slo acta cuando
la autoridad requiere la prctica de valoraciones.
Evalu la tortura a la que fue sometido el seor Tibi y sus respectivas consecuencias
fsicas y psicolgicas. Analiz los informes de los exmenes mdicos realizados a aqul
durante su detencin y aqullos practicados luego de su liberacin. En los primeros
informes mdicos correspondientes al perodo de detencin del seor Daniel Tibi no hay
una clara definicin de la tipologa de las lesiones que aparecen en la piel de ste. Las
lesiones son denominadas de forma inespecfica y genrica en trminos mdicos.
Tampoco hay una determinacin de las posibles causas de dichas lesiones. El informe
realizado durante la detencin de la presunta vctima por una dermatloga contratada
por la Embajada francesa en el Ecuador fue ms detallado y tuvo un seguimiento.
Asimismo, el seor Tibi fue examinado por un otorrinolaringlogo y por un traumatlogo
despus de su excarcelacin que describe las lesiones de dos hernias discales en la zona
lumbar. Existe un conjunto de informes que se hicieron durante el perodo posterior al
que el seor Tibi recuper su llibertad, todos esos informes estn hechos en Francia por
diferentes expertos o jefes clnicos de hospitales.
Los informes mdicos legales deberan tener datos sobre la situacin general del
paciente. En el caso del seor Tibi faltaron una anamnesis, un interrogatorio respecto a
si haba tenido problemas en el sistema msculo esqueltico, en el aparato digestivo,
respiratorio, neurolgico, as como una valoracin sobre el posible origen de esas
lesiones, y la forma de prevenir estas situaciones.
Realiz una entrevista clnica al seor Tibi y revis testimonios de algunas personas
referidas al caso. En la entrevista que mantuvo con la presunta vctima pudo constatar
que narra coherentemente las circunstancias y los hechos. No hay una exageracin en
su relato respecto a la posible continuidad de las sesiones de tortura o las diferentes
lesiones que muestra; no las atribuye todas a condiciones de maltrato sino a otro tipo de
situaciones que tambin vivi durante su detencin.
Como resultado de su evaluacin, pudo concluir que hay un perodo entre los meses de
febrero y abril de 1996 en los que el seor Tibi aparece con una serie de lesiones
bastante graves, como el hundimiento del malar izquierdo, la prdida de parte de las
piezas dentales de la arcada superior y una desviacin del tabique nasal. Asimismo, de
la revisin mdica que realiz al seor Tibi, fotografi e identific al menos cinco lesiones
que corresponden a quemaduras de cigarrillo. Hay muchas otras lesiones que no podra
decir a ciencia cierta si corresponden o no a quemaduras de cigarrillo. El seor Tibi tuvo
una prdida aadida en el odo izquierdo para las frecuencias agudas y, en ausencia de
otros factores de riesgo, muestra de una manera muy significativa que las consecuencias
en ese odo tienen que ver con el impacto traumtico. Las sumersiones en agua como
mtodo de tortura producen una sensacin de asfixia muy angustiante, no deja lesiones
fsicas, salvo algunas lesiones en un tipo muy reducido, como por ejemplo por maniobras
de presin sobre el cuello, y unas pequeas hemorragias en la esclertica del ojo. Los
choques elctricos en los testculos son una agresin muy importante en una zona muy
29
sensible del cuerpo.
Los mdicos del servicio penitenciario realizaron el primer examen mdico al seor Tibi
seis meses despus de sufrir las lesiones ms evidentes y graves, lo que evidenci que
no hubo un seguimiento mnimo en ese perodo del estado de salud de la presunta
vctima. Las lesiones que presentaba el seor Tibi eran visibles y era obvio que
requeran atencin mdica. La falta de tratamiento mdico adecuado para las lesiones
tienen un impacto grande en el proceso de recuperacin.
El dolor fsico causado al seor Tibi por la molestia del hundimiento malar pudo durar
hasta la recuperacin quirrgica del hueso y el tabique nasal. Los otros dolores
asociados a las quemaduras de cigarrillos y a las otras lesiones fsicas pudieron tardar en
curar de dos a cuatro meses con un tratamiento con antibiticos y mucho ms sin
tratamiento. Las limitaciones fsicas actuales del seor Tibi ms evidentes son sus
problemas lumbares y de movilidad recurrente de las dos hernias discales. Tiene una
hepatitis C y la existencia del linfoma tipo B. El seor Tibi requiere que se de
seguimiento mdico a estas enfermedades.
Daniel Tibi mostr una disminucin progresiva de la sintomatologa que present durante
el perodo de detencin, caracterizada por una reaccin de estrs agudo. En la
actualidad sigue mostrando cambios frecuentes en el humor, problemas como la
irritabilidad, y falta de control de las situaciones de agresividad que anteriormente
confrontaba en la vida cotidiana. Estas manifestaciones corresponden a un cambio de
personalidad duradero, que es un tipo de problema de salud mental que forma parte de
la Clasificacin Internacional de Enfermedades de la Salud.
El seor Tibi fue sometido a un arresto ilegal y arbitrario y a una detencin prolongada
por ms de dos aos durante los cuales fue golpeado, torturado y mantenido en
condiciones inhumanas de vida, a pesar de que conoca que era inocente. No tuvo
acceso a un proceso legal adecuado para poder defenderse y lograr su liberacin. Todas
estas acciones estn fuera de la lgica, del sentido comn y son en s mismas
psicotizantes.
Los sntomas psicolgicos que ha identificado en el seor Daniel Tibi son consistentes con
la secuelas que produce la tortura. El seor Tibi no presentaba esas psicopatas antes de
los acontecimientos, por lo que se puede concluir que tienen su origen en las condiciones
del encarcelamiento al que fue sometido. Asimismo, el encarcelamiento del seor Tibi
afect su imagen ante su familia y la sociedad.
La seora Beatrice Baruet sufri intensamente cuando el seor Daniel Tibi fue detenido y
no tena informacin sobre su paradero. Asimismo, padeci constante angustia durante
los dos aos que el seor Tibi estuvo en prisin preventiva. Se puede decir que ella
30
sufri los mismos efectos de la tortura y la detencin a la que fue sometido su
compaero. Durante ese perodo, los momentos ms difciles para ella fueron los
previos al nacimiento de Lisianne, su nia, y el nacimiento mismo. Por otra parte, la
seora Baruet tena la preocupacin de proveer el sustento de sus hijas y brindarle
apoyo al seor Tibi. Fue afectada por los cambios de la personalidad del seor Daniel
Tibi y por la disolucin de su familia como consecuencia de los acontecimientos.
Adems, sufri por tener que salir del Ecuador, donde ella pensaba quedarse toda su
vida. Al regresar a Francia estuvo en tratamiento psiquitrico durante cinco meses por
la depresin profunda que padeca. Pidi licencia en su trabajo y estuvo sin trabajar por
siete meses.
Los daos psicolgicos y emocionales producidos en el seor Tibi, la seora Baruet y las
nias por la detencin y el encarcelamiento de aqul son profundos y de larga duracin.
Como medidas de reparacin requieren tanto apoyo psicolgico como que se haga
justicia, que es un primer paso para sentir que hay un reconocimiento del sufrimiento.
31
discriminaciones y agudiza la violencia. En conclusin, las declaraciones del seor Tibi
constituyen una demostracin prctica complementaria a tal fenmeno.
La Constitucin Politica del Ecuador de 1998 ofrece pautas elementales que deberan ser
aplicadas para mejorar el Sistema Penitenciario Ecuatoriano. En primer lugar, la
limitacin de los perodos en que una persona puede permanecer en detencin
preventiva y, en segundo lugar, la adhesin a un rgimen mnimo de separacin y
clasificacin de procesados o indiciados, para que los primeros permanezcan en centros
de detencin provisional.
Es necesaria una modificacin del sistema penal ecuatoriano que comprenda cambios en
la legislacin, en el sistema de investigacin criminal y en el sistema penitenciario.
C) VALORACIN DE LA PRUEBA
77. En este caso, como en otros 23 , el Tribunal admite el valor probatorio de los
documentos presentados por las partes en la debida oportunidad procesal o requeridos
como prueba para mejor resolver, que no fueron controvertidos ni objetados, y cuya
autenticidad no fue cuestionada.
78. La Corte considera tiles, para la resolucin de este caso, el disco compacto
presentado por los representantes el 7 de julio de 2004 durante la exposicin de sus
alegatos orales en la audiencia pblica sobre excepciones preliminares y eventuales
23
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 50; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 73; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr 31.
32
fondo, reparaciones y costas (supra prr. 34), as como la documentacin presentada por
el testigo Juan Montenegro y el perito Santiago Argello Meja, durante su declaracin y
dictamen, en la misma audiencia pblica (supra prr. 35), y observa que estos
documentos no fueron controvertidos ni objetados, ni su autenticidad o veracidad
puestas en duda, por lo cual resuelve que se agreguen al acervo probatorio, en aplicacin
de lo dispuesto en el artculo 45.1 del Reglamento.
79. En cuanto a las declaraciones juradas de los seores Eric Orhand, Frederique Tibi
y Blandine Pelissier (supra prrs. 30 y 73), presentadas adicionalmente por los
representantes, cuyos autores no fueron ofrecidos como testigos en el momento
oportuno ni aquellas fueron solicitadas en la Resolucin del Presidente de 11 de junio de
2004 (supra prr. 29), ya que no hubo objecin por parte de la Comisin o del Estado,
este Tribunal las admite de conformidad con el artculo 45.1 del Reglamento, por
considerarlas tiles para resolver el presente caso, y las valora dentro del acervo
probatorio.
80. En relacin con las declaraciones juradas rendidas por el seor Alain Abellard y el
perito Michel Robert, las respuestas del seor Laurent Rapin al interrogatorio escrito que
le fue remitido por los representantes y la declaracin rendida ante fedatario pblico por
el perito Csar Banda Batallas (supra prrs. 30 y 73), la Corte las admite en cuanto
concuerden con su objeto y las valora en el conjunto del acervo probatorio, aplicando las
reglas de la sana crtica.
81. Las declaraciones rendidas ante fedatario pblico por las testigos Elsy Magdalena
Peafiel Toscano y Gloria Antonia Prez Vera (supra prrs. 32 y 73), de conformidad con
lo dispuesto por el Presidente en Resolucin de 11 de junio de 2004 (supra prr. 29),
fueron objetadas por la Comisin y los representantes (supra prrs. 36 y 37). Sin
embargo, esta Corte las admite en cuanto concuerden con su objeto, tomando en
consideracin las objeciones opuestas por las partes, y las valora en el conjunto del
acervo probatorio, aplicando las reglas de la sana crtica.
82. En lo que corresponde a los informes mdicos emitidos por los doctores Christian
Rat, Samuel Grard Benayoun y Philippe Blanche (supra prr. 69), acerca de los cuales el
Estado consider que carecen de confiabilidad, imparcialidad y oportunidad, este
Tribunal los admite por considerarlos tiles para resolver el presente caso; sin embargo,
toma en cuenta las objeciones del Estado y los valora en el conjunto del acervo
probatorio conforme a las reglas de la sana crtica.
24
Cfr. Caso 19 Comerciantes, supra nota 9, prr 77; Caso Juan Humberto Snchez. Interpretacin de la
Sentencia sobre Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones, prr. 47; y Caso del Caracazo. Reparaciones
(art. 63.1 Convencin Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C No.
95, prr. 56.
33
present junto con la prueba para mejor resolver los siguientes documentos: informe de
laboratorio del Laboratoire de Biologie L-Thibaut Selarl de 18 de diciembre de 2001;
informe de laboratorio del Laboratoire de Biologie L-Thibaut Selarl de 17 de junio de
2002; informe de laboratorio elaborado por Christophe Ronsin y Anne Ebel del
Laboratoire danalyses spcialises de 18 de diciembre de 2001; informe de laboratorio
elaborado por Christophe Ronsin del Laboratoire danalyses spcialises de 17 de junio
de 2002; audiometra elaborada por el Cabinet Dr Ardaud, Bonefille et Gaucher de 19 de
junio de 2004; certificado mdico elaborado por el doctor Micheline Tulliez del Service
danatomie et cytologie pathologiques de 07 de junio de 2001; certificado mdico
elaborado por el doctor Micheline Tulliez del Service danatomie et cytologie
pathologiques de 01 de abril de 2004; certificado mdico elaborado por el doctor
Micheline Tulliez del Service danatomie et cytologie pathologiques de 05 de abril de
2004; certificado mdico elaborado por el doctor Philippe Blanche, del Groupe Hospitalier
Cochin,- Saint Vicent De Paul-La Roche-Guyon de 6 de junio de 2001 (supra prr. 41); y
los representantes presentaron junto con la prueba para mejor resolver un video (supra
prr. 40), que no haban sido ofrecidos por stos ni solicitados por la Corte. En razn de
que no han sido controvertidos por las partes y son tiles para la resolucin del presente
caso, se admiten como prueba para mejor resolver de acuerdo con el artculo 45 del
Reglamento.
85. En relacin con los anexos presentados por los representantes de la presunta
vctima y sus familiares junto con los alegatos finales escritos (supra prr. 41), la Corte
los considera tiles y observa que no fueron controvertidos ni objetados, ni su
autenticidad o veracidad puestas en duda. Por ello se agregan al acervo probatorio, en
aplicacin de lo dispuesto en el artculo 45.1 del Reglamento.
86. La Corte admite la declaracin rendida en la audiencia pblica por el seor Daniel
Tibi (supra prrs. 33 y 76.a), en cuanto concuerde con el objeto del interrogatorio, y la
valora en el conjunto del acervo probatorio. Este Tribunal estima que por tratarse de la
presunta vctima y tener inters directo en este caso, sus manifestaciones no pueden ser
apreciadas aisladamente, sino dentro del conjunto de las pruebas del proceso. Las
manifestaciones de la presunta vctima tienen un valor especial, pues es ella quien puede
proporcionar mayor informacin sobre las consecuencias de las violaciones que pudieron
haber sido perpetradas en su contra 25 .
88. Respecto al testimonio del seor Juan Montenegro y los dictmenes de los peritos
Ana Deutsch y Santiago Argello Meja (supra prrs. 33 y 73.c, 73.e y 73.f), que no
fueron objetados ni controvertidos, el Tribunal los admite y les concede valor probatorio.
En lo que refiere al dictamen del perito Carlos Martn Beristain (supra prrs. 33 y 73.d),
25
Cfr. Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 72; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 53; y Caso Cinco
Pensionistas. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, prr. 85.
26
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr. 62; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 79; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr 32.
27
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr 63; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 79; y Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 72.
34
este Tribunal lo admite por considerarlo til para resolver el presente caso, pero tambin
toma en cuenta el sealamiento del Estado en el sentido de que ese dictamen presentaba
los mismos vicios de los informes rendidos por los doctores franceses Christian Rat,
Samuel Grard Benayoun y Philippe Blanche (supra prr. 82), y lo valora en el conjunto
del acervo probatorio, conforme a las reglas de la sana crtica.
VII
HECHOS PROBADOS
90. Efectuado el examen de los documentos, las declaraciones de los testigos, los
dictmenes de los peritos y las manifestaciones de la Comisin, de los representantes de
la presunta vctima y sus familiares y del Estado, esta Corte considera probados los
siguientes hechos:
28
Cfr. Caso de los Hermanos Gomz Paquiyauri, supra nota 8, prr 66; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 82; y Caso Herrera Ulloa, supra nota 3, prr. 74.
29
Cfr. copia del pasaporte del seor Daniel Tibi (expediente de excepciones preliminares y eventuales fondo,
reparaciones y costas, tomo I, folio 62).
30
Cfr. certificado general de extranjera; certificado de inscripcin de Registro de Extranjeros. Ministerio de
Gobierno. Repblica del Ecuador; oficio dirigido por el Director General de Extranjera al Jefe del Registro Civil,
Identificacin y Cedulacin el 4 de septiembre de 1995 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo 5, folios 675 y 676); testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido
ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
31
Cfr. parte informativo elevado al Jefe Provincial de la INTERPOL de Pichincha el 27 de septiembre de 1995
(expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 214; expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo 2, folio 668; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1292).
32
Cfr. boleta de libertad emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo
Octavo de lo Penal del Guayas (Durn) el 21 de enero de 1998 (expediente de anexos a la demanda, anexo 34,
folio 585; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1095); y testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la
Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
33
Cfr. copia del pasaporte de la seora Beatrice Baruet presentado ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
34
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
35
Cfr. extrait de lacte de naissance No. 2514 de Sarah Vachon de 11 de febrero de 1998 (expediente de
prueba para mejor resolver presentada por los representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo
nico, folios 2076); y extrait de lacte de naissance No. 90/1989 de Jeanne Camila Vachon de 27 de febrero de
1989 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por los representantes de la presunta vctima y
sus familiares, tomo nico, folios 2077 a 2078).
35
seora Baruet tena tres meses de embarazo 36 .
90.3. La menor Lisianne Judith Tibi, hija del seor Daniel Tibi y de la seora Beatrice
Baruet, naci el 30 de marzo de 1996 37 . En ese momento, su padre permaneca
detenido en la Penitenciara del Litoral 38 .
90.4. El seor Valerian Edouard Tibi, hijo de una relacin anterior del seor Daniel Tibi,
naci el 10 de septiembre de 1982 39 y viva en Francia. Al momento de los hechos, tena
13 aos y mantena comunicacin con su padre 40 .
90.5. Al tiempo de los hechos, la seora Beatrice Baruet envi a su hija Sarah Vachon a
Francia 41 . Cuando la seora Baruet visitaba al seor Daniel Tibi en la crcel, llevaba
algunas veces a su hija Jeanne Camila, y ambas permanecan en la celda del detenido.
En una ocasin, la nia fue testigo de una pelea carcelaria, y desde entonces no quiso
regresar a la crcel 42 . Valerian Edouard, el hijo del seor Tibi, no pudo visitarlo ni verlo
durante su encarcelamiento 43 . La nia Lisianne Judith Tibi fue llevada por su madre, en
numerosas oportunidades, a la crcel donde estaba detenido su padre 44 .
90.6. Despus de ser liberado, el seor Tibi regres a Francia y se separ de la seora
Beatrice Baruet, de su hija e hijastras 45 . Adems, perdi comunicacin con su hijo
Valerian Edouard 46 .
36
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
37
Cfr. inscripcin de nacimiento de Lisianne Judith Baruet Gazeilles, Repblica del Ecuador, Direccin General
de Registro Civil, Identificacin y Cedulacin de 20 de febrero de 1997; partida de nacimiento de Lisianne
Judith Baruet Gazeilles, Repblica del Ecuador, Direccin General de Registro Civil, Identificacin y Cedulacin,
Jefatura de Pichincha de 12 de diciembre de 1997; acte de naissance Lisianne Judith Baruet desormais Lisianne
Judith Tibi de 2 abril de 1998; y extrait de l acte de naissance de Lisianne Judith Tibi (expediente de prueba
para mejor resolver presentada por los representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo nico,
folios 2067, 2068, 2069 y 2071).
38
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
39
Cfr. acte de naissance No. 2175 de Valerian Edouard Tibi de 11 de septiembre de 1982 (expediente de
prueba para mejor resolver presentada por los representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo
nico, folio 2080).
40
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
41
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
42
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
43
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
44
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
45
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y dictamen de la seora Ana Deutsch rendido
ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
46
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
36
color blanco, en cuyo interior se encontraban cuarenta y cinco cajas de langostino[s] y en
cada uno de estos crustceos se encontraba introducida una cpsula de una sustancia[,]
que a la prueba de campo mediante la utilizacin de reactivos qumicos[,] reaccion
como CLORHIDRATO DE COCAINA 47 .
90.11. El 27 de septiembre de 1995, a las 16.30 horas, el seor Daniel Tibi fue detenido
en la ciudad de Quito, Ecuador, mientras conduca su automvil entre las Avenidas
Amazonas y Carrin (Eloy Alfaro) 52 . La detencin fue efectuada por agentes de la
INTERPOL, sin orden judicial 53 y con una sola prueba que consista en la declaracin de
un coacusado 54 . El seor Tibi no estaba cometiendo ningn delito al momento de su
47
Cfr. parte dirigido por el Teniente de Polica Rubn Alarcn Ramrez al seor Jefe Provincial de la INTERPOL
del Guayas el 18 de septiembre de 1995 (expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1275).
48
Cfr. orden de detencin emitida contra el seor Eduardo Edison Garca Len y otros por el Juez Primero de lo
Penal del Guayas el 18 de septiembre de 1995 (expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1268 y 1269).
49
Cfr. declaracin rendida por el seor Eduardo Edison Garca Len ante el Fiscal Sptimo de lo Penal del
Guayas el 23 de septiembre de 1995 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 3, folio 223; y
expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las
solicitudes y argumentos, folio 1129 a 1139).
50
Cfr. parte informativo elevado al Jefe Provincial de la INTERPOL del Guayas el 26 de septiembre de 1995
(expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 210; y expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo 1, folio 666).
51
Cfr. oficio dirigido por el Jefe de la INTERPOL del Guayas al Juez Primero de lo Penal del Guayas el 26 de
septiembre de 1995 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 211; y expediente de
anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y
argumentos, folio 1142).
52
Cfr. parte informativo elevado al Jefe Provincial de la INTERPOL de Pichincha el 27 de septiembre de 1995
(expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 214; expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo 2, folio 668; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1292).
53
Cfr. orden de detencin emitida contra el seor Daniel Tibi por el Juez Primero de lo Penal del Guayas el 28
de septiembre de 1995 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 212; expediente de
anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 3, folio 670; y expediente de anexos al escrito de
excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio
1141); y escrito enviado por la Polica Nacional del Ecuador al Presidente de la Comisin Interamericana de
Derechos Humanos el 21 de julio de 1999 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo
9, folio 689 y 690).
54
Cfr. declaracin rendida por el seor Eduardo Edison Garca Len ante el Fiscal Sptimo de lo Penal del
Guayas el 23 de septiembre de 1995 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 223; y
expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las
solicitudes y argumentos, folio 1133); y parte informativo elevado al Jefe Provincial de la INTERPOL de
Pichincha el 27 de septiembre de 1995 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 214;
expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 2, folio 668; y expediente de anexos al
37
detencin 55 . Cuando se realiz su arresto, los policas no le comunicaron los cargos en
su contra 56 ; se le inform que se trataba de un control migratorio 57 .
90.12. Al momento de la detencin del seor Tibi, fueron incautadas sus pertenencias 58 .
Las autoridades le comunicaron en ese momento que deba viajar a Guayaquil, ciudad
situada a 600 kilmetros de distancia de Quito, y que regresara esa misma noche. El
seor Daniel Tibi fue trasladado en avin a Guayaquil, a su llegada fue esposado y
transferido a la sede de la INTERPOL 59 .
90.13. El 28 de septiembre de 1995 el Juez Primero de lo Penal del Guayas, seor ngel
Rubio Game, expidi la orden judicial de detencin del seor Daniel Tibi 60 .
90.14. El 28 de septiembre de 1995 el seor Tibi fue llevado ante el Fiscal Oswaldo Valle
Cevallos, ante quien rindi su declaracin preprocesal, sin la presencia de juez ni de
abogado defensor 61 .
90.15. En la oficina del Fiscal mostraron al seor Tibi fotografas de personas implicadas
en el Operativo Camarn, entre las cuales reconoci al seor Eduardo Edison Garca
Len, a quien el seor Tibi haba visto en dos ocasiones para negociar una exportacin de
chaquetas de cuero, transaccin que nunca se formaliz. Despus de reconocer a esta
persona el seor Tibi explic porque ste haba visitado su casa 62 .
38
Tibi era proveedor de clorhidrato de cocana a minoristas, para que [fuera] expendid[a]
a consumidores 63 .
90.18. El 4 de octubre de 1995 el Juez Primero Penal del Guayas, seor ngel Rubio
Game, emiti orden de prisin preventiva contra el seor Daniel Tibi y el resto de los
imputados en el Operativo Camarn, e inici el proceso penal con el auto cabeza de
proceso 66 , el cual no le fue notificado. El seor Tibi se enter del contenido del auto
cabeza del proceso algunas semanas despus, por medio del abogado de otro detenido 67 .
El seor Daniel Tibi no fue llevado de manera inmediata ante el Juez de la causa, ni
interrogado por ste 68 .
90.19. El seor Tibi estuvo sin defensa letrada durante un mes 69 , pese a que en el auto
cabeza de proceso se le haba designado un defensor de oficio 70 , hecho que l ignoraba,
a quien nunca tuvo oportunidad de conocer 71 .
90.20. El 5 de octubre de 1995 el seor Daniel Tibi fue trasladado del Cuartel Modelo de
Guayaquil al Centro de Rehabilitacin Social de Varones de Guayaquil o Penitenciara del
Litoral 72 , donde fue recluido en el pabelln conocido como la cuarentena, en el cual
63
Cfr. oficio dirigido por el Jefe de la INTERPOL del Guayas al Juez Primero de lo Penal del Guayas (expediente
de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 211; y expediente de anexos al escrito de excepciones
preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1142).
64
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
65
Cfr. testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia
pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
66
Cfr. auto cabeza de proceso emitido por el seor Juez Primero de lo Penal del Guayas el 4 de octubre de 1995
(expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folios 393 a 407; y expediente de anexos al escrito de
excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folios
1104 a 1118).
67
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
68
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
69
Cfr. testimonio indagatorio rendido por el seor Daniel Tibi ante el Juez Primero de lo Penal del Guayas el 21
de marzo de 1996 (expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1402 a 1404); y testimonio del seor Daniel Tibi rendido
ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
70
Cfr. auto cabeza de proceso emitido por el Juez Primero de lo Penal del Guayas el 4 de octubre de 1995
(expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 13, folio 401; y expediente de anexos al escrito de
excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio
1112).
71
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
72
Cfr. cuadro de control de la Direccin Nacional de Prisiones (expediente de anexos a la demanda, tomo III,
anexo 34, folio 579; expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 19, folio 769; y
expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las
solicitudes y argumentos, folio 1087); y oficio dirigido por el Director del Centro de Rehabilitacin Social de
Varones de Guayaquil al Comandante Provincial del Regimiento del Guayas Dos el 26 de septiembre de 1997
(expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a
las solicitudes y argumentos, folio 1073).
39
estuvo 45 das 73 . Posteriormente, fue llevado al pabelln atenuado bajo de dicha
penitenciara 74 .
90.25. El 20 de enero de 1998 el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, seor Reynaldo
Cevallos, Subrogante del Juzgado Dcimo Octavo de lo Penal del Guayas, orden la
inmediata libertad del seor Daniel Tibi 80 , quien fue liberado el 21 de enero de 1998 81 .
90.26. Una vez en libertad, el seor Daniel Tibi viaj a Pars, Francia 82 .
73
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
74
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
75
Cfr. testimonio indagatorio rendido por el seor Eduardo Edison Garca Len ante el Juez Primero de lo Penal
del Guayas el 8 de diciembre de 1995 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 6,
folios 680 y 681).
76
Cfr. testimonio indagatorio rendido por el seor Eduardo Edison Garca Len ante el Juez Primero de lo Penal
del Guayas el 6 de marzo de 1996 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 7, folios
683 a 685).
77
Cfr. testimonio indagatorio rendido por el seor Daniel Tibi ante el Juez Primero de lo Penal del Guayas el 21
de marzo de 1996 (expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1402 a 1404); y testimonio del seor Daniel Tibi rendido
ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004. Nota: En el
testimonio indagatorio consta la firma del Juez ngel Rubio Game. No obstante ello, el seor Tibi en su
testimonio ante la Corte, seal que en ningn momento recibi el juez la declaracin que hicieron l y el
seor Eduardo Garca, quienes declararon ante el mismo escribano pblico que fue a la crcel en el mes de
marzo.
78
Cfr. resolucin de sobreseimiento provisional emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas,
Subrogante del Juzgado Dcimo Octavo de lo Penal del Guayas (Durn) el 3 5 de septiembre de 1997
(expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 106 al 109). Nota: la resolucin se encuentra
ilegible y cuando las partes se refieren a la misma sealan que es de fecha 3 de septiembre de 1997, sin
embargo, al final de dicha resolucin la fecha que aparece es 5 de septiembre de 1997.
79
Cfr. resolucin de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil de 14 de enero de 1998 (expediente de anexos a
la demanda, tomo I, anexo 2, folio 118 a 132; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1213 a 1227).
80
Cfr. resolucin emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo Octavo
de los Penal del Guayas (Durn) el 20 enero de 1998 (expediente de anexos al escrito de excepciones
preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1250).
81
Cfr. boleta de libertad emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo
Octavo de lo Penal del Guayas (Durn) de 21 de enero de 1998 (expediente de anexos a la demanda, anexo
34, folio 585; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1095).
40
90.27. El seor Tibi permaneci bajo detencin preventiva, en forma ininterrumpida, en
centros de detencin ecuatorianos, desde el 27 de septiembre de 1995 83 hasta el 21 de
enero de 1998 84 .
Respecto a los recursos de amparo judicial interpuestos por el seor Daniel Tibi
90.28. El 1 julio de 1996 el seor Daniel Tibi interpuso un recurso de amparo judicial
ante el Presidente de la Corte Superior de Guayaquil, en el que aleg que no exista
prueba alguna en su contra, ya que [n]o existen pruebas en el proceso que estn de
acuerdo con los art[culos] 61, 65 [y] 66 del Cdigo de Procedimiento Penal y algo que es
muy importante, los propios agentes investigadores NO TIENEN LA SEGURIDAD, LA
CERTEZA que [hubiera] provedo los gramos[.] Es contrario a la ley la actitud de los
agentes policiales de recoger la versin de un cosindicado que incluso precisa que la
relacin presente est fuera de lo que se investiga 85 .
82
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
83
Cfr. parte informativo elevado al seor Jefe Provincial de la INTERPOL de Pichincha el 27 de septiembre de
1995 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 2, folio 668; y expediente de anexos
al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y
argumentos, folio 1292).
84
Cfr. boleta de libertad emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo
Octavo de lo Penal del Guayas (Durn) el 21 de enero de 1998 (expediente de anexos a la demanda, anexo 34,
folio 585; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1095); y resolucin emitida por el Juez Segundo de lo Penal
del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo Octavo de los Penal del Guayas (Durn) el 20 enero de 1998
(expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a
las solicitudes y argumentos, folio 1250).
85
Cfr. recurso de amparo interpuesto por el seor Daniel Tibi ante el Presidente de la Corte Superior de Justicia
de Guayaquil el 1 de julio de 1996 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 096 a 098).
86
Cfr. resolucin emitida por el Presidente de la Corte Superior de Guayaquil el 22 de julio de 1996 (expediente
de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 099 a 100).
87
Cfr. recurso de amparo interpuesto por el seor Daniel Tibi ante el Presidente de la Corte Superior de Justicia
de Guayaquil el 2 de octubre de 1997 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 110 y 111).
88
Cfr. solicitud de aclaracin y ampliacin interpuesta ante de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil el 21
de octubre de 1997 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 112 a 113).
41
Respecto a la queja interpuesta por el seor Daniel Tibi
90.32. En octubre de 1996 el seor Tibi present una queja contra el Juez Primero de lo
Penal del Guayas por la demora en resolver su caso y por su actuacin 89 .
90.35. El 7 de noviembre de 1996 el Juez Primero de lo Penal del Guayas, seor ngel
Rubio Game, contest la queja y seal que el sumario penal en contra del seor Tibi se
encontraba cerrado desde el 23 de octubre de 1996 y que el 25 del mismo mes haba
notificado al representante del Ministerio Pblico para que emitiera su dictamen en el
menor tiempo posible y, una vez emitido el dictamen, l resolvera la causa dentro del
trmino que la Ley determina 92 .
90.37. El 17 de marzo de 1997 el agente Fiscal Carlos Julio Guevara Alarcn remiti su
dictamen al Juez Primero de lo Penal del Guayas, seor ngel Rubio Game, en el que
seal que si bien es cierto en los autos aparece presumiblemente [la] participacin [del
seor Daniel Tibi] en un acto ilegtimo de entrega de sustancia[s] estupefaciente[s]
sujeta a fiscalizacin, ste ilcito, no ha sido probado conforme a derecho, ms an
pertenecera a otro cuaderno procesal y no al aqu pesquisado 94 .
90.38. El Ministro Fiscal Distrital del Guayas, seor John Birkett Mortola, solicit que se
amonestara al Juez Primero de lo Penal del Guayas, seor ngel Rubio Game, debido a
las graves irregularidades cometidas en la causa penal del seor Tibi 95 .
90.39. El 14 de abril de 1997 el Juez Primero de lo Penal del Guayas, seor ngel Rubio
Game, fue subrogado por la Jueza Decimocuarta de lo Penal del Guayas 96 .
89
Cfr. recurso de queja interpuesto por el seor Daniel Tibi contra el Juez Primero de lo Penal del Guayas en
octubre de 1996 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 3, folios 140 a 142 ).
90
Cfr. resolucin emitida por la Presidencia de la Comisin de Quejas de la Corte Suprema de Justicia el 7 de
octubre de 1996 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 3, folio 143).
91
Cfr. resolucin emitida por la Presidencia de la Corte Superior de Guayaquil el 14 de octubre de 1996
(expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 3, folio 144).
92
Cfr. oficio dirigido por el Juez Primero de lo Penal del Guayas al Ministro de la Corte Suprema de Justicia,
Presidente de la Comisin Nacional de Quejas y Reclamos el 7 de noviembre de 1996 (expediente de anexos a
la demanda, tomo I, anexo 3, folio 147).
93
Cfr. oficio dirigido al Presidente de la Corte Suprema de Justicia por la Comisin Nacional de Quejas y
Reclamos de 10 de marzo de 1997 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 13,
folio 703 a 704).
94
Cfr. dictamen dirigido por el Fiscal Primero de lo Penal del Guayas al Juez Primero de lo Penal del Guayas el
17 de marzo de 1997 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 105; y expediente de anexos
al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y
argumentos, folios 1396).
95
Cfr. dictamen emitido por el Ministro Fiscal Distrital del Guayas (expediente de anexos a la demanda, tomo I,
anexo 2, folio 116; expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, 1228 al 1233).
42
Sobre los bienes del seor Daniel Tibi
90.40. La polica de Quito incaut los bienes y valores que tena consigo el seor Daniel
Tibi cuando fue detenido. Los bienes y valores que tena en su poder, segn la lista
levantada al efecto por la polica 97 , fueron los siguientes:
1. una caja de plstico con vidrio dos piedras color amarillo y ocho piedras de color
lila de diferente tamao.
2. una funda de gamu[z]a pequea conteniendo un anillo de metal amarillo en su
centro una piedra color verde con 12 piedras color blanco en su alrededor.
3. dos pedazos de papel conteniendo cuatro piedras de color negro, dos color azul,
una color blanco y una color morado, total 7.
4. dos pedazos de papel conteniendo dos piedras de color blanco.
5. dos pedazos de papel conteniendo cuatro piedras de color verde.
6. dos pedazos de papel conteniendo 31 piedras de color verde de distintos tamaos.
7. dos pedazos de papel conteniendo una piedra color verde.
8. dos pedazos de papel conteniendo una piedra color verde.
9. dos pedazos de papel conteniendo 21 piedras de color verde de distintos tamaos.
10. dos pedazos de papel conteniendo 5 piedras de color verde.
11. dos pedazos de papel conteniendo 17 piedras de color verde.
12. dos pedazos de papel conteniendo 2 piedras de color verde.
13. dos pedazos de papel conteniendo 14 piedras de color verde.
14. dos pedazos de papel conteniendo 2 piedras de color verde.
15. dos pedazos de papel conteniendo 2 piedras de color verde.
16. dos pedazos de papel conteniendo 33 piedras color azul oscuro.
17. dos pedazos de papel.
18. un estuche de madera con una mini pesa color plateada compuesta de 18 piezas.
19. una moneda de 5 francos.
20. dos monedas de dos francos.
21. dos monedas de un franco.
22. una moneda de 20 francos.
23. dos monedas de 10 francos.
24. dos monedas de 20 centavos de francos.
25. dos monedas de 10 centavos de francos.
26. un par de lentes con estuche, con marco color caf con rayas amarillas en uno de
sus cristales tiene faconnable jeans lunettes.
27. una tarjeta visa No. 4976930000335448 a nombre de Daniel DAVID Tibi.
28. una tarjeta NORPLUS No. 6200173858 a nombre de Daniel DAVID Tibi.
29. una tarjeta llave CALLE HOME.
30. un pasaporte No. 931D62605, de la Repblica de Francia a nombre de Daniel
DAVID Tibi.
31. una cdula de identidad del Ecuador No. 171493206-6 a nombre de Daniel david
Ti[b]i.
32. un certificado de empadronamiento a nombre de daniel DAVID Tibi.
33. un formulario de migracin a nombre de Tibi Chekly Daniel David.
34. una fotocopia del pasaporte y de la cdula de identidad de Daniel DAVID Tibi.
34.(sic) una fotocopia de tarjeta indice del ciudadano wojciech konrad kulwiec
nowakowsky.
35. una matrcula del vehculo marca Volvo de placas PGN244 a nombre de Herrera
Santacruz Edgar.
36. un vehculo marca Volvo de placas PGN-244, color vino, el mismo que se
encuentra retenido en el patio de las oficinas de [la] INTERPOL de Pichincha.
37. un porta directorio color concha de vino conteniendo un directorio telefnico
conteniendo varias tarjetas de presentacin, dos fotografas de mujer, varios pedazos
de papel con varias anotaciones.
38. un directorio color negro, en su interior con varias anotaciones.
40. una agenda de color azul conteniendo varias tarjetas de presentacin y una
fotografa de hombre.
41. doce bouchers de consumo a nombre de Daniel DAVID Tibi.
42. una papeleta de depsito del banco de Pichincha a la cuenta corriente No.
7622426 a nombre de BEATRICE [V]ACHON.
96
Cfr. resolucin emitida por el Juez Dcimo Tercero de lo Penal del Guayas el 14 de abril de 1997 (expediente
de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes
y argumentos, folios 1361 a 1364).
97
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y lista de pertenencias incautadas que se encontraban en poder del seor
Daniel Tibi al momento de su detencin elaborada por el Teniente de Polica Edison Tobar el 27 de septiembre
de 1995 (expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y
observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1293 a 1297).
43
43. una funda de papel pequea conteniendo cuatro papeles varios.
44. un cheque del BANQUE COURTOIS a nombre de Daniel Tibi.
45. una factura de AMC Automviles S.A a nombre de Tibi Daniel.
46. una fotocopia con el logotipo de Manufacture Machones Du Haut Thin.
47. una factura de compra de divisas a nombre de Daniel Tibi.
48. un oficio con el logotipo COFICA.
49. tres paquetes con el logotipo BANQUE COURTOIS a nombre de Daniel Tibi.
50. tres recibos a favor de Daniel TIBI.
51. una factura de ECUACAMBIO a favor de Daniel Tibi.
52. tres catlogos de fondo arte contemporneo.
53. un catlogo de CATASSE.
54. un libretn de anotaciones color blanco.
55. un detalle de muestra privada del pintor CARLOS CATASSE.
56. una funda de gamu[z]a color negra.
57. dos fundas pequeas de color verde y turqueza conteniendo papeles para
envolver cigarrillo.
58. una funda pequea color blanco conteniendo un poco de semilla.
59. una lupa color plateada.
60. tres esferogrficos color negro de tres servicios otro de color rojo y otro de color
negro.
61. [tres] pinzas de metal color plateado de distintos tamaos.
62. dos navajas[,] una con cabo de madera y otra de aluminio con empuadura; 63.
un resaltador color lila.
64. tres boquillas para cigarrillos y un protector de aluminio.
65. una palo de madera con muescas.
66. una tableta de Baygon.
67. una factura MARCOS Y ARTE a favor de DANIEL TIBI.
68. una porta chequera color azul oscuro con amarillo conteniendo un talonario de la
chequera del BANQUE COURTOIS y varios papeles.
69. una billetera conteniendo una licencia de conducir de motocicleta y licencia
sporman a nombre de Daniel David Tibi, una cdula de identidad de la menor
OCEANE TIBI CONILH DE BEYSSAC, una tarjeta de GLOBAL COM a nombre de
DANIEL TIBI, tres fotografas tamao carnet y varias tarjetas de presentacin.
70. un control remoto marca LIFT MASTER, serie No. HBWID3505.
71. un llavero con diez llaves.
72. una caja 18 balas 9mm.
73. un reloj color plateado con amarillo marca TIMEX INDIGLO.
74. una calculadora color blanco marca ELECTRONIC CALCULATOR.
75. una cadena de metal amarillo con eslabones, tres pequeos y uno grande con un
dije de una figura de un rostro en el centro se encuentra una piedra color verde.
76. [cuarenta y uno] billetes de 10.000 sucres.
77. un billete de 5.000 sucres.
78. tres billetes de 1.000 sucres.
79. cuatro billetes de 500 sucres.
80. diez billetes de 100 sucres, dando un total de 421.000 sucres.
81. una correa de color negro.
82. un frasco de visina.
83. varios papeles consistentes en recibos, anotaciones varias y fundas de sobre.
84. una fotografa de mujer en blanco y negro.
85. una maleta de color negro.
90.42. Cuando el seor Tibi regres a Francia realiz gestiones en la Embajada del
Ecuador en Pars, junto con su abogado, con el objeto de reclamar sus bienes 99 .
98
Cfr. resolucin emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante del Juzgado Dcimo Octavo
Penal del Guayas el 23 29 de septiembre de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 22,
folio 498; y expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 10, folio 696). Nota: la
presente resolucin posee dos fechas, una, el 23 de septiembre de 1998, en la cabeza del documento judicial, y
otra, 29 de septiembre de 1998 al final del mismo.
99
Cfr. carta dirigida por el abogado del seor Daniel Tibi, seor Arthur Vercken, al Embajador del Ecuador en
Francia, seor Juan Cueva, el 11 de junio de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo II, anexo 21,
44
90.43. No han sido devueltos al seor Tibi los bienes que le fueron incautados 100 .
90.44. Cuando el seor Daniel Tibi fue detenido, realizaba una actividad lucrativa como
comerciante de piedras preciosas y arte ecuatoriano (supra prr. 90.1). Como
consecuencia de los hechos dej de percibir ingresos, lo que le caus daos materiales.
La presunta vctima no tena un salario fijo mensual; su ingreso era fluctuante, porque
dependa de la comercializacin de los bienes que venda. Con sus ingresos contribua a
sostener a su entonces compaera Beatrice Baruet y a su familia 101 .
90.45. Dadas las alteraciones fsicas y psquicas que sufre el seor Daniel Tibi como
consecuencia de los hechos (infra prr. 90.52 y 90.53), en la actualidad no se encuentra
en condiciones de trabajar normalmente 102 .
90.46. En la Penitenciara del Litoral el seor Tibi fue recluido en el pabelln conocido
como la cuarentena, en el cual estuvo por 45 das, en condiciones de hacinamiento e
insalubridad 103 . En ese pabelln estaban recluidas entre 120 y 300 personas, en un
espacio de 120m2104 . All permaneci encerrado las veinticuatro horas del da, el lugar
no tena ventilacin ni luz adecuada y no se le proporcion alimento. Tuvo que pagar a
otros internos para que le trajesen comida 105 .
90.47. Posteriormente, el seor Daniel Tibi fue llevado al pabelln atenuado bajo de la
Penitenciara del Litoral y permaneci varias semanas en el corredor del pabelln,
durmiendo en el suelo, hasta que finalmente pudo ubicarse por la fuerza en una celda 106 .
folio 493); correos electrnicos dirigidos por el seor Director General de Europa al Embajador del Ecuador en
Francia el 13 de agosto de 1998 y el 29 de septiembre de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo II,
anexo 21, folios 494 y 495); y testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
100
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004 ; y resolucin emitida por el Juez Segundo de lo Penal del Guayas, Subrogante
del Juzgado Dcimo Octavo Penal del Guayas, el 23 29 de septiembre de 1998 (expediente de anexos a la
demanda, tomo II, anexo 22, folio 498; y expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo
10, folio 696).
101
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
102
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; e informe del examen mdico
realizado por el seor Grard Benayoun (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo
35, folio 1057).
103
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; dictamen del seor Santiago Argello Meja
rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y respuestas
del seor Laurent Rapin al cuestionario remitido por los representantes el 22 de junio de 2004 (expediente de
excepciones preliminares y eventuales fondo, reparaciones y costas, tomo III, folio 571).
104
Cfr. dictamen del seor Santiago Argello Meja rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia
pblica celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido
ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
105
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y disco compacto entregado por los representantes el 7 de julio de 2004
(archivo de documentacin aportado por los representantes durante la audiencia pblica sobre excepciones
preliminares y eventuales fondo, reparaciones y costas).
106
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
45
90.49. No haba sistema de clasificacin de reclusos en el centro penitenciario donde se
encontraba detenido el seor Daniel Tibi 108 .
90.51. Durante su permanencia en la crcel el seor Daniel Tibi fue examinado dos veces
por mdicos ecuatorianos designados por el Estado. Estos verificaron que sufra de
heridas y traumatismos 111 , pero nunca recibi tratamiento mdico ni se investig la
causa de sus padecimientos. Adems, no fue examinado minuciosamente 112 . Despus
de su regreso a Francia, el seor Tibi fue examinado por mdicos franceses, quienes
constataron las lesiones que haba sufrido 113 .
90.52. El seor Tibi presenta graves daos fsicos, entre los cuales estn: prdida de la
capacidad auditiva de un odo, problemas de visin en el ojo izquierdo, fractura del
107
Cfr. dos partes de novedades dirigido al Director del Centro de Rehabilitacin Social de Varones de Guayaquil
por el Jefe de Guas del mismo Centro de Rehabilitacin el 20 de febrero de 1997 (expediente de anexos al
escrito de excepciones preliminares, contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y
argumentos, folios 1099 a 1101); y escrito dirigido por el seor Daniel Tibi al Director Nacional de Prisiones el
24 de febrero de 1997 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 092).
108
Cfr. dictamen del seor Santiago Argello Meja rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia
pblica celebrada el 7 de julio de 2004; escrito dirigido por el seor Daniel Tibi al Director Nacional de Prisiones
el 24 de febrero de 1997 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 092); y testimonio del
seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de
2004.
109
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004.
110
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y certificado mdico del doctor
Philippe Lesprit, Jefe Assistante de clnica en el Hospital Henri Mondor de 26 de enero de 1998 (expediente de
anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 73).
111
Cfr. informe elaborado por el doctor Jorge Vivas Tobar, mdico tercero del Centro de Rehabilitacin Social de
Varones de Guayaquil el 13 de noviembre de 1996 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo 12, folio 701; y expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares, contestacin
de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folios 1093); diligencia mdico legal realizada
por mdicos designados por el Juez Dcimo Octavo de los Penal del Guayas (Durn), doctores Juan Montenegro
y Jorge Salvatierra el 19 de septiembre de 1997 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo 32, folio 1043); y oficio N 389 DNRS-SG dirigido por el Supervisor General, abogado de la Direccin
Nacional de Rehabilitacin Social, al Director Nacional de Rehabilitacin Social el 8 de agosto de 2000
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 11, folio 698).
112
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio del seor Juan
Montenegro rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
113
Cfr. certificado mdico elaborado por el doctor Philippe Lesprit, Jefe Assistante de Clnica en el Hospital
Henri Mondor de 26 de enero de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folio 73);
certificado mdico elaborado por el doctor Pascale Barre del Centre Hospitalier Universitaire de Dijon el 28 de
marzo de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 76 y 77); documentacin
referente a la Septorino-Plasta (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 79 y 80);
certificado mdico elaborado por el doctor Christian Rat, del Centre Hospitalier Universitaire de Dijon el 16 de
febrero de 1998 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 33, folio 1045);
certificado mdico elaborado por el doctor Philippe Blanche, del Groupe Hospitalier Cochin,- Saint Vicent De
Paul-La Roche-Guyon (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo 36, folio 1059; y
expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folios 1058
a 1063); y certificado mdico elaborado por el doctor Grard Benayoun, expert pres la Court DAppel de Paris,
el 8 de noviembre de 2001 (expediente de anexos escrito de solicitudes y argumentos, tomo nico, anexo 35,
folios 1050 a 1057).
46
tabique nasal, lesin en el pmulo izquierdo, cicatrices de quemaduras en el cuerpo,
costillas rotas, dientes rotos y deteriorados, problemas sanguneos, hernia discales e
inguinales, remocin de maxilar, contrajo o se agrav la hepatitis C, y cncer, llamado
linfoma digestivo 114 .
90.53. Como consecuencia de los hechos que motivaron este caso el seor Daniel Tibi ha
sufrido y sigue sufriendo trastornos de salud fsica 115 y psquica, algunos de los cuales
podran aliviarse, mientras que otros podran durar toda la vida 116 . Debido a dichos
trastornos, ha tenido que recibir tratamiento mdico, e incurrido en diversos gastos 117 .
90.54. El seor Daniel Tibi y sus familiares siguen sufriendo por la impunidad que impera
en este caso 118 .
114
Cfr. dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia
pblica celebrada el 7 de julio de 2004; certificado mdico elaborado por la doctora Virginia Miranda y anlisis
clnicos del Centro Clnico y Dermatolgico San Luis del Ecuador el 22 de enero de 1998 (expediente de anexos
a la demanda, tomo I, anexo 2, folios 066 a 071); certificado mdico elaborado por el doctor Philippe Lesprit,
Jefe Assistante de clnica en el Hospital Henri Mondor de 26 de enero de 1998 (expediente de anexos a la
demanda, tomo I, anexo 2, folios 73 y 74); certificado mdico elaborado por el doctor Pascale Barre del Centre
Hospitalier Universitaire de Dijon el 28 de marzo de 1998 (expediente de anexos a la demanda, tomo I, anexo
2, folios 76 y 77); documentacin referente a la Septorino-Plasta (expediente de anexos a la demanda, tomo I,
anexo 2, folios 79 y 80); certificado mdico elaborado por el doctor Christian Rat, del Centre Hospitalier
Universitaire de Dijon el 16 de febrero de 1998 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo 33, folio 1045); informe elaborado por el doctor Jorge Vivas Tobar, mdico tercero del Centro de
Rehabilitacin Social de Varones de Guayaquil, el 13 de noviembre de 1996 (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo 12, folio 701; expediente de anexos al escrito de excepciones preliminares,
contestacin de la demanda y observaciones a las solicitudes y argumentos, folio 1093); diligencia mdico legal
realizada por mdicos designados por el Juez Dcimo Octavo de los Penal del Guayas (Durn), doctores Juan
Montenegro y Jorge Salvatierra el 19 de septiembre de 1997, (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo 32, folio 1043); informe de laboratorio del Laboratoire de Biologie L-Thibaut Selarl de 18
de diciembre de 2001 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana,
tomo nico, folios 1850 a 1851); informe de laboratorio del Laboratoire de Biologie L-Thibaut Selarl de 17 de
junio de 2002 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo
nico, folios 1864 a 1867); informe de laboratorio elaborado por Christophe Ronsin y Anne Ebel del Laboratoire
danalyses spcialises de 18 de diciembre de 2001 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por
la Comisin Interamericana, tomo nico, folio 1853); informe de laboratorio elaborado por Christophe Ronsin
del Laboratoire danalyses spcialises de 17 de junio de 2002 (expediente de prueba para mejor resolver
presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folio 1868); audiometra elaborada por el Cabinet Dr
Ardaud, Bonefille et Gaucher de 19 de junio de 2004 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por
la Comisin Interamericana, tomo nico, folio 1852); certificado mdico elaborado por el doctor Micheline
Tulliez del Service danatomie et cytologie pathologiques de 07 de junio de 2001 (expediente de prueba para
mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folio 1854); certificado mdico
elaborado por el doctor Micheline Tulliez del Service danatomie et cytologie pathologiques de 01 de abril de
2004 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folios
1855 a 1856); certificado mdico elaborado por el doctor Micheline Tulliez del Service danatomie et cytologie
pathologiques de 05 de abril de 2004 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por la Comisin
Interamericana, tomo nico, folio 1857); y certificado mdico elaborado por el doctor Philippe Blanche, del
Groupe Hospitalier Cochin,- Saint Vicent De Paul-La Roche-Guyon de 6 de junio de 2001 (expediente de prueba
para mejor resolver presentada por la Comisin Interamericana, tomo nico, folios 1859 a 1863).
115
Cfr. dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia
pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
116
Cfr. dictamen de la seora Ana Deutsch rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; dictamen del seor Carlos Martn Beristain rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; declaracin jurada rendida por el
seor Michel Robert el 31 de mayo de 2004 (expediente de excepciones preliminares, y eventuales fondo y
reparaciones, Tomo III, folios 601 a 602 y 572.b y 573).
117
Cfr. dictamen de la seora Ana Deutsch rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; factura de hospitalizacin del Hospital Henri Mondor de 21 de febrero de 1998
y escrito de intimacin de pago de 17 de marzo de 1998 (expediente de anexos a los alegatos escritos de los
representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo nico, folios 1916 y 1917); y presupuesto sobre
tratamiento odontolgico realizado por el doctor Grard Hoayon (expediente de anexos al escrito de solicitudes
y argumentos, anexo 22, folio 783); y declaracin jurada rendida por el seor Michel Robert el 31 de mayo de
2004 (expediente de excepciones preliminares, y eventuales fondo y reparaciones, Tomo III, folios 601 a 602 y
572.b y 573).
118
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y dictamen de las seora Ana Deutsch rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
47
Respecto de los daos materiales e inmateriales causados a la familia del seor Daniel
Tibi
90.55. Por motivo de los hechos del presente caso, la seora Beatrice Baruet, ex
compaera del seor Daniel Tibi, vi afectadas sus relaciones laborales y econmicas.
Tuvo que mantener a la familia sin el apoyo de la presunta vctima, adems de asumir
gastos relacionados con la situacin de sta, traslados, alimentacin y permanencia en
Guayaquil, cuando visitaba al seor Daniel Tibi en la penitenciara, todo lo cual le
ocasion daos materiales 119 .
90.56. La detencin y encarcelamiento del seor Daniel Tibi y otros hechos derivados de
esa situacin han causado sufrimiento, angustia y dolor a los miembros de la familia 120 .
La seora Beatrice Baruet desconoci el paradero del seor Tibi durante los primeros
momentos posteriores a su detencin. Al momento de los hechos, la seora Baruet tena
tres meses de embarazo y en esas condiciones viaj numerosas ocasiones, por lo menos
72 veces, a Guayaquil para visitar a su compaero en el centro de detencin 121 .
Lisianne Judith Tibi y Valerian Edouard Tibi, Sarah Vachon y Jeanne Camila Vachon se
vieron forzados a separarse de su padre y padrastro, respectivamente, durante su
encarcelamiento 122 . Despus de haber sido puesto en libertad el seor Tibi, se produjo
la ruptura del vnculo familiar de ste con la seora Beatrice Baruet, sus hijastras y su
hija 123 .
Respecto de los gastos en que incurrieron el seor Tibi y sus familiares en el trmite del
caso ante las instancias nacionales
90.57. El seor Tibi y su familia incurrieron en gastos relacionados con las diversas
diligencias administrativas y judiciales realizadas 124 .
Respecto de la representacin del seor Daniel Tibi y sus familiares ante el sistema
interamericano de proteccin de los derechos humanos y los gastos relativos a su
representacin
90.58. La presunta vctima y sus familiares han sido representados en los trmites
realizados ante la Comisin y la Corte por miembros del Centro por la Justicia y el
Derecho Internacional y la Clnica de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Catlica del Ecuador, que han realizado gastos relacionados con dichas gestiones 125 .
119
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y dictamen de la seora Ana Deutsch rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
120
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y dictamen de la seora Ana Deutsch rendido ante la Corte
Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
121
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
122
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; y testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
123
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de la seora Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana
durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004; y dictamen de la seora Ana Deutsch rendido ante
la Corte Interamericana durante la audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004.
124
Cfr. testimonio del seor Daniel Tibi rendido ante la Corte Interamericana durante la audiencia pblica
celebrada el 7 de julio de 2004; testimonio de Beatrice Baruet rendido ante la Corte Interamericana durante la
audiencia pblica celebrada el 7 de julio de 2004 y carta dirigida por el abogado Nelson Martnez a la seora
Beatrice Baruet el 13 de noviembre de 1995 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo 24, folio 788).
125
Cfr. poder otorgado a los abogados del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional y a los abogados de
la Clnica de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Catlica del Ecuador por los seores Daniel Tibi,
48
VIII
VIOLACIN DEL ARTCULO 7 DE LA CONVENCIN AMERICANA
(DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL)
Alegatos de la Comisin
Lisianne Tibi, Valerian Edouard Tibi, Sarah Vachon y Jeanne Vachon (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo 20, folios 775 y 776); poder otorgado a los abogados del Centro por la Justicia
y el Derecho Internacional y a los abogados de la Clnica de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Catlica del Ecuador por Beatrice Baruet (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo
20, folio 777); y copias de comprobantes presentados como respaldo a los gastos incurridos por los
representantes de la presunta vctima y sus familiares (expediente de anexos al escrito de alegatos finales de
representantes de la presunta vctima y sus familiares, tomo nico, folios 1921 a 2035).
49
al detenido ante el Fiscal y no ante un Juez, el acusado debe comparecer ante el
juez o el funcionario judicial que tenga competencia para impartir una orden de
liberacin. El Ministerio Fiscal General forma parte del Ministerio Pblico, que es
independiente y est expresamente excluido de la categora de rganos que
conforme a la Constitucin ecuatoriana cumplen funciones judiciales;
c) los artculos 19.17 de la Constitucin Poltica del Ecuador y 172 del Cdigo
de Procedimiento Penal exigen que se emita una orden de detencin firmada, se
establezca la razn de la detencin, el lugar y fecha de emisin de la orden. La
nica excepcin a la orden escrita es la establecida en el artculo 174 del cdigo,
que se refiere a la detencin de un individuo capturado en flagrante delito;
50
e) el concepto de detencin arbitraria opera cuando, a pesar de estar
satisfechos los requisitos constitucionales y legales, se verifica alguna
circunstancia incompatible con los derechos y garantas protegidos por la
Convencin Americana;
k) el seor Daniel Tibi nunca fue llevado ante el juez que conoca la causa.
Tampoco hay constancia de que el juez se haya traslado a la penitenciara en
donde estaba el seor Tibi;
51
directo que significan una presuncin grave, precisa y concordante en contra del
seor Tibi, que justificara la prolongacin de la detencin por ms de dos aos.
Consideraciones de la Corte
52
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad fsica, salvo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Polticas de los Estados partes o por
las leyes dictadas conforme a ellas.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detencin
y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendr derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que
contine el proceso. Su libertad podr estar condicionada a garantas que aseguren su
comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal
competente, a fin de que ste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detencin y
ordene su libertad si el arresto o la detencin fueron ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes
prevn que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a
recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que ste decida sobre la legalidad de tal
amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrn interponerse por
s o por otra persona.
[]
[e]l arresto, la detencin o la prisin slo se llevarn a cabo en estricto cumplimiento de la ley
y por funcionarios competentes o personas autorizadas para ese fin 126 .
96. Por su parte, el Principio cuarto del mismo instrumento internacional declara que
[t]oda forma de detencin o prisin y todas las medidas que afectan a los derechos humanos
de las personas sometidas a cualquier forma de detencin o prisin debern ser ordenadas
por un juez u otra autoridad, o quedar sujetas a la fiscalizacin efectiva de un juez u otra
autoridad 127 .
98. Asimismo, este Tribunal ha manifestado, en relacin con los incisos 2 y 3 del
artculo 7 de la Convencin, sobre la prohibicin de detenciones o arrestos ilegales o
arbitrarios, que:
[s]egn el primero de tales supuestos normativos [artculo 7.2 de la Convencin] nadie puede
verse privado de la libertad sino por las causas, casos o circunstancias expresamente
tipificadas en la ley (aspecto material), pero, adems, con estricta sujecin a los
procedimientos objetivamente definidos en la misma (aspecto formal). En el segundo
supuesto [ artculo 7.3 de la Convencin], se est en presencia de una condicin segn la cual
nadie puede ser sometido a detencin o encarcelamiento por causas y mtodos que -aun
calificados de legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto a los derechos
126
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, Adoptado por la Asamblea General en su resolucin 43/173, de 9 de diciembre de 1988,
Principio 2.
127
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, supra nota 126, Principio 4.
128
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 82; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 64; y Caso Juan Humberto Snchez, supra nota 3, prr. 77.
53
fundamentales del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables, imprevisibles o faltos de
proporcionalidad 129 .
[n]adie ser privado de su libertad sino en virtud de orden escrita de autoridad competente,
en los casos, por el tiempo y con las formalidades prescritas por la ley salvo delito flagrante,
en cuyo caso tampoco podr mantenrsele sin frmula de juicio por ms de 24 horas; en
cualquiera de los casos, no podr ser incomunicado por ms de 24 horas.
100. El Cdigo de Procedimiento Penal del Ecuador de 1983, vigente en la poca de los
hechos, estableca en su artculo 170 que:
[a] fin de garantizar la inmediacin del acusado con el proceso, el pago de la indemnizacin
de daos y perjuicios al ofendido y las costas procesales, el Juez podr ordenar medidas
cautelares de carcter personal o de carcter real.
Esta detencin se ordenar mediante boleta que contendr los siguientes requisitos:
1. Los motivos de la detencin;
2. El lugar y la fecha en la que se la expide; y
3. la firma del Juez competente.
[e]n el caso de delito flagrante cualquier persona puede aprehender al autor y conducirlo a
presencia del Juez competente o de un Agente de la Polica Nacional o de la Polica Judicial. En
ese ltimo caso, el Agente inmediatamente pondr al detenido a ordenes del Juez, junto con
el parte respectivo.
[]
103. De conformidad con los artculos 19.17.h de la Constitucin Poltica y 172 y 174
del Cdigo de Procedimiento Penal del Ecuador, vigentes al momento de los hechos, se
requiere orden judicial para detener a una persona, salvo que haya sido aprehendida en
delito flagrante. En el presente caso, est probado que en la detencin del seor Daniel
Tibi no se cumpli el procedimiento establecido en las citadas normas. Efectivamente, la
presunta vctima no fue sorprendida in fraganti, sino que fue detenida cuando conduca
su automvil en la ciudad de Quito, sin que existiera orden de detencin en su contra,
que se expidi al da siguiente de dicha detencin, es decir, el 28 de septiembre de 1995
(supra prr. 90.13). A la luz de lo anterior, la detencin ilegal del seor Daniel Tibi
configura una violacin al artculo 7.2 de la Convencin Americana.
129
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 83; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 65; y Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, prr. 125.
54
que un sujeto francs de nombre Daniel, [] lleg a proveerle hasta cincuenta gramos
de [cocana] por dos o tres ocasiones (supra prr. 90.8).
105. Qued probado que el 4 de octubre de 1995 el Juez Primero de lo Penal del
Guayas dict auto cabeza del proceso y orden la prisin preventiva del seor Daniel
Tibi, quien permaneci detenido casi 28 meses (supra prr. 90.18). El Cdigo de
Procedimiento Penal estableca que [e]l juez podr dictar auto de prisin preventiva
cuando lo creyere necesario, siempre que aparezcan los siguientes datos procesales: 1.
Indicios que hagan presumir la existencia de un delito que merezca pena privativa de
libertad; y 2. Indicios que hagan presumir que el sindicado es autor o cmplice del delito
que es objeto del proceso[] (artculo 177).
107. El Estado dispuso la prisin preventiva del seor Daniel Tibi, sin que existieran
indicios suficientes para suponer que la presunta vctima fuera autor o cmplice de algn
delito; tampoco prob la necesidad de dicha medida. Por ello, este Tribunal considera
que la prisin preventiva a la que estuvo sometido el seor Tibi fue arbitraria y
constituy violacin del artculo 7.3 de la Convencin.
110. Asimismo, el Principio dcimo para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas
a Cualquier Forma de Detencin o Prisin de Naciones Unidas, declara que
[t]oda persona arrestada ser informada en el momento de su arresto de la razn por la que
se procede a l y notificada sin demora de la acusacin formulada contra ella 132 .
112. Por otra parte, el detenido, al momento de ser privado de su libertad y antes de
130
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri. supra nota 8, prr. 91; Caso Maritza Urrutia. supra nota 8,
prr. 71; y Caso Juan Humberto Snchez. supra nota 3, prr. 81.
131
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 92; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 72; y Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 128.
132
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, supra nota 126, Principio 10.
55
que rinda su primera declaracin ante la autoridad 133 , debe ser notificado de su derecho
de establecer contacto con una tercera persona, por ejemplo, un familiar, un abogado o
un funcionario consular, segn corresponda, para informarle que se halla bajo custodia
del Estado. La notificacin a un familiar o allegado tiene particular relevancia, a efectos
de que ste conozca el paradero y las circunstancias en que se encuentra el inculpado y
pueda proveerle la asistencia y proteccin debidas. En el caso de la notificacin a un
abogado tiene especial importancia la posibilidad de que el detenido se rena en privado
con aqul 134 , lo cual es inherente a su derecho a beneficiarse de una verdadera defensa.
En el caso de la notificacin consular, la Corte ha sealado que el cnsul podr asistir al
detenido en diversos actos de defensa, como el otorgamiento o contratacin de
patrocinio letrado, la obtencin de pruebas en el pas de origen, la verificacin de las
condiciones en que se ejerce la asistencia legal y la observacin de la situacin que
guarda el procesado mientras se halla en prisin 135 . Esto no ocurri en el presente
caso.
113. Con base en lo anteriormente expuesto, esta Corte considera que el Estado viol
el artculo 7.4 de la Convencin, en perjuicio del seor Daniel Tibi.
114. El artculo 7.5 de la Convencin dispone que la detencin de una persona sea
sometida sin demora a revisin judicial, como medio de control idneo para evitar las
capturas arbitrarias e ilegales. El control judicial inmediato es una medida tendiente a
evitar la arbitrariedad o ilegalidad de las detenciones, tomando en cuenta que en un
Estado de derecho corresponde al juzgador garantizar los derechos del detenido,
autorizar la adopcin de medidas cautelares o de coercin, cuando sea estrictamente
necesario, y procurar, en general, que se trate al inculpado de manera consecuente con
la presuncin de inocencia 136 .
115. Tanto la Corte Interamericana como la Corte Europea de Derechos Humanos han
destacado la importancia que reviste el pronto control judicial de las detenciones. Quien
es privado de libertad sin control judicial debe ser liberado o puesto inmediatamente a
disposicin de un juez 137 . La Corte Europea de Derechos Humanos ha sostenido que si
bien el vocablo inmediatamente debe ser interpretado conforme a las caractersticas
especiales de cada caso, ninguna situacin, por grave que sea, otorga a las autoridades
la potestad de prolongar indebidamente el perodo de detencin, porque esto
quebrantara el artculo 5.3 de la Convencin Europea 138 .
116. El artculo 173 del Cdigo de Procedimiento Penal del Ecuador estableca que:
[l]a detencin de que trata el artculo [172] no podr exceder de cuarenta y ocho horas,
y dentro de este trmino, de encontrarse que el detenido no ha intervenido en el delito
que se investiga, inmediatamente se lo pondr en libertad. En caso contrario, se
iniciar el respectivo proceso penal, y si procede, se dictar auto de prisin preventiva.
133
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 93; Caso Bulacio, supra nota 129, prr.
130; y El Derecho a la Informacin sobre la Asistencia Consular en el marco de las Garantias del Debido
Proceso Legal. Opinin Consultiva OC-16/99 de 1 de octubre de 1999. Serie A No. 16, prr. 106.
134
Cfr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 130.
135
Cfr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 130; El Derecho a la Informacin sobre la Asistencia Consular en el
marco de las Garantas del Debido Proceso Legal, supra nota 133, prr. 86; y O.N.U., Conjunto de Principios
para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detencin o Prisin, supra nota 126,
Principios 13 y 16.
136
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 96; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 66; y Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 129.
137
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 95; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 73; y Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 129; y, en igual sentido, Eur. Court H.R., Brogan and Others,
judgment of 29 November 1988, Series A no. 145-B, prrs. 58-59, 61-62; y Kurt vs Turkey, No. 24276/94,
prrs. 122, 123 y124, ECHR 1998-III.
138
Cfr. Eur. Court H.R., Brogan and Others, supra nota 137, para. 58-59, 61-62; y cfr. Caso Maritza Urrutia,
supra nota 8, prr. 73; Caso Juan Humberto Snchez. supra nota 3, prr. 84; y Caso Bmaca Velsquez, supra
nota 8, prr. 140.
56
117. En el presente caso, el seor Tibi fue presentado el 28 de septiembre de 1995
ante un Agente Fiscal. En ese momento rindi su declaracin preprocesal. El Estado
aleg que el hecho de que el informe policial relativo a la investigacin realizada por la
Polica Nacional fuera remitido al juez competente el da 29 de septiembre de 1995, es
decir, dos das despus de la detencin, demuestra que fue llevado ante las autoridades
judiciales sin violar en forma alguna el trmino sin demora utilizado por el artculo 7.5
de la Convencin. Segn la Comisin y los representantes el seor Tibi no compareci
personalmente y sin demora ante un juez o autoridad competente.
118. Este Tribunal estima necesario realizar algunas precisiones sobre este punto. En
primer lugar, los trminos de la garanta establecida en el artculo 7.5 de la Convencin
son claros en cuanto a que la persona detenida debe ser llevada sin demora ante un juez
o autoridad judicial competente, conforme a los principios de control judicial e
inmediacin procesal. Esto es esencial para la proteccin del derecho a la libertad
personal y para otorgar proteccin a otros derechos, como la vida y la integridad
personal. El hecho de que un juez tenga conocimiento de la causa o le sea remitido el
informe policial correspondiente, como lo aleg el Estado, no satisface esa garanta, ya
que el detenido debe comparecer personalmente ante el juez o autoridad competente.
En el caso en anlisis, el seor Tibi manifest que rindi declaracin ante un escribano
pblico el 21 de marzo de 1996, casi seis meses despus de su detencin (supra prr.
90.22). En el expediente no hay prueba alguna para llegar a una conclusin diferente.
119. En segundo lugar, un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales debe satisfacer los requisitos establecidos en el primer prrafo del
artculo 8 de la Convencin 139 . En las circunstancias del presente caso, la Corte entiende
que el Agente Fiscal del Ministerio Pblico que recibi la declaracin preprocesal del seor
Tibi, de conformidad con el artculo 116 de la Ley de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrpicas, no estaba dotado de atribuciones para ser considerado funcionario
autorizado para ejercer funciones judiciales, en el sentido del artculo 7.5 de la
Convencin, ya que que la propia Constitucin Poltica del Ecuador, en ese entonces
vigente, estableca en su artculo 98, cules eran los rganos que tenan facultades para
ejercer funciones judiciales y no otorgaba esa competencia a los agentes fiscales.
Asimismo, el agente fiscal no posea facultades suficientes para garantizar el derecho a la
libertad y la integridad personales de la presunta vctima.
120. Por otra parte, el artculo 7.5 de la Convencin Americana establece que la
persona detenida tendr derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad, sin perjuicio de que contine el proceso. Toda vez que la detencin
del seor Daniel Tibi fue ilegal y arbitraria, el Tribunal no considera necesario entrar a
considerar si el tiempo transcurrido entre su detencin y su liberacin sobrepas los
lmites de lo razonable.
121. Por ello, la Corte considera que el Estado no cumpli con su obligacin de hacer
comparecer al seor Daniel Tibi, sin demora, ante una autoridad judicial competente,
como lo requiere el artculo 7.5 de la Convencin.
122. Es consecuencia, la Corte concluye que el Estado viol el artculo 7.1, 7.2, 7.3,
7.4 y 7.5 de la Convencin Americana, en relacin con el artculo 1.1 de la misma, en
perjuicio del seor Daniel Tibi.
139
Cfr. Caso Cantoral Benavides. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69, prrs. 74 y 75.
57
IX
VIOLACIN DE LOS ARTCULOS 7.6 Y 25
DE LA CONVENCIN AMERICANA
(DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL Y PROTECCIN JUDICIAL)
Alegatos de la Comisin
b) el artculo 458 del Cdigo de Procedimiento Penal del Ecuador dispone que
el juez que conoce de este recurso deber ordenar de inmediato la presencia del
detenido en audiencia y establecer una determinacin en 48 horas; y
a) el seor Tibi tuvo acceso ilimitado a todos y cada uno de los recursos que
la legislacin interna del Ecuador ofrece para cautelar el derecho a la libertad
personal y otros derechos fundamentales. El hbeas corpus, el amparo y los
dems recursos no estuvieron vedados ni al detenido ni a la totalidad de la
58
poblacin y pudieron ser utilizados por los acusados durante los das de
detencin y, en general, durante todo su juicio; y
Consideraciones de la Corte
[t]oda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal
competente, a fin de que ste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o
detencin y ordene su libertad si el arresto o la detencin fueran ilegales. En los Estados
Partes cuyas leyes prevn que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su
libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que ste decida
sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los
recursos podrn interponerse por s o por otra persona.
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rpido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitucin, la ley o la presente Convencin, aun
cuando tal violacin sea cometida por personas que acten en ejercicio de sus funciones
oficiales.
140
El Hbeas Corpus Bajo Suspensin de Garantas. Serie A. Opinin Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de
1987, prr. 42; y cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 97; Caso Durand y Ugarte.
Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie C No. 68, prr. 106; y Garantas Judiciales en Estados de Emergencia
(arts. 27.2, 25 y 8 Convencin Americana sobre Derechos Humanos). Opinin Consultiva OC-9/87 del 6 de
octubre de 1987. Serie A No. 9. prr. 33.
141
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 98; y Caso Bulacio, supra nota 129, prr.
138.
59
derechos humanos 142 . En este sentido, la inexistencia de recursos internos efectivos
coloca a una persona en estado de indefensin. El artculo 25.1 de la Convencin
establece, en trminos amplios, la obligacin a cargo de los Estados de ofrecer a todas
las personas sometidas a su jurisdiccin un recurso judicial efectivo contra actos
violatorios de sus derechos fundamentales 143 .
131. Bajo esta perspectiva, se ha sealado que para que el Estado cumpla con lo
dispuesto en el citado artculo 25.1 de la Convencin no basta con que los recursos
existan formalmente, sino es preciso que sean efectivos 144 , es decir, se debe brindar a la
persona la posibilidad real de interponer un recurso sencillo y rpido que permita
alcanzar, en su caso, la proteccin judicial requerida. Esta Corte ha manifestado
reiteradamente que la existencia de estas garantas constituye uno de los pilares
bsicos, no slo de la Convencin Americana, sino del propio Estado de Derecho en una
sociedad democrtica en el sentido de la Convencin 145 .
[]
142
Cfr. Caso Cinco Pensionistas, supra nota 25, prr. 126; y Caso del Tribunal Constitucional. Sentencia de 31
de enero de 2001. Serie C No. 71, prr. 89.
143
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 116; Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002.
Serie C No. 97, prr. 52; y Caso del Tribunal Constitucional, supra nota 142, prr. 89.
144
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 117; Caso Juan Humberto Snchez, supra nota 3, prr. 121; y
Caso Cantos, supra nota 143, prr. 52.
145
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 117; Caso Juan Humberto Snchez, supra nota 3, prr. 121;
Caso Cantos, supra nota 143, prr. 52; Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31
de agosto de 2001, prr. 111; Caso Bmaca Velsquez, supra nota 8, prr. 191; Caso Cantoral Benavides,
supra nota 139, prr. 163; Caso Durand y Ugarte, supra nota 140, prr 101; Caso de los Nios de la Calle
(Caso Villagrn Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, prr. 234; Caso Cesti
Hurtado. Sentencia de 29 de septiembre de 1999, prr. 121; Caso Castillo Petruzzi y otros. Sentencia de 30 de
mayo de 1999. Serie C No. 52, prr. 184; Caso de la Panel Blanca (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8
de marzo de 1998. Serie C No. 37, prr. 164; Caso Blake, Sentencia de 24 de enero de 1998. Serie C No. 36,
prr. 102; Caso Surez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C No. 35, prr. 65; y Caso
Castillo Pez. Sentencia de 3 de noviembre de 1997. Serie C No. 34, prr. 82.
60
134. Se ha demostrado que la presunta vctima interpuso un recurso de amparo
judicial ante el Presidente de la Corte Superior de Guayaquil el 1 julio de 1996, alegando
que no exista prueba alguna en su contra (supra prr. 90.28) y por ello no deba
continuar detenido. El 22 de julio de 1996 el Presidente de la Corte Superior de
Guayaquil deneg dicho recurso de amparo judicial, con base en que en el proceso no se
haban desvirtuado los mritos del cargo que sirvieron para fundamentar la prisin
preventiva (supra prr. 90.29). Al respecto, este Tribunal advierte que el artculo 7.6 de
la Convencin exige que un recurso como el presente debe ser decidido por un juez o
tribunal competente sin demora. En este caso, este presupuesto no se cumpli porque el
recurso fue resuelto 21 das despus de su interposicin, plazo a todas luces excesivo.
136. Este Tribunal solicit a las partes, el 27 de julio de 2004, que remitieran como
prueba para mejor resolver la decisin de la Corte Superior de Guayaquil que resolvera
el recurso de amparo judicial interpuesto por el seor Tibi el 2 de octubre de 1997. No
se recibi la constancia requerida. El Estado no demostr que este recurso se haba
resuelto sin demora, por lo que es razonable concluir que ste no fue efectivo, en
trminos del artculo 7.6 de la Convencin.
137. Por lo expuesto, la Corte concluye que el Estado viol los artculos 7.6 y 25 de la
Convencin Americana, en relacin con el artculo 1.1 de la misma, en perjuicio del seor
Daniel Tibi.
138. En cuanto a la alegacin hecha por la Comisin y por los representantes de las
presunta vctima y sus familiares en el sentido de que se habra violado el artculo 2 de la
Convencin, este Tribunal considera que los hechos del caso no se encuadran dentro de
los presupuestos de tal precepto.
X
VIOLACIN DEL ARTCULO 5 DE LA CONVENCIN AMERICANA
(DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL)
Alegatos de la Comisin
61
c) cualquier situacin en la que un detenido sea interrogado sin la presencia
de su abogado o una autoridad judicial, invita a abusos, y por ello la realizacin
de interrogatorios bajo estas condiciones est prohibida por estndares nacionales
e internacionales;
d) las pruebas establecen que agentes del Estado infligieron grave sufrimiento
al seor Tibi, causndole severos problemas fsicos. Despus de las golpizas y las
quemaduras de cigarrillos y metal rojo en el cuerpo del seor Tibi, el Estado no
brind a ste ningn tratamiento mdico;
f) el grave dao fsico sufrido por el seor Daniel Tibi cuando estuvo detenido
constituy violacin del artculo 5.1 de la Convencin Americana y caus a aqul
sufrimiento con intensidad suficiente a los fines del artculo 5.2 de la Convencin;
62
profundos daos fsicos y psicolgicos, que hasta la fecha perduran, y por los
cuales es responsable el Estado;
c) la prueba de las torturas sufridas por el seor Tibi no slo surgen de sus
propias declaraciones, sino tambin constan en diligencias mdico legales llevadas
a cabo por autoridades ecuatorianas y mdicos franceses;
f) los maltratos infligidos por agentes del Estado contra el seor Tibi se
analizan en dos vertientes: deliberada intencin de causar dolor y dao,
conciencia del peligro de produccin del dao e inaccin para evitarlo, as como
indiferencia por parte del Estado;
63
l) el artculo 22.1 de la Constitucin ecuatoriana vigente en la poca de los
hechos prohiba la tortura. Sin embargo, el Cdigo Penal ecuatoriano presenta
serios vacos en la tipificacin y sancin de la tortura y los malos tratos. La
legislacin no se adapta a los estndares internacionales.
Respecto al derecho a la integridad personal de los familiares del seor Daniel Tibi
64
a) se le pretende declarar responsable por las supuestas torturas a las que
fue sometido el seor Tibi durante el perodo de detencin, pero el nico aporte
probatorio que existe sobre esta denuncia son los informes elaborados por
mdicos franceses, el informe mdico legal del Departamento de Investigaciones
de la Polica y el testimonio de la propia presunta vctima;
c) los informes de los mdicos franceses fueron elaborados dos y seis aos
despus de que habran ocurrido las supuestas torturas, y por ello son poco
fiables y acertados. Es evidente que cualquier signo de maltrato habr
desaparecido para ese entonces, y, de no ser as, la determinacin de las causas
de los vejmenes sera muy difcil de obtener. En ese sentido, el Estado
impugn[] los informes de los mdicos franceses, doctores Christian Rat, Samuel
Grard Benayoun y Philippe Blanche, por cuanto carecen de confiabilidad,
imparcialidad y oportunidad;
Consideraciones de la Corte
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad fsica, psquica y moral.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y
llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su tratamiento.
65
143. Existe un rgimen jurdico internacional de prohibicin absoluta de todas las
formas de tortura, tanto fsica como psicolgica, rgimen que pertenece hoy da al
dominio del ius cogens 146 . La prohibicin de la tortura es completa e inderogable, aun en
las circunstancias ms difciles, tales como guerra, amenaza de guerra, lucha contra el
terrorismo y cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia, conmocin o
conflicto interior, suspensin de garantas constitucionales, inestabilidad poltica interna u
otras emergencias o calamidades pblicas 147 .
144. Esta Corte ha dicho que al dar interpretacin a un tratado no slo se toman en
cuenta los acuerdos e instrumentos formalmente relacionados con ste (inciso segundo
del artculo 31 de la Convencin de Viena), sino tambin el sistema dentro del cual se
inscribe (inciso tercero del artculo 31). Esta orientacin tiene particular importancia
para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que ha avanzado
sustancialmente mediante la interpretacin evolutiva de los instrumentos internacionales
de proteccin 148 .
[]todo acto realizado intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas o
sufrimientos fsicos o mentales, con fines de investigacin criminal, como medio intimidatorio,
como castigo personal, como medida preventiva, como pena o con cualquier otro fin. Se
entender tambin como tortura la aplicacin sobre una persona de mtodos tendientes a anular
la personalidad de la vctima o a disminuir su capacidad fsica o mental, aunque no causen dolor
fsico o angustia psquica.
147. Este Tribunal ha establecido que una persona ilegalmente detenida se encuentra
en una situacin agravada de vulnerabilidad, de la cual surge un riesgo cierto de que se
le vulneren otros derechos, como el derecho a la integridad fsica y a ser tratada con
dignidad 150 . Asimismo, se ha reconocido que las amenazas y el peligro real de someter
146
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 112; y Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 92.
147
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 111; Caso Maritza Urrutia. supra nota 8,
prr. 89; y Caso Cantoral Benavides, supra nota 139, prr. 95.
148
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 165; Caso de los Nios de la Calle
(Villagrn Morales y otros), supra nota 145, prrs. 192 y 193; y El Derecho a la Informacin sobre la Asistencia
Consular en el marco de las Garantas del Debido Proceso Legal, supra nota 133, prr. 113.
149
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 104; y Caso Cantoral Benavides, supra nota 139, prr. 104.
150
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 108; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8,
prr. 87; y Caso Juan Humberto Snchez, supra nota 3, prr. 96.
66
a una persona a lesiones fsicas produce, en determinadas circunstancias, una angustia
moral de tal grado que puede ser considerada tortura psicolgica 151 .
148. En el presente caso est demostrado que durante los meses de marzo y abril de
1996 cuando el seor Daniel Tibi permaneca detenido en la Penitenciara del Litoral, fue
objeto, por parte de los guardias de la crcel, de sesiones de violencia fsica con el fin de
obtener su autoinculpacin (supra prr. 90.50). Durante estas sesiones, la presunta
vctima recibi golpes de puo en el cuerpo y en el rostro, quemaduras en las piernas
con cigarrillos y descargas elctricas en los testculos. En una ocasin fue golpeado con
un objeto contundente y en otra se le sumergi la cabeza en un tanque de agua. El
seor Tibi padeci al menos siete sesiones de este tipo (supra prr. 90.50).
149. Los actos de violencia perpetrados de manera intencional por agentes del Estado
contra el seor Daniel Tibi produjeron a ste grave sufrimiento fsico y mental. La
ejecucin reiterada de estos actos violentos tena como fin disminuir sus capacidades
fsicas y mentales y anular su personalidad para que se declarara culpable de un delito.
En el caso sub judice se ha demostrado, adems, que la presunta vctima recibi
amenazas y sufri hostigamientos durante el perodo de su detencin, que le produjeron
pnico y temor por su vida. Todo ello constituye una forma de tortura, en los trminos
del artculo 5.2 de la Convencin Americana.
150. De conformidad con ese precepto toda persona privada de libertad tiene derecho
a vivir en situacin de detencin compatible con su dignidad personal 152 . En otras
oportunidades, este Tribunal ha sealado que mantener a una persona detenida en
condiciones de hacinamiento, con falta de ventilacin y luz natural, sin cama para su
reposo ni condiciones adecuadas de higiene, en aislamiento e incomunicacin o con
restricciones indebidas al rgimen de visitas constituye una violacin a su integridad
personal 153 . Como responsable de los establecimientos de detencin, el Estado debe
garantizar a los reclusos la existencia de condiciones que dejen a salvo sus derechos 154 .
151. El seor Daniel Tibi fue recluido bajo severas condiciones de hacinamiento e
insalubridad por 45 das, en un pabelln de la Penitenciara del Litoral conocido como la
cuarentena. All deba permanecer durante todo el da, sin ventilacin ni luz suficiente,
y no se le proporcionaba alimento. Posteriormente, estuvo varias semanas en el
corredor del pabelln de dicha penitenciara, durmiendo en el suelo, hasta que finalmente
pudo ubicarse, por la fuerza, en una celda (supra prr. 90.46, y 90.47). Alguna vez fue
recluido en el pabelln de indisciplinados, donde otros reclusos lo atacaron (supra prr.
90.48). En el centro penitenciario no haba clasificacin de reclusos (supra prr. 90.49).
152. La descripcin de las condiciones en las que vivi el seor Daniel Tibi durante su
detencin evidencian que stas no satisficieron los requisitos materiales mnimos de un
tratamiento digno, conforme a su condicin de ser humano, en el sentido del artculo 5
de la Convencin.
153. Asimismo, est probado que durante su permanencia en la crcel, el seor Daniel
Tibi fue examinado dos veces por mdicos proporcionados por el Estado, quienes
verificaron que sufra heridas y traumatismos, pero nunca recibi tratamiento mdico ni
se investig la causa de dichos padecimientos (supra prr. 90.51).
154. Sobre este particular es preciso remitirse al Principio vigsimo cuarto para la
Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detencin o Prisin
que determina que: [s]e ofrecer a toda persona detenida o presa un examen mdico
151
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 92; y Caso Cantoral Benavides, supra nota 139, prr. 102.
152
Cfr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 126; y Caso Cantoral Benavides, supra nota 139, prr. 87.
153
Cfr. Caso Cantoral Benavides, supra nota 139, prrs. 85 al 89; y Caso Loayza Tamayo. Sentencia de 17 de
septiembre de 1997. Serie C No. 33, prr. 58.
154
Cfr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 126.
67
apropiado con la menor dilacin posible despus de su ingreso en el lugar de detencin o
prisin y, posteriormente, esas personas recibirn atencin y tratamiento mdico cada
vez que sea necesario. Esa atencin y ese tratamiento sern gratuitos 155 .
segn [el artculo 3 de la Convencin], el Estado debe asegurar que una persona est detenida
en condiciones que sean compatibles con el respeto a su dignidad humana, que la manera y el
mtodo de ejercer la medida no le someta a angustia o dificultad que exceda el nivel inevitable
de sufrimiento intrnseco a la detencin, y que, dadas las exigencias prcticas del
encarcelamiento, su salud y bienestar estn asegurados adecuadamente, brindndole, entre
otras cosas, la asistencia mdica requerida 156 .
157. Este Tribunal observa que, a pesar de su grave situacin fsica y psicolgica, el
seor Tibi nunca fue sometido a un tratamiento o atencin mdica adecuados y
oportunos en el centro penitenciario, lo que ha tenido consecuencias desfavorables para
su estado de salud actual. La deficiente atencin mdica recibida por la presunta vctima
es violatoria del artculo 5 de la Convencin Americana.
158. Por otra parte, los representantes de la presunta vctima y sus familiares alegaron
que el Estado haba violado en perjuicio del seor Tibi el artculo 5.4 de la Convencin
Americana, que establece que, salvo en circunstancias excepcionales, los procesados
deben estar separados de los sentenciados, y ser sometidos a un tratamiento adecuado a
su condicin. En el presente caso, est demostrado (supra prr. 90.49) que no haba un
sistema de clasificacin de los detenidos en el centro penitenciario en donde estuvo
recluido el seor Tibi y que por esta razn se vio en la necesidad de convivir con
sentenciados y qued expuesto a mayor violencia. La Corte considera que la falta de
separacin de reclusos descrita es violatoria del artculo 5.4 de la Convencin Americana.
159. La Corte entiende que, a la luz de la obligacin general de los Estados partes de
respetar y garantizar los derechos a toda persona sujeta a su jurisdiccin, contenida en
el artculo 1.1 de la Convencin Americana, el Estado tiene el deber de iniciar de oficio e
inmediatamente una investigacin efectiva que permita identificar, juzgar y sancionar a
los responsables, cuando existe denuncia o razn fundada para creer que se ha cometido
un acto de tortura en violacin del artculo 5 de la Convencin Americana. En el presente
caso, la Corte observa que el Estado no actu con arreglo a esas previsiones. El seor
Daniel Tibi present serias lesiones cuando estuvo detenido en la Penitenciara del Litoral,
lo que debi ser motivo suficiente para que las autoridades competentes iniciaran, de
oficio, una investigacin sobre lo ocurrido a ste. Esta actuacin est normada, adems,
de manera especfica en los artculos 1, 6 y 8 de la Convencin Interamericana contra la
Tortura que obligan a los Estados partes a tomar todas las medidas efectivas para
prevenir y sancionar todos los actos de tortura dentro del mbito de su jurisdiccin 158 .
Desde que entr en vigor en el Ecuador la referida Convencin Interamericana contra la
Tortura (9 de diciembre de 1999), es exigible al Estado el cumplimiento de las
obligaciones contenidas en dicho tratado. Est probado que, en el lapso transcurrido
desde esa fecha, el Estado no ha investigado, juzgado ni sancionado a los responsables
de las torturas a las que fue sometida la presunta vctima. Por ello, para la Corte esta
155
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, supra nota 126, Principio 20.
156
Cfr. Kudla v. Poland, No. 30210/96, prr. 93-94, ECHR 2000-XI.
157
Cfr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 131.
158
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 95.
68
conducta constituye una violacin de los artculos 5 de la Convencin Americana, en
relacin con el 1.1 de la misma, as como inobservancia de las obligaciones contenidas en
los artculos 1, 6 y 8 de la Convencin Interamericana contra la Tortura.
160. Esta Corte observa que la seora Beatrice Baruet, sus hijas Sarah y Jeanne
Camila Vachon, Lisianne Judith Tibi, hija de ella y el seor Tibi y Valerian Edouard Tibi,
hijo del seor Tibi, vieron afectada su integridad personal como consecuencia de la
detencin ilegal y arbitraria, la falta del debido proceso y la tortura a que fue sometida la
presunta vctima. Las afectaciones de stos consistieron, entre otros, en la angustia que
les produjo no conocer el paradero de la presunta vctima inmediatamente despus de su
detencin; y en los sentimientos de impotencia e inseguridad por la negligencia de las
autoridades estatales para hacer cesar la detencin ilegal y arbitraria del seor Tibi; y el
temor que sentan por la vida de la presunta vctima.
161. En el caso sub judice est demostrado que numerosas circunstancias afectaron a
los miembros del ncleo familiar del seor Daniel Tibi, tales como: los constantes viajes
realizados por la seora Baruet, en algunos casos con sus hijas, a ms de seiscientos
kilmetros de distancia desde la ciudad de Quito, donde tenan su residencia; el regreso
de la menor Sarah Vachon a Francia, pas en el que permaneci durante ms de dos aos
lejos de su familia; las visitas a la Penitenciara del Litoral de la menor Jeanne Camila
Vachon, quien despus de presenciar un motn en la crcel se neg a visitar a su
padrastro nuevamente; la ausencia de una figura paternal sufrida por la menor Lisianne
Judith Tibi durante sus dos primeros aos de vida; y la falta de contacto del seor Tibi
con su hijo Valerian Edouard Tibi. Algunas de estas circunstancias perduraron, incluso
despus de la liberacin del seor Tibi y su regreso a Francia, por lo que esta Corte
considera que la detencin ilegal y arbitraria del seor Tibi contribuy a la ruptura del
ncleo familiar y a la frustracin de los planes personales y familiares.
163. En cuanto a la alegacin hecha por la Comisin y por los representantes de las
presunta vctima y sus familiares en el sentido de que se habra violado el artculo 2 de la
Convencin, este Tribunal considera que los hechos del caso no se encuadran dentro de
los presupuestos de tal precepto.
XI
VIOLACIN DEL ARTCULO 8 DE LA CONVENCIN AMERICANA
(GARANTAS JUDICIALES)
Alegatos de la Comisin
69
b) [e]l Estado no ha brindado explicacin alguna de la prolongada detencin,
ni los hechos revelan alguna pista que justificara la presuncin de las autoridades
de que el acusado era culpable y no inocente cuando la legislacin ecuatoriana y
la Convencin Americana exigen la presuncin de inocencia;
70
14 de enero de 2001, fecha en que debi dictarse de oficio el sobreseimiento
definitivo. Esto es a todas dudas irrazonable;
e) al momento de detener al seor Daniel Tibi, los agentes del Estado tenan
el deber de explicarle inmediatamente los fundamentos jurdicos y objetivos de su
detencin;
71
b) la garanta reconocida en el artculo 8.2 de la Convencin obliga a los
Estados a recopilar material incriminatorio en contra del acusado de un cargo
criminal, con el propsito de establecer su culpabilidad. Esta obligacin fue
asumida con total responsabilidad por el Estado ecuatoriano, tanto en la fase de
investigacin, como en la de juzgamiento;
d) para los fines del derecho que se analiza, basta afirmar que consta en
autos que los familiares de la [presunta] vctima [] contaron con asistencia
legal; y
e) [n]o consta en los hechos del caso que se haya obligado al peticionario a
declararse culpable, salvo un infundado testimonio efectuado por el propio Daniel
Tibi, por lo que al no aparecer en autos prueba de los hechos [] la Corte
[deber considerar] que [] no fue demostrada la violacin de los artculos 8.2 y
8.3 de la Convencin Americana.
Consideraciones de la Corte
a) Respecto al principio de plazo razonable del proceso penal seguido contra el seor
Tibi
1. Toda persona tiene derecho a ser oda, con las debidas garantas y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido
con anterioridad por la ley, en la sustanciacin de cualquier acusacin penal formulada contra
ella, o para la determinacin de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carcter.
168. La razonabilidad del plazo al que se refiere ese precepto se debe apreciar en
relacin con la duracin total del proceso, desde el primer acto procesal hasta que se
dicte sentencia definitiva. La Corte se pronunci en el sentido de que, en materia penal,
el plazo comienza en la fecha de la aprehensin del individuo 159 . Cuando no es aplicable
esta medida, pero se halla en marcha un proceso penal, dicho plazo debiera contarse a
partir del momento en que la autoridad judicial toma conocimiento del caso.
169. La aprehensin del seor Daniel Tibi ocurri el 27 de septiembre de 1995. Por lo
tanto, se debe apreciar el plazo a partir de ese momento. Asimismo, este Tribunal ha
establecido que para determinar la razonabilidad del plazo se debe tomar en cuenta que
el proceso concluye cuando se dicta sentencia definitiva y firme en el asunto, con lo cual
se agota la jurisdiccin, y que, particularmente en materia penal, dicho plazo debe
comprender todo el procedimiento, incluyendo los recursos de instancia que pudieran
eventualmente presentarse 160 .
170. El artculo 242 del Cdigo de Procedimiento Penal del Ecuador estableca que:
159
Cfr. Caso Surez Rosero, supra nota 145, prr. 70; y en igual sentido, Hennig v. Austria, No. 41444/98,
prr. 32, ECHR 2003-I; y Reinhardt and Slimane-Kaid v. France, 23043/93, prr. 93, ECHR 1998-II.
160
Cfr. Caso Surez Rosero, supra nota 145, prr. 71.
72
[e]l sobreseimiento provisional del proceso suspende las sustanciacin del mismo durante
cinco aos; y el sobreseimiento provisional del sindicado lo suspende por tres aos. Estos
plazos se contarn desde la fecha de expedicin del respectivo auto de sobreseimiento.
Dentro de estos plazos se podrn presentar nuevas pruebas relacionadas con el delito, con las
responsabilidad o con la inocencia del encausado.
[s]i se hubieran cumplido los plazos a los que se refiere el artculo 249 y no se hubiere
reabierto el sumario, el juez dictar auto definitivo del proceso y del sindicado, a peticin de
parte o de oficio, observando lo prescrito en el artculo 245 de este Cdigo.
175. Para examinar la razonabilidad de este proceso segn los trminos del artculo 8.1
de la Convencin, la Corte toma en cuenta tres elementos: a) complejidad del asunto, b)
actividad procesal del interesado y c) conducta de las autoridades judiciales 161 .
176. Al respecto, la Corte considera que el alegato del Estado en el sentido de que las
autoridades judiciales haban actuado gilmente an a despecho de la complejidad y las
caractersticas del asunto materia de la investigacin y las posibilidades propias del
Estado, no es suficiente para justificar el retardo en el proceso al cual estaba sometido
el seor Daniel Tibi. Los casi nueve aos transcurridos desde la aprehensin del seor
Daniel Tibi pugnan con el principio de razonabilidad del plazo para resolver un proceso,
sobre todo teniendo en cuenta que, segn la ley ecuatoriana, aun cuando se dicte un
sobreseimiento provisional la causa permanece abierta por cinco aos, perodo durante el
cual puede reabrirse la investigacin si se aportan nuevas pruebas. Asimismo, no consta
en autos que el seor Tibi haya mantenido una conducta incompatible con su carcter de
sindicado ni entorpecido la tramitacin del proceso.
177. Por lo tanto, la Corte concluye que el Estado ha violado, en perjuicio del seor
Daniel Tibi, el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable, que establece el
artculo 8.1 de la Convencin Americana.
[t]oda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad.
179. Asimismo, el Principio trigsimo sexto para la Proteccin de Todas las Personas
Sometidas a Cualquier Forma de Detencin o Prisin, establece que:
161
Cfr. Caso Juan Humberto Snchez, supra nota 3, prrs. 129 al 132; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y
otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, prr. 143; y Caso Surez Rosero, supra nota 145,
prr. 72.
73
1. Se presumir la inocencia de toda persona sospechosa o acusada de un delito y se la
tratar como tal mientras no haya sido probada su culpabilidad conforme al derecho en un
juicio pblico en el que haya gozado de todas las garantas necesarias para su defensa 162 .
[]
183. Por todo lo expuesto, la Corte declara que el Estado viol el artculo 8.2 de la
Convencin Americana, en perjuicio del seor Daniel Tibi.
[d]urante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantas mnimas:
186. En este sentido, en la Observacin General No. 13 relativa a la Igualdad ante los
tribunales y derecho de toda persona a ser oda pblicamente por un tribunal competente
162
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, supra nota 126, Principio 36.
163
Cfr. Caso Surez Rosero, supra nota 145, prr. 77.
74
establecido por la ley (art. 14), el Comit de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
seal que:
188. En el caso sub judice qued demostrado que no se notific a la presunta vctima
del auto cabeza del proceso ni los cargos que haba en su contra.
189. En consecuencia, este Tribunal declara que el Estado viol el artculo 8.2.b de la
Convencin Americana en perjuicio del seor Tibi.
[d]urante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantas mnimas:
[]
[]
191. A su vez, el Principio dcimo sptimo para la Proteccin de Todas las Personas
Sometidas a Cualquier Forma de Detencin o Prisin, afirma que:
192. La Constitucin Poltica del Ecuador estableca que toda persona enjuiciada por
una infraccin penal tendr derecho a contar con un defensor (artculo 19.17.e).
164
O.N.U., Conjunto de Principios para la Proteccin de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detencin o Prisin, supra nota 126, Principio 17.
75
193. Pese a la norma constitucional citada, el seor Daniel Tibi no tuvo acceso a un
abogado durante su primer mes de detencin. Un da despus de sta, el 28 de
septiembre de 1995, la presunta vctima rindi su declaracin preprocesal ante el fiscal,
sin contar con la asistencia de un abogado defensor.
194. Como se demostr, en el auto cabeza del proceso que declar abierta la etapa de
sumario, dictado el 4 de octubre de 1995, el Juez design un abogado de oficio para el
seor Daniel Tibi y los otros sindicados. Ese abogado no visit a la presunta vctima ni
intervino en su defensa. Si bien el seor Tibi logr comunicarse posteriormente con un
abogado particular, no pudo contratar sus servicios por falta de recursos econmicos.
Esta situacin hizo que durante el primer mes de detencin no contara con asistencia de
un abogado (supra prr. 90.19), lo que le impidi disponer de una defensa adecuada.
195. A su vez, la Corte observa que el seor Tibi, como detenido extranjero, no fue
notificado de su derecho de comunicarse con un funcionario consular de su pas con el fin
de procurar la asistencia reconocida en el artculo 36.1.b de la Convencin de Viena
sobre Relaciones Consulares (supra prr. 90.17). En este sentido, la Corte seal que el
derecho individual del nacional de solicitar asistencia consular a su pas debe ser
reconocido y considerado en el marco de las garantas mnimas para brindar a los
extranjeros la oportunidad de preparar adecuadamente su defensa y contar con un juicio
justo 165 . La inobservancia de este derecho afect el derecho a la defensa, el cual forma
parte de las garantas del debido proceso legal.
196. De lo expuesto, la Corte concluye que el Estado viol los artculos 8.2.d y 8.2.e de
la Convencin Americana, en perjuicio del seor Daniel Tibi.
[d]urante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantas mnimas:
[]
[]
198. Est demostrado que el seor Daniel Tibi fue vctima de torturas por parte de
agentes estatales, que afectaron su derecho a la integridad personal, as como sus
garantas judiciales bsicas. Se le someti a dichos actos con el propsito de doblegar su
resistencia psquica y obligarlo a autoinculparse por determinadas conductas delictivas,
como ya se ha mencionado (supra prr. 90.50).
199. En razn de lo anterior, la Corte concluye que el Estado viol el artculo 8.2.g de
la Convencin Americana, en perjuicio del seor Daniel Tibi.
200. Por todo lo expuesto, este Tribunal considera que el Estado viol el artculo 8.1,
8.2, 8.2.b, 8.2.d, 8.2.e y 8.2.g de la Convencin Americana, en relacin con el artculo
1.1 de la misma, en perjuicio del seor Daniel Tibi.
165
Cfr. El Derecho a la Informacin sobre la Asistencia Consular en el marco de las Garantias del Debido
Proceso Legal, supra nota 133, prr. 122.
76
XII
ARTCULO 17 DE LA CONVENCIN AMERICANA
(PROTECCIN A LA FAMILIA)
c) la detencin ilegal, arbitraria y prolongada del seor Tibi, los altos costos
que represent su defensa, sumados a los gastos de viaje de Quito a Guayaquil,
la incapacidad del seor Tibi de desplegar actividades mientras estuvo en la
crcel, la consecuente prdida de su trabajo y la confiscacin ilegal de sus bienes,
que hasta ahora perdura, afect directamente a la familia del seor Tibi y la dej
desprotegida en momentos muy difciles, dado el estado de gravidez de su
esposa, el subsiguiente nacimiento de su hija, cuando aqul an estaba preso, y
la corta edad de las otras nias;
Alegatos de la Comisin
Consideraciones de la Corte
77
205. Este Tribunal considera que los hechos alegados en el presente caso ya han sido
examinados en relacin con las condiciones y perodo de detencin del seor Tibi y con
las consecuencias que ello trajo para su entorno familiar (supra prr. 161).
XIII
VIOLACIN DEL ARTCULO 21 DE LA CONVENCIN AMERICANA
(DERECHO A LA PROPIEDAD PRIVADA)
Alegatos de la Comisin
206. En cuanto a la supuesta violacin del derecho del seor Daniel Tibi a la propiedad
privada, consagrado en el artculo 21 de la Convencin, la Comisin aleg que:
a) la Comisin dio por probado que al momento de la detencin del seor Tibi
fueron incautados su automvil y todos los valores y pertenencias que tena con
l, que hasta la fecha no le han sido devueltos;
78
e) la Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrpicas no contiene ninguna
disposicin que obligue a las personas absueltas o en cuyo favor se haya dictado
sobreseimiento, a seguir un procedimiento administrativo, judicial o de otra ndole
para la devolucin de sus bienes. Corresponde al Estado recuperar los bienes del
afectado que estn en manos de cualquier persona pblica o privada, y
devolverlos cuanto antes, como lo dispone el citado artculo 110.
Consideraciones de la Corte
1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal
uso y goce al inters social.
2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnizacin justa, por razones de utilidad pblica o de inters social y en los casos y segn
las formas establecidas por la ley.
[]
79
[s]i fuere absuelto el sindicado propietario de los bienes incautados, estos le sern restituidos
por CONSEP cuando lo disponga el juez, una vez canceladas las medidas cautelares.
Las Instituciones a las que se hubiere entregado los bienes los devolvern en el estado en que
se encontraban al momento de la recepcin, salvo el normal deterioro por el uso legtimo. Si
hubiera daos, debern repararlos o cubrir la indemnizacin que fije el juez, salvo caso fortuito
o fuerza mayor.
[]
213. Se ha probado que fueron incautadas las pertenencias que el seor Daniel Tibi
tena en su poder al momento de su detencin. La lista levantada al efecto por la polica
contiene 85 conceptos en los que se abarca un nmero mayor de objetos (supra prr.
90.40). El Estado no ha controvertido este hecho, sino seal que cuando el juzgador
solicit al seor Tibi la demostracin de la preexistencia y propiedad de los bienes
incautados, lo nico que ste hizo fue sostener que en autos constaba la propiedad de
tales bienes. Segn el Estado, esto no es suficiente para demostrar dicha propiedad
conforme a derecho.
[p]osesin es la tenencia de una cosa determinada con nimo de seor o dueo; sea que el
dueo o el que se da por tal tenga la cosa por si mismo, o bien por otra persona en su lugar y
a su nombre.
219. Por lo que toca al automvil que conduca el seor Tibi cuando fue detenido, si
bien se trata de un bien mueble registrable, este registro es necesario para el solo efecto
de la oponibilidad ante el reclamo de un tercero que pretende tener algn derecho sobre
el bien. En el presente caso no consta que persona alguna haya reclamado la propiedad
del automvil que se encontraba en poder del seor Tibi, por lo cual no debera
presumirse que no le perteneca dicho bien. En consecuencia, era procedente respetar la
posesin que ejerca.
80
220. En suma, los bienes incautados al seor Tibi, al momento de la detencin, se
encontraban bajo su uso y goce. Al no serle devueltos, se le priv de su derecho a la
propiedad. El seor Tibi no estaba obligado a demostrar la preexistencia ni la propiedad
de los bienes incautados para que estos le fueran devueltos.
221. Es por ello que la Corte concluye que el Estado viol el artculo 21 de la
Convencin Americana, en relacin con el artculo 1.1 de la misma, en perjuicio del seor
Daniel Tibi.
XIV
REPARACIONES
APLICACIN DEL ARTCULO 63.1
Obligacin de reparar
[c]uando decida que hubo violacin de un derecho o libertad protegidos en [la] Convencin, la
Corte dispondr que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad
conculcados. Dispondr asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias
de la medida o situacin que ha configurado la vulneracin de esos derechos y el pago de una
justa indemnizacin a la parte lesionada.
223. Ese precepto acoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los
principios fundamentales del Derecho Internacional contemporneo sobre la
responsabilidad de los Estados. Al producirse un hecho ilcito imputable a un Estado,
surge de inmediato la responsabilidad internacional de ste por la violacin de la norma
internacional de que se trata, con el consecuente deber de reparar y hacer cesar las
consecuencias de la violacin 166 .
224. La reparacin del dao requiere, siempre que sea posible, la plena restitucin
(restitutio in integrum), que consiste en el restablecimiento de la situacin anterior. De
no ser esto posible, como en el presente caso, el tribunal internacional debe determinar
las medidas que garanticen los derechos conculcados, eviten nuevas violaciones y
reparen las consecuencias que las infracciones produjeron, as como establecer la
indemnizacin que compense por los daos ocasionados 167 . El Estado obligado no puede
invocar disposiciones de derecho interno para modificar o incumplir la obligacin de
reparar. sta queda sujeta en todos los aspectos (alcance, naturaleza, modalidades y
determinacin de los beneficiarios) al Derecho Internacional 168 .
225. A travs de las reparaciones, se procura que cesen los efectos de las violaciones
perpetradas. Su naturaleza y su monto dependen de las caractersticas de las
violaciones cometidas, del bien jurdico afectado y el dao material e inmaterial
166
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 188; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 220; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 40.
167
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr 189; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 221; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 42.
168
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 189; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 221; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 42.
81
ocasionados. No deben implicar enriquecimiento o empobrecimiento para la vctima o
sus sucesores 169 .
A) BENEFICIARIOS
Alegatos de la Comisin
227. La Comisin considera que el beneficiario de las reparaciones debe ser el seor
Daniel Tibi.
Consideraciones de la Corte
230. En los trminos del artculo 63.1 de la Convencin Americana, la Corte considera
como parte lesionada al seor Daniel Tibi, en su carcter de vctima de las violaciones de
los artculos 5, 7, 8, 21 y 25 de la Convencin Americana, en relacin con el artculo 1.1
de la misma y de la inobservancia de las obligaciones previstas en los artculos 1, 6 y 8
de la Convencin Interamericana contra la Tortura; y a la seora Beatrice Baruet, sus
hijas Sarah Vachon y Jeanne Camila Vachon, la hija de la seora Baruet y del seor Tibi,
Lisianne Judith Tibi, y el hijo del seor Tibi, Valerian Edouard Tibi, en su carcter de
vctimas de la violacin del artculo 5.1 de la Convencin Americana, en relacin con el
artculo 1.1 de la misma.
B) DAO MATERIAL
Alegatos de la Comisin
169
Cfr. Caso 19 Comerciantes, supra nota 9, prr. 223; Caso Cantos, supra nota 143, prr. 68; y Caso del
Caracazo. Reparaciones, supra nota 24, prr. 78.
82
b) el dao a la reputacin del seor Tibi y la incapacidad de desplegar
actividades mientras estuvo en la crcel dio lugar a que perdiera su trabajo; se
vio incapacitado para solventar los gastos de su creciente familia, pues no poda
generar ingreso alguno; y no le fueron devueltos los considerables bienes que
tena en su poder cuando fue detenido.
ii. dada la gravedad de las lesiones del seor Daniel Tibi, este no
puede desplegar actividad productiva, por lo que el lucro cesante se
mantiene en el tiempo. El seor Tibi ganaba aproximadamente
US$2.500,00 dlares (dos mil quinientos dlares de los Estados Unidos de
Amrica) mensuales. Multiplicados por los veintiocho meses que estuvo
recluido, se llega a la suma de US$70.000,00 dlares (setenta mil dlares
de los Estados Unidos de Amrica; y
83
iv. relacionados con la alimentacin especial que requiri la vctima, el
tratamiento para sus problemas auditivos, visuales y respiratorios, y dems
tratamientos fsicos, respecto de los cuales se solicit a la Corte que fije en
equidad la cantidad correspondiente;
vi. relativos a los bienes y valores que fueron incautados por la polica
al seor Tibi al momento de su detencin (en la lista que levant la polica
se enumeran 84 pertenencias), que suman US$135.000,00 (ciento treinta
y cinco mil dlares de los Estados Unidos de Amrica), conforme al avalo
comercial de las piedras preciosas y dems objetos incautados. Dentro del
avalo se incluy el vehculo marca Volvo de la vctima;
233. Ecuador sostuvo que no hubo violacin de los derechos del seor Tibi y, por lo
tanto, no procede entrar a la etapa de reparaciones. No obstante, si se demuestra la
responsabilidad del Estado, consider que la Corte deber:
b) estimar la afectacin sufrida por el seor Tibi y sus familiares con motivo
de los hechos violatorios para determinar la indemnizacin monetaria; y
84
c) exigir los ttulos de propiedad de los bienes incautados al seor Tibi al
momento de su detencin, para determinar exactamente cules le pertenecen, en
el caso de que se ordene reparar el derecho a la propiedad.
Consideraciones de la Corte
234. La Corte determinar el dao material, que supone la prdida o detrimento de los
ingresos de la vctima y los gastos efectuados por sus familiares con motivo de los
hechos 170 , y fijar una indemnizacin que busque compensar las consecuencias
patrimoniales de las violaciones cometidas. Para ello, tendr en cuenta las pruebas
reunidas en este caso, la jurisprudencia del propio Tribunal y los argumentos de la
Comisin, de los representantes de la vctima y sus familiares y del Estado.
a) Prdida de ingresos
235. La Corte considera demostrada la condicin de comerciante del seor Daniel Tibi,
quien se dedicaba al comercio de piedras preciosas y arte (supra prr. 90.1) y perciba
ingresos mensuales fluctuantes (supra prr. 90.44).
236. Este Tribunal observa que por la actividad que realizaba el seor Daniel Tibi no es
posible determinar cul era su ingreso mensual, adems de que no fueron aportados
comprobantes idneos para determinar con exactitud el ingreso que perciba en la poca
de su detencin. Al respecto, en consideracin de la actividad que realizaba la vctima
como medio de subsistencia y las particularidades del presente caso, la Corte fija en
equidad la cantidad de 33.140,00 (treinta y tres mil ciento cuarenta euros), por
concepto de prdida de ingresos tanto por el tiempo que permaneci detenido como por
la disminucin en la capacidad para realizar su actividad laboral normal.
b) Dao emergente
b) las 150 sesiones de psicoterapia que recibi el seor Tibi. Sin embargo,
como no se aportaron comprobantes que demuestren los gastos por ese concepto,
la Corte fija en equidad la suma de 4.142,00 (cuatro mil ciento cuarenta y dos
euros), que deber ser entregada al seor Tibi;
170
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 205; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 236; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 55.
85
d) los gastos relacionados con la reparacin de la dentadura del seor Tibi,
as como la compra de prtesis dental. Aunque no constan en el expediente todos
los comprobantes idneos acerca de dichos gastos, esta Corte estima probado que
el seor Tibi debi incurrir en ciertas erogaciones para la atencin de problemas
dentales (supra prr. 90.50, 90.52 y 90.53) y, por ello, fija en equidad la suma de
16.570,00 (diecisis mil quinientos setenta euros), que deber ser entregada al
seor Tibi; y
e) los bienes y valores que fueron incautados por la polica al seor Daniel
Tibi, al momento de su detencin, y que an no han sido devueltos a la vctima.
Esta Corte observa que, como lo declar en otro captulo de la presente Sentencia
(supra prr. 220), los bienes y valores incautados pertenecan al seor Tibi, pero
no cuenta con el avalo correspondiente. En consecuencia, este Tribunal ordena
la restitucin de dichos bienes y valores por parte del Estado, en un plazo de seis
meses a partir de la notificacin de la presente Sentencia, y en el caso de no ser
posible fija, en equidad, la suma de 82.850,00 (ochenta y dos mil ochocientos
cincuenta euros) cantidad que debe otorgarse al seor Daniel Tibi como valor de
los bienes que le fueron incautados, dentro de los cuales est el vehculo marca
Volvo de su pertenencia. Por otra parte, en lo que se refiere a la utilizacin de las
tarjetas de dbito y crdito que fueron incautadas al seor Tibi, especficamente la
cantidad de US$6.000,00 (seis mil dlares de los Estados Unidos de Amrica) que
el seor Tibi alega fueron extrados de su cuenta bancaria, as como la utilizacin
de la tarjeta de crdito por gastos que ascienden a US$4.857,00 (cuatro mil
ochocientos cincuenta y siete dlares de los Estados Unidos de Amrica), la Corte
se abstiene de pronunciarse, ya que no fue demostrado el uso indebido de estos
documentos.
238. Con base en todo lo anterior, la Corte fija como indemnizacin de los daos
materiales por las violaciones declaradas en la presente sentencia, las siguientes
cantidades:
C) DAO INMATERIAL
Alegatos de la Comisin
86
c) para Beatrice Baruet y los hijos de ambos, el efecto es traumtico,
especialmente tomando en cuenta que eran extranjeros en Ecuador, con escaso
conocimiento del sistema judicial. El choque cultural mas alarmante debe haber
sido comprobar que las autoridades no hacan cumplir las leyes del Ecuador.
Respecto al dao moral de los familiares del seor Daniel Tibi que:
87
Jeanne Camila Vachon, hija de la seora Beatrice Baruet, visitaba con su madre a
la vctima en la penitenciara y presenci una pelea, a raz de la cual qued
traumatizada y no quiso volver ms a la crcel. Lisianne Judith Tibi, hija del seor
Tibi y la seora Baruet, naci cuando su padre estaba preso y, en consecuencia,
no pas con l sus primeros dos aos de vida. Valerian Edouard Tibi, hijo del
seor Tibi, no pudo ver a su padre durante los veintiocho meses en que ste
permaneci detenido;
g) se debe indemnizar el dao moral sufrido por los familiares del seor
Daniel Tibi con la suma de US$100.000,00 (cien mil dlares de los Estados Unidos
de Amrica) para cada uno de ellos, de lo que resulta un total de US$500.000,00
(quinientos mil dlares de los Estados Unidos de Amrica); y
Consideraciones de la Corte
242. El dao inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones
causados a las vctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores muy
significativos para las personas, as como las alteraciones, de carcter no pecuniario, en
las condiciones de existencia de la vctima o su familia. Por cuanto no es posible asignar
al dao inmaterial un preciso equivalente monetario, slo puede ser objeto de
compensacin, en dos formas. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de
dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine
en aplicacin razonable del arbitrio judicial y en trminos de equidad. Y, en segundo
lugar, mediante la realizacin de actos u obras de alcance o repercusin pblicos, tales
como la transmisin de un mensaje de reprobacin oficial a las violaciones de los
derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que
no vuelvan a ocurrir, que tengan como efecto, entre otros, el reconocimiento de la
dignidad de la vctima 171 . El primer aspecto de la reparacin de los daos inmateriales
se analizar en esta seccin y el segundo en la seccin D) de este captulo.
244. Al fijar la compensacin por dao inmaterial en el caso sub judice, se debe
considerar que Daniel Tibi fue sometido a condiciones de reclusin inhumanas y fue
torturado, lo cual le produjo intensos dolores corporales, sufrimientos y quebrantos
171
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 211; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 244; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 65.
172
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 215; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 247; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 66.
88
emocionales, as como consecuencias fsicas y psicolgicas que an perduran. Adems,
las actuaciones que se siguieron en su contra no cumplieron con los requisitos del debido
proceso (hubo detencin ilegal y arbitraria, falta de garantas judiciales y de proteccin
judicial). Naturalmente, la persona sometida a detencin arbitraria experimenta un
profundo sufrimiento 173 , que se agrava si se toma en cuenta que no se han investigado
los hechos relacionados con la tortura de que fue objeto la vctima. Este Tribunal
considera que se presume que las violaciones de esta naturaleza causan daos
inmateriales a quien las padece 174 .
245. Es razonable considerar que las violaciones cometidas en contra del seor Daniel
Tibi alteraron de forma manifiesta su proyecto de vida. Las expectativas de desarrollo
personal, profesional y familiar, posibles en condiciones normales, fueron interrumpidas
de manera abrupta.
246. Por todo ello, la Corte considera que el seor Daniel Tibi debe ser compensado por
dao inmaterial y fija en equidad la suma de 82.850,00 (ochenta y dos mil ochocientos
cincuenta euros) a su favor por ese concepto.
247. En cuanto a las dems vctimas, la detencin ilegal y arbitraria y tortura que
padeci el seor Tibi les acarre a su ex compaera, seora Beatrice Baruet, a Sarah
Vachon, a Jeanne Camila Vachon y a Lisianne Judith Tibi, sufrimiento, angustia y dolor,
lo cual ha causado grave alteracin en sus condiciones de existencia y en sus relaciones
familiares y sociales y menoscab su forma de vida (supra prrs. 160 y 161). Valerian
Edouard Tibi, hijo del seor Daniel Tibi, vio afectada la relacin con su padre mientras
ste permaneci detenido (supra prrs. 160 y 161).
248. Con base en todo lo anterior, este Tribunal considera que los familiares del seor
Tibi deben ser compensados. Para ello fija en equidad la cantidad de 57.995,00
(cincuenta y siete mil novecientos noventa y cinco euros), a favor de la seora Beatrice
Baruet por concepto de dao inmaterial. Asimismo, fija en equidad la cantidad de
37.282,00 (treinta y siete mil doscientos ochenta y dos euros) que ser distribuida en
partes iguales entre Lisianne Judith Tibi, Sarah y Jeanne Camila Vachon, por concepto de
dao inmaterial. Igualmente fija en equidad la suma de 12.427,00 (doce mil
cuatrocientos veintisiete euros), que deber ser entregada Valerian Edouard Tibi.
250. Teniendo en cuenta las distintas facetas del dao inmaterial a las que se viene
haciendo referencia, la Corte fija en equidad el valor de las compensaciones por ese
concepto en los trminos que se indican en el cuadro que se transcribe:
173
Cfr. Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr. 168; Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 98; y Caso Juan
Humberto Snchez, supra nota 3, prr. 174.
174
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 217; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 248; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 67.
175
fr. Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 71; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de
noviembre de 2003, Serie C No. 101, prr. 266; y Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 100.
89
REPARACIN POR CONCEPTO DE DAO INMATERIAL
Dao Gastos tratamiento mdico
Vctima y familiares Total
inmaterial y psicolgico (futuros)
Alegatos de la Comisin
251. En relacin con las otras formas de reparacin, la Comisin aleg que las
violaciones cometidas contra el seor Tibi fueron una reiteracin de las cometidas por el
Estado en contra del seor Rafael Ivn Surez Rosero 176 . En dicho caso la Corte orden
al Estado que adoptara las medidas necesarias para que no se repitieran las violaciones
consideradas en la sentencia del Tribunal. En el presente caso, la Comisin seal que el
Estado debe:
b) adoptar las medidas necesarias para que el sistema judicial penal cumpla
efectivamente lo ordenado en la legislacin ecuatoriana;
176
e alude al Caso Surez Rosero, supra nota 145, conocido por la Corte Interamericana.
90
g) dotar de personal y equipamiento mdico bsico a los centros
penitenciarios, con mecanismos que permitan una atencin continuada y con
mejor capacitacin para los mdicos, de acuerdo con los estndares
internacionales aplicables;
91
j) realice un proceso administrativo o disciplinario en contra de los jueces que
llevaron la causa del seor Tibi;
Consideraciones de la Corte
254. La Corte ha concluido, inter alia, que el Estado viol los artculos 5, 7, 8, 21 y 25
de la Convencin, en relacin con el artculo 1.1 de la misma, e inobserv las
obligaciones previstas en los artculos 1, 6 y 8 de la Convencin Interamericana contra la
Tortura, en perjuicio del seor Daniel Tibi. Asimismo, el Estado viol el artculo 5.1 de la
Convencin Americana, en relacin con el artculo 1.1 de la misma, en perjuicio de la
seora Beatrice Baruet, Sarah y Jeanne Camila Vachon, Lisianne Judith Tibi y Valerian
Edouard Tibi, en los trminos contenidos en esta Sentencia.
256. Este Tribunal se ha referido en reiteradas ocasiones al derecho que asiste a las
vctimas y sus familiares de conocer lo que sucedi y saber quines fueron los agentes
del Estado responsables de los hechos 178 . La Corte ha sealado que la investigacin de
los hechos y la sancin de las personas responsables, [...] es una obligacin que
corresponde al Estado siempre que haya ocurrido una violacin de los derechos humanos
y esa obligacin debe ser cumplida seriamente y no como una mera formalidad 179 .
177
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 228; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 257; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 79.
178
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri. supra nota 8, prr. 229; Caso 19 Comerciantes. supra nota 9,
prr. 258; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 80.
179
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 229; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 258; y Caso Molina Theissen, Reparaciones, supra nota 9, prr. 80.
92
257. La vctima de violaciones de derechos humanos y sus familiares, en su caso,
tienen el derecho de conocer la verdad 180 . En consecuencia, las vctimas en este caso
tienen derecho de conocer quines fueron los responsables de la detencin ilegal y
arbitraria, la tortura y la violacin al debido proceso y a las garantas judiciales en
agravio del seor Daniel Tibi. Este derecho a la verdad ha sido desarrollado por el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos 181 y su reconocimiento puede constituir
un medio importante de reparacin.
258. A la luz de lo anterior, para reparar, en este orden, las violaciones cometidas, el
Estado debe investigar efectivamente los hechos del presente caso con el fin de
identificar, juzgar y sancionar a los responsables. Los procesos internos deben versar
sobre las violaciones a los derechos a la Integridad Personal, la Libertad Personal, la
Proteccin Judicial y las Garantas Judiciales, a los que se refiere esta Sentencia. La
vctima debe tener pleno acceso y capacidad de actuar en todas las etapas e instancias
de la investigacin y el juicio correspondiente, de acuerdo con la ley interna y las normas
de la Convencin Americana. Los resultados del proceso debern ser pblicamente
divulgados, para que las sociedades ecuatoriana y francesa conozcan la verdad.
259. El Estado debe garantizar que el proceso interno tendiente a investigar, juzgar y
sancionar a los responsables de los hechos surta los debidos efectos. Adems, deber
abstenerse de recurrir a figuras como la amnista, la prescripcin y el establecimiento de
excluyentes de responsabilidad, as como a medidas que pretendan impedir la
persecucin penal o suprimir los efectos de la sentencia condenatoria, como lo ha hecho
notar la Corte en otros casos 182 .
260. Asimismo, y como lo ha ordenado en otras oportunidades 183 , la Corte estima que
el Estado debe publicar, como medida de satisfaccin, dentro de un plazo de seis meses,
contado a partir de la notificacin de la presente Sentencia, al menos por una vez, en el
Diario Oficial y en otro diario de circulacin nacional en el Ecuador, tanto la Seccin
denominada Hechos Probados como los puntos resolutivos Primero a Dcimo Tercero de
la presente Sentencia, sin las notas al pie de pgina correspondientes. Igualmente, el
Estado deber publicar lo anterior, traducido al francs, en un diario de amplia circulacin
en Francia, especficamente en la zona en la cual reside el seor Tibi.
180
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 230; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 261; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 81.
181
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 230; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 261; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 81.
182
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 232; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 262; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 83.
183
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 235; Caso Molina Theissen. Reparaciones,
supra nota 9, prr. 86; y Caso Myrna Mack Chang, supra nota 175, prr. 280.
93
d) Adopcin de medidas de formacin y capacitacin
263. En razn de lo expuesto y en las circunstancias del presente caso, esta Corte
considera que el Estado debe establecer un programa de formacin y capacitacin para el
personal judicial, del ministerio pblico, policial y penitenciario, incluyendo al personal
mdico, psiquitrico y psicolgico, sobre los principios y normas de proteccin de los
derechos humanos, relacionados con la detencin de personas, sus derechos y garantas
judiciales, el trato que deben recibir, sus condiciones de detencin, tratamiento y control
mdico, el derecho a contar con un abogado, a recibir visitas, a que los procesados y
condenados se alojen en instalaciones diferentes. En fin, el Estado debe garantizar que
se apliquen los estndares internacionales.
XV
COSTAS Y GASTOS
Alegatos de la Comisin
184
fr. Caso Bulacio, supra nota 129, prr. 126
94
Alegatos de los representantes de la vctima y sus familiares
266. En relacin con los gastos y las costas, los representantes de la vctima y sus
familiares pidieron a la Corte que se les otorgara, en la etapa procesal correspondiente,
la oportunidad de presentar un documento con cifras actualizadas. Adems, solicitaron
el pago de:
95
Unidos de Amrica, Francia y Ecuador, respectivamente, hacia Costa Rica, para
comparecer en la audiencia pblica ante la Corte. La suma de estos conceptos
arroja US$20.000,00 (veinte mil dlares de los Estados Unidos de Amrica),
aproximadamente.
Consideraciones de la Corte
268. La Corte ha sealado que las costas y los gastos quedan comprendidos en el
concepto de reparacin, consagrado en el artculo 63.1 de la Convencin Americana,
puesto que la actividad desplegada por la vctima, sus derechohabientes o sus
representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y compromisos
de carcter econmico, que deben ser compensados 185 . En cuanto al reembolso,
corresponde al Tribunal apreciar prudentemente su alcance, que abarca los gastos
generados ante las autoridades de la jurisdiccin interna y los realizados en el curso del
proceso ante el sistema interamericano, teniendo en cuenta la acreditacin de los gastos
hechos, las circunstancias del caso concreto y la naturaleza de la jurisdiccin internacional
de proteccin de los derechos humanos. La estimacin se puede hacer con base en el
principio de equidad y apreciando los gastos comprobados por las partes, siempre que su
quantum sea razonable 186 .
269. Las costas comprenden tanto la etapa de acceso a la justicia nacional, como el
procedimiento internacional ante la Comisin y la Corte 187 .
270. A este efecto, la Corte estima equitativo ordenar el pago 37.282,00 (treinta y siete
mil doscientos ochenta y dos euros), que deber ser entregada al seor Daniel Tibi, por
concepto de costas y gastos en el proceso interno y en el procedimiento seguido ante el
sistema interamericano de proteccin de los derechos humanos. Esta suma incluye
12.427,00 (doce mil cuatrocientos veintisiete euros) por costas y gastos en el proceso
interno, y 24.855,00 (veinticuatro mil ochocientos cincuenta y cinco euros) por el mismo
concepto en lo que atae el procedimiento ante los rganos del sistema interamericano.
XVI
MODALIDAD DE CUMPLIMIENTO
271. El Estado deber pagar las indemnizaciones y reintegrar las costas y gastos
(supra prrs. 235 a 238, 244 a 250 y 270) dentro de un ao, contado a partir de la
notificacin de esta Sentencia. En el caso de las otras reparaciones ordenadas deber
dar cumplimiento a las medidas en un tiempo razonable (supra prrs. 254 a 259 y 262 a
264), o en el que seale esta Sentencia (supra prrs. 237.e, 260 y 261).
272. El pago de las indemnizaciones establecidas a favor de las vctimas, segn sea el
caso, ser hecho directamente a stas. Si alguno de ellos falleciera, el pago se har a
sus herederos.
273. Los pagos destinados a solventar las costas y gastos generados por las gestiones
realizadas por los familiares del seor Tibi y sus representantes en los procedimientos
185
Cfr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 242; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 283; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 95.
186
fr. Caso de los Hermanos Gmez Paquiyauri, supra nota 8, prr. 242; Caso 19 Comerciantes, supra nota 9,
prr. 283; y Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 95.
187
Cfr. Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra nota 9, prr. 96; Caso Maritza Urrutia, supra nota 8, prr.
183; y Caso Myrna Mack Chang, supra nota 175, prr. 290.
96
interno e internacional, sern hechos a ste (supra prr. 270), quin efectuar los pagos
correspondientes en la forma que l mismo convenga con aqullos representantes.
275. Por lo que toca a las indemnizaciones ordenadas a favor de las nias Jeanne
Camila Vachon y Lisianne Judith Tibi, el Estado deber depositarlas en una institucin
francesa solvente, en euros. La inversin se har dentro del plazo de un ao, en las
condiciones financieras ms favorables que permitan la legislacin y la prctica bancaria,
mientras los beneficiarios sean menores de edad. Podr ser retirado por aquellos cuando
alcancen la mayora de edad, en su caso, o antes si as conviene al inters superior del
nio, establecido por determinacin de una autoridad judicial competente. Si no se
reclama la indemnizacin una vez transcurridos diez aos contados a partir de la mayora
de edad, la suma ser devuelta al Estado, con los intereses devengados.
276. El Estado debe cumplir las obligaciones econmicas sealadas en esta Sentencia
mediante el pago en euros.
278. En caso de que el Estado incurra en mora, pagar un inters sobre el monto
adeudado, correspondiente al inters bancario moratorio en el Ecuador.
XVII
PUNTOS RESOLUTIVOS
LA CORTE,
DECIDE:
Por unanimidad,
97
2. Desestimar la segunda excepcin preliminar interpuesta por el Estado, sobre
falta de competencia ratione materiae de la Corte Interamericana para conocer sobre
violaciones a la Convencin Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
Y DECLARA:
Y DISPONE:
9. Esta Sentencia constituye per se una forma de reparacin, en los trminos del
prrafo 243 de sta.
10. El Estado debe, en un plazo razonable, investigar efectivamente los hechos del
presente caso, con el fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores de las
violaciones cometidas en perjuicio del seor Daniel Tibi. El resultado de este proceso
deber ser pblicamente divulgado, en los trminos de los prrafos 254 a 259 de la
presente Sentencia.
11. El Estado deber publicar, al menos por una vez, en el Diario Oficial y en otro
diario de circulacin nacional en el Ecuador, tanto la Seccin denominada Hechos
Probados como los puntos resolutivos Primero al Decimosexto de la presente Sentencia,
sin las notas al pie de pgina correspondientes. Igualmente, el Estado deber publicar lo
anterior, traducido al francs, en un diario de amplia circulacin en Francia,
98
especficamente en la zona en la cual reside el seor Daniel Tibi, en los trminos del
prrafo 260 de la presente Sentencia.
12. El Estado debe hacer pblica una declaracin escrita formal emitida por altas
autoridades del Estado en la que reconozca su responsabilidad internacional por los
hechos a que se refiere el presente caso y pida disculpas al seor Tibi y a las dems
vctimas mencionadas en la presente Sentencia, en los trminos del prrafo 261 de sta.
13. El Estado debe establecer un programa de formacin y capacitacin para el
personal judicial, del ministerio pblico, policial y penitenciario, incluyendo al personal
mdico, psiquitrico y psicolgico, sobre los principios y normas de proteccin de los
derechos humanos en el tratamiento de reclusos. El diseo e implementacin del
programa de capacitacin, deber incluir la asignacin de recursos especficos para
conseguir sus fines y se realizar con la participacin de la sociedad civil. Para estos
efectos, el Estado deber crear un comit interinstitucional con el fin de definir y ejecutar
los programas de capacitacin en derechos humanos y tratamiento de reclusos. El
Estado deber informar a esta Corte sobre la constitucin y funcionamiento de este
comit, en el plazo de seis meses en los trminos de los prrafos 262 a 264 de la
presente Sentencia.
14. El Estado debe pagar la cantidad total de 148.715,00 (ciento cuarenta y ocho mil
setecientos quince euros) por concepto de indemnizacin de dao material, en los
trminos de los prrafos 235 a 238 de la presente Sentencia, distribuida de la siguiente
manera:
a) a Daniel Tibi, la cantidad de 57.995,00 (cincuenta y siete mil novecientos
noventa y cinco euros), en los trminos de los prrafos 235, 236, 237.b, 237.c,
237.d y 238 de la presente Sentencia;
b) el Estado debe devolver al seor Daniel Tibi los bienes incautados al
momento de su detencin, en el trmino de seis meses contados a partir de la
presente Sentencia. De no ser ello posible, el Estado deber entregarle la suma
de 82.850,00 (ochenta y dos mil ochocientos cincuenta euros) en los trminos
de los prrafos 237.e y 238 de la presente Sentencia; y
c) a Beatrice Baruet, la cantidad de 7.870,00 (siete mil ochocientos setenta
euros), en los trminos de los prrafos 237.a y 238 de la presente Sentencia.
15. El Estado debe pagar la cantidad total de 207.123,00 (doscientos siete mil ciento
veintitrs euros), por concepto de indemnizacin del dao inmaterial, en los trminos de
los prrafos 244 a 250 de la presente Sentencia, distribuida de la siguiente manera:
a) a Daniel Tibi, la cantidad de 99.420,00 (noventa y nueve mil
cuatrocientos veinte euros), en los trminos de los prrafos 244 a 246, 249 y 250
de la presente Sentencia;
b) a Beatrice Baruet, la cantidad de 57.995,00 (cincuenta y siete mil
novecientos noventa y cinco euros), en los trminos de los prrafos 247, 248 y
250 de la presente Sentencia;
c) a Sarah Vachon, la cantidad de 12.427,00 (doce mil cuatrocientos
veintisiete euros), en los trminos de los prrafos 247, 248 y 250 de la presente
Sentencia;
d) a Jeanne Camila Vachon, la cantidad de 12.427,00 (doce mil
cuatrocientos veintisiete euros), en los trminos de los prrafos 247, 248, 250 y
275 de la presente Sentencia;
e) a Lisianne Judith Tibi, la cantidad de 12.427,00 (doce mil cuatrocientos
veintisiete euros), en los trminos de los prrafos 247, 248, 250 y 275 de la
presente Sentencia; y
f) a Valerian Edouard Tibi, la cantidad de 12.427,00 (doce mil cuatrocientos
veintisiete euros), en los trminos de los prrafos 247, 248 y 250 de la presente
99
Sentencia.
16. El Estado debe pagar al seor Daniel Tibi la cantidad total de 37.282,00 (treinta
y siete mil doscientos ochenta y dos euros), por concepto de las costas y gastos en que
incurrieron en el proceso interno y en el procedimiento internacional ante el sistema
interamericano de proteccin de los derechos humanos, en los trminos de los prrafos
268 a 270 de la presente Sentencia.
17. El Estado debe cumplir sus obligaciones de carcter pecuniario mediante el pago
en euros.
18. Los pagos por concepto de dao material, inmaterial y costas y gastos
establecidos en la presente Sentencia no podrn ser afectados, reducidos o
condicionados por motivos fiscales actuales o futuros, en los trminos del prrafo 277 de
la presente Sentencia.
19. El Estado deber cumplir las medidas de reparacin y de reembolso de gastos
dispuestos en la presente Sentencia, dentro del plazo de un ao contado a partir de la
notificacin de sta, salvo cuando se fijan plazos distintos.
20. Supervisar el cumplimiento ntegro de la presente Sentencia. El caso se dar por
concluido una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en el
presente fallo. Dentro del plazo de un ao, contado a partir de la notificacin de esta
Sentencia, el Estado deber rendir a la Corte un primer informe sobre las medidas
tomadas para dar cumplimiento a esta Sentencia.
Los Jueces Garca Ramrez, Canado Trindade y Salgado Pesantes dieron a conocer a la
Corte sus Votos Razonados, los cuales acompaan esta Sentencia.
Redactada en espaol e ingls, haciendo fe el texto en espaol, en San Jos, Costa Rica,
el 7 de septiembre de 2004.
Comunquese y ejectese,
100
VOTO CONCURRENTE RAZONADO DEL JUEZ SERGIO GARCIA RAMIREZ A LA
SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS EN EL CASO TIBI VS. ECUADOR,
DEL 7 DE SEPTIEMBRE DE 2004
4. Del mismo modo que un tribunal constitucional no podra --ni lo pretende-- traer
ante s todos los casos en que se cuestione o se pueda cuestionar la constitucionalidad de
actos y normas, un tribunal internacional de derechos humanos no aspira --mucho
menos todava que el rgano nacional-- a resolver un gran nmero de litigios en los que
se reproduzcan violaciones previamente sometidas a su jurisdiccin y acerca de cuyos
temas esenciales ya ha dictado sentencias que expresan su criterio como intrprete
natural de las normas que est llamado a aplicar, esto es, las disposiciones del tratado
internacional que invocan los litigantes. Este designio, que pone de manifiesto una
funcin de la Corte, sugiere tambin las caractersticas que pueden tener los asuntos
llevados a su conocimiento.
101
5. Sera imposible, adems de indeseable, tomando en cuenta el carcter subsidiario o
complementario de la jurisdiccin internacional, que sta recibiera un gran nmero de
contiendas sobre hechos idnticos o muy semejantes entre s, para reiterar una y otra
vez los criterios sostenidos en litigios precedentes. Hay que insistir en que los propios
Estados, garantes del sistema interamericano de derechos humanos, son al mismo
tiempo piezas esenciales de ese sistema, al que concurren a travs de una voluntad
poltica y jurdica que constituye la mejor prenda de la eficacia verdadera del rgimen
internacional de proteccin de los derechos humanos, sustentado en la eficacia del
rgimen interno de proteccin de esos derechos.
8. No obstante esta paulatina aparicin de temas diferentes a los transitados en los aos
ochenta e incluso en los aos noventa, en el conjunto de casos sometidos a la Corte
persisten algunos de carcter tradicional. No slo no han declinado o se han ausentado,
como hubiera sido deseable y parecido natural, sino han cobrado nuevas expresiones o
han mantenido una presencia cuya constancia pone de manifiesto la necesidad, a la que
antes me refer, de revisar el estado de estas cuestiones en el orden interno para
ajustarlo, de una vez, a los estndares internacionales. El tribunal internacional
cumple su parte en la mejor medida a su alcance cuando identifica las grandes
cuestiones dentro de los litigios de que conoce o las opiniones que emite y produce la
doctrina jurisdiccional que figura en sus consideraciones. La siguiente etapa corre a cargo
de la jurisdiccin nacional, no slo por la competencia legal que tiene, sino --sobre todo-
- por la capacidad real que posee para abarcar todos los problemas que se suscitan en el
mbito interno.
102
III. Justicia penal y derechos humanos
10. A la luz de estas consideraciones me parece til examinar dos temas centrales en el
caso contencioso al que corresponde la sentencia del 7 de septiembre de 2004,
acompaada por este Voto. Se trata de temas que la Corte aborda de nueva cuenta, en
forma y trminos ya expresados, por lo que toca a sus extremos ms relevantes, en
otros pronunciamientos emitidos en las vas contenciosa o consultiva. Me refiero al
debido proceso legal en asuntos de orden penal --pero tambin, conforme a la
jurisprudencia de la Corte, en cuestiones contenciosas de otra naturaleza-- y al rgimen
de las instituciones de privacin de la libertad, sea preventiva o cautelar, sea punitiva o
ejecutiva, tanto de adultos como de menores de edad. El proceso y las prisiones han
sido, son y tal vez sern --ojal que no fuera as-- escenarios de las ms reiteradas,
graves y notorias violaciones de los derechos humanos. Es hora de que se vuelva la
mirada hacia estos escenarios, constantemente denunciados e insuficientemente
reformados, para modificarlos radicalmente.
11. Ambos temas tienen ciertos denominadores comunes. Uno y otro constituyen, como
se ha dicho con frecuencia, un espacio crtico para la vigencia de los derechos humanos.
En rigor, la llamada justicia penal --o, menos pretenciosamente, el sistema penal-- es la
zona crtica de los derechos humanos. En ella quedan esos derechos expuestos al ms
grave riesgo, y en ella sufren la ms severa afectacin, con dolorosa frecuencia. Aquello
obedece a que la persecucin penal pone en conflicto inmediato al Estado, dotado de la
mayor fuerza como monopolizador de la violencia --supuestamente legtima-- e
investido de la mayor capacidad de intervencin en la vida de las personas, con los
individuos indiciados, procesados o sentenciados, a los que se identifica como enemigos
sociales y que ciertamente no poseen, ni siquiera al amparo de los sistemas judiciales
ms desarrollados, la fuerza jurdica y material de que dispone el Estado. Como he
destacado, no deja de ser elocuente el epgrafe que se coloca en algunos procesos,
exponiendo la identidad de los contendientes y sugiriendo el peso que cada uno tiene en
su platillo de la balanza: El Estado contra X, La Repblica contra Y, El Rey contra Z, y
as sucesivamente. Difcilmente hallara mejor fundamento la tendencia equilibradora o
igualadora que caracteriza al proceso moderno.
12. Por eso es precisamente ah, en los dominios de la justicia penal, donde resulta ms
necesario trabajar el tema de los derechos humanos --sin que esto implique
desatencin en otras reas-- a travs de proclamaciones rotundas, normas imperiosas y
prcticas inflexibles, aseguradas, todas ellas, con el vigor y la eficacia de instrumentos
garantizadores puestos en manos idneas: competentes, independientes, imparciales,
cuya fortaleza e integridad aseguren la vigencia de los derechos en un terreno
especialmente propicio a la violacin. Este aseguramiento de derechos esenciales,
radicales, irreductibles, tropieza tambin con extravos en la percepcin pblica
favorecidos por la presentacin de falsos dilemas que enfrentan las exigencias de la
seguridad pblica con las debilidades que supuestamente acarrea la tutela de los
derechos humanos. Por el pasadizo que abren los falsos dilemas circulan las corrientes
autoritarias que se ciernen sobre el proceso y las prisiones, aunque no slo sobre ellos.
13. En las sentencias de los casos Tibi e Instituto de Reeducacin del Menor Panchito
Lpez, as como anteriormente en las resoluciones de los casos Hilaire, Constantine y
Benjamn (sentencia del 21 de junio del 2002) y Bulacio (sentencia del 18 de septiembre
de 2003), al igual que en la Opinin Consultiva OC-17/02, emitida el 28 de agosto de
2002, sobre situacin jurdica y derechos del nio, la Corte Interamericana ha afirmado
la condicin especfica de garante que corresponde al Estado con respecto a los derechos
de quienes se hallan sometidos a privacin o restriccin de libertad en instituciones del
poder pblico y a cargo de agentes de ste.
103
14. En el Derecho penal, el garante del bien jurdico est llamado a responder del
resultado lesivo que no impide, pudiendo y debiendo hacerlo, bajo la frmula de la
comisin por omisin. En la jurisprudencia de la Corte se ha manejado el concepto de
garante con una caracterizacin que guarda cercana conceptual con la que acogen los
ordenamientos de aquella materia: por una parte, la existencia de una obligacin que
proviene de determinada fuente; por la otra, la presencia de un resultado lesivo tpico,
que se pone en la cuenta del obligado.
15. Claro est que el Estado debe proveer ciertas condiciones de vida y desarrollo a
todas las personas que se hallan bajo su jurisdiccin. Hacerlo as --particularmente,
aunque no exclusivamente, en lo que corresponde a la seguridad y la justicia--
constituye, inclusive, una razn de ser del Estado, y por lo tanto un punto de referencia
para ponderar la justificacin y eficacia del poder pblico. Ahora bien, esa obligacin y la
responsabilidad consecuente se extreman, adquieren una intensidad mucho ms
acentuada, son an ms exigibles, con todo lo que ello supone, cuando el sujeto titular
de derechos queda a merced del Estado --por ejemplo, en una institucin total, donde
todo se regula y supervisa-- y no puede, por s mismo, ejercitar sus derechos e impedir
el asedio de quienes los vulneran.
19. En suma, hay que seguir insistiendo en la existencia de esa posicin especial de
garante y en las consecuencias que ella entraa para el Estado y para la persona. Esto
cubre la conducta de los agentes del Estado --que incurren en violaciones sistemticas
de los derechos de los reclusos en el curso de la vida carcelaria--, por accin o por
omisin, como lo ponen de manifiesto los casos Tibi y Panchito Lpez, a los que se debe
agregar, tambin de reciente fecha, la explosiva situacin en el reclusorio de Urso
Branco, donde han continuado las muertes violentas de reclusos, no obstante las
medidas provisionales acordadas por la Corte Interamericana.
104
20. La reiteracin de las violaciones, a despecho de los proyectos y las promesas, e
incluso de acciones que ofrecern resultados a mediano y largo plazo, me llev a sealar
en mi Voto concurrente a la resolucin de medidas adoptada el 7 de julio de 2004, a
propsito de las condiciones imperantes en el reclusorio de Urso Branco: Bien que haya
reforma penitenciaria, se expida una nueva legislacin de la materia, se provea a la
clasificacin de los internos, se modernicen las instituciones penitenciarias, se haga un
cuidadoso reclutamiento de los funcionarios encargados de la custodia y ejecucin de
penas, existan sustitutivos adecuados para la pena de prisin, se franquee la visita a los
presos en condiciones dignas, haya servicio mdico que preserve la salud de los reclusos,
se establezcan centros escolares, talleres y unidades de trabajo. Todo eso, y ms
todava, es absolutamente indispensable, porque refleja los estndares actuales en
materia de privacin de la libertad, cautelar o penal, medida severamente cuestionada en
la actualidad.-- Pero nada de eso, que es preciso realizar cuanto antes, puede suplir la
inmediata adopcin de las medidas necesarias para evitar que se presente una sola
muerte ms en la Crcel de Urso Branco
22. Las cosas pudieron verse de otro modo --pero entonces no exista la tutela de los
derechos humanos que hoy conocemos-- cuando se prevena pena capital exacerbada,
esto es, cumplida con gran despliegue de medios que extremaban el sufrimiento del
condenado. Los ejemplos abundan: tal, el caso de Damiens, cuya relacin hace Foucault
en las primeras pginas de Vigilar y castigar. As, la tortura formaba parte de la muerte
punitiva, se hallaba integrada en este castigo, que no supona tormento purgatorio, por
una parte, y muerte fulminante, por la otra. An as, es posible distinguir naturalmente
entre el sufrimiento que se inflige y la muerte que se causa: con aquello se
vulnera --decimos hoy, en el lenguaje del artculo 5 de la Convencin Americana-- el
derecho a la integridad personal, y con la segunda se quebranta el derecho a la vida que
reconoce el artculo 4.
105
en el debido proceso (ataques al artculo 8) se combatan con recursos judiciales
(instrumento del artculo 25), en los que pueden aparecer, a su turno, nuevas violaciones
del debido proceso, ahora en la sede del procedimiento de proteccin instituido por este
ltimo precepto. Y tambin es posible, por supuesto, que ese mismo instrumento --
habeas corpus, amparo y otros mandamientos de semejante designio-- se invoque para
preservar derechos contenidos en todos o casi todos los preceptos de la Convencin
Americana.
25. Persiste, pues, la frontera entre bienes y derechos, en sus respectivas hiptesis, que
pueden ser analizados separadamente. As lo hace esta sentencia, por ejemplo, en la
medida en que estudia la inobservancia del artculo 25 desde la perspectiva de la
violacin al artculo 7.6, referente al control de legalidad de la detencin. No descarto la
hiptesis, ms compleja que la que ahora menciono, de que exista deslinde entre el juez
de garantas --o quien hace sus veces--, que opera en el enjuiciamiento penal mismo,
para asegurar la observancia de la legalidad en materia de pruebas y medidas
precautorias (que es otra forma de observar el mandamiento del artculo 7.6), y el juez
de legalidad o constitucionalidad de los actos de autoridad, constituido como tribunal
externo al procedimiento penal, a quien se recurre con apoyo en el artculo 25 de la
Convencin y en las numerosas disposiciones nacionales que regulan esta cuestin.
26. En torno a este mismo asunto, tmese en cuenta que existe la posibilidad de
suspender, en los trminos del artculo 27.2 de la Convencin, las garantas judiciales
consignadas en el artculo 8, pero esta posibilidad no existe en lo que respecta a las
garantas indispensables para la tutela de los derechos sustantivos cuya suspensin se
prohbe, que son justamente las aludidas en el artculo 25, como lo ha hecho notar la
Corte Interamericana en opiniones consultivas acerca del amparo y el habeas corpus y en
asuntos contenciosos en los que ha aplicado este criterio. Al respecto, hay que
considerar, especialmente, las Opiniones Consultivas OC-8/87, acerca de El habeas
corpus bajo suspensin de garantas, del 30 de enero de 1987, y OC-9/87, en torno a
las Garantas judiciales en estados de emergencia, del 6 de octubre de 1987. Subsiste
la necesidad, sin duda, de tomar en cuenta las exigencias del debido proceso legal a la
hora de valorar la observancia del artculo 25. Sera inadmisible que la proteccin
ofrecida por ste quedase reducida o cancelada a travs de procedimientos que
desconocieran derechos procesales indispensables ante la jurisdiccin de habeas corpus o
amparo.
27. El debido proceso --due process, de raz anglosajona, que en algn pas se traduce
como garantas esenciales del procedimiento--, es una de las ms formidables
herramientas para la proteccin de los derechos. Adems constituye, l mismo, un
derecho y una garanta para el justiciable. Permite o realiza la tutela judicial efectiva.
Implica acceso a la justicia formal, como audiencia, prueba y argumento, y material,
como cauce para la obtencin de una sentencia justa. Es limpieza y equilibrio en el
empleo de las armas que se permiten al acusador y se depositan, igualmente, en las
manos del inculpado, as como objetividad, serenidad y voluntad de dar a cada quien lo
suyo por parte del tribunal; en suma, fair trial. Todas estas nociones, cada una con su
propia caracterizacin y su emplazamiento en los rdenes jurdicos nacionales, tienen un
denominador comn en su origen, desarrollo y objetivo, y pueden congregarse en el
concepto de debido proceso.
106
concepto: un progreso constante que ha trado consigo, al paso de la consolidacin de la
democracia y el Estado de Derecho, nuevos derechos y garantas emergentes, que
concurren a formar la idea y la prctica ms avanzadas del debido proceso.
30. Habamos ganado ese terreno, dije, aunque ahora es preciso observar, de nueva
cuenta, que ningn progreso es definitivo --la lucha por el derecho, en ms de un
sentido, es la nica divisa posible en este campo-- y que se ha iniciado una erosin
inquietante de los derechos humanos en el mbito del proceso. La persistencia de
antiguas formas de criminalidad, la aparicin de nuevas expresiones de la delincuencia,
el asedio del crimen organizado, la extraordinaria virulencia de ciertos delitos de suma
gravedad --as, el terrorismo y el narcotrfico--, han determinado una suerte de
exasperacin o desesperacin que es mala consejera: sugiere abandonar los progresos
y retornar a sistemas o medidas que ya mostraron sus enormes deficiencias ticas y
prcticas. En una de sus versiones extremas, este abandono ha generado fenmenos
como la guantanamizacin del proceso penal, ltimamente cuestionada por la
jurisprudencia de la propia Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos.
31. Con alguna frecuencia se da cabida a prcticas y, peor an, a normas derogatorias de
derechos y garantas en el marco de la lucha contra delitos muy graves que
parecen justificar este gnero de retrocesos. Las consecuencias de esto, que desde
luego no ha logrado --dicho sea de paso-- ni prevenir, ni impedir ni reducir esos delitos,
estn a la vista en un extenso mbito de la experiencia procesal contempornea. No slo
se incorporan disposiciones que construyen, al lado del rgimen procesal ordinario,
provisto de garantas, un rgimen procesal especial o excepcional, desprovisto de ellas,
sino tambin aparece y arraiga, como es obvio, una prctica devastadora que echa mano
de todo gnero de argumentos para legitimar las ms severas violaciones. Estas, a
menudo, quedan en la penumbra; en ocasiones emergen ante los ojos de la opinin
pblica y de los tribunales, como ha sucedido en el caso a cuya sentencia agrego este
Voto.
32. La idea de una presuncin de inocencia --o acaso mejor, en beneficio de quienes
objetan el carcter presuncional de este concepto, de un principio de inocencia o
inculpabilidad-- tiene dos siglos de vida azarosa. Difcilmente habra un principio que
guardase mayor congruencia con la justicia penal democrtica, que pone a cargo del
Estado acusador la comprobacin de las imputaciones y del Estado juzgador la decisin
sobre stas. Nuestra Convencin Americana acoge el principio: toda persona inculpada
de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad (artculo 8.2). La Corte Interamericana ha afirmado en la
sentencia del caso Surez Rosero, del 12 de noviembre de 1987, y lo reitera en la
sentencia del presente caso, que el principio de presuncin de inocencia constituye el
fundamento de las garantas judiciales. En efecto, stas se organizan en torno a la idea
de la inocencia, que no bloquea la persecucin penal, pero la racionaliza y encauza. La
experiencia histrica milita en este sentido.
33. Este principio se localiza a la cabeza de las disposiciones sobre procesados, en las
Reglas Mnimas para el Tratamiento de los Reclusos, de 1955: El acusado gozar de una
107
presuncin de inocencia y deber ser tratado en consecuencia (regla 84.2). Y el Principio
36 del conjunto destinado a la proteccin de todas las personas sometidas a cualquier
forma de detencin o prisin, de 1988, resuelve: Se presumir la inocencia de toda
persona sospechosa o acusada de un delito y se la tratar como tal mientras no haya
sido probada su culpabilidad conforme a derecho en un juicio pblico en el que haya
gozado de todas las garantas necesarias para su defensa.
34. No pierdo de vista, por supuesto, los escollos que se oponen a la vigencia plena de
esta presuncin o de este principio. Lo son, incuestionablemente, las muy cuestionadas
medidas precautorias en el proceso penal, a la cabeza de ellas la siempre combatida
prisin preventiva. Y lo es el hecho mismo de que el enjuiciamiento se construye a partir
de una idea de signo contrario: el indicio racional de criminalidad, la probable
responsabilidad penal, la presencia de datos que permiten sustentar la participacin de
cierta persona en determinado delito, y as sucesivamente.
35. Con todo, esa presuncin o ese principio representan una referencia de valor
supremo para informar la construccin del proceso, resolver las dudas que se plantean
en el curso de ste, rescatar las garantas y reducir las injerencias desmedidas. El
carcter y la desembocadura de los actos procesales y del proceso en su conjunto son
muy diferentes cuando se trata al enjuiciado como si fuera culpable, que es un rasgo
del sistema inquisitivo, y cuando se le trata como si fuera inocente, que lo es del
acusatorio. En fin de cuentas, lo que pretende la presuncin o el principio de inocencia es
excluir el prejuicio --juicio anticipado, general y condenatorio, que se dirige en contra
del inculpado, sin miramiento sobre la prueba de los hechos y de la responsabilidad-- y
ahuyentar la sancin adelantada que se funda en vagas apariencias.
36. En el caso al que se refiere este Voto queda a la vista, una vez ms, la gran falla en
el inicio del procedimiento, o al menos la que con ms frecuencia y contundencia victima
al inculpado --el presunto inocente-- y gravita sobre los restantes datos de la
persecucin que realiza el Estado: la detencin arbitraria. No ser fcil, a estas alturas,
hallar normas que olviden predicar la legalidad de esta medida tan relevante, delicada y
devastadora. Se ha querido rodearla de condiciones: que la detencin se sustente en la
ley, que provenga de autoridad competente, que sea judicial la autoridad ordenadora,
que conste por escrito, que se exhiba al detenido. Este catlogo de buenos propsitos,
debidamente recogidos por las leyes fundamentales, entra en colisin con la prctica
frecuente. Un mal da dos agentes detienen a una persona que circula en su vehculo por
la calle de una ciudad. Le dicen que se le necesita para un control migratorio. Lo
trasladan, sin hacerle saber sus derechos ni los cargos que existen en su contra, a un
reclusorio distante seiscientos kilmetros del lugar de su detencin. Ah permanecer
veintiocho meses. Al cabo, se sobreseer su juicio, aunque slo provisionalmente.
38. Lejos de ser inslitos, parecen constituir mayora --o por lo menos son muy
numerosos y evidentes-- los casos en que aparece la detencin arbitraria. A partir de ah
el proceso puede convertirse en un laberinto colmado de trampas, que ciertamente no
corresponde a la idea del enjuiciamiento --una idea tica, adems de jurdica-- que
corre asociada al Estado de Derecho, y que constituye, de hecho, una de sus
manifestaciones ms elocuentes o una de sus negaciones ms reveladoras. La
108
descripcin de lo que sucede en ese laberinto persecutorio --como se observa en el caso
resuelto por esta sentencia de la Corte Interamericana-- evoca con absoluta naturalidad
las vicisitudes del inculpado Jos K , a quien Kafka pone a vagar por los vericuetos del
proceso, sin saber de qu se trata y a dnde le llevan.
39. El desvalimiento en el proceso mismo --que es preciso arbolar todos los das, con
paciencia y constancia infinitas-- se muestra en el asedio sobre algunos de los derechos
y garantas que conforman la versin democrtica, civilizada, evolucionada del
enjuiciamiento. Uno de ellos es el derecho a la informacin acerca de los cargos que se
lanzan sobre el justiciable, y en los que se sustenta la accin del Estado, informacin que
va de la mano del derecho a la defensa oportuna y al silencio del imputado. No se
comprende cmo, a estas alturas, en medio del cmulo de disposiciones constitucionales,
legales y convencionales que acreditan esos derechos, de la jurisprudencia que los
reivindica, del discurso poltico que los proclama, todava persiste su exclusin
sistemtica.
40. Lo que debiera ser se halla en el artculo 8.2.b de la Convencin Americana: derecho
a la comunicacin previa y detallada de la acusacin formulada. Y puntualmente,
asimismo, en el principio 10 del mismo conjunto que antes mencion: toda persona
arrestada ser informada en el momento de su arresto de la razn por la que se procede
a l y notificada sin demora de la acusacin formulada contra ella. Sin embrago, el
trecho que separa la norma de los hechos sigue apareciendo con inquietante regularidad
en los casos que se someten a la jurisdiccin de la Corte Interamericana.
41. Por lo que hace al momento en el que deben actualizarse las garantas de
informacin sobre los cargos y derecho a la defensa, la sentencia emitida por la Corte
Interamericana en el caso Tibi vuelve a ser explcita: en el momento de la detencin y
antes de que el inculpado rinda su primera declaracin ante la autoridad. No puede ser
de otra manera. Ya lo vio as la esclarecedora jurisprudencia norteamericana a partir de
la frmula Miranda, tan defendida como combatida, y as lo ha considerado la CorteIDH,
en un tema especfico, al emitir la Opinin Consultiva OC-16/99. Aqulla, con
antecedentes relevantes, proclama: The person in custody must, prior to interrogation,
be clearly informed that he has the right to remain silent, and that anything he says will
be used against him in court; he must be clearly informed that he has the right to consult
with a lawyer and to have the lawyer with him during interrogation. En estos mismos
trminos entendi la OC-16/99 el derecho del detenido extranjero a recibir informacin
sobre el derecho que le asiste para procurar y recibir asistencia consular del Estado de su
nacionalidad, conforme a la Convencin de Viena sobre Relaciones Consulares.
42. No puede aceptarse otra cosa, si se quiere que los derechos sirvan al fin para el que
se les promulga y rindan el efecto que se les asigna, que por supuesto no es la
impunidad, sino la justicia. Cuando se dice antes de la declaracin, se quiere expresar:
antes de cualquier declaracin ante cualquier autoridad --no slo el Ministerio Pblico,
no nicamente el tribunal-- de la que pueda depender la suerte del enjuiciamiento y, por
tanto, del enjuiciado y, en ltimo anlisis, de la justicia, que se pone a prueba en cada
caso concreto. Es perfectamente sabido que esa primera declaracin suele sellar, aunque
se diga y pretenda otra cosa, el rumbo del proceso y determinar sus resultados.
X. Control judicial
43. El Poder Judicial se ha concebido, en esencia, para asegurar el imperio del derecho
en las relaciones sociales: las que surgen entre particulares y las que se desenvuelven
entre el poder poltico y los ciudadanos. Es el poder garantizador por excelencia. De ah
que se exijan tantas calidades, e incluso virtudes, a quien ejerce la funcin judicial --por
encima de las que se suelen requerir de los depositarios de otras potestades, entre ellas
109
las representativas--, y de ah que se prometa a los particulares el acceso a la justicia
por medio de tribunales independientes, imparciales y competentes. La inmediacin
judicial es prenda de esta promesa. El juez instructor, el juez de garantas, el juez de
conocimiento tienen, en sustancia, esa funcin. As lo espera el justiciable, pendiente de
que las manos de la polica o del acusador oficial no sean las nicas que conduzcan su
suerte a partir del momento en que surge la controversia penal.
44. Sin embargo, muchas circunstancias militan en contra del cumplimiento de esa
promesa inherente al Estado de Derecho y a la seguridad jurdica de los ciudadanos, que
creen estar al amparo de ste. Hay que notar el cuidado con que los textos
constitucionales e internacionales estipulan que el detenido --cuya captura debiera
fundarse en una orden judicial, cuando no hay flagrancia-- debe ser presentado cuanto
antes al juzgador, y no a otro agente de la autoridad, para que aqul verifique, con toda
la autoridad jurdica y tica que le brinda su magisterio de la ley, si se han cumplido las
condiciones que legitiman su detencin, si sta debe prolongarse, si se justifica dar los
siguientes pasos en el duro camino del proceso.
XI. Amparo
45. El artculo 25 de la Convencin Americana instituye una garanta preciosa, que es, en
rigor, la garanta de las garantas, el derecho que sirve a todos los derechos. Esta
garanta, este derecho, es la culminacin de un sistema tutelar que finalmente deposita
sus expectativas en cierto medio de defensa al que todos pueden acudir y que a todos
puede satisfacer. Dice ese precepto que (t)oda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rpido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces y tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales ().
Tambin en relacin con este punto y a propsito de la sentencia en el presente caso,
pero igualmente en un nmero elevado de casos --en realidad, todos los que llegan al
conocimiento de la Corte Interamericana--, es preciso preguntarse por la efectividad del
recurso efectivo, por la sencillez y la rapidez que lo caracterizan en los trminos
estrictos y suficientes de la Convencin, que no va mucho ms lejos del punto al que
llegan muchas constituciones nacionales.
46. El recurso provisto es, de veras, efectivo, en el sentido de que permita la defensa
real de los derechos fundamentales, en todo tiempo y circunstancia? Es, de veras,
sencillo, porque pueda ser conocido, entendido, empleado por cualquier ciudadano
--pues se instituye para proteger a cualquier ciudadano-- que necesita esa proteccin?
Es, de veras, rpido, en el sentido de que asegure en brevsimo tiempo, no slo al
cabo de los meses o los aos, la preservacin de un derecho cuya tutela no admite
demora, so pena de causar al titular daos severos e irreparables? Se ha construido un
sistema de recursos eficaz, remontando complejidades innecesarias, tecnicismos intiles,
obstculos improcedentes? No lo acredita as el panorama que la Corte suele tener a la
vista, como se deduce de las frecuentes declaraciones sobre violacin del artculo 25. La
observancia de ste sustraera a la justicia internacional la gran mayora de los asuntos
que llegan a su conocimiento.
XII. La defensa
110
47. La defensa del inculpado sigue en predicamento. No hay, que yo sepa, ordenamiento
nacional que no estipule el derecho de aqul a la defensa frente a los cargos que se le
imputan, as como el derecho de contar con defensor que lo asista en el difcil trance del
enjuiciamiento, cuando estn en juego sus bienes ms apreciados. Este es, inclusive, un
personaje que concurre a integrar, como se ha dicho, la personalidad procesal del
inculpado. Pero son abundantes los casos expuestos ante la Corte (y hay otros, millares,
que aguardan turno: no de llegar al tribunal interamericano, sino de verse beneficiados,
a travs de los ordenamientos y las jurisdicciones nacionales, por los progresos que
acogen los instrumentos internacionales) en los que esa defensa no ha existido en
absoluto, o ha sido nominal: distante y ajena al inculpado, inactiva, indiferente, o ha
carecido de oportunidad verdadera y facilidades genuinas para cumplir la misin que se
reconoce, pero no se favorece.
48. La reforma del proceso, que se sustente en los requerimientos de las Constituciones
nacionales y de los instrumentos internacionales y provea el pleno acceso a la justicia,
debe montar un sistema de defensa verdadera y eficiente que batalle por los derechos
del inculpado, con la misma constancia y consistencia con que recomienda Ihering la
lucha por el derecho. De qu sirve, si no, este auxiliar del inculpado, que tambin lo es,
en el mejor sentido, de la justicia? Esto insta a emprender la marcha hacia nuevos
medios de garantizar el acceso a la justicia. Difcilmente podra bastar la tradicional
defensora de oficio, que suele enfrentar una enorme carga de asuntos y cuyos
funcionarios no siempre tienen --o rara vez tienen-- las condiciones de trabajo que les
permitan atender con eficacia su encomienda. En diversos casos planteados a la Corte
Interamericana han quedado de manifiesto los problemas que enfrenta la defensa
pblica.
49. Tener defensor nombrado no es contar, ya, con defensa en el enjuiciamiento. Esto se
ha observado, con gran frecuencia, en los procesos ante esta Corte. Si no se trata, pues,
de cualquier defensa --nominal--, sino de una verdadera defensa --como verdadera
debiera ser la satisfaccin de cualquier derecho humano--, es preciso convenir sus rasgos
caractersticos, que demandaran independencia, suficiencia, competencia, gratuidad,
plenitud y oportunidad, y proveer los medios para que la haya. De lo contrario, la tutela
de los derechos humanos del procesado tropezar una y otra vez con las deficiencias de
la defensa, que se traducen, en fin de cuentas, en violacin del derecho mal disimuladas
por un ejercicio aparente, que no resiste el menor anlisis.
50. Otro punto que se halla a la vista en la sentencia a la que agrego este Voto es lo que
pudiramos llamar prueba suficiente. No confundo la suficiencia probatoria para una
orden de captura y para una sentencia definitiva, respectivamente. Es obvio que hay
diferencia. Sin embargo, todos los actos que suponen ejercicio del poder del Estado y
restriccin procesal y/o penal de la libertad deben sustentarse en una prueba
suficiente. Ni se puede actuar sin prueba alguna, ni se debe hacerlo con prueba
deleznable. La ley procesal debe poner el acento en este extremo, considerando que, en
puridad, el proceso constituye un cauce probatorio y sus resultados dependen de la
coleccin, admisin y valoracin de pruebas. No podra existir asunto ms delicado para
la reflexin del legislador y el desempeo del magistrado.
51. Alguna vez la confesin --cuyo crdito excesivo propicia la tortura: ya se mira en el
presente caso-- fue vista como reina de las pruebas. Ya no es as, por fortuna. Pero
ahora algunos ordenamientos --o algunas prcticas investigadoras y procesales-- han
llenado ese nicho con la devocin hacia la declaracin del cmplice, del compaero en el
camino del delito, del delator que pretende exonerarse de responsabilidad o eximirse de
pena arrojando aqulla u orientando sta sobre un tercero, que puede ser culpable o
inocente. Debiera extenderse la conviccin, convertida en norma, de que es insuficiente
el testimonio del codelincuente, por s mismo.
111
52. El artculo 108 del Cdigo de Procedimiento Penal vigente en el Estado cuando
ocurrieron los hechos, seala que en ningn caso el juez admitir como testigos a los
coacusados. La norma pudiera resultar extremosa, pero pone de manifiesto una
preocupacin plausible. En el caso sujeto a examen, la declaracin --aparentemente
forzada-- de un hipottico copartcipe en el delito, que adems result ser testigo
singular y nico medio de conviccin, sin apoyo alguno en otros instrumentos de
prueba, determin el procesamiento y la reclusin prolongada del imputado, contra la
lgica e incluso contra la norma vigente al momento de los hechos sometidos a la Corte
Interamericana. Procesamiento y reclusin infundados, como se vera al cabo de los
aos.
53. El tema del plazo razonable surge tambin en este caso, como se ha manifestado en
muchos otros. Constituye, por cierto, una de las cuestiones ms frecuentemente
examinadas por la jurisprudencia internacional de los derechos humanos. En ella se
aborda el espinoso problema de la duracin de la prisin preventiva, amn de la duracin
misma del proceso en su conjunto. Justicia retardada, dice el sabido aforismo, es justicia
denegada. Y ms todava cuando quien aguarda esa justicia, que avanza con reticencia y
llega muy tarde, se halla privado de su libertad; peor todava si la privacin es arbitraria.
56. Decir que el plazo razonable corre a partir de que se detiene al inculpado no conduce
a una solucin satisfactoria para todos los casos. En realidad, es posible que antes de ese
momento se haya desenvuelto un procedimiento indagatorio, e incluso judicial, de larga
duracin. Durante ste, hubo ya presin sobre el sujeto y opresin de sus derechos. La
legalidad que ampare esta conducta del Estado no legitima por s misma --valga la
expresin-- el exceso que pudiera resultar de una demora extrema en resolver lo que
corresponda a esa etapa inicial del enjuiciamiento. De ah la bondad de algunas
legislaciones que han estatuido cierto plazo --que puede ser ms o menos amplio-- para
agotar una investigacin y resolver si se recurre al juez, cuando la instruccin ha corrido
en manos del Ministerio Pblico, o al tribunal de conocimiento, cuando aqulla estuvo en
las del juez instructor.
112
57. Tambin es posible que el proceso se desarrolle sin que el inculpado quede sujeto a
prisin preventiva, sea porque ste reciba el beneficio de la libertad provisional, sea
porque la ley excluya de entrada, en su caso, la aplicacin de la medida cautelar
restrictiva de la libertad. Pero ni siquiera en estas hiptesis es admisible una duracin
desmesurada del enjuiciamiento, aunque no exista, mientras ste culmina, el agobio de
la prisin preventiva sobre los hombros de ese presunto inocente que es el enjuiciado.
58. Igualmente hay que poner atencin en los supuestos --como se mira en el presente
caso-- en que el proceso queda en una especie de limbo a plazo fijo, no se diga en
aquellos otros en que el enjuiciamiento se suspende --sea en la etapa de instruccin,
sea en la de juicio-- por tiempo indefinido, que slo concluye cuando opera la
prescripcin, que es posible interrumpir, sin embargo, mediante actos que slo
pretenden este resultado. No siempre se trata de la antigua absolucin de la instancia,
generalmente reprobada, sino de una especie de nueva oportunidad de investigacin
que tiene el efecto de una espada de Damocles sobre el justiciable.
60. Igualmente hay que revisar el dies ad quem. Decimos que la medicin del plazo
razonable llega hasta la sentencia definitiva. Bien, pero slo en principio. Es preciso
tomar en cuenta, en la mtrica de ese plazo, la segunda instancia, cuando la haya, que
suele consumir algunos meses, y en ocasiones algunos aos. No sera mejor optar, en
consecuencia, por la sentencia firme, que es la definitiva que ya no puede ser impugnada
mediante recursos ordinarios? Por supuesto, estas mediciones deben practicarse a la luz
del caso concreto y con atencin a los elementos que la jurisprudencia europea ha
perfilado y la interamericana ha adoptado, que anteriormente mencion: complejidad del
asunto, estrategia del interesado, comportamiento del tribunal.
61. Cada vez que la Corte Interamericana examina asuntos como el correspondiente al
caso Tibi, surge el problema de la prisin preventiva. Desde luego, puede suscitarse a
propsito del plazo razonable, que en tales supuestos debiera ser particularmente
estricto y estrecho, pero tambin en torno a la justificacin misma de esta privacin
cautelar de la libertad. Beccaria la consider como pena que se anticipa a la sentencia,
expresin que denuncia la extraa naturaleza de la preventiva y su discutible
justificacin. Si sta se funda solamente en motivos prcticos (que arraigan en la
impotencia de la justicia para encontrar un sucedneo que al mismo tiempo asegure la
marcha del proceso y la seguridad de los participantes en ste, y ponga de nuevo a flote
la presuncin de inocencia), es obvia la necesidad de contraerla y contenerla: que sea,
de veras, excepcin y no regla.
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Jos, Costa Rica, al igual que la Corte Interamericana. Una buena parte del esfuerzo por
llevar adelante la reforma del enjuiciamiento penal --no, por cierto, una reforma de
pizarrn, que funciona en el saln de clases y en el seminario, pero no en la realidad
indcil -- debiera tener como objetivo la disminucin drstica de este ejrcito de
inculpados --es decir, presuntos inocentes-- que pueblan las crceles en nmero
mayor, a menudo, que el de sus compaeros de cautiverio ya sentenciados.
63. La referencia a esta medida permite ir adelante en el examen de otros temas que
sobresalen en el conjunto de los hechos y, desde luego, en el texto de la sentencia del
caso Tibi. La prisin fue, primero, instrumento de retencin en tanto se desarrollaba el
proceso y se dictaba sentencia. A esa etapa corresponden las conocidas caracterizaciones
de Ulpiano, las Siete Partidas y el propio Beccaria, que ya invoqu: tratbase de asegurar
al acusado, no de castigarlo, mientras se desarrollaba el juicio y sobrevena la sentencia.
Por supuesto, el cauteloso y piadoso designio se vio siempre contradicho por la realidad:
crcel es crcel, por encima de cualquier deslinde tcnico.
65. A partir de los congresos penales y penitenciarios del siglo XIX y de los afanes del
siglo XX, entre ellos los patrocinados por la Organizacin de las Naciones Unidas, se han
multiplicado las recomendaciones, declaraciones, normas, principios y programas
destinados a mejorar el sistema de reclusin preventiva o penitenciaria, para menores de
edad o para adultos. El Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevencin del
Delito y Tratamiento del Delincuente (Ginebra, 1955) expidi hace medio siglo un
conjunto de reglas --que supra mencion-- que han sido muy orientadoras. En ellas se
reunan las dos corrientes en boga, una humanitaria, que proviene del Derecho clsico
--el espacio de los reformadores--; la otra teraputica o finalista, que tuvo su origen en
las mejores ideas sobre defensa social, sin deslizarse en el peligroso peligrosismo.
Despus acudieron otros documentos que consolidan, en la letra, los estndares del
trato y tratamiento del recluso: por ejemplo, el mencionado Conjunto de principios para
la proteccin de todas las personas sometidas a cualquier forma de detencin o prisin,
de Naciones Unidas, del 9 de diciembre de 1988, y los Principios bsicos para el
tratamiento de los reclusos, de Naciones Unidas, del 14 de diciembre de 1990. Si esos
son los estndares, que nadie repudia --dejando a salvo, por supuesto, las
impugnaciones frontales contra el Derecho penal y la prisin misma--, cul ha sido su
recepcin en la realidad de las prisiones?
66. La prisin es, finalmente --menos que la pena capital, pero eso depende de las
circunstancias en que cada una opera, especficamente, en el doble plano de la previsin
y la ejecucin--, un hecho de fuerza extrema del Estado sobre un ciudadano, que se
legitima en funcin de ciertas condiciones que la hacen inevitable --mejor que deseable
o plausible-- y que constituyen, al mismo tiempo, sus fronteras estrictas. De ah que las
medidas precautorias o penales que implican privacin de libertad deban atenerse, con
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gran rigor, a las exigencias de la legalidad, la necesidad y la proporcionalidad. Esto debe
regir a todo lo largo de la funcin persecutoria del Estado: desde la conminacin penal
(Derecho sustantivo, previsin de punibilidades) y la concrecin procesal (Derecho
adjetivo, disposicin de medidas precautorias) hasta la ejecucin de las sanciones
(Derecho ejecutivo, individualizacin final de las consecuencias jurdicas ordenadas en la
sentencia de condena o en la porcin condenatoria de una sentencia que abarca
declaracin y condena).
68. Esta moderacin --en rigor, racionalidad-- en el empleo de la fuerza que entraan
las medidas sobre la libertad del sujeto abarca medidas provisionales, como las previstas
en la resolucin del 13 de septiembre de 1996, en el caso Loayza Tamayo. La descripcin
que entonces se hizo sigue mostrando las condiciones en que se hallan los detenidos en
muchas prisiones. En la especie, la inculpada --seal dicha resolucin-- se encuentra
sometida a un rgimen de vida inhumana y degradante, derivada de su incomunicacin y
de encontrarse encerrada durante 23 horas y media del da, en una celda hmeda y fra,
de 2 metros por 3 metros aproximadamente, sin ventilacin directa, donde hay tarimas
de cemento, una letrina y un lavatorio de manos () La celda no tiene iluminacin
directa; la luz llega en forma tenue e indirecta por los tubos fluorescentes de los pasillos.
No le est permitido contar con radio, ni con diarios ni revistas. Slo est autorizada a
tomar sol durante 20 o 30 minutos cada da.
69. Desde luego, la moderacin alcanza todo el curso de la reclusin, e incluso los actos
que pudieran tener como objetivo la prevencin o sancin de conductas ilcitas o la
reduccin de la resistencia a la autoridad. En este ltimo orden de cosas, son muy
significativas las sentencias de la Corte en los casos Neira Alegra y Durn y Ugarte, por
lo que toca a la contencin de un motn de presos a travs del empleo arrasador de
explosivos, que determin la muerte de decenas de reclusos.
70. Es indispensable que en esta hora de balance sobre la situacin de los derechos
humanos en Amrica, a cincuenta y cinco aos de la fecha en que se emiti la
Declaracin Americana sobre Derechos y Deberes del Hombre, treinta y cinco de que se
suscribi la Convencin Americana y veinticinco de que se instal la Corte
Interamericana, tomemos nota de los horrores que subsisten en un gran nmero de
prisiones, con flagrante violacin de los ms elementales derechos reconocidos a los
reclusos. En este punto resulta particularmente llamativa y evidente esa condicin de
desvalimiento, exposicin, vulnerabilidad a la que me refer cuando mencion, lneas
arriba, el espacio crtico para los derechos humanos que la justicia penal instala, y la
gigantesca deuda que tiene, en este campo, el Estado garante. Apenas hemos
caminado un trecho modesto a partir de las denuncias de Howard, que mantienen
vigencia a dos siglos y muchos aos de que el filntropo ingls las documentara en un
par de obras admirables.
115
culpables. Esto se prueba. Se expiden las condenas. Y nada pasa, u ocurre muy poco.
Esta situacin no slo contraviene los compromisos contrados por la suscripcin de los
instrumentos internacionales correspondientes y las obligaciones de suprimir obstculos
y adoptar medidas de Derecho interno --normativas, s, pero tambin prcticas y
efectivas en consonancia con aqullas--, en los trminos de los artculos 1.1 y 2 de la
Convencin Americana, sino constituye adems una fuente de problemas muy graves.
Las prisiones constituyen, como se ha dicho, bombas de tiempo que pueden explotar
en cualquier momento. Esas explosiones son cada vez son ms frecuentes o ms visibles.
73. Slo por lo que toca a meses recientes, e incluso al perodo de sesiones en el que se
adopt la sentencia del caso Tibi, habra que recordar, como arriba lo hice, las medidas
provisionales dictadas a propsito de la prisin de Urso Branco, en la que han perdido la
vida, con gran violencia, decenas de reclusos, o estudiar las circunstancias en que
vivieron y murieron nios y jvenes en el Instituto de Reeeducacin del Menor Panchito
Lpez. No hay en las denuncias de Howard, y difcilmente los hay en otras revelaciones
carcelarias, sucesos ms violentos y reprobables que los mostrados en esas
instituciones, nominalmente dispuestas para la readaptacin social --es la leyenda--
de los internos. Si esa es la situacin de las prisiones --no digo, por supuesto, que de
todas--, ha llegado la hora, o mejor dicho, hace mucho lleg la hora de llevar adelante la
tarea que esto aconseja: reforma inmediata, profunda, constante, rigurosa, mientras
viene el momento --que parece distante-- en el que la prisin, que alguna vez fue
recibida con esperanza, ceda el sitio a otras medidas ms racionales y provechosas.
74. No hay que ir demasiado lejos en la coleccin de pruebas para exponer las
violaciones que con mayor frecuencia ocurren en las prisiones. Obviamente, no se trata
apenas de cierta crcel en un pas determinado. Esto sucede, a ojos vistas, en diversos
pases --no slo de nuestro Continente, es obvio-- y en mltiples reclusorios, que han
contribuido al descrdito de la prisin preventiva, de suyo cuestionable, como ya se dijo,
y de la pena privativa de libertad, que es, sin embargo, la reaccin penal ms
frecuentemente invocada, prevista y utilizada en algunos lugares. En sta se ponen
demasiadas expectativas, sin motivo que las sustente.
75. La realidad de las prisiones --hay que insistir en el abismo que separa esa realidad
del ideal proclamado en los estndares nacionales e internacionales-- dista mucho de
corresponder a la que existira si los Estados cumplieran rigurosamente el cometido que
les reconoce, por ejemplo, la sentencia de la Corte Europea en el caso Kudla v. Poland,
citado en la sentencia a la que acompao este Voto: el Estado debe asegurar que una
persona est detenida en condiciones que sean compatibles con el respeto a su dignidad
humana, que la manera y el mtodo de ejercer la medida no le someta a angustia o
dificultad que exceda el nivel inevitable de sufrimiento intrnseco a la detencin, y que,
dadas las exigencias prcticas del encarcelamiento, su salud y bienestar estn
asegurados adecuadamente, brindndole, entre otras cosas, la asistencia mdica
requerida.
116
76. La creciente admisin de la preventiva, por una parte, y el empleo excesivo de la
prisin punitiva, por la otra, han determinado la sobrepoblacin de las prisiones, que es ,
a su turno, otra fuente de violaciones. En estas naufraga una de las reglas
elementales de la clasificacin carcelaria, constantemente proclamada: separacin entre
procesados --presuntos inocentes y sentenciados --culpables declarados. En el caso
que ahora se examina este problema queda de manifiesto, como lo est igualmente, en
algunos otros, la promiscuidad subsistente entre adultos y menores de edad, contra
todas las recomendaciones y las normas. Un perito que informa a la Corte sobre este
caso sostiene --en una descripcin que acomoda a muchas prisiones de no pocos pases
de nuestra Amrica-- que la prolongada penalizacin previa a la sentencia constituye en
la actualidad el ms grave problema del sistema de justicia penal en el Estado.
77. Entre las prisiones clsicas, celulares y sombras, y las crceles promiscuas,
bulliciosas, hay una gran distancia, pero ambas son devastadoras para el recluso. Lo
destruye el encierro celular que censur Silvio Pellico, y tambin la promiscuidad
indeseable, que narr Dostoiewsky. Ya Mateo Alemn, en su Guzmn de Alfarache,
haba descrito la bulliciosa, henchida prisin de Sevilla: repblica confusa, infierno
breve, muerte larga, puente de suspiros, valle de lgrimas, casa de locos donde cada uno
grita y trata de sola su locura. En la Penitenciara del Litoral --que no constituye un
abismo inslito en el paisaje de las prisiones-- haba un espacio de ciento veinte metros
cuadrados, denominado cuarentena, en el que haba trescientos internos que duermen
en el suelo, declara un perito. En el caso que ahora nos ocupa, esa prisin promiscua,
sin asomo de clasificacin --a despecho de leyes fundamentales y normas
internacionales-- ejerci su potencia demoledora.
79. Este caso y otros muchos se hallan documentados, a lo largo y ancho del mundo
contemporneo, por una literatura y una filmografa que dan cuenta de los peores
aspectos de este gnero negro. En el juicio al que corresponde la sentencia del 7 de
septiembre de 2004 se ha mencionado una crnica que lleva el expresivo ttulo Midnight
Express en Equateur. Algo de lo que ah sucede tiene que ver con el principio 1 --nunca
mejor numerado un principio, rector de los restantes-- del conjunto al que me he referido
anteriormente, que puntualiza: Toda persona sometida a cualquier forma de detencin o
prisin ser tratada humanamente y con el respecto debido a la dignidad inherente al ser
humano.
80. Las privaciones cautelar y penal de la libertad se vuelcan sobre mltiples derechos
del recluso, e incluso sobre los derechos de terceros ajenos al delito, relacionados con
aqul por el amor o la dependencia. Es inevitable, mientras la prisin exista. Pero habra
que volver sobre las disposiciones y la doctrina penitenciarias, y lograr que la afectacin
sea la mnima posible en ambas hiptesis. Empero, en muchos casos las condiciones en
que se dispone y practica el encarcelamiento se hallan muy lejos de propiciar esa
minimizacin en el conjunto de las afectaciones, que sera una consecuencia natural y
razonable del empleo restringido del aparato penal. Sucede que la severidad excesiva y
las restricciones improcedentes pueden mejorar la suerte de quienes tienen a su cargo la
117
investigacin o la custodia del inculpado. Esto abre el panorama de las corruptelas en la
persecucin de los delitos. Hay reclusorios en los que todo tiene precio --exactamente
como en la poca de Howard, cronolgicamente remota, pero en realidad muy cercana--
y el recluso se debe ingeniar para salir adelante.
81. Vistas las prisiones a travs del caso Tibi, que es slo un observatorio entre millares,
no un caso excepcional, inslito, es debido inquirir sobre las razones --permtase la
expresin-- para que la prisin, que es un encierro completo, en condiciones
perfectamente controladas o por lo menos controlables, implique, paradjicamente, la
mxima inseguridad de los reclusos, expuestos en todo momento a perder la vida o ver
su integridad severamente afectada --como qued de manifiesto en los informes sobre
Urso Branco--; o la prdida de la salud, como ha sucedido en este caso; o la falta
absoluta de condiciones de trabajo, a pesar de que se ha declamado siempre y
dondequiera acerca de la virtud teraputica, redentora, readaptadora del trabajo. No
forman parte esos tres extremos --seguridad, salud y trabajo-- de la imagen apetecida
para la prisin moderna?
83. La Corte estima ahora, a la luz de un caso que obliga a la interpretacin del artculo
21, que ste protege derechos reales o formas de control legtimo sobre bienes
incorporados en el amplio marco del patrimonio de la persona. No es posible desconocer
--por el contrario, es necesario reconocer-- la heterognea integracin de ese patrimonio
individual, que no slo se compone con el derecho real de propiedad sobre bienes
legalmente susceptibles de ella y titulados en consecuencia, sino tambin por los que
alguna vez se denomin desprendimientos de la propiedad --uso, usufructo,
habitacin-- y por otras manifestaciones de la tenencia legtima que la ley comn
protege de manera semejante a la propiedad.
84. Quedaran excluidos de la proteccin del artculo 21 los derechos del miembro de
una comunidad indgena o de un grupo ejidal, que no son propietarios, en sentido
estricto, pero son titulares de ciertas facultades sobre la tierra con que se ha dotado a la
comunidad o al ejido, y sobre los productos de sta? No, ciertamente. As lo entendi la
Corte en el caso Mayagna Awas Tingni. Se hallaran excludos de esa proteccin los
derechos que el individuo tiene con respecto a la sociedad comercial que es, a su turno,
propietaria de cierto bien? Tampoco. Y as lo sostuvo la Corte en el caso Ivcher. Lo
mismo se puede decir de la posesin legtima, que es, por cierto, la forma en la que un
gran nmero de personas ejercen, en nuestros pases, determinados derechos sobre
bienes muebles e inmuebles. En el caso Tibi, la Corte ha tenido a la vista el dato
inequvoco de la posesin no controvertida, que por s misma merecera la tutela que la
Convencin despliega sobre el derecho del ser humano al patrimonio, as como el alegato
118
de propiedad esgrimido por el poseedor de los bienes, y en todo caso la orden judicial de
entrega de stos. Otra cosa ser que se pueda, por un medio diferente, cuestionar la
legtima posesin de bienes o la perfeccin del acto jurdico del que deriva la propiedad.
86. Todo ello pareca existir en el caso que nos ocupa. Se haba construido un proyecto e
iniciado su realizacin. Aparentemente, todas las circunstancias le eran propicias. Tena
que ver con la vida personal, la comunidad familiar, la actividad laboral, el lugar donde
todo esto se desarrollaba y desarrollara, as como con las decisiones adoptadas por los
miembros adultos de la familia. Y todo esto qued destruido, de un solo golpe y con
quebranto de muchas vidas, a partir de los hechos violatorios de la Convencin de los
que ha conocido la Corte Interamericana. Se produjo la destruccin de ese proyecto y la
aparicin de otro curso de vida, no deseado. Esto se ha tomado en cuenta al resolver
sobre las reparaciones, que no tienen la virtud, sin embargo, de reponer dicho proyecto.
Esto ltimo, que sera deseable, no es factible en el marco del presente caso.
88. El primer prrafo del artculo 17 expresa, como supuesto, que la familia es el
elemento natural y fundamental de la sociedad, y seala que aqulla debe ser
protegida por la sociedad y el Estado, que son las dos instancias a las que se extiende el
imperativo contenido en ese precepto. Por su parte, el artculo 1.1 asegura a las
personas el respeto y la garanta de los derechos reconocidos en la Convencin, en la
inteligencia de que, para los efectos de sta, persona es todo ser humano (artculo 1.2).
89. En consecuencia, el Estado se halla obligado a i) crear las condiciones para que la
familia cuente con el reconocimiento y la proteccin que es debido otorgarle, en general,
a efecto de acreditar y consolidar el carcter que posee como elemento natural y
fundamental de la sociedad; y ii) respetar y proteger los derechos que tienen los
individuos que integren o pretendan integrar la familia, derechos que deben analizarse,
en la especie, por la conexin que guarden con las mencionadas referencias acerca del
agregado familiar. Tales derechos se veran afectados en diversas hiptesis: por
ejemplo --y slo por ejemplo--, si el Estado actuara en forma inconsecuente con el
reconocimiento de la familia como elemento natural y fundamental de la sociedad,
119
impidiera la constitucin de aqulla o violentara los derechos que enuncia el artculo 17
en los prrafos restantes.
92. Difcilmente habra violaciones, entre las ms graves, que resultasen indiferentes a
quienes guardan estrecha relacin afectiva con la vctima, en funcin de vnculos
familiares --en sentido amplio--, y no trajeran consigo presiones disolventes de la unin.
Los hechos violatorios han repercutido sobre esas personas en diversas formas:
dispersando a los miembros de la familia, privndolos de ingresos legtimos, obligndolos
a incurrir en gastos extraordinarios, interfiriendo la comunicacin entre ellos, alterando o
suprimiendo la vida en comn, afectando planes y proyectos legtimos, debilitando lazos
domsticos, generando padecimientos fsicos o mentales que han gravitado sobre los
familiares, etctera.
94. Ha sido costumbre que la Corte recoja, en sus sentencias sobre reparaciones, la
sabida idea de que la reparacin del dao requiere, siempre que sea posible, la plena
restitucin (restitutio in integrum), que consiste en el restablecimiento de la situacin
anterior. Y lo ha sido que en seguida agregue: De no ser esto posible, como en el
120
presente caso. As sucede en la sentencia Tibi. Suscribo tambin esta declaracin
porque coincido en que la mejor reparacin consistira en el restablecimiento de la
situacin anterior a la violacin. Ahora bien, esto no es posible, como lo he manifestado
anteriormente (as, en mi Voto concurrente a la sentencia en el caso Bmaca Velsquez,
dictada el 25 de noviembre del 2000). Equivaldra a dar marcha atrs a las manecillas
del reloj y devolver a la persona cuyo derecho ha sido violado a la situacin anterior a
este acontecimiento.
96. En algunos votos particulares anteriores cuestion la pertinencia de resolver que las
indemnizaciones, costas y gastos --rubros, todos estos, que son especies del mismo
gnero: reparaciones materiales-- no quedaran sujetos a impuesto alguno. Dije en esas
ocasiones --muy recientemente, en el Voto que acompa la sentencia en el caso Myrna
Mack Chang, de 25 de noviembre de 2003-- que esta disposicin judicial obligaba a
modificar el rgimen tributario de un pas, en la medida en que conduca al
establecimiento de un supuesto especfico de exencin fiscal. Para ello se requiere,
generalmente, la tarea concertada de las autoridades legislativas y administrativas, a
travs de previsiones generales o disposiciones particulares, difciles e innecesarias para
los fines que se propone alcanzar el sistema de reparaciones patrimoniales a favor de las
vctimas de violaciones. Lo que quiere la sentencia es evitar que aparezcan deducciones
tributarias que menoscaben la reparacin acordada, hasta hacerla ilusoria. Se pretende,
en cambio, que sta llegue ntegramente, tal como se ha dispuesto, a las manos de
su destinatario. Si es as, basta con decirlo en esos o parecidos trminos --como lo
hace la sentencia a la que agrego este Voto-- sin necesidad de generar cuestiones
difciles para las normas tributarias que son de general observancia.
121
VOTO RAZONADO DEL JUEZ A.A. CANADO TRINDADE
1. Mediante su presente Sentencia en el caso Tibi versus Ecuador, para cuya adopcin
he concurrido con mi voto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha
pronunciado sobre un nuevo caso que bien retrata las contingencias de la condicin
humana, y la importancia de la realizacin de la justicia y de la garanta de no-repeticin de
los hechos lesivos de los derechos humanos como medida de reparacin. Dadas las
inquietudes que el presente caso despierta, y la relevancia de la materia tratada por la
Corte, me veo en la obligacin de dejar constancia, en el presente Voto Razonado, de mis
reflexiones personales como fundamentacin de mi posicin al respecto de la materia aqu
tratada. Centrar mis reflexiones en cuatro puntos bsicos, a saber: a) el impacto de la
detencin arbitraria y la condicin carcelaria en la conciencia humana; b) la
autorehabilitacin como defensa y reparatio de los insultos del mundo; c) la reaccin del
Derecho ratione personae (la posicin central de los victimados en el orden jurdico); y d) la
reaccin del derecho ratione materiae (la prohibicin absoluta de la tortura).
2. D.D. Tibi, al igual que Josef K., fue detenido sin saber por qu. "Alguin deba haber
calumniado a Josef K.", - escribi Franz Kafka al puro inicio de El Proceso (1925), - "pues
sin que el hubiera hecho cualquier mal fue detenido cierta maana" (captulo I). D.D. Tibi
tuvo mejor suerte que el bancario Josef K., pero ambos padecieron lo incomprensible, si no
lo absurdo. A Josef K. no le rest sino aguardar su ejecucin sumaria, poco antes de la cual
exclam: "Dnde estaba el juez que nunca haba visto? Dnde estaba el alto tribunal ante el
cual nunca compareciera?" (captulo X). Del inicio al fn de su saga, sus esfuerzos fueron
intiles ante la arbitrariedad de una "justicia" cruelmente virtual y desesperadora.
3. D.D. Tibi fue menos desafortunado que el personaje kafkiano, pues recuper su
libertad, y, adems, vive en una poca en que, a la par de los tribunales nacionales (con
sus idiosincracias), existen tambin los tribunales internacionales de derechos humanos. La
presente Sentencia que viene de adoptar la Corte Interamericana puede contribuir a que
recupere su fe en la justicia humana. Su caso, un retrato del cotidiano en las crceles no
slo en Amrica Latina sino en todo el mundo, da testimonio elocuente de la insensibilidad,
indiferencia e irracionalidad del mundo que nos circunda a todos.
5. Tres dcadas antes de Gramsci, a fines del siglo XIX, Oscar Wilde dej para la
historia del pensamiento universal su propio testimonio personal del dolor generado por su
encarcelamiento, en su clebre De Profundis (1897). Desde la crcel de Reading, escribi
que, para los indebidamente detenidos,
188
. A. Gramsci, Cartas do Crcere, Rio de Janeiro, Edit. Civilizao Brasileira, 1966 (reed.), pp. 135-136 y 370.
122
"slo hay una estacin, la estacin del dolor. Es como si hasta el sol y
la luna nos hubieran quitado. Afuera el da podr ser azul y oro, pero la luz
que se filtra por el grueso vidrio del ventanuco enrejado que tenemos encima
es gris y miserable. En la celda siempre es atardecer, como en el corazn es
siempre medianoche. Y en la esfera del pensamiento, no menos que en la
esfera del tiempo, ya no hay movimiento"189 .
6. Es posible que el tranger D.D. Tibi tenga experimentado la misma sensacin del
tranger Mersault, de que los asuntos de la detencin y del proceso eran tratados "con
prescindencia" del detenido, reflejando la "tierna indiferencia" del mundo exterior (captulos
IV-V). Al igual que Gramsci, tambin al tranger de Albert Camus (L'tranger, 1949) el
pasar del tiempo era casi todo lo que le restaba; con la "alternacin de la luz y de la
sombra", era "el mismo da que se desarrollaba sin cesar en la celda", siendo la peor hora
aquella en que "los ruidos de la noche suban desde todos los pisos de la crcel en un
cortejo de silencio" (captulo II). A Mersault tambin le restaban los recuerdos de una vida
que ya no ms le perteneca (captulo IV). Para l, todos los das transcurran "mirando en
su rostro el declinar de los colores que llevan del da a la noche", siendo esta ltima "como
una trgua melanclica" (captulo V).
189
. O. Wilde, De Profundis, Madrid, Ed. Siruela, 2000 (reed.), p. 54.
190
. F.M. Dostoievski, Souvenirs de la maison des morts, Paris, Gallimard, 1977 (reed.), pp. 51 y 115.
191
. Ibid., p. 174.
192
. Cf. V.E. Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, 22a. ed., Barcelona, Herder Edit., 2003, pp. 63-65 y 101, y cf.
pp. 102, 156 y 158.
193
. S. Sontag, Ante el Dolor de los Dems, Bogot, Alfaguara, 2003, p. 134.
123
9. Al escribir sobre las condiciones de su detencin y sus esfuerzos por huir tanto del
dolor como de la degeneracin del espritu, Oscar Wilde, refirindose al "Zeitgeist de una
poca que no tiene alma", ponder que el tiempo y el espacio son "meras condiciones
accidentales del pensamiento", y que, en la crcel, lo que el pas a tener ante s era tan
slo su pasado 194 . Subsiste siempre la posibilidad del refugio en la propia vida interior. En
las expresiones de Wilde, los desgraciados, "cuando los meten en la crcel, aunque
despojados de la belleza del mundo, al menos estn a salvo, en alguna medida, de los
golpes ms mortferos del mundo", pues
"pueden ocultarse en lo oscuro de sus celdas, y de su propia
desgracia hacer como un santuario. El mundo, una vez que ha conseguido lo
que quera, sigue su camino, y a ellos les deja sufrir en paz" 195 .
194
. O. Wilde, De Profundis, op. cit. supra n. (2), pp. 113 y 127.
195
. Ibid., pp. 62-63.
196
. Ibid., pp. 69-71.
197
. Del Consejo de Europa en Estrasburgo.
124
"conditions of detention are still very backward in most European
States. (...) No European country is blameless. Many have overcrowded jails,
with inadequate sanitation (...). In other cases solitary confinement is applied
far too frequently. (...) What is a prison? It is a place where one loses not
only one's liberty, but one's dignity, too. (...) In other States it is the police
stations that invite criticism (...). In other States the detention centres for
immigrants or for asylum seekers are unhygienic and inhuman. (...) In some
(only three perhaps) torture is embedded in police methods; in others the
police tend sporadically to ill-treat and brutalize their detainees; in other
States the prisons reveal aspects censurable as inhuman or degrading;
elsewhere single instances of arbitrary behaviour by law enforcement officers
can be discerned, or there are single cases of unacceptable treatment or
conditions in prisons or hospitals. Despite the many different degrees of
substandard treatment, not one European State fully conforms to the
parameters of the best and most enlightened traditions and the more recent
studies in criminology" 198 .
12. Es este un mal que no conoce fronteras, y que refleja la indiferencia y brutalizacin
del mundo que nos circunda. Los personajes de Kafka y Camus se encuentran hoy dispersos
y olvidados dentro de las crceles de todos los continentes. Muchos de los detenidos son
inocentes, y los que no lo son, de victimarios se transforman en nuevas vctimas. Su
sobrevida ya no tiene la dimensin espacial, y la temporal es la que quizs logren divisar en
las profundidades recnditas de su vida interior. De todo modo, su vida, en relacin con los
dems, ya no les pertenece. Y sobreviven en una creciente intimidad con el mal y con la
brutalizacin avasalladora que les son impuestos. El Derecho no puede mantenerse
indiferente a todo sto, a la indiferencia del mundo, y en particular de las sociedades
patticamente autointituladas "post-modernas".
13. En realidad, los abusos de la detencin y contra los detenidos no son un fenmeno
reciente. En su obra clsica De los Delitos y de las Penas (1764), Cesare Beccaria adverta
para el hecho de que "el castigo es muy a menudo superior al crimen", y los "suplicios
refinados" concebidos por el entendimiento humano "parecen haber sido inventados ms
bien por la tirana que por la justicia" 199 . Con el pasar del tiempo, se reconoci la necesidad
de control y supervisin, por va tanto administrativa y legislativa como judicial
(revistindose este ltimo de particular importancia), de las condiciones de detencin, -
control ste que del plano del derecho interno se traslad al del derecho internacional a
mediados del siglo XX.
14. Era la reaccin del Derecho que pasaba a ganar cuerpo, para la cual ha contribudo
decisivamente el impacto del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Existe hoy,
v.g., una vasta jurisprudencia sobre el artculo 5 de la Convencin Europea de Derechos
Humanos, afirmando el carcter de ordre public de la supervisin, bajo la Convencin
Europea, de todas las medidas capaces de violar el derecho a la libertad y seguridad de la
persona humana; la detencin - a ser necesariamente determinada por la ley - slo se
justifica por referencia a uno de los prerequisitos establecidos en el artculo 5(1) de la
Convencin 200 . Paralelamente, con base en la experiencia acumulada por la Comisin
Europea para la Prevencin de la Tortura y Trato o Sancin Inhumana o Degradante, ha
sugerido Antonio Cassese que, cuando una persona ha sido detenida y puede contar con
198
. A. Cassese, Inhuman States - Imprisonment, Detention and Torture in Europe Today, Cambridge, Polity Press,
1996, pp. 125-126.
199
. C. Beccaria, De los Delitos y de las Penas (con el comentario de Voltaire), 11a. reimpr., Madrid, Alianza Ed.,
2000 (reed.), p. 129, y cf. p. 149.
200
. J.L. Murdoch, Article 5 of the European Convention on Human Rights - The Protection of Liberty and Security of
Person, Strasbourg, Council of Europe, 1994, pp. 7-55.
125
cuatro derechos (los de ser prontamente informada de sus derechos bsicos, de tener sus
familiares prontamente notificados de su detencin, de tener acceso a un abogado, y de ser
prontamente visto por un mdico),
"then there is an objective chance that the police will find it difficult to
inflict inhuman or degrading treatment on him or her. On the other hand, if
these rights, or some of them, are not enshrined in legislation or are not
applied in practice, we know we have entered a `danger zone': the objective
defences are lacking that make ill-treatment less likely" 201 .
15. Hay otra consideracin que me suscita el presente caso Tibi versus Ecuador, que es
un microcosmo de lo que pasa en el cotidiano de las crceles en diferentes latitudes. En las
condiciones carcelarias infrahumanas prevalecientes en tantos paises del mundo, los
detenidos - includos los victimarios, - como ya indicado, frecuentemente se transforman en
"vctimas institucionales", aumentando la espiral de violencia emanada de un "orden social
patolgico", que penaliza sobre todo a los marginados 202 . La justicia punitiva, en las
condiciones en que se ejecuta, se revuelve, as, en un siniestro crculo vicioso 203 , - como se
desprende del presente caso, entre tantos otros.
18. La labor de proteccin internacional de los derechos humanos pronto evidenci que
era de su propia esencia la contraposicin a los Estados demandados de los individuos
demandantes. Fue precisamente en este dominio de proteccin que se oper, - como lo
destaqu en mi Voto Concurrente en el caso Castillo Petruzzi y Otros versus Per
(Excepciones Preliminares, Sentencia del 04.09.1998), "el rescate histrico de la posicin
del ser humano como sujeto del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, dotado
de plena capacidad procesal internacional" (prr. 5). Este rescate se instrumentaliz
mediante la consagracin del derecho de peticin individual internacional, otorgado en los
ms amplios trminos, a cualquier persona, por el artculo 44 de la Convencin Americana
sobre Derechos Humanos.
19. Este derecho ha efectivamente sido ejercido, bajo la Convencin Americana, por
personas que sobreviven en la ms completa adversidad (pobres y marginados, "nios de la
calle", personas encarceladas, familiares de desaparecidos, entre otras). Es sobre todo en
201
. A. Cassese, Inhuman States..., op. cit. supra n. (11), p. 21.
202
. Ibid., pp. 139-140.
203
. Ibid., pp. 140 y 150.
204
. Al igual que la victimologa, en un plano bien ms circunscrito; cf., v.g., G. Landrove Daz, Victimologa,
Valencia, Ed. Tirant Lo Blanch, 1990, pp. 22-23 y 25-26.
205
. L. Rodrguez Manzanera, Victimologa - Estudio de la Vctima, 8a. ed., Mxico, Ed. Porra, 2003, pp. 25 y 67.
126
circunstancias como estas que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos alcanza
su plenitud y realiza su fin ltimo. La proteccin de los victimados, y las reparaciones por
los daos por llos sufridos, constituyen su raison d'tre. Este notable desarrollo, - me
permit agregar en mi supracitado Voto Concurrente en el caso Castillo Petruzzi y Otros, -
acarre una verdadera transformacin del propio orden jurdico internacional, en medio al
reconocimiento de
"la necesidad de que todos los Estados, para evitar nuevas violaciones
de los derechos humanos, respondan por la manera como tratan todos los
seres humanos que se encuentran bajo su jurisdiccin. Esta prestacin de
cuentas simplemente no hubiera sido posible sin la consagracin del derecho
de peticin individual, en medio al reconocimiento del carcter objetivo de las
obrigaciones de proteccin y a la aceptacin de la garanta colectiva de
cumplimiento de las mismas. Es este el real sentido del rescate histrico del
individuo como sujeto del Derecho Internacional de los Derechos Humanos"
(prr. 12).
20. Los propios victimados (la parte ostensivamente ms dbil vis--vis el poder
pblico) pasaron a tomar la iniciativa de mover la accin internacional en defensa de sus
derechos. Como ponder en mi citado Voto en el caso Castillo Petruzzi y Otros,
"En las audiencias pblicas ante la Corte Interamericana, en distintos casos,
(...) me ha llamado particularmente la atencin el sealamiento, cada vez
ms frecuente, por parte de las vctimas o de sus familiares, en el sentido de
que, si no fuese por el acceso a la instancia internacional, jams se hubiera
hecho justicia en sus casos concretos. (...) El derecho de peticin individual
abriga, en efecto, la ltima esperanza de los que no encontraron justicia a
nivel nacional. No me omitira ni vacilara en acrecentar, - permitindome la
metfora, - que el derecho de peticin individual es indudablemente la estrella
ms luminosa en el firmamento de los derechos humanos" (prr. 35).
El prximo paso a ser dado, en el marco del sistema interamericano de proteccin de los
derechos humanos, consiste - como vengo sosteniendo hace varios aos, - en asegurar la
evolucin del locus standi in judicio al jus standi de los individuos ante la propia Corte
Interamericana, consolidndose as su capacidad jurdico-procesal internacional plena206 .
22. An ms, la prctica de la tortura (sea para obtener confesin o informacin o para
generar un temor social), genera una carga emocional desintegradora que se transmite a
los familiares de la vctima, que, a su vez, la proyectan en las personas de su convivencia.
La prctica generalizada de la tortura, aunque ocurrida dentro de las crceles, termina por
contaminar todo el tejido social. La prctica de la tortura deja secuelas no solamente en los
206
. Sobre este punto, cf. A.A. Canado Trindade, El Acceso Directo del Individuo a los Tribunales Internacionales de
Derechos Humanos, Bilbao/Espaa, Universidad de Deusto, 2001, pp. 9-104; A.A. Canado Trindade, Bases para un
Proyecto de Protocolo a la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, para Fortalecer Su Mecanismo de
Proteccin, vol. II, 2a. ed., San Jos de Costa Rica, Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2003, pp. 1-64.
[cf.]
127
victimados por ella, sino en amplios sectores del medio social afectado. Genera daos
psicosociales y, en determinadas circunstancias, puede llevar a una verdadera
descomposicin social.
207
. Para este fin hay convenciones internacionales, que hay que aplicar, para combatir estos males dentro del
Derecho. Aquellos intentos (de los autoproclamados "realistas") ignoran ms de un siglo de evolucin del Derecho,
y muestran el camino de vuelta a la barbarie. Como bien seal Jean Pictet, de modo visionario, - si no proftico, -
ya en 1966, "sera un paso desastrosamente retrgrado para la humanidad intentar luchar contra el terrorismo con
sus propias armas". J. Pictet, The Principles of International Humanitarian Law, Geneva, ICRC, 1966, p. 36. - Para
un ejemplo reciente de la actual y alarmante desconstruccin del Derecho (inclusive en la tierra del habeas corpus,
del due process of law y la presuncin de inocencia), en medio a la aparente indiferencia o inconciencia de los
crculos jurdicos en tantos pases, cf.: "Antiterrorisme: une cour de Londres lgitime des `preuves' obtenues sous
la torture", in Le Monde, Paris, 14.08.2004 (a propsito de "pruebas" obtenidas en interrogatorios de diez detenidos
extranjeros efectuados en la base norteamericana de Guantnamo, y de la derogacin por el Reino Unido del
artculo 5 de la Convencin Europea de Derechos Humanos).
208
. Cf. F.M. Dostoievski, Souvenirs de la maison des morts, op. cit. supra n. (3), pp. 35-416.
209
. J.L. de la Cuesta Arzamendi, El Delito de Tortura, Barcelona, Bosch, 1990, pp. 27-28 y 70.
210
. Cf., v.g., N. Rodley, The Treatment of Prisoners under International Law, Paris/Oxford, UNESCO/Clarendon
Press, 1987, pp. 17-143.
128
Arbitraria (desde 1991) de la misma CDH (atento a la prevencin de la tortura)211 . Las tres
Convenciones coexistentes supracitadas de combate a la tortura son bsicamente
complementarias 212 .
27. A su vez, la Corte Europea de Derechos Humanos afirm, en el caso Soering versus
Reino Unido (Sentencia del 07.07.1989), que la prohibicin absoluta de la tortura (inclusive
en tiempos de guerra y otras emergencias nacionales) da expresin a uno de los "valores
fundamentales de las sociedades democrticas" contemporneas (prr. 88). Ms
recientemente, en el caso Kalashnikov versus Rusia (Sentencia del 15.07.2002), la Corte
Europea afirm que el artculo 3 de la Convencin Europea de Derechos Humanos
"enshrines one of the most fundamental values of democratic society.
It prohibits in absolute terms torture or inhuman or degrading treatment or
punishment, irrespective of the circumstances and the victim's behaviour"
(prr. 95).
28. En el caso Selmouni versus Francia (Sentencia del 28.07.1999), la Corte Europea
fue categrica al reiterar que el artculo 3 de la Convencin Europea
"enshrines one of the most fundamental values of democratic
societies. Even in the most difficult circumstances, such as the fight against
terrorism and organised crime, the Convention prohibits in absolute terms
torture and inhuman or degrading treatment or punishment. Unlike most of
the substantive clauses of the Convention and of Protocols ns. 1 and 4,
Article 3 makes no provision for exceptions and no derrogation from it is
permissible under Article 15(2) even in the event of a public emergency
threatening the life of the nation (...)" (prr. 95).
211
. A estos mecanismos se agrega el Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Vctimas
de la Tortura (desde 1983).
212
. Cf., al respecto, A.A. Canado Trindade, Tratado de Direito Internacional dos Direitos Humanos, vol. II, Porto
Alegre/Brasil, S.A. Fabris Ed., 1999, pp. 345-352.
129
nuestros das, recae en el dominio del jus cogens internacional, con todas sus
consecuencias jurdicas para los Estados responsables.
Adems de esta expansin horizontal, el jus cogens tambin se amplia en una dimensin
vertical, de la interaccin de los ordenamientos jurdicos internacional y nacional en el
presente dominio de proteccin. El efecto del jus cogens, en este segundo plano (vertical),
es en el sentido de invalidar toda y cualquier medida legislativa, administrativa o judicial
que, en el plano del derecho interno de los Estados, intente autorizar o tolerar la tortura 213 .
33. La prohibicin absoluta de la tortura como reaccin del Derecho ratione materiae, de
que aqu se trata, en las dimensiones tanto horizontal como vertical, tiene implicaciones
para las reparaciones debidas a los victimados. En nada sorprende que las reparaciones en
casos de tortura hayan revelado una dimensin a un tiempo individual y colectiva o social.
La impunidad agrava el sufrimiento psquico infligido tanto a la vctima directa como a sus
familiares y personas de su convivencia. En realidad, causa nuevos daos psicosociales. El
encubrimiento de lo ocurrido, o la indiferencia ante los hechos delictivos, implican una
nueva agresin a la vctima y sus familiares, descalificando sus sufrimientos. La realizacin
de la justicia es, pues, de suma importancia para la rehabilitacin de las vctimas de tortura
213
. Cf. E. de Wet, "The Prohibition of Torture as an International Norm of Jus Cogens and Its Implications for
National and Customary Law", 15 European Journal of International Law (2004) pp. 98-99.
130
(como forma de reparacin), al mitigar su dolor, y el de sus seres queridos, por reconocer
los sufrimientos que han padecido.
34. Es esta una materia todava en evolucin, pero el derecho de aquellas vctimas a
una reparacin justa y adecuada es hoy abordado a partir del reconocimiento de la
centralidad de la integridad de las referidas vctimas 214 . La presente Sentencia de la Corte
Interamericana en el caso Tibi versus Ecuador es un ejemplo de la reaccin del Derecho al
mal anteriormente narrado. No es mucho lo que ha podido hacer el Derecho en el presente
contexto, pero es algo, y sirve al menos para mantener viva la esperanza en un mnimo de
justicia humana. La reaccin del Derecho refleja el reconocimiento de que la rehabilitacin
de las vctimas de detencin arbitraria y tortura no puede resumirse a contar tan slo con
los recursos psicolgicos que puedan ellas tener para defenderse de ese mal, agravado por
la indiferencia del mundo exterior.
35. La realizacin de la justicia, con las debidas reparaciones, contribuye a reordenar las
relaciones humanas, y reestructurar el psiquismo de todos los victimados. La realizacin de
la justicia debe darse desde la perspectiva de la integralidad de la personalidad de las
vctimas. Las reparaciones ms bien alivian el sufrimiento de los victimados, al constatar la
realizacin de la justicia. En fin, como me permit sealar en mi Voto Razonado en el caso
de los "Nios de la Calle" (Villagrn Morales y Otros versus Guatemala, Reparaciones,
Sentencia del 26.05.2001),
"El sufrimiento humano tiene una dimensin tanto personal como
social. As, el dao causado a cada ser humano, por ms humilde que sea,
afecta a la propia comunidad como un todo. Como el presente caso lo revela,
las vctimas se multiplican en las personas de los familiares inmediatos
sobrevivientes, quienes, adems, son forzados a convivir con el suplicio del
silencio, de la indiferencia y del olvido de los dems" (prr. 22).
Las reparaciones tienen, por consiguiente, una dimensin necesariamente tanto individual
como social.
214
. Cf. I. Bottigliero, Redress for Victims of Crimes under International Law, Leiden, Nijhoff, 2004, pp. 13-38, 111-
191 y 249-253.
131
VOTO RAZONADO DE HERNAN SALGADO PESANTES
2. El Estado del Ecuador no puede permitir ni debe tolerar que las ms elementales
garantas del debido proceso sean violentadas por la irresponsabilidad de determinados
jueces y policas sean de la INTERPOL o judiciales. Ellos constituyen una afrenta para el
pas.
4. No es posible que muchos jueces penales ecuatorianos, como los que actuaron en
el presente caso, transformen a la prisin preventiva en un entierro de por vida, donde
se podra evocar la inscripcin que Dante pusiera en las puertas del infierno. Si, como en
el presente caso, el juez observa, objetivamente, que no existen pruebas que
fundamenten la prisin preventiva cmo se puede mantener sta sin lmite de tiempo?
Tal parece que estos jueces pierden la conciencia del dao irreversible que causa en un
ser humano aquellos meses e incluso aos de prisin preventiva.
5. Los rganos de Justicia deben actuar dentro de plazos legales y razonables para
dictar sus providencias y fallos. Los amparos de libertad judicial son de resolucin
inmediata para proteger a la persona detenida de una arbitrariedad. Y si estos recursos
son procedentes -segn la Ley- no pueden ser negados bajo cualquier pretexto.
6. En el presente caso, los jueces que actuaron, especialmente el primero que inici
el proceso, son responsables de esta sentencia supranacional dictada contra el Estado
ecuatoriano; en contra de ellos y de los policas que actuaron el Estado tiene el derecho
de repeticin de todas las indemnizaciones que haga, adems de la responsabilidad
penal.
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