Radicalización Del Naturalismo

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La radicalizacin del naturalismo *

FRANctsco JAVIER RODRtGUEZ ALCZAR


(Universidad de Granada)

En este artculo distingo entre dos formas de utilizar la expresin natu-


ralismo epistemolgico que con frecuencia no se diferencian suficientemen-
te. En un primer sentido, el naturalismo es la negacin de que la teora del
conocimiento deba asimilai-se a una filosofa primera que fundamente Ja cien-
cia desde el exterior de sta. En un segundo sentido, el naturalismo sostiene
que el conocimiento humano es un fenmeno nwural y que, por tanto, una
epistemologa viable ha de estar incluida en la ciencia natural o, al menos,
fuertemente vinculada a sta. Este segundo sentido incorpora habitualmente,
adems, algunas especificaciones adicionales que delimitan una concepcin
muy restrictiva de lo que debe entenderse por ciencia. Tras estos dos senti-
dos de la expreson se ocultan dos proyectos distintos de naturalizacin de la
epistemologa, dos proyectos que algunos han visto como complementarios y
hasta equivalentes, pero que no lo son necesariamente. Una vez hechas estas
distinciones, expongo las dificultades que enfrentan aquellas propuestas na-
turalistas que no diferencian suficientemente ambos proyectos o no estable-
cen la relacin jerrquica adecuada entre ellos. Por ltimo, defiendo que el
intento de dotar de coherencia interna a las posiciones naturalistas conduce a
tina concepcin de la epistemologa que creo adecuado describir como un
antifundamentalismo radicaL Esta concepcin se atiene a las exigencias que el

* Agradezco a Rom Harr, Valeriano Iranzo, MA Angustias Molina y Esther Romero sus

comentarios al borrador del presente artculo.


5t~ ha sido redactado gracias a una ayuda de la
I)ireccin General de Investigacin Cientfica y Tcnica, dentro del Programa Nacional de Be-
cas de Formacin de Personal Investigador en el Extranjero.

Rvistn de Filoso/a, 3 poca vol. VIII (1995), nm. 14. pgs. 1t17-I 34. Servicio de Publicaciones.
Universidad Complutense. Madrid, 1995
108 Francisco Javier Rodrguez Alczar

naturalismo plantea cuando se lo concibe en el primero de los dos sentidos


mencionados y considera que las tesis que constituyen la segunda forma de
entenderlo ocupan una posicin subordinada respecto a las que se siguen de
la primera, son ms fcilmente revisables y, en algunos casos, existen buenas
razones para renunciar a ellas.

1. Qu es el naturalismo?

El naturalismo epistemolgico es, posiblemente, una de las posiciones


ms vilipendiadas por los filsofos a lo largo del siglo xx. Esta inquina resul-
ta, por lo dems, bastante explicable si tenemos en cuenta que el naturalismo
va seguramente ms all que ninguna otra escuela contempornea a la hora
de poner en cuestin el sentido mismo de la actividad filosfica. Quizs ne-
cesita ms explicacin el hecho de que algunos filsofos sean capaces a estas
alturas de seguir presentndose, a cara descubierta, como naturalistas. No es
acaso la expresin filsofo naturalista una contradiccin en los trminos?
No deberan los llamados filsofos naturalistas decidirse de una vez a estu-
diar ciencias naturales, si sa es su vocacin, y dejar los escasos recursos des-
tinados a la filosofa en manos de los verdaderos filsofos? Parecera que la
existencia de filsofos naturalistas en nuestros das slo puede explicarse
achacando a stos una irritante ingenuidad o un indignante cinismo. Sin em-
bargo, hay una explicacin bastante ms caritativa, y tambin ms ajustada,
del mismo hecho, una explicacin que tiene como principal ingrediente la
contemplacin del otro bando. En efecto, el programa naturalista en episte-
mologa surge de la conviccin de que el proyecto diseado por la filosofa
de la modernidad para la teora del conocimiento (un proyecto cuyas lneas
ms generales bosquejar ms abajo> ha llevado a sta a una va muerta. Al-
gunos seguimos sin verle mucho futuro a ese proyecto y nos resistimos a gas-
tar nuestras energas en el intento de resucitarlo. De ah que nos empeemos
en salvar lo que pueda salvarse del programa naturalista, pese a las numero-
sas objeciones, algunas de ellas acertadas, que ste ha recibido. Con este ar-
ticulo pretendo contribuir a hacer del naturalismo una alternativa ms slida,
una alternativa que escape a las objeciones ms sensatas que se [e han dirigi-
do (an a costa de arribar a una posicin que algunos se resistirn a conside-
ra naturalista).
Acabo de apuntar que el mejor argumento para simpatizar incialmente
con el naturalismo lo proporciona la tradicin epistemolgica a la que ste se
opone. Esta tradicin se inicia en torno al siglo xvit con autores como Des-
cartes y Locke y alcanza su madurez programtica en Kant. ste atribuy a la
naciente teora del conocimiento la potestad de otorgar, desde la posicin pri-
vilegiada de un Tribunal Supremo, el marchamo de la legitimidad cientfica
al tiempo que desacredit de forma casi irreversible la previa concepcin del
La radicalizacin del naturalismo 109

saber que hacia de la metafsica la reina de las ciencias ~. Esto ltimo signi-
fica, en primer lugar, que a partir de Kant la epistemologa ocupar la posi-
cin privilegiada que antes corresponda a la metafsica. Pero resulta mucho
mas importante para el tema del presente artculo el hecho de que con esa
sustitucin tambin se modifican las relaciones entre la filosofa y las dems
regiones del saber. La antigua metafsica era, al fin y al cabo, una ciencia (eso
s, una ciencia peculiar por su objeto de estudio y por su forma de estudiar-
lo); en cambio, la nueva epistemologa no es una de las ciencias, sino una (lis-
ciplina exterior a stas. Aparece por vez primera, de este modo, una clara
distincin entre la ciencia y la filosofa, una distincin radical que, excep-
tuando el importante parntesis de Hegel y sus herederos, ha sobrevivido
con escasa oposicin hasta nuestro siglo.
Esta escisin no afecta, desde luego, nicamente a la teora del conoc-
miento. Tampoco la tica, por ejemplo, es una ciencia para buena parte del
pensamiento moderno. En general. se asume que una ciencia de la moral slo
podra ofrecernos una descripcin (en trminos psicolgicos, sociolgicos, his-
tricos o, quizs, biolgicos) de las inclinaciones y las costumbres de los seres
humanos, cuando lo que interesa al filsofo moral no es tanto cmo se com-
portan de hecho los individuos y las comunidades, sino cmo deben compor-
tarse. De forma similar, la epistemologa no tiene por misin primera describir
(como podra hacerlo la psicologa o, quizs, la sociologa) de qu forma ela-
boran realmente sus concepciones del mundo los individuos de carne y hueso,
sno indagar cmo procede idealmente un ser racional en la adquisicin del
conocimiento o, con otras palabras, cmo deber proceder todo ser humano
que quiera escapar a los errores heredados de una tradicin acrtica. As pues.
mientras la ciencia se concibe como una empresa descriptiva, volcada en la ex-
plicacin y en la prediccin de los sucesos de la realidad tal y como sta es la
epistemologa y la tica son disciplinas eminentemente normativas disciplinas
cuyo asunto principal no es el ser sino el deber ser. De ah que en ambas ocupe
un lugar central la nocin de justtficacin.
La funcin justificadora de la teora del conocimiento la ha convertido en
garante de la capacidad de las ciencias para ofrecernos una descripcin y una
explicacin adecuadas de los procesos que se dan en el mundo. No es que el
comn de los mortales (ni siquiera de los mortales ms ilustrados) dudara de
esa capacidad y aguardara anhelante la justificacin epistemolgica para
creer en la ciencia; las explicaciones del epistemlogo han ido dirigidas ms
bien a un personaje escasamente representado en el mundo real pero capaz,
sin embargo, de provocar con sus inquietantes preguntas una respuesta cuan-
titativamente desmesurada. El tal sujeto es el escptico, que pone en duda que
los instrumentos cognoscitivos al alcance de los humanos proporcionen a
stos un genuino acceso a la realidad.
4ss.y 127-128.
Sobre este punto, cfr., p. e., Rorty (i983), l
lo Francisco Javier Rodrguez Alczar

Uno de los temas dominantes del escepticismo desde la Antigedad es la


observacin de que toda argumentacin es objetable porque, en ltimo tr-
mino, cae inevitablemente en una regresin infinita o en un razonamiento
circular. La tradicin epistemolgica moderna acepta generalmente el campo
de batalla propuesto por el escptico, comprometindose en el intento por
escapar a esos dos vicios. De ah que esa tradicin haya asumido que la justi-
ficacin del conocimiento debe cumplir dos condiciones para ser convincen-
te. En primer lugar, dicha justificacin habra de incluir la identificacin de
alguna clase de creencias privilegiadas que se pudieran considerar fuera de
toda duda y que, por eso mismo, sirvieran como fundamento ltimo al resto
del conocimiento 2; de este modo se evitara la regresin infinita. En segundo
lugar, evitar la cada en la circularidad hace necesario que la justificacin del
conocimiento se lleve a cabo sin hacer uso de los resultados ofrecidos por la
misma ciencia que se pretende legitimar; la epistemologa habr de emplear,
pues, una metodologa a priori que, unida a su talante normativo, la separa de
las ciencias. Aceptadas estas dos condiciones, la epistemologa queda insti-
tuida como una filoso/la primera que proporciona, desde fuera, el fundamen-
to que parecen necesitar las ciencias.
Pues bien: el naturalismo epistemolgico puede definirse, al menos en un
primer acercamiento, como aquella posicin filosfica que rechaza esta con-
cepcin de la epistemologa como filosofa primera. El naturalista rehsa com-
batir al escptico en el terreno elegido por ste; es decir, niega que la respuesta
al escptico deba cumplir las dos condiciones que acabo de enunciar. De mo-
do ms preciso, llamaremos naturalista, en una primera aproximacin, a todo
aqul que, enfrentndose a las posturas escpticas, (a) niegue que sea posible o
necesaria una fundamentacin ltima del conocimiento y (b) rechace que haya
algo de ilegitimo en el hecho de que la justificacin de la ciencia haga uso de
los resultados de sta. Bien es verdad que, como comprobaremos ms abajo,
algunos filsofos con inclinaciones naturalistas juzgaran que a esa definicin
le falta algn ingrediente importante (dnde est la referencia a la naturaleza y
a las ciencias naturales que la palabra naturalismo sugiere de inmediato?);
por otro lado, tampoco faltan quienes, pese a declararse naturalistas en algn
sentido, reivindican para la filosofa una metodologa irreductiblemente dife-
rente a la cientfica, una metodologa apriorstica y trascendental ~. Sin embar-
go, creo que esta caracterizacin inicial recoge los elementos irrenunciables de
las versiones ms prometedoras del naturalismo y, adems, constituye el n-
cleo de una de las versiones ms elaboradas e influyentes, la de W. V. Quine,
que voy a utilizar como punto de partida.

2 Cules sean esas creencias privilegiadas ha sido, por supuesto, una cuestin ampliamente

disputada. As, recurdense las discrepancias entre racionalistas y empiristas acerca dc la natu-
raleza de tales creencias. 6 a Roy Bhaskar como ejemplo de tal postura. Cfr. Bhaskar <1979).
Ms abajo me referir
La radicalizacin del naturalismo 111

2. El naturalismo de Quine
Como acabo de apuntar, Quine es uno de los filsofos naturalistas que
rechazan las dos condiciones iniciales que la epistemologa tradicional exiga
a toda respuesta convincente al escptico. En este apartado voy a describir
sus razones para romper con el programa epistemolgico previo y sus argu-
mentos en favor de una forma alternativa de practicar la teora del conoci-
miento. En un primer momento veremos por qu Quine no considera reali-
zable el programa que hace de la epistemologa una filosofa primera. A
continuacin explicar por qu considera que las ambiciones de ese proyecto
epistemolgico son, adems de inalcanzables, innecesarias.
Muestra Quine de una vez por todas que las pretensiones de la episte-
mologa tradicional son imposibles de realizar? Lo cierto es que Quine no
muestra tanto. Para empezar, no se ocupa apenas de criticar otras tradiciones
distintas de la empirista ni intenta la descomunal tarea de elaborar un argu-
mento vlido contra toda posible modalidad de epistemologa fundamentalis-
ta. Se limita a mostrar que hasta los intentos fundamentalistas ms promete-
dores (a su juicio, aqullos realizados bajo los presupuestos del empirismo)
fracasan iicluso en su forma menos ambiciosa y ms elaborada. Este hecho
proporcionara ya una buena razn para dudar inicialmente del programa
fundamentalista. La estrategia se completa sealando que la bsqueda del
fundamento es, adems de (probablemente) imposible, una misin innecesa-
ria, pues no es preciso encontrar ese fundamento ltimo para llevar adelante
las funciones, descriptivas y normativas, propias de la teora del conocimien-
to (incluyendo la de responder adecuadamente al escptico). Con todo, la
epistemologa naturalista no habr derrotado plenamente a la epistemologa
tradicional hasta que en su propio desarrollo se muestre capaz de encarar
con xito aquellas mismas tareas en que esta ltima fracas.
Los argumentos de Quine contra los ltimos intentos fundamentalistas
aparecen en algunos de los prrafos mas conocidos de su no menos conocido
articulo Naturalizacin de la epistemologao De acuerdo con el relato qui-
-.

neano de los hechos, el empirismo clsico (personificado por Hume) alber-


gaba dos ambiciones que, con el tiempo, han venido a demostrarse inviables.
La primera consista en definirlos conceptos de la ciencia natural por medio
de trminos de la experiencia sensible; ste es el aspecto que Quine, con una
terminologa que toma prestada de la filosofa de la matemtica, denomina
aspecto conceptual. La otra pretensin del empirismo clsico era la de justfi-
car las afirmaciones de la ciencia natural en trminos puramente sensoriales;
ste es, de acuerdo con la misma terminologa, el aspecto doctrinal dcl enpi-
rsmo. Ambas pretensiones obedecen a un evidente prurito fundamentalista,
en cuanto que se busca algn tipo de reduccin de los enunciados tericos

Ouine (1974). 93 SS.~ pp. 69 ss del original ingls.


112 Francisco Javier Rodrguez Alczar

del conocimiento a una forma privilegiada de discurso cuyos asertos, presun-


tamente libres de teora, podran ser declarados ciertos sin sombra alguna de
duda y ofreceran, de este modo, un slido fundamento para el resto del co-
nocimiento.
La pretensin doctrinal fue la primera en ser abandonada por los empi-
ristas. Ya en el interior de la filosofa de Hume se perciba la imposibilidad
de obtener una justificacin en trminos sensoriales de todos los enunciados
que constituyen el contenido de la ciencia natural. En concreto, este objetivo
no pareca realizable en el caso de las predicciones ni en el de las generaliza-
ciones. Finalmente, el empirismo hubo de reconocer que, por muy grande
que sea el nmero de oraciones de observacin que aduzcamos, stas no
constituyen jams base lgica suficiente como para justificar plenamente una
cierta oracin predictiva o una generalizacin universal.
En cambio, por el lado conceptual la obstinacin del empirismo ha sido
mayor, pudiendo considerarse De, Logisclie Aufbau der Wefr de Carnap,
como el ltimo gran intento en este terreno. Carnap pretende en ese libro
ofrecer una reconstruccin del significado de los trminos cientficos (y, en
especial, de la nocin de cuerpo) mediante el empleo de un lenguaje pura-
mente fenomenista, esto es, un lenguaje que incluye nicamente trminos que
refieren a datos sensoriales, junto con expresiones de la lgica y la teora de
conjuntos. Contra la viabilidad de este intento Quine esgrime un argumento
que tiene como base principal la conocida doctrina del holismo ~. Para ser
ms precisos, este argumento surge, como comprobaremos en seguida, de la
convergencia de dos doctrinas: la tesis del holismo y la teora verificacionista
del signtficado. Pero, siendo esta ltima aceptada tanto por Quine como por
Carnap, puede decirse que es el elemento holista el que constituye el arma
principal de Quine contra la reconstruccin racional carnapiana. Veamos en
qu consiste el apoyo que el holismo presta a ese ataque antifenomenista.
La tesis del holismo sostiene que las consecuencias observacionales de la
teora cientfica no son implicadas por una oracin terica aislada sino por
un cuerpo dc teora considerablemente amplio. Esta afirmacin tiene una
consecuencia inmediata: tras la falsacin de una cierta oracin observacional,
el cuerpo terico global del que dedujimos las consecuencias observaciona-
les ha de ser puesto en cuarentena. Todo lo que el cientfico sabe es que algo
Aunque el argumento del holismo es el principal que Ouine utiliza frente a la posicin
fundanientalista de Carnap, no es el inico que esgrime contra el fenomenismo en general. Con-
Ira esta doctrina aduce, asimismo, que un discurso renomenista no puede desempeflar ciertas
funciones que el discurso cotidiano sobre cuerpos realiza satisfactoriamente. La memora es
una de las actividades en las que, segn Quine. esto 987c,
es asi 68).
(er. On Mentalvale,
Entines, en Quine,
Lo mismo en general, para
1976, 224; Posits and Reality, ibid., 25 1; Quine, 1
todas las fases de la experiencia. Quine toma de los psiclogos gestaltistas la idea de que selec-
donamos, de acuerdo con nuestros intereses actuales y nuestras conceptualizaciones pasadas.
determinados aspectos de las situaciones en que nos hallamos inmersos (cfr. sOn Mental Ent-
lies, en Quine, 1976.224).
La radicalizacin del naturalismo 113

anda mal en esa amplia red de teora, pero la falsacin no puede determinar
por s sola qu porciones concretas de la teora hay que modificar para de-
volver a sta su eficacia predictiva 6~ Al cientfico tocar decidir, a la luz de
otros criterios, qu modificaciones realiza en el interior de la teora somelida
a contrastacin para librarla de los fallos predictivos detectados ~.
Cuando esta tesis se combina con la concepcin verificacionista del sig-
nificado (que, utilizando una formulacin quineana. se resume en la afirma-
cin de que el sentido o significado de un enunciado es el mtodo de confir-
macin o confutacin emprica del mismo ~)obtenemos como resultado la
imposibilidad de hablar del significado de cada oracin del discurso cientfi-
co aisladamente considerada. De ah que, si la doctrina del holismo es acerta-
da (y dando por supuesta, al ser admitida tambin por el oponente, la validez
de la concepcin verificacionista del significado), entonces es manifiesta la
imposibilidad de realizar el proyecto carnapiano tal y como ste se formula
en la Aujbau (pues, recordemos. ese proyecto asuma la posibilidad de ofre-
cer una reconstruccin fenomenista del significado de cada oracin de la
ciencia).
Una vez que se rechaza la posibilidad de la reconstruccton racional cama-
piana, existe una slida base para dudar de la viabilidad de la ambicin con-
ceptual del empirismo tradicional. Unido este hecho a la previa renuncia al
proyecto doctrinal de aqul, la versin fundamentalista del empirismo esta,
para Ouine, herida de muerte.
Dado que nuestro autor no espera demasiado de las posiciones filosfi-
cas que tradicionalmente se han presentado como alternativas al empirismo,
es la misma tradicin epistemolgca la que se encuentra en la picota. La al-
ternativa de Quine tiene como punto de partida la renuncia a seguir viendo
en la teora del conocimiento una filosofa primera que intenta fundamentar
desde fuera el conocimiento cientfico. La epistemologa se concibe ahora en
continuidad con la ciencia y libre para hacer uso de la informacin propor-
conada por sta:

Vid, p. e., Quine (1 990a), 13-14; tambin en (1 990b), 10.


987a), 19, se reconocen excepciones al holismo. Las oraciones observado-
En Cuine (1en cierto sentido, la principal excepcin que contempla el holismo quineano.
nales constituyen,
Estas oraciones, que estn muy directamente vinculadas con la experiencia sensible, s que pue-
den ser -efutadas por separado ante la aparicin de experiencia adversa. Con todo, desde otro
punto (le vista ni siquiera las oraciones observacionales escapan a la tesis del holismo, ya que la
teori-j de a evidencia que les atribuye un estatuto epistemolgico especial ha de ser justificada
como cualquier otra teora cientfica. As pues, la justificacin de las oraciones observacionales
en general no es independiente del resto del edificio de creencias, lo que evita que se las pueda
considerar fuera del alcance de la doctrina del holismo. Trato con ms extensin este punto en
mi artculo Naturalized Epistemology and <he Is/Ought Cap.
Dos dogmas dcl empirismo, en Quine (1962), 70. 1-le modificado ligeramente la tra-
duccin castellana.
114 Francisco Javier Rodrguez Alczar

(...) mi posicin es una posicin naturalista; yo veo la filosofa no


como una propedutica a priori o labor fundamental para la ciencia, sino
como un continuo con la ciencia. Veo a la filosofa y a la ciencia como
tripulantes de un mismo barco un barco que, para retornar, segun sue-
lo hacerlo, a la imagen de Neurath, slo podemos reconstruir en el mar y
estando a flote en l (Gneros naturales, en Quine, 1974, 162; Pp.
126-127 de la edicin inglesa) ~.

La renuncia a una epistemologa externa a la ciencia significa, en primer


lugar, que para Quine toda la justificacin que las teoras cientficas necesitan
es aquella que la misma ciencia exige, lo que significa renunciar a las ambicio-
nes fundamentalistas. En segundo lugar, Quine piensa que, dado el fracaso
de la estrategia apriorista de la epistemologa tradicional, el espitemlogo ha-
r bien en comenzar estudiando humildemente cmo proceden, de hecho,
los seres humanos en su construccin de la ciencia:

Pero por qu toda esta reconstruccin creadora [la reconstruccion


racional de Carnap], por qu todas estas pretensiones? (...) Por qu no
ver simplemente cmo se desarrolla en realidad esta construccin?
(Quine, 1974, 101; p. 75 del original ingls).

Ahora bien: no se pierde algo con esta renuncia al proyecto tradicional?


No hay acaso buenas razones para perseverar en el intento a pesar del fraca-
so de quienes nos precedieron? Tal sera el caso si la epistemologa naturali-
zada propuesta por Quine dejara de realizar alguna de las misiones encomen-
dadas tradicionalmente a la teora del conocimiento. Pero, opina Quine, no
slo no es ste el caso sino que, adems, la epistemologa naturalizada logra
el xito all donde la epistemologa fundamentalista fracas. Ciertamente, la
epistemologa naturalista no intenta una fundamentacin ltima del conoci-
miento, pero no por eso renuncia a replicar adecuadamente al escptico (una
de las tareas fundamentales encomendadas a la epistemologa desde sus or-
genes). Tampoco renuncia a la nocin de justificacin ni, por ende, a su con-
dicin de disciplina normativa. Sobre la posibilidad del discurso normativo
en la epistemologa naturalizada volver ms abajo. Ahora voy a describir c-
mo puede el epistemlogo naturalista, segn Quine, replicar al escptico. En
esta estrategia de respuesta al escptico se encuentra, al mismo tiempo, la cla-
ve para entender por qu Quine no estima necesario recurrir a una disciplina
externa a la ciencia con objeto de evitar una circularidad viciosa en la justifi-
cacin epistemolgica.
A los argumentos escpticos suele responder el epistemlogo tradicional
con un criterio que seleeciona ciertas creencias (proporcionadas por la expe-

Otras formulaciones, en general bastante similares aunque con distintos nfasis, de lo que
1)-PP. 2172 y 85.
Ouine enjende por naturalismo se encuentran. p.c., en Quine (195
La radicalizacin del naturalismo .115

riencia sensible o por la intuicin intelectual, segn la escuela de que se trate)


como fundamento slido sobre el cual levantar el resto del entramado de
creencias fiables. Sin embargo, los argumentos fundamentalistas parecen ple-
namente vulnerables cuando el escptico contraataca poniendo en duda, in-
cluso, la fiabilidad del presunto fundamento. Quine utiliza una estrategia bien
distinta a las fundamentalistas en su rplica al escptico. Ssta comienza con
la observacin de que ias dudas escpticas no surgen en el vaco. Surgen ante
la constatacin de que, en determinadas circunstancias, nos dejamos engaar
por ilusiones de diversa ndole; el escptico, ante esa constatacin, da un pa-
so ms para preguntarse: cmo sabemos que no somos constantemente vcti-
mas de una ilusin? Pero, aduce Quine, el escptico ha podido percatarse de
la existencia de esas ilusiones porque las ha recortado sobre un fondo de co-
nocimiento que acepta y cuyas exigencias no son cumplidas en el caso de la
ilusin descubierta. En otras palabras: el escepticismo presupone la ciencia <>
o, por decirlo con la expresin quineana, es un vstago de la ciencia II Es
importante llamar la atencin sobre el hecho de que Quine no est repro-
chando al escptico que haga un uso ilegtimo de la ciencia que pretende po-
ner en cuestin. Nuestro filsofo admite, ciertamente, que el escptico utilice
la ciencia para intentar socavar nuestra confianza en ella 1 2 Lo que el filsofo
naturalista reclama es su derecho a hacer tambin uso de esa misma cenca a
la hora de defenderla de la sospecha escptica Si el principal propsito de
~>.

la epistemologa era replicar adecuadamente al escptico, por qu no permi-


tirle hacer uso de las mismas armas que el escptico utiliza como punto de
partida? En cuanto al temor a cometer circularidad, ste desaparece una vez
que ya no pensamos que la respuesta al escptico requiere una estrategia fun-
damentalista:
Si el objetivo del epistemlogo es validar los fundamentos de la cien-
cia emprica, el uso de la psicologa o de otra ciencia emprica en esa va-
lidacin tracona su propsito. Sin embargo, esos escrupulos contra la
circularidad tienen escasa importancia una vez que hemos cesado de so-
ar en deducir la ciencia a partir de observaciones. Si lo que persegui-
mos es, sencillamente, entender el nexo entre la observacin y la ciencia,
sera aconsejable que hagamos uso de cualquier informacin disponible
(Ouine, 1974. l0l;pp. 75-76 del original ingls) 14
Evidentemente, la palabra ciencia se usa aqu en una acepcin muy amplia, acepcin
que incluye al conocimiento de sentido comn como una parte rudimentaria del conocimiento
cientfico.
Quine (1975). 67.
2 lldp68.
~ Cfr. Quine (1977). 16-17.
~ La ltima fi-ase de este prrafo ha sido interpretada por algunos como una expresa re-
nuncia a toda dimensin normativa de la teora del conocimiento (cfr., p. e., Km,, 1988. C5p.
386-387). Sin embargo. como recordar mis abajo, Quine reiviadica la capacidad normativa
de la epistemologa naturalizada.
116 Francisco Javier Rodriguez Alczar

La exposicin anterior ha mostrado cmo W. y. Quine, partiendo del re-


chazo de una teora del conocimiento fundamentalista y puramente filosfi-
ca, llega a una posicin que es naturalista en los dos sentidos enunciados ms
arriba: en cuanto que rechaza la posibilidad y necesidad de una fundamenta-
cin ltima y en cuanto que ve a la epistemologa en continuidad con (y no
en una posicin externa a) la ciencia. Pero este naturalismo es todava una
posicin negativa que se limita a descartar el programa epistemolgico pre-
vio. Visto de otro modo, el proyecto naturalista es todava una apuesta: se
presenta como una alternativa frente al fracaso de la teora del conocimiento
tradicional, pero an est por demostrar que esta epistemologa que se per-
mite hacer libre uso de la ciencia es efectivamente capaz de desempear las
funciones propias de la teora del conocimiento, especialmente sus funciones
normativas. De ah la necesidad de especificar algo ms el programa defi-
niendo su contenido positivo, describiendo con ms detalle el tipo de rela-
cin que se establece entre la ciencia y la teora del conocimiento y concre-
tando qu concepcin de la ciencia se tiene en mente 15 Este paso es
irrenunciable, pero es tambin en este punto donde, como comprobaremos a
continuacin, las propuestas naturalistas existentes se tornan ms vulnera-
bles.

3. Dos sentidos de naturalismo

En este momento entran en juego las referencias a la naturaleza y a la


ciencia natural que el trmino naturalismo anunciaba. De hecho, estos in-
gredientes constituyen el punto de partida de las definiciones habituales de
naturalismo, aunque yo, por razones que quedarn claras ms abajo, he pre-
ferido anteponer otros ingredientes de la receta naturalista. Como muestra
de dnde se inician las caracterizaciones habituales del naturalismo, veamos
una definicin estndar debida a Abner Shimony:

Todos los filsofos que se pueden denominar con propiedad <epis-


temlogos naturalistas suscriben las dos tesis siguientes: (a) los seres
humanos, incluidas sus facultades cognoscitivas, son entidades de la na-
turaleza e interactan con otras entidades que son el objeto de estudio
de las ciencias naturales; y (b) los resultados de las investigaciones cien-
tfico-naturales sobre los seres humanos (en particular, los de la biologa
y de la psicologa emprica) son pertinentes y, probablemente, cruciales
para la empresa epistemolgica (Shimony, 1 987a, 1).

~ Gibson (1987), 57, distingue tambin dos usos, positivo y negativo, del trmino natura-
lismo en la filosofa de Onine. Sin embargo, tanto mi caracterizacin de estos dos aspectos del
nnturalisn,o como mi utilizacin de la distincin difieren en buena medida de las de Gibson.
La radicalizacin del naturalismo 117

Quine es tambin un filsofo naturalista en los sentidos recogidos en la


definicin de Shimony y se adhiere a las dos tesis enunciadas por ste, como
queda claro en el siguiente texto de Natualizacin de la Epistemologa:
La epistemologa, o algo que se le parece, entra sencillamente en l-
nea como un captulo de la psicologa, y, por tanto, de la ciencia natural.
Estudia un fenmeno natural, a saber, el sujeto humano fsico (Quine,
1974, 109).
Textos como ste muestran patentemente que Quine acepta las dos tesis
que Shimony considera condiciones necesarias del credo naturalista. Ade-
mas, parece adoptar una variante extrema de la segunda: no es slo que los
resultados de las ciencias naturales sean pertinentes para la empresa episte-
molgica; el caso es que. al menos de acuerdo con lo afirmado por Quine en
textos como el citado ms arriba, la epistemologa es una ciencia natural.
Concretamente, un apartado de la psicologa, que Quine no duda en conside-
rar una ciencia natural. Adems, hay que tener en cuenta que cl filsofo de
Harvard est utilizando aqu las palabras ociencia natural y psicologa en
un sentido muy restringido. La ciencia natural en que piensa Quine est con-
siderablemente inspirada en el modelo de la fsica (o, al menos, de una cierta
descripcin ideal de la fsica) y la psicologa se concibe, de manera acorde
con las inclinaciones fisicalistas de Quine, en un espritu marcadamente con-
ductista.
Ahora bien: me interesa mucho subrayar que esta segunda caracteriza-
con del naturalismo ni es equivalente a, ni se sigue de, las tesis naturalistas
expuestas en los apartados anteriores. Cabe hablar, pues, de dos sentidos dis-
tintos de la palabra naturalismo, dos sentidos que es posible encontrar con-
viviendo en la obra de Quine. En un primer sentido (N1), naturalista es quien
(a) desconfa de una epistemologa filosfica, apriorstica, y de su ambicin
por proporcionar un fundamento ltimo, cierto, para la ciencia desde una
posicin exterior a sta y (b) propone como alternativa una epistemologa sin
solucin de continuidad con la ciencia, una epistemologa que ha renunciado
a la ambiciosa clase de fundamentaeon racional perseguida por la teora del
conocimiento tradicional. El segundo sentido (N2) da contenido a la idea de
la pertinencia de la ciencia para la epistemologa, especificando que la cien-
ca en cuestin es la ciencia natura! En el caso de Quine, el margen de ma-
niobra se reduce aun mas con una visin fisicalista de las ciencias, el menos-
precio de lo que a la epistemologa puedan aportar la historia o la sociologa
del conocimiento, la reduccin de la lista de ciencias pertinentes a la psicolo-
ga emprica, la lectura conductista de esta ltima, la descripcin (al menos
en algunos textos) de la relacin entre epistemologa y psicologa emprica
como una relacin de inclusin de la primera en la segunda y, en fin, la exclu-
sin de toda forma de discurso valorativo o genuinamente normativo del en-
torno cientfico. Sobre todos estos puntos volver ms adelante.
-s

118 Francisco Javier Rodrguez Alczar

Aunque los dos sentidos expuestos son independientes el uno del otro
(as, es perfectamente posible que alguien que abogue por N1 no simpatice
total o parcialmente con los compromisos vinculados a N2) 16, Quine no dis-
tingue suficientemente entre ambos ~. De ello deja constancia la argumenta-
cin quineana en Naturalizacin de la Epistemologa. Los argumentos all
esgrimidos (concretamente, los dirigidos contra la reconstruccin racional
carnapiana) son argumentos que favorecen N1, pero no necesariamente N2: la
constatacin del fracaso del ltimo gran intento fundamentalista apoya la
idea de que puede merecer la pena probar suefle con una epistemologa cien-
tifica que se inicie con el estudio de cmo proceden los seres humanos en la
elaboracin del conocimiento; pero de ah no se sigue que el modelo de cien-
cia en cl que se inspira la nueva epistemologa tenga que ser el de una cenexa
natural entendida en clave fisicalista (y no, por ejemplo, el de unas ciencias
sociales con metodologas significativamente diferentes a la de la fsica); ni
que sea la psicologa emprica (y no, por ejemplo, la sociologa o la historia)
la ciencia que proporciona sus materiales a la epistemologa naturalizada.
Todos estos componentes del naturalismo quineano brotan de convccones
que Quine ha adquirido por vas (en algunos casos, el influjo positivista) dis-
tintas a su polmica con el fundamentalismo epistemolgico. Sin embargo,
Quine salta hasta N2 desde los argumentos en favor de N1 sin hacer explcitas
las premisas que justificaran el salto. Este salto en la argumentacin se pro-
duce subrepticiamente, por ejemplo, en varios pasajes de Naturalizacin de
la epistemologa en los que Quine, tras rechazar la viabilidad dc la recons-
traccin racional de Carnap, concluye sin ms argumentos que la epistemolo-
ga alternativa ha de ser una seccin de la psicologa emprica, ignorando
otras posibilidades:

Pero por qu toda esta reconstruccin creadora, por qu todas estas


pretensiones?... Por qu no ver simplemente cmo se desarrolla en rea-
lidad esta construccin? Por qu no apelar a la psicologa? (Quine,
1974, 101. La cursiva es ma).
(.) la epistemologa todava sigue, si bien con una nueva formula-
cin y un estatuto clarificado. La epistemologa, o algo que se le parece,
entra sencillamente en lnea cono un captulo de la psicologa, y, por
tanto, de la ciencia natural. Estudia un fenmeno natural, a saber, el su-
jeto humano fsico (Quine, 1974, 109. La cursiva es ma).

< Hookway afirma con toda la razn.- (...) alguien podra estar de acuerdo con Quine en

que la filosofa debera ser considerada una parte de la ciencia y, al mismo tiempo, rechazar por
excesivamente pobre la visin cientfica de la realidad que el propio Ouine defiende (Hook-
way, 1988,55).
Como comprobaremos ms abajo, Quine reconoce que la opcin por el fisicalismo es

tan falible como cualquier otro elemento de la epistemologa naturalizada o, en general de


la ciencia. Sin embargo, esta admisin no se traduce en una diferenciacin suficiente entre
N1 yN>
La radicalizacin del naturalismo 1.19

Con la exposicin anterior no quiero sugerir que sea imposible suscrt-


bir simultneamente N> y la versin quineana de N2 (o cualquier otra).
Todo lo que he querido sealar es que, aunque Quine intente vendernos
N1 y N2 en el mismo lote, es posible y necesario separar las churras y las
merinas. N2 no es equivalente a N1 ni un corolario de sta y, por tanto, para
respaldar N2 no basta con remitir a los argumentos que apoyan a N1. Ahora
voy a defender que N1 y N2 han de jugar papeles bien distintos y han de
poseer estatus muy diferentes en un sistema epistemolgico (el de Quine u
otro) si es que queremos salvaguardar la consistencia de ese sistema; tam-
bin defender que N1 es ms bsica y es menos fcilmente revisable que
N2 (aunque tampoco es inmune). Despus de eso indicar que ciertos in-
gredientes de la versin quineana de N2 plantean algunos problemas que
sugieren la conveniencia de emprender determinadas reformas en este ala
del edificio naturalista.

4. Orden de prelacin

N1 y N2 no slo no son equivalentes; tampoco son dos grupos de tesis al


mismo nivel. N> es la apuesta inicial del epistemlogo naturalista, que con
ella renuncia a toda elucubracin filosfica a priori sobre eJ conocimiento
humano y se conpromete a tomar como punto de partida de su investigacin
las informaciones que la ciencia proporciona. El fracaso de esta apuesta nos
devolvera al panorama anterior, esto es, a tener que optar entre el escepticis-
mo y una teora del conocimiento apriorista y fundamentalista. Ahora bien,
una vez que hemos apostado (al menos, provisionalmente) por N1, cualquier
doctrina epistemolgica adquiere el estatuto de una hiptesis cientfica (en
algn sentido de cientfica todava por especificar). Y ste es el caso del
grupo de tesis incluidas en la rbita de N2: si somos coherentes con nuestra
adhesin a N1, todos los elementos deN2 deben ser vistos no como tesis irre-
nunciables dietadas a priori por una filosofa primera, sino como hiptesis
cientficas, revisables en principio. Esta circunstancia, naturalmente, no las
hace menos respetables (como no hace que perdamos el respeto hacia las
teoras cientficas en general, que comparten este estatuto); y el epistemlogo
naturalista (Quine, en este caso) est en su derecho cuando las acepta y utili-
za en su defensa los recursos que la ciencia le proporciona. Eso s, las tesis
incluidas en N, estn en una posicin subordinada con respecto a N>. En pri-
mer lugar, porque N> determina el estatuto epistemolgico de dichas tesis; en
segundo lugar, porque cada una de ellas podra ser modificada o hasta com-
pletamente descartada sin que por ello se pusiera en peligro el programa des-
crito por N,. Por el contrario, cualquier intento de dotar de un carcter defl-
nitiv() al contenido de N2, negando la condicin debatible y revisable de cada
uno de sus asertos, comprometera la coherencia de la posicin del tilsofo
120 Francisco Javier Rodrguez Alczar

naturalista, pues ello significara restaurar una forma de discurso apriorstico,


de filosofa primera, algo explcitamente rechazado por N1.
As pues, la fidelidad al programa marcado por N1 no puede, por s sola,
hacer que el filsofo naturalista acepte el grupo de doctrinas recogidas en N2.
Si el defensor de aquel programa se adhiere consistentemente a estas doctri-
nas lo har porque considere, al menos, (a) que sus objetivos se realizan de
modo ptimo si partimos de la idea de que el ser humano es un ser natural,
(b) que las ciencias naturales se bastan para el estudio del conocimiento hu-
mano y, en el caso de Quine, (e) que la ciencia natural que ha de llevar la par-
te del len en ese estudio es una psicologa emprica marcadamente conduc-
tista. Pero la idoneidad de estas posiciones es algo que debe demostrarse en
cada caso y algo que, ami juicio, no ha sido, en general, mostrado convincen-
temente. Antes al contario, creo que existen slidas razones para que el epis-
temlogo que abraza la propuesta descrita en N1 se desmarque de, al menos,
algunas de las restricciones que a esa propuesta impone la adhesin a N,. Al-
gunas de esas razones tienen que ver con lo que no dudo en calificar como
una forma inadecuada de entender el discurso noramtivo. Otras, con lo que
creo una concepcin excesivamente estrecha de las ciencias sociales y de su
papel en la teora del conocimiento. De ambos grupos de crticas se ocupan
los dos apartados siguientes. Con todo, debo insistir en que no persigo tanto
poner al descubierto los aspectos insatisfactorios de los puntos de vista de
Quine y otros filsofos naturalistas en estos terrenos cuanto defender la ne-
cesidad de que el epistemlogo naturalizado afronte el desarrollo de su
programa con un talante decididamente abierto. Esto significa que no
debera incorporar demasiado apresuradamente tesis como las que he agru-
pado en N2, u otras con un similar grado de concrecin, a una definicin de-
finitiva de su proyecto epistemolgico. En este sentido, estoy sugiriendo que
el epistemlogo naturalizado se atenga radicalmente a lo recomendado por
N1 (esto es, la formulacin ms negativa y, si se quiere, ms Jrmaldel natura-
lismo) y tome las propuestas concretas acerca de las ciencias implicadas en el
estudio del conocimiento humano y de la metodologa de stas como algo a
ir estableciendo a posteriori en funcin de las demandas del desarrollo efecti-
vo de ese estudio.

5. Naturalismo y normatividad

Los peligros de comprometerse demasiado pronto con una concepcin


excesivamente estrecha de la ciencia y de limitar drsticamente los tipos de
discurso admisible en una epistemologa naturalista se muestran de forma
patente cuando encaramos el problema de la normatividad en la teora del
conocimiento de Quine. El problema surge porque la epistemologa no ha te-
nido nunca como principal objetivo la mera descripcin de los procesos efee-
La radicalizacin del naturalismo 121

tivamente utilizados en la adquisicin del conocimiento por los seres huma-


nos. La teora del conocimiento posee, como ya seal ms arriba, una pre-
dominante dimensin normativa, que incluye la valoracin de estrategias
cognoscitivas alternativas, la prescripcin de los medios ms adecuados para
el logro de los objetivos epistmicos y el establecimiento de criterios para
juzgar cundo un cuerpo de creencias est suficientemente justificado.
Es habitual atribuir a Quine un desinters por la inclusin de estas fun-
ciones normativas entre la lista de tareas a realizar por su epistemologa natu-
ralizada. Sin embargo, como ya he mostrado en otro lugar It, Quine pretende
situar su proyecto naturalista, al menos en este respecto, dentro de la tradi-
cin epistemolgica y ejerce con frecuencia como epistemlogo normativo
en sus escritos. El problema es entonces explicar como una epistemologa na-
turalista (una epistemologa cienufica, por tanto) puede acoger en su seno ele-
mentos autnticamente normativos. No es acaso habitual alabar la presunta
neutralidad valorativa del discurso, puramente descriptivo, de la ciencia y
pensar que la objetividad cientfica depende precisamente de esa neutrali-
dad? Muchos crticos de Quine han rechazado que la normatividad pueda te-
ner cabida en la epistemologa naturalista. De sus crticas se seguira que slo
dos posturas son viables: o abandonar el proyecto naturalista, regresando al
redil de alguna forma de filosofa primera normativamente capaz 9, o aban-
donar el proyecto de una teora del conocimiento, contentndonos entonces
con la descripcin psicolgica o sociolgica de los procedimientos cognosciti-
vos existentes 20
Quine se resiste (creo que con razn) a optar por una de estas dos solu-
cones y reivindica la posibilidad de que una epistemologa naturalista inclu-
ya un fuerte componente normativo. Pero las restricciones que acepta de par-
tida con respecto a lo que debe entenderse por ciencia (esto es, ciertos
ingredientes de su receta para NO limitan enormemente su margen de ma-
niobra y hacen que su solucin parezca considerablemente inverosmil. En

<~ Cli. RodrguezAlczar (1994).


~ A eslo parecen conducir las vagas indicaciones de Putnani al final de su artculo Por qu
no puede naturalizarse la razn> (en Putnam, 1985. esp. pp. 80-St). Es difcil, sin embargo, sa-
ber exactamente qu prog-ama propone Putnam para la epistemologa ms all de su afirma-
cin de que la razn es inmanente y trascendente a la vez. Por una parte, el carcter trascen-
dente de la razn (es decir, su aspiracin a dietar criterios de correccin e incorreccin vlidts
con independencia de las determinaciones biolgicas o culturales de quienes los proponen)
nos prohibiria, segn Putnam, admitir una naturalizacin del conocimiento y la razn. Pero, al
mismo tiempo, la inmanencia de la razn (es decir, la imposibilidad dc un exilio csmico) le
lleva a rechazar por excesivamente ambicioso el viejo intento fundamentalista de intentar
una gran teora de lo normativo en sus propios trminos, una epistemologa formal. Debemos.
pues, regresar a una epistemologa filosfica, no naturalista, libre sin embargo de algunos defec-
tos histricos. Pero Putnam no indica cmo puede librarse de esos defectos una epistemologa
no naturalista.
En esto consiste, en pocas palabras. el conductismo epistemolgico propuesto ~~orRorty
(1983).
122 Francisco Javier Rodrguez Alczar

particular, Quine concibe el discurso cientfico como puramente descriptivo


y valorativamente neutro. En esas circunstancias, parece difcil explicar cmo
una teora del conocimiento sin solucin de continuidad con la ciencia y que
construye su discurso a partir de los materiales proporcionados por la inves-
tigacin cientfica puede generar recomendaciones normativas.
La cuadratura del crculo que Quine intenta tiene como punto de partida
la caracterizacin del discurso normativo de la teora del conocimiento como
un discurso tecnolgico 21 A su vez, un discurso tecnolgico es, en este con-
texto, el discurso propio de un uso puramente instrumental de la razn, esto
es, un discurso del que nos valemos para discutir los medios ms idneos
para alcanzar ciertos fines, pero no los fines mismos. La maniobra de Quine
se completa dando por sentado que los fines de la ciencia, tanto los epistmi-
cos (que Quine reduce a la prediccin de experiencia sensorial) como los
externos (comprensin de la realidad y tecnologa, segn Quine), vienen
dados por la definicin misma del juego de lenguaje de la ciencia y no estn,
por tanto, sujetos a debate (menos an a debate cientfico) 22~ El discurso
normativo de la epistemologa sera as un discurso sai generis, surgido de la
combinacin de dos elementos no normativos: la descripcin de los medios
ms adecuados para la obtencin del objetivo epistmico primordial de la in-
vestigacin cientfica y la identificacin de ese objetivo (un objetivo que, se
supone, vendra dado por una definicin apriorstica y extracientfica del jue-
go cientfico) 23
En otros lugares he criticado ya la concepcin quineana de la normativi-
dad en la epistemologa 24 A continuacin desarrollar una lista, algo ms
extensa que en otros escritos, de razones por las cuales la solucin de Quine
no me parece satisfactoria. Un primer motivo de insatisfaecin aparece cuan-
do nos preguntamos qu tipo de asertos son los utilizados por Quine cuando
enumera los objetivos del juego de lenguaje de la ciencia y, al hacerlo, caracte-
riza parcialmente dicho juego 25 Una respuesta plausible seria que estos
asertos son normativos establecen qu objetivos deben ser aceptados como fi-
nes de la ciencia y, en ltimo trmino, qu hemos de entender, en una aproxi-
macin muy general, por ciencia. Sin embargo, tales afirmaciones son pro-
nunciadas en el interior de la epistemologa naturalista y, como hemos visto,
las posibilidades normativas de sta se reducen, segn Quine, a la discusin
sobre medios, no sobre fines ltimos. As pues, el establecimiento de los ob-
jetivos de la empresa cientfica no puede formar parte, desde el punto de vis-

~ Cfr. Quine (1990a), 19.


22 Ibid,pp.2y20.
23 La concepcin quineana del discurso normativo dentro de la epistemologa naturalizada
es descrita con mayor amplitud en Rodrguez Alczar (1994).
24 Cfr. mis artculos Epistemie Aims and Values in W. V. Quines Naturalized Epistemo-
logy y Naturalized Epistemology and the IsOught Cap>.
~ Cfr., de nuevo. Quine (1990a), 2 y 20.
La radicalizacin del naturalismo 123

ta quineano, de la epistemologa normativa. Tampoco tiene mucho sentido


sostener que las afirmaciones quienanas pertenecen a la epistemologa des-
criptiva. Pues seguramente Quine no quiere decir que los objetivos de la cien-
cia son, sin ms, aquellos que cualquier individuo o grupo social de cualquier
poca persiga o diga perseguir; por otro lado, ni siquiera si restringiramos la
comunidad pertinente a la de los cientficos reconocidos encontraramos en
la historia de la cenca una concordancia unnime (ni en el nivel de las de-
claraciones verbales ni en el de las prcticas efectivas) con los objetivos que
Quine atribuye a la ciencia 26 Es decir: si la identificacin de la prediccin
como el objetivo epistmico principal de la ciencia, por una parte, y de la
comprensin de la realidad y La tecnologa como sus objetivos externos han
de considerarse ejercicios de epistemologa descriptiva, entonces la conclu-
sion inmediata es que las afirmaciones de Quine al respecto son patentemen-
te falsas. Claro que Quine podra contraatacar sosteniendo que quien atribu-
ya a la ciencia o persiga como cientfico objetivos ltimos distintos a los
mencionados ignora los limites de la cientificidad, pues slo es autntica
ciencia aqulla que persigue los objetivos que l le atribuye. Pero esta ltima
tesis no sera ya una mera descripcin, Sino una tesis normativa acerca de qu
debe tenerse por ciencia y, desgraciadamente, la estrecha concepcin de la
normatividad epistemolgica defendida por Quine impide, como hemos
comprobado ms arriba, incluir en la epistemologa quineana propuesta nor-
mativa alguna sobre los objetivos ltimos y los limites de la ciencia.
La ltima posibilidad sera admitir que afirmaciones de ese tipo pertene-
cen, usando la expresin de Goldman, a la epistemologa analtica 27 Pero,
como el propio Goldman sugiere, no es posible justificar la presencia de for-
mas de epistemologa analtica en el interior de la epistemologa naturaliza-
da 28 As lo ha reconocido tambin Hookway:

Cmo sabe Quine que el deber de la ciencia y de otras formas de


conocimiento es guiamos hacia un eficaz control predictivo sobre nues-
26 Sobre variaciones en los fines epistmicos. dr. MeMullin (1984) y Laudan (1984),

esp. caps. 1-4. Proctor (1991) ofrece un amplio muestrario de diferentes objetivos <extrnsecos
(polticos, morales, etc.) atribuidos a la ciencia a lo largo de su historia.
27 En las lneas anteriores he utilizado la misma terminologa que (ioldman (1985, 29-41).
Este autor ha distinguido entre tres concepciones de la epistemologa que, aunque habitual-
mente consideradas antagnicas, l prefiere tener por complementadas. Estas tres concepcio-
nes son denominadas por l, respectivamente, epistemologa descriptiva, epistemologa analtica
y epistemologa normativa. La primera concepcin (la nica, por cierto, que Goldman, erronea-
mente, atribuye a Onine ibid., p. 31) se ocupa de identificar los procesos, individuales y socia-
les, de adquisicin dc conocimiento. Misin de la segunda es el anlisis de trminos epistemo-
lgicos clave, como conocimiento>, racionalidad o justificacin>. La tercera tiene a su cargo
tareas tales como la evaluacin de creencias y la recomendacin de estrategias epistmicas.
Goldman observa correctamente que el rechazo por Quine del anlisis conceptual se-
para de torma importante su propia cuncepcin de la epistemologa de la quineana. Cfr. GoId-
man (1985). 33.
124 Francisco Javier Rodr4guez Alczar

tra experiencia? No puede consistentemente mostrar esto como conoci-


miento a priori o verdad analtica (1-lookway, 1988, 53).

En efecto, la epistemologa analtica es una actividad puramente filosfi-


ca, no cientfica 29, y tal proyecto chocara no slo con las objeciones de Qui-
ne a la distincin analtico/sinttico sino tambin con N1. Pues recurrir a un
discurso epistemolgico puramente analtico significara resucitar la teora
del conocimiento como filosofa primera, como una instancia que contempla
la ciencia desde una posicin completamente exterior a sta. En mi opinin,
N1 seria lo ltimo a lo que Quine debera estar dispuesto a renunciar. Creo
que es mucho ms sensato dejar de lado la estrecha concepcin de la norma-
tividad que le impide incluir el debate sobre los fines de la ciencia en la epis-
temologa naturalizada. Ya que las afirmaciones de Quine sobre fines ltimos
no pueden llevarle a resucitar una epistemologa analtica ni juegan un papel
demasiado airoso en una epistemologa exclusivamente descriptiva, propongo
buscarles un lugar en una teora del conocimiento que sea plenamente nor-
mativa y, al mismo tiempo, radicalmente naturalista en el sentido especifica-
do por N1. Volver sobre esta propuesta ms abajo. Antes, sin embargo, qui-
siera mencionar brevemente otras razones que hacen insatisfactoria la
concepcin quineana de la normatividad en la teora del conocimiento.
Una segunda razn es la siguiente: con su recurso a una normatividad
descafeinada, tecnolgica, Quine no consigue preservar la continuidad de la
epistemologa naturalizada con la tradicin epistemolgica. Una de las cosas
que cabe esperar de la epistemologa es, precisamente, que nos proporcione
criterios para sopesar objetivos epistmicos alternativos y elegir entre ellos;
hasta el punto de que difcilmente llamaramos epistemologa a una discipli-
na que no incluyera esta tarea en su agenda. Una epistemologa naturalista in-
troducira ciertamente una importante modificacin en el programa, al exigir
que esos criterios sean discutidos en el mareo proporcionado por la misma
ciencia y no por una teora filosfica del conocimiento externa a aqulla.
Pero parece que una epistemologa naturalista no puede renunciar al debate
en torno a los valores y fines cognoscitivos de la ciencia, pues ello pondra en
cuestin su condicin de genuina epistemologa.
Un tercer defecto de la propuesta quineana es que crea una diferencia ar-
tificial y no suficientemente justificada entre el discurso normativo de la epis-
temologa y otros discursos normativos como el moral. En principio, parece
razonable pensar que la epistemologa y la tica, si son ambas disciplinas
normativas, lo sean en el mismo sentido 3~>. Sin embargo, Quine no otorga el
mismo significado a la palabra normativa cuando habla de tiea normativa
y de epistemologa normativa. Este diferente trato se pone de manifiesto en

29 Goldman, op. cd, 32.


20 (Sfr., p. e., Kim (1985)383.
La radicalizacin del naturalismo 125

el texto siguiente, en el que Quine describe su concepcin de la normatividad


epistemolgica:

Aqu no hay cuestiones de valor ltimo, como en tica; es un asunto


de eficacia para un fin ulterior, la verdad o la prediccin. Aqu lo norma-
tivo, como en la tecnologa en general, se conviene en descriptivo cuan-
do el parmetro final ha sido expresado. Podramos decir lo mismo de la
moralidad si pudiramos considerarla encaminada a la recompensa en el
cielo (Quine, 1986, 665; la cursiva es lua).

As pues, mientras la epistemologa desarrolla una normatividad sui gene-


ns que se limita a recomendar medios pero no fines, la tica, como forma ge-
nuinamente normativa de discurso, se enfrentara a la difcil papeleta de in-
tervenir en el debate acerca de los objetivos ltimos de la accin moral 31~
Ahora bien, por qu puede la epistemologa eludir lo que la tica no, esto
es, el debate acerca de fines ltimos? Imaginemos un moralista que estable-
ciera por definicin que el objetivo ltimo de las acciones morales es, por se-
guir con el ejemplo de Quine, la recompensa en el cielo. Este moralista dog-
mtico estara dispuesto a discutir los medios ms adecuados para el logro de
ese fin, pero no el fin mismo. Qu argumentos tendramos para prohibirle
esta maniobra, si al mismo tiempo se la permitimos al epistemlogo? La po-
sicin del epistemlogo que se negara a debatir los propsitos de la ciencia
resulta tan insostenible como la del moralista del ejemplo. Ambos, es cierto,
podran intentar sustraerse a nuestras acusaciones invocando un mbito filo-
sofico, previo al moral o al epistemolgico, en el que se estableciera a priori,
quizs en virtud de una intuicin intelectual al alcance de algunos privilegia-
dos, cules son los objetivos ltimos de las distintas empresas humanas. Pero
el naturalismo suscrito por Quine (en particular, N1) desearta la viabilidad de
tales propeduticas.
Las tres crticas a la posicin de Quine que acabo de desarrollar me lle-
van a concluir que ste no puede, de forma consecuente, localizar sus afirma-
ciones sobre los objetivos ltimos de la ciencia en el contexto de una episte-
mologa puramente descriptiva o, menos aun, analtica. El filsofo naturalista
slo puede encomendar el debate de la cuestin citada a un mbito de dis-
curso plenamente normativa Pero es acaso posible el desarrollo de una
epistemologa genuinamente normativa sin traicionar el programa naturalis-
ta? De no serlo, nos veramos obligados a elegir entre naturalismo y normati-
vidad, acogindonos quizs a una de las soluciones opuestas (la de Putnam o

Quine encuentra tan difcil la papeleta que rechaza que la tica normativa pueda alcan-
zar ninguna forma de objetividad semejante a la cientfica. En esto consiste bsicamente la tesis
quineana de la endeblez metodolgica de la rica (cfr. <On the Nature of Moral Values, en
Quine. 1983. PP. 55-66). El carcter <light de la normatividad epistemolgica puede interpre-
tarse precisamente como un intento de librar a la epistemologa naturalizada de esa endeblez<.
126 Francisco Javier Rodrguez Alczar

la de Rorty) descritas ms arriba. Pero estoy convencido de que el filsofo


naturalista no necesita optar por ninguna de esas dos soluciones siempre y
cuando est dispuesto a soltar determinados lastres que no pertenecen al n-
cleo de su proyecto (N1). Me refiero, claro est, a ciertos compromisos que
Quine y otros incluyen en su versin particualr de N2. Como ya seal ante-
riormente, los compromisos de este tipo son todos revisables y, en este caso,
creo que existen slidas razones para considerar su revisin. En concreto, los
principios bajo sospecha seran (i) el presupuesto de que no hay lugar en la
ciencia para los juicios de valor 32 y (u) la conviccin de que todos los valores
y fines ltimos, como los gustos, son inaccesibles al debate racional ~ De
este modo se abriran las puertas a la posibilidad de un discurso genuinamen-
te normativo (esto es, un discurso que incluya tambin el debate sobre los fi-
nes de la ciencia) dentro de la epistemologa naturalizada. En mi artculo
Naturalized Epistemology and the Is/Ought Gapa he defendido que, por en-
cima de las innegables diferencias metodolgicas particulares, es posible
identificar el tenor ms general de la justificacin de valores ltimos, en epis-
temologa y en tica, con el patrn holista de justificacin que, tambin desde
la perspectiva ms general, debe atribuirse igualmente a la justificacin de las
teoras cientficas. Por otro lado, se han esgrimido poderosos argumentos
contra la aplicacin mecnica del modelo de los gustos a todos los valores ~.
Si todas estas consideraciones son acertadas, no sera en absoluto descabella-
do plantear que una epistemologa que trabaja en continuidad con la ciencia
pueda desarrollar una dimensin genuinamente normativa. Pero no es mi in-
tencin primordial argumentar aqu, como he hecho en otros lugares, en fa-
vor de un naturalismo normativo 3~, sino mostrar que esta posibilidad (una
posibilidad que hara mucho ms atractivo el proyecto de naturalizacin)
queda lamentablemente bloqueada si adoptamos una definicin de naturalis-
mo tan cerrada y restrictiva como las habiruales. Otro ejemplo de la conve-
niencia de dejar el proyecto naturalista tan abierto como sea posible lo pro-
porcionan ciertas concepciones naturalistas de las ciencias sociales y del
papel a desempear por estas ltimas en la teora del conocimiento. Trato
esta cuestin en el apartado siguiente.

32 Este presupuesto es, por cierto, bastante caro a Ouine. As, en Las races de la referencia

afirma: La teora cientfica sc mantiene orgullosa y manifiestamente alejada de juicios de va-


br (Quine, 1977, 65).
Esta es una opinin bastante extendida especialmente dentro de la tradicin empirista,
deudora en este punto, como en otros muchos, de las opiniones de Hume. Para Hume, en efec-
to, todos los valores pueden explicarse segn el modelo de los gustos. Cfr. Griffin (1991), 46 ss.

~ (Sfr., adems de mis artculos recogidos en la Bibliografa. Laudan (1984) y (1990).


La radicalizacin del naturalismo 127

6. Naturalismo y ciencias sociales

Sigamos tomando la propuesta de Quine como principal punto de refe-


rencia. Uno de los aspectos que se han criticado a esta propuesta es la restric-
cin del nmero de las ciencias pertinentes para el estudio del conocimiento
a una: la psicologa emprica. A primera vista, tal restriccin parece excesiva,
incluso si nos olvidamos por un momento de la dimensin normativa de la
epistemologa y atendemos nicamente a sus funciones descriptivas. Alvin
Goldman, por ejemplo, considera que la epistemologa debe prestar atencin
al papel de los aspectos sociales en la gnesis del conocimiento, lo que le lle-
va a implicar no slo a la psicologa, sino, adems, a la sociologa de la cien-
cia, la historia de la ciencia y la antropologa cultural 3~ Esta actitud contras-
ta con la de Quine, quien (seguramente influido por la desconfianza
positivista hacia las ciencias blandas) se resiste a conceder a disciplinas
como la historia de la ciencia algo ms que un papel anecdtico Th
No voy a discutir si hemos de seguir a Quine o a Cioldman en este punto,
aunque he de reconocer que me inclino por la actitud ms comprehensiva de
Goldman. Lo que me interesa sealar es que la decisin acerca de qu disci-
plinas son relevantes para el estudio del conocimiento debe tomarse clara-
mente a posteriori: ser la indagacin misma sobre la naturaleza y el conoci-
miento humanos la que vaya determinando la lista de las ciencias requeridas
por esa indagacin. Siendo esto as, resultara inadecuado incluir en el ncleo
del proyecto naturalista la afirmacin de que la epistemologa es un captulo
de la psicologa (o de cualquier otra ciencia), as como otras restricciones re-
lativas al mtodo o los mtodos de la psicologa. Al hacerlo, nos arriesgamos
a que un previsible descrdito de nuestras afirmaciones conlleve tambin el
descrdito del proyecto naturalista mismo. De nuevo, las hiptesis de este ti-
po deberan reservarse para el desarrollo del programa naturalista y exeluirse
de su definicin.
Es igualmente aconsejable, de cara a la consistencia del proyecto natura-
lista. que se deje abierta la cuestin de cul sea la metodologa, no ya de la
psicologa, sino de las ciencias sociales en general ~. Sin embargo, algunas de
las posiciones que se declaran naturalistas con respecto a las ciencias sociales
adoptan actitudes mucho ms aprioristas. Estas posiciones son naturalistas

26 (Sfr. Goldman (1985), 31.


~ Quine (1990a), 1. Wartofsky (1987) crtica la ausencia de la historia en las epistemolo-
gias naturalistas y propone una alternativa radical, que va ms all del reconocimiento de la ne-
cesidael de un ingrediente histrico en la teora del conocimiento.
~ Lo mismo vale, evidentemente, para las ciencias naturales. En este terreno, afortunada-
mente, cada vez son menos los que se atreven a estipular a priori cul es el mtodo cientfico. El
econocimiento de los cambios que histricamente ha experimentado la metodologa de las
ciencias proporciona un buen motivo, entre otros, para atender a cmo, de hecho, proceden los
cientficos, en vez de atenerse a definiciones esencialistas de los mtodos y fines de la ctencta.
128 Francisco Javier Rodr~aez Alczar

slo en el sentido de que abogan por la existencia de cierto grado de conti-


nuidad metodolgica entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, opo-
nindose as al exclusivismo metodolgico de la tradicin hermenutica. En
esta lnea, Roy Bhaskar afirma: El naturalismo puede definirse como la tesis
de que existe (o puede existir) una unidad esencial de mtodo entre las cien-
cias naturales y sociales ~. De forma similar, David Thomas define el natu-
ralismo como la doctrina que defiende la posibilidad de un estudio cientfi-
co-natural de la sociedad ~. En cambio, muchas de estas posturas no son
naturalistas en el sentido especificado por N1. As, cuando Bhaskar argumen-
ta en favor de su versin antipositivista del naturalismo en las cienetas socia-
les lo hace reafirmndose en una clara distincin, de inspiracin kantiana,
entre ciencia y filosofa como dos niveles mutuamente irreductibles de dis-
curso. Segn Bhaskar, aunque ciencia y filosofa hablan sobre el mismo mun-
do, lo hacen con mtodos diferentes, siendo propio de la filosofa un proce-
der a priori La filosofa, as entendida, se ocupara entre otras cosas de
establecer las condiciones de posibilidad de la ciencia social y, en particular,
de una ciencia naturalde la sociedad.
41. Una
Enforma
otras tal
palabras,
de describir
la filosofa
el trabajo
desempe-
filo-
ara
sfico una funcin
y, en trascendental
particular, el epistemolgico es, desde luego, incompatible con
N
1 y se enfrenta a las objeciones que Quine y otros epistemlogos naturalis-
tas han dirigido a la teora del conocimiento tradicional. De modo que el es-
cenario preparado por Bhaskar no parece el ms idneo para encarar el estu-
dio epistemolgico de las ciencias sociales. Con todo, su concepcin de las
relaciones entre ciencias naturales y ciencias sociales resulta considerable-
mente atractiva, al menos por lo que toca a su conclusin ms general. sta
se resume en una descripcin del mtodo cientfico que, reivindicando una
unidad metodolgica esencial entre las ciencias sociales y las ciencias natura-
les, admite al mismo tiempo la existencia de diferencias considerables entre
las metodologas respectivas. El resultado es una concepcin naturalista Q
pero al mismo tiempo antipositivista y antirreduccionista de las cencas so-
ciales.
Cul es la posicin de Quine en lo tocante a la metodologa de estas
ciencias? Las opiniones de Quine en este terreno son deudoras de su fisicalis-
mo. A su vez, el fisicalismo es, atenindonos a una de las formulaciones utili-

~ Bhaskar (1979), 2.
~ El naturalismo de Thomas es, por otra parte, moderado en tanto en cuanto su defensa de
un estudio cientfico-natural no excluye otras metodologas. Adems, Thomas insiste en que
slo es posible defender la posibilidad de un estudio cientfico-natural de la sociedad si previa-
mente se han abandonado varios supuestos empiristas sobre las ciencias naturales. Cfr. Thomas
(1979), esp. 1-12.
41 (Sfr. Bhaskar (1979), esp. 1-23.
42 En el sentido que Bhaskar da a la palabra (vid supra); no, insisto, en el que vengo consi-

derando central a lo largo de este artculo.


La radicalizacin del naturalismo 129

zadas por este filsofo, aquella doctrina de acuerdo con la cual no hay cam-
bio sin un cambio en las posiciones o en los estados de los cuerpos 43. De
esta doctrina se sigue que la materia objetiva del conocimiento (sus facts of
the manero) est formada por estados fsicos elementale& Y de ello concluye
Quine que la explicacin cientfica de cualquier hecho consiste, en ltima
instancia, en la descripcin de los cambios producidos a nivel microfsico.
De ah que la ciencia deba procurar, siempre que sea posible, la sustitucin
de cualquier otro tipo de lenguaje por un lenguaje construido exclusivamente
a partir del vocabulario de la fsica ~ Por desgracia, siempre segn Quine, en
determinados mbitos cientficos esta sustitucin est lejos de poderse reali-
zar. Uno de estos mbitos es el de la psicologa; otro es el de la semntica.
Pero en ambos casos disponemos, sin embargo, de un nivel intermedio que,
sn suplantar al microfisico, supone un considerable avance (por estar abierto
a estudio intersubjetivo) sobre un estadio puramente mentalista de descrip-
clon. Se trata del nivel de la conducta. La traduccin a trminos conductuales
de nuestro discurso acerca de estados y sucesos mentales nos permite ase-
gurarnos de que, en ltima instancia, hay una realidad objetiva compuesta
por estados y sucesos microfsicos a la cual nos estamos refiriendo, aunque
la descripcin de esos estados y sucesos fsicos no se encuentre a nuestro
alcance:

[os estados y los acontecimientos mentales no se reducen a conduc-


ta, ni son explicados por la conducta. Son explicados, cuando lo son, por
la neurologa. Pero sus aadidos conductuales sirven para especificar/os
objetivamente. (Suando hablamos de estados o de acontecimientos men-
tales sujetos a criterios conductuales podemos estar seguros de que no
estamos tan slo jugando con las palabras. Hay un hecho objetivo (fact
of the matter<) fsico, un hecho que consta, en ultimo trmino, de
estados fsicos elementales (Quine, 1979, 167).

Esta opcin conductista cierra el camino a unas posiciones mentalistas


que, en el mbito de la semntica, se traducen en el intento de explicar el sig-
nificado de las expresiones lingsticas haciendo uso de ideas u otros cons-
tructos mentales. Pero, al mismo tiempo, las convccones conduetistas de
Quine le abocan a unas conclusiones bastante pesimistas con respecto a la
objetividad en semntica, unas conclusiones que sitan a sta en una posi-
cion poco airosa en comparacin con la fsica. Estas conclusiones pesimistas
llegan cuando el conductismo aludido se combina con la tesis quineana de la
indeterminacin de la traduccin. Pues, segn sta, el recurso a la conducta no
es suficiente para establecer el significado de las oraciones proferidas por los
hablantes cuando nos alejamos de los niveles puramente observacionales del

~ Quine (1979), 162.


~ (Sfr., pe,Quine(1979), 168,yQuine(1990a), 71-72.
130 Francisco Javier Rodrguez Alczar

lenguaje. En concreto, lo que la tesis de la indeterminacin de la traduccin


nos dice es que dos lingiiistas empeados en elaborar sendos manuales de
traduccin en una situacin de traduccin radical (esto es, la improbable si-
tuacin en la cual el lingista lo ignora todo respecto a la lengua extraa y no
existe la posibilidad de recurrir a intermediarios lingiisticos) pueden termi-
nar ofrecindonos dos manuales de traduccin que, pese a permitir de modo
igualmente satisfactorio la comunicacin con los nativos y ajustarse igual-
mente bien a las disposiciones a la conducta de stos, recomienden en cada
caso, sin embargo, traducciones de los trminos de la lengua extranjera que el
autor del manual rechazara ~t
As pues, acabamos de ver cmo las opiniones de Quine acerca de la me-
todologa de la psicologa y del estatuto cientfico de la semntica descansan
sobre su adhesin, previa desde el punto de vista de la argumentacin, a una
postura fisicalista. Ahora bien, Quine reconoce acertadamente que el fisicalis-
mo no es un dogma, sino una porcin de la ciencia tan revisable como las
dems 46 Y si el fisicalismo es revisable, tambin lo son las concepciones me-
todolgicas que dependen de l U~ En otras palabras, el defensor del natura-
lismo, entendido como N1, no tiene que comprometerse, en principio, ni con
el fisicalismo ni, por ende, con una determinada concepcin de las ciencias
sociales. Estos compromsos son posteriores y tienen, como todas las tesis
que he venido situando en la rbita de N2, un estatuto mucho ms vulnera-
ble que N1.
No voy a entrar a discutir en profundidad el fisicalismo ni la cuestin de
la metodologa de las ciencias sociales, pues ello va ms all de los objetivos
de este articulo. Con todo, no quiero dejar de sealar que la tradicional am-
bicin positivista de imponer una cierta metodologa como modelo para
todas las ciencias parece escasamente realista, salvo que las analogas se bus-
quen en un nivel muy general. As, como ya seal ms arriba, considero
plausible defender que el holismo proporciona una descripcin adecuada de
cmo procede, a vista de pjaro, la justificacin de creencias en muy diversos
mbitos 48; en concreto, la idea de que no hay creencias que se autojustifi-

~ Una exposicin considerablemente breve y puesta al da de esta doctrina se encuentra


en Quine (1990a), 42-50. En Quine (1968), 40 (p. 27 del original ingls) encontrar el
lector una formulacin sinttica y clsica de la tesis.
46 (Sfr. Ouine (1987b), 49 y (1990c), 334.

~ Las inclinaciones conductistas de Guine, tanto en psicologa como en semntica,


han sido criticadas por muchos autores. As, Levine (1987), que acepta la identificacin
quineana de la epistemologa con la psicologa, sostiene sin embargo que el tipo de psi-
cologa pertinente para los propsitos de Quine no es una psicologa conductista, sino
cognitiva.
~ Con todo, el que me parezca plausible no modifica en un pice su condicin de hipte-
sts revisable dentro de una epistemologa naturalista. En esto me separo de la reconstruccin
que Paul A. Roth ofrece de la filosofa de Quine. Segn Roth, el naturalismo es una consecuen-
cia de la tesis del holismo y sta tendra un carcter trascendental con respecto a la epistemo-
La radicalizacin del naturalismo 131

quen parece aplicable sin reservas tanto a la ciencia natural como a la ciencia
social y a los diversos modos de argumentacin normativa ~ Y es probable
que un anlisis ms detallado de los mtodos en cada uno de estos mbitos
ponga al descubierto ms analogas parciales entre unos y otros. Pero esto no
es lo mismo que resucitar el viejo proyecto positivista de la unidad del mto-
do. Este proyecto, en efecto, exige de las distintas ciencias que compartan
pautas metodolgicas bastante ms especficas que las que se siguen de la te-
sis del holismo. Con otras palabras, aceptar una concepcin general holista
de la justificacin es compatible con la reivindicacin antipositivista de un
pluralismo metodolgico para las ciencias sociales 50
En cualquier caso, la conclusin principal de este apartado es que, de
acuerdo siempre con el espritu de N~, el grado de continuidad metodolgica
existente entre las ciencias sociales y naturales no es algo que deba determi-
narse a priori, sino a remolque de la evolucin de la prctica cientfica efecti-
va. Pero, por otro lado, esta ltima afirmacin no debe interpretarse como
una forma de conductismo epistemolgico conformista. Antes bien, y en con-
sonancia con lo afirmado en el apartado anterior, la renuncta a imponer a
priori un mtodo al cientfico no significa renunciar a la normatividad, sino
abogar por un intercambio (que podramos llamar dialctico S si la palabra
no estuviera tan filosficamente cargada) entre la epistemologa naturalista y
la ciencia. En este intercambio, el epistemlogo aprende de la prctica real
de la ciencia antes de sentirse capacitado para discutir la idoneidad de los
procedimientos cientficos, pero luego se encuentra tan legitimado como
cualquier miembro de la comunidad cientfica para dejar or su voz en las
disputas metodolgicas.

7. Conclusin: un antifundamentalismo radical

La argumentacin desarrollada en el quinto apartado me llev a rechazar


la concepcin quineana de la normatividad en la epistemologa naturalizada.
Luego, en el apartado sexto, he apuntado ciertas dudas acerca de la verosimi-
litud de ciertas opiniones de Quine sobre la metodologa de las ciencias so-
ciales y el papel de stas en la teora del conocimiento. Dado que las tesis

logia naturalizada y a la ciencia. Pero, en primer lugar, el naturalismo no se deduce, sin ms del
holismo (pues ste proporciona, como hemos visto, slo un apoyo parcial e indirecto a aqul);
en segundo lugar, la afirmacin de la necesidad de un mbito trascendental que hable de la
ciencia sin estar en conlinuidad con ella es incompatible con lo postulado por el naturalismo
quineano (N<) y hara inconsistente, por tanto, el sistema de Quine. Las opiniones de Roth so-
bre el particular se encuentran en Roth (1980), 431 ss,y Roth (1984), 218 ss.
~ (Sfr., de nuevo, mi artculo Naturalized Epistemology and the ls/Ought Gap.
Una defensa de ese pluralismo metodolgico se encuentra en Roth (1987).
El adjetivo es usado, en un contexto similar, por Shimony (1 987b).
132 Francisco Javier Rodrguez Alczar

quineanas cuestionadas en esos dos apartados suelen aparecer en las defini-


ciones habituales de naturalismo, o al menos se apoyan en supuestos recogi-
dos en esas definiciones, parecera que las objeciones apuntadas amenazan el
proyecto naturalista mismo. Sin embargo, si distinguimos, como he propues-
to ms arriba, entre el ncleo de ese proyecto (N1) y aquellas hiptesis revi-
sables que describen de forma ms concreta cmo desarrollarlo (N2), encon-
tramos que todos los supuestos cuestionados en los apartados quinto y sexto
pertenecen a este segundo grupo y que su posible eliminacion no comprome-
te el proyecto mismo.
Como resultado de estas consideraciones surge una cierta concepcin de
la epistemologa que se atiene a N~ y est dispuesta a renunciar, si ello es pre-
ciso, a todos y cada uno de los elementos habitualmente incluidos en N2. Al-
gunos pensarn que una concepcin tal modera tanto el naturalismo que, en
realidad, lo hace desaparecer. Llamar naturalista a esta posicin parece efec-
tivamente un contrasentido, pues un punto de vista tal es compatible, en
principio, con la posibilidad de que el corpus cientfico relevante para la teo-
ra del conocimiento no se agote en la ciencia natural e, incluso, con la idea
de que los seres humanos sean, en algn sentido, algo ms que seres natura-
les. Ahora bien, vistas las cosas desde otra perspectiva, tambin es lcito afir-
mar que la concepcin a la que he llegado constituye una versin radical del
naturalismo, pues lleva N~ (el ncleo, como he defendido, de toda propuesta
naturalista viable> hasta las ltimas consecuencias. En cualquier caso, creo
que ser conveniente, con objeto de evitar confusiones, modificar la termino-
loga y describir el punto de llegada de mi argumentacin simplemente como
una postura decididamente antifundamentalista, mejor que naturalista. De
este modo, el contenido del presente artculo podra resumirse en la afirma-
cin de que la radicalizacin del naturalismo conduce a un antifundamenta-
lisino radical. El epistemlogo que simpatiza con esta postura se limita a des-
marcarse del proyecto de una teora del conocimiento entendida como
filosofa primera, lo que le lleva a rechazar la ambicin fundamentalista de la
teora del conocimiento clsica y a negar que sea ilegtimo el uso, en la argu-
mentacin epistemolgica, de los resultados de la ciencia (aunque todava no
se pronuncia acerca de qu deba entenderse por ciencia).
Este antifundamentalismo radical incluye, pues, unos contenidos mni-
mos que definen un programa muy abierto, compatible con muy distintos de-
sarrollos. Pero esto no significa negar la necesidad de desarrollarlo y dotarlo
de contenidos ms concretos. Significa tan slo atribuir el papel que les co-
rresponde a las doctrinas que desarrollan el programa, y ese papel es el de
unas hiptesis cuya posible revisin no pondra en peligro el programa mis-
mo. Aunque no era este mi objetivo principal, en el presente escrito he mos-
trado mis simpatas por algunas hiptesis de este tipo y mi desconfianza ha-
cia otras. Una de las hiptesis que he defendido es la posibilidad y necesidad
de que la epistemologa naturalista sea genuinamente normativa, lo que im-
La radicalizacin del naturalismo 133

plica su capacidad para evaluar, debatir y proponer los objetivos de la cien-


cta. Otra hiptesis es la necesidad de combinar un monismo metodolgico
muy genrico con un pluralismo de los mtodos particulares. Ese montsmo
(que cura varias esquizofrenias y favorece la cooperacin entre los diversos
mbitos del saber) es posible porque el holismo da cuenta de las pautas ms
generales de la justificacin en las ciencias naturales, en las ciencias sociales
y en las disciplinas normativas como la epistemologa o la tica. Pero el plu-
ralismo parece inevitable cuando descendemos a las normas concretas y ces-
cubrimos que los mtodos de las ciencias sociales, de la tica o de la teora
del conocimiento no pueden ser idnticos al de la fsica, ni hay por qu for-
zar que lo sean.

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