H - Natividad Del Señor (C)

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Natividad del Seor (C)

EVANGELIO

Misa de medianoche.

Hoy os ha nacido un Salvador.

+ Lectura del santo evangelio segn san Lucas 2,1-14

En aquellos das, sali un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del
mundo entero.
ste fue el primer censo que se hizo siendo Quirinio gobernador de Siria. Y todos iban a
inscribirse, cada cual a su ciudad.
Tambin Jos, que era de la casa y familia de David, subi desde la ciudad de Nazaret en
Galilea a la ciudad de David, que se llama Beln, para inscribirse con su esposa Mara, que
estaba encinta. Y mientras estaban all le lleg el tiempo del parto y dio a luz a su hijo
primognito, lo envolvi en paales y lo acost en un pesebre, porque no tenan sitio en la
posada.
En aquella regin haba unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno
su rebao.
Y un ngel del Seor se les present: la gloria del Seor los envolvi de claridad y se
llenaron de gran temor.
El ngel les dijo:
- No temis, os traigo la buena noticia, la gran alegra para todo el pueblo: hoy, en la ciudad
de David, os ha nacido un Salvador: el Mesas, el Seor. Y aqu tenis la seal: encontraris
un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ngel, apareci una legin del ejrcito celestial, que alababa a Dios,
diciendo:
- Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.

Palabra de Dios.

Misa del da.

La Palabra se hizo carne y acamp entre nosotros.

+ Lectura del santo evangelio segn san Juan 1,1-18

En el principio ya exista la Palabra,


y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra haba vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibi.
[Surgi un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
ste vena como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por l todos vinieran a la fe.
No era l la luz,
sino testigo de la luz.]
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino,
y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoci.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
stos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y acamp entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo nico del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[Juan da testimonio de l y grita diciendo:
- ste es de quien dije: El que viene detrs de m pasa delante de m, porque exista antes
que yo.
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia, porque la ley se dio por medio
de Moiss, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jams.
El Hijo nico, que est en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

Palabra de Dios.
HOMILIA

2015-2016 -
25 de diciembre de 2015

Ttulo

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Jos Antonio Pagola

HOMILIA

2009-2010 CON LOS OJOS FIJOS EN JESS


25 de diciembre de 2009
Jn 1,1-18 (Misa del da)

LA NOSTALGIA DE LA NAVIDAD

La luz brilla en las tinieblas.

La Navidad es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla.
Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece ms difcil ser feliz. Nos compramos
mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto. Cantamos a un nio Dios,
pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no es como quisiramos, pero no
sabemos hacerla mejor.
No es slo un sentimiento de Navidad. La vida entera est transida de nostalgia. Nada llena
enteramente nuestros deseos. No hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay
amor que responda plenamente a los deseos ms hondos. No hay profesin que pueda
satisfacer del todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.
La nostalgia puede tener efectos muy positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos
van ms all de lo que hoy podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el
horizonte de nuestra existencia a algo ms grande y pleno que todo lo que conocemos. Al
mismo tiempo, nos ensea a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no esperar de las
relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no nos deja vivir encadenados
slo a este mundo.
Es fcil vivir ahogando el deseo de infinito que late en nuestro ser. Nos encerramos en una
coraza que nos hace insensibles a lo que puede haber ms all de lo que vemos y tocamos.
La fiesta de la Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos das se
capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto con su
corazn, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino ltimo.
Si uno es creyente, la fe le invita estos das a descubrir ese misterio, no en un pas extrao e
inaccesible, sino en un nio recin nacido. As de simple y de increble. Hemos de
acercarnos a Dios como nos acercamos a un nio: de manera suave y sin ruidos; sin
discursos solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazn. Nos encontramos con Dios
cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.
A pesar del tono frvolo y superficial que se crea en nuestra sociedad, la Navidad puede
acercar a Dios. Al menos, si la vivimos con fe sencilla y corazn limpio.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

2006-2007 HACERNOS DISCPULOS DE JESS


25 de diciembre de 2006
Lc 2,1-14 (Misa de medianoche)

EL CORAZN DE LA NAVIDAD

Os ha nacido hoy el Salvador.

Poco a poco lo vamos consiguiendo. Ya hemos logrado celebrar unas fiestas entraables,
sin conocer exactamente su razn de ser. Nos felicitamos unos a otros y no sabemos por
qu. Se anuncia la Navidad y se oculta su motivo. Muchos no recuerdan ya dnde est el
corazn de estas fiestas. Por qu no escuchar el p rimer pregn de Navidad? Lo compuso
el evangelista Lucas hacia el ao ochenta.
Segn el relato, es noche cerrada. De pronto, una c laridad envuelve con su resplandor a
unos pastores. El evangelista dice que es la gloria del Seor. La imagen es grandiosa: la
noche queda iluminada. Sin embargo, los pastores se llenan de temor. No tienen miedo a las
tinieblas sino a la luz. Por eso, el anuncio empieza con estas palabras: N o temis.
No nos hemos de extraar. Preferimos vivir en tinieblas. Nos da miedo la luz de Dios. No
queremos vivir en la verdad. Quien no ponga estos das ms luz y verdad en su vida, no
celebrar la Navidad.
El mensajero contina: Os traigo la Buena Noticia, la gran alegra para todo el pueblo. La
alegra de Navidad no es una ms entre otras. No hay que confundirla con cualquier
bienestar, satisfaccin o disfrute. Es una alegra g rande, inconfundible, que viene de la
Buena Noticia de Jess. Por eso, es para todo el pueblo y ha de llegar, sobre todo a los que
sufren y viven tristes.
Si ya Jess no es una buena noticia para nosotros; si su evangelio no nos dice nada; si no
conocemos la alegra que slo nos puede llegar de Dios; si reducimos estas fiestas a
disfrutar cada uno de su bienestar o a alimentar un gozo religioso egosta, celebraremos
cualquier cosa menos la Navidad.
La nica razn para celebrarla es sta: Os ha nacido hoy el Salvador. Ese nio no les ha
nacido a Mara y Jos. No es suyo. Es de todos. Es el Salvador del mundo. El nico en el
que podemos poner nuestra ltima esperanza. Este mundo que conocemos no es la verdad
absoluta. Jesucristo es la esperanza de que la injusticia que hoy lo envuelve todo no
prevalezca para siempre.
Sin esta esperanza, no hay Navidad. Despertaremos nuestros mejores sentimientos,
disfrutaremos del hogar y la amistad, nos regalaremos momentos de felicidad. Todo eso es
bueno. Muy bueno. Todava no es Navidad.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

2003-2004 A QUIN IREMOS


25 de diciembre de 2003
Jn 1,1-18 (Misa del da)

LA NOSTALGIA DE LA NAVIDAD

La luz brilla en las tinieblas.

La Navidad es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla.
Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece ms difcil ser feliz. Nos compramos
mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto. Cantamos a un nio Dios,
pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no es como quisiramos, pero no
sabemos hacerla mejor.
No es slo un sentimiento de Navidad. La vida entera est transida de nostalgia. Nada llena
enteramente nuestros deseos. No hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay
amor que responda plenamente a los deseos ms hondos. No hay profesin que pueda
satisfacer del todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.
La nostalgia puede tener efectos muy positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos
van ms all de lo que hoy podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el
horizonte de nuestra existencia a algo ms grande y pleno que todo lo que conocemos. Al
mismo tiempo, nos ensea a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no esperar de las
relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no nos deja vivir encadenados
slo a este mundo.
Es fcil vivir ahogando el deseo de infinito que late en nuestro ser. Nos encerramos en una
coraza que nos hace insensibles a lo que puede haber ms all de lo que vemos y tocamos.
La fiesta de la Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos das se
capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto con su
corazn, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino ltimo.
Si uno es creyente, la fe le invita estos das a descubrir ese misterio, no en un pas extrao e
inaccesible, sino en un nio recin nacido. As de simple y de increble. Hemos de
acercarnos a Dios como nos acercamos a un nio: de manera suave y sin ruidos; sin
discursos solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazn. Nos encontramos con Dios
cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.
A pesar del tono frvolo y superficial que se crea en nuestra sociedad, la Navidad puede
acercar a Dios. Al menos, si la vivimos con fe sencilla y corazn limpio.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

2000-2001 BUSCAR LAS RACES


25 de diciembre de 2000
Jn 1,1-18 (Misa del da)

NAVIDAD DIFERENTE

La luz brilla en las tinieblas.

Es cierto que la Navidad es una fiesta muy estropeada en nuestros das. Sin embargo,
tambin hoy es posible vivir su verdadero contenido. Para ello es necesario eso s
reaccionar ante tanta frivolidad y atreverse a vivir estos das de manera diferente.
Lo primero es recuperar el origen autntico de estas fiestas. Disfruta, descansa, celebra...,
pero recuerda lo que festejamos: Dios no es ese ser distante y temible que a veces te
imaginas. El verdadero Dios nos muestra su rostro en ese nio dbil y vulnerable que slo
irradia paz y ternura. Algrate y mucho estos das porque Dios es ms cercano, ms bueno
y ms entraable que todas las imgenes tristes que tienes de l.
Probablemente ests ya enviando tus felicitaciones navideas a los familiares, amigos y
conocidos de siempre. Es bueno que quieras la felicidad de los que te rodean, pero puedes
felicitar tambin a personas que no recibirn felicitacin alguna o a alguien que este ao
vivir una Navidad triste, pues recordar al ser querido ausente o perdido no hace mucho.
Las Navidades son das de buenos deseos e intercambio de regalos. Ten algn detalle con
tus seres queridos, pero recuerda tambin a quienes estos das sentirn con ms crudeza
su soledad, su vejez, su enfermedad o su miseria. Por qu este ao no te sales de tu
crculo de familiares y amigos y tienes un detalle con quienes realmente lo necesitan?
Es obligado estos das cuidar ms el encuentro familiar y el clima hogareo de estas fiestas.
No lo hagas por cumplimiento. Estrecha los lazos con los tuyos y busca el acercamiento y la
reconciliacin con aquellos de quienes te has distanciado.
Pronto comenzaremos el ao con la mentira de siempre: Ao Nuevo, vida nueva. No es
fcil renovar y cambiar nuestra trayectoria. Pero estrenas un ao nuevo y siempre es posible
el deseo de algo mejor. Por qu no concretas estos das algo que puedes cambiar o
mejorar este ao?
Si tienes ya cierta edad, no te resultar fcil disfrutar del contenido entraable de estas
fiestas. Slo lo conocers si despiertas al nio que hay escondido en algn rincn de tu
corazn. No te reprimas, acrcate al portal de Beln y rzale al Nio Dios. No ests tan
distanciado como parece.
Jos Antonio Pagola

HOMILIA

1997-1998 UN CAMINO DIFERENTE


25 de diciembre de 1997
Jn 1,1-18 (Misa del da)

NIOS

Vino al mundo.

Hay llamadas que nos trabajan durante la Navidad, ms all incluso de nuestras
convicciones religiosas personales. Como seala el telogo y psicoterapeuta E .
Drewermann, entre los europeos, en ningn da del ao nuestro deseo de paz y de
proteccin es tan grande como en la vspera de Navidad.
En la raz de todo est la imagen de un Dios que entra en nuestra vida hacindose nio, es
decir, un ser frgil e macaba- do que todava no sabe decir ni hacer nada aparentemente
valioso. Este hecho central de la fe cristiana ha convertido a la Navidad en smbolo y
llamada a despertar en nosotros al nio que somos y al que apenas dejamos nacer.
Ser adultos: sa ha sido la consigna. Y todos, de alguna manera, nos esforzamos por exhibir
resultados, eficacia, certezas indiscutibles. Nos exigimos demasiado unos a otros:
perfeccin, habilidad, inteligencia, rendimiento. Apenas comenzamos a crecer, aprendemos
a tememos unos a otros ms que a amar, que es lo nico para lo que hemos nacido.
Queremos ser adultos libres, y terminamos esclavos de mil leves que. sin estar escritas en
ninguna parte, son sagradas. No sabemos querernos, pero hemos de cuidar al mximo
cmo vestirnos, cmo hablar y presentarnos ante los otros, cmo actuar correctamente
segn lo establecido, cmo dar buena imagen. Ahogamos la vida, y luego aprendemos a
considerar como normal el vivir atados al deber diario, realizado sin amor ni ilusin alguna.
En el prlogo de su delicioso Principito, A. Saint-Exupery dice que todas las personas
han sido antes nios, pero pocas lo recuerdan. La Navidad nos invita a despertar lo que
queda en nosotros de ese nio que fuimos, capaces de admirar, acoger y amar de
manera espontnea y con gozo el regalo de la vida diaria.
Siempre hay en nosotros un rincn olvidado en el que todava no hemos dejado de ser
nios. Somos frgiles y lo sabemos: necesitamos proteccin. No acertamos a vivir solos, y lo
sabemos: necesitamos querer a alguien y que alguien nos quiera. Cometemos errores, y lo
sabemos: necesitamos bendicin. Este es el mensaje de la Navidad para todos: slo salva el
amor encarnado en la fragilidad de nuestra existencia. El creyente, por su parte, celebra
estos das el fundamento y la raz de esa verdad: slo salva un Dios que ama infinitamente
al ser humano y se encarna entre nosotros en ese Nio de Beln.

Jos Antonio Pagola


HOMILIA

1994-1995 VIVIR DESPIERTOS


25 de diciembre de 1994
Lc 2,1-14 (Misa de medianoche)

LA VERDAD DE UNAS FIESTAS

La luz brilla en la tiniebla.

No lo puedo evitar. La Navidad despierta en m una sensacin de malestar. Me disgusta la


presin consumista. No me siento bien ante la obligacin de felicitar y de recibir
felicitaciones. Algo se rebela dentro de m. No quiero esa Navidad.
Pero no es mi intencin hacer una crtica fcil del carcter cada vez ms superficial de estas
fiestas. Disfruto mucho felicitando a las personas amigas. Me gusta el descanso de estos
das en el hogar. Es un regalo vivir de cerca la ilusin de los nios. En el fondo de esa
atmsfera tan especial de la Navidad intuyo lo que los hombres y mujeres anhelan: amor,
convivencia pacfica, felicidad, cobijo, amistad. Lo estropeamos de muchas maneras, pero
no es difcil ver hacia dnde apunta el corazn humano.
La Navidad me sigue ayudando a captar mejor la verdad ltima de la existencia. Es posible
que todos creamos ms que cuanto decimos. Es fcil, sobre todo, que nuestro corazn
ande buscando la salvacin de Dios ms de lo que admitimos tericamente.
Nuestra vida est dominada por el Misterio. Nos atrae el bien; necesitamos felicidad total;
estamos hechos para amar y ser amados. Buscamos salvacin y sabemos que no est en
nosotros. Podemos darle un nombre u otro. Llamarlo Dios o no llamarlo de ninguna manera.
Pero el ser humano anda buscando un Salvador.
Desde esta clave puede uno aproximarse a la verdad de la Navidad cristiana. Al misterio, las
religiones lo llaman Dios. A Dios, la fe cristiana le pone un nombre: Amor. Podemos
invocarlo con confianza. Dios acepta al ser humano, lo ama y lo salva.
Si, estos das, intuimos mejor la verdad que se encierra en el misterio de la vida, y
confiamos ms en la salvacin ltima del ser humano, estamos viviendo la Navidad. Si,
adems, en el fondo de nuestro corazn se despierta, aunque sea tmidamente, la confianza
en Dios y somos capaces de invocarlo: Yo confo en tu misericordia, mi corazn se alegra
con tu salvacin (Salmo 13), estamos celebrando la Navidad cristiana.
Estas fiestas seguirn secuestradas por nuestra superficialidad. Pasar la Navidad y todo
seguir como antes. Pero la verdad decisiva est ah: Dios nos ha aceptado tal como
somos, seres frgiles y mediocres. El conoce nuestra indigencia. Es nuestro Salvador.
Esa es la verdadera razn de la alegra navidea. Lo primero que se nos pide es vivir con
alegra: Os anuncio una gran alegra para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de
David un Salvador que es el Cristo Seor (Lc 2, 11). Estar triste, incluso en Navidad, es
fcil. La alegra, por el contrario, exige esfuerzo. Y la autntica, slo puede brotar de la
confianza en Dios nuestro Salvador.
Jos Antonio Pagola

HOMILIA

1991-1992 SIN PERDER LA DIRECCIN


25 de diciembre de 1991
Lc 2,1-14 (Misa de medianoche)

EXPERIENCIAS DE NAVIDAD

Vino al mundo.

Todos los aos la misma sensacin. Esa atmsfera especial hecha de villancicos,
felicitaciones y frases piadosas. Ese clima de regalos, compras y cenas abundantes. Esa
obligacin de desearnos paz y felicidad.
Qu puede hacer uno en medio de estas fiestas reducidas a algo tan convencional?
Participar resignadamente en toda esa confusin disimulando los verdaderos sentimientos
que lleva dentro? Gritar la verdad de la Navidad cuando es entendida de manera cristiana?
A pesar de toda la frivolidad que parece haberse apoderado de estas fechas, es posible
todava captar en las fiestas navideas algunas experiencias que permiten abrirnos a la
verdad esencial de la Navidad.
Para comenzar, hay algo fcil de percibir en el sabor agridulce de estas fiestas. Detrs de
tantos deseos de paz y felicidad, y de tanta ilusin navidea, no podemos eludir una
sensacin: los hombres hemos nacido para algo ms. En el fondo, anhelamos una felicidad
que no podemos construir con nuestras propias manos. Dnde encontrarla?
Hay personas que, precisamente en estas fechas navideas, sienten con ms fuerza que
nunca una realidad innegable: estamos solos. Podemos crear un clima muy hogareo o
multiplicar cenas ruidosas, dentro de cada uno de nosotros hay siempre un mundo en el que
estamos solos y adonde no puede acompaarnos ni la persona ms querida. Pero, es la
soledad nuestro ltimo destino?
Hay algo ms. Vivimos volcados en lo inmediato, agarrndonos a lo que podemos tocar y
comprobar, pero no podemos sustraernos al misterio. En la alegra ms ntima, en la
angustia ms oscura, en el disfrute del amor ms sublime, siempre hay un anhelo de algo
ms pleno y total. Qu buscamos? Dnde est nuestra ltima verdad?
La Navidad nos recuerda que el misterio domina nuestra existencia. En l se hunden
nuestras races, hacia l se dirigen nuestros anhelos ms profundos. Misterio que no se
desvanece por mucho que crece la ciencia. Misterio que atrae y atemoriza, y al que los
creyentes damos un nombre: Dios.
El hombre que acepta su existencia hasta el fondo est caminando hacia la fe. El que se
abandona silenciosamente al misterio ltimo de la vida no est lejos de Dios. El que lo
invoca con confianza est ya abrindose a l.
Lo propio del cristiano es que acoge el Misterio tal como se le ofrece encarnado en Jess.
Descubre con gozo que la vida no es vaco y soledad, que el misterio ltimo de la existencia
no es rechazo sino amor, que Dios no es amenaza sino amistad.
Cuando algo de esto se produce y sentimos a Dios como alguien cercano en el fondo de
nuestro ser, encarnado en nuestra propia existencia, amigo fiel que desde Cristo nos
acompaa hacia la salvacin, en nosotros es Navidad.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

1988-1989 CONSTRUIR SOBRE LA ROCA


25 de diciembre de 1988
Lc 2,1-14 (Misa de medianoche)

NOCHEBUENA

Os ha nacido un Salvador.

Si nuestro corazn no ha quedado insensibilizado del todo por las mil preocupaciones,
problemas o intereses que nos invaden da a da, es fcil que esta noche, al llegar al hogar,
sintamos una sensacin diferente, difcil de definir. Esta noche es Nochebuena.
Cmo podramos llamar a eso que percibimos en nuestro interior? Nostalgia? Gozo?
Deseo de una inocencia perdida? Necesidad de paz? Anhelo de felicidad imposible?
No. Los problemas no han desaparecido. La paz sigue esta noche tan ausente de nuestro
mundo como siempre. Los sufrimientos y conflictos estn ah, dentro de nuestro hogar y
dentro de cada uno de nosotros.
Por eso se nos hace tan difcil esta noche celebrar la Nochebuena. Tenemos buenos
motivos para no tener mucha confianza en ella.
Sin embargo, esta noche hay algo que parece querer brotar en nosotros. Es slo la
nostalgia de unos recuerdos infantiles? La evocacin de unas costumbres religiosas que
persisten en nuestra conciencia?
Tal vez, si nos escuchamos con un poco de atencin, descubramos en nosotros la
necesidad de una vida ms gozosa, ms limpia, ms humana.
Navidad significa nacimiento. Pero los cristianos no celebramos solamente el nacimiento
del Hijo de Dios en Beln. Esta noche cada uno de nosotros nos sentimos llamados a
renacer.
De poco sirve celebrar que Cristo ha nacido hace dos mil aos si nada nuevo nace hoy en
nosotros. De poco sirve que se haya cantado la paz en Beln si dentro de nosotros no se
despierta hoy el deseo de trabajar por la paz y la solidaridad entre los hombres.
Sobre todo, de poco me sirve a m que la ternura y el amor de Dios se hayan manifestado a
los hombres si yo hoy no soy capaz de escuchar, acoger y agradecer ese amor.
Tal vez lo primero que se me pide esta noche es creer en algo que me resulta difcil creer:
Yo puedo nacer de nuevo. Mi vida puede ser mejor. El gozo puede brotar otra vez en el
fondo de mi ser.
Basta mirar con fe sencilla el misterio de Beln. Dios es infinitamente mejor de lo que yo
me creo. Ms amigo, ms fiel, ms comprensivo, ms cercano. El puede transformar mi
persona. Puede salvar mi vida.
Esta noche puedo acoger sin miedo ese gozo que se despierta dentro de m. Esta noche
puedo atreverme a cantar con mis hijos pequeos esos ingenuos villancicos. Esta noche
puedo mirar de manera diferente a los ojos de mi esposa. Esta noche puedo rezarle a Dios
desde el fondo del corazn. Esta noche es Nochebuena.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

1985-1986 BUENAS NOTICIAS


25 de diciembre de 1985
Lc 2,1-14 (Misa de medianoche)

PAZ EN LA TIERRA

Paz en la tierra a los hombres que Dios ama.

La vida del hombre est llena de conflictos, enfrentamientos violentos y mutua agresividad.
Las relaciones entre los pueblos estn salpicadas de guerras. Encontramos conflictos en las
familias y grupos sociales. Lo detectamos en nuestra propia persona.
La falta de paz en el mundo es como una maldicin implacable que se ha apoderado de la
humanidad y amenaza con destruirla.
Ante los conflictos, los hombres tanto individualmente como colectivamente, tienen que
hacer una opcin: escoger el camino del dilogo, de la razn, del mutuo entendimiento o
seguir los caminos de la violencia.
El hombre ha escogido casi siempre este segundo camino. Y a pesar de que todas las
generaciones han ido experimentando el poder destructivo y absurdo que se encierra en la
violencia, el hombre no ha sabido renunciar a ella.
Incluso, en nuestros das, en que siente con horror la amenaza de una posible aniquilacin
total de la vida sobre el planeta, parece que nada le puede detener en este camino de
destruccin.
Desde estas tinieblas de violencia hemos de escuchar los creyentes el mensaje de Navidad:
Paz en la tierra a los hombres que ama el Seor. La paz firme, duradera y estable no se
impondr por las armas sino con el amor. La salvacin del mundo no est en manos de las
armas sino en manos de Dios.
Por eso nos atrevemos a celebrar una vez ms la Navidad, pese a la angustia, la falta de
paz y las guerras que siguen acosando al hombre y en vez de disminuir, siguen
aumentando.
Navidad es una fiesta que no la hemos inventado ni hecho los hombres, sino que nos ha
sido regalada por el mismo Dios. Este Nio es para nosotros el signo y la garanta de que
Dios tiene la ltima palabra en la historia del mundo.
Cuando sentimos que las tinieblas del mal y la violencia crecen, los cristianos celebramos a
este Nio como la nica esperanza verdadera del mundo. Creemos que en este pequeo se
encierra la fuerza salvadora de la humanidad.
Este da de Navidad se nos pide confiarnos a Dios. Creer en la fuerza del amor. Descubrirla
en lo pequeo y humilde.
Cada uno de nosotros hemos de sentirnos llamados a llenar nuestro corazn de amor, no de
violencia, de ternura, no de agresividad, de dilogo, no de guerra. Entonces podremos
cantar tambin este ao: Gloria a Dios en los cielos y en la tierra paz a los hombres que
ama Dios.

Jos Antonio Pagola

HOMILIA

1982-1983 APRENDER A VIVIR


25 de diciembre de 1982
Jn 1,1-18 (Misa del da)

RENACER

Y la Palabra se hizo carne.

La Navidad encierra un secreto profundo que, desgraciadamente, se les escapa a muchos


de los que hoy celebrarn algo, sin saber exactamente qu.
Muchos no pueden ni siquiera sospechar que la Navidad nos ofrece la clave para descifrar el
misterio ltimo de nuestra existencia.
Generacin tras generacin, los hombres han gritado angustiados sus preguntas ms
hondas. Por qu tenemos que sufrir, si desde lo ms ntimo de nuestro ser todo nos llama
a la felicidad? Por qu tanta humillacin? Por qu la muerte si hemos nacido para la vida?
Los hombres preguntaban. Y preguntaban a Dios porque, de alguna manera, cuando
estamos buscando el sentido ltimo de nuestro ser, estamos apuntando hacia l. Pero Dios
pareca guardar un silencio impenetrable.
Ahora, en la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. Pero Dios no nos ha
hablado para decirnos palabras hermosas acerca del sufrimiento, ni para ofrecernos
disquisiciones profundas sobre nuestra existencia.
Dios no nos ofrece palabras. No. La Palabra de Dios se ha hecho carne. Es decir, Dios
ms que darnos explicaciones, ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros
interrogantes, sufrimientos e impotencia.
Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al
porqu de tanto dolor y humillacin, sino que l mismo se humilla. Dios no responde con
palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir l mismo nuestra
aventura humana.
Ya no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad. Ya no estamos sumergidos en pura
tiniebla. El est con nosotros. Hay una luz. Ya no estamos solitarios sino solidarios. ( L.
Boff). Dios comparte nuestra existencia.
Ahora todo cambia. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. La creacin est salvada. Es
posible vivir con esperanza. Merece la pena ser hombre. Dios mismo comparte nuestra vida
y con l podemos caminar hacia la plenitud.
Por eso, la Navidad es siempre para los creyentes una llamada a r enacer. Una invitacin a
renacer a la alegra, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el
Padre.
Recordemos esta maana de Navidad las palabras del poeta A ngelus Silesius: Aunque
Cristo nazca mil veces en Beln, mientras no nazca en tu corazn, estars perdido para el
ms all: habrs nacido en vano.

Jos Antonio Pagola

Ver tambin:
Natividad del Seor Ciclo A
Natividad del Seor Ciclo B

Blog: http://sopelakoeliza.blogspot.com
http://iglesiadesopelana.blogspot.com

Para ver videos de las Conferencias de Jos Antonio Pagola


http://iglesiadesopelana3v.blogspot.com

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