El Sembrador
El Sembrador
El Sembrador
Introducción:
El Señor Jesús desde que apareció en escena, hasta su último día en la tierra,
entregó un mensaje claro y definido acerca del Reino de los Cielos. Y cómo éste
es un mensaje tan profundo, él como excelente Maestro lo reveló en forma
simple y sencilla. Para esto usó las parábolas, que son narraciones fingidas, de
las cuales se deducen por comparación o semejanza, una verdad importante o
una enseñanza moral.
En este esfuerzo, Jesús enseño que el reino de los cielos era como una semilla
de mostaza, o como una mujer que puso la levadura en una porción de harina.
Estos eran ejemplos que los oyentes de su tiempo entendieron a la primera.
Pero también enseñó esta parábola del sembrador, que a buenas y a primera los
discípulos no la entendieron, pidiéndole aparte una explicación para su mayor
comprensión.
En la explicación que el Señor Jesús da, queda claro que la semilla es la Palabra
de Dios, el sembrador es el que predica la Palabra, y los distintos terrenos
representan al oyente de la Palabra.
Este terreno representa la mente del oyente, el intelecto. De ahí que es necesario
que cuando prediquemos la Palabra lo hagamos en una forma clara, de manera
que pueda entenderse, para que no ocurra esto: “Cuando alguno oye la palabra
del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón.”
Este terreno rocoso, con una pequeña capa de tierra, representa la emoción del
oyente: “al momento la recibe con gozo”. Y como la emoción es de corta
duración, prontamente se olvidan de lo que recibieron. Muchos son los que con
emoción reciben el mensaje, pero cuando vuelven a su diario quehacer,
enfrentando problemas y aflicciones, tropiezan, y hacen infructousa la semilla.
3. Entre espinos. 13:22 “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye
la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa”.
4. En buena tierra. 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el
que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta
por uno”.
Conclusión:
Como oyentes de la Palabra, debemos abrir nuestro corazón para que Dios
desde ahí transforme nuestras vidas. Y como predicadores de la Palabra
debemos buscar la Unción del Espíritu Santo para que cuando entreguemos esta
maravillosa semilla, caiga en buena tierra, y sea él quien produzca la convicción
en cada corazón.
Reflexiones sobre la Parábola
del Sembrador
La Parábola del Sembrador aparece en tres de los Evangelios: Mateo, Marcos
y Lucas. En los tres evangelios, sus escritores inspirados por el Espíritu Santo
presentan la parábola y su interpretación como fue provista por el Señor Jesús.
una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se
la comieron.
Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó,
porque no tenía humedad.
Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con
ella, la ahogaron.
Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a
ciento por uno.
Luc 8: 4 – 8
La que fue sembrada sobre la roca, tan pronto creció, se secó, porque no
tenía humedad. En ocasiones, sobre las rocas hay capas delgadas de tierra
en donde una semilla puede crecer. En este caso la semilla crece por un
tiempo, pero cuando las circunstancias del tiempo comienzan a manifestarse
(sale el sol), la semilla se seca debido a que no tiene agua. A esta semilla le
faltó agua, que es ingrediente de vida.
Estos son mas nobles que los anteriores, puesto que no solamente oyen la
palabra sino que además la reciben con gozo. De manera que este
El problema de estos es que solo “creen por un tiempo“, son de muy corta
duración. Tan pronto vienen los problemas (aflicción o persecución por
causa de la palabra) y/o las tentaciones abandonan el evangelio. La vida está
llena de problemas y de tentaciones. De hecho el Señor Jesús dijo: “En el
mundo tendréis aflicción (problemas), pero confiad yo he vencido al mundo”. El
que abandona el evangelio cuando vienen los problemas es porque no ha
creído (confiado) como dice la Escritura.
Estos se conocen como creyentes temporales. Estos son los que tan pronto
aparecen situaciones de conflicto abandonan la Iglesia del Dios Viviente. No
están dispuestos a batallar por la fe que les fue dada. No están dispuestos a
retener su fe en los momentos de crisis. Jesús conocía a este tipo de creyente,
en su evangelio leemos: “Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la
Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero
Jesús, por su parte, no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía
necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que
había en el hombre. [Juan 2:23-25]. Cuando una persona está dispuesta a
dejarse arrastrar por sus pasiones y a desobedecer, su corazón no es bueno.
La que fue sembrada en medio de los espinos, los espinos crecieron con
ella, y la ahogaron. En este caso la semilla crece junto a otras formas de
pensamiento y actitudes que eventualmente la ahogarán, no la dejan que entre
al corazón y produzca raíces. De manera que este también
En este creyente, la yerba mala (zorra) crece junto a la semilla. ¿Cuáles son
estos espinos? Las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida.
Los placeres de la vida (deseos de las demás cosas), estos son los
creyentes temporales que solo están interesados es que se les ministre y se les
sirva; no están muy dispuestos a servir – no tienen corazón de siervo. Tenemos
que estar conscientes de que Dios nos llamó a servir y no a ser servidos. Solo
quieren disfrutar de las bendiciones y de la paz personal (egoísmo). Esta es
otra de las formas de pensamiento (molde) que ha estado utilizando el mundo y
el diablo, muy efectivamente, incluso para inactivar aún a verdaderos
creyentes.
Sobre la Roca – oye, entiende y recibe (cree) con alegría. Pero cree por breve
tiempo – cree hasta que llega la dificultad (problemas y tentaciones). No da
fruto – indicando que no cree conforme a la Escritura. Su corazón no es
bueno.
Entre los Espinos – oye, entiende y cree; simultaneamente permite que otras
formas de pensamiento y actitudes crezcan y eventualmente ahoguen la
semilla. No da fruto – indicando que no cree conforme a la Escritura. Su
corazón no es recto – ama las riquezas y los placeres de la vida.
Note que para dar mucho fruto es necesario retener la palabra (Juan 15:1-5),
especialmente donde los otros fallaron; cuando hay conflictos. La persona que
retiene la palabra es la que obedece, espera siempre en Dios, de manera que
hace morir al viejo hombre. Retener es lo mismo que perseverar – permanecer
obediente a la palabra de Dios independiente de cuales sean las condiciones
del tiempo (sol caliente, vientos fuertes, …).
Para llegar a dar mucho fruto el corazón del creyente tiene que ser recto y
bueno.