Teologia Politica o Teologia Politica - Schmitt y Leo Strauss
Teologia Politica o Teologia Politica - Schmitt y Leo Strauss
Teologia Politica o Teologia Politica - Schmitt y Leo Strauss
:
La amistosa conversación entre
Carl Schmitt y Leo Strauss
EDUARDO HERNANDO NIETO
1
En los Estados Unidos Leo Strauss siempre fue una figura extremadamente influyente
y polémica, y más bien ahora empieza a popularizarse fuera de los Estados Unidos. Parale-
lamente Carl Schmitt fue muy popular fuera de los Estados Unidos, mientras que recién
hoy comienza a ser tomado en serio por el medio académico de Norteamérica.
2
H. Meier, Carl Schmitt and Leo Strauss, The Hidden Dialogue, Chicago University
Press, Chicago, 1995, p. 9.
3
Sin duda, el mayor aporte en este campo lo ha dado el filósofo político alemán Heinrich
Meier, en el ya citado Carl Schmitt and Leo Strauss, the hidden dialogue, y también en: H.
Meier, The Lesson of Carl Schmitt, four chapters on the distinction between Political Theology
and Political Philosophy, Chicago University Press, Chicago, 1998; asimismo, aunque desde
una posición especialmente crítica de Schmitt, J. P. McCormick, Carl Schmitt´s Critique of
Liberalism, against Politics as Technology, Cambridge University Press, Cambridge, 1997.
Además, en artículos como: S. Shell, «Meier on Strauss and Schmitt»: The Review of Politics,
1 (Invierno 1991), Vol. 53; P. Gottfried, «Schmitt and Strauss»: Telos, 96 (Verano, 1993); R.
Howse, «From Legitimacy to Dictatorship – And Back again, Leo Strauss’s Critique of the
Anti-Liberalism», en David Dyzenhaus (ed.), Law as Politics, Carl Schmitt´s Critique of
Liberalism, Duke University Press, Durham, 1998; J. P. McCormick, «Fear Technology and
the State: Carl Schmitt, Leo Strauss and the Revival of Hobbes in Weimar and National
Socialist Germany»: Political Theory 22: 4 (Noviembre 1994).
4
Tomo esta idea de Heinrich Meier, quien a mi parecer define adecuadamente el senti-
do de la obra schmittiana y straussiana. Así, Strauss llegaría a sostener que un mundo sin
política sería un mundo de entretenimiento y diversión, y que carecería de seriedad, mien-
tras que para Schmitt en tal mundo no existiría espacio para una decisión moral necesaria.
Meier, Carl Schmitt and Leo Strauss, The Hidden Dialogue, pp. 45-46.
98 EDUARDO HERNANDO NIETO
es que los dos académicos pueden expresar gruesos y coherentes ataques contra
el liberalismo contemporáneo enemigo acérrimo de la seriedad y abandera-
do de la banalidad.
Precisamente esta inquietud por tal dimensión metapolítica es el punto
convergente por el que la comunión entre ambos puede ser sostenida, per-
mitiéndonos también sustentar la idea de que, a pesar de que a primera vis-
ta la teología (fe) es incompatible con la filosofía (razón) dentro de un análisis
profundo, podemos llegar a comprender la posibilidad de una convivencia
plena y no contradictoria en un plano empírico o político dependiendo, cla-
ro está, de un contexto propicio.
En este sentido, este ensayo intentará presentar en primer lugar las te-
sis que sostiene la teología política schmittiana 5 para pasar después a mos-
trar los argumentos de la filosofía política straussiana. Una vez efectuado
esto, indicaremos las aparentes discrepancias entre los dos pensadores a
fin de reforzar luego los puntos comunes que, como apuntábamos, des-
cansan en su visión metapolítica. Finalmente llegaremos a la conclusión
de que Carl Schmitt y Leo Strauss no sólo son —junto con Eric Voege-
lin 6— académicos que expresan tesis afines sino que a su vez esgrimen los
mejores argumentos contra la política moderna y el liberalismo moderno,
es decir, contra los representantes de la anomia generalizada y la seculari-
zación 7.
5
Aquí siguiendo nuevamente a Heinrich Meier, quien eficazmente define a Schmitt como
teólogo político.
6
Autor de una obra monumental en la que destacan E. Voegelin, Order and History, 5
Vols. editados en Baton Rouge por la Louisiana State University; E. Voegelin, The New
Science of Politics, Chicago University Press, Chicago, 1952; E. Voegelin, Science, Politics
and Gnosticism, Regnery, Chicago, 1968, entre otros.
7
Ver al respecto F. Fuezalida Vollmar, «Metapolítica: entre el Nomos y el Anomos»,
introducción al libro de E. Hernando Nieto, Pensando Peligrosamente: el pensamiento re-
accionario y los dilemas de la democracia deliberativa, Pontificia Universidad Católica del
Perú, Lima, 2000, pp. 17-27.
8
Meier, The Lesson of Carl Schmitt, Four Chapters on the Distinction between Political
Theology and Political Philosophy, p. 66.
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 99
9
Génesis 3: 14-15.
10
Precisamente las raíces de su famosa definición de lo político, es decir la distinción
entre amigo y enemigo emana de su pensamiento teológico. Ver: C. Schmitt, Der Begriff
des Politischen, Duncker & Humblot, Berlin, 1932 [edición en español: C. Schmitt, El
Concepto de lo Político, Alianza, Madrid, 1991].
11
G. Balakrishnan, The Enemy, an Intellectual Portrait of Carl Schmitt, Verso, London,
2000, p. 57. Debemos tener presente que Schmitt apunta a la moderación y control del
horizonte escatológico y es precisamente esta posición la que lo aproximará muchísimo a la
filosofía política de Leo Strauss, como veremos más adelante.
12
Meier, The Lesson of Carl Schmitt, Four Chapters on the Distinction between Political
Theology and Political Philosophy, p. 66.
13
Ibid., p. 70.
14
Segunda Epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, 2: 6-8: «Ya sabéis vosotros la
causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado o venga en su tiempo señalado. El
hecho es que ya va obrando o formándose el misterio de la iniquidad; entretanto el que
está firme ahora, manténgase, hasta que sea quitado el impedimento. Y entonces se dejará
ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el resuello o el solo aliento de su
boca, y destruirá con el resplandor de su presencia.»
15
Hacemos una distinción precisa entre teología y teología política, la primera sólo tie-
ne que ver con el bien y el mal mientras que la segunda se centra en la lucha entre ambos
(en un espacio) y que en algún momento culminará mas no sabemos cuándo ocurrirá esto.
16
Palabra griega que significa (el) «que retarda» o «retrasa».
100 EDUARDO HERNANDO NIETO
1923. En este trabajo empleamos la edición en inglés: C. Schmitt, Roman Catholicism and
Political Form, Greenwood Press, Wesport, Connecticut, 1996. Trad. G. L. Ulmen. p. 7.
23
Básicamente Joseph de Maistre y Juan Donoso Cortés, quienes sin embargo pueden
ser ubicados dentro de una tradición muy próxima a la schmittiana. Ver Hernando Nieto,
Pensando Peligrosamente: el pensamiento reaccionario y los dilemas de la democracia
deliberativa, pp. 75-123. Para una lectura schmittiana del diplomático español del siglo XIX,
ver, C. Schmitt, «Donoso Cortés in Berlin, 1849» (1927) y «Der unbekannte Donoso Cor-
tés» (1929) en: Positionen und Begriffe, Duncker & Humblot, Berlin, 1940; y también C.
Schmitt, Donoso Cortés in gesamteuropäischer Interpretation: Vier Aufsätze, Greven, Köln,
1950 . Traducción al español, C. Schmitt, Interpretación Europea de Donoso Cortés, Rialp,
Madrid, 1963.
24
Howse, «From Legitimacy to Dictatorship – And Back again, Leo Strauss’s Critique
of the Anti-Liberalism», p. 64.
25
Ibidem.
26
Al respecto dice Schmitt: «Porque el dogma tridentino del pecado original no es sim-
ple ni radical. A diferencia de la concepción luterana, no habla de abyección, sino solamen-
te de desfiguración, enturbamiento y vulneración, mas admitiendo enteramente la posibili-
dad de lo naturalmente bueno». Schmitt, Interpretación Europea de Donoso Cortés, p. 79.
También en C. Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignity,
The MIT Press, Cambridge, Mass., 1988, p. 57. Resulta importante aquí ver como la teolo-
gía política marca sus distancias del cristianismo luterano que se ubicará más bien en proxi-
midades del positivismo y la filosofía kantiana.
27
Schmitt, Roman Catholicism and Political Form, p. 8.
28
C. Schmitt, Politische Theologie: Vier Kapitel zur Lehre von der Souveranität, 1922,
edición revisada: Duncker & Humblot, Berlin, 1934. Para este ensayo empleamos la traduc-
ción al inglés: Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignity.
Existe también edición en español, C. Schmitt, Teología Política, Struhart, Buenos Aires,
1985.
102 EDUARDO HERNANDO NIETO
29
Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignity, p. 5.
30
Ibidem.
31
G. Schwab, The Challenge of the Exception, an Introduction to the Political Ideas of
Carl Schmitt between 1921 and 1936, Greenwood Press, Westport, Connecticut, 1989, p.
44. Por cierto, que este texto fue pionero en la introducción del pensamiento schmittiano en
el contexto académico norteamericano.
32
La naturaleza de la disputa parte del hecho de que para Schmitt no puede caber la
idea de reglas impersonales o de una «Norma Fundante» que aparece de la nada y también
de que la organización política de la democracia liberal en Weimar carece de legitimidad
real para poder constituirse como «voluntad del pueblo»; en contraposición Kelsen conside-
raba que las reglas debían de estar libres de cualquier contaminación valorativa constitu-
yendo solamente un sistema normativo neutral que organice una sociedad democrática.
Para una discusión sobre las tesis de Schmitt y Kelsen ver: P. C. Caldwell, Popular
Sovereignity and the Crisis of German Constituional Law, The Theory & Practice of Weimar
Constitutionalism, Duke University Press, Durham, 1997, pp. 85-119. También, D. Dyzenhaus,
Legality and Legitimacy, Carl Schmitt, Hans Kelsen and Hermann Heller in Weimar, Oxford
University Press, Oxford, 1997, capítulos 2 y 3; y W. E. Scheuerman, Between the Norm
and the Exception, The Frankfurt School and the Rule of Law, The MIT Press, Cambridge,
Mass., 1997.
33
Howse, «From Legitimacy to Dictatorship – And Back again, Leo Strauss ´s Critique
of the Anti –Liberalism», p. 60.
34
Quizá la más clara muestra de la indiferencia liberal por la decisión la encontremos
en el recordado pasaje del diplomático y político español del siglo XIX Don Juan Donoso
Cortés, Marqués de Valdegamas, en el que describe crudamente la naturaleza del pensa-
miento liberal y que seguramente fue extremadamente inspirador para Schmitt:
«De todas estas escuelas ésta es la más estéril; porque es la menos docta y la más egoísta.
Como se ve nada sabe de la naturaleza del mal ni del bien: apenas tiene noticias de Dios,
y no tiene ninguna del hombre. Impotente para el bien, porque carece de toda afirmación
dogmática, y para el mal porque le causa horror toda negación intrépida y absoluta, está
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 103
des Thomas Hobbes: Sinn und Fehlschlag eines politischen Symboles, Hanseatische Verlags-
anstalt, Hamburg, 1938. En español: Schmitt, El Leviathan en la Teoría del Estado de To-
más Hobbes, Struhart, Buenos Aires, 1990, p. 29. También en C. Schmitt, Die Diktatur:
Von den Anfängen des modernen Souveränitätsgedanken bis zum proletarischen Klassenkampf
Duncker & Humblot, Leipzig, 1921; en español, Schmitt, La Dictadura, Alianza, Madrid,
1985.
41
«La auténtica cristiandad fue antiutópica porque no prometía la justicia en este mun-
do. El salvador cristiano no fue un dador de leyes sino simplemente aquél que deroga las
antiguas». Balakrishnan, The Enemy, an intellectual portrait of Carl Schmitt. p. 223. Con
esto también Schmitt queda libre de toda la serie de acusaciones de las que es objeto y
donde se le tilda de ser un propagandista de ideas totalitarias o fascistas, como lo quieren
pintar algunos académicos liberales y socialistas; uno de los más conocidos es sin duda el
profesor de la Universidad de New York (NYU) Stephen Holmes; ver, S. Holmes, The
Anatomy of Antiliberalism, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1993, pp. 37-60.
42
C. Schmitt, Über die drei Arten des rechtswissenschaftlichen Denken, Hanseatische
Verlangsanstalt, Hamburg, 1934. Edición en español: C. Schmitt, Sobre los tres modos de
pensar la ciencia jurídica, Tecnos, Madrid, 1996.
43
Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignity, p. 59.
44
Ibidem.
45
Ibid., p. 63.
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 105
46
Génesis 3: 1-24.
47
E. Hernando, «Libertades Republicanas para el nuevo nomos peruano: ¿necesitamos
realmente más derechos?» en Perú: ¿En qué país queremos vivir? Tomo II, IPAE, Lima,
2001, p. 356.
48
R. B. Pipin, Idealism as Modernism, Hegelian Variants, Cambridge University Press,
Cambridge, 1997, pp. 209-210. Esta idea de pretender controlar la realidad política se inicia
con Maquiavelo. Ver L. Strauss «The Three Waves of Modernity», en H. Gildin (ed), An
Introduction to Political Philosophy, Ten Essays by Leo Strauss, Wayne State University
Press, Detroit, 1989, p. 84.
49
Tal ha sido el impacto de la obra de Strauss en Estados Unidos, que no han faltado
quienes lo han acusado de ser también un ideólogo del partido Republicano y de propagar
una moral nietzscheniana. Para una visión tan distorsionada de Leo Strauss ver S. Drury,
The Political Ideas of Leo Strauss, St. Martin’s Press, London, 1988, en especial el capítu-
lo 1. También, aunque algo menos radical que el texto de Drury, el ya citado: Holmes, The
Anatomy of Antiliberalism, pp. 61-87.
50
Los textos de Strauss en español son: ¿Qué es Filosofía Política?, Guadarrama, Ma-
drid, 1970; Meditación sobre Maquiavelo, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1964;
Historia de la Filosofía Política, FCE, México, 1993; Persecución y arte de escribir y otros
ensayos de filosofía política, Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1996 (editado e in-
troducido por Antonio Lastra).
Existen también referencias a la obra straussiana en: L. Ferry, Filosofía Política I. El
derecho: la nueva querella de los antiguos y los modernos, FCE, México, 1991; F. Vallespín,
«La vuelta a la tradición clásica», en F. Vallespín (ed.), Historia de la Teoría Política, Vol.
5, Alianza, Madrid, 1993; P. Badillo O´Farrell, Fundamentos de Filosofía Política, Tecnos,
106 EDUARDO HERNANDO NIETO
Madrid, 1998, capítulo 7; J. Roiz, «Leo Strauss (1899 –1973): ¿Un Pensador Perverso?»:
Revista de Estudios Políticos, 110 (Octubre-Diciembre 2000), pp. 27-58. También en J.
Campos Daroca, «Leo Strauss, lector de Alfarabi, lector de Platón» Metapolítica 13, Vol. 4
(Enero-Marzo 2000). Finalmente el epílogo al pensamiento de Strauss en L. Strauss, Histo-
ria de la Filosofía Política, FCE, México, 1996, por N. Tarcov y T. Pangle.
51
L. Strauss, «Jerusalem and Athens some preliminary reflections», en T. Pangle (introd),
Leo Strauss Studies in Platonic Political Philosophy, Chicago University Press, Chicago,
1983. En español, «Jerusalén y Atenas, algunas reflexiones preliminares», en Strauss, Per-
secución y arte de escribir y otros ensayos de filosofía política. También en L. Strauss,
«The Mutual Influence of Theology and Philosophy», en P. Emberley y B. Cooper (ed.),
The Correspondence Between Leo Strauss and Eric Voegelin, 1934-1964, Faith and Political
Philosophy, The Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 1993.
52
Aquí trataremos de pensar que se trata de una relación análoga a la de la regla y la
excepción, y a la imagen de la complexio oppositorum que señala Schmitt aunque para el
mismo Strauss el problema sea más complejo: «Nadie puede ser al mismo tiempo un filó-
sofo o un teólogo, o, en cuanto a eso, un tercero que esté más allá del conflicto entre la
filosofía y la teología o una síntesis entre ambas», L. Strauss, «The Mutual Influence of
Theology and Philosphy», p. 217. También «What is Political Philosophy?» en What is
Political Philosophy? And other studies, p. 13. Sin embargo, en «The Three Waves of
Modernity» señala que «para juzgar adecuadamente la doctrina de Maquiavelo, debemos
considerar que existe en un punto crucial un acuerdo entre la filosofía clásica y la Biblia,
entre Atenas y Jerusalén. De acuerdo con la Biblia el hombre es creado a imagen de Dios,
se le ha dado el gobierno de todas las criaturas terrestres, no se le ha dado el gobierno
sobre la totalidad, se le ha puesto en un jardín para que lo trabaje y cuide de él; posee
pues un lugar, la virtud es la obediencia al orden divino, así como en la filosofía clásica la
justicia es cumplimiento con el orden natural», p. 86.
53
Leo Strauss, The City and Man, Chicago University Press, Chicago, 1978, p. 13.
54
Strauss, «What is Political Philosophy?», p. 11.
55
Strauss, The City and Man, p. 1.
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 107
Para realizar así los sueños de esta primera ola de la modernidad lo que
se hizo fue bajar los estándares morales para que pudiesen ser alcanzados
por todos los hombres, con lo cual se lograba dominar completamente el
azar y lo impredecible. Esto en realidad ya no podía llamarse carácter mo-
ral sino más bien intuiciones: «el orden justo, como lo concebía Maquiave-
lo, era la testaruda República, que se moldeó sobre la Roma antigua, pero
que se elaboró como una superación de la Roma antigua» 63. El problema
con este enfoque fue que se redujo la naturaleza humana al plano biológico
e instintivo y se llegó a la conclusión de que desde este plano elemental e
inmoral tendría que nacer la moral y la justicia 64.
Sin embargo la modernidad continuó su proceso de radicalización a
pesar de que las posteriores corrientes trataron de mejorar las anteriores.
56
Strauss, «What is Political Philosophy», pp. 10-11.
57
Ibid., p. 12.
58
Strauss, «On Classical Political Philosophy» en What is Political Philosophy?, p. 87.
59
Strauss, Natural Right and History, p. 139.
60
Strauss, «The Three waves of modernity», p. 85.
61
L. Strauss, The Political Philosophy of Hobbes, Its Basis and Its Genesis, Chicago
University Press, Chicago, 1952; L. Strauss, Thoughts on Machiavelli , Chicago University
Press, Chicago, 1958.
62
Strauss, «What is Political Philosophy?», p. 41.
63
Ibid., p. 47.
64
«Toda legitimidad tiene su origen en la ilegitimidad». Strauss, Natural Right and
History, p. 179.
108 EDUARDO HERNANDO NIETO
65
Strauss, «What is Political Philosophy?», p. 50.
66
Strauss, «The Three Waves of Modernity», p. 90.
67
Y no de acuerdo a la naturaleza de las cosas como sostiene el derecho natural
clásico.
68
Ibid., p. 91.
69
Ibid., p. 94.
70
Como en la idea de bondad sostenida por Rousseau.
71
Ibidem. En este sentido, sin embargo, la tercera ola representaría una crítica al
historicismo que el mismo Strauss aceptaría. Ver L. Lampert, Leo Strauss and Nietzsche,
Chicago University Press, Chicago, 1996, pp. 6-7.
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 109
Con la crítica que plantea Nietzsche a todas las filosofías anteriores por
tomar como modelo al hombre del presente sin considerarlo en su dimen-
sión histórica, se iniciará entonces un nuevo jalón en el decurso de la mo-
dernidad, el mismo que se expresará entonces en el modo como se ha mal
interpretado la historia del hombre, que empezaría con la reconciliación del
cristianismo con el mundo durante la Reforma y que terminaría con Hegel
a través de un proceso evolutivo y racional. Sin embargo el historicismo,
por definición, no podría concluir en ninguna parte y más bien destruiría
cualquier ideal humano a menos que se pudiera trascender este plano histó-
rico a través de una transmutación de todos los valores históricos 72.
Esto precisamente significaría la nueva y auténtica verdad que enarbo-
laría esta tercera oleada y que culminaría entonces con la propia muerte del
hombre como consecuencia de la anterior muerte de Dios. Ciertamente Nie-
tzsche estaría dudando entre negar toda posibilidad de verdad o proponer
su propia interpretación de la verdad. Finalmente él haría lo primero al des-
cubrir la «voluntad de poderío» como la base de los nuevos valores, pero
contando con que tal voluntad de poder solamente podría venir de alguien
que está por encima del hombre, esto es, por el superhombre. Al final del
camino entonces sólo habrán dos alternativas: el «último hombre» o el «su-
perhombre» 73.
Quizá, si algo podía destacar Strauss de la tesis de Nietzsche, era preci-
samente su crítica al historicismo y al racionalismo moderno 74; que son sin
duda las formas que generan en el mundo contemporáneo una serie de pro-
blemas políticos que surgen indefectiblemente de la defensa o imposición
de posiciones dogmáticas. Este es el caso del positivismo (ya existe la Ver-
dad) o de posiciones relativistas que terminan por banalizar la verdad y quitarle
su seriedad (existen muchas Verdades), como acontece con el historicismo.
Frente a esta contingencia Strauss reivindicaba siempre la educación liberal,
que constituiría la vía óptima para poder retomar la seriedad de la vida, y
basaba tal proyecto en la formación del carácter y la educación sentimental:
«La educación liberal es una educación en la cultura o hacia la cultura. El pro-
ducto final de una educación liberal es un ser humano cultivado. Cultura signifi-
ca en principio agricultura: el cultivo del suelo y sus productos, cuidar la tierra,
mejorarla de acuerdo a su naturaleza. Haciendo una analogía hoy Cultura signi-
fica principalmente el cultivo de la mente, el cuidado y la mejoría de nuestras
facultades mentales innatas de acuerdo a la naturaleza de la mente» 75.
76
«Uno debe distinguir entre lo que es por naturaleza, en donde no tenemos posibilida-
des de elección, y lo que es de acuerdo a la naturaleza, esto es, el estándar por el cual
uno escoge». H. C. Mansfield, A Student Guide to Political Philosophy, ISI Books,
Wilmington, Delawere, 2001, p. 19.
77
Ibidem.
78
L. Strauss, Persecution and the Art of Writing, Chicago University Press, Chicago,
1988, p. 30.
79
A. Bloom, «Emilio» en Gigantes y Enanos, la tradición ética y política de Sócrates
a Rawls, Gedisa, Barcelona, 1999, pp. 233-271.
80
Ibid., p. 248.
81
J. McCormick, «The Dilemmas of Dictatorship, Carl Schmitt and Constituional
Emergency Powers», en D. Dyzenhaus (ed.), Law as Politics, Carl Schmitt’s Critique of
Liberalism, pp. 218-219.
¿TEOLOGÍA POLÍTICA O FILOSOFÍA POLÍTICA? 111
no puede existir tampoco la filosofía 82, por lo cual tendría que estar de acuerdo
en la necesidad de la salvación de la ciudad. Claro que Strauss podría pen-
sar a fortiori que la crisis de la ciudad requeriría de la educación liberal
para ser conjurada, pero también es cierto que, mientras exista un orden político
inestable (vale decir con un Kavéchon débil), entonces tampoco podría ser
real la propuesta de la educación liberal.
Ciertamente que estamos ante un problema complejo en tanto que sal-
tan a la vista también antagonismos claros entre los dos caminos, como el
mismo Strauss se encargará de mencionar:
«Uno puede describir el desacuerdo fundamental entre la Biblia y la filosofía
griega, y se puede hacer desde un punto de vista histórico, partiendo del hecho
que en principio apreciamos un amplio acuerdo entre la Biblia y la filosofía grie-
ga respecto a la moralidad y la insuficiencia de moralidad; el desacuerdo con-
cierne a aquella «x» que conforma la moralidad. De acuerdo a la filosofía grie-
ga, aquella «x» es theoria, contemplación, y la contemplación bíblica podemos
llamarla sin cometer un error, piedad, la necesidad de una misericordia divina o
redención, amor obediente» 83.
95
«En la terminología de Schmitt esto significa que el status naturalis es el estado
auténticamente político; pues también para Schmitt lo político reside «no en la lucha mis-
ma, sino en un comportamiento determinado por esta posibilidad real». Se desprende, de
este modo, que lo político, a lo que Schmitt reporta validez fundamental, es el estado de
naturaleza que sustenta toda cultura; Schmitt honra el concepto hobbesiano de estado de
naturaleza». Strauss, «Apuntaciones sobre el Concepto de lo Político de Carl Schmitt», p.
38.
96
Schmitt, en la primera edición del Concepto de lo Político (1927) llama a la política
«un dominio independiente» como cualquier otro dominio como por ejemplo la economía o
la moral, para después reconocer que la política abarca todas las esferas. Ciertamente, se
dice que esto responde fundamentalmente al contexto en el que escribió ya que en el caso
primero se trataba de defender la política frente a la hegemonía del liberalismo reclamando
la autonomía de la política, y en el segundo caso ya la política había vencido al liberalismo
y entonces ahora si podía dirigirse al ataque. Ver Shell, «Meier on Strauss and Schmitt»:
The Review of Politics, 1, (Invierno 1991), Vol. 35, pp. 219-220.
97
Schmitt, Sobre los tres modos de pensar la ciencia jurídica, pp. 29-30. Este positi-
vismo podría derivar en la autocracia.
98
Ibid., 20. Ver también, W. E. Scheuerman, Carl Schmitt The End of Law Rowman &
Littlefield, Lanham, Maryland, 1999, cap. V, p. 124.
99
Meier, The Lesson of Carl Schmitt, Four Chapters on the Distinction between Political
Theology and Political Philosophy, pp. 162-163.
114 EDUARDO HERNANDO NIETO
100
Con la segunda llegada de Cristo al final de los tiempos. Ibid., p. 24.
101
Ibid. p.74.
102
Un ejemplo de ello sería la República de filósofos que propuso la ilustración france-
sa y que tuvo que concluir en el terror jacobino.
103
Strauss, The City and Man, p. 30.
104
Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignity, p. 15.