Urbanismo Ciudad Burguesa
Urbanismo Ciudad Burguesa
Urbanismo Ciudad Burguesa
El término burguesía se empleaba en la Edad Media para designar al grupo social formado
esencialmente por comerciantes, artesanos libres y personas no sometidas a la jurisdicción
señorial que vivía en las ciudades. En la actualidad se utiliza coloquialmente para designar
a la clase social que integra a quienes disfrutan de una situación económica acomodada. En
el siglo XIX, la industrialización y las revoluciones liberales le proporcionaron el poder
económico y político.Sin embargo, la burguesía decimonónica en cuanto que clase social,
era heterogénea y en su seno podían distinguirse los siguientes grupos: La Alta burguesía
Ocupaba la cúspide de la sociedad capitalista. Controlaba las industrias, la banca, el
comercio y los altos cargos de la administración del Estado. Se convirtió en propietaria de
muchas de las tierras procedentes de la Iglesia y nobles arruinado, transformándose en
terrateniente. Familias significadas por su poder durante el siglo XIX fueron los Rothschild
(banqueros y comerciantes), los Krupp (magnates de la siderurgia), La burguesía media.
La pequeña burguesía La constituían pequeños comerciantes, artesanos, funcionarios de
nivel medio- bajo, empleados diversos, que trataban de imitar las formas de vida de la alta y
media burguesía. En realidad estaban a un paso de caer en la proletarización. Buena parte
de los problemas que aquejaron a este colectivo coincidían con los de los trabajadores,
junto a los que -coyunturalmente- intervinieron en protestas, demandas y reivindicaciones
comunes.
Arquitectura burguesa
En lo referente al ámbito de la arquitectura burguesa, la situación se caracteriza por su
diversidad. Nos encontramos ante una mayor fusión entre lo gótico y lo renacentista, ya
que, las posibilidades de actuación e intervención, además del gusto de los demandantes de
estas infraestructuras, fueron, en muchos casos, contrarios a establecer ciertas innovaciones.
Sin embargo, existen muchos ejemplos en las dos ciudades que demostraron ser más
receptivas a la influencia meridional: Augsburgo y Nuremberg.
Otro ejemplo diferente es, en 1534, la decoración de la sala Hirchsvogel en Nuremberg por
parte de Peter Flötner. El aspecto más llamativo de esta sala era la disposición de un friso
casi continuo que sólo estaba interrumpido por las ventanas. Dicho friso estaba falsamente
sostenido por pilastras y columnillas y, encima de cada tramo, una lápida hacía las
funciones de podio de un busto, flanqueado además por unos pináculos que recordaban la
forma de un obelisco, una solución no exenta de originalidad, ya que, estos pináculos eran
una versión renacentista de unas columnas típicamente góticas. Flötner, como arquitecto,
tiene en la sala Hisrchsvogel su obra más significativa, a pesar de destacar en sus facetas
como ebanista, tallista, grabador de medallas, orfebre y, especialmente como diseñador de
modelos decorativos.
El urbanismo
La ciudad burguesa que se crea ahora es el fenómeno arquitectónico más relevante y el que
supone una reflexión más profunda de los arquitectos.
*con anterioridad, la “la planificación urbanística” se había dado con los griegos.
*el Londres del XVIII es donde primero se ensayan la nueva ciudad. Pero hubo fuertes
resistencias a la planificación en la orilla izquierda del támises.
El Urbanismo La ciudad burguesa que se crea ahora recibe la población de escasos
recursos: Explotada también en su alojamiento (alquiler…) Que “debe ser controlada” ante
la posibilidad de una explosión revolucionaria (calles anchas, vigilancia estrecha,
eliminación de espacios públicos de contubernio o de “perdición”…) Que debe aislarse y
mejorar en su higiene para evitar epidemias devastadoras (colonias o barriadas obreras;
fuentes públicas, alcantarillado…) Que debe desplazarse al trabajo economizando el tiempo
pues éste es “renta capitalista” (transporte: tranvía o, a finales de siglo, “suburbano” –
Londres 1863)
Economía de burguesa
Es un término de origen francés usado para describir originalmente a una clase social
compuesta por los habitantes urbanos (característicamente mercaderes o artesanos en la
edad media tardía); es utilizado en la economía política, y también extensivamente en
filosofía política, sociología e historia. En el caso de la burguesía se caracteriza por poseer
medios de producción y, gracias a esto, establecer una relación mercantil con el
proletariado, que al no poseer estos medios debe vender su fuerza de trabajo a la burguesía.
La relación mercantil entre burguesía y proletariado permite la acumulación de capital por
parte de la burguesía que caracteriza al capitalismo.
La alta burguesía europea, cada día más poderosa y rica, con el poder político ya
firmemente asido, veía con inquietud cómo alrededor de las ciudades industriales iba
surgiendo una masa proletaria , también cada día más espantosamente pobre. Necesitaba,
por tanto, una doctrina que explicase este hecho como inevitable y, en consecuencia,
sirviese para tranquilizar su propia inquietud.
Smith pensaba que todo el sistema económico debía estar basado en la ley de la oferta y la
demanda. Para que un país prosperase, los gobiernos debían abstenerse de intervenir en el
funcionamiento de esa ley: los precios y los salarios se fijarían por sí solos, sin necesidad
de intervención alguna del Estado. Y ello, entendía, no podía ser de otro modo, por cuanto
si se dejaba una absoluta libertad económica, cada hombre, al actuar buscando su propio
beneficio, provocaba el enriquecimiento de la sociedad.
Malthus partía del supuesto de que, mientras el aumento creciente de población seguía una
proporción geométrica, la generación de riquezas y alimentos sólo crecía aritméticamente.
Resultaba por ello inevitable que, de no ponerse remedio, el mundo se hundiría en la
pobreza. Ese remedio no podía ser otro que el control de natalidad en los obreros, y que
estos quedasen abandonados a su suerte, para que así su número disminuyese.
En resumen, tanto Malthus como Smith lo que estaban pidiendo era la inhibición de los
gobernantes en cuestiones sociales y económicas. Y eso fue lo que ocurrió: el Estado
burgués europeo del siglo XIX se limitó a garantizar el orden público en el interior de sus
fronteras, renunciando a cualquier tipo de política social, de justicia redistributiva y de
intervención en la economía. Nada mejor para los grandes capitalistas, que quedaron con
las manos libres para enriquecerse al máximo. La riqueza se convirtió en una virtud, y los
clérigos, desde el púlpito, presentaban la pobreza como una consecuencia del vicio y el
pecado, con lo cual estaban justificando de hecho su existencia.
Las ciudades medievales se desarrollaron con la expansión agrícola iniciada en el siglo XII
que generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales que se
realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio
Romano. Estos intercambios también se llevaban a cabo en los castillos y en los
monasterios del feudo, especialmente si estaban situados en alguna ruta comercial
transitada o tenía puerto.1
A estos centros acudían los campesinos a vender sus excedentes (cereales, frutas, carne...),
a la vez que compraban artículos de uso cotidiano elaborados por los artesanos
(herramientas, cerámica, ropa...). Estos últimos, poco a poco, fueron estableciéndose allí,
creando nuevos barrios de artesanos y mercaderes denominados burgos, por eso a los
habitantes de estas nacientes ciudades se les llamaban burgueses.
La burguesía constituye una nueva clase social cuya riqueza no está ligada a la posesión de
tierras pero, con el paso del tiempo, algunos de ellos se van haciendo ricos y prósperos, lo
que hace que a su vez acumulen más poder. Este hecho hace que se produzca dentro de esta
clase social una división.2
Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. En sus
puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las
puertas se cerraban por la noche pero por el día permanecían abiertas.
Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento, la Iglesia, las lonjas y los
palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su
propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y
tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.
Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y
campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales
acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas
y los ajusticiamientos.
Ciudad medieval de Albarracín, España
El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se
caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las
casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales
domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las
enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían
numerosos incendios.
La ciudad renacentista
El renacentista con su forma ostenta de vida provoca cambios en el aspecto urbano que
influirán en los siglos siguientes de manera aguda; al mismo tiempo el arte de la guerra con
el uso de la pólvora sufre una evolución que precisa ahora de trazos rectos para el disparo
de armas de fuego de mayor alcance desde luego, que las ballestas. El mayor número de
hombres libres y su accesibilidad a los centro de estudios y universidades, dan nueva forma
y aspecto a la ciudad medieval de calles angostas y torcidas que se transforma dando paso a
la solución que impone esa nueva vida.
La monumentalidad de las obras de arquitectura es solo el reflejo de esa sociedad, pues las
familias realizaban en ostentar hacia la calle las fachadas de sus grandes palacios, obra de
los genios artistas de esa época y la callejuela no satisface ese afán, provocando la creación
de ampliaciones y plazas desde las cuales se obtengan puntos de vistas favorables a tales
obras haciendo notable ese ilogismo pues, como digo, la plaza se hace para el edificio, no
este para aquella. Sin embargo, esta multiplicación de espacios abiertos es benéfica para la
ciudad, como lo son los grandes espacios arbolados, que aunque privados, darán a estas
ciudades aspectos jardinados si bien alejan o extienden las circulaciones.
Por otroi lado se buscara la calle recta originalmente para defensa, después con anchos
hasta excesivos, servirán para los desfiles y carnavales, quedando como pascos y a sus
lados los grandespalacios, sirviendo de marco perspectivo a los fondos del pasco, ocupando
por el palacio
principal, la catedral
o el monumento.
Esta transformación
de costumbres y
formas sobre la
antigua ciudad
medieval se percibe
claramente en las
ciudades italianas y
es demostrativa en la
vaticana cuyo
conjunto de plaza y
templo de san pedro
de roma es la
obra cumbre de
esta época y
muestra, rara
vez igualada,
de arte urbano.
La plaza del
campo en siena.
Otro ejemplo
de plaza
medieval de trazo topográfico que impide la circulación de vehículos dispuesto así también
desde el año 1218.
Ciudad barroca
El paso siguiente será la ciudad barroca, sujeta previamente a uno de dos propósitos: la
fortificación, de trazos geométricos como palmanova, neuf-brisach, saint lonis, etc. y la de
habitación, residencia del monarca como Karlsrube y verslles.
Palmanova. Ciudad próxima a Venecia de un trazo radial geométrico en el cual se tienen
seis plazas dispuestas sobre tres de los ejes de la composición y una central de mayor
dimensión: es un juego de trazos geométricos que partiendo de tres ejes determinan,
primero, un hexágono y se resuelve hacia afuera en un polígono regular de nueve lados.es
un ejemplo del propósito pos renacentista de la ciudad bella.
Se empleaba en la Edad Media para designar al grupo social formado esencialmente por
comerciantes, artesanos y personas no sometidas a la jurisdicción señorial que vivía en las
ciudades.