El Proyecto de La Iglesia
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Introducción
Abres la caja. Sacas las tablas, la bolsita de tornillos, y te sientas en el suelo
con el cuaderno que explica el montaje. Sin palabras, sólo dibujos.
Bienvenido a "La república independiente de tu casa". Has comprado un
mueble de Ikea. Hay personas que se asustan frente a un proyecto tan
sencillo como montar un mueble de Ikea. O como hacer una reforma en tu
casa. Por eso hay programas de televisión que tratan de quitarle el miedo a
los televidentes. Sobre todo en tiempos de crisis. Salen libros a la venta, se
ofrecen cursillos sobre el bricolaje. Pintar la casa, vestir un armario, montar
una estantería: la diferencia entre pagar a otro y hacerlo uno mismo
empieza a animar la iniciativa bricolajística en estos tiempos.
Sin embargo, Dios tiene una prioridad: levantar una ciudad de luz.
Antiguamente era la ciudad de Jerusalén. Ahora es la iglesia local. La
intención del Señor es que la iglesia local cumpla todas las funciones que
antiguamente era propias de Jerusalén, para que sea "hermosa provincia, el
gozo de toda la tierra". La iglesia está llamada a encarnar las bendiciones
que son fruto de la cercanía al Dios de verdad: dirección, provisión,
renovación, protección.
(He 6:10) "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo
de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los
santos y sirviéndoles aún."
En (Neh 7:5-73) se encuentra otra lista, los que volvieron con Zorobabel de
Babilonia a la tierra de Israel. Muchos judíos optaron por no volver. Ya
tenían su vida hecha en Mesopotamia: con amistades en el barrio, los niños
en la escuela, su trabajo establecido. Era más fácil quedarse allí donde
estaban. Pero los que hicieron maletas y tomaron la decisión de volver a la
tierra prometida, una vez promulgado el edicto de Ciro, sentían otra cosa. Su
afán era buscar a Dios y su reino. Conocían la promesa del Redentor, sabían
que éste llegaría a la tierra donde había vivido Abraham, y su único deseo
era participar en todo aquello. Son como las ovejas a que se refiere el Señor
Jesucristo: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me
conocen" (Jn 10:14). La lista de Nehemías 7 nos recuerda que Dios conoce a
todos aquellos que lo buscan de verdad. Conoce a su ovejas.
En (Neh 10:1-27) hay una lista de los príncipes (Neh 9:38) y los cabezas del
pueblo (Neh 10:14), con los sacerdotes y levitas. Son dirigentes entre el
remanente, y el hecho de figurar en la lista apunta a una gran verdad: Dios
toma nota de los que asumen responsabilidades. El Nuevo Testamento lo
expresa con las siguientes palabras:
En (Neh 11:1-24) figura una relación de los que se trasladaron, cada uno de
su pueblo, a Jerusalén. Dejar la heredad ancestral de la familia representaba
un gran sacrificio que estas personas asumieron con el fin de dar
consistencia al testimonio de la ciudad de luz. Recuerda lo que haría José de
Chipre muchos años después, al vender su heredad para ayudar con las
necesidades de los nuevos creyentes en Jerusalén después de
Pentecostés (Hch 4:36-37). Su sacrificio voluntario aporta consuelo a los
necesitados, y por eso los apóstoles le ponen el mote de "Bernabé". La lista
de Nehemías sugiere que Dios recuerda a todos aquellos que asumen
sacrificios en pro del reino de Dios. Serán recordados y ampliamente
recompensados. Jesucristo lo dice así:
La noción de edificar
Al terminar el Sermón del Monte, Jesús compara la respuesta que cada
oyente podría dar a sus palabras a una obra de construcción: "cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca..." (Mt 7:24). "Edificar" comporta
ideas de esfuerzo, sabiduría y constancia. Cuesta trabajo, hay que "sudar la
camiseta". También se requieren ciertos conocimientos para edificar bien y
no mal. Hace falta saber qué hacer para no levantar un tabique torcido. El
hecho de edificar también sugiere todo un proceso: echando los cimientos,
colocando ladrillo sobre ladrillo, y rematando con los carpinteros al final.
Hace falta paciencia y constancia, porque hay toda una serie de pasos que
seguir. Roma no se levantó en un día, como Zamora tampoco cayó en una
hora.
Pablo dice a los corintios que había trabajado entre ellos como perito
arquitecto (1 Co 3:10-15). Hacía falta conocer el oficio, dominar cierta
información (tanto con respecto al contenido bíblico como la manera de
acercarlo a las personas). También afirma que él puso el fundamento. Esto
se refiere a la predicación inicial del evangelio. Las personas necesitan, antes
que nada, un mensaje acerca de su condición ante Dios y cómo establecer
una relación verdadera con él mediante la fe en Cristo. La edificación de la
obra del Señor empieza con el anuncio del evangelio, el mensaje de
salvación.
Cuando Pedro dice que se dejen edificar como casa espiritual y como
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, parece indicar que los
frutos que el ministerio mutuo han de producir son análogos a los sacrificios
levíticos (Lv 1-7):
Aspectos de la edificación
El capítulo 3 de Nehemías sugiere toda una serie de reflexiones sobre la
tarea de edificación espiritual. Para Nehemías, se trata de una obra de
construcción netamente física, pero para el creyente del Nuevo Testamento,
hay aplicaciones espirituales que orientan el proceso de echar el
fundamento, de edificar a otros, de edificarse unos a otros, y de dejarse
edificar.
Cuando Jesús traslada las cualidades de Jerusalén a todos los lugares donde
se iban a reunir sus discípulos (Mt 5:14), sugiere que ese lugar -para cada
uno en su caso- sería la prioridad. La preeminencia de Jerusalén se traduciría
en la preeminencia de la iglesia local, dondequiera que cada uno se
encontrara para vivir con Cristo y servir al Señor. Esto sugiere que la iglesia
local ha de ocupar el lugar preferente, antes que otros ministerios, otras
iglesias, o incluso la obra nacional. Antes de "arreglar la casa del vecino",
hemos de aportar para que nuestra propia congregación llegue a ser todo lo
que debe ser en el plan de Dios. "Aportar" en este caso significa
preocuparse, pensar, hablar, orar, y analizar los distintos aspectos de la vida
eclesial, para que todo refleje con la máxima nitidez las bendiciones que
fluyen de la cercanía a Dios: su dirección, su provisión, su renovación, su
protección.
Hay prácticas eclesiales que también mantienen la diferencia entre los que
están dentro y los que están fuera, como el bautismo -con la necesaria
preparación previa para asegurar que ha habido una verdadera conversión- y
la mesa del Señor, limitando la participación a las personas que han dado
testimonio público de su fe a través del bautismo. La disciplina eclesial, en
sus múltiples manifestaciones, también sirve de muralla para la iglesia. Si
una persona profesa la fe de Cristo pero no vive conforme a lo que profesa,
se le excluye en algún sentido: tal vez de algún ministerio o servicio, o de la
participación de la mesa del Señor, o de la membresía (la excomunión total).
La doctrina bíblica, el bautismo, la mesa del Señor, y la disciplina forman un
conjunto de medidas que marcan la diferencia entre los que están dentro y
los que están fuera.
Al mismo tiempo, sin embargo, "puerta" habla de una invitación. Las puertas
admiten a los que están fuera, para que no sigan alejados. Las cerraduras de
la puerta sugieren que la persona que entra debe pasar por la experiencia de
la conversión a Cristo ("pasar por el aro"), y el hecho de la puerta anuncia
una bienvenida para toda persona sincera que quiera acercarse a Dios.
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar" (Mt 11:28).