A Pablo Jauregui
A Pablo Jauregui
A Pablo Jauregui
semestre de 2003
6. Prebisch, 1944.,
7. Argentina Fabril,. n° 898, oct. 1943, p~ 107.
Estado y élites empresariales 99
9. "Enuna declaración Perón sintetizaría esto de la siguiente forma: "No acepto testaferros
pagados por organismos patronales. Por eso llamo al patrón de la fábrica y no al geren-
te de la Unión Industrial". Tomado de Seoane, 1998, p. 56.
· Estado-u élites empresariales 101
Productividad: la oportunidad de
recuperar la iniciativa (1950-1955)
Frente a la crisis económica del período 1948-1952 el gobierno peronista giró en
su política económica para recortar el gasto público y aumentar la producción
agraria, expandir las exportaciones y contener aún más las importaciones. Las di-
ficultades económicas por las que pasaba el país desde 1949 inducían a rectificar
la política económica para inducir un aumento de la eficiencia, reduciendo el gas-
, to, sin abdicar del pleno empleo ni de mantener en lo posible el valor del salario,
lo cual era francamente difícil sino se corregían aspectos esenciales de la direc-
ción política estatal. Esta reorientación, como ya hemos señalado, fue impulsada
por lin nuevo equipo económico, pero demandó en verdad varios años de tribula-
ciones. Finalmente, en 1952 la nueva orientación de la política económica se plas-
mó en el Segundo Plan, Quinquenal que, fuera de un detallado programa de objeti-
vos de crecimiento, estuvo acompañado de un típico programa de estabilización
que propiciaba la austeridad, el ahorro y la productividad. Esta última se convirtió
en la prioridad de la agenda de política económica a partir de 1952 y, ya de por sí,
constituía un triunfo del empresariado que se venía quejando desde 1945 (aunque
este argumento fuera utilizado anteriormente) por la baja del rendimiento laboral
como consecuencia de la promulgación de las leyes favorables a los empleados.
También hemos visto las diferentes entidades gremiales empresarias que se
disputaban la herencia de la intervenida UIA. Entre ellas la Confederación Empre-
saria Argentina (CEA), que contaba con apoyo en Buenos Aires y la Confedera-
cíón Argentina de la Producción, la Industria y el Comercio (CAPIC), que se hacía
fuerte en las provincias del interior. Ambas entidades se encontraban en lucha. De
hecho, Perón dejó hacer sin intervenir abiertamente. Las dificultades del empre-
sariado para su acción colectiva se hallaban en la carencia de una organización
autónoma que lo expresara. Como vimos, esto no era un resultado indeseado por
el régimen. ,
La reorganización de las asociaciones patronales formalmente concebida por
Perón en 1945, recién se cristalizó en 1953, con la formación de la Confederación
General Económica, bajo la conducción de un poco conocido comerciante radica-
do entonces en Catamarca, José B.Gelbard. Su discursocombinaba las necesida-
des empresarias con el reconocimiento de los derechos sociales y laborales. La
creación de la CGE tenía para el régimen la ventaja de contar con un canal de co-
municación con el empresariado y de servir de contrapeso a la.Confederación Ge-
neral del Trabajo. La formación de esta central de los empresarios era parte de la
modificación de la política económica y de la resignificación del papel del empre-
sario que esa modificación generaba. Al mismo tiempo aparecieron en la agenda
pública otros temas como el de la productividad quevenía siendo impulsado por
los empresarios desde la inupción del peronismo en 1945 y. se encontraba habi-
tualmente en las declaraciones y documentos de las distintas expresiones del em-
presaríado, ' ,
Estado y élites empresariales 103
. . .
20. Leopol~i, 19~4. p.' 396. Véase también Gomes, 1979, cap. 7.
108 Anibal Pablo Jauregui
fe da Naoio, cuya dictadura veían mejor preparada, que una frágil institucionali-
dad liberal, para hacer frente a la renacida crisis económica y a los desequilibrios
socio-políticos del país. El Estado Novo contuvo, como remarcara Aspasia Ca-
margo, la enonne paradoja de ser concebido en gran medida para domesticar a las
elites estaduales y de contar con el concurso de esas propias elites." Sin embar-
go, no faltaban recelos entre los hombres de negocios que encontraron beneficios
en la represión a la izquierda y al movimiento obrero pero que sentían amenaza-
dos por el garrote de Leviatán. Un industrial paulista ya citado contaba que para
proveerse de lana hizo una gestión con el ministro de Hacienda Souza Costa que
le sugirió que le comprara a un productor amigo de Vargas, cuya lana era de ma-
la calidad. Sólo después de haber hecho esta compra accedió a un permiso para
importar lana, 24
Con todo, la industria fue considerada en las decisiones del gobierno. La pro-
puesta de Roberto Simonsen de 1936 de restringir las importaciones para hacer
frente a la crisis externa fue de hecho adoptado por el gobierno en abril de 1938
cuando Vargas constatara la continua declinación del precio de las exportaciones
y la persistencia en el nivel de precio de las importaciones.
Las asociaciones industriales acentuaron su perfil sectorial especialmente vi-
sible en la actuación de los líderes empresarios en los distintos consejos y órga-
nos que fueron creados para estudiar medidas de política económica, especial-
mente en el Conselho Federal de Comércio Exterior y en el Conselho de Expans-
sao Económica do Estado de Sao Paulo. De esta forma, el empresario se integra-
ba al modelo de modernización autoritaria promovida por Vargas y los militares
que apoyaron la instauración de la dictadura estadonovista.
De ninguna forma se puede deducir de esto que hubiera armonía entre funcio-
narios públicos y empresarios: los conflictos entre las elites económicas y el esta-
do estarían a la orden del día en el período 1939-1942. Es bastante notable el he-
cho de que el núcleo principal del conflicto entre estado federal y clases propie-
tarias estaba limitado a San Pablo. El presidente de la Confederación Industrial de
Brasil, Lodi en carta de Souza Costa prácticamente restringía a este estado el pro-
blema que se presentaba con la arbitrariedad de los fiscales, la excesiva presión
impositiva y las interpretaciones caprichosas de los textos legales." La fuerza que
impulsaba a los reclamos provenientes de San Pablo se gestaba en un poder pri-
vado estructurado en instituciones autónomas, agresivas con alto grado de inte-
racción y capaces de adaptarse a las variaciones de la vida política y de las insti-
tuciones estatales. 26
Aunque la guerra mundial activaba ciertos conflictos entre sectores de las cla-
ses propietarias, limitó las posibilidades de los trabajadores tanto en el terreno or-
mente en San Pablo. 29 Esta imagen del industrial se hallaba asociada también a un
tipo de accionar público caracterizado por la demanda permanente de protección
aduanera que elevaba los precios relativos de los productos importados.
Sin embargo, la dirigencía empresarial fue gestando un proyecto que se eleva-
ba notablemente sobre este modelo. Este proyecto fue concebido desde San Pa-
blo en donde comenzaría a surgir una serie de instituciones que impulsaban la mo-
dernización capitalista centrada en la industria y que serían por su parte centros
de elaboración de ideas, de educación para la elite social y de difusión de una cul-
tura industrial. Estas instituciones eran el Instituto de Oroanizacao Racional do
Trabalho (IDORT), creado en 1931 por acción de la Asociación Comercial orien-
tado a la difusión de una cultura basada en la eficiencia técnica y administrativa,
inspirada más o menos directamente en la filosofía de Frederic W. Taylor y la Es- .
cola Livre de Socio logia e Política de Sao Paulo, que fuera fundada por Simon-
sen y otros dirigentes en 1933 destinada a ampliar las formación superior de la eli-
te hasta entonces limitada a medicina y derecho.
Pero, para la conformación de un proyecto con suficiente recepción en la so-
ciedad se requería la existencia de un fuerte liderazgo sectorial y personal. La
construcción de un líder llevaría unos años y se concretaba primero a través de
Roberto SiInonsen, cuya carrera estaba identificada en la oposición a Vargas y en
la lucha contra el poder personal del caudillo riograndense. A este liderazgo de Si-
monsen en San Pablo le acompañaba, cooperativamente, el de Euvaldo Lodi en el
escenario nacional.
Una de las características de esta propuesta del sector industrial, particular-
mente el paulista, consistía en buscar el apoyo de otros sectores de las clases do-
minantes, que se concretaría particularmente a través de una alianza duradera en-
tre la industria y el comercio.
A finales de la guerra las cuestiones del desarrollo económico, tomando a la
industria como eje, pasaban a ser discutidas en el I Congreso Brasileño de la Eco-
nomía que se reunía entre el 8 y el 18 de diciembre de 1944, convocado por la Con-
federación Nacional de la Industria. A través de este acto, que revestía un carác-
ter de manifiesto a la nación y no de un acto de organización interna, se ideaba un
gesto que mostraba al empresariado industrial a la vanguardia del cambio econó-
mico y tecnológico.
En primer lugar, se dio un enfático pronunciamiento a favor de la planificación
y que se destinaba a fortalecer la posición de Simonsen en su enfrentamiento con
Gudin, en lo que se ha llamado la Controversia sobre el Planeamiento. Dentro de
esta posición se propiciaba una integración vertical de la economía nacional por
medio del desarrollo de las industrias de base - siderurgia, minería del carbón del
hierro, celulosa, cemento y destilación de petróleo - generadoras de insumos fun-
damentales para el sector índustrial."
como un aspecto central de la política nacional. Sin embargo, esta etapa fue tam-
bién la que marcaría el ascenso del trabalhismo, como forma política y que sería
responsable por el populismo con que es descripto. este período.
La década de 1950 introdujo a este sistema de hegemonía política de los em-
presarios algunas correcciones de significación. Los cambios en la economía
mundial llevaron a una reorientación de la economía, con la apertura al capital ex-
tranjero que condujo a la reestructuración del sector industrial. El proceso de di-
versificación subsiguiente condujo a una cierta conflictividad entre sectores tra-
dicionales, más vínculados a las empresas de capital nacional y sectores moder-
nos en conexión con las empresas multinacionales. En efecto, la presencia de es-
tas empresas condujo a una reorganización fáctica de las asociaciones empresa-
rias. Esto fue creando conflictos al interior de las asociaciones industriales, en es-
pecialla Confederación Nacional de la Industria, un dirigente como Lodi, capaz
de representar a la totalidad de la industria. Así como el suicidio de Vargas vino
señalizar el.fmal del desarrollo industrial asociado, la salida de Lodi de la CNI sim-
bolizaba la nueva situación de fraccionamiento y división que evidenciaba el sec-
tor empresarial ante el fortalecimiento del segmento de empresarios ligados al ca-
pital extranjero.
.Conclusiones
La actuación pública del empresaríadode ambos países -en principio- estaba di-
rigida a ampliar el lugar de la industria en la economía nacional. A partir de la
Gran Depresión, con la presencia creciente del estado en la economía las cuestio-
nes políticas pasaron a ser decisivas en la determinación de la rentabilidad empre-
saria. Más aún, la intervención estatal en la economía fue concebida y aceptada
en la medida en que participaran en su gestión los sectores propietarios. La capa- .
cidad de interferir y deínfluíren la dirección de la intervención económica esta-
tal por parte del empresariado ha estado en relación directa con su capacidad' or-
ganízatíva, la existencia de liderazgos aglutinantes, la formulación de un proyec-
to industrial coherente y aceptable para los demás actores sociales y la posíbilí-
dad de participar en decisiones del estado.
Uno de las dificultades visibles en la Argentina resultaba el hecho de que el em-
presaríado no llegó a constituir un sistema de representación de los intereses in-
dustriales lo suficientemente fuerte y de perfil nitidamente industrial. Además
tampoco existieron formas de canalización de demandas que en Brasil estuvieron
constítuídosporlosque hemos llamado consejos técnicos.
Tanto bajo la democracia constitucional y la república conservadora restricta
como en la dictadura militar y el peronismo, los empresarios argentinos carecie-
ronde medios orqdmicos de influir sobre la formulación política. Esta dificultad de
particípacíón en las decisiones políticas ya se advertía en la llamada Década Infa-
me cuando el sector empresarial se volcó decididamente a la vida política sin en-
o •
Estado y élites empresariales 115
contrar en ella un lugar, quedando sometido a los vaivenes políticos sin poder de
adaptación ni de usufructo de las cambiantes circunstancias. Perón y el peronismo
acabaron representando un tipo de política económica que implicaba la amplia-
ción de las funciones estatales en la economía, el proteccionismo y las políticas fa-
vorables a la distribución del ingreso. Lejos de s·er accidental, el peronismo refle-
jaba la fortaleza potencial del movimiento obrero y la imposibilidad del empresa-
riado de enfrentar esa fortaleza con un proyecto de alcance e interés nacional.
Triunfador en el corto plazo en su tentativa de conformar un movimiento político
de sólido arraigo electoral, Perón fracasó en la tentativa de forjar un estado verda-
deramente arbitral de los conflictos sociales y palanca del impulso económico.
En Brasil, la situación se presentaría bastante diferente por la particular inte- .
racción allí visible entre política y economía. La industria contaba con un merca-
do interno geográficamente más vasto, e incomunicado, y con un bajo ingreso na-
cional que si abarataba sus costos, limitaba también las posibilidades de crecí-
miento. Acotado el peso de la sociedad civil por la marginación de la ciudadanía
de grandes franjas de la población, el sector patronal contaba con el beneficio de
un acceso más directo y privilegiado al poder político que el sector laboral. La
Gran Depresión se presentarla como una oportunidad de expansión industrial a
expensas de un sistema monoexportador, evidentemente agotado, al que había
que reemplazar. La caída de la República Velha y su reemplazo por un estado var-
guista multiforme, abriría las puertas de una mayor colaboración y penetración
empresarial en la política pública. La confluencia del derrumbe del sistema oligár-
quico de la República Velha y el colapso del sistema monoexportador facilitaba
entonces la aceptación de la industria como una de las bases de la economía na-
cional y al mismo tiempo abría el camino para que los industriales pudieran ac-
tuar en el making policy a través de las relaciones estrechas con el gobierno y los
órganos que intermediaban' intereses. Aunque una causalidad·lineal entre Revolu-
ción de 1930 y desarrollo industrial resulte hoy dífícílmente aceptable, .entre estos
. dos órdenes de fenómenos existía cuanto menos una interacción que produjo
cambios recíprocos. De ésta surgió una ideología nacíonal-desarrollísta que con-
tó .como primer soporte y como. principal aliado al sector empresarial. Éste se
apoyó' además enla herencia institucional, de Vargas que, aunque no constituyó
como Perón un movimiento político monolítico de peso electoral, fue capaz de es-
tructurar un aparato estatal centralizado y con mayor capacidad de implementar
políticas de desarrollo.
116 Anibal.Pablo Jauregui
RESUMEN
A través de este trabajo hemos tratado de mostrar las diversidades que caracterizaron a las
burguesías de Argentina y Brasil en la etapa de la afinnación de las economías índustríales
en ambos países, analizando el denso entramado tejido entre el poder económico y el po-
der político. . .
. "Vemosque en el.caso brasileño, las.clases propietarias tejieron con el estado un mode-
lo de·asociación que terminó de definirse en la década de 1930 a través de la conformación
de un fuerte sesgo corporatívísta.en la relación entre ambos sectores. Al mismo tiempo se
fue perfilando en aquella época un proyecto. netamente industrialista que impulsado por el
empresariado .índustríal y por lá burocracia, llevó a una aceptación generalizada del desa-
rrollo industrial como.parte ímprescíndíble de la afirmación de la nación brasileña
el
: La Argentina, por contrario, tuvo un curso señalado por el éxito de su vocación ex-
portadora y por la may'or independencia de las clases respecto al poder político. Esta inde-
pendencia se tradujo:en una mayor vocación por el liberalismo económico y por el plura-
lismo de las organizaciones gremiales. Desde nuestro punto de vista, la debilidad organiza-
cional del sector índustrial, junto con sus dificultades en la economía de mercado, contri-
buyeron a una menor capacidad para encabezar un proyecto de desarrollo industrial.
ABsTRAeT
In this study we have aitempted to show the difference between the Argentine and Bra-
zilian bourgeoisie in the staqe when the two countries were establishing their industrial
economies by analyzing the tightly woven fabric of economic and political power.
We see that in the case ofBrazil, the property owning classes, toqether. with the Sta-
te, wove a model of association which was finally defined in the 1930's throuqñ the es-
tablishment cf a -strongly corporatiue bias in' the relationship between the two sectors. At
the same time, in that period:a clearly industrialist project was taking shape which, en-
couraged by industrial entrepreneurs and the bureaucracy, led to widespread acceptan-
ce of industrial deuelopment as an essential part of the consolidation of the Brazilian
'nation
Argentina, on the other hand, followed a course marked by the success of her export
capacitu and by the greater independence of the classes from the political power. This in-
dependence was translated into a greater inclination towards economic liberalism and
for pluralism among the trades union organizations. From our point ofview, the indus-
trial sector's organizational weakness, along with its difficulties in the market economy,
have contributed to a weaker capacity to lead an industrial development project.
Estado y élites empresariales 117
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