El documento analiza la veneración católica a la Virgen María y los santos desde una perspectiva histórica y bíblica. Explica que la Iglesia primitiva ya practicaba la intercesión de los santos y que hay fundamentos bíblicos para esta creencia, como pasajes del Apocalipsis donde los santos presentan las oraciones de los fieles ante Dios. También responde a objeciones protestantes citando textos de la Biblia y de padres de la Iglesia.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
225 vistas16 páginas
El documento analiza la veneración católica a la Virgen María y los santos desde una perspectiva histórica y bíblica. Explica que la Iglesia primitiva ya practicaba la intercesión de los santos y que hay fundamentos bíblicos para esta creencia, como pasajes del Apocalipsis donde los santos presentan las oraciones de los fieles ante Dios. También responde a objeciones protestantes citando textos de la Biblia y de padres de la Iglesia.
El documento analiza la veneración católica a la Virgen María y los santos desde una perspectiva histórica y bíblica. Explica que la Iglesia primitiva ya practicaba la intercesión de los santos y que hay fundamentos bíblicos para esta creencia, como pasajes del Apocalipsis donde los santos presentan las oraciones de los fieles ante Dios. También responde a objeciones protestantes citando textos de la Biblia y de padres de la Iglesia.
El documento analiza la veneración católica a la Virgen María y los santos desde una perspectiva histórica y bíblica. Explica que la Iglesia primitiva ya practicaba la intercesión de los santos y que hay fundamentos bíblicos para esta creencia, como pasajes del Apocalipsis donde los santos presentan las oraciones de los fieles ante Dios. También responde a objeciones protestantes citando textos de la Biblia y de padres de la Iglesia.
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 16
El culto a los santos en la Iglesia Primitiva
Para muchos protestantes, la veneracin de los catlicos a la Virgen y a los santos
es contaminacin pagana y antibblica. Los santos y la Virgen (junto con el tema de las imgenes) son los objetivos preferidos de la pregunta con la que pretenden zanjar toda polmica: dnde est eso en la Biblia? Como el cristianismo catlico se fundamenta en la Biblia y tambin en la Tradicin, analizaremos tanto la Biblia como la Iglesia primitiva en busca del origen de esta doctrina. Puesto que muchos hoy acusan a la doctrina catlica de ser el resultado de la paganizacin que Constantino hizo del cristianismo en Nicea, vamos a ver qu hay de cierto en todo ello. Este artculo pertenece a la serie: CONSTANTINO O LA IGLESIA PRIMITIVA. De los 10 puntos que nos dispusimos a analizar, veremos hoy la primera parte del 6: 1- La presencia real de Jess en la Eucarista 2- La consideracin de que la misa catlica es un sacrificio 3- Jerarquizacin de la Iglesia 4- Refuerzo de la autoridad del obispo de Roma 5- Se da el nombre de catlica a esta nueva iglesia que l fund. 6- La veneracin a la Virgen y a los santos 7- Divinizacin de Jess 8- Celebracin del da del Seor en domingo 9- Seleccin del canon bblico 10- Creacin del rito de la misa catlica 6- La veneracin a la Virgen y a los santos (1 parte) Aunque muchos protestantes no lo crean as, la veneracin a los santos y a Mara son dos aspectos de un mismo fenmeno, no dos cosas distintas. Se venera a Mara porque es la ms santa de todos los seres humanos; su veneracin es pues un caso hiperblico de la veneracin a los santos. Por tanto ambos tipos de veneracin se basan en la creencia en la Comunin de los Santos, o sea, la conviccin de que los cristianos, vivos o muertos, estn unidos en Cristo y por ello pueden interceder entre s y ayudarse espiritualmente. En este artculo analizaremos si esa intercesin es posible, si tambin es posible entre vivos y muertos, si tal creencia fue introducida por Constantino o ya era parte del bagaje de la Iglesia primitiva, y si tiene o no fundamento bblico. En la segunda parte de este artculo nos centraremos en el caso concreto de la Virgen Mara y seguiremos el mismo proceso. Pero empecemos aclarando conceptos sobre qu dice la doctrina catlica al respecto, para desechar de entrada acusaciones que no tienen fundamento: Los santos, que reinan junto con Cristo, ofrecen a Dios sus propias oraciones por los hombres. Es bueno y til invocarlos humildemente, y recurrir a sus oraciones y ayuda para obtener beneficios de Dios, a travs de su Hijo Jesucristo Nuestro Seor, quien es nuestro nico Redentor y Salvador. (Concilio de Trento, Ses. XXV). Esto ya haba sido explicado por Santo Toms de Aquino: La oracin se ofrece a una persona de dos maneras: una es como si l mismo la fuese a conceder, y la otra es a ser obtenida a travs de l. De la primera forma le oramos a Dios solamente, porque todas nuestras oraciones deben ir dirigidas a obtener gracia y gloria que slo Dios puede conceder, segn las palabras del Salmo: Porque Yahveh Dios da gracia y gloria [Salmo 84:12]. Pero de la segunda forma le oramos a los santos ngeles y a los hombres, no para que Dios conozca nuestras oraciones a travs de ellos, sino para que por sus oraciones y mritos nuestras oraciones sean ms eficaces. Por lo cual se dice en Apocalipsis (8:4): Y por mano del ngel subi delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos. (Suma Teolgica II-II, Q. LXXXIII,a.4). Y ya antes que l lo haba expresado tambin San Jernimo en el siglo IV con estas palabras: Si los Apstoles y los mrtires, mientras estn todava en el cuerpo, pueden orar por otros, en un tiempo cuando deben estar todava ansiosos por s mismos, mucho ms luego de que ganan sus coronas, victorias y triunfos [en el cielo]! Un hombre, Moiss obtuvo de Dios el perdn para seis mil hombres armados, y San Esteban, el imitador del Seor y primer mrtir en Cristo, pidi perdn para sus perseguidores, ser menor su poder despus de haber comenzado su vida con Cristo? El apstol San Pablo declara que doscientos setenta y seis almas que navegaban con l le fueron dadas libremente, y despus que l desaparece y comienza a estar con Cristo, cerrar su boca y no ser capaz de emitir una palabra a favor de aquellos que a travs del mundo entero creyeron en su predicacin del Evangelio? (Contra Vigilantium, n. 6, en P.L., XXIII, 344). Dnde est eso en la Biblia? Los catlicos honran a los santos del cielo (incluida Mara) y les oran rogando su intercesin. Los protestantes citan a San Pablo como prueba de que solo hay un mediador (intercesor): Hay un solo Dios, y tambin un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jess (1 Timoteo 2:5) Pero es que la Iglesia nunca ha negado eso, solo Jess es el mediador entre Dios y los hombres, el papel de los santos y la Virgen no es conceder nuestra peticiones, sino escucharnos y presentarlas a Jess, para que Jess las presente al Padre. Ellos por s mismo no pueden concedernos ninguna gracia. Adems, si analizamos ese versculo en su forma griega original nos encontramos con esto: , , (= eis Theos eis mesites, kai Theou anthropon, anthropos Christos Iesous) que literalmente significa: Un Dios [y] un mediador, entre Dios y los hombres, Cristo Jess hombre. Pero para decir un mediador utiliza la palabra eis, que no es necesariamente excluyente (igual que cuando digo que en el barco hay un hombre no necesariamente digo que es el nico hombre que existe). Poda haber usado monos, que s es excluyente. De todas formas la Iglesia suele traducir un solo mediador precisamente porque s considera a Jess el nico mediador entre Dios y los hombres. Como hemos visto, Mara y los santos no median entre Dios y los hombres, sino solo entre los hombres y Jess. Ante esto, los protestantes suelen decir que es absurdo que si puedes pedirle algo a Dios decidas pedrselo indirectamente a travs de un santo o de Mara. Ante esto hay que aducir un componente psicolgico y otro teolgico. Si un nio necesita que su padre le lleve a ver un partido de ftbol, si ve su peticin difcil es probable que acuda a su madre para ver si ella convence al padre. As es como funciona la psique humana y es comprensible que as tambin actuemos ante Dios, puesto que tenemos esa va abierta. Pero lo realmente importante aqu es el argumento teolgico: los mritos de los santos hacen que sus oraciones sean ms poderosas. Por tanto, si buscamos su intercesin, sus grandes mritos harn que nuestras peticiones lleguen a Dios con un olor ms suave y agradable (por utilizar una imagen bblica). De igual modo podramos fcilmente volver el argumento protestante en su contra: si puedes dirigirte directamente al Padre por qu utilizar a Jesucristo como mediador en lugar de dirigirte directamente al Padre? Sin duda muchos protestantes fruncirn el ceo al or hablar de mritos de los santos, pues nadie puede ganarse la salvacin por sus propios mritos. Y esto es cierto, nadie llega al cielo por sus propios medios sino por los mritos de Cristo que nos salv. Pero eso no quita para que Dios valore nuestros mritos y nos premie por ellos. El mismo San Pablo nos lo cuenta de una forma que, de no estar en la Biblia, muchos protestantes pensaran blasfema: Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia.(Colosenses 1:24) Jess dijo que todos los mandamientos se resuman en dos: amars a Dios y al prjimo. Los catlicos vemos a la Iglesia (el Cuerpo Mstico de Cristo) como una familia en la que todos nos podemos ayudar, pues ayudarse es expresin de amor. Al negar esta ayuda mtua sera como una familia en la que todos aman al padre pero se ignoran entre s, y entonces el mandamientos de Jess se cumplira solo al 50%. Si San Pablo nos acaba de decir que sus padecimientos no solo son mritos en su favor sino que tambin son mritos que pone a disposicin de la Iglesia entera, entonces no es extrao pensar que lo mismo puede hacer el resto de los cristianos: compartir sus mritos con sus hermanos. La creencia catlica de que si dirigimos nuestras oraciones a los santos ellos las presentarn ante Dios la hallamos expresada en varios pasajes bblicos como por ejemplo el Apocalipsis. All vemos en el cielo, alrededor del trono de Dios, a cuatro seres vivientes (los evangelistas) y a 24 ancianos que representan a todos los santos del cielo, los de la Antigua y los de la Nueva Alianza: 12 tribus de Israel + 12 apstoles. Estos 24 ancianos estn alabando a Dios y ofrecindole las oraciones de los santos (los miembros de la Iglesia) que claman a l desde la tierra: Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenan arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. (Apocalipsis 5:8). Los instrumentos musicales son el smbolo de la alabanza y el incienso simboliza las oraciones de los fieles, tal como se explica en otras partes de la Biblia y aqu mismo. El Cordero, por supuesto, es Jess, el Cordero de Dios como le llam el Bautista. No se sostiene la interpretacin de que las oraciones de los santos que estn presentando a Jess son sus propias oraciones, pues en el Apocalipsis en todo momento se diferencia bien entre esos 24 ancianos y los santos: cuando se usa el trmino los santos se refiere a los justos que an viven en la tierra y padecen la persecucin, clamando al cielo, como por ejemplo en este pasaje donde se narra la lucha de la Bestia contra los cristianos: Tambin le fue permitido combatir contra los santos hasta vencerlos, y se le dio poder sobre toda familia, pueblo, lengua y nacin. (Apocalipsis 13:7) Por tanto, son las oraciones de estos cristianos perseguidos las que son presentadas ante Dios por los ancianos, y posteriormente vemos cmo Dios las escucha y por su causa acta. En otras palabras, vemos aqu en accin la intercesin de los santos del cielo por los cristianos de la tierra. Por tanto el apstol San Juan ya est expresando esta creencia en el siglo primero. Pero no solo San Juan, sino el mismo San Pablo expresa tambin la creencia en que los hombres (incluso los vivos) pueden interceder los unos por los otros, como por ejemplo en esta carta suya: Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, splicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. (1 Timoteo 2:1-4) Vemos que San Pablo no dice no recen por nadie, que de eso ya se encarga Jess; todo lo contrario, pide enfticamente a los cristianos que recen por todos los hombres, y adems aade que eso agrada a Dios, porque quiere que todos los hombres se salven, o sea, nuestras oraciones pueden influir en la salvacin de los dems hombres, lo cual es el ms alto grado posible de intercesin. Y justo a continuacin (1 Timoteo 2:5) es cuando nos dice eso de que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo. As que el mismo pasaje que los protestantes usan para negar la intercesin de los santos, si lo empezamos a leer cuatro versculos antes, se revea como todo lo contrario (ver pasaje completo): Pablo nos dice que tenemos que interceder los unos por los otros, pero esa intercesin solo es eficaz gracias a que estamos unidos al nico mediador Cristo, formando el cuerpo mstico de Jess, la Iglesia. Por lo tanto la mediacin de los dems cristianos tiene eficacia dentro de Jess, pero solo Jess media ante el Padre. No se puede tomar una frase de San Pablo y aislarla para forzarla a significar lo contrario de lo que estaba diciendo, siempre necesitamos el contexto. La Virgen y los santos no representan un camino de mediacin alternativo ante Dios, su especial intercesin solo es posible en cuanto a que ellos son ya uno con Cristo. Si la oracin de mi hermano vivo puede ayudarme, cunto ms no me ayudar la oracin de mis hermanos que habitan en el cielo y se encuentran frente a Dios. Por eso nosotros les pedimos a ellos que presenten a Jess nuestras splicas e intercedan por nosotros. Sobre la intercesin en particular de la Virgen Mara, hemos de pensar que si Jess escucha las oraciones de los santos, cunto ms no escuchar las de su propia madre. La propia Biblia nos da un precioso ejemplo de la intercesin de la Virgen ante Jess en auxilio de otras personas. Es ni ms ni menos gracias a su intercesin que Jess comienza su magisterio y realiza su primer milagro, comenzando as su misin. Puede leerlo en las bodas de Can. Y no solo en el Nuevo Testamento encontramos muestras de intercesin de los unos por los otros, tambin en el Antiguo Testamento encontramos numerosos ejemplos de cmo a Dios le complace y con-mueve la intercesin de unos hombres por otros. Vemos a Moiss en numerosas ocasiones aplacando la ira de Dios contra su pueblo, como por ejemplo enNmeros 21:5-10, donde dice: Intercede ante el Seor para que aleje estas serpientes de nosotros. Moiss intercedi por el pueblo y el Seor le dijo: Haz esculpir una serpiente venenosa y colcala en la punta de una asta; cualquiera que sea mordido y la mire, se recuperar. (Nmeros 21:7-8) O en el libro de Job: Mi siervo Job interceder por vosotros, yo le har caso y no os tratar como merece vuestra audacia, por no haber hablado de m como hay que hablar (Job 45:8) O en la famosa intercesin de Abraham por los habitantes de Sodoma, cuando negocia con Dios hasta conseguir que perdone la vida de los sodomitas si encuentra al menos diez que sean justos (Gnesis 18:16-33). Los mismos milagros de los apstoles son prueba de la intercesin. Cuando un tullido se acerca a Pedro y Juan en Hechos 3:1-8, o cuando otro tullido se acerca a Pablo enHechos 14:8-10 pidiendo la curacin, los apstoles no se escandalizaron dicindole que cmo osaba pedirles curacin, que solo a Jess se le pueden pedir dones. No, ellos curaron al tullido, y lo hicieron, como todos sus milagros, en nombre de Jess, pues aunque ellos interceden, el poder viene de Jess, no de ellos, y as son todos los santos catlicos, santos que interceden y hacen milagros no por s mismos, sino en el nombre de Jess, solo de Jess les viene el poder. Quien dice que es idolatra pedir prebendas a San Antonio de Padua o afirmar que el santo hizo milagros debera darse cuenta que San Antonio est haciendo exactamente lo mismo que San Pedro y los dems, por lo tanto son creencias perfectamente bblicas, o es que piensan que la gracia de Dios termin con los apstoles? o que el cuerpo mstico de Jess explicado por San Pablo (ver cita) solo dur hasta la muerte de San Juan? Pues fue tambin el mismo Santiago quien nos recomend la intercesin y explic que todos los santos pueden hacer milagros: Reconoced, pues, mutuamente vuestros pecados y orad unos por otros. As sanaris, ya que es muy poderosa la oracin perseverante del justo. (Santiago 5:16) En realidad incluso los evanglicos admiten la intercesin, pues por ejemplo en sus oraciones de sanacin le piden a su pastor que ore por ellos, y el pastor ora, no les dice que por qu quieren buscarse mediadores, que se vayan a su habitacin y se lo pidan directamente a Jess. Y sin embargo eso es lo que ellos nos piden que hagamos nosotros. Es evidente que esos evanglicos consideran que su pastor tiene mayores mritos y por lo tanto su intercesin ante Dios aumentar la eficacia de su plegaria. Vamos, que practican lo mismo que critican en nosotros, aunque no con los muertos. Tambin todos los protestantes practican la oracin de intercesin cuando por ejemplo rezan por la salud de los enfermos, por la paz en el mundo, etc. Le estn pidiendo a Dios que ayude a otras personas, y eso es intercesin. Pero y los muertos? La verdadera objecin de los protestantes, por tanto, no estara en la intercesin en s, sino en la creencia de que los santos del cielo tambin pueden interceder por nosotros (o que nosotros podemos interceder por las almas del purgatorio). Algunos protestantes suelen decir que los santos del cielo no pueden interceder porque estn en un estado de dormicin hasta el da del Juicio Final, o simplemente muertos. Podramos decir para empezar que esa cita que ofrece no sirve en absoluto como argumento catlico ni es usada por la Iglesia para justificar el culto a los santos, y por supuesto sabemos que los santos del Nuevo Testamento se refiere a los miembros de la Iglesia. El tema clave aqu parece ser la idea de considerar que los santos del cielo son personas muertas, y como tales no pueden interceder. La idea de que los muertos permanecen muertos (o al menos dormidos) hasta el da del Juicio se basa en algunas citas como esta de Isaas: Revivirn tus muertos, tus cadveres resurgirn, despertarn y darn gritos de jbilo los moradores del polvo. (Isaas 26:19) Pero no es difcil ver que aqu se est refiriendo a los cuerpos, son los cadveres los que revivirn, no las personas. Por eso el mismo Jess nos cuenta en la parbola de Lzaro y el hombre rico cmo muerto Lzaro y luego el rico, este ltimo le suplica a Abraham desde el infierno: Entonces, padre, te suplico que enves a Lzaro a mi casa paterna para que hable a mis cinco hermanos, a fin de que no vengan tambin ellos a este lugar de tormento (Lucas 16:27-28) Abraham le deniega la peticin diciendo que no es necesario, que sus hermanos ya tienen a los profetas. Pero vemos cmo en el ms all Lzaro, el rico y Abraham dialogan, sufren o gozan, y esta escena no tiene lugar en el fin de los tiempos, tras el juicio, sino mientras los hermanos del rico an estn vivos, o sea, el rico suplica a Abraham al poco de morir. No vemos a estos personajes durmiendo plcidamente esperando al da del Juicio para despertar, sino que estn bien despiertos. Incluso vemos cmo el rico intenta al principio que el santo Lzaro interceda por l, y al no conseguirlo pretende que Abraham interceda para que Lzaro interceda por su familia, lo cual le deniegan explicando que no hay intercesin posible para quienes estn en el infierno. As que el propio Jess nos est hablando aqu con el concepto de la intercesin de los santos desde el cielo, al igual que esta cita del libro de Job: Llama pues! Habr quin te responda? a cul de los santos* vas a dirigirte? (Job 5,1) *Estudiosos catlicos y protestantes estn de acuerdo en que estos santos a los que se invoca pueden ser hombres en el cielo o tal vez ngeles, pero en cualquiera de los dos casos se est viendo la doctrina de la intercesin entre cielo y tierra (vivos y muertos), pues en este pasaje se desafa a Job a buscar en el cielo ayuda. Pero es que esa creencia de que los santos estarn dormidos o muertos hasta el fin de los tiempos fue rechazada por el mismo Jess. Unos judos le preguntaron que si una mujer se casaba con varios, que de quin sera esposa el da de la resurreccin, pero Jess hace una aclaracin muy importante, que igualmente vale para acabar con la objecin de los hermanos protestantes: Jess les contest: Estis muy equivocados, porque ni conocis las Escrituras ni tenis idea del poder de Dios. [] En cuanto a la resurreccin de los muertos, no habis ledo que Dios os dijo: Yo soy el Dios de Abrahn, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Pues bien, l es Dios de vivos y no de muertos. (Mateo 22:29-32) Abrahn, Isaac y Jacob no estn muertos esperando al da del Juicio para revivir, Jess nos dice que ya estn vivos. Jess ha vencido a la muerte, por eso nosotros ya no moriremos, solo nuestro cuerpo morir hasta que en el da de la Resurreccin obtengamos nuestro cuerpo glorioso, pero el alma ni muere ni hiberna, pasa directamente de una dimensin a otra. Por eso Jess, durante la Transfiguracin, pudo dialogar con Moiss y Elas, porque ellos estn en el cielo vivos y despiertos, y no esperando al Juicio Final para despertar. Unos ocho das despus de esto, Jess tom a Pedro, Juan y Santiago y subi al monte a orar. Y sucedi que, mientras Jess estaba orando, cambi el aspecto de su rostro y su ropa se volvi de una blancura resplandeciente. En esto aparecieron dos personajes que conversaban con l. Eran Moiss y Elas, los cuales, envueltos en un resplandor glorioso, hablaban con Jess de lo que estaba a punto de sucederle en Jerusaln. (Lucas 9:29-31) Hay que aclarar que cuando utilizamos la expresin dormirse en el Seor como forma de hablar de la muerte, nos referimos al proceso de morirse, que es como dormirse, pero no a que una vez muertos quedemos dormidos. As se explica, por ejemplo, que Orgenes (s. III) nos diga: Pero no slo el sumo sacerdote, [Jesucristo], ora por aquellos que oran sinceramente, sino tambin los ngeles as como tambin las almas de los santos que ya se han dormido. (De Oratione XI) Obviamente, esas almas que ya se han dormido no estn en realidad dormidas si se las describe orando sinceramente por nosotros junto con los ngeles. Innumerables pues son los testimonios bblicos de intercesin, pasemos ahora a ver si la Iglesia primitiva ya profesaba esta doctrina o, como dicen algunos, fue una introduccin (que en todo caso sera reintroduccin) de Constantino en el ao 325. Testimonios de la Iglesia Primitiva Desde el siglo primero tenemos pruebas de que los cristianos veneran a los apstoles, a los profetas y a los mrtires, peregrinan a las tumbas donde reposan sus huesos y guardan fervorosamente sus reliquias, hasta el punto de que en ocasiones tenemos testimonios de que saltaban a la arena del circo para recoger algn fragmento de los mrtires y llevrselo para su veneracin, e incluso llevaban esponjas para recoger su sangre. Tambin se renda culto a los mrtires celebrando una misa en cada aniversario de su muerte, especialmente en el lugar mismo de su martirio. La costumbre de que el altar de las iglesias se construyera encima de la tumba de un mrtir, o al menos que tuviera alguna reliquia de l, se generaliz muy rpidamente, hasta el punto de que ya en el ao 269 el papa San Flix I lo oficializa. Tomemos como ejemplo dos martirios del siglo primero, el de San Policarpo y el de San Ignacio. Empecemos por este testimonio sobre la muerte de San Policarpo. poniendo el cuerpo [de San Policarpo] en medio, lo mand quemar a la usanza pagana. De este modo, por lo menos, pudimos nosotros ms adelante recoger los huesos del mrtir, ms preciosos que piedras de valor y ms estimados que oro puro, los cuales depositamos en lugar conveniente. All, segn nos fuere posible, reunidos en jbilo y alegra, nos conceder el Seor celebrar el natalicio del martirio de Policarpo, para memoria de los que acabaron ya su combate y ejercicio y preparacin de los que tienen an que combatir. (Martirio de San Policarpo, XVIII) Porque a Cristo le adoramos como a Hijo de Dios que es; mas a los mrtires les tributamos con toda justicia el homenaje de nuestro afecto como a discpulos e imitadores del Seor, por el amor insuperable que mostraron a su Rey y Maestro.(Martirio de San Policarpo, XVII) Policarpo fue discpulo del apstol Juan y obispo de Esmirna y muri martirizado en la hoguera en el ao 155. El acta del Martirio de San Policarpo, segn se dice all mismo, la escribi su discpulo Ireneo. El mismo Eusebio de Cesarea, que la trascribe parcialmente en una de sus obras, ya lo considera un texto antiguo, as que en cualquier caso se puede demostrar que dicha acta fue escrita mucho antes del siglo IV, probablemente a finales del s. II. Y en ese texto ya vemos explicada la diferencia que la Iglesia hace entre adorar a Dios y venerar a los santos (o tributar homenaje de nuestro afecto, como dice Ireneo). Tambin vemos cmo veneraban ya las reliquias de los santos, a las que juzgan ms preciosas que piedras de valor y ms estimadas que oro puro, y cmo celebran la fiesta del santo en la fecha de su muerte, que ya entonces, igual que ahora, es celebrada no como la fecha de su muerte terrena sino como la fecha de su nacimiento en el cielo (el natalicio). Y todas estas doctrinas tan tremendamente catlicas las encontramos en un texto escrito probablemente en el siglo II, o en el III a ms tardar, mucho antes de que Constantino existiera. Ms consenso hay al fijar la fecha del Martyrium Ignatii, escrito por Filn, un testigo de la muerte de San Ignacio, obispo de Antioqua y discpulo de los apstoles San Pablo y San Juan, que fue devorado por los leones en torno al ao 107. En esta crnica leemos: El hecho es que slo quedaron las partes ms duras de sus restos, los cuales fueron trasladados a Antioqua y depositados en una cpsula, tesoro inestimable dejado por la gracia del mrtir a la santa Iglesia (Martyrium Ignatii VI.5) Y tras narrar luego cmo el santo muerto se les aparece en una visin, dice: As pues, habiendo visto esto con gran gozo nuestro y comparado que hubimos las visiones de nuestros sueos, entonamos un himno a Dios, dador de todo bien, y proclamamos bienaventurados al santo, a par que os hemos manifestado a vosotros el da y el tiempo, a fin de que reunidos en la fecha de su martirio, tengamos comunin con el atleta y mrtir generoso de Cristo (Martyrium Ignatii VII.3) Por tanto, en este texto de principios del siglo segundo vemos una vez ms la misma idea que aparece luego en el texto sobre San Policarpo. Vemos cmo las reliquias del mrtir son consideradas tesoro inestimable y trasladadas a Antioqua para su veneracin, cmo San Ignacio es proclamado bienaventurado (lo que hoy llamaramos santo, o sea, que est en el cielo) y cmo se decide venerarlo con una celebracin (que sabemos que era en forma de misa) anual el da de su martirio. Adems se nos dice que el objetivo de esa veneracin es tener comunin con el santo. Esta comunin implica que el santo, que ahora est en el cielo, es un hombre vivo y se puede interactuar con l, por tanto, si a pesar de haber muerto sigue estando presente en la Comunin de los Santos, eso significa que poda interceder por ellos desde el cielo igual que los vivos pueden interceder entre s. La aparicin milagrosa del santo tras su muerte tambin confirma que estos primeros cristianos creen que ahora est vivo en el cielo, no muerto esperando la resurreccin. Pero hay textos ms explcitos al respecto, como por ejemplo esta carta de San Cipriano de Cartago al papa San Cornelio escrita en el ao 252, casi un siglo antes de Nicea: Debemos estar mutuamente conscientes uno del otro, oremos por cada uno, y si uno de nosotros, por la rapidez de la divina dignacin, parte primero, que nuestro amor contine en la presencia del Seor, que nuestra oracin por nuestros hermanos y hermanas no cesen en la presencia de la misericordia del Padre. (Ep. LVII, en P.L., IV, 358) La misma creencia se refleja en muchas inscripciones funerarias, donde se ruega la intercesin del fallecido, por estar ahora con Dios: Gentiano, creyente, en paz, que vivi veintin aos, ocho meses y diecisis das, y en tus oraciones pide por nosotros, porque sabemos que ests en Cristo (Inscripcin cristiana n 29, ao 250) El bienaventurado Sozon entreg [su espritu] a la edad de nueve aos. Que el verdadero Cristo [reciba] su espritu en paz. Y ruega por nosotros (Inscripcin n 25 ao 250) Si al principio del todo solo se renda culto a los mrtires no es porque el culto a los santos no mrtires fuera un aadido posterior, sino porque al principio consideraban que solo los mrtires tenan la certeza al 100% de estar en el cielo (y por tanto de ser santos en el sentido moderno de la palabra). Sin embargo pronto se empez tambin a rendir el mismo culto a los confesores (quienes haban sufrido torturas en las persecuciones pero no haban muerto), y luego tambin a las otras personas consideradas de probada santidad. El mecanismo de la intercesin segn el Apocalipsis Casi toda la escasa informacin que la Biblia nos da sobre lo que ocurre en el cielo est en el Apocalipsis, as que no es de extraar que sea tambin ah donde encontramos reflejado todo el proceso de la intercesin, desde que el creyente eleva a los santos su plegaria hasta que recibe de ellos la gracia concedida por Dios. En seguida, vi a los siete ngeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas. Y vino otro ngel que se ubic junto al altar con un incensario de oro y recibi una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oracin de todos los santos, sobre el altar de oro que est delante del trono. Y el humo de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subi desde la mano del ngel hasta la presencia de Dios. Despus el ngel tom el incensario, lo llen con el fuego del altar y lo arroj sobre la tierra. Y hubo truenos, gritos, relmpagos y un temblor de tierra. Y los siete ngeles que tenan las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. (Apocalipsis 8:2-6) En Apocalipsis 8:4 los ngeles presentan ante Dios las oraciones de los fieles en forma de humo, y en Apocalipsis 5:8 eran los santos del cielo quienes presentaban ante Dios las oraciones de los fieles en forma de perfume. Tambin los mrtires que estn en el cielo claman a Dios para que ponga fin a la tribulacin de los cristianos que estn siendo perseguidos en la tierra (Apocalipsis 6:10). Por tanto, el proceso que se detalla aqu en el caso de los ngeles sera el mismo que en el caso de los santos del cielo. Vemos cmo el ngel presenta ante el altar de Dios un incensario con las oraciones de los santos que estn siendo perseguidos en la tierra (Apocalipsis 8:3- 4), y a continuacin ese mismo ngel toma de nuevo el incensario que estaba en el altar y lo arroja sobre la tierra (8:5). Es en ese momento cuando se inician sobre la tierra las destrucciones que finalmente pondrn fin a los que persiguen a los justos. Esto es una clara alegora de todo el proceso de intercesin. Los cristianos rezan a los santos pidiendo su ayuda, ellos presentan sus oraciones ante Dios junto con sus mritos (y le fue dado mucho incienso para que lo ofreciese junto con las oraciones de todos santos 8-3, o sea, de los cristianos). La peticin de esos cristianos perseguidos era que Dios pusiese fin a su tribulacin. Dios atiende sus peticiones y les concede lo que piden, de modo que es el ngel de nuevo quien recoge el incensario y lo vierte sobre la tierra iniciando as el fin de la tribulacin. La peticin lleg a Dios a travs del ngel, y la gracia de Dios es enviada al orante a travs del ngel tambin, pero en todo el proceso es Dios el protagonista. No se trata, como algunos protestantes desinformados piensan, de que los santos catlicos actan como dioses paganos, recibiendo adoracin y concediendo favores por su propia voluntad. Ellos solo hacen de intermediarios y su intermediacin es eficaz porque a nuestras plegarias suman sus muchos mritos y stas quedan as reforzadas, siendo ms gratas para el Seor, del mismo modo que el ngel del Apocalipsis presenta ante Dios las oraciones de los fieles aadiendo mucho incienso para que resultaran ms gratas. De este modo, no es que el santo est en todas partes escuchando a todo el mundo, sino que cuando dirigimos nuestras oraciones a un santo, el santo las recibe y las presenta ante Dios, y lo mismo puede recibir una que un milln, las oraciones no pesan ni ocupan lugar. Los santos como modelo Pero el papel de los santos no es solo el de interceder por nosotros, sino tambin el de servirnos de ejemplo. En este aspecto podramos repetir el razonamiento de algunos protestantes de que el nico ejemplo digno de seguir es el de Cristo, pero eso es antibblico. El mismo San Pablo (uno de nuestros santos) se ofrece a s mismo como ejemplo a seguir, incitando a los fieles a seguir su ejemplo como l sigue el ejemplo de Jess: As vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en l, recibirn la vida eterna. (1 Timoteo 1:16) Igual que dicen para qu pedir a Mara o los santos que rueguen a Jess cuando lo puedes hacer t mismo? Tambin pueden decir aqu para qu seguir el ejemplo de San Pablo si San Pablo sigui el ejemplo de Jess; no ser mejor seguir directamente el ejemplo de Jess? Pues de nuevo tenemos que decir que la naturaleza humana es como es, y a veces nos resulta ms asequible un modelo menos perfecto por parecernos ms alcanzable que la perfecta santidad de Cristo. O simplemente porque cierto santo vivi en unas circunstancias ms parecidas a las nuestras o tuvo problemas ms parecidos a los que tenemos. Nadie te obliga a acudir a un santo ni te impide acudir t mismo a Jess o incluso al mismsimo Dios Padre directamente sin necesidad de acudir necesariamente a Jess, pero los catlicos siempre hemos tenido las tres vas abiertas para que usemos en cada momento la que nos resulte ms apropiada. Conclusin Hemos visto cmo es posible la intercesin de unos cristianos por otros, en cuanto a que todos formamos parte del Cuerpo mstico de Cristo y participamos de sus dones. La teora y la prctica de la intercesin entre los cristianos est ampliamente testificada en el Antiguo y Nuevo Testamento as como en la Iglesia primitiva. Tambin hemos demostrado con la Biblia que los santos que han muerto estn vivos en el cielo, con lo cual pueden seguir ejecutando all, igual que hacan aqu, su poder de intercesin, algo en lo que hemos visto crean tambin los primeros cristianos. Hemos visto cmo la Iglesia primitiva desde el principio vener a los santos y les or pidiendo su intercesin. Por lo tanto la veneracin a los santos se puede justificar acudiendo tanto a la Biblia como a la Tradicin, siendo una doctrina de los primeros cristianos que nada debe al emperador Constantino. Sin embargo esta doctrina, como cualquier otra, puede caer en el exceso, deformndose hasta parecer una caricatura. Fueron probablemente estos excesos los que llevaron a los fundadores del protestantismo a rechazar el culto a los santos. Despedimos este artculo con esta reflexin sacada de Mercaba: Debemos evitar los excesos en la veneracin de los santos? Por supuesto que en nuestra veneracin a los santos debemos evitar los excesos. Por ejemplo, hay gente que no busca a los santos como un modelo de fe cristiana, sino solamente como remedio a sus dolencias, angustias y dificultades, o para encontrar un objeto que se le ha perdido. Sabemos muy bien que hay gente que se acerca a los santos con una fe casi mgica. No nos corresponde juzgar los sentimientos de nuestros hermanos que tienen una fe dbil. Pero estoy seguro de que Dios respeta la conciencia de cada uno. Pienso en aquella mujer de la Biblia que sufra hemorragias de sangre durante tantos aos, la que se acerc a Jess tal vez con una fe mgica, pensando que con slo tocar su manto sanara, y la seora con esta fe que a nosotros nos parece medio mgica san. Pero luego Jess busc a aquella mujer y quiso darle ms que un simple remedio a sus dolencias. Jess deseaba un encuentro personal con aquella enferma y aclarar la verdadera razn de su sanacin: La fe. Hija, has sido sanada porque creste (Lucas 8:43-48). Creo que hay mucha gente catlica, entre nosotros que se acerca a Cristo y a los santos con esta actitud tmida, con esta fe no muy clara, tal vez con creencias medio mgicas. Pero no tenemos derecho a humillar o aplastar esta poca fe que tiene la gente sencilla. Es un pecado muy grave burlarse de la fe dbil de uno de nuestros hermanos. Debemos ayudarles con mucho amor a purificar su fe, como lo hizo Jess con aquella mujer enferma. Un poco de fe basta para que Dios acte.