Robert Brooks - La Tumba de Sargeras (Relato)
Robert Brooks - La Tumba de Sargeras (Relato)
Robert Brooks - La Tumba de Sargeras (Relato)
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Robert Brooks
La Tumba de Sargeras
Warcraft: World of Warcraft - 15.5
ePub r1.0
Titivillus 01.09.16
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Ttulo original: The Tomb of Sargeras
Robert Brooks, 2016
Traduccin: Desconocido
Diseo de cubierta: Picard
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Primera parte: El destino del otro
Casi toda la nave se haba esfumado. Haba ardido hasta quedar en nada.
Las costillas de metal del casco, forjadas hace mucho en Lordaeron, descansaban
sobre el lecho ocenico, al igual que los restos de pasajeros y tripulacin. Solo
algunos trozos de tela y madera chamuscada flotaban en la superficie, relucientes
an, con sus ascuas verdes chisporroteando bajo el oleaje.
Arderan durante horas. El fuego vil no se sofocaba solo con agua.
La corriente arrastr los restos a una orilla de rocas negras. A trompicones lleg
una figura solitaria de piel plida, reseca y con llagas supurantes. Se lanz al agua y
rebusc entre los restos.
Levant un tabln carbonizado. Lo olfate. Dio un lengetazo a una de las brasas,
que chispe y se apag con un siseo. Sus ojos emitieron un brillo verde. Sonri.
Ms Necesito ms
Nunca antes haba probado la energa vil. Una pepita ms grande llam su
atencin al sur. Avanz tambalendose, sin separarse de la orilla. Saba que no deba
entrar en territorio de las vigas.
Le costaba recordar un da sin sentir esa necesidad. Intent hacer memoria.
Hubo alguna poca en la que no le faltase nada? No. Era imposible. Esos recuerdos
de ir con la cabeza bien alta por Suramar, consumiendo toda la energa que quera
esa poca anterior al exilio
no eran ms que efmeras fantasas. Mejor as. Sera ms fcil cuando hubieran
desaparecido.
No necesitaba Suramar. Energa: eso era lo que necesitaba. Llevaba das sin
consumir nada, salvo esa nica ascua, y aqu ya quedaba poca cosa que rescatar. Eran
muchos los que padecan como l. Pero haba ms restos del barco naufragado a ms
distancia de la costa, restos que supondran un nuevo botn. Poda sentirlo. No estaba
lejos. As que continu adelante, ignorando su agotamiento, avanzando hacia lo que
fuera que lo reconcoma.
Y saba que no sera el nico que se sentira atrado.
Pero es mo, mo, mo, mo, mo
Estaba ya muy cerca, llamndolo desde la costa. All.
Sobre las rocas yaca un cadver boca abajo, mecido levemente por las olas.
Fuera quien fuese, haba sido alguien increblemente poderoso, pues, incluso estando
muerto, su energa mgica reluca como un segundo sol.
Se deleitara devorndola toda.
Cay de bruces en su apuro y gate hasta ponerse en pie. Oy unos gritos
indignados a lo lejos. Haban llegado otros. Y comeran bien, ya que haba suficiente
para todos. Pero primero, l.
Retir la capa negra del cadver. Era un orco de piel verdosa que emanaba magia
oscura y mostraba unas extraas marcas. Nunca haba visto un aura tan fuerte. Con
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esto tendra para
Das? Semanas? Aos?
Sinti el poder que irradiaba el cadver al acariciar el halo que lo circundaba. Era
vil. Y era magnfica. Bebi con ganas.
Sinti potencia. Sinti fuego. Sinti poder.
Sinti dolor. Sinti la mano verde del cadver ceirse a su garganta,
estrangulndolo.
Sinti miedo. El orco estaba de pie. No era un cadver y nunca lo haba sido.
Sus ojos rojos y brillantes miraron a los suyos.
No has pagado el precio de ese poder, no como yo dijo el orco. Sus ojos se
estrecharon, y los labios se retorcieron en una sonrisa. Pero sigue, por favor.
El exiliado grit. Un torrente de energa vil corrupta invadi su mente. l se
alimentaba de magia, pero ahora se ahogaba en ella, bajo un ocano sin fin de fuego
verde. Estaba lleno a rebosar, y aun as aflua ms.
Y entonces, en un instante, toda desapareci: la magia del orco, la suya Toda
drenada hasta la ltima gota. Solo le quedaron el vaco y la agona.
Y, aun as, mientras se le paraba el corazn, se dijo que hara lo que fuera por
volver a tener todo ese poder.
---
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Guldan odiaba cmo la voz de Kiljaeden resonaba en su cabeza. Haba invadido
su mente cuando entr en este mundo, y no le haba dado tregua desde entonces.
Necesito tiempo musit.
NO PUEDES PERMITRTELO.
Guldan se apoy contra una roca. Su pacto con la Legin Ardiente le haba dado
poder, pero su postura era tan encorvada y retorcida como siempre. Su cuerpo mortal
segua siendo dbil.
Necesito tiempo. El archimago es ms poderoso de lo que crees.
Guldan casi haba muerto al nadar hasta la orilla sirvindose solo de su fuerza. Si
Khadgar hubiese detectado la ms mnima energa vil alejndose del mercante en
llamas No lo hizo, pero ahora Guldan apenas si se poda tener en pie.
Tan solo necesito un momento.
NO.
Guldan se qued inmvil, recuperando el aliento.
ME DESOBEDECES?
El orco buf. Haba entrado en un mundo nuevo, robado un barco, navegado por
un ocano desconocido, y todo ello con un rastreador implacable pisndole los
talones. Guldan no pudo disimular la rabia en sus palabras.
Te he demostrado mi lealtad mil veces.
HAS FALLADO UNA Y OTRA VEZ. NO HAS DEMOSTRADO NADA.
Guldan se puso en pie, ignorando su fatiga. Que he fallado? Yo?. No dej
traslucir sus pensamientos. l haba cumplido su parte del trato, era la Legin la que
haba fracasado. Todos sus planes haban quedado en nada; Mannoroth, el azote de
mil mundos, haba muerto en una emboscada; y Auchindoun y su considerable poder
solo haban sido suyos durante un suspiro.
Incluso Archimonde haba cado.
Le sobrevino un pensamiento peligroso. Por qu las cosas iban a ser distintas
esta vez? Guldan enterr hondo esa pregunta. Muy hondo.
Adnde debera ir, pues? pregunt con una voz fra como la muerte.
VUELVE SOBRE TUS PASOS.
Guldan se gir y mir al ocano.
No comprendo.
YA HAS VISITADO ESTAS ISLAS ANTES. HACE DCADAS. NO LO PERCIBES?
Ese no era yo dijo Guldan. Una desazn helada lo embarg. Saber que ya
haba habido un Guldan que haba vivido y muerto en ese mundo, esta otra lnea
temporal, le daba escalofros. No somos el mismo.
DE SER AS, NO ME SIRVES. VE AL NORTE.
La desobediencia no era una opcin. De momento. Guldan ech a andar de
nuevo, lentamente, atento a cualquier indicio de visin. Sin duda el archimago
Khadgar ya habra empezado a registrar las islas. Algunos carroeros cados de la
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noche correteaban por la zona, pero huan en cuanto sentan la presencia amenazante
del brujo. Muchos se escondan en los restos de antiguos naufragios desperdigados
por el litoral. Guldan se regode al pensar lo frustrante que sera para Khadgar el
tener que inspeccionarlos todos. No haba un cuervo a la vista, aunque en lo alto
sobrevolaban buitres. Mantenan sus distancias.
Qu pas aqu? Con el otro.
La pregunta le supo amarga, pero tena que saberlo. Lo nico que haba odo
entre los gritos de los desafortunados soldados de Alianza y Horda que haban cado
en sus manos en Draenor era que el Guldan de esta lnea temporal haba ido con la
primera Horda a la guerra. Lo derrotaron y lo asesinaron. Los detalles escaseaban, tal
vez porque ese Guldan haba tenido un final poco memorable, una muerte que no
vala la pena volver a contar No era una idea gratificante.
LEVANTASTE UNA ISLA DE LAS AGUAS: THALDRANATH.
Por orden tuya? pregunt Guldan.
NO ESTS AQU PARA HACER PREGUNTAS. ESTS AQU PARA VISITAR DE NUEVO ESA
ISLA. HAY UN LARGO TRECHO. EN MARCHA.
Los pensamientos de Guldan seguan navegando aguas peligrosas. Aqu tiene
que haber algo poderoso. Por qu si no querra Kiljaeden mantenerme en la
ignorancia? Puede que tenga que obedecerlo, pero no tengo por qu confiar en l, se
dijo. Al fin y al cabo, si a Kiljaeden lo llamaban el Impostor, sera por algo.
Puedo preguntar al menos qu hay en esa isla?
LA TUMBA DE SARGERAS.
En aquel momento se hizo el silencio. Los buitres se alejaron. Los roedores
desaparecieron en sus madrigueras.
Alguien se acercaba. Guldan se detuvo y escuch, a la espera. Con mucho,
mucho cuidado, se envolvi en poder vil, un truco sencillo pero eficaz. Para quien
estuviera a ms de dos pasos, Guldan sera invisible. Y quien se acercara ms, pronto
dejara de ver cualquier cosa.
Mantuvo la vista atenta, pero su mente divag.
La Tumba de Sargeras? Est muerto? susurr.
NO ENTIENDES NADA.
Kiljaeden haba dado esa respuesta a muchas de las preguntas de Guldan. Pona
a prueba su paciencia cada vez que lo haca.
Alguien se mova entre las rocas. Guldan lo sinti antes de verlo.
Un destello de movimiento llam su atencin. Una figura envuelta en una capa se
deslizaba con pasos silenciosos sin que un solo guijarro la delatara. Entr con pie
firme y confiado en una zona iluminada que hizo relucir sus hojas curvas y su
armadura esmeralda. No se apreciaba ni un palmo de piel bajo su casco, pero no
pareca costarle inspeccionar todo a su alrededor.
Guldan sonri. Cordana Cantovil haba llevado algo similar. Una viga?
Aqu? Muy interesante.
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Se sinti tentado de emboscarla, pero se estaba desviando hacia el norte. La
sigui. Si haba una celadora, podra haber ms. Esos cados de la noche no haban
sido gran cosa, sus esencias vitales apenas le haban aportado poder. Pero las almas
de unas vigas s mereceran el esfuerzo.
Kiljaeden no intent detenerlo. Y el orgullo de Guldan arda en ganas de saber si
su amo le concedera esa pequea pizca de libertad.
La magia mantuvo oculto a Guldan mientras corra tras la viga. Dos veces tuvo
que detenerse cuando esta cambi de direccin, desvindose en patrones irregulares
para acabar volviendo a su rumbo original. Buscaba algo. A l? No era probable.
Muy idiota habra que ser para ir tras Guldan en solitario. Incluso Khadgar se haba
procurado aliados antes.
Al poco, la viga borde un precipicio y sali a una meseta donde haba una
media docena de las de su clase.
S
Guldan aguard en la sombra, acumulando poder mientras la viga a la que haba
seguido se una al grupo. Solo poda or fragmentos de su conversacin.
cados de la noche muertos
barco hundido en el horizonte
como ordenes, celadora Cantosombro.
Guldan las mir detenidamente. Ese nombre le sonaba. Dnde lo? Ah, s.
Maiev Cantosombro. La lder de Cordana, una figura temida. Si alguna vez se entera
de mi traicin, haba dicho Cordana, tendr que suplicar un final tan rpido como el
de Illidan.
Si pudiera matar a Maiev ahora mismo, sera una amenaza menos de la que
preocuparse. Prepar su emboscada, un virulento torbellino de muerte. No tendran
ninguna posibilidad. Ni siquiera sospechaban que estaba all. Levant las manos y
ESCNDETE.
La voz de Kiljaeden atron en su cabeza. Guldan casi se desplom por su
intensidad. Baj las manos, olvidando la emboscada.
Qu?
Entonces, lo oy.
A travs de la meseta llegaba el graznido de un cuervo.
Guldan disip su ataque al instante, esperando angustiadamente que no lo
hubieran sentido. Mir hacia arriba. El cuervo se lanz en picado y, por un momento,
Guldan crey que lo haban descubierto.
Pero el cuervo se limit a dar dos vueltas alrededor de la meseta y luego se abati
hacia las atentas vigas. En un abrir y cerrar de ojos, el cuervo se transform, y el
hombre que surgi avanz con paso seguro.
Los ojos de Guldan emitieron un destello, apretando la mandbula hasta sentir
dolor.
Hola, Maiev dijo Khadgar, sacudindose una pluma del hombro.
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No recuerdo haber pedido que vinieras, archimago dijo la lder con frialdad.
No has perdido ni un pice de tu legendario encanto contest Khadgar.
Colocndose a su lado, habl en un tono demasiado bajo como para poder orlo.
Guldan maldijo en silencio.
Debera acabar con ese idiota ahora dijo.
SON IRRELEVANTES. VETE.
Puedo matarlos a todos.
NO ESTS AQU POR ELLOS. OBEDECE, GULDAN.
Khadgar estaba justo all. Vulnerable.
En aquel momento, Guldan se plante la traicin. Era consciente de que unirse a
la Legin Ardiente implicaba servir, y lo haba aceptado. A cambio, haba recibido un
inmenso poder. Pero no haba sellado el pacto para ser un ttere.
Haba sometido a otros a obediencia ciega y, de no haber sido por el estpido
hijo de Grommash Grito Infernal, habra sometido a muchos ms, pero ese no sera
el destino de Guldan. No. Su destino era gobernar mundos para la Legin. Servicio,
no esclavitud. Y si la Legin no est de acuerdo, el pacto ya est roto, pens
Guldan.
Pero en este momento, la traicin significaba la muerte. Haba enemigos por
todas partes. Este mundo era extrao y hostil. Guldan no saba siquiera qu poder
quera la Legin que consiguiera. Kiljaeden lo tena atado corto. Demasiado como
para rebelarse.
Por ahora, Guldan interpretara el papel de mascota obediente.
Como t digas, Kiljaeden. Se retir lentamente.
TU DESTINO EST AL ESTE. BUSCA UN MODO DE CRUZAR LA BAHA. YA NO TIENES
TIEMPO DE RECORRER SURAMAR.
Guldan tuvo una idea. Dej atrs a Khadgar y a las vigas y regres a la costa del
este. All, sobre los restos de un naufragio con las marcas de la Alianza, haba un
pequeo bote de remos. Estaba atado al barco por una solitaria soga medio podrida.
Con un tirn firme, el bote acab sobre las suaves olas. Nunca haba remado, pero no
era complicado y tampoco tena que ir muy lejos. Pronto puso la distancia suficiente
entre l y la orilla y Khadgar como para dejar los remos y usar un mtodo ms
agradable para avanzar. El bote dejaba una reluciente estela verde que, de vez en
cuando, adornaba algn pez flotando panza arriba.
Kiljaeden mantuvo a Guldan en el rumbo adecuado, y en menos de una hora
apareci en el horizonte su destino. La isla era plana, pero haba en ella una extraa
estructura que acuchillaba el cielo. De cerca, se alz imponente ante l. Un
monumento. Una promesa. Chapiteles y baluartes dentados daban fe de su
importancia. Fuera lo que fuese ahora, antao haba sido una autntica fortaleza. Para
penetrarla habra hecho falta una invasin superior incluso a la que la Horda de
Hierro tena planeada para este mundo.
Por qu abandonar un sitio as? Tal vez su momento haba pasado. Pero
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Kiljaeden tena sus razones para traerlo aqu. No saber cules eran pona furioso a
Guldan.
A medida que se acercaba, se senta incmodo. La isla le resultaba familiar. No
era el paisaje; algo emanaba de ese lugar: un rastro se su propio poder, del poder del
otro Guldan de haca dcadas. Ya no le caba duda: haba estado all antes.
El casco podrido del bote de remos se hizo aicos cuando Guldan lo hizo
encallar en la inhspita orilla. Recorri a pie el resto del camino hasta la misteriosa
tumba, donde sinti la magia ignota de quienquiera que hubiera sellado la entrada.
Haba barreras fsicas de piedra y metal encantado, as como una serie de cerraduras y
puertas arcanas ocultas, pero aquello no supondra un problema. Guldan comenz a
urdir su magia vil en pautas complejas, desmantelando cada obstculo con facilidad.
Qu hay dentro? Guardias? Trampas? pregunt Guldan.
TU PROPSITO.
Guldan se detuvo. Aquella respuesta no se la esperaba.
Qu quieres que haga?
NOS ABRIRS EL CAMINO.
Guldan no comprenda.
Ya lo intentamos en Draenor. Haba supuesto un esfuerzo considerable. Y
todo, para nada.
ALL QUISISTE ABRIR EL CAMINO POR TI MISMO. AQU TAN SOLO DEBES GIRAR LA
LLAVE. ENTONCES CONOCERS NUESTRO AUTNTICO PODER.
Cay otra barrera, pero esta tena trampa: docenas de lanzas forjadas en fuego y
poder Arcano saltaron hacia Guldan. Este hizo un gesto distrado con la mano y se
esfumaron. Sus pensamientos estaban en otra parte.
Esto es lo que el otro Guldan tena que hacer. Qu ocurri?
NO CUMPLISTE CON TU PROPSITO.
No era yo gru.
YA LO VEREMOS.
En qu fall?
DESLEALTAD.
Guldan no poda fiarse de nada de lo que el Impostor le dijera. Tal vez aqu,
como en Draenor, fuera la Legin la que fracas.
Pero, por algn motivo, me han trado aqu dos veces. Algo all dentro era tan
poderoso que ni la muerte poda apartar a Guldan de su destino. Tal vez ese destino
coincidiera con los planes de sus amos. O tal vez no.
La idea despert una sonrisa en Guldan.
La ltima defensa en la entrada de la tumba qued anulada. Guldan vol la
puerta con enorme estruendo. Ahora tena que actuar deprisa: el ruido habra llamado
la atencin.
Guame, Kiljaeden dijo Guldan. Lo conseguir.
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Se adentr en la oscuridad de la Tumba de Sargeras. Era evidente que el sitio era
inmenso, con innumerables corredores que se hundan en las profundidades. El peso
de la magia milenaria y de los destinos de las almas de este mundo caa sobre l.
Avanz arrastrando los pies tan rpido como pudo. Ya no haca falta que Kiljaeden le
metiera prisa, pues Guldan estaba ansioso por descubrir los secretos de la tumba. El
poder que hubiera en su interior pronto sera suyo.
No de la Legin. Suyo.
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Segunda parte: Viejos amigos
La voz de Maiev Cantosombro era fra.
Has acabado, archimago? pregunt.
Casi.
El tiempo se acababa. Khadgar envi al ltimo elemental con unas instrucciones
sencillas.
Encuentra a Guldan.
La criatura en forma de lgrima y compuesta de energa arcana se alej flotando.
Otros ensamblajes similares serpenteaban ya por toda la isla, de costa a costa,
inspeccionando las sombras. Lstima que no fueran lo bastante fuertes para un
combate de verdad, pero, cuando alguno de ellos fuera destruido, Khadgar lo sabra al
instante.
Unos minutos antes, Khadgar haba sentido un atisbo de corrupcin, pero esta
haba cesado. Si Guldan haba estado cerca, probablemente se haba retirado. Una
lstima.
Listo. Mis disculpas, Celadora. Bueno, hablemos de nuestra bsqueda.
Tu bsqueda. No la nuestra dijo ella.
Ah, as que las vigas ya no se preocupan por los intrusos? Es bueno saberlo.
Khadgar mantena un tono desenfadado.
Si Guldan es bienvenido, entonces no tengo nada de qu preocuparme
A Maiev no le haca gracia.
Si es que Guldan est aqu
Est aqu afirm Khadgar.
Si lo est repiti Maiev, nos encargaremos de l. Despus de hablar de tus
fracasos en Draenor.
Disculpa?
Te prestamos a una viga. Una hermana leal e incondicional que se haba
distinguido una y otra vez comenz.
Maiev
Pero, al cabo de unos pocos meses a tu lado, se volvi una traidora. Por qu,
Khadgar? Qu hay en ti que la llev directamente a la Legin Ardiente?
Pregntaselo a Cordana cuando la veas dijo Khadgar con toda la calma que
pudo. La acusacin de Maiev y hundirle un cuchillo en el pecho eran lo mismo. Sin
duda podrs sonsacarle una respuesta. No estoy aqu por eso.
Nos enviaba informes, Khadgar dijo Maiev. Cordana tena dudas sobre tu
criterio. Serias dudas.
No hay tiempo
Imprudente. Arrogante. Impreciso. Obstinado. Reacio a aceptar consejos.
Y esas fueron solo sus primeras impresiones. Maiev y sus vigas permanecan
inmviles, con gesto severo, un muro de desaprobacin tras el cual no trasluca otra
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emocin. Tal vez hayas cambiado con los aos, Khadgar; pero sonaba muy
familiar.
Si quieres hablar de errores del pasado, podemos hacerlo dijo Khadgar.
Solo tardaremos unos meses en repasar los mos. Y unos cuantos ms con los tuyos.
Los ojos de Maiev se estrecharon, pero Khadgar continu. Eso podemos hacerlo
luego. Pero ahora mira al sur. Seal al ocano. Seguro que tus vigas han visto
humo en el agua. Es lo que queda del barco que Guldan rob. Lo quem, junto con
todos los que iban a bordo. Los ltimos restos de humor haban desaparecido de su
voz. Guldan est aqu, y empezaris a encontrar cadveres muy pronto.
Khadgar vio cmo las vigas se miraban unas a otras. Ah Ya lo habis hecho.
Alguien importante?
Los ojos de la Celadora se clavaron en los suyos.
Unos cuantos cados de la noche. Enviamos a Cordana contigo para evitar este
tipo de desastres.
El verdadero desastre an se puede evitar. La historia no se va a repetir dijo
Khadgar. Este Guldan no saba cmo llegar hasta aqu. Ni siquiera decidi por s
mismo cruzar la Puerta Negra. Alguien gua cada uno de sus pasos.
Por qu? Adnde? La Tumba de Sargeras? Est vaca dijo Maiev.
Nerzhul se llev parte de su poder; e Illidan, el resto.
Khadgar neg con la cabeza.
Maiev. T sabes lo que quieren sus amos: una puerta abierta a Azeroth. Ya
intentaron crear una all. Quizs quieran volver a intentarlo.
Eso no es posible.
No para ti o para m dijo Khadgar. Pero la Legin no invertira tanto
esfuerzo en una empresa intil. Guldan est aqu para reclamar la tumba en su
nombre. Aydame, Maiev, t y tus vigas. Juntos podemos detenerlo. Acaso no es
ese tu deber?
Maiev contempl a Khadgar sin pestaear. Transcurrieron unos instantes.
Entonces tom una decisin.
A m orden. Sus vigas se reagruparon al momento. Las rdenes brotaron
con rapidez. Reunid a todo el mundo en la Cmara del Traidor. Quizs debamos
trasladar todo lo que hay dentro.
Khadgar se qued sin habla.
Las tropas de Maiev saludaron y respondieron al unsono.
S, celadora Cantosombro! Sin vacilar, salieron a toda velocidad para
desaparecer por el sur. No hacia la tumba, sino en direccin opuesta.
Khadgar no dijo nada. No poda. Maiev acababa de ordenar a sus vigas que se
fueran. No iban a ayudar.
Maiev, qu haces? pregunt al fin.
Maiev se volvi hacia Khadgar. Ya sin sus subordinadas, sus palabras cayeron
como un martillo sobre un yunque.
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No lograste detener a Guldan en Draenor, y no has logrado detenerlo aqu.
Rob un barco, no? Tan difcil es para un cuervo rastrear un lento navo de vela?
Toda una marea de fracasos.
Khadgar no crea lo que oa.
Tenemos nada menos que a la Legin Ardiente en contra. No sabes a qu nos
enfrentamos en Draenor dijo.
Pero Maiev no haba acabado.
Guldan naveg hacia las Islas Abruptas antes de que lo localizaras. Y luego
qu? Un fueguecito le permiti escapar y llegar hasta aqu a nado?
Un fueguecito.
Haba sido un buque mercante, con muchos pasajeros a bordo. Cuando Khadgar
descubri el barco, Guldan haba apilado en cubierta los cadveres resecos de los
adultos y haba alineado a todos los nios creando un escudo humano para
protegerse.
Y entonces, con una sola chispa de fuego vil
El recuerdo llen a Khadgar de ira, y habl sin pensar.
Lo olvidaba. T nunca has sufrido estos reveses. Dime una cosa: a cuntas de
tus hermanas dejaste morir durante tu persecucin de Illidan?
Se hizo un silencio absoluto en la pradera. A cada segundo creca el abismo entre
ambos. Cuando Maiev respondi, fue tajante.
Cualquier ayuda que te brindara sera un desperdicio. Adems, te equivocas.
En la tumba no queda nada. Cualquier vestigio de poder que hubiera se encuentra
ahora en los restos de Illidan, en la Cmara. Ese sera el autntico objetivo de la
Legin, y es all adonde Guldan ira. As que mi deber me obliga a ir all a detenerlo
dijo.
Khadgar reprimi una respuesta dura. Realmente necesitaba su ayuda.
Celadora Cantosombro dijo, casi suplicando, t conoces la tumba. Yo no.
Puede ser una ventaja decisiva.
Maiev se dio la vuelta.
Buena suerte, archimago. Cuando comprendas tu error, me encontrars en la
Cmara. Tenemos mucho ms de que hablar. Y se fue tras sus vigas.
Khadgar no la llam.
Que as sea dijo en voz baja. En cuestin de instantes, Maiev ya se haba ido
y Khadgar volaba por el cielo en forma de cuervo. Sobrevol en crculo los restos del
naufragio, intentando sentir a Guldan. No pudo. Solo senta la presencia de los
cados de la noche escondidos. O Guldan haba encontrado un modo de cruzar la
baha hasta Thaldranath, o haba huido al norte, hacia Suramar y Monte Alto. Una de
esas dos posibilidades implicaba mucho ms riesgo, as que Khadgar vir en mar
abierto para dirigirse hacia la tenebrosa isla en la que sobresala una antigua
estructura abandonada.
Por primera vez en aos, tal vez dcadas, se sinti desesperado. Ni siquiera al
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lanzarse por el Portal Oscuro en una misin suicida haba sentido tal pavor. Por aquel
entonces, el objetivo de la Horda de Hierro era claro: la conquista. El fracaso de
Khadgar le habra supuesto la muerte. Incluso el xito podra haber requerido el
sacrificio supremo. Haba cierta paz en ello. Pero la Legin Ardiente Khadgar la
haba estudiado durante mucho tiempo, y an no haba averiguado sus autnticos
propsitos. Para la Legin, someter Azeroth solo era un medio para un fin. Qu
vena despus de esclavizar o incinerar a toda criatura viviente? No lo saba. Y tema
la respuesta.
Esa era una de las razones por las que se haba centrado en Guldan cuando estaba
en Draenor. Podas aprender mucho de la forma en que tus oponentes movan sus
peones.
Y probablemente la Legin haya lanzado a su pen directo a la Tumba de
Sargeras, pens Khadgar. Maiev tena razn en parte: el lugar haba sido despojado
de cualquier cosa til mucho tiempo atrs. El Kirin Tor haba eliminado a los nagas
que quedaban, y los artefactos de poder restantes, por escasos que fueran, haban sido
puestos en custodia de las vigas. Se haban dispuesto cerrojos y resguardos arcanos
por toda la estructura, lo bastante fuertes para mantener a raya a ladrones, aventureros
y agentes siniestros.
Hara falta un individuo muy motivado y poderoso para colarse. O sea, que
Guldan apenas tendra problemas. Khadgar tena que averiguar cmo planeaba
entrar
BUM!
Bueno Misterio resuelto, pens. El ruido lejano y sordo lleg a sus odos
justo antes de que la onda expansiva agitara el aire. Sus ojos de cuervo giraron hacia
abajo, hacia la isla de Thaldranath, mientras el viento pareca temblar en torno a sus
alas. Una nube de polvo se elevaba sobre la Tumba de Sargeras. Se lanz hacia ella.
La entrada estaba en ruinas, totalmente destruida. Khadgar descendi
describiendo una espiral mientras las plumas se transmutaban en carne y pelo cano, y
sus flexibles garras crecan hasta tornarse pies calzados en botas de suela blanda.
Sucedi en un instante, como siempre. De los trucos que haba aprendido de su
mentor, aquel segua siendo su favorito. Al tocar el suelo, extendi los brazos para
despejar la persistente niebla de polvo y piedra pulverizada. Todas las barreras
mgicas y fsicas que aislaban la tumba del mundo haban desaparecido. Solo
quedaban residuos de energa vil. Aquello era obra de Guldan.
Khadgar se qued quieto. Escuchando. Sintiendo. Notaba el hormigueo distante
de la magia vil. Guldan ya estaba dentro. Ya estaba manos a la obra.
Sera sumamente arriesgado cargar en solitario, y tardara demasiado en registrar
cada corredor de la tumba uno por uno. El interior era como un laberinto. No haba
un modo sencillo de seguir los pasos de Guldan.
A menos que
No. Era una idea estpida.
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Khadgar inspir hondo. Espir. Segua siendo una idea estpida. Pero no se le
ocurra nada mejor.
Est bien dijo en tono sombro. Ms vale ponerse a ello.
Khadgar corri al interior y recibi una bofetada de dolor al instante. Una poza
oscura se abri bajo sus pies y unos abisarios gemebundos extendieron los brazos
desde el otro plano de la existencia y le agarraron las piernas; su glido tacto
quemaba, su fuerza era capaz de triturar huesos. Khadgar solt una explosin arcana
contra sus caras amorfas y se liber a duras penas.
La trampa de Guldan haba fallado. Su primera trampa Habra muchas ms,
claro. Y eso es bueno murmur Khadgar. Cuando encontr una sala con
corredores que se ramificaban, lanz energa por cada tnel.
En el tnel de la izquierda estall en llamas. Perfecto.
Khadgar se desvi a la izquierda y se abalanz a travs de las llamas. A unos cien
metros haba otro cruce. Esta vez fue el tnel del norte el que reluci. Khadgar ni
siquiera aminor mientras reventaba aquella trampa.
A Guldan lo estaban llevando con correa, estaba claro. De ser as, no habra
tenido tiempo para dejar rastros falsos. Khadgar sigui corriendo. Poda seguir las
trampas de Guldan. No era tan mal plan despus de todo.
Corredor tras corredor, pasadizo tras pasadizo, Khadgar corri sin parar. Las
trampas de Guldan eran endebles, hechas a toda prisa. Khadgar se negaba a aflojar el
paso, y eso le salv la vida cuando una descarga gigante le vino de una direccin
inesperada. De haber ido Khadgar un paso por detrs, la lanza de fuego verde le
habra perforado el corazn en vez de desgarrarle la parte de atrs de la capa.
Mientras se adentraba en la tumba, Khadgar advirti las elegantes lneas inscritas
en las paredes.
Runas arcanas? Era un lugar muy inusual para ellas. Le eran desconocidas, y
eran las ms avanzadas que Khadgar haba visto. Eran inquietantes. Algunas
brillaban, lo cual era an ms inquietante. Guldan no tena experiencia con lo
arcano.
O s?. Las ideas se le agolpaban. Qu ocurre aqu?. Este lugar haba sido
fortificado siglos antes por Aegwynn, la guardiana ms poderosa de la historia de este
mundo. Lo que hubiera hecho ella estaba mucho ms all de las facultades de
Khadgar.
Y ella estaba bajo el influjo de Sargeras cuando lo hizo.
Aquel pensamiento hizo que Khadgar se detuviera en seco. Otra trampa, a solo
unos centmetros, vibr y explot. Se escud con un gruido de enojo y no sinti
nada. Una de las runas estaba grabada en el techo del corredor. La estudi
detenidamente. S, nunca haba visto algo igual, pero la forma en que se curvaban sus
ngulos, el modo en que canalizaba la energa La intencin le resultaba familiar.
Una runa as poda usarse como parte de un cerrojo.
Un cerrojo no, comprendi Khadgar con horror. La runa era una pequea parte de
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una llave. Una llave enorme y oculta que yaca en la estructura de la propia tumba. Su
complejidad era csmica. A Khadgar no se le ocurra otra palabra. Intentar
asimilarlo con una sola runa era como intentar estudiar un ocano con una sola gota
de agua.
Que la Luz nos ayude a todos exhal Khadgar. No era ningn misterio lo que
la llave abrira: la Legin Ardiente haba intentado crear un portal aqu haca mucho,
mucho tiempo, pero haba fracasado. El poder de la Legin haba quedado inerte,
cualquier erudito del Kirin Tor podra corroborar esa historia.
Pero la Legin Ardiente debe de saber algo que t no sabes, o de lo contrario no
estara aqu este ttere, Khadgar se record a s mismo.
Cre Aegwynn esta llave intencionadamente? O tal vez Sargeras la manipul,
guiando sus actos de un modo tan sutil que ni se dio cuenta?. Khadgar no lo saba.
Lo nico que poda deducir era que esta runa tena una finalidad deliberada. Si
intentaba toquetearla, seguramente la runa bloqueara su poder. O podra volverlo en
su contra. Esas cosas tendan a resultar ms bien letales.
Ech a correr de nuevo. Guldan estaba cerca. Si Khadgar eliminaba al nico
pen de la Legin en la isla, los planes de los demonios caeran en saco roto.
Los pasadizos torcieron pronto en la misma direccin. Khadgar dej que lo
llevaran hacia dentro, hacia las palpitantes descargas de energa vil. No haba ms
trampas.
Una entrada estrecha y ornamentada llev a Khadgar a una cmara imponente
cuyo techo se perda en las sombras. Y all, en el centro, estaba su presa.
Guldan estaba en cuclillas, haciendo pequeos gestos sobre una baldosa
reluciente. Gir la cabeza y Khadgar vio sus ojos rojos agrandarse con sorpresa.
Khadgar avanz sin titubeos.
Ha pasado demasiado tiempo, viejo amigo.
De las manos del archimago brot una energa letal.
Qu ganas tena de encontrarte.
Guldan gru.
De veras?
El fuego verde colision con un poder violceo.
La Tumba de Sargeras tembl. El combate haba comenzado.
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Tercera parte: La furia de la Tumba
Ondas de energa colosales chocaron, girando en un abultado vrtice de poder vil y
arcano. La enorme sala se sacudi en todas direcciones al fluir por ella torrentes de
fuego, pero Khadgar y Guldan no vacilaron, no se inmutaron, no pestaearon
siquiera.
En su lugar, Khadgar exhibi una deslumbrante sonrisa. Sus brazos estaban
extendidos hacia delante, su barbilla levantada. Nada de trucos de magia; tan solo una
avalancha de poder puro.
All donde la furia de ambos colisionaba, brotaba fuego. El aire mismo
amenazaba con encenderse. En ese caso, todo en el interior de la tumba quedara
destruido. Incluidos Khadgar y Guldan.
Y ninguno de los dos retroceda.
GULDAN, PON FIN A ESTO.
Otra vez esa odiada voz. Kiljaeden. Guldan grit.
No te metas en esto!
OBEDECE. RETRATE.
Puedo matarlo! bram Guldan.
Khadgar sonri burln mientras el sudor empezaba a brillarle en la frente.
Quin es, Guldan? Quin sujeta tu correa? Guldan respondi con un
rugido sin palabras, arrojando an ms poder contra el archimago. Volaron chispas,
pero Khadgar desvi la energa con una risa ronca. A cul de tus amos no hemos
matado an?
La voz de Kiljaeden prendi la mente de Guldan.
DETENTE! NINGUNO DE LOS DOS PODIS MORIR HOY.
Qu?!
AHORA MISMO!
No era una simple orden: era un ultimtum. O Guldan obedeca, o quedara
aislado de la Legin. En el acto.
As que obedeci. Guldan abri los brazos, esparciendo su poder en una fina
membrana de puro fuego vil. El ataque de Khadgar la atraves y, al romperse, se
liber una explosin de luz cegadora. Khadgar se protegi los ojos. Cuando el
resplandor se desvaneci, Guldan ya no estaba.
Khadgar se enderez y se sacudi los hombros. Algunas hebras de su toga haban
comenzado a arder.
S que sigues aqu, Guldan dijo. No tienes ningn otro sitio al que ir.
Guldan acechaba escondido en las sombras. El truquito que haba usado contra
las vigas evitara que Khadgar lo viera fsicamente, pero Guldan saba que el
archimago tena otras formas de dar con l.
No puedo cumplir tu tarea sin que lo note le dijo Guldan a Kiljaeden en
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voz baja. Deja que lo mate.
SACRIFICAR TODO POR LA VICTORIA. ESO NOS DAR UNA OPORTUNIDAD. MS
TARDE
Guldan no tena ni idea de a qu se refera. Pero ahora saba que la Legin
Ardiente tambin tena planes para Khadgar.
Y eso daba lugar a preguntas interesantes. De veras creen que pueden
convertirlo? Si lo logran, me necesitarn a m para algo? La traicin volva a
parecerle muy atractiva.
Guldan se mova sin cesar en la oscuridad. Khadgar comenzaba a lanzar orbes
arcanos relucientes, desterrando las sombras poco a poco.
Tambin llenaba la cmara de palabras.
Qu importancia tienes, Guldan? Es Kiljaeden quien te da rdenes? O solo
uno de sus perritos falderos?
Su voz pareca venir de todas las piedras a la vez. Una idea ingeniosa. Eso
ocultaba su ubicacin. Guldan dedujo enseguida cmo imitarlo. Un toquecito vil, y
su propia voz reson por toda la estancia.
Khadgar, nunca te he dado las gracias por tu ayuda. No me habra resultado
fcil liquidar a la Horda de Hierro yo solo. T y tus amigos fuisteis muy tiles dijo.
Khadgar rio.
S, y lo bien que acab todo para ti. Por m te ayudo as siempre que quieras.
Se dio la vuelta y una descarga de fuego apunt directamente a Guldan. Pilares de
piedra se evaporaron y, del techo, cay una avalancha de rocas con gran estruendo.
Guldan no se movi y dej que el caos pasara. El ataque haba fallado por apenas
unos pasos. Tal vez no se haba ocultado tan bien como crea Pero, tras un
momento, Khadgar mir en otra direccin. Pura suerte, nada ms.
Guldan tena a tiro la espalda de Khadgar, pero le haban prohibido atacar. Era
absurdo. Quizs se le permitira cometer un error en el fragor de la batalla.
Kiljaeden se pondra furioso, pero sigue necesitndome, pens. Cuando llegara el
momento oportuno, Guldan pondra a prueba su teora.
Hasta entonces, tena que darse prisa con su tarea. Basta de dar palos de ciego.
Kiljaeden, dime qu hay en esta tumba y cmo liberarlo susurr Guldan.
Hubo un silencio. Y entonces, al fin, Kiljaeden cedi.
ESCUCHA ATENTAMENTE.
As lo hizo. Mientras Kiljaeden hablaba, Guldan no pudo evitar que una sonrisa
le retorciera los labios.
---
Khadgar camin lentamente por el centro de la cmara, sin esforzarse por enmascarar
sus pisadas. Esta zona era inmensa. Hileras de columnas se extendan hacia las
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tinieblas y brillaban dbilmente con sus runas activadas a medias. Los sitios donde
Guldan poda esconderse eran infinitos. Sera ms fcil hacerlo salir que buscarlo en
las sombras.
Tienes miedo, Guldan? No hubo respuesta. Khadgar esperaba que cada
palabra, cada paso, fuera como una daga que perforara el orgullo del brujo; no
pareca que a Guldan le hubiera gustado la orden de retirarse. Tan rigurosamente
lo gua la Legin Ardiente?. Khadgar mantuvo un tono insolente. Alguna vez
has tenido que vencer personalmente a un adversario preparado? Alguien que sepa
exactamente qu eres? Est claro que tu otro yo no. Avanz desde Draenor a Azeroth
y arras ciudades enteras, pero siempre tuvo a otros que le hacan ese trabajo sucio.
Qu incmodo debe de ser esto para ti.
Un leve frufr. Piel rozando tela. Esa fue la nica advertencia que recibi
Khadgar. Guldan estaba alzando las manos.
Un estrepitoso muro de fuego verde sali disparado hacia la espalda descubierta
de Khadgar. Este dej que se acercara. Cuando ya senta el calor en el cuello, realiz
un simple gesto. La magia Arcana congel el aire en torno a l y lo envolvi en una
barrera de hielo.
El fuego de Guldan apenas derriti unas pocas gotas. Con un gruido, Guldan se
retir de nuevo a las sombras. Khadgar sonri. Otro gesto, y la barrera se rompi en
mil pedacitos, que cayeron al suelo con un sonido musical. Khadgar se sacudi el fro
repentino y reanud el paso mientras sus botas convertan el hielo en charcos.
Uy, casi dijo.
Un gruido de dolor apagado flot por la estancia.
Khadgar no pudo evitar rer.
No tenas permiso para atacarme? Qu tal la disciplina de la Legin, Guldan
? Vas a ser una buena mascota ahora?
La voz del orco estaba a punto de explotar de rabia contenida.
Crees en el destino, humano? pregunt.
Qu pregunta tan rara.
Conozco tu destino dijo Khadgar.
Y qu me dices de la redencin?
Redencin? Para ti? No resopl Khadgar.
No, para m no admiti Guldan.
Vuestro tipo de redencin me aburre. Como aburri al hijo de Grito Infernal,
tengo entendido.
En eso tena razn.
Qu quieres? No creo que ser una marioneta te resulte atractivo.
Quiero que mis enemigos ardan dijo Guldan.
Muy bonito dijo Khadgar. Ya no venan ataques desde las sombras. Guldan
estaba haciendo tiempo.
Khadgar inspeccion la cmara. Un pedestal cercano refulgi y atrajo su atencin.
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Estas runas s las reconoci. Eran una antigua obra de los Altonato. Durante la Guerra
de los Ancestros, cuando la Legin haba intentado abrir aqu un portal lo que
habra creado una especie de segundo frente, haba hecho falta una importante
cantidad de magia para sellarlo. Eso era exactamente lo que estaba mirando: uno de
los cinco sellos. Solo saba de ellos por sus estudios. Khadgar se inclin para
examinarlo. Era una obra fascinante, muy precisa a pesar de haberse hecho de forma
apresurada. Segua activa y emita una luz violeta mientras
Se oy un ruido. El sello emiti un brillo verde y luego se oscureci. Khadgar se
qued mirando. Tras un instante, sali de l un humo acre, pero su luz se haba
apagado del todo.
El sello haba desaparecido ante sus propios ojos. Khadgar tuvo un
presentimiento. Guldan. Aun estando escondido, estaba rompiendo los sellos.
Y cuando hubieran cado todos? La Legin ganara. Khadgar no poda aguardar
ms. Cre energa en forma de lgrima hasta la altura de su hombro y la llen de
poder. Aparecieron dos brazos, y el elemental Arcano abri los ojos.
Sirvo dijo.
Khadgar seal hacia las sombras.
Hay alguien escondido. Da unas patadas a las rocas hasta que salga dijo.
Obedezco dijo el elemental. En realidad, no poda patear nada no tena
pies, pero se fue flotando al rincn derecho sin hacer preguntas. Eso estaba bien.
Los elementales podan ser terriblemente literales. Tarde o temprano tropezara con
Guldan. Pero por qu conformarse con uno? Khadgar invoc ms. Era hora de
meter presin al brujo.
Y a poder ser, a sus amos, pens Khadgar. De pronto tuvo una nueva idea. Al
fin y al cabo, haba muchas formas de distraccin.
Por cierto, Guldan dijo, tengo que preguntrtelo: te ha dicho la Legin
cmo moriste?
---
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Kiljaeden haba revelado la verdad sobre la tumba. La estructura original se
haba resguardado contra intrusos demonacos haca miles de aos, pero Guldan no
era un demonio. No exactamente. Haba mucho poder aqu, y no todo proceda de la
Legin. Lo haban dispuesto en capas, invertido y escondido con tanta habilidad que
solo una persona antes lo haba descubierto. Pero, tras diez mil aos de falta de
atencin, estos sellos, forjados con poder titnico por mortales imperfectos, tenan
puntos flacos. Debilidades fatales.
La Legin no poda tocar los sellos, pero los demonios los haban estudiado. Los
antiguos diseadores de los resguardos los fabricaron para que mataran a quien
intentara romperlos, pero Guldan saba exactamente cmo abrir los cinco de un
modo seguro.
Ya haba cado uno, y Guldan segua vivo. La Legin estaba dndole
instrucciones vlidas. Quedaban cuatro.
Guldan hizo un gran esfuerzo y not que algo ceda. La tumba entera tembl.
Otro sello menos. Quedaban tres. Mir a Khadgar, que inclin la cabeza pero no
pareca entender la magnitud de lo que haba pasado. Romper los sellos no era algo
tan espectacular como Guldan haba supuesto.
Todo el poder que la Legin haba preparado para abrir este portal pareca atraer a
Guldan desde lejos. Llevaba demasiado tiempo inactivo Alguien tena que
reclamarlo.
Curiosamente, Guldan empezaba a sospechar que la Legin no era consciente de
la otra fuente de poder que haba ah abajo. Pero si bien poda sentirla, no poda
blandirla. Eso la converta en irrelevante. Por el momento.
La voz de Khadgar se inmiscuy en sus pensamientos.
La Horda, la primera Horda, haba invadido Lordaeron. T los abandonaste
para venir aqu. Uno de los elementales de Khadgar flot cerca de Guldan, pero
no lo vio. Esta isla estaba bajo el ocano. T la levantaste. Algo impresionante.
Guldan se centr en su tarea, con los dedos temblndole inconscientemente. Su
poder vil actuaba a fondo en las runas de la tumba, buscando el tercer sello. Ah
est. Guldan intent agarrarlo. No pudo. Resbalaba. Cada vez que intentaba forzar
su punto dbil, se le escapaba. Era como intentar desatar un nudo de seda de araa a
oscuras. Con los pies.
Y como recompensa por tu lealtad, sabes qu te pas, Guldan? pregunt
Khadgar.
De repente, a Guldan se le fue la magia de las manos. El tercer sello no solo se
rompi: se hizo aicos.
Son por toda la sala un profundo repiqueteo seguido de un estrpito. Guldan se
qued inmvil. Los ensamblajes de Khadgar dejaron de moverse. Son un zumbido,
y un color tenue que alternaba entre verde y violeta comenz a brillar en cada piedra
del suelo y las paredes de la cmara.
Guldan no solo haba forzado el tercer sello, sino que, sin querer, haba roto
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tambin el cuarto. Seguramente era un milagro no haber muerto.
Solo quedaba un sello. El placer de Kiljaeden era palpable.
BIEN HECHO. DESTRUYE EL LTIMO.
Guldan titube. El ltimo sello pareca distinto. Lo sonde, pero no tena punto
dbil. Pareca increblemente fuerte, y se volva ms poderoso por momentos. La
tumba misma lo estaba potenciando. Una oleada de energa Arcana imbua el sello.
Era demasiado complejo para ser un accidente. Alguien haba previsto este
momento y haba creado un mecanismo para impedirlo. Haba en accin otra fuente
de poder; Guldan la senta. Haba sido esa otra mortal, la que reclam para s este
lugar siglos atrs. Esto era obra suya.
Kiljaeden, qu ocurre? susurr Guldan. No hubo respuesta alguna.
La cmara se llen con ms luz. Guldan senta que Khadgar estaba preparando
una increble cantidad de poder Arcano. Era evidente que el archimago saba que algo
importante iba a acontecer.
Ya s por qu me resulta tan extrao este lugar dijo Khadgar. No he
sentido nada igual desde mi poca de aprendizaje. No s por qu percibo el poder de
un guardin, Guldan
Khadgar liber energa. Guldan se prepar, pero la magia Arcana solo se
mantuvo en el aire. Un tringulo resplandeciente, el triple de alto que Khadgar,
brillaba y chispeaba. Sus ngulos formaban un delgado filo. Khadgar gir las manos
y el borde apunt directamente al suelo.
La voz del archimago sonaba forzada pero decidida.
Pero veo lo que intenta hacer. Los elementales Arcanos corrieron hacia el
tringulo y sus brazos se fusionaron con l. Y creo que le echar una mano.
Guldan sinti una gran preocupacin inarticulada por parte de Kiljaeden.
Los elementales tiraron hacia abajo. El tringulo se incrust en el suelo y
resquebraj la piedra. Toda la cmara oscil. Guldan cay al suelo.
MTALO! MTALO AHORA, GULDAN!
Adis a los planes de Kiljaeden. Guldan se puso en pie, dejando caer la capa
negra de sus hombros. Ya no haba por qu esconderse. Desech todos sus trucos.
Obedezco, Kiljaeden dijo el orco mientras alzaba las manos.
Khadgar lo vio de inmediato.
As que es Kiljaeden dijo, sonriendo. Sus manos tambin se proyectaron
hacia delante.
Los poderes de Khadgar y Guldan coincidieron en el centro con un trueno
ensordecedor. El calor de su batalla abland la piedra bajo sus pies. Los elementales
Arcanos levantaron de nuevo el tringulo. La cmara se estremeci. Cayeron
columnas. Los elaborados mecanismos ideados para abrir un portal temblaban y se
desarticulaban. El tringulo suba y bajaba. Las volutas de tonos verdes y violceos
parpadeaban.
El lugar estaba al borde del colapso. Khadgar poda hacer que se desplomara toda
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la cmara, y, con ella, el portal de la Legin.
Guldan lanz un ataque tras otro. Khadgar los desvi todos. No tena necesidad
de arriesgarse a un contraataque. Estaba ganando.
Kiljaeden susurr Guldan, necesito el poder de la tumba.
NO.
Queda un sello, y est protegido! No puedo romperlo y matarlo a l! Las
palabras azotaron la lengua de Guldan. Ha tenido dcadas para estudiarme. Puede
resistirme durante demasiado tiempo.
ME TRAICIONARS.
Guldan inyect ms poder a sus ataques. Khadgar titube, pero se mantuvo
firme. Guldan gru frustrado.
Khadgar destruir la tumba. La Legin nunca volver a tener ocasin de usar
este sitio. O te convences de que quiero a ese idiota muerto, o tus planes se irn al
traste.
El sudor recorra la cara de Khadgar.
No he terminado la historia dijo. Cuando entraste en la Tumba de
Sargeras, moriste en una emboscada.
Guldan notaba la indecisin de Kiljaeden. El Impostor me conoce demasiado
bien, pens. Pero entonces, apareci algo: un lago de fuego en otro mundo que
estaba a su alcance
El otro Guldan no muri a manos de la Alianza, ni de la Horda a la que
traicion dijo Khadgar. Guldan no poda evitar escucharlo. Entr en la tumba y
fue desmembrado por demonios. Supongo que a la Legin Ardiente ya no le serva de
nada.
Las palabras aturdieron a Guldan.
Tiempo atrs, haba sido un paria en Draenor con una sola ambicin: alimentarse.
La Legin le hizo ver una simple verdad: la fuerza no se poda ignorar. Y jams
volvi a pasar hambre.
Khadgar acababa de ensearle otra verdad: la fuerza de Guldan dejara de ser
til. Que la Legin se deshiciera de l no era una posibilidad, sino una certeza. Era el
destino.
De repente sinti una oleada de poder.
Khadgar segua hablando.
Me pregunto qu te harn a ti, Guldan, cuando hayan acabado. Hizo una
pausa. El humor desapareci de su voz; debi de sentir el cambio. Qu haces,
brujo?
Guldan dej de atacar a Khadgar y concentr su poder en el ltimo sello. Su
propia fuerza ms todo el poder prestado. Guldan agarr el sello con un puo lleno
de energa vil
y lo aplast. La energa letal del sello se desat, pero qued en nada frente a la
suya.
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Y, sin ms, los resguardos desaparecieron. El lago de la Legin Ardiente, fuerza
suficiente para destruir barreras entre mundos, flua libre y se diriga hacia el portal
enterrado en la isla.
Pero esa fuerza nunca lleg. Guldan se la apropi antes.
Un fuego inund la mente de Guldan. Chill, sujetndose la cabeza y apretando
los ojos. Se olvid de Khadgar y de la tumba. Sus defensas cayeron, y la furia Arcana
de Khadgar se abalanz sobre l. Guldan ni lo not. Se asfixiaba de poder. Ahogado
en un ocano sin fin.
Era vil. Y era magnfico. Bebi con ganas. Sinti dolor.
Luego, se equilibr y control la situacin.
Este poder era autntico. Era lo que siempre haba querido. Era lo que la
Legin Ardiente le haba prometido: una fuerza que no se poda ignorar.
Hasta ahora, los demonios solo le haban dado sobras. Por qu dar ms a un
necio desechable? Guldan abri los ojos.
Adis, archimago dijo, levantando un dedo.
Khadgar se envolvi en hielo.
Estall una furia abrumadora. La cmara se balance como un barco en mar
gruesa. Los elementales Arcanos y el tringulo se evaporaron.
El bloque de hielo que protega al archimago pareca un guijarro en un huracn.
Guldan intent romperlo sin xito alguno. Aquello sorprendi al brujo, pues senta
que poda destruir el mundo entero. Pero decidi que se encargara de Khadgar ms
tarde. Guldan agit la mano y el hielo sali despedido por la entrada, fuera de su
vista. Luego desplom el arco de la puerta. Toneladas de roca se derrumbaron y
sellaron la cmara. Aunque Khadgar siguiera vivo, ya no supondra un problema.
Guldan haba ganado. El poder en su interior era inimaginable. Las
posibilidades, ilimitadas. Y, aun as, Kiljaeden todava crea que poda darle rdenes.
HICISTE UN PACTO, GULDAN. TERMINA TU TAREA. BRENOS EL CAMINO.
Guldan inspir hondo, saboreando el momento.
No, Kiljaeden contest. No lo har.
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Cuarta parte: Solo contra todos
Khadgar se levant temblando. Le dola todo. Fragmentos de hielo a medio derretir se
deslizaron por su cuerpo y cayeron al suelo repiqueteando. La muerte era as? El
fro entumecedor, el pesar del fracaso absoluto?
El pasadizo estaba oscuro. Khadgar conjur una bola de luz que revel el muro de
escombros donde antes haba una entrada.
Guldan estaba al otro lado y tena recursos para arrastrar Azeroth al apocalipsis.
Khadgar apart la mente de ese pensamiento. Guldan an no haba abierto el
portal a la Legin. Quizs la historia del archimago surtiese efecto.
Invoc otro tringulo Arcano y lo clav en el montn de piedras para hacerlo
aicos. An haba esperanza. Siempre la habra.
Tena que creerlo.
---
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Guldan respondi con desdn.
Un cebo ms grande para un pez ms gordo. Me habrais destripado
igualmente.
MORISTE PORQUE NOS TRAICIONASTE. TENAS QUE AYUDAR A MI HORDA A
EXTERMINAR TODA LA RESISTENCIA DE ESTE MUNDO. PERO A LA HORA DE LA VERDAD, LOS
ABANDONASTE. DIVIDISTE SUS EJRCITOS PARA RECLAMAR ESTE LUGAR. NUESTROS
PLANES QUEDARON EN NADA. TE GANASTE TU DESTINO.
Ese no era yo! rugi Guldan.
ERES TRAICIONERO POR NATURALEZA. TUVE QUE TRAERTE AQU A RASTRAS PORQUE
SIGUES SIENDO DEMASIADO ESTPIDO PARA COMPRENDER TODO TU POTENCIAL. INCLUSO
AHORA CREES TENER UN PODER CONSIDERABLE. TE FALTA VISIN.
Kiljaeden haba estado sentado en un gigantesco trono de metal y cristales
pulidos, estratos de materiales que Guldan nunca haba visto. Ahora permaneca en
pie. Los sentidos aguzados de Guldan le permitan vislumbrar otro mundo. Poda
olerlo y pesarlo. Se pregunt cmo se llamara esta tierra. Se pregunt si alguna vez
la visitara. Qu hara falta para conquistar un lugar as?
CONFIABA EN QUE TUVIERAS MS VISIN QUE TU OTRO YO. TAL VEZ AN LA TENGAS.
Me temo que te vas a llevar otra decepcin, amo dijo Guldan. No veo
razn para superar mi falsa ambicin.
---
Era imposible. Khadgar tardara das en volver a la cmara y, tal vez, solo tuviera
segundos para detener a Guldan. El montn de rocas no se acababa nunca.
Podra probar desde otro ngulo. Un sitio donde los muros no fueran tan gruesos.
Donde el suelo fuera ms fino. Lo que fuera. Y si invocara ms elementales
Arcanos? No. No eran lo bastante fuertes.
Los pensamientos de Khadgar no le dejaban centrarse en el presente. Cmo
ser el fin de Azeroth? Cunto arder? Cunta gente ser esclavizada? Cuntos
campeones sucumbirn a la corrupcin antes que morir?.
Cuntos mundos ms conquistarn en nombre de la Legin? Entonces una voz lo
cambi todo.
Parece que te va tan bien como esperaba, archimago.
Khadgar no se gir para esconder su alivio.
Me alegra haber hecho el ruido suficiente para llamar tu atencin. Hay algn
sitio por donde podamos pasar? Algn punto con menos rocas entre l y nosotros?
pregunt.
Maiev Cantosombro se puso a su lado y estudi el muro de escombros.
Busquemos uno. Guldan est solo?
Era una pregunta difcil de responder.
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Digamos que s, por ahora. No tenemos mucho tiempo.
No, claro dijo ella.
Maiev. El gesto de Khadgar era serio. Haba vuelto; tena que advertirla.
He fallado.
Ella lo mir inexpresiva.
Y?
Nosotros ya no podemos detenerlo.
No veo que huyas.
Bueno, eso era incuestionable.
Queda claro, pues dijo Khadgar.
Por aqu. Maiev lo condujo por el tnel del este.
---
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JAMS. NI EN ESTE MUNDO NI EN EL TUYO.
Dicho esto, Kiljaeden expuls la mente de Guldan.
La cmara se sumi en el silencio, y Guldan qued solo al fin. Kiljaeden estaba
ya muy lejos de all. El nico ruido era un ligero temblor. Era Khadgar intentando
volver a entrar. Un esfuerzo intil.
En cuanto a la Legin Ardiente No era una decisin complicada. Los das de
servidumbre de Guldan haban terminado. Nada poda detenerlo. No tendra amo.
Una sombra de duda recorri sus entraas. Hizo una mueca y esper a que el
poder que flua por sus venas la hiciera desaparecer. No fue as.
Guldan se estaba irritando. Tal vez fuera una debilidad mortal que nunca podra
superar: la duda. Examin sus sentimientos. Su confianza en la fuerza que posea era
mxima. De dnde vena esta incertidumbre?
El suelo tembl de nuevo. Era Khadgar, y no estaba solo. Guldan tambin senta
a Maiev Cantosombro. Haba regresado. Eso no se lo esperaba. Cuando Guldan los
observ antes, haba notado enemistad entre ellos. La haban superado con una
rapidez inquietante. Ahora colaboraban.
Quieren entrar? Fantstico. Que se precipiten a su muerte, pues. Matarlos le
despejara la mente.
Y entonces no quedara nadie en Azeroth que se opusiera a Guldan. Solo que
Esa. Esa era la duda.
Khadgar haba sido derrotado por completo, y aun as no se daba por vencido.
Cantosombro se haba opuesto a la mera presencia del archimago, y estaba
arriesgando la vida para ayudarlo. Y solo eran dos. Haba otros.
Esos otros
Juntos se haban enfrentado a la Horda de Hierro y haban vencido.
Juntos haban corrido a enfrentarse a la Horda corrupta. Haban entrado en la
ciudadela de Guldan y la haban hecho pedazos.
Juntos se haban enfrentado a la Legin Ardiente. Haban derrotado a
Archimonde. Si no haban huido de l, no huiran de nada.
La mente de Guldan se llen de puro terror. Estaba en un mundo nico con
criaturas mucho ms tenaces incluso que el archimago. Guldan tendra que
enfrentarse a todas ellas.
Solo.
Sin amo ante el que responder. Pero solo.
Guldan no poda calcular su nuevo poder, pero s el de ellos. Se qued en la
tumba mucho rato pensando Evaluando
Algunas rocas cayeron en la cmara. Khadgar se abri paso por el agujero hasta
entrar. Detrs vino Maiev, con su media luna umbra lista para atacar.
Juntos corrieron hacia l. Guldan se limit a mirar. Atacaron. l los apart sin
levantar un dedo y fueron a parar al otro lado de la cmara. Maiev gir en el aire y
toc la pared grcilmente agazapada, y Khadgar simplemente se teletransport del
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aire al suelo para caer con suavidad. Lo intentaron de nuevo. Esta vez Guldan s tuvo
que moverse; la hoja de Maiev le roz la garganta.
Khadgar hizo llover hielo. Guldan dio una palmada y paredes de fuego verde
chocaron entre s. Deberan haber aplastado a Khadgar, pero se libr de un salto. Y
ah estaba la celadora Cantosombro, intentando trincharlo otra vez. Guldan extendi
la mano con la intencin de arrancarle el alma, pero Khadgar intent desviar la fuerza
del brujo hasta que Maiev pudiera retirarse.
A ver si lo entiendo. La voz de Guldan era extraamente sosegada, incluso
para l. Por qu luchis? Aqu solo podis morir.
Pues mtanos si puedes le espet Khadgar. Cantosombro afianz su
posicin y golpe su hoja dos veces contra una columna para indicar que estaba de
acuerdo.
Guldan no dudaba de que poda matarlos a ambos. Pero ya deberan estar
muertos. Su obstinada resistencia era justo lo que encontrara en este mundo, una y
otra vez. Khadgar y Cantosombro solo eran los primeros de muchos.
No puedo derrotarlos a todos yo solo.
Guldan poda matar a estos dos. O poda obedecer a la Legin Ardiente.
Cerr los ojos y, con un gemido, dej que el fabuloso poder lo abandonase.
Kiljaeden se hizo con l y lo envi directamente a la tumba. Las paredes brillaron
an ms, rivalizando con el sol del medioda.
Guldan tuvo una aguda sensacin de prdida. Todo ese poder perdido. La tumba
no solo lo estaba usando: lo estaba consumiendo. Unos sonidos terribles y
ensordecedores anunciaban la creacin de un puente que una dos mundos. De
pronto, la va se abri. Lleg una corriente de aire de otro plano de existencia,
rugiendo a velocidades de huracn. Khadgar y Maiev cayeron al suelo y se aferraron
a l.
Entonces el brujo oy aquella voz familiar.
BIEN HECHO, GULDAN. TIENES LA VISIN QUE ESPERABA.
Las palabras de Kiljaeden ya no le resonaban en la cabeza. Ya no era necesario.
Guldan not algo nuevo en la Legin Ardiente: confianza. Era una sensacin
vertiginosa.
Qu hago? pregunt Guldan.
OBSERVA. MIRA LO QUE HEREDARS.
Kiljaeden se llev a Guldan a presenciar la gloria de la Legin.
La luz se desbord sobre la sombra infinita, iluminando las filas de un ejrcito
que se extenda ms all de la vista. Estaban listos. Siempre lo haban estado. Pero
nunca antes haban tenido una va as. Un poder tumultuoso los urga a entrar en otro
mundo, y obedecan con gusto.
Es ms de lo que haba soado susurr Guldan.
ES EL PRINCIPIO DEL FIN DE AZEROTH.
Y ah estaba: Azeroth. Guldan se hizo a un lado mientras las fuerzas de la Legin
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Ardiente avanzaban en masa. Siempre adelante. Pronto se unira a ellos, y no como
sirviente.
Como lder.
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morira.
As que sigui volando. Los demonios no mostraban seales de aminorar ni
cuando atravesaba el mar abierto dejando las Islas Abruptas muy atrs. Alertara al
Kirin Tor, a la Alianza y a la Horda. A todos. Responderan a la llamada como lo
haba hecho Maiev.
Tena que creerlo.
La gran pesadilla estaba empezando, y nadie en Azeroth podra despertar de ella
en solitario.
FIN
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